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La novela’ No ¢s mi intencién hablar en favor de la pequefia novela sigue. Muy por el contrario, las ideas que intentaré trans- ~ mitir deberfan més bien propiciar la critica del género de esta | dio psicolégico que abordé en Pierre et Jean. ‘Quiero ocuparme de la novela en general. No soy el tinico a quien los mismos criticos dirigen el mis- mo reproche cada vez que aparece un nuevo libro. En medio de frases elogiosas, encuentro con regularidad, de las mismas plumas, la siguiente: "El mayor defecto de esta obra es que no es una novela pro- fre - Plamente dicha. Fa Manyara omin pts tance Pre | e£Joan on 1888. Para su traducei6n, hemos seguide el texto incluido en Pere tt Jean, Parfs, Albin Michel, 1949. Se podria responder con el mismo argumento: El mayor defecto del escritor que me honra con su juicio GEEEEEED En efecto, geudles son las caracteristicas fundamentales del cexitico? Se necesita que, sin tomar partido, sin opiniones preconce- bidas, sin ideas de escuela, sin ataduras a ninguna familia de artistas, comprenda, distinga y explique las tendencias més ‘opuestas, los temperamentos mas contrarios, que admita las in vestigaciones artisticas mas diversas, (Ahora bien, el eritico que, luego de Manon Lescaut, Paul y Don Quijote, Las relaciones peligrosas, Werther, Las afinidades eectivas, Clarise Harlowse, Emilio, Céndido, Cinco de ‘marzo, René, Las tes masgueteres, Mauprat, Papd Goriot,La prima Bette, Colomba, Rojo y negro, Mademoiselle de Maupin, Nuestra Stora de Pari, Salammbs, Madame Bovary, Adolfo, Camors, La taberna, Sapho, etc. ain se atreva a escribir: Esto es Por lo general, este critico entiende por novela una aventu- ra més o menos verostmil, dispuesta como una obra de teatro fen tres actos, de los cuales el primero contiene la exp segundo la accién y el tercero el desenlace. Este modo de componer es absolutimente admisible slo si se acepta igualmente todos los otros. gExisten reglas para hacer una novela, mas alld de las que setior de indican que una historia escrita debe llevar un nombre? Si Don Quijote es una novela, 2Roja y negro lo es del mismo modo? {$i Montecristo es una novela, La taberna también lo es? Es posible establecer una comparacién entre Las afinidades | clectivas de Goethe, Los tres masqueteres de Dumas, Madame Bovary de Flaubert, M. de Camorsde Feuillety Germinalde Zoli? ser productores, forman parte de una determinada escuela, y que rechazan, como si ellos mismos fuesen novelistas, todas las ‘obras concebidas y ejecutadas fuera de su estética Un critico inteligente deberfa, por el contrario, investigar todo aquello que menos se parece alas novelas ya hechas y es~ timular lo més posible a los jévenes a tomar nuevos caminds. Todos los escritores, tanto Victor Hugo como Zola, fecla- ‘maron con persistenci (GiisoneepeiGnlpesorAl HENGADIE! lento proviene de la orir ginalidad, que s una mariera especial de pensar, de ver,de com~ prendes y de juzgar. Ahora bien, lentiee que pretendadefinit Un verdadero critico, aque merezca ser lamado-de esta forma, no deberia ser més que qi) ‘un analista sin tendencias, sin preferencias, sin pasiones, y, co- mi mo un experto en cuadross s6lo apreciar el Valor artistico’de) + objeto de arte que debe jugar. Su comprensiéa, abierta 2 to- do, debe absorber casi por completo su personalidad deimi6do) que pueda descubrr e incluso halagr los bros que le dess- _ gradan como hombre y que debe comprender como jue? La mayoria de los criticos no son, en definitiva, ms que lec~ tores, de lo que resulta que nos amonesten casi siempre injus- ‘tamente 0 que nos feliciten sin réserva y sin mesura. Ellector, que sélo busca a través de un libro satisfacer la ten~ \ | dencia natural de su espititu,exige al eseritor una respuesta a fica invariablemente como nota~ su gusto predominante y ¢: _ble o domo diem eserita la obra o el pasaje que agrada a su ima- ginacién idealist, alegre, picaresca, triste, sofiadora o positiva. —Enternézeame, —Hlgame sonar, —Higame reft. —Hiagame temblar. —Higame lorar. —Hgame pensar. | ~ Blartista lo intenta: triunfa o fracasa. Elcritico slo debe apreciar el resultado siguiendo la natu- ~ raleza del esfucrzo; no tiene derecho @ preocuparse por las ten- © dencias. Esto ya ha sido escrito