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De Peter Berger (comp.

) en esta biblioteca
La construcción social
Marxismo y sociología. Perspectivas desde Europa Oriental de la realidad
Peter L. Berger
Thomas Luckmann

Amorrortu editores
Introducción
El problema de la sociología del
conocimiento

Nuestras tesis fundamentales están implícitas en el tí-


tulo y subtítulo de este libro; ellas son: que la realidad se
construye socialmente y que la sociología del conocimiento
debe analizar 10·s procesos por los cuales esto se prod uce.
Los términos clave de dichas tesis son "realidad" y "conoci-
miento", que no solo se usan corrientemente en el lenguaje
cotidiano, sino que llevan tras de sí un largo historial de in-
dagaciones filosóficas. No es preciso que entremos aquí en
una discusión sobre las complejidades semánticas en cuan-
to al uso ya sea cotidiano o filosófico de estos términos. Pa-
ra nuestro propósito, bastará con definida "realidad" como
una cualidad propia de los fenómenos que reconocemos co-
mo independientes de nuestra propia volición (no podemos
"hacerlos desaparecer") y definir el "conocimiento" como la,
certidumbre de que los fenómenos son reales y de que po-
seen características específicas. En este sentido (reconocí-
damente simplista) dichos términos tienen relevancia tanto
para el hombre de la calle como para el filósofo. El hombre
de la calle vive en un mundo que para él es "real", aunque
en grados diferentes, y "sabe", con diferentes grados de cer-
teza, que este mundo posee tales o cuales características. El
filósofo, por supuesto, planteará interrogantes acerca
del carácter último de esa "realidad" y ese "conocimiento":
¿Qué es lo real? ¿Cómo conocerlo? Éstos figuran entre los
más antiguos interrogantes no solo de la indagación filosó-
fica propiamente dicha.eíno también del pensamiento hu-
mano como tal. Justamente por esa razón, es probable que
la intromisión del sociólogo en ese terreno intelectual ya
consagrado provoque la extrañeza del hombre de la calle y
es aún más probable que irrite al filósofo. Por consiguiente,

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importa desde el principio aclarar el sentido que damos a obvio que el sociólogo no se halla en condiciones de respon-
esos términos en el contexto de la sociología y rechazar in- der a estas preguntas. Sin embargo, lo que puede y debe
mediatamente cualquier pretensión de que esta ciencia dé hacer es indagar cómo la noción de "libertad" ha llegado a
respuesta a esas antiguas preocupaciones filosóficas. darse por establecida en unas sociedades y en otras no; có-
Si hubiéramos de ser escrupulosos en la exposición subsi- mo algunas de esas sociedades conservan su "realidad" y, lo
guiente, tendríamos que poner entre comillas los dos térmi- que es más interesante aún, cómo esa "realidad" puede a su
nos mencionados cada vez que se usaran, pero eso sería es- vez desaparecer para un individuo o para una colectividad
tilísticamente una torpeza. El hablar de comillas, sin em- entera.
bargo, puede dar un indicio sobre la manera peculiar en El interés sociológico en materia de "realidad" y "conoci-
que ~ichos.términos aparecen en un contexto sociológico. miento" se justifica así inicialmente por el hecho de su rela-
Podría dccírse que la apreciación sociológica de la "reali- tividad social. Lo que es "real" para un monje del Tíbet pue-
dad" y el "conocimiento" se ubica a cierta distancia interme- de no ser "real" para un hombre de negocios norteamerica-
dia entre la comprensión del hombre de la calle y la del filó- no. El "conocimiento" que tiene un criminal difiere del que
sofo. El hombre de la calle no suele preocuparse de lo que posee un criminalista. Se-sigue de esto que las acumulacio-
para él es "real" y de lo que "conoce" a no ser que algún pro- nes específicas de "realidad" y "conocimiento" pertenecen a
blema le salga al paso. Su "realidad" y su "conocimiento" los contextos sociales específicos y que estas relaciones ten-
da por establecidos. El sociólogo no puede hacer otro tanto drán que incluirse en el análisis sociológico adecuado de di-
aunque más no sea porque tiene conciencia sistemática d~ chos contextos. Así, pues, la necesidad de una "sociología
que los hombres de la calle dan por establecidas "realida- del conocimiento" está dada por las diferencias observables
des" q~,e son ba~tant.e diferentes entre una sociedad y otra. entre sociedades, en razón de lo que en ellas se da por esta-
El sociólogo esta oblIgado, por la lógica misma de su disci- blecido como "conocimiento". Además de esto, sin embargo,
plina,,, a in.dagar:, al menos, si la diferencia entre unas y una disciplina digna de ese nombre deberá ocuparse de los
otras reahdades no puede entenderse en relación con las modos generales por los cuales las "realidades" se dan por
diversas diferencias que existen entre unas y otras socieda- "conocidas" en las sociedades humanas. En otras palabras,
des. El filósofo, por otra parte, está obligado profesional- una "sociología del conocimiento" deberá tratar no solo las
mente a no dar nada por establecido y a percibir con suma variaciones empíricas del "conocimiento" en las sociedades
claridad la condición última de eso que el hombre de la ca- humanas, sino también los procesos por los que cualquier
lle toma por "realidad" y "conocimiento". Dicho de otra ma- cuerpo de "conocimiento" llega a quedar establecido social-
nera, el filósofo se ve ante la obligación de decidir dónde se mente como "realidad".
necesita.n comillas y dó~de pueden suprimirse sin riesgo, Sostenemos, por lo tanto, que la sociología del conoci-
vale decir, a establecer diferencias entre las aserciones que miento deberá ocuparse de todo lo que una sociedad con-
son válidas con respecto al mundo y las que no lo son. Esto sidera como "conocimiento", sin detenerse en la validez o no
no cabe de.n~r~ de las posibilidades del sociólogo. Lógica, ya validez de dicho "conocimiento" (sean cuales fueren los
que no estilístícamente, está condenado a las comillas. criterios aplicados). Y cualquiera sea el alcance con que to-
Por ejemplo, el hombre de la calle puede creer que posee do "conocimiento" humano se desarrolle, se transmita y
"libre albedrío" y que, por lo tanto, es "responsable" de sus subsista en las situaciones sociales, la sociología del co-
actos, a la vez que niega esta "libertad" y esta "responsabili- nocimiento deberá tratar de captar los procesos por los
dad" a los niños y a los dementes. El filósofo, sea cual fuere cuales ello se realiza de una manera tal, que una "realidad"
su método, tiene que indagar acerca de la situación ontoló- ya establecida se cristaliza para el hombre de la calle. En
gica y epistemológica de estos conceptos: ¿Es libre el hom- otras palabras, sostenemos que la sociología del conoci-
bre? ¿Qué es la responsabilidad? ¿Cuáles son sus limites~ miento se ocupa del análisis de la construcción social de la
¿Cónw pueden saberse estas cosas?, y así sucesivamente. E~ realidad.

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E.st~ aprec~ación del campo propio de la sociología del co- Se han dado diferentes definiciones sobre la naturaleza y
nocumento difiere de lo que generalmente se ha entendido alcance de la sociología del conocimiento y, en realidad, casi
por esta disciplina desde que así se la denominó por prime- hasta podría decirse que la historia de la especialidad ha
ra vez unos cuarenta años atrás. Antes de comenzar nues- sido hasta ahora la de sus definiciones diversas. No obs-
tra exposición concreta, será de provecho examinar SOmera- tante, ha existido acuerdo general en cuanto a que se ocupa
mente el desarrollo previo de la disciplina y explicar de qué de la relación entre el pensamiento humano y el contexto
modo y por qué hemos creído necesario apartarnos de social en el que se origina. De manera que puede afirmarse
aquél. que la sociología del conocimiento constituye el foco soci~­
La expresión "sociología del conocimiento" WlSsenssozio_ lógico de un problema mucho más general: el de la determí-
logíe) fue acuñada por Max Scheler-J. La época era la dé- nación existencial (Seinsgebundenheit) del pensamiento en
cada de 1920; el lugar, Alemania; y Scheler era un filósofo. cuanto tal. Aunque en este caso el peso recae sobre el factor
Estos tr~s hechos t~enen gran importancia para compren_ social, las dificultades teóricas son similares a las que se
der. el OJ;gen y ulterior desarrollo de la nueva disciplina, La produjeron cuando se propusieron otros factores (tales c~­
s?clOlogIa del conocimiento se originó en una situación par- mo el histórico, el psicológico o el biológico) como determi-
ticular de la historia intelectual alemana y dentro de un nantes del pensamiento humano. En todos estos casos el
con~xto filosófico. Mientras la nueva disciplina era intro- problema general consistió en establecer hasta qué punto el
ducída c.on posterioridad en el contexto sociológico propia- pensamiento refleja los factores determinantes propuestos
~en~e ?Icho, sobre todo en el mundo de habla inglesa, con- o es independiente de ellos.
~lllUO SIgnada por los problemas de la particular situación Es probable que la preeminencia del problema general en
intelectual que le diera origen. Como resultado la socíolo- la filosofía alemana reciente radique en el enorme conglo-
gía.d~l. conocimiento permaneció como una pr~ocupación merado de erudición histórica que fue uno de los grandes
periférica para. la mayoría de los sociólogos, ajenos a los frutos intelectuales del siglo XIX en Alemania. De un modo
problemas particulares que afectaban a los pensadores ale- que no tiene parangón con ningún otro periodo de la histo-
manes en la década del veinte. Esto rezaba especialmente ria intelectual, el pasado --con toda su asombrosa variedad
para los sociólo.gos norteamericanos, quienes en su mayor de maneras de pensar- se ''hizo presente" ante la mente
parte han considerado esta disciplina como una especiali- contemporánea mediante los esfuerzos de la erudició,: ~i_s­
dad marginal dotada de persistente sabor europeo. Empe_ tórico-científica. Resulta arduo disputarle a la erudición
ro, mas Importante aún es que esta permanente vincula- alemana su primacía en esta empresa. Por ello no nos sor-
ción de I~, sociulogía del conocimiento con su originaria prende que el problema teórico plantea?o por aquélla re-
c?nstelaclOn de problemas ha significado una debilidad teó- percutiera más agudamente en Alemania. E.s~e prohlem~
rica ~un e? aquellos sitios donde esta disciplina ha desper- puede describirse como el vértigo ?e la relatl~ldad. S~ ~h­
t~do Interés. O sea que los mismos protagonistas de la so- mensión epistemológica resulta evidente. A nivel emptrtco
cI~logía ?el, c?nocimiento y, en general, la totalidad del pú- llevó a la preocupación de investigar lo más concienzuda-
bh~o ~o~lOlogI~o la han tomado como una especie de barniz mente posible las relaciones concretas entre el pensamiento
soclOloglCo aplicado a la historia de las ideas. La consecuan. y sus situaciones históricas. Si esta interpretación es correc-
c~a ha sido,una gran ~iopía con respecto al significado teó- ta la sociología del conocimiento se hace cargo de un pro-
rico potencial de la SOCIOlogía del conocimiento. bl~ma planteado originariamente por la investigación his-
1 crMax Scheler, Die Wissensformen und die Gesellschaft (Berna tórica, en forma más restringida, es. verdad, pe:o car¡ando
el acento esencialmente sobre las mismas cuestiones .
Francka, 1~60). Este volumen de ensayos, publicado por primera Vez e~
1925, contiene la formulación básica de la sociología del conocimiento
e? un ensayo titulado "Probleme ciner Soziologie des wíssens", que ori. 2 Cf. Wilhelm WindeJband y Heinz Heimsoeth, Lehrbuch der Ges-
ginalmente había sido publicado un ano antes. chichte der Philosophie (Tubinga, Mobr, 19501, pp- 605 y sigs.

