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ARTURO WARMAN EL CAMPO MEXICANO EN EL SIGLO XX Ba FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO JIS GONZALEZ BIBLIOTECA LUIS GONZAL EL COLEGIO DE MICHOACAN Primera edicin, 2007 o me oc = A los ami excepcional, ingrata y generosa experiencia en el servicio publico. : Gracias por todo Se prohibe la reproduccidn total o parcial de esta obra \do el diseno tipogetico y de portada- I fuere el medio, electrinico 0 mecanico sin el consentimiento por escrito del editor >. R. © 2001, FoNDO De CULTURA BCONOMICA Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 Méxic werwdce comme ISBN 968-16-6329-2 Impreso en Méxi IL. LA POBLACION RURAL EL CRECIMIENTO DE LA POBLACION es sin duda uno de los proce- sos mas importantes del siglo que termina. Nuestro planeta lo inici6 con alrededor de 1500 millones de seres humanos y lo cierra con un poco mas de 6000 millones. El ritmo del crecimiento, sin precedente en la historia del mundo y también insostenible, esta disminuyendo en el ocaso del milenio. Las amenazas de catéstro- fes demogréficas, tan de moda un cuarto de siglo atras, se estan alejando sin que el problema pierda relevancia o prioridad. Las proyecciones estiman que la poblacién mundial a mediados del siglo xx1 aleanzard 9000 millones de habitantes. Las preguntas sobre si cabré la humanidad en el planeta sin hambre ni pobreza no tienen respuesta clara. México fue participante entusiasta y destacado en el creci- miento de la poblacién. Arafamos por varios afos el récord mun- dial, que afortunadamente se nos escapé. Mientras la poblacién del mundo se multiplicé por cuatro, nosotros lo hicimos por un poco mas de siete y recibiremos el nuevo milenio con cerca de 100 millones de habitantes para colocarnos como uno de la docena de paises mas poblados. El ritmo de crecimiento también esté des- cendiendo en México, pero seguiré siendo positivo por cerca de medio siglo mas. Se espera que con un ritmo de crecimiento simi- Jar al de la poblacién mundial alcanzaremos la estabilidad demo- sgrafica cerca del aio 2050 con 150 millones de mexicanos. Tenemos que caber, Para especular sobre si lo lograremos cisminuyendo la pobreza y desigualdad que afecta a los mexicanos del campo es que se intenfa este andlisis del comportamiento de la poblacién rural, Para identificar a la poblacién rural en este capitulo se utiliza 1 criterio censal més tradicional y conservador: aquella que vive cen localidades con menos de 2500 habitantes, Una de las ventajas de ese criterio es su prolongada permanencia, por lo cual los da- tos utilizados coinciden con la mayoria de las cifras publicadas. Se ha seftalado con justicia que la clasificacidn censal minimiza la poblacién rural, ya que en muchas localidades con mas de 2 LA POBLACION RURAL a 2500 habitantes la dependencia de las actividades agropecuarias, Jas condiciones de vida y de trabajo son las mismas que en las co- munidades rurales. Eso es evidente, lo que no esté claro es dénde ubicar el Limite superior. Algunos To Tlevan hasta 15000 habitan- tes, mientras que por el lado conservador muchos se conforman con 5000. Los criterios para fijar y defender esos Ifmites se esta- blecen en un momento definido, lo que hace dificil y arbitrario su ‘uso para analisis hist6rico. En 1900 un pueblo de 15000 habitan- tes casi siempre era un centro urbano de importancia regional; en 1 2000 puede corresponder a un ejido viejo y grande que ni si- {quiera es cabecera municipal, pero también puede ser un asenta- miento dormitorio de una ciudad. La cifra de 2500 deja poco ‘margen de duda: se trata de poblados rurales, tanto a principios del siglo xx como ahora. Esa es otra de las ventajas del criterio censal, ‘sin embargo, la clasificacién censal puede subestimar la pro- porcién de la poblacién agraria en el total nacional en alrededor de 10%. En 1900 un poco menos de ese porcentaje de la poblacién nacional vivia en localidades con més de 2500 y menos de 5000 habitantes, consideradas rurales por casi todos los analistas. En 1995 el mismo porcentaje corresponde a quienes vivian en locali- dades de mas de 2500 y menos de 10000. Por condiciones de vida la poblacién del campo es més grande e importante de lo que sefiala la categoria censal de lo rural. En la dindmica y explosiva dimensién del crecimiento de la poblacién mexicana en el siglo xx, la poblacién rural parece un remanso de tranquilidad. Su crecimiento promedio es moderado, con tina tasa anual promedio de 0.93%, menos de la mitad del acelerado paso nacional. Eso significa su descenso constante como proporcién del total: casi tres de cada cuatro mexicanos vivian en el campo en 1900, s6lo uno permanece en 2000. En 1900 Ja poblacién rural era mayoria en todos los estados del pais, con excepcidn del Distrito Federal; en 1960 todavia 18 entidades te- nian més de la mitad de su poblacidn en localidades con menos de 2500 habitantes; en 1995 sélo en Oaxaca, Chiapas, Hidalgo y, por redondeo, Zacatecas, la poblacién rural es mayoria. En el siglo xx la poblacién rural se multiplicé por 2.5, proporcién mo- desta si se compara con las siete veces que crecié la poblacién nacional y las casi 20 que auments la urbana. Dicho asi, pareceria que hablamos de dos o tres paises diferentes. os LAPOBLACION RURAL La modestia del crecimiento de la poblacién rural es engafiosa, La poblacién rural fue participante decisiva de la explosién de- mografica. Los factores del crecimiento natural: natalidad y mor- talidad, rebasaron en el medio rural las tasas nacionales; todavia Jas superan en la actualidad. La aportacién del campo al creci- miento de la poblacién nacional fue més que proporcional. Pero Ja migracién fue el factor més importante en el comportamiento ‘demografico del campo: més de la mitad de los nacidos en locali- dades rurales no permanecieron en ellas. Por Jo mismo, la mayo- ria de los mexicanos de fines de siglo tiene abuelos 0 padres que nacieron en pueblos rurales y rancherias. El modesto crecimiento de la poblacién rural es resultado de la restricciGn, la falta de opor- tunidad para permanecer, la incapacidad de retener la poblacién. PERSISTENCIA ESTRUCTURAL La poblacién rural presenta constantes a todo lo largo del siglo, contintiidades seculares que destacan. Con la excepcién del Dis- trito Federal, donde la ciudad de México arrasé con las localida- dees rurales, en todas las demas entidades la poblacién rural