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Los Directorios de Ejercicios. Notas y Estudio PDF
Los Directorios de Ejercicios. Notas y Estudio PDF
LOS DIRECTORIOS
DE EJERCICIOS
1540-1599
EDICIONE
S
MENSAJERO
Sal Terrae
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cial, por cualquier medio o procedimiento técnico, de esta publicación -incluido el
diseño de la misma y las ilustraciones- sin permiso expreso del editor.
15
Parte 1 ° El Director
Sección 1.*Su persona
1." Necesidad de director .................................................................... 453
I. La intervención de Dios ............................................................ 454
A. El fruto de los Ejercicios .................................................... 454
B. Causas del fruto ................................................................. 455
a) Naturales ...................................................................... 456
1) El director .............................................................. 456
2) El método .............................................................. 457
b) Sobrenaturales ............................................................. 458
1) La gracia de la Religión........................................ 458
2) Dinamismo de la gracia........................................ 459
II. .................................................................................................... El
director humano............................................................................ 461
A. Su necesidad ...................................................................... 462
a) Carácter del libro de los Ejercicios ............................ 462
b) Carácter de los Directorios ......................................... 463
c) Contenido de los Directorios ...................................... 463
B. Razones ............................................................................... 464
a) Como en la vida espiritual .......................................... 464
1) Aspecto natural .................................................... 464
2) Aspecto sobrenatural........................................... 465
3) Cuándo se puede prescindir del director ........... 466
b) Razón teológica ............................................................ 468
2.2 Cuántos y quiénes .......................................................................... 471
I. Unicidad de director .................................................................. 471
ÍNDICE GENERAL
Qué es un Directorio
Nuestra edición
Supresiones.
Añadiduras
En el D. 5, junto a las cartas e instrucciones de S. Ignacio, hemos dado
cabida a los fragmentos de las Constituciones referentes a nuestro tema.
En el D. 7, hemos añadido algunos párrafos de la Instrucción 6. a del P.
Nadal, sacada del vol. V de Monumenta Natalis.
Pero las añadiduras de importancia son tres nuevos Directorios, no
publicados por Monumenta.
El D. 46 reproduce la introducción y dos capítulos de la obra
Commentarii seu explanationes in Exercitia spiritualia (Ed. van Aken, C,
Brugis 1882) del P. Gagliardi, escrita fundamentalmente durante el siglo XVI
y de un valor teológico extraordinario.
El D. 47 presenta el Directorio del P. Ceccotti, publicado en la revista
«Manresa» como anónimo, MANRESA 11 (1935), 12 (1936), simple copia del
anterior, pero muy bien seleccionado, ordenado y puestos en realce algunos
puntos preteridos por Gagliardi.
Por último, el D. 48 ofrece otro Directorio de Ceccotti, aparecido en la
Collection de la Bibliothéque des Exercices, n.s35 (1911).
Traducción
Con esta edición presentamos la única traducción completa en una
lengua moderna, de estos antiguos documentos. Recientemente con el
resurgir del interés por los Ejercicios Espirituales han aparecido algunas
traducciones de los Directorios ignacianos, del Directorio de Polanco y del
Directorio oficial (ver Bibliografía) el cual solamente había sido traducido al
francés (Paris, 1619), inglés (Londres, 1925) y en parte al italiano (Roma,
1949). El P. Teodoro Toni S.J. nos ofreció la primera traducción española de
dicho Directorio en la 3.a edición del texto de los Ejercicios anotados por el
P. Roothaan (Zaragoza, Hechos y Dichos, 1959). Al traducir el Directorio
oficial, hemos tenido ante los ojos ese magnífico trabajo del P. Toni, pero
son tantos y tales los cambios introducidos al ajustar todavía más la
traducción al texto latino, que podemos presentarla como enteramente
nueva.
En realidad, la presente es la 2.8 edición en castellano de los
Directorios, puesto que en 1964 ya fueron publicados, con extraordinaria
aceptación, por Ed. Balmes en nuestro volumen «Ejercicios Espirituales y
Directorios», aunque esta nueva edición aporta algunas correcciones y dos
Directorios que en aquélla no fueron publicados.
índice de Materias
Supuesto el universal conocimiento del texto de los Ejercicios, nos ha
parecido mejor abandonar el tradicional orden alfabético en esta clase de
índices y seguir el orden numérico de los Ejercicios introducido en la
edición del texto ignaciano de Monumenta, con la subdivisión de algunos
párrafos más extensos elaborada por el P. Calveras (Barcelona, Ed. Balmes
1958).
Esas referencias son el lazo de unión entre los Ejercicios y los
Directorios. Son esquemáticas y densas, como corresponde a un índice,
simple indicación de observaciones para que el estudioso analice las
26 Los DIRECTORIOS DE EJERCICIOS
expresiones, compare los textos y saque las consecuencias. Con ellas
aspiramos a ofrecer las bases para un comentario de los Ejercicios mediante
los Directorios.
El estudio completo y exhaustivo del contenido de los Directorios
compone la 2.a parte de la presente obra. En el índice sistemático de esa 2. a
parte encontrará el lector la mejor guía de los temas tratados por los
Directorios. Pero téngase siempre presente la naturaleza de estos escritos
para no pedirles más de lo que pretenden dar: son normas prácticas de
acción, no análisis de contenidos.
Para mayor comodidad en las referencias hemos adoptado la siguiente
estructura: D. 20 (4), que significa: Directorio 20, párrafo 4.
27
(original en castellano)
«modos» de elección. En este pasaje, denomina como tiempos a los dos modos del tercer
tiempo: Ej. [178], y asi le salen cuatro tiempos. Más adelante: D. 1(18-20), hablará de tres
modos de hacer elección, a los que luego añadirá otro, el segundo modo del tercer tiempo.
3 El texto dice «inmediate». El P. Calveras (Ejercicios, Directorio y Documentos, n. 5
372) junta el adverbio con lo que precede y así habría que leer: "Inmediatamente antes de
lo cual, le disponga...»
4 Es decir, a seguir la vida de perfección según los consejos evangélicos o la vida
ordinaria en el mundo.
5 Por primera y segunda parte de la elección, se quiere indicar lo que el libro de los
7 Véase la tercera regla de las de Discreción de espíritus para la 1* semana: Ej. (316)
mano: «porque además de reposar del trabajo pasado, se han de recrear en dar gracias a
Dios por la merced recibida y alegrarse y gozar de la misericordia del Señor».
10 Aquí y en los dos números siguientes, designa como «modos» lo que en el texto de
11 Este texto viene a suplir uno de los silencios del libro de los Ejercicios, a
(original en castellano)
1 Esta respuesta no es más que la regla 8.» de las Reglas para ordenarse en el comer:
Ej. [217].
33
2 Parece contradecir esta respuesta al texto de los Ejercicios, Ej. [72], el cual propone
los cinco ejercicios para un mismo día. Sobre esta cuestión, los autores de los Directorios
expresan diversas y aun contadictorias opiniones.
3 El texto dice: «vende quae habes et da pauperíbus et sequero me».
34 NOTAS DADAS DE PALABRA
3
DIRECTORIO PROCEDENTE DE SAN IGNACIO
(original en latín)
1. Orden
2. Modo
4. Confesión general
1 Una copia usada por el P. Nadal acaba así este párrafo: «...hasta haber hecho tres o
cuatro veces los ejercicios ya dichos, mayormente si reportan algún fruto sensible; con
todo, se ha de tener medida, de manera que después del sexto día finalmente, y aun
después del quinto, se preparen para la confesión general, aunque no sintieren fruto
alguno sensible».
2E|.[56].
37 DIRECTORIO PROCEDENTE DE S. IGNACIO
5. Notas
3 Ej. [238-248]. S. Ignacio entiende por pecados mortales los que nosotros llamamos
«capitales».
DIRECTORIO DICTADO AL P. VITORIA
(original en castellano)
Con ocasión de tener que dar los Ejercicios, acudían los noveles
directores a San Ignacio a dar cuenta de la marcha y obtener
orientaciones. Este era el método preferido por el Santo para for-
mar directores.
En el año 1555, Juan Alfonso de Vitoria dio los Ejercicios al
joven Lorenzo Maggio, que luego entró en la Compañía. Fue pro-
bablemente en esta oportunidad cuando Vitoria redactó el presente
documento.
Como el mismo título indica, los conceptos expuestos en este
Directorio hay que atribuirlos en su casi totalidad a San Ignacio.
El trabajo de Vitoria parece que se redujo a poner por escrito las
orientaciones recibidas, dando cierta forma literaria al conjunto.
Así lo da también a entender el juicio formulado más tarde por el
P. Gil González Dávila: «uberiori orationis stilo digessisse
vide-tur»: D.3I(6).
Las circunstancias de su composición determinan el valor y las
limitaciones de este Directorio. A veces es difícil distinguir qué es
lo que pertenece a San Ignacio y lo que ha de atribuirse a Vitoria.
Y sobre todo, qué normas son particulares y exclusivas del caso
concreto y cuáles son generalizaciones o pueden dar base para
ellas.
De todos modos, tenemos aquí un Directorio ordenado, metó-
dico, casi completo en lo que trata. Por desgracia, sólo toca las
cuestiones preliminares y el modo de dirigir la primera semana.
Tal vez en esa ocasión Vitoria no pasó más adelante con su ejer-
citante.
Este Directorio fue tenido siempre en gran consideración por
todos los grandes autores de Directorios que en él se inspiraron.
Muchos de sus párrafos pasaron intactos al Directorio Oficial.
D . 4 ( l -3) 29
6. Que es bien que dé tanto dinero o más, que baste para el tiempo que
3 El Directorio oficial recogió lo que antecede casi con las mismas palabras: D. 33, 34,
43 (15,17).
48,10).
11 El texto dice: «Fili mi, praebe mihi cortuum» (Prov 23,26) «et implebo illud»
(Sal 80,11).
12 Se refiere a las Anotaciones que encabezan el libro de los Ejercicios, princi-
palmente la 2.- y 6A
17. Suele ir de tres a tres días,13 pero esto raro me parece que conviene
hacerlo; y de la experiencia que tengo parece que conviene que vaya
cada día una vez y no más tampoco, si no hubiese alguna incidente
necesidad. Empero con algunos hombres graves y muy reposados bien
podría dejar algún día de ir, y casi sería más provechoso, etc.
18. Con el ejercitante, procure de alcanzar a tener una gravedad santa, y
si fuese alguna persona grande, tanto más, pero con señales de mucha
humildad y caridad; y que él entendiese que aquello conviene para su
13 Sobre este poco claro asunto, véase el juicio de Gil González: «Que hay que
visitar con más frecuencia a los que se ejercitan, lo prescriben todos los demás
Directorios, y la ya en otro tiempo antigua costumbre de los Padres y se confirma con
el uso diario de los Nuestros» D. 31 (29).
14 En el original: «et non debet esse sicut scribae et pharisaei» (Mt 7,29) «sed
D. 4 (21) 35
D. 4 37
(27-30)
21 En ninguna parte de los Ejercicios se hallan los conceptos que siguen a con-
obeundum, editado por primera vez en Roma (1554), y que alcanzó gran difusión.
49
5
INSTRUCCIONES DE SAN IGNACIO
Con muy buen acuerdo trae Monumenta en este lugar algunas
cartas e instrucciones de San Ignacio sobre el modo de dar los
Ejercicios. A los fragmentos allí publicados, añadimos algunos
párrafos de las Constituciones.
Téngase presente el criterio seguido en la selección de estas
instrucciones: no pretendemos hacer un «comentario» del conte-
nido de los Ejercicios, sino un Directorio, es decir, tomamos sólo
aquellas cartas que nos ofrecen elementos prácticos para darlos.
10. Cuanto al dar los Ejercicios, si se trata de mujeres no hay que darlos
en otro lugar sino en la iglesia pública, y si ellas no vienen cada día o
cada tres días, que no se les den.
11. Cuanto a los hombres casados y otros finalmente que no son aptos
para el estado de religión, se les podrán dar, si vienen ellos a la iglesia
D. 5(5-11) 51
otros escritos del Santo, puede sospecharse que lo hizo a principios de su estancia en
Roma, esto es, entre 1541-1544.
3 Teniendo presentes los significados que la palabra «manera» puede tener, creemos
que la expresión significa: personas de «mucha calidad», es decir «de gran clase», sea por
la categoría social a la que pertenecen, sea por el valor excelente de la persona. Véase más
abajo D. 5 (24) la misma expresión.
53 INSTRUCCIONES DE S. IGNACIO
6
MEMORIAL DEL P. CÁMARA
(original en castellano)
I
1. Hablando de los Ejercicios, decía que de los que conocía en la
Compañía, el primer lugar en darlos tuvo el P. Fabro, el segundo
Salmerón, y después ponía a Francisco de Villanueva y a Jerónimo
Doménech. Decía también que Estrada daba bien los de la primera
semana.
2. De una cosa me acordaré, a saber,1 cuántas veces he notado cómo
el Padre en todo su modo de proceder observa todas [las] reglas de los
Ejercicios exactamente, de modo que parece primero los haber
plantado en su ánima, y de los actos que tenía en ella, sacadas aquellas
reglas.
II
3. Los Ejercicios son mejores para quien no está determinado en el
estado de vida, porque entonces hay más variedad de espíritus; y
también cuando alguno se viene a tentar y está atribulado, por la
misma razón. El modo que se tiene en España de darlos al principio,
en general2 es bueno.
4. Acordarme he de lo que el Padre me dijo un día, que ninguno
querría que fuese al colegio sin haber primero hecho los Ejer-
55
En el texto: «scilicet». El
texto dice: «¡n genere».
56 MEMORIAL DEL P. CÁMARA
III
Portugal.
D. 6 (9-13) 57
IV
10. El Padre juzga que a personas de quien se espera que puedan venir a
seguir la vía de perfección, aunque pidan los Ejercicios, no se les den
abiertos.
11. «Abiertos»6. Llamo Ejercicios abiertos, cuando el que los toma no
está del todo recogido, y solamente tiene algún tiempo para las
meditaciones, estando todavía ocupado en sus asuntos.
12. En los Ejercicios no se ha de dar nada por eserito. 7 También, no se
ha de hablar en religión, sin que primero se hayan propuesto los
preceptos y los consejos en general, y se haya determinado a los
consejos. Y así dijo el Padre, sabiendo hoy de uno que no observaba
esta regla, que no los sabía dar.
13. Dijo el Padre que quería hacer un Directorio de cómo se habían de
dar los Ejercicios, y que Polanco le preguntase las dudas a cualquier
hora, porque en cosas de los Ejercicios no le sería necesario pensar
mucho para responder a ellas.
Este Directorio hizo nuestro Padre después, y yo traje una copia a
esta Provincia.8
7
INSTRUCCIONES DEL P. NADAL
3. Así también hay que pensar de los Ejercicios (que no contienen casi
nada que no se halle en otros libros), a saber, que esta eficacia que
vemos en ellos, proviene de la voluntad de Dios.
4. Puede, no obstante, aducirse cierta razón como consecuente. Pues
los Ejercicios remueven, y de manera óptima, los impedimentos de la
perfección y ello del modo que se encuentra consignado por los santos
doctores.
Pues en primer lugar, se purifica el alma por la confesión general,
etc., y de tal manera que incluso se extirpen solícitamente los pecados
veniales, sean vencidas las pasiones, se debiliten las inclinaciones (que
es la primera parte de los Ejercicios).
5. Añádase que a los sacramentos, une también el uso frecuente de los
exámenes, y ello con suma diligencia; pues aunque parezcan de poca
monta estos exámenes, no hay que menospreciarlos sino estimarlos en
mucho. Por los exámenes se purifica la mente a fin de que no pueda
impedirse la oración. Pues hay que notar que el examen tiene un orden
admirable, como es obvio.
6. No hay que pasar en silencio que añade allí la virtud del sacra-
mento, con tal que uno proponga confesarse y satisfacer...
7. El modo y orden de los Ejercicios es la purificación, iluminación,
unión, y se procede en ellos tal como conviene, a saber, desde lo
ínfimo, humildemente y sin curiosidad, con gran fe y esperanza.
4 Ex. Gral. c. 4, n.8 (64-65). En esta edición: D. 5 (28). Cfr. Const. (227, 279). Lo mismo
cámara apartada.
20. Los forasteros que hicieren los Ejercicios en casa es necesario que
paguen la costa, y pudiendo no se hagan en casa, y cuando se hicieren,
sea en el colegio de abajo.
21. Cuando cómodamente no se pudieren dar los Ejercicios a los de
fuera, fuera de casa, entonces se les podría dar algún aposento dentro
de ella, lo más apartado que se pudiere de la conversación de los
hermanos, especialmente siendo de quien se espere mutación para la
Compañía.
22. Ordinariamente, por el principio que tenemos de pobreza, deben los
forasteros que hacen los Ejercicios pagar la costa; pero donde el
colegio fuese rico, o en caso juzgase el Rector razonablemente10 que
no debe pedírseles nada, se puede hacer. Y no será menester pedirles
nada cuando probablemente11 se juzga que después ellos lo satisfarán.
23. Y la costumbre que hay en España de hacerlos en casa no se mude,
si no hubiese gran comodidad fuera.
24. Los Ejercicios que se dan ¿deben entregarse por escrito? Res-
puesta: Es bueno dictar los puntos o dejarlos por escrito brevemente,
pero se explicarán de palabra con más amplitud 12.
25. Que los Ejercicios se diesen en rigor como se solía así en clausura
como en otras cosas, que por falta de eso se piensa no se haga ya tanto
fruto. Respuesta:171 Parece bien se den exactamente según la cualidad
de las personas, conforme a lo que dicen las 18, 19 y 20 anotaciones
de los mismos Ejercicios.
26. La palabra de los Ejercicios se enmiende y ha de decir: «etsi
planum compertumque est»14.
27. Aunque en las últimas reglas de los Ejercicios se previene que no
hay que reprender nada públicamente a los prelados y príncipes,
pueden sin embargo los nuestros privadamente amonestarlos acerca de
su oficio, mientras esta amonestación se haga con la debida cautela
para que no redunde en pública acritud e infamación. 15. 27a Pero si se
9 En este n.e y en el siguiente, se refiere Nadal al Colegio de Coimbra, que tenía un
14 La regla 14 para sentir en la Iglesia, Ej. [366], empieza así: «Dado que sea
mucha verdad que ninguno se puede salvar sin ser predestinado...» El P. Frusto,
autor de la traducción latina llamada vulgata, escribió: «Etiamsi plañe compertum
definitumque essef...» Este uso del modo condicional dio lugar a los ataques de
varios teólogos, como si los Ejercicios defendieran que aun los no predestinados
pudieran salvarse. Por ello quiere Nadal que en las traducciones se ponga la forma
«est», con mengua del estilo latino, pero para evitar falsas interpretaciones.
62 INSTRUCCIONES DEL P. NADAL
teme eso, es mejor pasar por alto aquella admonición privada. Y sobre
todo hay que advertir primero que esta admonición se haga por otro,
pero si la necesidad urge y no hay quien reprenda con tanta prudencia
y moderación, hay que realizarla de manera que se reciba la
advertencia con toda suavidad y produzca fruto.
16 Anotaciones 18 y 19.
64 Los DIRECTORIOS DE EJERCICIOS
40. Donde hubiere externos a los que se hubiesen de dar los Ejercicios
de la primera semana sólo por la razón de hacer mejor la confesión
general, o si por la razón que fuere, no se diesen exactamente los
Ejercicios, no conviene recibirlos en casa o en el Colegio.
41. Empléese gran diligencia en que se den los Ejercicios con exactitud
a los que se ve que han de tener talento para darlos, y sepan todos que
en ello reside una gran fuerza, que se debe esperar de ahí un ingente
fruto, que éste es el primer ministerio de la Compañía y el primero por
su eficacia. Hágase, pues, selección de los que poseen esta capacidad,
y éstos den primero los Ejercicios a los nuestros, bajo la observación e
instrucción de los Superiores; luego a los de fuera, según parecerá a los
Superiores.
45. Como para los demás ministerios, así para éste hay que elegir
Padres selectos que parezcan hábiles por talento natural, pues no todos
gozan de ese talento, sino los que por naturaleza son inclinados a la
oración y piedad, prudentes, cautos y circunspectos y amantes de las
virtudes. Y no solamente hay que descubrir en éstos esa aptitud
natural, sino la virtud, la devoción, el ejercicio y práctica de las cosas
espirituales, por último la instrucción que habrá recibido de aquellos
que tienen práctica en dar los Ejercicios.
46. Una palabra más y paso a otra cosa. El que da los Ejercicios debe
tener tal devoción en dar los Ejercicios, debe conmoverse de tal modo
en los sentidos espirituales que, de la abundancia y virtud de su
devoción y sentimiento en Cristo, pueda conmover al que se ejercita, a
pesar de no poder hablar con él sino pocas palabras. Debe también
ayudarlo con oraciones, santos Sacrificios y obtener también que otros
hagan lo mismo por él.
66
8
NOTA DE SAN PEDRO CANISIO
(original en latín)
9
DIRECTORIO ESPIRITUAL DE LA VIDA MIXTA
(origina! en latín)
redactado.
68 DIRECTORIO DE LA VIDA MIXTA
2 Sigue a continuación un largo índice de la materia que hay que exponer para
meditar, distribuida para los siete días de la semana y con una gran libertad en la
exposición de los temas. Se dedican cinco días enteros a la primera semana y dos para las
restantes.
69
10
AVISOS DEL P. EDUARDO PEREYRA
(original en castellano)
Prólogo
El saber dar bien los Ejercicios es una cosa en la cual mucho se sirve
Dios nuestro Señor, por resultar de ello gran aprovechamiento de las
almas, como la experiencia lo tiene bien enseñado; y así es cosa muy
70 DIRECTORIO DE LA VIDA MIXTA
De la humildad
13. Y luego conviene darle a entender cómo mucha parte del apro-
vechamiento del que recibe los Ejercicios depende del comunicarse
con el que se los da, dándole cuenta del modo de proceder en su
oración y de las dudas y dificultades que se le ofrecen, y de todo lo que
le impide su aprovechamiento, y de lo que nuestro Señor le comunica.
14. Dándole a entender cómo en esto él no pretende saber sus pensa-
mientos ni deseos que sean pecados, sino aquello que es necesario para
guiarle en las cosas de su aprovechamiento, para ayudarle con
remedios contra las tentaciones que el demonio le traerá, así claras y
manifiestas como encubiertas con apariencia de bien, transformándose
en Ángel de luz. Porque así como el médico no podría curar al enfermo
si él no le dijese y descubriese las causas de su enfermedad, así acá el
médico espiritual no le podría ayudar si él no se comunicase con él.
15. Aquí importa mucho darle a entender cuan diferente cosa sea saber
una cosa especulativamente o prácticamente, como el médico que sabe
qué cosa sea la leche porque sabe en qué consiste su esencia y
accidentes, con todas sus cualidades y propiedades, mas a él no le sabe
la leche, no la ha gustado como el niño que mama, que no sabe esto,
más sábele a él la leche; y así es muy diferente la sabiduría de Dios, de
la ciencia especulativa, porque ésta es una ciencia sabrosa que da gusto
de las cosas de Dios, un conocimiento práctico y amoroso que inflama
y enciende la voluntad [...].
éstas tiene su fin que por ella se pretende alcanzar, así acá en estas tres
semanas, de las cuales ahora comenzaremos a tratar con el favor del
Señor, cada una tiene su fin.
17. Ahora, el fin que en esta primera semana se pretende alcanzar con la
gracia del Señor, es que el hombre se conozca, conociéndose conozca
que ha andado errado caminando por el camino de su perdición,
andando apartado de su Dios y todo su bien, y de este conocimiento
nazca un vivo deseo de su remedio, que será de alcanzar una verdadera
penitencia.
18. Y para esto conviene ahora darle a entender cómo la raíz y causa de
la perdición del hombre ha nacido de falta de este conocimiento, que
es de andar el hombre fuera de sí, y cómo de lo contrario con el favor
del Señor ha de nacer su bien y su remedio [...].
De la oración y meditación
19. Ahora lo que hay que hacer es tomar medios'para entrar dentro de
nosotros al propio conocimiento, pues hemos dicho que de aquí,
mediante la gracia del Señor, como de raíz ha de nacer nuestro bien y
remedio, como lo vimos en el hijo pródigo. Y el medio para ello
grandemente necesario y provechoso es el de la oración, y juntando
con ella la meditación.
20. He dicho que el fin de esta primera semana era que el hombre
entrase dentro de sí al propio conocimiento, porque de aquí, mediante
la gracia del Señor, como de raíz había de nacer el bien del hombre, y
cómo este fin correspondía al fin de la vida purgativa, a la cual
correspondía esta primera semana. Este fin consiste en un
aborrecimiento grande del pecado por ser ofensa de Dios, en un
propósito eficaz de la enmienda, en un aborrecimiento de sí mismo, en
un amor de menosprecio de sí, y en fin en un deseo vivo de la
verdadera penitencia, de donde nazca el obrarla con la gracia divina; y
para esto hemos tomado por medio la meditación y oración, y hemos
visto cuan necesaria era para remedio de los males del hombre y ha
sido un medio para conocerse el hombre.
De otro medio
21. Ahora con el favor del Señor trataré de otro medio para que el
hombre entre dentro de sí y se conozca. Allá dice Aristóteles que
hay dos maneras de demostración, «propter quid» y «quia». Dos
maneras de conocerse una cosa, por sus causas, o por sus efectos;
D. 10(17-21) 75
El Fundamento
23. El uno, que es el «propter quid» del conocerse por sus causas, se
pone en decir que el hombre es criado, porque criar «es hacer algo de
la nada»s y de aquí sacaremos las cuatro causas del hombre: la
eficiente, final, ejemplar y material... luego se dice que le crió Dios
para loarle y servirle... y que esto se haga no solamente con el corazón,
sino con la lengua también y con las obras, atribuyendo al Señor y a su
gracia los dones recibidos, haciendo todas nuestras obras para gloria y
honra suya; y la reverencia y cortesía que se debe a este Señor se llama
latría, que es una cortesía a sólo Dios debida. Ésta se da al Señor,
como dice San Agustín, con la fe, esperanza y caridad 9. Porque de
ellas nacen las virtudes y dones y así la obediencia y guarda de sus
mandamientos y de todo aquello a que el hombre está obligado.
24. En lo dicho consiste la primera parte de este Fundamento, y la
segunda es conocer cómo todo cuanto el Señor crió en este mundo,
todas las criaturas, fue por respeto del hombre para que le ayudasen y
fuesen medios para conseguir este fin para el cual fue criado [...].
25. Ahora vengamos a lo práctico y al cómo nos hemos de aprovechar
de este medio, para el fin que pretendemos del propio conocimiento.
Pongamos delante de nuestros ojos este fin para el cual crió Dios al
hombre, y, mirémonos en él como quien se mira en un espejo en el
cual ve lo que está limpio o lo que está sucio, lo que está compuesto o
descompuesto [...].
cotejando el uso de todas las criaturas con él, cómo he usado de ellas
de manera que me fuesen medios para conseguir este fin, de los
manjares, de las vestiduras, de la hacienda, de la honra, oficio o
dignidad, cómo de mis sentidos, de mis fuerzas, salud, cómo de la
imaginación, apetito, irascible y concupiscible, cómo de la memoria,
entendimiento y voluntad, cómo de los pensamientos y deseos,
palabras y obras, cómo he usado de la fe, esperanza y caridad, cómo de
los sacramentos, cómo de la sangre de Cristo, y de todas sus obras
ejemplares, las cuales él hizo para que le imitásemos en ellas, y en fin
de todos los beneficios de Dios.
De la indiferencia
29. El tercer punto de este supuesto y fundamento de estos Ejercicios es
que conviene mucho al hombre hacerse indiferente a todas las cosas
criadas (en cuanto a lo que le es concedido a la libertad de nuestro
libre albedrío y no le está prohibido) en tal manera que no queramos
de nuestra parte más salud que enfermedad, riquezas que pobreza,
honra que deshonra, vida larga que corta, y así en todo lo demás, sola-
mente eligiendo lo que nos ayudará para el fin que somos criados.
30. Acerca de esto se advierta mucho lo que nuestro Padre de buena
memoria dice en la Anotación 5" y 15 y 16, porque es un punto muy
esencial en el cual hay bien que hacer. Esta indiferencia es una
resignación con la cual el hombre se pone en las manos de su Dios y
Señor, diciendo: Señor mío y Criador mío, veis aquí Señor toda mi
libertad, todas mis potencias, mis sentidos y mi cuerpo y todo cuanto
tengo, todo lo pongo en vuestras manos; ordenad Vos, Señor, de ello y
de mí como conviene más para gloria y honra vuestra y salvación de
mi alma.
31. Esto hecho de veras de todo corazón, ayuda mucho a que se le
comunique Dios, porque es abrir la puerta del corazón para que el
Señor obre en él grandes cosas [...].
32. Ahora platicado el Fundamento al modo dicho, y hecho que él
medite en él por un día entero señalándole en él los tres puntos dichos,
los dos del propio conocimiento así por las causas, que es el primero,
como por los efectos que es el segundo, con este tercero de la
indiferencia, aquí se acaba lo del Fundamento.
Examen
33. Sigúese platicarle el examen general y particular antes de las
meditaciones, y platicados a la letra, conviene darle a entender la
necesidad, así del uno como del otro [...].
Primera meditación
42. CAPÍTULO 3.9 De las cosas de que se le ha de pedir cuenta cada día
o de algunas de éstas.
«quia caritas non quaerit quae sua sunt, sed quae Jesu Christi», cfr. 1 Cor 13,5.
«Vulnerasti cor meum, sóror mea, sponsa, in uno oculorum tuorum» (Cant 4,9).
D. 10(17-21) 80
Las adiciones, éstas ayudan mucho para hacer los Ejercicios mejor
y para alcanzar el hombre lo que desea.
46. Estas parece que conviene darse después que el ejercitante ha hecho
por lo menos el primer Ejercicio de las tres potencias y el de los
pecados, habiéndose ejercitado en cada una de estas meditaciones su
día entero, haciéndola cada día cuatro veces, dos a la mañana y dos a
la tarde. A la mañana la primera hora en levantándose, y la otra hora
antes de comer, etc. Porque ahora ya tendrá deseo de tomar medios
para hacer mejor los Ejercicios y proceder con más orden, y también
porque ya de las meditaciones y Ejercicios hechos, tendrá alguna
devoción y deseos de hacer alguna penitencia y de alcanzar verdadera
contrición de sus pecados; y así ahora parece que viene bien y no
antes.
47. Aquí conviene darle a entender cuan necesarias son para esto las
asperezas corporales, como son ayunos, disciplinas y cilicios, vigilias,
y la cama áspera. Porque el Señor da a cada uno la gracia del Señor, y
aquel parece que se dispone mejor a ella que no sólo con el espíritu,
sino también con el cuerpo se esfuerza y trabaja para alcanzarla [...].
18 «pondus meum, amor meus; eo feror quocumque feror», Confessiones, lib. 13, c.
9, (PL. 32, 849).
D. 10 (52-57) 83
giaeius» (1 Pe 2,21).
24 Adviértase el lugar secundario que ocupa la contemplación del Reino para
Pereyra. Véase inmediatamente, qué poco caso hace del orden establecido por S.
Ignacio para la meditación de los tres binarios, Banderas, etc.
D. 10 (52-57) 84
64. El cuarto día el Ejercicio de los Reyes y los tres grados de humildad,
para ofrecerlos por los tres dones al Señor.
65. El quinto día el Ejercicio del templo; aquí la primera elección por
puntos, para que medite en ella.
66. El sexto día el Ejercicio de la huida de Egipto y el de quedarse en el
templo.
67. El séptimo día el Ejercicio del Bautismo y del desierto.
68. El octavo día ir caminando por la vía de Cristo nuestro Señor hasta
llegar a la vocación de los Apóstoles, y aquí darle el Ejercicio de las
dos banderas, o más adelante, guardando la última elección para
cuando viere que está ya bien dispuesto para concluir con la elección.
En estos Ejercicios el orden de ellos depende mucho de la disposición
del ejercitante, de cómo anda en el primer modo de elegir.
69. Y antes de que descendamos a los días en particular, conviene poner
aquí dos cosas que servirán para todos los Ejercicios de esta segunda
semana.
70. La primera es avisarle acerca de aquella palabra que dice al cabo del
punto: y referirle he a mí, que es que saque fruto de él; que procure
con la gracia del Señor sacar una de tres cosas, o todas tres: amor,
temor, confusión. De esta manera, del conocimiento de la bondad de
Dios que allí resplandece y del beneficio que allí se me hace, sacar
amor, y de mi ingratitud para con este Señor, confusión, temor si no
me aprovechase ahora de tanto bien, porque sería todo por ventura
para más condenación mía. En lo del amor se incluye el deseo de la
imitación de Cristo nuestro Señor, pues, como hemos dicho, del amor
ha de nacer el deseo de la imitación.
81. Cómo le va en el deseo de acertar en una cosa que tanto le va, como
es tomar un estado de la mano de su Dios.
Acerca del segundo día de esta segunda semana.
82. Aquí encajaba el Ejercicio del Rey, de esta manera. Diciendo cómo
los niños, hijos del rey de la tierra, no nacen reyes, ni nacen con
discreción ni uso de razón, y así para venir a ser reyes es menester
pasar muchos años, para poder tener prudencia para el gobierno. Mas
en este niño Jesús no hay esto, porque nace rey, y así lo confiesan los
reyes diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos, que acaba de
nacer?»21.
83. Lo segundo, no tiene necesidad de esperar tiempo ni años para el uso
de la razón, ni para la prudencia y discreción, porque este niño desde el
instante de su concepción fue bienaventurado, porque luego en aquel
instante vio la divina esencia, y así es sapientísimo, prudentísimo,
poderosísimo; es rey que gobierna los cielos y la tierra, a quien
obedecen las criaturas, porque es Dios y hombre verdadero.
84. Y este niño, rey desde el pesebre, comienza a hacer guerra al mundo,
demonio y carne, y de aquí comienza a llamar gente, pastores, reyes.
85. Ahora se puede platicar el Ejercicio del Rey. Aquí cómo la iglesia de
acá se llama militante y la del cielo triunfante, porque acá es pelear,
acá la victoria, allá el triunfo y corona. Aquí cómo hay dos ejércitos
muy contrarios, el de Lucifer y el de Cristo nuestro Señor; cosa
espantosa el odio que Lucifer con todos los demonios tienen a Cristo
nuestro Señor, y así a los suyos, y de aquí la guerra cada uno por llegar
gente a que pelee debajo de su bandera, etc.
Tercer día.
93. Aquí se le puede platicar el Ejercicio de las tres diferencias de
hombres, de los cuales cada uno de ellos ha ganado diez mil ducados,
y no con el fin y pura intención que debiera del servicio de Dios y bien
de su alma; y ahora desea tener propicio a Dios y salvarse, quitando de
sí la afición desordenada que siente tener a la hacienda que le es
impedimento para su salvación.
94. Ponderándole mucho el peligro grande de los dos primeros, para que
con la gracia del Señor venga a ponerse en el tercer grado, y a esto he
yo de procurar de tratarle con la gracia del Señor, que es aquel deseo
de que nuestro Señor le llamase a lo más perfecto, a aquello que es
mayor honra y gloria de Dios nuestro Señor y mayor bien de su alma;
D. 10(95-99) 75
95. «El tercero, demandar lo que quiero: aquí será pedir gracia para
elegir lo que más a gloria de su divina majestad y salud de mi ánima
sea»70. Y así exhortarle que no se contente con servir a Dios bien y
mejor, sino perfectamente, según aquello de S. Pablo: «Os ruego,
pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios, etc., para que
procuréis conocer cuál es la voluntad de Dios, buena, grata y
perfecta»7^.
96. Aquí se viene a entender si está el tal apegado a alguna cosa, si a las
riquezas o a alguna honra, alguna dignidad, etc., y advertir cómo anda
la indiferencia, porque aquí está la prueba de ella. Ahora se va
descubriendo para qué era la indiferencia que nuestro Padre puso en el
Fundamento de la primera semana. Ahora se va manifestando el
artificio de los Ejercicios, que parece más divino que humano, cómo
puesto un hombre indiferente, resignándose en las manos de su Dios
con deseo de escoger y elegir aquello que sea para mayor gloria y
honra de Dios y mayor bien de su alma, a lo cual el alma aspira por ser
tan capaz de lo bueno, sabiendo que sólo puede henchir su capacidad.
97. Y así, cuando nuestro Señor ha dado esta indiferencia, comúnmente
llama a la tal alma a lo más perfecto; y a esto comúnmente le mueve la
razón, aunque es verdad que no se sigue: «esto es mejor y más
perfecto, luego mejor para mí»,72 si no interviene la vocación del
Señor; porque aquel estado es mejor al hombre a que Dios le llama,
aunque en sí no sea más perfecto; y con esto respirará el que se veía ya
apretado. [...]
34 «Glorietur frater humilis in exaltatione sua, dives autem ¡n humilitate sua (Sant.1,9).
35«Audite fratres mei dilectissimi, nonne Deus elegit pauperes in hoc mundo, divites
in fide, et haeredes regni quod repromisit Deus diligentibus se?» (Sant 2,5).
gozando de su Dios, a la cual sea él servido de llevarnos para que allí
todos juntos le veamos claramente, amemos, gocemos y alabemos por
una eternidad, Amén. Esto pasó en Jesús del Monte en el año del
Señor de 1562.
92
11
MODO DE DAR LOS EJERCICIOS
DICTADO POR EL P. ALFONSO RUIZ
(original en latín)
1 Se refiere a las Anotaciones que encabezan el libro de los Ejercicios, o tal vez a los
2 El original dice: «cum Deo conversetur». Creemos que debe decir: «cum eo» para
4 Éste creemos que es el sentido del párrafo, en latín gramaticalmente mal redactado.
95
12
(original en latín)
En italiano en el original.
Todo el contenido de los párrafos (4-9) expresa ideas muy familiares a Nadal.
96 INSTRUCCIÓN DE AUTOR DESCONOCIDO
mente creerse, en este instinto por Dios, para que diese a otros los
mismos Ejercicios. Después, mientras estudiaba en París, por medio de
los mismos reunió a otros compañeros, y en los comienzos de la
Compañía, por medio de ellos eran probados todos los que querían ser
admitidos en la misma; y así en las Constituciones sobre el examinar
[a los candidatos] consta como una de las pruebas3.
6. Pero a los que no son de la Compañía se les podría indicar cuál y
cuánto fruto han percibido muchos doctos, indoctos, religiosos,
seglares, jóvenes, viejos, hombres, mujeres, virtuosos, disolutos, etc. Y
así, aunque uno haya aprovechado más y otro menos, todos sin
embargo, han alcanzado gran claridad y luz de la mente en la vía
espiritual y muy buena voluntad y fervor en el espíritu de Dios.
7. Y en verdad, parece claramente obrar el Espíritu Santo en aquellos
que los practican; y también [se alcanza] conocimiento de los pecados,
dolor de los mismos, voluntad de cambiar de vida, desprecio del
mundo, y deseo de mortificación, etc. Lo cual han experimentado los
más versados en darlos con el cuidado con que conviene hacerlo.
8. Y ciertamente parece singular gracia y don el que el Señor dio a la
Compañía de dar estos Ejercicios. Y también parece que Dios
concurre especialmente con los nuestros en darlos.
9. Declarado ya el nombre y el fruto de los mismos, a fin de que no
quede nada dudoso en la mente del que los recibe, pueden aducirse
algunas causas de este fruto.
10. Primera: que siendo tres las vías con las que cualquiera puede
ayudarse en el camino espiritual, lectura, audición de la palabra de
Dios, meditación y oración,4 esta última es más excelente y eficaz; lo
cual experimentamos quienes leyendo y oyendo muchas veces algo, no
saboreamos igual la cosa como meditando, etc. Ejemplo del que ve un
alimento o lo toca o lo saborea; éste, pues, más, etc.
11. 2' causa. El que da los Ejercicios es una viva voz, la cual tiene tanta
mayor energía cuanto el hombre está más dispuesto y apartado de las
distracciones.
12. 3" [causa]. Porque junto con la audición tiene también lectura,
escrita con brevedad, de los mismos puntos sin multiplicidad de otras
cosas. Así, pues, concurren la lectura, la audición y la meditación.
13. 4a [causa]. Porque, como dicen los santos y principalmente S.
Vicente en su libro del camino espiritual5 nadie crea va a avanzar en la
vía espiritual si no tuviere maestro e instructor en la misma. Pues si en
las artes y las ciencias, etc., cuánto más en esta senda donde se dan
tantos peligros, dificultades, el demonio que engaña, etc. Por lo cual,
3 Const. (64-65). Aquí: D. 5 (28).
4 Se propone una división algo diversa de la clásica, que es: lectura, meditación,
oración, contemplación. Nicolai propone una división parecida: lecura, reflexión,
meditación, contemplación, afecto espiritual, oración. D. 21 (43-48).
5 S.Vicente Ferrer, Tractatus seu instructio de vita spirituali, ed. Augustae (1729), c.
4,p. 7.
D. 12(14-21) 97
6Hch 9,6
7Sabido es que, hasta no hace muchos años, grandes autores atribuían la Imitación
de Cristo al famoso Canciller de la Universidad de París, Juan Gersón. Dicha opinión era
común en el siglo XVI.
99
13
AVISOS DEL P. DOMÉNECH PARA HACER CON
FRUTO LOS EJERCICIOS
(original en latín)
Puntos que hay que observar para que los Ejercicios espirituales
se hagan con fruto
así por los Ejercicios espirituales se renuevan las potencias del alma,
tanto superiores como inferiores, externas e internas, y finalmente el
hombre alcanza la verdadera pureza del alma que es el fin de nuestra
vida.
101
5. Además, en los Ejercicios hay que usar las dos potencias, enten-
dimiento y voluntad o afecto, pero más la segunda que la primera.
6. Que siempre juzgues bien de tu prójimo interpretándolo todo en el
mejor sentido, si acaso dijere o hiciere algo inconveniente.
7. Puesto que se da ocasión cumplida de hacer el bien, alejar toda
indolencia y negligencia, y emplear bien con todo esmero y diligencia
el tiempo concedido.
8. De manera admirable contribuirá el ofrecer a su Creador ínte-
gramente todo su amor y entero ánimo para que disponga todas tus
cosas según su divino beneplácito, no según el tuyo, y tal como conoce
ser útil a su mayor gloria y utilidad tuya.
102 Avisos DEL P. DOMÉNECH
14
(original en latín)
2 Sal 50,11-15.
D. 14(8-11) 105
3 Le 17,21.
4 Jer 33,24.
5Hch 17,28.
6 No se refiere a los conocidos «tres modos de orar», sino a los métodos que se
explican en el mismo cuerpo de los Ejercicios, aunque en realidad, son más de tres los
métodos allí contenidos.
106 NOTAS DEL P. DOMÉNECH
15
ESQUEMA DEL DIRECTORIO
DEL P. DIEGO MIRÓ
(original en latín)
1. Para dar los Ejercicios espirituales a otros, ayudará ver los lugares
siguientes de las Constituciones1: 408, 409, 648, 649, 196, 65, 277,
279, 98 y otros, según el índice impreso en las nuevas Constituciones
[1-5].
2. Conviene que el que da los Ejercicios los haya primero experi-
mentado en sí mismo, haya bien leído todo el libro, y tenga a mano lo
que enseña [6].
3. Sea uno sólo el que dé los Ejercicios, o si por necesidad fueren dos,
no estén en desacuerdo entre sí [11].
4. El que da los Ejercicios dé los puntos de memoria, o délos por
escrito, según la anotación 202 [12].
5. Cuanto con mayor gusto se hacen los Ejercicios, tanto más copioso
fruto se recogerá y a la inversa [7].
1 Miró cita según capítulos y párrafos. Nosotros, para mayor facilidad ponemos la
numeración actual.
2 En la traducción vulgata.
108 ESQUEMA DEL P. MIRÓ
D. 15(18) 93
(original en italiano)
11 Original en latín: «et descendit cum eis et erat subditus illis» (Le 2,51).
D. 16(13-19) 115
y útiles.
autor desconocido.
13 Sigue una breve explicación del Padre nuestro, que omitimos.
D. 16(30-35) 116
14El original dice: «paratum cor meum Deus, paratum cor meum» (Sal 107,2).
15El texto en latín: «in novissimo loco»
16 Omitimos una larga cita en latín que, según parece, hay que atribuir a Adam
de Dryburgh.
D. 16(30-35) 117
36. Y aunque el temor sea propio de los que empiezan, el cual les
empuja a odiar y huir el pecado, sin embargo el proceder en espíritu de
amor es propio de nuestra Compañía. Pero como es diversa la
disposición del ánimo y la complexión de los cuerpos y una es la
caridad de los incipientes, otra la de los proficientes y otra la de los
provectos, de aquí se sigue que un ejercicio se conforma más con uno
que con otro, y por esto la primera semana conviene más a los recién
convertidos, como aquellos que estando en la vía purgativa sienten
todavía los estímulos de la conciencia y gritan con el Profeta:
«traspasa mis carnes con tu temor, pues temí tus juicios» 17.
37. Por eso, al principio, estos tales ponen casi toda su perfección en la
penitencia y en la mortificación de la carne, pero pasando luego más
adelante a la pureza y alegría de la conciencia, mediante el examen y
confesión general y verdadera contrición, satisfacción y enmienda de
sus pecados, descubren, como ya más purificados, mayor luz, por lo
cual más les cuadra la segunda semana en la vía iluminativa, al
conocer otro género de mortificación más perfecta que es la de la parte
más propia del hombre como hombre, es decir, de su propio sentir,
juicio y voluntad en la verdadera y total indiferencia y resignación de
sí mismos en las manos de la obediencia, entregándose todos a la
Providencia y voluntad divina a imitación de Cristo, al cual ven así
humillado y sujeto no sólo a la ley del Padre, sino también a la
obediencia de la Madre y de José, etc. [...] 18.
38. Por lo tanto, hago gran hincapié en estos Ejercicios y pongo en
ellos toda diligencia. Y los doy a muchos a la vez en los mejores
tiempos, porque no puedo hacer siempre esta fatiga, no encontrán-
dome bien de cabeza.
39. Hago también que los ejercitantes alguna vez tengan algunas
conferencias entre ellos, estando yo presente, acerca de la marcha de
los Ejercicios y de aquellas cosas que pueden decirse para instrucción
y edificación de los otros, dejando que las cosas secretas cada uno me
las diga en privado a sus tiempos. De esta manera nace la ciencia
espiritual y práctica del bien vivir, y se observa la múltiple operación
del Espíritu Santo, que en la meditación de una misma materia
conduce por diversos caminos al mismo fin, como por diversas líneas
al mismo centro, acertando todos en el blanco de la verdad y virtud, y
así se hacen prácticos en las cosas espirituales, aprendiendo el uno del
otro.
17 En el original: «confige timore tuo carnes meas, a iuditiis enim tuis timui»
(Sal 118,129).
18 Suprimimos la exposición que hace Valentino a continuación, del modo
como avanzan los novicios por las virtudes, ateniéndose a las tres vías clásicas.
118
17
INSTRUCCIONES DEL P. HOFFEO
(original en latín)
1 Hoffeo usa siempre el término «maestro» para designar al director, tanto si se trata
21. Distribución de los tiempos en los que hay que hacer los Ejercicios.
Directorio.
D. 17(11-19) 123
28. Antes de que los externos sean admitidos a los Ejercicios, parece
que hay que conocer de los mismos, si quieren contentarse con nuestro
género de comida y con qué bebida. Y para no gravar el colegio (si
parece oportuno) conviene que entiendan que por razón, no de lucro
alguno, sino únicamente de nuestra pobreza, hay que satisfacer por la
comida y la bebida lo que fuere honesto.
29. Al marcharse pueden ser invitados a nuestra mesa, aunque con la
debida selección y luego recrearles con la honesta conversación de los
Padres, y despedirles en el Señor.
30. Cuando tres o más Hermanos fueren ejercitados en común4 pueden
tomar la comida en la primera o segunda mesa, y entonces la lectura
común así como lo demás que se hace en el refectorio, todo debe ser
prudentemente acomodado a los mismos.
algún otro) que alude a varios ejercitantes reunidos. Pero aun así, no parece que se refiere
a una «tanda» propiamente dicha.
5 Corregimos una equivocación evidente del texto que escribe «audire».
44. Orden diario de aquellos que se ejercitan durante tres horas al día.
ciertas razones, que alguno de casa fuera a hablarle, pero siempre de cosas piadosas y
procurando no influir en sus determinaciones.
ando fuera de sus habitaciones, o aun en la habitación, si conviene12.
60. La restante distribución del día será común con la de los ejercitantes
externos, ya tengan éstos que meditar durante tres, cuatro o cinco
horas.
61. Y si tres, o cuatro o más se ejercitan bajo el mismo maestro, que por
razón de otras ocupaciones no pueda ocuparse por separado de cada
uno, no obstante éstos habrán de ejercitarse tres o cuatro horas y no
más, además de las cuales dedicarán una a conferencias, si parece
oportuno, y por cierto de cuatro y media a cinco y media de la tarde.
Pero la materia propuesta, luego de explicada a cada uno, la repetirá el
maestro a todos, si fuere preciso, para afianzar la memoria de ellos,
cuando aquella no pueda ser comunicada fácilmente a cada uno por
escrito, aunque deba fijarse por lo menos un ejemplar en un lugar
común.
62. Estos tengan también la restante distribución del día común con los
arriba indicados.
63. Sin embargo, a los Padres ya adelantados y de por sí idóneos y
ejercitados [puede]13 entregárseles por escrito lo que hay que meditar,
para que lo lean por sí mismos, no necesitando maestro o guía alguno.
67. Durante los tiempos que medien entre estas misas, arreglarán y
barrerán su habitación. El tiempo restante lo dedicarán a la oración y
lectura piadosa o a la escritura.
68. Terminadas las misas, se explicará de nuevo, si es preciso, algo del
primer modo de orar, cuanto puede ser suficiente para dos veces.
Luego a continuación se ejercitarán en lo explicado, durante otra
media hora.
I e r día
91. La víspera de este día, por la noche, hay que proponer las admo-
niciones sobre el modo y fin de los Ejercicios, junto con el
Fundamento de los Ejercicios, para la primera hora matutina del día
siguiente, asignada por el maestro a la meditación.
92. La segunda hora de meditación de la mañana, hay que meditar
sobre el mismo Fundamento, pero hay que anteponer a la misma, en el
tiempo conveniente, la repetición ante el maestro de la meditación
matutina, antes de señalar nueva materia. Generalmente hay que dar
cuenta al maestro del Ejercicio precedente realizado, quien para esta
segunda hora, de algún modo nuevo, explanará el mismo Fundamento,
a la vez que señalará la fórmula del examen particular. Y hay que
notar: cada vez que se ordene al que se ejercita meditar de nuevo en la
hora siguiente el Ejercicio anterior, tantas veces conviene le explique
el maestro de un modo diverso el mismo Ejercicio.
93. En la tercera hora de meditación (será asignada por el maestro
últimamente la de las cinco de la tarde) hay que meditar nuevamente
sobre el Fundamento, dada cuenta antes a su debido tiempo de la
segunda meditación, y hecha una nueva explicación para esta hora del
D. 17 (78-88) 131
2.adía
94. Para la primera hora, una vez dada cuenta de la última medita-
ción de ayer, debe ser propuesto primero el Ejercicio de los peca-
dos ajenos junto con las adiciones.
Para la segunda hora, el Ejercicio de los pecados propios, junto con
el escrito de la utilidad de la confesión general y de la comunión.
Para la tercera hora, debe ser propuesto el Ejercicio tercero, que no
es otro que la repetición de los dos Ejercicios precedentes.
También el examen general, del que hay que servirse para preparar
la confesión.
3.a día
4? día
5.° día
6.a día
99. La víspera por la noche, para la primera hora del día siguiente
hay que proponer la meditación de la encarnación del Señor, junto
con una distribución y disposición general de los Ejercicios de la
vida de Cristo. A la vez también entonces se propondrán nuevas
observaciones o adiciones algo modificadas.
Para la segunda hora, parece que no debe ya ser prescrita medi-
tación alguna, sino dedicarse a la sagrada comunión. Solamente hay
que proponer sobre el recoger fruto de la meditación de los misterios
de Cristo.
Para la tercera hora, hay que prescribir la fórmula para aplicar los
cinco sentidos a la historia de la meditación o misterio precedente.
7? día
8.a día
10? día
11? día
12? día
14 Debían ser unas listas con los diversos oficios que pueden ejercitarse y las
J3 f r d ía
15 No se acaba de ver a qué se refiere Hoffeo. Tal vez al primer modo del tercer
tiempo. Y esos «cinco consejos saludables» serían probablemente el 2. s modo del tercer
tiempo, puesto que «contiene en sí cuatro reglas y una nota» Ej. [184-188].
135
18
BREVE INSTRUCCIÓN SOBRE EL MODO
DE DAR LOS EJERCICIOS
(original en latín)
espirituales y qué partes tienen. 3.e Para qué personas, y qué ejercicios
a qué personas. 4.° Del modo de dar los mismos Ejercicios. 5. 8 Si
fuere necesario, recorreremos brevemente todos y cada uno de los
Ejercicios, anotando algo en ciertos lugares.
D. 18(9-13) 137
1 El P. Gil González juzgaba: «Lo que se dice como recomendación de los Ejercicios
que... Cristo haya dado los Ejercicios según aquel orden a nuestro P. Ignacio; y que sean
muy semejantes a las divinas Escrituras, etc., lo suprimiría totalmente, para que algunos
no se viesen obligados a echar de menos la modestia en los Nuestros al recomendar
aquellas cosas» D. 31 (20).
2 Estos conceptos y casi todos los que se contienen en este apartado, eran bastante
1.a edición del libro de los Ejercicios. Puede verse en Mon. Ex., pág. 218-219.
138 BREVE INSTRUCCIÓN
espiritual, Ej. [10], y aun entonces se alude sólo a la «vida» purgativa e iluminativa. Nótese
además el término «perfectiva», usado por el autor, siguiendo en esto a S. Buenaventura,
pero que no era corriente en el siglo XVI.
D. 18(9-13) 139
14. 2. Por si alguno no entiende qué sean estas cosas, se entiende así: en
nuestra alma hay males espirituales, ya sea errores en el entendimiento,
ya pecados en la voluntad junto con malos hábitos, afectos,
imperfecciones. Así pues, cuando estos males son apartados, se dice
que se purga nuestra alma o mente. Los errores de la mente se quitan
por el catecismo, como cuando alguien librase de sus errores a un
hereje o infiel; de la cual parte de la purgación no se trata en estos
Ejercicios, ya que han sido escritos sólo para los católicos, después que
uno ya cree. La otra parte de la purgación es aquella por la cual se
quitan los pecados y aquellos malos hábitos y afectos de la mente, y
ésta se da y contiene en la primera semana de estos Ejercicios, que
tiende toda ella a extirpar estos pecados, induciendo primero al examen
y confesión general, conocimiento de los pecados y su gravedad y
penas de los mismos.
15. 3. Después, ya apartados del entendimiento los errores y los
pecados, resta, en primer lugar que se ilumine el entendimiento, a fin
de que conozca a Dios y lo que a Dios se refiere, a saber, las cosas
divinas y también a sí propio y la vanidad y vileza de las cosas
humanas, pues la voluntad no tiende a lo desconocido. Y ésta es la
segunda parte, llamada de iluminación, que empieza a ser dada en la
segunda semana de los Ejercicios, en la cual comienza a ser meditada
la vida de Cristo, encarnación, natividad, etc., hasta la pasión; y se
proporciona además conocimiento de nuestra vileza y de todas las
cosas de esta vida y este mundo, y es excitado a seguir a Cristo su guía
y a su bandera, y se le muestra, no sólo cuál sea el estado y buen
camino, sino aun el perfecto, para que, si Dios le llamare, lo elija. Y
hecha la elección de esta vida y estado, se termina la segunda semana.
16. 4. Viene después, una vez así iluminado el entendimiento y hecha
esta elección, que se perfeccione la voluntad y crezca tanto en las
virtudes, incluso hasta la caridad perfecta, en la que se halla el fin de la
perfección. Y así se perfecciona uno, cuando más crece en humildad y
se hace más humilde, crece en paciencia, en obediencia, en fortaleza y
en todas las virtudes, y finalmente alcanza esta perfección en la fe,
esperanza y caridad7.
La cuarta y última semana, toda ella dedicada a inflamar el amor
divino, empieza así en la meditación de la resurrección hasta
19. Qué Ejercicios hay que dar a qué personas; y en primer lugar si es
8Juicio de Gil González: «Parece bien lo que se escribe acerca de la división de los
Ejercicios según la triple vía, purgativa, iluminativa y unitiva, que está muy de acuerdo con
lo que enseñó nuestro P. Ignacio en las anotaciones, pero debe explicarse más distinta y
exactamente, para que los Nuestros más instruidos, puedan dedicarse a dar Ejercicios» D.
31 (21).
9 Así a la letra, pero se refiere, como también S. Ignacio al usar esta expresión: Ej
29. 1.8 Algunos de los más fáciles Ejercicios señalados antes, hasta que
haga confesión de los pecados.
30. 2.8 Luego algunos exámenes de conciencia.
31. 38 Dar el método de la confesión y que comulgue con frecuencia.