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Ni el problema general, ni su formulación más restrin- re la sociología del conocimiento heredó de Marx no solo la
gida son cosa nueva. Se advierte en la antigüedad una con- a~dísima formulación de su problema central, sino tan;-
ciencia en cuanto a los fundamentos sociales de los valores hién algunos de sus conceptos clave, entre los que habría
y concepciones del mundo. Por lo menos, ya en el Siglo de que mencionar, en particular, los de "ideología" (ideas que
las Luces esta conciencia cristalizó en un tema importante sirven como arma para intereses sociales) y "falsa concien-
del pensamiento occidental moderno. Por lo tanto, sería po- cia" (pensamiento alejado del verdadero ser social del que
sible establecer una cantidad de "genealogías" para el pro- piensa). .
blema central de la sociología del conocimíentoé. Hasta La sociología del conocimiento se ha sentido seducida
puede afirmarse que el problema está contenido in nUce en particularmente por un par de conceptos formulados por
la famosa afinnación de Pascal que dice que lo que es ver- Marx los de "infraestructura/superestructura" (Unterbau /
dad de un lado de los Pirineos es error del otro Iad04, Sin Lleberbau}, Especialmente en este punto se desató la con-
embargo, los antecedentes intelectuales inmediatos de la troversia acerca de la interpretación correcta del propio
sociología del conocimiento son tres corrientes del pensa- pensamiento de Marx. Con posterioridad, el marxism? t~n­
miento alemán decimonónico: la marxista, la nietzscheana dio a identificar "infraestructura" con estructura econormca
y la historicista. tout court de la cual suponíase entonces que la "superes-
.!"a sociología del conocimiento derivó de Marx su proposi- tructura'" era un "reflejo" directo (el caso de Lenin, por
eren básica, a saber, que la conciencia del hombre está de- ejemplo), Se sabe ahora que eso es interpretar erróneamen-
terminada por su ser social''. Naturalmente, se ha discutido te el pensamiento de Marx, como 1': podria h~cer1o.supo~er
mucho sobre la clase de determinación que Marx tenía en el carácter esencialmente mecanícísta (más que dialéctico)
mente. No es arriesgado afirmar que mucho de la gran "lu- de esta clase de determinismo económico. Lo que a Marx le
cha contra Marx" que caracterizó no solo los comienzos de interesaba era que el pensamiento humano se funda. en la
la sociología del conocimiento, sino también la "época clási- actividad humana (el "trabajo" en el más amplio sentido de
ca" de la sociología en general (particulannente como se la palabra) y en las relaciones sociales provocadas por dicha
manifiesta en las obras de Weber, Durkheím y Pareto), fue actividad. La "infraestructura" y la "superestructura" se
en realidad una lucha con una interpretación errónea de entienden mejor si se las considera actividad humana y
Marx debida a ciertos marxistas posteriores. Esta proposi- mundo producido por esa actividad respectivamente". De
ción cobra plausibilidad cuando reflexionamos sobre el he- cualquier modo, el esquema fundamental de "infraestruc-
cho de que los importantísimos Manuscritos económicos y tura/superestructura" ha sido adoptado en diversas formas
filosóficos de 1844 no fueron redescubiertos hasta 1932 y por la sociología del conocimiento, empezando por Scheler,
que todas las inferencias de este re-descubrimiento pudie-
ron ser estimadas en investigaciones marxistas realizadas 6 Sobre el esquema Unterorw / Uebertnus de Marx, cf Karl Kautsky,
solo después de la Segunda Guerra Mundial, Sea como fue- "Verháltnis van Unterbau und Ueberbau" en Der Marxismus, comp. por
Iríng Fetscher (Munich, Piper, 1962), pp. 160 Y sigs.: Antonio Labri.ola,
3 Cf. Albert Salomon, 111 Praise of Erdiphtenment (Nueva York, Meri_ "Die Vermittlung zwischen Basis und Ueberbau", ibirf., pp. 167 Y Slg~.;
dian Books, 1963); Hans Barth, Wahrheit urui Ideologie (Zu rich, Jean-Yves Calvez, La pensée de &rl Marx (París, Editions du Semi,
Manesse, 1945); Werner Stark, The Sociology uf Knowledge (Chicago, 1956l, pp. 424 Y sigs.: El pensamiento de Carlos Marx (Madrid.' 'Iaurus,
Free Press ofGlencoe, 1958), pp. 46 Y sige.; Kurt Lenk (comp.), !deoZo- 1964). La más importante refurmulación del problema en el SIglo xx es
gie rNeuwied/Rhein, Luchterhand, 1961), pp. 13 Ysigs. la de Gycrgy Lukács, en su Geschichte und Kiaseenbeususetsein (B~rlín,
4 Pensamientos, v. 294.
19231, hoy más accesible en traducción francesa, Hístoíre ce com,c¡ence
5 Cf. Karl Marx, Die Frnhschrilten (Stuttgart, Króner; 1953). Los Ma- de classe (París, Éditions de Minuit, 1960). La apreciación de Lukács
nuscritos económicos y filosóficos de 1844 están en pp. 225 Ysigs. Parte acerca del concepto de Marx en cuanto a la dialéctica es aún más nota'
de los Manuscritos está publicada en castellano en el libro de Erich ble por haberse adelantado en casi una década al re-descubrimiento de
Fromm, Marx y su concepto del hombre (México, F.C.E., 1966). los Manascritos econrimicos y filosóficos de 1844.

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siempre suponiendo que existe cierta relación entre el pen- sentido abrumador de la relatividad de todas las perspecti-
samiento y una realidad "subyacente" distinta del pensa- vas sobre el acontecer humano, vale decir, de la historicidad
miento. La fascinación ejercida por este esquema prevale- inevitable del pensamiento humano. La insistencia histori-
ció, a pesar de que gran parte de la sociología del conocí- cista en cuanto a que ninguna situación histórica podía en-
miente había sido fonnulada explícitamente en oposición al tenderse salvo en sus propios términos, pudo traducirse fá-
marxismo y de que dentro de ella hay diferentes posiciones cilmente en un énfasis sobre la situación social del pensa-
con respecto a la naturaleza de las relaciones entre ambos miento. Ciertos conceptos historicistas, tales como la "de-
componentes del esquema. terminación aituacional" (Standortsgebundenheit) y el
Las ideas de Nietzsche tuvieron una continuación menos "asiento en la vida" (Sitz im LebenJ pudieron interpretarse
explícita en la sociología del conocimiento, pero tienen mu- directamente como referidos a la "ubicación social" del pen-
cho que ver con su trasfondo intelectual en general y con la samiento. Más en general, la herencia historicista de la so-
"atmósfera" en la cual surgió. El anti-idealismo I}ietzschea- cíología del conocimiento predispuso a esta última hacia un
no, que a pesar de las diferencias de contenido no difiere del acentuado interés por la historia y hacia el empleo de un
an~i:idealismo de Marx en la forma, introdujo perspectivas método esencialmente histórico, hecho que, de paso, contri-
adicionales en cuanto al pensamiento hwnano como instru- buyó también a su marginación en el ámbito de la sociolo-
mento de lucha por la supervivencia y el poder7,:, Nietzsche gía norteamericana.
desarrolló su propia teoría de la "falsa conciencia" con sus El interés de Scheler por la sociología del conocimiento y
análi~is ~~l significado ~~ial del en~año y el autoengano, y por las cuestiones sociológicas en general fue esencialmen-
de la ilusión como condición necesaria para la vida. El con- te una etapa pasajera de su carrera filosófica i O. Su propósi-
cepto de Nietzsc.he sobr~ el "resentimiento" como factor ge- to último era establecer una antropología filosófica que
nerador para CIertos tipos de pensamiento humano fue trascendiese la relatividad de los puntos de vista específi-
adoptado dire~mente por Scheler. Aunque más en gene- cos ubicados histórica y socialmente. La sociología del cono-
ral, puede decirse que la sociología del conocimiento repre- cimiento habría de servirle como un instrumento para ese
senta una aplicación específica de lo que Nietzsche denomi- fin, ya que su propósito principal era despejar los obstácu-
nó con acierto el "arte de la desconfíanza'". los interpuestos por el relativismo a fin de proseguir la ver-
El historícismo, sobre todo como se manifiesta en las dadera tarea filosófica. La sociología del conocimiento de
obras de Wilhelm Dilthey, fue precursor inmediato de la so- Scheler es, en un sentido muy real, la ancilla philosophiae,
ciología del conocimíento''. El tema dominante aquí fue un y de una¡ filosofia muy específica, por aiíadidura.
_7 ~as obras más importantes de Nietzsche para la sociología del cono-
De acuerdo con esta orientación, la sociología del cono-
clmlen~ son The ?e.nec:logy of Mora/s y The WiU lo Power. Para argu_ cimiento de Scheler constituye esencialmente un método
rnentacíones subaidiarias, cf Walter A. Kaufmann, Nietzsche (Nueva negativo. Scheler argumentaba que la relación entre los
York, Meridian Books, 1956); Karl Lowith, From Hegel lo Nielzsche "factores ideales" (ldealfaktorenJ y los "factores reales"
(trsaducción ingles~, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1964). (Reolfaktoren) -términos que traen clara reminiscencia del
. Una de l.as prrmeras y más interesantes aplicaciones del pensa- esquema marxista de la "infraestructuraisuperestructura"-
miento de Nietzsche a una sociología del conocimiento es la de Alfred no era más que una relación reguladora. Es decir, los "fac-
Sei~el ~n Be~J,Ju~slsein ols Verhangnis (Bonn, Cohen, 1927). Seidel, que tores reales" regulan las condiciones en que ciertos 'facto-
habla SIdo discípulo de Weber, trató de combinar a Nietzsche y Freud
con9 una crítica aociolózica
a'
radical
.
de la conciencia • es Ver Aufbau der geschiehtlichen Welt in den Geisteswi8senscha{ten
Una de las argumentaCIones más sugerentes de la relación entre el (Stuttgart, 'Ieubncr, 1958).
historicismo y la sociología es la de Cario Antoni en Dalla staricismo 10Para un excelente estudio de la concepción de Scheler sobre la so-
a!la sociologi-a (Florencia, 1940). También cf H. Stuart Hughes, Cons_ ciología del conocimiento, cf. Hans-Joachim Lieber, Wissen und Ges-
cw.us~ss and Socrety (Nueva York, Knopf, 1958), pp. 183 Ysiga. La obra sellseha{t (Tubinga, Niemeyer, 1952), pp. 55 y siga. Ver también Stark,
mas Importante de Wilhelm Dilthey para nuestros actua~es propósitos op. cit.,passim.

