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Me cuesta tanto olvidarte

Mariela Michelena

y aA doña
don Santos
GladysMichelena
Paggioli,
que no pudieron olvidarse.
Agradecimientos

A las lectoras de Mujeres malqueridas, cuyos correos y comentarios me han


sugerido la necesidad de este libro.
A mis pacientes, a los que han conseguido olvidar y a los que aún están en ello.
A Darian Leader y su libro The New lac!, porque hay libros que pertenecen a la
bibliografía y otros a los agradecimientos.

A Mnica
confiado en mí másLiberman, mi editora
que yo misma, por de cabecera,
llevarme de lafirme,
manobrillante y cari!osa,
y protegerme de lospor haber
pla"os.
A mis amigas #eanette, $ichusa, Marina, Marucha, %eresa y &ecilia, por esos ratos
inolvidables de risas y confidencias. A 'lina, por su lectura generosa. A &laudia, por sus
buenas ideas. ( a )ole, )usana y *ego!a, por sus palabras.
A 'lías, $atricia y %amara, por confiarme sus penas y sus aciertos.
(, como de costumbre, a +ernando, por lo de siempre, pero más y cada ve" meor.
-ntroduccin

A raí" de la publicacin de Mujeres malqueridas, he tenido la suerte de recibir


cantidad de correos sobre todo de mueres que me escribían para contarme sus
historias, para agradecerme haberlas ayudado a comprender lo que les estaba pasando y
para retribuirme, con sus palabras, lo que sentían que habían recibido de las mías. /ran
parte de ellas me pedía ayuda, porque se sentían incapaces de romper con una relacin
enfermi"a.
/racias a esas historias, descubrí las incontables formas que pueden adoptar el
sufrimiento y el mal amor y los e0tremos a los que se puede llegar con tal de mantener
cerca a una parea. Me llamaba la atencin cmo, a pesar de las enormes diferencias que
había entre un relato y otro, las cuestiones de fondo se repetían. &omprob1 que mi libro
Mujeres malqueridas, efectivamente, generaba más preguntas que respuestas, y que la
mayoría de esas mueres me escribía buscando una solucin a su caso particular. 23%e
parece que lo puedo cambiar45, 236ay algo que yo pueda hacer para que siga conmigo45,
23%endría que dear de verlo45, 237u1 hago si me busca otra ve"4, 3Lo perdono de
nuevo45. Las mismas preguntas una y otra ve" apuntaban a algo más profundo, a una
dificultad que no se resolvía con una prescripcin concreta y mucho menos con un conseo
virtual vía correo electrnico. Lo cierto es que cada una de ellas buscaba, a su manera, el
consuelo que mitigara su dolor o al menos la lu" suficiente para comprenderlo y, además,
una 2buena compa!ía5 que las ayudara a desembara"arse de la 2mala compa!ía5 que tanto
las hacía sufrir. +ue mucho lo que aprendí de esos correos, que me sirvieron para pensar y
comprender meor a tantas mueres que pasan por situaciones parecidas.
De todas las cuestiones posibles que cada historia particular generaba, hubo una que
se repiti en casi todos los casos, a veces en forma de pregunta, a veces en forma de
peticin, casi siempre en tono de súplica. 8na de mis lectoras lo resumi a la perfeccin9
2:ale, comprendo lo que dices en tu libro. $ero ahora, dime, 3dnde puedo aprender cmo
dear de llorar45.
'n su te0to reconocí el eco de lo que había leído y escuchado tantas otras veces9
2:ale, soy una muer malquerida, lo recono"co, y ahora, 3cmo hago para dear de llorar
por una ruptura4 3&mo rompo con 1l si todavía lo quiero4 3&mo me recompongo4
3&mo me invento una vida nueva4 3%engo que renunciar o debo insistir4 3&mo hago
para sobrevivir a esta horrible sensacin de vacío45.
De alguna manera, yo sentía cierta responsabilidad por haber contribuido a poner a
todas esas mueres en el punto de partida de un tortuoso camino de separacin y de duelo. (
tambi1n me veía comprometida a darles algo más que palabras de cari!o y consuelo. 'ra
difícil consolarlas, yo sabía que dear de llorar solo vendría despu1s de haber llorado
mucho. Las rupturas siempre son dolorosas y no se liquidan del todo, a menos que se pueda
atravesar ese desierto que los psiclogos llamamos duelo. Más allá de lo mucho que
hayamos sufrido por una relacin, si queremos liberarnos completamente de ella, es preciso
que nos ocupemos de ella sin 1l por algún tiempo.
$ara dear de llorar es importante comprender por qu1 estamos llorando. ( ese es el
obetivo de este libro. -ntenta ser un mapa del duelo que hay que atravesar despu1s de una
ruptura, un álbum fotográfico de las diferentes caras que adopta la separacin, una
cartografía
reencuentrodel
condolor y de la recuperacin
uno mismo. 8n cuadernodedeese dolor;del
bitácora de sufrimiento
la pena, del yalivio
de lay del
reconstruccin, de la obsesin por el otro y de la liberacin. 8na mano que acompa!e a lo
largo del túnel y de su oscuridad hasta que apare"ca de nuevo la lu". Además del consuelo,
de mi solidaridad y mi cari!o, esto es lo que quiero ofrecerles a mis lectoras.
'l barranco

