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CDMX a 14 de marzo del 2022.

Querido Don Bosco, quiero agradecerte la carta que me has escrito, y también que me consideres
parte de tu familia.

Al recibirla, tus palabras me conmueven. Es impresionante, porque, como ya lo sabes, aunque tu


tiempo terrenal terminó, tu presencia en este mundo y tu legado sigue vigente. Tu interés por los
jóvenes es ahora mi interés, yo trabajo con niños de preescolar y también ellos necesitan conocer
el amor de Dios, sentir el amor y el auxilio de María, vivir en familia, saberse y sentirse amados.

Necesitan seguir aprendiendo a través de los juegos, llenarse de alegría, sigues ayudando a los
jóvenes a través de mi humilde granito de arena, siempre hay tiempos difíciles. En el siglo XIX,
eran jóvenes huérfanos necesitados de amor.

Ahora, en el siglo XXI, el ritmo tan acelerado de vida genera soledad y abandono emocional en
nuestros pequeños, o dada la inseguridad en que vivimos, tenemos padres sobreprotectores que
no permiten que se desarrollen sus peques y ni hablar de las redes sociales (que por supuesto bien
utilizadas, son un gran instrumento de aprendizaje)

Pero sabes, me encanta tu sistema preventivo, donde me invitas a trabajar por vocación, a ser su
compañera, amiga, confidente, a corregir con amor, con palabritas al oído, a tener siempre
presente el juego como oportunidad de aprendizaje, a mantener la capacidad de asombro y a la
sana practica de los Buenos Días.

A veces no nos permitimos escuchar el canto de un pájaro, contemplar una planta, observar el
cielo, las nubes y el sol. Pero si no es desde allí, como tú nos has enseñado, desde esos pequeños
detalles donde surge el aprendizaje, vano sería que me empeñe en que aprendan a conocer los
números o las letras.

Qué maravilla, que tus colegios salesianos sean un lugar de cobijo, de amor, un espacio de alegría,
Casa que acoge, Escuela que prepara, Parroquia que evangeliza y Patio que reúne. Un lugar para
aprender a amar, aprender a ser amados, para aprender a aprender.

Ahora queda continuar, me comprometo a seguir tu viaje, conocerte más y poner en práctica tu
sistema preventivo

Espero llegar al paraíso, pero más importante aún, espero que cada uno de los peques que me
encomiende nuestro Padre celestial, tenga los cimientos necesarios para convencerse de
encontrarse contigo en el paraíso.

Para que tu deseo también sea mi deseo “Uno solo es mi deseo que sean felices en el tiempo y en
la eternidad”

Con cariño, Miss Betina

Berta Hernández Ledesma

Jardín de Niños Laura Vicuña. Colegio Civilización

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