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res ideales" pueden aparecer en la historia, pero no pueden que la sociología del conocimiento penetró en el mundo de
afectar el contenido de estos últimos. En otras palabras, la habla inglesa: la de Karl Mannheím-é. No es arriesgado
sociedad determina la presencia (Dasein), pero no la natu- aseverar que cuando los sociólogos se ocupan hoy de la so-
raleza (Soeein) de las ideas. La sociología del conocimiento ciología del conocimiento, sea en pro o en contra, suelen ha-
es, por tanto, el procedimiento mediante el cual ha de estu- cerlo con los términos de la formulación de Mannheim. En
diarse la selección histórico-social de los contenidos ideacío- el campo de la sociología norteamericana ello es fácilmente
nales, sobrentendíéndose que los contenidos mismos son in- comprensible si se piensa que virtualmente el total de la
dependientes de la causalidad histórico-social y, por ende, obra de Mannheim es accesible en versión inglesa (de he-
inaccesibles al análisis sociológico. Si quisiéramos describir cho, parte de aquélla fue escrita en inglés, durante el perío-
gráficamente el método de Scheler, diríamos que es arrojar do en que Mannheim enseñó en Inglaterra tras el adveni-
una tajada al dragón de la relatividad, pero solo para poder miento del nazismo en Alemania, o se publicó en versiones
penetrar mejor en el castillo de la certidumbre ontológica. inglesas revisadas), mientras que la obra de Scheler sobre
Dentro de esta armazón, intencional e ínevítablemem¿ mo- sociología del conocimiento sigue sin traducirse hasta la fe-
desta, Scheler analizó con mucho detalle la manera como el cha. Aparte de este factor de "difusión", la obra de Mann-
conocimiento humano es ordenado por la sociedad. Destacó heim está menos cargada de "bagaje" filosófico que la de
que el conocimiento humano se da en la sociedad como un a Scheler. Esto se aplica sobre todo a las últimas obras de
pru: ri de la experiencia individual, proporcionando a esta Mannheim y se advierte si uno compara la versión inglesa
última su ordenación de significado. Esta ordenación si de su obra principal, Ideología y utOPÚI, con el original ale-
bien es relativa con respecto a una situación histórico-s~ial mán. Por eso Mannheim llegó a ser la figura que más "con-
particular, asume para el individuo la apariencia de una genia" con los sociólogos, aun con aquellos que critican sus
manera natural de contemplar el mundo. Scheler la deno- puntos de vista o no se interesan mucho por ellos.
minó "concepción relativo-natural del mundo" (relativna- La postura de Mannhcím con respecto a la sociología del
turiiche Weltanschauung) de una sociedad, concepto que to- conocimiento tuvo alcances mucho más vastos que la de
davía se considera central en la sociología del conocimiento. Scheler, posiblemente porque en su obra tenía más preemi-
A la "invención" de la sociología del conocimiento por nencia la. confrontación con el marxismo. La sociedad apa-
Schel~r, siguió un amplio debate en Alemania respecto de recía en ella como determinando no solo el aspecto, sino
la validez, alcance y aplicabilidad de la nueva disciplinall. también el contenido de la ideación humana, con excepción
De este debate surgió una formulación que señaló la trans- de las matemáticas y, de algunas partes al menos, de las
posición de la sociología del conocimiento a un contexto más ciencias naturales. De ese modo la sociología del conoci-
estrictamente sociológico. Fue la misma formulación con miento se convertía en método positivo para el estudio. de
11 Para el desenvolvimiento general de la sociología alemana durante casi todas las facetas del pensamiento humano.
este período, cf Raymond Aron, lA. socivlogk allemande contemporaine La preocupación clave de Mannheim era, significati-
(París, Presses Universitairea de Franee, 1950); La sociología alemana vamente, el fenómeno de la ideología. Distinguía entre los
contemporánea (Buenos Aires, Paidús, 1965). Para importantes contri-
buciones de este período con respecto a la sociología del conocimiento 12 Karl Mannheim, ldeology and Utopía (Londres, Routlcdge and Ke-
cf Siegfried Landahm, Kritik der Soziologie (Munich, 1929); Hans Fre: gan Paul, 1936); Ideología y utopía (Madrid, AguiJar, 1958); Es.~ays on
yer, Soziologie uls WirklichkeitswÍ8scnscha{t (Leipzig, 1930); Ernst the Sociology o{ Knowledge (Nueva York, Oxford Univer-sity Press.
Grunwald, Das Problcm tkr Soeiologie des Wissens (Viena, 1934); Ale- 1952); Essays on Sociology and Social Psychology (Nueva York, Oxford
xander von Schelting, MG:J; Wcbers Wr.sscnschattslehre (Tubinga, 1934). University Press, 1953); Ensayos de sociología y psicología social (Mé-
Esta última obra, que sigue siendo el estudio más importante sobre la xico, F.C.E., 1963); Essays on the Sociology o{Cu.lture (Nueva York, Ox-
metodología de Weber, debe entenderse en el trasfondo de la discusión ford University Presa, 1956); Ensayos sobre sociología de la cultu.ra
en tomo de la sociología del conocimiento, a la sazón centrada sobre las (Madrid, Aguijar, 1963). Un compendio de loa más importantes escritos
formulaciones de ScheJer y Mannheim. de Mannheim sobre la sociología del conocimiento, compilado y con una

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conceptos particular, total y general de ideología: la ideolo- acumulación de las diferentes perspectivas que de él se
gía que constituye solo una parte del pensamiento de un dan. Ésta será tarea de la sociología del conocimiento, que
adversario; la ideología que constituye la totalidad del pen- de tal fonna ha de convertirse en valioso auxiliar para la
samiento de un adversario (similar a la "falsa conciencia" búsqueda de cualquier comprensión correcta del acontecer
de Marx) y (en este caso, como pensaba Mannheim, yendo humano.
más lejos que Marx) la ideología como característica, no so- Mannheim creía que los diferentes grupos sociales varían
lo del pensamiento de un adversario, sino también del de mucho en cuanto a capacidad para trascender así sus pro-
uno mismo. Con el concepto general de ideología se alcanza pias posiciones limitadas. Confiaba sobre todo en la "intelli-
el nivel de la sociología del conocimiento, la comprensión de gentsia sin ataduras sociales" ifreischwebende Intelligenz,
que no hay pensamiento humano (con las únicas excepcio- término derivado de Alfred Weber), especie de estrato in-
nes ya mencionadas) que esté inmune a las influencias tersticial al que consideraba relativamente libre de intere-
ideologizantes de su contexto social. Mediante esta amplia- ses de clase/Mannheim también destacaba el poder del
ción de la teoría de la ideología, Mannheim quería abstraer pensamiento "utópico", que (al igual que la ideología) pro-
su problema central del contexto del uso político para tra- duce una imagen distorsionada de la realidad social; pero
tarlo como problema general de epistemología y sociología que (a diferencia de la ideología) posee el dinamismo reque-
histórica. rido para transformar esa realidad en su imagen de ella;
Aunque Mannhcím no compartía las ambiciones onto- Resulta superfluo añadir que las observaciones anotadas
lógicas de Scheler, tampoco se sentía cómodo dentro del no pueden en manera alguna hacer justicia a la concepción
pan-ídeolcgismo al que su pensamiento parecía llevarlo. de Scheler o a la de Mannheim sobre la sociología del cono-
Acuñó el término "relacíonismo" (en contraposición a "rela- cimiento. No es ésa nuestra intención en este lugar. Solo
tivismo") para denotar la perspectiva epistemológica de su hemos indicado algunos rasgos esenciales de las dos con-
sociología del conocimiento, lo que no significa una capitu- cepciones, a las que con acierto se las ha llamado, respec-
lación del pensamiento ante las relatividades histórico-so- tivamente, concepción "moderada" y concepción "radical"
ciales, sino un limitarse a reconocer que el conocimiento so- de la sociología del conoómiento l 3 . Lo notable es que el de-
lo puede darse desde una posición determinada. En este senvolvimiento subsiguiente de esta disciplina consistió, en
punto la influencia de Dilthey es probablemente muy im- gran medida, en críticas y modificaciones de esos dos con-
portante en el pensamiento de Mannheim: el problema del ceptos. Como ya hemos señalado, la formulación de la socio-
marxismo es resuelto con las herramientas del historícís- logía del conocimiento. por Mannheim ha seguido dando los
mo. Sea como fuere, Mannheim creía que las influencias términos de referencia para dicha disciplina de manera de-
ideologizantes, aunque no pudiesen ser erradicadas del to- finitiva, particularmente en el caso de la sociología de len-
do, podrían mitigarse mediante el análisis sistemático del gua inglesa.
mayor número posible de variantes de las posiciones cons- El sociólogo norteamericano más importante que dedicó
truidas sobre bases sociales. En otras palabras, el objeto seria atención a la sociología del conocimiento ha sido Ro-
del pensamiento se va aclarando progresivamente con esta bert Merton-". Su indagación acerca de la disciplina, que
abarca dos capítulos de su obra fundamental, ha servido co-
mo provechosa introducción en dicho terreno para los soció-
provechosa introducción por Kurt wolff es Wissenssozwlogie tNeuwied/ logos norteamericanos que se han interesado en ello. Mer-
Rhein, Luchterhand, 1964). Para estudios complementarios sobre la
concepción de Mannheim acerca de la sociología del conocimiento, cf
ton construyó un paradigma para la sociología del conoci-
.Iacques J. Maquet, SocWlogie de la cannaíssance (Lovaina, Nauwelaerts, miento volviendo a exponer sus temas principales en forma
1949); Aron, op. rit.: Robert K Merton, Social Theory and 80cinl Strucíure 13 Esta caracterización de las dos formulaciones originales de la disci-
(Chicago, Free Press ofGlencoe, 1957), pp. 489 Y sigs.; 1Wría y estructu- plina fue hecha por Lieber, op. cit.
ra sociaks (México, F.C.E., 19(4); Stark, op. cit.; Lieber, op- cit. 14 Cf Merton, op. cít., pp. 439 y sigs.

22 23
sucinta y coherente. Esta construcción resulta de interés nocimiento en un enfoque neoposítívísta de la sociología en
porque aspira a integrar el enfoque de la sociología del co- general es el de Theodor Geiger, quien ejerció gran influen-
nocimiento con el de la teoría estructural-funcional. Los cia sobre la sociología escandinava después de emigrar de
propios conceptos de Merton acerca de las funciones "mani- Alemania-b. Geiger retornó a un concepto más restringido
fiestas" y "latentes" se aplican a la esfera de la ideación, y de la ideología como pensamiento socialmente distorsiona-
se establece la distinción entre las funciones buscadas y do y sostuvo la posibilidad de superar la ideologia atenién-
conscientes de las ideas, y las funciones no buscadas e in- dose concienzudamente a cánones científicos de procedi-
conscientes. A la vez que Merton se detuvo sobre la obra de miento. El enfoque neopositívista del análisis ideológico se
Mannheim, que era para él el sociólogo del conocimiento ha continuado más recientemente, dentro de la sociología
por excelencia, puso de relieve la significación de la escuela en idioma alemán, con la obra de Ernst Topitsch, quien ha
de Durkheim y de la obra de Pitirim Sorokin. Interesa ano- puesto de relieve las raíces ideológicas de diversas posicio-
tar que Merton no fue al parecer capaz de advertir la rele- nes fílosófícae'". En razón de que el análisis sociológico de
vancia que, para la sociología del conocimiento, tienen algu- las ideologías constituye una parte importante de la socio-
nos hechos salientes en la psicología social norteamericana, logía del conocimiento, tal como la definió Mannheim, ha
como por ejemplo la teoría de los grupos de referencia, que despertado bastante interés tanto en la sociología europea,
analiza en otra parte de la misma obra. como en la norteamericana a partir de la Segunda Guerra
Talcott Peraons, que también se ocupó de la sociología del ~undiaI2o.
conocimientol>, se limita principalmente a una crítica de El intento de más largo alcance para sobrepasar a Mann-
Mannheim, sin buscar la integración de esa disciplina den- heim en la elaboración de una vasta sociología del conoci-
tro de su propio sistema teórico. En su sistema se analizan miento es probablemente el de Werner Stark, otro erudito
indudablemente, los pormenores del "problema del papel europeo emigrado ~e ha dictado cátedra en Inglaterra y en
de las ideas" pero dentro de un marco de referencia muy los Estados Unidos l. Stark llega más lejos en el propósito
distinto del de la sociol0!fiia del conocimiento, tanto de Sche- de dejar atrás el énfasis puesto por Mannheim sobre el pro-
ler como de Mannheim 6. Por ello nos atreveríamos a de- blema de la ideología, La tarea de la sociología del conoci-
cir que ni Merton ni Parsons han superado decididamente miento no ha de consistir en desenmascarar o revelar las
la sociología del conocimiento tal como fue formulada por distorsiones que se producen socialmente, sino en el estu-
Mannheim. Otro tanto puede decirse de sus criticos. Para dio sistemático de las condiciones sociales del conocimiento
mencionar solo al más verbalista de entre ellos diremos que en cuanto tal. Dicho sinrodeos, el problema central es la so-
C. Wright Mills se ocupó de la sociología del conocimiento ciología de la verdad, no la sociologia del error. A pesar de
en sus primeras obras, pero de manera expositiva y sin l~ Cf Theodor Geigcr, Ideologie UM Wahrhót (Stuttgart, Humboldt,
agregar nada a su desarrollo teórico!". 1953); Arbeiten zur Soziologil.' (Neuwied/Rhein, Luchter-hand, 1962).
Un esfuerzo interesante por integrar la sociología del co- pp. 412 Y siga.
15 Cf Talcott Parsons, "An Approach 10 the Sociology of Knowlüdge", 19 Cf Ernst 'Ibpitsch, Vum Ursprung und Ende der Metaphysik (Vie-
en Truneactions ofthe Fourih World Congrese ofSociology (Lovaina, In- na, Springer, 1958); Sozialphilosophie zunschen Ideologie und Wissens·
ternational Sociological Association, 1959l, vol. IV, pp. 25 Y sigs.; "Cul- chafl (NeuwiNI Rhe¡n, Luchterhand, 1961l. Una importante influencia
ture and the Social System", en Parsons y otros (comps.), Theories of sobre Tbpitsch es la de la escuela de positivismo legal de Kelscn. Para
Society (Nueva York, Free Prcss, 1961), vol. I1, pp. 963 y sigs. las implicaciones de esta última en la sociología del conocimiento, cf
16 Cf Talcott Parsons, The Social System (Glencoe, Ill., Free Presa, Hans Kelsen, Aufeatzc zur ldeologiekritik (Ncuwicd/Rhein, Luchtcr-
1951), pp. 326 Y sigs.; "El sistema social" (Madrid, Revista de Ücciden- hand. 19641.
te, 1966). 20 Cf Daniel Bell, The End uf Ideology (Nueva York, Free Presa of
17 Cf C. Wright Mills, Power Politice and People (Nueva York, Ba- Glencoe, 1960); Kurt Lenk tcomp.). Ldeologie; Norman Birnbaum
llantáne Booka, 1963), pp. 453 Y sigs.: PfHkr; política y pueblo (México, (comp.), The Sociological Study of Ideology (Oxford, Blackwcll, 1962).
F.C.E., 1965). 21 Cf Stark, op. rito

