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Capitulo 7 LOS INDIOS Y LA CONQUISTA ESPANOLA ‘América, aislada del resto de] mundo durante miles de afos, tuvo una historia diferenciada, libre de influencias externas. Era, por lo tanto, una compleja interac- cidn de factores internos que tuvo lugar a principios del siglo xv, confirié a las ‘variades sociedades indigenas formas muy diferentes: estados sumamente estractu- rados, jefaturas més 0 menos estables, grupos y tribus némadas y seminémadas. Y, hhasta ese momento éra un mundo completamente autocontenido, el cual de repente cexperiment6 un golpe brutal y sin precedentes: la invasién de hombres blancos de Exropa, el chogue con un mando completamente diferente. La reaccién de los nativos de América ante la invasiGn de los espaiioles fue con- siderablemente variada: desde el oftecimiento de alianzas hasta la colaboracién més ‘© menos forzada, desde la resistencia pasiva hasta una hostilided constante. En to- as partes, sin embargo, Ia legada de estos seres desconocidos caus6 el mismo asom- bro, no menos intenso que el experimentado por los mismios conquistedores: ambas ppartes estaban descubriendo una nueva raza de hombres cuya existencia ni siquiera hhabian sospechado, Este capitulo examinaré los efectos de la invasiGn espafola s0- bre los imperios azteca e inca, durante le primera etape de la dominacién colonial (en la década de 1570), con particular intensidad en el caso de los Andes; y también consideraré brevemente las éreas periféricas, del norte de la meseta central meni: ‘cana, del sury sudeste de los Andes centrales, a fin de presentar un cuadro més am- plio de la evisiOn de los vencidoss EL-TRAUMA DE LA CONQUISTA Inmediatamente, tanto en México como en Pert los documentos indigenas exhalan tuna atmésfera de (error religioso ante la llegada de los espafioles, Aunque éstas eran interpretaciones retrospectivas, tales descripciones testimonian el trauma experimen- tado por los nativos americanos: profecias y portentos vaticinaban el fin de los tiem- pos; luego, de repente, aparecieron unos imonstruos de cuatro patas montados por ccriaturas blancas de aspecto humano. En Tenochtitlan, durante todo el afto, cada noche se iluminaba por una columng de fuego que aparecia en el este y se vela subir desde la tierra hasta el cielo. Un mis- {LOS INDIOS ¥ LA CONQUISTA ESPAOLA in terioso fuego incendid el templo de Huitzilopochtli: después de que fuera destrui- do el de Xiuhtecuhtli por un rayo. Un extraiio péjaro gris, mostrando una especie de espejo encima de su cabeza fue capturado; cuando Moctezuma examind cl espe- jp +... vio por Segunda vez la mollera del péjaro, nuevamente vio alls, en lontananza: ‘como si algunas personas vinieran de prisa; bien estiradas, dando empellones. Se h ‘fan la guerra unos a otros, y 10s trafan a cuestas unos como venados».* Entre los ‘mayas, el Chilam Balam profetiz6 (acaso después del acontecimiento) la alborada de una nueva época: «Cuando levanten su sefial en ato, cuando la Ieventen con el Arbol de la Vida, todo cambiaré repentinamente. Y aparecers e} sucesor del érbo! de la vida y para todo el pueblo el cambio seré cierto» * En Peri, los dlimos aitos dde Huayna Cépac fueron perturbados por una serie de violentos y extraiios temblo- res de tierra, El rayo destruyé el palacio del Inca y aparecieron cometas en el cie~ lo. Un dia durante Ia celebracién de la fiesta del sol, un cndor fue cazado por un hhaledn y dejado caer en medio de la plaza principal de Cuzco: el péjaro fue asist- do pero muri, Finalmente, una noche brllante, la luna pareci6 estar rodeada por ‘un triple halo, el primero color de sangre, el segundo de un negro verdoso, el ter ‘cero parecfa humo: los adivinos profetizaron que el rojo de sangre indicaba que una ‘guerra cruel desgarraria en pedazos a los hijos de Huayna Cpac; el negro anunciaba la destrucci6n del imperio inca; y el timo halo, que todo desapareceria con el humo? Disperso en toda América estaba el mito del dios civilizador que, después de sw reinado benevolente, desaparece misteriosamente, prometiendo a los hombres que ‘un dia yolverd. En México, fuse