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4 JOHN KENNETH GALBRAITH EL DINERO De dénde vino/Adénde fue EDICIONES ORBIS, S.A. I. EL DINERO —La scfiora Bold tiene mil doscientos délares al aiio de su propiedad y supongo que el sefior Harding se propone vivir con ella. ‘—jMil doscientos al afio, de su propiedad! —ex- clamé Slope y al poco rato se marché... ‘ cl dinero americano, y Ia inflacién resultante, ayudaron al nacimiento del capitalismo europeo. Indudablemente, éste habria nacido de todos modos. Fero no puede negar, se que su influencia fue real. ae hablaba de inflci6a de benefsio en a ent Jobe Mayuard Keynes, A Treatise on Money race & Co, 1936), Vol. I, pig. 148 ysiguieme ‘poscion a inflacicn, (Rrocva York, Harsours, En lo que.concierne a Espafia, la leyenda prevalece regularmente sobre el fuerte peso de fos hechos. Posible- mente, esto se debe a que los historiadores espafoles, a diterencia de los de otros paises, raras veces se han dejado llevar por el amor propio nacional. Se han contentado con presumir lo peor. La Santa Inquisicién espaiiola perma- nece en la mente de todos como el maximo ejemplo de crueldad pablica, al menos hasta los tiempos de Hitler. Yo no quisiera alabarla. Pero el numero de judios. marra- nos y otros herejes, que cayeron victimas de sus conoci- dos procedimientos judiciales durante los tres siglos de su imperio —unos pocos miles, como méximo-— fue menor que el de los ejecutados, ocasional y sumariamente, en un solo afio, en las ciudades de Renania. La Armada Espafio- aes considerada, todavia hoy, como el clésico ejemplo de una soberbia y abrumadora potencia militar derrotada por un enemigo inferior pero mucho mas aguerrido y astuto. La verdad no se ha impuesto nunca a esta creencia. Y es que los ingleses tenian un tonelaje casi equivalente de barcos de guerra, mucho mejor armados y trivulados, lo cual hacia que, en total, su fuerza fuese superior”. Lo propio ocurre con la opinién corrier.temente acep- tada sobre el tesoro americano de Espaia. Segiin la fe- yenda, era oro robado de los templos de los aztecas, arrancado como rescate por Francisco Pizarro a Atahual- pa —la fantastica habitacién Ilena de objetos de oro, exi- gida por Pizarro al inca— o entregado por los indios des+ pués de una persuasion sumamente dolorosa. Estos tesoros fueron después enviados a Espafia eri galeones, muchos de los cites fueron victimas ce las hordas de piratas que infectaben las aguas espafolas y cuyo latro- cinio estaba, al menos parcialmente.justificado por la ma- yor codicia y criminalided de los espaioles. En realidad, las riquezas robadas de los templos o arrancadas a los incas eran una pequeiia parte def total. Este habia sido extraido principalmente de !as minas. Y el tesoro no era de oro. Casi en su totalidad era de plata, 1 presenta- ban el doble de los ingresos, las arcas del te:oro estaban crénicamente vacias, los recaudadores de impuestos y su horda de malotiers subordinados eran pasticulsimente aptos para el servicio de su propia rapacided El duque de Seine Simon, cungue no ere sempre va conser muy de fiar, habja sugerido hacia poco que la solucion mis simaple era declarar la quicbra de la nacidn, rechazar todas las deudas y empezar de nuevo. Felipe, Duque de Orietns, Regenté de Luis XV, que tenia entonces siete afios, no era capaz de pensar o de actuar. Entonces lleg6 Law. Se dice que, unos afios antes, habia conocido a Felize en un gari- tp. Exe sse habla sentido impresionado por el genio financiero del cacocéso", Un decreto real del 2 de mayo de 1716 concedis a Lawyy au hermano el derecho a fundar un Banco con ua capital de seis millones de libras, unas 250.000 libras in- glesas. El Banco estaba facultado para emitir billeves. Lo haizo en forma de préstamos y, como puede imaginarse, el principal prestataric fue el Esiado. El Gobierno emitid = su vez billetes para pagar sus gastos y pagar a sus acreedo- res. Los billetes fueron declarados en curso legal para el ago de impuestos. Inicialmence, los billetes evan muy aceptabl:s, no silo Bara cl Bago de los impuestos, sino para todos Ics fines. sto.se debié a que Law, ademas de declarar que cual- os Sn Meg ye nw ange a gn by SUE cise Geb MEN voc at ee alice Sa Honan 34 quier banquero que no tuviese una reserva suficiente en monedas de oro para rescatar su papel merecia la muerte, prometié el rembolso en moneda del peso del