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- una dislocación en la que la producción ha entrado en una nueva relación con la

materialidad.

- nuestra civilización actual está condenada y que hemos alterado tanto la Tierra
misma que no hay forma de que vuelva a ninguno de los diversos estados
estacionarios del pasado?

- Guerras climáticas. Por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI.

- ¿qué hacemos cuando las preguntas son demasiado grandes para todos, y
especialmente cuando son tan enormes para el autor, es decir, para mí?

- Cuánto nos gustaba sentirnos pequeños ante la fuerza magnífica de las cataratas
del Niágara, la impactante inmensidad de los glaciares del Ártico o el paisaje seco y
desolado del Sahara! ¡Qué delicioso estremecimiento al comparar nuestro tamaño
con el de las galaxias, pequeño en relación con la Naturaleza pero,

- Pensemos cuán agradable sería volver al pasado, cuando la naturaleza podía ser
sublime y nosotros, los pequeños y endebles humanos, éramos simplemente
irrelevantes y nos deleitábamos en el sentimiento íntimo de nuestra superioridad
moral sobre la pura violencia natural. En cierto modo, la desconexión es la fuente
real de la negación misma.

- Ningún ritual nuevo puede salvarnos. Sentémonos entonces en una choza mágica y
sigamos negando, negando, negando hasta el amargo final.

- En el tiempo de la indignación, las redes sociales y las imágenes digitales, la


revuelta de octubre trasciende su concreta facticidad para constituirse en la
caleidoscópica imagen de una sociedad en situación de colapso. No se trataba de un
acontecimiento “revolucionario”, sino del fondo de la catástrofe neoliberal.

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