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LA CUMBIA QUE PARIO EL 2001
VAGOS, PUTAS Y VILLERXS CON VOZ PROPIA
La banda sonora del 2001 fue la cumbia villera: sus letras contaban la realidad
agobiante con un lenguaje crudo y directo. La novedad del trap es que tiene
entre sus estrellas a varias mujeres que ponen su voz para visibilizar la vida
del barrio y el valor del cuerpo femenino en una sociedad patriarcal y
machista. Las desigualdades de clase y género se hacen carne en en las calles,
en lacumbia y el trap, pero también en las fiestas y en las puestas en escena de
los cuerpos que bailan, gozan y luchan para exorcizar la experiencia de un
mundo injusto y desigual.
Por: Malvina Silba | Arte: Sebastian Angresano
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imperfecto
La banda de sonido de la crisis de 2001 fue la cumbia villera. Nacié hacia fines de
la década del ’90 en los barrios populares y se caracteriz6 por contar en sus letras
una realidad social agobiante, sin matices ni tapujos, con un lenguaje crudo y
directo. Sus mensajeros: varones jévenes habitantes de barrios populares del
Conurbano bonaerense, una de las poblaciones mas afectadas por los altos
niveles de desocupaci6n de la época. Estos jovenes protagonizaron un fenémeno
novedoso y revulsivo al interior de la cultura popular y de masas, cuyo nombre
referia al lugar en que habia sido ideado y engendrado: las villas miserias de la
zona norte del Conurbano.
Segtin cuenta Pablo Lescano, productor pionero de este tipo de bandas y
actualmente lider de Damas Gratis -un emblema de la cumbia villera que por
estos dias esté cumpliendo 21 afios de trayectoria-, la industria y sus voceros
supieron /eer muy bien el particular contexto social. Asi, convirtieron una musica
con valor testimonial en una estupenda oportunidad de hacer negocios. En este
doble juego, aquellos varones jovenes que poseian escasas competencias en el
mercado de trabajo, pero que se habian criado escuchando cumbia, inventaron
oportunidades laborales en un contexto critico.
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Las historias de sus letras narraban experiencias de la vida cotidiana, daban
testimonios de vinculos conflictivos con el mundo de la autoridad policial, el uso y
abuso de drogas, distintas formas de participacién en actividades delictivas, y
diversos tonos de denuncia en cuanto a las formas en las cuales la desigualdad
social se les hacia carne cotidianamente (Seman y Vila, 2011; Spataro, 2008).
Traiko, cantante de Metaguacha, lo describia con claridad en “Alta Cumbia. Una
pelicula de negros”, la pelicula que Cristian Jure estrené en 2017: “en ese
momento creo que dio la cabida de que nosotros representaramos la voz de la
gente”.
En aquella época habia comenzado a operar con mayor virulencia el imaginario
sobre el varén joven, pobre y delincuente, quien al no haber sido supuestamente
socializado en la cultura del trabajo, veia en el ataque a la propiedad privada una
forma "facil y rdpida” para conseguir recursos. Ariel Salinas, lider de una de las
bandas emblemas de aquel momento, “Pibes Chorros”, recordaba en “Alta
Cumbia”: “Los temas salian de ahi, salfan de la calle, del noticiero del mediodia, y
ahi salié el tema de las apologjas... pero no era apologia, nosotros estabamos
describiendo lo que pasaba, no diciendo cémo hacerlo. Llegaba a un lugar, nos
presentan; “Los pibes chorros” [y me preguntaban]: “vos, ;sos chorro?”... eso me
cansé mal”.
Lo que el musico sefialaba no es otra cosa que la ausencia de mediaciones en el
anilisis y la reflexién en torno a la cumbia villera y sus protagonists. Pareciera
ser que para la construccién de este tipo de discursos no hacia falta mas que una
asociacion libre entre prejuicios, discriminacién y sanciones morales tendientes a
disciplinar y controlar a los miembros de ciertas poblaciones juveniles de clases
bajas y medias bajas que de repente habian aparecido en la escena publica con
voz propia.
Algo de esto resoné en el COMFER cuando, en julio de 2001, emitié las Pautas que
prohibieron a las distintas bandas de cumbia villera sonar en radios y presentarse
en programas televisivos. Como sefiala el propio documento del COMFER, venian
de barrios y villas miserias de las periferias urbanas, pero eso no les impidié
convertirse en representantes de un modo de vida popular y desafiante, aunque
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solo fuera por el hecho de salir a contar lo que pasaba y no esperar a que otros lo
hicieran por ellos.
“Lo popular es memoria de una experiencia sin discurso que se deja decir solo en
el relato [..] Y esto no significa un popular despolitizado sino un politizar desde
otra légica”, dice Omar Rincén (2015), retomando a Martin-Barbero. Y agrega: “Lo
popular esta donde estén las historias: en el territorio, en la vida cotidiana y enla
identidad de las comunidades” (p. 25). La cumbia villera, como expresién
radicalizada de lo popular, se ancla en un territorio —el barrio-, en un tipo de
experiencias —las cotidianas— y en diversos procesos de identificacion en torno a
lo que en sus letras y en sus formas de apropiaci6n a través del baile y la escucha,
se vive como experiencia encarnada en el cuerpo y en las diversas formas que
éste habilita: el sufrimiento, por ejemplo, pero también el goce.
