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Uno de los rituales de la antigua Roma con más

carga sexual y cuya finalidad era la exaltación de


la fertilidad, era la festividad de los Lupercales,
que cada 15 de Febrero se realizaban en torno al
monte Palatino.

Su nombre deriva de lupus (lobo), en referencia


al Fauno Luperco, romanización del griego Pan,
dios de los bosques, la agricultura y el pastoreo.
Luperco era el dios de la fertilidad y de la
sexualidad masculina desenfrenada, dotado de
una gran potencia y apetito sexual.
Significado de las Lupercales
En esta festividad se entroncan los mitos fundacionales
de Roma así como con los ritos de purificación y
preparación ante la estación de fertilidad que se avecina.
Ya que el 15 de Febrero marca el final del invierno y la
proximidad de la primavera, por lo que es necesario
celebrar ritos propiciatorios para obtener una buena
cosecha.

Es decir, la Lupercalia es una fiesta de purificación


colectiva, donde se usa la flagelación como símbolo para
transmitir las energía fecundadora y la virilidad del macho
cabrío, personificado en los jóvenes Lupercos, como
portadores de una vitalidad relacionada con la naturaleza
salvaje.
Como curiosidad añadir que el
origen del nombre del mes de
Febrero está relacionado con
esta festividad, ya que se
El ritual
baraja que su nombre viene o
de las tiras de piel,
denominadas Februa,
utilizadas en este ritual, o de la
deidad sabina Februo o del
sobrenombre de Juno
Februalis, la que purifica.
El inicio de este ritual se da en la gruta del
Lupercal, en la cual Rómulo y Remo fueron
amamantados por la loba. En esta gruta,
situada en el monte Palatino, se sacrifican
varias cabras y un perro [Ovidio (Fasti II, 361)],
ambos considerados como animales impuros.

Después del sacrificio, dos jóvenes se


acercaban al altar, y eran ungidos en la frente
con la sangre del cuchillo utilizado durante el
sacrificio [Plutarco (Romulus, 21,10)], a
continuación se les limpiaba la sangre con un
pedazo de lana empapado en leche, y los dos
jóvenes entonaban unas carcajadas rituales.
Con la piel de los animales sacrificados
se realizaban unas tiras de cuero
denominadasfebrua. Así los Lupercos,
vestidos con las pieles de los animales
sacrificados [(Justiniano 43, I, 7)], o bien
desnudos según otros autores (Ovidio,
Fasti II, 267, 300), iniciaban una carrera
frenética alrededor del monte Palatino
donde azotaban y fustigaban con sus
februa a todo aquel que encontrasen a
su paso, sobretodo a las mujeres, para
asegurar su fertilidad, ya que ser
azotado por los Lupercos era un acto de
purificación, denominado februatio.
Podemos imaginar que el clima general
durante la celebración de estas carreras
era de desenfreno y frenesí, así algunos
autores como Cicerón se avergonzaban
de haber visto participar a conocidos
suyos en esta festividad.

Además seguramente esta festividad


estuviese acompañada también de un
banquete ritual con la carne de los
animales sacrificados y regada de
bastante vino [Valerio Máximo (II, 2,9].
El origen de esta festividad según nos relata Ovidio
(Fasti II, 425-452) se sitúan en el reinado de Rómulo
y Remo, donde las Sabinas tras ser raptadas por los
latinos, perdieron su esterilidad. Tras consultar el
oráculo de la diosa Juno, en el bosque Esquilo, ésta
respondió: "Italidas matres, inquit, sacer hircus
inito!" (Que un cabrío sagrado penetre las mujeres
de Italia), por lo que un adivino etrusco reinterpretó
esta enigmática frase dando inicio al citado ritual.

Los Lupercos constituían una cofradía de sacerdotes,


elegidos anualmente entre los ciudadanos más
ilustres de la ciudad. En los orígenes de esta
festividad debían ser adolescentes que habían
vivido de la caza y el merodeo en el bosque, es decir,
como lobos-humanos, en su etapa de transición a la
edad adulta.
A pesar de que en el año 100 a.C., algunos autores ya
consideraban esta festividad como “licenciosa”, ya que es
una festividad con una alta carga de sexualidad, durante
los años de gobierno de Augusto, las Lupercales
recobraron gran importancia, debido a su preocupación
ante la falta de nuevos nacimientos entre los ciudadanos
romanos.
De la importancia de esta festividad también nos hablan
algunos textos, ya que nos dicen que la efectividad de
estos azotes para la fertilidad de la mujer era mucho más
poderosa que cualquier otro conjuro o poción.

