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‘Taaxsoovernipan La stun Mou Preparaba la transidentidad sexual, desde las apreciacioney semiéticas de Barthes, la analitica del poder foucaultianay la filosofia de Baudrillard, el eyborg de Haraway y el pens miento queer de Butler. Todo ello no hacia sino inscribirse en el régimen categorial del momento, emerger en la confi guracién epistémica postmoderna hasta dar lugar a otra, que ya no queda definida, como he dicho, por lo post, sino por lo trans, y que, si pretendemos captar su matiz distintivo, hemos de denominar Transmodernidad. No en vano, también el feminismo de la tercera ola, fans diendo el pensamiento queer y el movimiento transexual, ha dado en llamarse transfeminismo. Debo advertir que. cuando hablo de ‘Transmodernidad como nuevo paradigma, lo hago de una manera descriptiva, no normativa, Deseo mostrar cémo lo trans se convierte en luna clave interpretativa, se inscribe en el régimen de verdad de una época, configura un modelo, generando visibilidad de lo marcado hasta ahora como patolégico, promueve una nueva autopercepcién del cuerpo y los sexos, pero también una estética, una interpretacién geopolitica, y hasta un deli rio teeno-utépico. En modo alguno esto implica mi adhesin, ni mi alegria, ni mi esperanza, Cémo transcender todo ello es otro tema, No obstante, y en cualquier caso, habrii que hacerlo con instrumentos también transmoderos, 1 TRANSIDENTIDAD SEXUAL 6 hallamos ante un nuevo modelo te6rico. Podriamos SIN sania mean sts ete | la confusién de pensar que un colectivo minoritario y toda- via diseriminado esté haciéndose hegeménico, Lo que tesul- ta hegeménico no es el eoleetivo, sino la conceptualizacién trans, ese deslizamiento semidtico que imptegna el subtexto | de miiltiples espacios sociales, politicos, estéticos, cos, teenol6gicos..., ¥ por supuesto nuestra percepcidn de sexualidad, y que posibilita la emengencia de lo transgéne- ro como supuesta vanguardia tedrica y viveneial, Hablemos ues de modelo trans y de transidentidad sexual. Butler — Preciado fiscurso sobre To material, cuanto en Ta decons- truccidn del sujeto, asi como de los speech acts (actos de habla perfomativs) de John Searle y John Austin, El ejem- plo de la drag queen, para visualizar la produeeién de la identidad de género de forma artificial y parédica, resultaba, 89 Transbevninan sexUaL Laws woursi9 por un lado, adecuado, y, por otro, ineluta lo queer en la re flexién feminista, ¢ introduefa lo transexual como metifora Para pensar la pluralidad de los géneros. | Paul B. Preciado va a corregir esta visién teatral de la | performatividad sexual, con una ampliacién de la biopo- | itica foucaultiana, Si en Vigitar Y castigar Foueault pro- pone el modelo disciplinario como origen de las ciencias humanas, en su Microfisica del poder avanza como este penetra los cuerpos. Pero Foucault murié en 1984, no pudo observar la dimensién que alcanzaban dos de los fenéme- nos por él analizados: la biopolitica y las tecnologias del yo, cumplidos ahora en una efectiva bioteenologfa. De este modo, las identidades sexuales, para Preciado, no se cons- tituyen por performances teatrales y reiteradas, sino por un control biotecnolégico de los cuerpos. Si la drag queen en Butler nos habia servido de metafora gestual, la biodrag de Preciado busca mostrar eémo los seres humanos, y en __ especial las biomujeres son hoy un produeto de la sociedad | farmacopornocapitalista, sometidas a control hormonal para gestionar su fertilidad, para minimizar los efectos de | ta menopausia, a diversas intervenciones esteticoquirargi- cas para ser mds bellas..., las mujeres biolégicas son ya «artefactos industriales modernos, tecnoorganismos de ia- » boratorioy.” Notemos cémo lo transexual en Butler es una metifora para comprender que todo cuerpo es género, y en Preciado lo trans se convierte en un travestismo somético real. Se cumple asi fisicamente la profeei retérica de Bau- drillard «todos somos transexuales», nuestra sexualidad se conforma por la transformacién biotecnolégica de nuestros cuerpos. También el eyborg de Haraway estd ya aqui. Por ello, concluye Preciado: 39. Preciado, Beatriz, Texto yonki, Madtid, Espasa, p. 147. 