24 25
su enfoque discriminatorio, Stark se halla probablemente papel similar al de la historia, la psicología y la biología, pa-
más cerca de Scheler que de Mannheim en su concepción de ra mencionar solamente tres de las más importantes disci-
las relaciones entre las ideas y su contexto social. plinas empíricas que han causado dificultades a la episte-
Asimismo, es evidente que no hemos intentado ofrecer mología. La estructura lógica de estas dificultades es en el
un panorama histórico adecuado de la historia de la sociolo- fondo la misma en todos los casos: ¿cómo puedo estar segu-
gía del conocimiento. Además, hasta este momento hemos ro, digamos, de mi análisis sociológico de las costumbres de
pasado por alto hechos que teóricamente podrían ser rele- la clase media norteamericana en vista del hecho de que las
vantes a la sociología del conocimiento, pero que no han categorías que utilizo para dicho análisis están condiciona-
sido considerados así por sus propios protagonistas. En das por formas de pensamiento históricamente relativas;
otras palabras, nos hemos limitado a hechos que, por así de que yo mismo y todo lo que yo pienso estamos determi-
decir, se han agrupado bajo el estandarte de "sociología del nados por mis genes y por mi arraigada hostilidad hacia
conocimiento" (considerando la teoría de la ideología como mis semejantes, y de que, para colmo, yo mismo formo par-
parte de esta última). Esto ha servido para destacar muy te de la clase media norteamericana?
claramente un hecho. Aparte del interés epistemológico de Lejos está de nuestro ánimo soslayar todas esas cuestio-
algunos sociólogos del conocimiento, el foco empírico de la nes. Todo lo que sostenemos aquí es que tales cuestiones, de
atención ha estado casi exclusivamente sobre el ámbito de por sí, no forman parte de la disciplina empírica de la socio-
las ideas, es decir, del pensamiento teórico. También es ése logía. Corresponden en realidad a la metodología de las
el caso de Stark, quien puso a su obra principal sobre socio- ciencias sociales, cometido que atañe a la filosofía y que por
logía del conocimiento el subtítulo de "Ensayo para contri- definición es distinto de la sociología, la cual es, por cierto,
buir a una mayor comprensión de la historia de las ideas". objeto de tales investigaciones. La sociología del conoci-
En otras palabras, el interés de la sociología del conoci- miento, junto con aquellas otras ciencias empíricas que son
miento se ha centrado en el plano teórico sobre cuestiones perturbadoras de la epistemología, "alimentará" con pro-
epistemológicas y en el plano empírico sobre cuestiones de blemas esta investigación metodológica. Pero no puede re-
historia intelectual. solver estos problemas dentro de su propio marco de refe-
Desearíamos destacar que no hacemos ninguna clase de rencia.
reservas en cuanto a la validez e importancia de estos dos Por esa razón hemos excluido de la sociología del conoci-
grupos de cuestiones. Sin embargo, nos parece desafortuna- miento los problemas epistemológicos y metodológicos que
da la circunstancia de que esta constelación particular ha- incomodaban a sus dos principales creadores. En virtud de
ya dominado la sociología del conocimiento hasta este mo- esta exclusión, nos colocamos al margen de la concepción
mento. Insistimos en que, como resultado de ello, todo el que de esta disciplina tuvieron Scheler y Mannheim, yde
significado teórico de la sociología del conocimiento se ha los posteriores sociólogos del conocimiento {especialmente
oscurecido. los de orientación neopositivista) que compartían dicha
Incluir cuestiones epistemológicas referentes a la validez concepción a este respecto. En todo el curso de la presente
del conocimiento sociológico dentro de la sociología del co- obra hemos puesto resueltamente entre paréntesis cualquier
nocimiento es algo así como querer empujar el coche que cuestión epistemológica o metodológica acerca de la validez
uno mismo conduce. Ciertamente que la sociología del cono- del análisis sociológico, en la sociología del conocimiento
cimiento, como toda disciplina empírica que reúne pruebas propiamente dicha o en cualquier otro campo. Consideramos
acerca de la relatividad y la determinación del pensamiento que la sociología del conocimiento es parte de la disciplina
humano, tiende hacia cuestiones epistemológicas que con- empírica de la sociología. Nuestro propósito en este lugar
ciernen a la sociología misma, así como a cualquier otro es, por supuesto, teórico. Pero nuestra teorización atañe a
cuerpo de conocimientos científicos. Como ya hemos hecho la disciplina empírica en sus problemas concretos, no a la
notar, la sociología del conocimiento desempeña en esto un investigación filosófica sobre los fundamentos de la discipli-

26 27
na empmca. En resumen, nuestro trabajo versa sobre teo- del marco de referencia de un análisis más general del "co-
ría sociológica, no sobre metodología de la sociología. Sola- nocimiento".
mente en una de las secciones de este tratado (la que sigue Es debilidad natural de los teorizadores exagerar la im-
a la introducción) traspasamos los límites de la teoría socio- portancia del pensamiento teórico en la sociedad y en la
lógica propiamente dicha; pero eso por razones que poco tie- historia. Por eso se hace más indispensable corregir esta
nen que ver con la epistemología, como se explicará oportu- equivocación intelectual. Las formulaciones teóricas de la
namente. realidad, ya sean científicas, o filosóficas, o aun mitológicas,
Como quiera que sea, debemos volver a definir cuál es la no agotan lo que es "real" para los componentes de una so-
tarea de la sociología del conocimiento en el plano empírico, ciedad. Puesto que así son las cosas, la sociología del conoci-
o sea, como teoría acoplada a la disciplina empírica de la so- miento debe, ante todo, ocuparse de lo que la gente "conoce"
ciología. Como ya hemos visto, en este plano la sociología como "realidad" en su vida cotidiana, no-teórica () pre-teó-
del conocimiento se ha ocupado de la historia intelectual rica. Dicho de otra manera, el "conocimiento" del sentido
en el sentido de historias de las ideas. Nuevamente que- común más que las "ideas" debe constituir el tema central
rríamos destacar que es éste un tema por cierto muy impor- ele la sociología del conocimiento. Precisamente este "cono-
tante de indagación sociológica. Además, contrastando con cimiento" constituye el edificio de significados sin el cual
nuestra exclusión del problema epistemológico/metodológi- ninguna sociedad podría existir.
co, admitimos que dicho tema pertenece a la sociología del La sociología del conocimiento debe, por lo tanto, ocupar-
conocimiento. Sostenemos, empero, que el problema de las se de la construcción social de la realidad. El análisis de la
"ideas", con la inclusión del problema especial de la ideolo- articulación teórica de esta realidad seguirá constituyendo,
gía, constituye solo una parte del problema más vasto de la por cierto, una parte de esa preocupación, pero no la más
sociología del conocimiento, y no una parte central. importante. Quede pues en claro que, a pesar de la ex-
La sociología del conocimiento debe ocuparse de todo lo clusión del problema epistemológico/metodológico, lo que
que se considere "conocimiento" en la sociedad. En cuanto se aquí se sugiere es una nueva definición trascendente sobre
enuncia esta proposición, se advierte que el tema de la his- el alcance de la sociología del conocimiento, mucho más am-
toria intelectual está mal elegido o, más bien, está mal ele- plio que el que hasta ahora se ha adjudicado a esta disci-
plina.
gido si se vuelve tema central de la sociología del conoci-
Surge la cuestión de cuáles son los ingredientes teóricos
miento. El pensamiento teórico, las "ideas", las Weltan-
que deberían agregarse a la sociología del conocimiento pa-
schauungen no tienen tanta importancia dentro de la socie-
ra permitir su re-definición en el sentido mencionado. La
dad. Aunque toda sociedad contiene estos fenómenos, ellos
percepción fundamental sobre la necesidad de dicha defini-
solo son parte de la suma de lo que se toma como "conoci-
ción se la debemos a Alfred Schutz. En toda su obra, tanto
miento". Solo un grupo muy limitado de gente en toda
de filósofo como de sociólogo, Schutz se concentró en la es-
sociedad se dedica a teorizar, al negocio de las "ideas" y a la
tructura del mundo del sentido común en la vida cotidiana.
elaboración de Weltanschauungen. Pero todos en la socie- Si bien él mismo no elaboró una sociología del conocimien-
dad participan de su "conocimiento", de una u otra manera. to, percibió con claridad dónde debería centrarse la aten-
O sea que son apenas unos pocos los que se dedican a la in- ción de esta disciplina:
terpretación teórica del mundo; pero todos viven en un
mundo de cierta clase. Tomar como tema el pensamiento Todas las tipificaciones del pensamiento de sentido
teórico resulta no solo indebidamente restrictivo para la so- común son de por sí elementos integrales del Lebens-
ciología del conocimiento, sino también insatisfactorio, por- welt concreto, histórico, socio-cultural, dentro del cual
que aun esa parte de "conocimiento" aprovechable social- prevalecen como establecidos y como aceptados social-
mente no puede entenderse del todo si no se la ubica dentro mente. Su estructura determina entre otras cosas la

28 29
distribución social del conocimiento y su relatividad y sion de la naturaleza de la realidad social debe mucho a
relevancia para el ambiente social concreto de un grupo Durkheim y su escuela en la sociología francesa, aunque
concreto en una situación histórica, también concreta. hemos modificado la teoría de aquél sobre la sociedad me-
He ahí los problemas legítimos del relativismo, del his- diante la introducción de una perspectiva dialéctica deriva-
toricismo y de la así llamada sociología del conoci- da de Marx y un énfasis en la constitución de la realidad so-
miento 22 cial por medio de significados subjetivos, derivado de \Ve-
ber 2 • Nuestros presupuestos socio-psicológicos, de especial
y también: importancia para el análisis de la intemalización de la rea-
lidad social están influidos en gran medida por Georgc Her-
El conocimiento se halla distribuido socialmente y el bert Mead y algunos desarrollos de su obra debidos a la lla-
mecanismo de esta distribución puede constituirse en mada escuela simbólicu-interaccionista de la sociología nor-
objeto de una disciplina sociológica. Es verdad que tcamericana-". En las notas finales indicaremos cómo se
poseemos la así llamada sociología del conocimiento. usan esos distintos ingredientes en nuestra formación teó-
Sin embargo, salvo raras excepciones, la disciplina así rica. Nos damos perfecta cuenta, por supuesto, de que en es-
mal llamada ha enfocado el problema de la distribución te uso no somos ni podemos ser fieles a las intenciones ori-
social del conocimiento únicamente desde el ángulo de ginales de esas mismas corrientes diversas de teoría social.
la fundamentación ideológica de la verdad en su depen- Pero, como ya hemos dicho, nuestro propósito en este lugar
dencia de las condiciones sociales y especialmente eco-
nómicas, o desde el de las inferencias sociales de la 24Para el análisis de las implicaciones de la sociología de Durkheim
educación, o del "rol" social del intelectual. No son los en la sociología del conocimiento, ef. Gerard L. DeGré, Soeiety and Ideo-
sociólogos sino los economistas y los filósofos los que /ogy (Nueva York, Columbia Univeraity Bcokstore, 1943), pp. 54 y sigs.;
han estudiado algunos de Jos muchos otros aspectos Merton. op. cit.; Georges Gurvitch, "Problemes de la sociclogie de la
teóricos del problema-t. connaissance", en TIuité de soeiologie (París, Presses Uníversítaíres de
Francc, 1960), vol. Il. pp. 103 y sígs.; Tratado rk sociología (Buenos Ai-
res, KapcluszI,
Aunque por nuestra parte no concederíamos a la dis- 25 El enfoque más aproximado, dentro de lo que conocemos, del "in-
tribución social del conocimiento el lugar central que trra<:cionismo-simb{olico~ n los problemas de la sociología del conoci-
Schutz le otorga en el pasaje citado, coincidimos con su crí- miento puede hallarse en Tarnotsu Shibutrmi, "Reference Group~ and So·
tica de la "disciplina así mal llamada" y hemos tomado de él e.al Control", en Human Behavior and Social Proceseee, compilado por
nuestra noción básica en cuanto a la manera en que debe Arnold Rose tBoston, Houghton, Miillin, 1962), pp. 128 Y sigs. El fracaso
redeñnírse la tarea de la sociologta del conocimiento. En las en realizar la vinculación entre la psicología social de Mead y la so-
consideraciones que siguen dependemos mucho de Schutz ciología del conocimiento, por parte de los "interaccionistas-simbólieos",
tiene, por supuesto, relación con la limitada "difusión" de la sociología d",1
en cuanto a los prolegómenos de los fundamentos del co- conocimiento en América, pero su fundamentación teórica más impor-
nocimiento cotidiano y tenemos una gran deuda para con tante ha de buscarse en el hecho de que, tanto el mismo Mead, como sus
su obra en varios lug-ares importantes de nuestra argumen- seguidores posteriores, no desarrollaron un concepto adecuado de la es-
tación principal. tructura social. Precisamente por esta razón, creemos, la integración de
Nuestros presupuestos antropológicos tienen gran influen- Jos enfoques de Mead y Durkheim cobra tanta importancia. Puede hacer-
~ia de Marx, especialmente de sus primeros escritos, y de las "e notar aquí que, así como la indiferencia hacia la sociología del concci-
inferencias antropológicas extraídas de la biología humana miento por parte de los psicólogos sociales norteamericanos ha impedido
por Helmuth Plessner, Arnold Gehlen y otros. Nuestra vi- n estos último~ relacionar sus perspectivas con una teoría rnacro-sccio-
lógica, así también la absoluta ignorancia con respecto a Mead es una
22Alfred Schuta, Colleeted Papere (La Haya, NijhofT, 1962), vol. 1, aC('ntuada falla teórica del pensamiento social neo-marxista en la Euro-
p. 149. La bastardilla es nuestra. pa actual. Resulla muy irónico que, últimamente. los teóricos neo-mar-
23 lbid. (1964), vol. 11, p. 121. xistas hayan estado buscando una conexión con la psicología freudiana