mil veces. Habra que repetiro siesnpre, Asi, luego de las escuelas literarias que quisieron darnos una “isin pulida, sobrehumana, poética, conmovedors, encantado~ sso eda DOU IIS OAS (taquepstentis ontario verde nadamdequelaverta Feasts snes) aes yjergneas obras que elssproducen tnicamente dew Sp ae visa de ou valor sxtstico,aceptand a priori las Tmpugnar el derecho de un escritor a hacer una obra poéti- ‘ca ona obra realista es querer forzarlo a modificar su tempe- ramento, a rechazar su originalidad, no permitisle que utilice el ojo la inteligencia que la naturaleza le dio. Reprocharle que vea las cosas bellas o feas, pequefias 0 €picas, _Btaclosas o siniestras, es reprocharle estar conformado de tal o “cual manera y no tener una visién que concuerde con la nuestra. ™ | Dejémosio libre para comprender, para observa, para con” " echi comole plazes,con tal de que sea un artista, Exaleémonos poéticamente para juzgar a un idealista y probémosle que su suefio es mediocre, banal, no lo suficientemente delirante 0 ‘magnifico, Pero si juzgamos a un naturalista, mostrémosle en ‘qué difere la verdad de la vida de Ia verdad de su libro Es evidente que escuelas tan diferentes debieron emplear procedimientos de composicién absolutamente opuestos. El novelista que transforma la verdad inalterable, brutal y despiadada para obtener de ella una aventura excepcional y se~ ductora, debe, sin preocuparse excesivamente por la verosimi- litud, manipular los acontecimientos a su gusto, prepararlos y arreglarlos para agradar al lector, emocionarlo o conmoverlo, EI plan de su novela no es més que una serie de combinacio- nes ingeniosas que conducen con habilidad al desenlace. Los incidentes estin dispuestos y dosificados con miras al punto culminante y al efecto final, contecimiento capital y decisive que satisface todas las curiosidades despertadas al comienzo, aque pone una barrera al interés y que concluye tan terminan- temente la historia contada que no se desea saber més acerca del destino inmediato de los personajes més atractivos. Po conta novela que pretend damos una ima | iidxpeindo yoko de os scontsinenos Tis haber visto y meditado tanto, mira el universo, ls cosas, los hechos y Ios hombres de cierta manera que le es propia y que resulta de Ja uni6n de sus maduradas observaciones. Esta visién personal del mundo es la que busca comunicarnos al reproducirla en su libro, Para emocionarnos, como él mismo se ha emocionado por el espectéculo de la vid Enlugarde concebir una aventura y de desarrollarla para ha- cerla interesante hasta el desenlace, tomaré su o sus personajes enun determinado periodo de suexistencia ylos conduciré, por medio de transiciones naturales, hasta el periodo siguiente. ‘Mostraré de esta manera, ya sea cémo los espiritus se modifi- ‘can bajo las circunstancias que los rodean, ya sea cémo se de- sartollan los sentimientos y las pasiones, cémo se ama, cmo s8¢ odia, cémo se combate en todos los ambitos sociales, eémo ‘se contraponen los intereses burgueses, los intereses econémi- 05, los intereses familiares, los intereses politicos, Asi, a habilidad de su plan no consistird en la emoci6n o el encanto, en un comienzo atractivo o en una catiistrofe emo- ionante, sino en el hi agrupamiento de pequefios hechos ‘constantes de los que se desprenderi el sentido definitivo de la ‘obra. Si ocupa trescientas paginas con diez afios de una vida pa~ sa mostrar cuil ha sido, en medio de todos los seres que la r0- ddearon, su significacién particulary especifica,deberd saber eli- minar de entre los acontecimientos menores, innumerables y cotidianos, todos aquellos que no le sean tities, y sacar ala luz, de una manera especial, todos aquellos que habrfan pasado inadvertidos para observadores poco clarividentes y que otor~ gan fuerza al libro, valor de conjunto. Sc comprende que esta manera de componer, tan diferente del antiguo procedimiento visible para cualquiera, a menudo desvia alos criticos, puesto que no descubren todos es0s hilos, tan pequetios, tan finos, tan secretos, casi invisibles, que em- plean ciertos artistas modemos en lugar del recurso tinico que En suma, siel novelista de ayer elegfa y contaba las crisis de Ta vida, los estados agudos del alma y del corazén, el novelista de hoy escribe la historia