32. 4.° No hay que pasar con ellos a la elección, principalmente si al
mismo tiempo se ejercitan otros de los cuales se espera mayor fruto.
Pero si este débil o enfermizo fuese docto, o ejercitado de algún modo
en la oración mental, le podríamos dar todos los Ejercicios de la
primera semana con algunas meditaciones de la vida de Cristo.
33. Si es ingenioso o letrado, pero ocupado en negocios públicos u
otros correspondientes, tales como juez, padre de familia.
44. 1. Hay que darle todos los Ejercicios según el mismo orden en que
se hallan.
45. 2. Y conviene por cierto escribir las cosas principales, para que no
se vayan de la memoria.
46. 3. Del modo de dar cada uno de los Ejercicios, ya a éstos ya a
otros, se dirá luego.
Si fuera religioso de religión ajena a la nuestra
47. 1. Si este religioso no es dado a la oración mental, el método para
él es el mismo, entre los que hemos dicho, que el de cualquier otro
seglar10.
48. 2. Pero si es dado a la oración mental, podremos entonces recorrer
brevemente la primera semana, en la que se trata de la purgación de
los pecados, e insistir con más diligencia en el modo de meditar toda
la vida de Cristo.
49. 3. Dados también por orden todos los otros Ejercicios, con las
adiciones y las reglas de discreción de espíritus, y finalmente el
Ejercicio del amor de Dios, así como aquel de la bienaventuranza,
aunque éste no esté en el libro de los Ejercicios.
50. 4. Asimismo debe serle indicado el segundo modo de orar, para que
después de que se haya ocupado con suma diligencia en la vida de
Cristo y en sus misterios, si lo quisiere, se ejercite en él, tomando la
oración dominical, la salutación angélica, algún salmo, o los cánticos
o el evangelio, o cualquiera otra materia, para que lo medite según
este método.
51. 5. Asimismo no dar elección de estado, pues podría turbarse, pero
no obstante enseñar todas las cosas que se dicen acerca de la elección,
a fin de que lo lea y sepa cómo debe ser hecha por aquellos que no
tienen un estado de vida firme e inmutable".
52. Podría darse elección entre dos virtudes o entre el segundo y el
tercer grado de humildad de los tres que en la segunda semana se
ponen en cierta meditación, o qué preferiría: morir y estar con Cristo,
o vivir más tiempo y servir a Cristo, o algo parecido 12.
53. 6. Terminados los Ejercicios se le podrá entregar el libro de los
Ejercicios, para que él mismo lo lea y, ejercitándose a sí propio,
adelante en perfección13.
54. 7. También, por último, habiendo progresado algo con la lectura del
10 Véase la acertada crítica de Gil Gonzáleza este párrafo: «Corregiría lo que
aquí se dice acerca de la institución de los religiosos, pues, aunque éstos en otro
tiempo no se hayan entregado a la oración mental, no obstante deben ser formados
y tratados según otro sistema y modo peculiar que los seglares» D. 31 (22).
11 He aquí uno de los pocos textos en que se habla expresamente de formar a
otros no jesuítas para directores de Ejercicios. Y más abajo llega a permitirse que se
les dé el libro mismo de los Ejercicios. Véase con todo allí, la reacción de Gil
González ante esta permisión.
12 Juicio de Gil González: «No aprobaría el modo de elegir, que en el trato y
tirse desde el n.s (55) al (61), lo que se dice sobre el formar a los nuestros en los
Ejercicios espirituales. Ello antes bien lo confiaría a las Constituciones y Reglas del
maestro de novicios» D. 31 (25).
15 Uno de los poquísimos textos que permiten hacer Ejercicios sin director.
Véase también más abajo el n.° (61) y Hoffeo, D. 17 (63). Pero adviértanse las con-
diciones que ponen.
D. 18(54-60) 145
aquellos religiosos.
61. Si los nuestros no hicieron los Ejercicios, pero sin embargo ade-
lantaron en espíritu, tal como alguno que haga más tiempo que
pertenezca a la Compañía, singularmente si no son robustos; que
lean y consideren por sí mismos, para de ahí aprovecharse y medi-
tarlo, pero con todo usen de la ayuda de alguno experimentado en
estas materias que les dirija.
63. Ahora bien, si son niños, es decir, de siete a doce años, más o
menos, como muchos de nuestros alumnos, que se confiesan cada mes;
sus confesores por lo menos una vez o dos por semana pueden darles
algunos ejercicios según su capacidad, no ciertamente a manera de
meditación, pues no sabrían meditar, sino a modo de alguna sentencia,
para que la recuerden con frecuencia, o por la mañana durante breve
rato, algo así como cinco o diez minutos,17 pues no pueden los niños
mantener fija la imaginación por más tiempo.
64. Puede proponérseles, según parece, principalmente lo siguiente o
algo de ello; ya que estas cosas en especial suelen agradar y comnover
así como aprovechar a los niños:
Se les enseñará y prescribirá todos los días alguna oración vocal por
la mañana y por la tarde, tal como el Padre Nuestro, Avemaria, Salve,
Credo; asimismo preces a la B. Virgen y algunas de sus oraciones o el
rosario.
65. Examen general diario por la tarde.
66. Fundamento del último fin.
67. De la muerte, juicio, infierno, paraíso; aunque la consideración de
la muerte y el paraíso suele mover y atraerles más que la del infierno.
68. De la natividad y reyes.
69. De la pasión de Cristo.
70. De la asunción y coronación de la B. Virgen.
71. De los beneficios de Dios.
72. Asimismo las vidas de santos, relatándoselas y que las lean ellos
mismos; y proponerles ejemplos, principalmente de aquellos que
fueron santos desde la cuna; y la devoción a las vírgenes y ángeles, así
75. Con las mujeres hay que proceder como con los niños, que se
confiesan frecuentemente con los nuestros, según se ha dicho poco
antes, o como dijimos debía procederse con los más rudos.
76. Aunque si parecen dotadas de gran ingenio y espíritu, se podría
seguir el mismo método que para los ingenjpsos o letrados, pero
ocupados en negocios, a fin de darles por espacio de una hora y media
o dos.
77. Quizá si fuese religiosa y nada le impidiese meditar durante todo el
día, y además gozara de gran espíritu e ingenio, podrían dársele todos
los Ejercicios plenamente en serio, lo cual considero, sin embargo,
raro.
78. Evítese el darlos por escrito, para que nadie pueda decir que los
nuestros no dan Ejercicios sino cartas.
92. Se visita dos veces diarias al que hace los Ejercicios, o por lo menos
una.
93. Después de conocido el resultado, no reprenda con acritud o
condene lo que hizo u ocurrió en la meditación, lo cual produce mucho
daño, y suele quitarles el ánimo y la esperanza; sino enseñe e instruya
con suavidad cómo se comporte en adelante; pero tampoco alabe
D. 18(54-60) 148
18 Así nos consta del Dr. Ortiz, que hizo los Ejercicios en Montecasino, dirigido por el
mismo S. Ignacio.
D. 18(95-100) 149
114. También lea algunas veces libros de devoción, de los cuales saque
provecho, y principalmente Gerson: De la Imitación de Cristo y Luis
de Granada: De la oración, y otros; y asimismo el Nuevo y el Antiguo
Testamento, si es algo más docto, no por curiosidad, sino para de ellos
aprovecharse y meditar.
115. Además, la compostura externa del cuerpo según las reglas de la
modestia.
116. Cuando el tal haya llegado a ser algo más perfecto, podrá después
(según Dios le moviere por razón de su talento y estado) salir a ayudar
al prójimo en alguna obra de misericordia espiritual o corporal en los
hospitales, cárceles, etc., a predicar, enseñar la doctrina cristiana, y a
dar estos mismos Ejercicios espirituales a otros, etc., oír confesiones,
etc.
117. Cuál o cómo deba ser el modo de meditar y orar, lo expusimos en
líneas generales en la última exhortación habida en Padua: tómese de
allí. Al P. Carlos se la dejé en algún escrito en forma de esquema 21.
118. Por causa del tiempo no me fue permitido anotar y escribir
algunas observaciones acerca de algunos Ejercicios, parte por
parte, de la 1 2 . " y 4.B semana.
21 Este esquema o «per modum tabellae», como dice el texto original, lleva por título
«De la manera de orar o meditar según el libro de los Ejercicios, tomando algunos
capítulos brevemente».
152
19
AVISOS DEL P. MERCURIANO
(original en latín)
vez por conservar estas notas su carácter de apuntes esquemáticos. Nosotros procuramos
dar sentido a la frase.
153 Avisos DEL P. MERCURIANO
3 Véase el juicio de Gil González a estas palabras: «Lo que se dice como reco-
20
DIRECTORIO DEL P. POLANCO
(original en latín)
Al fiel secretario de San Ignacio, P. Juan Alfonso de Polanco,
debemos el mejor y más completo de todos los Directorios que
prepararon el nacimiento del Oficial y hasta puede afirmarse que
en bastantes puntos le supera en profundidad y precisión.
A la profunda asimilación de la mente y espíritu de San Ignacio,
añadía Polanco extensos conocimientos teológicos y una
capacidad no vulgar para captar el fondo de los problemas. Gra-
cias a estas cualidades, escribió un Directorio profundamente
teológico, sistemático y diáfano. Ningún otro escrito contemporá-
neo le supera en penetración psicológica, conocimiento práctico
de la vida espiritual y disposición armónica de todos los elemen-
tos. Merece mencionarse como modelo, la exposición cuidadísima
de la técnica de la elección.
Supo además librarse de los prejuicios de su tiempo contra todo
lo que tuviera una orientación mística o afectiva. Lo cual da a este
Directorio una nota de amplitud y modernidad que desgra-
ciadamente no asimiló el Directorio Oficial.
La mejor alabanza que se puede dar de este Directorio se con-
tiene en el juicio que formuló el P. Gil González, adversario de
Polanco en algunos puntos: «El Directorio compuesto por el P.
Polanco lo antepondría a todos los demás por la claridad de
expresión, método de doctrina y porque transmite más abundante y
extensamente lo que es necesario para esta institución. Los demás
son mancos y mutilados si se comparan con éste»: D. 31 (2).
A continuación del Directorio, Monumento publica el «Sumario
de los Ejercicios que hay que dejar por escrito aunque de palabra
han de ser más declarados». Se trata de un resumen de algunos
156
5. Pero para que por nuestra parte nos dispongamos bien, con el
auxilio divino, a recibir grandes dones, parece hay que hacer princi-
palmente tres cosas. Lo primero es que con ánimo generoso y digno de
la adopción de nuestro eterno Padre, deseemos grandes dones, y con la
recta intención de agradar a Dios. 2.a Que tratemos de obtenerlos por
los medios convenientes y ordenados por la divina providencia. 3.a
Que nosotros mismos, poniendo nuestro empeño esforzadamente y
haciendo lo que está de nuestra parte, cooperemos, según conviene,
con la misma divina providencia para conseguirlos.
6. Ahora bien, en estos Ejercicios espirituales, si se hace lo que debe
hacerse, se observan excelentemente estas tres cosas. Pues, en primer
lugar, en ellos se desean y persiguen las cosas que convienen a los
hijos de Dios; a saber, purgar el alma de los pecados y vicios y sus
secuelas y disponerla y afirmarla en lo sucesivo en la pureza;
iluminarla para conocer la bondad, sabiduría, misericordia y justicia de
Cristo, supremo mediador y reparación nuestra, y del Padre eterno;
instruirla a que elija el estado y camino de vida, que conduce al último
fin de nuestra felicidad y gloria de Dios, y a discernir en esta vía los
espíritus auxiliadores y los adversarios; finalmente, perfeccionarla con
el sincero afecto del amor divino en aquello [que tiene por fin]
encender el amor de Dios en nosotros y obrar rectamente en cualquier
estado. ¿Qué cosa mejor y más noble se puede anhelar que esto?
7. También lo que decíamos necesario en 2.a lugar, lo vemos en
verdad en los Ejercicios, a saber, ser ejercitados los mejores y más
eficaces medios para este fin. Tal es, a saber, la meditación, que se da
en los mismos, y por cierto de cosas muy oportunas y divididas según
un orden muy bien dispuesto. Tal la oración, que allí se enseña en
sumo grado idónea para instruir, ya a los incipientes, ya a los
aprovechados; tal el uso de los sacramentos de la penitencia y la
eucaristía, y el modo (principalmente por la confesión general) de
llevarlos bien a la práctica; tal el castigo del cuerpo por la abstinencia
u otras aflicciones, cuya razón (como en el ordenarse en el comer)
aquí se explica; tal el consejo y dirección prudente del Instructor, al
cual se somete el que se ejercita; tales finalmente las reglas para
examinar bien la conciencia, discernir los diversos espíritus, hacer
160 DIRECTORIO DEL P. POLANCO
10. Pero hay que hacer selección de las personas a las cuales se van a
dar Ejercicios espirituales, y usar de juicio acerca del modo de darlos;
y para eso proporcionan mucha luz las anotaciones 18.* 19." y 20* del
libro de los Ejercicios. Pero, para una mejor explicación, hay que
distinguir cuatro géneros de personas, a quienes se podrían dar los
Ejercicios espirituales. El primero es el de aquellos a quienes parece
ser suficiente si los ayudares a que aprovechen hasta determinado
grado, ya porque sean menos perspicaces de ingenio y juicio, ya
porque parece que les baste recibir alguna instrucción en el mismo
camino espiritual, ya porque no parece haya que esperar de ellos gran
provecho, o porque no se disponen o no conviene emplear mucho
tiempo con los mismos; a éstos por lo tanto, propóngaseles en primer
lugar el examen contra aquellos defectos que más les molestan; 2. fi el
general y también el cotidiano; 3.a enséñeseles a usar el primer modo
de orar durante media hora diaria y expónganseles los preceptos (si
son de ellos poco conocidos) y los pecados mortales; 4.a persuádaseles
a que confiesen cada ocho días, si pudiera hacerse cómodamente, y a
que comulguen cada quince días, si no parece que conviene más hacer-
lo cada ocho. También se les podrían proponer, según aconsejare la
índole de las personas, algunas de las adiciones.
11. El 2.a género de hombres es aquel al cual no falta inteligencia idó-
nea para recibir Ejercicios espirituales, pero sólo están dispuestos a
querer dedicar ocho o diez días a purgar su conciencia, y recibir una
instrucción que les permita mejorar su vida según su estado. A éstos,
pues, si ellos están desembarazados y en nuestra casa u otro lugar
pueden y quieren dedicar estos días íntegros a esos Ejercicios, primero
se podrían dar, después del Fundamento, los exámenes y todos los
Ejercicios de la primera semana hasta la confesión general y
consiguiente comunión; y a la vez se les propongan adiciones, tal
como suele hacerse cuando se hacen todos los Ejercicios íntegros. Y se
les podrían declarar las reglas de discernimiento de espíritus con-
venientes a la primera semana, si fuere necesario.
12. 2.a Propóngaseles el primer modo de orar, según consta en la 4.*
se-semana, y también parece habrá de serles útil el tercero.
D. 20 (9-14) 162
En 6.° lugar, el 5.9 Ejercicio de las penas de los pecados,6 que hay
que hacer durante tres días y otras tantas horas; y si había quedado
pendiente algo de las adiciones, será declarado. No se les da el tercero
y el cuarto Ejercicio, puesto que son las repeticiones de los dos
precedentes, y en su lugar está el que hay que meditar por tres días el
mismo Ejercicio. Aunque si pareciere ser conveniente,
vulgata, después del Ejercicio del infierno, permite que se añadan otras meditaciones,
«como de la muerte y otras penas del pecado, del juicio, etc.» Ej. [71].
20. CAPITULO 3.A De lo que debe hacerse antes de que empiecen los
Ejercicios quienes quieren hacerlos exactamente.
29. Se pueden prescribir algunas cosas en general para dar todos los
Ejercicios, algunas otras son más acomodadas a cada una de las
semanas. En general cuide el que da Ejercicios, de que tanto él como
el que se ejercita se preparen de tal manera que cooperen bien con la
divina gracia, y en cuanto esté de su parte, trabajen cuidadosamente el
instructor por atraerla, el instruido por recibirla. Ayudará a esto, ya
que el que da los Ejercicios desee con gran afecto de caridad la salud y
provecho espiritual del que se ejercita, por el honor de Dios y para que
se cumpla del mejor modo su beneplácito en el mismo; ya que,
reconociendo que para atraer sobre él este sobrenatural efecto de la
gracia, no tiene en sí mismo fuerza alguna, pero no obstante puede
impetrarla de la infinita bondad de Dios y cooperar con ella, ore
diligentemente, durante todo el tiempo en que da Ejercicios, por aquel
que se ejercita, y en sus sacrificios se acuerde de él, principalmente
D. 20 (27-31) 166
porque tal vez no sepa leer o escribir bien el que se ejercita (cosa que
ocurrirá raras veces), repita lo ya dicho, y si es preciso, hágale repetir
al que se ejercita.
33. 5.s Debe ser advertido además el que se ejercita, de acuerdo con la
Q
3. anotación de que, en los coloquios y otras oraciones, ponga mayor
reverencia que en las meditaciones, pues aunque en unos y otras se
suele tratar con Dios, más propiamente hablamos con Dios con el
corazón y la boca en las oraciones, que en las especulaciones, y
además la meditación no trata siempre de Dios.
34. 6.9 No ignore el que se ejercita que entre las cosas que sirven
mucho para merecer la gracia de Dios (según se dice en el capítulo
primero) está la humildad, con la que se manifiesta a su instructor para
que le instruya, y asimismo le obedece; por el contrario, atribuirse más
de lo justo, y ocultar sus cosas al instructor o no seguir su consejo,
puede ser causa de escaso provecho y de error. Pues es prudencia
espiritual en cada uno, el buscar como juez en el propio negocio a otro
distinto de sí mismo, como se dice en el primer capítulo; pero la ayuda
de otro es principalmente necesaria a aquellos que, no estando
versados en las cosas espirituales, empiezan a entrar en la vía
espiritual; por esto aconsejan los doctores, antes no entrar en este
camino, que hacerlo sin maestro. Manifieste, pues, el
que se ejercita a su instructor cómo se haya comportado en los
Ejercicios, y déle cuenta de los mismos; ya, si algo no acabó de
entender, para aprenderlo; ya las ideas e ilustraciones del ánimo, para
examinarlas; ya las consolaciones y desolaciones, para discernirlas; ya
las penitencias que hace y las tentaciones que experimenta, para que le
ayude con su consejo.
35. 7.a El instructor sea asimismo diligente en visitarle a sus horas
convenientes, en pedirle cuenta de los Ejercicios realizados desde su
última visita, del modo de meditar y de usar de las adiciones, en
observar las ilustraciones del entendimiento y las mociones del afecto;
a fin de aprobarle, si obró bien; y si lo hizo menos bien, examinar con
qué diligencia lleve a cabo los Ejercicios y las adiciones. Si no
encuentra qué meditar, por razón de su inteligencia débil o poco
ejercitada en las cosas espirituales, para abrirle el camino apuntando
algunas ideas que él prosiga. Si por el contrario, se entrega más de lo
debido a ejercitar el entendimiento y menos el afecto, para advertirle
que hay que avanzar por igual en ambos, y si se desvía algo hacia una
u otra parte para dirigirle. Si duda en algo y pregunta, para satisfacerle,
aun previniendo las preguntas; si trata principalmente con ingeniosos o
eruditos, dé la razón de algunas de las cosas que dice, especialmente
7 Parece que tendría que decir al revés: aplicar a las tentaciones las reglas de la 1 e
trabajo de la memoria. Polanco compuso una serie de esos esquemas, que fueron muy
usados y que han llegado hasta nosotros en latín y en italiano. Puede verse el texto en
Monumenta, págs. 329ss.
D. 20 (35-38) 169
45. Ante todo se propone la consideración del último fin, que por esto
se llama fundamento, puesto que es la base de todo el edificio moral; y
declarados brevemente los puntos* adviértase al que se ejercita que se
aplique a sí la consideración, a saber, cómo se haya comportado hasta
ahora respecto al fin y los medios, y cómo se quiera comportar en
adelante.
46. 2.° En la segunda entrevista sea propuesto el examen particular; e
indíquese que casi siempre suele haber uno u otro pecado o vicio
principal en todo hombre, del cual se derivan muchos otros. Y aunque
9 Ej. [27-31].
170 DIRECTORIO DEL P. POLANCO
10 De hecho, la copia más antigua de los Ejercicios que conocemos, el texto «Regina»,
siempre que se refiere al 2.8 coloquio, con Cristo, usa la expresión: «Diré alguna oración
dedicada al Hijo, según mi devoción». Cfr. Mon.Ex.,pág.631,638.
D. 20 (35-38) 171
53. 9.a El tiempo en que se proponen Ejercicios sea, por lo general, tan
breve como pueda cómodamente ser, supuesto que deben ser
propuestos uno por uno, de modo que se haga uno antes de proponer el
siguiente, tal como se ha dicho; y si el que se ejercita estuviera en
nuestra casa, o tan próximo a ella que sin incomodidad pudiera el
instructor visitarle frecuentemente, se podría al atardecer proponerle el
primero, para que lo haga también en el primer tiempo; el 2. 9 por la
mañana, para hacerlo antes de comer; el 3.9 después de comer, para
realizarlo a la hora del oficio vespertino; el 5. 9 después de vísperas,
para hacerlo antes de cenar; y entonces habría que prevenirle que
comience el día siguiente, a media noche el primero; a la aurora el 2. a;
antes de comer el 39; a la hora de vísperas el 4.9; antes de cenar el 5.9
Y será suficiente, en los restantes días de la semana, visitar una sola
vez al que se ejercita y examinar cómo se ha comportado. Y puesto
que siempre conviene traer algo nuevo, o dirá algo adecuado sobre las
notas que están a continuación de las adiciones," o alguna cosa
acomodada a esta primera semana acerca del discernimiento de
espíritus, o de los escrúpulos, o de otras cosas, según juzgará que
11 Ej. [87-90].
172 DIRECTORIO DEL P. POLANCO
55. 11.° Cuando vuelva en los días siguientes, si advierte que se pro-
duce fastidio en algún modo, de tanta repetición de los mismos
Ejercicios, y sin embargo parece que el penitente deba ejercitarse
todavía en lo que se refiere a la contrición de los pecados, le podría
proponer en lugar de alguna de las cinco primeras, la meditación de la
muerte y del juicio, e incluso otras referentes al mismo fin según
parezca convenir en el Señor.
56. 12.a Ya sea que esté en los primeros cinco Ejercicios, ya se le
añadan otros, cuando ya parezca haber alcanzado suficientemente lo
que se propone como fin en esta semana, a saber el conocimiento y
contrición de los pecados, y se juzgue ha puesto seriamente su empeño
y cooperación a la divina gracia, tanto por medio de los Ejercicios
12 Gil González opina a este propósito: «Esto debe observarse: que debe incitarse a
los más lentos y negligentes a alguna penitencia extema, la cual no sólo es necesaria para
reparación y satisfacción de los pecados, sino dispone de modo admirable el ánimo del
hombre para preparar la contrición y alcanzar el dolor de las ofensas de la vida pasada». D.
31 (13).
D. 20 (35-38) 173
62. Hecha la confesión general, cuando hay que seguir adelante, para
que respire el que se ejercita, se le propondrá la meditación del reino
de Cristo, la cual se hará dos veces, a saber, por la mañana y por la
tarde; y no se propongan otras para el mismo día; luego, al atardecer,
se propondrá el Ejercicio de la Encarnación, para hacerlo a la aurora
del siguiente día; este mismo día siguiente, propóngase por la mañana
el Ejercicio de la Natividad, para hacerlo antes de la comida y por la
tarde. O bien, una vez practicado el Ejercicio del reino de Cristo, se
propondrá y hará el Ejercicio de la Encarnación; y después del mismo
se repetirá la meditación del reino, antes de proponer el Ejercicio de la
Natividad. Luego pueden proponerse a la vez el 3. a y el 5.a Ejercicios,
para que se haga el 3.a hacia la hora del oficio vespertino y el 5.9 antes
de la cena, omitido ese día el 4.a, que es la repetición del 3.a; y
dígasele que el día siguiente (que, aunque sea el tercero después de la
confesión general, se llama el primero, pues entonces empiezan a
hacerse por vez primera los cinco Ejercicios de las meditaciones de
Cristo), se hagan a la media noche el primero de la Encarnación, a la
aurora el 2.° de la Natividad, el 3.s antes de la comida, el 4.° hacia la
hora de las vísperas, el 5.B antes de la cena. Finalmente, distribuyase el
tiempo para proponer de tal modo que, ya se propongan a la vez el 3. B
y el 5.B, ya el 5." separadamente, con alguna de las adiciones, que esta
semana se cambian, comience ese día, que se llama primero y se haga
a la media noche la primera meditación de la Encarnación, y las otras
en las horas siguientes, como ya se ha dicho.
63. 2.B Si notara que el que se ejercita está cansado o que saborea
menos de lo que desearía los Ejercicios propuestos, aunque sea
robusto de cuerpo, no habría inconveniente en permitirle alguna dis-
minución de las horas que se dedican a la meditación, y no levantán-
dose entonces a media noche, haga el primer Ejercicio a la aurora, el
2.fi antes de la comida, el 3.B y el 5.s a las otras horas, omitido el 4.B
que es siempre la repetición del tercero en todas las semanas.
64. 3.9 Adviértasele que, terminadas la meditaciones, puede durante
ésta y las siguientes semanas leer algo, que alimente a la piedad más
que ejercite el entendimiento tal como algo del Evangelio, de
Bernardo, o «De la imitación de Cristo», de Juan Gerson13. Pero si el
libro contiene un tratado de los misterios de Cristo, no conviene leer la
explicación de lo que va a meditar después, sino por el contrario, leer
juicio de Gil González: «Lo que se dice, según Buenaventura, de la aplicación de sentidos,
está más alejado del común sentido de los hombres y es más curioso que conveniente
para darlo comúnmente a los rudos e inexpertos en estas materias; tales son por lo
general, quienes vienen a hacer los Ejercicios. Sin embargo, para los que tienen
ejercitados los sentidos, bastaría indicarles el lugar según Buenaventura. Pero como
muchos ignoran totalmente este uso de aplicar los sentidos en la meditación, o lo hacen
más infructuosamente, valdrá la pena declararlo más clara y acomodadamente para la
práctica corriente de los hombres» D. 31 (14). De todos modos, la doble interpretación
defendida por Polanco, entró a formar parte
67. 6.a Cuando se da el primer Ejercicio, esto es, de la Encarnación,
declarados los preludios, adviértase que en los Ejercicios de ésta y las
siguientes semanas, se llevan a cabo de igual modo lo mismo la
oración preparatoria que los tres preludios, cambiada la materia. Pero
cuando se da el 2.a Ejercicio, a saber, de la Natividad, propuestos los
tres puntos y el coloquio, será advertido el que se ejercita de que debe
guardarse la misma forma, a saber, de la consideración de las
personas, palabras y hechos, junto con el coloquio (aunque la materia
se cambie). Lo mismo cuando se propondrá el 3. a, 4 a y 5.a Ejercicio;
es decir, que debe mantener en los siguientes misterios la misma
fórmula de meditación y oración, cambiada la materia. Y así en los
siguientes misterios bastará proponer la materia misma que haya que
meditar, y recordar que guarden la forma del primer día.
68. 7.9 Las adiciones, que en esta semana hay que cambiar, 15 es decir,
la 2.a, 3.a, 6.a, 7.a y 10.a, pueden ser divididas; y al proponer los
Ejercicios del primer día, sean todas declaradas; pero, si algo restara,
despáchese el 2.a día, y podrán ser dictadas, así como los propios
Ejercicios.
69. 8.a Después del primer día de esta semana, será suficiente visitar
del boceto para el Directorio oficial, pero el P. Aquaviva ya en la edición provisional de
1591 la hizo desaparecer y así quedó en la definitiva de 1599, cfr. D. 33, 34, 43(154). Con
todo, siempre hubo grandes autores que la defendieron, como Gagliardi, La Palma, Suárez,
etc., y el mismo Gil González la recoge en su D. 31 (96).
15. Contra lo que Polanco supone, la 3.s adición no varía en ninguna de las cuatro
semanas.
D. 20 (35-38) 177
una vez al día por la tarde al que se ejercita, mientras se trata sólo de
los misterios de Cristo; pero si se trata de las elecciones, convendrá
visitarle, si es posible, dos veces al día. Y a la vez pueden proponerse
los dos misterios, de los que debe meditar todo el día siguiente,
aunque no debe meditar el Ejercicio siguiente antes de haber meditado
el anterior. Pero si el que se ejercita estuviera en nuestra casa, podría
dársele al atardecer el primer Ejercicio, que deberá hacer por la noche,
por la mañana el 2.9 para hacerlo en 2.a lugar; y esto se haría más
fácilmente cuando hay que dedicar sólo 4 horas a la meditación. Pero
nada impedirá proponer dos a la vez, cuando no puede el instructor
acudir dos veces el mismo día.
70. 9.9 Cuando se propone el Ejercicio del 3.er día, de cómo el niño
Jesús estaba sujeto a sus padres, puede ser considerada toda su vida
privada, esto es, hasta el 30.a año, excepto aquel misterio que sigue, es
decir, de lo que refieren los hechos acerca de lo sucedido en el templo
con los doctores y luego con su madre, cuando tenía 12 años, lo cual
tiene peculiar consideración. Y cuando uno quiera dar a meditar los
misterios de Cristo, fuera de lo que se da el primer día, busque hacia el
final de los Ejercicios, donde se dan los misterios de Cristo con sus
puntos por separado. Y no parece convenga hacer un sumario de los
mismos; puesto que el libro de los Ejercicios debe estar en las manos
de aquellos que son instructores; y por cierto, hay que desear que
aquél les sea muy familiarmente conocido y trillado. Y a los que están
más versados en las meditaciones, bastará indicarles los puntos según
se encuentran allí, advirtiendo (tal como se ha dicho poco antes) que
observen la misma forma del primer día. Con los menos versados se
descenderá más a lo particular para acomodar los preludios a la
materia y distinguir los tres puntos: a saber, el primero, visión
imaginaria de las personas con sus circunstancias; el 2. 9, audición de
las palabras; el 3.°, consideración de los hechos y coloquio. Y así se
explique la forma del tercero y el quinto, hasta tanto que por sí
mismos puedan llevar a la práctica la meditación del misterio que
simplemente se propone.
16 E¡. (162).
178 DIRECTORIO DEL P. POLANCO
74. 1.a Lo que se dice que la discusión de las elecciones debe empe-
zarse a partir de la contemplación del tercer día17 hasta la contem-
plación del quinto día inclusive, debe entenderse no tanto de los días,
como de las meditaciones que se dicen proponer en tales días. Pues si
consideras los días de la 2.a semana, antes de llegar al llamado primer
día (pues entonces empiezan a hacerse los cinco Ejercicios juntos en
un día), hay que dedicar dos días o tres, mientras se proponen el
Ejercicio del reino de Cristo y el de la Encarnación y el de la
Natividad, con repeticiones y aplicación de los sentidos. Así, pues,
entiende que cuando se propone el Ejercicio del niño Jesús, que a los
12 años se quedó en el templo, o del mismo Señor al dirigirse desde
Nazareth al bautismo (meditación que se propone el 5. a día, aunque
venga inmediatamente después de la meditación dicha anteriormente,
ya que el 4.a día se interpone el Ejercicio de las dos banderas y de los
tres binarios); entonces, digo, empiécese el tratado de las elecciones,
17 Polanco usa la edición viennense del texto de los Ejercicios. Dicha edición, decía
D. 20 159
(76)
18Juicio de Gil González: «A la vida normal y común la llama vía de los preceptos.
Apruebo el sentido, pero no tanto la expresión, pues toda la perfección de la vida cristiana
consiste en la observancia de los preceptos» D. 31 (15).
19. De nuevo opina Gil González: «Pero se refiere a seguir los consejos de Cristo, los
cuales sin duda alguna agradan más, porque son mejores y más perfectos; pues el que no
se casa, como afirma Pablo, obra mejor. Pero muchos tienen impedimentos que les
retrasan para seguirlos, aunque por otra parte esté el ánimo dispuesto» D. 31 (16).
alma se inclinase más bien a los consejos, porque lo mismo enseñó nuestro P. Ignacio» D.
31 (17). Bastaba leer la línea siguiente y hubiese hallado la doctrina completa.
preceptos y rehuye el camino de los consejos, no está bien dispuesto,
ni habría que esperar que hiciera buena elección; pues aquel afecto
alejado del camino más perfecto e inclinado hacia el más imperfecto,
arrastraría al entendimiento a pensar razones de acuerdo con dicho
afecto. Con los tales, pues, no conviene proseguir hacia los tres
tiempos de elecciones, pero se les podría dar el Ejercicio del 6. a día,
para meditarlo el día siguiente; y asimismo declárese el preludio para
hacer elección, junto con la declaración de la introducción para
conocimiento de las cosas que hay que elegir (los cuales no hay que
dictar, sino explicar de palabra); y sean advertidos de que, repitiendo
el Ejercicio de los tres binarlos de hombres y de los tres modos de
humildad, cuiden de disponerse a impetrar de Dios la resignación,
pidiendo, como se ha dicho antes, que si fuese más o por igual, grato a
Dios, incline su afecto hacia la elección de los consejos con
preferencia a la de los preceptos.
de la Pasión traen tristeza y por lo tanto no ayudan para la elección. D. 22, 23 (90).
Santo Tomás en la 2.- 2.ae, q.última, a.último. Por lo cual, esto parecería haber de
corregirse de acuerdo con su doctrina» D. 31 (18). En realidad Santo Tomás habla en otra
hipótesis, a saber, en el supuesto de que uno ya ha sido llamado a la religión.
dirigirle o, si es necesario, alentarle; y si parece que procede bien en
este camino, propuesta otra meditación, exhórtele a que siga el mismo
camino acerca de la elección propuesta, para examinar si perseveran
las mismas mociones, o sucedan otras contrarias; y después, al volver,
si comprueba que persisten las mismas y parecen proceder del buen
espíritu, tiene de dónde aprobar la elección. Si ocurrieran las
contrarias, trate de discernir mediante las reglas antes dichas, cuál sea
la voluntad de Dios en la cosa propuesta, a saber, si debe seguir el
camino de los consejos o el de los preceptos. Si también entonces le
parece que va bien la elección en el primer punto, proponga el 2. a es
decir, si le conviene seguir los consejos de Cristo en la religión o fuera
de ella. Pues podría uno guardar algunos consejos en pobreza y
castidad, sin obediencia, en el ministerio de los hospitales y otras
obras piadosas. 3.a Si elige religión, si contemplativa o mixta y cuál de
ellas.
por cierto, que si se la explica según la sana doctrina, no hay peligro alguno. Pero
como los que en España son llamados «iluminados» o «dejados» abusan de ese
modo de hablar, explicaría más bien la mente de nuestro P. Ignacio, que usaría
aquella palabra sin distinción» D. 31 (19).
24 Ej. [189].
en ayudar a otros), sin omitir los otros Ejercicios de la 2. 9 o tercera
semana, se le puede proponer para deliberar lo que se dice después del
segundo modo de elección acerca de la familia, gastos, etc.24 Además
de los Ejercicios que disponen a las elecciones (tal como el de las dos
banderas, y de los tres binarios de hombres y de los tres grados de
humildad, y el preludio para hacer la elección, que aunque no
necesariamente, sí útilmente se podrían echar por delante), debe
ejercitarse y dictársele el primero y el segundo modo de las elecciones
del tercer tiempo más que del segundo. Y después de discurrir en un
punto, pase al otro, en la misma hora o en varias, según las cosas sean
de mayor o menor interés y dificultad. Y no conviene dictar nada de lo
que se dice para la enmienda de vida en cualquier estado, sino que
bastará explicarlo de palabra.
93. CAPITULO 9.fi Donde hay algunas cosas, advertidas en la 3.* se-
mana.
94. Lo que se dice en el primer punto acerca del ver a las personas
cenando, y en el 2.a del escuchar a las mismas, no parece cuadrar del
todo con el primer preludio de la historia, donde se habla también del
lavatorio de los pies, institución del .Santísimo sacramento y sermón
habido después de la cena, y no solamente de la cena 25. Pero se
responderá que se podría proponer para meditar en un solo Ejercicio,
todo esto que se indica en el preludio; y lo que se dice acerca de ver a
los que cenan, y oir lo que dicen, y considerar lo que hacen, debe
extenderse a las otras palabras y actos, que allí ocurrieron, y no
solamente a lo que sucedió en la cena. Pero es cierto que bastará por lo
común la cena y el lavatorio de los pies y la institución del Santísimo
sacramento para un Ejercicio; por esto en los tres puntos no se hace
mención de lo demás. Pero no sería absurdo, que la historia propuesta
(hablando en general), abarcara un poco más que la meditación, pues
ésta se limita a pocas cosas, que pueden ser consideradas mejor en un
solo Ejercicio.
95. 2.a Aunque, como lo muestra el 3.er preludio, en los Ejercicios de la
pasión del Señor se busque de modo particular el dolor de compasión,
la indignación contra nosotros y la confusión, ya que el Señor sufrió
por nosotros, y no solamente para los incipientes, sino para todos, aun
los ejercitados en la contemplación, sean estos afectos muy útiles,
cuando principalmente queremos honrar la humillación de Cristo, sus
aflicciones y dolores mediante la grata memoria y aceptación de
semejantes penas, por lo menos gracias a la compasión; no obstante no
deben ser excluidos los demás afectos santos, singularmente los que
188 DIRECTORIO DEL P. POLANCO
acudan a nuestra mente cuando nos aplicamos a nosotros lo meditado,
como los de amor, esperanza, deseo de la imitación en la paciencia,
humildad y obediencia, caridad y así otros.
96. 3.B Hay que advertir en las repeticiones, tanto de ésta como de las
semanas precedente y siguiente, que no solamente es conveniente
detenerse en aquellos lugares donde tuvimos mayor gusto en las
primeras meditaciones, sino también insistir más, y considerar más
diligentemente, aquéllos por los cuales antes pasamos más
brevemente, mientras nos deteníamos en los otros.
97. 4.B De las cuatro notas, que se ponen después del 2. B Ejercicio26
solamente será dictada la 3.e las restantes bastará declararlas de
palabra. Pero de las meditaciones de los días siguientes solamente
convendrá (a menos que alguna causa extraordinaria exigiera otra
cosa) dictar lo que hay que meditar en un día, según se indica en la
segunda parte del libro, que trata de los misterios de la vida de Cristo.
Pero si se trata con más ejercitados, será suficiente indicar los
misterios que hay que meditar tal como vienen allí, advirtiendo que
guarden aquella forma, que fue propuesta en el Ejercicio primero. Si
se tratara con poco ejercitados, declárese más la práctica del ver las
personas, y oir sus palabras, y considerar los hechos, y de cuáles
principalmente, cuando hay muchos. Y lo demás que está anotado en
el libro de los Ejercicios, téngalo el instructor diligentemente
examinado, y hágase familiar el propio libro o un compendio del
mismo; pues para declaración del mismo y de su práctica, se dan las
observaciones de este Directorio, no que sea suficiente sin ellos.
98. 5.B Lo que se dice al fin de esta tercera semana acerca de las reglas
para ordenarse bien en el comer, no hay que dictarlo, sino explicarlo
de palabra; y no todo a la vez, sino por partes, ni a todos del mismo
modo, sino que estas reglas deben ser propuestas con la debida
discreción. Pues algunos, más ansiosos y más robustos necesitan más
de ellas para atemperar el afecto y el uso del alimento; otros no así.
Acerca principalmente de la 4.9 regla, vea el instructor a quién y cómo
la explique, y cómo use de ella, para no excederse. Pero el tiempo de
proponer estas reglas no es solamente la tercera semana, sino que
también en las anteriores se podrían proponer oportunamente algunas
de las mismas, si el que se ejercita indica que tiene necesidad de ellas,
o el propio instructor lo observa. Sean empero aquí declaradas, si antes
no lo han sido, ya que en esta semana se dan menos documentos que
en las otras, fuera de los mismos Ejercicios, por lo cual el instructor
estará más libre para declararlas, ya que conviene traer algo nuevo,
cuando visita al que se ejercita.
99. CAPITULO 10.q. De algunas cosas notadas en la 4"semana.
27 Ej. [226-229].
100. 1.9 Lo que se dice debe ser notado después del primer Ejercicio de
la 4.a semana27 no conviene dictarlo (a menos que, para comodidad de
la memoria, se dicte el cambio de adiciones), sino que bastará
explicarlo de palabra. Pero lo que se dice en la 3. a nota, que la medi-
tación puede reducirse a más o menos puntos, entiéndase no solamente
en los Ejercicios de esta semana, sino también de las otras; y en
cualquier número se dividan, si el que se ejercita encontrara en uno o
dos lo que se busca, no hay por qué se apresure a recorrerlos todos;
sino que cuando finalice la hora (o el rato mayor que tal vez dedique a
la meditación), pase a uno o más coloquios. Pero en la repetición
podría considerar mejor los puntos menos meditados, y el coloquio (si
así parece) podría dirigirlo a distinta persona que antes, a saber, si
antes lo dirigió al Padre, en el otro Ejercicio al Hijo, o al Espíritu
Santo, o a la misma B. Virgen, o hasta podrá dirigirse a dos o incluso a
tres a la vez, si lo exigiera la devoción.
101. 2.a Se dice en la contemplación para excitar el amor, primero, que
el amor depende más de las obras que de las palabras: 2. a que consiste
en cierta comunicación mutua de las facultades, cosas y obras. Por
«depende» entiende «se demuestra», porque los efectos del amor son
las obras más bien que las palabras. Pero que consista en la
comunicación de facultades, etc., entiéndase así, no que tal comu-
nicación sea el amor por esencia, sino por eficiencia. Pues el amor
mismo está propiamente en el afecto del que ama como acto o pasión
del mismo; pero puesto que amar es desear el bien, el efecto y fin del
amor es aquel bien que queremos para el amado, ya sea la
comunicación de las facultades al amado, ya de otras cosas que son
buenas. De donde aquello de Gregorio es como proverbial: «La prueba
del amor, es la manifestación de la obra». Y que «El amor, donde lo
hay, realiza grandes cosas, y donde no hay obras, no hay amon>. Y
aquí se trata del amor de amistad, que deseamos el bien para los demás
por razón de sí mismos, no del amor de concupiscencia, con el que
decimos amar aquello que amamos para nosotros, como las riquezas,
felicidad y otras por el estilo.
102. 3.a Este Ejercicio para excitar el amor se podrá proponer después de
que el que se ejercita se habrá ocupado uno o dos días en los misterios
de la Resurección (y al decir Resurrección, entiende también los
misterios de la Ascensión y Pentecostés). Y aunque se dedique una
hora a la meditación de alguno de estos misterios, otra se podrá
dedicar a éste, que se propone para excitar al amor. Y puesto que los
cuatro puntos son fecundísimos, quien tenga bastante con uno para una
hora, en la siguiente se podrá entregar a otro u otros. Y se añadirá el
coloquio al final de la meditación, aunque no haya recorrido todos los
puntos. Pero si le parece tratar por separado de los misterios de la
190 DIRECTORIO DEL P. POLANCO
resurrección y de este Ejercicio para excitar el amor, termínense estos
misterios hasta la Ascensión y Pentecostés en los dos o tres primeros
días, y el tercero o cuarto día trátese éste durante un día íntegro en
distintas horas, a fin de que sobren algunos días de esta semana para
ejercitar los modos de orar.
104. El primer modo de orar, tal como viene, parece ser más conveniente
a los sencillos y a los que no buscan una meditación profunda en los
preceptos, y los pecados capitales, potencias y sentidos, sino más bien
la práctica, es decir: cómo se hayan portado y quieran en adelante
comportarse acerca de aquello que conviene, a saber, que pidan perdón
por las transgresiones y la gracia de hacer lo que deben; y es una
oración intermedia entre la vocal y la mental, ya que participa de una y
otra, pero parece aproximarse más a la mental.
Pero aunque en cada uno de los preceptos o pecados se diga que
debe detenerse por el espacio en que se dice tres veces el Padre nuestro
(es decir, pronunciado vocalmente según el modo corriente), si alguno
hallara gusto en alguno o le pareciera más útil insistir más en el
mismo, nada lo prohibiría; y si no pudiera en una hora o en el tiempo
que hubiera determinado dedicar a esta oración, recorrer todos los
preceptos o pecados, podría detenerse donde le obligara el fin de aquel
tiempo prescrito, y terminar con un coloquio dirigido a Dios. Y luego
empezar la siguiente oración donde hubiese terminado.
105. Sin embargo, si a alguno de los que tienen más ejercitados los
sentidos, y son más idóneos para meditar de esta manera más pro-
fundamente, se les propusiera este primer modo de orar, se les
podría dar esta fórmula para los preceptos: que después de la 3.A
adición y oración preparatoria, que allí se contiene, primero consi-
dere el precepto, acerca de cuan santo y bueno sea en sí mismo; 2.a
cuan útil sea su observancia; 3.A cómo lo haya observado. Seguirá
luego el coloquio, en el cual, doliéndose de haberlo observado
mal, pedirá perdón, y, proponiendo mejor observancia en adelante,
pedirá gracia para ello. Después, si no ha terminado la hora, pasará
a otro precepto y guardará la misma fórmula. Y se detendrá hasta
que termine el tiempo prescrito; y en la siguiente oración proseguí-
rá con lo restante. Pero donde ve que no ha pecado, pase más rápi-
damente, principalmente por el punto 3.s y en el coloquio dé gracias a
Dios, y proponga en lo sucesivo abstenerse también, pidiendo gracia
para ello.
Cuando pase a considerar los pecados capitales, cambiará lo que
deba ser cambiado; mantendrá la misma fórmula, de modo que el
primer punto sea ver cuan malo y cuan justamente sea prohibido el
pecado de soberbia; 2.s cuánto dañe este pecado si no lo evita; 3.°
cómo lo evitará, y seguirá la oración. De aquí pasará a otro y otro,
deteniéndodose más donde cada uno juzgue ser más preciso.
Cuando deba pasar a tratar de las potencias y sentidos, previa la
oración preparatoria, el primer punto sea considerar cuan preciosa y
cuan útil sea para nosotros la potencia del entendimiento; 2. spara qué
fin ha sido dada y cómo usó de ella Cristo, o la B. Virgen; 3.° cómo la
hayamos usado nosotros; y doliéndonos de haber usado mal del
entendimiento, y proponiendo la enrnjenda a imitación del ejemplar
que nos hayamos propuesto, seguirá el coloquio, pidiendo perdón por
los pecados, y gracia para usar bien en adelante de este don de Dios. Y
así procederemos en las otras potencias y sentidos. Y se podría añadir
de la facultad de hablar, incluso también de la potencia de movimiento,
como el andar y el gesticular, en cuanto se refieren a la modestia y
edificación.
106. En el 1 ° modo de orar solamente se ofrecen dos cosas que decir:
primero, que cuando una palabra no forma sentido que podamos
meditar, se puede tomar una sentencia en lugar de una palabra, por ej.:
«que estás en los cielos», y «santificado sea tu nombre»; y así de cada
una de las peticiones de la oración dominical; pues en la palabra
«Padre» y «Padre nuestro» tiene bastante para meditar el que ora, y
donde se detenga el entendimiento y el afecto. Y no solamente estas
oraciones, sino también muchos salmos proporcionan cómoda materia
para esta oración; lo 2.9 es que cuando el instructor vea que procede
bien el que se ejercita en este modo de orar, no debe esperar a que
termine, sino adviértale que proceda así en lo sucesivo. Entiende lo
mismo en el modo precedente; pero como aquél tiene una fórmula algo
más variada, podría ejercitarse en un Ejercicio sobre los preceptos, en
otro sobre los pecados, en otro acerca de las potencias del alma, en
otro acerca de los sentidos, si el tiempo lo permitiera. Y entonces, si no
propone el instructor por separado lo que por separado deberá orar, por
lo menos lo dictará, para que retenga bien la fórmula en la que debe
ejercitarse.
107. En el 3.er modo de orar, parece hay que notar solamente dos cosas:
una es que esta oración es también intermedia entre la vocal y la
mental, y que aquel intersticio de las respiraciones da tiempo al que
ora, para penetrar más con el entendimiento en la verdad de
aquellas cosas que vienen significadas por las palabras o sentencias, y
ser más movido con el afecto a lo entendido. Otra, que no hay que
tomar de modo tan preciso el intersticio de las respiraciones, que no
192 Los DIRECTORIOS DE EJERCICIOS
109. CAPITULO 12.9 De las cosas que hay que notar acerca del conocer
los escrúpulos y de las reglas que se deben observar para sentir
verdaderamente con la Iglesia católica.
género de escrúpulos.
111. 2.9 Cuando se puede notar que la conciencia del que se ejercita es
demasiado delicada o demasiado crasa, dígasele el sentido de la 4. a
nota, o aquella parte que le pertoca, añadida la exhortación de que del
extremo en que se encuentra, vaya hacia el justo medio; y que para
que lo pueda lograr, trate de inclinarse al extremo contrario al que se
encuentra, de acuerdo con la 5.* nota; pero de tal manera que no
exagere, siempre dirigiendo la intención al justo medio, lo cual (como
también lo contenido en la 6.a nota) bastará proponer de palabra, no
por escrito.
112. 3.a Por lo que se refiere a las reglas que se deben observar, para que
sintamos con la Iglesia católica, hay que notar esto: que aquí con razón
se recomiendan aquellas cosas, que con sus libros, sermones o
coloquios suelen atacar o despreciar los herejes de estos tiempos, o los
que se acercan a la doctrina de los herejes. Y por esto estos docu-
mentos deben ser recomendados como antídotos principalmente a
aquellos que viven en lugares o con personas sospechosas. Ni sola-
mente contribuyen a que alguno no yene, sintiendo de otro modo al
debido, o hablando o escribiendo en privado o en público, sino tam-
bién a que distinga los dichos o escritos de otros, si declinaran del
modo de sentir y hablar de la Iglesia católica, y advierta a los demás a
que se guarden. Por ello no solamente hay que decir tales cosas de
palabra, sino que conviene dárselas por escrito a los que se ejercitan,
principalmente en los lugares citados.
113. Lo que se dice en la 10.a regla: «puede hacer provecho hablar de las
malas costumbres a las mismas personas que pueden remediarlas»,
debe entenderse de tal manera que conste ciertamente que el mal no es
de poca importancia y no se cree probable que otros hayan hecho el
mismo oficio de caridad o quieran hacerlo, y que se puede esperar que
no se amonestará inútilmente al que puede poner remedio.
194
21
RESPUESTAS DEL P. NICOLAI
(original en latín)
16. 4.a PREGUNTA. Qué [da] a los que eligieron estado de vida y de-
sean mejorarla.
18. 5.a PREGUNTA. Qué [da] a los que están establecidos en nuestra
religión o en otra y desean adelantar en espíritu.
D. 21 (14-18) 199
primer modo del tercer tiempo, Ej. [178-183], sino sólo el segundo modo de ese mismo
tiempo, Ej. [184-188], como comprobación de la elección ya hecha.
19. 6.A PREGUNTA. Si explica por igual todos los Ejercicios a los
doctos y a los indoctos, o algunos solamente, y cuáles principal-
mente en cada semana.
Respuesta: Clasifico a los doctos entre los más capaces, y por ello
les doy perfectamente los Ejercicios, si otra cosa no obsta. A los
indoctos doy según les veo capaces. Si les veo ineptos para que elijan
estado, paso por alto lo que concierne al estado, lo demás lo adapto.
Entretanto a los que vi que no habían de conseguir nada, no los admití
fácilmente a los Ejercicios, sino que trataba de ayudarles fuera de los
Ejercicios por medio de la confesión general.
Respuesta: A todos les pregunto cómo les haya ido, si según sus
esperanzas. A los varones más graves, les indico, en qué consista la
fuerza de cada Ejercicio, para que sepan si han conseguido su
verdadero fruto. También les exhorto a que siempre manifiesten
libremente el fruto que experimentan, para que yo pueda mejor
entender el modo como convenga moderar el método de los Ejercicios;
o también para que yo pueda manifestar si Dios sugirió algo para
conservar el fruto percibido. Con éstos apenas trato nada más, para no
parecer molesto.
21. A los otros empero les pregunto libremente, pero de modo que
entiendan por qué motivo lo hago, para que no les resulte molesto. A
éstos también les pregunto sobre otras cosas, es decir, no solamente
del fin del Ejercicio; sino asimismo de las distracciones, del tedio, del
examen y de lo demás que se prescribe en las adiciones, pero hasta
donde lo creo necesario. Mas esto lo examino, cuando advierto que
200 RESPUESTAS DEL P. NICOLAI
han aprovechado poco o nada. A todos les advierto empero que saquen
algún propósito piadoso de cada uno de los Ejercicios, para la
enmienda de vida, considerados desde la infancia los defectos e
inclinaciones de su vida.
25. 10.8 PREGUNTA. Cuáles son los más comunes impedimentos, dis-
tracciones o turbaciones de los ejercitantes que por experiencia ha
encontrado y qué remedios emplea para ellos.
D. 21 (23-25) 201
8 IOANNIS TAULERII, De vita et passione Salvatoris nostri lesu Christi piissima exercitia
seriamente algo del estado, y por qué camino. Después les pregunto si
les parece claro que ésa sea vocación divina, y por qué argumentos.
26. Si no les es tan cierto, les pregunto si son de tal parecer que si Dios
llama a otra cosa, querrán seguir su gracia, adonde quiera finalmente
les llamare. Enseño luego la necesidad de este propósito; después les
animo a esto mismo mostrando cuan trillado y cuan fácil sea seguir a
Dios a lo que llama. Si no lo obtengo, apenas admito a los Ejercicios,
salvo tal vez a la primera semana, con esperanza de mejor ánimo.
27. El segundo impedimento es si han fijado un tiempo determinado,
principalmente si han propuesto partir antes de las tres semanas. Pues
solamente creo deban determinar el tiempo los que se ejercitarán más
perfectamente. Advierto pues a éstos antes de admitirles, que de tal
modo determinen acerca de sus negocios, que la penuria de tiempo no
impida su fruto.
28. El 3.er impedimento es, cuando ponen todo el fruto en entender
muchas cosas, o en ayudar a los demás. Por lo cual les indico que el
fruto consiste en que el afecto se conforme al conocimiento, y que de
esto se trata en los Ejercicios, que primero los hagan ellos, pues de
ayudar a los demás bastará pensar en general.
29. El 4.a impedimento es, cuando creen ser sabios, y por esto se
reservan para sí mismos el juicio acerca de todo. Si preveo que son
tales, apenas los admito, pues son casi incurables. Y ya en los
Ejercicios al interrogar sobre el fruto, ya en otra ocasión, les confundo
tácitamente, cuando manifiesto mi propio juicio. A veces también les
D. 21 (23-25) 202
15ls1,4
16 Is 55,7
17 Mt 11,28
D. 21 (33-36) 205
22,23
DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
(original en latín)
CAPITULO l.s De algunas cosas con las que pueda ayudarse, tanto
quien ha de dar los Ejercicios, como quien los ha de recibir.
Aunque por la diversidad de tipos y espaciados, puede llegar a distinguirse qué pertenece
a cada redacción, su lectura resulta pesada. Nosotros hemos preferido presentar la
traducción del 2.s Directorio, que es, en líneas generales, más completo. En las notas
indicaremos solamente los puntos más importantes contenidos en el primer Directorio (D.
22) que no pasaron a la 2.9 redacción.
2. Por Paulo III en el Breve Pastoralis officiiei día 31 de julio de 1548.
3. D. 5 (29-30).
4. Miró no recibió el encargo de la Congregación, sino del Prepósito General, a quien
aquella remitió el asunto; ni tampoco fue el único a quien se le encomendó la tarea.
210 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
Ejercicios, cfr. D. 5 (28-31). Lo cual mereció el siguiente comentario de Gil González: «No
apruebo que todo lo que en las Constituciones se dice de los Ejercicios espirituales, se
amontone en un solo lugar; sino que debe disponerse en sus lugares debidos, guardando
el orden de las materias» D. 31 (31).
7 A este propósito opina el P. Fabio de Fabi: «Aquí asimismo parece necesario que
aquellos misterios, de los que se trata en la 2.", 3.', y 4.* semanas, de la vida de nuestro
Señor, los domine por la familiar y frecuente lectura del Evangelio, para que pueda
satisfacer de improviso las dudas de los discípulos, el cual conocimiento raras veces
puede obtenerse por la sola lectura del libro [de los Ejercicios]». «Por la misma razón, no
parece bastar en materia de pecados y en otros diversos géneros de Ejercicios que se dan
en el libro de los Ejercicios, aprender solamente la letra y el sentido de lo allí escrito, sino
que se requiere un conocimiento más amplio y un estudio más constante en este género,
ya por la observación de los libros editados de semejante materia, ya principalmente por la
repetida y frecuente meditación de estas cosas, tal como se dice en las anotaciones 2.9 y
8.s» D. 24 (50-51).
D. 22-23 (2-6) 211
espiritual del que se ejercita. Y debe rogar por sí propio y por él, para
que el Señor se digne dirigir a ambos y entretanto recuérdele al
Superior que los Nuestros hagan oración por el mismo.
versión vulgata.
11 Ej. [100]. El D. 22 indica para la primera semana, las Confesiones de S.
Agustín y la Imitación de Cristo; para la 2.e, el Evangelio y los señalados por los
Ejercicios en la referida nota.