30 31
no es exegético, ni siquiera de síntesis por la síntesis mis- A esta altura ya será evidente que nuestra re-definición
ma. Estamos plenamente conscientes de que en varios luga- de la sociología del conocimiento en cuanto a su naturaleza
res violentamos a ciertos pensadores al integrar su pensa- v alcance, la llevaría desde la periferia hasta el centro mis-
miento en una formación teórica, que a algunos de ellos po- rno de la teoría sociológica. Podemos asegurar al lector que
dría resultaries totalmente ajena. A modo de justificativo de- 110 tenemos interés creado en el rótulo "sociología del cono-
cimos que la gratitud histórica no es en sí una virtud cien- cimiento", Más bien ha sido nuestra apreciación de la teoría
tífica. Tal vez podamos citar aquí unas observaciones de sociológica lo que nos condujo a la sociología del conoci-
Talcott Parsons (sobre cuya teoría abrigamos serias dudas, miento y orientó la manera en que habríamos. de volv~r.a
pero cuya intención integradora compartimos plenamente): definir sus problemas y sus cometidos. Para mejor describir
El fin primordial del estudio no es determinar y pre- la senda por la cual nos internamos, debemos hacer refe-
sentar en forma sucinta lo que estos escritores dijeron o rencia a dos de las "consignas" más famosas y más inñu-
pensaron sobre los temas de que se ocuparon. Tampoco ventes de la sociología.
es indagar directamente con respecto a cada proposi- . ~_Una fue impartida por Durkheim en Reglas del método
ción de sus "teorías", sobre si lo que afirmaron es vale- sociológico y la otra por Weber en Wirtschaft und Gesells-
dero a la luz del conocimiento actual, sociológico y rela- draft. Durkheim nos dice: "La regla primera y fundamental
cionado ... Es un estudio de teoría social, no de teorías. es: Considerar los hechos sociales como cosas,,27. y Weber
Su interés no se centra en las proposiciones aisladas y observa: "Tanto para la sociología en su sentido actual, co-
distintas que puedan hallarse en las obras de esos pen- mo para la historia el objeto de conocimiento es el complejo
sadores, sino en un solo cuerpo de razonamiento teórico de significado subj~tivo de la acción"28. Estas' dos asevera-
sísternétícoé". ciones no se contradicen. La sociedad, efectivamente, posee
facticidad objetiva. Y la sociedad, efectivamente, está cons-
Nuestro propósito es, realmente, dedicarnos a un "razo- truida por una actividad que expresa un significado subjeti-
namiento teórico sistemático". vo. Y, de paso sea dicho, Durkheim sabía esto último, así co-
mo Weber sabía lo primero. Es justamente el carácter dual
(que es fundamentalmente incompatible con IOR presupuestos antropo. de la sociedad en términos de facticidad objetiva y significa-
lógicos del marxismo) sin recordar para nada la existencia de una teoría do subjetivo lo que constituye su "realidad ~ui generis", f',a-
de Mead sobre la dialéctica entre la sociedad y ",1 individuo que resulta- ra emplear otro término clave de Durkhcím. La cuestión
ría infinitamente más afín con su propio enfoque. Para citar un ejemplo central para la teoría sociológica puede, pues, expresarse
reciente de este irónico fenómeno, 4 Georgcs Lapassadc, L'entréc dans
así: ¿Cómo es posible que los significa~os subjeti~os se vuel-
la »ie (París, Éditions de Minuit, 1963), libro altamente sugerente, por
ron facticidades objetivas? O, en térmínos epropiados a las
lo demás, que podría decirse invoca a Mead en cada página. Igual íro-
nía, si bien en un diferente contexto de segregación intc!edual, se ad- posiciones teóricas aludidas: ¿Cómo es posible que la activi-
vierte en los recientes esfUerzos norteamericanos por un acercamiento dad humana (Handeln) produzca un mundo de cosas (cho-
entre el marxismo y el frcudianismo. Un sociólogo europeo que ha abre- ses)? O sea, la apreciación adecuada de la "realidad sui ge-
vado, abundantemente y con éxito, en Mead y su tradición para cons- nerie" de la sociedad requiere indagar la manera como esta
truir una teoría sociológica es Friedrich TerÍbruck. C( su Geechichte realidad está construida. Sostenemos que esa indagación es
uná Gesellschafl (Habilita/ioftsschriftJ, Universidad de Friburgo, de la tarea de la sociología del conocimiento.
próxima publicación, especialmente la sección titulada "Realitat". Den-
tro de un contexto sistemático distinto del nuestro, pero de modo muy 2; Emile Durkheim, The Rules ofSociological Me/hod tChicago, Free
afín con nuestro propio enfoque de la problemática de Mead, 'Ienbruck Press, 1950), p. 14; Las reglas del mi/odo sociológico (Buenos Aires,
examina el origen social de la realidad y las bases socio-estructurales Schapire). .
para la sustentación de la realidad. 28 Max Weber, The Theory of Social and Economic Organiza/ton
26 Talcott Parsons, The S/ruclure of Social Aclion (Chicago, Free !Nueva York, Oxford University Presa, 1947), p. 101. Cf Economía y so-
Press, 1949\, p. v. ciedad (México, F.C.E., 1964).

32 33
Sin embargo, dado el propósito particular de la presente
I. Los fundamentos del obra, no podemos soslayar del todo el problema f¡]osófi.co.
El mundo de la vida cotidiana no solo se da por establecido
conocimiento en la vida como realidad por los miembros ordinarios de la sociedad
en el comportamiento subjetivamente significativo de sus
cotidiana vidas. Es un mundo que se origina en sus pensamientos y
acciones, y que está sustentado como real por éstos. Antes
de emprender nuestra tarea principal debemos, ~o: lo tan-
to tratar de clarificar los fundamentos del conocimiento en
lavida cotidiana, a saber, las objetivaciones de los procesos
(v significados) subjetivos por medio de los cuales se cons-
t~ye el mundo intersubjetiva del sentido común. .
1. LA REAUDAD DE LA VIDA COTIDIANA Para el propósito que nos ocupa es ésta una labor preli-
minar y solamente podemos esbozar los rasgos principales
Dado que nuestro propósito en esta obra es un análisis de la que creemos es una solución adecuada al proble:na fi-
sociológico de la realidad de la vida cotidiana, más exacta- Iosófico: pero entendámonos, adecuada sólo en el sentido de
mente, del conocimiento que orienta la conducta en la vida que pu~e servir de punto de partida para el análisis socio-
cotidiana, y puesto que sólo tangencialmente nos interesa lógico. Las consideraciones que siguen tienen, por tant?, ~l
cómo puede presentarse esta realidad en diversas perspec- carácter de prolegómenos filosóficos y, de suyo, pre-socioló-
tivas teóricas a los intelectuales, debemos empezar por cla- gicos. El método que consideramos más convenje~te par~
rificar esa realidad tal como se ofrece al sentido común de clarificar los fundamentos del conocimiento en la vida coti-
quienes componen ordinariamente fá'sociedad. La manera diana es el del análisis íenomenotogico. método puramente
como las elaboraciones teóricas de los intelectuales y demás descriptivo yo, como tal, "emptrico", per~ no,,'cientí~c~", ~ue
mercaderes de ideas pueden influir sobre esa realidad del así eonsidcramos la naturaleza de las CJenCJaS cmpincas .
sentido común, es cuestión aparte. Por lo tanto nuestro co- El análisis fenomenológico de la vida cotidiana, o más
metido, aunque de carácter teórico, engrana con la aprecia- bien de la experiencia subjetiva de la vida cotidiana, es un fre-
ción de una realidad que compone el objeto de la ciencia no contra todas las hipótesis causales o genéticas, así ~o­
empírica de la sociolcgta, yak decir. el mundo dela vida co- mo contra las aserciones acerca de la situación ontológICa
tidiana. de los fenómenos analizados. Es importante recordarlo. El
Quede claro, por lo tanto, que no es propósito nuestro de- 1 La totalidad de esta sección se basa en Alfred Schutz y Thoma~
dicarnos a la filosofía. Con todo, si queremos entender la l.ul.kmann, Die Strukturen der Lehenswelt; obra ",n preparación. en
realidad de la vida cotidiana, debemos tener en cuenta su vista de lo cual nos hemos ab~tenido de incluir referencias individuales
carácter intrínseco antes de proceder al análisis socioló¡jco a aquello;; lugares de la obra ya publicada de Schutz en los que se estu-
propiamente dicho. La vida cotidiana -"e presenta como \JlHI dian los mismo>' problemas. Nuestra argumentación en este lugar se
realidad interpretada por los hombres y que para ellos uc- basa en Scbutz tal como lo desarrolla Luckmann en la obra antes ci-
oc el significado subjetivo de un mundo coherente. Comll tada. in toto.El lector que desee conocer la obra de Schutz publicada
hasta la fecha puede consultar: A1fred Schutz, Der sinnhafte Aufball. der
sociólogos hacemos de esta realidad d objeto do nuestro- soziaien Welt (Viena, Springer, 1960); Collected Papers, vols. 1 y II. El
análisis. Dentro del marco de referencia que proporciono b lector a quien interese la adaptación que hizo Schutz del método feno-
sociología, en cuanto ciencia empírica, cabe tomar esta rea- menológico al análisis del mundo social puede consultar espedalmente
lidad como dada, aceptar como datos fenómenos particula- sus Collected Papers, vol. 1, pp- 99 Y sigs., y Maurice Natanson (comp.l.
res que se producen en su seno, sin investigar mayormen- Philosophy of the Social Sciences (Nueva York, Random House, 1963).
te sus fundamentos, tarea ésta que concierne a la filosofía. pp. 183 Y sigs.

