Está en la página 1de 1

Cenicienta

Hubo una vez, hace mucho, muchos años una joven muy hermosa, tan bella que no hay
frases para contar su belleza. Se denominaba Cenicienta.
Cenicienta era menesterosa, no tenía familia y habitaba con su madrastra, una señora
viuda muy malgeniada que persistentemente estaba enojada y dando mandatos y alaridos
a todo el mundo.
Con la madrastra también moraban sus dos retoños, que eran extremadamente horribles
e intolerables. Cenicienta era la que realizaba las labores más difíciles de la vivienda. Debía
fregar el fogón cada mañana, por lo que sus ropas constantemente estaban mugrientas o
pintadas con residuos, por eso los vecinos de la comarca la nombraban cenicienta. Ella
apenas poseía aliados, solo dos roedores muy amables que residían en un boquete de la
mansión.

Cenicienta
Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo una joven muy bella, tan bella que no hay
palabras para describirla. Se llamaba Cenicienta.
Cenicienta era pobre, no tenía padres y vivía con su madrastra, una mujer viuda muy
cascarrabias que siempre estaba enfadada, dando ordenes y gritos a todo el mundo.
Con la madrastra también vivían sus dos hijas, que eran muy feas e insoportables.
Cenicienta era la que hacía los trabajos más duros de la casa. Debía limpiar la chimenea
cada día, por lo que sus vestidos siempre estaban sucios o manchados de ceniza, por eso
las personas del lugar la llamaban cenicienta. Cenicienta apenas tenia amigos, solo a dos
ratoncitos muy simpáticos que vivían en un agujero de la casa.

También podría gustarte