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Anécdotas Medicas
Anécdotas Medicas
MÉDICAS
EN LA HISTORIA
DE VENEZUELA
Daniel José Sánchez Silva
J-00110574-3
A N É C D O TA S
MÉDICAS
EN LA HISTORIA
DE VENEZUELA
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Junta Directiva Centros Especializados
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Casa de Estudio de la Historia
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Presidenta
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de Venezuela «Lorenzo A. Mendoza
Leonor Giménez de Mendoza
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Quintero»
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Vicepresidente Directoras: Elisa Mendoza de Pérez
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Rafael Antonio Sucre Matos Leonor Mendoza de Gómez
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Coordinador: Gustavo Vaamonde
Directores
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Alfredo Guinand Baldó Casa Alejo Zuloaga
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Leopoldo Márquez Áñez Coordinadora: Cheryl Semeler
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Vicente Pérez Dávila
Centro de Capacitación y Promoción
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José Antonio Silva
de la Artesanía
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Manuel Felipe Larrazábal
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Coordinador: Rogelio Quijada
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Leonor Mendoza de Gómez
Morella Grossman de Araya Centro Nacional de Capacitación
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Luis Carmona para Pequeños Productores Agro-
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Leopoldo Rodríguez pecuarios (CNCPPA)
Coordinador: Jhony Salaverría
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Gerentes
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Alicia Pimentel
Gerente General
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Daniela Egui
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Johanna Behrens
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Gerente de Formulación
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y Evaluación de Proyectos
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Rubén Montero
S
Gerente de Administración
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y Servicios Compartidos
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Laura Díaz
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Gerente de Programas
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Institucionales
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Gisela Goyo
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Coordinación de Ediciones
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Polar con una educación de calidad, ve la luz este nuevo tí-
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tulo que, esperamos, sea para conocer y comprender bien los
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procesos de nuestro devenir histórico como territorio, como
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sociedad y como nación.
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LEONOR
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GIMÉNEZ
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DE Presidenta | Fundación Empresas Polar
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MENDOZA
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ÍNDICE
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Introducción José María Vargas: «El mundo
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es del hombre justo»
32
1
La primera cesárea en 6
Venezuela Un mosquito en la historia
16
de Venezuela
36
2
No soy cristiano, ¿en dónde 7
me enterrarán? Un misionero describe
20
el curare
40
3
DDT. Un secreto militar más 8
poderoso que el TNT La viruela. La Expedición
24
Balmis
44
4
El fundador de los estudios 9
médicos en Venezuela Un hospital para Caracas
28 48
10
El cloroformo en nuestra
historia
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Los médicos de Alejandría y los Hospitales coloniales
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de Venezuela en Venezuela (II). El Hospital
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de Coro
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72
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La teoría de la evolución 16
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en Venezuela Hospitales coloniales
60
en Venezuela (III). El Hospital
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de San Pablo
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13
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La primera cirugía en el Hos-
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pital Vargas de Caracas 17 E
64
La peste bubónica de 1908
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80
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Hospitales coloniales
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la Iglesia
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18 23
La gripe española de 1918 ¿Cuándo murió el general
84
Juan Vicente Gómez?
104
19
Casas muertas y el paludismo 24
88
Un hospital para la universidad
108
20
¡Si el General se va, ustedes 25
se van con él! El Instituto Pasteur de Caracas:
92
la primera institución científica
21 privada de Venezuela
112
Un presidente que no se quería
operar 26
96
Las epidemias en la obra
22 de Gallegos
116
Cuando una enfermedad
cambió la historia
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Notas sobre la historia de la La Escuela Básica de Medicina
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anestesia de la UCV
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La morfina en nuestras vidas ¡Se pasaron de anestesia!
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124 140
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29 33
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José María Vargas y la obstetri- La covada en Venezuela
144
cia venezolana
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34 E
148
La primera cirugía abdominal
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en Venezuela 35
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132
¡Se muere el hermano del
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Presidente!
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152
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de Venezuela
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37
Venezuela entra en la era Bibliografía
176
nuclear
160
Fuentes de las imágenes
180
38
¡Lávense las manos! ¡Lávense
las manos!
164
39
El brujo que quería ser rector
de la universidad
168
40
Los médicos de la Generación
del 28
172
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A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
INTRODUCCIÓN
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eruditas en historia o en medicina, se sientan identificadas
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con estos hechos. Quiero que entiendan que las anécdotas
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que contaré son parte de su propia historia. Son vivencias de
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un pueblo del cual me siento orgulloso.
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He redactado muchos de estos ensayos durante largas
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noches de guardia, bien sea en la Unidad de Terapia Inten-
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siva o en los quirófanos del Hospital Vargas de Caracas,
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nuestro viejo gran hospital, donde laboro, y del cual soy ac-
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tualmente jefe del Servicio de Anestesiología. La verdad es
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que ver los pasillos del Hospital Vargas, con sus más de 120
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14 años de construcción, me induce a escribir sobre la historia
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de la medicina. Es estimulante saber que por estos pasillos
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caminó el doctor José Gregorio Hernández, «El Médico de
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los Pobres»; que aquí operó y enseñó a sus alumnos el doctor
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Luis Razetti, y el doctor Miguel Ramón Ruiz atendió los pri-
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meros partos del hospital. Aún en las noches de guardia, en
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la soledad de estos corredores, oigo sus voces eternas abo-
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gando por la medicina venezolana.
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Quiero ratificar que la historia se encuentra viva y en
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movimiento, y somos nosotros quienes la hacemos. Es por
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esto que finalmente presento mi pequeño aporte a la divul-
gación de nuestra historia de la medicina, sacándola del aula
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JOSÉ
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SÁNCHEZ
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MÉDICAS
EN LA HISTORIA
DE VENEZUELA
Representación de una mujer con
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el útero abierto en un manual italiano
sobre el embarazo y el parto
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1 LA PRIMERA
CESÁREA
EN VENEZUELA
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triunfos y reconocimientos. Durante la guerra de Indepen-
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dencia atendió por igual a patriotas y realistas, lo que le valió
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que al final de la contienda el general Juan Bautista Arismendi
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quisiera confiscarle sus bienes, entre ellos su hacienda en Ya-
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guaraparo. Pero su brillante y profesional actuación hizo que
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el Libertador anulara esta orden y le fueran restituidas sus
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propiedades.
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El doctor Ruiz Moreno pasó a la historia como el primer
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médico en realizar una cesárea no solo en Venezuela sino en
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América Latina. Esto ocurrió donde hoy se encuentra la
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18 calle Comercio de Cumaná, en el año de 1820. La paciente se
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llamaba María del Rosario Olivera Ortiz de Badia, quien pre-
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sentaba un parto distócico, es decir, que el bebé no podía
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nacer por vía vaginal, poniendo en peligro las vidas de la
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madre y del niño. Con la ayuda del licenciado Castellar Salva-
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tierra, el doctor Ruiz Moreno practicó la primera extracción
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de feto vivo en una paciente viva en nuestro continente. Al
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niño le pusieron el nombre de Ramón Nonato Badia (en ho-
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nor al santo de las embarazadas, San Ramón Nonato) y vivió
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en Cumaná hasta la edad de ochenta años. La madre murió
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dos días después de la intervención, probablemente por in-
fección. Recordemos que para la época la infección era uno
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América
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Placa conmemorativa de
la primera cesárea en Venezuela.
Calle Comercio, Cumaná
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la construcción del Cementerio
General del Sur
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2 N O S OY
CRISTIANO,
¿EN DÓNDE ME
ENTERRARÁN?
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el de las Mercedes y el de los Hijos de Dios, entre otros.
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El 13 de julio de 1875 el presidente Antonio Guzmán Blan-
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co dispuso la construcción del Cementerio General del Sur y
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encomendó la obra al doctor Jesús Muñoz Tébar. No debe-
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mos olvidar que Guzmán Blanco fue un gran civilizador y
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traía ideas muy revolucionarias de París, ciudad que admi-
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raba. Además del cementerio, Guzmán impuso el Registro
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Civil para todos los venezolanos, que sustituyó la fe de bau-
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tismo como constancia de nacimiento.
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La idea del presidente era que existiera un lugar fuera de
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22 Caracas en donde se pudiera inhumar a todas las personas
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independientemente de su credo religioso, origen étnico,
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color o condición social. Un eminente médico de la época, el
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doctor José Manuel de los Ríos, en su Tratado elemental de hi-
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giene, defenderá la posición gubernamental alegando que
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los cementerios dentro de la ciudad eran insalubres.
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Por supuesto, la Iglesia protestó y alegó que esta decisión
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obedecía a la confesión masónica del presidente. De alguna
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manera Guzmán le había quitado poder y grandes benefi-
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cios económicos a la institución eclesiástica. Sin embargo,
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la medida de erigir un cementerio para todos los ciudadanos
fue un gran paso a favor de la civilización.
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ral del Sur, coincidiendo con el traslado de los restos del Li-
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social discriminatoria»
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Monumento a Julieta Blanco, hija del
escritor Eduardo Blanco, por Eloy Palacios, 1890.
Cementerio General del Sur, Caracas
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vivienda en la que se ha aplicado
el DDT, c. 1945
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3 UN SECRETO
D DT .
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MÁS PODEROSO
QUE EL
TNT
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cían el paludismo. El DDT entonces se convirtió en un arma
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más útil que el TNT durante la guerra del Pacífico. No sola-
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mente erradicaba al Anopheles, sino también al chipo y al
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patas blancas (Aedes aegypti). De esta manera, además de pa-
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ludismo, no había mal de Chagas, fiebre amarilla o dengue.
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En el año 1944, el doctor Arnoldo Gabaldón fue invitado
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a dictar una conferencia sobre malaria a los médicos milita-
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res norteamericanos que operarían en la guerra del Pacífico.
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Inclusive los estadounidenses reconocían la autoridad del
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científico venezolano en materia de paludismo. Es aquí
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26 cuando Gabaldón se entera de la existencia del DDT, pero no
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puede hacer nada para adquirirlo o producirlo porque aún
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era un secreto militar. Sin embargo, a su regreso a Venezue-
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la organiza toda una campaña de prevención del paludismo,
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sustituyendo los techos de paja de las viviendas por el zinc.
