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CAPITULO I

PROBLEMÁTICA A ABORDAR

Este capítulo se dedica a definir la situación observada como problema


de investigación, donde se plantean inquietudes, que orientan la búsqueda
de resultados, así como la importancia, justificación e interrogantes que
guiaron todo el accionar del proceso investigativo realizado.
De igual manera, esta investigación se presenta de gran interés general
debido a la actual situación que le ha tocado vivir a Venezuela, por cuanto
suministra un análisis de las políticas públicas que se deben adelantar para
normar las relaciones civiles-militares, ofreciendo aportes teóricos para el
estudio del profesionalismo militar y el control civil de las Fuerzas Armadas y
su impacto en la gestión de la seguridad y defensa de la nación.
Desde la perspectiva de la seguridad y defensa del territorio y del
sistema democrático venezolano, el profesionalismo y control civil de las
Fuerzas Armadas es un asunto que ha preocupado recurrentemente a los
estudiosos de las ciencias políticas. El radicalismo político venezolano ha
influido enormemente en la falta de objetividad a la hora de estudiar las
complejas relaciones que se deben establecer entre las instituciones civiles
del Estado y el sector militar de la sociedad.
Sin embargo, desde el sector académico de las ciencias políticas en
Venezuela, se han elaborado algunos estudios y análisis que nos acercan al
tratamiento de la problemática y nos ofrecen innumerables inquietudes e
interrogantes que motivan la búsqueda de la verdad y nos ofrecen un tema
interesante a abordar, sobre todo por la trasmutación del sector militar, a
partir de 1999, que condujeron a la recomposición de las relaciones de
poder, por lo que se presenta como una emergencia epistémica desarrollar

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principios teóricos básicos que permitan explicar el control civil y el


profesionalismo militar como una herramienta que asegura una eficiente
gestión de seguridad y defensa nacional.
En sintonía con lo anteriormente expuesto, el doctor en Ciencias
Políticas y coronel diplomado del Estado Mayor del Ejército venezolano, José
Machillanda, señala que “La peculiar situación político-militar que ha
devenido en Venezuela desde su formación como Estado obliga a que los
estudios sobre la sociología militar requieran de ingenio, agudeza, flexibilidad
y originalidad, para poder interpretar y proponer un modo acertado de
análisis que apele a la innovación y recreación de los hechos que conforman
la sociología militar que definitivamente es distinta en Venezuela”
(Machilanda, 2010)
De allí, que se puede derivar, que la investigación académica en
Venezuela presenta una deuda pendiente con la sociedad, y en especial con
la comunidad epistémica y universitaria, en el sentido de generar estudios
que proporcionen una interpretación heurística de lo que ha acontecido y
sigue ocurriendo en la realidad político militar de los últimos sesenta años en
lo atinente a las relaciones civiles-militares.

1. ACERCAMIENTO AL OBJETO DE ESTUDIO

Se debe iniciar este apartado explicando que los estudios e


investigaciones sobre las relaciones civiles y militares en el saber mundial
son de reciente data, será a partir de la aparición de la obras clásicas de
Samuel Huntington titulada “El soldado y el estado” de 1957 y Morris
Janowitz con su obra “El soldado profesional” a mediado del año 1960,
cuando el mundo académico inicie una aproximación a la comprensión de las
relaciones civiles-militares específicamente referidos al profesionalismo
militar y al control civil del sector militar, como las dos caras de una sola
moneda.
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Como proceso de aprendizaje, se debe señalar que la expresión


conocida como relaciones civiles-militares es popularizada en la academia
anglosajona, desde finales de los años cincuenta del siglo pasado (Irwin, D.;
Langue, F. y Castillo H, 2009) y autores como Samuel Huntington, Morris
Janowitz, S.E. Finer y Amos Perlmutter pertenecen a la primera generación
de investigadores que inician estos estudios académicos.
Posteriormente, una segunda generación se dedicara al estudio crítico
de las obras clásicas de Huntington, Janowitz, Finer y Perlmutter y a la
teorización y presentación de nuevos modelos que permitan una explicación
actualizada de las relaciones civiles-militares. Entre estos sobresalen Los
nombres de Peter Feaver, Richard Kohn, Bengt Abrahamson, Charles
Moskos, Moshe Lissak, Sam Sarkesian y Robin Luckham.
De esta forma, se presentaran las tesis de los grandes pensadores
clásicos para abordar el caso venezolano, ya que esta investigación se
dedicará a encontrar respuesta a algunas interrogantes que son de mucho
interés para comprender el comportamiento histórico de las relaciones civiles
y militares en Venezuela a partir del nacimiento de la democracia, y muy
particularmente, en lo que se refiere al control civil y el profesionalismo de los
militares venezolanos.
En este orden de ideas, la formulación, diseño y gestión de las políticas
públicas de seguridad y defensa en Venezuela, a pesar de los intentos
civilista de algunos parlamentarios, la abundante experiencia adquirida por
civiles desde 1958 y lo establecido en el aparato legal correspondiente,
siempre estuvo en manos de los miembros de las Fuerzas Armadas. Según
Irwin, Lange y Castillo “Ante el poder político evidenciado a lo largo del siglo
XX por el sector castrense, no fue posible para la sociedad civil y civilista
lograr efectivamente institucionalizarlo de manera racional y positiva. El
corolario es obvio: lograr lo antes afirmado es el gran reto de la sociedad
criolla en las primeras décadas del siglo XXI”
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Al hacer alusión al reto planteado anteriormente, Irwin, Lange y Castillo


(2009), señalan la urgente necesidad de promover, en Venezuela, el estudio
de las relaciones civiles y militares y acotan, qué aspectos como el el servicio
militar obligatorio, las leyes militares, los presupuestos y adquisiciones de
equipos bélicos, así como la forma en que se proyecta el estamento
castrense en los temas de seguridad interior o en el diseño y ejecución de las
políticas públicas, su actitud ante las autoridades civiles, etc., serían parte de
la temática general de este tipo de estudios.
De este modo, la multiplicación de investigaciones académicas que
contribuyan a la interpretación del elemento militar venezolano, se plantea en
este momento histórico, como una necesidad y una primerísima
preocupación de los estudiosos de la ciencia política, producto de la
aparición de una nueva elite militar que se presenta nuevamente, en nuestra
historia, como poder y gobierno.
Es por ello, que se debe indicar que el desarrollo de los estudios de las
relaciones civiles y militares en Venezuela, a pesar del esfuerzo realizado por
el grupo de estudiosos y académicos venezolanos, se encuentra en una fase
incipiente, como ellos mismos han señalado en varios estudios y amerita que
sea abordado por una nueva generación de investigadores: “Resulta
conveniente desarrollar la educación ciudadana en los principios teóricos
básicos del bien llamado control civil, en las relaciones civiles y militares en
una democracia, insistimos, con altos niveles de competitividad política y que
procura avanzar hacia estadios cada vez más elevados de inclusión” (Irwin,
D.; Langue, F. y Castillo H, 2009:16)
De esta forma, se debe indicar que ya existe cierta experiencia docente
aunque espacialmente restringida y experimental sobre contenidos básicos
del control civil y las relaciones civiles y militares, se han dictados seminarios
a civiles que abordan el tema de la seguridad y defensa en los doctorados de
historia de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas,
dictados inicialmente por Herbert Koeneke, igualmente destacan las labores
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docentes de Hernán Castillo, Luis Alberto Buttó y Nahan Reyes en la