de 1995, cuando se realiz6 el tiltimo conteo de poblacion, es mayor a la de 1900. En el siglo xx no se registré baja en el ntimero de habi- tantes en localidades con menos de 2500 residentes. La relacién entre lo rural y lo urbano tiende a permanecer a lo largo del siglo en la mayorfa de los estados; 13 entidades que en 1910 tenfan una poblacién rural superior al promedio nacional: Chiapas, Durango, Guerrero, Hidalgo, Michoacén, Nayarit, Oaxa~ ca, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Tabasco, Veracruz y Zacatecas, conservaban en 1995 una proporcidn de poblacién rural por enci: ‘ma del promedio nacional. En sentido contrario, ocho entidades que en 1910 tenian poblaciones rurales menores al promedio nacional conservaban esta relacién en 1995. Se trata de Aguasca- lientes, Coahuila, Colima, Distrito Federal, Jalisco, Morelos, Nue- vo Leén y Yucatan. Las dinamicas demogréficas y las estructuras econdmicas o sociales vinculadas son més resistentes y persisten- tes de lo que generalmente se supone. ‘Ocho estados que tenian poblaciones rurales superiores al pro- ‘medio nacional en 1910, en 1995 se ubicaban por debajo del mit LA POBLACION RURAL 2% ‘mo, mostrando un proceso de urbanizacién mas intenso. Tres de ellos: Baja California, Baja California Sur y Quintana Roo, estaban despoblados a principios del siglo, con asentamientos muy pe- quefios y dispersos; ni siquiera eran estados de la Republica sino territorios federales desiertos por lo escaso de su poblacién. En estos casos hubo un poblamiento urbano directo, sin absorber la poblacién rural local. All se encuentran Tijuana y Canctin, polos de desarrollo urbano de los tiltimos aiios del siglo xx. Sonora, Tamaulipas y Chihuahua, que en 1910 tenfan una poblacién rural superior al promedio nacional, se incorporaron al intenso proceso de urbanizacién de la frontera norte en la segun- da mitad del siglo, por lo cual en 1995 su poblacisn rural era infe- rior a la nacional. El Estado de México, incorporado en parte al crecimiento del érea metropolitana de la ciuclad de México, tam- bién estaba en 1995 por debajo cel promedio nacional de pobla- cidn rural, pero conservaba el quinto lugar nacional por el tama- fio absoluto de 1a misma. El estado de Tlaxcala, uno de los mas pequefios del pais y con un comportamiento original, también comparte el transito hasta quedar abajo del promedio nacional de poblacién rural en el siglo xx. En sentido contrario, tenemos tres estados que se ruralizaron. entre 1910, cuando tenfan una poblacién rural por debajo del pro- medio nacional, y 1995, arto en que presentan proporciones rura- les superiores: Campeche, Guanajuato y San Luis Potosi. En el caso de Campeche el cambio parece vinculado a la colonizacién agropecuaria del estado. En Guanajuato y San Luis Potost el estancamiento y hasta abandono de las actividades econémicas tradicionales que propiciaron la urbanizacisn, sobre todo la mineria, contribuye a la explicacién. EL NUCLEO RURAL La persistencia de rasgos estructurales permite reconocer la exis- tencia de un micleo que concentra las mayores magnitudes de la poblacién rural a lo largo del siglo xx, que acumvula la masa criti- ca de la ruralidad. Once entidades conforman ese nticleo: Chia- pas, Guerrero, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacén, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosi y Veracruz, que se % LAPOBLACION RURAL enuncian por orden alfabético y no por su importancia. Esos esta~ dos tenfan y han conservado la poblacién rural més numerosa, concentrando de manera consistente a todo lo largo del siglo a més de dos tercios de la poblacién rural nacional. Esa proporci6n, que en 1910 era de 68% del total, se elevé a 71% en 1995. Entre 1910 y 1995 la poblacién rural nacional crecié en 13.3 millones de personas, pues pasé de 10.8 millones a 24.1 millones; 73% de los nuevos habitantes de localidadees rurales viven en los 11 estados de este niicleo. Todas las entidades del mticleo tenfan en 1995 una poblacidn rural superior a 900000. Con la excepcidn del Estado de México y Jalisco, los demas han conservado de manera cons tente una proporcidn de habitantes en comunidades rurales supe- rior al promedio nacional. Este miicleo tiene coherencia y vecin- dad geografica. En fin, funciona como una abstraccién titi. as abstracciones tienen cierto grado de arbitrariedad. Lo mis- mo le pasa al nticleo rural mencionado. Permanece en él Jalisco, {que a principios de siglo tenia la mayor poblacién rural, aunque esté disminuyendo, pero excluye a Sinaloa y Tabasco con un rit- mo de crecimiento de la poblacién rural superior al promedio. Excluye a Querétaro, Nayarit y Zacatecas, que tienen tna estruc tura similar a la de la mayoria de los estados incluidos, pero que tienen poca poblacién en términos absolutos. La linea que se esta~ bleci6 para reconocer ese conjunto no es una frontera que separe realidades diferentes 0 que contenga uniformidad en su interior. Para ciertos propdsitos analiticos 0 momentos histéricos mas pre isos, el micleo podria ampliarse o reducirse, pero en sui mayor pro- porcién permaneceria. Esa es su utilidad. CRECIMIENTO ABSOLUTO, DESCENSO PROPORCIONAL La poblacién rural no crecié a un ritmo constante y sostenido en cl siglo xx. En la primera década aumenté a una tasa promedio de 1.03% anual, agregando un poco més de un millén de nuevos ha- bitantes al México rural. Esa tasa de crecimiento estaba muy cer- cana a la que registré la poblacién nacional: 1.1% anual entre 1900 y 1910. En la segunda década, la de la guerra civil, la poblacién rural descendié en 940000 habitantes, a una tasa promedio de -0.9%; LAPOBLACION RURAL a en ntimeros absolutos, casi se perdi el crecimiento de la primera década para volver al nivel de 1900. En esa segunda década la poblacién nacional perdig 826000 habitantes, que se convirtieron en el famoso millén de muertos que reclam6 la Revolucién mexi- cana, Esa interpretacién reiterada es un mito, El descenso de la poblacién nacional en los censos combin6 varios factores: el pro~ bable subregistro del censo de 1921, realizado en condiciones muy dificiles; los mexicanos que emigearon del pais, que no fue- ron pocos; el descenso en la tasa de natalidad vinculado con la inestabilidad; las muertes naturales en el periodo y las provoca- das por la brutal epidemia de influenza espafola de 1918; las bajas en combates o atribuibles directamente a la guerra, trégicas © heroicas, fueron minoritarias. Lo que no parece mito es que la poblacién rural resintié esos factores con mas fuerza que el ‘medio urbano, por lo cual su descenso fue superior al que regis- tr6 el agregado nacional. La mayor vulnerabilidad de la pobla- cién rural ante sucesos extraordinarios que rompen el orden social, que se confirma de manera reiterada, contradice la vaga pero extendida creencia de que en el campo se pueden enfrentar mejor las catastrof En a tercera década del siglo, la poblacién rural retomd el ere- cimiento, con una tasa anual de 1.1%, por lo cual agregé 1.1 millones de habitantes. En ese mismo lapso se abrid un poco mas la brecha entre el crecimiento rural y el nacional, que registré una tasa anual de 1.7 por ciento. En las cuatro décadas siguientes la poblacién rural erecié con- istentemente a sus tasas mas altas, muy cercanas a 1.5% anual, que sumaron 8.9 millones de nuevos mexicanos. La poblacién nacional crecié en los mismos cuatro decenios a una tasa prome- dio anual de 2.7%. Los ritmos de crecimiento rural y urbano se distanciaron, y no dejaron de hacerlo a todo lo largo del siglo x El descenso en el ritmo de crecimiento de la poblacién se mani- fest6 antes en la poblacién rural. En la década de 1970 la pobla- cin rural crecié mas lentamente, a una tasa anual de 1.2%, aun- que todavia agregé 2.6 millones de nuevos habitantes. La tasa promedio anual para la poblacién nacional alcanz6 en esa década un 3.2%, mas de lo doble que la rural En el decenio de 1980 el crecimiento de la poblaci6n rural se derrumbé hasta una tasa de 0.3% anual, reflejando probablemen- oe 8 LAPOBLACION RURAL te algiin problema del censo de 1980. Para la iiltima década se estima una tasa de 0.6% anual de crecimiento promedio para la poblacién rural, que corregiria la baja excesiva de los 10 aftos anteriores y ratificaria la tendencia al descenso en el ritmo de cre- cimiento. Se estiman tasas de crecimiento cercanas a 0.5% anual para la poblacién rural en los primeros aitos de este milenio. En las dos tiltimas décadas del siglo xx las tasas anuales de creci- miento promedio para la poblacién nacional se ubicaron en 2%, cuatro veces mas altas que las de la poblacién rural. Nos estamos aproximando al punto de inflexién en que la poblacién rural descendera no sélo en términos relativos sino absolutos. $i las condiciones no se modifican, esa inflexidn suce- dera en el primer cuarto del siglo xxr, Para la poblacién nacional la inflexién que haga decrecer el rximero absoluto de habitantes del pais se pronostica para mediados de la proxima centuria, Crrcimmento DEsicuAL El crecimiento de la poblacisn rural no fue uniforme en todo el pais ni sucedi6 al mismo ritmo. La poblacién rural de México en 1995 era 123.4% mayor a la de 1910, un poco més de lo doble, con tuna tasa promedio anual de crecimiento de 0.95%. En 17 estados de la federacién la poblacién rural crecié menos que ese prome- dio nacional y en uno, el Distrito Federal, descendis en mimeros absolutos; fue el tinico caso. En 14 estados el crecimiento de la poblacién rural, por el contrario, super6 el promedio en el mismo periodo. Como resultado de ese crecimiento desigual, 22 estados que en 1910 tenian un porcentaje de poblacién rural més alto que el nacional se redujeron a 16, que en 1995 superaban la propor- cidn promedio de poblacién rural. De los 17 estados en que la poblacién rural crecié menos que el promedio, en siete de ellos lo hizo a un ritmo inferior a la mitad de tal promedio. Ello implica que su poblacién rural se incremen- 16 en 85 aftos menos de 50% respecto a 1910, casi nada en la voré- gine demogréfica de su alrededor. El de menor crecimiento fue Nuevo Ledn, a una tasa anual promedio de 0.04% para esos 85 afios, por lo cual apenas agrego unos 8000 habitantes rurales a 240000 que tenia en 1910. Le siguen en orden ascendente Jalisco, LA POBLACION RURAL ” con una tasa anual promedio de 0.18%, Tlaxcala (0.24%), Coahui- a (0.24%), Yucatén (0.32%), Durango (0.43%) y Colima (0.44%). Este tiltimo estado, por ejemplo, en 1995 tenia 44% mas de pobla- cidn rural que en 1910. Los otros 10 estados que crecieron menos que el promedio en es05 85 afios lo hicieron rebasando la mitad de ese promedio. A partir de Morelos, con una tasa anual promedio de 0.67%, y otra vyez.en orden ascendente por su ritmo de crecimiento, se trata de Zacatecas (0.71%), Chihuahua (0.72%), Michoacén (0.73%), Sono- ra (0.74%), Hidalgo (0.76%), Puebla (0.77%), Guanajuato (0.79%), San Luts Potosé (0.87%) y Tamaulipas (0.94%); la tasa de este dilti- mo estado es casi igual al promedio nacional de 0.95%. Los pri- meros ocho estados no legaron a duplicar en 1995 la poblacicn rural de 1910; en cambio, San Luis Potosé y Tamaulipas lo hicieron. En los 14 estados que crecieron por arriba del promedio de la poblacién rural se pueden distinguir tres grupos. En el primero se hallan los que duplicaron la cifra absoluta de 1910, pero sin lle- gar a triplicarla. En este conjunto de seis estados participan Que- rétaro, con el menor crecimiento relativo a una tasa anual pro- medio de 0.98%, y en orden ascendente: Oaxaca (1%), Estado de México (1.01%), Baja California Sur (1.01%), Nayarit (1.09%) y Guerrero (1.14%). Enel segundo conjunto se agrupan cuatro estados que triplica- ron su poblacién rural con respecto a 1910. Otra vez en orden ascendente, Sinaloa, con la tasa anual promectio més baja (1.28%), Aguascalientes (1.30%), Campeche (1.38%) y Veracruz (1.45%). En el iltimo grupo participan cuatro estados que cuando menos quintuplicaron en 1995 la poblacién rural de 1910, con rit- mos de crecimiento superiores a lo doble de la tasa promedio nacional de 0.95% anual. Baja California (3.44%) y Quintana Roo (8.20%), con las proporciones mas altas de crecimiento, son atipi- os por partir de niveles minimos de poblacién en 1910, menos de 10000 habitantes. En ambos estados la poblacién rural actual- mente es minoritaria. En Chiapas (2.03%) y Tabasco (1.92%) hubo tun crecimiento sostenido y acelerado de la poblacién rural, que en 1995 todavia representaba cerca de la mitad de la poblacién total. En estos dos estados la poblacién en localidades con menos de 2500 habitantes crecid entre 1910 y 1995 a tasas mas proximas alas de la poblacién nacional que a las de la rural ay LAPOBLACION RURAL (CURVAS ¥ TENDENCIAS La historia no es lineal ni tan sosegada como lo sugieren los pro- medios. En todas las