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Asimismo, preparó cuadrillas urbanas y rurales para educar
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a la población sobre la manera de disponer las excretas, eli-
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minar las aguas estancadas, realizar la higiene personal, en-
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tre otras medidas de prevención.
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Para el año 1945, una vez finalizado el conflicto bélico, se
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comercializó el DDT. Gabaldón entrenó a miles de voluntarios
sobre el uso del insecticida, y fue la campaña sanitaria más
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y Ballester fue el primer protomédico
de Venezuela
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4 EL FUNDADOR
DE LOS ESTUDIOS
MÉDICOS
EN VENEZUELA
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se decidió a formar médicos criollos en la Universidad de Ca-
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racas. Para la época abundaban los chamanes, charlatanes y
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brujos; no había una organización o institución que velara por
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la salud como tal y no existía educación en esta disciplina.
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El 12 de abril de 1763 Campins y Ballester presentó ante
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la universidad el proyecto de una cátedra de Medicina, y el
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28 de julio de 1763 el claustro aprobó la creación de la cátedra
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Prima de Medicina. El 10 de octubre de ese año marcará un
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hito en nuestros estudios médicos, pues ese día se realizó la
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clase inaugural de esa cátedra, con cuatro alumnos. La mis-
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30 ma sería regentada posteriormente por José Francisco Mo-
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lina, discípulo de Campins; Felipe Tamariz, discípulo del an-
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terior, y José Joaquín Hernández, último profesor de la mis-
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ma hasta que José María Vargas iniciara la reforma de los
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estudios médicos en Venezuela.
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El 14 de mayo de 1777, el rey Carlos III nombró a Campins
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y Ballester catedrático en propiedad de Medicina Prima, lo
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que equivaldría hoy en día a profesor titular, exceptuado de
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presentar concurso de oposición. En 1783 el doctor Lorenzo
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Campins y Ballester enfermó gravemente, motivo por el cual
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se retiró de la cátedra que había regentado durante veinte
años. Dos años después, en 1785, falleció el iniciador de los
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médicos en Venezuela»
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El rey Carlos III nombró a Campins
y Ballester catedrático
en propiedad de Medicina Prima
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el hombre de ciencia y el político justo
y honrado
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5 J O S É M A R Í A VA R G A S :
«EL MUNDO ES
DEL HOMBRE JUSTO»
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miento insurreccional, llamado «Revolución de las Refor-
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mas», pretendía implantar cambios en la Constitución y des-
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tituir al presidente de la República, mientras que los segui-
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dores del doctor Vargas defendían el derecho de los civiles a
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ejercer el Gobierno. Estos alegaban que los militares debían
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volver a los cuarteles, ser garantes de la Constitución y de-
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fender la soberanía, lo que constituía su verdadero papel en
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el Estado. En las primeras horas de la mañana del 8 de junio
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de 1935, el general Carujo se entrevistó con el presidente de-
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rrocado, quien se encontraba bajo arresto en su residencia.
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34 Carujo intentó convencer a Vargas de que era necesario que
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renunciara «voluntariamente» a la presidencia para evitar
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una guerra civil. Vargas se negó, argumentando que el po-
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der que se le había otorgado democráticamente no lo entre-
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garía por la fuerza, que únicamente renunciaría ante el
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Congreso y que jamás reconocería un gobierno de facto. Es
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aquí cuando se produce el famoso diálogo que aún hoy re-
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suena en toda Venezuela:
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—¡Señor doctor! —grita Carujo— El mundo es de los valientes.
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—¡Señor Carujo! —replica Vargas— El mundo es del hombre justo y
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honrado.
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http://www.codigovenezuela.com/2011/10/
ciencia/ humano/jose-maria-vargas-
ii-el-mundo-es-del-hombre-justo-por-
35
República tras la renuncia de Vargas
Andrés Narvarte asumió la presidencia de la
daniel-sanchez-silva
1 Daniel Sánchez «José María Vargas: El mundo es del hombre justo». Có-
digo Venezuela. http://www.codigovenezuela.com/2011/10/ciencia/
humano/jose-maria-vargas-ii-el-mundo-es-del-hombre-justo-por-
daniel-sanchez-silva
Casi al final de su vida, Bolívar
atribuirá a la «precoz e inesperada» muerte
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de María Teresa del Toro su entrega
a la causa de la libertad
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6 UN MOSQUITO
EN LA HISTORIA DE
VENEZUELA
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amarilla. Ambas enfermedades son transmitidas por mos-
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quitos: en el primer caso por el Anopheles y en el segundo por
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el Aedes aegyptis.
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La joven esposa falleció el 22 de enero de 1803. Años des-
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pués Bolívar reflexionaría:
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Miren ustedes lo que son las cosas; si no hubiera enviudado qui-
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zás mi vida hubiera sido otra cosa; no sería el general Bolívar, ni
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el Libertador, aunque convengo que mi genio no era para ser al-
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calde de San Mateo […]. La muerte de mi mujer me puso muy
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38 temprano sobre el camino de la política; me hizo seguir después
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Luis Perú De Lacroix. Diario de Bucaramanga.
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el carro de Marte en lugar del arado de Ceres2.
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Caracas: Ediciones Centauro, 2008.
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La enfermedad y posterior muerte de su esposa, cambia-
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ría radicalmente la vida del Libertador. Fue esa picadura de
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mosquito sobre la frágil y delicada piel de una mujer que no
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estaba acostumbrada al trabajo de la hacienda y sí a los pul-
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cros ambientes de la sociedad europea, lo que ayudaría a
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cambiar la historia de Venezuela, sumando a nuestro prin-
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cipal actor político a la guerra de Independencia, como él
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mismo lo confesara posteriormente.
Como dato curioso hay que acotar que fue el médico na-
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Portadilla de la primera
edición de la obra del padre Gumilla
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7 UN MISIONERO
DESCRIBE
EL CURARE
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mencionar que, en 1510, Juan de la Cosa, quien fungió como
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geógrafo de Colón, murió a causa de una flecha envenenada
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con curare, disparada con cerbatana; en 1595, sir Walter
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Raleigh, en su obra El descubrimiento del grande, rico y bello im-
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perio de Guaiana, hizo la primera descripción de la raíz tu-
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para de la planta Strychnos toxiferay su producto el urari, más
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tarde curare, y en 1641, Cristóbal de Acuña y Carlos María
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de La Condamine, en Brasil, describieron los efectos del
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uiraery o curare en animales y en muchos de sus soldados. Es
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evidente que el curare fascinó a los conquistadores europeos
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42 y es parte de las leyendas de la Conquista.
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En 1741, un misionero jesuita, el padre José Gumilla, pu-
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blica El Orinoco ilustrado y defendido, obra en la que describe
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a los pobladores del Orinoco, sus costumbres y su cultura. En
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este libro destaca un capítulo «Del mortal veneno llamado
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curare: raro modo de fabricarle, y de su instantánea activi-
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dad», en el que narra de una manera clara y sencilla los sín-
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tomas que producía y lo veloz que era para causar la muerte:
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No tiene sabor ni acrimonia especial: se pone en la boca, y se
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traga sin riesgo ni peligro alguno; con tal que ni en las encías, ni
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veces Jesús4.
Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la
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El curare (Strychnos toxifera)
Durante los días que Balmis y su grupo
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permanecieron en Caracas fueron
vacunadas alrededor de 2.000 personas
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8 LA VIRUELA.
LA EXPEDICIÓN
BALMIS
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marzo de 1804, luego de haber tocado las Islas Canarias y
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Puerto Rico, en donde comenzaron las vacunaciones. De
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manera que fue en Puerto Cabello la primera vez que la cor-
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beta tocó tierra firme continental.
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En 1806 la expedición llegó de nuevo a un puerto espa-
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ñol, luego de tres años recorriendo las colonias ibéricas. Tras
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zarpar de las Islas Canarias, se había dirigido hacia las Anti-
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llas, luego a Venezuela, Perú, México, Colombia, Ecuador y
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demás colonias americanas hasta llegar a las Filipinas.
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Al parecer, el Rey o sus asesores estaban conscientes de
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46 que la viruela constituía un problema de salud pública, y ac-
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tuaron en consecuencia. Más que una expedición filantró-
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pica, fue una campaña epidemiológica para erradicar una
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enfermedad endémica de los territorios reales. Hoy en día
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podríamos comparar esta magnífica expedición con las cam-
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pañas de vacunación de la polio, la tuberculosis y la varicela,
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que fueron flagelos muy activos durante el siglo XX
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Edward Jenner, descubridor
de la vacuna antivariólica
48
Rojas Paúl decreta la construcción del
Hospital Vargas de Caracas
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9 U N H O S P I TA L
PA R A C A R A C A S
Hacia finales del siglo XIX Venezuela era un país aún rural, 49
desgastado por guerras civiles y con una falta total de institu-
ciones públicas y seguridad jurídica. Los caudillos habían im-
puesto, vía manu militari, la ley y el orden en la nación. Como
podría esperarse, la salud no era la prioridad para ningún go-
bierno y todavía permanecían funcionando los viejos hospi-
tales de la época colonial. Estas instituciones, más que ofrecer
ciencia y salud, ofrecían clemencia y compasión. Los pacien-
tes que acudían a estas casas de salud eran, en su mayoría, in-
digentes y personas sin recursos pues muchos de estos hospi-
tales eran mantenidos por la Iglesia como obras de caridad.
El doctor Juan Pablo Rojas Paúl era un abogado graduado
en la Universidad Central de Venezuela, pero que tenía pro-
fundas inclinaciones hacia la medicina. Era tanto su amor
por esta disciplina que le gustaba recetar a los enfermos e in-
digentes de la calle, a veces incluso los recogía para llevarlos
a los hospitales ya mencionados. El doctor Rojas Paúl, repre-
sentante del Liberalismo Amarillo, fue electo presidente en
1888, con pleno apoyo del guzmancismo. Este presidente
civil, con grandes inclinaciones humanísticas, fundó la Aca-
demia Nacional de la Historia, en la que ocupó el sillón n.° 1.