metal que contenia en la fecha de emisin del papel. Los reyes de Francia, siguiendo una antigua practica, habjan estado re- duciendo continuamente el peso del metal en las monedas francesas, esperando, como siempre, que una cantidad menor de oro o plata conseguiria lo mismo que una can dad mayor. Por consiguiente, parecié que Law ofrecia tuna garantia contra la malversacién real. Durante un tiempo, los billetes de Law tuvieron un aprecio mayor que las monedas del mismo valor nominal. Es indudable que, en aquellos primeros meses, John Law realiz6 una cosa itil. La posicién financiera del Go- bierno se hizo més desahogada. Los billetes de Banco prestados al Gobierno y pagados por éste para sus necesi dades, asi como los préstamos a empresas privadas, pro- vocaron un aumento de precios de acuerdo con la formu- Ja de Mill. Y los precios en alza, fomentada por el ‘optimismo engendrado por la muerte de Luis y por la antigua y persistente capacidad de la economia francesa para sobrevivir e incluso mejorar frente a todas las di cultades, trajo consigo una sustancial reanimacién de los negocios. Law inauguré sucursales de su Banco en Lyon, La Rochella, Tours, Amiens y Orleans. En realidad, em- pleando un simil actual, adquirié un cardcter piblico, Su Banco se convirtié en una compafia privilegiada: la «Banque Royale». Si Law se hubiese detenido en este punto habria sido recordado por su modesta contribu- cidn a la historia de la Banca. El capital suscrito en dinero efectivo por los accionistas habria bastado para cumplir con todos los tenedores de billetes que hubiesen exigido su remboiso. Asegurado éste, no muchos lo habrian pre~ tendido. Es posible que nadie, después de ut, comienzo tan prometedor, se hubiese detenido. En vista de que los primeros préstamos y la subsi- foiente emisign de billetes habian resultado clramente eneficiosos —y también fuente de mucho alivio per- sonal—, el Regente propuso una emisin adicional. Si una cosa es buena, una mayor cantidad de ella debe ser mejor. Law se mostré de acuerdo. Percibiendo la necesidad, imagind también una manera de rellenar las reservas con 35 que la «Banque Royzle» garantizaba su creciente volu- men de billetes. Aqui demostré que no habia olvidado su idea primitiva de un Banco territorial. Su idea era crear la «Compaiia del Mississippi» para explotar y llevar a Francia las grandisimas cantidades de oro que se pensaba que exis ian en el subsuclo de Luisiana. Al metal asi obte- nido se sumarian las ganancias del comercio. A principios de 1719, la «Compania del Mississippi («Compagnie d’Occident»), més tarde «Compania de las Indias», obta- vo privilegios comerciales exclusivos en la India, China os mares del Sur. Poco después, como nuevas fuentes de ingresos, recibié el monopolio del tabaco, el derecho de acuiar moneda y la recaudacién de impuestos. El paso siguiente fue lanzar al mercado los titulos de Jo que eta ahora un primitivo conglomerado. Esto se hi- zo, en 1719, con la respuesta mas visible, audible y a veces violenta que jamés se habfa producido y que tal vez no volveria a producirse. ‘Tan grande ra el ntimero de perso- nas que pretendfan comprar acciones y tan grande el ba- rullo producido por le venta que el lugar de las trans. acciones tuyo que mudarse, sucesivamente, de la rue de Quincampoix al place Vendéme y al «Hotel Soissons». E) valor de los terrenos contiguos subié répidamente, de- bido a la demanda de personas que querian estar cerca del lugar de la accidn. Los titulos aumentaron fabulosamente de valor, Personas que habian invertido unos cuantos mi- les a principios de afio se encontraron duefios de millones a las pocas semanas 0 meses. Los que habian medrado de este modo fueron llamados millonarios. indudablemente, debemos a aquel afio esta vitil palabra de origen francés. Con el transcurso del afio, cada vez mis acciones del con- glomerado fueron ofrecidas a los inversores: Mientras tanto, la «Banque Royale» aumentaba re- gularmente sus préstamos y, con ellos, los billetes en que se hacian aquéllos, En la primavera de 1719, existian unos 100,000.000 de bras en illetesy « mediados de verano, habia 300.000.000 mas. En los ultimos seis meses de 1719, se emitieron otros 800,000.00. Podia presumirse que, con la venta de acciones, se creaba un enorme fondo para la explocacién de las tierras salvajes de Luisiana. Pero, jay!, no era asi. Debido a un provechoso