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Cuenta la historia que un padre desesperado por el cuidado de

su hijo de 14 años de edad, pidió consejo a su anciano padre


sobre cómo tratar el problema de la desobediencia de su hijo y
conducirle por el buen camino, pues las notas en el instituto
estaban bajando y recibía cada vez más a menudo, llamadas de
los profesores de su hijo advirtiéndole del problema en si.
Su anciano padre, le contó una breve historia muy actual para
que su hijo lo entendiera y pudiera aplicarlo en la educación de
su nieto.
Mira hijo-dijo el anciano padre- en la sociedad en la que vivimos
hoy en día, debemos ser más pacientes y tener más templanza
para los hijos poder educar. No podemos responder con
amenazas, castigos y más violencia, pues el joven más se cerrará.
Continuó diciendo, mira hijo, existió una vez un famoso
adiestrador de perros en una pequeña aldea. Sus perros estaban
muy bien cuidados y vivían felices. Él se encargaba de reservar
algo de comida para ellos cada día. Pero el hombre pasó por una
mala racha económica y no tenía suficiente comida, así que
decidió entregar menos comida a sus perros. Al llegar ante ellos
les dijo:
– He tenido que reducir un poco el alimento porque no tengo
dinero suficiente. A partir de ahora os daré tres trozos de
pan por la mañana y cuatro por la tarde.
Los perros comenzaron a ladrar muy enfadados. No estaban para
nada de acuerdo con esa decisión. El hombre recapacitó un
momento y sin desesperarse dijo:
– ¡Está bien, está bien! Lo dejaremos en cuatro trozos de
pan por la mañana y tres por la tarde.
Y los perros comenzaron a aplaudir. Estaban conformes y muy
contentos.
El padre comprendió perfectamente lo que su anciano y sabio
padre le comentó, y a la práctica lo llevó.
No fue tarea fácil y tiempo llevó el camino encauzar, pero con el
paso del tiempo, su hijo la conducta logró cambiar y sus buenos
resultados recolectar.
Moraleja: “Con astucia y buen uso de las palabras, el mismo
mensaje totalmente distinto será”

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