Se cuenta que en camino desde su residencia hacia la Ca-
sa Amarilla, ubicada en la plaza Bolívar y sede del Gobierno,
veía con mucho pesar a los mendigos y a las personas que
morían en las calles sin ningún tipo de asistencia médica. El
A
N
R
16 de agosto de 1888 decreta la construcción de un gran hos-
L
A
Ó
pital para Caracas, dotado de 1.000 camas, para la atención
E
U
L
I
de todos los pacientes, en donde hubiera docencia y forma-
Z
C
O
ción del personal de salud acorde con los tiempos de cambios
E
científicos que vivía el mundo. Los terrenos que se escogieron
P
N
fueron los de los antiguos cementerios de San Simón, en el lla-
E
D
V
mado Potrero Pulinare, y de Los Mecedores, en las faldas del
S
N
Ávila, los cuales habían sido clausurados por Antonio Guz-
E
A
U
mán Blanco al construirse el Cementerio General del Sur. El
D
S
F
encargado de dirigir la parte médica fue el doctor Calixto
A
E
50 González, junto a algunos colegas, y de la construcción el in-
I
R
geniero Jesús Muñoz Tébar, ministro de Obras Públicas.
R
O
Casi dos años y medio después, el 1.° de enero de 1891, fue
P
T
inaugurado el Hospital Vargas de Caracas, símbolo de la me-
M
S
dicina moderna que anunciaba un viraje en las ciencias ve-
I
E
nezolanas. El que sería nuestro primer hospital docente, con
H
todos los servicios y cátedras adscritas a la UCV, fue dotado
A
con los mejores profesionales de la época, entre quienes es-
L
taban los doctores Luis Razetti, Pablo Acosta Ortiz, José Gre-
N
gorio Hernández, Miguel Ramón Ruiz, Domingo Luciani y
E
Santos Aníbal Domínici. Luego de más de un siglo de funcio-
namiento, y después de pasar por diferentes crisis, el Hospi-
S
A
más de un siglo
S
A
T
O
D
C
É
N
A
En 1909 el doctor José Gregorio
Hernández (en el centro) fue nombrado jefe
del Laboratorio del Hospital Vargas
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E M P R E S A S P O L A R
10 EL CLOROFORMO
EN NUESTRA HISTORIA
A
N
R
«cloroformizado».
L
A
Ó
Son variados los escritos para la época sobre el cloro-
E
U
L
I
formo y la gran mayoría de los casos reportados hablan del
Z
C
O
uso del cloroformo como anestésico. Basta mencionar una
E
publicación del doctor Francisco Antonio Rísquez, de fecha
P
N
1.° de julio de 1891, sobre la muerte de un joven por clorofor-
E
D
V
mo, ocurrida cuando se le practicaba una operación de fimo-
S
N
sis en el hospital civil de esta ciudad. En este brillante artículo,
E
A
U
el doctor Rísquez describe los efectos secundarios del cloro-
D
S
F
formo, incluyendo la apnea (dejar de respirar por su cuenta)
A
E
54 y el colapso circulatorio (paro cardiorrespiratorio) como las
I
R
causas de muerte. Pero en un numero siguiente, del 1.° de
R
O
mayo de 1892, traduce un artículo de la revista Semana
P
T
Médica que se titula «Cloroformización», en donde se des-
M
S
cribe completamente la técnica anestésica con cloroformo,
I
E
cubriendo la boca y nariz con una máscara con gasas y luego
H
5
administrar gota a gota el anestésico hasta que el paciente se
A
Daniel Sánchez. «En busca de la primera
encuentre «cloroformizado»5.
L
anestesia en el Hospital Vargas de Caracas».
El cloroformo fue un gran anestésico durante su época, y
N
Revista de la Sociedad Venezolana de
gracias a él se efectuaron grandes avances en la cirugía. No
E
Historia de la Medicina, n.° 52. Caracas, 2003,
debemos olvidar que el anestesiólogo y el cirujano constitu-
pp. 86-97
yen un binomio inseparable. Fue a causa de los efectos se-
S
A
te, pero la acción del cloroformo era tan severa que hacía que
la persona dejara de respirar; el paciente sufría un paro car-
S
rrollo de la medicina
A
El doctor Francisco Antonio Rísquez
escribió sobre los efectos secundarios del
cloroformo como anestésico
56
dividió en el Imperio romano de Occidente
y el Imperio romano de Oriente
A Constantinopla llegaron
numerosos médicos alejandrinos
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
11 LOS MÉDICOS
DE ALEJANDRÍA
Y LOS DE
VENEZUELA
A
N
R
los defendían, y la estabilidad social y religiosa. Quizás fue el
L
A
Ó
gobierno más estable y próspero durante la Edad Media.
E
U
L
I
En Alejandría aún continuaban las escuelas médicas que
Z
C
O
se habían hecho famosas durante el período clásico, herede-
E
ras de Herófilo y de Erasístrato. Sin embargo, a partir de la
P
N
muerte de Mahoma, en el año 632 de nuestra era, comienza
E
D
V
la expansión árabe, conquistando todo el Medio Oriente y
S
N
amenazando las fronteras del Imperio bizantino, el cual fi-
E
A
U
nalmente cae bajo la dominación de los turcos otomanos el
D
S
F
29 de mayo de 1453, fecha que es considerada como el inicio
A
E
58 del Renacimiento.
I
R
Oribasio de Pérgamo, Alejandro de Tralles, Aecio de Amida
R
O
y Pablo de Egina fueron algunos de los médicos famosos de
P
T
las escuelas alejandrinas, grandes profesores de su tiempo y
M
S
autores de textos que recogían el saber médico de la época.
I
E
Todos ellos emigraron a Constantinopla en busca de seguri-
H
dad personal y económica ante la amenaza de la expansión
A
árabe hacia Egipto. Esta inmigración favoreció al Imperio bi-
L
zantino, el cual se enriqueció con tan grandes adquisiciones,
N
no solo en la medicina sino en todas las áreas de la cultura
E
clásica, muchos de cuyos representantes se vieron forzados
a partir en pos de mejores rumbos y hasta de preservar su
S
A
propia supervivencia.
C
60
de Venezuela se discutió la
teoría evolucionista de Charles Darwin
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A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
12 LA TEORÍA
DE LA EVOLUCIÓN
EN VENEZUELA
A
N
R
Museo Nacional. Organizó la cátedra de Historia Natural en
L
A
Ó
la Universidad Central de Venezuela, en la que difundió las
E
U
L
I
teorías de Jean-Baptiste Lamarck y de la «selección natural»
Z
C
O
de Charles Darwin, que eran fundamentales en los estudios
E
de zoología y botánica. Ernst desarrolló una amplia labor de
P
N
investigación en las áreas de botánica, zoología y etnografía.
E
D
V
También realizó trabajos sobre geografía, geología, lingüís-
S
N
tica, antropología, física, paleontología y arqueología.
E
A
U
Pero el siglo XIX no estaba preparado aún para la teoría
D
S
F
de la evolución. La Iglesia católica combatió en todo el mundo
A
E
62 esta idea e incluso prohibió enseñarla en los colegios religio-
I
R
sos. En Venezuela la cuestión era distinta. Durante el último
R
O
cuarto del siglo XIX gobernó el guzmancismo, y para nadie
P
T
es un secreto que Guzmán Blanco pertenecía a la masonería
M
S
y mantenía una rivalidad con la Iglesia. No olvidemos que
I
E
fue él quien le quitó el monopolio de los cementerios a la Igle-
H
sia y creó el Cementerio General del Sur, además de instau-
A
rar el registro civil, medida con la que suprimió la fe de bau-
L
tismo como documento probatorio de identidad.
N
Guzmán también fue el impulsor de la educación laica,
E
gratuita y obligatoria. En este punto es donde debemos de-
tenernos, pues Guzmán, quien tenía una educación formal,
S
A
Rafael Villavicencio
63
Primera edición de El origen de las especies,
de Charles Darwin
64
Pablo Acosta Ortiz fundó la cátedra
de Clínica Quirúrgica en la UCV
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E M P R E S A S P O L A R
13 LA PRIMERA
CIRUGÍA EN EL
H O S P I T A L VA R G A S
DE CARACAS
A
N
R
(recordemos que en esa época las salas del Hospital Vargas te-
L
A
Ó
nían nombres de santos en lugar de números, como en la ac-
E
U
L
I
tualidad). En su relato dice que a este paciente le fue diagnosti-
Z
C
O
cado un absceso hepático y que fue intervenido el 30 de abril.
E
Reproduzco aquí la descripción de la operación:
P
N
E
D
V
Se practicó una incisión de 13 centímetros de longitud en el sitio
S
N
más culminante del tumor, paralela al borde de las costillas. Esta
E
A
U
incisión dividió primero la piel, luego músculos y aponeurosis.
D
S
F
Al descubrir el peritoneo y examinarlo atentamente se encon-
A
E
66 traron las dos hojas de serosa, completamente adheridas en toda
I
R
la extensión de la incisión […] La cavidad fue cuidadosamente la-
R
O
vada, raspose toda la cara inferior del diafragma tapizada de
P
T
grumos de pus y elementos conjuntivos degenerados […] Se su-
M
S
6
turó la herida, ocluyendo toda la región con una rigurosa cura
I
E
Miguel R. Ruiz. «Absceso hepático».
H
antiséptica sostenida por un vendaje compresivo6.
Gaceta Médica de Caracas, Vol. 1, n.° 2.
A
Caracas, 1983, pp. 9-14.
Me he permitido transcribir el texto original del doctor
L
Ruiz solo para tratar de probar que una intervención de se-
N
mejante envergadura no se hubiera podido realizar sin anes-
E
tesia. Curiosamente, el doctor Ruiz no menciona en ningún
momento si al paciente se le aplicó o no anestesia; no obs-
S
A
de abril de 1892
É
N
A
En los primeros años, las salas
del Hospital Vargas se identificaban
con nombres de santos
68
ordena a la Iglesia la creación de
hospitales en América
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14 H O S P I TA L E S
COLONIALES EN
VENEZUELA (I).