90, @ Seria [...] mas correcto en términos ontopoliticos hablar de tecnogénero, siqueremos dar cuenta del conjunto de téeni- cas fotografieas, bioteenolégicas, quirirgicas, farmacol6xi- cas, cinematograficas o cibernéticas que constituyen perfor- mativamente la materialidad de los euerpos.*” ‘Transfeminismo abe inseribir el transfeminismo dentro del marco epistémi- Ss ‘rans, que denomino Transmodemidad, determinado por la globalizacién y la virtualidad de las TIC, las cuales confi- guran una sociedad transnacional y transcultural, regida por cl capitalismo financiero, donde aparecen fendmenos como Ja biologia transgénica o la corriente transhumanista. BI transfeminismo busca integrar dentro del feminismo | os discursos transgénero. Asume los postulados batlerianos del género en cuanto dispositivo de poder que impone nor- _ mativa y jerarquizadamente las categorias de lo masculino _ y lo femenino. Amplia como sujetos del feminismo a todos _ aquellos individuos que sufren violencia por no entrar en la ipolarizacién heteronormativa. Y realiza una critica al pa- iriarcado y al eapitalismo, no solo desde la sexualidad, sino incorporando las variables de raza y clase. Fs deudor de la deconstruccién de la categoria «mujer, que hemos visto en Butler, y asume las criticas a la heterosexualidad obligato- ria realizadas por el feminismo lesbiano (Monique Wittig, ‘Adrienne Rich...) y al eurocentrismo denuneiado por el fe- smo postcolonial. mae Si hasta ese momento Ia teoria feminista habia sido real zada prineipalmente por mujeres heterosexuales y por lesbia- has, con esta corriente observamos las primeras aportaciones 40. Ibid. p. 86. 91 eavsipeynipan sexe La wun oust | de mujeres transgénero (de hombre a mujer), aun euando hoy el transfeminismo ineorpora variadas voces de personas trans | ¥ no trans en pro de la diversidad sexual, con importantes obras de hombres transgéneto (como son, por ejemplo, Pat | Califia, Paul B. Preciado 0 Miquel Missé), 1:1 origen del movimiento lo encontramos en 1987 con’ el texto de la autora trans Sandy Stone The Empire Strikes Back: A Posttranssexual Manifesto," que a su vez respon- dia al libro de la feminista Janice Raymond The Transsexual Empire. The Making of the She-Male,® donde esta denun- iaba, tras la eclosién del transexualismo, una expansién del imperio médico y del poder patriarcal, y atacaba las posicio- nes de liderazgo sobre las mujeres que algunas transexuas les lesbianas pretendian dentro del feminismo, sefialando a Stone. Se evidencia, pues, desde los comienzos, un marcado deseneuentro entre una parte del feminismo y una parte de as mujeres trans, de aquellos hombres que, realizada su tran sicién, desean ser aceptados como mujeres, Una suspicacia que ha seauido acrecentindose, Stone, sin embargo, mantiene una postura antiesencialis- ‘a, y ya entonces denunciaba como «ni los investigadores ni los transexuales han dado pasos para problematizar el “cuer. Po equivocado” como una categoria descriptiva udecuadan (un hombre en un euerpo de mujer, una mujer en un cuerpo de hombre...), los sujetos se ven impelidos a exagerar su adaptacién al estereotipo deseado para lograr la hormona- cion y la reasignacién quirtirgica. Tanto el sistema médico 41 La traduccién espatiola mis recente se encuentra en Galotie, Pol lis, Miquel (eds.), Politicas trans. Una antologia de textos desde 40s estudtos trans norteamericanas, Madtid, Egales, 2015, 42 Raymond, Janice, The Transsexual Empire: The Making of the ‘She-Male, Teachers College Press, 1979 92 Laurer wouest legal y psicol6gico, cuanto los mismos pacientes, son