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Transcripción del vídeo

Explicación del blockchain


Para entender el blockchain, vamos a volver al año 500 d.C., en la isla de Yap, ubicada en lo que es hoy
la Micronesia. Los habitantes de Yap tenían muchas piedras como esta. Esta es la moneda yapese. Era
su moneda local. Pesa alrededor de 200 kilos, así que levantarla como una moneda moderna suponía un
pequeño problema. Para solucionarlo, los yapeses decidieron no mover nunca la moneda. Las monedas
estaban colocadas en ubicaciones muy visibles en su pequeña isla. Cada adulto sabía de memoria quién
era el propietario de cada moneda. Cuando dos personas querían hacer una transacción, anunciaban el
cambio de propiedad a los demás yapeses, que tenían que actualizar su información de a quién
pertenecía la moneda. ¡Listo!, ya se ha intercambiado la moneda.

Los yapeses estaban utilizando (lo que llamamos) un libro mayor distribuido. Es un libro mayor, porque
cada yapese tenía un registro mental de la propiedad de todas las monedas. Además, actualizaban
mentalmente el libro mayor cada vez que se producía una transacción. Y es distribuido, porque el libro
mayor no solo lo conocía una persona, lo conocían todos.

Los yapeses podían haber pedido a una persona que realizara un seguimiento mental del libro mayor de
monedas. Esa persona tendría que haber sido realmente de confianza en términos de sinceridad y
habilidades de administración. El monopolio que esa persona tendría en las actividades de transacción
podría haberle llevado a cargar una tasa o crear reglas sobre quién puede realizar una transacción y
cuándo. Los problemas surgirían cuando esa persona se pusiera enferma, decidiera irse o si su
integridad se viera en peligro por algún motivo. Dicha persona central sería un banco. Los libros mayores
distribuidos realizan funciones de tipo bancario sin necesidad de confianza en una entidad central.

En el ejemplo de Yap, nadie puede manipular indebidamente el libro mayor y reclamar la propiedad de
una piedra que no les pertenezca, ya que todos los yapeses saldrían y contradirían su reclamación
basándose en su conocimiento de la tradición. Por lo tanto, no es probable que se realicen
transacciones fraudulentas. Asimismo, si un determinado miembro de la tribu no está disponible o se va
de viaje (lo que supone la pérdida de una copia del libro mayor), el resto de yapeses todavía pueden
validar las transacciones. Por lo tanto, el sistema es resistente a errores.

Lo más interesante quizás es lo que ocurre cuando se pierde o destruye una moneda. Una vez, una gran
piedra calló al mar volviendo de la isla de donde extraían las piedras. No hubo ningún problema, los
otros yapases decidieron. Podemos imaginar la moneda anclada en el océano. Le daremos crédito por
ellas y la utilizaremos mentalmente para las transacciones igual que el resto. De esta forma, a efectos
prácticos, aunque la piedra no existiera, podían utilizarla igual para las transacciones.

Los libros mayores distribuidos son uno de los dos conceptos clave necesarios para entender el
blockchain. Antes de continuar explicando el blockchain, voy a explicar una forma de resumir el libro
Guerra y paz en 20 caracteres. Resulta que cada libro tiene una huella exclusiva imposible de rastrear.
Hay algunas funciones, que son ecuaciones matemáticas que utilizan los sistemas, donde si se añade un
libro o una serie de caracteres, se obtiene en el otro extremo un código exclusivo de 20 a 30 dígitos.
Este código será exclusivo para cualquier entrada. Cuando se añade Guerra y paz, se obtiene un código
de 20 dígitos de código incomprensible. Si añade la misma copia exacta de Guerra y paz pero con una
coma cambiada, se obtiene un código de 20 dígitos totalmente diferente. Estos códigos serán tan
distintos que no podrán relacionar un código con otro, ni con las versiones originales de Guerra y paz.

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Este tipo de funciones tienen unos usos increíbles. Pueden utilizarse para validar información.
Supongamos que va a firmar un alquiler y desea asegurarse de que está firmando la misma copia que el
propietario. Puede añadir su versión y la otra a la función y, aunque haya una diferencia de una coma,
generarán códigos de 20 dígitos diferentes. También puede utilizar estas funciones para ocultar su
identidad. Puede combinar su información personal: su nombre, fecha de nacimiento y color de pelo en
una serie de texto y añadirla a la función para generar un código exclusivo de 20 dígitos. A continuación,
puede utilizar este código como su identidad en Internet para realizar negocios en línea, con la
seguridad de que nadie podrá rastrearlo a usted. No obstante, si más adelante alguien quisiera verificar
que es el propietario del código, podrá demostrar que conoce la única combinación de entradas que
pueden generar ese código.

Este tipo de funciones se denominan funciones hash criptográficas. Son el segundo concepto necesario
para entender el blockchain. No obstante, vamos a volver primero a la idea de las monedas invisibles.
Sabemos por el ejemplo de la isla que un libro mayor distribuido permite realizar transacciones con
monedas aunque estas no existan. Igual que la moneda en el fondo del océano. También hemos visto
como es prácticamente imposible robar monedas. Esto se debe a que cada yapese sabe quién es el
propietario de una determinada moneda y si alguna transacción ha cambiado esa propiedad.