12. Ej. [127].
D. 22-23(13-15) 213
16. Hay que advertir asimismo, que no hay que proseguir dando los
Ejercicios si el que se ejercita no obedece a su instructor según el
orden indicado; pues en esta vía espiritual el que no se somete con
humildad a su maestro para ser enseñado, fácilmente podrá errar; ya
que Dios resiste a los soberbios, pero da la gracia a los humildes.
17. El que hace Ejercicios debe ser visitado una o varias veces al día,
según el criterio del que los da (con quien únicamente le está
permitido tratar durante este tiempo) y sería más conveniente in-
mediatamente después de la comida o la cena; pues no es propicio tal
tiempo para meditar, y está él menos ocupado y a veces necesita
entonces de consolación.
18. Cuando se visita al que se ejercita, debe pedírsele cuenta de los
puntos, cómo se ha comportado en ellos, y qué ha experimentado con
preferencia, y acerca de la consolación o desolación, si la ha tenido y
el que da los Ejercicios diríjale e instruyale claramente en todas las
cosas con gran afecto de caridad; y dé satisfacción también en lo que
se le pregunta. Fíjese empero en el modo de proceder, para que ni en la
elevación de la mente, ni en la composición de lugar, o en la
aplicación de las potencias, se esfuerce de tal modo que perjudique la
cabeza.
19. Si responde bien y satisface, no conviene permanecer largo tiempo
con él, ni tampoco explicar muchas otras cosas acerca de los conceptos
de las meditaciones, según la segunda de las veinte anotaciones, a
menos que sea necesario instruirle según la exigencia de las cosas;
antes bien, permita que sin intermediario el mismo Creador trate el
asunto con la creatura y ésta a su vez con Él, como se dice allí mismo
en la decimaquinta anotación. Pero si no encuentra del todo lo que
busca, pregúntesele con diligencia cómo haya hecho los mismos
Ejercicios y sus adiciones, como [se dice] en el mismo lugar en la
sexta anotación14.
20. Evite dar nunca ocasión al que se ejercita de sospechar que tiene de
él menos buena opinión, aunque no se haya portado tan
de S. Ignacio.
14 D. 22 aclara que se pregunte sobre las mociones de los diversos espíritus «y
haberlas.
17 Por lo tanto, durante dos días, como se deduce del párrafo anterior y explíci-
32. Pero en estos dos días no se prescriben horas en las que debamos
entregarnos a esta meditación y al examen general, como se hace en
los cinco Ejercicios siguientes, tal como se dice al final del quinto
Ejercicio, sino que, para empezar por un fácil principio, tome cada
cual según la medida de sus fuerzas y a su manera el tiempo necesario,
o el instructor, si es preciso, le dirija.
33. El examen diario de cinco puntos y el particular, se hacen después
de la comida y la cena durante un cuarto de hora, y debe hacerse
especialmente sobre las negligencias en estos Ejercicios y sus
adiciones, tal como se dice en la última nota de la primera semana y en
la segunda del quinto día de la segunda semana y en la cuarta nota de
la tercera semana18.
34. Es de notar que ayuda mucho para hacer bien los exámenes si,
venciéndose inmediatamente, pone en práctica valerosamente y con
grande ánimo los remedios que cada cual conoce que debe emplear
contra sus vicios, con la ayuda de la divina gracia, que nunca es
negada al que hace lo que está en su mano, y al hacer tales exámenes
conozcamos por lo menos la enfermedad de nuestro espíritu, a fin de
pedir humildemente a Dios su ansiada salvación y fortaleza y con su
auxilio la obtengamos.
35. Las ventajas que se derivan de la confesión general de toda la vida19
deben explicarse de palabra, y si es necesario darse por escrito, según
la disposición de la persona, al hacer mención de la confesión general
que hay que hacer; la cual debe llevarse a cabo por lo menos antes de
dar el primer Ejercicio.
36. Si es posible, al atardecer del segundo día se propondrá el primero,
segundo y tercer Ejercicios, para que el que se ejercita comience a
tratar el primero a la media noche del día siguiente y el segundo por la
mañana al levantarse y el tercero antes de la comida, y después de la
misma se dará el cuarto para hacerlo a la hora de vísperas y el quinto
para la hora antes de cenar, según la nota del libro de los Ejercicios
que viene después del quinto Ejercicio de la primera semana.20.
37. Si por razón de la falta de memoria u otra causa razonable, no
pudiera alguno recibir estos cinco Ejercicios en un solo día, dénsele
durante dos días, para poderlos hacer el segundo día a las horas
señaladas.
38. Según las anotaciones 12.s y 13.9 de las veinte, deben hacerse cada
uno de estos Ejercicios durante una hora completa y a su debido
tiempo, principalmente a la media noche, cuando se dan ínte
reglas de los espíritus, quizá sería conveniente darlas, no todas a todos, sino ya to-
das ya algunas, según su naturaleza, de acuerdo con la necesidad de cada cual» D.
24 (35). Y más adelante dice: «A veces la necesidad exige que aun el mismo primer
día, cuando medita el Fundamento y ejercita aquellos exámenes, se dicte algo de
ello. Pues así, atacado por alguna invasión del mal espíritu o llevado por el instinto
del espíritu bueno, podrá más fácilmente mirar por el provecho de su alma, recha-
zando los malos y admitiendo los buenos. Pero esto no parece deba explicarse, a
menos que aparezca la necesidad en el discípulo, según se ha dicho, o él ofrezca la
ocasión, o la requiera. Pues si no se acude a las primeras tentaciones, el ánimo
suele
algunaabatirse»
explicaciónD. 24 (49).
del mismo y del fruto que tanto en los Ejercicios como durante toda la
26 D. 22
vida puede de hablaba
él percibirse».
de proponer
Pues seelsuele
examen
percibir
particular,
más fácillasy adiciones
atentamentey las
y retener
reglas por
de
más tiempo,de
discreción lo que en primer
espíritus. lugar
Luego se propone»
añadía D. 24 (34).
dos párrafos sobre la malicia del pecado y la
27 Fabio
necesidad de de Fabi opina
purificar a esteYapropósito:
el alma. hemos visto«A muchos se da ocasión
el comentario de Fabiode de
perder
Fabielsobre
fruto
quecuestión
la puede percibirse de la oración,
de las adiciones y de lassireglas
no sededadiscreción.
ninguna razón de estas
Respecto a la repeticiones,
mención del
especialmente
examen particularporque
que novarios
figuradías
en D.se23,reiteran siempre
dice: «Parece quelos mismos
debería Ejercicios
añadirse, «concon sus
repeticiones; por lo cual, no estaría fuera de lugar indicar al que hace Ejercicios la
necesidad y fruto de estas repeticiones, según aquí se declara» D. 24 (36).
218 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
servicios domésticos por parte del ejercitante, añadiendo al final: «pero el que da los
Ejercicios vea si alguna vez es conveniente obrar de otra manera».
220 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
los jesuítas que los han terminado para que se aprovechen y aprendan a darlos a
los demás; también permite que se dé a los externos.
37 Recuerda la copia antigua que en la 2. 6 semana conviene a veces no levan-
tarse a media noche y que en este caso pueden hacerse 4 ó 5 ejercicios al día. Esto
no le parece deba concederse en 1 .a semana, sin grave necesidad.
224 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
aprovechado en el mismo.
70. A los nuestros que hacen Ejercicios no hay que darles lo referente a
la elección como a los de fuera, pues los nuestros por el beneficio de
Dios ya eligieron el estado religioso, y no es lícito poner esto en duda,
y por la misma razón no debe tratarse de elección de estado con los
casados y los religiosos de fuera. Pero si los nuestros quisiesen
deliberar acerca de algo que el superior les deja en su mano, podrán
usar de estos modos de elegir.
71. La meditación de los tres binarios de hombres tiende a que según
ellos, examinemos y conozcamos nuestro mayor o menor afecto hacia
las cosas mundanas, y a que, apartado éste, nos hallemos por igual
dispuestos a dejarlas o tenerlas, según alcanzáremos por medio de la
divina inspiración o el dictamen de la razón, haya de ser más cómodo
para el culto divino.
72. Después de la meditación sobre los tres binarios de hombres se
dice: «Cuando experimentamos afecto contrario a la perfecta pobreza,
mucho aprovecha pedir a Dios nos escoja para seguir tal pobreza,
guardando sin embargo la libertad para emprender un camino más
conveniente en el servicio de Dios»39. Esto hay que entenderlo de
modo que nuestra voluntad esté como en cierto equilibrio de tal
manera que, en cuanto esté de nuestra parte, preferentemente se incline
hacia el camino más perfecto, si tal entendiéramos ser la voluntad de
Dios. Porque si se nota que la voluntad se inclina demasiado de parte
de las riquezas y poco hacia la pobreza, ese tal no está bien dispuesto
ni hay que esperar haga buena elección. Pues aquel afecto contrario a
la vía más perfecta e inclinado a la más imperfecta arrastraría el
entendimiento a inventar razones de acuerdo con tal afecto; y debería
advertírsele que hay que inquirir signos más claros de la voluntad de
Dios, para que uno permanezca en la vía común, a la que llamamos de
los preceptos, puesto que Cristo dice ser difícil que entren en la vida
los que poseen riquezas, que para elegir el camino más perfecto de los
consejos, el cual el propio Cristo aconseja, aunque sin mandarlo,
puesto que sin duda es el camino más seguro y perfecto. Por lo cual,
debe cada uno ser más propenso, en cuanto está de su parte, a tomar el
camino de los consejos que el de los preceptos.
73. Conviene, pues, que quien se ejercita trate, en cuanto sea posible,
de inclinar siempre su voluntad a lo que es perfectísimo. Pues, aunque
en realidad no haya de conseguirlo, nada empero le dañará tal deseo,
antes bien le beneficiará mucho, por lo menos para que se aleje más de
lo que es imperfecto. Pero en estos Ejercicios siempre se propone lo
39 Ej. [157].
226 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
más perfecto, como lo primero que se debe desear y pedir con esfuerzo
a Dios.
Dios45.
a D. 20 (88).
46 Ej. (181).
47 Con todo Fabio de Fabi hizo esta observación respecto de las reglas para
pítulo 3.9 de la materia que hay que dar, día por día, al ejercitante en la 2. a, 3.a y 4.a
230 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
131. Estos tres modos de orar son particulares, pues no excluyen los
otros que enseña el Espíritu Santo, y suelen dar los varones ejercitados
en el espíritu o cada cual haya descubierto como útiles para sí, sino
que, entre otros, estos tres son también idóneos según la variedad y
disposición de los que oran, de acuerdo con los cuales podemos
recorrer al orar los preceptos de Dios, las santas oraciones y los
salmos.
132. En el primer modo de orar, donde se dice: «teniendo regla por
espacio de quien dice tres veces Pater noster y tres veces Ave María
...»,49 esto debe entenderse, según la cuarta adición, que debe
descansar en el punto en el cual uno hubiera logrado la devoción
buscada, sin ansiedad por seguir adelante, hasta tanto que quede
satisfecho, como también se dice en la segunda regla del siguiente
modo de orar50.
133. En el segundo y en el tercer modo de orartiay que observar que en
lugar de una voz o palabra puede asimismo tomarse una sentencia,
según la devoción de cada cual, tales como «Padre», y «Padre
nuestro», y «que estás en los cielos» y «santificado sea tu nombre». Y
así en las demás palabras o peticiones de la oración dominical y de las
restantes51.
134. El tercer modo de orar, es que al considerar cada una de las pa-
labras de alguna oración, empleemos tanto tiempo como suele durar
generalmente una respiración. Porque si uno según su devoción
quisiere detenerse más en ellas, ciertamente podrá hacerlo, pero
entonces parece que pertenece más bien al segundo modo de orar que
a este tercero.
semanas. Miró sigue estrictamente el texto de los Ejercicios. Como carece de todo interés,
ya que además el mismo Miró reconoce que puede variarse el orden por él tan
cuidadosamente propuesto, omitimos dichos capítulos. Sólo notaremos que Miró supone
dos visitas diarias del director, y precisamente después de comer y de cenar, y propone
materia para cinco horas de meditación diarias, aun para la 4§ semana.
49 Ej. [241].
50 Ej. [254]. La cuarta adición en Ej. [76].
51 D. 22 copia en este lugar a Polanco, D. 20 (107).
D. 22-23 (131-135) 231
el espíritu recibido.
aprovechar en el Señor».
53 D. 22 recuerda la recomendación que hacen las Constituciones, de la ora-
ción mental según el modo de los Ejercicios, «en la cual se hace siempre reflexión a
nosotros y a nuestro provecho espiritual».
234 DIRECTORIO DEL P. MIRÓ
24
3Ej.[98]. 4Ej.
[147].
238 DIRECTORIO DEL P. FABIO DE FABI
10. También para esto fingiré un caso. Se dice en la 6.* anotación, «Si
no le llega consolación alguna al que hace Ejercicios, etc., pregúntele
si lo hace todo a su debido tiempo, y si observa las adiciones» etc., y
con todo podría darse el caso de que aun habiendo guardado todas
estas normas, no sientan aquellos afectos por otras razones, una de las
cuales se indica en la 20.* anotación, y es frecuente entre los externos,
porque no apartan el ánimo de toda solicitud por las cosas humanas.
11. 3.e Documento. - El tercer Documento podría ser que no conviene
estar de tal modo atados a la letra y orden consignado en el libro de los
Ejercicios, que no pueda alguna vez ser cambiado con mayor fruto en
favor de la libertad de espíritu, y de la luz de la divina gracia. Pues, por
ejemplo, al final de todo Ejercicio se pone el coloquio, al principio, la
petición; pero puede ocurrir, y aun se da las más de las veces, que al
principio mismo de la meditación el espíritu sea solicitado a coloquio;
y por el contrario que lo que debe hacerse al principio de la
meditación, suceda al final; así pues no parece ajeno al propósito de
los Ejercicios, antes bien muy de acuerdo con ellos y con la razón que,
según la devoción e ímpetu del espíritu, se dispongan las partes de los
Ejercicios, y cada una de ellas se coloque en aquel lugar del cual se
espera mayor fruto.
12. CAPITULO 3.a Del 3.ER capítulo, podría aparecer más clara la cosa ya
por lo dicho más arriba antes de la división en siete capítulos, ya por
medio de un solo argumento. Si alguno ignora a qué tiende el
Fundamento, y asimismo qué se proponen el primero y el segundo
Ejercicios y cómo difieren entre sí, qué los exámenes y adiciones; no
podrá aplicar tan bien el ánimo a recoger de ahí el fruto, que se
pretende con tales Ejercicios, sino que será llevado con cierto
conocimiento confuso a todos los Ejercicios y se parará en cada uno de
ellos. Pero si por el contrario entiende a qué fin se dirige cada uno,
cómo se relacionan entre sí, y otras razones de los mismos, podrá estar
más hábilmente atento en alcanzar el fin peculiar de cada uno.
sea aquel método y si hay que tomarlo del libro de los Ejercicios o de
algún examen de conciencia o de otra parte.
14. 2.9 En la Anotación 19 se dice: «durante media hora el examen
particular y general». La duda está en si hay que entender media hora
seguida, y dedicada a uno y otro examen en el mismo modo y tiempo;
pues aquellos exámenes difieren mucho entre sí, incluso en la práctica
y modo de hacerlos.
15 3.° En la misma anotación 19 se dice que en los misterios de la vida de
Cristo debe guardarse el mismo orden que fue seguido en la primera
semana de Ejercicios, siendo así que el modo de meditar en la 2.a
semana difiere del que se consigna en la primera. Expliqúese más
claramente cómo pueda ello hacerse.
16. 4.a En la Anotación 20 se dice: «y escribir las cosas principales»5
donde parece quiere decirse que no hay que dar lo principal de los
Ejercicios por escrito a todos, sino sólo a los que los hacen íntegros.
17. 5.a En la composición del primer Ejercicio según las tres potencias
del alma, donde se dice: «si la meditación es de cosa incorpórea, como
la consideración de los pecados, debe ser tal la construcción, que
imaginemos a las almas recluidas en la cárcel», etc .;.6 se pregunta si en
cualquiera meditación espiritual, aquella composición debe hacerse de
ese modo, o si solamente en la consideración de los pecados.
18. 6.a En la 5.a adición, después de los Ejercicios de la primera
semana, donde se dice: «si resulta bien la contemplación», 7 preguntan
algunos si se entiende que resulta bien la oración, cuando no son
molestados al orar con pensamientos inoportunos, o atacados por
espíritus malos; o por el contrario, cuando luchan esforzada e
intensamente contra tales movimientos malos. Pues así parece mayor
el éxito y provecho de la oración, que si no sufren ninguna lucha o
contrariedad.
19. 7.a De los puntos de la primera meditación de la 2. a semana y de las
otras meditaciones siguientes, cómo pueda referirse a nosotros aquella
consideración para lograr fruto, tal como allí se prescribe8.
20. 8.a En el mismo lugar, cómo difiera o convenga con las anteriores
aquella aplicación de los sentidos, que se hace en el 5. a Ejercicio; pues
parece confundirse con la primera y la 2.* porque en la consideración
de las personas, palabras y operaciones no se hace otra cosa sino
aplicación de sentidos o potencias sensitivas9.
10 Ej. [227].
11 Ej. [131].
12 Se refiere al primero y segundo binario, Ej. [153-154].
13 Ej. [62].
í
\ D. 24(29-40) 241
31. CAPÍTULO 7.G El 7.A en los tres últimos capítulos del Directorio18.
32. Si alguien empero quisiera resumirlo todo en cinco capítulos,
podría insertar lo que se dice en el 5.A capítulo, parte en el 2.A, parte en
el 4.A; pero lo que se dice en el 6.A, acomodarlo en su lugar según
convenga. Incluso, si gustara, se podría colocar el primer capítulo,
distribuido en los otros cuatro, según la materia.
14 D. 5 (28).
15 Entre otros. Const. (73, 277, 278, 408).
16 Ej. [189].
17. Ya hemos dicho que se refiere al Directorio de Miró. De hecho, Miró recurre con
frecuencia a la tradición, para confirmar sus afirmaciones. Véanse por ejemplo: D. 22,
23(12,15,24, 45).
18. Responden al capítulo 109 de la redacción definitiva, D. 22, 23 (135-150).
242 DIRECTORIO DEL P. FABIO DE FABI
21. Otro Directorio. Se ocurría otro modo de dividir el Directorio, que pudiera
traer mayor utilidad y facilidad. Sería, pues, de este tenor: si en el primer
capítulo se tratara de la utilidad de los Ejercicios, ya se entienda la privada de
cada uno, ya para los otros, donde se indicara de qué manera podrían los
Nuestros buscar y obtener por medio de estos Ejercicios el fin de la
Compañía, que consiste en la salud y perfección propia y de los demás.
43. Pues como se dice en el cap. 13 del Directorio, se da ocasión a los
confesores de mover a los penitentes a los Ejercicios; y al princi-
pio de la Compañía floreció, gracias a los mismos, grande fruto,
no solamente en los Nuestros, muchos de los cuales recibieron por
medio de ellos el beneficio de la vocación, sino también en los
demás. Pero aquí se podría tratar en común, cómo los confesores,
con la ayuda de los Ejercicios, podrían dirigir las almas en el cami-
no del Señor, mostrando antes el fin y estudiando los medios con-
venientes al estado y vocación de los penitentes, con los que sean
conducidos al mismo. Asimismo, qué deben procurar en sí propios
y en los demás, los predicadores, los maestros y todos los restantes
operarios de la Compañía, cuando se dedican a los ministerios de
la Compañía. Pues ya que tan elevado número de personas insig-
nes ha sido ganado para Dios, gracias a estos Ejercicios, sea en
religión, sea en estado de vida cristiana, no se puede dudar que en
ellos está latente cierta fuerza, pues están fundados en la doctrina
de los santos, en la verdad de la Escritura y en la constante expe-
riencia, y si se ejercita con el favor divino, ¿cómo no estallará en
espléndido fruto?
44. CAPÍTULO 2.9 En el 2.°, se podrían añadir los documentos indicados arriba
hace poco.
45. CAPÍTULO 3.8 En el 3.8, del fin y conexión de los Ejercicios en general y en
particular.
46. CAPÍTULO 4.s. En el 4.°, responder a las dudas.
47. CAPÍTULO 5.8 En el 5.8, tratar los lugares más oscuros.20
48. D. 22, 23 (39) nota 24.
49. D. 22, 23 (39) nota 25.
50. D. 22,23 (6) nota 7.
51. D. 22, 23 (6) nota 7.
25
MODO DE DAR LOS EJERCICIOS
POR EL P. FABIO DE FABI
(original en latín)
1. Diré cinco [cosas], a saber, del número de ejercicios, del orden, del
lugar, de la disposición del que los recibe y de la instrucción del que
los da. En conjunto empero, el modo de darlos debe ser el mismo que
se describe en el libro, si se hace perfectamente como se dice en la
anotación 20.a
2. Pero si se hacen en parte, guárdese el modo de acuerdo con las
anotaciones 18.a y 19.a
10. Por la tarde del primer día se podría dar, para que lo empiece a
practicar el día siguiente, el examen particular acerca de algún vicio
particular o pasión o inclinación natural, o afecto desordenado, para
que cada uno conozca su enfermedad y comience a arrancar del campo
de su alma, donde debe sembrar la buena semilla de los Ejercicios, las
malas hierbas y espinas que impedirían este fruto.
11. Se da además el examen general, para que lo lea del todo varias
veces y asimile el conocimiento de todos sus puntos y así se disponga
a llevar a cabo la confesión general. Y no se propone nueva
meditación para el día siguiente sino sólo el Fundamento. Aquí se deja
para considerarlo mejor.
12. Al atardecer del 2.B día se propone la 3.a, 11.", 12.a y 17.a anotación.
Luego hay que dar algo sobre la utilidad de la confesión general y la
comunión, de acuerdo con lo que se dice en el libro de los Ejercicios
después del examen general diario3. El uso del cual examen y la
ejercitación del mismo se podría, recomendar o el primer día con los
otros exámenes o en este lugar, explicado de modo breve y claro.
13. Dense luego los tres primeros Ejercicios de la primera semana
prescribiendo las horas para cada uno de ellos y propónganse la I a, 2.a
y 3.a de las diez adiciones. Después de la comida del tercer día, dése el
4.a y 5.a Ejercicio del infierno que para la hora de vísperas y antes de
cenar se designan.
14. Por la tarde del 3.er día dense los mismos Ejercicios para el día
siguiente y algunas otras de las diez adiciones o aun las siete restantes,
y recomiéndese el uso del examen particular para estas diez adiciones
y para los preludios.
15. Véase la nota 6.a, punto 4.a después de la 10.a adición4 el cual
examen habrá de hacerse en todas las semanas siguientes.
16. Si en lugar de la meditación del infierno se da alguna de la muerte,
juicio, o semejantes según lo que se dice después del 5o Ejercicio,5
póngase en 5.a lugar, pues siempre deberían hacerse cinco horas de
meditación, aunque el que hace los Ejercicios no se levante a media
noche, como se dice antes de las diez adiciones y en el punto 3. a
después de la 5.a meditación de la 2.a semana.6.
17. Las repeticiones tan frecuentes en la 1 .a, 2.a y restantes semanas,
tan lejos están de ser inútiles y de producir fastidio, que más bien son
necesarias para obtener el fin de los Ejercicios y de las meditaciones, a
saber, en la 1 .a semana para el dolor de los pecados, en la 2. a para la
imitación de Cristo, etc. Pues por medio de estas repeticiones en gran
manera se afecta y mueve la voluntad por el perfecto conocimiento de
3Ej. [44].
4Hay aquí un error, pues no existe tal nota 6.s. Tal vez haya que leer así: «Véase la
anotación 6.e y el punto (= nota) 4.a después de la 10* adición. Ej. (90).
5 Ej. [71] en la traducción vulgata, no en el autógrafo. 6Ej.
[72,129].
248 MODO DE DAR EJERCICIOS
18. No hay que dar la 2.a semana a quien no está indiferente para seguir
los consejos, ni tampoco el modo de elección. Pero al que ha de hacer
elección désele, después de la confesión general, algo para meditar
bien, como del hijo pródigo, antes de la comunión.
19. En el tiempo de elección, que comienza el día 5.a, como se dice en
la 2.a nota,7 se requiere el máximo recogimiento y unión con Dios.
Pero se dan diariamente uno o dos misterios de la vida de Cristo,
durante el tiempo de elección, y no debe hacerse la consideración de la
elección mientras se medita, sino terminada la meditación cuando el
ánimo está quieto y libre de movimientos interiores.
20. A esta semana corresponden las reglas de los espíritus para la 2."
semana, como a la primera, las primeras. Las reglas empero sobre la
comida, limosnas, escrúpulos, sentir con la iglesia no se dan sino
cuando se trata de la reforma de estado.
7Ej.[163].
8 Es éste un consejo bastante repetido en los Directorios, pero a propósito del punto
1 .e y no del 2°, como aquí erróneamente se dice.
D. 25 (25-29) 249
29. 1 .a Lea todo el libro de los Ejercicios; 2.a encomiéndese a Dios; 3.a,
observe cada una de las cosas en la lectura; 4. a, antes de que dé cada
una de las meditaciones, considérelas consigo por algún tiempo; 5. a,
sea uno solo el director que da Ejercicios, para que no se produzca
confusión; 6.a, no lleve consigo el libro de los Ejercicios, cuando los
da, sino que dicte los capítulos de memoria; 7. a, no obligue a la
observancia de la 10.a adición de la penitencia, sino propóngala
solamente y deje en libertad y pida cómo se comporta acerca de ella;
8.a, entérese por medio del Ministro de cómo se comporta en lo
referente a la comida; 9.a, si cuando se le visita responde bien y saca
fruto, no se detenga mucho tiempo con él, de lo contrario, pida
diligentemente la razón de los puntos, la observancia de las adiciones,
las consolaciones, desolaciones, mociones de los espíritus, etc., como
se dice en la anotación 6.a, especialmente acerca de lo que se pretende;
10.a, avisé al Ministro de cómo se deba comportar con él,
modestamente, en silencio, salvo si hay necesidad de hablar,
caritativamente, que ore por él y le edifique, etc.
9 Es decir, el Kempis.
250
26
BREVE DIRECTORIO
(original en latín)
5. Debe ser visitado el que se ejercita una o dos veces cada día, lo cual
hará más cómodamente enseguida después de la comida o la cena, ya
porque entonces estará menos ocupado, ya por ser dicho tiempo menos
propicio a la meditación, y entonces puede precisar de consejo y
consolación2.
6. Luego, cuando le visita, pregúntele en general acerca de cómo
vayan sus asuntos, después pida cuenta en particular de cada uno de
los puntos, principalmente empero de aquellos en los cuales haya
experimentado mayores afectos y mociones del ánimo, y uno por uno
de aquellos que hay que perseguir en primer lugar en el mismo
Ejercicio, tales como la contrición, lágrimas, confusión de sí mismo,
cuando se ha dado el Ejercicio de los pecados, de la muerte, juicio,
infierno, etc.; de la esperanza, confianza, gozo, consolación, etc.,
cuando se ha recibido la meditación de la encarnación, nativi-dad,
resurrección, gloria, etc.
7. Si le ha resultado bien y según su deseo, felicítele, y trate con él
menos rato y de pocas cosas; y no pregunte o declare mucho más,
según la anotación segunda de las 20 citadas3.
8. Pero si observara que experimenta muy grande consolación y
fervor, acuda a tiempo, no sea que sin consultarlo y precipitadamente
se obligue con alguna promesa o voto, y use con él de moderación con
oportunos y saludables consejos, según las anotaciones 14 y 15 entre
las anteriormente citadas.
9. Si no le ha ido según el deseo de su ánimo analice las causas según
la 6.e anotación, y remuévalas (en cuanto sea posible); como por
ejemplo, si no ha observado íntegro el tiempo establecido, si ha
descuidado la distribución de las horas prescritas, si no ha observado
bien toda la serie de Ejercicios, advertencias o instrucciones dadas; sea
instruido y animado suavemente a llevar a cabo con más diligencia y
prontitud todo lo que se prescribe.
5 Cant 2,5.
D. 26(17-20) 254
10 Ej. [32-42]. Para éste y los dos párrafos anteriores, cfr. D. 22, 23 (30).
D. 26 (26-31) 257
32. Para ser movido a ella, sería sumamente conveniente darle los tres
puntos que preceden inmediatamente al primer Ejercicio; 11 sin
embargo, esta confesión no debe prepararla ni hacerla hasta el final de
la primera semana, como viene en la única nota que sigue
inmediatamente a aquellos tres puntos.
33. Debe advertirse empero, que mientras se dan tales exámenes, no
obstante debe mantenerse y hacerse la primera meditación del
Fundamento, de modo que en efecto permanezca en estos ejercicios
alrededor de dos días, con la salvedad de que no guarde aquella norma
de distribución de las horas para meditar, que se prescribe debe
seguirse en los Ejercicios siguientes12.
34. Al final del segundo día convendrá declarar, de las 20 anotaciones
antes citadas, la 12.s y la 13.a, para enseñarle cómo deba comportarse
acerca del tiempo prescrito; asimismo la 16.e
35. Y para que lleve a la práctica más fácilmente estas anotaciones, vale
la pena de darle por lo menos un resumen de las mismas (lo cual se
puede hacer en las demás notas y adiciones), acomodado a la persona
y capacidad del mismo, para que lo lea varias veces, y lo medite
consigo.
36. Después (a fin de que se observe la distribución del tiempo que se
asigna en el último párrafo después del coloquio del 5. Q Ejercicio),13 al
anochecer, si es posible, propónganse el primero, 2.fi y 3.er Ejercicios,
para que a la media noche siguiente se haga el primero; el 2.a por la
mañana a la aurora, o en seguida de levantarse; el 3. s finalmente antes
de la comida. Después de la comida, dése el 4. s y el 5.fi, para que haga
aquél a la hora de vísperas y éste antes de la cena14.
37. Adviértase al que se ejercita que, terminado cualquier Ejercicio, lo
medite y repita consigo durante un cuarto de hora, de acuerdo con la
5.' adición, puesta después del 5.a Ejercicio15.
38. Igualmente enséñesele que lo propuesto una vez en la oración, en
modo alguno debe descuidarlo (pues ello sería de ingrato
ánimo); sino que diligentemente y con gran amor lo lleve a cabo. Pues
11Ej. [44].
12Cfr. D. 22, 23(31).
13 Ej. [72].
14 Cfr. D. 22, 23 (36).
15 Ej. [77].
258 BREVE DIRECTORIO
21 Ej. [81].
22 Ej. [82-87].
260 BREVE DIRECTORIO
55. Pero hay que advertir que no se debe imponer penitencia alguna
(pues el que se ejercita tiene que ser libre de hacerla u omitirla según
su voluntad y devoción); aunque le puede insinuar lo mucho que le
beneficiará el llevarla a cabo espontáneamente y de buena gana (mas
no ignorándolo el director), para el perdón de los pecados y para sufrir
y dolerse con Cristo crucificado23.
56. Para ello y para mayor motivo de humildad, podrá asimismo ayudar
el cesar de vez en cuando algo en los Ejercicios mentales, que sin
menoscabo de la salud no podrían continuarse; de modo que cada uno,
aun el que vive delicadamente y se sirve de los cuidados de muchos,
mientras permanece en este retiro, limpie su habitación, prepare la
mesa, terminada la comida doble los manteles, haga la cama, etc. Pues
este género de humillación, que brota de piadoso afecto, es muy grato
a Dios, y dispone al alma de modo admirable al aumento de gracia y
de virtud24.
57. Lo restante que se dice en el primer punto del segundo Ejercicio25
que para considerar la multitud de los pecados discurra por los lugares,
oficios, etc., debe entenderse de manera que se lleve a cabo más bien
de un modo general que en particular. Pues para excitar el dolor no
conviene apreciar cada uno de ellos tan sutil y exactamente, como
proponerse ante la vista en general los pecados gravísimos de toda la
vida, no sea que, al observar minuciosamente los pecados pasados, el
que es todavía flojo y débil, experimente en vez de confusión, más
bien distracción y deleite o por lo menos cierta turbación26.
58. Terminado el quinto Ejercicio27 y los otros que tal vez le hubieran
sido añadidos, a fin de excitar más el dolor y la contrición, si antes
habló sobre el hacer la confesión general, adviértasele que entonces es
el tiempo oportuno para prepararse a la misma; si no hiciese ninguna
mención de ella, excítesele a la misma y mándesele repetir los puntos
o ventajas de la confesión general que le fueron propuestos
anteriormente; pero para que la haga con más fruto y trate después con
igual libertad y con menor vergüenza con su instructor, parece
conveniente el que use otro confesor, que el propio instructor; aunque
sin embargo, si urgiera mucho que le prestara este servicio, en ese caso
de ningún modo debería serle denegado.
59. Mientras se entrega a la preparación de esta confesión general, no
debe ocuparse en ningún otro Ejercicio, sino cesar en todas las
meditaciones y restantes ocupaciones, a fin de dedicarse del todo a
llevar a cabo bien la citada confesión, y esto por cierto, durante un día
23 Para este párrafo y el anterior, cfr. D. 22, 23 (45).
24 Cfr. D. 22, 23 (46) nota 30.
25 Ej. [56].
26 Cfr. D. 22. 23 (47).
16Cfr. D.22, 23 (34).
27 Es decir, el del infierno, Ej. [65].
262 BREVE DIRECTORIO
69. Acerca de la elección hay que notar que no deben darse las reglas
sobre el modo de elegir bien al que no quiera determinar del estado de
su vida; como tampoco al que no estuviese indiferente para seguir los
consejos o preceptos, ni plenamente resignado en manos del Señor, y
dispuesto a hacer lo que creerá deba más agradarle 37.
70. Así, pues, a los religiosos, ya sean de nuestra Orden ya de otra, no
se les debe proponer el modo de hacer elección, pues ya están
situados, por la llamada de Dios, en determinado estado de vida, sino
los restantes Ejercicios con exactitud, para que considerados los
beneficios de Dios para con ellos, y puesto que por su benignidad han
sido alejados de los peligros de la vida, conciban mayor alegría por su
vocación, y se afirmen más y más en ella, dando sin cesar gracias a
Dios.
71. Declárense también a los mismos los tres^grados de humildad, los
tres modos de orar, tanto a éstos de quienes acabamos de hablar, como
a todos los demás; igualmente las reglas de discernimiento de
espíritus, que pertenecen a la segunda semana, que son ocho en
número.
72. Pero al que debiera hacer elección, durante el tiempo de la misma
se le podrá no obstante dar uno u otro misterio de la vida de Cristo,
para que lo medite y repita el mismo día, pero sea tal que ayude para la
mejor dirección del mismo en este negocio de la elección.
73. Las cosas empero que para deliberar acerca de su estado se pro-
ponen a cada uno, pueden ser así: Primero si deba seguir los consejos
o solamente los preceptos; segundo, si elige los consejos, si debe
observarlos fuera de religión o más bien en ella; tercero, si determina
guardarlos en religión, en cuál juzga que los podrá guardar más
fácilmente; cuarto, cuándo y cómo entrará en ella; y a su vez, si elige
guardar solamente los preceptos, en qué estado los deba guardar, o
según qué modo de vivir, etc.38.
74. Por otra parte, aunque ya se haya dicho antes, que en el mismo día
en que se trata de la elección pueda también tomarse para meditar uno
o dos misterios de la vida de Cristo, o algo parecido; hay que advertir
sin embargo que no hay que hacer dichos modos de elección en el
tiempo dedicado a la meditación, sino que, terminado el Ejercicio y
cuando el ánimo está ya del todo sosegado y tranquilo, entonces, digo,
es el momento propicio para entregarse y ponderar los modos de
elección. Por lo cual hay que procurar diligentemente, que las
meditaciones se hagan a su debido tiempo, y sean tales, que consuelen
36 Ej. [162].
37 Cfr. D. 22, 23 (77-78).
38 Cfr. D. 22,23(81).
D. 26 (39-44) 265
75. Pero puesto que en el segundo párrafo del mismo tiempo de hacer
recta elección40 se dice que la vocación se conoce por la experiencia,
consolación y desolación41 no será fuera del caso declararle bien en
qué consistan estas dos. Es pues la consolación una a manera de
agilidad espiritual, amor y esperanza de las cosas superiores, deseo
ferviente de servir a Dios, gran confianza en la divina bondad, y
finalmente todo movimiento del ánimo que deja al alma quieta, serena,
y consolada, y de tal modo inflamada en el amor de su Creador, que ya
no quiera amar nada sino por razón del mismo, según se dice en la 3 a
regla del discernimiento de espíritus de la primera semana.
76. Por el contrario, la desolación es cierta tristeza radicada en el alma,
desconfianza, inquietud, indolencia, falta de amor, aridez del afecto, y
oscuridad de la mente, como viene allí mismo en la 4 a regla42.
77. Sería además bueno, en tiempo de elección, presentar a Dios
Óptimo Máximo, un día una parte de la cosa que se propone, y otro la
otra, y cómo consultar con Él con franqueza las decisiones, y observar
luego hacia cuál de ellas manifieste Dios la señal de su divina voluntad
más claramente por medio de estos modos de elección, tal como el
camarero que ofrece al principe varios manjares y viandas, observa
cuál de ellas más le plazca a fin de procurar que en adelante le sean
preparadas las mismas43.
78. Deben darse las reglas de discernimiento de espíritus de la 2. a
semana al que trata de hacer elección, inmediatamente después del
primer modo de buena elección, para ayudarle a elegir bien, así como
para que esté bien instruido contra los demás inconvenientes que
durante ese tiempo puedan ocurrir.
79. Las reglas establecidas para moderar la comida, así como las
reglas que hay que observar en la distribución de las limosnas, las
39 Ej. (177) y cfr. D. 22, 23 (80).
40 El autor llama «tiempo» al conjunto de «los tres tiempos», en oposición a los
«modos». Ya inmediatamente antes acaba de usar la expresión «la nota del triple
tiempo» en lugar de «la nota del tercer tiempo», como nosotros hemos traducido
corrigiendo el texto.
41 Así exactamente en el texto, siguiendo a la Versión prima latina, aunque el
notas acerca de los escrúpulos, y en fin las que nos ayudan a sentir
rectamente con la Iglesia, por lo general no deben darse al que se
ejercita; pero pueden darse, si la cosa lo exige, principalmente
cuando se trata de la reforma de vida, al final de la 2.' semana.
Pues dichas reglas tienden a esto; por lo cual el que da Ejercicios,
debe estar provisto con estas reglas y anotaciones, a fin de poder
aconsejar mejor en las cosas particulares que ocurran 44.
82. En esta semana la forma de proceder del que dirige y del que
medita es la misma de la 3" semana, variando lo que se deba en los
preludios, puntos y coloquios; a saber, que se consideren en los
tres primeros puntos (pues los dos restantes puntos habrán de ser
provistos según la fórmula del cuarto y quinto del primer Ejercicio
de esta semana), las personas, sus palabras y acciones, como se
indica en el primer punto de la primera contemplación y en el
párrafo 1 .a de las notas, que se añaden a la misma primera medita-
ción47 todas las cuales deben ser leídas y ponderadas cuidadosa-
mente por el director, antes de emprender esta cuarta semana.
83. Las meditaciones de cada uno de los días deben tomarse de la serie de
apariciones, que tuvieron lugar después de la resurrección de Cristo,
las cuales van anotadas en la parte del librito que contiene los
misterios de la vida de Cristo Señor, inmediatamente después del
misterio de la sepultura48 a las cuales puede sumarse la meditación de
la ascensión, que es la última.
84. La contemplación para excitar en nosotros el amor espiritual, puede
darse, ya en ésta, ya en la tercera o aun en la 2. e semana, según la
necesidad del que medita y la prudencia del director, así como los
modos de orar, con las reglas y anotaciones.
Baste esto para norma del que da Ejercicios.
A mayor gloria de Dios.
Jesús.
27
PARA DAR EJERCICIOS ESPIRITUALES
(original en latín)
1 Se refiere al párrafo (16) de este mismo documento y que el copista había trascrito
poco antes.
269 PARA DAR EJERCICIOS
16. Unión con Dios. La cual se obtiene por el amor, y éste por el
conocimiento de Dios, y éste se logra por la meditación asidua,
como dice S. Buenaventura.
Conocer a Dios.
Iluminación del entendimiento del hombre y del alma. Claro
conocimiento de toda la vida y de los pecados pasados. Modo de servir
a Dios. Discreción de los espíritu buenos y malos. Precaución para
vivir en lo sucesivo para Dios y huida de los pecados.
Conocimiento de la vida cristiana.
Adquisición de las virtudes.
Conocimiento de sí mismo.
Examen del espíritu y de nuestra vida.
Dolor de los pecados, si se hacen bien los Ejercicios.
Preparación para una verdadera reforma de vida.
Gratitud para con Dios.
Desprecio de la vanidad mundana.
Temor del Señor y temblor.
Adquisición de la humildad, la cual es el fundamento de todas las
virtudes.
Reforma interior del hombre. Deseo de
la perfección cristiana. Modo de seguir
a Cristo en esta vida.
28
ANOTACIONES DEL P. BLONDO
(original en italiano)
3. Puesto que estos Ejercicios han sido formados según las tres vías
pretendidas e indicadas por el P. Ignacio, esto es, purgativa,
iluminativa y unitiva, comenzando por la vía purgativa (la cual ha de
ser muy diferente en los Nuestros de la de los seglares) en el
Fundamento se ha añadido el fin de nuestro Instituto, con los medios
propios e indiferencia que se pretende en los Nuestros.
4. El primero y segundo Ejercicio que ha de darse, si así parecerá, son
como corolarios del Fundamento, a saber: el primero de la nobleza del
alma en cuanto a la creación, y el segundo de la vocación en cuanto al
fin de nuestro Instituto.
5. El tercero de la tibieza e ingratitud, etc. ha sido puesto conforme al
primero del P. Ignacio del pecado del ángel. Así a su vez el cuarto,
quinto y sexto, correspondientes al segundo, tercero y cuarto.
6. El séptimo de los malos hábitos, etc. sirve de perfecta purgación
interior y disposición para la confesión general de los Nuestros, para lo
cual se ha hecho también un examen general con algunas advertencias
para los que tuvieren necesidad de ello, para ser dado con el tercer
Ejercicio o cuando mejor pareciere. Y esto a imitación de aquel del P.
Ignacio puesto en el libro de los Ejercicios.
7. Siguen después aquellos de los novísimos, esto es: muerte, juicio
particular, universal e infierno. Después de los cuales se han añadido
otros, del paraíso y del amor de Dios, para purgar el excesivo temor
servil que se hubiere concebido en los Ejercicios anteriores.
8. Y porque para la perfecta purgación interior de los de la Compañía
no basta el sobredicho de los pecados y malos hábitos, se ha añadido el
14 de la anihilación y perfecta sumisión, para quitar del alma toda
mancha de propia estima, haciéndola entrar en bajísimo sentimiento de
sí misma delante de Dios, y el 15 y 16 de la propia expropiación y
abnegación, para desprenderla de todo afecto desordenado de cosa
creada.
9. Y por el mismo fin, para la perfecta abnegación y desprendimiento
del alma también de sí misma se ponen los Ejercicios de la oblación,
donación, consagración.
expuestos por el autor. Así se comprenderán mejor los siguientes consejos y se advertirá
hasta qué punto extiende los límites de la acomodación.
D. 28(10-18) 275
23. Estos avisos, que habrá que dar a cada uno, ha sido demostrado que
importa mucho no darlos todos a la vez, como se deduce de la
decimonona anotación, sino poco a poco, según la oportunidad y la
disposición que al tomar cuenta de la oración descubrirá en el
ejercitante. En lo que se verá que consiste buena parte del fruto que se
pretende, cuando se hace bien.
24. Aquel que da los Ejercicios debe estar muy atento a descubrir los
varios movimientos de la gracia para seguirlos y promoverlos, como
hace el médico corporal con los movimientos de la naturaleza del
enfermo, porque Dios a unos guía con el amor a otros con el temor;
por ejemplo si en el meditar la muerte alguno se ayudase más por vía
de la esperanza que del temor, el que lo guía debe seguir ese
movimiento y no preocuparse del temor al cual parece dirigido aquel
Ejercicio, y así de los demás.
25. Acerca de la vía purgativa se ha de advertir que hay tres clases de
almas que tienen necesidad de purgarse espiritualmente: algunas
mucho, algunas no tanto, otras poco. A aquellas que tuvieren mucha
necesidad (como algunos que hubiesen vivido descuidadamente
envejecidos en las pasiones y malos hábitos) conviene dar todos los
Ejercicios de esta vía purgativa, según su necesidad. A los demás,
como aquellos que no tienen defectos tan notables, después del
Fundamento y los dos primeros Ejercicios, dar el tercero y cuarto
ligeramente y después el séptimo, dejados el octavo, noveno, décimo,
undécimo. Y a continuación dar los otros según el orden. A los
terceros, como serían algunos salidos recientemente del Noviciado, o
de buena naturaleza, tímidos y parecidos, pasar del segundo al séptimo
de los malos hábitos y de éste al del paraíso y así sucesivamente.
26. En cuanto al Ejercicio de los malos hábitos se ha experimentado
que ayuda apretar en él y hacerlo repetir cuanto sea preciso. Porque,
aparte de que sirve para la confesión general, sugiere además materia
particular para la elección, como se ha dicho arriba. Se observa
además en este tiempo que si se descubren algunas pasiones
vehementes y defectos envejecidos y peligrosos en el ejercitante se le
dé el examen particular acomodado a los Nuestros o en la oración de la
mañana metiéndole en forma de Ejercicio, o en el tiempo de los dos
exámenes, y no esperar hasta el final al tiempo de la elección.
27. En cuanto al Ejercicio de la anihilación, que es en esta vía de suma
importancia, en el meditar sus miserias y los pecados conocidos en los
otros Ejercicios, se ha de tener ojo no tanto al dolor y compunción
cuanto al formar bajo concepto y sentimiento de sí y sacar de ahí luz y
amor de la divina Majestad.
D. 28 (24-29) 278
ocupados.
280 ANOTACIONES DEL P. BLONDO
5 Falta el decimooctavo e.
E. sobre los varios grados y estados de la Compañía.
E. sobre el amar más las virtudes sólidas que las doctrinas u otros
talentos. Primer e. de la obediencia. Segundo e. de
la obediencia. Tercer e. de la obediencia, grados de la
misma. Cuarto e. de la condiciones de la obediencia.
E. sobre el tener abierta su conciencia.
E. sobre el tener a gusto que se descubran los defectos al Superior
y corregirse el uno al otro con el debido amor. E. sobre el aceptar
de buena voluntad las penitencias aun sin culpa. E. del celo de las
almas.
E. del reconocer en cada cual la imagen de Dios.
E. del amor fraterno entre los de la Compañía.
E. sobre el fatigarse gustosamente cada uno en su ministerio.
E. sobre la modestia para edificación del prójimo.
E. de la pobreza.
E. del Santísimo Sacramento.
E. sobre el lavar los pies de los apóstoles.
E. sobre el entrar en el huerto y la agonía de Cristo.
Primer modo de orar para los Nuestros sobre las reglas.
El fin.
282
29
OBSERVACIONES DEL P. RIPALDA
(original en castellano)
1 Ripalda indica, en casi todos los lugares, la página de los Ejercicios editados en
14. 1. Discurso por los puntos del Ejercicio prevenido, Ejercicio pri-
mero de los pecados, con aplicación de las tres potencias (Ej. 50).
D. 29(3-15) 285
2 Monumenta dice «como aguardando» pero creemos que debe decir: «cómo ha
guardado».
D. 29(3-15) 286
30
SOBRE EJERCICIOS
(original en latín)
1 El texto cita aquí y siempre, por páginas, la edición de 1576 hecha en Roma.
493 al 504. Según hemos anotado más arriba, han sido tomados del P. Polanco y
transcritos a este lugar sin ninguna selección ni orden». D. 31 (27).
D. 31 (2-3) 292
semioficial.
D. 31 (11-33) 293
a nosotros. Véase más adelante lo que Gil González dice a propósito de un párrafo
de este Directorio, D. 31 (34).
12 Como ya hemos ido transcribiendo en sus respectivos lugares estas adver-
tencias de Gil González, las omitimos aquí. Ponemos solamente los números que le
merecieron un comentario, para que el lector pueda encontrarlos fácilmente.
294 DIRECTORIO DEL P. GIL GONZÁLEZ
34. Si alguno parece inepto del todo para abrazar el estado religioso por
razón de enfermedad y de otros impedimentos que no parezcan poder
ser superados tan fácilmente, no debería en modo alguno ser inclinado
a ese estado. Pues notamos que aquel fervor se enfría luego, y aquellos
impedimentos y dificultades de la naturaleza dan mucho quehacer a
dichos hombres; y por ello, al correr del tiempo, o bien desertan de la
religión, o bien perseveran en la misma con detrimento propio y de los
demás. Pues aunque sea fácil a la vista del Señor ennoblecer de
improviso al desamparado, sin embargo, lo que hemos dicho, vemos
acontece con gran frecuencia; a menos que la vocación de Dios fuese
tal, que podamos esperar sean superadas todas las dificultades con un
auxilio más abundante de la gracia.
35. En estos Directorios convendría explicar los lugares que en el libro
de los Ejercicios de nuestro Padre son algo más oscuros, y que algunos
censores no tan ecuánimes, quisieron poner en tela de juicio, a fin de
que los Nuestros puedan dar razón de los mismos, si alguna vez es
preciso. Basta ciertamente el testimonio de la Sede Apostólica, para
que todos los Ejercicios y en cuanto a cada una de sus partes sean
sumamente recomendables a todo fiel; pero a todos somos deudores,
sabios y necios.
37. En el proemio, pues, deberá tratarse por qué fue necesario escribir
el Directorio de Ejercicios para uso de los Nuestros, y ésas son
principalmente las razones:
38. La primera Congregación, entre otras cosas que juzgó necesarias
para ayudar a nuestros operarios, propuso se compusiera el Directorio
para dar Ejercicios, tít. 6, decr. 28; y esto fue encargado de oficio al
Prepósito general.
39. Para uso del Directorio existen algunos preceptos, dados por N. P.
Ignacio, en parte escritos de su propia mano, en parte tomados de su
dictado, el cual, a pesar de no haberlos podido terminar, no obstante
dejó declarado lo que pensaba acerca de la necesidad de este
Directorio.
D. 31 (11-33) 295
44. 2.a Cuánta sea la utilidad de estos Ejercicios, y en qué grado deba
ser estimada, en primer lugar por los testimonios de la Sede
Apostólica, en la aprobación de Paulo III, que precede al libro de los
Ejercicios. A su vez, en qué estima los tenía el P. Ignacio, según su
carta al P. Miona, y cuánto adelantó el propio P. Ignacio al principio de
su conversión con la ayuda de estos Ejercicios; que son además uno de
los medios de la Compañía para la salvación de las almas, D. 5
(29-31). Más aún, que de este sólo [medio] deriva a los demás una
fuerza peculiar y una como vida y espíritu, puede ser atestiguado por
los primeros Padres de la Compañía, y por casi todos aquellos de entre
los Nuestros, que recibieron el espíritu del Señor y el beneficio de la
vocación gracias a estos Ejercicios espirituales. Son asimismo testigos
los hombres de toda clase y estado, eclesiásticos, varones religiosos y
seglares que, ayudados por tales Ejercicios, lograron una insigne
reforma y cambio de vida. Véase: D. 20 (2), D. 19 (4), D. 18 (2-10),
D. 12 (4-6), D. 22-23 (Pr.).
45. 3.9 Cuál sea empero la razón peculiar de que experimenten tanto
provecho los hombres en los Ejercicios espirituales, véase el D. 20
(4-8), porque en esos Ejercicios el alma se dispone maravillosamente a
recibir con el divino auxilio grandes dones de Dios; porque se purifica
de los pecados y vicios mediante la confesión de toda su vida pasada;
porque es iluminada para conocer los beneficios de Cristo mediador y
excitada a imitar su ejemplo de vida, y a entablar aquel estado de vida
que se juzgue más agradable a Dios; porque además procura obtener
todo ello por medios muy convenientes y establecidos por Dios para
alcanzar este fin, a saber, la oración y la meditación, el debido uso de
los sacramentos, el castigo del cuerpo, y otras obras de piedad.
Finalmente, porque coopera con empeño con la divina providencia,
abandonado del todo lo que le podría distraer el ánimo, entregándose
solamente a la salvación de su alma. Añádase a ello la humildad y
resignación del que se ejercita, y asimismo la habilidad y providencia
del instructor. Véase en los Directorios: D. 19 (4), D. 18 (7), D. 19
(9-10), D. 12 (10-14).
46. 4.a Cómo deban los hombres ser invitados y atraídos a estos
Ejercicios, lo que tomó el P. Victoria dictando N. P. Ignacio, D. 4 (1-3).
Hay que evitar por lo general que vayan de mala gana, sino por propia
iniciativa, y por cierto con tal ánimo que puedan agradar más a Dios y
entregarse mejor a la salud de su alma. Pero deben ser atraídos poco a
poco a esta disposición de ánimo, en parte mediante familiares
coloquios, en parte por el sacramento de la confesión; y así podrá cada
D. 31 (41-43) 297
Entre otros por Pedroche, cfr. IPARRAGUIRRE, Historia de los Ejercicios, I, c.3
D. 31 (47-49) 299
18Ej.[100).
65. Advierte además acerca del examen general, que es cotidiano, y ha sido
compuesto solamente para el uso de los que ya emprendieron hace tiempo
la vía espiritual; pues estas especies de pecados, que se cometen de
pensamiento y palabra, de los que aquí difusamente se trata, suelen ser más
frecuentes en tales hombres; y bastará tomar ejemplo del solo modo de
jurar por las creaturas,23 lo cual ha de ser muy útil para las confesiones, que
se llevan a cabo cada mes o también cada ocho días.
66. Por el contrario, para preparar bien la confesión general de toda la vida
pasada, hay que buscar documentos en otra parte; pues los que se dan aquí 24
son poquísimos, si miras a este objeto; y no han sido tan bien compilados,
ni especialmente expuestos y explicados, como es menester a este objeto.
Por ejemplo, al tratar de los pecados que se cometen de pensamiento25 se
olvida casi lo contenido en los autores acerca de la delectación morosa;
cuando empero se trata de los pecados de obra, 26 notas que se dan sólo los
preceptos en general; así, pues, no fue la mente del autor abarcar en tan
breve tratado todo lo que es necesario para el conocimiento de los pecados
durante toda la vida humana, sino solamente advertir a los ánimos ya
piadosos acerca de los pecados corrientes de cada día.
67. Para confirmar esto servirá también de argumento lo que el autor
advierte tan solícita y diligentemente cuando enseña que al
fo. Por lo demás, hay una gran variedad, según las diversas ediciones.
23 Ej. [38,39],
24 Ej. [32-44].
25 Ej. [33-37],
26 Ej. [42].
33 Eclo 7,40
34 La regla 37 del Ministro decía así (texto en italiano): «Todos los que habrán
hecho los Ejercicios, estarán después en manos del enfermero durante ocho o diez
días». Mon. Hist.S.J., Reg., pág.174. Por lo demás, en el mismo texto de los Ejer-
cicios, repite S. Ignacio tres veces que en la práctica de las penitencias, no «se siga
enfermedad notable», Ej. [83, 84, 86].
35 Ej. [44].
(por así decir) de la confesión no le impidan nunca tener el ánimo
sereno y tranquilo; ni por el contrario, examine tan negligentemente su
vida, que en lo sucesivo, nunca disfrute de tranquila paz de ánimo,
como quien nunca estuviera satisfecho de sí mismo en negocio de tan
suma importancia; por lo tanto debe ser instruido el que se ejercita
acerca de con cuánta diligencia se comporte en esto, a fin de estar
después convencido de haber empleado en este negocio toda la
diligencia necesaria, única cosa de la cual depende la verdadera paz
del ánimo y la tranquilidad de conciencia. Conviene indicar algún
camino y método de analizar y examinar todos los actos, para que no
sea confundido el ánimo, oprimido por la multitud, ya que el número
de los pecados suele producir gran quehacer; debe, pues, ser ayudado
para poderlos conocer con algún método seguro.
80. El instructor podrá documentarse en esto en el Directorio del P.
Polanco,36 o en otros autores.
81. Nuestro Padre Ignacio hizo notar entre otras cosas 37 que es mejor, si
ello es posible, que otro reciba la confesión general y no el propio
instructor.
82. Debe ser preparado para la comunión, para que se acerque a ella
con reverencia, temor, fe y gusto, y dispuesto a la misma mediante
alguna piadosa meditación38.
De la 2." semana.
no en el original.
39 «Ego sum via, veritas et vita» et «nemo venit ad Patrem nisi per me» (Jn
84. Por esta causa, esta segunda semana corresponde a la vía ilumi-
nativa, porque Cristo es sol de justicia, «que ilumina a todo hombre
que viene a este mundo»40. Y a eso vino: a dar luz a los que están
sentados en las tinieblas y sombras de la muerte, 41 y la palabra de Dios
y ley, cuya práctica está en Cristo, es luz y lumbre, según aquello:
«Los mandatos del Señor son limpios, iluminan los ojos»42. Y para que
no haya cosa que nos ciegue y haga cerrar los ojos, se han de haber
quitado las demasías de nuestras aficiones, para que no nos impidan de
conocer lo mejor ni nos entibien o detengan de seguirlo e imitarlo.