Universidad Simón Bolívar (USB), así como la labor docente y de tutoría de
trabajos de grado de Aníbal Romero y José Machillanda Pinto.
Según Domingo Irwin (2009), “el principal problema para tratar el tema
de las relaciones civiles y militares en cursos universitarios de pre y post-
grado, en Venezuela, es el de la bibliografía” existe pocas obras de consultas
y por ello se han generado una serie de textos, sobre el tema de las
relaciones civiles y militares venezolanas con un decidido contenido didáctico
que le ofrecen a los estudiantes la oportunidad de asimilar que las políticas
optimas de seguridad y defensa deben ser las de una auténtica democracia y
que ésta, no podrá existir sin un efectivo control civil.
De esta forma se plantea la necesidad de concentrar esfuerzos en la
labor educativa para la formación de auténticos expertos civiles en los temas
de seguridad, defensa y las relaciones civiles y militares, destacando los
principios fundamentales de control civil y profesionalismo militar, al respecto
Irwin, D.; Langue, F. y Castillo H ( 2009) aseguran:

El estudio de los problemas relacionados con la seguridad de los países


latinoamericanos es –de suyo- extenso y complejo, de allí la necesidad
de acometer investigaciones específicas que aporten conocimiento
sólidamente documentado sobre las distintas parcelas en que puede
dividirse el tema, ya en lo académico, ya en lo estrictamente operativo
(Pág.110).

De la cita anterior se desprende la enorme importancia del


conocimiento de las relaciones civiles y militares por parte del sector civil de
la sociedad, ya que sin este saber resulta inútil gestionar la concepción
estratégica de la política militar en lo referente a la defensa nacional y al
monitoreo de los elementos del sector militar que por profesionalismo les
corresponde la concreción operativa de dicha defensa, “El liderato civil está
obligado a hacer su parte y a hacerla bien y si descuida el estudio meticuloso
y constante de la realidad militar y de las relaciones que desde allí se
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establecen para con él, con muy poco alcance podrá ejercer tal liderazgo”
(Buttó, 2015)
De allí que se puede indicar que del conocimiento eficaz de las
relaciones civiles y militares dependerá en alto grado la aplicación de un
eficiente control civil y de un sector militar altamente profesional, al respecto
el profesor-investigador Luis Alberto Buttó, señala lo siguiente:

Si los civiles entran a relacionarse con el mundo militar sin conocer con
aceptable profundidad los intersticios de éste, corren con un pesado
hándicap en contra de la puja por hacer valer su supremacía de
derecho en esa relación. Así pues, en el análisis de las relaciones
civiles y militares como objeto de estudio individualizado y en la
consecuente generación de opinión alternativa (alternativa a la opinión
proveniente del ámbito castrense y/o de los partícipes directos en el
equipo de gobierno), la academia sigue teniendo hoy en día mucha tela
que cortar, mucha pesquisa que realizar, mucha reflexión que aportar
(Pág.16)

Asimismo, se impone la tarea apremiante de generar el conocimiento


requerido sobre el objeto de estudio, que se refiere en el mejor sentido, al
proceso de abstracción a partir de la complejidad de la realidad, “ Esto atañe
en primacía a la academia, obligada como está a avanzar sin descanso en la
documentación y análisis de los problemas vinculados a fin de estructurar la
opinión alternativa que pueda servir de base para la formulación y ejecución
de las políticas públicas relacionadas” (Buttó, L. 2015:17). A partir de lo
anterior el profesor Luis A. Buttó propone identificar los elementos principales
de un modelo teórico para armar como base epistémica mínima para poder
abordar las muy complejas relaciones civiles y militares en América Latina.
Por otra parte, en la mencionada investigación se propone asumir el
marco de análisis temporal constreñido a la segunda mitad del siglo XX y lo
transcurrido de la presente centuria, ya que durante este periodo se
evidenciaron con significativa amplitud las recurrentes intervenciones
militares en política en la época contemporánea y muy particularmente en el
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caso venezolano. Sin embargo, en el trabajo citado se deja claro, por parte
del autor, que la cantidad y calidad de las investigaciones existentes de este
tenor, en modo alguno debe considerarse satisfactorio en el estado del arte
disponible, por lo que llega a calificar la literatura existente de insuficiente.
De los señalamientos expuestos, queda evidencia que cada aporte
debe tener la virtud de ampliar la perspectiva y el marco de referencia desde
los cuales se debe avanzar en la cabal comprensión de los fenómenos y
procesos relacionados.
Por otra parte, en cuanto a las relaciones civiles y militares en la
Venezuela contemporánea, a partir del 23 de Enero de 1958 Venezuela
asiste a un cambio paradigmático en las relaciones de la civilidad de la
republica con el estamento militar profesional, ese día un movimiento
compuesto por civiles y militares derroco al gobierno del general Marcos
Pérez Jiménez e inmediatamente se instala una Junta de Gobierno
Provisional presidida por el contralmirante Wolfang Larrazábal, la cual
designa un gabinete compuesto por juristas, empresarios y ejecutivos, con el
objeto de facilitar el trabajo de la Junta de Gobierno y restablecer la
democracia en Venezuela. Esta Junta de Gobierno convoca a elecciones
generales para diciembre de ese mismo año.
De acuerdo a lo señalado por Jesús Sanoja Hernández (2007), en su
extensa investigación, Entre golpes y revoluciones, Tomo II, “No cabe duda:
el año 57 y los primeros 23 días de 1958 legaron al país un fuerte espíritu de
unidad y enorme pasión democrática, que, al término de las elecciones del 7
de diciembre, comenzaron a debilitarse”. El proceso iniciado en los primeros
días de enero de 1958 y la constitución de la Junta Patriótica el año anterior,
que se materializó en el Pacto de Punto Fijo, suscrito el 31 de octubre de
1958 por AD, COPEI y URD, culminaría con la elección de Betancourt, el
cual iniciará un periodo gubernamental signado por varios intentos de golpes
del sector militar de izquierda y de derecha, los cuales buscaban lograr por
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cualquier medio acabar con la democracia naciente y la institucionalidad


recién inaugurada.
De esta forma, con estos acontecimientos se inicia un largo periodo de
40 años de gobiernos civiles que culmina, por sus características
diferenciadoras, el 6 de diciembre de 1998 con el triunfo electoral de Hugo
Chávez. Como proceso, el periodo que se inicia el 23 de enero “arrastro
fenómenos complejos que lo diferenciaron de todo lo vivido a lo largo de la
historia republicana, al debelar golpes, eliminar revoluciones triunfantes,
desechar los tradicionales caudillismos, derrotar la lucha armada e impedir la
formación de gobiernos militares” (Sanoja, 2007).
Sin embargo, dos elementos atentan contra el recién inaugurado
sistema democrático, por una parte la supervivencia del poder militar, y por la
otra, la subversión de la izquierda marxista. Ni uno ni el otro lograrían,
durante el periodo que duro esta etapa (1958-98), derrocar a los gobiernos
constitucionales democráticamente elegidos, ni las rebeliones militares de los
60, ni la lucha armada de las décadas 60-70, y mucho menos los dos
frustrados golpes del año 1992, que no llego a representar una amenaza real
para el derrocamiento violento de estos gobiernos
De manera que, “Frente al generalizado panorama de golpes y
contragolpes en América Latina y el Caribe, México, Costa Rica y Venezuela
fueron los únicos países donde no se alteró la alternabilidad en el ejercicio
del poder” (Sanoja, J. 2007:47), sin embargo, en el transcurso del mismo año
1958, el gobierno provisional de Larrazábal lograría neutralizar los intentos
protagonizados por algunos militares que habían combatido la dictadura de
Pérez Jiménez, entre los que destaca el alzamiento de Castro León y los 100
oficiales de la planicie el 22 de julio, entre los objetivos de los militares
comprometidos se contemplaba la ilegalización de algunos partidos políticos,
el aplazamiento de las elecciones y la suspensión de la libertad de prensa.
Sin lugar a dudas, con el triunfo de Betancourt en las elecciones del 7
de diciembre de 1958 se consolidaría un sistema de gobierno apalancado
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por el pacto de Punto Fijo, el cual permitiría enfrentar los intentos golpistas y
las amenazas de las guerrillas marxistas al respecto señala Jesús Sanoja
(2007)
Fue su quinquenio, primero entre los ocho de la era puntofijista,
decisivo en la consolidación de la democracia representativa porque,
adicionalmente, registro doble confrontación: por una parte con Cuba,
cuyo respaldo a la izquierda en armas condujo a la petición venezolana
ante la OEA de una condena al gobierno de Fidel Castro, y por la otra
con Republica Dominicana, donde persistía, como en Nicaragua,
clásica tiranía: la de Rafael Leonidas Trujillo. Una y otra, por si se
olvidara, encarnizadas adversarias de los gobiernos del trienio Adeco y
luego cómplices de la dictadura militar. (Pág. 54)