convenio con el Regente, el sroducto de la 36 venta de las acciones Mississippi, no iba a pi is- sissippi, sino que se destinaba a préstamios para pagar los gastos del Gobierno de Francia. Sélo los intereses de los préstamos podian destinarse al desarro'lo colonial ya la extraccién del oro que iria a paras las reservas de la. «Bangue Royale», Para simplificar ua poco, Law presta- ba billetes de la «Banque Royale» al Gobierno (oa présca- tarios particulares), el cual fos entregaba en pago de sus deudas o de sus gastos. Estos billetes eran empleados por los que los recibfan para comprar acciones de la'«Compa- itia del Mississippi» y el producto pasaba al'Gobierno a pagar sus gastos yliquidar asus acreedores; los cua: les extpleabut lon bilctes Para comprar ais soto ES a producto se empleaba para cubrir més gastos del Gobier~ no y pagar a mas acreedores piblicos. ¥ asi sucesivamen- te, con Ta consiguiente ampliacién de cada ciclo, Durante aquel afio, casi nadie advirtié que el Gobier~ no de Francia era una inversién todavia menos atractiva que las ciénagas de Luisiana, o que era aquél y no éstas el objeto de las inversiones. Law, cnyo apellido se convirtié en francés en el mas euf6nico de Lass, era ahora el hom- bre mas considerado de toda Francia. Convencido, como ocurre invariablemente con todos los genios financieros, por sus propias observaciones, volvié su atencién a otras, reformas econémicas y sociales, la mayoria de ellas suma- mente delicadas. Pidid que lus tierras baldias del clero se entregaran a los campesinos, que se aboliesen peajes, que se redujesen impuestos y que se eliminasen las restriccio- nes en el comercio de granos. Y empezé a financiar siste- miticamente obras pablicas ¢ industrias con sus prés mos y _consiguientes emisiones "de. billetes. | ennoblecido por un soberano agradecido y, dado que titulo relacionado con Nueva Orledns podia prestarse a confusi6n con el del Regente fue nombrado primer —y. hasta ahora tnico— duque de Arkansas®, El 5.de enero de 1719 obtuvo el reconocimiento maximo-de su ‘genio financiero, pues fue nombrado Interventor General de Francia, El fin estaba muy cerca. me Tndtil decir que los billtes constirutan el probletia. A primeros de 1920, el Principe de Condi, irritado, segiin se © Norman Angell, The Story of Money (Nueva York: Fredeick A. Stokes Con 25h pay areas dijo, por no haber podido comprar acciones la «Banque Royaloe al precio que 6l conaideraba justSvEavi6 uda'ean- tidad de billees a la «Banque Royales pailiier cobiados en dinero efectivo, Era un buch paqierede'afblones, pues segin la leyenda, se necesitaron tres carretas para trans portarlos. Law apelé al Regente, el cual orden6 al princi- que devolviese una parte considerable del oro que ha- Bia Tecibido por los bilees, Pero otros; coh una visiGn mis profunda, se afanaban en convertir el papel de Law en metal y en transferir el metal a Inglaterra 9 a Holanda. Uno de ellos, un agiotista liamado Verniatet, «reunié mo- nedas de oro y plata por valor de casi un millon de libras,, las cargé en una carreta y las cubrié coh: heno y con botiiga de vaca. Entonces se disfraz6 con una blusa de canpesino y lev6 sin tropiezo su precioss carge a Bélgi- cas, Habfa que tomar medidas para cestablecer la con- fianza. Una de elas, bastante ingeniosa, consisti6 en re~ clutar mil y pico de mendigos de los barrios bajos de Paris, Fuer-n equipados con pals y otras herrnietas y se les hizo destilar en pequefios grupos por las calles, Coeait pai cle purshar a lassen daitetede Lehi Asi sabria todo el mundo que el oro, fruto de su trabajo, pronto fluiria en las eaias del Banco para resoaldar sus illetes. Después de exhibirlos suficientemente, !os hom- bres fueron Ievados a los puertos. Drsgraciadamente, muchos de ellos escaparon en el trayecio hacia los bar- cos... 0 tal vez se les animé a hacerlo. Fo- consiguiente, pronto se les volvié a ver en sus antiguas guatidos después de haber vendido sus herramientas, Los rumores de que aris segufa teniendo sus mendigos, pero no el oro, pro- * dujo'un efecto desastrosc en los inversores y tenedores de us de Ja sBaugue Royals, En defini, hubo que restringir el rembolso de billetes en metélico, seital inde- fectible de que el boom habia terminado. Mis tarde, Law tomé otra medida mucho mas enérgica. Val éadose de su nuevo cargo oficial, prohibié la tenencia de ozo ¥ plata, salvo en