Quetzalcdetl quien parti hacia el este, y en los An- des, Viracoch quien desaparecié en los mares del oeste. Se suponia que Quetzaccail retornaria en un afi, ce-acatl (una cafia), basado en el ciclo de 52 aftos, mientras ‘que para el estado inca el fin vendria durante el reinado del duodécimo emperador. En México, los espaftoles llegaron desde el este, y el 1519 era sin dud un afo ‘ceacatl; en Peri vinieron del oeste y Atahualpa era, sin duda, el duodécimo ince Por lo tanto, la conmocién tomé para los indios ima forma especifica: ellos perci- bieron Tos acontecimientos a través de la estructura del mito y, al menos en ciertas (mitmag) a los asentamientos de altitudes mis bajas, para tener acceso a la produccién de los valles célidos (maiz, algodén, coca, etc.). En estas para ajustar la cevaluacién con el nimero actual de los que podfan pagar. Pero incluso cuando se hizo la nueva evaluacién, el peso del sistema colonial tuvo que ser soportado por ‘un ntimero reducido de indios. ‘Al mismo tiempo, aunque en un sentido continuaron las obligaciones que en el pasado se debian al estado precolombino, los tributos espafioles fracturaron el sis- 20, Waldemar Espinoza Soriano, EI memorial de Charcas (Crénica inédisa de 1582), 52). Lima, 1969. {LOS INDIOS ¥ LA CONQUISTA ESPAROLA 181 tema del que formaba una parte arménica. Por eso, de acuerdo con Ia investigacién de Ortiz de Ztitiga en 1562, los chupachos debfan un tributo en tejidos, como en tiempos de Tahuantinsuyu. Pero el Inca tenfa quién le abestecia de materia prime, fen este caso lana, y ellos hacfan sus telas de cumbi. Ahora el encomendero sol taba paios de algodén, y el intercambio era el nico medio por el que los indios po- ‘dian proveerse de algodén, 0 cultivéndolo en sus propios campos: «... ¥ ellos en- ‘tregaban patios no de cumbi pero de algodén, el que cultivaban y cosecheben, y el Inca solfa proporcionarles lana pare las telas de cumbi. ... ¥ ellos solicitaron a su encomendero que Jes diera algodén para hacer pafos.» Los espafioles (encomenderos o no), ayudados por el descenso de Ia poblacién, ue signifies un ineremento de ls tierras baldfas, no tardaron en seurpar algunas de las tirras que hasta el momento eran trabajadas por los indios. Pero desde que los nuevos gobernantes se spoderaron de las tierras con mejor suelo, estas apropia- ha- ‘a sido hasta cierto punto parte del sistema de los vinculos de reciprocidad que un‘an ‘a curaca y ayllu: e808 vinculos eran los que ahora s¢ estaban rompiendo, Es reve- Indor que, aunque Martin Cari todavia cultivaba tierras en su donacién de Acora en <1 pueblo vecino de Chucuito, ya no trabajaban en ellos los indios de la comunidad; cl caraca habfa adoptado una solucin completamente diferente, desarrollando una tendencia que habia comenzado al final de Ia era inca, y se aceleré con el gobierno colonial: cultivaba los campos con yanas, es decir, fuera de los vinculos de recipro- cided que ligaban a curaca y ayllu ero, en el nivel de las respectivas mitades de las otras aldeas lupacas, como Aco- +, Have, Juli, Pomata, Yunguyo y Zepita, los euracas locales (teGricamente de un rango inferior « Cari o Cusi) mantuvieron su autoridad sobre sus sbditos y cont ruaron recibiendo los impuestos de ellos (como Cari y Cusi hacfan en Chucuito) los Indios pusieron a su disposicin a cierto nimero de mitayos para los servicios or dinarios; y colectivamente cultivaron los campos de los sefiores, que les proporcio- aban semillasy les recompensaban con obsequios de comida, coca y ropa. Ast, en Ja mitad alta de Juli, Hanan: ada uno de los dichos caciques teinta topos de tierras de papas, y quinua y 'y ponen los caciques In simiente y que para hecer estos sementeras se junten todos los indios y mujeres y muchachos para hacerlo presto y que les dan muy bien , Cahiers des Ameriques Latines (1979), pp. 22-26. 