35
34
sentido común encierra innumerables interpretaciones pre- de observarse con suma claridad al despertar de un sueño.
científicas y cuasi-científicas sobre la realidad cotidiana, a Entre las múltiples realidades existe una que se presenta
la que da por establecida. Si vamos a describir la realidad como la realidad por excelencia. Es la realidad de la vida
del sentido común, tendremos que referirnos a estas inter- cotidiana. Su ubicación privilegiada le da derecho a que se
pretaciones, así como también tendremos que tomar en la llame suprema realidad. La tensión de la conciencia lle-
cuenta su carácter de presupuesto; pero lo hacemos colo- ga a su apogeo en la vida cotidiana, es decir, ésta se impone
cándalo entre paréntesis fenomenológicos. sobre la conciencia de manera masiva, urgente e intensa en
La conciencia es siempre intencional, siempre apunta o el más alto grado. Es imposible ignorar y aún más difícil
se dirige a objetos. Nunca podemos aprehender talo cual atenuar su presencia imperiosa. Consecuentemente, me
substrato supuesto de conciencia en cuanto tal, sino sólo la veo obligado a prestarle atención total. Experimento la vida
conciencia de esto o aquello. Esto es lo que ocurre, ya sea cotidiana en estado de plena vigilia. Este estado de plena
que el objeto de la conciencia se experimente como parte de vigilia con respecto a existir y aprehender la realidad de la
un mundo ñsico exterior, o se aprehenda como elemento de vida cotidiana es para mí algo normal y evidente por sí mis-
una realidad subjetiva interior. Tanto si yo (primera per- mo, vale decir, constituye mi actitud natural,
sona del singular, que aquí y en los ejemplos siguientes ocu- Aprehendo la realidad de la vida cotidiana como una rea-
pa el lugar de la auto-conciencia ordinaria en la vida coti- lidad ordenada: Sus fenómenos se presentan dispuestos de
diana) estoy contemplando el panorama de la ciudad de antemano en pautas que parecen independientes de mi
Nueva York, como si tomo conciencia de una angustia inte- aprehensión de ellos mismos y que se les imponen. La reali-
rior, los procesos de conciencia implicados son intencionales dad de la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea,
en ambos casos. No necesitamos insistir en que el tomar constituida por un orden de objetos que han sido designa-
conciencia del edificio del Empire State se diferencia del to- dos como objetos antes de que yo apareciese en escena. El
mar conciencia de una angustia. Un análisis fenomenológi- lenguaje usado en la vida cotidiana me proporciona conti-
ca detallado revelaría las diversas capas de experiencia, y nuamente las objetivaciones indispensables y dispone el
las distintas estructuras de significado que intervienen, por orden dentro del cual éstas adquieren sentido y dentro del
ejemplo, en ser mordido por un perro, en recordar haber si- cual la vida cotidiana tiene significado para mí. Vivo en un
do mordido por un perro, en tener fobia a todos los perros, lugar que tiene un nombre geográfico; utilizo herramientas,
etc. Lo que nos interesa aquí es el carácter intencional co- desde abrelatas hasta autos deportivos, que tienen un nom-
mún de toda conciencia. bre en el vocabulario técnico de la sociedad en que vivo; me
Objetos diferentes aparecen ante la conciencia como cons- muevo dentro de una red de relaciones humanas --desde el
titutivos de las diferentes esferas de la realidad. Reconozco club al que pertenezco hasta los Estados Unidos de Arri.éri-
a mis semejantes, con los que tengo que tratar en el curso de ca-, que también están ordenadas mediante un vocabula-
la vida cotidiana, como pertenecientes a una realidad muy rio. De esta manera el lenguaje marca las coordenadas de .
diferente de las figuras desencarnadas que aparecen en mis mi vida en la sociedad y llena esa vida de objetos significa-
sueños. Los dos grupos de objetos introducen tensiones muy tivos.
diferentes en mi conciencia y les presto atención de ma- La realidad de la vida cotidiana se organiza alrededor del
neras muy diferentes. Mi conciencia, pues, es capaz de mo- "aquí" de mi cuerpo y el "ahora" de mi presente. Este "aquí
verse en diferentes esferas de realidad. Dicho de otra forma, y ahora" es el foco de la atención que presto a la realidad de
tengo conciencia de que el mundo consiste en realidades la vida cotidiana. Lo que "aquí y ahora" se me presenta en
múltiples. Cuando paso de una realidad a otra, experimento la vida cotidiana es lo realissimum de mi conciencia. Sin
por esa transición una especie de impacto. Este impacto ha embargo, la realidad de la vida cotidiana no se agota por es-
de tomarse como causado por el desplazamiento de la aten- tas presencias inmediatas, sino que abarca fenómenos que
ción que implica dicha transición. Este desplazamiento pue- no están presentes "aquí y ahora". Esto significa que yo ex-

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perimento la vida cotidiana en grados diferentes de proxi- ponen actuar en él. También sé, por supuesto, que los otros
midad y alejamiento, tanto espacial como temporal. Lo más tienen de este mundo común una perspectiva que no es
próximo a mí es la zona de vida cotidiana directamente ac- idéntica a la mía. Mi "aquí" es su "allí", Mi "ahora" no se
cesible a mi manipulación corporal. Esa zona contiene el superpone del todo con el de ellos. Mis proyectos difieren y
mundo que está a mi alcance, el mundo en el que actúo a hasta pueden entrar en conflicto con los de ellos. A pesar de
fin de modificar su realidad, o el mundo en el que trabajo, eso, sé que vivo con ellos en un mundo que nos es común, Y,
En este mundo de actividad mi conciencia está dominada lo que es de suma importancia, sé que hay una correspon-
por el motivo pragmático, o sea que mi atención a este dencia continua entre mis significados y sus significados en
mundo está determinada principalmente por lo que hago, lo este mundo, que compartimos un sentido común de la reali-
que ya he hecho o 10 que pienso hacer en él. De esta mane- dad de éste. La actitud natural es la actitud de la concien-
ra, es mi mundo por nxcelencia.. Sé, por supuesto, que la cia del sentido común, precisamente porque se refiere a un
realidad de la vida cotidiana incluye zonas que no me re- mundo que es común a muchos hombres. El conocimiento
sultan accesibles de esta manera. Pero, o bien no tengo un del sentido común es el que campado con otros en las ru-
interés pragmático en esas zonas, o bien mi interés por tinas normales y auto-evidentes de la vida cotidiana.
ellas es indirecto en tanto puedan ser para mí zonas mani- La realidad de la vida cotidiana se da por establecida co-
pulativas en potencia. Típicamente, mi interés por las zo- mo realidad. No requiere verificaciones adicionales sobre
nas alejadas es menos intenso y, por cierto, menos urgente. su sola presencia y más allá de ella. Está nhí, sencillamen-
Me siento profundamente interesado por el grupo de obje- le, como facticidad evidente de por sí e imperiosa. Sé que es
tos que intervienen en mi tarea diaria; por ejemplo, el mun- real. Aun cuando pueda abrigar dudas acerca de su rea-
do de la estación de servicio, si soy mecánico. Me siento in- lidad, estoy obligado a suspender esas dudas puesto que
teresado, aunque menos directamente, por lo que ocurre-en existo r-utinariamente en la vida cotidiana. Esta suspensión
los laboratorios de prueba de la industria automovilística de dudas es tan firme que, para abandonarla ---como podría
en Detroit; es probable que jamás esté en uno de esos labo- ocurrir, por ejemplo, en la contemplación teórica o religic-
ratorios, pero la tarea que allí se realiza afectará eventual- sa-, tengo que hacer una transición extrema. El mundo de
mente mi vida cotidiana. Tal vez me interese lo que sucede la vida cotidiana se impone por sí solo y cuando quiero de-
en Cabo Kennedy, o en el espacio exterior, pero ese interés safiar esa imposición debo hacer un esfuerzo deliberado y
es cuestión de un gusto particular mío, de mi "tiempo libre", nada fácil. La transición de la actitud natural a la actitud
más que una necesidad urgente de mi vida cotidiana. teórica del filósofo o del hombre de ciencia, ejemplifica este
La realidad de la vida cotidiana se me presenta además punto. Pero no todos los aspectos de esta realidad son igual-
\ como un mundo intersubjetiva, un mundo que comparto mente no problemáticos. La vida cotidiana se divide en sec-
con otros. Esta intersubjetividad establece una señalada di- tores, unos que se aprehenden por rutina y otros que me
ferencia entre la vida cotidiana y otras realidades de las presentan problemas de diversas clases. Supongamos que
que tengo conciencia. Estoy solo en el mundo de mis sue- soy un mecánico de automóviles y gran conocedor de todo lo
ños, pero sé que el mundo de la vida cotidiana es tan real referente a coches de fabricación norteamericana. Todo lo
para los otros como lo es para mí. En realidad, no puedo que corresponde a este último aspecto es rutina, faceta no
existir en la vida cotidiana sin interactuar y comunicarme problemática de mi vida cotidiana. Pero un día aparece
continuamente con otros. Sé que mi actitud natural para alguien en el garaje y me pide que repare su Volkswagen.
con este mundo corresponde a la actitud natural de otros, 11e veo ahora obligado a entrar en el mundo problemático
que también ellos aceptan las objetivaciones por las cuales de los autos de marcas extranjeras. Puedo hacerlo a rega-
este mundo se ordena, que también ellos organizan este ñadientes o con curiosidad profesional; pero en cualquiera
mundo en torno de "aquí y ahora" de su estar en él y se-pro- de los dos casos enfrento problemas que todav-ía no he in-

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troducido en mi rutina. Al mismo tiempo no dejo la realidad ipeo {acto, que se han alejado hacia un mundo que ya no es
de la vida cotidiana, por supuesto. La verdad es que ésta se el común de la vida cotidiana.
enriquece, ya que empiezo a incorporarle el conocimiento y Comparadas con la realidad de la vida cotidiana, otras
la habilidad requeridos para reparar autos extranjeros. La realidades aparecen como zonas limitadas de significado,
realidad de la vida cotidiana abarca los dos tipos de secto- enclavadas dentro de la suprema realidad caracterizada
res, en tanto lo que parece un problema no corresponda a por significados y modos de experiencia circunscritos. Po-
una realidad completamente distinta (por ejemplo, la reali- dría decirse que la suprema realidad las envuelve por todos
dad de la física teórica, o de las pesadillas). En tanto las ru- lados, y la conciencia regresa a ella siempre como si volvie-
tinas de la vida cotidiana prosigan sin interrupción serán ra de un paseo. Esto es evidente en los ejemplos ya citados,
aprehendidas como no problemáticas. ' el de la realidad de los sueños o el del pensamiento teórico.
Pero el sector no problemático de la realidad cotidiana "Conmutaciones" similares se producen entre el mundo de
sigue siéndolo solamente hasta nuevo aviso, es decir, hasta la vida cotidiana y el mundo de los juegos, tanto de los ni-
que su continuidad es interrumpida por la aparición de un ños como -aún más señaladamente- de los adultos. El
problema. Cuando esto ocurre, la realidad de la vida coti- teatro proporciona una excelente ejemplificación de este
diana busca integrar el sector problemático dentro de lo juego de parte de los adultos. La transición entre las reali-
que ya es no problemático. El conocimiento del sentido dades se señala con la subida y bajada del telón. Cuando se
común contiene una diversidad de instrucciones acerca de levanta el telón, el espectador se ve "transportado a otro
cómo .proceder. para esto. Por ejemplo, las personas que mundo", que tiene significados propios, y a un orden que
trabajan conmigo son para mí no problemáticas, en tanto tendrá o no mucho que ver con el orden de la 'vida cotidiana.
cumplan sus rutinas familiares y establecidas, tales como Cuando cae el telón, el espectador "vuelve a la realidad", es
escribir a máquina en mesas próximas a la mía en la ofici- decir, a la suprema realidad de la vida cotidiana en compa-
na. Se vuelven problemáticas si interrumpen esas rutinas' ración con la cual la realidad presentada sobre el escenario
por ejemplo, si se amontonan en un rincón y cuchichean: parece ahora tenue y efimera, por vívida que haya sido la
Cuando inquiero el significado de esa actividad insólita presentación de momentos antes. Las experiencias estética
hay una variedad de posibilidades que mi conocimiento de y religiosa abundan en transiciones de esta especie, puesto
sentido común es capaz de re-integrar dentro de las rutinas que Cl arte y la religión son productores endémicos de zonas
no problemáticas de la vida cotidiana: pueden estar consul- limitadas de significado.
tándose sobre cómo arreglar una máquina descompuesta, o Todas las zonas limitadas de significado SD caracterizan
uno de ellos tal vez tenga instrucciones urgentes del jefe, po'r desviar la atención de la realidad de la vida cotidiana.
etc. Por otra parte, puede ser que me entere de que están Si bien existen, claro está, desplazamientos de la atención
discutiendo una directiva sindical para hacer huelga, lo dentro de la vida cotidiana, el desplazamiento hacia una
cual todavía está fuera de mi experiencia, pero bien cabe zona limitada de significado es de índole mucho más extre-
dentro del tipo de problema que puede encarar mi conoci- ma. Se produce un cambio radical en la tensión de la con-
miento de sentido común. No obstante, habré de encararlo ciencia. En el contexto de la experiencia religiosa, esto se
como problema, antes que reintegrarlo sencillamente den- ha denominado, con justeza, "salto". Es importante desta-
tro del sector no problemático de la vida cotidiana. Sin em- car, sin embargo, que la realidad de la vida cotidiana retie-
bargo, si llego a la conclusión de que mis colegas se han ne su preeminencia aun cuando se produzcan "saltos" de
v~elto locos colectivamente, el problema que surge es toda- esta clase. El lenguaje, al menos, establece la verdad de es-
vta de otra clase. Ahora encaro un problema que trasciende to. Ellenguaje común de que dispongo para objetivar mis
los límites d~ la realidad de la vida cotidiana y que apun- experiencias se basa en la vida cotidiana y sigue tomándola
ta. a una r~~hdad compl,ctamente distinta. Lo cierto es que como referencia, aun cuando lo use para interpretar expe-
rru conclusión de que m1S colegas han enloquecido implica, riencias que corresponden a zonas limitadas de significado.