85. La disposición que pide nuestro Padre en los que han de hacer los
Ejercicios de esta semana exactamente es,"que muestren mucho fervor
y deseo de pasar adelante para determinar del estado de su vida; y si en
esto los viésemos algo tibios, aunque quieran pasar adelante, no se les
debe permitir; y es mejor dilatarlo por un mes o dos, porque este
negocio, si se emprende sin fervor de espíritu, no se puede salir con él
y tendrá sucesos ruines y engañosos. Pide mucho caudal y grande
ánimo, el cual viene del aumento de la devoción. Es verdad que si
viésemos algunos, que no hay que esperar más de ellos, porque tienen
hecha elección inmutable, o por otra razón, se les puede ayudar con
meditaciones algunas de 2.8 y 3.a semanas, encaminándoles a agradar
más al señor en lo que tienen entre manos. A los demás mejor es
dejarlos con hambre, y que sepan que aún les queda algo por hacer,
que ponerlos en cosa, para la cual aún no tienen disposición. Y
acontece que con la experiencia que ven en ese tiempo que se les da de
dilación, descubren más su necesidad y vienen con más sazón a tratar
de este negocio.
86. Sirven para esta semana las reglas de discreción de espíritus que
están al fin, cuando se ha de tratar de elección. Lo que se debe mudar
en las adiciones se enseña al fin del quinto Ejercicio,43 y al fin del
primero se advierte que podemos ayudarnos de algún libro pío, como
de vidas de santos, del «De la imitación de Cristo»** del Evangelio,
advirtiendo de no pasar adelante del Ejercicio que voy meditando.
99. De la elección.
100. No hay cosa más difícil en todos los Ejercicios que saber bien
gobernar este negocio de elección, ni donde sea menester más destreza
y más discreción espiritual, por ser este tiempo sujeto a diversas
mociones del ánimo, y a veces a engaños, que el hombre echa mano de
lo malo con especie de bien. Es tiempo de parto, donde hay tristezas
involuntarias que suelen ahogar; y si no hay luz del cielo y prudencia
de arriba, corre peligro, si no se hace oficio de buena partera, que no
venga a luz todo lo que se ha trabajado, que se malogre todo con ruin
suceso.
101. Nuestro Padre se persuadió ser esta cosa de tanto momento, que no
sólo en los Ejercicios declaró a la larga lo que en esto se puede decir,
mas en su Directorio56 trató gravemente de esto y de lo demás se
contentó con dejar anotado un poco; todo es advertirnos qué
preparación ha de tener quien hubiere de elegir: que sea con madureza
y sazón; cómo se ha de haber quien elige; cuan apartado ha de estar de
todo afecto malo, como lo significan aquellas palabras del Directorio
de nuestro Padre: «Entrando en los tiempos de elección, especialmente
se encierre, sin querer ver ni sentir cosa que no sea de arriba», 57 lo cual
52 «Osculetur me ósculo oris tui» (Cant 1,1) et «quod audivimus, quod vidimus
102. Pues para tratar de esta materia de tanto momento por orden, se
dirá: lo primero, quién ha de ser admitido a la elección; lo 2 o, cómo se
habrá en ella; lo 3.°, de qué cosas ha de ser la elección; lo 4 o, cómo se
habrá el que la da; 5.B, qué tiempo hay de ella; y lo último, de lo
particular de esta materia y orden y otros avisos.
103. Claro está que no son todos para elección de estado, pues los que
tiene ya estado determinado, como el casado y religioso, no pueden
tratar de esto, mas deben ser ayudados para que en el estado, que ya no
pueden ni deben mudar, busquen lo más perfecto y agraden más a
nuestro Señor.
104. Y a los que no tienen aún estado determinado, no se deben de dar a
todos indiferentemente, como se ve en la 7 a parte, capítulo 4.a, letra
F58. Deben de ser éstos, persona^ de quien se espere mucho servicio de
nuestro Señor y que no han de deshonrar el camino de la virtud; y así
los que tienen pasiones indómitas, o hábitos malos, como los
inconstantes y de natural muelle y afeminado; de que no se espera
tanta enmienda, de ordinario no deben ser admitidos, pues aun las
Constituciones Apostólicas a semejantes enseñan no se les dé el
bautismo sin una larga y grande probación: «Pues no es fácil el cambio
de la vida humana»,59 y así lo enseña la experiencia cotidiana; y de
aquí que S. Gregorio no admitía a profesión de religión a la gente
militar, si no precediesen primero tres años de probación 60. Verdad es
que podía haber tales prendas de una tan particular vocación, que
supliese todo lo dicho.
105. Y sea regla general, que ninguno se admita a la elección, sin que él
la pida y desee, y que se persuada le conviene tratar de este negocio;
de manera que la elección no se ha de dar a quien no la quisiere;
porque, aun habiendo voluntad, se ven tantas dificultades, cuánto más
si ella falta; y por codicia de alcanzar lo menor, perdemos lo mayor y
lo que estaba ya ganado.
106. También se debe advertir que el que viene a elegir no traiga otro
cuidado ni negocio que le divierta; que la voz del Señor es delicada y
para oiría pide toda atención.
107. Hase de procurar (como nuestro Padre dice) 61 que venga el tal en el
3.9 grado de humildad, o por lo menos en el segundo, para lo cual
sirven los Ejercicios de las banderas y de los binarios; y quien no ha
llegado a este segundo grado de humildad, no está para elegir, y es
57 D. 1 (6).
58 Const. (649). Aquí, D. 5 (31).
59 «Non enim est facilis vitae humanae mutatio». Const. Apost. I. 8, c. 22 (PG
1,1132)
60 S. GREGORIO MAGNO, Epistulae, lifa. 8, ep. 5.a (PL 77, 910).
61 D. 1 (17).
mejor que espere y se madure con otros medios y meditaciones. Véase
la 16.a anotación de las primeras.
62 D. 1 (9).
63
D. 1 (17-23).
64 Le 14,28-30.
D.31 (112-115) 313
cere ad vitam conventualium est actus ex suo genere malus, quoniam inducitur quis
ad vitam reprehensibilem». Angelici Doctoris S. Tom. Aquin. Summa Theol., cum
Commentariis Thomae de Vio Card. Cajetani. Roma (1773) t. 6, pág. 832.
68 Cfr. 2.a 2.ae,q. 188, a. 6.
76 «Si Spiritus Sanctus promittit illi tantum pecuniae spirítualis, quantum neces-
126. La diferencia que hay entre estas dos maneras que hemos pro-
puesto, es que en la primera entramos como indiferentes a ver a qué
nos inclinan las mociones diferentes del alma; en esta 2. a, entramos
como determinados, mirando qué cosa se recibe de nuestro Señor con
mejor rostro y con señales de más contento.
127. Los indicios que puede haber para satisfacción nuestra, los tenemos
en las mismas reglas postreras de nuestro Padre; y S. Buenaventura
trata a la larga de ellos en el lugar citado, y Gersón en el libro «De
probatione spirituum»78.
128. Debe examinarse el dejo de estas mociones del alma, a qué dejan
inclinados nuestros corazones; que por ahí se conocen cuáles sean sus
principios. También si perseveran siempre en mover a bien; porque el
demonio, aunque al principio haga el disimulado, no le puede durar
mucho tiempo, que no descubra sus intenciones. Y de este examen
decirse ha un poco de él más abajo.
129. Cuando por esta vía queda el alma con paz entera y satisfacción,
sucede el 3.er modo de elección, el cual, aunque no es tan excelente
como el pasado, por no ser de principio tan alto, mas es más seguro de
ordinario, y suele conservar y asentar el 2.a modo dicho, y aun ser
confirmado de él, como veremos.
130. Pídese para este 3.er modo, tranquilidad del ánima; que en tiempo de
turbación no hay que elegir. Está escrito: «No te impacientes al tiempo
del infortunio»79. Y si no hubiese esta tranquilidad, mejor será pasar
adelante en las meditaciones, hasta que venga el tiempo sereno y se
amanse la tempestad. En el agua turbia no se acierta a ver cosa
distintamente. Presupónese que ha de estar el alma purgada de pecados
para hallar y entender la voluntad de Dios; no se le diga lo del profeta
Isaías: «Quieren saber mis caminos, como si fueran un pueblo que ama
la justicia»80.
131. Pues, habiendo tranquilidad, se deben de proponer los convenientes
e inconvenientes de una parte y otra, entre lo que se delibera, y es bien
escribirlos para ponderarlos más. Y es de advertir que todas las
razones o convenientes, que se representan y mueven a la elección,
deben de salir de aquel principio que dijimos del amor de Dios.
132. Con esto se prosiga con aquellos cuatro modos que están en los
Ejercicios, invocando primero la gracia del Señor, poniéndome en sus
manos con deseo de topar con su santa voluntad. Cuanto la cosa fuere
de más momento, tanto se ha de caminar con más madurez.
133. Restan de notar algunas cosas acerca de estas dos maneras de
elección para que quede la materia más declarada. Y cuanto al 2.a
D.31 (134-137) 317
las muchas reglas que nuestro Padre dejó escritas para este efecto.
144. Lo 2.a, claro está que en la Iglesia de Dios hay diversos grados y
diversas vocaciones; no todos ojos, ni manos en el cuerpo; no todos
profetas. A la grandeza de la casa de Dios pertenece que haya muchos
oficiales diferentes y con esta variedad está hermoseada; y hacer este
repartimiento y división pertenece al espíritu de Dios: «El mismo
espíritu, el mismo señor»,91 y dice: «puso, dio», etc.92 Y de David dice
el mismo Apóstol en los Actos,93 que, después que hubo acabado
aquello en lo cual Dios le quiso emplear, murió; dando a entender que
a cada uno da Dios su empresa en que se emplee. De aquí se ve cuan
gran cosa es no impedir el hombre que haga Dios de él aquello de que
Él más se sirve; porque aunque a nadie falta Dios en lo necesario
para-salvarse, mas otros buenos bocados, ayudas de costa y favores
particulares, da Dios a gente que le granjea su voluntad tomando
estado a su gusto.
145. Lo 3.a, puédese también ver esto en la pena que merece quien
resiste a la voluntad de Dios. «Pues os llamé y no escuchasteis», etc.
«También yo me reiré de vuestra ruina» 94. Y los males que dijo Cristo
nuestro Señor que habían de venir a Jerusalén, «por no haber conocido
el tiempo de su visitación»95. No es posible que estas almas tengan paz
huyendo de Dios, como está escrito: «¿Quién resiste a Dios y tiene
paz?»96. Siempre que entraren en lo interior del corazón les darán
garrote; y ¡ay de ellos cuando pierden estos remordimientos! que es
señal de dureza de corazón y de sentido reprobo.
146. 4.a, ¿Qué cosa tan propia a la criatura y al vasallaje que se debe, que
tomar estado por la mano de su señor y padre, como hace el buen hijo?
Al fin solemos decir: éste no era para este estado, en otro no tuviera
tantas dificultades para salvarse; y nuestro Padre dice 97 en la 2.a parte,
c. 1, párr. 1: «Conviene despedir a los que en el correr del tiempo se
hallare que ésta no es su vocación». Que, aunque no es consecuencia
cierta: faltó, luego no tuvo vocación de Dios; pues faltó Judas elegido
por mano de Cristo; mas quiere decir nuestro Padre que el tiempo
descubre que éste no entró por la puerta, sino por alguna impresión y
humano motivo y que entró sin hacer ensayo en sus fuerzas y así cayó
91«ídem spiritus, ídem Dominus» (1 Cor 12,28).
92«Posuit,dedil» (Ef4,11).
93 Hch 13,36.
94 «Vocavi et renuistis etc. Ego quoque in interitu vestro ridebo» (Prov 1,24.26).
con ello.
147. Las demás cosas que se deben de elegir, que son, qué religión
tomará y cuándo, se deben de tratar por la misma orden y por el mismo
examen. Acerca del cuándo, suele haber particular dificultad, porque
el hombre anda redimiendo el tiempo por huir este trago amargo y
busca razones para dar largas a Dios, y Dios no quiere eso de los
suyos: «Pues la gracia del Espíritu Santo desconoce los lentos
retrasos»98. Vemos la prontitud de los Patriarcas: «Heme aquí, estoy
dispuesto»99. De nuestra Señora dice el Evangelio: «Con prisa»;100 de
los apóstoles: «apresurándose»101.
148. Lo que S. Agustín dice de sí, en el 8.B libro de las Confesiones,102
que él anduvo también con esta demanda muchos días, aquella razón
es concluyente: «Si en algún tiempo, ¿por qué no ahora?, y si no
ahora, quizá nunca». Ahora que tengo la moción de Dios fresca y el
aliento suyo y el empellón que me dan, es tiempo de saltar este
barranco; que si después me resfrío y me entumezco, quedarme he
braceando con mi denuedo sin haber quien me dé el empujón que es
menester para este salto. Hay dos epístolas de S. Bernardo para los que
dilatan la ejecución de sus propósitos y vocación103.
149. Hase de notar en todos trances que no ahoguemos al que hace la
elección; no darle siempre garrote; es menester que respire alguna vez
y no esté siempre tan acongojado, «que se vea consumido por excesiva
tristeza»;104 porque una vez el corazón caído, es dificultoso de
alentarle.
150. Resta decir de lo postrero; cuanto al modo de proponer de estas
elecciones, se guarde el orden de los Ejercicios. Débese de procurar
desde el principio de la segunda semana incitarle a lo que es más
perfecto en la imitación de la vida de Cristo nuestro Señor y que esté
inflamado el ánimo en ser agradecido a quien tanto hizo por nosotros.
151. Comiénzase la elección el cuarto o quinto día en el Ejercicio del
templo, donde comenzó nuestro Señor a dar ejemplo de obediencía: «y
les estaba sujeto»l05.Danse junto con la elección algunos puntos de la
vida de Cristo nuestro Señor, los que más a propósito fueren según la
disposición del que elige. El número de los días y Ejercicios será
98 «Nescit tarda molimina Sancti Spiritus grafía», S. Ambrosio, in Le, lib. 2 (PL
15,1640).
99 «Adsum, praesto sum» (Gn 22,1; 31,11; 46,2).
100 «Cum festinatione» (Le 1,39).
101 «Festinantes» (Le 2,16). Aunque allí se dice de los pastores, no de los apóstoles.
102 pL 32,762.
1°3 Epist. 105, 107, 412 (PL 182, 240, 242, 620).
to4 «ut absorbeatur, qui eiusmodi est, tristitia» (2 Cor 2,7).
D.31 (134-137) 321
De la 3.s semana.
159. Por lo cual se debe procurar que el que hace Ejercicios sea muy
instruido en saber tratar con fruto estos misterios, los cuales deberían
ser mantenimiento ordinario del alma por toda la vida.
160. El orden del discurso de estas meditaciones es como en la pasada,
mirando las personas, dichos y hechos; y para algunos no tan
ejercitados es bien abrirles más el camino en esta materia por aquellos
puntos que en ella comúnmente se suelen enseñar, que es ver quién
padece, y qué, y de quién, y por quién.
161. En la composición de lugar, el que medita se debe hacer como
presente al misterio, y como si aquello fuese por él sólo a la forma que
el apóstol decía, hablando de Cristo nuestro Señor: «el cual me amó y
se entregó por mí»107 y conforme a aquello que refiere Dionisio
Areopagita al fin de la epístola 8, en el remate de la visión de Carpo,
discípulo del apóstol: «Estoy dispuesto a morir otra vez por éstos» 108
en que se descubre la infinita caridad del Señor.
162. Ha de entrar el alma en consideración, mirándose a sí como causa
de tanto dolor, ignominia y tormento; y que todo el bien que tiene y el
haber sido prevenida y librada del mal, es por aquellos merecimientos.
«Y porque oraba con lágrimas y gran clamor, fue escuchado por razón
de su reverencia»109. Allí tenía el Señor presentes nuestros pecados e
ingratitud.
163. Aunque el afecto de la compasión es de mucha estima, y se debe
pedir, desear y buscar, y cuando se nos diere, recibirlo con nacimiento
de gracias; mas juntamente conviene buscar otros afectos, que son de
mucho momento en la vida espiritual, como se colige del 3. er punto de
la primera meditación.110.
164. Lo 1se debe de buscar estima y peso de lo que es la ofensa de Dios
y lo que es hacer un pecador amistad con Dios. Pues para efectuar esta
reconciliación, la sabiduría de Dios dio por bien empleado tal medio,
como se nos pone en la pasión.
165. Lo 2.B, vese aquí lo que Dios aborrece y castiga el pecado; pues
pecados ajenos, puestos sobre las espaldas de Cristo, cordero de Dios
sin mancilla, hacen tal sentimiento e impresión ¿qué harán sobre
espaldas propias y de los que somos hijos de padres traidores y
traemos la sentencia arrastrando? «Si en el leño verde, ¿qué se hará en
el seco?»111.
De la 4."semana.
D. 31(177) 295
121 «Conresuscitavit et consedere nos fecit» (Ef 2,6).
122 «si consurrexistis cum Christo, quae sursum sunt sapite» (Col 3,1) «et nos-tra
conversarlo in caelis est, unde fit ut terrena non sapiamus» (Flp 3,20.19).
123 Const. (649). La cita está en latín. Aquí: D.5(31).
124 «orabo spiritu, orabo et mente» (1 Cor 14,15).
125 «formam habe sanorum verborum» (2 Tim 1,13).
(original en castellano)
CAPÍTULO 1 .B De los que dan los Ejercicios y de los que los pueden
hacer.
Por los Ejercicios espirituales de la Compañía entendemos aquellas
meditaciones espirituales que compuso nuestro Padre maestro Ignacio
de Loyola, primer fundador de ella, los cuales
D. 32 (2-4) 328
12. CAPÍTULO 2.9 Lo 1.a que se ha de hacer con los que quieren hacer
los Ejercicios.
D. 32 (37-65) 303
de meditaciones intercalados en este lugar: dos sobre el pecado, uno sobre la muerte y
otro sobre el juicio.
65. Para mayor inteligencia de los dichos Ejercicios, sepas que la
materia que en todos ellos se medita es que el pecado es gravísimo
mal. Esta conclusión se prueba en el primer Ejercicio por tres puntos,
que son tres medios o tres efectos o males que ha causado y causa: el
uno en los ángeles, que por un pecado se perdieron y quedaron
deputados en el infierno; el 2.A, en todo el género humano que por el
pecado de nuestros primeros padres Adán y Eva, quedó enemigo de
Dios y sujeto a mil miserias y males; el 3.a, en aquellos particulares
que por un solo pecado están condenados9 en el infierno eternalmente.
9
Cordeses dice «damnados».
10
Con mucha frecuencia usa Cordeses esos tres términos juntos. Véanse, por
ejemplo, los números: 71, 72, 112, 113,149.
336 DIRECTORIO DEL P. CORDESES
sentimiento no está en nuestra mano tenerlo, antes a las veces cuando
lo deseamos y procuramos, nos es negado, y somos dejados en mucha
sequedad; y otras veces cuando no pensamos en él ni lo procuramos,
nos lo da Dios con mucha afluencia, y a las veces dura mucho y otras
dura poco. Es, pues, infuso de la mano de Dios. El modo de haberlo es
pedirlo a Dios con mucha humildad; para esto es el 2.fi preámbulo.
72. La 2.* manera para alcanzar los dichos fines, es por nuestra
industria y trabajo;11 y es que cuando Dios no quiere darnos el dicho
sentimiento, procuramos nosotros de considerar, ponderar, estimar y
juzgar la gravedad del pecado por sus puntos, a fin de mover nuestra
voluntad a contrición.
73. Esta obra no va acompañada de admiración, suavidad y conso-
lación, ni es de tanto fruto como la 1.9, pero todavía es de mucho
provecho; y así debemos perseverar en ella, porque el provecho de ella
es como el crecer del niño de leche, al cual da la madre cada día sus
pechos, y trabaja con él y ningún día ye que crece, pero al cabo del año
se lo halla crecido, de lo cual se huelga.
74. Con todo que esta obra sale de nuestras fuerzas e industria, no
entiendas que las fuerzas han de ser corporales; y que el meditar ha de
ser con fuerzas de cabeza, o de sienes, o del pecho, como quien estruja
una naranja, pero han de ser del entendimiento, de atención y discurso,
que requieren el cuerpo quieto y sosegado... «Nuestra alma (según dice
el filósofo) en la quietud y el reposo alcanza la sabiduría» 12.
75. No piense nadie que con siete u ocho días de contrición ya queda
purificada y santificada su ánima, desechadas de ella todas las
reliquias del pecado; que aunque a algunos ha acontecido eso por la
grandeza de su contrición o del amor que tuvieron a Dios, como a la
Magdalena, pero a pocos acontece eso. Y de aquí es que muchos
continuaron por mucho tiempo la penitencia, como Santa María
Egipcíaca por 47 años, San Jerónimo por 4 años, San Hilarión y otros
muchos por mucho tiempo.
76. Y por tanto, debe el que quiere ir a la perfección, volver después de
hechos todos los Ejercicios a los ejercicios de esta 1. a semana, e insistir
en la contrición del corazón y obras penitenciales exteriores; de esta
manera, cuando Dios le influye mucho sentimiento de sus pecados y lo
compunge, persevere en la penitencia mientras dura el tal influjo,
aunque sea por muchos años. Porque hacer Dios en él tan profundo
cimiento de penitencia, es señal que quiere levantar en él el edificio de
tirá Cordeses esta misma idea y no se olvidará de mencionar «el favor divino», cfr.
n.»H3.
12 «Anima nostra sedendo et quiescendo fit sapiens». La sentencia en cuestión
77. El remate de esta tal penitencia suele ser una gran paz y serenidad
de su conciencia y una extraordinaria confianza del perdón de sus
pecados. Estos tales, cuando Dios les muda el espíritu y sentimiento en
otra cosa, seguramente pueden seguir el llamamiento de Dios.
78. Si empero Dios no le influye el tal sentimiento, pero dáselo algunas
veces por medio de estos Ejercicios o de otros, y otras se lo niega,
debe según parecer de S. Buenaventura, insistir en la penitencia por dos
o tres meses, antes de pasar a la vida iluminativa, que es por los
Ejercicios de la 2.a y 3.a semanas.
79. San Agustín aconseja que todos los días de la vida el siervo de Dios
haga alguna penitencia de su pecados, y así la hacía él; de manera que
en la enfermedad de que murió se hizo poner fijados en la pared
delante de sí los siete salmos penitenciales para rezar y meditaren
ellos13.
¡llud:
D. 32 (85-88) 339
91. Como la 1.a semana nos enseña y ejercita en la vía purgativa, que es
tener por fin purgar y purificarnos de la horrura de nuestros pecados,
así la 2.a y 3.a semanas nos enseñan y ejercitan en la vía iluminativa.
92. Ponernos los Ejercicios de la segunda semana en la vida iluminati-
va, es tener por fin alumbrar nuestro entendimiento con la lumbre de la
estima y juicio de las cosas de la fe, esto es, de cada una en lo que es
razón; e inflamar nuestra voluntad poniéndola en el afecto de las
mismas cosas de la fe que a cada una se debe, esto es, en amar las
buenas y aborrecer las malas, cada una en el grado que se le debe.
93. El conocimiento y afecto de las cosas de la fe que en estas 2. a y 3.a
semanas se pretende, no es de todas ellas por un igual; pero 1. a y por sí
es de Dios criador, salvador y glorificador nuestro, a fin de le amar,
glorificar y servir; y secundariamente19 es de los medios con que
vamos a Dios, cuales son Jesucristo, Dios y hombre verdadero, las
virtudes y dones del Espíritu Santo, los sacramentos, las Escrituras,
etc.
94. El conocimiento de Dios experimental que en esta 2.a semana se
pretende, es de tres cosas: la 1.a son sus atributos; esto es, la potencia,
sapiencia, bondad, justicia, misericordia, caridad, etc.
95. La 2.a son las propiedades personales; como es: que es trino y uno,
que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; que envía o es enviado.
96. La 3.a es el modo con que se comunica a sus criaturas, como es que
es la 1 .a causa de todas las cosas; que crió todo este mundo; que lo
gobierna y conserva; que predestinó los escogidos; que es salvador;
que es glorificador; que por las Escrituras y por la Iglesia nos revela
sus cosas y nos promete sus bienes y nos amenaza con castigos y nos
encamina por el bien.
20 «Ipse enim aperuit librum clausum sigillis septem» (Apo 5,1; 8,1).
21 En los números 71-72.
22 El texto dice: «acquisito».
342 DIRECTORIO DEL P. CORDESES
124. 5.° día. El 5.8 día, después de haber meditado la partida de Cristo de
Nazaret al río Jordán y el Bautismo, propóngale los tres modos de
humildad, para que medite sobre ellos por dos o tres veces; y al fin de
ellos haga los coloquios de las dos banderas, y procure siempre de
venir a la perfecta indiferencia.
125. 6.s día. 1. El 6.a día, además25 de los Ejercicios, declárele el preludio
para hacer buena elección26 que es que el hombre ha sido criado para
conocer, amar y servir a Dios y con esto salvar su ánima.
2. Y que por tanto sólo ha de elegir lo que le ha de ayudar para el
dicho fin. Porque el medio se ha de proporcionar al fin, y no el fin al
medio.
126. 3. Y de aquí se ve cuánto yerra el que primero se casa o toma
beneficio, y después se determina de servir a Dios en este estado;
porque del medio hace fin y del fin medio, y no quiere ir derecho a
Dios, sino que Dios venga a él; habiéndolo de hacer al contrario, que
es primero proponer de servir a Dios y después elegir matrimonio o
beneficio u otra cosa que entendiere que le ha de ayudar para servir a
Dios.
127. Guárdese el que da los Ejercicios de inclinarlo más a una parte que
a otra, porque no es su oficio ése, sino aparejar la criatura poniéndola
en indiferencia para que sea enseñada del Criador o por inspiración y
moción del afecto, o por discurso del entendimiento; y deje a Dios
todo el negocio de la vocación, el cual sólo lo puede conservar y
perfeccionar en ella.
128. Si viere que el ejercitante no se ha puesto en la indiferencia que
conviene, ni hace lo que es en sí para ponerse en ella, no hay por qué ir
adelante en las elecciones; porque no hará el tal de esta manera buena
elección; y así pase adelante en los ejercicios de la 2.a semana, y si
tanto durase, en los de la 3.a semana, entre tanto que la alcanza de
Nuestro Señor.
129. Habiéndose puesto indiferente andando adelante en los Ejercicios,
declárele el primer tiempo de las elecciones, pero de pasada27. Y luego
el 2.9 explícitamente, y póngalo en que busque la voluntad de Dios,
por experiencia de consolaciones y desolaciones; pero declárele bien
qué es consolación. Todo esto de palabra y no por escrito.
130. El modo de elegir en 2.9 tiempo es éste: que siendo la elección del
estado de la vida, puesto delante de Dios en oración, se proponga
delante de sus ojos la vía de los consejos de Cristo, sin discernir con
razones a una parte ni otra, y espere para ver si sentirá en sí algunos
movimientos de consolación o desolación acerca de ella. Porque suele
Dios a los tales algunas veces ilustrar y dar sentimiento, que ese estado
es el que les conviene y no otro, e inflamarles la voluntad a él, o
consolarlos en la imaginación que toman ese estado; o por el contrario
desconsolar y turbarlos. Después haga otro tanto acerca del estado
común de los mandamientos de Dios.
131 . Y no es necesario para esto particular Ejercicio, porque lo puede
hacer en el tiempo de sus Ejercicios o de otra cualquier oración; y aun
fuera de los Ejercicios si sintiese algunos movimientos, examínelo el
que da los Ejercicios por las reglas de discernir los varios espíritus
propias de la 2.8 semana; y que haga, que otras veces haga lo mismo,
para ver si perseveráh los mismos movimientos, o vendrán otros; y si
ven que son de buen espíritu y perseveran y elige la vía de la
perfección, tiene por dónde aprobarle la elección. Y de ahí puede pasar
de la misma manera a la 2.', como es si seguirá los consejos en religión
o fuera de ella; y de ésa a la 3.a, si en vida contemplativa o mixta, etc.
132. Si el ejercitante concluyese bien el negocio de las elecciones por el
2.a tiempo, puede concluir y no pasar a las elecciones del tercer
tiempo, porque va enderezado por mejor luz que la de la razón
humana.
133. Y si eligiese la vida común de los mandamientos, declárele que
para determinarse en ésa son menester mayores señales de la voluntad
de Dios que para la de los consejos, y haber dicho El mismo que
difícilmente se salvarán los ricos,28 y porque la vida de los consejos es
en sí sin duda, más perfecta y más segura.
134. Si de la dicha manera no se hizo la elección, porque o no sintió en
sí moción notable, o si la sintió, está en duda de si es de Dios, páselo
al 3.er tiempo; porque los modos del tal tiempo disponen para la
ilustración divina; y aun digo que aunque la tuviese hecha por el 2. a
tiempo, si quiere, puede examinarla por el 3. er tiempo para mayor
certidumbre.
135. En el 3.er tiempo el primer principio es que el hombre proponga
delante de sí el último fin, porque de ahí ha de inquirir y determinar,
cuál medio es más conveniente para alcanzar el fin, si el estado común
o la vía de la perfección. Y declárele así el 1." como el 2. a de este
tiempo; porque concluida la elección por el 1 er modo, en el cual se
hay que dar por escrito la 3.9 que expone las adiciones que se deben variar en 3.a semana.
155. El 3.ER modo de orar es más fácil, y éste es más para los simples que
los otros dos.
156. El l.er modo de orar es modo de examinar la conciencia sobre los
mandamientos de Dios y de la Iglesia y pecados mortales y obras de
misericordia, etc., para después confesarse de sus pecados. Y no
entiendas que dentro de una hora has de fenecer siempre todo este
examen. Porque acabada la hora puedes dejarlo en donde te hallares,
añadiendo el coloquio al fin, y en la siguiente oración proseguir el
examen de donde le dejaste. "
157. Si alguno está tan ejercitado y tan apto para meditar que pueda
ahondar más en esta oración, después de la adición y oración pre-
paratoria podría considerar sobre cada mandamiento: 1 .fl cuan santo y
bueno sea; 2.A cuan útil a los que lo guardan; 3.A cómo lo ha guardado
él; y así de precepto en precepto, y acabar con el coloquio, en donde
pida a Dios perdón de las faltas, etc.
158. Estas reglas están acomodadas para sentir con la Iglesia católica
romana contra los herejes de este tiempo, y son más necesarias
para aquellos que viven entre herejes y conversan con ellos, que
para los que solamente conversan con católicos.
Fin. Todo sea sometido al juicio de la Iglesia católica romana.
32 «luxta illud: Deus chantas est, et qu¡ manet in chántate in Deo manet et Deus ¡neo»
(1 Jn 4,16).
349
33,34,43
DIRECTORIO OFICIAL
(original en latín)
4Paulo III en el Breve Pastoralis officii de 31 julio 1548. Véase en MARÍN, Enchiridhn
Exercitiorum, pág.10-15. 51 Tes 4,3
D. 33, 34,43(1-4) 353
Esto hacen, pues, estos Ejercicios, y por cierto con gran eficacia, que
disponen al alma para recibir estos dones. Pues primero la apartan de
toda ocupación de cosas ajenas y de los negocios y la conducen como
a un desierto, para que Dios le hable al corazón y ella haga lo que se
dice en el salmo: «Desocupaos y ved que yo soy Dios»6. Luego,
puesto en seguida ante los ojos el último fin del hombre, o sea, la
eterna felicidad, le hacen ver cuan desviada caminaba hasta entonces,
con lo que le engendran dolor y odio de los pecados; luego descubren
la hermosura de las virtudes y con el ejemplo de Cristo nuestro Señor
la encienden en ansias de imitarle. Por último, le dan el modo de
reformar toda la vida conforme a la norma y voluntad de Dios, sea que
tenga que cambiar de estado, sea que no, sino simplemente mejorarlo.
9. 9. Se recomienda su uso a los Nuestros. Siendo, pues, tan grandes
las ventajas, y tan grandes los frutos de estos Ejercicios, luego se echa
de ver cuan recomendado debe estar-su uso a todos los Nuestros; sobre
todo si añadimos lo que con humildad podemos y ciertamente
debemos reconocer, que todo esto, a saber, esta peculiar instrucción y
manera de meditar, y estos peculiares documentos tan útiles y tan
sólidos, son un don y encargo que Dios ha concedido a nuestra
Compañía. Por lo cual habiéndonoslo Dios dado, y dado para que nos
sirvamos de él, es indudable que esto mismo nos debe excitar a todos
para que lo empleemos con más avidez y no tengamos inútilmente
semejante tesoro escondido y medio enterrado.
10. 10. Necesidad de método para dar los Ejercicios. Pero cuanto es
útil7 esta práctica de los Ejercicios de que hablamos, tanto es también
necesario tener algún método en darlos; ya porque no todos pueden
tener la misma pericia y habilidad, ya porque no pudieron quedar
expresadas todas las cosas en este libro de los Ejercicios espirituales (y
por eso hay en él algunos pasajes un poco oscuros, en cuanto a la
práctica), ya finalmente también para que en todos los nuestros haya
uniformidad, y no vaya cada uno interpretando los Ejercicios según su
ingenio y parecer, de donde irían introduciéndose métodos nuevos y
poco a poco diversos.
11. 11. Directorio redactado por mandato de la Congregación general
7.a Por estas razones, pues, la primera Congregación General, entre
otras cosas que juzgó necesarias para ayudar a los prójimos y dirigir a
nuestros operarios, decretó (Tit. 6, Decr. 28) tambien que se hiciese un
Directorio para dar los Ejercicios y encomendó este cuidado al
6Sal 45,11.
7. D. 33 decía: «necesaria»
D. 33, 34,43(1-4) 354
Prepósito General.
si no le van bien los negocios o si los suyos no le tratan bien, o por otra
causa semejante. A veces también se ofrece buena oportunidad de los
mismos vicios o caídas de alguno; sobre todo cuando, ilustrado por
alguna luz divina los reconoce, se duele y desea la enmienda. Porque
entonces muchas veces es conveniente proponerle éste como remedio
de su enfermedad.
16. 4. Indicar los frutos de los Ejercicios. Pero cualquiera que sea la
ocasión que se tome, hay que indicar los grandes frutos que suelen
obtenerse de estos Ejercicios, la paz y el descanso del alma, la luz
interior y el conocimiento para el buen gobierno de toda la vida en
cualquier estado.
17. 5. Proponer los ejemplos de quienes los hicieron. También ayuda
proponer ejemplos de algunos que los hayan hecho con fruto, de modo
que después hayan quedado muy contentos, y con el mismo cambio de
costumbres hayan dado testimonio de cuánto hayan en ellos
aprovechado. Y para esto sirve también indicar las consolaciones
espirituales y gustos que tuvieron, para que no se asusten por el
trabajo. Pero al recordar estos ejemplos, se debería prescindir de los
que entraron en religión (o ciertamente omitir esta circunstancia) y
preferentemente se han de citar aquellos que, una vez mejorados,
permanecieron en el siglo, porque fácilmente puede suceder que aquel
a quien queremos exhortar, tema que le acontezca lo mismo y por eso
rehuya los Ejercicios.
18. 6. Necesarios para todos. Más aún habría que arrancar de los
hombres la idea de que los Ejercicios convienen solamente a los
religiosos o a los que quieren nacerse religiosos. Pues, necesitando
todos la gracia de Dios, no sólo los religiosos, sino también los
seglares," a causa de los peligros en que continuamente viven, también
ellos deben buscar aquellas ayudas con las cuales mejor se dispongan a
obtener esta gracia.
19. 7. Mente de nuestro Padre y a quiénes hay que dar los Ejercicios.
Sin embargo, hay que notar, si nos referimos a los Ejercicios íntegros y
completos, que la mente del P. Ignacio era que no se diesen a todos sin
distinción, sino sólo a selectos y tales que pareciesen capaces de
mayores empresas. Que ello sea así, claramente lo vemos por una
instrucción que dicen que se escribió dictando él y es como sigue: 12
«Me parece que no conviene exhortar a ninguno a hacer los Ejercicios,
si no tuviere estas condiciones o por lo menos las principales. Primero,
sea tal que se pueda esperar que será muy útil para la casa de Dios, si
11
D. 33 aseguraba: «y por cierto, tal vez más».
12
En D. 4 (1). Dos números antes, se han transcrito ya algunas ¡deas de dicho
documento, D. 4 (3).
D. 33, 34,43(1-4) 356
CAPÍTULO 2.b Cómo debe estar dispuesto el que acude a hacer los
Ejercicios.
preparasen antes de acudir al retiro, y una vez en él, pasasen toda una tarde en oraciones
y lecturas preparatorias.
D. 33, 34,43(1-4) 358
enviado del cielo, movido por la sola caridad de dirigirle...» y añadía al final: «no
interpretando nada sospechosamente o a mala parte y nada temiendo».
20 S. Ignacio designó siempre al director y al ejercitante con las locuciones: «el
que da» y «el que recibe» los Ejercicios, o parecidas. Poco a poco fueron tomando
carta de ciudadanía otras voces, entre las cuales para «el que recibe» era término
general el de «ejercitante». Con todo, el P. Quadrantini, en una de las observacio-
nes que hizo al Directorio provisional, notó que la palabra «exercitans», por ser par-
ticipio activo, designa «al que ejercita a otro» más bien que «al que se ejercita», D.
D. 33, 34,43(1-4) 359
35(56). Las observación pareció apropiada y asi en la redacción definitiva de 1599 se puso
un empeño especial en cambiar dicho término por una circunlocución apropiada. De todos
modos, al corrector se le escapó la palabra «ejercitante» bastantes veces, (ns 38, 40, 58, 64,
68, 110, 125, 132, 148, 159, 175, 210, 222, 224, 226, 233, 258). En nuestra traducción
conservamos siempre la forma original.
21 Al P. Quadrantini no le parece apropiada la Imitación de Cristo para la 1a se-
segunda semana2-1.
cer el hastío, «como aquí (en Ñapóles) y en Roma a veces se practica» D. 37 (4).
25 Para evitar que se extienda demasiado el ejercitante en esos apuntes quiere
35. 8. Con quiénes hay que dispensar. A los demás que son de salud
más débil o no pueden observar un régimen tan exacto, se les
podrá dispensar de la hora de media noche, pero de modo que que-
den las cinco horas26 o aun menos, si así el instructor juzgare que
conviene. Rara vez sucederá que convenga que las horas sean más
de cinco. Porque cuando estos Ejercicios mentales se prolongan en
demasía, suele el alma embotarse de modo que el entendimiento se
hace más obtuso y la voluntad menos eficaz.
26 D. 33, 34 decían «de modo que queden cuatro horas». El P. Quadrantini pro-
puso esta corrección, D. 35 (2), para salvar la libertad de los que quisiesen hacer las
cinco meditaciones durante el día. Pero no faltó quien observara por su parte que la
hora de meditación nocturna «no se practica nunca» y aun cuatro meditaciones dia-
rias es mucho trabajo», D. 37 (6).
27 Este párrafo pasó por tres redacciones diferentes, aunque el contenido es
28 A estas dos líneas queda reducido este precepto, al que tanta importancia daba S.
fundamentalmente el mismo.
Ignacio. Dificultades de orden práctico lo fueron minando. Por ello, uno de los críticos de
la edición provisional pedía se añadiese al final de este párrafo: «a no ser que se
contentase con nuestra comida» D. 41 (5).
D. 33, 34,43(1-4) 362
38. 3. Cómo debe ser el que sirve al ejercitante. En este lugar, además
del Instructor debe haber uno que le sirva y que le lleve lo necesario
para la comida. Conviene que éste sea fiel, discreto, callado y tal que
edifique con su modestia y ejemplo de humildad y devoción. No le ha
de hablar sino de lo que se refiere a la comida o habitación y servicio
suyo, y eso con poquísimas palabras, remitiéndose en todo siempre al
Instructor, a quien informará de cada cosa, y, sin su consulta, no le
llevará nada, aunque se lo niegue.
39. 4. Hará la cama, etc. Le hará la cama y le barrerá el cuarto en
tiempo oportuno, que ordinariamente será el de la Misa. Todo lo
demás que fuere menester, se lo traerá limpio y cual conviene, siempre
con muestras de gran caridad y diligencia; y entre otras cosas
acuérdese también de rogar por él cada día.
40. 5. Nombrar a veces a un conocido. Algunas veces fue provechoso
señalar para este servicio a uno que fuese conocido o familiar al
ejercitante, y esto contribuye no sólo a la consolación, sino al
provecho espiritual del mismo; porque algunos a veces se abren a estos
amigos con más confianza que al mismo Instructor, si antes nunca le
habían conocido. Pero todo esto ha de depender del juicio del que da
los Ejercicios, quien verá hasta qué punto debe éste llegar, qué hablará
y cómo. Pues debe servirse de él, como de instrumento suyo, conforme
a lo que entienda que conviene para mayor utilidad del ejercitante.
41. 6. Sobre la comida. En cuanto a la comida, se le ha de preguntar
qué quiere que le preparen y se le ha de traer lo que pida28.
42. 7. Si debe ser visitado y por quiénes. Fuera del que le sirve,
generalmente no debe recibir visitas de otros. Porque de los seglares,
no hay duda, a no ser que urgiese alguna necesidad. De los Nuestros,
podría ser enviado alguno, cuando el que hace los Ejercicios lo pidiese
al Instructor, o cuando el Instructor, aunque él no lo pidiese, así lo
juzgase para su consolación o provecho.
43. 8. Qué conversaciones hay que llevar. Pero cualquiera que sea el
que vaya, ha de evitar toda conversación que no sea útil y de cosas
espirituales, pero sin la menor indicación de quererlo empujar a éste o
a aquel estado de vida, y sobre todo a la Compañía. Porque fuera de
que la vocación tiene que ser libre y venir de Dios, los mismos que
están deliberando, si ven esto o lo sospechan, tanto más se suelen
retraer; y por el contrario, como la experiencia muchas veces lo
demuestra, tanto más se enardecen cuando no ven en los Nuestros tal
deseo.
D. 33, 34,43(1-4) 363
te que le visite una vez al día y no más veces, a no ser que ocurrie-
se alguna necesidad, como alguna vez sucede en la primera
Semana por la novedad, o en la segunda por la dificultad de la
elección31.
53. 2. Cuándo no visitarle. Y aun con algunas personas graves y bien
impuestas en el espíritu y devoción, podría ser alguna vez más útil que
algún día omitiese la visita. En cuanto al tiempo para la visita, él verá
cuál es más práctico y apto. Lo natural es que sea por la mañana, que
es cuando el alma se halla más dispuesta para recibir y penetrar las
ideas. Aunque al atardecer la necesidad suele ser mayor; porque
entonces a veces crecen más las tentaciones y desolaciones; porque el
alma está menos dispuesta para contemplar; y por eso muchas veces le
invade cierto aburrimiento y se halla más expuesto a las tentaciones32.
54. 3. Si hay que designar a alguien para recreación. Vea también el
Instructor si alguna vez por razones peculiares conviene que, en
seguida de la comida o de la cena, él mismo u otra persona, madura y
discreta, por él designada, se quede cjon el que está en Ejercicios en
honesta recreación.
día y aun más, si es necesario» y juzga que el mejor momento para ello es después
de las comidas. A esto se reduce todo el contenido de este capítulo. Los dos párra-
fos siguientes fueron introducidos en la edición provisional. D. 34 determina que se
le visite «una vez al día y no más, a no ser que ocurriese alguna necesidad, como
alguna vez sucede en 1.a semana por la novedad». Esta prescripción fue muy ata-
cada. Varios advirtieron que una visita diaria era poco: D. 37 (7), D. 38 (3), D. 41 (9,
11). La Comisión encargada de revisar el Directorio provisional juzgaba que: «To-
dos, sobre todo los inexpertos, deben ser visitados dos veces y esto es lo que hacía
el P. Ignacio en la 1.a semana y hasta más veces en las elecciones». A pesar de
todo, D. 43 solamente añadió que la necesidad de una más frecuente visita podía
presentarse en tiempo de elección.
32 Según D. 37 (8), D. 38 (4) no es por la mañana el tiempo más apropiado
toda la vida; porque, como está escrito:33 «No los que oyen la ley, sino
los que la cumplen serán justificados». Y también entonces se le ha de
aconsejar que ponga brevemente por escrito las consolaciones más
notables, las luces y los deseos y firmes resoluciones de hacer algo;34
porque le serán de mucho provecho en otro tiempo, en el que carecerá
de ellas.
(13), la experiencia dice que los no jesuítas no llegan a saber dar Ejercicios. El P.
Teobolski había preguntado, D. 36 (8), si se le podía permitir al ejercitante el que
copiase los Ejercicios.
40 Falta todo este párrafo en D. 33.
D. 33, 34, 43 (62-65) 371
Cuando dio los Ejercicios en 1538 al Dr. Ortiz. Esta frase falta en D. 33.
D. 33, 34, 43 (62-65) 372
83. 16. De las mujeres. A este capítulo pertenecen también las mu-
jeres, pues algunas piden a veces los Ejercicios, y por eso se ha de
seguir con ellas el mismo plan que con los rudos, a no ser que
alguna fuese de tan buen juicio y tan capaz para las cosas espiri-
tuales y tuviese en casa tanta holgura, que pudiera hacer con exac-
titud todo o la mayor parte de ellos; porque en este caso nada
impediría que también éstos se hiciesen. Pero se habrá de observar,
como es de prudencia, que ellas vengan a nuestra iglesia a recibir
las meditaciones y se proceda con tal cautela que no se siga ningu-
na sospecha o escándalo. Por esta razón, tal vez convendrá que no
se den las meditaciones por escrito, sino de palabra, para que no
piensen los hombres que son cartas. Y si hay que usar de escritos,
hágase con toda discreción.
95. 12. Con los más avanzados. Por último, a los que ya están más
adelantados en las cosas espirituales y más ejercitados en la medi-
tación, de los cuales habla la Parte VI, cap.III, § 1 [de las Cons-
tituciones],45 si de vez en cuando se retiran para recogimiento del
espíritu y aumento de fervor, o para emprender alguna obra, por
ejemplo, una misión o cosa parecida, no siendo igual en todos la
disposición ni la medida, no parece que se les haya de prescribir algo
acerca de la materia; sino que pueden meditar lo que juzguen que les
será útil para conseguir el fin que pretenden, pues es de creer que,
ayudados del conocimiento que yajde antes poseían de los Ejercicios
de N. P. Ignacio y de la unción del Espíritu, correrán por este camino
sin tropiezo, más aún con gran utilidad.
96. 13. No dar la elección a los Nuestros. Por lo que toca a la elección
de estado, a los Nuestros no se les ha de dar en los Ejercicios. Tratar
de la elección de algún negocio o empresa no es propio de los
Ejercicios; pero puede hacerse esto también fuera de los Ejercicios en
cualquier tiempo u ocasión; y por eso a los Nuestros se les ha de
instruir diligentemente acerca de ella, a fin de que sepan usar bien las
reglas de elección para indagar la voluntad y beneplácito de Dios,
como cuando los Superiores tienen que determinar acerca de una cosa
dudosa, sobre todo si no la pueden tratar con sus consultores, según se
dice en la regla 16 del Provincial; y finalmente en todas las cosas que
convenga establecer y definir delante de Dios, sirve siempre mucho la
práctica prescrita para la elección, de la que adelante trataremos con
mayor prolijidad y de ahí podrá tomarse lo que a los Nuestos pueda
servir para entender la voluntad de Dios en cada asunto, según la
calidad de la cosa.
45 Const. (582).
D. 33, 34, 43 (62-65) 376
parte. Al principio de la Compañía se juzgó necesaria por no gozar los Padres y los
Ejercicios de tanta autoridad. Ahora sería contraproducente.
D. 33, 34, 43 (62-65) 378
48 El P. Teobolski pide se añada la observación de que hay que dar tres o cuatro
118. 1. Qué orden en dar los Ejercicios. Respecto del orden en dar
los Ejercicios, ha de seguirse el que se pone en el mismo libro de
los Ejercicios, a saber, que en la primera hora se haga el ejercicio de
49 Ej. [27-30].
50 Es decir, en Ej. [33-42].
D. 33,34,43(113-118) 380
Ignacio, en varios días, de ese modo, dice, se evitará la monotonía, se penetran mejor las
materias, se retienen mejor, etc. y ésa es la costumbre de muchos Padres experimentados,
formados junto a S. Ignacio. La distribución propuesta por D. 33,34 suscitó sus reparos en
D. 37 (13).
D. 33,34,43(113-118) 381
54 Ej. [140].
55 En la versión vulgata, al fin de Ej. [72]. De nuevo pidieron aquí algunos, D.
38 [7], D. 40 [2], que se hicieran esquemas de estas meditaciones en beneficio de la
uniformidad.
D. 33,34,43(113-118) 383
sor ante el Padre, sino directamente para que él mismo nos conceda la gracia D. 35
(17). Véase la explicación de Polanco en D. 20 (51).
57 Ej. [73-89].
58 Con razón se pregunta Quadrantini cuales son estas otras adiciones, D. 35 (18).
D. 33,34,43(113-118) 384
59 Ej. [44].
60 Falta este párrafo en D. 33. Se trata de Martín de Azpilcueta, que en el capí-
tulo 25 de su Manual de confesores y penitentes, trata de los pecados de los diver-
sos estados. La obra estaba muy difundida en latín y castellano.
D. 33,34,43(113-118) 385
lo propusiesen, tal vez no les darían tanto crédito y podrían pensar que
les apremiaban las conciencias con exageración.
61 En el n.B [97].
62 Ej. [129]. Esta última frase es añadidura de D. 43.
63 De nuevo se piden esquemas para estas meditaciones, D. 38 (8).
D. 33,34,43(113-118) 386
64 Jn 14,6.
D. 33,34,43(113-118) 387
146. 6. Dejarlo con hambre. Pero a los demás, es mejor dejarlos con
hambre, sabiendo que todavía queda algo por hacer. Pues muchas
veces acontece que con esta dilación, la experiencia misma les
descubra más abiertamente sus necesidades y flaquezas, lo cual
hace que después vuelvan más ardorosos y más dispuestos.
65 ls 62,11
66 Jn 17,4.6.
D. 33,34,43(113-118) 388
149. 3. A quién dar esta meditación. Con todo, esto no quita que esta
meditación, así como la que más adelante seguirá de las dos Banderas,
se pueda dar aun a los que no van a hacer elección, ya que también
pueden ayudarse con ella; puesto que sólo tratan en general de las
cosas que a mayor gloria de Dios cada uno puede hacer en servicio de
Dios, según su capacidad.
150. 4. Por qué se añade un preludio en esta 2. a semana61. En esta
segunda Semana es de notar que se añade aquí un preludio. Pues
mientras en la primera Semana el primer preludio es la composición de
lugar, aquí antes de la composición de lugar se pone una
representación de la historia o del misterio que toca meditar. Pero esto
no se ha de entender de suerte que entonces tengamos que detenernos a
meditar aquel misterio porque así no habría diferencia entre el preludio
y la meditación; sino que hay que tomarlo de modo que en el primer
preludio se proponga la historia en general y como globalmente, para
que se sepa en qué materia hay que pensar entonces y el alma
comience a actuarse en ella y a elevarse hacia ella; y después, en la
meditación misma, comience a detenerse en cada una de las partes y a
ponderarlas y penetrarlas. Como el que alza la vista a un cuadro, en el
que hay variedad de cosas pintadas, primero con una sola mirada
percibe conjuntamente todo y se entera de lo que hay en el cuadro y
luego clava los ojos en las cosas particulares que allí están
representadas y las va examinando una por una mejor y más
atentamente.
151. 5. De dónde tomar los puntos de estas meditaciones. Por lo que
hace a los puntos de estas meditaciones, habrán de tomarse del fin del
librito de los Ejercicios, donde están puestos por orden los misterios de
la vida de Cristo, distribuidos casi cada uno en tres puntos;68 aunque a
la gente más sencilla que no los leyere o no pueda leerlos en los
Evangelios, convendrá que se les den algo más explicados, añadiendo
alguna breve aclaración, como se dice en la segunda de las 20
Anotaciones. De donde lo que en la meditación de la Encarnación y
del Nacimiento se dice también de contemplar las personas, sus
palabras y obras, se ha de entender con referencia a la distribución que
dijimos que se halla al fin del libro, a saber, pensando estas cosas en
cada punto, en el orden en que se presentan, sin que sea menester
meditar por separado, primero todas las personas de todo el misterio,
después todas las palabras y finalmente las obras del mismo, porque
67 Este párrafo es distinto en D. 33. Recuerda que la meditación de dos Banderas debe
hacerse dos veces. Luego indica que al dar los puntos de la Encarnación, hay que explicar
el método de contemplación para que se observe en adelante.
68. Ej. [261-312].
D. 33,34,43(113-118) 389
152. 6. Por qué la meditación en puntos. Por lo cual, esto sólo pretendió
el P. Ignacio, dar en cada punto la norma de a dónde debe dirigirse la
atención del que medita, primero ciertamente a las mismas personas
que en aquel punto se presentan, luego a las palabras, si éstas preceden
a los hechos, o a los hechos si preceden a las palabras. Y así terminado
un punto pásese al otro, guardando en él el mismo orden.
153. 7. Pueden añadirse otros puntos. Por lo demás, aunque aquí sólo se
hace mención de estos tres puntos, no se prohibe que se puedan añadir
también otros como, por ejemplo, los pensamientos y afectos internos
de las personas, luego también las virtudes y además el modo y el fin
de los misterios que se presentan, sus causas, efectos, tiempo y demás
circunstancias, jjara que la meditación resulte más fecunda y mayor su
fruto.
demostrar que S. Ignacio era de su mismo parecer. Pero todos los razonamientos cayeron
en saco roto.
D.33, 34,43(160-163) 391
tación fue muy difundida por los jesuitas. La referencia al P. Granada falta en D. 33.
75 Este párrafo está tomado de Gil González, D. 31 (100), pero falta el final. D.
viciosa, las cosas que tienden a ese fin serán también viciosas.
CAPÍTULO 23. Cómo deben ser los que son admitidos a elección.
Con las cuales palabras se indican dos cosas: Primero, que el alma no
80 En losn.s (210-215).
81 Cfr. D. 1 (8-9). La cita no es textual.
82 D. 1(6).
D. 33,34, 43 (174) 395
84 Mt 15,13.
85 Dt 32,12.
86Fil 2,13.
87 D. 33 da una razón algo diversa: «pues aunque se puede desear al prójimo un bien
mayor, pero como la regla de este bien es la voluntad de Dios, que se ignora todavía en
este caso particular, hay que dejarlo todo en manos de la Providencia.
88
In Lucam lib 2 (PL 15, 1560).
89 Mt 4,22.
D. 33,34, 43 (174) 397
180. 3. Si hay que seguir los consejos, qué hacer. Caso de que se hayan
de seguir los consejos, si ha de ser en religión o fuera de ella. Porque
aunque apenas pueden ya guardarse fuera de la religión, puede con
todo haber alguna naturaleza tal que no sea muy apta para la vida de
comunidad y para la obediencia, y que pueda con todo guardar la
pobreza y la castidad.
181. 4. Si hay que entrar en religión, cuál escoger. Tercero, si [se han de
seguir los consejos] en religión, queda todavía particularizar qué orden
hay que elegir, porque el Señor a unos llama a una mayor soledad, a
otros a ayudar a los prójimos y la misma complexión natural del
cuerpo o aun del alma, es más apta para un Instituto que para otro.
182. 5. Elección del tiempo. Cuarto. Una vez elegida la religión especial,
se delibera también sobre el tiempo y la manera de llevarlo a cabo.
183. 6. Qué evitar en la elección de religión. ALelegir ésta o aquella
religión hay que evitar primeramente el elegir alguna ya relajada, o en
la que la observancia no esté en vigor. En segundo lugar, entre
aquellas mismas en que la observancia está en vigor, hay que preferir
aquella cuyo Instituto sea más perfecto; para decidir lo cual es muy
buena la doctrina de Sto. Tomás (2.a 2ae q. 188, a. 6) y hay que tener
muy en cuenta la condición de la persona, no sólo en lo referente a las
fuerzas y a la inclinación, sino también en lo que toca a las dotes y
talentos que tiene, para rendir a Dios un obsequio mayor.
184. 7. Dificultad en realizar la vocación. Cuanto al tiempo de poner en
ejecución la vocación divina, a veces se ofrece una peculiar dificultad,
porque en las cosas que repugnan a los sentidos la debilidad humana
suele ir difiriendo cuanto puede, entretejiendo causas de retrasos y
engañándose a sí misma al buscar razones para aplazar. Por eso es
muy bueno atacar en los Ejercicios esta dificultad y pensar lo que dice
S. Ambrosio: «La gracia del Espíritu Santo desconoce los esfuerzos
tardíos»88. Hay que imitar además la prontitud de los Apóstoles que
dejaron al punto a su padre y a sus redes89. Y viene muy a propósito
aquel razonamiento: «Si alguna vez ¿por qué no ahora? y si ahora no,
quizá nunca». Porque ahora la moción de Dios y su auxilio están
recientes, pero después puede fácilmente ocurrir y ocurre cada día, que
este espíritu se enfríe, y así será mucho más difícil resistir a la lucha de
la carne y del diablo. Hasta aquí de la elección de los consejos.
qué modo de vida los guardará; cosas que deben discutirse una por una
a fin de que la vida se ordene mejor y con mayor claridad.