e6m- plives y exeluyen nuevas posibilidades para el euerpo ca xual. De ahi que el manifiesto se denomine post-transexual, y asi afirma: Sugiero que constituyamos a las transexuales no como una clase o un «tereer género» problemiético, sino como un géne- ro literario, es decir, una serie de textos encamados cuyo po- tencial para alteraiones productvas de las sexualiades es tructuradas y del espectro del deseo estin atin por explorar Otro documento relevante es el Manifiesto transfeminista de Emi Koyama," que citaré en su versién revisada en 2001 Alli define: ransfeminismo es principalmente un movimiento de y roa Jas mujeres trans es consideran que su liberacién esté intrinsecamente vinculada a la liberacién de todas las mu- jeres y més alld. También esta abierto a otros queers, inter- sexuales, personas trans, hombres trans, mujeres no trans, hombres no trans y otras personas que simpatizan con las, necesidades de trans. ios basicos: 1 derecho a de- Dos son los principios basicos: primero, el fra propia idenidady a expres y segundo, derecho a decidir sin coaccién sobre la integridad o transformacién de «el privilegio masculino», del cual, recuerda, algunas femi- | los propios cuerpos. Reflexiona también el manifiesto sobre ! | 43 Stone, Sandy, «El imperio contraataca», en Galofte, Pol ~ Mi ie (eds) Op ep. ; 11 oyame, ET Tanfominst Manifxon, 201. [Disp ble en hitp://eminism.org/readings/pdf-rde/tfimanifesto pad} 73 Traxsipentioan sexvat Laan Mou transfeminismo, segin Koyama, deberia responder a ta- les criticas, y apunta con acierto «a menudo confundimos la opresién que hemos experimentado por ser desviados del gé- nero con la ausencia del privilegio masculino». En todo caso, aduce, la conciencia de esa supremacia viene compensada con la mayor vulnerabilidad que sufren las mujeres trans. Quiero resaltar que, al realizarse las primeras reflexiones transfeministas por biohombres —transexvales de hombre a mujer— (Stone y Koyama lo son), el empleo del femenino y la 6ptica propia es habitual, por lo que, en un principio, no se problematizan las experiencias de la transicién de mujer a hombre, lo cual, en los casos mas flagrantes, no deja de ser una pervivencia de la perspectiva masculina, de, en pa labras de Victoria Sendén, «aquellos hombres cuya forma de ser hombres es pensarse como mujeres». Mientras la ma- yoria de lesbianas queer ha potenciado la lucha comin con el movimiento LGTBIQ, y los pensadores trans (de mujer a hombre) han desarrollado marcos teéricos diversos ¢ inclu- sivos no conflictivos (no se dan casos de hombres trans que se planten frente a los hombres reclamando ser reconocidos J sun woursta TRAXSIDENTDAD SEXUAL En Espafta, la corriente transfeminista se hace presente en las Jornadas Estatales Feministas de Granada de 2009. freinta afios antes, las | Jornadas convocadas en dicha ciu- «dad por la Coordinadora Estatal de Organizaciones feministas fueron la plataforma donde se debatieron las corrientes del momento: feminismo socialista/feminismo radical, feminis- ino de la igualdad/feminismo de la diferencia. En 2009, se hizo evidente la fractura entre el feminismo anterior (de la segunda ola) y el feminismo de la tercera ola: queer, trans, postcolonial... El tansfeminismo que aqui se manifiesta pretende ser diverso, inclusivo, abierto a diferentes identi- dades y expresiones de género. Dado que el marco es un encuentro feminista, el protagonismo lo van a tener muje- res y trans de mujer a hombre, en contraposicién al primer transfeminismo de EEUU. Ello tiene importancia, pues la tcorfa realizada por trans de hombre a mujer, aun cuando se pretenda romper con el esencialismo, tiene una cierta deriva ‘hacia él porque un elemento importante es la biisqueda de su |aceptacién como mujeres reales. En. cambio, la teorta trans jie mujer a hombre parte ya de una desviacién del estereo- tipo femenino, por tanto se inscribe mas facilmente en