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Típicamente, yo "deformo"•. por lo tanto, la realidad de és- multaneidad total entre estos diversos niveles de tempora-
tas en cuanto empiezo a emplear el lenguaje común para lidad, como lo ejemplifica muy claramente la experiencia de
interpretarlas, vale decir, "traduzco" las experiencias que la espera. Tanto mi organismo como la sociedad a que per-
no son cotidianas volviéndolas a la suprema realidad de la tenezco me imponen, e imponen a mi tiempo interior, cier-
vida cotidiana. Esto puede advertirse fácilmente asociándo- tas secuencias de hechos que entrañan una espera.' Puedo
lo con la experiencia de los sueños; pero también es__típico querer intervenir en un acontecimiento deportivo, pero de-
de los que tratan de hacer conocer mundos de significado bo esperar a que se sane mi rodilla lastimada. O también,
teórico, estético () religioso. El físico teórico nos dice que su debo esperar la tramitación de unos papeles a fin de que
concepto del espacio no puede transmitirse lingüísticamen- pueda establecerse oficialmente mi capacidad para interve-
te, precisamente lo mismo que dicen el artista con respecto nir en dicho acontecimiento. Fácil es advertir que la estruc-
al significado de sus creaciones y el místico con respecto a tura temporal de la vida cotidiana es excesivamente com-
sus comunícacíones con la divinidad. Sin embargo, todos pleja, porque los diferentes niveles de temporalidad cmpíri-
ellos --el que sueña, el físico, el artista y el místico-e tam- camente presente deben correlacionarse en todo momento.
bién viven en la realidad de la vida cotidiana. Ciertamente, La estructura temporal de la vida cotidiana me enfrenta
uno de los problemas para ellos más importante consiste en a una facticidad con la que debo contar, es decir, con 'la que
interpretar la coexistencia de esta realidad con los reductos debo tratar de sincronizar mis propios proyectos. Descubro
de realidad dentro de los cuales se han aventurado. que el tiempo en la realidad cotidiana es continuo y limita-
El mundo de la vida cotidiana se estructura tanto en el do. Toda mi existencia en este mundo está ordenada conti-
espacio como en el tiempo. La estructura espacial es total- nuamente por su tiempo, está verdaderamente envuelta en
mente periférica con respecto a nuestras consideraciones él. Mi propia vida es un episodio en el curso externamente
presentes. Es suficiente señalar que también ella posee una artificial del tiempo. Existía antes de que yo naciera y se-
dimensión social en virtud del hecho de que mi zona de ma- guirá existiendo después que yo muera. El conocimiento de
nipulación se íntersecta con la de otros. Más importante en mi muerte inevitable hace que este tiempo sea limitado pa-
lo que respecta a nuestro propósito presente es la estructu- ra mí. Cuento solo con una determinada cantidad de tiem-
ra temporal de la vida cotidiana. po disponible para realizar mis proyectos, y este conoci-
ta temporalidad es una propiedad intrínseca de la con- miento afecta mi, actitud hacia esos proyectos. Asimismo,
ciencia. El torrente de la: conciencia está siempre ordenado puesto que no quiero morir, este conocimiento inyecta una
temporalmente. Es posible. distinguir niveles diferentes de angustia subyacente en mis proyectos. De esa manera, no
esta temporalidad que se da intrasubjetivamentc. Todo in- puedo repetir indefinidamente mi participación en aconte-
dividuo tiene conciencia de un fluir interior del tiempo, que cimientos deportivos. Sé que me estoy poniendo viejo. Tal
a su vez se basa en los ritmos psicológicos del organismo vez sea ésta la última oportunidad en la que pueda interve-
aunque no se identifica con ellos. Sería trasgredir en exceso nir. Mi espera se volverá ansiosa según el grado en que la
los límites de estos prolegómenos, entrar en un análisis de- finitud (tel tiempo gravite sobre el proyecto.
tallado de dichos niveles de temporalidad intrusubjetiva. La misma estructura temporal, como ya hemos indicado,
Empero, como ya hemos indicado, la intersubjetividad tie- es coercitiva. No puedo invertir a voluntad las secuencias
ne también una dimensión temporal en la vida cotidiana. que ella impone: "lo primero es lo primero" constituye un
El mundo de la vida cotidiana tiene su propia hora oficial, elemento esencial de mi conocimiento de la vida cotidiana.
que se da intersubjetivamente. Esta hora oficial puede en- por eso no puedo rendir un examen determinado sin antes
tenderse como la intersección del tiempo cósmico con su ca- haber aprobado ciertos cursos. No puedo practicar mi profe-
lendario establecido socialmente según las secuencias tem- sión antes de haber aprobado dicho examen, y así sucesiva-
porales de la naturaleza, y el tiempo interior, en sus dife- mente. De igual manera, la misma estructura temporal
renciaciones antes mencionadas. Nunca puede haber si- proporciona la historicidad que determina mi situación en

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el mundo de la vida cotidiana. Nací en una determinada fe- Lo veo sonreír, luego reaccionar ante mi ceño fruncido de-
cha, ingresé en la escuela en otra, empecé a trabajar en mi jando de sonreír, después sonreír nuevamente cuando yo
profesión en otra, etc. Estas fechas, sin embargo, están to- sonrío, y así sucesivamente. Cada una de mis expresiones
das "ubicadas" dentro de una historia mucho más vasta, y está dirigida a él, y viceversa; y esta continua reciprocidad
esa "ubicación" conforma decididamente mi situación. Así de actos expresivos podemos utilizarla tanto él como yo si-
pues, nací en el año de la gran quiebra del banco en la que multáneamente. Esto significa que en la situación "cara a
mi padre perdió su fortuna, ingresé en la escuela antes de cara" la subjetividad del otro me es accesible mediante un
la revolución, comencé a trabajar inmediatamente después máximo d~íntomas. Por cierto que yo puedo interpretar
de que estallase la gran guerra, etc. La estructura temporal erróneamente algunos de esos síntomas. Puedo pensar que
de la vida cotidiana no solo impone secuencias preestablecí- el otro se sonríe cuando en realidad está haciendo una mue-
das en la agenda de un día cualquiera, sino que también se ca. Sin embargo, ninguna otra forma de relación puede re-
impone sobre mi biografía en conjunto. Dentro de las coor- producir la abundancia de síntomas de subjetividad que se
denadas establecidas por esta estructura temporal, yo dan en la situación "cara a cara". Solamente en este caso la
aprehendo tanto la agenda diaria como la biografía total El subjetividad del otro se encuentra decididamente "próxi-
reloj y el calendario, en verdad, me aseguran que soy "un ma". Todas las demás formas de relación con el otro, en di-
hombre de mi época". Solo dentro de esta estructura tempo- versos grados, son "remotas".
ral conserva para mí la vida cotidiana su acento de reali- En la situación "cara a cara" el otro es completamente
dad. Por eso, en casos en que pueda sentirme "desorienta- real. Esta realidad es parte de la realidad total de la vida
do" por cualquier motivo (por ejemplo, digamos que haya cotidiana y, en cuanto tal, masiva e imperiosa; Es verdad
sufrido un accidente automovilístico a consecuencia del que el otro puede ser real para mí sin que lo haya encontra-
cual hubiera quedado inconsciente de un golpe), siento una do "cara a cara", por conocerlo de nombre, por ejemplo, o
necesidad casi instintiva de "reorientarmc" dentro de la es- por habernos tratado por correspondencia. No obstante, se
tructura temporal de la vida cotidiana. Miro mi reloj y trato vuelve real para mí en todo el sentido de la palabra sola-
de recordar en qué día estoy. Con solo esos actos vuelvo a mente cuando lo veo "cara a cara"."En verdad, puede ale-
ingresar en la realidad de la vida cotidiana. garse que el otro, en la situación "cara a cara", es más real
para mí que yo mismo. Por supuesto que yo "me conozco
2. INTERACCIÓN SOCIAL EN lA VIDA CarIDIANA mejor" de lo que jamás pueda conocerlo a él. Mi subjetivi-
dad me es accesible de una manera como jamás podrá serlo
La realidad de la vida cotidiana es algo que comparto con la suya, por muy "cercana" que sea nuestra relación. Mi pa-
otros. Pero ¿cúmo se experimenta a esos otros en la vida co- sado está a mi alcance en mi memoria con urra plenitud 'que
tidiana? Una vez más se puede distinguir aquí entre diver- nunca podré alcanzar en mi reconstrucción de su pasado,
sos modos de tal experiencia. por mucho que me hable de él. Pero este "mejor conocí-
La experiencia más importante que tengo de losotros se miento" de m#mismo requierereflexión. No se me presenta
produce en la situación "cara a cara", que es el prototipo de directamente. El otro, eacambio, sí sefnepresentadirecta-
la interacción social y del que se derivan todos los demás mente en la situación "caraa cara". Por lo tanto, "lo que.él
casos. es" se halla.ccntínuamentea mi alcance. Esta disponibili-
En la situación "cara a cara" el otro se me aparece en un dad es continua y pre-reñexíva. En cambio, "lo que yo soy"
presente vívido que ambos compartimos. Sé que en el mis- IlO está tan a mi alcance. Para que así ocurra se requiere
mo presente vívido yo me le presento a él. Mi "aquí y ahora" que me detenga, que interrumpa la espontaneidad con ti- ,
yel suyo gravitan continuamente uno sobre otro, en tanto nua de mi experiencia y retrotraiga deliberadamente mi,
dure la situación "cara a cara". El resultado es lUl intercam- atención sobre mí mismo. Más aún, esa reflexión sobre mi"
bio continuo entre mi expresividad y la suya. mismo es ocasionada típicamente por la actitud hacia mí