32, Bernardino de Sahagin, Historia general de fas cosas de Nueva Espana (1570), Mé- xxico, 1975, Libro VI, pp. 332-334. tion chez 188 ‘MISTORIA DE AMERICA LATINA los ancianos, pero estaba estrictamente castigada en todas las demés circunstancias: cl culpable era piblicamente castigado (con el rapado de la cabeza) y se arriesgaba fla pena de muerte. Lo mismo sucedia con las desviaciones sexuales, tales como el incesto, el adulterio o la bomosexualidad. Los addlteros. por ejemplo, eran que- ‘mados, Lapidados, ahorcados, apaleados hasta morir, o sus cabezas eran splastadas ‘bajo el peso de una gran roca.” Tnmediatamente después de la conquista,¢1 alcoholismo afect6 a hombres y mu- {eres en todos los niveles de la sociedad, Numerosos textos mencionan la desapa cin de las antiguas prohibiciones: YY por tedas partes muy desenfrenadamente se aban al vino, y que sin ninguna me- sura se embeodaban, ens{los principles como la gente wiiusgue serus, hombres y mu- = |Jetes, Paroce que el damonio a rfo vuelto introduj las boaderae,y tomése licencia ‘eral que todos pudiesen beber hasta caer y los hombres volviese como brutes, de ‘manera como ces la autoridad ... Los nobles que en otto tiempo habian dado un buen ejemplo, ahora inducfan & los demés indios a la embriaguez; «los maceguales se arriesgen para embriagarse, porque aunque los nobles no lo hicieran, les temfan, y no se arriesgaban a embria- ‘arses. Evidentemente la intoxicacién como una parte del ritual religioso no de- ‘sapareci6, pero ye no se diferencié mucho del consumo de alcohol por razones se- culares 0 como resultado de la adiccién, Enfrentados con esta propagacién del alcoholismo, los espaftoles adoptaron una ‘actitud sumamente ambigua. De una parte lo condenaron por razones morales (sun- ‘que sus castigos, tal como la flagelacién, eran incomparablemente més suaves que los de la época precolombina); por otra parte, Io estimnuleben por elementales razo- nes cconémicas: vendfan vino a los indios. El vino, mds alcohélico que las bebidas tradicionales, tenia siempre unos efectos mas perjudiciales. Ast, en los relatos ¢s- paiioles, el alcoholismo se convirtié en un rasgo tipico de la sociedad nativa. Pero simplemente reflejaban Ia impotencia de los indios que intentaban mediante el us0 del alcohol escapar de un mundo que se les habia convertido en absurdo y trégico. La extensidn del uso de la hoja de coca, en los Andes era una muestra de un fe- ‘némeno parecido aunque de consecuencias menos nocivas. La hoja de coca era una planta que, como la chicha, se habfa utilizado principalmente en las ceremonias re- ligiosas: <¥ en tiempo de los Reyes Incas no era licito a los plebeyos usar la coca sin licencia del Inca 0 su Gobernador.® Después de la conquista Ia produccién de ‘coca se increment6 considerablemente, Los mismos espaiioles extendieron la super- ficie de las plantaciones de coca, a veces a costa de la produccién de alimentos; y cel consumo de coca lleg6 a extenderse a toda La poblacién (aunque la planta también ‘conserv6 su significado religioso): «Adictos a ella comenzaron a cultivarla después 33. Toribio Benavente, Memorialeso Libro de las cosas de Nueva Espana y de lot na- ‘na turales de ela [1541], pp. 321-322, 362, 386 y 387. 34, Toribio de Benavente, Memorials o Libro de las cosas de Nueva Espana y de fos. los naturales de ella (1541), p. 361: Provesos de indios iddlatras y hechiceros, México, Archl- ‘Yo General de la Navin, 1912, 164, eitado por Gruzinski, «La mére devorantes, p. 22 35. José de Acosta, Historia natura y moral de las Indias [1590}, Made, 1954, p. 117; 17: ‘igualmente Juan de Matienzo, Gobierno del Peri [15671, ParlsLims, 1967, p. 163. {LOS INDIOS ¥ LA CONQUISTA ESPAROLA 189 ‘que los espafioles habfan entrado en el pas. La coca era especialmente necesa- ria para el trabajo de Los indios en las minas dado que les permitia trabajar casi sin ‘comer, Segiin Acosta, een s6lo Potosf monta més de medio millén de pesos cada aio 1a contratacién de coca, por gastarse de noventa x noventa y cinco mil cestos de clla».?” Los mercaderes espaitoles controlaban el mercado de la hoja de coca, pero s6lo la consumia la masa de ta poblacién india. Por consiguiente, 40 afios después de Ia conquista, In sociedad nativa habia su- frido un proceso de desestnucturacidn a todos los niveles: demogréfico, econémico, social y espiritual. Ciertas estructures sobrevivieron, pero fragmentadas y