una identidad fluida. Un documento relevante para recoger las teméticas y la impronta del encuentro lo tenemos en la ponencia «La hicha {rans por la despatologizacién, una lucha transfeministay de Miquel Miss¢ y Miriam Solé. “S Miriam Sola va a establecer las caracteristicas del transfeminismo desde planteamientos 45 Disponible en hup://wwvefeministas.org/IMG/pdfino_binarismos_ Miriam Miquel pdf 95 TaansinesribaD SEXUAL La we oust La deconstruccién de la categoria mujer como el éinico se Jjeto det feminismo permite el emerger de nuevas subjetivi dades en un marco de identidades no estables, Una nueva subjetividad feminista que permite un sujeto frazmentado y. estructurado por variables como el sexo, el género, la raza, Ja clase, la sexvalidad, ete. Se relativiza la desigualdad entre los sexos, no se con sidera una estructura basica y secular como hasta ahora lo habia propugnado el feminismo en su critica al patriareado: «dla asimetria de los sexos no es la diferencia basica sobre la «que se apoyan todas las demas», No se jerarquizan, pues, los vectores de opresién, més bien se busca la interseccionalidad, Jy la alianza entre colectivos oprimidos y subaltemos. Este objetivo se plasmaria en un creciente «activismo social femi- nista postidentitarion. La apertura del género a la opresién de ‘otros grupos que el feminismo tradicional no habfa incluido como sujeto, representaria, por consiguiente, no un peligro, sino una riqueza. Miquel Missé analiz6 la lucha por la despatologizacién trans y su vineulo politico con el movimiento feminista Ambos comparten la reinvindicacién del derecho al propio cuerpo. La diversidad sexual no debe entenderse como una patologia, sino como una apertura, que eamina en el mismo sentido de la denuncia que el feminismo ha realizado al gé- nero en tanto estructura normativa, Desde su perspectiva de persona trans, puntualiz6: ‘Nosotros no estamos tinicamente reproduciendo masculinidad © feminidad sino que lo hacemos pero cuestionamos el sentido de todas estas pricticas y tratamos de ampliar los margenes, {os limites del género mostrando nuestros cuerpos no-norma- tivos y transformando el lenguaje con el que hablamos. Tras el encuentro de Granada, el movimiento tiene en Es- potla su acta fundacional en el «Manifiesto transfeminista».* donde se postula la superacién del término «mujeres» como je de lucha y su ampliacién: FI sujeto politico del femninismo «mujeres» se nos ha quedado pequtefio, es excluyente por si mismo, se deja fuera alas bolle- ras, Ixs trans, alas putas, a las del velo, alas que ganan poco y ‘no van a la uni alas que gritan, alas sin papeles, a las marikas. Se insta al abandono del «sistema sexo/género» como instrumento metodol6gico emancipador, «dinamitaremos el bbinomio género y sexo como practica politica». Se trata pri- mordialmente de Ia reinveneién del deseo, y la denuncia de ‘oda instancia de control médica o juridica sobre los cuerpos: no necesitamos proteccién sobre las decisiones que toma- mos en nuestros cuerpos, transmutamos de género, somos. lo que nos apetece, travestis, bollos, superfem, buch, putas, trans, llevamos velo y hablamos wolof; somos red: manada furiosa». Para coneluir: «El feminismo sera transfronteri- zo, transformador transgénero 0 no sera, el feminismo sera TransFeminista 0 no seré, ‘Otro documento en esta linea, pero que incorpora ef mul iculturalismo anticapitalista es el «Manifiesto Transfemini ta-transfonterizon:"" Lxs invitamxs a sumarse a transformar-transmutar-trasto- nsponer-translucir- transnochar [...] Queremos ser un 46 Red PutaBolloNegraTransFeminista, 2010, disponible en dttp:/ ‘morpei.org/2013/manifiesto-transfeminista’. : 47 Disponible en htps://sindominio.net/karakola/IMG/pdf Mant- fiestofinal2.paf. 0 ‘TransipexmipaD SEXUAL La une sous germen, un virus que te entre por el usb y contamine tus ccaricias, tus palabras, tus orgasmos y tus pensamientos. Hoy