186. 9. Usar las mismas reglas en otros asuntos. Finalmente en otros
negocios particulares, como en tomar o no tomar alguna cosa, hay que
echar mano de estas mismas reglas tomando naturalmente lo que de
ellas basta, según sea el negocio. Mas el modo o regla, aun en todas
estas acciones particulares, es medirlo todo por el honor de Dios, sin
miramientos a las comodidades propias, sobre todo temporales, para
que la intención esté siempre dirigida a Dios y no se tuerza por nada
terreno.
194. 5. Qué debe observar el que va a elegir en estos tiempos. Así pues,
esto supuesto, para conocer cuál de los dos extremos que se examinan
gusta más a Dios, debe uno notar y advertir en sí mismo, cuando siente
la consolación, a qué parte le inclina la tal consolación y la
tranquilidad del alma; y al contrario, cuando siente la desolación, a
qué parte le inclina más. Y al ver que en estos tiempos opuestos es
movido a efectos contrarios, debe convencerse de que nacen de
principios contrarios. Pues es propio del mal espíritu invadir el alma
en tiempo de desolación y oprimirla con pusilanimidad y tristeza e
indolencia; por el contrario, es propio del buen espíritu infundir alegría
en el alma, y en tiempo de alegría tratar con ella e influenciarla. Pues
ambos dan de lo que tienen y abundan, como consta de las reglas de
discreción de espíritus, en especial las propias de esta segunda
semana, que son muy oportunas en este tiempo, y sin ellas se andará
casi en tinieblas.
195. 6. Comparación de N. P. Ignacio. Hay también otra manera para
esto, que N. P. Ignacio expone93 con aquella comparación de quien
presenta a su Príncipe un manjar para averiguar si le agrada. Así el
alma, con humildad profunda, con amor ferviente y con deseo de
corresponder a Dios, ofrézcale en diversos tiempos, ahora una cosa,
luego otra, observando cuál de ellas la acoge y admite más Dios,
diciendo siempre: «Señor ¿qué quieres que haga?» 94. Y esto no
solamente lo ha de decir con la boca o con ligero afecto de la mente,
sino que lo ha de decir y sentir con todo el corazón y con muchos
corazones, si tantos tuviera.
196. 7. Óptima señal de que Dios llama a la perfección. Entre otras
muestras de que la divina voluntad llama a un estado de mayor
perfección, la mejor es si el alma siente que se le promete tanto capital
espiritual, cuanto es necesario para edificar esta torre de la perfección
evangélica, es decir, si siente que los trabajos de esta vida que a otros
-y a él mismo- antes parecían pesados, ahora se vuelven más leves y
fáciles; de tal modo que la pobreza voluntaria o la abnegación de la
voluntad propia, la observancia de la castidad y el ejercicio de las
demás virtudes ya no le parezca tan costoso, como escribe San
Agustín de sí mismo en el libro de las Confesiones95. Hay un segundo
indicio, cuando estos pensamientos siguen siempre moviendo al bien.
Pues aunque Satanás disimule al principio, no puede sin embargo,
ocultarse por mucho tiempo sin que empiece a sacar su veneno.
93 En D. 1(21).
94 Hch 9,6.
95 Lib. 12, cap. 30 (PL 32, 795).
D. 33,34, 43 (174) 401
197. 8. Señales del buen y mal espíritu. Finalmente, de estas señales del
bueno o mal espíritu se trata muy bien y con mucha claridad en las
últimas reglas de discreción de espíritus del libro de los Ejercicios;
también trata esto Gerson en el libro «De Probatione spi-rituum» y S.
Buenaventura en el «De Processu religionis», Cap. 18.
198. 9. Cuándo pasar al tercer tiempo. Basta ya lo dicho del primer y
segundo tiempo de elección; en el cual si de tal modo constare de la
voluntad divina que el alma quede del todo confirmada y determinada,
sin ansiar una mayor certidumbre, puede descansar aquí; pero, si esto
no bastare, podrá pasar al tercer tiempo.
204. 6. Otra señal del mal espíritu. Así que es señal también del mal
espíritu el que rehuya este examen, pues ama las tinieblas y no quiere
salir a la luz para que no sean descubiertas sus obras 98. Por esta razón,
pues, es más seguro este método de elección, porque la razón
iluminada por la fe e instruida con la doctrina de la Iglesia católica,
desempeña su oficio, y al emplear todas sus fuerzas y cuanto puede,
en inquirir la voluntad de Dios, hace con fidelidad lo que está de su
parte.
205. 7. Experiencia de su debilidad. Pero si a estas razones se uniere
también la experiencia que cada uno tenga de la propia debilidad, con
la que siente claramente que su salvación se expone a gran peligro en
el mundo, no hay duda de que el asunto procederá con mayor
seguridad.
206. 8. Mayor luz del alma. Y todavía más, si estas razones llegan a
verse confirmadas con alguna de las señales del segundo tiempo, a que
más arriba nos referimos, a saber, paz, consolación y gusto, entonces
adquiere el alma mayor satisfacción y claridad 99.
207. 9. Si la inclinación se hace en el segundo tiempo. Preguntará
alguno qué debe hacerse si tal vez ocurre que en el segundo tiempo
nos inclinamos a una cosa y en el tercero a otra contraria o distinta.
Respondemos que se debe examinar diligentemente el asunto
mediante las reglas de discreción de espíritus y la recta razón y de
ambas maneras sopesar los argumentos. Y si constare claramente que
97 Ef 5,13.
98 Jn 3,20. Cfr. Ej. [326].
99 D. 33 en lugar de «claridad» decía «certeza». O sea que las señales del 2. Q
tiempo sólo dan mayor «claridad», la razón da más «certeza». Adviértase el uso que
hace el texto de la palabra «seguridad» (190, 203, 204, 205, 207) al tratar del 3. er
tiempo con respecto al 2.8. Éste es otro de los puntos, junto con el de la aplicación
de sentidos (ver: n.s 154, nota 71), en que el D. oficial no se libró de las prevencio-
nes «anti-iluministas» de la época.
D. 33,34, 43 (174) 403
211. 4. Para mejor inteligencia de los tres binarios. Para mejor entender
estos tres binarios de hombres, se debe notar que en los tres se supone
que el modo como se ha adquirido el dinero no es ilícito, tal que
obligue a la restitución. Porque de lo contrario, no podría el hombre
estar indiferente a retenerlo o a dejarlo, como se dice en el tercer
binario102. Es, pues, este modo como el de uno, v. gr., que negocia con
excesivo deseo de lucro por algún otro afecto humano y vicioso.
212. 5. Otras advertencias. Se ha de advertir, en segundo lugar, que el
primero y segundo binario de hombres difieren entre sí, en que ambos
tienen ciertamente una voluntad débil y remisa de quitar el afecto a la
cosa; pero el primero no pone jamás medio alguno, ni aun piensa en
ello. En tanto que el segundo hace algo más, pues pone algunos
medios, aunque los que a él le placen, y no en conformidad con la
voluntad y el beneplácito de Dios; y por eso parece estar dispuesto a
hacer lo que sea, menos en verse privado de aquello que ama. El tercer
binario, por el contrario, aun a esto está dispuesto, si así a Dios le
place; y lo único que trata de saber es si le agrada.
213. 6. Fin de la meditación de los tres binarios. Queda, pues, claro que
toda esta meditación tiende a mostrar al alma cuan vergonzoso y
perverso es no sólo el no querer arrancar de sí los deseos desor-
denados, sino también el querer arrancarlos del modo que a ella le
plazca, sin resignarse en las manos de Dios. Con ello aparece ser
aquella voluntad muy débil, pues en realidad quiere y no quiere.
214. 7. Imaginar otras comparaciones. De donde, por ser la cosa de
tanta importancia, sobre todo para disponer el alma a la elección ya
próxima, podría también el que recibe los Ejercicios para mayor
claridad, imaginarse además de la semejanza de los mercaderes, otras
del mismo tenor, como, por ejemplo, la de tres enfermos que todos
ciertamente desean curarse, pero el primero no quiere tomar clase
alguna de medicamentos porque son amargos, ni operarse porque es
doloroso. El segundo está dispuesto a tomarlos, pero solamente los
que él juzgue y apruebe, no los que son acomodados a su enfermedad,
como por ejemplo, si no quisiera abstenerse del vino o cosas por el
estilo. El tercero, finalmente, se pone totalmente en manos del médico,
102 Ej. [155]. La frase que sigue a continuación encabeza el n B siguiente en la edición
príncipe.
D. 33,34, 43 (174) 405
para que le mande dieta o queme o saje incluso los miembros, si fuera
necesario.
216. 1. Declarar el preludio de las elecciones. Una vez hecho esto, hay
que venir ya más a las inmediatas, tenemos que acercarnos a la
elección y en primer lugar hay que declarar el preámbulo de las
elecciones106 que casi coincide con el Fundamento puesto antes de los
Ejercicios; por esto, el que hubiere meditado bien aquel no tendrá
ninguna dificultad en éste.
217. 2. Explorar la voluntad del que se ejercita. Mientras tanto, explore
el Instructor la voluntad del que se ejercita, si tiene la indiferencia de
cuya necesidad hemos hablado107. Y si advirtiere, que se inclina hacia
un estado más imperfecto, explíquele la nota que viene en los
Ejercicios luego de los tres binarios,108 donde se dice que quien siente
repugnancia a la pobreza actual pida a Dios le incline precisamente a
ella. La razón de esto es que la vara curva debe doblarse en sentido
contrario para que luego, al quedar en medio, resulte recta; lo cual
tiene aplicación sobre todo en esta materia, pues aquella parte es más
segura y esto no es obstáculo ni a la voluntad de Dios ni a nuestra
103 Ej. [164].
104 D. 33,34 usaban indistintamente las voces «grados» y «modos» de humil-
da. Irregularidad que corrigió D. 43 eligiendo la voz «grados».
105Ej. [168].
106 Ej. [169].
107 En el n.9171.
108 Ej. [157].
D. 33,34, 43 (174) 406
y ello por separado. Porque juntando en uno todas las razones de cada
parte muestran más la verdad y tienen mayor fuerza para mover. Y
éstas las deberá consultar con el Instructor, para que mejor le pueda
dirigir.
mente procurarse también otros afectos que son más útiles para
nuestro aprovechamiento espiritual.
244. 5. El 1.9 odio al pecado. Y el primero es, cuan grande cosa sea
ofender a Dios, puesto que para satisfacerle, la divina sabiduría creyó
conveniente emplear la sangre y la vida de su mismo Hijo. De donde
nace también el sumo odio al pecado, ya que principalmente aquella
justicia lo castiga con severas penas porque, «si esto acaece en el
[leño] verde, ¿qué será en el seco?»"6.
128 Quadrantini propone que se aplique este modo de orar a las Reglas, D. 35
D. 33,34, 43 (174) 415
257. 2. Primer modo: discurrir sobre los mandamientos, etc. Es, pues, el
primer modo discurriendo sobre los mandamientos de Dios o de la
Iglesia y sobre los siete pecados capitales, y las tres potencias del
alma, y los cinco sentidos; y esto no tanto especulativamente cuanto
prácticamente, v. gr., pensando en los mandamientos, cuan mal los ha
guardado y proponiendo para adelante guardarlos mejor; y así de lo
demás128.
258. 3. El primer modo, para los más capaces. Pero si hubiera que
elevar algo más estas materias y el ejercitante fuese más capaz, podría
prescribirse este modo. Considérese en los mandamientos, primero, el
mandamiento en sí, cuan bueno y justo y santo es. En segundo lugar,
cuan útil es su guarda. Tercero, cómo haya sido guardado hasta la
fecha; y si lo ha sido bien, dense gracias a Dios; si por el contrario
mal, duélase y pida perdón. Cuarto, propóngase para adelante una
perfecta y exacta observancia y pídase para ello gracia, en un
coloquio. Terminado lo cual, si no se ha llenado la hora, pásese a otro
mandamiento, con el mismo orden.
259. 4. Sobre los pecados. En los pecados, considerando primero cuan
malo es cada uno, y cuan justamente ha sido prohibido. Segundo,
cuánto daño hace, si no se huye de él. Tercero, cómo hasta ahora ha
huido o ha decidido huir en adelante.
260. 5. Sobre los sentidos. En las potencias y sentidos se puede pensar
en primer lugar, cuan nobles son y cuan útiles para nosotros cada uno
de ellos, como, por ejemplo, el entendimiento y luego los otros.
Segundo, para qué fin se nos han dado. Tercero, cómo usó de ellos
Cristo o la Stma. Virgen. Cuarto, cómo los hemos usado nosotros y
doliéndonos de haberlo hecho mal, etc. Y lo mismo se puede pensar
de las otras potencias y sentidos en particular, y entre las demás, de la
facultad de hablar, del poder de movernos y cosas semejantes.
261. 6. Advertencias en este modo. Pero se ha de advertir que mientras
pensamos en cómo hemos usado de estas potencias o al meditar en los
mandamientos, cuan mal los hemos guardado, y sobre todo al meditar
en los pecados, no hemos de hacer la meditación como si tratáramos
de examinar nuestra conciencia, como se hace cuando nos preparamos
para la confesión o aun como si de intento tratáramos de excitar la
contrición (pues esto pertenece a la primera semana), sino que el
intento principal aquí es pensar en las materias y sólo ocasionalmente
se reflexiona sobre nosotros mismos; y por eso debe hacerse esta
reflexión tan sólo en general, no descendiendo a pecados particulares.
D. 33,34, 43 (174) 416
1
29 Ej. [241].
130Ej. [76].
1311 Cor 14,15.
D. 33,34, 43 (174) 417
269. 1. Por qué están las reglas al fin de los Ejercicios. Las Reglas que
han sido añadidas al fin de los Ejercicios no han sido puestas
precisamente para que sean propuestas a todos, sino conforme cada
uno las necesite o las desee, según su devoción.
270. 2. Sobre la distribución de limosnas. Por eso, las que tratan de la
distribución de las limosnas, no deberán darse sino a los que son ricos,
y que suelen o pueden dar limosnas. Del mismo modo las que tratan
de los escrúpulos no hay por qué darlas a los que no son agitados de
escrúpulos.
271. 3. Reglas referentes a la doctrina católica. Asimismo las que tocan
a la doctrina católica, aunque sirven para confirmar y fomentar la
piedad de todos, sin embargo, se han de proponer muy principalmente
a los que viven en lugares o con personas sospechosas; en segundo
lugar, también a todos los operarios y a los que exponen la palabra de
Dios; porque directamente están en pugna contra el modo de sentir y
de hablar de los herejes de nuestro tiempo.
Ir 132 Según D. 33, esto vale respecto de los extemos, «pues a los jesuítas siempre se les ha
de recomendar que no se aparten de la regia vía de los Ejercicios, en primer lugar porque
es sólida y segura, y después para que haya uniformidad».
D. 33,34, 43 (174) 418
de la vía unitiva.
D. 33,34, 43 (174) 419
276. 5. Dos razones por las gue se dice que estas cuatro semanas
responden a las tres vías. Esta es, pues, la doble razón por la que se
dice que estas cuatro semanas responden a las tres vías: Primero por
razón de las materias, que en cada una de ellas se tratan, perte-
necientes a estas vías; y porque en ellas se ponen los principios de
cada una que conviene continuar después con tiempo y con aplicación,
si queremos llegar a alguna perfección de ellas. Además también,
porque se aprende el modo y método que debemos después guardar
para seguir cada una de estas vías.
277. 6. Si hay que permanecer siempre en una o volver a las anteriores.
Sigúese, pues, de esto que aun cuando alguno hubiere tenido cierto
gusto o modo de ser de esta vía unitiva en la cuarta semana, no por eso
debe detenerse en ella asiduamente, sino que debe volver a las
primeras vías, y mantenerse mucho tiempo y normalmente, tanto en la
mortificación de las pasiones como en el ejercicio de las virtudes y en
otros semejantes trabajos, adecuados a ambas vías; aun cuando nada
impide, más aún ocurre con frecuencia que mientras uno camina por
una vía, sienta a veces ciertos afectos que corresponden a otra vía; ni
se los ha de rechazar, con tal de que, como se ha dicho, no se ejerciten
de ordinario antes de tiempo.
278. 7. De qué depende la medida del fruto. Porque este negocio no
depende del espacio de tiempo, sino de la medida del aprovecha-
miento. Pues, si alguno temerariamente quisiera aspirar a la vía
unitiva, sena una gran confusión, que impediría por completo el
aprovechamiento espiritual, y además sena cosa expuesta a peligros e
ilusiones. Porque haría algo así como si uno quisiera llegar de la clase
ínfima a la superior, sin pasar por las medias; o como si de los ínfimos
escalones quisiera de un salto alcanzar los más altos, sin pasar por los
intermedios. Así que, antes que uno se ejercite exprofeso en esta vía,
que llamamos unitiva, conviene que se haya purificado bien por medio
de los ejercicios de la vía purgativa, y después también que haya
»
D. 33, 34,43 (283-284) 422
ros, o los pecados, sino aun sus ocasiones y aquellos en especial a los que
es estuvo inclinado antes de los Ejercicios. Pues contra éstos debe muy
dec principalmente pertrecharse, porque con suma facilidad puede volver a
ir, caer.
por 283. 4. A qué exhortarle en tercer lugar. En tercer lugar, se le ha de
los exhortar a que, con piadosos y espirituales ejercicios, conserve y
de fomente la devoción ya adquirida; entre los que se le pueden reco-
mo mendar los siguientes: primero, que conserve el uso de meditar todos
nio los días por espacio de media hora o aun de una hora entera, si puede
s o ser. Segundo, que haga todos los días examen de conciencia por
aho espacio de un cuarto de hora. Tercero, que cada ocho días se confíese
gad y comulgue. Cuarto, que elija un confesor estable y lo tome por guía
a de este camino espiritual, y trate con él todo cuanto a su alma toca.
por Quinto, que lea con frecuencia libros piadosos y trate con buenas
las personas, y huya de las malas, con sumo cuidado. Sexto, que procure
esp aprovechar cada día en las virtudes, sobre todo en la humildad,
ina paciencia y caridad. Y en suma, esfuércese también él por adquirir la
s, perfección suma que pueda en su estado y según la medida de la
est divina gracia.
o 284. 5. Además de los avisos generales hay otros particulares. Estos
es, son, puede decirse, los consejos generales que podrán darse a todos.
por Hay, además otros, que conforme a la profesión o estado o a la
los necesidad particular de cada uno se podrán añadir; y aun estos
pen mismos, conforme a la mayor devoción o progreso espiritual de
sa algunos, se podrán aumentar e intensificar. Lo cual fácilmente echará
mie de ver un Instructor bueno y prudente, ayudado de la gracia y lumbre
nto de Dios nuestro Señor y Salvador; a quien sea gloria y honor por los
s y siglos. Amén.
des
eos
terr
eno
s y
vici
oso
s.
Evi
te,
pue
s,
no
sól
D. 35-42 423
35-42
(154)
(159)
(42) (43)
(44) (46)
(51) (56)
(57)
,(256)
(254)
(257)
,..(29)
,..(29)
,..(27)
..(56)
D. 35-42 425
36. Observaciones del P. Alberto Teobolski (22).
D. 36 (5) ............ D. 43 (21) D. 37 (12) ......... D. 43 (109)
(8) ...................... (74) (31) ..................... (13)
44,45
INSTRUCCIONES DEL P. GAGLIARDI
(original en latín)
46
COMENTARIO A LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
POR EL P. AQUILES GAGLIARDI
(original en latín)
Gagliardi diera este título al fundador de la Compañía. S. Ignacio fue beatificado en 1609 y
canonizado en 1622. Gagliardi falleció el 6 de julio de 1607.
428 COMENTARIO DEL P. GAGLIARDI
2Ej.[21]. 3Ej.[316].
4 Ej. [325,327].
430 COMENTARIO DEL P. GAGLIARDI
18. Supone el S. Padre Ignacio como cosa evidente, que los Ejer-
cicios espirituales ha de darlos alguien; y con razón, pues siendo
verdadera disciplina la que trata de las cosas espirituales, y la más
noble de todas, como se reconoce universalmente, y en nuestra
obra6 lo hemos demostrado respecto a la tal disciplina, necesita sin
5Ej.[31].
6
De disciplina hominis interíoris. Varias veces alude a esa obra, que dejó sin
terminar.
D. 46(19-21) 431
I. - Aptitud
19. Ante todo, el que ha de dar los Ejercicios, debe estar versadísimo en
todo el librito de los Ejercicios; de modo que no sólo entienda qué
prescribe cada cosa, sino que sepa dar razón de todos y cada uno de
sus puntos. Pues el S.P. Ignacio dice así: «Cada uno sepa dar razón de
ellos», de los Ejercicios; y explicando con qué exactitud deban hacer
esto, añade: «Y el dar razón sea en modo que no solamente se dé
satisfacción a los otros, pero aun se muevan a desear de ayudarse de
ellos»,8 indicando que hay que tener tanto conocimiento de este arte
que el que da los Ejercicios no sólo satisfaga especulativamente a
todos, dando razón de todas las cosas; sino también prácticamente
excite el deseo de ellos. Requiere por tanto un conocimento altísimo
por las causas, es decir, analítico, después celo junto con práctica, con
la que mueva a los otros a querer ser ayudados por los mismos
Ejercicios.
20. Exige además el S. P. Ignacio que tenga experiencia de los mismos
Ejercicios; y ésta primero en sí, es decir, que haya experimentado la
eficacia de ellos, recibiéndolos de otro, y luego dándolos a otros. Pues
dice así: «En dar los Ejercicios espirituales a otros, después de
haberlos en sí probado se tome uso». Quiere que por esta experiencia
los nuestros se preparen tan excelentemente que alcancen gran
destreza en dar los Ejercicios, como allí mismo dice.
21. Como todas estas cosas pidan no poco tiempo y sean difíciles,
añade el modo con que pueden ayudarse en este empeño, diciendo:
«Podrían comenzar a dar los Ejercicios a algunos con quienes se
aventurase menos, y conferir con alguno más experto su modo de
proceder; notando bien lo que halla más y menos conveniente». 9
7
Collationes, Coll. 2, cap. 2. «Const.
(408,409). Aquí: D. 5 (29,30). 9 Ibidem.
D. 46(19-21) 432
13 Anotación 4.*
14 Anotación 19.s
15 Anotación 17.e
16 Ej. [71] de la traducción vulgata.
434 COMENTARIO DEL P. GAGLIARDI
34. Séptimo. Quiere que el uso de las adiciones sea variado y prudente,
conforme a la variedad de los misterios que se meditan; ya que unos
piden penitencia y otros no; unos tristeza, otros alegría.
35. Octavo. A los misterios de la vida de Cristo de la segunda semana,
se les pueden añadir o quitar algunas meditaciones, según la posibili-
dad del tiempo y la utilidad de la persona que se ejercita; y lo mismo
dice acerca de los misterios de la tercera y de la cuarta semana 18.
36. Noveno. En cuanto a los puntos dentro de un mismo ejercicio, deja
libre al ejercitante que los distribuya en más o menos puntos, según
sintiere que más le conviene.
37. De todo esto se sigue que no es suficiente la doctrina en el que da
los Ejercicios, sino que además se requiere tanta prudencia que sepa,
según la variedad y disposición de las personas, acomodar las reglas y
los ejercicios, cambiando, disminuyendo, añadiendo, como juzgare
que más conviene en el Señor; y por esto el S.P. Ignacio propuso un
método exactísimo en la práctica, no para que lo sigamos con todos,
sino para que de allí quitemos y cambiemos lo que convenga en cada
caso.
38. Y aunque muy bien dice en otra parte19 que el fruto de los Ejer-
cicios no se consigue si uno no guarda los tiempos señalados, los
modos y todas las adiciones, habla del mismo que recibe los Ejer-
cicios, cuya obligación consiste en hacer todas las cosas no por su
cabeza sino por prescripción de quien se los da. Y el deber de éste es
señalar por menudo los tiempos, modos y todo lo demás, según la
variedad de las personas, todo lo cual se deja a su prudencia. Como
todas estas cosas no podían determinarse en el librito, indicó el medio
más exacto posible, para que el que da los Ejercicios lo siguiera en
cuanto se pudiese; pero lo cambiase a su parecer, cuando lo juzgase
conveniente.
39. De aquí se sigue que es difícil esta disciplina, pues además de
ciencia y experiencia requiere tanta prudencia, lo cual redunda en su
alabanza y demuestra su dignidad. Pero no faltan cosas que aminoran
esta dificultad. Pues existe cierto don divino, preparado por Dios, la
discreción de espíritus, en que sobre todo arte y todos los preceptos
debemos apoyarnos. Añádese la obediencia, por cuya ordenación, y no
por propia iniciativa, debe uno aplicarse al ministerio de dar
17 Ej. [72].
18 Ej. [209,226].
19 Anotación 6.a
D. 46 (27-33) 435
lugar, cuando de hecho tenga que dar los Ejercicios a alguien, haga
con sumo cuidado lo que esté de su parte, y sin estrechez de corazón
entregúese del todo a Dios, porque la unción divina del Espíritu Santo
compensará sobreabundantemente lo que en sí mismo pueda echar de
menos.
40. Guarde, pues, los preceptos del librito, entienda la disposición y
necesidad del ejercitante, y aplique a su caso las prescripciones
convenientes. Y si no tiene ni ciencia ni experiencia, vaya acos-
tumbrándose poco a poco, hasta salir perfecto en su arte, como hacen
los médicos y los demás hombres en sus oficios; entre tanto confíe en
el Señor y espere; y, sin turbarse, con toda rectitud de intención haga
lo que esté de su parte, y entienda que Dios no permitirá que aquella
alma quede defraudada de su fruto, lo que vemos por la experiencia de
cada día.
41. A este segundo mandato para el que da los Ejercicios, debe
corresponder por parte del que los recibe cierta sinceridad del alma,
por la cual con toda confianza le manifieste completamente su interior,
para que le dirija, así como suele hacer el enfermo con el médico;
principalmente manifiéstele los pensamientos y afectos, que le vienen
del espíritu bueno o del malo, para que los discierna; luego las
enfermedades espirituales que de aquellos se siguen, a saber, de las
pasiones, de los afectos, de las deliberaciones y otros parecidos, para
que sean curadas; además los bienes que se siguen del buen espíritu en
los deseos, consolaciones, propósitos y demás, para ser iluminado y
dirigido sobre estas cosas. Todo lo cual se colige de la práctica
continua y de varios pasajes esparcidos por el librito. Esté a lo que se
le prescriba, y en todo, aun en lo más mínimo, observe
diligentísimamente a la perfección los preceptos de quien le da los
Ejercicios, si no quiere verse privado del fruto.
alcanzar luz y gracia con las que llegue al fin que se proponen los
Ejercicios, esto es, purificarse de los vicios, ver claramente cuál es su
vocación, ser iluminado por el mismo Dios en las virtudes para
enmendar del todo su vida y convertirse en otro hombre, ir perfec-
cionándose en la vida espiritual y llegar a la cumbre de la caridad y
unión con Dios. Y ya que en este consejo, como en el principal de
todos, se asienta fundamentalmente todo este arte [de dar los
Ejercicios], vamos a explicarlo cuidadosamente.
47. Y en primer lugar, el que da los Ejercicios, según su celo y buenos
deseos, tiene que abrazar con ánimo generoso todo lo que hemos
dicho, y en sus oraciones ha de ayudar ante Dios al que los recibe para
todo lo dicho, y sacarle adelante con mucha diligencia y fervor,
impetrando para él todos estos bienes; pero en la práctica ha de
guardar mucha moderación, templanza y prudencia, no sea que,
llevado de fervor indiscreto, queriendo hacerlo todo por sí mismo, no
consiga nada. ^
48. Segundo. Entienda que siendo propio de solo Dios mudar el
corazón del hombre, iluminar la mente, encender el afecto, llamar a
cualquier estado de perfección y finalmente conceder lo que por los
Ejercicios se pretende, a solo Dios también hay que dejar todo esto,
para que por Él mismo, sin intervención de ningún hombre, se obre
todo aquello en el alma del que los recibe.
49. De aquí que aunque de suyo sea cosa santa exhortar al prójimo a
hacer votos, invitar al estado de perfección, persuadir a ello con textos
de la Escritura y con ejemplos; y con los mismos medios apartar de los
vicios, impulsar al amor de la virtud con muchos y eficaces estímulos,
descubrirle claramente sus defectos para que los enmiende, dar
meditaciones muy cumplidas, con las que el entendimiento y el afecto
encuentren cuanto en aquella materia se puede proponer, para que
tenga para meditar no sólo durante aquella hora, sino durante otras
muchas, todas estas cosas en tiempo de Ejercicios se han de omitir;
porque aunque sucederá que alguno por esos medios se moverá y
quedará persuadido, no conviene que esto se haga por los mismos
Ejercicios, ya porque no sabemos lo que Dios quiere de aquella alma,
438 COMENTARIO DEL P. GAGLIARDI
preparación interior que sea apta para ser iluminada y dirigida por
Dios según su beneplácito.
54. Cuarto. De aquí se sigue también que yerran los que quieren atar en
todo a los que reciben los Ejercicios a lo que ellos en sí mismos han
experimentado o a lo que han sido llamados e impulsados; no
advirtiendo que ésa es la peste y la perdición de este arte, que eso es
ligar a Dios e imponerle la ley para que haga con aquella alma lo que
ha hecho con la suya; siendo así que con mucha frecuencia, tanto por
la capacidad del alma como por la disposición de la divina voluntad, le
convendrá a la otra alma algo muy distinto de lo que él [el director] se
propuso de antemano. Debe, pues, prescindir de sí mismo, y según las
reglas del librito acomodadas al alcance del alma, proponer, como
hemos dicho, lo que a ella le convenga.
55. Quinto. Comprenda que toda la excelencia de este arte consiste en
que observe los buenos movimientos de la naturaleza y de la gracia,
que suelen ser muy diversos. Porque así como, según la varia consti-
tución del cuerpo, unos enfermos se han de purgar por el sudor, otros
por otro medio, y a unos les cuadra más un manjar y a otros otro; así
también el médico espiritual docto, tratando a cada uno según las
varias mociones de la gracia divina, debe llevar al alma a que pueda
tratar directamente con Dios. Porque unos van mejor por la vía del
temor, otros por la del amor, otros por otra, y según esa variedad ha de
ser llevado cada uno, siguiendo las mociones de la gracia, así como el
médico sigue los movimentos de la naturaleza.
56. Sexto. Debiendo prepararse el alma con el entendimiento y el afecto
para tratar inmediata y dignamente con Dios, se sigue que la
disposición de alma que quien da los Ejercicios ha de procurar en
quien los recibe, consiste en quitar dos impedimentos, a saber, en el
entendimiento la ignorancia, instruyéndole sobre las cosas de que ha
de tratar directamente con Dios; en el afecto, todas las pasiones
desordenadas, de modo que se coloque en el mismo equilibrio e
indiferencia que dijimos le conviene al que da los Ejercicios; que no se
incline más a éste que al otro, y así en lo demás; sino preséntese ante
Dios como una tabla desnuda, para que el Señor pueda grabar en ella
lo que mejor le parezca; lo cual tratamos más por extenso en materia
de elecciones.
57. Séptimo. El que da Ejercicios ha de procurar sobre todo inducir al
que los recibe a que, superada cualquier dificultad, reciba bien y
observe lo que le prescribe, hasta que sienta que está ya en disposición
de recibir de Dios luz y mociones de arriba. En lo cual hay que evitar
dos errores extremos: uno, cuando el que se ejercita, llevado de la
21 Anotación 6.a
22 Anotación 16.a
23 Anotación 14.a
440 COMENTARIO DEL P. GAGLIARDI
58. Octavo. Después que el alma del que recibe los Ejercicios esté
preparada por el que se los da y hecha capaz del trato con Dios, siguen
las agitaciones de los varios espíritus, a saber, del bueno y del malo, no
sin grave peligro de ser engañada por el demonio. Hay que ayudarle,
pues, y primero por las reglas de discreción de espíritus, para que no
sea engañada con apariencia de bien; segundo, después que ha
distinguido de las otras las santas inspiraciones, hay que procurar que
preste atención a ellas y las considere, y añadiendo luego el cuidado y
el esfuerzo propio, sepa inquirir el divino beneplácito, es a saber, qué
es lo que Dios quiere de él, para cumplirlo con diligencia. Pero todo
esto ya se explicará prácticamente en su propio lugar.
59. De lo dicho se colige fácilmente cómo debe corresponder el que
recibe los Ejercicios a este cuarto precepto: primero, en las cosas en
que ha de ser dirigido por el que le da los Ejercicios, debe portarse
como un niño siendo pronto y dócil y muy sumiso en todo; segundo,
trabajar con esfuerzo para cumplir lo que se le prescribe; tercero,
procurar la indiferencia que hemos dicho, evitando los extremos de la
tibieza y del inconsiderado fervor, si está desolado, suspendiendo la
deliberación que sugiere la tristeza; si está consolado, guardándose de
fervores precipitados e inmaduros; cuarto, observar con atención los
varios espíritus, y en medio de las varias inspiraciones que tenga, no
hacer pie en las consolaciones, sino principalmente procurar sacar de
ellas qué es lo que Dios quiere de él, aunque tenga que padecer más o
menos para alcanzar esto.
25
Anotación 5.a
26
Anotación 20.a
eficaz y fervoroso del alma;27 y lo mismo se ha de guardar si hubiese
peligro de ponerse enfermo o de cansar la cabeza u otros parecidos.
71. Más aún; de lo que dice el mismo S. P. Ignacio se deduce el modo
de meditar sin fijar horas determinadas; a la manera que suelen hacer
los que van todo el día dándole vueltas a algún negocio y con
frecuencia piensan seriamente sobre él; del cual podrían servirse
también los que por debilidad de la cabeza ni siquiera pueden tener
media hora de oración seguida.
72. Segundo. También se ha de atender mucho la disposición del
ánimo, pues tanta soledad y retiro y el estar encerrados suele oprimir a
los melancólicos, y por tanto se ha de moderar; lo cual se ha de
entender también de los tímidos, escrupulosos y no acostumbrados a
aquello.
73. Tercero. La medida y regla más cierta en todo esto, además de lo
que se ha dicho, es el mismo fruto y fin que pretendemos; porque las
cosas exteriores y corporales tienen por fin la edificación del hombre
interior; así por ejemplo, el apartarse del trato exterior se hace para
que el alma deje los pensamientos, afectos y solicitud de las cosas
mundanas; el recogimiento en el aposento, para que se encierre del
todo en la celda interior de su corazón; la clausura y la privación de
luz, para verse libre de las distracciones de los sentidos. Por eso hay
que servirse de medios exteriores, cuando, sin ellos, los interiores que
les corresponden parece que no pueden alcanzarse, o ciertamente se
alcanzarán con dificultad; si no, se han de omitir o moderar.
74. Cuarto. Finalmente, si hay algunos que andan siempre ocupados en
cosas santas, que sin ningún o ligero detrimento del espíritu, y aun con
progreso, se dedican a sus obras exteriores, muy bien se les pueden dar
los Ejercicios de la misma manera que hemos dicho se deben dar a los
hombres muy ocupados. Pero con los distraídos y tibios, o con los que
D.46 (71-75) 444
III.- De la instrucción
Anotación 19.9
76. Primero. Se le ha de explicar el modo de orar con todos sus actos,
desde el principio hasta el fin, por el orden que ya dijimos; más
brevemente o más por extenso, del todo o en parte, según la capacidad
y disposición del que recibe los Ejercicios.
77. Segundo. Entienda y advierta con cuidado, que aquel modo de orar
se puede hacer de dos maneras, una, superficial; otra, eficaz y
provechosa.
78. La diferencia entre ambas depende de la diversidad entre oración y
ejercicio espiritual. De lo que dice el S. P. Ignacio se deduce que la
diferencia consiste en esto: en que la oración no pasa de ser cierta
contemplación y gusto y afición a ella; pero el ejercicio es además
algo práctico, y lleva consigo tan eficaz luz de entendimiento, de
sabiduría y de prudencia en las cosas que se han de hacer, que el alma
se renueva de verdad interiormente, se siente impulsada a las buenas
obras y se hace mejor, gracias a la infusión de los dones divinos. Por
eso en la primera anotación, después de establecer la comparación con
el ejercicio corporal, con el que se aviva el calor natural, se robustece
el cuerpo y toda su actividad se hace más vigorosa, se dice que los
Ejercicios espirituales sirven para quitar las afecciones desordenadas y
para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de la vida y
salud del alma.
79. Y en otra parte dice que el primer modo de orar no tanto es oración
cuanto ejercicio por el cual el ánimo se apareje y aproveche, y la
oración sea más acepta a Dios28. Y poco más abajo se nos enseña que
por medio de la divina gracia y los Ejercicios espirituales hemos de
adquirir las virtudes opuestas a los siete pecados capitales29.
Esta luz influye continuamente en toda la vida del hombre y lo
cambia radicalmente; en esto sobrepuja el ejercicio espiritual a
cualquier otra oración. [...]30.
D.46 (71-75) 445
28
E¡. [238].
29
Ej. [245].
30 Suprimimos a continuación, cuatro páginas, en las que Gagliardi teoriza muy
31 Anotación 2.a
446 COMENTARIO DEL P. GAGLIARDI
84. Con las cuales palabras claramente distingue en primer lugar la luz
especulativa que llama «mucho saber», de la luz práctica, a la que
llama «sentimiento y gusto interno». Indica además que la utilidad y el
fruto de los Ejercicios no consiste en el primero, sino en el segundo;
porque el deseo del alma, esto es, aquella fuerza práctica para obrar
bien, la cual se ejercita por medio de deseos eficaces, no se sacia con
la ciencia y la especulación, sino con el sentimiento y gusto interno,
por el cual es purificada, iluminada y perfeccionada.
85. Después, a los puntos hay que añadir una declaración breve, luego
dejar que trabaje por sí misma, que discurra, que haga muchos actos,
que sea ilustrada y abrasada inmediatamente por el Espíritu divino y se
mueva eficazmente a obrar.
86. Se deduce también que este modo de orar según los Ejercicios es
práctico, como tenemos dicho; y lo mismo pasa en las demás artes, por
ejemplo en la gramática, que el profesor da un tema al discípulo, luego
deja que él trabaje por sí mismo y añada algo de su cosecha, para dar
lugar a la invención y al esfuerzo del discípulo, sin el cual no
aprendería nunca el arte de la gramática. Así también si el que enseña
música se limitase sólo a cantar delante del discípulo y después se
marchase, habría dado gusto al oyente pero no le habría instruido; por
eso es necesario, sí, que él comience, y después deje que el discípulo
se ejercite en el canto todo lo que sea necesario hasta que adquiera el
hábito de la música. Del mismo modo ha de proceder el maestro de
oración; en cierta manera él comienza cuando da al otro los puntos y
se los declara brevísima-mente; luego deja que el otro prosiga por sí
mismo y se acostumbre a tratar con Dios y a unirse con El.
87. Hay que advertir que la tal declaración no debe ser del mismo tenor
ni de la misma brevedad para todos según se deduce claramente de las
palabras del S. P. Ignacio y de la práctica.
88. Pues, en primer lugar, como el fin de esta declaración es excitar la
luz y los afectos en el otro hasta que llegue a poder orar por sí mismo,
ni conviene que sea tan breve que no halle la entrada para raciocinar
por sí mismo, ni tan larga que ya no quede nada que pueda encontrar
por su propio esfuerzo. Y como sea cierto que algunos son más tardos
que otros, y que es tan grande la diversidad de ingenios y afectos, se
sigue que puede pasar que lo que para uno es breve, para otro sea
demasiado largo, y al contrario. Por tanto, la habilidad de la enseñanza
consiste en que proceda con cada uno según sus alcances y aptitudes, y
D. 46 (82-86) 447
V. - De la conferencia espiritual
también los deseos, los buenos propósitos para que se moderen por la
indiferencia y por las reglas de elección, si fuere necesario, la
precipitación o el excesivo fervor principalmente en las resoluciones
que tome o en los votos, o para evitar, el extremo contrario de la
tibieza. Hay que distinguir, finalmente, los buenos espíritus de los
malos, a fin de que huyendo de éstos siga aquéllos.
100. Como con esta frecuente comunicación se descubren las varias
tentaciones y los vicios, hay que procurar con mucho cuidado no sólo
el que sea instruido plenamente acerca del modo de resistir al demonio
y combatirlo, sino también, según la necesidad de cada uno,
prescribirle determinados ejercicios que sirvan de remedio para todos
los vicios, como claramente enseña el S. P. Ignacio; y para tales vicios
propónganse exámenes adecuados.
450
47
DIRECTORIO PARA DAR O HACER LOS EJERCICIOS
POR EL P. JUAN B. CECCOTTI
(original en latín)
PARTE PRIMERA
451
2. En primer lugar, para que el que ha de ser maestro de otro salga bien
perito en el manejo de este librito y adquiera para sí, como de una
mina de oro o piedras preciosas, abundantes riquezas, proponga no
haber nada en él que despreciar. El orden es el más apto para su uso, y
casi no es más que la misma explicación del modo de usarlo, el estilo
es sencillo y propio, pero no sobra nada, cada palabra está meditada y
bien escogida, la más a propósito para cada lugar, y por tanto se han
de ponderar. Los mismos títulos se han de considerar con atención,
pues contienen un compendio de doctrina: como el que está al
principio de todos los Ejercicios antes del Fundamento, 2 y el que
precede a las adiciones de la semana,3 etcétera. Son dignos de notarse
también las comparaciones y los ejemplos, como cuando al asemejar
al demonio ya a una mujer, ya el jefe de un ejército, 4 da a conocer su
modo de proceder, etc.
1 En realidad, el pasaje aducido de las Constituciones, dice así: «Y el dar razón, sea
en modo que no solamente se dé satisfacción a los otros, pero aun se muevan a desear de
ayudarse de ellos», Const. (409), aquí: D. 5 (30).
2 EJ. [21].
3 Ej. [73].
4 Ej. [325, 327].
D. 47 (3-6) 453
6 Const. (409). Véase también el n8 anterior en donde supone que hay que haberlos
16. En cuanto al dar los preceptos hay que tener presente que no se han
de proponer todos juntos desde el principio, al modo que se hace en las
ciencias. El conocimiento de todos ellos debe tenerlo el preceptor,
como el arquitecto sabe el modo cómo ha de hacer una obra; pero
inculcarlos todos, y comenzar todo un sutil razonamiento para explicar
los principios, las causas y los fines de cada uno, es inútil para el que
recibe los Ejercicios, que se espantará con tanta sutileza, y se sentirá
oprimido por su multitud.
17. Por tanto es necesario ir dando poco y despacio, como con
cuentagotas, a medida que se va presentando la oportunidad de cada
precepto, y esto con pocas palabras para que se recuerde, y de un
modo práctico para que pueda cumplirse mejor; por ejemplo, esto se
omite, aquello conviene hacerlo, quite de aquí, añada allá, etc.; y con
la piadosa prudencia hay que juntar tal sencillez que apenas él
sospeche el artificio, tomando ocasión de lo que él mismo manifiesta
al dar cuenta de conciencia, cuenta que puede servir mucho para esto
de ir dando los preceptos.
18. De esta manera él se animará, cumplirá fácilmente cualquier cosa
que se le mande, sin darse cuenta tendrá grandes afectos; y en verdad
que no fue otra la causa de que el Bienaventurado Padre no guardara
otro orden más a propósito en esta ciencia sino porque quiso enseñar el
D. 47(13-18) 456
19. Todo se viene a reducir a esto: que el que recibió a otro para ejer-
citarle, entienda cuáles son sus cualidades, hasta dónde deba llegar y
tratar con él, qué deba esperar y proponerse, para que así pueda diri-
gir bien su trabajo. Pues, como enseña el B. R, su deber es, sirvién-
dose de las reglas y avisos del mismo, preparar, ilustrar y hacer ade-
lantar el alma del que recibe los Ejercicios, cuanto baste para que él,
ayudado con tales auxilios, trate por sí mismo con Dios, y en la ora-
ción y comunicación con Él, padre de las luces y autor de todo lo
bueno, pida luz y fuerza para conseguir el fin de los Ejercicios, o
sea, para purificarse de vicios, para cerciorarse de cómo ha de orde-
nar su vida, adquirir virtudes, y, últimamente, trocado en un nuevo
hombre espiritual, subir a la cumbre de la caridad y de la perfección.
Bien conocido, pues, este fin, y ante los ojos, el que ejercita a otro,
en esto sólo pondrá todo su empeño: en conocer los caminos que lle-
van a tal fin y escoger los más conducentes.
hacer en las almas devotas todo lo bueno que vemos7. Esta práctica se
recomienda por varias razones.
9 El original dice «mollius rei». Creemos que debe decir «nullius rei». 10 Traducimos aquí
por «director y «dirigido» lo que Ceccotti, casi por única vez, llama «Ducis» y «quem
ducendum suscepit». Más abajo volverá a las formas usuales «institutor» y «quem
instituit».
D. 47 (22-26) 459
CAPÍTULO 10.b Nunca hay que dejar al que se ejercita del todo sin
instrucción.
CAPÍTULO 12. Cómo hay que inducir a los hombres a hacer los
Ejercicios.
33. Por lo que a lo primero se refiere, hay que decir que son muchas las
clases de hombres idóneos para hacer estos Ejercicios, pero
consideraremos principalmente dos. Una es la de aquellos que están
muy ajenos de todo esto; la segunda, la de los que, puestos como en el
medio, ni rechazan ni apetecen probarlos, o, si acaso, los apetecen
muy lánguidamente. Pero para que ninguno de los Nuestros yerre o
crea que no hay que pensar para nada en los que desdeñan los
Ejercicios, sepan todos que nuestro Instituto exige que abracemos
estas dos clases de hombres.
34. Hay que investigar, pues, la causa de la enfermedad; por qué
rechazan una cosa tan santa o la aman tan fríamente. La causa, en
general es doble. O bien proviene de la ignorancia o de cierta grave
persuasión, y entonces el defecto está en la mente, o bien de algún mal
afecto de la voluntad11.
35. Para quitar la primera será necesario dar razón de estos Ejercicios,
cuan útiles son, de qué proviene que lo sean tanto, y otras cosas por el
estilo.
36. En cuanto a la segunda, es decir, cuando uno se espanta por la
dificultad o alguna turbación le retrae con fuerza (cualquiera que sea el
vicio de que provenga) y está frío y aun reacio, también entonces es
útil dar algún conocimiento de los Ejercicios, pero esto no basta, ni
pueden darse reglas fijas, porque esa enfermedad puede ser de muchas
maneras. Hay que ver lo que es conveniente a la indisposición de cada
uno, como animar al tímido, o infundir el temor de las penas eternas a
los más atrevidos, o emplear otro acomodado remedio, según lo exija
cada caso y según lo que la misma unción del Espíritu Santo inspire.
De este modo, en cuanto sea posible, se les atraerá a todos los que son
aptos para hacer los Ejercicios.
37. Pero lo más importante es que él niegue por esta intención; pues
debemos arder en un fervoroso deseo de la gloria de Dios y de la
salvación de los hombres,12 porque si se dan estas dos cosas darán vida
y alma a nuestros intentos y no dejarán que sean vanos.
38. Y si se lograre que alguno se resolviere a abrazar este santo
negocio, se le ha de estimular más y más, y hay que enardecer su
ánimo trayéndole razones para que la voluntad se confirme y se
enfervorice.
2 Todo este párrafo está algo confuso en el original, la ¡dea, con todo, está clara.
D. 47 (29-32) 462
43. 3.9 Fuera de esto, la norma segura para medir estas cosas se toma
del mismo provecho interior del alma, al que todo eso exterior debe
ordenarse; v. gr., la separación del trato externo se encamina a que el
ánimo se aparte del pensamiento y solicitud de las cosas perecederas;
el encerrarse el cuerpo entre las estrecheces de un aposento es para
que el alma se recoja toda en sí misma y se esconda en lo más íntimo
del corazón; el cierre de ventanas, la privación de luz, el mantener los
ojos bajos ayuda para que el alma no se eche a volar por los sentidos si
halla las puertas abiertas. Se busca, pues, la soledad del alma, no la del
cuerpo, para que reunidas todas sus fuerzas y aplicadas a una sola cosa
realice mejor el negocio de su salvación. Esos cuidados exteriores son
necesarios como adminículos, por tanto se han de estimar mucho.
44. Pero si se hallare alguno de un espíritu tan ordenado que pudiera
obtener aquel fruto interior sin estos recursos externos, 13 éste podría
prescindir de todos o de algunos de ellos, con tal que verdaderamente
tuviera en su alma, como hemos dicho, aquellas disposiciones para las
cuales en particular se han establecido cada una de estas ayudas.
45. 4.s De esto se sigue que a los de la Compañía, ya que andan
siempre ocupados en tratar de cosas piadosas y santas, y ejercitan los
ministerios sin ninguno, o si acaso leve, detrimento del espíritu, con
razón se les pueden dar los Ejercicios del mismo modo que a los
verdaderamente ocupados se les prescribe en la nota 1 .* de este
capítulo; pero con los novicios y principantes y con todos los demás,
se ha de guardar necesariamente este apartamiento ya que el
Bienaventurado Padre expresamente lo manda. Asimismo con los
remisos y distraídos y con aquellos que verdaderamente y con toda el
alma lo desean.
D. 47 427
El original dice erróneamente «intrinsecis fulcimentis».
(47-49)
CAPÍTULO 16. Por qué no hay que hacer sino una breve declara-
ción.
14 En la anotación 2.*
50. I.8 Que la explicación sea breve y sencilla, pues dice, «con breve o
sumaria declaración».
51. 2.8 Precisa cuál ha de ser el modo de esta breve declaración cuando
añade que el que ha de meditar, tomando primero el fundamento
verdadero de la historia, discurra después y raciocine por sí mismo. El
sentido es que la declaración ha de llegar hasta que conocido el
fundamento de la materia propuesta con una simple narración, como
por modo de historia, el que ora, meditando y considerando sobre
aquella cosa, discurra algo por su esfuerzo e industria, y de esta
manera trate con Dios por sí mismo.
52. Luego da la razón de seguir este método: porque «hallando alguna
cosa, etc., es de más gusto y fruto espiritual, porque no el mucho saber
harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas
internamente».
53. De las cuales palabras se colige: Io, la distinción manifiesta entre la
luz especulativa, que llama «mucho saber», que se adquiere por la
enseñanza ajena o la lectura de libros, y la luz práctica, a la que llama
sentido y gusto interior de las cosas.
54. 2.8 Que la utilidad y el fruto de los Ejercicios no consiste en el
primero sino en el segundo, porque el deseo del alma, es decir, aquella
fuerza de obrar del alma, que se ejerce después de excitado un deseo,
no se sacia con la ciencia y el simple conocimiento de las cosas, sino
con el sentido y gusto íntimo por el cual es iluminada, purificada y
perfeccionada.
55. 3.8 Es verdad que con la lectura de libros y con una copiosa
explicación se engendra en el alma la ciencia, pero no aquel excelente
fruto que la sacia y la robustece. Por eso, explicados brevemente los
puntos propuestos como para mostrar el comienzo del camino que hay
que tomar, debe cada uno seguir adelante por sí mismo y explorar el
interior, es decir, piense sus cosas con empeño y haga con su esfuerzo
muchos actos, por los cuales el alma es inflamada por el divino
espíritu e impulsada a obrar.
56. 4.8 De aquí se sigue lo que también hemos dicho arriba: que el modo
de orar que se enseña en los Ejercicicios es práctico y propiamente una
especie de gimnasia, y por tanto sumamente acomodado para
engendrar en el alma la costumbre y la facultad de orar; porque en
aquel esfuerzo y trabajo de hallar algo se hacen muchos actos, y con la
frecuencia de éstos nace el hábito y la facilidad.
57. Este es el medio, como también antes dijimos, con que se aprenden
fácilmente las artes, que al discípulo no se le oprima con preceptos,
sino que después de una breve instrucción y ejemplo del maestro,
ponga él mismo manos a la obra. Tómese el ejemplo de la música:
nadie se acostumbra al arte de cantar mientras sólo su maestro, aunque
excelentemente, diserta y canta; sino que es necesario que él, después
que ha enseñado los elementos y ha abierto el camino, vaya delante
como un guía, pero de modo que le siga el discípulo, y cuando canta,
cante éste con él, y aun déjele a veces solo para que se acostumbre a ir
solo y sin apoyos y como por sus propios pies; de otro modo
aprenderá por cierto a disertar sobre la música, pero no sabrá modular
su voz como lo hacen los músicos. Pues en nuestro caso, no sucede de
otro modo. Quede, pues, sentado, según los puntos anteriores, que la
declaración ha de ser breve.
58. Hay que advertir, sin embargo, que aunque hay que hacer sólo una
breve declaración según el precepto del B. P., no quiere él que sea tan
breve que quede en la oscuridad; pues tanto yerra en este asunto el que
muestra la entrada de la casa entre tinieblas de modo que no pueda
encontrarse, como el que todo lo que se había de buscar y contemplar
en su interior lo saca a la luz del día de modo que al entrar ya no se
presente nada nuevo que incite a mirar y rebuscar, como si uno se
complaciera en el fruto de su ingenio.
59. Además, siendo grande la diferencia de las inclinaciones y de los
ingenios, no a todos les conviene el mismo modo de explicación, pues
la que para uno que es de pronto y buen ingenio bastaría, para el que
es tardo y rudo le sena poco útil. Y a veces pasa lo contrario: la que
para éste resulta breve, al otro se le hace larga y difusa; de lo cual se
deduce que no se puede dar una regla fija y determinada que convenga
a todos; por lo cual, teniendo presente el fin por el que se hace la tal
declaración, el modo de hacerla ha de ser el más acomodado a la
propia naturaleza del que recibe la instrucción.
60. En lo cual se ve la prudencia del director: pues a él le toca de-
terminar qué y cuánto bastará a cada uno para encender aquella luz y
afecto con el que la inteligencia y la voluntad se preparen e instruyan
para poder adelantar por sí solo y encontrar a su Dios y hablar con Él
con el respeto que se merece.
61. La experiencia enseña que en cuanto a esto viene a haber cuatro
géneros de hombres:
62. El primero es el de aquéllos que tienen un ingenio exuberante y
agudo, y una voluntad y deseos ardorosos, y se sienten muy esti-
mulados por los impulsos de la gracia divina. A éstos, ya que de suyo
son suficientemente instruidos para pensar mucho con gran provecho,
los simples puntos de la meditación y las palabras, les pueden bastar.
63. El segundo, es el de los que no tienen tanta abundancia de estos
dones, pero gozan de una buena medianía. A éstos se les puede añadir
en los puntos una breve declaración de las cosas más oscuras y que
pertenecen a la naturaleza de lo que de momento se trata, y se les
puede indicar brevemente lo principal que se encierra en los puntos; lo
cual a un maestro prudente y perito le será fácil de hacer.
64. El tercero, es el de los que, siendo piadosos, son tardos de ingenio y
no muy idóneos para discurrir, pero si se les propone y se les explica
la cosa, la reciben con gusto y la retienen, de modo semejante a los
perros que por falta de olfato no descubren la caza, pero si otro se la
levanta, la persiguen y la apresan. A éstos conviene explicarles el
misterio con más amplitud, para que reciban de fuera la luz que no
tienen, con la cual se despierte lo que estaba como dormido. Y
ordinariamente, guiados por esta luz de la declaración, sobre todo si la
explicación va acompañada de comparaciones y ejemplos, alcanzan el
sentido del misterio, que de otro modo nunca hubieran comprendido, y
se les abre el camino para mover los afectos valiéndose de los actos,
con cuya ayuda se les despiertan muchos.
65. La cuarta clase, finalmente, es la de los que les ha tocado un genio
muy tardo y rudo, a los cuales hay que proponerles pocas cosas y con
una brevísima explicación, en cuanto sea posible por medio de
comparaciones y ejemplos de cosas vulgares y que se perciben por los
sentidos, que sirven para excitar la memoria y promover alguna
moción.
67. Terminada la meditación, una y más veces cada día, según pare-
ciere conveniente, el que preside debe preguntar al que recibe los
Ejercicios qué ha hecho, cómo le ha ido la cosa, para conocer así todo
el estado de su alma y poder dirigirle y curarle mejor, en lo cual
consiste toda la fuerza y razón de ser de esta enseñanza. Recuerde,
pues, el maestro que es oficio suyo formar y guiar al principiante para
que consiga el fin que estos Ejercicios se proponen, y por tanto
procure entender por lo que él le cuenta, qué actos promueve en la
oración, qué vía sigue desde el principo hasta el fin, para ver en qué se
le ha de ir corrigiendo poco a poco.
68. Entérese también de cómo reflexiona y cómo discurre por su
propio ingenio, y si parece que el modo que sigue es acomodado a
su natural, procure fomentarlo; y si se nota que no halla nada por
sí mismo, hay que aplicar los remedios que enseña nuestro B. P. Hay
que preguntarle acerca de la preparación, de la diligencia en guar-
dar las adiciones, etc. Indique la raíz de este mal, pues sin duda lo
es, y grande, el que uno no llegue a poder tratar con Dios por sí
mismo. Entre otros remedios conviene quitar algo de la comida
como pena y penitencia, o tentar otros medios de afligir la carne,
para que al fin se encuentre el sentido de la devoción, que se bus-
ca. En todo lo cual al director corresponde vigilar que no se traspa-
sen los límites de la discreción.