También cuenta la tradición que durante estas fiestas las


jóvenes introducían en una caja prendas de ropa
femenina, después los muchachos iban sacando las
diferentes piezas y se emparejaban con su dueña.
LA MEZCLA DEL PAGANISMO, EL VINO DE BABILONIA
LAS LUPARCALES Y EL ROMAISMO PAPAL

Es con el emperador Teodosio, con el decreto


del año 345 d.C. cuando las lupercales empiezan
su fin, ya que declaraba ilegal el paganismo,
condenando a muerte la adoración de ídolos y la
realización de sacrificios a los dioses antiguos.
Por lo que el colegio de Lupercos desaparece y
la fiesta comenzó a distorsionarse, y aunque la
festividad se seguía celebrando, ésta fue
perdiendo su esencia siendo sustituida
progresivamente por actos y cantos de carácter
festivos pero permitidos.
A pesar de todo esto, su
desaparición oficial no se dio hasta
un siglo después, bajo el papado de
Gelasio (492-496) quien volvió a
decretar la desaparición absoluta de
esta festividad, aunque para ello,
tuvo que cristianizar esta festividad,
instituyendo la fiesta de “ Valentín”,
muerto en el año 270 d.C.
Un artículo de la Enciclopedia Británica de 1911 , ahora de dominio público.
Todas las fotos en color son mías, © William P. Thayer.
vol. XVII
p126lupercalia
LUPERCALIA , una fiesta pastoral muy antigua, posiblemente prerromana, en honor a Lupercus. Sus
ritos estaban bajo la superintendencia de una corporación de sacerdotes llamada Luperci , 1 cuya
institución se atribuye al arcadio Evandro o a Rómulo y Remo. Frente a la Porta Romana , en el lado
occidental de la colina Palatina, cerca del Ficus Ruminalis y la Casa Romuli , estaba la cueva de
Lupercus; en ella, según cuenta la leyenda, la loba había amamantado a los mellizos, y en ella se colocó
la loba de bronce, que aún se conserva en el Capitolio, en el año 296 a.C.Pero el festival en sí, que se
celebró el 15 de febrero, no contiene ninguna referencia a la leyenda de Rómulo, que probablemente sea
de origen posterior, aunque anterior a la leyenda grecizante de Evando. El festival comenzaba con el
sacrificio por parte de los Luperci (o el flamen dialis) de cabras y un perro; después de lo cual dos de los
Luperci fueron conducidos al altar, les tocaron la frente con un cuchillo ensangrentado y les limpiaron la
sangre con lana mojada en leche; entonces el ritual requería que los dos jóvenes se rieran. La mancha de
sangre en la frente probablemente se refiere al sacrificio humano practicado originalmente en el
festival. Siguió la fiesta del sacrificio, después de la cual los Luperci cortaron correas de las pieles de las
víctimas y corrieron en dos bandas alrededor de las murallas de la antigua ciudad palatina, cuya línea
estaba marcada con piedras, golpeando a la gente que se agolpaba cerca. Un golpe de la tanga impedía
la esterilidad en la mujer.
Estas tangas se llamabanfebrua , la festividad Februatio , y el día dies februatus ( februare =
purificar); de ahí el nombre del mes de febrero, el último del antiguo año romano. El objeto
de la fiesta era, por expiación y purificación, asegurar la fecundidad de la tierra, el aumento
de los rebaños y la prosperidad de todo el pueblo. La Lupercal (cueva de Lupercus), que se
había deteriorado, fue reconstruida por Augusto; la celebración de la fiesta se había
mantenido, como sabemos por la famosa celebración de la misma en el 44 a. C. Sobrevivió
hasta el 494 d . C. , cuando Gelasio la cambió por la fiesta de laLupercus, en cuyo honor se
celebró el festival, se identifica con Faunus o Inuus, Evander ( Εὔανδρος ), siendo en la
leyenda griega una traducción de Faunus (el "amable"). Los Luperci se dividieron en
dos collegia , llamados Quinctiliani (o Quinctiales) y Fabiani, de la gens Quinctilia (o
Quinctia) 2 y Fabia; a la cabeza de cada uno de estos colegios había un magister . En el 44 a.
C. se instituyó un tercer colegio, Luperci Julii , en honor a Julio César, cuyo
primer magistrado fue Marco Antonio. En la época imperial, los miembros solían ser de
categoría ecuestre.
Ver Marquardt, Römische Staatsverwaltung , III (1885) p438 ; W. Warde Fowler, Roman
Festivals (1899), p310 ss. º y artículo en Smith's Dictionary of Greek and Roman Antiquities (3ra
ed. 1891). b

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