del coraz6n, del alma y de la inteli- igencia en estado normal. Para producir el efecto que persigue, ‘es decir, la emocién de la simple realidad, y para obtener de él Inensefianza que desea extraes es decir, la revelacién de lo que vverdaderamente es el hombre contemporiineo, sélo deberd ern plear hechos de una verdad irrecusable y constante. Pero incluso si se adopta el punto de vista de estos artistas realist, debemos discutir y refutar su teorfa, la cual parece po- der resumirse en estas palabras: “Nada mas que la verdad y to- da la verdad”. Siendo su intencién liberar a la filosofia de ciertos hechos = constants y contents deere mend odfcarlos con: | =a | ‘Contar todo seria imposible porque se necesitaria al menos ‘un volumen por jormada para enumerar los mi tes insignificantes que colman nuestra existencia. ‘Se impor entonces una eleccién, lo que constituye un pri- ‘mer ataque’a la teoria de toda la verdad. Por otra parte, a vida esti compuesta por las cosas mas diver- sas, més imprevistas, més opuestas, mis disparatadas, es brutal, sin orden, sin concatenacién, lena de catdstrofes inexplicables, ilogicas ) contradictorias, que deben clasificarse en el capitulo hechos diversos. Por ello el artista, habiendo elegido su tema, slo tomara de esta vida atestada de azares y fruslerias los detalles caracteristi- 60s titles a su objeto, y desechari tode el resto, todas las sobras. Un ejemplo entze miles: La cantidad diaria de muertes por accidente en el mundo es considerable. Pero gpodemos hacer caer una teja sobre la cabeza de‘un personaje principal, o echarlo bajo las ruedas de un coche, 2s en medio de un selato, para tomar en consideracién la variable accidente? Mis at hechos o los arrastra indefinidamente. El arte, por el contra a vida pone todo en un mismo plano, precipita los ‘rio, consiste en utilizar precauciones y preparaciones, en ma- transiciones eruditas y solapadas, en sacar a plena luz, por el mero arte de la nposicisn, acontecimientos esencia~ les, y dar a todos los otros la relevancia conveniente, de acuer- do con su importante, para producir la sensacién profunda de) Concluyo por tanto que los realistas de talento deberian Ila- smarse mis bien(lGS0RISS) Qué infantilidad, por otra parte, creer en Ia realidad, pues ca~ ganos. Al ser nuestra vista, nuestro ofdo, nuestro olfato, nuestro gusto, tan diferentes, se crean tantas verdades como hombres a uno de nosotros lleva la suya en el pensamiento yen los 6:~ hay en la tierra. Y nuestra mente, que recibe las instrucciones de estos érganos, impresionados de diversa manera, compren~ de, analiza y juzga como si cada uno de nosotros perteneciera ‘una raza distinta, ‘Todos nos hacemos, entonces, una simple ilusién del mun- do, ilusién poética, sentimental, alegre, melancé ia oli- gubre de acuerdo con su naturaleza. Y el escritor no tiene otra misién que la de reproducir fielmente esta ilusién con todos Jos procedimientos artisticos que incorporé y de los cuales pue- de disponer. iflusién de lo bello que es una convenci de lo feo que es una opinién cambiante!jIlusién de lo verdade~ humana! jlusion ro jams inmutable! innoble que atrae a tantos! 1Los grandes artistas son aquellos que imponen a la humanidad su ilusion particular No nos opongamos, entonces, a ninguna teorfa, pues cada tuna de ellas es, tan s6lo, la expresidn generalizada de un tem- peramento que se analiza, ‘Son dos, sobre todo, as que se discuten a menudo oponien- do una ala otra en lugar de admitir ambas: la novela de ansli- sis puro y la novela objetiva. Los partidarios del andlisis exigen que el escritor se dedique a sefialar las mfnimas evoluciones de tun espiritu y todos los mévil los mis secretos, que determi- nan nuestras acciones, dndole a los hechos una importancia ‘muy secundaria, Es el punto de legada,un simp! texto dela novela. Se deberia entonces,segtin ellos escri elpre- tas obras precisas y sofiadas en las que Ia imaginacién se confimnde con la obse ‘compone tn libro de psicologia; exponer las causas consideran do sus origenes més deci se0sy discernir todas las eaccionés del alma cuando acti bajo elimpulso de los intereses, de las pasiones o de los instintos. , ala manera de un fildsofo que porqué de todos los de- Los partidarios de la objetividad (jqué palabra vill), que