PARTE SEGUNDA
69. Para que uno sea apto para hacer los Ejercicios con aquel fruto
que de él se espera, es necesario en primer lugar que esté dotado
de ciertas facultades y capacidad natural, después que se llegue a
ellos con la conveniente preparación del ánimo, y, finalmente, que
durante todos los Ejercicios cumpla con fidelidad su deber. Ex-
plicaremos brevemente cada uno de estos puntos.
5.9 Una o más veces al día descubra al que le dirige todo su interior
con gran sencillez y cuéntele todo, menos los pecados, los cuales basta
manifestar al confesor, y menos los habituales pensamientos que sin
ser buenos ni malos excita la naturaleza. Explique, pues, las mociones
causadas por el bueno o el mal espíritu, para aprender a distinguirlas, y
gobernar los afectos varios que experimenta en la oración, las
consolaciones, las desolaciones, las luces del cielo, los santos deseos,
las determinaciones y propósitos, para que todo sea examinado [por el
director], prudente y piadoso juez, y resulte más cierto y seguro.
472
48
DIRECTORIO DE EJERCICIOS
POR EL P. CECCOTTI
(original en latín)
1 En contrastre con el Directorio anterior, Ceccotti usa aquí siempre los términos
«director» y «ejercitante».
473
como semioficial, o tal vez al mismo Directorio oficial en su edición provisional de 1591, D.
34 o a los esquemas de las meditaciones del P. Polanco, D. 20 bis.
D. 48 (7-9) 476
ayudar con el ejemplo, sino también pueden ser para los demás guías y
consejeros; pues luego que se han persuadido que también para ellos
se dijo: «y tú una vez convertido, confirma a tus hermanos»,4
fácilmente llevarán a otros a Ejercicios, o se los darán o les enseñarán
en particular siguiendo el ejemplo del bienaventurado [San] Pablo que
no solamente en público exhortaba a la penitencia, sino también yendo
por las casas, así como el mismo Cristo convirtió en privado al
publicano Zaqueo.
7. En cuanto se vea quiénes son los que pueden hacer fruto, habrá que
pensar cómo han de insinuarse y qué ocasiones hay que aprovechar,
las cuales ordinariamente vendrán a ser éstas: hacer amigables visitas,
saludar cortésmente, conversar, felicitar, aliviar con sus consejos,
ayudar advirtiendo algo, instruir, reconciliar con los enemigos, dar
alguna vez ciertos regalillos de cosas piadosas o necesarias y que se
juzga serán gratas u oportunas para el otro, y por decirlo en una
palabra, dirigir a esto toda su actividad y todo su empeño en cuanto lo
permita la razón, lo lícito y la modestia religiosa; finalmente, como en
general les gusta a los hombres ganarse a los demás, aprovechará a
veces recibir mutuas muestras de benevolencia de los otros y aun
exigirlas. Así leemos que el bienaventurado [Francisco] Javier deseó
hacerse como esclavo para tener ocasión de llevar a la China la luz del
Evangelio; y cosa parecida hizo Santo Domingo en favor de los
Albigenses, y San Francisco para convertir a los infieles; y muchos
otros obraron de modo semejante, como nos cuentan las historias de
[San] Josafat y de otros.
8. Ahora bien; una vez se han insinuado y se han ganado los ánimos,
hay que preparar el camino para introducirse, pasando ingeniosamente
de la conversación de las cosas y negocios de este mundo a las
celestiales y eternas de la otra vida, como nos lo enseñó Cristo en su
coloquio con la samaritana. Y a nadie ha de parecerle difícil esto, pues
como cualquier cosa suele estar relacionada con otra o por afinidad o
por oposición ya explícita ya implícita, fácilmente, con habilidad, se
puede pasar de la una a la otra, como de las cosas caducas a las
eternas, de la tierra al cielo, de los peligros de la vida a la muerte, etc.;
y de otras varias se puede venir a parar a lo mismo, mostrando, como
al principio dijimos, que muchos se pierden por la ignorancia de las
cosas divinas y de las humanas.
9. Hay que hacerle ver que tales cosas no se pueden ponderar bien en
medio del bullicio, que hay que buscar descanso y retiro, a lo menos
por breve tiempo, y aquí finalmente, para persuadirle a que quiera
4 Le 22,32.
D. 48 (7-9) 477
4 Le 22,32.
De Fray Luis de Granada, muy usada por los jesuítas en aquellos tiempos.
D. 48 (7-9) 478
4 Le 22,32.
19. Por tanto, de entre todas aquellas virtudes, para no callar nada de lo
que ayuda a encender el celo de las almas, medite frecuentemente
sobre la Pasión de Cristo, y propóngase los ejemplos de los que han
seguido a Cristo más de cerca, y tenga a mano algunas sentencias
escogidas de la Sagrada Escritura que sirvan para ello, como por
ejemplo aquella de Santiago: «Quien apartare al pecador del extravío
de su vida, salvará su alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de
los pecados»7.
20. Pero como la industria y las virtudes humanas pueden poco en este
negocio, si el Espíritu Santo no ayuda por su parte, procure con mucho
cuidado el director no confiar demasiado en su prudencia y en sus
fuerzas, sino que en los casos más difíciles acuda a otros más
experimentados para pedir consejo, y recurra también frecuentemente
a Dios en las cosas dudosas; con esta humildad se hará aptísimo
instrumento del Espíritu Santo, y sentirá que se le infunde de arriba
luz para la dirección de los otros, la cual no se le daría para su uso
particular, ni podría alcanzarla por su ingenio natural ni por su
erudición. Pues la luz natural, como la de las candelas, no sólo es floja
y tenue sino estéril e infecunda; en cambio, la luz del Espíritu Santo,
como la del sol, todo lo anima, le da vigor, y lo hace potente y fecundo
para obrar. Por lo cual los filósofos antiguos, aunque llegaron a tener
conocimientos muy excelentes y trataron de ellos elocuente y
largamente, ellos mismos o no practicaban lo que enseñaban o se
contentaban con una sombra de virtud, porque la luz fecundante y
vigorizante del Espíritu Santo queda escondida para los sabios y se
muestra a los humildes.
9 8Sal 119,71.
Mt18,3.
10 Aunque luego sólo enumera cuatro.
D. 48 (32-35) 482
es la ocupación principal, a la cual ocupación, después de cada
meditación, dedíquesele por lo menos una hora, y más, si puede ser; lo
cual se hará fácilmente si el ejercitante pudiese acudir la víspera por la
noche.
32. Ahora hay que tratar por extenso del arte y método de las medi-
taciones y de la ocupación acerca de la reforma de vida, pues en estas
dos cosas consiste casi todo este negocio.
33. Ahora bien, empecemos a decir algo sobre la oración. Si el ejer-
citante es tan rudo que ni siquiera sabe leer, ocúpese en el tiempo de la
oración en orar por alguno de los tres modos según el método que da
el bienaventurado Padre.
34. Si sabe leer, pero es de ingenio tardo, lea, considere, haga coloquio;
y así al llegar la hora de la meditación, puesto devota y reverentemente
de rodillas ante Dios, después de la oración preparatoria y los
preludios hechos como buenamente pueda, comience la misma
meditación, leyendo primero seguidoj)arte del argumento señalado,
advirtiendo qué parte, palabra o sentencia más le mueve. Recorrido así
el primer punto, relea la parte que más le impresionó; luego, dejado el
papel, pondere aquella palabra o sentencia en particular con grande
tranquilidad del alma y con la misma atención que solemos poner
cuando se nos ofrece algo nuevo que nos interesa mucho, o cuando
sabemos cosas de gran importancia por cartas o por relación de otros,
pues en tal caso no sólo pensamos en ellas, sino que las desarrollamos,
volvemos sobre ellas, las consideramos, las ponderamos. Después,
bien examinada la cosa, comiéncese el coloquio con Dios nuestro
Señor como si con sus ojos lo viese presente, pues aunque no lo
veamos los que ni siquiera podemos ver el aire material, está tan
íntimamente presente a nosotros que si un poquito se apartase de
nosotros, dejaríamos de existir; por lo cual la razón y la fe deben
reforzar la debilidad de los ojos y de la imaginación, principalmente en
los hombres rudos. Lo mismo irá haciendo el ejercitante sobre los
demás puntos de la meditación. Y si recorridos todos los puntos, no se
ha terminado la hora, repita aquello que más le movió.
35. Terminada la hora considere qué es lo que más le ha impresionado,
y esto escríbalo sencillamente y sin pretensiones, pero esfuércese por
conservar en la memoria lo que en la meditación ha considerado sobre
lo que ha escrito en el papel y ha representado al mismo Dios, para que
luego el director sepa el modo que tiene en la oración y sus resultados.
[...]
B. ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
486 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
INTRODUCCIÓN
Necesidad de director
pág.13.
2 IPARRAGUIRRE, Historia de los Ejercicios, I, pág. 157-163.
(6)
6 Citado por IPARRAGUIRRE, Historia... II. págs. 352-353.
492
I. LA INTERVENCIÓN DE DIOS
Así, pues, el primer problema que se nos plantea al iniciar este ca-
pítulo es delimitar con la precisión posible las respectivas áreas de
influencia de Dios y del director humano, pues para los autores de los
Directorios es una verdad incontrovertible que la acción de Dios no
intervino únicamente en Manresa y en el caso del peregrino Iñigo, sino que
se prolonga a través del tiempo y del espacio.
Cuestión de tanto interés merece que la estudiemos con detención.
Vamos, pues, a recoger los testimonios que nos ofrecen los Directorios
sobre este punto y luego trataremos de exponer la explicación del hecho
que los mismos Directorios nos ofrecen.
Lo primero que llama la atención del lector de los Directorios son las
grandes alabanzas por los frutos que dicen producir los Ejercicios: D. 19
(4). Dichos frutos son tan variados y tan exquisitos que algunos proponen
se le enumeren al futuro ejercitante al principio de los Ejercicios, como
quien está convencido de que la presentación de un tal panorama ante los
7 No expresa aquí Torres exactamente la realidad, pues por lo general, ni siquiera al
que hacía los Ejercicios se le daba el librito, aunque sí se le «dictaban» algunos. Cfr. nota
4.
8 Mon. Ig., Ex., pág.655.
ojos del ejercitante bastará, o por lo menos ayudará en gran manera, para
que se disponga como es debido10.
46 (2).
18 D. 7(41).
a ) Causas naturales
19 D. 24 (43).
20 D. 12 (11).
21 D. 46 (95), D. 47 (66).
22 D. 10(45), D. 22, 23(51).
Uno de ellos, el del P. Gil González, con acento casi trágico, expone así la
situación, al mismo tiempo que da la razón de ella: «El uso de dar Ejercicios
es en alguna parte rarísimo; ... es menos eficaz, menos fructuoso, porque
falta a los Nuestros habilidad en tratarlo»23.
De modo que los Ejercicios han llegado a ser menos eficaces y menos
fructuosos porque no hay buenos directores. Parece que debería atribuirse el
menor fruto a la falta del ejercitante, a su poca preparación o torcidas
disposiciones. Gil González se salta esa conexión (lo cual no quiere decir
que la niegue) y nos relaciona directamente la eficacia de los Ejercicios con
la actuación del director24.
Para cerrar este primer apartado, léase un párrafo del P. Gagliardi, el
cual, en su magnífico Comentario de los Ejercicios, explica el dinamismo de
esa acción del director en la obtención del fruto: D. 46 (81) y su
correspondiente en Ceccotti25.
23 D. 31 (40).
24 El P. Nadal atribuye el que no se obtenga ya tanto fruto de los Ejercicios al
hecho de que no se dan «con el rigor como se solía, así en la clausura como en
otras cosas»: D. 7 (25). Véase el dicho de S. Ignacio al P. Cámara a este respecto:
D. 6 (5). Cfr. también: D. 10 (2), D. 24 (2).
25 D. 47 (47).
26 D. 7 (7).
b) Causas sobrenaturales
«como las otras religiones tienen su gracia peculiar, así también ésta nuestra
tiene sus muchas gracias»29.
Las explicaciones que da Nadal de esta gracia le permiten establecer la
comparación con la gracia producida por los sacramentos. De la misma
manera que «además de producir todos ellos la gracia general y común, dan
derecho a otra gracia particular que es propia a cada uno de ellos, así hay en
las religiones una gracia peculiar de cada una» 30
Ahora bien, Pereyra nos da la siguiente definición de esa gracia: «La
gracia de la Religión es un auxilio y concurso especial de Dios para poder
cumplir con los ministerios de la tal religión y especialmente para éste» [de
dar Ejercicios]31.
27
D. 7 (4).
28
D. 10 (44).
29 NICOLAU, Jerónimo Nadal, Obras..., pág.491.
30
O.c., pág.145. En la nota 18 cita el P. Nicolau varios manuscritos en
donde
se contiene esa ¡dea. Véase por ejemplo, el siguiente texto: «Pues no debemos
con-
tentamos con cualquier clase de virtudes, sino solamente con las propias de
nuestra
vocación. Ya que como la gracia de los sacramentos tiene sus propiedades, así
las Es la misma 32
definición de Nadal, pero sin esa relación tan explícita a
los Ejercicios
gracias . Hermosamente
y las vocaciones desarrolla(Scholia,
de las religiones...» el contenido de esa gracia en la
pág.150).
instrucción
31
6.6, ya citada, en un párrafo que es la explicación prometida en el
D. 10(44).
«pero todo esto son cosas humanas» del párrafo anterior.
No se crea que esta idea es exclusiva de Nadal. Ya hemos visto a
Pereyra afirmar lo mismo. Un Directorio anónimo insinúa tímidamente que
se trata de una gracia especial y al mismo tiempo añade un avance de
explicación: «Y en verdad, parece claramente obrar el Espíritu Santo en
aquellos que los practican... Y ciertamente parece singular gracia y don el
que el Señor dio a la Compañía de dar estos Ejercicios. Y también parece
que Dios concurre con los Nuestros en darlos» 33.
En este concurso de Dios con la creatura nos recuerda el autor del
Breve Directorium a propósito del esfuerzo que se le pide al ejercitante, que
«el papel principal lo desempeña el Espíritu Santo» 34 Y el P. Cordeses
advertirá lo mismo al director para que no se extralimite en sus funciones35.
Pero quien descorre el velo con mayor soltura y profundidad es
Polanco. Es de notar que Polanco se pregunta por la causa de la abundancia
de gracia o, lo que es lo mismo, de lo extraordinario del fruto que producen
los Ejercicios y que da por supuesto que todo don y gracia viene de Dios: D.
20(4). Parecer que recogió Gil González y el Directorio oficial 36.
498 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
32 En la plática del 2 de enero de 1557 en Roma, dice que esa gracia se manifies-
34 D. 26 (19-20).
fo: «Lo que se dice como recomendación de los Ejercicios que.. Cristo haya dado
los Ejercicios según aquel orden a nuestro P. Ignacio etc., lo supimiría totalmente,
para que algunos no se viesen obligados a echar de menos la modestia en los
Nuestros al recomendar aquellas cosas» D. 31 (20). Nótese que no dice que sea
falso. La única razón alegada es por cuestión de modestia y prudencia.
primera vez inspiró»43.
Loyola empezó Dios a guiarle. ¿O-quiere más bien insinuar que Ignacio fue
el primer ejercitante y que desde entonces Dios ha continuado la misma
labor con todas las personas que han entrado de veras en Ejercicios? 44 En
este caso, habría que aplicar la analogía arriba indicada a cada ejercitante y
tendríamos una explicación bastante aceptable del dinamismo de esa gracia.
No creemos se pueda determinar nada más concreto, por el momento.
A) SU NECESIDAD
sencia del Director: «...sólo los principios generales pueden ser comunes a todos,
pero la aplicación en particular... se deja a la prudencia del maestro e instructor
espiritual, la qual en las mismas primeras anotaciones de los Ejercicios supone que
nunca faltará a aquel que empieza a ejercitarse en las cosas espirituales...» De
reiig. S.J., lib. 9, cap. 6, n.fi 4.
descifrarla. Es decir, todo el método de los Ejercicios está concebido de tal
manera que se hace casi inaplicable sin un director.
51 D. 10 (2,3).
52 para ser más exactos, deberíamos citar el Comentario del P. Gagliardi como
excepción. Pero aun en este caso, hemos de advertir que el título es algo engañoso,
pues si bien comenta bastantes puntos, no es completo y más de la mitad de la obra
versa sobre la discreción de espíritus, en donde reside su principal valor. Y, sobre
todo, lo que aquí más interesa, por supuesto que no se dirige al ejercitante.
53 D. 9 (3).
54 D. 46 (18).
55 Loe. cit.
56 D. 47(81).
57 D. 48 (25). Léase la bella comparación del maestro de música en: D. 46 (86),
D. 47 (57).
58 D. 22, 23 (16).
59 D. 48 (25).
60 D. 12(13).
o aun tan sólo parte de ellos vuelva a empezar, aunque brevemente, por la 1 . s sema-
na, «tomando además como director a otro más ejercitado», D. 22, 23 (51).
506 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
Iparraguirre, suplió «debent», D. 17 (63). A nuestro entender, creemos que debe de-
cir «possunt». Nos apoyamos en dos razones:
a) En todo su Directorio, Hoffeo, cuando habla de jesuítas, tiene presentes sólo a los
escolares: «fratres» (vide nn.10,11,14,20, 23, 32, 33, 37, 89), o a los coadjutores, y para
ellos está determinando el modo de dar los Ejercicios. En ningún momento determina nada
para los Padres ya formados. Luego tampoco aquí pretende determinar.
b) La frase es mucho más lógica si se lee «possunt». En efecto, el inciso «non
egentes ullo magistro...» es explicativo de la oración principal y no al revés. Si no
necesitan maestro ni guía, no se ve por qué se les deba dar los papeles de la meditación.
En cambio, tiene mucho más sentido así: «A los Padres puede dejárseles el libro, para que
solos lo lean, puesto que no necesitan de maestro ni guía».
66 D.41 (17).
NECESIDAD DEL DIRECTOR 507
b ) Razón teológica
Polanco es, sin lugar a dudas, junto con Gil González, el teólogo de los
Directorios. Va siempre al fondo de las cuestiones que trata. Ya hemos tenido
ocasión de apreciar esta cualidad de Polanco anteriormente. Ahora vamos a
exponer todo su pensamiento.
En el capítulo primero de su Directorio se formula la misma pregunta
que nos hemos propuesto nosotros más arriba: «De dónde proviene el que
los hombres experimenten tanto provecho con estos Ejercicios espirituales».
Polanco da la respuesta en dos etapas, la primera de las cuales ya ha
quedado expuesta en su lugar.
1." La suma liberalidad de Dios, siempre dispuesta a ayudar al hombre
y a regalarle con los más altos dones.
2." El hombre con su negligencia desprecia los dones de Dios, no se
dispone a recibirlos, o sólo en pequeña parte 69.
Ahora bien, para que el ejercitante se disponga («con el auxilio
divino», añadió el exacto Polanco) a recibir estos grandes dones de Dios,
debe:
1." Con ánimo generoso y filial apetecer los grandes dones de Dios.
2." Procurar obtenerlos, usando medios convenientes «y ordenados por
la divina Providencia».
3." Cooperar esforzadamente con la Providencia «haciendo lo que está
de nuestra parte»70.
67 D. 33 (95).
68 D. 34, 43 (95).
69 D. 20 (4).
70 D. 20 (5).
508 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
71D. 20 (6).
72D. 20 (7).
73 D. 20 (4).
74 Siguen el pensamiento de Polanco: D. 31 (45), D. 33, 34, 43 (8), pero omiten
I. UNICIDAD DE DIRECTOR
1
D. 17(31,58), D. 26(29).
511
b) Los visitantes
B) UNIDAD DE DIRECCIÓN
19D. 34,43(54).
20D. 18 (94), D. 22, 23 (17), D. 24 (33).
21 D. 21 (36).
22 D. 4 (8), D. 33, 34, 43 (42).
23 D. 31 (28). Uno de los críticos al Directorio provisional de 1591 parece indi-
car que algún abuso se había introducido al respecto: «Hay que declarar si se debe
enviar a alguien casi cada día para recreación con el ejercitante, como se ha hecho
alguna vez, y en qué momento, y cuántas veces se debe enviar», D. 41 (8).
24 D. 4 (8), D. 17 (31), D. 31 (28), D. 33, 34, 43 (42, 54).
25 D.4(8), D. 17(35).
26 D. 25 (29).
EL DIRECTOR: ¿CUANTOS Y QUIENES? 515
27
D.22, 23 (11).
Así lo supone S. Ignacio en la anotación 6.a, de tal manera que si el director «ve que
28
bremos de discutir en la 2.a parte: «el cual, por cierto, no debe darlos a muchos a la
vez, sino trate separadamente con cada uno...»
30 D. 15(3).
31 IPARRAGUIRRE, Historia..., I. En el índice 1.» del apéndice estadístico, págs.
299-301, pueden verse los nombres de los no jesuítas que dieron Ejercicios en tiem-
po de S. Ignacio.
32 Habla de ellas el B. Fabro en carta del 1.B de setiembre de 1540 desde
Parma. «Símilmente algunas mujeres que por oficio toman de ir de casa en casa,
enseñando doncellas y otras mujeres, las cuales no pueden ir con libertad fuera; y
siempre ante omnia les dan los diez mandamientos, VII pecados mortales, y des-
pués lo que es para la confesión general», Mon. Fabri, pág.33. Se trata, pues, de
Ejercicios diluidos, y casi los podríamos comparar a lecciones de catecismo. En ese
mismo lugar habla de sacerdotes y «maestros de escuela» que los daban a sus
alumnos. Cfr. también pág. 22.
EL DIRECTOR: ¿CUANTOS Y QUIENES? 517
indican la opinión general, lo ideal, lo que debe ser. Ésta nos señala el
hecho concreto, lo real, lo que fue, con el peligro para los que hemos de
leer sus lecciones a través de las nieblas de cuatro siglos de distancia, de
creer que la excepción era la regla y convertir «lo que no hubo más remedio
que fuera» en «expresamente querido e intentado».
Y esto en tan alto grado que otros Directorios los llamarán ministerio
«primario»38 de la Compañía, el principal. De tal modo que ha venido a ser
«familiar»39 a la Compañía. De esta manera, el P. Mercuriano, dejándose ya
de epítetos, los llamará simplemente: «los Ejercicios de la Compañía», o
también: «nuestros»40. Y para terminar con esta enumeración,
consignaremos la frase del Directorio oficial, que añade a todo lo dicho el
carácter de ministerio obligatorio de la Compañía: los Ejercicios son «un
don y encargo que Dios ha concedido a nuestra Compañía»41.
Reflexionemos un momento sobre todo lo que precede. Los Ejercicios
son un arma que, puesta en manos de los hijos de la Compañía, rinde
resultados sorprendentes42. Todo jesuita está llamado por vocación a formar
parte de ese cuerpo de ejército que está pertrechado con esa arma
poderosísima y que es un «medio propio y necesario para el fin de la propia
vocación»43. Y por ello, todos los ministerios que puede ejercitar la
Compañía deben ordenarse a la mejor utilización de los Ejercicios44.
Pero conviene advertir que por ningún lado nos ha salido la menor
expresión que señale a los Ejercicios como de «exclusiva» pertenencia de la
Compañía. Son, eso sí, el ministerio más «propio» de su Instituto, ya que
ella misma nació de los Ejercicios y al que se dedica con mayor empeño.
De este principio deducen los Directorios dos consecuencias de suma
importancia:
38 D. 7(41), D. 18(11).
39 D. 5(18).
4°D. 19 (1,9,10).
41 D. 33, 34, 43 (9). Algo parecido dicen: D. 12 (8), D. 20 (2), D. 24 (6). Cfr. en
46 D. 7 (8, 9, 11, 12, 30, 31), D. 18 (57), D. 22, 23 (4), D. 44 (1), D. 45 (1).
47 D. 7 (37), cfr. también D. 22, 23 (150).
48 D. 7 (13, 32, 37, 41), y también: D. 16 (2), D. 18 (57), D. 22,23 (4), D. 33, 34,
43 (84). Nadal no hacía con todo ello otra cosa que urgir las normas de las Cons-
tituciones, n° (65, 98, 277, 279).
49 D. 5(12).
50 D. 44 (14).
53 D. 44(10,13).
54 D. 41 (15).
520 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
En otras palabras: todo jesuita debe saber dar los Ejercicios. Para ello
el primer paso necesario es haberlos hecho, como estudiaremos en el
capítulo siguiente. Ésta es, por lo demás, la segunda consecuencia que
hemos anunciado más arriba, directamente derivada del hecho de ser los
Ejercicios el ministerio más propio de la Compañía.
Ya otros Directorios, antes que el oficial, D. 20 (2) habían insistido en
la necesidad de que todo hijo de la Compañía aprendiese a dar los
Ejercicios56.
Los Directorios57, en este punto, no hacen más que repetir, de
diferentes maneras, el humilde precepto de S. Ignacio en las Constitu-
ciones: D. 5 (29).
Aprender a dar y aprender a defender, que todo era necesario en
aquellos primeros tiempos en que, como dice Miró, había que tener siempre
razones al alcance de la mano58. Por ello quiere Gil González que se
incluya en los Directorios la explicación de algunos pasajes algo oscuros
del libro de los Ejercicios59.
65 D. 18 (51).
522 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
66D. 18(116).
67D. 33,34,43 (74).
68 D. 41 (13).
69 Cfr. cap. 1 *
70 Ya hemos expuesto la pobreza de textos sobre este punto. Tal vez sea una
explicación de ello el que los pocos textos que hemos citado son simples apéndices
EL DIRECTOR: ¿CUANTOS Y QUIENES? 523
Dios con esas gracias, puede dar Ejercicios. Pero de ley ordinaria no gozará
de esas gracias si no cumple antes unas condiciones previas, entre las
cuales la más importante es haberlos primero experimentado en sí mismo.
Pero esto nos introduce ya en el capítulo siguiente.
524 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
a los párrafos en que tratan de los religiosos como ejercitantes. Pero creemos que lo
mismo se puede decir de los sacerdotes.
526
1 D. 6 (1).
2 véase la carta de Polanco escrita por encargo de S. Ignacio al P. César Hel-mi:D.
5(15-17).
3 D. 31 (42).
CUALIDADES Y CONDICIONES 527
22, 23 (3).
528 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
A) PRUDENCIA13
a) Necesidad de la prudencia
do un criterio selectivo. Citamos sólo aquellos textos que nos parecen más apropia-
dos para confirmación del tema.
18 D. 1 (13), D. 3 (13), D4 (20), D. 25 (18).
19 Para la confesión: D. 20 (56), D. 33, 34, 43 (134). Para la elección: D. 20
32 (35), D. 47 (68).
33 D. 17 (37), D. 22, 23 (65), D. 31 (56), D. 32 (32), D. 33, 34, 43 (63).
34 D. 4(13), D. 32(32).
35 La frecuencia: D. 17 (107), D. 24 (33), D. 31 (54), D. 33, 34, 43 (53). La dura-
los problemas sino a través de sus propios ojos. Pero los ejercitantes son
diversos y distintos. Y a todos ellos deberá aplicarles el mismo método pero
de distinta manera. De modo que cada uno de ellos termine los Ejercicios
convencido de que S. Ignacio escribió su librito pensando precisamente en
él.
b) Conclusión
B) PSICOLOGÍA
Una de las cualidades que hoy se exigen a todos los que de una forma
o de otra han de tratar con los hombres es la de saber conocer y tratar las
personas.
El que da los Ejercicios no es un simple vendedor de mercancía, a
quien le basta conocer los gustos de los posibles compradores, para tener
éxito en su empresa. Ni siquiera es un predicador que sólo se pondrá en
contacto con su auditorio a través del pulpito y del micrófono. El director
de Ejercicios ha de ponerse en íntima relación con el ejercitante, ha de
llegar con pocas palabras hasta el fondo de su alma y ha de lograr que el
ejercitante le abra de par en par las puertas de su corazón, ya desde el
primer día de los Ejercicios.
No es de maravillar, pues, que los Directorios exijan en el director
talento de psicólogo. Naturalmente que no usan esta palabra. No estaba
entonces de moda, como lo está hoy. Empleaban otros términos equiva-
lentes para designar una realidad que ha sido la misma en todos los
tiempos. Nuestro trabajo consistirá en descubrir esa realidad.
a) Saber conocer
42 D. 46(3), D. 47(11).
43 D. 33, 34, 43 (45).
CUALIDADES Y CONDICIONES 533
«condición»: D. 11 (1), D. 31 (49), que en ese caso representaría el grado social. Ga-
gliardi, en cambio, opone «natura» a «capacitas»: D. 44 (11). Polanco usa el término
«natura» claramente en nuestro sentido: D. 20 (40,87). Y el Directorio oficial, al apro-
piarse el texto de Polanco, todavía le dio un sentido más claro: D. 33,34,43 (228).
48 D. 10(7).
49 D. 7 (25).
50 Además de la anotación 14, es bastante claro en: D. 17 (1), D. 31 (153). No
b) Saber tratar
51
D. 48(1).
52
D. 20 (87).
53 D. 33, 34, 43 (228). Gagliardi da también a la expresión «animi dispositio»:
55 Alguna que otra vez usan los términos «dexteritas» o «discretio» en este
mismo sentido. Cfr. 20 (14, 47, 98), D. 32 (8), D. 33, 34, 43 (101).
CUALIDADES Y CONDICIONES 535
56 D. 48 (13).
57 D. 12(3).
58 D. 31 (56).
59 D. 33, 34, 43 (27).
60 D. 21 (31).
61 D. 31 (149), D. 33, 34, 43 (226).
62 D. 26 (9).
536 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
C) SIMPATÍA
68 D. 47 (17).
69 D. 22,23(11).
70 D. 20 (27).
538 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
II. CONDICIONES
A) HABERLOS HECHO
a) Necesidad
73 D. 5 (29).
74 D. 22, 23 (2), D. 31 (49), D. 33, 34, 43 (44), D. 46 (19-20), D. 47 (1,7). Miró ex-
presa la misma idea en D. 22,23 (61): «Finitis Exercitiis, nostri discant daré alus...»
Una vez terminados, y no antes, ya que el haberlos hecho es un medio necesario.
Véase también: D. 33, 34, 43 (86).
540 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
Con todo, nosotros queremos descubrir el fundamento que yace bajo esta
realidad.
Creemos que hemos de encontrar la razón en la practicidad de los
Ejercicios. Ya hemos dicho que todos los Directorios están de acuerdo en
advertir que los Ejercicios son para hacer y no para leer, le exigen al ejer-
citante actividad. Ahora bien, el director, como veremos en su lugar, es
quien debe instruir al ejercitante en el modo de haberse en el ejercicio. Dice
Gagliardi en un bello párrafo: «Se deduce también que este modo de orar
según los Ejercicios es práctico, como tenemos dicho; y lo mismo pasa en
las demás artes...» Y lo compara al maestro de música: D. 46 (86). Es decir,
que el director debe preceder, debe cantar antes que el discípulo cante. No
se trata aquí de dar unos preceptos teóricos, unas lecciones especulativas
que basta haberlas leído, estudiado y entendido, para poderlas transmitir a
los demás. No nos movemos en el campo de la ciencia sino del arte.
Oigamos a Suárez. Dice así, hablando de los Ejercicios en el tratado De
Religione Societatis Iesu: «Y para que ello conste más claramente, advierto
que esa obra no se dirige por sí misma y ex profeso a exponer la doctrina
teológica; pues por así decir, más bien contiene doctrina práctica que
especulativa, y se enseña más a modo de arte que de ciencia, y por ello hay
que buscar en ella más bien la verdad práctica o mejor la utilidad, que la
verdad especulativa»83.
Y en la enseñanza de un arte, sea cual sea, desde la música, la pintura
o la poesía, hasta los más humildes grados de la artesanía manual, no bastan
los preceptos y la doctrina, hay que tomar el pincel y pintar, hay que tomar
el mimbre y hacer la cesta delante del alumno. Por ello S. Ignacio y Miró
usan la expresión: el director ha de ser «ejercitado»84, es decir, ha de tener
práctica en sí mismo.
Todo director debe intentar reproducir en sí mismo lo que de S.
Ignacio cuenta el P. Cámara: «en todo su modo de proceder observa todas
las reglas de los Ejercicios exactamente, de modo que parece primero los
haber plantado en su ánima, y de los actos que tenía en ella, sacadas
aquellas reglas»85.
Y si se nos pregunta cuántos días bastarán para que podamos decir
que un director ha cumplido con este requisito de que estamos tratando,
diremos que la pregunta es superflua. En todos los textos citados no hay ni
uno que afirme que le basta al director haber recibido «algunos Ejercicios».
Sino que hablan simplemente de «los Ejercicios», de «haberlos hecho», «ea
fecerint». Es decir, suponen que se ha practicado el mes entero. Esto mismo
indican las partículas: «diligenteD>86, que ya hemos mencionado. Y Nadal
manda expresamente que a los futuros directores se les den los Ejercicios
«exacte»87, es decir, el mes.
a) Ciencia
86
D. 18(90), D. 26(1).
87
D. 7(41).
88
D. 46 (44).
89
D. 15 (2), D. 18 (90), D.21 (24), D. 22, 23 (6), D. 25 (9), D. 26 (1), D.
31
(49), D. 33, 34, 43 (50, 86), D. 46 (5), D. 47 (2).
90
D. 4 (21), D. 12 (31), D. 22, 23 (6), D. 26 (2), D. 31 (49), D. 33, 34, 43
CUALIDADES Y CONDICIONES 543
105 D. 4(14).
106 D. 15 (4), 0.20 (32), O. 22,23 (12), D. 31 (56).
107 D. 25 (29).
544 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
b) Experiencia
108 D. 47 (2).
109 Cfr. también: D. 31 (66, 80), D. 33, 34, 43 (116).
110 D. 24(50).
111 D. 21 (24).
112 D. 48 (5).
CUALIDADES Y CONDICIONES 545
113 D. 20 (97).
114 D. 17 (8). D. 18 (90), D. 32 (2), D. 46 (20-21).
115 D. 46 (17).
116 D. 5 (30). Lo mismo repiten: D. 22, 23 (3), D. 31 (49), D. 33, 34, 43 (44), D.
46 (21), D. 47 (10). Este era el método seguido por S. Ignacio para formar directo-
res, cfr. IPARRAGUIRRE, Historia..., I, págs.150-151, gracias al cual ha llegado hasta
nosotros el Directorio de Vitoria.
117 D. 7(41), D. 33, 34, 43 (44).
118 D. 31 (100), D. 33, 34, 43 (162).
119D.21 (39).
120 D. 46 (21).
121 D. 47 (10).
122 D. 33, 34, 43 (44).
546
a) Por la meditación
b) Por la confianza
2 D. 22, 23 (6).
3 D. 26 (3). 4D.
18(90).
5 D. 10 (45), D. 16 (81), D. 25 (29), D. 31 (57), D. 33, 34, 43 (51). 6D. 10(45). 7
D. 31 (57).
548 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
11 D. 46(39), D. 47(13-15).
EL DIRECTOR Y DIOS 549
a) Rectitud de intención
17 D. 11 (4).
18D.4(9).
19 D. 21 (40).
20 D. 22, 23 (6).
21 D. 33, 34, 43 (45).
22 D. 31 (49).
23 D. 11 (4), D. 22, 23 (6), D. 25 (29), D. 31 (49), D. 33, 34, 43 (45).
24 D. 25 (29).
25 D. 21 (40).
26 D. 22, 23 (6).
27 D. 18(81).
EL DIRECTOR Y DIOS 551
55 D. 22, 23(19).
EL DIRECTOR Y DIOS 553
sino también los que los varones ejercitados en el espíritu suelen dan> 36.
36
D. 20(108).
37
D. 22, 23(15).
38
D. 15(7).
39
D. 31 (60).
40
D. 33, 34, 43 (67).
41
D. 28 (2).
554 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
42 D. 28 (15).
43 D. 19(5).
44 D. 25(1).
45 D. 1 (16).
46 D. 35 (31).
47 D. 42(19).
48 D. 31 (150).
EL DIRECTOR Y DIOS 555
S. Ignacio llega a ser hasta minucioso exponiendo el orden que hay que
seguir en ellas49.
Y para terminar, veamos cómo nos expone Miró, -esta vez él es el
teólogo-, la razón de ser de este precepto. «Pues con este orden y con los
medios racionales ciertamente experimentamos que la divina sabiduría, en
la cual únicamente hay que poner toda la confianza, quiso que los hombres
cooperasen con ella en la adquisición de dones egregios» 50.
De modo que Miró sabe por experiencia, y es patente a todo el mundo
ya que habla en plural, que así lo quiso Dios. Y aún podríamos añadir que
S. Ignacio más que nadie lo sabía y por cierto con otro género de
experiencia. Para cooperar con Dios en la obtención de los dones
extraordinarios que producen los Ejercicios, la divina sabiduría estableció
una forma, un método y unos medios, a los cuales ha vinculado
ubérrimamente dichas gracias. Salirse de ese camino, determinado por
Dios, es confiar en las propias fuerzas y olvidarse de la secundariedad del
instrumento en orden a la obtención de la gracia. Sólo en Dios «hay que
poner toda la confianza».
punto. Su Comentario está lleno de afirmaciones en ese sentido, repetidas luego por
Ceccotti.
556 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
53 D. 46(51).
54 Repiten lo mismo: D. 4 (8-9), D. 20 (84), D. 31 (115), D. 32 (127), D. 33, 34,
43 (48, 174), D. 46 (53), D. 47 (24).
55 D. 33, 34, 43(174).
5fi D. 20 (29).
57 D. 22, 23(15).
58 D. 31 (49).
59 D. 31 (115).
60 D. 32 (31).
b) El buen ejemplo
62 D. 21 (10).
63 D. 46 (55), D. 47 (26). La misma idea y comparación explanaba ya Blondo:
D. 28 (24).
64
Contra Gentiles, lib. IV, cap. 74.
558 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
65 RIBADENENEIRA, Historia de las provincias de España, lib. 1.', cap.12, vol. 1.s,
caridad»72.
72 D. 4 (18).
73 D. 33, 34, 43 (46).
74 D. 48 (4).
560
4D. 11 (5).
5 D. 13 (3). El texto lo tomó Fabio de Fabi siendo escolar. Véase también en el mismo
lugar de Monumenta la redacción de otro escolar, para nosotros desconocido, con algún
pormenor interesante.
6D. 12(13).
7 D. 9 (3).
8D. 17(63).
9D. 26 (19, 28, 47, 54, 67,...)
10 D. 29 (5).
11 D. 47(28, 80, 86).
12 D. 17(1,32,34...).
13 D. 24 (9).
14 D. 26 (54).
'5D. 30(1).
18 D. 31 (47).
17 D. 47(2,47).
562 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
Ceccotti. Para ser completos, habríamos de citar también algunos oficios con los que
comparan el del director de Ejercicios, v.g., arquitecto: D. 46 (43), D. 47 (16), médico:
D. 46 (55), D. 47 (26), etc. pero son sólo comparaciones esporádicas y no atribuciones
permanentes, que es de lo que aquí se trata. Merece, con todo, mencionarse la curio-
sa comparación de Gil González, quien, ponderando lo difícil que es dirigir al ejercitan-
te en la elección, dice que ése «es tiempo de parto», y por lo tanto, el director ha de
hacer oficio de «buena partera». El Directorio Variorum, D. 33 (162) reprodujo el texto,
recargando todavía más los colores de la descripción. Al editor del Directorio oficial, le
pareció sin duda demasiado vivida la pintura, y la retiró de la circulación.
23 La atribución de esos tres oficios al director no puede tener, como se deja
25 D. 46 (43).
26 D. 46 (46).
27 Puede hacerse esta disección con: D. 18 (82, 93), D. 20 (7, 34, 35), D. 22,
I. ENSEÑAR
A) LOS PRENOTANDOS a)
La anotación primera
Una férrea exigencia de la lógica fue la que movió a S. Ignacio a
colocar como anotación primera la que hoy ocupa ese lugar. Antes que el
mismo título oficial de los Ejercicios, el cual nos indica sólo la finalidad de
ellos «Ejercicios espirituales para...»1, nos hace saber S. Ignacio en qué
consisten, cuál es su naturaleza, cuál el modo de proceder para obtener el
resultado que se pretende. De esta manera quiere hacer resaltar el Santo la
importancia primordial del «ejercicio». Lo que nosotros hubiéramos
denominado simplemente «medio», adquiere así ante el ejercitante un
relieve que de otra manera hubiera podido quedar recubierto por otras
consideraciones más capitales.
Los primeros directores de Ejercicios supieron captar este oculto
lenguaje de S. Ignacio y muchos de ellos nos lo explicitan en los Direc-
torios. Son bastantes los que nos recuerdan que, antes de dar el Funda-
mento, debe el director explicar algunas anotaciones, a la cabeza de las
cuales, si bien advertimos alguna diversidad al señalar las restantes, anda
siempre la primera2.
1 Ej. (21).
2 D. 4 (21), D. 15 (6), D. 22, 23 (25,53), D. 26 (21-26), D. 33,34,43 (101), D. 35 (7). El
único que señala varias anotaciones y no menciona la primera es D. 25 (9). El D. 26 (21)
advierte que debe empezarse por la explicación del Presupuesto: Ej.
EL MAESTRO 565
(22) y pone en segundo lugar la exposición de «qué sea Ejercicio espiritual según la
anotación primera». Polanco se limita a decir que se les pueden comunicar las ano-
taciones o la parte de ellas que parecerá: D. 20 (21).
3 D. 13(4).
4 En una nota marginal de su escrito nos advierte que él hizo los Ejercicios bajo la
dirección del P. Villanueva, «al cual P. Villanueva los había dado N. P. Mtro. Ignacio»: (nota
crítica al ns 6). Según opinión del mismo S. Ignacio, Villanueva ocupaba, junto con
Doménech, el tercer lugar entre los mejores directores de Ejercicios, después de Fabro y
Salmerón, D. 6 (1).
5D. 10(9-10) 6D.
10(16).
7D. 11 (2), D. 17(38, 91), D. 20 (21), D. 24(12), D. 32 (14).
8 D. 10 (35), D. 14 (2), D. 16 (4), D. 31 (70). Según parece, la práctica de Ni-colai era
B) LA ORACIÓN
a) El método
Sin querer reavivar la vieja discusión de cuál sea el fin primario de los
Ejercicios, si conducir al alma a la unión con Dios o simplemente
disponerla para la elección del estado de vida 10, hemos de afirmar el hecho
de que en los Ejercicios se proponen diversísimos modos de oración". Por
lo tanto, uno de los oficios del director, como Maestro, será el de exponer al
ejercitante el método de hacer oración.
Que ésta sea una de las principales tareas del director, debemos
deducirlo del ambiente que flota a lo largo y a lo ancho de todas las
páginas del libro de los Ejercicios y de los Directorios. Es algo que se
respira en cada párrafo y en cada línea, si bien pocas veces llega a for-
mularse expresamente, como tantas veces ocurre a propósito de otros
temas que se dan por evidentes. ^
S. Ignacio habla siempre del director como del que «da los Ejerci-
cios»12. Ahora bien, al «dar» o «proponer» un Ejercicio, «debe, el que da
los Ejercicios, declararlos conforme al libro de ellos» 13. Es decir, el director
debe indicar el ejercicio que debe hacer el ejercitante según está expuesto
en el librito, el cual señala no sólo la materia sobre la que ha de ejercitarse
el ejercitante, sino también la manera cómo ha de realizarse el ejercicio.
S. Ignacio no indica más. Tampoco los demás autores de los Direc-
torios son demasiado explícitos en poner de relieve este oficio del director,
por más que se hayan esforzado varios de ellos en exponer el genuino
método ignaciano de oración. Algunos lo indican con una frase muy
general y como de pasada, por ejemplo Hoffeo: «Adviértase al ejercitante
del fin, modo y uso de los Ejercicios»l4.
Lo ordinario es recordar esta tarea según se presenta la ocasión. Así,
por ejemplo, a propósito del primer Ejercicio de los tres pecados, dice
Pereyra: «En este Ejercicio conviene declararlo todo, para que se quede
10 Difícilmente se podrá dar una respuesta al problema, ateniéndose a los solos datos
presentados por los Directorios. Si S. Ignacio decía al P. Cámara que los Ejercicios «son
mejores para los que no están fijos en un estado», añadía a renglón seguido, que también
lo son para los que están «tentados o atribulados»: D. 6 (3). Los mejores Directorios
exponen con todo lujo de pormenores, la práctica de las elecciones. Y al mismo tiempo
explican cómo hay que dar los Ejercicios a los religiosos y personas casadas, «sin
elecciones», sin que por ello les pase ni un momento por el pensamiento que esos sean
Ejercicios de categoría inferior.
" El Directorio oficial llama a los Ejercicios «método y dirección para hacer oración»
D. 33, 34, 43 (3).
12 Cfr. cap. 1.a nota 49.
13 D. 1 (16).
14 D. 17(38, 91).
EL MAESTRO 567
también en D. 32 (25).
16 D. 20 (67). También en D. 31 (92).
17 D. 20 (97).
18 D. 20(106).
19 D. 21 (49).
20 D. 26 (10).
21 D. 28 (19).
22 D. 16(10).
23 D. 46 (75), D. 47 (46).
24 D. 18 (111).
568 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
objetivamente del mismo problema: D. 22, 23 (66), D. 31 (93), D. 33, 34, 43 (242).
Varias preguntas del P. Quadrantini versan sobre lo mismo, demostrando con ello
que no entendía dei todo la finalidad de la composición de lugar: D. 35 (10-13).
28 D. 24(11).
29 D. 26 (43).
30 D. 17 (20), D. 20 (100), D. 26 (49,65), D. 31 (71). El Oficial, D. 33,34,43
leche porque sabe en qué consiste su esencia y accidentes, con todas sus
calidades y propiedades, mas a él no le sabe la leche, no la ha gustado como
el niño que mama, que no sabe esto, mas sábele a él la leche» 33.
33 D. 10(15).
34 D. 10 (48). Lo mismo en D. 26 (24). Véase también D. 10 (70) sobre el «refe-
rir a sí mismo para sacar provecho».
35 D. 16(13-14).
36 D. 24(11).
37 D. 33, 34, 43 (67).
38 Se trata de ese asunto en forma impersonal en: D. 19 (6), D. 18 (100), D. 20
b) Dar puntos
43 D. 20 (65).
44 Cfr. D. 31 (14). Véase en el índice de Materias: 65a, un breve resumen de
esta cuestión.
45 D. 20 (66). Otros textos sobre esta materia: D. 22, 23 (68), D. 30 (5), D. 31
49D.20 (31).
50 D. 46 (82), D. 47 (48).
51 D. 16(17).
52 Véase también: D. 46 (95), D. 47 (66).
53 D. 33 (88). El Directorio provisional redactó de otra manera el párrafo y per-
20 (31, 45, 53, 97), D. 22,23 (12, 39, 65), D. 26 (10), D. 31 (56,57), D. 32 (19,31), D.
33,34,43 (63), D. 46 (83-89), D. 47 (50).
58 D. 33, 34, 43 (63).
572 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
59 Ej. [2].
60 D. 32(31).
61 D 20 (31). Otra razón, concomitante, para propugnar la brevedad de los puntos,
la enuncia así el P. Cordeses: «porque mejor lo encomiende a la memoria y mejor lo pueda
considerar» D. 32 (19).
62 D. 19(8).
EL MAESTRO 573
C) OTROS EJERCICIOS
a) Examen particular64
b) Examen cotidiano68
63 D. 26 (10).
64 D. 3 (1), D. 4 (22,23), D. 10 (33), D. 15 (8), D. 16 (35), D. 17 (92), D. 20 (10,
15, 46-47), D. 22, 23 (29, 39, 53), D. 24 (34), D. 25 (10, 14), D. 26 (27, 64, 67), D. 31
(64), D. 32 (22), D. 33, 34, 43 (111).
65 D. 4 (23).
66 GAGLIARDI, Commentarii..., pág.34.
67 D. 24 (34).
68 Los Directorios suelen llamar a ese examen «cotidiano» o «el de los cinco pun-
c) Confesión general
D) LAS REGLAS
70 D. 32 (22).
71 D. 31 (67).
72 D. 4 (24), D. 17 (94), D. 20 (50), D. 22, 23 (35, 39), D. 25 (12), D. 26 (58), D. 32(23), D.
33,34,43(135).
73 D. 4 (24).
74 D. 4 (29), D. 16 (35), D. 18 (25,31), D. 22, 23 (47-48), D. 24 (37), D. 26 (58), D. 31 (69,
78-79), 33, 34, 43 (136-137), D. 48 (30).
75 D. 26 (31). Ver más adelante en el oficio de «Ángel» cómo se le ha de ayu-
Que estas reglas son indispensables para guía y gobierno del director,
ya que «sin ellas andará a ciegas el que enseña», como decía Gil
González77, es evidente. Positivas recomendaciones para que las use en la
dirección del ejercitante las encontramos en el Breve Directorio78,
Polanco79, Gil González80 y el Oficial81.
Pero no es menos cierto que también y principalmente debe el
ejercitante conocerlas y asimilarlas. Esta es, tal vez, la verdad que se puede
sacar más en claro de este embrollado asunto. Ninguna clase de personas
queda excluida positivamente del conocimiento de estas reglas o, por lo
menos, de los principios en ellas contenidos. Tanto
76 He aquí todos los pasajes que tratan sobre el tema: En general: D. 11 (10),
78 D. 18 (104).
79 D. 20 (82).
80 D. 31 (86).
91 D. 3 (4).
92 D. 33, 34, 43 (132).
93 D. 24 (35).
94 D. 24 (49).
95 D. 4 (25), D. 18 (104), D. 20 (11, 15, 58), D. 24 (35, 49), D. 32 (8).
96 Todavía puede darse una tercera posibilidad: explicar sólo algunas reglas.
Estas reglas no son para guía del director, sino únicamente para
gobierno del ejercitante99. Por lo tanto el director las propondrá o no, según
aparezcan las necesidades del dirigido, y sólo a aquellos, como dice
Polanco, «a quienes se cree valdrá la pena de darlas» 100.
Así por ejemplo, determinará el Directorio oficial, inspirándose
directamente en Polanco: «Por eso, las que tratan de la distribución de las
limosnas no deberán darse sino a los que son ricos y que suelen o pueden
dar limosnas. Del mismo modo, las que tratan de los escrúpulos no hay por
qué darlas a los que no son agitados de escrúpulos» 101.
Las reglas para sentir con la Iglesia se recomiendan de una manera
especial para aquellas personas que tienen que trabajar en medio de
ambientes hostiles a la fe102.
(75-76), D. 31 (120), D. 32 (129), D. 33, 34, 43 (191). Lo mismo persigue el Breve Di-
rectorio al establecer que se expliquen las reglas de la 2 * semana inmediatamente
antes de empezar el 2.9 tiempo de elección: D. 26 (78). Polanco dice expresamente
de esas reglas que se explique «cuanto juzgue suficiente para dirigirle o alentarle»:
D. 20 (82), texto que reprodujo el Oficial: D. 33,34,43 (222).
98 He aquí todos los pasajes que tratan sobre estas reglas. Mencionan las
II. ACOMODAR
a) Según el estado
Por último, todavía tenemos otros dos textos que, por lo menos,
implican una relación con la profesión. En efecto, Hoffeo pone como
criterio la «ratio vitae»108, y Cordeses habla de acomodarse a las «cos-
103 Ej. (129, 205), D. 10 (7), D. 16 (2), D. 22, 23 (38), D. 25 (6), D. 30 (4), D. 31
105 D. 11 (1).
106 D. 31 (49).
107 D. 33, 34, 43 (49).
1°8D. 17(1).
109 D. 32 (32).
110 D. 18 (47-54), D. 21 (18), D. 33, 34, 43 (69-75).
111 D. 5 (16), D. 7 (12.31,37), D. 11 (14), D. 12 (21), D. 18 (51), D. 21 (14,18),
cuidado «con algunas personas delicadas y poco usadas a tales cosas» 116.
tan exacto, se les podrá dispensar de la hora de media noche, de modo que
queden cuatro horas o menos...»122.
Quadrantini advirtió inmediatamente que el texto estaba en desa-
cuerdo con las palabras de S. Ignacio y propuso la siguiente redacción:
«...se diga así: "Se podrá dispensar de la hora de media noche, pero de modo
que queden cinco o cuatro o aun menos, etc.", tanto para que haya
uniformidad con el libro de los Ejercicios, como para que no se dé ocasión
33,34,43(133).
117 Ej. [72,88].
118 Ej. [133], D. 32 (60), D. 33, 34, 43 (159).
fienden que en la primera semana hay que hacer todos los días los mismos cinco
Ejercicios propuestos por S. Ignacio. Polanco permite compensar la disminución de
ejercicios diarios con el aumento de la hora en cada ejercicio: D: 20 (59,100).
126 D. 31 (61). Ver también D. 31 (91).
127 D. 20 (63), D. 22, 23 (62), D. 30 (4), D. 32 (59-61), D. 46 (69), D. 47 (39).
128 D. 16(2).
129 D. 21 (1).
130 D. 35 (5).
131 D. 17 (26, 60), D. 18 (98), D. 21 (1).
132 D. 37 (6).
materia e introduciéndoles para que sepan ponerse ante los ojos las
personas con sus circunstancias, sus palabras, acciones, etc.»141.
Con los doctos, sin merma del precepto sobre la brevedad de los
puntos, «se ha de mostrar más doctrina» 142, procurando alcanzar autoridad o
prestigio ante el ejercitante, no por vanagloria mezquina, sino «con caridad
y humildad», para que aprecie mejor lo que se le da 143. A ello se dirige
también el consejo de no llevar el libro de los Ejercicios, sino que los dé de
memoria.
133 D. 10(7).
134 D. 22, 23 (38).
135 D. 46 (29).
136 D. 20 (31).
144 Véase en el capítulo 3e, el estudio que hemos hecho sobre la terminología
na...» He aquí el mismo texto según las primeras traducciones: Vulgata: «prout...
animi corporisque dispositio sive naturae ipsius complexio...» -Versio primar, «dispo-
sitio et temperatura». -Texto Fabro: «dispositio et temperatura». -Roothaan: «dispo-
sitio et complexio». Mon.lg.,Exer. págs.298-299. La misma expresión vuelve a repe-
tirse en Ej. (205) y las traducciones la interpretan con parecido significado. Mon.lg.,
Exerc. págs.402-403, 602. El P. Calveras en su edición del texto, interpreta las dos
veces «temperamento».
146 D. 4 (30), D. 10 (7), D. 11 (1), D. 16 (36), D. 17 (1), D. 20 (31), D. 21 (2), D.
25 (6), D. 30 (4), D. 31 (48, 49), D. 33, 34, 43 (133, 251), D. 44 (11), D. 46 (33, 72),
D. 47 (42).
(10, 11, 15, 52, 68), D. 21 (31-32), D. 22, 23 (39, 55, 94, 104), D. 24 (48), D. 25 (12-
13), D. 26 (45, 62), D. 27 (1), D. 31 (77), D. 32 (7,25-26), D. 33, 34, 43 (132).
149 D. 48(15).
150 D. 3 (3).
151 D. 18 (41).
152 D. 20 (100), D. 22,23(94).
153 D. 27 (1).
154 D. 4(30).
155 D. 33, 34,43(133).
156 D. 17(83).
157 D. 17(75, 87).
158 D. 20(10).
159 D. 26 (62).
160 D. 46 (73).
161 D. 21 (2).
empresa, etc.161.
ese sentido ambiguo y la usaremos para indicar aun aquellos pasajes en que
no se emplea, pero que contienen esas realidades163.
La aplicación principal de este criterio tiene lugar cuando se trata de
determinar la duración de cada semana y por consiguiente de los Ejercicios.
La anotación 4.a es bastante explícita a este propósito. Además de hacer
referencia al primero de los significados arriba mencionados, llama también
la atención sobre un factor extrínseco: la lucha de los espíritus en el alma 164.
Entre los que mencionan y parafrasean la 4. a anotación165, merece la
pena tener presente a Polanco por su precisión: D. 20 (41).
Un caso concreto de aplicación del criterio que estamos considerando
nos lo ofrece el mismo S. Ignacio, cuando le decía al P. Vitoria que la
primera semana debía ser más o menos larga según el nivel espiritual del
ejercitante: «Pero si fuese persona, como dicho es, espiritual y que hubiese
llorado sus pecados, etc., se pueden dar todos en brevísimo tiempo» 166.
Hoffeo concretiza el principio al referirlo a los estudiantes jesuítas167,
y el Directorio oficial con sus predecesores lo universaliza 168.
Atendiendo también a este criterio, el director seguirá un orden u otro
en la exposición de las meditaciones169; añadirá o quitará meditaciones170,
etc. La libertad que se le deja al director en este punto va sólo regulada por
la utilidad de su encomendado171.
162 D. 20 (59).
163 D. 16 (36), D. 18 (102), D. 20 (59), D. 21 (2), D. 28 (20), D. 30 (4), D. 33,
34, 43 (27, 49, 139), D. 44 (11).
164 Gagliardi alude también a las diversas exigencias de la gracia: D. 44 (11).
165 D. 17 (27), D. 18 (102), D. 20 (41), D. 26 (21), D. 25 (6), D. 31 (53), D. 32
171 D. 26 (49).
589
1 D. 5 (30).
2 Por ejemplo D. 31 (46).
3 Debemos agradecérselo sobre todo a las críticas del P. Teobolski: D. 36 (4) y de la
citantes: D. 48 (6-10).