Imaginacién popular
“La cumbia villera nos abrié las puertas de un monton de suefios”
El Fideo
Supermerk2
La cumbia villera alteré las reglas con las que se habia manejado, hasta ese
momento, el campo de la cumbia en la Argentina: introdujo variantes musicales,
estilisticas y estéticas propias del rap y el hip-hop. Y, a la par de las narraciones
testimoniales, los looks de los integrantes jovenes de las bandas mutaron hacia el
estilo deportivo. Junto con los contenidos de corte testimonial, la cumbia villera
representé a las mujeres a través de voces masculinas que destacaban distintas
partes de su cuerpo y una amplia gama de expertises ala hora de encarnar 0
participar de diferentes tipos de relaciones sexuales. Si ya se habia vuelto
disruptivo en relacion a su rol testimonial sobre la desigualdad social/de clase, el
campo cumbiero radicaliz6 un discurso que pretendia juzgar a la mujer que no
temia disfrutar del sexo ni cumplir distintas fantasias en escenas diversas.
Algunos leyeron a través de esas letras que se reforzaba una desigualdad de
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género, toda vez que la vara de la doble moral se actualizaba al juzgar a la mujer
como puta con la misma Idgica que se premiaba al varén como ganador.
Pero las pautas regulatorias del COMFER hicieron escasa menci6n al asunto y no
las consideraron un peligro real o potencial para las y los jovenes que consumian
cumbia villera en ese momento. Es decir, la voz del Estado ignoré el machismo y
el sexismo que podia desprenderse del andlisis de ciertas letras y no los
consider6 un tema relevante. Los estudios académicos y, sobre todo, ciertas
posiciones dentro del campo del feminismo y los estudios de género, salieron a
cuestionar fuertemente estos contenidos. Sin embargo, la idea de que la cumbia
villera construia una imagen de mujer objeto, de chicas faciles listas para ser
consumida por varones heterosexuales, no permitia leer alli también la
habilitacién al placer femenino por fuera de la voz masculina y hegeménica al
interior del campo cumbiero (Vila y Seman, 2007 y 2011; Silba y Spataro, 2017).
Estos temas musicales alcanzaron un alto nivel de difusi6n en la radio y la
televisién a pesar de las pautas del COMFER, y las bandas ms representativas
del género empezaron a hacer shows en diferentes locales bailables de los
centros urbanos de todo el pais, donde compartian escenario con artistas de la
cumbia mas tradicional. Un dato sugerente, que vale repetir, es que tanto la gran
mayoria de los musicos como buena parte de los publicos compartian tres
caracteristicas: eran varones jévenes, pertenecian a los sectores populares
urbanos y habitaban barrios populares o villas miserias. Esto garantizaba el éxito
en el contacto entre el pubblico y el producto cultural: la cumbia villera funcioné, en
sus comienzos, fuertemente apegada a esa légica. Daniel Lescano, voz lider de
Flor de Piedra, una de las bandas emblematicas del género surgida en 1999,
cuenta que frente a la propuesta de Pablo Lescano, su productor, de grabar “Sos
un botén”, uno de los himnos de la cumbia villera, él le respondid: “;Cémo voy a
cantar sos un botén? ¢Estas loco? Recién salgo de estar en cana.”
Sergio “Fideo” Galvan, creador de Supermerk2, trabajaba en 2001 en una estacién
de trenes vendiendo tortillas a la parrilla. Cuenta que en aquel tiempo, mientras
jaba a la estacién y pensaba nombres para la banda de cumbia que queria
armar, leyé desde el colectivo un cartel que decfa “MERCA”, Cuando el colectivo se
corrié vio la palabra completa: “SUPERMERCADO’. Meses después, como
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muestra “Alta cumbia’, el equivoco tomé forma de banda, sus integrantes llegaron
a Pasion de Sdbado y alli dieron un recital con un changuito lleno de mercaderia
que los misicos arrojaban a la tribuna. “Nos dimos cuenta que en el publico habia
gente de muy bajos recursos...nuestra idea era mover esa tribuna, no nos
importaba si les gustaba la musica, queriamos moverla; ahi me di cuenta que el
préximo sébado nos estaban esperando’, dice el Fideo.
Mientras la primera parte de anécdota podria vincular el origen de la cumbia
villera con el consumo y comercializacién de estupefacientes -la palabra “merca”
como sinénimo coloquial de cocaina-, la segunda remite al contexto social: las y
los jovenes que llenaban las tribunas y recibian la mercaderia formaban parte de
uno de los sectores sociales mas perjudicados por las medidas de fuerte corte
anti-popular de toda la década del 90 y principios de los 2000. La precariedad
laboral y el deseo de poner en palabras esas experiencias cotidianas atravesadas
por la desigualdad social son ejes comunes que atraviesan los testimonios de
todos estos jévenes musicos.
{Qué peligros representaba la cumbia villera en aquel contexto social?