E L PA P E L D E L A
IGLESIA
A
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R
de octubre de 1541, ordenó la fundación de hospitales en
L
A
Ó
todos los pueblos españoles e indígenas. Estos hospitales ser-
E
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I
virían para ofrecer atención a los pobres y enfermos, y para
Z
C
O
el ejercicio de la caridad cristiana. Asimismo, se instruyó a
E
los virreyes del Perú y Nueva España para que se encarga-
P
N
ran de visitar los hospitales de Lima y México.
E
D
V
La Iglesia católica constituyó en América el factor de co-
S
N
hesión entre la Corona y sus vasallos, así como también en-
E
A
U
tre la propia Iglesia y sus feligreses. Las personas que funda-
D
S
F
ban iglesias, monasterios, ermitas u hospitales en América,
A
E
70 con la autorización real, tenían el derecho de ejercer el patro-
I
R
nato, bajo la jurisdicción del obispo, consistiendo este patronato
R
O
en un cúmulo de derechos y privilegios para el fundador.
P
T
La Iglesia americana dependió más directamente del Con-
M
S
sejo de Indias, en Madrid, que del papado romano, lo cual le
I
E
dio una fisonomía obviamente diferente a la propiamente
H
peninsular, cuyo resultado fue el de una nueva Iglesia en el
A
Nuevo Mundo.
L
Era tal el poder del Rey sobre los obispos de las Indias, que
N
en la cédula real de hospitales, de 31 de diciembre de 1695, les
E
encarga a estos y a la Iglesia el cuidado de los centros sanitarios: S
A
7
A
71
construcción de un hospital en Barinas ,
con espacios para alojar a tres
En 1793, Carlos III ordena la
religiosos bethlemitas
En su Relación, el obispo Mariano Martí
72
dejó abundantes datos sobre el
funcionamiento del hospital de Coro
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
15 H O S P I TA L E S
COLONIALES EN
VENEZUELA (II).
E L H O S P I TA L D E
CORO
A
N
R
actualidad con justificada vigencia.
L
A
Ó
En el año de 1763 realiza su visita pastoral a Coro el obispo
E
U
L
I
José Félix Valverde, a quien se le debe el primer inventario de
Z
C
O
los bienes del hospital de esa ciudad. En 1778 se presentó un
E
informe elaborado por el mayordomo del hospital, don Diego
P
N
Dávalos y Chirinos, donde se dan a conocer el diseño y los pla-
E
D
V
nos del hospital. Para 1768 el Hospital San Rafael de Coro dis-
S
N
ponía de un capital de 19 mil pesos, que colocados a rédito al
E
A
U
5% producían 950 pesos anuales; sus ingresos provenían del
D
S
F
9,5% de los diezmos que se cobraban el día de San Juan y en
A
E
74 Navidad, que a veces disminuían o se retardaba su recepción.
I
R
El 13 de mayo de 1773 llegó a Coro el andariego y eximio
R
O
obispo doctor Mariano Martí, quien de inmediato pasó a visitar
P
T
el Hospital San Rafael de la ciudad. En sus anotaciones se re-
M
S
fiere a la ubicación del mismo, dicta las Reglas del hospital de la
I
E
9
ciudad de Coro y practica el inventario de los fondos en efectivo
H
«Informe presentado por fray Juan Ramos
colocados a censo, de sus alhajas y ornamentos de la capilla9.
A
de Lora, obispo de la Diócesis de Mérida
La visita del obispo Martí fue muy beneficiosa porque realizó
L
de Maracaibo, al Rey Carlos IV, sobre la situación
un inventario minucioso de cuanto había en el hospital, consta-
N
hospitalaria de Coro, Barinas, Maracaibo,
tando que contaba con ocho camas. Además, ordenó que las
E
Gibraltar, Villa de Perijá, Trujillo, Mérida, San
rentas de esta fábrica sufragaran la manutención de más enfer-
Cristóbal y La Grita [31 de julio, 1788]».
mos; también dispuso la reedificación de la capilla del hospital y
S
A
de 2002.
obispo vio la necesidad de aumentar las ocho camas existentes
D
É
75
El templo de San Pablo,
76
construido en 1581, y la plazuela
del mismo nombre
F U N D A C I Ó N
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E M P R E S A S P O L A R
16 H O S P I TA L E S
COLONIALES EN
VENEZUELA (III).
E L H O S P I TA L D E
S A N PA B LO
A
N
R
algunos alquileres e hipotecas10.
L
A
Ó
10
Como dato curioso, fue en este hospital donde, el 10 de
E
Francisco Dos Ramos et al. «El Hospital de
U
L
I
octubre de 1763, el doctor Lorenzo Campins y Ballester ini-
Z
San Pablo. Primer hospital de Caracas». Archivos del
O
ció los estudios médicos en Venezuela, con su cátedra de
E
Hospital Vargas, Vol. 41, n.° 3. Caracas, julio-
Medicina Prima. El hospital contaba con apenas una docena
P
N
septiembre de 1999, pp. 167-172.
de camas. Su capacidad de hospitalización, en consecuencia,
E
D
V
era muy precaria, y sus rentas muy escasas. Desde el punto
S
N
de vista administrativo existía la figura del mayordomo,
E
A
U
quien se encargaba de mantener al día las cuentas de dicha
D
S
F
institución.
A
E
78 Tanto el hospital como el templo de San Pablo fueron de-
I
R
molidos en 1876 por el gobierno guzmancista para construir
R
O
el Teatro Guzmán Blanco, hoy Teatro Municipal, luego de
P
T
casi tres siglos de servicio como hospital pionero y principal
M
S
de Caracas. De alguna manera la inauguración del Hospital
I
E
Vargas, en enero de 1891, vino a llenar el vacío que había de-
H
jado el Hospital de San Pablo luego de más de dos siglos de
A
funcionamiento
L
N
E
S
A
C
I
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M
S
A
T
O
D
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É
N
A
El hospital, la plazuela y el templo de
San Pablo fueron demolidos, en 1876, para construir el
Teatro Guzmán Blanco, hoy Teatro Municipal
80
Rafael Rangel fue llamado para
controlar el brote de peste bubónica
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
17 LA PESTE
BUBÓNICA
DE 1908
A
N
R
Rangel se trasladó a La Guaira, y luego de tomar varias mues-
L
A
Ó
tras de los bubones y de cultivarlos en ratas, concluyó que
E
U
L
I
no se trataba de la peste negra. Aun así continuaron mu-
Z
C
O
riendo las personas sin causas aparentes, por lo que Rangel
E
se trasladó nuevamente a La Guaira, realizó las pruebas per-
P
N
tinentes y esta vez sí dieron resultados positivos para la
E
D
V
peste bubónica.
S
N
El presidente entonces decretó la emergencia nacional y
E
A
U
el cerco epidemiológico, declarando a La Guaira en cuaren-
D
S
F
tena para prevenir que la peste se propagara a Caracas. Un
A
E
82 gran grupo de temporadistas, que habían viajado al litoral en
I
R
el ferrocarril Caracas-La Guaira con el fin de disfrutar de sus
R
O
playas, quedaron atrapados por el decreto presidencial. Du-
P
T
rante varias semanas permanecieron allí mientras se cum-
M
S
plía la cuarentena.
I
E
Rangel ordenó quemar las casas más insalubres y una ca-
H
cería de las ratas, pagando una cantidad de dinero por cada
A
rata muerta que le llevaran. Se quemaron las ropas contami-
L
nadas, se lavaron las calles y se desinfectaron todos los obje-
N
tos. Finalmente la peste cedió y no llegó a la capital. Este he-
E
cho también marcó el final de Rafael Rangel, pues lo acusa-
ron de no haber diagnosticado a tiempo la enfermedad y del
S
A
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
18 LA GRIPE
E S PA Ñ O L A
DE 1918
A
N
R
muerte. El general Juan Vicente Gómez, quien vivía en Ma-
L
A
Ó
racay, en ningún momento se acercó a Caracas por temor a
E
U
L
I
contagiarse de tan terrible enfermedad; sin embargo, su hijo
Z
C
O
predilecto, Alí Gómez, fue una de las primeras víctimas mor-
E
tales de la pandemia en la capital.
P
N
Venezuela no se encontraba preparada para una pande-
E
D
V
mia de esta naturaleza. Sin embargo, la historia nos ha de-
S
N
mostrado que cuando ocurren grandes catástrofes siempre
E
A
U
aparece un líder preparado para guiar a la población hacia un
D
S
F
feliz desenlace. Este es el caso del doctor Luis Razetti, cirujano
A
E
86 y profesor de la UCV, quien para el momento se desempeñaba
I
R
como secretario de la Academia Nacional de Medicina.
R
O
Razetti asumió el liderazgo en contra de esta epidemia a
P
T
través de la Junta de Socorro del Distrito Federal y tomó me-
M
S
didas sanitarias y epidemiológicas fundamentales para el
I
E
control de la peste. Fueron prohibidas las reuniones sociales,
H
en casas, clubes, plazas y cualquier aglomeración humana.
A
También las misas, debido a que en ellas se reunía un grupo
L
importante de personas. Los caraqueños tuvieron que con-
N
formarse con orar en sus hogares. También fueron suspen-
E
didas las clases en colegios y universidades. Caracas estaba
en cuarentena.
S
A
88
publicada por la prestigiosa editorial
Losada en 1955
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
19 CASAS
M U E R TA S
Y EL
PA LU D I S M O
A
N
R
morir para salvar sus recuerdos y la entrada irremediable de
L
A
Ó
la modernidad en Venezuela. Una modernidad que se al-
E
U
L
I
canzará el 17 de diciembre de 1935, con la muerte de Gómez
Z
C
O
y la entrada de Venezuela en el siglo XX.