8 D. 20 (29), D. 22, 23 (6).
a) El fin
b) El modo
592 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
14 D. 4 (18).
15D. 31 (56).
16D. 31 (49), D. 33, 34, 43 (45).
17D. 11 (6).
18D. 12 (3).
19D. 48 (13).
20 D. 33, 34, 43 (27).
21D. 21 (31).
22 D. 33, 34, 43 (133).
23 D. 31 (149), D. 33, 34, 43 (226).
agradable...»24.
a) Disponer
24 D. 48(18).
25 D. 46 (98), D. 47 (67).
26 También en: D. 22, 23 (20), D. 26 (11), D. 31 (49).
27 D. 10 (10,16).
28 D. 21 (25-31).
50 D. 26 (58).
51 D. 4 (29), D. 31 (69).
52 D. 24 (37).
53D. 21 (23).
54D. 4 (29).
55D. 33, 34, 43 (136-137).
56D. 1 (4).
57D. 15 (13), D. 17 (97), D. 20 (56), D. 22, 23 (48), D. 26 (58), D. 31 (81), D. 32 (63), D. 33,
34,43(138).
58 Ej. (44).
59D. 17 (94, 98-99), D. 20 (11, 13, 15), D. 22, 23 (50), D. 25 (12), D. 26 (60), D. 31 (69, 82,
87), D. 33, 34, 43 (140).
El director, por consiguiente, expondrá la utilidad y conveniencia de recibir
los dos sacramentos60 y preparará inmediatamente al ejercitante hasta con
meditaciones apropiadas. Merece la pena consignar aquí la advertencia que
Gil González añadió de su puño y letra al final de la parte latina de su
Directorio: «Debe ser preparado para la comunión, para que se acerque a
ella con reverencia, temor, fe y gusto y dispuesto a la misma mediante
alguna piadosa meditación»61.
598 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
60 D. 25 (12).
61 D. 31 (82).
62 D 33, 34, 43 (140). Véase también: D. 38 (8).
63 D. 1 (7).
64 D. 1 (8).
65 D. 1 (9).
66 Así podría tal vez interpretarse, por ejemplo: D. 1 (17) y D. 10 (96).
67 D. 31 (106-108,150).
del Señor»68.
EL ÁNGEL 599
b) Ayudar
en alguna cosa...»77.
2) Ofrece lecturas.- Otro de los recursos con que hay que ayudar
al ejercitante son los libros. S. Ignacio no podía olvidar que a las bue-
nas lecturas debía el principio de su conversión y recordaba perfecta-
mente la lucha que se entabló en su alma aquellos días de Loyola con
motivo de lo que iba leyendo.
84 D. 7 (24), D. 27 (7).
85 D. 4(14), D. 11 (6).
86 D. 12 (12), D. 15 (4), D. 16 (3), D. 18 (45), D. 20 (42), D. 27 (11), D. 33,34,43
(64,158).
87 D. 33,34,43 (64).
88 Miró quiere que se den esquemas únicos para todos los ejercitantes: D.
22,23 (13), y Hoffeo, que si no se puede proveer a todos con hojas individuales, se
ponga por lo menos una hoja en público: D. 17 (61). Véanse también las dudas de:
D. 24 (16), D. 37 (14), D. 40 (6).
89 He aquí algunos ejemplos: anotaciones: D. 26 (35), adiciones: D. 20 (100),
los tres tiempos de elección: D. 33, 34, 43 (217), reglas de discreción: D. 26 (47), D.
33, 34, 43 (132), Cfr. nota 4 del cap. 12
90 D. 20 (42).
91 D. 20 (53), D. 32 (34).
92 D. 34, 43 (88).
93 D. 22, 23 (35).
94 D. 31 (92).
95 D. 21 (41-42), D. 33, 34, 43 (250), D. 40 (4), D. 41 (37).
602 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
Así, pues, incluyó en sus Ejercicios las lecturas. No son una añadidura
o un recurso para llenar el tiempo. Según la mente de S. Ignacio son un
verdadero «ejercicio», como lo puede ser el examen particular o la
meditación.
En efecto, en la primera anotación, al definirnos los Ejercicios, dice
que son: «todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar,
de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones según que
adelante se dirá». Ahora bien, una de esas espirituales operaciones,
anunciadas para adelante, nos llega en una nota después de la
contemplación del rey eternal. Dice así: «Para la segunda semana y así para
adelante, mucho aprovecha el leer algunos ratos en los libros De Imitatione
Christi o de los Evangelios y de vidas de santos» 96.
Si, pues, la lectura ha de ser un ejercicio, supone que ha de haber
actividad por parte del ejercitante. Actividad no tanto intelectual, cuanto
afectiva, ya que con esas lecturas no se busca la instrucción, sino la
devoción97. Ese será el criterio para la selecciÓQ, «que alimente la piedad
más que ejercite el entendimiento»98. Y ésa es la norma que debe
proponerse al ejercitante: D. 33, 34, 43 (31).
S. Ignacio propone tres ejemplos de lecturas posibles; precisamente
las que, por su perennidad, son válidas todavía hoy. Los Directorios
amplían el catálogo de libros con algunas de las obras entonces más en
boga y que satisfacían las condiciones impuestas por el santo 99.
Polanco y Cordeses no querían que en primera semana se leyese
nada100, sino que todo el tiempo se emplease en excitar sentimientos
propios de esa etapa. Pero son los únicos101 Ya el Directorium spiritua-le
vitae mixtae señalaba para la primera semana lecturas «de Job, del
Eclesiástico, de las Lamentaciones de Jeremías y de otros profetas» 102.
Otros mencionan la Imitación de Cristo103 o las Confesiones de S. Agustín.
Pero como norma general puede adoptarse la que seguía
96 Ej. (100).
97 Ripalda enumerará en su lista de prácticas: «Ayudarse de lección de libros
devotos» D. 29 (43).
98 D. 20 (64), D. 33, 34, 43 (160).
99 El catálogo completo de libros propuestos en los Directorios para ser leidos
oficial: D. 33, 34, 43 (29), que la Imitación de Cristo no es para primera semana, «a
no ser, tal vez, algunos capítulos hacia el fin del libro primero». La Comisión no les
da la razón.
EL ÁNGEL 603
Nicolai: «En la primera semana doy libros que llaman a penitencia» 104.
Para las demás semanas, pueden tomarse los libros indicados por S.
Ignacio o algún comentario jugoso del Evangelio.
Sobre la lectura del Evangelio hay que advertir al ejercitante, co-
mo quiere S. Ignacio, que «...solamente tengo de leer el misterio de la
contemplación que inmediate tengo de hacer, de manera que por
entonces no lea ningún misterio, que aquel día o en aquella hora no
haya de hacer»105.
Es decir, no hay que adelantarse en la lectura, para que todo el
día viva el ejercitante en un mismo ambiente. Aquí se ve también clara-
mente cómo la lectura es un «ejercicio».
Las vidas de santos tienden a presentar ante el ejercitante
modelos que imitar. Deben ser por lo tanto vidas selectas y
acomodadas al estado del ejercitante. Y esa labor, como dice el
Directorio oficial: D. 33, 34, 43 (29) es propia del Director106.
c) Aconsejar
12°D. 31 (177).
121 D. 48 (17).
122 D. 33, 34,43(280).
123 D. 33, 34,43(281).
124 D. 33, 34, 43 (282).
125 D. 18(114).
EL ÁNGEL 607
Capítulo 7 e El guía
I. CONTROLAR
A) INFORMARSE
Por otra parte, las observaciones directas del director se ven reducidas
necesariamente, por la misma naturaleza de las cosas, a muy poca cosa, y
ciertamente en dependencia casi absoluta de las manifestaciones del propio
ejercitante.
De modo que la fuente verdaderamente abundante y segura de
información debemos encontrarla en los momentos en que el director
convive con el ejercitante. Y esto se realiza en las visitas.
a) Clases de visitas
En los Ejercicios que se dan hoy día podemos distinguir tres formas
directas2, de entrar en contacto director y ejercitante: en los puntos, en las
pláticas y en las visitas privadas. Las dos primeras formas han perdido todo
carácter particular, dado que tanto los puntos de la meditación como las
instrucciones o pláticas se proponen a muchos ejercitantes a la vez. Por ello
la palabra «visita» suscita en nosotros sólo la idea de coloquio espiritual en
privado. Pero los Directorios no conocen más que una clase de visitas.
En los primeros tiempos de los Ejercicios, el director acudía a la casa
o habitación en donde se hallaba retirado el ejercitante, una o más veces al
día, según veremos, y en el breve espacio de tiempo que allí permanecía,
debía cumplir con todas las obligaciones inherentes a su cargo; proponía los
puntos de la meditación o meditaciones que debían seguir, enseñaba el
modo de meditar y de practicar los diversos ejercicios, examinaba las
disposiciones del ejercitante, ayudaba, consolaba, aconsejaba, explicaba
algunas de las reglas si era necesario, etc. En una palabra, la visita de que
nos hablan los Directorios es de un contenido mucho más complejo que la
de hoy día.
Pero si bien para los Directorios no existe más que «una» visita, por
otra parte distinguen perfectamente en ella tres aspectos, que corresponden
claramente a las tres formas actuales de «encuentro».
2 Decimos «directas» porque hay una cuarta forma de ponerse en contacto, que
podríamos llamar «indirecta», aunque no menos importante en su orden, que las formas
directas. Nos referimos a los momentos en que el director actúa delante del ejecitante, lo
cual tiene lugar al dirigir las prácticas diarias de la Misa, Viacrucis, Rosario, Visitas al
Santísimo, etc. Dichas prácticas son de una trascendencia palpitante, pues tienden a
aplicar y actualizar las adiciones ignacianas; mediante esos actos, puede el director crear
y mantener el clima propio de Ejercicios. En nuestro trabajo pasamos por alto esta forma
indirecta de entrar en contacto con el ejercitante, ya que los Directorios apenas si hacen
alguna alusión a ella.
EL GUÍA 611
b) Cuántas
c) Cuándo
14 D. 33(54).
15 D.31 (54).
16 D. 34(52).
17 D. 37 (7), D. 38 (3), D. 41 (9,11).
18 D. 42(5).
19 D. 43 (52).
20 D. 20 (53).
21 D. 20 (69).
22 D. 22, 23 (24-29,88).
23 Hoffeo dice solamente que hay que visitar al ejercitante «nonnumquam»: D.
17 (107). Nicolai confiesa que «De ordinario acostumbré acudir a cada uno cuatro
veces al día»: D. 21 (35). Por último, al mismo Directorio oficial se le escapó la
siguiente determinación que está un poco en contradicción con su rigorismo ante-
rior: «Mientras dura la meditación del Fundamento, el Instructor debe visitar al ejerci-
tante algunas veces...»: D. 33, 34, 43 (110).
614 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
d) Duración
24 D. 4 (16).
25 D. 15 (11), D. 22, 23 (17), D. 26 (5), D. 31 (55), D. 37 (8).
26 El único que disiente es Fabio de Fabi. Alega razones de orden higiénico.
Esos esfuerzos mentales después de las comidas «podrían ser contraríos a la salud
del cuerpo y restar seriedad a la cosa», O. 24 (33). Tal vez por esa razón usa Po-
lanco prudentemente la expresión «sub vesperum»: D. 20 (69). Que el ejercitante
necesite consolación precisamente después de las comidas, sólo se explica en el
supuesto de la rigurosa penitencia que se imponían.
27 D. 33 (54).
28 D. 34 (53).
29 D. 37 (8).
30 D. 42 (6).
31 D. 43 (53). Tampoco el desconocido autor del D. 38 está de acuerdo en que
sea la visita por la mañana, a no ser que se trate de otra visita, además de la ordina-
ria vespertina: D. 38 (4).
EL GUÍA 615
e) Materia
32 D. 11 (4).
33 D. 3 (7), D. 22, 23 (19), D. 25 (29), D. 26 (7), D. 33, 34, 43 (57).
34 D. 26 (7).
35 D. 32 (33).
36 D. 33, 34, 43 (56). Miró da la razón de ese modo de proceder al añadir:
«antes bien, permita que sin intermediario el mismo Creador trate el asunto con la
creatura y ésta a su vez con Él». D. 22,23 (19), O. 33,34,43 (57).
37 D. 33, 34, 43 (58).
38 D. 3 (7), D. 21 (21), D. 22,23 (19), D. 25 (29), D. 26 (9).
39 D. 26 (9).
40 D. 33, 34, 43 (58).
41 D. 3 (6).
616 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
D. 47 (67).
49 D. 8 (7), D. 20 (35), D. 21 (21), D. 32 (33).
50 D. 10(42).
51 D. 32 (33).
52 D. 31 (58).
EL GUÍA 617
Si no hay para qué «preguntar muchas otras cosas», algo habrá que
preguntar. Luego, en todo caso, tanto si va bien como si va mal, no puede
terminarse el interrogatorio tras el primer capítulo. La diferencia entre unos
y otros ejercitantes se establecerá según el número e insistencia de las
preguntas.
En su Directorio autógrafo dice S. Ignacio: «Siempre el que le da los
Ejercicios le demande de consolación y desolación, y lo que ha pasado por
él en el ejercicio o ejercicios que ha hecho después que la última vez le
habló»69.
Siempre hay que preguntar. Por lo tanto, también al ejercitante que va
bien en los Ejercicios. Y tanto Miró como el Directorio oficial proponen
alguna pregunta del segundo y tercer capítulo, para hacerse a todo
ejercitante, como puede verse en las referencias.
Por otra parte, todos los demás Directorios que no distinguen esos dos
modos de comportarse, según el estado del ejercitante, admiten también
nuestra interpretación, pues hemos de creer que al exponer la materia de
interrogación hablan en general. Además, nunca dicen que siempre haya
que hacer todas las preguntas que ellos proponen. Pereyra dice
expresamente: «De las cosas de que se je ha de pedir cuenta cada día o de
algunas de éstas»70.
Así, pues, según S. Ignacio y los Directorios que dependen direc-
tamente de él, ante un ejercitante que no acaba de hallar lo que se pretende,
habrá que insistir especialísimamente en estas preguntas:
- Si hace los ejercicios y cómo71.
- Si cumple las adiciones72.
- Sobre los movimientos de espíritus73.
f) Importancia
este capítulo. No quiere ello decir que sea ése el único aspecto de la
cuestión. Ciertamente que la finalidad de la visita no es puramente
informativa del director. Si es vital para el director, no lo es menos para el
ejercitante. Pero gracias a la información que recibe el director podrá éste
desarrollar su labor de ángel, de guía y de maestro.
B) REGULAR
a) Hace repetir
b) Añade
78 D. 18 (100).
79 D. 3 (9), D. 17 (95), D. 20 (15), D. 22, 23 (44), D. 32 (37).
80 D. 11 (8), D. 21 (3).
81 Mon. Ig., Exerc, pág. 298.
82 D. 4(19).
EL GUÍA 621
El director tiene, pues, en sus manos esta poderosa arma para disponer
al ejercitante. Con todo, no la usará si no es necesario, como expresamente
lo dice el mismo S. Ignacio en otro Directorio 83. Y aun el mismo concepto
de necesidad hay que interpretarlo sin extremismos. Así, por ejemplo, para
Polanco y Cordeses basta una razón de conveniencia: «Si advierte que se
produce fastidio en algún modo de tanta repetición de los mismos
Ejercicios...»84.
Pero el principio queda en pie. Y es de advertir que sólo Polanco85,
Miró y en parte Hoffeo87 cayeron en la cuenta de esta restricción, por otra
86
83 D. 3 (9).
84 D. 20 (55), D. 32 (37).
85 D. 20(15).
86 D. 22, 23 (44).
87 D. 17(95).
88 D. 33 (89).
89 D. 33,34,43(128).
90 D. 9 (8,16,18), D. 16 (35), D. 17 (22), D. 18 (40), D. 22, 23 (57-58), D. 25
(4,16), D. 26 (4, 49), D. 27 (1,2), D. 29 (1), D. 32 (8), D. 33, 34, 43 (118), D. 38 (7).
Miró recuerda que en ningún caso deben omitirse los cinco Ejercicios de S. Ignacio:
D. 22,23 (44). No opina lo mismo Fabio de Fabi: D. 25 (16).
91 D. 1 (14).
92 D. 22, 23 (50, 60, 93, 103, 122), D. 24 (39), D. 25 (18), D. 26 (4, 60), D. 33, 34,
43 (140). Gil González disiente enteramente: «Si alguna vez hay que usar de la medi-
tación del hijo pródigo, la usaremos mucho más oportunamente y de modo más aco-
modado al propio tiempo, antes de hacer la confesión de los pecados»: D. 31 (33).
622 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
4)En 4.s semana-Muy poco se puede decir. Gil González escribía: «...y
se pueden añadir aquí algunos discursos para meditar la gloria y el galardón
que esperan los justos, cuyas prendas vemos en estos misterios de la
gloriosa resurrección»104. El Directorio Oficial lo reprodujo 105.
93 D. 21 (8).
94 D. 24 (39).
95 D. 24 (39), D. 26 (4), D. 33, 34, 43 (140).
96 D. 31 (87). Nicolai dice que preparaba a sus ejercitantes a la confesión con
alguna meditación «compuesta para el mismo fin»: D. 21 (8). También se le puede pre-
parar a la comunión con alguna meditación: D. 31 (82), D. 33, 34, 43 (140), D. 38 (8).
97 D. 33, 34,43(158).
98 Ej. (162).
99 Cfr. D. 31 (90), D. 22, 23 (112).
1°° D. 21 (9).
101 D.21 (12).
102 D. 25(4).
c) Cambia
d) Retrasa
106 D. 26 (4).
107 D. 18 (49). Siguiendo nuestra norma, hemos omitido toda referencia a otras
añadiduras en los Ejercicios a jesuítas. Por ello no hemos citado al corifeo en esta
materia, P.BIondo. Casi todos los censores del Directorio Provisional aluden a algu-
na de esas meditaciones y piden que se determinen los esquemas para que haya
uniformidad: D. 35 (6), D. 37 (16), D. 38 (6, 8, 10), D. 40 (2,31), D. 41 (31). La Co-
misión admite plenamente las meditaciones de la muerte, juicio, etc.: D. 42 (10), pe-
ro respecto de las demás responde que «se debe remitir el asunto al Instructor, y
que no deben llamarse Ejercicios»: D. 42 (14).
108 D. 26 (68).
109 D. 26 (84).
110 D. 31 (172).
111 D. 11 (13), D. 22, 23 (128), D. 31 (172), D. 35 (43). Miró quiere además que
e) Omite
D. 33, 34, 43 (41). Hoffeo inicia una nueva dirección, que luego prevalecerá, y es
preguntar al ejercitante si se contenta con la comida que toman los religiosos de la
casa en donde practica los Ejercicios: D. 17 (28). Uno de los censores del Directorio
provisonal pedirá que se añada al precepto de llevar al ejercitante lo que pida, «a no
ser que se contentase con nuestra comida»: D. 41 (5). Pero no se le hizo caso.
124 D. 3(15), D. 22,23 (46).
125 D. 4(7), D. 25 (29).
126 D. 20 (38), D. 32 (35).
127 D. 2(2).
128 D. 10(47), D.31 (13,77).
129 D. 2 (2), D. 18 (105), D. 20 (54), D. 22,23 (45), D. 27 (10), D. 32 (35).
130 D. 15 (9), D. 22,23 (45), D. 25 (29), D. 26 (55). Ceccotti propone que se le
preparen dos camas «una aderezada y otra sin mantas y cobertores» D. 48 (12).
131 D. 26 (55).
626 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
II. CONDUCIR
LA ELECCIÓN DE ESTADO
140
D. 31 (100), D. 33, 34, 43
(162).
141
D. 31 (101).
628 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
a) Prepara
b) Deja en libertad
142
D. 20 (16), D. 32 (9).
143
D. 31 (85).
144 o. 22, 23 (78), D. 33, 34, 43 (171).
145D 22, 23 (77), D. 31 (105).
146
D. 20 (75).
147
D. 31 (75).
148
D. 7(21).
EL GUÍA 629
a) Propone el método
Commentarii, pág.93, y el Oficial: D. 33, 34, 43 (187), el cual termina diciendo que
sólo hay que exponerlo «de paso». Lo mismo afirman Polanco: D. 20 (81) y Cor-
deses: D. 32 (129). Cfr. D. 1 (10,18).
172 D. 1 (18).
EL GUÍA 633
del Dr. Ortiz, como ha demostrado el P. CAMILO M.» ABAD, en: Unas anotaciones del
Dr. Pedro Ortiz..., Arch.Hist.S.J., vol.25, (1956), págs.451 y ss. En dichas anotacio-
nes, publicadas por el mismo P. Abad en Miscelánea Comillas, vol.25, (1956),
págs. 41-114, afirma Ortiz categóricamente que se dan dos modos -dos experien-
cias las llama él- en este 2S tiempo (núms.94,97,98,101) y explica «un poco sutil-
mente» -es juicio del P. Abad- las diferencias entre ambas. Hay que reconocer, con
todo, que los demás Directorios que reproducen el texto ignaciano no lo presentan
precisamente como una segunda forma del 2.s tiempo. Pero tampoco excluyen esa
interpretación. El sólo hecho de que S. Ignacio proponga ese modo después de
haber expuesto los dos modos del tercer tiempo, no puede interpretarse, según cre-
emos, como una afirmación de que se trata de la «oblación» prescrita al término de
dichos dos modos del tercer tiempo, Ej. (183, 188).
177 D. 20 (83), D. 33,34,43 (223).
634 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
tercero...»178.
b) Examina
178 D. 1 (19).
179 D. 20 (83, 89), D. 22, 23 (90), D. 31 (130), D. 33, 34, 43 (200).
180 D. 20 (85), D. 22, 23 (87), D. 31 (129), D. 32 (132), D. 33, 34, 43 (190).
181 D. 31 (129,140), D. 33, 34, 43 (190).
182 D. 20 (85), D. 21 (14). D. 22, 23 (87), D. 31 (129, 133), D. 32 (132), D. 33,
34,43(198,203).
183 D. 20 (83, 85), D. 21 (14), D. 22, 23 (87), D. 31 (129, 135-139), D. 32 (134),
c) Indica
La elección es un proceso lo suficientemente complicado como para
obligar al director a seguir de cerca todas las fases de la operación.
Pero en realidad quien elige es el ejercitante. Las intervenciones del
director van paralelas a las suyas, aun cuando se realicen frecuentes
contactos para comprobar si continúan con esa dirección paralela o
empiezan a distanciarse. El director indica el camino que hay que seguir. Le
da los principios, e interviene sólo en los casos necesarios. Estudiaremos,
pues, ahora dos clases de intervenciones del director.
200 D. 20 (82).
201 D. 20 (84).
638 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
208 D. 1 (9).
EL GUÍA 639
212 Sólo Polanco: D. 20 (90) y el Oficial: D. 33, 34, 43 (229-232) estudian este
Apéndice
DISCUSIÓN
1D. 1 (18).
2D.1 (19).
3 HERNÁNDEZ, E., La elección en los Ejercicios de S. Ignacio. Misc.Com. 25 (1956), pág.
como hace el P. Roí, L'élection d'aprás S. Ignace, RAM 3 (1962), págs. 305-323: «Le second
temps est le seul sur lequel on doit insister», o.c, pág.308. Más exacto es afirmar que la
expresión «insistir» sólo se aplica al 2.- tiempo.
2.S Y 3.er TIEMPO DE ELECCIÓN 644
5 Ej. (183).
6 ORTIZ, Ó., Anotaciones sobre los Ejercicios espirituales, Misc.Com. 25 (1956), págs.
41-114.
7 0 .c. (9-12).
8 0 .c. (18...).
9 Gagliardi en su Comentario, sigue un sistema parecido al del Dr. Ortiz. En su
capítulo titulado «Forma electionis» anuncia los tres tiempos en el mismo orden que S.
Ignacio y luego en el capítulo siguiente: «Electionis methodus», expone únicamente el
primer modo del tercer tiempo. El P. Iparraguirre afirma acerca del uso del tercer tiempo en
la época ¡gnaciana: «no nos atreveríamos a decir que fuese el más usado, al menos de
modo exclusivo», Historia.., I, pág. 208.
2.S Y 3.er TIEMPO DE ELECCIÓN 645
tiempos.
Pero veamos lo que los Directorios nos dicen sobre esta cuestión.
Empecemos por Polanco, a quien sigue fielmente Miró 1En la primera parte
de un largo párrafo dice así: «Hay que advertir que, aunque el modo de
elección del segundo tiempo sea más excelente que el del tercero, si consta
que proceden de Dios las mociones, consolaciones o ilustraciones que son
enviadas al alma del que elige, pues entonces muestra él su voluntad más
inmediatamente por estos efectos de su gracia, que por el discurso del tercer
tiempo; no obstante...»12.
Polanco afirma aquí dos cosas:
- El 2.° tiempo es más excelente sólo en el caso de que conste la
proveniencia divina de las mociones.
- La razón de esa mayor excelencia hay que ponerla en la mayor
inmediatez de la manifestación de la voluntad divina al alma.
17 D. 20 (85).
18 D. 22,23 (87).
19 D. 31 (129,133).
20 D. 32 (132).
21 D. 20 (85).
22 D. 32 (134).
2.S Y 3.er TIEMPO DE ELECCIÓN 649
tercer tiempo...»29.
Lo único que hay que notar es que con este modo de proceder
demuestra S. Ignacio el aprecio por el 2 ° tiempo y su superior excelencia
sobre el 3.s La seguridad que ofrece el 3.er tiempo no es sobrenatural y hay
que aspirar a ella. La razón humana, por segura que sea, se queda pobre
ante una palabra directamente proveniente de Dios.
El Directorio oficial
que es «más segura y firme». No nos queda más remedio que tomarlo en un
sentido absoluto, sobre todo después de haber afirmado que el 2. 9 tiempo
puede no ser «excellentior». Lo cual es falso, como hemos ya visto. Pero en
esto no refleja fielmente el pensamiento de Gil González, para quien el 2. 9
tiempo era «más excelente» en absoluto, y el 3. Q «más seguro de
ordinario».
pág. 316.
39 D. 33, 34, 43 (203).
40 D. 33, 34, 43 (229).
2.S Y 3.er TIEMPO DE ELECCIÓN 653
A) GRUPOS DE EJERCITANTES
B) CONCLUSIÓN
La forma modelo que éstos tienen presente no puede ser otra que los
Ejercicios dados por S. Ignacio mismo. Por ello, la fórmula obvia que
suponen todos ellos es: «un director y un ejercitante», aunque sólo Miró
llegara a formular explícitamente este principio 10. Esta doble unicidad
quedará rota sólo en casos especiales y raros. Por parte del ejercitante,
cuando accidentalmente se encuentren reunidos varios (siempre pocos)
individuos con las mismas características (léase: monjas, novicios, etc.).
8 D. 35 (3).
9 Esta forma de hacer Ejercicios tiene presente Hoffeo en el consejo que da al
Ministro de los ejercitantes: «Procurará que si son varios los que han de hacer elección,
no traten entre sí, para lo cual oigan diversas Misas, en las que no se encuentren; aunque
su Misa la pueden decir al mismo tiempo»: D. 17 (31).
10 D. 22, 23 (11).
Por parte del director, cuando éste, por enfermedad u otras razones, no
pueda continuar la labor comenzada, o no pueda atender al ejercitante con
la frecuencia y la entrega requerida.
a) Su contenido
NICOLAU, M., ¿A quiénes se deben dar todos los Ejercicios y a quiénes sólo algu-
nos?, Manresa (1954),págs. 23-29.
12 D. 17 (2-20), D. 18 (19-78), D. 20 (9-19). D. 32 (3-10), D. 33, 34, 43 (68-83).
17 D. 5(31).
18 D.31 (104).
19 D. 5 (6,12,18).
20 D. 5 (18).
21 D. 5 (4).
22 D. 5(8,12).
23 D. 4 (1), D. 5 (6,16), D. 33, 34, 43 (19).
24 D. 4(1), D. 5(4,21).
25 Es muy interesante comparar los textos del Directorio de Vitoria con los del
tante «tenga buena y honesta presencia, etc.», D. 4 (1), D. 33,34,43 (19). Ésta será
una de las condiciones normales para poder dedicarse enteramente al servicio de
las almas, por lo tanto quiere S. Ignacio que su ejercitante cumpla con esos cáno-
nes. De este modo no encontrará ningún subterfugio para rehusarse a Dios, si Él se
digna llamarlo.
32 D. 10(8).
33 D. 4(1), D. 33,34, 43(19).
34 Hablan también de «ingenio» en ese sentido: D. 5 (6), D. 18 (43), D. 31 (48),
D. 46 (24), D. 47 (70).
2 D. 12 (18).
3 D. 31 (48).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 665
4 O. 5 (4).
5 D. 5 (30).
6 D. 5 (21).
666 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
a) Su contenido
7
Diccionario de la Lengua Española, 19a ed. Real Academia Española, Madrid (1970), 5a
acepción. «Calidad o clase de las personas».
8 Corrobora nuestra interpretación otro párrafo de esta misma instrucción: D. 5 (24), en
donde, hablando de las conversaciones con mujeres dice lo siguiente: «No conversaría
con mujeres mozas y de poca manera, sino en iglesias y muy público...», y da a
continuación tres razones: 1.a, por el carácter ligero e inconstante, propio de la mujer; 2.a,
por el peligro de que se levante «mal humo... de carne» de ese trato con mujeres mozas;
3.a, porque muchas veces todo acaba en «fatiga para que les hayan limosnas para sus
necesidades corporales...». Aquí queremos ver la explicación del significado de «poca
manera». Y, por ello continúa S. Ignacio: «Si conversase con mujeres en las cosas
espirituales, sería con nobles y con quienes ningún rumor se pudiese levantar...».
9 0.18(43), D. 20(19).
10 D. 20 (19), D. 22,23(4).
11 D. 18 (43), D. 20 (19), D. 22, 23 (15). Prescindimos por ahora de las disposiciones
abiertos: «Llamo Ejercicios abiertos cuando el que los toma no está del
todo recogido y solamente tiene algún tiempo para las meditaciones, estando todavía
ocupado en sus asuntos», D. 6 (11). Cfr. también D. 5 (2).
13 D. 18(33-42).
14 D. 20 (15-18).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 667
Ejercicios: D. 17 (84-87).
18 D. 20 (15,17).
19 D. 32 (7).
20 D. 33,34,43 (81).
21 D. 20 (18).
22 D. 12(20).
23 D. 6 (10).
668 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
a) Su contenido
24
S. Ignacio usó la expresión, hoy en desuso: «quier letrado o ingenioso». Pe-
ro en la copia castellana usada por Nadal ya se lee: «si es letrado...». CALVÉRAS,
Ejercicios espir., Direc. y Docum., pág. 53. Todas las versiones latinas conservan
esa forma.
25
D. 17 (5), D. 18 (33), D. 20 (15), D. 33, 34, 43 (79), D. 46 (70), D. 47 (40). Ga-
gliardi hace notar que también entran en este grupo las personas ocupadas en
asuntos espirituales y no pueden dejarlos tanto tiempo como quisieran para
recogerse: D. 46 (74), D. 47 (45).
26
D. 32 (7).
27 D. 46 (70), D. 47(41).
28
Los llamamos así porque no encontramos otra palabra más apropiada para
designar esta clase de Ejercicios, aunque reconocemos que no es del todo
exacta. En realidad, no es la materia lo que especifica las semanas, sino el fin
que en cada una se persigue. Se pueden proponer las meditaciones de la
Encarnación, Pasión, de la Gloria...orientadas a la obtención del fin propio de la
1.a semana.
29 D. 2 (5), D. 3 (14), D. 4 (1), D. 5 (16,18,22), D. 6 (4), D. 7 (12,32), D. 17 (9), D. 18
(32), D. 20 (11-14), D. 22, 23 (49,60), D. 27 (5), D. 32 (6), D. 33, 34 ,43 (145).
30 D. 2 (5), D. 3 (14), D. 4 (1), D. 5 (22), D. 17 (19), D. 20 (11).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 669
dar otra ayuda de algunos ejercicios de las otras semanas, del modo de orar
y examinar la conciencia y otras cosas semejantes» 31.
Siguiendo esta pauta, los Directorios nos hablan de las siguientes
ampliaciones principales:
1) Ante todo, los modos de orar que se hallan al fin de la cuarta
semana 32 o precisando más en particular, el primero de los tres 33 ; el
primero y el tercero34; el segundo y el tercero35. Y debió ser tan ordinaria la
práctica de estos modos de orar junto con la primera semana, que uno de
los críticos al Directorio provisional de 1591 pide que en el Directorio
definitivo se haga mención de ellos «en primera semana» y no al final 36.
2) «Algo de las otras semanas», sin precisar más37; o bien «algunas
meditaciones de la segunda semana»38; o «de la vida de Cristo»39.
Polanco recuerda, respecto al ejercicio de las dos banderas, «que
también a los que no han determinado tratar de elecciones, les será de
utilidad»40. Y más adelante advierte que aun para los que sólo pretenden
reformar su vida, además de los ejercicios de la segunda y tercera semana,
se les propongan los de las dos banderas, los tres binarios, tres grados de
humildad y hasta el preludio para hacer elección41. Lo mismo repite Miró42.
3) Merece especial mención la contemplación para alcanzar amor,
que hay que proponer como conclusión de estos Ejercicios, tal como lo
recomiendan Hoffeo43 y Miró44.
4) Y por último, Polanco: D. 20 (14), con su sombra Cordeses 45 ,
permite que se expliquen algunas reglas del fin del librito.
Un ejemplo perfecto de este tipo de Ejercicios nos lo ofrece el
Directorium spirituale vitae mixtae. Propone unos Ejercicios de ocho días,
aunque luego en realidad distribuye las meditaciones según los días de la
semana. Advierte con todo: «Estos Ejercicios, según dijimos, pueden
31 D. 4(1).
32 D. 5 (1, 7,11,16, 18), D. 6 (4), D. 17 (9), D. 26 (71), D. 32 (6), D. 33,34,43 (19).
33 D. 2 (5).
34 D. 20 (12).
35 D. 27 (5), D. 21 (14).
36 D. 41 (38).
37 D. 33, 34, 43 (145).
38 D. 7 (12, 32), D. 20 (75), D. 22, 23 (49), D. 27 (5).
39 D. 18 (32).
40 D. 20 (75).
41 «...que aunque no necesariamente, sí útilmente se podrían echar por delante»: D. 20
(92).
42 D. 22, 23 (64).
43 D. 17 (9).
44 D. 22,23 (60).
45 D. 32 (6).
670 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
Este género de Ejercicios admite menor selección que los dos grados
anteriores, ya que «los [Ejercicios] de la primera semana pueden extenderse
a muchos» 50 . Por ello son los Ejercicios que de una manera general se
recomiendan a toda clase de personas51: «hombres y tambiénmujeres»52, «y
casadas»53, «y otros... que no son aptos al estado de religión»54, «y...otras
personas seglares o religiosas»55.
En principio, puede tomarse como norma para admitir a estos
Ejercicios la que daba S. Ignacio al Padre Vitoria: D. 4 (1).
El P. Polanco describe de una manera positiva a los ejercitantes que
componen este grupo: D. 20 (11), descripción repetida por Cordeses56.
46 D. 9 (25).
47 D.9(19-21).
48 D. 9 (22-24).
49 El P. Calveras cree que la copia de los Ejercicios llamada «Regina», la más antigua que
ha llegado hasta nosotros, fruto de la transcripción hecha por John Helyar en 1536 o a
principios de 1537, refleja este tipo de Ejercicios. Se funda el Padre principalmente en que
«parte está en extenso, como en el original y parte en resumen, con algunos pocos
aditamentos que no registra el texto completo definitivo. Lo que esta copia nos da no ha de
tomarse como una traducción del original íntegro de S. Ignacio, tal como entonces existía,
sino como una adaptación en latín de los Ejercicios, para los estudiantes y otras personas
que no estaban en disposición de hacerlos por entero». CALVERAS, Fruto de los Ej., pág.
360. Posteriormente ha confirmado el autor su teoría en Estudios sobre la redacción de los
los textos latinos..., Arch.Hist.S.J., 1 (1962), págs.17-27. Opina el P. Calveras que esos
Ejercicios durarían unos siete u ocho días (¡b.,pág.362).
Otro ejemplo, mucho más seguro, son los Ejercicios que dio S. Pedro Canisio en 1588 a
Sebastián Werro. La notas que el ejercitante tomó «de verbo ad verbum» de los puntos que
le daba Canisio nos permiten reconstruir unos Ejercicios de cinco días, de los cuales casi
tres son para la primera semana y los otros dos para las restantes, sin las elecciones. El
texto lo publicó HERNÁNDEZ, E., en Manresa, 5 (1929), págs. 184-205, 268-280, 373-388, con
el título: Los Ejercicios espirituales de Verronio. Un resumen del contenido de esos
Ejercicios puede verse en IPARRAGUIRRE, Historia..., I, págs.186-188.
50 D. 5(7,18,31), D. 22,23(4).
51 D. 5(1,11,15-16, 22,30).
52 D. 5(1).
8
6 D. 5 (7).
54 D. 5(11).
55 D. 5 (5).
56 D. 32 (6).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 671
D) EJERCICIOS LEVES
57 D. 17 (6,9).
58 D. 18 (32).
59 Procedía así porque consideraba, como otros muchos, el Noviciado como la 2.- y 3.S
semana de Ejercicios. Cfr. IPARRAGUIRRE, Historia..., II, pág. 281; HERNÁNDEZ, E., La manera
tercera..., págs. 102 y ss.
60 D. 21 (15).
61 D. 20 (14).
62 Sabemos que estos Ejercicios eran, en la práctica, mucho más de lo que en este párrafo
exponemos y que aun hoy día pueden ser un arma poderosísima de renovación espiritual.
Pero nosotros nos limitamos a recoger los elementos que ofrecen los Directorios, que son
relativamente escasos y pobres. Cfr. CALVERAS, LOS tres modos de oraren los Directorios,
Manresa (1945), págs. 125 y ss.
672 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
63 Cfr. CALVERAS, Fruto de los Ej., págs.318 y ss., e IPARRAGUIRRE, Método Ig-naciano de los
Ej. de tres días, Manresa, 32 (1960), págs. 405-416.
64 Los únicos Directorios que exponen la materia de estos Ejercicios leves, además de la
68 D. 18 (24). En la distribución que propone Hoffeo para estos Ejercicios leves, leemos:
«Antes de las cuatro se les explicarán los misterios del Rosario y desde las cuatro hasta
las cuatro y media se ejercitarán en ellos», D. 17 (73). No parece claro cuál de los tres
modos se deba aplicar. Podría parecer que el primero, el único que se tiene en
consideración, y así lo interpreta el P. Iparraguirre en la nota 52, pág. 232. Con todo, si
comparamos con lo que dice Hoffeo a los hombres del grupo siguiente, que son rudos
como los del primero «aunque no mucho más capaces», D. 17 (4), se clarifica algo la cosa.
Dice allí: «Desde las cinco hasta las cinco y media recitarán el Rosario empleando la
consideración de los Misterios», D. 17 (81). Se trata claramente del 3.er modo. Además, a
los HH. Coadjutores, a quienes se les consideraba en la categoría de rudos, se propone se
les enseñe a recitar el Rosario: Const. (345), D. 35 (4), D. 42 (11), evidentemente por el 3.er
modo.
1°2 «Se da...; quizá también el Fundamento», D. 18 (20).
70 No hemos hallado ninguna referencia clara y expresa al 3. er. modo de orar, fuera de lo
dicho sobre el Rosario y la sentencia de Cordeses: «El 3.er modo de orar es más fácil, y
éste es más para los simples que los otros modos», D. 32 (155). Además de los textos que
explican el mecanismo de los tres modos de orar, hemos encontrado otros que ponderan
la excelencia y sencillez de los tres en general y afirman que son aptos para los rudos y
menos capaces, D. 5 (31), D. 33, 34, 43 (256), D. 45 (6). Pero cuando se ponen a exponer la
materia de estos Ejercicios leves, sólo toman en consideración el primero, al que, por su
facilidad, D. 31 (174), llaman «propio para rudos e iletrados», D. 18 (24), «parece que
conviene más con la gente sencilla, que no la meditación profunda en los mandamientos,
etc.», D. 20 (104), y que además de recomendarlo S. Ignacio «para instrucción y ayuda de
gente ruda... se sabe que el P. Francisco Javier le usaba con sus penitentes, con notable
fruto y ayuda de sus almas, y les daba por penitencia lo hiciesen a la mañana una vez y a
la tarde otra»: D. 31 (173), D. 33, 34, 43 (262). Otras alusiones al 3er modo de orar pueden
verse en: D. 18 (24), D. 20 (12, 107), D. 21 (14), D. 22, 23, (134), D. 27 (5), D. 31 (175), D. 33,
34, 43 (267).
104. D. 17 (72, 74).
674 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
72 D. 18(27).
73 D. 5 (2).
74 Para mayor precisión en las referencias, usamos la división de la anotación en tres
párrafos, tal como la propone el P. Calveras en su edición del texto de los Ejercicios,
Barcelona (1958), y empleamos las siglas por él propuestas: 18a-18b-18c, para designar
cada uno de dichos párrafos.
75 D. 20(10).
76 D. 32 (3). Gagliardi las llama «imbecilles», D. 46 (22), y Cecotti «hebetes», D. 47 (71).
77 D. 17(3).
78 D. 20(10).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 675
113
D. 18(28).
114
S. Ignacio usa dos expresiones en la misma anotación 18, cuyo sentido
aparece claro por las traducciones latinas:
«de poca complisión» (18a) = «imbecillus seu debilis»: Vulgata.
= «delicatae complexionis»: V.prima y Fabro. »de poco
subiecto» (18c) = «debilis naturae»: Vulgata.
= «debilis complexionis»: V.prima. En los dos casos
contrapone «falta de salud» a «corto de ingenio».
115 D. 20(10).
79 D.117 D. 31 (25).
32 (3).
676 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
a) Los religiosos
80 D. 33,34,43 (18).
81 «Lo que se dice... de meter los monjes en Ejercicios, puede parecer a muchos cosa
odiosa, no sea que parezca que somos reformadores de monjes. Hay también algunos del
parecer que no deben ser fácilmente inducidos a Ejercicios los estudiosos, no sea que
parezca que los queremos cazar, sino sólo aquellos que espontáneamente y con ardor lo
piden», D. 41 (12).
12° D. 26 (70).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 677
86 «Corregiría lo que aquí se dice acerca de la institución de los religiosos, pues, aunque
éstos en otro tiempo no se hayan entregado a la oración mental, no obstante deben ser
formados y tratados según otro sistema y modo peculiar que los seglares», D. 31 (22).
125 D. 26 (70-71).
128 D. 12 (21), D. 18 (51), D. 22, 23 (70), D. 26 (70), D. 31 (103), D. 33, 34, 43
89 D. 18 (51), D. 33,34,43 (73).
678 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
90
entre una u otra virtud o entre grados de una misma virtud , como muy
bien reprueba Gil González91.
b) Las mujeres
Más que nunca, en este caso hay que tener presente que los
Directorios fueron escritos en el siglo XVI y que por lo tanto se referían a
las condiciones sociales de su tiempo. Sus prescripciones, tal cualyacen
escritas, no son válidas para el día de hoy. Si traemos aquí a colación el
caso de las mujeres ejercitantes, no es para dar valor de principio a unas
normas ya caducas, sino para destilar lo que tienen de eterno y por lo tanto
todavía hoy válido.
En la actualidad, la mujer hace Ejercicios cerrados o abiertos,
completos o parciales, exactamente como el hombre, según su grado de
cultura y sus disponibilidades. Hace cuatro siglos no era así. O mejor dicho,
era también así, sólo que la condición de la mujer era «de ordinario» muy
inferior a la del hombre. Por ello no nos debe maravillar que los Directorios
den como norma el tratarlas como a los «rudos», o peor aún, como a los
niños92, es decir, darles sólo los Ejercicios leves. Aunque S. Ignacio y el P.
Nadal daban la norma general de proponerles la primera semana93.
La verdad es que la realidad correspondía perfectamente a esas
normas. Con todo, y esto es lo que aquí más nos interesa, los mismos
Directorios advierten claramente que pueden darse casos excepcionales.
Expresamente lo dice la Brevis Instructio: «Pero si se ve que gozan de gran
ingenio y espíritu, se podría seguir el mismo modo que se observa con
aquellos hombres que son ingeniosos o cultos, pero ocupados en negocios,
y así darles una hora y media o dos [de ejercicio]»94.
Y no solamente esto, sino que el Directorio oficial añade por su parte
que, si la tal mujer tan poco quehacer tuviese en su casa que pudiese
practicar todos los Ejercicios exactamente o la mayor parte de ellos, en ese
caso, nada impediría que los hiciese 95.
A las religiosas se las considera en un nivel un poco superior al de las
demás mujeres. Y Nadal, mientras recomienda sólo la primera semana para
las mujeres en general, permite que a las monjas se les dé algo más «pero
90 D. 18 (52).
129 D. 31 (23).
92 D. 18 (75), D. 33, 34, 43 (83).
93 D. 5(1,7,11), D. 7(35).
94 D. 18(76).
95 D. 33,34,43(83).
CLASES DE EJERCICIOS Y DE EJERCITANTES 679
con prudencia, y sin las elecciones, por lo menos las de estado» 96. Y la
Brevis Instructio llega a considerar el caso de poderse dar el mes entero de
Ejercicios a alguna religiosa selecta, aunque desconfía de que se la pueda
encontrar97.
Lo que entonces era excepción, hoy no lo es, y por lo que dijeron los
Directorios respecto de esas excepciones, se puede columbrar el principio
que subyacía en sus afirmaciones y podemos colegir lo que dirían el día de
hoy.
Lo mismo se puede afirmar respecto a la machacona insistencia con
que repiten los Directorios que el sitio para recibir las instruccioneses, para
las mujeres, la iglesia98 -de donde se deduce que los Ejercicios de mujeres
no pueden ser más que «abiertos»-; sobre la frecuencia con que deben
acudir a recibirlas99, o de la precaución que recomiendan en darles escritos
algunos100. Todo ello son consecuencias de las costumbres y estado social
del siglo XVI y que, por lo tanto, tienen un valor puramente temporal,
salvas las precauciones que impone la naturaleza humana caída y que
permanece siempre la misma101.
96 D. 7(35).
97 D. 18(77).
98 D. 5 (1, 10, 24), D. 7 (35),D. 12 (9,22), D. 33, 34, 43 (83).
99 D. 5(10), D. 12(22).
100 D. 18 (78), D. 33, 34, 43 (83).
101 Para toda esta materia véase IPARRAGUIRRE, Historia..., I, págs.76, 147, y II, págs. 225-227.
680
I. DISPOSICIONES
102 D. 4(1).
682 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
a) Desearlos intensamente
Como en todas las empresas humanas, hay que ir a los Ejercicios con
plena libertad, si han de producir el fruto que de ellos se espera. El
ejercitante que va «forzado» no pondrá el trabajo que de su parte se
requiere103. Ya lo intuyó Gil González al advertir: «Hay que evitar por lo
general que vayan de mala gana, sino por propia iniciativa. Pero deben ser
atraídos poco a poco a esta disposición de ánimo, en parte mediante
familiares coloquios, en parte por el sacramento de la confesión» 104.
Por ello, lo primero que se requiere es que el pretendiente a ejerci-
tante «aprecie en mucho los Ejercicios y quiera ayudarse con ellos» 105 .
Toda la atmósfera de secreto de que se intentaba rodear el texto de los
Ejercicios, y la propaganda que se hacía de los frutos por ellos producidos
tendía a provocar en los posibles ejercitantes esa sensación de curiosidad y
estima, y en último término, el libre deseo de practicarlos.
Este deseo puede tener, por lo demás, diversos orígenes. Puede darse
el caso de encontrarnos con sujetos «que por inspiración divina están
movidos a la conversión»106.
O aun sin necesitarse una conversión, puede ser un sujeto «que esté
angustiado en alguna manera, con el deseo de saber qué haya de hacer de su
persona y ambiguo»107, o que sufre alguna molestia extrínseca108 «porque
no se hacen bien sus negocios o porque sus padres o parientes no lo tratan
bien u otra cosa semejante»109.
O simplemente puede tratarse de personas que desean sinceramente
progresar en la vida espiritual110. Pero el fondo común ha de ser siempre el
mismo: «desearlos hacer con diligencia, venciendo toda cosa que le pueda
impedir, para sacar de ellos aquel fruto de que más gloria redunde a Dios y
utilidad a las ánimas»111.
No basta ir a los Ejercicios resignado, o con gusto, hay que desearlos
positivamente y con avidez". Como decía el P. Ruiz con gráfica expresión,
hay que lograr que el ejercitante «tenga hambre de coloquio y trato
divinos»12.
103 D. 4 (2).
104 D. 31 (46).
105 D. 31 (47).
106D. 9(1).
107D. 4(1), D. 33, 34, 43 (19).
108D. 33, 34, 43(15).
109 D. 4 (3).
110 D. 9 (2).
111 D. 4 (9).
11 D.
12 D, 11 (2).
112 Gagliardi usa también locuciones muy intensas: «hay que excitar un grandísimo deseo
de ellos», D. 46 (61), «se encienda un vehemente deseo» D. 46 (67), D. 47 (32).
113 D. 12(24).
15D. 20 (24).
115 D. 31 (47).
116 D. 4 (11).
117 D. 22,23(10).
118 D. 36 (5).
684 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
119 D. 10(10).
120 D. 15(5), D. 22, 23(7).
121 D. 20 (8).
122 D. 12 (24).
DISPOSICIONES Y FRUTOS 685
cosas», dice Polanco 123 . Y en otro lugar: «que cada uno emprenda este
negocio de su aprovechamiento con grande ánimo y deseando gran
progreso en las cosas espirituales y confiando en la bondad de Dios» 124.
Todavía es más sugestivo el Directorio oficial más adelante: D. 33,
34,43 (24). Y en los mismos conceptos abunda Ceccotti125.
- Diligentia, la concreción de ese entusiasmo debe verificarse en el
serio esfuerzo por cooperar con la gracia divina, según Polanco: «Que
proponga en cuanto estuviere a su alcance, cooperar con ahínco con la
divina gracia, y para recibirla (con el auxilio del mismo Dios) determine
forzar todos los nervios de su esfuerzo»126.
Y bajando más al terreno de lo concreto, esa cooperación debe
manifestarse, como dice Gagliardi, en «trabajar con esfuerzo para cumplir
lo que se le prescribe» 127 , a saber: «Gran atención para entender los
Ejercicios que se le proponen y diligencia en escribir inmediatamente los
puntos y mucho mayor para hacerlos, no omitiendo nada de lo que se le
propone»128.
- Fortitudo, porque no pocas veces será necesario «alejar toda
indolencia y negligencia, y emplear bien con todo esmero y diligencia el
tiempo concedido»129. Pero sobre todo necesitará fortaleza para vencer las
resistencias de los comienzos, cuando «los no acostumbrados a meditar,
suelen... experimentar muchas distracciones, dificultades en la aplicación
de la mente y tentaciones»130.
2) ...y liberalidad-La simple yuxtaposición de esas dos palabras en la
anotación quinta nos dice poco acerca de su dependencia mutua. En
realidad, la liberalidad está íntimamente relacionada con el ánimo. Llama la
atención el juego de palabras usado por Polanco: «que con ánimo
generoso... deseemos grandes dones...»131.
El primer objeto de esta liberalidad debe ser la propia confianza.
Fiarse de otro es renunciar a lo que tenemos de más propio. Es despojarse
conscientemente del autogobierno para dejarse regir por otro en cuyas
manos nos ponemos. Por ello recomienda el Directorio oficial: «Tenga...
gran esperanza en la bondad y liberalidad del Señor... Por lo cual confíe en
123 D. 20 (5).
124 D. 20 (21).
125 D. 47 (76-79).
126 D. 20 (22).
127 D. 46 (59).
128 D. 12 (26).
129 D. 13 (7).
130 D. 12 (28).
131 D. 20 (5).
686 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
aquella infinita clemencia, que, pues le ha dado este piadoso deseo, le dará
también gracia y fuerzas para realizarlo bien y fructuosamente, puesto que
su voluntad es nuestra santificación»132.
Esta confianza en Dios comporta como consecuencia natural una
perfecta entrega o capitulación de todo el ser a Dios: «una verdadera y
grande resignación de sí mismo en la voluntad de Dios» 133 . S. Ignacio
describía este estado como «resignado en las manos de Dios N. S., para que
El haga de ellos y los eche a aquella parte que más les conviene»134.
La anotación quinta usa términos algo generales para explicar el
contenido de ese ofrecimiento: «todo su querer y libertad», «su persona»,
«todo lo que tiene». Son frases que expresan magníficamente la totalidad de
la entrega que se requiere135. Pero presentan el peligro de que se deje en el
olvido algún elemento importante. Algo así le sucedió a Polanco, cuando
quiso parafrasear la anotación que comentamos. Escribió: «Que aeste
mismo fin trate de resignar totalmente su voluntad y todos sus afectos en
manos de Dios, y encomiéndese al Señor con ánimo generoso buscando
sinceramente su benévola y perfecta voluntad»136.
Las palabras que hemos subrayado las añadió Polanco al margen de la
primera redacción, y a nadie se le escapa la trascendencia del inciso.
3) Indiferencia - Es otro aspecto, otra manera de describir la misma
disposición de espíritu. En realidad, no se propone así en forma directa.
Exigir ya al principio un estado de indiferencia que es uno de los frutos más
preciosos que ha de obtener el ejercitante tras largos esfuerzos, sería un
contrasentido. Por ello, con mayor propiedad se le exige solamente que no
entre «con algunos designios e intentos»137. Pues empezar con un partido
tomado es cerrar las puertas de antemano a toda acción ulterior de la
gracia138. Según Nicolai, ése es el mayor impedimento que puede ponerse:
D. 21 (25).
El Directorio oficial determina también que «nadie debe traer una
determinación de la cual no quiera que le aparten»139 y recuerda que esta
posición de espíritu de querer «ejecutar cumplidamente lo que Dios le diere
137 D. 4 (20).
138 Gagliardi expone la indiferencia bajo la metáfora: «preséntese ante Dios como una
tabla desnuda, para que el Señor pueda gravar en ella lo que mejor le plazca» D. 46 (56), D.
47 (27).
4° D. 33,34,43 (24).
DISPOSICIONES Y FRUTOS 687
c) Soledad y silencio
ocupados, lo que ya se daba por obvio, que a lo menos durante el tiempo que dedican a
los Ejercicios procuren liberarse de pensamientos extraños, D. 33, 34, 43 (81).
157 D. 20 (57).
158 D. 11 (2).
159 D. 4(1).
160 D. 1 (2).
161 D. 17 (58).
162 D. 17(32).
163 D. 17(72).
DISPOSICIONES Y FRUTOS 689
una persona que sea «taciturna»164 y se le exige que no hable con él sino lo
estrictamente necesario165 y que no permita que otros le hablen166.
Con palabras bien ponderadas, condensa la Brevis Instructio todo lo
que se puede decir sobre este particular: D. 18 (94).
Las razones o «provechos» de esta soledad y silencio están muy bien
sintetizadas en la anotación 20. A pesar de que las ventajas aducidas por S.
Ignacio son de una profundidad extraordinaria, son muy pocos los
Directorios que insisten en ellas. Hoffeo se contenta con transcribir el texto
de la anotación con ligeras variantes167. Otros la incluyen entre las tres o
cuatro anotaciones que hay que explicar al principio al ejercitante168, o por
lo menos la parte de ella que más le convenga 169 . Y sólo Gagliardi 170
expone los tres provechos que se obtienen del retiro171.
Fuera de esto, no hemos encontrado en ningún otro Directorio la
menor alusión a la primera ventaja de la soledad, a saber, el merecimiento
delante de Dios. Cordeses es el único que se refiere a la segunda172.
Muy poco más puede decirse sobre la tercera razón, la más profunda.
Sólo dos Directorios la aducen. Para el desconocido autor de uno de los
Directorios más antiguos, ese apartarse del mundo y dejar las ocupaciones
para dedicarse sólo a las cosas de Dios, es una de las causas que explican el
gran fruto que producen los Ejercicios: «...y así Dios suele conceder sus
dones, gracias y secretos, etc.; y asimismo, cuanto más se aleje de estos
intereses y asuntos humanos, tanto más experimentará la liberalidad de
Dios para consigo»173.
Polanco explana algo más este mismo punto y, como siempre, más
teológicamente. También para él cuenta el retiro como uno de los
principales medios que pone el ejercitante para cooperar con la gracia
divina y disponerse así «a recibir grandes dones» 174.
B) PARA LA ELECCIÓN
a) Desearla
b) Indiferencia
179 D. 17 (24).
180 D. 21 (27).
DISPOSICIONES Y FRUTOS 691
181 D. 4 (20).
182 D. 31 (101).
183 D. 31 (108), D. 33,34,43 (171).
184 D. 31 (114).
185 Ej. (169).
186 D. 1 (17), D. 16 (31), D. 20 (16), D. 22,23 (86), D. 26 (69).
187 D. 1 (17).
188 D. 20(16).
189 D. 26 (69).
190 D. D. 1 (7), D. 10 (39), D. 20 (78), D. 25 (18), D. 26 (69), D. 32 (123), D. 33,
34,43(164,171,217).