aislades de su contexto original y trasplantadas al mundo colonial. Sin embargo, esos ele- ‘menos de continuidad aseguraron que las tradiciones nativas, algo modificadas, se transmitieran, mientras que al mismo tiempo soportaban Is hegemonta espaol ‘TRADICION ¥ ACULTURACION Las tradiciones nativas se enfrentaron, bajo la dominaci6n espafiola, a nuevas précticas que introdujeron los europeos. ;En qué medida fueron aceptadas o recha- ‘zadas? ~Ayud6 el fendmeno de aculturaciGn a reintegrar a 1a sociedad? La aculturacién cconémica tuvo lugar répidamente, aunque sc limité al uso de cierto mimero de productos europeos que ampliaron 1a gama de recursos de que los nativos disponfan, sin que en realidad sustituyeran a los que se usaban: tanto en Mé- ico como en Peri, el consumo de alimentos se mantuvo igual que en Ia €poce pre- colombina. Algunos productos vegetales (naranjas, manzanas, higos, coles, nabos, etc.) se desarrollaron répidamente allf donde las condiciones climatolégicas eran fa- vorables, pero parece que el ganado europeo se adapts mds ficilmente en México ‘oenel norte de los Andes que en los Andes centrales y meridionales, donde la cria de llamas ya era una de las principales actividades. Asi, cuando el consumo de car- ne se generaliz6 en el Ecuador a finales del siglo xvu, significé una evolucién im- portante en la dieta habitual.>* El cultivo de trigo se introdujo a instancia de los es- paiioles}para el pago de tributos exclusivamente, y no para el consumo de los indios. {La aculturacién global sucedis por medio de Ia seleecia de artculosimportades por Jos expafoles que sencillamenteestaban yurtapuestos, alos que se usaban sin mo- dificaren otro aspecto Ia vida nativn. Las téenicas tradicionales sobrevivieron aun- aque algunos sefores ya posefan arados desde finales del silo x. ‘Se produjo un contraste entre la répida aculturacién social de numerosos seiio- res y el mantenimiento de Ia tradicién por los plebeyos. Los seRoces pronto apren- dieron a hablar y escribir espafiol, mientras continuaron utilizando las lenguas na- tivas, La aculturaiéa lingdtica parece que ocurei ain més rapida en México que en Perv. La famosa escuela de Tlatelolco, destinada a los hijos de los sefiores, fue fundada por los franciscanos en 1530, mientras que en los Andes escuelas simila~ res (en Huancayo,y sobre todo en Cuzco) no se fundaron hasta la década de 1570. El 36, Hernando de Santillana, Relacién del origen, descendencia, poltica y gobiemo de os Incas... [1564], Lima, 1927, p. 107. 37. Acosta, Historia natural y moral de las Indias, p. 116. 3g Relaciones geonrdoas de Indias, vol. 1,171,234, vo. , 22, 297 190 HISTORIA DE AMERICA LATINA objetivo prioritario era hispanizar un grupo escogido para formar una clase dirigen- te que obedeciera a los espaioles. De acuerdo con esta politica, ciertos miembros de Ja nobleza nativa (segtn su status) adoptaron Ia vestimenta europea y algunos s(m- bolos de prestigio de la culture dominante, montando a caballo, levando na espa- ‘da 0 usando arcabuz. Pero tales privilegios estaban reservados sélo para los sefiores de alto rango: asi, en Chucuito, Garei Diez ordené que se reservaran exclusivamen- te para Marin Cari y Martin Cusi. Més atin, desde que la administracién colonial pro- hibié muchos privilegios tradicionales (tales como viajar en litera o en hamsca), los simbolos de prestigio llegaron a ser exclusivamente espaiioles. Y de esta forma, el gropo dominante consolidé sus funciones como un modelo a imitar para los indios. A la inversa, los indios de las comunidades mostraban su fidclidad con las anti- gas costumbres. Continuaron hablando las lenguas nativas y normalmente vestian ropa tradicional, combinada a veces con el sombrero espafiol. Y, mientras que el sis- tema econémico colonial introdujo el dinero, vemos que el sector nativo permane- i6 engranado en la producci6n de subsistencia, complementada por el trueque. Es cierto que las migraciones forzadas de poblacién (congregaciones en México desde 1560 y reducciones en Pert desde 1570) rompieron radicalmente los modelos de asentamiento ¢ intentaron por la fuerza que los indios