E
El paludismo fue una plaga que azotó a nuestro país du-
P
N
rante muchos años y el autor lo refleja en su novela. Esta
E
D
V
epidemia marcó al pueblo venezolano no solo en su novelís-
S
N
tica, sino que en todos los recuerdos de la época veremos la
E
A
U
influencia del paludismo. Asimismo, en otra novela del au-
D
S
F
tor, titulada Fiebre, el protagonista muere de fiebre probable-
A
E
90 mente palúdica, sin embargo es la fiebre de libertad que
I
R
quiere representar Miguel Otero Silva en esta otra novela,
R
O
inspirada también en la época gomecista.
P
T
Guardando las distancias, Casas muertas podría aseme-
M
S
jarse al Decamerón de Giovanni Boccaccio, en la que diez jó-
I
E
venes que huyen de la peste bubónica se refugian en un
H
lugar seguro y comienzan a relatar cuentos mientras se va la
A
«peste negra». Sin embargo, Miguel Otero Silva nos dibuja un
L
país rural, que en plena dictadura gomecista va muriendo de
N
paludismo, pero que no es ajeno a la fiebre de libertad que ya
E
se había expandido en Venezuela. Finalmente, con la llegada
de Arnoldo Gabaldón al Ministerio de Sanidad, se implemen-
S
A
92
momento estuvieron presentes en
la fallida operación quirúrgica
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
20 ¡ S I E L G E N E R A L S E VA ,
USTEDES
S E VA N C O N É L !
A
N
R
colónica —trayecto anormal entre el colon y la vejiga— y
L
A
Ó
mientras estaba en el Club Venezuela presentó una neuma-
E
U
L
I
turia (expulsión de gases por el chorro urinario). Inmediata-
Z
C
O
mente sus médicos más allegados se reunieron con él y le
E
plantearon la necesidad de una intervención quirúrgica pa-
P
N
ra curarlo. Así, el 9 de febrero de 1907 se improvisó un quiró-
E
D
V
fano en la quinta La Guzmania, en Macuto (resulta curioso
S
N
que no se operara en el Hospital Vargas, que venía funcio-
E
A
U
nando desde 1891). Participaron en la operación los ciruja-
D
S
F
nos Pablo Acosta Ortiz, llamado «El Mago del Bisturí» o «El
A
E
94 Príncipe de la Cirugía»; José Rafael Revenga, su médico per-
I
R
sonal, y Lino A. Clemente, quien sirvió de anestesista (para la
R
O
época la anestesia no era una especialidad y, por lo tanto, no
P
T
existían los anestesiólogos). En un momento de la inter-
M
S
vención hubo una brusca caída de la presión arterial, acom-
I
E
pañada de arritmias, probablemente por el uso del cloro-
H
formo, ante lo que el anestesista dice: «Se nos va». En ese ins-
A
tante, miembros de la «Guardia Negra», o esbirros de Castro,
L
cargan las pajizas —escopetas de la época— y exclaman: «Si
N
el general se va, ustedes se van con él», motivo por el cual el
E
doctor Acosta Ortiz decidió no continuar con la operación y
despertar al paciente. Luego de esto, le recomendaron al ge-
S
A
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
21 UN PRESIDENTE
QUE NO SE QUERÍA
OPERAR
A
N
R
se pueda orinar durante la erección. Tiende a crecer a me-
L
A
Ó
dida que aumenta la edad y esto se conoce como hiperplasia
E
U
L
I
prostática, que es un motivo frecuente de consulta al uró-
Z
C
O
logo. Pues bien, nuestro Benemérito, bien sea por la edad o
E
por enfermedades de transmisión sexual, sufría de hiper-
P
N
plasia prostática, al punto de que «se le trancaba» la orina. A
E
D
V
veces duraba días sin orinar y debía ser dilatado con disposi-
S
N
tivos especiales. Fueron muchos los médicos que lo vieron,
E
A
U
entre ellos los doctores Luis Gregorio Chacín Itriago, Ma-
D
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nuel Núñez Tovar, Rafael González Rincones, Adolfo Bue-
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98 no, Elías Rodríguez, Ramón Ignacio Méndez Llamozas y
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Henrique Toledo Trujillo. El doctor Toledo Trujillo había si-
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do discípulo en Francia del eminente urólogo parisino, doc-
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tor Georges Jean Baptiste Marion, quien había inventado
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una sonda uretrovesical, que el galeno venezolano aplicaba
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al general. Esta sonda a veces duraba hasta 48 horas puesta
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para poder mantener la dilatación en el tiempo.
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En 1932, por sugerencia del doctor Toledo Trujillo, el doc-
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tor Marion es traído a Caracas para que operara al general.
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Suponemos que, en virtud de lo que le había hecho a su com-
E
padre Castro cuando viajó a Europa a intervenirse, Gómez
decidió que no se operaría en París y prefirió que el doctor
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99
Doctor Rafael González Rincones
Diógenes Escalante (centro),
100
embajador de Venezuela en los
Estados Unidos
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E M P R E S A S P O L A R
22 C UA N D O U N A
ENFERMEDAD
CAMBIÓ
LA HISTORIA
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cuela de Chorrillos, en Lima, Perú, quienes tenían sus pro-
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pias exigencias, se buscó un candidato de consenso que ga-
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rantizara las reivindicaciones de todos los sectores. Este
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candidato fue el doctor Diógenes Escalante. Por este motivo,
E
Rómulo Betancourt y Raúl Leoni viajaron a Washington a
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entrevistarse con él y a pedirle que aceptara la candidatura
E
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V
presidencial para poner fin a la crisis política e iniciar un
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conjunto de reformas democráticas.
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Escalante aceptó la postulación y el 8 de agosto de 1945
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llegó a Maiquetía, donde fue recibido con honores de jefe de
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102 Estado. Un total de 1.279 automóviles bajaron al aeropuerto.
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Allí fue recibido personalmente por Arturo Uslar Pietri, mi-
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nistro de Relaciones Interiores; Jóvito Villalba, Rafael Vegas
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y Ramón Díaz Sánchez, entre otros. Sin duda alguna, este
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hombre representaba la transición pacífica hacia la demo-
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cracia y el fin del fantasma del gomecismo, encarnado por la
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amenaza de reelección de Eleazar López Contreras.
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Sin embargo, el 2 de septiembre de 1945, mientras se alo-
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jaba en la suite presidencial del Hotel Ávila, y antes de una
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reunión pautada con el presidente Medina Angarita, el fu-
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turo mandatario comenzó a desvariar mentalmente. Repe-
tía de manera incesante que alguien le había robado sus ca-
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104
muerte de Juan Vicente Gómez
aún permanece
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23 ¿CUÁNDO MURIÓ
EL GENERAL
J UA N V I C E N T E
GÓMEZ?
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de Jahn, Enrique Márquez Iragorri y Samuel Niño, no se
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apartaron de él hasta el momento de su deceso.
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El 15 de diciembre de 1935 presentó un paro cardiorrespi-
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ratorio, del cual se recuperó luego de que fuera revivido por
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sus médicos. Ese mismo día presentó anuria, es decir que
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dejó de orinar, por el recrudecimiento de su enfermedad. El
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17 de diciembre de 1935, a las 11:45 p.m., el general Gómez
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dejó de existir, casualmente en el aniversario de la muerte
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del Libertador. El acta de defunción fue firmada por su mé-
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dico y yerno, el doctor José Vicente López Rodríguez. El 19
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106 de diciembre de 1935 fue trasladado al panteón de la familia
I
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Gómez, en el cementerio de Maracay, en donde reposaban
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los restos de su hijo Alí y de su hermano Pedro.
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Sin embargo, debido al hecho ocurrido el 15 de diciembre
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con el paro cardiorrespiratorio y posterior empeoramiento
I
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de la salud del general, comenzó a correrse el rumor de que
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el general Gómez había muerto. Estos rumores llegaron has-
A
ta Caracas, en donde ya se sabía de la enfermedad del dicta-
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dor y solo se esperaba su desenlace fatal. En Maracay había
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gran tensión, al igual que en el resto del país. Recordemos
E
que para la fecha Venezuela vivía en régimen de dictadura
y, por tanto, la prensa estaba censurada; ningún periódico se
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represalias.
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la del Libertador.
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al general Gómez
El doctor Julio de Armas formó
parte del equipo médico que practicó la autopsia
107
Hospital Universitario de Caracas, inaugurado en 1956
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24 U N H O S P I TA L
PA R A L A
UNIVERSIDAD
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abrió sus puertas a la comunidad el Hospital de la Ciudad
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Universitaria. Se continuaba así un proceso que se había ini-
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ciado con el Hospital Vargas, en 1891: la modernización de la
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medicina venezolana. Como dato curioso, el mismo día de la
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inauguración, el 16 de mayo de 1956, una señora procedente
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N
de Río Chico, estado Miranda, dio a luz a un varón, que será
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considerado el primer paciente del hospital. El niño fue lla-
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N
mado Marcos en honor del presidente de la República.
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El HUC cumplirá varias funciones, pero la más impor-
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tante será la docencia, pues allí se formarán los médicos egre-
A
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110 sados de la Universidad Central de Venezuela. Se inauguran
I
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nuevos postgrados, con altos niveles de calidad, y se crean
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servicios médicos que hasta entonces no existían en el país.
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Actualmente el HUC es uno de los centros asistenciales
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S
mejor equipados de Venezuela, en donde se han realizado
I
E
intervenciones pioneras en la medicina nacional. Es el único
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centro público que posee una unidad de medicina robótica y
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el único hospital tipo IV de la ciudad de Caracas, es decir, que
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ofrece todos los servicios. Además, es sede de una escuela de
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medicina.
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En los actuales momentos en que la medicina venezo-
lana vive una de sus peores crisis, tanto en lo económico
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es por ellas que vale la pena seguir luchando por la salud del
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pueblo venezolano
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La estructura de este hospital es parte de la
Ciudad Universitaria de Caracas, declarada patrimonio de la
humanidad por la Unesco en el año 2000
El doctor Nicanor Guardia
112
fue uno de los promotores del Instituto
Pasteur de Caracas
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25 EL INSTITUTO
PA S T E U R D E C A R A C A S :
LA PRIMERA
INSTITUCIÓN
C I E N T Í F I C A P R I VA D A
DE VENEZUELA
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un aporte importante para el financiamiento de esta inicia-
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tiva. La revista El Cojo Ilustrado lanzó una campaña de reco-
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lección de fondos con el mismo fin.