entidades el ritmo del incremento de la po- blacién rural es irregular. Sin embargo, a partir del descenso absoluto o en ritmo de crecimiento que se present6 en la década de la Revolucién, pueden distinguirse conjuntos que comparten luna pauta similar en el tiempo y sus efectos. En 12 estados que registraron crecimiento desde 1930, se pre- senté la inflexién que significa reduecidn absoluta de la poblacién rural. Se enuncian de menor a mayor conforme a su crecimiento entre 1910 y 1995: Nuevo Le6n, Jalisco, Tlaxcala, Coahuila, Du- rango, Colima, Morelos, Zacatecas, Chihuahua, Sonora, Tamauli- pas y Oaxaca. En Nuevo Leén la poblacién rural mas grande se registré en 1970. En Oaxaca el maximo ocurrié en 1990, por lo cual el lapso es todavia corto para afirmar que se trata de una ten- dencia sostenida. En los otros 10 estados la poblacién rural mas grande se registed en 1980. Con la excepcién de Oaxaca, los otros 11 estados crecieron por debajo del promedio nacional. En 1995 esos 12 estados contenian 26.5% del total de la poblacién rural, ‘cuando en 1910 tenfan 37.5 por ciento. En otros 12 estados se manifesté un quiebre en 1980 que redujo significativamente el ritmo de crecimiento. En ocho de ellos el quiebre desembocé précticamente en el estancamiento ce la poblacién rural en niimeros absolutos. Se enuncian en orden ascendente por su tasa de crecimiento: Michoacén, Hidalgo, Pue- bla, San Luis Potosi, Nayarit, Guerrero, Sinaloa y Veracruz. Este conjunto, que en 1910 contenia 39.6% de la poblacién rural, en 1995 agrupaba 42.4%. Seis de los 11 estados del nticleo rural se ubican en este conjunto, de hecho lo conforman, en tanto que Jalisco y Oaxaca ya entraron en la fase de descenso absoluto. En otros cuatro estados: Guanajuato, Estado de México, Chia- pas y Baja California, la reduccién en el ritmo de crecimiento a partir de tasas muy altas, todavia produce incrementos significa: tivos de la poblacién rural, Este conjunto, que en 1910 content 16.9% de la poblacién rural, en 1995 agrupaba 22.2%. Los tres ptt ‘eros estados de este conjunto forman parte del miicleo rural En siete estados todavia no se percibe quiebre en la tendencia LA POBLACION RURAL a de crecimiento. En el mismo orden de menor a mayor crecimien- to son: Yucatin, Querétaro, Baja California Sur, Aguascalientes, Campeche, Tabasco y Quintana Roo. Sélo Yucatén crecié entre 1910 y 1995 menos de! promedio nacional, los otros seis lo supe- raron. Con la excepcidn de Tabasco, que en 1995 contenta 3.5% del total, son entidades con poco peso en la poblacién rural. Entre los siete en 1995 tenfan 9%, cuando en 1910 apenas representaban 7% de la poblacién rural. Cada enticad, de hecho cada regidn que las conforma, tiene su propia dinamica, su logica y explicacién, su propia historia. Pero todas estén inscritas en una tendencia general que las influye y presiona. Esa tendencia puede reconocerse aunque no podamos uusarla para la prediccién precisa, mucho menos para la profecia, pero ciertamente hay que incorporaria al andlisis como marco, alguna generalizacién puede hacerse, ésta es {que las tendencias clominantes son el estancamiento en el nuimero absoluto, que puede reconocerse en 42.4% de la poblacién rural de 1995, y el descenso absoluto que abarca 26.5%; sumadas las dos tenclencias, incluyen 68.9% de la poblacién rural. En 22.2% de ésta, el ritmo de crecimiento ha perdido vigor. Estos datos coinciden ‘con otras cifras mencionadas, por lo cual puede preverse la proxi- midad del estancamiento y la reduccidn del tamafio absoluto de la poblacién rural. Dispersion El estancamiento o descenso de la poblacién rural no implica el congelamiento de la situacidn actual ni inmovilidad, Se perciben estan en marcha cambios importantes en la estructura y organi- Zacion de la vida en el campo. La creciente dispersién de la po- Dlacién rural en localidades pequerias es un proceso complejo con ‘muchas implicaciones. Representa una resistencia a la urbaniza~ cin, una manera de reproducir la vida sin cambiarla, para que Siga sienclo como antes, como siempre, aunque nunca sea igual. La dispersion es también sintoma de la pobreza, de la falta de oportunidad, que obliga a buscar un nuevo espacio, acaso més estrecho ¢ inhéspito, para permanecer. En 1910 se registraron 70300 localidades rurales en todo el Pais, que habian aumentado a 198311 en 1995, casi tres veces mas. 2 LA POBLACION RURAL Si se utiliza como indicador el promedio de habitantes de las, localidades rurales, en 1910 cada una de ellas tenia 153.8 pobla- dores, mientras que en 1995 habia descendido a 121.8, una quinta parte menos. Pero otra vez no se trata de una tendencia lineal y sostenida sino con brincos y etapas. Con las cifras agregadas al nivel nacional podemos reconocer cuatro etapas en el siglo xx. La revolucién y la guerra civil, entre 1910 y 1920, produjeron tun proceso de concentraciGn de la poblacidn rural mas aislada, la que vivia en rancherias con menos de 20 casas 0 100 habitantes; ‘ocho mil de esas localidades probablemente fueron abandonadas en las condiciones de inseguridad prevalecientes. Pese al descen- so de 940000 habitantes rurales en esa década, el promedio de pobladores por localidad rural crecié de 153.8 a 158.9. En los dos decenios siguientes, hasta 1940, la concentracién provocada por la inseguridad se revirtid y con el estimulo del reparto agrario la poblacién rural se dispers6. Se establecieron y registraron en esos 20 afhos més de 40000 asentamientos rurales, hasta alcanzar casi 105000. El promedio de habitantes por locali- dad rural descendié hasta 121.7 en 1940, De los mexicanos rura- les, 15.7%, un poco mas de dos millones, vivian en ese afio en rancherias con menos de 100 habitantes. En los siguientes 30 aftos, hasta 1970, se percibe un movimien- to de concentracién vinculado con la apertura al cultivo de las tie- rras dotadas por el reparto agrario. Casi 10000 rancherias se fusionan en 95 000 asentamientos rurales; en promedio, cada uno de ellos alcanza 208.7 pobladores en 1970; 1471 000 habitantes en rancherias descendieron hasta representar s6lo 7.4% del total de Ja poblacién rural Desde 1970, sin pausa hasta 1995, se reinicia un movimiento de dispersion, que aparentemente se relaciona con la crisis en la pro- duccién agropecuaria y el agotamiento del reparto agrario. El rniimero de localidades rurales se duplicé en esos 25 afios, hasta alcanzar 198311 en 1995, En ese mismo aito