191 D. 33,34,43 (105).
192 D. 1 (17), D. 20 (16,78,79,86), D. 22,23 (78,83), D. 25 (18), D. 31 (107), D. 32(128), D. 33, 34,
43 (171).
193 D. 1 (17). Creemos que no hay que insistir demasiado en la partícula «es mejor». La
mente del Santo está bien clara en la frase precedente «no está para ponerse en
elecciones». El «mejor» se refiere al medio más apto para lograr que el ejercitante se
disponga. Lo mismo hay que decir de las expresiones «non expedi-ret»: D. 20 (16) y «non
oportet»: D. 20 (78), usadas por Polanco. Gil González usa la misma expresión que S.
Ignacio; en cambio Miró, Cordeses y el Oficial hablan sin atenuaciones. Fabio de Fabi dice
que ni siquiera la segunda semana debe darse al que no está indiferente: D. 25 (18).
692 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
c) Recogimiento
II. FRUTOS
201 D. 1 (6).
202 D. 31 (110).
203 0.33,34,43(173).
204 D. 31 (106).
205 D. 31 (110).
206En la exposición que vamos a hacer de los fines o metas de cada semana, no
pretendemos razonarlas ni justificarlas. Ello exigiría un trabajo de índole muy diversa del
que estamos desarrollando (véase CALVERAS: Fruto de los Ejercicios). Nos limitaremos a
recoger el material que ofrecen los Directorios en forma dispersa, a veces hasta la
desintegración, unificarlo y presentarlo según sus líneas o vertientes principales.
Volvemos a repetir que los Directorios son manuales prácticos sin pretensiones teóricas.
694 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
b) Compunción
(98).
226 D. 16 (4), D. 17 (22), D. 20 (41,56), D. 22, 23 (27,49), D. 26 (22, 27), D. 27 (19), D. 32 (15,
c) Propósito de la enmienda
a) 2 * semana}41
También en este caso son tres las actitudes que se le piden al ejer-
citante y que interesan las tres operaciones fundamentales del hombre:
conocimiento, afecto, voluntad:
- Conocimiento íntimo, total y profundo de Cristo, su persona, su
vida y su doctrina.
- Amor fuerte y entusiasta.
b) 3.e semana249
148D. 21 (9).
246 D. 31 (83).
247 D. 33, 34,43(142).
248 D. 18 (15), D. 19 (3), D. 31 (52).
249 Fin de la tercera semana: D. 16 (7), D. 18 (16), D. 19 (10), D. 21 (12), D. 31 (52,157), D.
32 (93), D. 33, 34, 43 (98,240).
250 D. 16(7).
251 D. 18 (16), D. 19 (10), D. 21 (12), D. 33, 34, 43 (98).
DISPOSICIONES Y FRUTOS 699
c) 4.s semana255
Por último, en la cuarta semana ven los Directorios, casi con una-
nimidad, una fuente abundante de amor. En sentencia de Nicolai: «En la
cuarta semana se busca el afecto del divino amor y como cierta unión con
Dios»256. Pero no se olvidan los otros dos aspectos. Para Cordeses en la
cuarta semana «se va ganando nueva luz de conocimiento práctico... de
todas las cosas de la fe... intensiva y extensivamente, y en la esperanza y
caridad»257.
Pero sobre todo no se descuida la imitación, ya que el ambiente de la
contemplación para alcanzar amor es el que dala tónica a toda esta semana,
y ese amor, al que los Directorios hacen aspirar, es el amor operativo «que
se manifiesta más en obras que en palabras»258.
155D. 18 (16).
253 D. 31 (52).
254 D. 31 (157), D. 33,34,43 (240).
255 Fin de la cuarta semana: D. 16 (8-9), D. 18 (16), D. 21 (13), D. 31 (52,171), D. 32 (149-150),
D. 33,34,43 (98,253).
256 D. 21 (13).
257 D. 32 (149).
258 D. 16 (8-9).
700 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
El fin de los Ejercicios, según los Directorios, no puede ser otro que el
indicado en el título mismo de ellos: «vencer a sí mismo y ordenar su vida
sin determinarse por afección alguna que desordenada sea».
S. Pedro Canisio en un brevísimo billete decía así: «El fin de los
Ejercicios espirituales consiste en tres cosas: que el hombre se venza así
mismo; segundo, que no se mueva por mala afición; tercero, que ordene las
aficiones hacia Dios»259.
Según esto, el ejercitante debe sacar de los Ejercicios tres cosas:
- Aprender la ciencia del vencerse a sí mismo260, empezando por un
conocimiento exacto de sí propio261.
- Arrancar del alma las afecciones desordenadas262, hasta llegar a la
perfecta pureza de corazón263.
- Ordenar los amores hacia su verdadero fin, que es Dios 264. El alma
se hace así capaz de captar la voluntad de Dios o designio divino sobre su
persona y de aceptarla generosamente 265 . Todo ello se traduce en la
determinación de seguir aquel concreto género de vida que le conduce a la
felicidad eterna266.
De este esquemático resumen se deduce claramente que para los
Directorios el fin de los Ejercicios no es ni mucho menos la elección267. En
lo cual, según algunos 268 , se habrían hecho responsables de cambiar la
mente de S. Ignacio. Se ha querido ver en los Ejercicios una especie de
monumento monolítico, con una contextura y finalidad única, encaminada a
la elección. Todo lo que no fuera elección y precisamente «de estado»,
serían aplicaciones de los Ejercicios únicos, que esos autores llaman «por
antonomasia». Aplicaciones, aprobadas y aconsejadas por el Santo, pero al
fin y al cabo puras aplicaciones.
No hay nada más contrario a la realidad. Todos los Directorios, sin
exceptuar los que nos han transmitido profundos conocedores de la mente
ignaciana, como Nadal, Polanco y Gil González, hablan de los Ejercicios
auténticos prescindiendo de si se encaminan o no a la elección. Si algunos
259 D. 8 (2).
260 D. 22, 23 (1), D. 32 (70).
261 D. 31 (53).
262 D. 26 (51), D. 31 (43).
263 D. 7(1), D. 16(30).
264 D. 26 (51).
166 D. 11 (2), D. 22, 23(1), D. 31 (43).
266 D. 19 (10), D. 31 (53).
267 Esto aparece todavía más claro en Gagliardi y Ceccotti, quienes conciben el fin de los
Ejercicios como una purificación gradual del alma, desde la purgación de los pecados
hasta alcanzar la cumbre de la perfección. El certificarse en el estado de vida, no es más
que un paso intermedio: D. 46 (1,46,78), D. 47 (19), D. 48 (21). Cfr. también D. 18 (14-17).
268 IGLESIAS, E., La mente de S. Ignacio en los Ejercicios, según los documentos más
antiguos, Manresa, 28 (1958), págs.85-96.
DISPOSICIONES Y FRUTOS 701
269 D. 10(8).
702
270
Cfr. Cap.2.s
703
I. OPERACIONES FUNDAMENTALES
a) Atender
271 D. 31 (43).
272D. 14(1).
273D. 27(11).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 705
1°D. 20 (4).
280 D. 20 (8).
281 D. 1 (6).
282 D. 25 (25).
283 D. 33, 34, 43 (28).
284 Ej. (131).
285 Ej. [239, 244, 246, 250, 258].
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 707
b) Comprender
288 D. 1 (9).
289 D. 10(15).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 709
295 D. 3 (8).
296 D. 26 (14).
297 Sólo hemos encontrado un texto que suponga una verdadera obligación de tomar
apuntes: D. 41 (10), y aun esto por una exagerada interpretación del Directorio oficial: D.
33, 34, 43 (32).
298 D. 3 (8).
299 D. 33, 34, 43 (32).
300 D. 18 (88).
301 D. 21 (22).
302 D. 17(50).
303 D. 33, 34, 43 (56).
304 D. 22, 23 (21). También puede ser objeto de esos apuntes, un breve resumen de lo
acaecido durante el día. Éste es el sentido, según creemos, de la nota marginal añadida
por Pereyra a su Directorio: D. 10 (75).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 711
B) EJERCICIO DE LA MEMORIA
Retener
para que luego el Director sepa el modo que tiene en la oración y sus resultados» D. 48
(35).
309 GAGLIARDI, Commentarii..., pág.19.
712 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
C) EJERCICIO DE LA VOLUNTAD
a) Pedir
b) Proponer
c) Afectarse
311
D. 22, 23 (34), D. 26 (38).
312 D. 13 (5), D. 31 (71), D. 33, 34, 43 (120).
714 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
emplear por otra»313. De ahí que haya que insistir más en los afectos, ya
que, como afirma también Doménech: «el fruto de las meditaciones
consiste principalmente en los actos de la voluntad»314. Pero eso es lo que
se trata de demostrar.
Hemos de llegar hasta el Breve Directorio para encontrar una razón
con caracteres de profundidad: D. 26 (25).
Viniendo ya más al particular, podríamos también aludir a los textos
en que se determinan los diversos afectos que hay que fomentarsegún las
semanas y la materia de las meditaciones; o los que a su vez permiten una
mayor amplitud en esta materia. Pero alargaríamos este apartado sin
necesidad.
Aquí tiene también su lugar propio todo lo referente al coloquio, su
posición privilegiada en la meditación 315 , la libertad que se le da al
ejercitante316, y la doctrina de la anotación tercera, sobre la mayor reve-
rencia cuando se habla con Cristo.
Lo mismo se diga de las repeticiones317, su importancia y su finalidad,
cómo su objeto ha de ser principalmente lo que más ha afectado al alma o
aquello en donde se ha sentido desolada, para llegar a «gustarlo» de nuevo
o por primera vez.
II. CARACTERÍSTICAS
a) Personal
313 D. 10(48).
314 D. 14(11).
315 D. 17(20), D. 26(43).
316 D. 33, 34, 43(129).
317 D. 33, 34, 43 (126).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 715
318 D. 12 (10).
319 D. 18 (4).
320 D. 17(36).
321 D. 20 (31), D. 33, 34, 43 (63), D. 46 (85), D. 47 (55).
322 D. 26 (15), D. 46 (36).
323 D. 30 (3).
716 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
324 D. 14 (9).
325 D. 14(10).
326 D. 24 (11).
327 D. 22, 23 (42), D. 33, 34, 43 (129).
328 D. 24 (27).
329 D. 33, 34, 43(130).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 717
b) Intensa
330D. 46 (58). A Ceccotti, al copiar este párrafo, le faltan verbos para expresar la misma
¡dea: «advertat, excipiat, perpendat, foveat...» D. 47 (31), también: D. 46 (59), D. 47 (90).
718 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
331 D. 18 (100), D. 19 (6), D. 20 (96), D. 21 (3), D. 22, 23 (40), D. 24 (36), D. 25 (17), D. 26 (50),
D. 31 (73), D. 33, 34, 43 (126).
332 D. 20 (96).
333 Ej. (131).
334 D. 20 (39).
335 D. 20 (64), D. 33, 34, 43 (30).
336 D. 18 (86, 99).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 719
Ha de cumplir exactamente las adiciones, y para ello las puede tener por
escrito, por lo menos en resumen «para que lo lea varias veces y lo medite
consigo» 337 . La práctica del examen particular, llevado con esmero y
diligencia, mantiene también al hombre en tensión constante. Si ha
concebido algún propósito durante la oración, procurará ponerlo en práctica
«diligentemente y con gran caridad»338.
Para decirlo todo en pocas palabras. Según Polanco, una de las
razones del éxito de los Ejercicios consiste en la cooperación del hombre
con la gracia divina en todo momento. Ahora bien, siempre que menciona
esa cooperación no se olvida de añadir el apelativo «stre-nue»,
intensamente339.
No se crea, con todo, que S. Ignacio y los Directorios son inhumanos,
exigiendo un esfuerzo y una actividad tan intensa que vaya a arruinar la
persona que se ejercita. La moderación y la mesura podrían también
considerarse como características en S. Ignacio. Pero al ejercitante
corresponde trabajar y al Director moderar los excesivos fervores.
Continuamente están advirtiendo los Directorios que observe si el
ejercitante hace esfuerzos dañosos en la meditación, que no solamente a
nada conducen, antes son contraproducentes y perjudiciales a la salud. Que
una vez puesta de su parte la diligencia que ha de poner, confíe en el auxilio
de Dios340 sabiendo que en último término todo depende de la dirección del
Espíritu Santo 341 , de quien es enviar la consolación y las gracias
espirituales.
De ahí también la recomendación que se le hace al ejercitante de no
esforzarse en demasía en la composición de lugar, convirtiendo en fin lo
que es puro medio.
Pero si sabemos leer entre líneas, veremos que con todas esas
advertencias los Directorios no hacen más que suponer que el ejercitante se
entrega «de cabeza» al trabajo342.
c) Perseverante
337 D. 26 (35).
338 D. 26 (38).
339 D. 20 (5, 8,12), D. 31 (45).
340 D. 21 (48).
341 D. 33, 34, 43 (279).
342 Que así se comportaban, por lo menos los jesuítas, nos consta por unas antiquísimas
reglas del P. Ministro, a las que alude algún Directorio, en las que se prescribe que el
ejercitante al terminar sus Ejercicios pase un tiempo bajo los cuidados del enfermero: D.
22, 23 (45).
720 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
343 D. 32 (16).
344 D. 33, 34, 43 (57).
345 D. 12 (28), D. 14 (6), D. 16 (8), D. 43 (60).
346 D. 17 (38), D. 20 (37), D. 25 (25).
347 D. 24 (25).
348 D. 21 (27).
349 D. 32 (73).
ACTIVIDAD DEL EJERCITANTE 721
a) Humildad
b) Claridad de conciencia
352 D. 20 (8).
353 D. 31 (45).
354 D. 21 (29).
355 D. 47 (82), D. 48 (25).
356D. 22,23(16).
357D. 31 (11).
358 D. 11 (6).
EL EJERCITANTE ANTE SU DIRECTOR 725
89), D. 33, 34, 43 (225), D. 46 (41), D. 47 (91). También vienen aquí muy a propósito los
726 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
párrafos de Gil González en que pide claridad especialmente durante las elecciones: D. 31
(111,139).
369 D. 22, 23 (24), D. 26 (21), D. 31 (59).
370 D. 15 (6), D. 22, 23 (25,53), D. 25 (9), D. 33, 34, 43 (101).
371 D. 35 (8).
372 D. 42(16).
373 D. 10 (14). Ceccotti excluye también de la manifestación: «los habituales pensamientos
27 D. 22, 23 (24).
28 D. 30 (1).
D. 10 (14), D. 18 (89).
29 D. 31 (62).
34 D. 12 (27).
30 D. 33, 34, 43(102).
35 D. 31 (59).
31 Gagliardi pone de relieve este matiz de la apertura, apelando a la «sinceri-
36 D. 31 (47).
dad» 37
y laD.«confianza»,
4 (11). D. 46 (41). Ceccotti usa la expresión «con gran sencillez», D.
ejerci-
demonio, caiga en error, y no parezca que nosotros consentimos en el error». Epist. Nat,
IV, pág. 842.
tante está a cubierto de todo error 376 y «puede ser instruido como con-
viene»377.
Consecuencia de esa mejor dirección será el mayor aprovechamiento
que experimentará el ejercitante. En ello se fija Pereyra: «Y luego conviene
darle a entender cómo mucha parte del aprovechamiento del que recibe los
Ejercicios depende del comunicarse con el que se los da, dándole
cuenta...»378. Lo mismo repite el Directorio oficial379.
Pero, como siempre, es Polanco quien va hasta el fondo de la cuestión
al afirmar que el cerrarse al director es no sólo «causa de escaso provecho y
de error», sino que la humildad que supone toda manifestación de la
conciencia al director humano «sirve mucho para merecer la gracia de
Dios»380.
c) Docilidad
376 D. 20 (34).
377 D. 32(17).
378 D. 10 (13).
379 D. 33, 34, 43 (26).
380 D. 20 (34).
381 D. 3 (12).
730 ESTUDIO DE LOS DIRECTORIOS
BIBLIOGRAFÍA
I. EL TEXTO
II. TRADUCCIONES
732
III. ESTUDIOS
a) Sobre Directorios
b) Anotaciones y adaptación
c) Director y ejercitante
d) Otros temas
ÍNDICE DE MATERIAS
Según el orden de los Ejercicios
D. 32 (31). Pero sobre todo lo que más 3, 9), D. 9 (1, 2), D. 10 (10), D. 11 (2), D. 12
recomiendan los Directorios es que sean (24), D. 15 (5), D. 20 (8), D. 22, 23 (7), D. 31
breves: D. 3 (5), D. 4 (15), D. 10 (75), D. 16 (46, 47), D. 33, 34, 43 (15, 19, 23), D. 46 (61,
(17), D. 17 (36), D. 18 (82), D. 19 (8), D. 20 65-66), D. 47 (38), y se prepara para ello: D.
(31, 45, 53, 97), D. 22, 23 (12, 39, 65), D. 26 4 (11), D. 20 (24), D. 22, 23 (10), D. 31 (47).
(10), D. 31 (56, 57), D. 32 (19, 31), D. 33, 34, Sobre el ánimo y liberalidad que se pide,
43 ((63), D. 46 (83), D. 47 (50-57). Las juntamente con una inicial indiferencia,
razones de ello: D. 14 (9), D. 20 (31), D. 32 pueden verse, entre otros, los siguientes
(19, 31), D. 33, 34, 43 (63), D. 46 (83-86). pasajes: D. 4 (12, 20), D. 12 (25, 26, 28), D.
Pero con las personas rudas y poco 13 (7), D. 20 (5, 21-23), D. 21 (25), D. 33, 34,
avezadas a la meditación pueden ser más 43 (20-24), D. 46 (56, 67), D. 47 (76-79).
largos: D. 17 (37), D. 22, 23 (12, 65), D. 28
(21), D. 31 (56), D. 32 (32), D. 33, 34, 43 (63), 6. 6.a anotación
D. 46 (87-94), D. 47 (58-65).
La visita particular del director al
3. 3.a anotación ejercitante es esencial en los Ejercicios
ignacianos. Indicamos solamente las
Véase esta doctrina en: D. 20 (33), D. cuestiones más importantes en este
22,23 (43), D. 33, 34, 43 (131). La 3.9 asunto. Hay que hacer una visita diaria: D.
anotación es una de las que primero debe 15 (11), D. 18 (92), D. 22, 23 (17), D. 26 (5),
explicar el director, según: D. 4 (24), D. 25 D. 46 (98), D. 47 (67,91), o dos diarias en
(12), D. 26 (24). determinadas ocasiones: D. 20 (69), D. 31
(98), D. 32 (88), D. 33, 34, 43 (52). Con todo,
4. 4.a anotación puede disminuir ese número: D. 4 (17), D.
33, 34, 43 (53), o aumentar: D. 17 (107), D.
Mencionan y parafrasean la 4 a 20 (53, 69), D. 21 (35), D. 22, 23 (17), D. 31
anotación: D. 17 (22), D. 18 (98, 102), D. 20 (29, 54), D. 32 (24-29, 88), D. 33, 34, 43 (52,
(41), D. 25 (3,6), D. 26 (21), D. 31 (53), D. 32 54). El mejor momento es por la mañana:
D. 4 (16), D. 34, 43 (53), pero suele hacerse
(15), D. 33, 34, 43 (97, 139), D. 46 (28). En
después de las comidas: D. 15 (11), D. 20
parte también en: D. 20 (71), D. 26 (81).
(69), D. 22, 23 (17), D. 26 (5), D. 31 (55), D.
Aplicaciones concretas del principio
33 (54), contra la opinión de D. 24 (33).
enunciado en esta anotación pueden verse
Debe durar muy poco tiempo: D. 11 (4), D.
en: D. 4 (19, 24), D. 17 (89), D. 33, 34, 43
21 (35), lo suficiente para felicitarle o
(89).
animarle, (véase anot. siguiente). El
director debe informarse sobre estos tres
5. 5.a anotación
puntos: a) si el ejercitante sabe qué meta
ha de alcanzar: D. 8 (7), D. 10 (42, 76-81),
Esta anotación resume las dis-
D. 15 (11), D. 20 (35), D. 21 (20), D. 22, 23
posiciones o actitud interior que debe traer
(18), D. 26 (6); b) qué hace por alcanzarla:
el ejercitante si quiere aprovechar los
D. 8 (7), D. 10
Ejercicios al máximo. Por ello debe
(13,42), D. 18 (82), D. 20 (35,53), D. 21 (21),
explicarse ya al comienzo con detención:
D. 22,23 (18), D. 31 (58), D. 32 (33), D.
D. 4 (12, 20, 21), D. 10 (30, 39), D. 13 (8), D.
33,34,43 (55), D. 46 (98), D. 47 (67); c) qué
15 (6), D. 20 (23), D. 22, 23 (25, 53), D. 25 (9,
ha experimentado durante su trabajo: D. 1
25), D. 26 (26), D. 31 (47), D. 32 (16), D.
(5), D. 10 (13, 42, 89), D. 8 (7), D. 18 (82), D.
33, 34, 43 (101). Ante todo debe acudir con
20 (35), D. 22, 23 (18), D. 26 (6), D.
grandes deseos de practicarlos: D. 4 (1, 2,
744 ÍNDICE DE MATERIAS
31 (58), D. 32 (33), D. 33, 34, 43 (55, (82), D. 22, 23 (79, 99, 108), D. 26 (71, 78),
222), D. 46 (67,99). Si advierte que el D. 33, 34, 43 (222).
ejercitante no acaba de hallar lo que
se pretende, insista en las preguntas 9. 9.a anotación
que sugiere la anotación: D. 3 (7), D.
22,23 (19), D. 25 (29), D. 26 (9), D. Entre las reglas de la 19 semana se
33,34,43 (58). insiste en la importancia de que el
ejercitante tenga un recto concepto de lo
7. 7.a anotación que es consolación y desolación: D. 1 (11,
18), D. 15 (15), D. 20 (81), D. 22, 23 (85), D.
El director debe felicitar al ejer- 26 (75-76), D. 31 (120-121), D. 32 (129), D.
citante si ve que va bien: D. 3 (7), D. 22,23 33, 34, 43(191, 192).
(19), D. 25 (29), D. 26 (7), D.
32 (33), D. 33,34,43 (56), o consolar- 10. 10.a anotación
le y animarle si va mal: D. 3 (7), D.
21 (21), D. 22,23 (19), D. 25 (29), D. En esta anotación se nos hace la
26 (9), D. 33,34,43 (58). Trátelo única alusión a las tres vías. Pero nótese
siempre con suavidad y afecto: D. 4 que habla sólo de «vida purgativa» y «vida
(18), D. 11 (6), D. 18 (105), D. 20 iluminativa». Los Directorios tratan con
(29), D. 22, 23 (6), D. 31 (49, 56), D. frecuencia de estos temas. Hablan de las
32 (16), D. 33, 34, 43 (60-61), D. 46 tres vías en general: D. 7 (7), D. 10 (16), D.
(98), D. 48 (13, 18), sin dar jamás 18 (13, 18), D. 22, 23 (62), D. 25 (3), D. 28
indicios de que piensa mal del ejerci- (3), D. 31 (21, 51), D. 33, 34, 43 (272-279).
tante: D. 22, 23 (20), D. 26 (11), D. De la vía purgativa: D. 18 (14), D. 28 (10,
31 (49), D. 33, 34, 43 (62). 13, 25), D. 31 (52), D. 33, 34, 43 (273). De la
iluminativa: D. 10 (56), D. 16 (37), D. 18
8. 8.a anotación (15), D. 28 (30, 35, 36), D. 31 (31-84), D. 32
(78, 91, 92, 149), D. 33, 34, 43 (143, 274). De
Es evidente que el director debe la unitiva: D. 11 (13), D. 18 (16), D. 31 (52,
conocer a la perfección las reglas de 171), D. 32 (153), D. 33, 34, 43 (253, 275).
discreción: D. 18 (104), D. 20 (82), D. 31 (86,
113), D. 33, 34, 43 (222), D.
11. 11 .a anotación
46 (58). Pero en ésta y en las dos
anotaciones siguientes se le dice que debe
Polanco saca de esta anotación
explicarlas al ejercitante, por muy rudo que
consecuencias todavía más estrechas: D.
sea: D. 17 (95, 97, 101), D. 20 (11, 15), D. 32
20 (39). Esta doctrina está en conexión
(6, 8), D.
con lo que se dice en Ej. (127) sobre el no
47 (31); tal vez el único que lo excluye es
adelantarse en la lectura del Evangelio
D. 11 (10). Tratan de la explicación de estas
más allá de lo que se está considerando:
reglas en general: D. 11 (10), D. 17 (95), D.
D. 20 (64), D. 33, 34, 43 (30,160).
18 (16, 40, 104), D. 24 (35, 49), D. 31 (86). De 12. 12.a anotación
las reglas de la 1a semana: D. 3 (4),
D. 4 (25), D. 17 (97), D. 20 (11, 15, 58), D. 22, Mencionan esta anotación: D. 17
23 (39, 56-57), D. 26 (47), D. 28 (35-38), D. (38), D. 25 (25), D. 26 (34), D. 30 (1). Aluden
32 (6, 8, 34), D. 33, 34, 43 (132). De las a la «hora íntegra»: D. 18 (86), D. 20 (59), D.
reglas de la 2a semana: D. 17 (101), D. 20 22, 23 (38). Pero sin llegar a «dos horas o
más». D. 24 (25).
ÍNDICE DE MATERIAS 745
(145), con la práctica de los exámenes: D. 2 31), D. 22, 23 (4), D. 31 (48, 104), D. 33, 34,
(5), D. 3 (14), D. 4 (1), D. 5 (22), D. 17 (19), D. 43 (19), D. 46 (24), D.
20 (11), modos de orar: D. 2 (5), D. 5 (1, 7, 47 (70, 72),>sino sólo para los posibles
11, 16, 18), D. 6 (4), D. 17 (9), D. 20 (12), D. apóstoles: D. 4 (1), D. 5 (1, 6, 8, 12, 16, 21),
21 (14), D. 26 (71), D. 27 (5), D. 32 (6), D. 33, D. 10 (8), D. 12 (18), D. 17 (7), D. 18 (43), D.
34, 43 (19), algo de las otras semanas: D. 7 20 (19), D. 22, 23 (4), D. 31 (48), D. 33, 34,
(12, 32), D. 18 (32), D. 20 (75,92), D. 22, 23 43 (19), D. 46 (24), D. 47 (70), o para los
(49, 64), D. 27 (5), D. 33, 34, 43 (145), la seglares influyentes: D. 5 (4, 21, 30), D. 18
contemplación para alcanzar amor: D. 17 (43), D. 20 (19), D. 22, 23 (4, 15). Esta
(9), D. 22, 23 (60); y lo que convenga de las anotación es una de las que primero debe
reglas: D. 20 (14), D. 32(6). explicarse al ejercitante: D. 4 (21), D. 11
c) A qué personas van especial- (2-3), D. 15 (6), D. 22, 23 (25, 53), D. 25 (9),
mente destinados los Ejercicios leves: D. D. 26 (23, 34), D. 33, 34, 43 (101). Para el
17 (3), D. 18 (28), D. 20 (10), D. 32 (3), D. 33, perfecto logro de los Ejercicios se busca
34, 43 (82), D. 46 (22), D. 47 (71). Los una soledad exterior: D. 1 (2), D. 4 (4,5), D.
7 (19, 21, 39), D. 12 (15, 19), D. 17 (40), D,18
únicos Directorios que exponen la materia
(94), D. 20 (8, 26), D. 22, 23 (9), D. 25 (21),
de estos Ejercicios son: D. 17'(3, 64-75), D.
D. 31 (50), D. 32 (23), D. 33, 34, 43 (36, 80),
18 (19-32), D. 20(10-14), D. 32(5).
D. 46 (68), D. 47 (84), D.
48 (11), la cual es sólo un medio para
19. 19.a anotación
alcanzar la soledad interior, por lo cual se
desembarazará de sus asuntos: D. 4 (1), D.
Estos Ejercicios se llaman «abier-
9 (3), D. 11 (2, 3), D. 20 (25, 57), D. 28 (18),
tos»: D. 5 (2), D. 6 (11) y son especialmente
D. 31 (45, 47), D. 33, 34, 43 (21, 81), D. 47
aptos para personas ocupadas en muchos
(43), D. 48 (14, 26), y guardará un silencio
negocios: D. 17 (5), D. 18 (33), D. 20 (15), D.
total: D. 1 (2), D. 17 (32, 58, 72), D. 18 (94),
28 (39, 40), D. 33, 34, 43 (79), D. 46 (30), D.
por lo cual no recibirá visitas de nadie,
47 (40,45), aunque sean asuntos
sino muy controladas por el director: D. 4
espirituales: D. 46 (74), D. 47 (45), o bien
(8), D. 17 (31, 35), D. 18 (94), D. 22, 23 (17),
que la falta de salud no les permite un
D. 21 (36), D. 24 (33), D. 31 (28), D. 33, 34,
mayor esfuerzo: D. 32 (7), D. 46 (70), D. 47
43 (42, 54). Solamente algunos Directorios
(41). La materia para dichos Ejercicios
mencionan algunas de las ventajas o
puede ser toda la que contiene el libro:
«provechos» de esta soledad: D. 12 (14),
D. 18 (33-42), D. 20 (15-18), D. 32 (9), D. 33,
D. 17 (40-43), D. 20 (5, 8), D. 32 (13), D. 46
34, 43 (81), aunque también las otras
(68), D. 47 (84).
formas de Ejercicios admiten esta
modalidad: D. 5 (2), D. 6 (10), D. 20 (14).
Respecto del momento del día más 20b. Dar escritos
propicio para dedicarse al ejercicio: D. 12
(20), D. 17 (5, 84-87), D. 18 (34); cuánto b) La traducción latina Vulgata
tiempo hay que dedicar: D. 20 (15,17), D. 32 inserta en este punto: « (y conviene que se
(7), D. 33, 34, 43 (80-81). D.46(70). escriba un resumen de las cosas, para que
no se vayan de la memoria)». Es norma de
20a. 20.a anotación los Directorios no dar el libro de los
Ejercicios, sino en casos muy especiales y
a) Los ejercicios completos no son al final de ellos: D. 18 (6, 53), D. 21 (37), D.
para todo el mundo: D. 5 (4, 6,12, 18, 21, 22, 23 (150), D. 24 (16), D. 31 (24), D. 33, 34,
43 (74), D. 36 (8), pero se permitía dar o
ÍNDICE DE MATERIAS 747
pecado: D. 10 (10, 17, 20, 52), D. 12 (7), D. 53-54), D. 26 (33), D. 31 (68), D. 32 (7), pero
16 (4), D. 18 (14), D. 19 (3), D. 20 (2, 41, 56), sin determinar por lo general horas fijas
D. 22, 23 (49), D. 26 (22), D. 27 (16, 17), D. de meditación: D. 11 (8), D. 22, 23 (32), D.
31 (52, 70, 83), D. 32 (15), D. 33, 34, 43 25 (9), D. 26 (33), D. 32 (19), D. 33, 34, 43
(98-99, 134, 139, 141); b) compunción, cuya (108), aunque se le puede dividir en
principal manifestación es el dolor de puntos para ayuda de la memoria: D. 4
corazón: D. 10 (17, 20), D. 12 (7), D. 16 (4), (21), D. 8 (4), D. 10 (22-32), D. 26 (26), D. 31
D. 17 (22), D. 19 (3, 10), D. 20 (41, 56), D. 22, (63), D. 32 (19-21), D. 33, 34, 43 (104).
23 (27, 44, 49), D. 25 (17), D. 26 (22, 27), D.
27 (16, 18, 19), D. 31 (52, 70, 83), D. 24. Examen particular
32 (15, 37, 68, 91), D. 33, 34, 43 (98-
99, 141, 134, 139); c) propósito de lle- Sobre la importancia y modo de
var una vida mejor: D. 10 (20), D. 12 llevar a la práctica este examen particular,
(7), D. 16 (4), D. 21 (7), D. 27 (16, 20), tan recomendado en los Directorios,
D. 31 (70, 83), D. 33, 34, 43 (144). pueden verse: D. 3 (1), D. 4 (22-23), D. 10
Llama la atención las comparativa- (33), D. 15 (8), D. 17 (92), D. 18 (20, 36, 97),
mente pocas alusiones al temor: D. 16 D. 20 (10, 15, 46-47), D. 22,23 (28-29, 33-34,
(9, 19, 35-36), D. 17 (22), D. 18 (110), 53), D. 24 (34), D. 25 (8, 10, 14), D. 26 (27,
D. 25 (4), D. 27 (16, 19), D. 28 (24), D. 64, 67), D. 31 (64), D. 32 (22), D. 33, 34, 43
31 (76), D. 33, 34, 43 (128, 273). (111-114), D. 46 (16, 97), D. 47 (87).
Hay que empezar, aun los que
repiten, siempre por ella: D. 22, 23 (51), D. 31. Nota. Las líneas
30 (6), D. 33, 34, 43 (89, 95, 100) y se puede
Su relativa importancia: D. 31 (64), D.
alargar o acortar según la necesidad: D. 4
46 (16, 97), D. 47 (4).
(8), D. 18 (48, 102), D. 20 (41), D. 30 (6), D.
32. Examen general
33, 34, 43 (139).
23b. Principio y Fundamento
Fuera de los textos que se refieren a
los exámenes en común, distinguen los
Los Ejercicios empiezan con la
Directorios con bastante claridad este
exposición del Principio y Fundamento
examen, al que llaman «general» y que
junto con algunas anotaciones: D. 3 (1), D.
sirve para preparar la confesión: D. 4 (22),
4 (11, 21), D. 15 (8), D. 19 (2,5), D. 20 (15,
D. 8 (7), D. 10 (33), D. 15 (8), D. 17 (93), D.
45), D. 22, 23 (25, 53, 54), D. 24 (48), D. 25
18 (21, 37), D. 20 (10, 15, 48), D. 22, 23
(8, 9), D. 27 (1), D. 31 (63), D. 33, 34, 43
(30--32, 54), D. 25 (11), D. 26 (31), D. 32 (5),
(103-109). Este Fundamento, aunque pre-
D. 33, 34, 43 (115-116); es uno de los
para la elección: D. 10 (3), sirve también
ejercicios que no puede faltar ni siquiera a
para todos los que no van a elegir, ya que
las personas rudas. Señalemos que D. 18
en él se contiene el fin de los Ejercicios: D.
(65) propone este examen a los niños, no
10 (21), D. 16 (SO-SI), D. 18 (35), D. 22, 23
así el particular. Por último, parece que D.
(64), D. 33, 34, 43 (107). Pero no toda clase
24 (24), D. 31 (66-67) confunden por
de personas son juzgadas capaces para
una parte el examen general con el
considerarlos D. 17 (76), D. 18 (20), aunque
cotidiano, y por otra piden una mayor
éste mismo D. 18 (66) lo propone a los
explicación de los principios de la
niños. Ordinariamente se le destina dos
moral, ya que no bastan los que aquí
días, o uno entero, a su consideración: D.
se contienen para preparar la confe-
10 (32), D. 17 (88, 91-93), D. 22, 23 (31,
sión general.
ÍNDICE DE MATERIAS 749
43. Modo del examen general 33, 34, 43 (120), D. 46 (75), D. 47 (46),
especialmente a los más rudos: D. 20 (70),
A este examen lo suelen llamar ios D. 31 (56, 160), D. 32 (85), D. 33,34, 43
Directorios «cotidiano» y debe ser (158).
explicado por el director ya el primer día
para que pueda ser ejercitado: D. 3 (1), D.
11 (8), D. 18 (22, 65), D. 20 (10, 15, 49), D. 47. 1 .m preámbulo:
22, 23 (33-34, 54), D. Composición de lugar
25 (12), D. 26 (30), D. 31 (65), D. 32
(5, 22), D. 33, 34, 43 (115, 117), D. Expliqúese bien la finalidad de la
47 (87). composición de lugar y dense recursos
para servirse de ella con facilidad: D. 24
44. Confesión general (17), D. 26 (41), D. 31 (71), D. 33, 34, 43
(121-123). Evitando esfuerzos dañinos: D.
La confesión general tiene lugar 22, 23 (18), D. 26 (41), D. 32 (33, 74), D. 33.
hacia el fin de la primera semana: D. 34. 43 (65,124). Tratan objetivamente del
3 (11), D. 4 (29), D. 11 (9), D. 17 (97, 98), D. mismo problema: D. 16 (16), D. 22, 23 (66),
20 (56), D. 21 (7), D. 22, 23 (47-48), D. 25 D. 31 (93, 161), D. 33, 34,43(242).
(22), D. 26 (32, 58), D. 31 (69, 78), D. 32 (62),
D. 33, 34, 43 (92, 134). Para la cual el 54. Coloquio
ejercitante debe ser ayudado por el
director: D. Algunos consejos sobre los
4 (29), D. 24 (37), D. 26 (58), D. 32 (23), D. coloquios: D. 14 (8), D. 16 (21-22), D. 17
31 (69, 78-79), D. 33, 34, 43 (135-137), D. 48 (20, 71-72), D. 20 (33), D. 22, 23
(30), exponiéndole las ventajas que de ella (42), D. 24 (11), D. 26 (43, 65), D. 30 (2), D.
se obtienen: D. 4 (24), D. 17 (94), D. 20 (50), 31 (71), D. 33, 34, 43 (129-131), D. 48 (34).
D. 22, 23 (35, 39), D. 25 (12), D. 26 (31, 58), El director debe enseñar el modo de
D. 33, 34, 43 (135) y enseñándole el modo hacerlos: D. 17 (20), D. 20 (100), D. 26 (49,
de hacerla bien: D. 4 (29), D. 16 (35), D. 18 65), D. 31 (71), D. 33, 34, 43 (129). Véase
(25, 31), D. 22, 23 (48), D. 26 (31), D. 31 (69, además lo dicho a propósito de la
79). Es mejor que el ejercitante no se anotación 3.a
confiese con el director de los Ejercicios:
D. 1 (4), D. 15 (13), D. 17 (97), D. 20 (56), D. 56. 2? ejercicio: 1 .er punto
22, 23 (48), D. 26 (58), D. 31 (81), D. 32 (63),
D. 33, 34, 43 (138). Sobre la Comunión que El ejercitante no debe considerar
debe seguir a la confesión: D. 17 (94, sus pecados en este punto con minu-
98-99), D. 18 (25), D. 20 (11, 13, 15), D. 22, ciosidad como quien se prepara para la
23 (50), D. 25 (12), D. 26 (60), D. 31 (69, 82, confesión, sino «a bulto» para
87), D. 33, 34, 43 (140). impresionarse por su número y malicia: D.
3 (10), D. 4 (26), D. 20 (60), D. 22, 23 (47), D.
45. 1.er ejercicio 25 (23), D. 26 (57), D. 31 (72), D. 32 (27), D.
33, 34, 43 (125).
A propósito de este primer ejercicio
débese explicar detenidamente la técnica 62. 3.er ejercicio: Repeticiones
de la meditación: D. 10 (34), D. 11 (8), D. 16
(10), D. 17 (18, 91), D. 19 (8), D. 18 (111), D. Utilidad y valor de las repeticiones:
21 (49), D. 26 (10), D. 31 (71), D. 32 (25), D. D. 19 (6), D. 18 (100), D. 20 (96, 100), D. 21
750 ÍNDICE DE MATERIAS
43 (29). 4.- Vidas de santos: D. 12 (29), D. 121. Aplicación de sentidos en 2.a semana
22, 23 (14), D. 31 (86), D. 33, 34, 43 (29); las
de Marcos Marulo o de Luis Lipomano: D. Además de lo expuesto en 1. a
21 (23). 5.- El Kempis: D. 12 (29), D. 17 (19), semana, Ej. 65, véase: D. 33, 34, 43
D. 20 (64), D. 21 (23), D. 22, 23 (14), D. 25 (154-157).
(26), D. 28 (30), D. 31 (59, 86), D. 33, 34, 43
(29, 160). 6 - Confesiones de S. Agustín: D. 127. 1.a nota. No adelantarse.
22, 23 (14), D. 31 (59, 142), D. 33, 34, 43
(31). 7.- De quattuor novissimis del Véase anotación 11.
Cartujano: D. 17 (19), D. 21 (23), D. 129. 3.a nota. La salud
27 (2), D. 33, 34, 43 (31). 8.- Algún libro De
contemptu mundi: D. 17 (19), el de Aparece aquí un nuevo criterio de
Inocencio III: D. 21 (23), o el del Cartujano: acomodación, la salud o fuerzas físicas
D. 21 (23). 9.- Algo de S. Bernardo: D. 20 del ejercitante. Se menciona dicho criterio
(64), D. 33,34,43 (160). 10 - Vita Christi de S. en: D. 3 (3), D. 4 (30), D. 16 (2), D. 17 (1,25),
Buenaventura: D. 21 (23). 11- El De D. 20 (59), D. 21 (1), D. 22, 23 (38), D. 33, 34,
pas-sione de Taulero: D. 21 (23), D. 27 (4). 43 (133), D. 46 (29, 33), D. 47 (70). Se tiene
12 - El P. Granada, Libro de la oración y en cuenta para suprimir la meditación
meditación: D. 33,34,43 (160); 13.- De nocturna: D. 17 (26, 60), D. 18 (98), D. 20
spiritualibus ascensionibus, de Gerardo (51,62), D. 21 (1), D. 32 (59-60), D. 33, 34, 43
Zerbolt, D. 21 (23). 14.-Como ayuda para la (34-35, 159), D. 35 (2), D. 37 (6), D. 42 (15).
confesión general se citan el Breve Otros criterios de acomodación pueden
Directorio del P. Polanco, D. 4 (29), D. 21 verse en Ej. (18, 72).
(23), D. 31 (80), la Guía de pecadores del P.
Granada, D. 48 (11), o el Manual de 135. Preámbulo
confesores y penitentes de Martín de para considerar estados
Azpilcueta, D. 34,43 (137). 15 - Blondo
propone para los jesuítas que, en vez de Sobre el momento de empezar las
leer el Gersón o el N.T., lean el Sumario de elecciones, conjugando lo que aquí se
las Constituciones y las Reglas Comunes, dice con la nota de Ej. (163) véase: D. 10
D. 28 (30). (108), D. 20 (74-75), D. 22, 23 (75), D. 24
(52), D. 31 (151), D. 32 (120), D. 33, 34, 43
101. Contemplaciones (209). Mientras duran las elecciones no
2.' semana deben omitirse las meditaciones de la vida
de Cristo: D. 17 (104), D. 20 (71, 76), D. 22,
A propósito de estas primeras 23 (74, 80), D. 25 (19), D. 26 (72, 74), D. 31
contemplaciones de la 2* semana, (90, 151), D. 32 (136), D.
recuerdan D. 20 (67), D. 32 (92) que se 33, 34, 43 (219, 224), pero el trabajo
explique detenidamente el método, como propio de la elección no debe realizar-
se hizo al empezar la primera semana, cfr. se durante el tiempo de meditación: D.
Ej. (45). Lo mismo vuelve a repetir Polanco 22, 23 (80), D. 25 (19), D. 26 (74), D.
al empezar la tercera semana D. 20 (97). 32 (131), D. 33, 34, 43 (218-221).
34, 43 (171, 210), pero puede darse Preparan la elección: D. 31 (152), pero
aun a los que no van a elegir: D. 20 pueden proponerse aun a los que no van a
(75, 92), D. 22, 23 (64,107), D. 33, elegir: D. 20 (92), D. 22, 23 (64, 108). La
34, 43 (149, 238). Por lo general se segunda manera se considera
le dedica un día entero, menos la últi- indispensable para empezar la elección:
ma hora de la tarde: D. 10 (68, 113- (véase en Ej. (169), la nota sobre la
115), D. 17 (102), D. 22, 23 (98, indiferencia), pero debe aspirarse a la
107), D. 31 (90), D. 32 (121). tercera: D. 1 (17), D. 28 (31), D. 31 (107), D.
149. Tres binarios 33, 34, 43 (171). Pueden proponerse otras
comparaciones: D. 33,34, 43(214).
No siempre se propone esta
meditación para el mismo día que las
169. Preámbulo
Banderas, aunque sí en relación con ellas:
para hacer elección
D. 10 (93-97), D. 17 (103). Sirve mucho para
prepararse a la elección: D. 20 (78), D. 22,
23 (71, 98), D. 31 (107, 132), D. 32 (121), D. Este preámbulo, que no es otra cosa
33, 34, 43 (210-214), pero puede que el Principio y Fundamento: D. 31 (152),
proponerse aun a los que no van a elegir: D. 32 (125-126), D. 33, 34, 43 (216), puede
D. 20 (92), D. 33, 34, 43 (149, 238). Pueden exponerse aun a los que no van a elegir:
imaginarse otras comparaciones: D. D. 33, 34, 43 (238). En él se describe la
33.34.43 (214). actitud fundamental que debe adoptar el
ejercitante para empezar la elección. Las
157. Nota a los binarios disposiciones que los Directorios exigen
para poder emprender la elección con
Sobre esta famosa nota, pueden garantías de éxito son: a) desearla: D. 1
leerse: 0. 10 (94), D. 20 (76), D. 22, 23 (72). (4), D. 3 (13), D. 26 (69), D. 31 (85, 105), D.
Ver también D. 33, 34, 43 (171-172). 33, 34, 43 (144, 146, 170); b) indiferencia:
D. 1 (17), D. 10 (39), D. 16 (31), D. 20 (16,
162. Variedad de contemplaciones 78), D. 22, 23 (86), D. 25 (18), D. 26 (69), D.
31 (101, 108, 114), D. 32 (122-123), D. 33,
Esta nota deja amplísima libertad en 34, 43 (164, 171, 217), más aún, si es
la elección de temas evangélicos. Los
posible, rompa la indiferencia
Directorios no se salen del esquema de la
inclinándose a lo más perfecto: D. 1 (8,
vida pública del Señor, aun aquellos que
17), D. 20 (78, 86), D. 22, 23 (72, 73, 83), D.
mencionan algún paso no explícitamente
26 (69), D. 31 (17, 88, 107-108), D. 33, 34, 43
marcado por S. Ignacio: D. 21 (9), D. 22, 23
(171-172, 208); c) recogimiento interior: D.
(112), D. 31 (90), D. 33, 34, 43 (158), D. 46
(35). 1 (6), D. 15 (14), D. 20 (79), D. 22, 23 (84), D.
25 (19), D. 31 (101, 106, 110), D. 33, 34, 43
164. Tres maneras de humildad (173). El director examina, según este
canon, al ejercitante: D. 20 (86), D. 22, 23
Los Directorios presentan estas tres (83), D. 31 (118), D. 33, 34, 43 (177) y
maneras de humildad bien como determina el momento en que se debe
meditación: D. 10 (64, 100-107), D. 17 (105), empezar la elección: D. 1 (17), D. 20 (16,
D. 20 (78), D. 26 (71), D. 31 (152), D. 32 78-79, 86), D. 23 (78, 90), D. 25 (18), D. 31
(124), bien en forma de consideración (107), D. 32 (128), D. 33, 34, 43 (171). Es
durante el día: D. 20 (77), D. 22, 23 (76, 99, también oficio del director el ir
108), D. 24 (52), D. 33, 34, 43 (215). disponiendo y preparando al ejercitante
ÍNDICE DE MATERIAS 755
para esta tarea: D. 1 (7, 8, 9), D. 10 (39, 90), 43 (195). Gil González expone la diferencia
D. 20 (78-79), D. 21 (40), D. 31 (106-108, entre las dos maneras: D. 31 (126). El
150-152), D. 33, 34, 43 (167, 208). director debe examinar también con
172. Elección inmutable diligencia los movimientos que
experimenta el alma del ejercitante para
Ateniéndose a este principio, poder formarse un juicio exacto: D. 20 (84,
determinan los Directorios que no se den 85), D. 28 (35), D. 31 (118), D. 33, 34, 43
las elecciones a los religiosos: D. 7 (12, 31, (176), además de ayudar al ejercitante a
37), D. 11 (14), D. 12 (21), D. 18 (51), D. 21 examinarlos por sí mismo: D. 1 (19), D. 20
(15, 18), D. 22, 23 (70), D. 26 (70), D. 31 (82), D. 31 (123, 131), D. 33, 34, 43 (222).
(103), D. 33, 34, 43 (73, 96). Tampoco a los
casados: D. 4(1), D. 5(12), D. 12(21), D. 31 177. 3.er tiempo
(103), D. 33,34, 43(19, 76).
Si no se realiza la elección en el 2 9
174. Orden de la elección tiempo, se pasa al tercero: D. 1 (19), D. 20
(83), D. 33, 34, 43 (223), supuesta siempre
Los Directorios suplen en esta la paz en el alma: D. 20 (83, 89), D. 22, 23
(90), D. 31 (130), D. 33, 34, 43 (200). El
materia una evidente laguna del texto de
relativo valor de los tiempos de elección
los Ejercicios, al exponer el orden con que
presenta problemas muy delicados, cuya
hay que proceder en la elección: D. 1 (22),
discusión minuciosa puede verse en el
D. 2 (4), D. 6 (12), D. 20 (82, 83), D. 22, 23
apéndice de la 2- parte. Los principios
(81), D. 25 (28), D. 26 (73), D. 31 (112), D. 32
generales enunciados por los Directorios
(115-118, 131), D. 33, 34, 43 (178-182, 185). pueden resumirse así: 1.2 El 2 ° tiempo es
Advierten además que no deben dejarse más excelente que el 3.Q, en cuanto la voz
las meditaciones mientras se hace la de Dios es superior a la voz de la razón
elección: D. 20 (82), D. 31 (151), D. 32 (131), humana: D. 20 (85), D. 22, 23 (87), D. 31
D. 33, 34, 43 (220, 224). (129), D. 32 (132), D. 33, 34, 43 (190). 2.e. El
tercer tiempo, en cambio, es más seguro
175. 1.» tiempo que el 2.- por no estar tan expuesto a
ilusiones: D. 31 (129, 140), D. 33, 34, 43
No hay que entretenerse en la (190). 3.2 Si la voluntad de Dios se
exposición de este primer tiempo de manifiesta claramente en el 2- tiempo, no
elección: D. 1 (10,18), D. 20 (81), D. 31 es necesario buscar confirmación en el 3e,
(119), D. 32 (129), D. 33, 34, 43 (187). aunque puede ser conveniente: D. 20 (85),
D. 21 (14), D. 22, 23 (87), D. 31 (129, 133), D.
176. 2? tiempo 32 (132), D. 33, 34, 43 (198, 203). 4. s Si la
elección hecha en el 2° tiempo dejase
alguna duda, habría que examinarla de
En este segundo tiempo de elección
nuevo por el tercero: D. 20 (83, 85), D. 21
pueden examinarse los asuntos de dos
(14), D. 22, 23 (87), D. 31 (129, 135-139), D.
maneras, viendo a qué queda el alma
32 (134), D. 33, 34, 43 (198, 223). 5.9
inclinada después de la consolación: D. 1
Siempre que la elección se realice en el
(18), D. 20 (82), D. 22, 23 (86), D. 31 (122,
tercer tiempo, hay que buscar
128), D. 32 (130), D. 33, 34, 43 (188, 194), o
confirmación en el 2.9, volviendo a la
bien adelantándose el alma a ofrecer una
oración: D. 20 (90), D. 31 (129, 141), D. 32
parte determinada y viendo la reacción que
(138), D. 33,
experimenta: D. 1 (21), D. 15 (16), D. 22, 23
(89), D. 26 (77), D. 31 (112, 124), D. 33, 34,
756 ÍNDICE DE MATERIAS
34, 43 (206, 229). Cómo comportarse en las conocimiento, amor e imitación de Cristo:
situaciones anómalas que se presenten, si D. 16 (7), D. 18 (16), D. 19
se eligen cosas contradictorias en el 2.9 y (10), D. 21 (12), D. 31 (52, 157), D. 32 (93),
3er, tiempo: D. 20 (88), D. 22, 23 (87), D. 31 D. 33, 34, 43 (98, 240). Debe hacerse con
(142), D. 32 (139), D. 33, 34, 43 (207), o si el mucha diligencia: D. 11 (12). Sobre los
ejercitante se engaña a sí mismo: D. afectos más propios y disposiciones
33, 34, 43 (233-234). Como en el necesarias de esta semana, véase: D. 20
caso de la aplicación de sentidos Ej. (79), D. 22, 23 (90), D. 31 (157, 162-168), D.
(65), también en este asunto el D. 33,34, 43 (243-250). Para unos Directorios
oficial demostró sus preferencias por pertenece esta semana a la vía iluminativa:
(a «razón» (3er tiempo). D. 31 (52), D. 32 (91, 149), D. 33, 34, 43
(274). En cambio, para otros forma parte,
181. 1.er modo. 4.4 punto con la cuarta, de la unitiva: D. 18 (16), D.
22, 23 (62).
Estas razones se deben poner por Qué comprende: D. 18 (16), D. 20
escrito y mostrar al director: D. 20 (83), D. (41), D. 21 (12), D. 31 (52, 157-170), D. 32
22, 23 (88), D. 31 (131), D. 32 (137), D. 33T (93, 142-146), D. 33, 34, 43 (240-252).
34, 43 (225), el cual juzgará también de la
rectitud de la decisión tomada por el 209. Otras contemplaciones
ejercitante: D. 20 (82, 84), teniendo siempre de 3.a semana
presente que se requieren mayores
señales para seguir el camino de los Además de las meditaciones de la
preceptos que el de los consejos: D. 1 (9), Pasión, añaden algunas consideraciones
D. 20 (76), D. 22, 23 (72), D. 31 (108), D. sobre determinadas virtudes: D. 21 (12), D.
32(133), D. 33, 34, 43 (172). 25 (4), pero eso hay que entenderlo en el
sentido de que se pueden sacar esas
189. Reforma de vida consideraciones a propósito de ciertos
misterios de la vida de Cristo.
En las anotaciones 18 y 19 se
contienen los elementos de los Ejercicios 210. Reglas para ordenarse
para esta clase de ejercitantes. Sobre la en el comer
importancia y particularidades de la
reforma de vida, véase: D. 20 (92), D. 21 Estas reglas pueden proponerse ya
(34), D. 24 (29), D. 28 (12-14, 31), D. 31 en primera semana y con la debida
(154-155), D. 33, discreción, según las fuerzas del ejerci-
34, 43 (76, 236-239), D. 46 (8). El tante: D. 20 (98), D. 24 (40), D. 32 (145-146),
ejercitante sale con un programa de D. 33, 34, 43 (251-252), o en otras
prácticas de perseverancia: D. 15 (8), ocasiones según las necesidades y
D. 17 (17-18), D. 18 (27,114), D. 22, conveniencias: D. 20 (14, 43), D. 22, 23
23 (149), D. 31 (177), D. 33, 34, 43 (92), D. 25 (20), D. 26 (79), D. 31 (176), D. 32
(280-284), por escrito: D. 17 (15, 16), (89), D. 46 (9), D. 47 (5).
D. 48 (17).
218. 4.s semana
190. 3.* semana
En la 4.a semana ven los Directorios,
El fin de esta semana es, según los casi con unanimidad, una fuente
Directorios, adentrarse más en el
abundante de amor, pero no se descuida
la imitación: D. 16 (8-9), D. 18 (16), D. 21
ÍNDICE DE MATERIAS 757
(13), D. 31 (52, 171), D. 32 (149-150), D. 33, anotación 18) a los que practican
34, 43 (98, 253). Ejercicios leves o de primera semana: D.
Qué comprende: D. 18 (16), D. 20 5(1,7,11,16,18,31), D. 6 (4), D. 17 (9), D. 26
(18), D. 21 (13), D. 31 (52, 171-177), D. 32 (71), D. 32 (6), D. 33, 34, 43 (19, 256), D. 48
(147-153), D. 33, 34, 43 (253-255). (33), pero también los demás deberían
ejercitarse en ellos. Se les asignan para
226. Otras contemplaciones de 4.'semana ello algunos días en 4a semana: D. 20 (102),
D. 22, 23 (129-130), D. 25 (5), D. 32 (152),
Fuera de los «misterios de la pero pueden también ejercitarse antes: D.
resurrección», no hallamos en los 26 (84). El primer modo es el más
Directorios otras contemplaciones recomendado como especialmente apto
especiales, si no es una meditación sobre para gente ruda: D. 2 (5), D. 17 (3, 65, 75),
la gloria y galardón que esperan los justos: D. 18 (24), D. 20 (10, 12, 104-105), D. 22, 23
D. 18 (49), D. 31 (171), D. 33, 34, 43 (253). (132), D. 28 (29), D. 31 (173-174), D. 32 (5,
También D. 26 (4) habla de esa meditación, 156-157), D. 33, 34, 43 (257-263).
pero parece que la supone en 1.a semana.
Las Constituciones citan la Ascensión: D.
5 (28). Polanco y Cordeses incluyen
249. 2.a modo de orar
expresamente la Ascensión y Pentecostés
entre los misterios de la Resurrección: D.
Sobre este segundo modo de orar,
20 (102), D. 32 (148) y D. 17 (22), D. 26 (83)
los Directorios sólo hacen fugaces
anotan como última meditación de la 4a
indicaciones: D. 18 (50), D. 20 (106), D. 21
semana la de la Ascensión; D. 33, 34, 43
(14), D. 22, 23 (133), D. 27 (5), D. 31 (175),
(275) también la menciona.
D. 33, 34, 43 (264-266).
MANRESA