Es por estas razones, que tal como señala Edgardo Mondolfi Gudat
(2015), “El quinquenio presidido por Rómulo Betancourt entre el 13 de
febrero de 1959 y el 11 de marzo de 1964 no fue precisamente una etapa de
hibernación cuartelaría. En realidad podría sostenerse todo lo contrario, al
menos durante sus tres primeros años de gestión” (Pág. 17). Durante este
periodo y según cifras que apenas difieren entre sí, este gobierno logro
rechazar entre 20 o 26 conspiraciones del sector pretoriano de las Fuerzas
Armadas Nacionales, entre las que destacan las grandes insurrecciones de
Carúpano y Puerto Cabello durante el año de 1962.
Cuando se firma el pacto de Punto Fijo, entre líderes civiles y
representantes de los mayores partidos políticos, Rómulo Betancourt, Rafael
Caldera y Jovito Villalba, se concibe un pacto político de gobernabilidad, que
dejaba fuera cualquier acuerdo con logia militar alguna y garantizaba el
compromiso de construir gobiernos civiles, en donde las fuerzas armadas
debían ceñirse al papel que luego se señalaría en la Constitución de 1961.
Luego del quinquenio de Betancourt, parecía que había llegado la
estabilidad, y se sucederían los gobiernos de Raúl Leoni, Rafael Caldera,
Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi, Venezuela era
señalaba entonces como un país inmunizado contra las aventuras e
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insurrecciones militares, las cuales se asumían por el comportamiento


institucional de las Fuerzas Armadas Nacionales.
Pero esa estabilidad fue rota por un hecho que marcaría un antes y un
después en nuestra historia social y política: el 27 de febrero de 1989, al
principio del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, se presenta un
estallido social bautizado por nuestra historiografía como el caracazo. El
ejército venezolano salió a la calle y actuó con evidente violencia según las
investigaciones posteriores.
Por otro lado, en el seno de las fuerzas armadas, como quedo en
evidencia por declaraciones públicas de sus protagonistas, venia
incubándose durante años, un proceso lento de adoctrinamiento y
conspiración que culmino el 4 de febrero de 1992 en un golpe de estado
liderados por elementos militares de izquierda, estimulados en parte, por los
sucesos del caracazo de febrero de 1989. Desde este momento el segundo
gobierno de Carlos Andrés Pérez quedo herido de muerte.
Luego el 27 de Noviembre del mismo año, le tocaría el turno a otro
intento de golpe de estado, liderado en esta oportunidad, por miembros
militares de derecha. Los dos golpes de estado del año 1992 fueron unos
rotundos fracasos desde el punto de vista militar, sin embargo resultaron un
éxito propagandísticos para sus promotores.
De allí, que varias investigaciones han tratado profundamente la
gestación de esta conspiración, “aunque deben tomarse como los más
fidedignos y valiosos los de Agustín Blanco Muñoz y Alberto Garrido, autores
que han recogido testimonios muy importantes de sus protagonistas, acerca
de la etapa de gestación de los grupos conspirativos y sus planes de
Gobierno” (Sanoja, 2007)
De igual manera, al buscar una explicación en las investigaciones de
Blanco Muñoz y Garrido, de lo sucedido durante el año 1992, se observa un
desplazamiento de la ideología de los movimientos guerrilleros de los 60
hacia los movimientos sediciosos de 1992, es decir, se movilizo a los
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cuarteles sin ser percibida por la ciudadanía, ni por la dirigencia política de


esa época, “Muchos de los utopistas de los primeros tiempos, derrotados
militar y políticamente, andaban en búsqueda de lo mismo, aunque en
sentido inverso: entroncar su vereda con la vía militar” (Garrido, 1999)
A partir de las derrotas de las asonadas ocurridas en Carúpano y
Puerto Cabello, que nos señalan el ocaso de las revueltas militares contra
Betancourt, la historia registrará un periodo de 30 años de desaparición de la
vía del alzamiento cuartelario, hasta la madrugada del 4 de febrero de 1992,
donde quedo en evidencia que las logias militares que operaban en las
sombras habían continuado con la tradición de urgir planes conspirativos.
“Tuvieron que transcurrir exactamente tres décadas (1962-1992) para que el
golpismo, o la alternativa insurreccional vinculada a los cuarteles, que fue
perdiendo terreno desde los años sesenta, reapareciera en el horizonte”
(Mondolfi, 2015).
De esta forma, asistimos nuevamente a la vieja práctica del sector
militar de ejercer influencia en la gerencia política de la sociedad venezolana.
Para la inmensa mayoría de la sociedad civil la subordinación militar a la
gerencia política de la misma, parecía una operante realidad desde 1958 o al
menos ese era el discurso oficial sobre el desempeño histórico de la
institución militar criolla.
Dentro del marco de las ideas anteriores, se hace necesario hablar del
período transcurrido entre el 4 de febrero de 1992, día del fracasado golpe
militar encabezado por los tenientes coroneles Hugo Chávez, Francisco Arias
Cárdenas, Jesús Urdaneta Hernández y Joel Acosta Chirinos y el 6 de
diciembre de 1998, fecha en la cual resulta electo presidente de la republica
Hugo Chávez, como candidato del MBR-200 y de una gran cantidad de
partidos que apoyaron su candidatura. Durante ese periodo ocurren una
serie de hechos que explican, en parte, el cambio en la correlación de
fuerzas y poder en Venezuela.
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Durante el intervalo de tiempo anteriormente señalado, los militares