Supongamos ahora que estos libros mayores, en lugar de guardarse en la memoria de las personas, se
almacenaran en ordenadores en línea en todo el mundo, gestionados por voluntarios incentivados.
Funcionaría igual que en la isla. Cada sistema tendría una copia del libro mayor, que mostraría la
propiedad de la moneda, que es visible y conocida para todos. Cada vez que alguien desee realizar una
transacción, solo tendrá que anunciar en la red de sistemas su intención de enviar monedas a alguien.
Todos los sistemas, al oír el anuncio, actualizarán su libro mayor interno deduciendo una moneda de una
de las partes y añadiendo una moneda a la otra.

Solo nos faltan dos cosas para que esto funcione en el mundo real. En primer lugar, necesitamos una
forma de ocultar las identidades de las personas en el libro mayor público, ya que la mayoría de
nosotros no vamos a poner nuestro nombre e historial de transacciones en una vista pública. Esto se
puede solucionar con una función hash. Los detalles de la identidad de cada persona pueden reducirse a
un código de 20 dígitos irreconocible, donde solo el propietario conozca las entradas necesarias para
generar el código. De esta forma, se anonimiza al participante.

Lo segundo que nos falta para que funcione es una forma de comparar rápidamente los libros mayores
entre los sistemas, para asegurarnos de que parten de la misma versión del registro de transacciones.
También podemos solucionar esto con una función hash. Cada sistema puede convertir su libro mayor,
que es solo un texto digital, en un código de 20 dígitos y compararlo con los códigos de los libros
mayores de otros sistemas. Si los códigos concuerdan, sabremos que los libros mayores son iguales. Si
son iguales, es probable que representen una vista precisa de la propiedad de las monedas. Esto implica
que es prácticamente imposible manipular indebidamente el libro mayor, porque para ello una persona
deberá manipular indebidamente miles de copias del libro mayor almacenadas de manera
independiente en sistemas en todo el mundo.

Acabamos de inventar Bitcoin, la moneda digital de la que tanto hemos oído hablar. El bitcoin es un libro
mayor distribuido y compartido para transferir monedas invisibles. Cualquiera puede unirse si crea una
identidad codificada de 20 dígitos y obtiene monedas de otros usuarios en una transacción. Estos
conceptos, el libro mayor distribuido combinado con las funciones hash, se denominan a menudo
blockchain y otras veces libro mayor distribuido. El primer blockchain se creó para habilitar Bitcoin.

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Pero blockchain puede ser mucho más. Para ilustrarlo, tenemos que ver cómo los aviones modernos se
han convertido básicamente en iPhones. Hace un año, tomé un avión que tuvo que cancelar el despegue
y se paró bruscamente en medio de la pista. El capitán nos tranquilizó diciendo que era un problema
menor con el ala. El ala, esa pieza que mantiene el avión en el aire. “No se preocupen”, dijo, “los
mecánicos lo van a solucionar”.

Más tarde, volvió a informarnos de que no era un problema mecánico. Era un error de software. No se
preocupen, volvió a decir. Estamos descargando un parche de software. Estaremos listos para despegar
en 20 minutos. Así que mientras mi iPhone descargaba una actualización de software de Apple, mi avión
estaba descargando una actualización “para no estrellarnos” de los fabricantes del avión. Tuve una
revelación inquietante. Si hay errores en el software de las alas, pronto habrá piratas informáticos de
software de alas. Estas preocupaciones aumentan además a medida que entramos en el mundo de los
coches autónomos, los robots que realizan cirugías y los sistemas que ofrecen asesoramiento
financiero.

De hecho, un grupo de profesores de la University of Michigan demostraron que era posible matar a
pacientes que tuvieran un marcapasos atacando sus dispositivos de forma inalámbrica. Muchos
estudiosos consideran que el blockchain puede ayudarnos a aumentar la seguridad en este mundo
automatizado.

Volvamos al escenario del ataque informático del avión; supongamos que 100 aviones en todo el mundo
se comunican entre ellos en una red. Antes del despegue, mi avión puede volcar su software de alas en
nuestra amiga, la función hash criptográfica, y generar un código exclusivo de 20 dígitos. Imaginen a
continuación que los otros 99 aviones tienen libros mayores del resto, con registros del código de 20
dígitos correspondiente que cada avión debe tener de su software de alas.

Mi avión puede comparar el código generado por cada ala justo antes del despegue con el código
almacenado en los libros mayores de los otros 99 aviones. Si los códigos coinciden, mi avión puede
estar seguro de que nadie ha manipulado indebidamente su software. ¿Por qué? Porque un pirata
informático debería haber cambiado el libro mayor de los otros 99 aviones para que mi código
coincidiera con los códigos almacenados en ellos. Si el avión fuera autónomo, podría decidir no
despegar a menos que los otros 99 aviones le dieran la autorización. Esto permite un mundo de
dispositivos inteligentes seguros. Es una forma distinta de la que utilizamos hoy para solucionarlo.
Actualmente, el avión debería comunicarse con un servidor central, un punto único de anomalía,
vulnerable a errores y manipulaciones indebidas. Ese servidor central también estará en un sistema
cerrado, propiedad de una compañía, que dificulta que otros dispositivos interoperen.

El blockchain podría cambiar todo esto. Al eliminar la necesidad de un intermediario central de


confianza, el blockchain permitirá nuevas formas de trabajar que son incluso difíciles de pronosticar hoy
día. Con la tendencia de la adopción rápida de nuevas tecnologías, el blockchain probablemente tendrá
un gran impacto muy pronto. Esperamos que este vídeo les ayude a estar preparados.

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