vivieran en aldeas segtin el ‘modelo espatiol, en el que las calles se trazaban en forma de red, y la plaza estaba rodeada por la iglesia, la residencia del cabildo, la prisin y el patibulo, Pero, a pesar de tales cambios, el viejo sistema de organizacién comunal (que tenfa como centro el ayllu y el calpolli) permaneci6 o fue reconstruido sobre la base de los lazos de parentesco y ayuda mutua sobre los que sus miembros se unian, Tras el reasenta- ‘miento de la poblaci6n, las aldeas y su terras continuaron organizadas sobre un mo- elo dual, asegurando asf la continuidad de las creencias religiosas establecidas por Ja asociacién que los indios hactan entre su tierra y sus antcpasados. Enel plano religioso la fidelidad de tos indios a sus tradiciones manifestaba su re- chazo a la dominacién colonial, aunque, de nuevo, habia diferencias en cuanto aes0. Mientras que en México durante a primera déceda de la época colonial (hasta 1570), Jos indios parecfan mostrar un verdadero enusiasmo por el cristianismo, este no fue el caso de Pers, Pero en ambos casos, los indios se aferraban tenaziente a sus pro- pias creencias y ritos. Esta continuidad estuvo acompafiada por un proceso de frag- ‘mentaciGn similar al de las instituciones. Silos culto oficiales al Soly al Inca desepe- recieron en los Andes inmediatamente después de le conquista, el culto popular vineulado a los huacas (dioses locales) sobrevivi6, Los indios continuaron trabajan- do comunalmente los campos destinados a su culto, y desenterraron alos muertos de Jos camposantos,llevéndolos a sus cementerios tradicionales (cerca de los sitios que habfan abandonado con motivo de las reducciones). Mientras que parecian someter- se alos signos externos del culto cristiano, ocultaban sus ritos tradicionales, Los es- pafioles fomentaron esta ambighedad erigiendo cruces¢ ighsias en los antiguos lugares sagrados, en tanto que, a la inversa, 10s indios disimulaban sus (dolosy ritos con velo cristiano, «Descubrimos que en cl p6rtco de la iglesia guardaban un gran huaca, la- mado Camasca, y otro dentro de Ia iglesia llamado Huacrapampa, y dentro del altar mayor, en la puerta de la sacristia, todavia habia otro huaca llamado Pichaciénec.» 39, dolateas de los indi huachos y yauyors, Revista Hiriérica, Lima, 1918, p. 190; cf. también Arriaga, Extirpacion de la idolatria, p. 223. 10S INDIOS ¥ LA CONQUISTA ESPAROLA 191 ‘Mientras que los espaftoles consideraban a los dioses locales como manifestacio- es del diablo, los indios interpretaban el crstianismo como una forma de idolatris. Sin embargo, en ver. de fundirse ambas en una sintesis, las dos religiones perma- necieron yuxtapuestas. Si los indios admin le existencia de wn dios cristiano con- sideraban que su esfera de influencia se limitaba al mundo de los espatioles, y cui- daban ellos mismos de la proteccién de sus propios dioses. El manual de confesign de Diego de Torres, escrito alrededor de 1584, condenaba esta dicotomia como uno de los serrores contra la fe catslicae: «A veces deefan de Dios que no es un buen dios, y que 1s indios le obedecfan en vano ... y como los cristianos tenfan sus imé- genes que adoraban en el culto, de la misma forma ellos podian adorar a los bbuacase, ‘La esfera religiosa reflejaba asf la divisién entre ef mundo de los europeos y el 4e los indios. Es sorprendente que todavia los antropélogos comprueben Ia idea de {que Jesucrsto permanece «aparte»(separawm) entre ciertos indios; que no estén pro- tegidos por é1 sino por las montafas, las wamani."' A principios del siglo xv, Arriaga describi6 una idea similar: Dicen que todo lo que los sacerdotes dicen y pre- ‘ican es para los viracochas y los espatioles, y que tienen sus huacas y sus malguis 'y sus fiestas y todas las demas cosas que sus antepasados les ensefiaron, y que sus ayores y sus sacerdotes les ensefigban ... En una carta dirigida a Felipe If en 1579, puede observarse por qué Antonio de Zéiga deploraba el hecho de que los indios no hicieran otra cose que fingit su par- ticipacién en las creencias catdlicas; en realidad no cran més cristianos que en el tiempo de la conquista. Y Garci Diez en Chucuito hace la misma aclaracin; «la ma- yoria de los indios no son cristianose.