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El documento discute tres propuestas filosóficas sobre la felicidad: la aristotélica, la epicúrea y la utilitarista. Según Aristóteles, la felicidad es el fin supremo para la naturaleza humana, pero las propuestas sobre qué constituye la felicidad son diferentes e incluso contradictorias. Aristóteles propone distinguir entre medios que no son fines, fines que también son medios, y el fin en sí mismo que es la felicidad. Además, la felicidad concreta que se busca depende de las circunstanc
El documento discute tres propuestas filosóficas sobre la felicidad: la aristotélica, la epicúrea y la utilitarista. Según Aristóteles, la felicidad es el fin supremo para la naturaleza humana, pero las propuestas sobre qué constituye la felicidad son diferentes e incluso contradictorias. Aristóteles propone distinguir entre medios que no son fines, fines que también son medios, y el fin en sí mismo que es la felicidad. Además, la felicidad concreta que se busca depende de las circunstanc
El documento discute tres propuestas filosóficas sobre la felicidad: la aristotélica, la epicúrea y la utilitarista. Según Aristóteles, la felicidad es el fin supremo para la naturaleza humana, pero las propuestas sobre qué constituye la felicidad son diferentes e incluso contradictorias. Aristóteles propone distinguir entre medios que no son fines, fines que también son medios, y el fin en sí mismo que es la felicidad. Además, la felicidad concreta que se busca depende de las circunstanc
Orientarnos a la plenitud es orientarnos a lo que puede ser considerado
nuestro bien superior. La palabra que más se ha usado para concretar ese bien es la de felicidad. La vida ética es definida entonces como aspiración a la felicidad. Para clarificar lo que puede entenderse por ello es conveniente acercarse primero a las tres grandes propuestas que se nos han ofrecido en la historia de la filosofía –la aristotélica, la epicúrea y la utilitarista– para pasarg luego a algunas consideraciones conclusivas. de nuestro bien supremo todos estamos de acuerdo: la eudaimonía o felicidad; todos pensamos que “vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz”. La felicidad es para el autor una meta exigida por nuestra propia naturaleza: tendemos a ella como un fin que está enraizado en nuestra esencia. El problema aparece cuando nos preguntamos en qué consiste ser feliz. Aquí las propuestas empiezan a ser diferentes e incluso contradictorias. Para hacer luz en esta confusión Aristóteles nos propone distinguir jerarquizadamente medios que no son fines (ej. medicina), fines que son al mismo tiempo medios (ej. salud), y fin en sí que no puede ser medio: la felicidad. Los primeros se buscan en vistas al último, que se busca por sí mismo. Esto nos da ya una primera pista: no podemos poner la felicidad en los medios, que sólo se justifican si nos llevan al fin. De todos modos, esta es una pista que debe ser matizada. Porque los medios no son pura instrumentalidad, están impregnados de fin y el fin no es algo que se alcanza de repente tras un camino recorrido, es la plenitud y consumación de lo que se va realizando en el camino. y porque lo que directamente nos moviliza son los fines concretos, los objetivos específicos – no puros medios– en los que creemos vivir la felicidad. Desde ahí precisamente parece inevitable asumir grados significativos de pluralidad de bienes en las éticas que se muestran como aspiración a la felicidad. Hay además otra cuestión relevante: la felicidad concreta no puede ser buscada al margen de las circunstancias en las que nos encontramos. Es algo que Aristóteles