responsables del golpe de estado del 4 de febrero son indultados por el
segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-99) y sus principales líderes
inician carreras políticas y muchos aterrizan en la administración pública.
El análisis presentado hasta ahora busca debelar el verdadero contexto
histórico en el que se han desarrollado las relaciones civiles y militares en la
Venezuela democrática que nació el 23 de enero de 1958 hasta el día de
hoy, con la intención de caracterizar el grado de profesionalismo y control
civil del componente castrense y su incidencia en la gestión de defensa y
seguridad de la nación. Durante las décadas de los 70 y 80, luego de las
derrotas de los alzamientos de sectores militares y la guerrilla marxista, el
tema en debate pasó al papel de los militares en la defensa y seguridad
interna, su relación con el mundo civil y su participación en el desarrollo
nacional.
De acuerdo a lo señalado por varios investigadores, entre los que
destaca el profesor Luis Alberto Buttó (2015), el origen de la actuación
política de las logias militares dentro de las fuerzas armadas, está
relacionado con cierto tipo de profesionalismo militar vinculados a los ejes
temáticos de la seguridad interna y el desarrollo nacional, muy diferente a la
Doctrina de Seguridad Nacional desarrollada por varios regímenes militares
en el cono sur y américa central y el caribe, desde los años 50 del siglo XX,
como consecuencia de la llamada guerra fría, con el precepto de enfrentar un
enemigo interno de estas sociedades en la figura de la izquierda política.
De esta forma, los militares que encabezan los dos golpes de estado de
1992, fueron formados durante los años en la cual se produce la
institucionalización de nuestras fuerzas armadas, afianzada por la fundación
del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (Iaeden), el 9 de
diciembre de 1970, y el Plan de Estudios Andrés Bello en 1982, para la
formación de pregrado del ejército venezolano.
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Luego de los sucesos del 4 de febrero de 1992, iniciaría en Venezuela


un reacomodo de la clase política que propicio el lento hundimiento de los
partidos políticos tradicionales. El Dr. Rafael Caldera, fundador del partido
COPEI y desplazado del mismo por líderes más jóvenes, aprovecha el efecto
que produce el fracasado golpe y pronuncia un discurso, el mismo 5 de
febrero, en el Congreso Nacional, justificando el alzamiento fundamentado
en las duras condiciones que padece, a su entender, la población, con el cual
reinicia su resurrección política-electoral y su proyección a la candidatura
supra partidos que lo llevaría a su segunda presidencia y con ello la lenta
desaparición del escenario político, del partido que fundó en su juventud.
Así, durante el resto del gobierno de Carlos Andrés Pérez las
condiciones políticas son de absoluta inestabilidad, según Agustín Blanco
(2011), su gobierno es cercado por varios flancos. “Caldera aprovecha
entonces la inestabilidad que crea el golpismo para avanzar en la
conspiración civil contra CAP y en esta dirección va a encontrar apoyo en las
propias filas de Acción Democrática que, materialmente, deja solo a su
compañero y Presidente” (Pág. 17)
De esta manera, durante el transcurso del año 1993 se presentarán una
serie de hechos que liquidan definitivamente la presidencia de CAP. El día 20
de mayo la Corte Suprema de Justicia aprueba el proyecto de decisión del
antejuicio de mérito contra el presidente, el 21 de mayo, el Congreso, en
sesión extraordinaria, respalda la decisión de la Corte y suspende de sus
funciones al Presidente y Octavio Lepage, como presidente del Congreso,
asume la dirección del país. Todo culminará el 17 de junio, con la
designación del Dr. Ramón J. Velásquez, como presidente de la república
por el resto del periodo, hasta la realización del nuevo proceso electoral. El
expresidente Caldera resultara electo presidente, el 5 de diciembre de 1993.
Como luego será evidente, las elecciones nacionales de 1993 supuso el
desgaste y ocaso político de los dos partidos tradicionales de Venezuela, lo
que marca la definitiva ruptura del bipartidismo, ya que a Rafael Caldera lo
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apoyó una nueva agrupación llamada Convergencia y una alianza de


partidos de izquierda y derecha de poca figuración, bautizados por el propio
Caldera como el chiripero, el cual obtuvo el 30,46% de los votos generales.
Entre sus primeras medidas, Blanco (2011) señala al respecto:

En marzo del 94 el Presidente Caldera, el mismo que se identifica con


el golpismo el 04F-92 y que adelantó una abierta campaña por la
renuncia del Presidente Pérez, una vez suspendido de la presidencia el
21 de mayo de 1993, dicta el decreto de “indulto procesal” que
sobresee la causa que se le sigue a los golpistas. Lo que al parecer no
sabe Caldera y parte de los notables que lo acompañaron en su
acercamiento al chavismo incipiente, es que este movimiento traía bajo
la manga un proyecto que nada tenía que ver con democracia y sí
mucho con “revolución socialista” y una marcada identificación con lo
que ocurre desde 1959 en la “isla de la felicidad” (Pág. 17)

Como se puede ver, la conspiración que se desarrolla en el seno de las


fuerzas armadas venezolanas, desde el principio de la década de los años
ochenta, se le suman importantes aliados y solidaridades de la clase política
después del golpe fracasado del 04F-92, incluso entre los notables del
momento señala Blanco, “Y es una acción impulsada no solo por los
conspiradores militares, sino también por civiles que se convierten en sus
aliados. Por ello aludimos a este tiempo como portador de una profunda
descomposición” (Pág. 12)
En el contexto de inestabilidad política, se presenta durante el primer
año de gobierno de Caldera, el derrumbe del sistema financiero y el
presidente en Concejo de Ministros del 27 de junio, suspendió las garantías
contempladas en los artículos 60, 62, 64, 96 y 101 de la Constitución vigente,
las tres primeras referidas a la libertad y la seguridad individual del
ciudadano, la inviolabilidad del hogar y el libre tránsito por el territorio
nacional y las tres últimas relacionadas con los derechos económicos.
El decreto declaraba en la práctica un estado de emergencia,
igualmente en la misma fecha anunció el establecimiento de un conjunto de
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medidas extraordinarias entre las cuales se encontraban el control de


cambios y el control de precios, como medidas impostergables frente a la
severa inestabilidad del sistema financiero. En la política económica destaca
la llamada Agenda Venezuela y la Apertura Petrolera, sin embargo debido a
la caída de los precios del petróleo, el balance final fue de recesión e
inflación. Esta situación dejaba la mesa servida para que en 1998 triunfara
Hugo Chávez, el mismo militar que había sido la cara visible del fallido golpe
de estado del 4 de febrero de 1992.
Desde la sociología política es posible explicar históricamente el
carácter y la evolución de las culturas políticas de las naciones, las cuales no
son en lo absoluto inmutables, sino que evolucionan o retroceden, en otras
palabras cambian, como lo hizo la cultura política venezolana durante los dos
últimos periodos de la democracia representativa. Que los ciudadanos de
una república democrática liberal, como la venezolana, vivieran en una
endémica crisis económica y social, allano el camino para que al final votaran
en 1998, por quien prometía un cambio radical al orden de cosas, Chávez
fue un vendedor de esperanzas que interpreto ese momento.
Según el historiador Tomas Straka (2009), “Para mediados de la
década de los noventa muchas de las promesas de 1958 parecían
incumplidas. No era de un todo así, pero las expectativas que generaron los
primeros logros del sistema en sus tres décadas anteriores, en bienestar,
crecimiento económico, infraestructura, industrialización no pudieron
sostenerse” (Pág.93). La llegada al poder de Hugo Chávez, mediante
elecciones democráticas, marca el fin de cuatro décadas de un incipiente
control civil de las fuerzas armadas y a partir de ese momento, se inicia una
variante del fenómeno pretoriano, desconocida para las nuevas
generaciones de venezolanos, y se observa nuevamente en nuestra historia
republicana, una marcada influencia política de los militares.
De esta forma, como sostiene Buttó (2016), asistimos al renacimiento
de la intromisión castrense en política, “Durante los tres periodos de gobierno
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de Hugo Chávez, militares de diversos rangos asumieron oficinas públicas


ajenas a la doctrina castrense, a la vez que fue ensalzada su participación
política hasta elevarla al mismo nivel que la de los civiles” (Pág.66)
Según el investigador Von Bergen (2016) “Al principio de su presidencia
e incluso antes, los discursos de Chávez hacían hincapié en contradecir la
idea liberal de que la participación política del sector castrense debía ser
limitada” (Pág.66) y su particular visión fue incluida en el articulado de la
nueva Constitución de 1999.
Desde el punto de vista teórico el estatuto jurídico que norma la
existencia de las fuerzas armadas de la mayoría de los países se encuentra
plasmado en su Constitución, en Venezuela fue consagrada en la
Constitución de 1961 en su Artículo 132, el cual establecía que:

Las Fuerzas Armadas Nacionales forman una institución apolítica,


obediente y no deliberante, organizada por el Estado para asegurar la
defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el
respeto a la Constitución y a las leyes, cuyo acatamiento estará siempre
por encima de cualquier otra obligación. Las Fuerzas Armadas
Nacionales estarán al servicio de la República, y en ningún caso al de
una persona o parcialidad política (Art. 132)

Posteriormente, con la derogación de la Constitución de la República de


Venezuela de 1961 y la aprobación de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de 1999, por la Asamblea Nacional Constituyente,
quedo establecido lo siguiente en su artículo 328:

La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente


profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para
garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la
integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la
cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación
activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con
la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de
la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna.
Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la
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subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el


Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de
manera integral dentro del marco de su competencia para el
cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral
propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica. (Art.328)

Por otro lado, el artículo 330 de la Constitución de 1999, otorga el


derecho al sufragio del personal activo, “sin que les esté permitido optar a
cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o
proselitismo político” (Constitución 1999). Asimismo, el nuevo gobierno que
entra en funciones a partir de 1999 consigue promulgar inicialmente la Ley
Orgánica de la Fuerza Armada Nacional en el año 2005 y luego de la derrota
electoral de la propuesta de Reforma Constitucional del 15 de agosto de
2007, logra imponer el decreto de la nueva Ley Orgánica de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana del 31 de Julio de 2008.
De igual novedad, la redacción del artículo 331 de la Constitución de
1999 establece que “Los ascensos militares se obtienen por mérito,
escalafón y plaza vacante. Son competencia exclusiva de la Fuerza Armada
Nacional y estarán reguladas por la ley respectiva”, con lo cual se le negaba
el control civil subjetivo que venía ejerciendo el Senado, según atribución
contemplada en la Constitución de 1961, que en el artículo 150 señalaba
expresamente que la autorización de todos los ascensos desde Coronel o
Capitán de Navío debía pasar por el Congreso, con lo cual se ejercía control
civil por parte de una institución política fuera de la realidad castrense.
Luego de asumir el poder, Chávez inicia un proceso de politización de
las Fuerzas Armadas Nacionales, el cual queda en evidencia, al colocar al
frente de algunos ministerios y empresas del estado a elementos activos del
sector militar. Señala Von Bergen (2016) que “Durante los 15 años de
Chávez en el poder, los civiles tuvieron el control anual de 78,4% de los
ministerios, contra el 21,6% que estuvo en manos militares” (Pág.82),
sobresaliendo el Plan Bolívar 2000, en el cual el sector militar mantuvo un
nivel de presencia muy marcado a partir de su inicio.
22

En atención a lo antes señalado, los niveles de participación militar en


la administración pública se ven incrementados por el surgimiento de una
elite de origen y formación militar, con involucramiento real sobre el control
del aparato estatal y gubernamental, que da origen a la conformación de un
régimen abiertamente pretoriano, con una alta participación política
ejecutada por los funcionarios castrenses y una abierta invasión del ámbito
civil, destacando su participación exclusiva de la política militar y la gestión
de la seguridad y defensa de la nación.
En sintonía con lo anteriormente señalado y para dejar constancia de la
participación militar señala el investigador Frédérique Langue (2009):

“La extensión de las funciones atribuidas a las Fuerzas Armadas en los


ámbitos de política interior y desarrollo, así como la voluntad del
presidente de otorgarles a cuadros intermedios del sector militar
responsabilidades en el marco del gobierno o en la administración
pública, amén de la gerencia de recursos destinados a las obras de
interés social, hacen de las fuerzas armadas la única institución que
lleva un control efectivo sobre el Estado” (Pág.150)

Luego del fallecimiento de Chávez el 5 de Marzo de 2013, Nicolás


Maduro acelero la presencia de los militares en la administración pública. Al
respecto señala Von Bergen (2016) “Por su parte, en lo que respecta al
gobierno de Nicolás Maduro, los civiles han tenido el control anual de 75% de
los ministerios contra el 25% que ha estado bajo dominio castrense”
(Pág.83). Esta situación revela, por un lado, el bajo nivel de profesionalismo
militar de los oficiales venezolanos, desde el punto de vista del concepto
abordado por Samuel Huntington, y por otro, el resurgimiento del viejo
pretorianismo, siempre presente en la historia venezolana, ya que los
oficiales de las fuerzas armadas desempeñan tareas ajenas a la defensa
nacional y trabajan en beneficio de una parcialidad política.
Resulta pues pertinente indagar sobre el proceso que se inicia en
Venezuela a partir 23 de enero de 1958, varios fueron los factores que
contribuyeron a la puesta en marcha del control civil que ejerció la clase
23

política venezolana durante los cuarenta años del llamado Pacto de Punto
Fijo, una explicación adecuada del relajamiento del profesionalismo militar y
la pérdida del control civil, no puede basarse en una sola causa y en este
caso existen varios factores que contribuyeron a crear las condiciones que
permitieron que en Venezuela se conformara una realidad institucional, cuya
característica es la abusiva intervención del estamento militar en política.
Ahora bien, se debe mencionar que durante el gobierno del presidente
Chávez se presentaron varios eventos que dejaron en evidencia la
intromisión perturbadora de militares activos o retirados en varios hechos,
que buscaban desconocer abiertamente el gobierno constitucional iniciado
en 1999. Destacan los confusos momentos del 11 al 13 de Abril de 2002, que
el gobierno tildo de golpe de estado y la oposición de vacío de poder. “El
gobierno quiso interpretar el retiro del apoyo militar como un golpe de
Estado, en contra de lo sentenciado por la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia, que definió lo sucedido como un vacío de poder y no como una
rebelión militar” (Machillanda, J. 2010. Pág.59)
Para el investigador Marco Tulio Bruni Celli (2014), la enseñanza que
arrojan estos acontecimientos, es que “Los militares criollos, es la dramática
conclusión, desde las primeras promociones profesionales a comienzos del
siglo XX, han conspirado de manera permanente contra los gobiernos del
país, del signo que hayan sido, desde Gómez hasta Chávez” (Pág.17), lo que
evidencia que uno de los temas a definir en la construcción de una sociedad
democrática es la participación de los militares en la vida pública.
De igual manera, destacan las manifestaciones públicas de
insubordinación, lideradas por los militares de la Plaza Altamira en octubre
de 2002 y el denominado goteo militar, el cual se caracterizaba por la
aparición pública de varios militares de alta graduación, emitiendo opiniones
en contra de las actuaciones políticas del presidente Chávez. Destaca la
sentencia que emite el académico Luis Alberto Buttó (2015), cuando afirma
que “Si algo interesa saber sobre la forma cómo operan las relaciones civiles
24