** Por lo tanto, los resultados de Ia aculturacién quedaron limitados en su totalidad a México y Peri, y la gran masa de la poblacién nativa rechazs la mayorie de las précticas importadas por los espafioles. En la acciGn reefproca que resultaba de con- tinuidad y cambio, Ia tradiciOn prevaleci6 sobre la aculturacién. En general, cuan- do los indios se apropiaron de los elementos de la cultara fordnea, tan s6lo le af 4dieron elementos de su propia cultura o Tos uséron como un modo de simulacién, TIncluso en los casos de los sefiores més hispanizedos, se puede advertr la persis- {encia de las tradicionales formas de pensamiento. Si adoptaron ciertas costumbres ccuropeas, Ins introdujeron en el sistema de la culture india. Asi, segiin un documento {echado en 1567, cuando un gran nimero de indios rebelées de Vilcabamba fueron a visitar a la princesa Maria Manrique, viuda de Sayri Tlipac, en su residencia de Cuzco, le ofrecieron regalos de plumes y «otros articulos de menor valor», en re- conocimiento de su soberanfa. A cambio la princesa les obsequis con alimentos y bebidas, lamas, aetes, brazaletes y pendientes de oro, esto es, presentes de una ni turaleza tradicional; ademés ella les oftecié «objetos de Castilla que habfa compra 40. Diego de Torres, Confetionario para fos curas de Indias (1584), Seville, 1603, p. 5. 0. 5 41, Toes Maria Arguedas y Alejandro Oniz Rescaniere, «La posesién ¢e Ia tierra. Los aitos posthispdnices y la visidm del universo en Ia poblacin monolingle quechuae, en Les problemes ograires des Ameriques Latines, Parts, 1967, pp. 309-315. 42.” Arviaga, Exsirpacién de la idolarta,p. 224, 43. Cera de fray Antonio de Zifiga al rey D. Felipe lb, en Coleccin de documentos ind- inédi- 10s para ta historia de Espana, Madrid, 1855, XXVI, p. 90; Diez de San Miguel, Vista, fol. 115. | 115t 192 HISTORIA DE AMERICA LATINA, 1. Las Indias, segin Guaman Poma de Ayaia do allt». Si no hubiera hecho esto, dio que « [ella] no se habrfa comportado como se esperaba de una princesa de este reinoe.** En otras palabras, esas compras espa- ftolas formaban parte del sistema de regalos y su correspondencia segun el viejo prin- cipio de la reciprocidad. Hbfa, pues, una continuidad de la tradici6n, asf como una s{ntesis por adapts- «ign. El caso de Guamén Pome de Ayala, uno de los més destacados escritores pe- ruanos, ilusira ampliamente este proceso. Se absorbicron elementos occidentales en 4a forma de pensar de los nativos que, por su misma adaptacién, lograban conser- ‘ar su estructura original. No obstante, Poma escribié en espaol (aunque incorrec- tamente) y practices el eristianismo, continué viendo el mundo colonial « través de las categorias espacial y temporal que habien dado forma a le organizacién del im- perio inca. Asf, dibujé un mapa de las Indias que, en su trazado, parecia un mapa espafil, con la interseccién de Tas lineas de longitud y latitud.‘* Pero esas lineas en realidad no correspondia nada. El Pers de Poma estaba trazado alrededor de dos diagonales que sefielaban las antiguas regiones del imperio inca, Chinchaysuyu al este, Antisuyu al norte, Collasuyu al este, Cuntisuyu al sur. Estas estaban expli , Para Yengarse enviaron enfermedades y muerte a todos los indios que hhabfan aceptado el bautismo; ademés vagarfan cabeza abajo o se convertirfan en Ile ‘mas o vicufias.® Sé6lo los indios fieles al cuto de los huacas serfan admitidos en el imperio prometido, Los huacas les prohibfan entrar en las iglesias 0 llevar nombres Cristianos; no les permitian comer o vestir como los espafioles. Asf los seguidores el movimiento mostraban su reconversién por medio de ritos de penitencia y pu- rificacién, Pero Taqui Ongo como tal no adopts Ie forma de una accién militar. Los ios esperaban que su liberacién llegara no tanto por una accién violenta contra los espafioles, como por una victoria de los huacas contra el dios cristiano. Los pre- dicadores recorrian aldea tras aldea restaurando el culto en los lugares sagrados con rituales de

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