nosotrxs queremos pervertire, re-colonizarte[...] nosotras las ‘tr, las sudakas, las femmes, Ixs intersex, Is transexuales, Ixs negras, Ixs pobres, Ixs abyectas, Ixs perdidas, Ixs perrxs, Ixs brujxs, las malditys, ls indocuments, Ixs marginadxs. La transidentidad: subtexto y horizonte Observamos, pues, eémo el feminismo de Ia tereera ola en- caja perfectamente con el modelo irans de la sociedad trans- moderna, y puesto que se asume, como vimos que es impera- tivo desde Freud, que la identidad personal esté determinada por la sexualidad, la transidentidad subjetiva se convierte en transidentidad sexual. | Ya desde los comienzos de la deconstruccién postmoder- | na del sujeto, y la critica al sujeto-mujer realizada por But- “ler, comenzaron las alertas feministas, Seyla Benhabib, en su _articulo «Feminismo y postmodemidad: una dificil alian | (1990), anunciaba cémo, i aceptamos en sentido fuerte las | tesis postmodernas de la muerte del hombre, de la historia \y de la metafisica, es imposible la construccién de un teoria feminista emancipadora. Las mujeres no somos simplemen- te una extensién de nuestros condicionamientos. Si bien el |sujeto generizado estd determinado de manera heterénoma, sigue luchando por su autonomia, y debe poder narrarse su |historia, dotarse de una filosofia critica, si no quiere renun- 48 Recogido en versién revisada en Benhabib, Seyla, Situating the ‘Self: Gender, Comunity and Postmodernism in Contemporary Ethies, ‘Cambridge, Polity-Press, 1992; trad, esp. en mors, Celia - de Mi- auel, Ana (eds.), Teoria feminista: de fa Ilustracién a la globaliza- cién, Madrid, Minerva, 2005, 2, pp. 319-342. 98 Pa wuien soursia TraxsipENTDAD SEXUAL snr «la utopia, En ta polémica entre Judith Butler y Nancy set.” esta ditima achacaba a la primera el abandono de a lucha politica, en pro de intereses més individuales y de fevonocimiento, y que la critica al heterosexismo no implica recesariamente una subversién del eapitalismo. Entonees se apuntaban los peligros teéricos, hoy la evo |ucidn de los hechos nos aporta realidades concretas. Lo que 1a simplemente una propuesta futurible se manifiesta como | cclosién de un nuevo modelo gnoseologico y social zrans. Las politicas de reconocimiento de la diversidad parecen perfectamente asumidas desde el capitalismo de mercado Como nichos de consumo; hasta la transgresién es un fook comercializable; los nuevos movimientos sociales parecen mis centrados en la identidad cultural de los colectivos; in- ‘luso Ia politica se convierte en especticulo autorreferencial; cl individualismo narcisista sustituye a los proyectos comu- {nitarios, se asumen de forma epidérmica las reivindicaciones LGTBI, de euyo colectivo precario se desgaja el sector eli- tista gay, convirtiéndose en lobby neoliberal, y el feminismo \abandona el terreno de la reivindicacién de derechos para de ese fragor, los individuos singulares somos traicionados. 49 _Eliibro,editado en 2000, compila articles aparecidos unos alos a tes, Trad. esp. Butler, Judith — Fraser, Nancy, 2Redistribuelin 0 recono- cimiento?, New Lefi Rewiev, Traficantes de suetios, 2016. fntp://vww: traficantes.netsites/defeulifles/pdfiidocuanentos_nlr_3_web Opaf 9. 12 LOS EXCESOS DEL GENERO Si repasamos la evolucién del sexo-género que vengo re- jcordando hemos visto: 1. Partiamos de una nocién de naturaleza, valga la redundan- cia, «naturalizada», la biologia se pensaba como destino, el dimorfismo sexual implicaba no solo un hecho fisico incontestable, sino una configuracién psicolégica profun- da que se legitimaba incluso teol6gicamente («macho y hembra los ered», Génesis 1:27), de la cual se dedueia una normatividad social y moral. El sistema sexo/género vino a separar conceptualmen- te ambos elementos: una cosa seria el sexo biolégico y otra bien distinta Ia conformacién cultural que sobre él se vertia, basada en condicionamientos histéricos, esto OBE Aceptado