y militares en un determinado país, es si efectiva y adecuadamente se


produce la subordinación total esperada de la fuerza armada al sector civil en
ejercicio del poder político establecido” (Pág.58)
Lo que pone en evidencia, según Bruni Celli (2014), un claro retroceso
del camino andado a la fecha para lograr la construcción de unas relaciones
civiles y militares propias de un sistema democrático, “En febrero de 1999,
con el ascenso de Hugo Chávez Frías al poder, comenzó a desandarse parte
del recorrido y, peor aún, se instauró un régimen que ha pretendido
abandonar la ruta democrática e imponer, a punta de autoritarismo y
coerción de las libertades, una utopía históricamente fallida”. (Pág.15)
En atención a lo antes señalado, la labor emprendida por el presidente
Chávez produjo la confusión y fragilidad de la institución militar que un
momento llego a amenazar su propio gobierno, al respecto señala
Machillanda (2010) “La organización vivía un tiempo peligroso que puso
oídos a una maniobra engañosa del poder político mediante el Plan Bolívar
2000, con el cual se anunciaba la desestructuración del componente armado
venezolano” (Pág.25).
Por otro lado se observó, durante el tiempo que duro la presidencia de
Hugo Chávez, la intromisión en actos y manifestaciones políticas de los
militares leales al presidente, los cuales repetían sin ningún pudor la
consigna “Patria, socialismo o muerte, venceremos”. Lo que evidenciaba el
descuido de la profesionalidad militar, con lo cual se ponía en riesgo la
seguridad y defensa de la nación, con el agravante que desde el momento
en que asume la presidencia alentó la militarización de la vida pública, acota
el investigador Carmona-Rojas (2009), que “Chávez ha establecido en la
Fuerza Armada una cúpula a su medida y la utiliza como estructura paralela
de poder” (Pág.74)
Ahora bien, la expansión del dominio militar a partir del momento que
Hugo Chávez asume la presidencia en 1999 se hace cada vez mayor en
sectores clave de los procesos civiles de la sociedad, pero muy alejados de
25

las responsabilidades de defensa del territorio y la soberanía que les otorga


la Constitución. La influencia castrense se profundizo a partir del año 2013 a
raíz del inicio del gobierno de Nicolás Maduro, como señala Nuñez (2018)
“De los 32 ministerios operativos en noviembre de 2017, 37,5%, es decir, 12
carteras estaban bajo la responsabilidad directa de personal militar”
De acuerdo a lo señalado, se puede indicar que los veinte años que se
inician el 6 de diciembre de 1998 en Venezuela, con el triunfo electoral de
Hugo Chávez y la llamada revolución bolivariana, es un periodo marcado por
el continuo avance de la influencia e intervención militar en actividades
políticas, en detrimento del sector civil de la sociedad, lo cual pone en
evidencia la alteración de las relaciones civiles y militares y aleja a la
administración civil del diseño y control de la gestión de las políticas de
seguridad y defensa, que son su competencia según nuestra legislación.
Para muchos estudiosos del tema, entre ellos el profesor Humberto
García Larralde (2008), queda en evidencia la militarización de la política al
señalar lo siguiente:
Lo trágico para nosotros es evidenciar que la militarización y el cultivo
de lo épico no se agotan sólo en el aspecto ideológico, propagandístico.
Encuentra también un asiento muy concreto en la elevación de lo militar
por encima del mundo civil y en el afán belicista de Chávez. Se
involucra a los militares en una serie de actividades de gobierno que no
son su razón de ser con la finalidad de comprometerlos con las
acciones del ejecutivo y lograr su identificación con la política oficial. De
esta manera, se contribuye a forjar una solidaridad automática,
irreflexiva, que va más allá incluso de sus votos de obediencia
constitucional. (Pág.245)

Por otro lado, se debe tener en cuenta que la falta de un efectivo control
civil democrático de las fuerzas armadas, o el bajo grado de concreción de
éste control civil, tal como lo afirma Buttó (2016) “permite la configuración del
cuadro propiciatorio para la intervención en política de las fuerzas militares,
por donde se le mire factor desestabilizador del sistema democrático liberal
representativo” (Pág.69).
26

Igualmente, durante el gobierno de Nicolás Maduro destaca la


presencia del relativismo profesional o declive del profesionalismo de la
cúpula militar venezolana, que impacta de manera negativa en la obligación
de la defensa militar que le asigna el artículo 328 de la Constitución de 1999,
descuidando la seguridad militar del estado, a la que tiene derecho todo
ciudadano de una democracia liberal moderna. Esta anormalidad no ha
permitido que la sociedad cuente con un adecuado ejercicio de las
competencias de sus militares, que garanticen la seguridad militar y la
defensa del Estado venezolano, ya que de esta afirmación principista se
justifica un componente armado subordinado al poder político civil.
En otro orden de ideas, el profesionalismo militar y el control civil
democrático, de acuerdo a lo señalado anteriormente y para hacer justicia se
debe mencionar la conclusión a la que llega el investigador José Machillanda
(2010), el cual refiere que el aparato militar del Estado venezolano “alcanzó
la maximización de su profesionalismo en 1973, al derrotar militar y
políticamente la guerrilla castro-comunista que apoyo el fidelismo marxista, y
más tarde, como consecuencia de un conflicto carolingio no resuelto entre
Venezuela y Colombia, también demostró su profesionalismo al neutralizar la
presencia de la corbeta Caldas en el golfo de Venezuela en 1987” (Pág.22)
En la región, la habilidad y profesionalidad de su componente armado le
permitió a Venezuela expresiones de respeto por su rol en el apoyo al Estado
para sus acciones geopolíticas en apoyo a su política exterior y acciones
diplomáticas. Sin embargo, la inconsistencia logística a partir de la década de
los ochenta fue notoria. “Se presentaron serios problemas tanto en el área
administrativa como en el área operacional para el oficial, para las tropas y
para los órganos logísticos, retardándose la producción y entrega hasta
entrar en una verdadera crisis después de los ochenta” (Pág.39)
Asimismo, el estamento militar profesional debe cumplir con el fin
teleológico del Estado para su creación, lo que justifica su adiestramiento y
capacitación para la defensa y seguridad de la nación y ocupándose de la
27

guerra como ciencia y arte, desarrollando destrezas en los mandos para


internalizar el estudio científico de la beligerancia.
De esta manera, al abordar este concepto, el profesor José Machillanda
(2010), acota que el imaginario profesional militar se refiere:
Al acatamiento pleno por parte del militar de la Constitución y el cuerpo
de leyes que establecen la subordinación del estamento armado al
poder político legítimamente constituido. En tal sentido, prevalece el
Estado de derecho sobre el uso de la fuerza y, en consecuencia, el
elemento militar desarrolla una elevada cultura política, una clara
diferenciación entre la actividad política y la seguridad militar o defensa,
además de la elaboración de procedimientos para encaminar sus
demandas y reclamos desde el seno de la organización armada hasta
el poder político. (Pág.28).

