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Soplar todas las velas de cumpleaños

Esta superstición completamente integrada en las costumbres actuales proviene de la


Alemania de la Baja Edad Media. Fue en esa época cuando se empezó a instaurar la costumbre
de colocar en los pasteles de cumpleaños tantas velas como años se cumplían. La singularidad
que se ha perdido es que se colocaban tantas velas como años más una vela de más que
simbolizaba la prosperidad del próximo año, y era la que resultaba fundamental apagar para
obtener la buena suerte

Cruzar los dedos

Cruzamos los dedos cuando incumpliremos lo que juramos, cruzamos los dedos para
protegernos de la mala suerte, y cruzamos los dedos cuando pedimos por favor que nuestro
deseo se cumpla. El origen de esta superstición se remonta a una costumbre anterior a la era
cristiana mediante la cual dos personas entrelazaban sus dedos índices para expresar un deseo
y su juramento de ayudarse a cumplirlo mutuamente.

Soplar una pestaña

En la Edad Media existía la creencia de que el Diablo coleccionaba pestañas, por lo que cada
vez que a alguien se le caía una pestaña se consideraba un mal augurio. Para espantar la mala
suerte, había que coger la pestaña, ponerla en el dorso de la mano y arrojarla por encima del
hombro izquierdo, o bien ponerla sobre la punta de la nariz y soplarla. La creencia del diablo se
ha perdido, pero actualmente seguimos conservando la superstición de pedir un deseo al
soplar una pestaña caída.

Tocar madera

Este acto, que a día de hoy hace que millones de turistas conviertan las fuentes emblemáticas
en auténticos lechos de cobre, proviene de un antiguo rito adivinatorio mediante el cual se
podía conocer si un deseo se cumpliría o no arrojando un alfiler o una piedra a un pozo. Solo si
la inmersión producía burbujas, el deseo se cumpliría.

Si te pitan los oídos

Actualmente, cuando nos pita un oído, enseguida lo achacamos a que alguien está hablando
de nosotros, lo que no tenemos claro es qué oído es para bien y que oído para mal. Según la
tradición, el oído izquierdo sería para el amor y el derecho para el rencor. Y si te pellizcas el
oído derecho cuando éste te pita, se dice que el rencoroso murmurante se morderá la lengua.

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