pequefias cantidades, y extendié esta probibicién © Charles Mackay, Memoir: Fetraordin ular Delusions and the Madnerof Grom te Web ery 180, Kees age snd Cos 1833p, En obra concn an vrdo sto de ied ‘ome de sot sumerososeuodios de dmenis ppl Gu tod ucomeni esta apron de denn aver ‘itu ltina porgus Fb es fscnador i i | a las joyas. Se ofreci6 una comision a los confidentes que informasen de tesoros ocultos. Mientras tanto, en fa «Banque Royale» de Paris se acumulaba un nimero cre~ ciente de personas que no querian garantias o billetes, sino dinero contante y sonante; un dia d= julio de 1920, la afluencia fue tan grande que quince personas murieron asfixiadas, Al mens af s2 dja. Law habia dejado de ser un genio financiero. Si hubiese caido en manos de la mu~ chedumbre parisiense no habria quedado rastro de él. Por consiguiente, el Regente le ocult6 y después lo hizo salir de Francia. Entonces se fue a Venecia y después de vivir tuna décadi, «en digna pobreza, una vida tranquila y vir- tuosa, murié en la fe catélica, habiendo recibido los Sa- cramentos de la Iglesia». Law deié low deyéeiion al desafio més violent. En una © en otra forma, este desafio habia de dominar a politica americana durante el primer siglo y medio de I. Repabli- ca. Solo politica sobre la esclavied diverts los howe bres mds cruelmente que la politica del dinero. (@ Ricardo, Vo: IL, Pamphles and Papers, 1809-1811, pig. 126. © Ricardo, Pamphies and Pepem, pies Bes?” PE 58 V. EL PAPEL Si la historia de la Banca comercial es obra de los italianos y la de la Banca central de los ingleses, [a del papel moneda emitido por el Gobierno corresponde in- dudablemente a los americanos. El papel de los Bancos y el papel de los gobiernos tienen, desde luego, muchas cosas en comtin. Los billetes prestados por un Banco con- servan su paridad total de poder adquisitivo con el oro 0 la plata cuya tenencia prometen con tal de que puedan ser cambiados por el metal. Y siguen conservando esta pari- dad aunque los billetes en circulacida superen sustanci ‘mente en valor nominal al metal disponible para su reden- cién, Lo tinico que importa es que la insuficiencia del metal que los garantiza no se ponga de manif esto por la terrible exigencia de todos o demasiados titulures, quie lo reclamen simulténeamente. ‘Ademis, segiin demostr6 la experiencia inglesa duran- te las guerras napole6nicas, los billetes de Banco no pier- den forzosamente todo o gran parte de su valor cuando se niega su convertibilidad en oro o plata. Los factores deci- sivos son, a primera vista, la cantidad prestada en relacién con el estado general del comercio —mas concretamente, el volumen de bienes y servicios susceptibles de ser com~ prados—, y la perspectiva de una futura redencidn. Des- pues del Tratado de Gantey de la victoria de Watelos, Pareci6 improbable que el Gobierno britinico siguiera presionando por mucho tiempo el Banco con la peticién de préstamos y de los billetes resultantes. Y parecié pro- bable que las recomendaciones del «Bullion Committees para la plena convertibilidad se instramentarian mas pronto © més tarde. Por consiguiente, los billetes del «Banco de Inglaterra» aumentaron gradualmente su po- der adquisitivo en relacién con el ord. Esto ofrecié un marcado contraste con la tendencia contraria del mucho més abundante e infinitamente menos prometedor papel de la «Banque Royale» un siglo antes. Poco cambiaba la cosa cuando un Gobierno, en vez de depositar sus titulos en el Banco y tomar billetes de Ban- co para pagar a sus soldados, marineros, servidores y pro- veedores, emitia directamente sus propios billetes y paga- ba con ellos a los que esperaban cobrar. Los billetes emitidos de esta manera convenian también la promesa de pagar en oro o plata del tesoro piblico. Una vez mas, la promesa de pago excedia aeroednintesdalinieiencs de. cir, invariablemente— la cantidad de metal disponible. Pero, como ocurria con los billetes de los Bancus, estos billetes del Gobierno eran aceptados y su poder adquisiti- vo se mantenia elevado mientras fuesen plenamente con- vertibles en 0:0 0 plata. Lo que bajase el poder adquisiti- vo cuando dejaban de ser convertibles dependia, de una manera parecida, del voltimen de billetes emitidos en rela- cin con el volumen de articulos a comprar y de las pers- pectivas de una redencidn definitiva. Sila emision era modesta, la disminucién del poder adquisitivo