este planteamiento, el feminismo va a buscar liberarse del género. Hemos sefialado dos estrategias: a) Los exis bt cero Lasncn Mousta por la igualdad de los sexos ({eminismo de la igualdad);, y b) la tecnologia nos liberard de la biologia (feminismo radical, primer feminismo postgénero). W Con cl feminismo queer, se cuestiona la separacién sexo! género. El sexo es performance. Se reivindica el sexo no binario y las miiltiples identidades de género. No solo el ‘2énero, sino también el sexo es una creacion cultural. SSF inalmente llegamos a una total inversién: el género deter- ‘mina el sexo (transfeminismo), y para ello se reclama el derecho a la transformacién farmacoquirérgica del cuerpo. Alo largo de esta evolucién, se ha realizado el paso des- de una posicién naturalista a una construetivista radical, Fue un avanee desvelar como la feminidad y Ia masculinidad no estin determinados por la biologia, arbitrar mecanismos con- ceptuales (patriarcado, sistema sexo/género...) para mostrar ‘como se han construido los estereotipos sexualles, su modifi- cacién hist6rica y el sustrato de dominacién que comportan sobre las mujeres. Lo ha sido el comprobar que no solo el género, sino lo que entendemos por sexo esté también de- terminado por la cultura, abrir el género a una pluralidad de identidades y expresiones mas alla del marco heteronormati- vo, incorporar el reconocimiento a la diversidad sexual, Pero que la cultura determine lo biolégico no quiere decir que esto no exista. Da la impresién de que, fascinados por las perspectivas tedricas del constructivismo, hemos aban- | donado la sabia recomendacién aristotélica del justo medio. | Ahora todo es cultura, todo es lenguaje. | _ Fsto tiene una serie de consecuencias, Esa omniproduc- mn cultural estaria determinada por un afin normativo, solo |desdle los mérgenes del sistema cabria una subversién, Des- velar Ia estructura de dominacién que subyace es un paso ne- cesario para que esta se desplome, pues si fodo es construido, 102 odo es modificable, La esfera politica abandona lo social f 1 centrarse en lo subjetivo. La lucha por la emancipacién « realiza en el espacio cultural, reclamando politicas de reco- \nocimiento de identidades sexualmente diversas. El eje de las reivindicaciones se desplaza de los derechos al deseo. Deseo \er reconocido en la diversidad de mi deseo, y que ello se ‘constituya en derecho. z Toda esta configuracién no es neutra, tiene también un subtexto de género, Si la critica a la razén patriarcal mostr6 ccémo la pretendida universalidad del saber partia de un ses- ‘go androcéntrico, no podemos dejar de seitalar que Ia teoria queer y el transfeminismo, que hoy pretenden ser la van- guardia académica y transgresora del feminismo, son pro- dlucidos por lesbianas o personas trans. lo cual explica que cl eje de la reflexion sea la diversidad sexual, la critica al modelo binario, y la pretendida superacién de la categoria «mujeres» como sujeto del feminismo. El éxito de esta co- rriente en nuestras universidades crea el espejismo de un fe- ‘minismo centrado ‘inicamente en la problematizacién de la identidad sexual. ‘Otra consecuencia relevante es la fragmentacién del sexo. | Si la pluralidad, Ia dispersién, lo heterogéneo eran los ele- | mentos postmodemos con los que se pretendia desmantelar cl modelo ilustrado, hoy podemos comprobar que estos han | sido perfectamente asumidos por el capitalismo financiero, “ con Io cual nos encontramos con una paradoja: aquello que se pretendia liberacién y subversién forma parte de un nuevo modelo de dominio, consumista, biotecnoligico, migrante, | deslocalizado, Contrariamente a las expectativas trangreso- Tas, ef sujeto nomada se cumple en to-preeario-y- transloca Pl adelgazamiento de lo material que mostraba la reali- dad como efecto de los discursos, en una preponderancia del signo frente al referente, podemos rastrearlo en una visién 