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Los conceptos jurídicos fundamentales constituyen el núcleo básico, ineludible

e irrenunciable, del status jurídico del individuo.1 Se encuentran relacionados

con la dignidad de la persona, por lo que son importantes para su libertad y

autodeterminación, y su desconocimiento propicia la vulnerabilidad de la

dignidad e impide el desarrollo individual y personal.

De acuerdo con Hans Kelsen, los conceptos jurídicos fundamentales se

clasifican en:

• Hecho ilícito o antijurídico: Hecho condicionante de la sanción.

• La sanción: Es impuesta por los órganos del Estado cuando los

individuos no observan la conducta debida.

• El deber jurídico: existencia de una norma válida que ordena determinado

comportamiento.

• El derecho subjetivo: frente al obligado a observar determinadas

conductas, existe el pretensor y, a su vez, el órgano que tiene el deber

jurídico de sancionar y exigir el cumplimiento.

• El sujeto de derecho o persona o persona jurídica.

• Responsabilidad jurídica: es la consecuencia, en la cual se presenta por

la sola voluntad de un sujeto que quiere imponerse deberes para conferir

a otro a otro sujeto, siempre que el orden jurídico lo permita.


Derecho objetivo y derecho subjetivo

Esta clasificación es una de las más importantes, debido a que está relacionada con

la función del derecho dentro de un ordenamiento jurídico (ley, código, reglamento,

etcétera); este criterio nos permite diferenciar entre derecho objetivo y derecho

subjetivo.

Derecho objetivo
Es el conjunto de normas jurídicas que componen el sistema de derecho en México
(Álvarez, 1995).

Derecho subjetivo
Es el “conjunto de normas [...] que puede usarse para designar tanto un precepto aislado
como un conjunto de normas, o incluso todo un sistema jurídico. Decimos, verbigracia,
derecho sucesorio, derecho alemán, derecho italiano” (García, 2005, p. 36).

En conclusión, el derecho objetivo se refiere al derecho como norma, y el derecho subjetivo se


refiere a la facultad derivada de una norma (Pereznieto, 1998).

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