el promedio de ha- bitantes por localidad rural descendié a 121.8 y la proporcién de quienes vivian en rancherfas con menos de 100 pobladores, 2638000, se elevé a 10.9% de los mexicanos rurales. Otros ocho millones de campesinos, la tercera parte de la poblacién rural, vivian en localidades con mas de 100 y menos de 500 habitantes. Sumadios, 10.6 millones de mexicanos vivian en 185000 localida- LAPOBLACION RURAL s des con menos de 500 pobladores, casi 44% de los habitantes, rurales y 12% del total: uno de cada ocho mexicanos. PATRONES DE DISPERSION La dispersidn de la poblacién rural desde 1970 se generalizé en todo el pais. El promedio de pobladores por localidad disminuyé ten todos los estados de la Repiiblica. Sin embargo, la dispersién no sucedié de manera uniforme. Se pueden desprender seis con- juntos con comportamiento similar respecto a la dispersién de la poblacidn rural, que si bien sugieren una explicaciOn no la pro- porcionan con plenitud ‘Los estados con mayor dispersién —definida ésta como los menores promedios de habitantes por localidad rural o los mayo- res porcentajes de pobladores en localidades con menos de 500— son los siete del desierto, que, con excepcién de Baja California Sur, también son los de la frontera del norte de México: Nuevo Leén, Chihuahua, Tamaulipas, Baja California Sur, Sonora, Coa- buila y Baja California, El orden en que se listan es de mayor a ‘menor porcentaje de habitantes rurales en localidades con menos dde 500 en 1990. Los habitantes promedio de los asentamientos rurales en los estados del desierto oscilaban entre 30 y 80, por ddebajo del promedio nacional de 151.2 en ese ano. Todos los esta dos del desierto tienen una poblacién rural inferior al promedio nacional, y con excepcisn de Baja California y Baja California Sur, su crecimiento fue inferior al nacional entre 1910 y 1995. El medio natural restrictivo por la falta de humedad y vegeta- cién, que exige grandes terrenos para desarrollar actividades extensivas, parece tuna explicacidn suficiente para entender 1a dispersion de los trabajadores del campo en Ios estados del de- sierto, Esa explicacidn es cierta pero no absoluta; debe matizarse para incluir las extensas superficies irrigadas en las Hanuras, que no presentan las restricciones del desierto para su aprovecha- miento. El segundo conjunto lo forman cuatro estados del semicesier- to: San Luis Potosf, Durango, Sinaloa y Zacatecas, enunciados de mayor a menor porcentaje de habitantes del medio rural en loca~ lidades con menos de 500 pobladores. Los habitantes promedio i b i t F “4 LAPOBLACION RURAL por localidad rural en el semidesierto oscilaban entre 105 y 171, relativamente cerca del promedio nacional. Los cuatro estados tenian proporciones de poblacién rural superiores al promedio nacional de 28.6% en 1990. Con excepcién de Sinaloa, el incr mento de su poblacién rural entre 1910 y 1995 fue inferior al pro- medio nacional en los otros tres estados del conjunto. En areas relativamente amplias del semidesierto ya es posible practicar una agricultura extensiva de temporal de alto riesgo y bajo rendi- miento, asf como una ganaderia extensiva que requiere superfi- ‘cies menores a las del desierto. En Sinaloa se concentra la mayor superficie irrigada del pais, mientras que en San Luis Potosi el rea de la Huasteca tiene caracteristicas y comportamientos dis- tintos de los del semidesierto. Ocho estados forman el tercer conjunto, Su promedio de habi- tantes por localidad rural fue més alto que el nacional y oscilé entre éste y lo doble del mismo, que se present6 en Puebla con 312 habitantes. Se listan de mayor a menor indice de dispersién: Hidalgo, Guerrero, Michoacén, Oaxaca, Guanajuato, Querétaro, Nayarit y Puebla. Los ocho estados de este conjunto tenian un porcentaje de poblacién rural superior al promedio nacional, mientras que su tasa de crecimiento entre 1910 y 1995 se agrupa alrededor del promedio nacional de 0.95%. Seis de los 11 estados del niicleo rural se ubican en este conjunto. Los acho estados de este conjunto, en su diversidad, comparten una predominancia de la agricultura de temporal y una tradicién de agruparse en pueblos campesinos. Si hubiera que bautizarlos con algtin nom- bre éste seria el de estados rurales tradicionales. Cuatro estados forman el cuarto conjunto con indices de dis- persién bajos. Se trata de Yucatan, Estado de México, Morelos y Tlaxcala. Los cuatro comparten un porcentaje de poblacién rural inferior al promedio nacional y su tasa promedio de crecimiento entre 1910 y 1995 es también menor. El promedio de pobladores por localidad rural es elevado: el Estado de México registra el més alto en todo el pafs con 412. Con sus propias caracteristicas, son estados con agricultura de temporal y pueblos rurales tradi- cionales, a las que se agregan la distorsién de la vecindad y la dependencia de grandes ciudades. El quinto conjunto lo forman tres estados vecinos, dos de ellos de extensién muy pequefia, que forzando la geografia podrfan LAPOBLACION RURAL 6 ubicarse en el occidente de México: Jalisco, Colima y Aguasea- lientes, que se listan de mayor a menor por su indice de disper- sin, Aguascalientes se resiste a compartir el bajo crecimiento entre 1910 y 1995 que presentan Jalisco y Colima. Los tres com- parten una proporcién de poblacién rural inferior a la nacional, ‘También comparten un promedio de habitantes por localidad rural que queda por debajo del promedio, Con cierta injusticia para Aguascalientes, este conjunto podria caracterizarse por la dispersidn sin crecimiento de Ia poblacién, por el reacomodo de la misma gente en el espacio, exagerando en busca de claridad. EI sexto conjunto lo forman cinco estados con un crecimiento acelerado de la poblacién rural, sensiblemente por encima del promedio, que generé procesos prolongaclos de colonizacién. Se uubican en el Sureste y la costa del Golfo, y comparten un medio tropical en el que las selvas se han estado sustituyendo por potre- 108 y milpas itinerantes en un equilibrio cada vez més precario y riesgoso. Con excepcisn de Quintana Roo, distorsionado por la fundacién de Canetin y su atraccién migratoria, los otros cuatro estados mantienen porcentajes de poblaciGn rural superiores al promedio nacional. La colonizacién en esos cinco estados del Sureste se ha efectua- do en dos modalidades. La primera, acompafiada de la disper- sin de la poblacién rural, sucede en Campeche, Chiapas