103 Los excrsos DEL atk La wee oust cada vez més descorporeizada del género; este, lejos de ser un elemento discordante, se revela plenamente acorde con un universo de predominio de la imagen y lo virtual. La cuestion de las idemtidades y su deconstruccién es una temética postmoderna que afecta a diversos ambitos s0- ciales, desde la filosofia a la politica; asi, la teorizacién del La hipertrofia de lo sexual como determinante fundamen- tal y cuasi tinico de los seres humanos impregna nuestras sociedades massmediditicas, y, curiosamente, se pretende que sea el eje del feminismo de Ia tercera ola. Ya Foucault mostr6 que la sexualidad no es liberadora, sino normativa. {Bslalla la norma solo por la prolifera des?, zno le estaremos dando un lugar privilegiado injusti- ficable?, zen verdad hay algo esencialmente corrosivo en cémo y con quién realizamos el sexo?, Zes suficiente para subvertir todas las agresiones y sometimientos que sufrimos los seres humanos? Las teorizaciones del género, tan fructiferas en su justa medida, han incurrido en una delirante carrera, Los excesos del género proyectan una imagen caricaturesca y falaz: el cuerpo no existe, la biologia no existe, las mujeres no exis ten..., todo son meras proyecciones culturales, constructos 104 Dawe sexes Los exctsos be ceweno ijoursivos, mecanismos disciplinarios, y nosotros meros ‘espejismos mutantes en la bisqueda transgresora de nuestra wunsidentidad, 4,Cémo saber cual es mi género sino depende del sexo? He aqui la cuestién a la que nos enfrentamos. Todo resultaba fis sencillo cuando a un sexo le correspondia un género; deshecha esta univocidad, se abre un espacio desasosegante para los que desean mantener un orden conservador y «natu- tal», y de apertura para quienes los estereotipos constituian un corsé opresivo, no solo las mujeres y aquellos que no se ‘adaptan a un heterosexualidad normativa, sit Jos varones, aunque estos, presos en sus privilegios, no sepan |, @Cémo saber cual es mi género si no depende del sexo, si no podemos recurrir ni a la genética, ni a la biologia, ni a nuestra apariencia corporal, si todo ello es una proyeccion de la cultura? Privados de estos referentes, solo podemos apelar femos socavado las bases para poder camente «yo soy el yo que soy», volver a ello implicaria el retomo a una visién esencialista, o incluso biologicista. No 105 Los xcrsos Det cbveRo : Laster MOLES nos cabe sino la invocacion a una intima certeza, pero, ello nos aboca a un «solipsismo sexual», no poclemos recuttit ninguna constatacién indubitable mas all de la propia con- cienvia. b1 cuerpo deja de ser un referente para convertirse en algo que debe adecuarse a esta certidumbre interior. Por consiguiente: «yo soy el yo que deseo». El desarrollo de las teorizaciones de género, y el feminis- mo que de ellas parte, acaba poniendo el foco de atencién, ‘como hemos dicho, no en la emancipacién de la desigual- dad, sino en las politicas de reconocimiento. Sin embargo. la esperanza de que esto fuera subversivo frente al poder no ha cumplido sus expectativas. Precisamente si de algo en- tiende el mercado es de la creacién y satisfaccion de deseos. Asi, a0 Soy el yo que deseo» se convierte en «yo soy el yO que consumo». Gestualidad, ropa, fook, musica, literatura, juguetes eréticos, estilo de vida... Nos consumimos a noso- tros mismos como imagen, especticulo en busca del mayor niimero de likes. Y esto resulta radical en lo que se refiere a la identidad y a la expresién de género. La transgresién se convierte en otro de los nichos de mercado. Si lo que soy se construye por mi voluntad, no puedo sino construirme con- sumiendo los signos con los que quiero definirme. Un mismo mecanismo preside la subversién y la légica del mercado. Y ello es especialmente conturbador cuando no nos pensamos como un yo que se complementa con elementos accesorios, sino cuando buscamos en esos elementos la construccién