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𝐁𝐄𝐓𝐖𝐄𝐄𝐍 𝐏𝐀𝐆𝐄𝐒

𝘐 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘰𝘯𝘭𝘺 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘵𝘩𝘰𝘴𝘦 𝘷𝘰𝘪𝘤𝘦𝘴 𝘪𝘯 𝘮𝘺 𝘩𝘦𝘢𝘥 𝘵𝘩𝘢𝘵 𝘪𝘯𝘤𝘪𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘵𝘰 𝘧𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘢𝘨𝘢𝘪𝘯𝘴𝘵 𝘢𝘯𝘺𝘰𝘯𝘦 𝘣𝘦𝘤𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘐
𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘩𝘢𝘷𝘦 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘵𝘳𝘦𝘯𝘨𝘵𝘩 𝘵𝘰 𝘧𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘢𝘨𝘢𝘪𝘯𝘴𝘵 𝘮𝘺𝘴𝘦𝘭𝘧...

Había acabado muy perdido esa noche.

No había hablado con nadie, y lo único que tenía en mente eran sus propios pensamientos de los
que no era fácil escapar. Solo había una forma y era tan destructiva como familiar para él, una
costumbre difícil de dejar.

No hacía falta embriagarse hasta no recordar su nombre, ni apoyarse de algún ingrediente externo
para impulsarse a pelear con cualquier extraño que se encontrara. Siempre había sido fácil pelear,
los problemas llegaban a él como si fuera un atractor de estos, y así se metió en un callejón en el
que acabó rodeado por tres tipos drogados que buscaban el mismo desahogo que él quería.

Su adicción era sentirse vivo por medio de la batalla, saber que si no movía sus piernas ese sería su
fin. No le importaba el dolor que implicara, la adrenalina lo recorría y ese instinto inherente e
incontrolable de supervivencia lo hacía dar todo de sí. Sus puños se movían con agilidad hacia el
primero de los hombres que se le pusiera en frente, y cuando era atrapado de brazos no dejaba de
patear y dar codazos por doquier. Su vista era normal en la penumbra del callejón y aun así en ese
momento no peleaba con toda la elegancia que podía, peleaba como un auténtico animal
atrapado.

La batalla acabó con muchas narices sangrantes y nudillos destrozados, pero él había salido
victorioso por su persistencia más que por otra cosa. Era una de las pocas cosas que se le daban
bien y al mismo tiempo la que era su condena: no se rendía fácilmente aunque desencadenara la
prolongación de su sufrimiento.

Había desahogado todo su enojo y tristeza en esa pelea y estaba agotado, pero no quería volver a
su casa aunque fuera el único lugar seguro en el mundo para él.

Y así se mantuvo. Manchas de sangre en la camisa y en el rostro que por mucho que intentó no
pudo limpiar. Sus manos temblaban con el dolor que apenas comenzaba a procesar, y como un
ente oscuro caminaba en las sombras de la calle, sabiendo que nadie voltearía la mirada
buscándolo a él, lo único que lo perseguía sin darle descanso eran los recuerdos bizarros que lo
encadenaban y no le dejaban seguir adelante por mucho que sus pies se movieran y su cuerpo
avanzara, su corazón se había perdido en un punto del camino.

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