pre~ tenden, por el contrario,darnos a representacién exacta delo que sucede en la vida,evitan con sumo culdado tods explicacién com- plicaila; toda diserticién sobre los motivos, y se limitan a haicer desfilar anite nuestros ojos personajes y acontecimientos. Para ellos, la psicologia debe ser ocultada en el libro como cen efecto est oculta bajo los hechos en Ia existencia. La novela, concebida de esta forma, gana en interés; el rela ‘to, en movimiento, color, vida revoltosa. © Entonces,en lugar de explicar lazgamente el eitado de espi- ritucde un personaje, os escritores objetivos buscan la accién o el gesto que ese estado de alma debe hacer cumplir fatalmen= tea este hombre en una situacién determinada. Y lo hacen con- ducirse de tal manera,de una punta ala otra del libro; que todos estos actos, todos estos movimientos, reflejan su naturaleza in~ ‘ima, todos sus pensamientos, todas sus voluntades o todas sus dudas, Ocultan as I psicologia en lugar de desplegarla, hacen de ella Ia carcasa de la obra, tal como Ia-osamenta invisible-es la carcasa del cuerpo humano. El pintor qué hace nuestro re- ‘rato no muestra nuestro esqueleto. ‘También me parece que la obra ejecutada de esta manera ‘gana en sinceridad, Ante todo es més verosimil, porque la gen te que vemos actuar a nuestro alrededor no nos éuenta en.ab- soluto los méviles a los que obedece. Ademis, se debe tener en cuenta que, si a fuerza de obser- var alos hombres, podemos determinar su naturaleza de un mo- a do lo sificientemente exacto para prever su manera de ser en todas las circunstan ‘cual hombre, de tal o cual temperamento, en tal o cual caso, hard esto’, de ningin modo esto significa que podamos deter- podemos decir con precisién: “Tal o minar, una a una, todas las evoluciones secretas de su pense- miento, que no es el nuestro, todos los misteriosos ruegos de sus instintos, que no son parecidos a los nuestros, todas las in- citaciones confusas de su naturaleza, cuyos drganos, nervios, sangte carne son diferentes de los nuestros. Sea cual fucre su genio, un hombre débil, calmo, sin pasio- nes, cuya tinica devocién fuera la ciencia y el trabajo, nunca podré transponerse completamente en el alma y el cuerpo de ‘un hombre gallardo, exuberante, sensual y violento, moviliza- do por todos los deseos y todos los vicios, para comprender e indicar los impulsos y las sensaciones m: ‘tan diferente, aun cuando pueda prever de manera acertada y céntar todos Jos actos de su vida. mas de este ser En ultima instancia, aquel que haga psi 10 en el lugar de todos sus personajes, logia pura sélo podré ponerse él cn las diferentes situaciones en las que los ubique, porque le imposible cambiar sus propios érganos, que son los tini- 0s intermediarios entre la vida exterior y nosotros, que nos ‘imponen sus percepciones, determinan nuestra sensibilidad, ‘rean en nosotros un alma esencislmente diferente de todas las que nos rodean. Nuestra visién, nuestras ideas sobre la vi- a, nuestro conocimiento del mundo adquirido por interme- io de nuestros sentidos, no podemos sino trasladarlos par~ cialmente a todos los personajes de los que pretendemos de~ velar su ser intimo y desconocido, Es asf que siempre es un nosotros a quien mostramos en cl cuerpo de un rey, de un asesino, de un ladrén o de un hombre honrado, de una corte- sana, de una religiosa, de una joven muchacha o de una ven- dedora en el mercado, porque estamos obligados a plantearnos cel problema en estos términos: “si yo fuera rey, asesino, la~ drdn, cortesana, religiosa, joven muchacha o vendedora en el qué pensaria, eémo actuari mercado, gqué hi establecemos variaciones sobre nuestros personajes cambin~ doles la edad, el sexo, la situacidn social y todas las circuns- tancias de la vida de nuestro yo, que la naturaleza cereé con. tuna barrera de érganos infranqueable, La habilidad consiste en no dejar que el lector reconozea este yo en todas las mascaras que nos sirven para ocultarlo. Pero si, desde el tinico punto de vista de la completa exacti~ ‘ud, el puro andlisis psicolégico es cuestionable, este tipo de anilisis puede, sin embargo, darnos obras de arte tan bellas co- mo todos los otros métodos de trabajo. Es el caso, hoy en dia, de los simbolistas.

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