De igual manera, según el análisis de Machillanda, se puede afirmar


que a raíz de la imposición de la nueva doctrina militar de defensa popular,
que responda a una eventual «guerra asimétrica», se impone una anacrónica
e imprecisa estrategia militar, “que se sintetiza en que la defensa del territorio
es obligación de cada mujer u hombre venezolano, de donde se desprende
que todos y cada uno de los venezolanos deben ser parte de la defensa
militar del Estado-nación, es decir, debe ser un miliciano” (Pág.61)
De allí, se desprende que la nueva visión de un nuevo tipo de reserva
diferente al que existía en el componente militar venezolano, persigue
desarticular la estructura militar venezolana, al respecto señala José
Machillanda, “Esta ley disminuye el peso funcional operativo de los ejércitos
de aire, mar y tierra, desaparece la conceptualización logística del
componente armado, diluye las responsabilidades del mando militar, hace
crecer de forma exponencial la verticalidad del mando del presidente sobre la
organización armada, además de crear una organización paramilitar
dependiente del gobierno” (Pág. 63)
Así, la modificación de la LOFAN del año 2008, abre la caja de pandora
para que el componente militar sea asignado a funciones burocráticas en la
administración pública, disminuyendo su función operativa en la defensa
28

externa. Al disminuir el pie de guerra, se margina intencionalmente el


profesionalismo militar y se desplaza una tradición de casi cien años de una
institución secularizada. “El presidente Chávez propone en este instante el
total y absoluto control personal y el sometimiento del cuerpo armado a su
discrecionalidad, ligado a las ejecutorias de sus intereses políticos e
ideológicos internacionales con énfasis en Suramérica” (Pág.66)
Es por ello, que la visión tradicional sobre el profesionalismo militar es
reemplazada por un sostenido proselitismo político en los comandos y
unidades militares, la imposición de nuevos valores y el empleo de sus
oficiales en funciones de gobierno en la política doméstica, en proporciones
que no se puso de manifiesto, ni siquiera en el periodo de la dictadura del
General Marcos Pérez Jiménez. Esta situación se traduce en un bajo apresto
operacional de la organización, que se pone en evidencia por la presencia de
la ingobernabilidad militar, que ya no actúa como un estamento militar
profesional, sino cercano a una milicia.
Al respecto, José Machillanda (2010) afirma que a partir de este
momento “se descuida el reconocimiento a las nuevas amenazas en la
región de Suramérica, en la cual es necesario considerar el crimen
organizado, la economía paralela, el narcoterrorismo y los exagerados
niveles de pobreza, además del resguardo al ambiente que hoy preocuparía
a cualquier organización armada moderna” (Pág.72) y continua señalando
que esta situación se profundiza al terminar confundiendo la defensa con la
seguridad pública, con el empleo de unidades en diversas funciones
aisladas, privando lo policial y la seguridad publica.
Por otro lado, sin control civil democrático del estamento militar y sin la
presencia de unas relaciones democráticas entre civiles y militares no puede
concebirse una verdadera democracia. De allí, la necesidad por parte del
sector civil de la sociedad, del conocimiento concreto sobre la subordinación
efectiva del sector militar a los dictados de la gerencia política civil
legítimamente constituida.
29

En atención a lo antes señalado, el liderazgo civil de un gobierno


democrático debe establecer con claridad la obediencia y subordinación de la
institución a la cual se le ha confiado las armas de la sociedad, para
mantener su seguridad y garantizar la soberanía mediante la defensa. Las
decisiones fundamentales sobre la seguridad y defensa deben estar bajo la
regulación de las autoridades civiles constituidas.
En este sentido, la efectividad de los mecanismos jurídicos normativos
a partir del 23 de Enero de 1958, como la Constitución de 1961 y la Ley
Orgánica de las Fuerzas Armadas (LOFAN) permitieron, en un tiempo
relativamente corto, establecer la obediencia de las autoridades militares a la
autoridad del Presidente de la República, junto con el apoyo financiero de los
gobiernos de Rómulo Betancourt y de Raúl Leoni se logró encauzar o
mantener a los militares en la aceptación de su subordinación al poder civil
(Romero, 2002)
Por otro lado, luego del largo periodo que se conoce como el Pacto de
Punto Fijo, una parte de los militares que se habían formado bajo el periodo
democrático, vuelven nuevamente a intentar desplazar al sector civil
gobernante, mediante dos intentos de golpe de estado en el año 1992. Estos
fallidos golpes de estado afectan a las Fuerzas Armadas, ya que queda en
evidencia la existencia de un sector militar que se opone a las relaciones
civiles-militares establecidas con el sistema político gobernante y marca la
ruptura del acuerdo de respeto a la Constitución vigente. El fracaso militar
produce a largo plazo un éxito político para los conspiradores.
La intervención política de los militares comprometidos con los
fracasados golpes de estado del año1992, se inician inmediatamente con el
indulto del presidente Caldera de 1994. No será hasta la llegada de Chávez
a la presidencia en 1998 que el sector militar asume una notoria participación
corporativa e institucional en funciones relacionadas con la administración
pública y en directa competencia con órganos del poder público que
30

conforma la estructura civil del gobierno, destacándose el protagonismo sin


precedente en la democracia venezolana (Álvarez, R. 2004)
Dentro del marco de ideas anteriores, es importante destacar que la
participación directa de los militares venezolanos en la conducción de lo
público está avalada en un marco constitucional, que ha sido reiteradamente
modificado, y en la cual no aparece un contrapeso que frene la invasión
llevada a cabo por un sector pretoriano del sector militar, colocando en riesgo
la seguridad estratégica del Estado y la propia institución castrense.
En concordancia con lo antes señalado, es preciso destacar
nuevamente, que el control civil sobre el sector militar es fundamental en las
democracias, de allí que resulte conveniente desarrollar la educación
ciudadana en los principios teóricos del control civil y en la generación de
opinión alternativa y en este sentido la academia tiene una responsabilidad
de primer orden para lograr una eficaz operación del concepto que permita a
la sociedad la erradicación del pretorianismo y la neutralización de posibles
brotes de militarismo.

1.1 . FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

Ante la situación planteada surgen las siguientes interrogantes:


¿Cuáles son los cambios producidos por el profesionalismo militar y el
control civil en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela?
De la interrogante anterior, se derivan una serie de preguntas que
igualmente, guían la investigación, las mismas son:
¿Cuáles son los conceptos de profesionalismo militar y control civil que
se utilizan en el proceso gestión de seguridad y defensa de Venezuela en
función de los factores que la conforman?
¿Cuáles son los indicadores de logros del profesionalismo militar y
control civil en la seguridad y defensa de Venezuela?
31

¿Cuál es la relación del profesionalismo militar y el control civil de las


Fuerzas Armadas en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela entre
la cotidianeidad y la legislación venezolana?
¿Cuál sería el modelo teórico que contribuya a concebir lineamientos
pertinentes para la consolidación del profesionalismo militar y control civil de
las fuerzas armadas en la gestión de seguridad y defensa en Venezuela?

2. PROPOSITOS ORIENTADORES DE LA INVESTIGACIÓN

2.1. PROPOSITO PRINCIPAL

Develar los cambios producidos por el profesionalismo militar y el


control civil en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela.