y Vera~ cruz, que presentan inclices de dispersidn superiores al promedio de 1990. La segunda ocurre en Quintana Roo y Tabasco, con indi- ces de dispersién inferiores al nacional, y Tabasco tenia el segun- do promedio més elevado de pobladores por localidad rural en el pais: 313. La aparente contradiccién entre colonizacién sin disper- sin, o mejor expresado, con dispersién menos acen! que ver con la intervencién piiblica, la cual creé una tura que ordené hasta cierto punto el proceso de colonizacion Alrededor de Canctin en Quintana Roo, y de los proyectos de desarrollo de la Chontalpa y Balancén-Tenosique en Tabasco, las carreteras y asentamientos planeados con nombres poéticos, como C15 0 Kilémetro 72, anticiparon y controlaron parcialmente el movimiento de la poblacién. La dispersién de la poblacién rural desde 1970 todavia no muestra sefiales de freno o reversién. No acompaiia mecinica- mente al crecimiento ni responde a su suspensidn o desacelera- ash pLIOTECA LUIS GONZAL Foo ECIO DE MICHOACAN : 4 / ‘ 1 1 t i } @ ' } ; “% LAPOBLACION RURAL cidn, En muchos sentidos es un proceso poco conocido que esta dlaramente vinculado con la marginacién, con la reproduccién de la pobreza. La POBLACION INDIGENA EI México indigena y el rural tienen mucho en comuin. Sin la pre- sencia hist6rica de los indgenas no podriamos entender la socie- dad rural de nuestro tiempo, incluso cuando los campesinos ya no se consideren indigenas ni sean portadores de las tradiciones indias mas visibles, como el traje o la lengua, Al revés, no pode- mos imaginar las culturas indigenas contemporaneas sin tierra, sin la vida en pequenas comunidades de conocidos que propor- ciona refugio, que permite la resistencia a cambio de pobreza y marginacién. El tema indigena excede los limites y propésitos de este trabajo, pero no puede quedar al margen del México rural sin simplificarlo o mutilarlo. Es dificil medir la presencia indigena en el medio rural. La calidad de indigena es elusiva. Su definicién no es permanente, cambia con frecuencia y hasta con brusquedad. La adscripcién 0 definicién propia, esencial en la conformacién de la identidad indigena, es dificil de captar y cuantificar. El fenotipo o la apa- riencia externa, més claramente el color de la piel que en algunas latitudes se utiliza para segregar racialmente a la poblacisn, en ‘México ha sido rechazado por conviccién: adoptamos el principio de igualdad para todos los mexicanos ante la ley, aunque no se haya logrado su cumplimiento cabal. Ademds, el fenotipo resul- taria de muy poca utilidad en una poblacién tan diversa y mayo- ritariamente mestiza. Por eso se ha recurrido a un signo nitido, Ja lengua, para distinguir en los censos y en la accién ptiblica a la poblaciGn indigena, Eldominio de una lengua indigena es un signo estrecho y pre- «iso, por eso su utilidad y su limitacién. Pero el diagnéstico por la Iengua sigue siendo ehusivo y se oculta u omite con frecuencia En condiciones en que los prejuicios permanecen aunque estén contenidos, es sencillo para los censores y los censados omitir el dominio de una lengua. Por delicadeza a veces no se pregunta; por pena o para que no se metan con frecuencia no se responde. La situacién ha cambiado y en los tiltimos censos contamos con a LA POBLACION RURAL ” un grado razonable de verosimilitud y congruencia. Sin embargo, para el andlisis de la historia de este siglo las cifras censales sobre poblacidn indigena tienen saltos errdticos que provocan tantas dudas y preguntas como respuestas. En 1900, 19% de la poblacién mayor de cinco afios, 2079000, se .6 como indigena por la practica de una lengua originaria. rio para reconocer el dominio de lengguas sdlo a la pobla- cidn con mas de cinco afos tiene sustento técnico y permanece inalterable hasta la fecha, aunque hoy contamos con tabulaciones que permiten estimar el tamario de la poblacisn que esta apren- diendo a hablar, que esté adquiriendo una lengua materna. La poblaciGn clasificada como indigena en 1900 era monolingiie, que sélo hablaba la lengua indigena pero no el espaitol, ya que este criterio censal se mantuvo hasta 1960, Podemos estimar que los bilingties espaol y lengua indigena eran relativamente pocos, ya que no existia un sistema educativo ni la intencién de “incorpo- rar” a los indigenas a la cultura nacional, politicas que adoptaron los gobiernos de la Revolucién. Desde 1910 hasta 1950 descendii6 el ntimero absoluto de ha- blantes monolingiies de idiomas indigenas en el pais. En 1930 se clasificaron 1 180000, 8.4% de la poblacién. En 1950 se consigné la cifra mas baja: 795000, que se elev6 a 1105000 en 1960, cifra im- probable que hubiera requerido un crecimiento anual de 3.4% para alcanzarse. Ese descenso absoluto se reflejé en que la pro- porcidn relativa de los indigenas monolingiies en el total de la po- blacién con mas de cinco afios descendiera constantemente hasta 3.6% en 1950 y jera hasta 3.8% en 1960, El descenso en el ntimero de hablantes monolingties de idio- mas indigenas entre 1910 y 1950 refleja una realidad, pero tam- bin contiene ocultamiento y subenumeraciGn; esto explica las oscilaciones y las tasas de crecimiento cercanas a los limites bio- légicos. La calidad de indiigena se identificaba con atraso si no es que con barbarie, con los enemigos del progreso por aquellos anos; su admisign absorbfa esos prejuicios. Por otra parte, el des- censo en el mimero de indigenas acreditaba el éxito de los fuerzos publics para conformar una nacionalidad homogé- nea, un pais mestizo, sustento de la “raza e6smica” postulada por José Vasconcelos. La coincidencia en el ocultamiento dejé huella censal rep “8 LAPOBLACION RURAL Tabulaciones posteriores permitieron rescatar de los censos de 1930 a 1960 e] nimero de hablantes de lenguas indigenas que también utilizaban el espafiol, que eran bilingties. Sumados con los monolingiies, eran 2251 000 en 1930, que representaban 16% de la poblacidn nacional de més de cinco afios. Para 1960 ya lega- ban a 3030000, pero su proporcién respecto a la poblacién nacio- nal comparable habia descendido hasta 10.4%. Incluso con la correccién de sumar a la poblacién bilingtie, la serie historica no queda libre de sobresaltos, como el descenso en ntimeros absolu- tos en la década de 1940, que no tiene explicacién satisfactoria, ya que en el decenio de 1950 se recobré el crecimiento absoluto a tin ritmo mas acelerado. En 1930 la poblacién