de nuestra propia identidad, Liste proceso de convenir el yo en objeto de consumo no se limita a la apariencia externa, Transformo mi cuerpo hasta convertirme en objeto de mi deseo: fitness, hormonacién, extir- pacién 0 aumento de senos, reconstruccién de pene o vagina. Todo por cumplir el deseo de quién?, no nuestro, sino conformado por una sociedad androcéntrica, fratriarcal y se~ 106, | Danner wouesta Los exes Det aeveRo Aista, La estética femenina esté pensada para la mirada del nacho, y la masculina para adecuarse al arquetipo viril, esto ‘os, también para la mirada del macho que se mira ser hom- te. Por tanto, deseo gde quién?: del varén, Y, por otto lado, ese «yo soy el yo que deseo», a la postre, para legitimarse en algo mas que la mera quereneia, preten- dlomos que signifique «deseo ser el yo que en el fondo soy». Resalto aqui la incongruencia y el cierre de un circulo para- dojico. Partiamos de la insignificancia del sexo en la deter- minacién de mi género, de la libre eleccién de la identidad y la expresién de género; sin embargo, para que ello sea algo mas que una opeidn, hemos de buscar algiin néicleo rector, y de ahi que se hable de ser un hombre o una mujer en un ‘ccuerpo equivocado», lo cual nos devuelye al esencialismo, a la disfuncionalidad y. en ultima instancia, a la patologia. — Pareciera que no podemos escapar de los estereotipos, "pues todo nos vuelve a recluir en lo binario. Al final de esa cattera cada vez mas radicalizada por la desmaterializacién "de los sexos, de los cuerpos, por explicar la realidad —y ex- plicamos— desde un constructivismo cultural, volvemos a la casilla de salida, a reclamar un fundamento. Frente a laambi- " gledad que se reclamaba teoricamente en To queer y el rans feminismo, la tozuda realidad da preeminencia a la mirada clinica, al convencionalismo de los sexos. Por los platés de television, vemos aparecer multitud de nifios y adolescentes, que manifiestan haber nacido en un «cuerpo equivocadon La sociedad se apresta a poner las medidas para recolocarlos cen su cuerpo adecuado: recomendaciones médicas, legales, educativas,..; personas trans que reclaman ser reconocidas como verdaderas mujeres u hombres; declaraciones satisfe- has tras la transicién: «ahora soy como siempre me habia sentido»; intervenciones quirdrgicas que prometen la cons- truccién del cuerpo adecuado; gestos femeninos y atuendos 107 [Los xcrsos EL cteRo Lastuee sous sofisticados para las nuevas mujeres, rudos y masculinos a fos nue iN) LA SANCION LEGAL Et lucha por la emancipacién, la promulgacién de le- /yes representa un paso importantisimo: después queda la inmensa tarea de que lo estipulado por el derecho se plasme realmente en la sociedad. FI suffagismo configuré la denominada primera ola del feminismo. Aunque no podemos olvidar a todas las pioneras que lucharon por la igualdad y contra la discriminacién de las mujeres, desde la Querelle des femmes, las mujeres rena- centistas, las salonniéres, las mujeres de la Revolucién Fran- cesa..., con precursoras como Christine de Pizan 0 Marie de Gournay, Realmente, para ser precisas, deberiamos conside- rar que el primer feminismo nace con la Hustracién: fruto de este espiritu es la Déclaration des droits de la femme et de la citoyenne (1791) de Olympe de Gouges y 4 Vindication of the Rights of Woman (1792) de Mary Wollstonecraft. Habria {que esperar tnos aos hasta la considerada acta fundacional del suffagismo: la Seneca Fails Declaration (1848), la lucha feminista por el voto tiene en las estadounidentes Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony dos de sus protagonistas se- ‘hetas.* Otro de los problemas de priorizar la historia feminista 50 Para un repaso histérico sueinto del feminism, remit a mi in- troduecién a Sin género de dudas. Logros y desafios del feminismo ioteea nueva, 2015, pp. 14 y ss.

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