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El 1.° de abril de 1895 quedó instalado el Instituto Pasteur
E
de Caracas, en la casa n.° 103, entre las esquinas de Cruz
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Verde a Velásquez, en la parroquia Santa Teresa. Curiosa-
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mente esta casa había pertenecido al escritor Cecilio Acosta,
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tío del doctor Pablo Acosta Ortiz. Fue el primer instituto de
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investigación científica que funciono como tal, pues poseía
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docencia, investigación y elaboración de vacunas para la co-
A
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114 munidad. Allí se produjeron las vacunas contra la difteria, la
I
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rabia y la viruela. Se entrenó a jóvenes en el arte de la mi-
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croscopía clínica, destacándose en estas labores el bachiller
P
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Rafael Rangel. También se realizaron investigaciones sobre
M
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parasitosis y otras enfermedades que aquejaban al venezo-
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lano de la época.
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Para los años de su fundación, el instituto vivía su mejor
A
momento y mientras lo dirigió el doctor Santos Aníbal Do-
L
mínici las relaciones con el gobierno del general Joaquín
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Crespo fueron excelentes. Para el año 1896 el Congreso de-
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cretó una ayuda de Bs. 40 mil para el instituto y 800 men-
suales para su mantenimiento. Pero al cambiar el gobierno
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Gobierno.
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26 LAS EPIDEMIAS
EN LA OBRA
DE GALLEGOS
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que padecen los personajes, de fiebres que hay que sudar y
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de fiebres que matan.
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Cabe mencionar que la lepra es otra de las enfermedades
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que menciona con recurrencia en sus novelas y cuentos.
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Para la época, este mal aún no había sido erradicado y era
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frecuente en nuestro país. En la novela Pobre Negro, Cecilio,
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el hermano de Luisana, tiene un diálogo con ella en el que le
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informa que tiene la lepra. Pinchándose la mano con un al-
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filer le demuestra que no siente nada y le pide que no toque
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su sangre, pues está envenenada. Evidentemente, el Myco-
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118 bacterium leprae, causante de la enfermedad, ataca los ner-
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vios periféricos disminuyendo la sensibilidad.
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Otras enfermedades aludidas por el autor son la fiebre
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amarilla, la tuberculosis y diferentes parasitosis, casi todas
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S
ellas dignas de ser incluidas en un tratado de medicina tro-
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pical. En una Venezuela rural con altos índices de analfabe-
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tismo, con mucha miseria y falta de higiene, era natural que
A
estos padecimientos fueran parte de la lucha diaria del ve-
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nezolano de la época por sobrevivir.
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Por último y no por ser menos importante, debo mencio-
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nar que el alcance a los servicios médicos era muy limitado,
y aunque la medicina a escala mundial estuviera progre-
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Sin embargo, en pleno siglo XXI hemos visto cómo han re-
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27 N O TA S S OB R E
LA HISTORIA DE LA
ANESTESIA
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años después se controló la hemorragia y luego la infección.
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La cirugía había alcanzado su mayoría de edad.
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En 1847, apenas unos meses después de haberse realizado
Z
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dicho descubrimiento, el doctor Blas Valbuena realizó la pri-
E
mera anestesia con éter sulfúrico en Venezuela, específica-
P
N
mente en la ciudad de Maracaibo, comenzando así la era de la
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V
anestesia general en nuestro país. En 1849, el doctor Eliseo
S
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Acosta consolidó la era anestésica al emplear en Caracas por
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primera vez el cloroformo como anestésico general.
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Por último, quiero dejar un pensamiento del cirujano del
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122 siglo XX Bertrand Gosset:
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La historia de la cirugía es una historia de los últimos 100 años.
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Se inicia en 1846 con el descubrimiento de la anestesia, por lo
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tanto, con la posibilidad de operar sin dolor. Todo lo anterior a
I
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tal fecha no pasa de ser una noche de ignorancia, sufrimiento y
estéril tanteo en la oscuridad. En cambio, la historia de los últi-
A
11
mos 100 años ofrece el panorama más grandioso que conoce la
L
Jürgen Thorwald. El siglo
humanidad11
de los cirujanos. Barcelona:
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Ediciones Destino, 1956.
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John Collins Warren
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El doctor Blas Valbuena fue el iniciador
de la era de la anestesia general en Venezuela
123
Papaver somniferum, llamada
124
comúnmente adormidera o «planta
del opio»
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E M P R E S A S P O L A R
28 LA MORFINA
EN NUESTRAS
VIDAS
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vados, como la heroína, la morfina, la codeína, etc. Esto llevó
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a un gran contrabando del producto desde China, cuyo go-
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bierno, preocupado por el comercio ilegal, trató de imponer
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leyes para limitarlo. Gran Bretaña y Francia se negaron a
E
acatar dichas leyes, dando comienzo, a mediados del siglo XIX,
P
N
a las guerras del Opio. Los chinos perdieron este desigual
E
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conflicto y los ingleses obtuvieron como botín de guerra el
S
N
puerto y la ciudad de Hong Kong, desde donde partirían los
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barcos que comercializarían el opio en Europa y en el resto
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F
del mundo. Finalmente, en 1997, Hong Kong fue devuelta a
A
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126 China después de 155 años.
I
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Volviendo a nuestro tema: hoy en día se usan el opio y
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sus derivados de la mejor y más profesional manera. En anes-
P
T
tesiología existen derivados sintéticos del mismo llamados
M
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Fentanil, Ramifentanil y Alfentanil, entre otros, los cuales
I
E
proporcionan el mejor confort y profundidad anestésica du-
H
rante la intervención quirúrgica, liberando al paciente de todo
A
dolor. En las unidades de cuidados intensivos, los intensivistas
L
usamos estos derivados y la morfina para provocar analgesia
N
(alivio del dolor) y sedación, manteniendo al paciente las 24
E
horas vigilado para evitar cualquier eventualidad.
De manera que ya la frase «le están poniendo morfina»
S
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128
precursor de la enseñanza de la
obstetricia en Venezuela
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29 J O S É M A R Í A VA R G A S
Y LA OBSTETRICIA
VENEZOLANA
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la poca higiene a la hora de atender el parto, decidió tomar
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una medida sanitaria significativa: el control de las coma-
E
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I
dronas. Para ello convocó a estas servidoras obstétricas y las
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educó. Les enseñó sobre la importancia de la higiene, el la-
E
vado de manos y de la cura del muñón del cordón umbilical
P
N
para que no se infectara y así evitar el tétano neonatal, que
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V
era una de las primeras causas de mortalidad a esa temprana
S
N
edad. Esto trajo como consecuencia la disminución de la mor-
E
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talidad tanto infantil como materna, pues de alguna manera
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la higiene evitaba las infecciones puerperales.
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130 Podríamos concluir que Vargas fue el primer venezola-
I
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no que se formó como obstetra en el extranjero —como ya di-
R
O
jimos, en Edimburgo—, y que empleó sus conocimientos al
P
T
servicio del país. Precursor de la enseñanza de la obstetricia,
M
S
introdujo el fórceps en Venezuela y realizó una labor de
I
E
educación con las comadronas. Cada vez hay más méritos
H
para pensar que José María Vargas fue un personaje fuera
A
de serie, quien con su sapiencia y humildad dio mucho a nues-
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tra nación
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Fórceps obstétricos, 1750
132
realizó novedosas intervenciones
quirúrgicas en el país
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30 LA PRIMERA
CIRUGÍA ABDOMINAL
EN VENEZUELA
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tomía —extracción quirúrgica del tumor—, a lo que la joven
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accedió. Fue mandada a construir una mesa operatoria es-
E
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I
pecialmente para este procedimiento y se fijó el 31 de agosto
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de 1874 para la operación. Ese día se reunieron en una casa
E
de Maracaibo, en la calle del Registro —hoy Francisco Euge-
P
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nio Bustamante—, un grupo de galenos que aún discutían
E
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V
sobre el procedimiento. La mayoría se encontraba en desa-
S
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cuerdo, por no haberse practicado nunca en Venezuela
E
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semejante operación digna de las grandes salas quirúrgicas
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de Europa. Muchos colegas se opusieron e incluso tilda-
A
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134 ron de «barbaridad quirúrgica» las pretensiones del doctor
I
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Bustamante.
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Luego de esta discusión el doctor Bustamante le pregun-
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tó a la paciente si aún deseaba someterse a la intervención, a
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lo que ella respondió: «Doctor, a Dios y a sus manos me en-
I
E
trego. Haga en mí lo que quiera», y el galeno dijo que se reali-
H
zaría la operación. El doctor Carlos Luis Sánchez, asistente
A
del doctor Bustamante, se encargó de darle anestesia con
L
cloroformo; el doctor Francisco Suárez estuvo pendiente del
N
pulso, mientras que los doctores Gregorio Fidel Méndez y
E
Ángel Martínez Sanz ayudaron en la operación. El doctor
Bustamante realizó una incisión en la línea media abdomi-
S
A
abdominal en Venezuela
En esta ciudad se realiza la primera cirugía
135
Fachada de la Escuela de Enfermería de la UCV, antes Escuela
Básica de Medicina. Fotografía Sandra Bracho
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31 LA ESCUELA
BÁSICA DE MEDICINA
DE LA UCV
Una de las décadas más controversiales del siglo pasado fue 137
la de los años 1960: la guerra de Vietnam, la lucha por los de-
rechos civiles de las minorías estadounidenses, la liberación
sexual, la liberación femenina, la píldora, el aborto, el amor
libre, los hippies, etc. A finales de esa misma década Europa
estaba convulsionada con un movimiento estudiantil muy
poderoso, al que después se sumaron otros sectores, como
los obreros y trabajadores de diferentes grupos, quienes
protestaban en contra del sistema político-social y econó-
mico establecido. Este movimiento fue conocido como el
«Mayo Francés», y se extendió por varios países de Europa y
de América.