monolingtie era ligeramente més grande que la bilingtie. Para 1960 esta tiltima casi duplicaba a la pobla- cién que s6lo hablaba una lengua indigena. Evidentemente el uso del espaol, aunque sélo fuera como lengua franca, se estaba extendiendo. La tendencia permaneci6 y en 1990 los indigenas bilingiies ya eran cinco veces mas que los monolingiies. Pero des- taca que desde 1950, cuando se contaron 795 000 monolingiies, su néimero absoluto se mantiene con poca variacién: 800 000 indige- nas que sdlo hablan su propia lengua conforman un sdlido nti- cleo de persistencia y resistencia a la ineorporacién. A partir del censo de 1970 el concepto de poblacién indigena ineluye la poblacién monolingiie y la que habla espafiol, que se distinguen como variables de una categoria tinica. En ese afio los hablantes de lenguas indigenas de mas de cinco afios sumaron 3111 000 y representaban 7.8% de la poblacién nacional compara- ble. Otro brinco los elevé a 5000181 en 1980, lo que implica una tasa anual de crecimiento imposible de més de 5%. El censo de 1980 acaso corrigié omisiones previas, pero lo hizo con exceso de entusiasmo, por lo cual la poblacién indigena censal de 1990 apenas aleanz6 5282000, con una tasa anual de crecimiento de 0.2% respecto a 1980. La cifra de 1990 fue confirmada por el con- teo de poblacién de 1995, que registré 5484000 hablantes de len- guas indigenas mayores de cinco aftos, que representaban 6.8% de la poblacién nacional comparable, con un crecimiento prome- dio anual de 0.7% para el primer lustro de 1990. ese a sus oscilaciones, las cifras confirman una tendencia pro- Iongada de medio siglo con crecimiento absoluto de la poblacién LAPOBLACION RURAL © que habla una lengua indigena con tasas promedio de alrededor de 1.5% anual entre 1940 y 1990. Ese crecimiento es inferior a 2.8% de crecimiento anual de la poblacién nacional en el mismo lapso, por lo cual la proporcién de hablantes de lenguas indige- nas descendié a casi la mitad, de 14.8 a 7.5% del total. El concepto de poblacién indigena es una abstraccién que agrupa a un conjunto diverso y heterogéneo de culturas con una gran riqueza. La lengua indigena no existe. Se hablan mas de 50 idiomas diferentes formados en el continente americano; el Insti- tuto nacional Indigenista (owt) distingue 62, aunque algunos no son exclusivos de los indigenas mexicanos sino que se comparten con pueblos indigenas de Norte y Centroamérica. Esos idiomas se agrupan en 21 familias lingiifsticas distintas, por lo cual entre ellos hay distancias como la que existe entre el ruso y el espaol, por ejemplo. Cada lengua es un tesoro que requiri siglos o mile- nios para formarse y que refleja una visién de la existencia, la naturaleza y la sociedad, que contiene una literatura, una poesia, una sabiduria, Todas imporian para entender nuestra riqueza y diversidad, pero no todas son igualmente eficaces para comuni- carnos a fines del siglo xx. Tal vez algunas lenguas no sobrevivi- ran, como muchas que desaparecieron en la historia, pero otras se estarn formando, Por el ntimero de hablantes, es extrema la variacién entre las lenguas indfgenas mexicanas. Las cuatro lenguas mds importan- tes en 1990; nahuatl, maya, zapoteco y mixteco, eran habladas por 51.1% de la poblacién que dominaba una lengua indigena; las seis siguientes: otoms, tzeltal, tzotzil, totonaco, mazateco y chol, incluian otro 24% de los hablantes de lenguas indigenas; 75.1% de 5282000 hablantes de lenguas indigenas mayores de cinco afios, casi cuatro millones, utilizaba s6lo 10 idiomas. El néhuatl, el mas extendido, lo hablaban 1197 000, mientras que el chol, el décimo en la lista, lo utilizaban sélo 128000. Por contraste, 24 len- guas censadas las hablaban menos de 1 000 personas mayores de cinco aos. Las lenguas indigenas sélo por excepcidn se concentran en regiones compactas: la més notable es la maya de la peninsula de Yucatén. Con mayor frecuencia se fragmentan en areas disconti- nuas, formando bolsas o paquetes locales que no quedan conecta~ dos con otros hablantes de la misma lengua, lo que genera varia- x0 LA POBLACION RURAL ciones dialectales de dificil comprensién. La lengua néhuatl, que ‘en 1990 tenia mas de 100000 hablantes en cada uno de cinco esta- dos y en otros cuatro se utilizaba por cerca de 200000 en cada uno, ilustra esa modalidad. También con frecuencia en una region compacta conviven los hablantes de dos o tres lenguas indigenas diferentes, ademas del espafil. Bl bilingiismo, aunque no lo re- flejen los censos, no sélo sucedle con el espafiol sino con otras len- ‘guas indigenas. La fragmentacién de las lenguas indigenas en el espacio, pero al mismo tiempo su interaccidn en regiones multi- lingties, caracteriza con mayor frecuencia el universo de las len- ‘guas indigenas de México. La distribucion de los hablantes de lenguas indigenas en el territorio es irregular y extremadamente desigual. En 1990, casi dos tercios de la poblacién indigena, 63.3%, se concentraban en cinco estados: Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatin y Puebla, mencionados de mayor a menor niimero absoluto de hablantes de lenguas indigenas; el primero con un poco més de un millén, el quinto superando apenas el medio millén. Otro 30.8% de la ppoblacidn indiigena se concentraba en nueve estados més, lista- dos en el mismo orden: Hidalgo, Estado de México, Guerrero, San Luis Potosi, Quintana Roo, Distrito Federal, Michoacan, Cam- peche y Chihuahua; Hidalgo con cerca de 320000 y Chihuahua con un poco mas de 60000. Los otros 18 estados sumaban apenas 5.9% de la poblacisn indigena, todos por debajo de los 50000 ha~ blantes de lenguas indigenas y ocho de ellos con menos de 10000. Vale la pena destacar que nueve de los 11 estados del miicleo rural, con excepcién de Jalisco y Guanajuato, quedaban en el gru- po de los 14 estados que concentraba 94.1% de la poblacién in- digena. . Sin embargo, en ningiin estado de la Reptblica la poblacién indigena es mayoritaria. Sélo en 10 entidades los hablantes de len- guas indigenas superaron en 1990 el 10% de la poblacién de mas de cinco afios: Yucatan con 44.2%, Oaxaca (39.1), Quintana Roo (62.2), Chiapas (26.4), Hidalgo (19.5), Campeche (19), Puebla (14.1), Guerrero (13.4), San Luis Potost (11.9) y Veracruz (10.7). La poblacién indigena representa proporciones menores a 10% en Jas otras 22 entidades del pais; en ocho de ellas incluso queda por debajo de 1 por ciento, LA