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que demuestre el otro. Es típicamente una respuesta de trasfondo común de vida cotidiana.) La realidad de la vida
"espejo" a las actitudes del otro. cotidiana contiene esquemas tipificadores en cuyos térmi-
Se sigue que las relaciones con otros en la situación "cara nos los otros son aprehendidos y "tratados" en encuentros
a cara" son sumamente flexibles!Dicho en forma negativa, "cara a cara". De ese modo, puedo aprehender al otro como
es comparativamente difícil imponer pautas rígidas a la in- "hombre", como "europeo", como "cliente", como "tipo jo-
teracción "cara a cara". Sean cuales fueren las pautas im- vial", etc. Todas estas tipificaciones afectan continuamente
puestas, serán constantemente modificadas por la enorme mi interacción con él cuando, por ejemplo, decido invitarlo
variedad y sutileza del intercambio de significados subjeti- una noche para que se divierta antes de tratar de venderle
vos que se produce. Por ejemplo, tal vez yo vea al otro como mi producto. Nuestra interacción "cara a cara" llevará la
alguien que me es esencialmente hostil y actúe para con él impronta de esas tipificaciones en tanto no se vuelvan pro-
dentro de una pauta de "relaciones hostiles", como yo lo en> hlemáticas debido a una interferencia de su parte. Porque
tiendo. En cambio, en la situación "cara a cara" el otro pue- puede suceder que el otro me demuestre que, aunque "hom-
de encararme con actitudes y acciones que contradigan esta bre", "europeo" y "cliente", es también un honrado moralis-
pauta, quizá hasta el punto de que yu me vea obligado a de- ta y que lo que al principio parecía ser jovialidad, no es sino
secharla por inaplicable y a considerar al otro como amigo. una expresión de desdén hacia los norteamericanos en ge-
En otras palabras, la pauta no puede sustentar la evidencia neral y hacia los vendedores norteamericanos en particu-
masiva de la subjetividad del otro que se me ofrece en la si- lar. A esta altura de las cosas, es natural que mi esquema
tuación "cara a cara". Por contraste, me resulta mucho más tipificado- tenga que ser modificado y que la invitación de-
fácil pasar por alto esa evidencia en tanto no me encuentre ba ser planeada de otra manera según esa modificación. Pe-
con el otro "cara a cara". Aun en una relación relativamente ro, a no ser por esta clase de provocación, las tipificaciones
"cercana", como puede ser la epistolar, me es posible des- ' serán valedera.'> hasta nuevo aviso y determinarán mis ac-
cartar más eficazmente las protestas de amistad del otro tos en la situación.
porque no representan en realidad su actitud subjetiva ha- Los esquemas tipificadorcs que intervienen en situacio-
cia mí, sencillamente porque en la correspondencia me fal- nes "cara a cara" son, por supuesto, recíprocos. El otro tam-
ta la presencia inmediata, continua y concretamente real bién me aprehende de manera tipificada: "hombre", "nor-
de su expresividad. Seguramente puedo interpretar erró- teamericano", "vendedor", "tipo simpático", etc. Las tipifica-
neamente los significados del otro aun en la situación "cara cienes del otro son tan susceptibles a mi interferencia, co-
a cara", ya que es posible que el otro oculte "hipócrita- mo lo eran las mías a la suya. En otras palabras, los dos es-
mente" sus significados. Aun así, tanto la interpretación quemas tipificadores entran en "negociación" continua
errónea como la "hipocresía" son mucho más difíciles de cuando se trata de una situación "cara a cara". En la vida
mantener en la interacción "cara a cara" que en las formas cotidiana es probable que esta clase de "negociación" pueda
menos "cercanas" de las relaciones sociales. de por sí disponerse de antemano, de manera típica, como
Por otra parte, yo aprehendo al otro por medio de esque- en el típico proceso de 'regateo entre clientes y vendedores.
mas tipificadores aun en la situación "cara a cara", si bien De tal modo, la mayoría de las veces mis encuentros con los
estos esquemas son más "vulnerables" a su interferencia otros en la vida cotidiana son típicos en un sentido doble: yo
que otras formas "más remotas" de interacción. Dicho de aprehendo al otro como tipo y ambos interactuamos en una
otra manera, aunque resulte comparativamente dificil im- situación que de por sí es típica.
poner pautas rígidas a la interacción "cara a cara", ésta ya Las tipificaciones de la interacción social se vuelven pro-
aparece pautada desde el principio si se presenta dentro de gresivamente anónimas a medida que se alejan de la situa-
las rutinas de la vida cotidiana. (Podemos dejar a un lado, ción "cara a cara". Toda tipificación entraña, por supuesto,
para considerarlos más adelante, los casos de interacción un anonimato incipiente. Si yo tipifico a mi amigo Henry
entre personas totalmente desconocidas que no tienen un como integrante de una categoría X (por ejemplo, como un

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inglés), ipso {acto interpreto por lo menos algunos aspectos cienes "cara a cara" y espero volver a encontrarlos con regu-
de su comportamiento como resultantes de dicha tipifica- laridad (mi amigo Henry); a otros los recuerdo como seres
ción: por ejemplo, sus gustos en la comida serán típicos de humanos concretos de un pasado encuentro (la rubia con la
los ingleses, como lo serán sus modales, algunas de sus que me crucé en la calle), pero el encuentro fue breve y con
reacciones emocionales, y demás. Esto, sin embargo, impli- toda seguridad no ha de repetirse. Con otros me sucede
ca que estas características y acciones de mi amigo Henry otra cosa: sé de su existencia como seres humanos concre-
corresponden a cualquiera en la categoría del hombre in- tos, pero puedo aprehenderlos solo por medio de tipificacio-
glés, vale decir que estos aspectos de su ser los aprehendo nes más o menos anónimas que se entrecruzan (mis compe-
en términos anónimos. Aun así, en tanto mi amigo Henry tidores comerciales ingleses, la reina de Inglaterra). Entre
pueda presentárseme en la plena expresividad de la situa- estos últimos también podría hacerse la distinción entre
ción "cara a cara", irrumpiré continuamente en mi tipifica- probables asociados en situaciones "cara a cara" (mis com-
ción del inglés anónimo para manifestarse como individuo petidores comerciales ingleses) y asociados en potencia pe-
único y por lo tanto atípico, a saber, como mi amigo Henry. ro improbables (la reina de Inglaterra).
El anonimato del tipo es evidentemente menos susceptible El grado de anonimato que caracteriza mi experiencia de
a esta clase de individualización cuando la interacción "ca- los otros en la vida cotidiana depende, sin embargo, tam-
ra a cara" es cosa del pasado (mi amigo Henry, el inglés que bién de otro factor. Veo al vendedor de diarios en la esquina
conocí cuando era estudiante), o cuando es de índole super- tan regularmente como a mi esposa. Pero, el vendedor no
ficial y transitoria (el inglés con quien sostuve una breve tiene tanta importancia para mí y no tengo trato íntimo con
conversación en un tren), o cuando nunca se ha producido él. Puede seguir siendo para mí relativamente anónimo. El
(mis competidores comerciales de Inglaterra). grado de interés y el grado de intimidad pueden combinar-
Un aspecto importante de mi experiencia de los otros en se para aumentar o disminuir el anonimato de la experien-
la vida cotidiana es, por consiguiente, que tal experiencia cia. También pueden influirla independientemente. Puedo
sea directa o indirecta. En cualquier momento dado podré estar en términos de gran intimidad con algunos socios de
distinguir entre las personas con las que interactúo en si- mi club y en términos muy formales con mi patrón. Sin em-
tuaciones "cara a cara" y otros que son meros contemporá- bargo los primeros, aun cuando para mí no son completa-
neos, de quienes tengo recuerdos más o menos detallados o mente anónimos, pueden resumirse en "esa barra del club",
que conozco solamente de oídas. En las situaciones "cara a mientras que el segundo se destaca como un individuo úni-
cara" tengo evidencia directa de mis semejantes, de sus ac- co. y por último, el anonimato puede llegar a ser casi total
tos, de sus atributos, etc. No ocurre lo mismo con mis con- en el caso de ciertas tipificaciones que nunca se pretende
temporáneos: de ellos tengo un conocimiento más o menos individualizar, como es el caso del "típico lector del Times
fidedigno. Además, en las situaciones "cara a cara" debo to- de Londres". Finalmente, el "alcance" de la tipificación-y
mar en cuenta a mis semejantes, mientras que en mis me- por ende su anonimato- puede seguir aumentando al ha-
ros contemporáneos puedo pensar si quiero, pero no necesa- blar de "la opinión pública iiÍg~esa".
riamente. El anonimato aumenta a medida que paso de los La realidad social de la vida cotidiana es pues aprehendi-
primeros a los segundos, porque lo anónimo de las tipifi- da en un contínuum de tipificaciones que se vuelven pro-
caciones por las que aprehendo a mis semejantes en las si- gresivamente anónimas a medida que se alejan del "aquí
tuaciones "cara a cara" se "llena" constantemente de los y ahora" de la situación "cara a cara". En un polo del con-
múltiples síntomas vívidos que atañen a un ser humano tinuum están esos otros con quienes me trato a menudo e
concreto. interactúo íntensamente' en situaciones "cara a cara", mi
Esto, por supuesto, no es todo. Existen diferencias obvias "círculo íntimo", diríamos. En el otro polo hay abstracciones
en mis experiencias de los meros contemporáneos. Hay al- sumamente anónimas, que por su misma naturaleza nunca
gunos a los que he experimentado una y otra vez en situa- pueden ser accesibles en la interacción "cara a cara". La es-

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tructura social es la suma total de estas tipificaciones y de de brazos y pies, etc. Estos índices son continuamente acce-
las pautas recurrentes de interacción establecidas por in- sibles en la situación "cara a cara", que precisamente por
termedio de ellas. En ese carácter, la estructura social es eso constituye la situación óptima para darme acceso a la
un elemento esencial de la realidad de la vida cotidiana. subjetividad ajena. Estos mismos índices no tienen posi-
Podríamos agregar aquí otro punto más, aunque sin ma- bilidades de sobrevivir más allá del presente vívido que
yor elaboración. Mis relaciones con otros no se limitan a ofrece la situación "cara a cara". Por otra parte, la ira puede
asociados y contemporáneos. También se refieren a mis an- objetivarse empuñando un arma. Digamos que he tenido
tecesores y sucesores, a los que me han precedido y me su- un altercado con otro hombre, el que me ha dado amplia
cederán en la historia total de mi sociedad. Con excepción evidencia expresiva de su enojo contra mí. Esa noche me
de los que fueron mis asociados en el pasado (mi difunto despierto y veo un cuchillo clavado en la pared encima de
amigo Henry), me relaciono con mis antecesores mediante mi cama. El cuchillo qua objeto expresa la ira de mi adver-
tipificaciones sumamente anónimas: "mis bisabuelos inmi- sario, me da acceso a su subjetividad, aunque cuando lo
grantes" y, aún más, "los Padres de la Patria". Mis suceso- arrojó yo dormía y no lo vi porque huyó después de su ata-
res, por razones comprensibles, se tipifican de manera to- que fallido. Lo cierto es que si dejo el objeto donde está,
davía más anónima: "los hijos de mis hijos", o "las genera- puedo mirarlo de nuevo a la mañana siguiente, y de nuevo
ciones futuras". Estas últimas tipificaciones son proyeccio- expresará para mí la ira del hombre que lo arrojó. Más aún,
nes sustancialmente vacías, casi desprovistas por completo pueden venir otros hombres a mirarlo y llegar a la misma
de contenido individualizado, mientras que las tipificacio- conclusión. En otras palabras, el cuchillo clavado en la pa-
nes de antecesores tienen al menos un cierto contenido de red de mi habitación se ha convertido en un constituyente
esa índole, si bien sumamente mítico. El anonimato de esos objetivamente accesible de la realidad que comparto con mi
dos grupos de tipificaciones, sin embargo, no impide que adversario y con otros hombres. Es de presumir que el cu-
formen parte de la realidad de la vida cotidiana, a veces de chillo no se fabricó con el solo propósito de que fuese arroja-
manera muy decisiva. Después de todo, puedo sacrificar mi do contra mí. Pero expresa una intención subjetiva de vio-
vida por lealtad a los Padres de la Patria, o, llegado el caso, lencia, motivada ya sea por la ira o por consideraciones uti-
en pro de las generaciones futuras. litarias, como matar para conseguir comida. El arma qua
objeto en el mundo real sigue expresando una intención ge-
3. EL LENGUAJE Y EL CONOCIMIENTO EN LA neral de cometer violencia que cualquiera que conozca un
VIDA COTIDIANA arma puede reconocer. El arma, pues, es tanto un producto
humano como una objetivación de la subjetividad humana.
La expresividad humana es capaz de objetivar-se, o sea, La realidad de la vida cotidiana no solo está llena de obje-
se manifiesta en productos de la actividad humana, que es- tivaciones, sino que es, posible únicamente por ellas. Es-
tán al aleance tanto de sus productores como de los otros toy rodeado todo el tiempo-dé objetos que "proclaman" las
hombres, por ser elementos de un mundo común. Dichas intenciones subjetivas de mis semejantes, aunque a veces
objetivaciones sirven como índices más o menos duraderos resulta difícil saber con seguridad qué "proclama" talo
de los procesos subjetivos de quienes los producen, lo que cual objeto en particular, especialmente si lo han producido
permite que su disponibilidad se extienda más allá de la si- hombres que no he podido llegar a conocer bien o del todo,
tuación "cara a cara" en la que pueden aprehenderse direc- en situaciones "cara a cara". Cualquier etnólogo o arqueólo-
tamente. Por ejemplo, la actitud subjetiva de la ira se ex- go confirmará de buena gana estas dificultades, pero el he-
presa directamente en la situación "cara a cara" mediante cho mismo de que puede superarlas y reconstruir a partir
una variedad de índices corporales: el aspecto facial, la po- de un artefacto las intenciones subjetivas de hombres cuyas
sición general del cuerpo, ciertos movimientos específicos civilizaciones se han extinguido hace tal vez milenios es

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