En Venezuela era la época del primer gobierno del doctor
Rafael Caldera, de la pacificación de las guerrillas, de las pro-
testas estudiantiles en la universidad y de los frentes guerri-
lleros urbanos. Para finales de 1969 se habían agudizado las
tensiones de los estudiantes de la UCV, quienes el 29 de oc-
tubre de 1969 tomaron la Ciudad Universitaria en protesta
por el asesinato de un estudiante en la cárcel de La Pica. El
saldo de esta manifestación fue de cinco jóvenes heridos y
85 detenidos. El presidente declaró en cadena nacional la in-
gobernabilidad en el recinto universitario, motivo por el
cual el 31 de octubre decidió el allanamiento y posteriormen-
te el cierre de la casa de estudios.
Durante los casi dos años que permaneció cerrada la uni-
A
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versidad se acumuló una gran cantidad de bachilleres que
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deseaban ingresar al sistema de educación superior. Para
E
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aquella época se contaba con menor número de universida-
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des en todo el país, y la carrera de Medicina era una de las
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más solicitadas y con menor capacidad para acoger a los as-
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pirantes. Cuando se reabrió la universidad, en 1971, varias
E
D
V
promociones de bachilleres exigían ingresar a ella para estu-
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diar medicina. El Consejo Universitario de la UCV tomó
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entonces la decisión de comprar un viejo monasterio que
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pertenecía a la congregación de La Salle y estaba ubicado en
A
E
138 la urbanización Sebucán, con la intención de crear allí el Ciclo
I
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Básico de la Facultad de Medicina. Todas las carreras de la
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salud: Medicina, Bioanálisis, Nutrición y Dietética pasarían
P
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por este ciclo básico antes de entrar a las carreras profesio-
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nales en la Ciudad Universitaria.
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Esta escuela llevó el nombre de Lorenzo Campins y Ba-
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llester, quien fuera el fundador de los estudios médicos en
A
Venezuela. Sin embargo, el Ciclo Básico o la «Básica», como le
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llamábamos, o también «Sebucán», se convirtió en una ver-
N
dadera pesadilla para muchos estudiantes que deseaban es-
E
tudiar medicina. Era tal el número de alumnos, que en un
momento llegaron a ser más de 2.000. Las materias que se
S
A
que pasamos por este Ciclo Básico, algunos con suerte salía-
A
T
cación superior.
A
A principios de la década de 1990 el Consejo Universitario
eliminó el Ciclo Básico bajo el entendido de que, en sus casi
veinte años de existencia, solo sirvió como muro de conten-
ción y de filtro para los estudiantes que querían ser médicos.
Actualmente allí funciona la Escuela Experimental de
Enfermería de la UCV, sin embargo este lugar quedará como
un recuerdo para varias generaciones de médicos que pasa-
mos por este recinto y aún nos preguntamos ¿para qué?
La edificación fue construida por los
139
El Hospital General de Boston coronado por la
llamada «cúpula del éter», 1846-1847
F U N D A C I Ó N
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E M P R E S A S P O L A R
32 ¡ S E PA S A RON
DE ANESTESIA!
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tualmente la vía aérea del paciente se encuentra protegida
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mediante un tubo orotraqueal insertado a través de la boca
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y conectado a un respirador artificial.
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De manera que la antigua frase «Se pasaron de anestesia»
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ya no debería ser usada, pues en la actualidad nadie «se pasa
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de anestesia». Los anestesiólogos están debidamente entre-
E
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V
nados en el tratamiento y mantenimiento de la anestesia
S
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durante la intervención quirúrgica, aunque es posible que
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puedan ocurrir accidentes, muchas veces fatales, en la sala
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operatoria. Hay que averiguar las causas inherentes al pa-
A
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142 ciente, a la cirugía y a las técnicas anestésicas. Nunca hay que
I
R
descartar el error humano, pero lo cierto es que si se aplican
R
O
las dosis adecuadas, de acuerdo con el peso y la talla del pa-
P
T
ciente, es muy improbable que ocurra alguna eventualidad.
M
S
Para concluir solo basta recordar una anécdota venezo-
I
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lana sobre el uso del cloroformo. Cuando fueron a operar a
H
Cipriano Castro en 1908, el cirujano Pablo Acosta Ortiz se
A
dio cuenta de que el cloroformo le estaba produciendo arrit-
L
mias al general. Inmediatamente mandó a detener la ope-
N
ración y lo refirió al exterior, en donde se debía operar con
E
mayores facilidades que las ofrecidas por Venezuela para
aquel entonces. Castro partió de La Guaira el 24 de noviem-
S
A
historia…
I
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Morton utiliza por primera vez el éter
como anestésico en 1846
144
La covada fue práctica común en varios
pueblos indígenas venezolanos
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33 L A C O VA D A
EN VENEZUELA
A
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por espacio de 8 días. Durante este tiempo solo se alimenta de
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sardinas, si come animales de cacería entonces al niño le brota-
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rán manchas en la piel […] No puede pescar, ni cazar ni trabajar,
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porque cada vez que hiera, hale, corte o golpee se inflamará el
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12
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ombligo del recién venido12.
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Ricardo Archila y Pedro Gutiérrez Alfaro.
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La obstetricia en Venezuela. Caracas: Editorial
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Desde el punto de vista social había una implicación im-
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Ragón, C.A., 1955.
portante, debido a que, de alguna manera, con este acto, el
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hombre está reconociendo que es el padre de la criatura.
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También implica un mayor acercamiento del padre con el
A
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146 hijo, pues durante este período es él quien se encarga de los
I
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cuidados de la criatura mientras la madre se encarga de
R
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atenderlos y alimentarlos.
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T
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L A C OVA DA H OY E N D Í A
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Cada vez es más frecuente ver a hombres acompañando a
H
sus mujeres a la consulta prenatal, a comprar la ropa del be-
A
bé y hasta realizan los cursos de parto con ellas. Hay una
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identificación del hombre con la mujer embarazada. Desde
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el punto de vista legal hay leyes que regulan el permiso pos-
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natal para el hombre, beneficio que también contempla la le-
gislación venezolana.
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148
trabajando en el microscopio electrónico
del IVNIC
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A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
34 UN INSTITUTO
PA R A E L C E R E B RO
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tras traídas de la luna.
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En 1950 el doctor Fernández–Morán publicó sus ideas
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sobre la fundación de un instituto venezolano para la inves-
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tigación del cerebro en la naciente revista Acta Científica
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Venezolana. En las páginas de esta publicación fundamen-
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taba sus opiniones de la siguiente manera:
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El conocimiento del cerebro y de sus funciones es el problema
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clave de nuestra civilización. La evolución del pensamiento y de
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la cultura humana puede considerarse como proyección perpe-
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150 tuada de ciertas funciones del cerebro, aunque el proceso crea-
I
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dor haya sido obra de pocos ejemplares. Solo cuando la compleji-
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dad del mundo conjurado por el cerebro escapa a su influencia y
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amenaza destruir al hombre mismo, se plantea el problema de
M
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conocer a fondo las funciones de este órgano. Todo esfuerzo in-
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vertido en la investigación del cerebro es contribución directa a
la solución del grave problema de las enfermedades mentales y
A
13
del sistema nervioso13.
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Humberto Fernández-Morán. «Ideas generales
N
En este artículo esboza todo lo necesario para la creación
E
investigaciones del cerebro». Acta Científica
de una institución exclusiva en investigaciones cerebrales y
Venezolana, Vol. 1, n.° 3. Caracas, septiembre-
cómo debía estructurarse. Estas ideas captan el interés del
S
octubre de 1950.
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152
en un retrato firmado por Ramírez
y Compañía
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35 ¡SE MUERE
EL HERMANO DEL
PRESIDENTE!
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lo busquen!».
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Esa tarde llegó el doctor José Gregorio Hernández a su
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consulta para la gente pobre, una consulta gratuita que rea-
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lizaba para aquellas personas que no tenían cómo pagar a un
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médico. El general Pimentel, quien había sido comisionado
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para buscar al doctor Hernández, entró en la consulta y le
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pidió que lo acompañara, pues el presidente lo necesitaba. El
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doctor Hernández le respondió que lo acompañaría con mu-
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cho gusto, luego de pasar la consulta de la gente pobre. El ge-
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neral Pimentel le explicó entonces que se trataba del her-
A
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154 mano del presidente, quien se encontraba en sumo estado
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de gravedad. El doctor Hernández accedió; se excusó con sus
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pacientes y les pidió que lo esperaran, informándoles que re-
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gresaría luego de ver al hermano del presidente.
M
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El doctor Hernández fue escoltado hasta Miraflores, en
I
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donde yacía el general Juancho Gómez. Luego de exami-
H
narlo, le recetó algunos medicamentos que rápidamente
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fueron a adquirir en la botica. El doctor Hernández regresó
L
esa tarde a la consulta de sus enfermos pobres, quienes lo
N
esperaban. Volvió en los siguientes días a Miraflores para
E
seguir la evolución del paciente, quien presentó una mejo-
ría milagrosa.
S
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155
El doctor Yáber Pérez es autor
de varios libros sobre el
doctor José Gregorio Hernández
Lya Imber de Coronil fue la
primera mujer en obtener el título de
156
doctor en Ciencias Médicas
en una universidad venezolana
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36 LA PRIMERA
M UJ E R M É D I C O D E
VENEZUELA
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tancia. En 1954 fue secretaria general del Consejo Venezo-
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lano del Niño y directora del Hospital de Niños entre 1968 y
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1971. En el Ministerio de Sanidad fundó una consulta para
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niños procedentes de otras latitudes. En 1941 se convirtió en
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la primera mujer en integrar la junta directiva del Colegio de
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Médicos del Distrito Federal; fue presidenta del consejo di-
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V
rectivo de la Unión Internacional para la Protección de la In-
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fancia, con sede en Ginebra, Suiza; fundadora y presidenta
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de la Liga Venezolana de Higiene Mental en 1941, y miem-
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bro de la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura y
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158 tesorera de su primera junta directiva (1939-1941).