POBLACION RURAL, st POBLACION IN ENA RURAL. En 1990, dos terceras partes de la poblacién indigena, 66.7%, habitaban en localidades rurales conforme lo sefiala el Instituto Nacional de Estadistica, Geografia e Informatica (1Nrct). Esta «ifra es mas de lo doble de la proporcién de 28.7% de los mexica- nos en localidades rurales en la misma fecha. Eso implica que 18.3% de los habitantes en comunidades rurales eran indigenas, mas del doble de los hablantes de lenguas indigenas en todo el pais (7.4%). En promedio, casi uno de cada cinco habitantes en las ‘comunidades rurales del pais es indigena, La distribucidn de los indigenas rurales en el territorio sigue la paula de concentracién ya sefialada, Para calcularla se sumaron a 5282000 hablantes mayores de cinco afios en 1990, 1139000 ni- fios menores dle cinco aftos nacidos en hogares indigenas, 21.4% de los que alcanzaron la edad para ser clasificacios como indigenas en el censo. Asi, se alcanz6 tna poblacién indigena de 6412000, de la que 4277000 vivian en localidades con menos de 2500 habi- tantes. De ellos, un poco mas de la mitad, 52.4%, vivia en tres estados: Oaxaca con 927000 que representan 21.7% del total, Chiapas con 782 000 (18.32) y Veracruz con 528000 (12.4%). En otros 10 estados vivia 42.8% de los indigenas rurales: Puebla (8.6), Hidalgo (8.1), Guerrero (6.4), Yucatan (6.6), San Luis Potosi (5.2), Estado de México (3.6), Chihuahua (1.6), Quintana Roo (1.5), Mi- choacan (1.2) y Campeche (1%); 4.8% de los indigenas rurales se repartia entre 18 entidades, en nueve de ellas ya eran estadistica- mente imperceptibles por tener menos de 0.1% del total de pobla- ion indigena rural en el pa En ocho estados los indigenas rurales eran la cuarta parte 0 mas de la poblacién rural. En Yucatan los indigenas rurales repre- sentaban 82.3% de esa poblacién, aunque debe recordarse que Yucatén tenia una baja proporcidn de habitantes en comunidades de menos de 2500 habitantes, apenas 21.4%. Los mayas de Yuca- tén vivian més en pueblos y ciudades que en poblados rurales. Un poco més de la mitad de los habitantes rurales de Oaxaca eran indigenas, 50.7%, también mayoria; se estima que tres cuartas partes de los indfgenas oaxaqueios vivian en localidades rurales. En Quintana Roo, la mitad, 50.1%, de los habitantes rurales eran Ie rw ware nn ae LAPOBLACION RURAL ‘mayas, pero la mayor parte vivia en localidades mayores con un patron similar al de Yucatan, En Chiapas los indigenas rurales representaban 40.9% de la poblacién rural del estado, pero nueve de cada 10 vivian en localidades con menos de 2500 habitantes. En Hidalgo, donde la tercera parte, 33.3%, de los habitantes rura~ les eran indifgenas, se repite el patrén de Chiapas, en el que nveve de cada 10 indigenas eran rurales. En Campeche, con un modelo similar al de Yucatan, 26.2% de los habitantes rurales eran indige- nas, En Puebla, 24.9% de los habitantes rurales eran indigenas con un patron de dispersién mediano, similar al de Oaxaca pero ‘menos acentuado. En San Luis Potosi, con un modelo de disper- sién muy alto como el de Chiapas, 24.8% de la poblacién rural era indigena en 1990. La variacién es enorme, tanto como la diversidad de los pue- blos indigenas de México. La tendencia a la urbanizacién de los mayas de la peninsula de Yucatén contrasta con la dispersion de Ios indigenas de Chiapas, Hidalgo y San Luis Potost, 0 mas mo- derada, pero al fin dispersidn, en Oaxaca y Puebla, Pero en todas ssus modalidades la presencia de los indigenas en el México rural es significativa. Lo es por su magnitud, o por la concentracién de la misma en una decena de estados de la Reptiblica. Pero en todos Jos casos lo es por su diversidad y por su originalidad; también por su marginacién y pobreza. Si los mexicanos vamos a caber sin pobreza en el territorio, tendremos que hacerlo con respeto a la diversidad. Esto no puede considerarse mecdnicamente como respeto a la inmovilidad, a como antes eran las cosas. Como fueron y como son desemboca~ ron en desigualdad y pobreza extremas, injustas para quienes las padecen directamente, e inaceptables para quienes son corres ponsables sin compartirlas. Si queremos desterrar la pobreza y moderar la desigualdad, todos tenemos que cambiar para caber. El respeto a la diversidad se daré en un marco de cambio y trans- formacién o no sera respeto sino condena a la exclusién. Il. EL REPARTO DE LA TIERRA La concrnreaci6y en la propiedad de la tierra fue la tendencia dominante en México durante el siglo x1x. En el xx fue su redistri- bucién, la fragmentaciGn de la propiedad, derivada del reparto evado a cabo por la reforma agraria La reforma agraria mexicana fue muy temprana, extemporé- nea por anticipada en el contexto internacional. Se exigié en el Plan de Ayala de Emiliano Zapata en 1911, se hicieron repartos militares desde 1912, se expidieron leyes desde el 6 de enero de 1915 y se elevé a rango constitucional en 1917. Después de la re- forma agraria de 1905 en Rusia, fue la segunda en el siglo xx. A di- ferencia de la rasa, que s6lo conserv6 su vigencia por unos afios, la mexicana tuvo continuidad y permanencia hasta nuestros dias, © hasta 1992 para quienes identifican la reforma agraria tinica- ‘mente con el reparto de la tierra. Fue bandera y programa de la Revolucién triunfante que establecié un nuevo orden politico, econdmico y social. Fue parte de la definicién politica, la accién Piiblica y del discurso del Estado y los gobiernos a lo largo del siglo. Fue, y es todavia, aunque mas débilmente, tema nacional de debate y confrontacién. ao es eons Profundamente original: Loos los problemas que trata de resolver y por los enfoques para Pee a Ga one itachi ecco tru a pensamiento o de autores extranjeros en la concepcién inicial de la reforma mexicana. No faltan, aunque tampoco son muy abun- dantes, las menciones de algunos oscuros y mas bien anticuados tratadistas, sobre todo franceses, en los escritos de los precursores sobre el tema en México o de quienes formularon leyes y articulos constitucionales, Esas menciones casi siempre son muestras de erudicién pero no revelan influencia directa, mucho menos afilia- cin a corrientes internacionales. Se percibe una vaga y difusa Feel pedatrlenanatcaay icles ge postularon los hermanos Flores Magén en los primeros afios del siglo, pero casi ningtin contacto directo con los principales te6ri- = ; | 7

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