seria ligera y podria seguir siéndolo, incluso en el caso de que Ja promesa de redencién se aplazase, como solia ocurtir, indefinidamente. El papel del Gobierno, en sus primeras manifestacio- nes, tenia a menudo la ventaja de un tipo de interés, la promesa de una pequefia prima cuando fuese presentado para su redencion. También tenia, respaldando la prome- sa de redenci6n, la majestad y la integridad del Estado, dos factores que, en muchos momentos de la Historia, no habian resvltado muy satisfactorios en cuestiones de dinero. En general, se le daba también un valor imagina- rio u obligatorio, Se declaraba que, ofrecide por un deu- dor a su acreedor en la cantidad adecuada, el papel salda- ba legalmente la deuda, pues era un medio de pago legal. 60 De este modo, los deudores buscaban y ‘apreciaban’el dinero para pagar deudas. Los acreedores no'podian ihe- se. Este refuerzo era invariablemente menos'poderoso je lo que se esperaba. : Cungemtid: Varias circunstancias explican el papel de'las colonias dimeticanad toma ploneras ene ciple’ dal pepe Hea da. Como siempre, la guerra forzé la innovacién = ra. El papel moneda fue también, como los préstamos del «Banco de Inglaterra», un sustivuto de los impuestoSy en lo concerniente a éstos, las Colonias ‘eran “excepcio- nalmente reacias a su pago. Eran contrarias a los impues- tos sin representacién, como se ha observado reiterada~ mente, pero también lo eran, actitud mucho" menos celebrada, a los impuestos con representacién. «Es indu- dable que existi6 una gran renuncia a pagar impuestos en Jas colonias. Esta fue una de las caracteristicas mas acusa- das del pueblo americano, mucho después de.su’ separa- cidn de Inglaterras. El papel moneda se consideraba también en los tiempos coloniales, y no sin raz6n, como un antidoto del descontento economics. Ademés, la ma- dre patria solia impedir que las Colonias favoreciesen a los Bancos, excluyendo con ellos los billetes bancarios, alternativa evidente de los billetes del Gobierno. Y algén mérito hay que otorgar también al instinto del experi- mento monetario..., tal vez a la creencia de que, junto a las otras maravillas del Nuevo Mundo, habia también la posibilidad, original y tnica en la Historia, de crear dine- To que enriqueciese a los hombres. El instinto del experimento monetario data de los pri- meros dias de la colonizaci6n. Los colonos, segin todos los relatcs, andaban siempre cortos de dinero. Casi todas ° las explicaciones atribuyen esta escasez a la falta de una fuente local de oro y plata y a la politica comercial de la madre patria, que, aplicando el credo mercantilista de que toda riqueza importante consistia en oro y plata, ponia despreocupadamente estos metales fuera del alcance de los colonos. Ambas explicaciones son poco probables. ‘Muchos paises 0 comunidades tenfan oro o bien plata © GS, Callens, Seton frm the Econom Hinory of he United Sate, 1763 1865 Soto Cina ad Cae WO pag ne en relativa abundanciz sin poseer minas. Veriecia, Génova ¥ Brujas no las venfan, (Ni las tienen hey en dia Hong Kong o Singapur.) Si los colonos ten‘ai que pagar en efectivo metalico lo que compraban a Gran Bretaiia, tam- bign tenian productos —tabaco, cuero, barcos y servicios de navegacin— a cambio de los cuales habrian estado dispuestos los mercaderes britinios —-y podian bax cerlo— a gastar oro y plata, Era mucho mis probable que Taescasez de dinero en metilico en las Colomias fuese otra manifestacion de la ley de Gresham “Desc el principio, los colonos hicieron experimeatos con sustitutos del me- tal. Como estos sustitatos eran menos «pteciados que el oro y la plata, los pasaban a otros y ce este modo los mantenian en circulacidn. El oro y ly gleta eran atesora- dos por quienes los recibian o destinacos a compras, co- mo las que se hacian en la madre patria, on las que no se aceptaban los sutitutos. | primer sustituto fue tomado de ios indios. Desde ‘Nueva Inglaterra hasta Virginia, en los primeros aiios de colonizacién, el wampum o las conchas empleadas por Jos indios se convirtieron en moneda pequesia de uso co- rriente, En Massachusetts se les reconocié curso legal, sujeto a algunas limitaciones, como la importancia de la transaccién, al cambio de seis conchas por penique. Sin embargo, empezaron a pasar de moda al cabo de una o dos generaciones. Las habia de cos

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