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CORAZONES, LUCES Y RECUERDOS

lunes, mayo 24, 2021

Un saludo cordial para todos los que llegan a leer este Blog. En esta primera publicación, he
querido dejarles una reflexión de mi autoría, redactada un domingo del mes de julio de 2017.
Después de celebrar las eucaristías de la mañana, me senté en mi escritorio algo pensativo
sobre el camino espiritual de cada persona. Entonces, pedí al Señor su guía para relatar en
forma de verso, sin mucha elaboración gramatical y poética, una guía sobre las enseñanzas que
deseaba impartir a mi comunidad de feligreses. Fue así como surgió el siguiente escrito, que he
querido compartir con ustedes, esperando que dejen sus comentarios si se sienten identificados
con alguna parte de este relato. ¡Dios los bendiga siempre! 

Padre Gabriel Quintero.

CORAZONES, LUCES Y RECUERDOS


Caminaba por la tarde solitario
por la senda que conduce a los recuerdos,
y vi tantos recuerdos conocidos
pero en ninguno encontraba lo que quiero.

Me encontré de repente con un niño


cuyos ojos revelaban madurez
me tomó de impreviso de la mano
y me pidió ir con él a un recorrido.

Me llevó a una casa humilde pero hermosa,


cuyas paredes adornaban las voces residentes,
y salieron recuerdos de colores vivos,
de juegos, amigos, comidas y canciones.

Luego por la puerta atravesaron


otros recuerdos de semblante serio
noté que el niño apretaba más mi mano,
me pedía le evitara aquella escena
yo impotente le di sólo un abrazo.

Le dije: los dolores son parte de la vida,


forman la coraza necesaria,
para resistir lo agreste del camino
y para mantener protegido lo que vale
del error, del mal amigo y del engaño banal de los placeres.

Continuamos nuestro viaje y encontramos


el recuerdo de un joven soñador,
que nos saludó con euforia y esperanza
y nos mostró su inquieto corazón.
En él había luces de todos los colores, 
luces que por todo sentían admiración
pero eran luces frágiles y vulnerables
vulnerables como su tierno corazón.

Al caer la triste noche sobre todos,


aparecieron sombras a nuestro al rededor,
sombras de sombríos recuerdos
que nublaban el espíritu y la razón.

Y tomaron las luces de colores


y las fueron sacando de aquel corazón,
corazón curioso y terco que sin darse cuenta
cambió su hermoso brillo por un momento de atención.

Ya sin luces aquel joven buscaba


con qué llenar el vacío de su corazón,
confundióse tan pronto con su sombra
que lanzó lejos lo que antes 
exhibía con orgullo y con amor.

Buscaba con ansiedad enferma otros recuerdos


para que en la mañana al salir el sol,
no le sorprendiera su luz poniendo en evidencia
que se había quedado solo, sin brillo y sin valor.

El niño me soltó y salió corriendo


y al oído al muchacho susurró:
que volviera de nuevo a aquella casa
y aprendiera prudente la lección:

que no es débil quien llora y atrás mira


sino quien no tuvo el coraje de volver a buscar lo que perdió
¿¡Qué consejos me puede dar un niño!?
-petulante el muchacho resopló-,
los consejos los da quien ha vivido
o quien también perdió su corazón.

“La verdad es propia de la luz”


-el inocente niño respondió-
“la luz no es del que ha vivido
sino más bien del que nunca la perdió”

No hay edad para brillar


no hay edad para llevar la luz
brilla una estrella con siglos de existencia
y brilla un relámpago con todo su fulgor.
Y el niño le entregó una luz de su propio corazón
y el joven entendió y recapacitó,
que aquellas luces de colores tan hermosas
eran para alejar la tiniebla y el error,

que aquellas sombras que impactaban su mirada


eran la envidia de “aquel que ya perdió”,
de aquel cuyo odio formas toma
para llevar a otros a su misma condición.

Se levantó el joven de sus quejas


y de nuevo miró con ilusión, 
agradeció aquel obsequio inesperado
y con aquella luz, su propia luz buscó.

Cerca a un río otro recuerdo hallamos


a un sediento pensativo que su amistad brindó,
que pasaba las horas esperando
a ese alguien que de obsequio le trajese
la frescura y hermosura de todo un corazón.

¡Si estás sediento del río bebe!


-espontáneo el niño habló-,
que la ambición que tú tienes
no la calma sino Dios.

¡Chiquillo de amores tú no sabes!


-el sediento replicó-,
mi destino y dicha grande 
es volar junto a otro corazón.

Pronto vendrá quien libremente entregue


para mí su luz y amor,
quien reciba alegremente mi tesoro
y así calme la sed de mi interior.

Con mirada seria el niño sentenció:


Dudo que tu sed se calme
volando con otro corazón,
menester es que cada uno
sepa gobernar a su interior.

Los corazones se entrelazan por un tiempo


pero deben brillar con propia luz.
La renuncia a la esencia sólo deja
dos corazones rotos y una sola frustración.

Si tu sed no apaga el río,


no la calmará otro corazón.
Hay sedientos tan sedientos
que sufren de la sed mayor.
Sed de un corazón con brillo eterno
sed de un corazón siempre abierto,
sed de un corazón que es fuente inagotable,
sed de un Corazón Creador.

Busca un corazón brillante


pero no dejes tu don.
Paradoja cierta es esta
que para hacer feliz a alguien,
debes ser feliz primero tú.

Niño tú eres sabio


-aquel le contestó-
y enciendes con tu luz mi corazón.
Dime por qué sabes tanto, dime quién te lo enseñó.

-No es que sepa, no es que alguien me lo enseñó-


La verdad siempre es verdad delante de su observador
pero sólo el tiempo enseña a entender su resplandor.

Pronto el niño se me adelantó,


y frente al camino un gran espejo colocó,
-¿Por qué cortas, niño, mi camino, es que mal me veo yo?-

Has de saber caminante, que para tu camino recorrer,


debes ver en tu futuro el pasado y a tu presente volver.

Yo soy recuerdo y soy anhelo de lo que quieres construir.


Ellos son tú y tú eres yo, y por eso antes de seguir,
aquellas luces de colores debes perseguir.
Pero no te angusties, cuando estés preparado
También volverán a ti, y entonces con su luz 
develarás tu porvenir.

PADRE GABRIEL QUINTERO


https://www.jesusjoseymaria.org/blog

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