2.2. PROPOSITOS DERIVADOS

Examinar los conceptos de profesionalismo militar y control civil


aplicados en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela.
Identificar los logros del profesionalismo militar y el control civil de las
fuerzas armadas en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela.
Establecer la relación del profesionalismo militar y el control civil de las
Fuerzas Armadas en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela entre
la cotidianeidad y la legislación venezolana.
Generar una aproximación teórica para concebir lineamientos
pertinentes hacia la consolidación del profesionalismo militar y el control civil
de las fuerzas armadas en la gestión de seguridad y defensa de Venezuela.
32

3. JUSTIFICACION DE LA INVESTIGACIÓN

El estudio de las relaciones civiles y militares en Venezuela, están


requiriendo la ampliación de las investigaciones académicas, para la
generación de un conocimiento científico que promueva una discusión
epistemológica sobre el rol, funciones y responsabilidades del sector militar,
dentro del sistema político, el Estado y la sociedad venezolana. Esos
estudios contribuirían a generar una doctrina política que contenga por vía
jurídica, del conocimiento y de la norma institucional, las pretensiones
permanentes e históricas de intervención del sector militar, en el acontecer
político contemporáneo de Venezuela.
Por esta razón, se hace urgente la necesidad de ampliar conocimiento
sobre lo que se entiende por profesionalismo militar y control civil en la
gestión de seguridad y defensa de Venezuela, tema poco debatido en el
estudio de las relaciones civiles y militares, entendidas como aquellas que se
anudan entre la sociedad en general y ese muy pequeño segmento de ésta
que atiende su defensa, según los investigadores Irwin, D.; Langue, F. y
Castillo (2009). Lo que crea la emergencia epistémica de transitar con paso
firme en esta sana dirección de investigación y pesquisa.
Asistimos en Venezuela, durante los últimos años, a la existencia de
una cotidianidad donde la Fuerza Armada Nacional se ha convertido a un
actor político de singular importancia, razón que justifica para los
investigadores dedicados al cultivo de la historia, la economía, la sociología y
la politología su atención para convertir el tema de las relaciones civiles y
militares, en línea general de investigación, con el fin de dar respuesta a los
innumerables problemas que enfrenta nuestra sociedad y muy
particularmente dentro de estas relaciones, en lo que se refiere al
profesionalismo militar, el control civil de la institución castrense y las
políticas públicas de seguridad y defensa nacional.
33

Para las consideraciones indicadas, una de las tareas que se


evidencian como fundamentales es educar a la sociedad en los sanos
principios del bien llamado control civil y profesionalismo militar, es decir,
educar sobre la necesaria supremacía civil de una democrática
institucionalizada. Para avanzar en esa dirección resulta conveniente
desarrollar trabajos de investigación que ofrezcan las nociones teóricas que
contribuyan a la formación de especialistas civiles de alto nivel, en los temas
de seguridad y defensa y brinden asesoría experta a las instituciones del
Estado y las organizaciones políticas.
En este sentido, desarrollar una investigación sobre el impacto del
profesionalismo militar y el control civil, ofrece la oportunidad de utilizar los
resultados del estudio, para ampliar el proceso de creación, formulación y
evaluación de políticas públicas de los responsables civiles en las áreas de
seguridad y defensa.
Resulta evidente la necesidad de ampliar los estudios de los problemas
relacionados con la seguridad y defensa de Venezuela. La complejidad y
extensión de estos problemas exige la necesidad de acometer
investigaciones específicas que aporten conocimiento documentado sobre
las distintas parcelas en que se divide el tema. Existe la necesidad
pedagógica de educar sobre el control civil y el profesionalismo militar en la
Venezuela de hoy en día.
Igualmente, esta investigación se propone indagar sobre la naturaleza
de las políticas públicas que se deben desarrollar para ponernos en sintonía
con los cambios en el tratamiento del control civil y el profesionalismo militar
a nivel latinoamericano. Es responsabilidad de la academia hacer visible
estos cambios, para que la sociedad realice la búsqueda de instrumentos
que le permitan una eficiente gestión sobre la seguridad y defensa nacional.
Asimismo, y de acuerdo a lo señalado anteriormente, la coyuntura
política del país brinda la oportunidad para la elaboración de un estudio
teórico que explique la elevada presencia castrense en la administración
34

pública y en el control del poder político. En este sentido, las ideas de


Samuel Huntington sobre profesionalismo militar son fundamentales, debido
a que esté «implica la neutralidad política militante y protagónica del sector
militar»”, entendiendo que la razón de ser de la institución castrense es
defender la sociedad de amenazas externas y nunca dirigir dicha sociedad.
En base a las premisas señaladas, los lineamientos que definen la
elaboración de un eficiente control civil sobre la gestión de seguridad y
defensa de un estado democrático moderno se ha ido desdibujando en la
Venezuela de nuestros días, razón que obliga a recurrir a los teóricos
clásicos del control civil y el profesionalismo militar, con la intención de crear
conocimiento que nos permita aproximarnos al bagaje epistemológico que
existe sobre tan delicado tema y contribuir al avance del estado del arte.
En este sentido, desarrollar un estudio sobre el profesionalismo militar
y el control civil en la gestión de seguridad y defensa instrumentados en
Venezuela en los últimos sesenta años, resulta novedoso y servirá de
plataforma para una propuesta de lineamientos pertinentes que contribuya a
profundizar este tipo de estudios en Venezuela. Estos permitirían promover
las contribuciones críticas que podrían traducirse en nuevas ideas en las
correspondientes políticas públicas del sector castrense y complementar el
urgente avance que sobre este tema requiere Venezuela.
Por las razones señaladas, esta investigación aspira generar una serie
de lineamientos que contribuyan al debate público y académico sobre el
tema general de las relaciones civiles y militares, brindando la oportunidad de
desarrollar la educación ciudadana en los principios teóricos básicos del
control civil del sector militar, y promover una auténtica rendición de cuentas
de este sector, como en toda democracia, igualmente promover la gestión
civil de la seguridad y defensa nacional.
Al respecto, señala el investigador Luis Alberto Buttó (2015):

Debatir sobre el tema alimenta las posibilidades de que el control civil


democrático se concrete satisfactoriamente, pues implica desmontar la
35

autonomía adquirida en este sentido por el sector uniformado de la


sociedad, bajo el supuesto absurdo de que la discusión relacionada es
competencia exclusiva o monopolio de quienes hacen vida profesional
al interior de los cuarteles u otras unidades militares (Pág.90)

Ya para concluir, esta investigación pretende servir de guía para


iluminar las discusiones que sobre el tema de las relaciones civiles y
militares, han de promoverse desde el ámbito de las ciencias políticas, en el
entendido que solo a partir de estas discusiones se podrá avanzar en la
consolidación de una auténtica República civil, que brinde la oportunidad de
gestionar las políticas públicas de seguridad y defensa, desde un nuevo
andamiaje institucional, que priorice el debate de lo político para garantizar la
supervivencia de una verdadera democracia para Venezuela.
La pertinencia e importancia de las investigaciones académicas
destinadas a ofrecer luces sobre las relaciones entre la elite civil en control
del Estado y el sector militar de la sociedad, en la conformación de políticas
públicas de seguridad y defensa, se presenta en un momento crucial e
histórico para la democracia venezolana. Es tarea impostergable del sector
civil de la sociedad imponer la subordinación militar y la toma de decisiones
en la operación de la defensa nacional a los dictados emanados de los
representantes de la voluntad popular.
En definitiva, no existe justificación alguna para postergar los estudios
sobre el tema de las relaciones civiles y militares en esté presente, razón que
determina con carácter prioritario, que estos estudios estén presentes en la
agenda de investigación de los centros de educación superior de Venezuela
y Latinoamérica.

4. DELIMITACIÓN DE LA INVESTIGACION

En cuanto a la Delimitación del tema, el mismo se encuentra enmarcado


en la línea matriz Cuestiones Fundamentales de las Ciencias Políticas y
dentro de la línea potencial Teoría Política; asimismo fue realizada en la
36

ciudad de Maracaibo, del Estado Zulia, en el periodo comprendido entre el


2016 y 2019.
Desde la perspectiva teórica, esta investigación se basa en fuentes legales
como La CRBV (1999), la LOFANB (2015), la Ley Orgánica de Seguridad de
la Nación (2014), y en la doctrina de Huntington, (1957), Janowitz, (1960),
Finer, (1969), Moskos, (1971), Perlmutter (1981), Feaver, (2003), Buttó,
(2015), Sarkesian, S. y Connor, R. (2006), Irwin, y colaboradores. (2009) y
Straka, (2015), entre otros.

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