I
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Dictó cursos sobre recién nacidos prematuros, y de plani-
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ficación y orientación familiar, en Venezuela y en otros paí-
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ses, como El Salvador, Cuba, Haití, Bélgica, Francia, Inglate-
M
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rra, Yugoslavia, Ecuador, Colombia, Argentina, Kenia, Gua-
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temala y México. Su labor académica fue impecable. Ejerció
H
como profesora de pediatría y puericultura en la Universi-
A
dad Central de Venezuela, donde obtuvo la categoría de pro-
L
fesora titular en 1958. Su labor fue reconocida con las órde-
N
nes Diego de Losada, 27 de Junio, Mérito al Trabajo, Fran-
E
cisco de Miranda, Andrés Bello y la medalla de la Sociedad
Venezolana de Puericultura y Pediatría.
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mujer venezolana
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La doctora Lya Imber de Coronil
destaca en la imagen como la única mujer
entre sus colegas del Hospital Vargas
Edificio del reactor RV-1, construido por
la compañía Shaw, Metz and Dolio, de Chicago
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37 VENEZUELA
ENTRA EN LA ERA
NUCLEAR
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IVNIC (Instituto Venezolano de Neurología e Investigacio-
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nes Cerebrales), con fines de investigación científica.
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El contrato fue firmado por la Compañía General Electric para la
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construcción de un reactor de investigación de regular tamaño
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(3MW) de tipo piscina, que funcionaría con uranio enriquecido
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al 20%. La arquitectura del edificio se confió a la compañía Shaw,
S
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Metz and Dolio, de Chicago; Walter Zinn, de la General Nuclear
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Engineering Corporation, Dunedin, Florida, fue utilizado como
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consultante. La evaluación del sitio fue realizada por K. O. Done-
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162 lian y sus asociados, de la Nuclear Development Corporation of
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14
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America14.
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Marcel Roche. «Reactor, radioisótopos y energía
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nuclear: sus avatares en Venezuela».
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Realmente la construcción y puesta en funcionamiento
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Interciencias, Vol. 6, n.° 2. Caracas, marzo-abril
del reactor nuclear del IVNIC marcó un hito histórico para
I
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de 1981, pp. 86-92.
la ciencia venezolana. Venezuela fue el primer país latinoa-
H
mericano en contar con un reactor nuclear. Gracias a los es-
A
fuerzos de Humberto Fernández-Morán, quien, además,
L
participó como miembro de la delegación oficial venezolana
N
en la Conferencia Internacional sobre la Utilización de la
E
Energía Atómica con Fines Pacíficos, celebrada en Ginebra
en agosto de 1955.
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164
sepsis puerperal en el
Hospital General de Viena
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38 ¡ L ÁV E N S E
LAS MANOS!
¡ L ÁV E N S E
LAS MANOS!
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confirmaron cuando en la sala de autopsias un colega acci-
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dentalmente se hirió con un bisturí contaminado luego de
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abrir un cadáver. En pocos días el colega presentó los mis-
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mos síntomas de fiebre y fetidez de las mujeres embaraza-
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das y posteriormente falleció.
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El doctor Semmelweis concluyó entonces que existía una
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«materia cadavérica que contaminaba las carnes de los pa-
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cientes». Rápidamente ordenó que los estudiantes de medi-
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cina, luego de salir de las salas de autopsia, se lavaran las ma-
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nos con una solución de cloruro de calcio antes de examinar
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166 a las pacientes. Era obligatorio hacerlo y de manera sorpren-
I
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dente se redujeron las muertes por infecciones puerperales
R
O
en el hospital. Esto demuestra cómo el doctor Semmelweis,
P
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ante un problema, aplicó el método científico de la observa-
M
S
ción y del diagnóstico para luego implementar una solución
I
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terapéutica.
H
Esta simple medida bajó el índice de mortalidad materna
A
en ese hospital, cuyos datos al ser comparados con los de
L
otras instituciones arrojaron una notoria diferencia. Es por
N
esto que, en el año 1857, el doctor Semmelweis escribió su
E
obra De la etiología, el concepto y la profilaxis de la fiebre puer-
peral, como un aporte a la humanidad para el control de este
S
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168
hospitales y fue consejero espiritual
del presidente de la República
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39 E L B RUJ O
QUE QUERÍA SER
RECTOR DE
LA UNIVERSIDAD
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la República y lo nombró director general del Hospital de San
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Lázaro y el de Enajenados de Los Teques, desplazando al mé-
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dico director del mismo. Obviamente que contó con una re-
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muneración jugosa para la época, además de un contrato por
E
el cual el Gobierno le compraría las medicinas, provenientes,
P
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por supuesto, de su botica ubicada en la esquina de Madrices.
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Para agosto de 1884 presentó algunos casos de «curación»
S
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de los enajenados mentales. Aún permanece en la oscuridad
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del tiempo si realmente fueron curados; lo cierto es que has-
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ta en la Gaceta Oficial se reseñó el episodio y Romero recibió
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170 una buena bonificación. En 1885 viajó a los Estados Uni-
I
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dos, de donde regresó con un título de Doctor en Ciencias
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Médicas y Quirúrgicas, expedido por el Colegio Médico de
P
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Bellevue, de Boston; un curioso nombramiento para alguien
M
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que no era médico.
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Telmo Romero escribió un libro titulado El bien general, el
H
cual fue mandado a reproducir por el Gobierno. En el libro
A
exponía sus teorías sobre la salud, los medicamentos, las di-
L
ferentes yerbas y sus fórmulas para curaciones, todos basa-
N
dos en su experiencia y, según él, en la sabiduría milenaria
E
de los indígenas de la cual se hacía llamar heredero.
Para 1886 se corrió el rumor de que Telmo Romero sería
S
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medicinas.
A
A raíz de la protesta que generó este rumor y el apoyo que
recibieron los estudiantes de las autoridades universitarias,
el Gobierno decidió no nombrar rector a Romero y este fue
el principio de su caída. Un año después, en 1887, Telmo Ro-
mero moriría de tuberculosis, sin fama ni fortuna y olvidado
por la historia
Al pie de la estatua de Vargas, obra de
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40 LOS MÉDICOS
DE LA GENERACIÓN
DEL 28
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encontrar abogados, escritores y otros profesionales. Quiero
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entonces destacar a tres médicos de esta generación, porque
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de alguna manera en los estudiantes de medicina se en-
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cuentra también presente esa sensibilidad hacia el prójimo
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y en contra de la injusticia.
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El doctor Isaac Pardo (1905-2000) trabajó junto al doctor
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José Ignacio Baldó en la campaña antituberculosa, en el Sa-
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natorio Antituberculoso de El Algodonal. Fue fundador del
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partido Unión Republicana Democrática (URD) y conocido
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por su obra intelectual recogida en libros como Esta tierra de
A
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174 gracia, Fuegos bajo el agua y El Tirano Aguirre, entre otros.
I
R
Además, fue director del diario El Nacional.
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El doctor José Tomás Jiménez Arráiz (1904-1981) fue un
P
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médico obstetra, docente de la catedra de Obstetricia I del
M
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Hospital Universitario de Caracas. Ejerció la presidencia de
I
E
la Federación de Estudiantes de Venezuela en 1929. Se gra-
H
duó en España porque tuvo que salir de Venezuela a raíz de
A
la persecución que se desató contra los estudiantes a partir
L
de 1928. También se destacó como historiador de la medi-
N
cina y como médico sanitarista.
E
El doctor Arnoldo Gabaldón (1909-1990) fue un médico
sanitarista, paladín de la lucha contra el paludismo en Vene-
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175
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biusante.parisdescartes.fr/img/? p. 143
cote=001513 (Desc. 22-4-2015). Obra de Ernest Board, c. 1920. E
https://commons.wikimedia.org/
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p. 132 wiki/File:Morton_Ether_1846.jpg
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p. 144
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p. 136 Caracas.
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p. 148
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p. 152 p. 164
Fotografía Ramírez y Co. Academia http://ub.meduniwien.ac.at/
Nacional de Medicina, Caracas. BG/personen/Semmelweis/portraet.
Cortesía Fundación Bigott. html (Desc. 3-5-2015).
p. 155 p. 167
Fotografía Daniel José Sánchez Silva. http://en.wikipedia.org/wiki/Vienna_
General_Hospital (Desc. 3-5-2015).
p. 156
Colección Catalá. Archivo Audiovi- p. 168
sual, BNV, Caracas. Libros Raros y Manuscritos, BNV,
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p. 159
Fotografía Luis Felipe Toro. Archivo p. 171
Audiovisual, BNV, Caracas. Fotografía Luis Felipe Toro. Archivo
Audiovisual, BNV, Caracas.
p. 160
Archivo fotográfico del IVIC. p. 172
Archivo Maribel Espinoza.
p. 175
Colección Catalá. Archivo Audiovi-
sual, BNV, Caracas.
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J-00110574-3
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Ediciones
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Fundación Empresas Polar
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Segunda Avenida. Los Cortijos
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de Lourdes. Edificio Fundación
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Empresas Polar. Caracas,Venezuela
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Apartado postal 70943. Los Ruices
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Teléfonos: (0212) 2027549, 2027561
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Fax: (0212) 2027522
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www.fundacionempresaspolar.org
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ediciones@fundacionempresaspolar.org
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Caracas, 2015 Coordinación editorial 189
Gisela Goyo
Hecho el Depósito de Ley
Depósito Legal Edición de textos, investigación gráfica
lf25920159002163 y corrección
Maribel Espinoza
ISBN 978-980-379-359-3
Diseño gráfico
Eduardo Chumaceiro d’E.
Impresión
Arte Tip
Tiraje
500 ejemplares
FIN
15 | 09 | 2015
Caracas, Venezuela
F U N D A C I Ó N
A N É C D O T A S M É D I C A S E N L A H I S T O R I A D E V E N E Z U E L A
E M P R E S A S P O L A R
Daniel José
Sánchez Silva