'n :ene"uela llamamos 2barranco5 a ese momento de desesperacin que sigue a un


desenga!o amoroso. 8n 2barranco5 es un despecho en toda regla. Angustia, triste"a, rabia y
desconsuelo remoados en aguardiente o ron. $ara un 2barranco5 sería más adecuada una
<oc=ola de cantina que un i$od %ouch, porque las noches largas de un 2barranco5 reclaman
un bolero, una ranchera o un tango. La meor definicin de lo que es un 2barranco5 la
encontr1 en la página de +aceboo= de 2Le *arranco +ratrie59
Asume tu barranco dice y participa en la página de 2Le *arranco +ratrie5, la
única 26ermandad del *arranco5 cuyo obetivo es permitir la libre e0presin de celos,
rabias, llantos, emociones viscerales que te atormentan en la soledad. (a no estarás sola>o,
aquí te ofrecemos un espacio para el desahogo. &omparte con nosotros, aquí tendrás un
hombro virtual que liberará tu alma. ?o importa la naturale"a de tu barranco. *arranco es
barranco.

'l caso es que este barranco virtual y metafrico me record a otro barranco esta
ve" uno verdadero que tuvo una gran importancia en mi ni!e". &uando yo era peque!a,
para llegar andando a la avenida principal había que bordear un peque!o barranco
verdadero de unos cincuenta metros de e0tensin y una profundidad completamente
insondable
acompa!adapara mismadre
de mi oos infantiles.
y muchas @8n
otrasprecipicio, vamos
con mi abuela. Muchas
Ambas vecesalhice
estaban tantoelde
trayecto
mi
terror a esos cincuenta metros de abismo, pero tenían m1todos muy diferentes de encararlo.
A mis cinco a!os, mi madre quería hacer de mí una muer de mundo, segura, autnoma e
independiente; así que se colocaba en un e0tremo del barranco y me hacía caminar sola al
borde del precipicio entre los coches y el abismo mientras me animaba con frases del
estilo9 2@?o seas tonta que no pasa nada5, 2@&amina sin chistar5, 2@%odo el mundo
camina por aquí y no le pasa nada5. Mi abuela, en cambio, a esos mismos cinco a!os, me
seguía tratando como a un beb1 y no permitía que ningún miedo me ro"ara. $ara eso estaba
ella, para interponerse entre mi miedo y yo. 'ntre cualquier barranco de la vida y yo. Así,
cuando teníamos que ir a la gran avenida, dábamos un larguísimo rodeo para que yo no
tuviera que acercarme @ni de leos a mi peque!o abismo. Lo cierto es que a ninguna de las
dos se le ocurri darme la mano y cru"ar el barranco conmigo. A ninguna de las dos se le
ocurriLos
reconocer
duelos mi
sonmiedo y acompa!arlo.
esos barrancos que nos sorprenden en el camino de la vida y que dan
v1rtigo. *arrancos que, nos guste o no, tendremos que atravesar para continuar el recorrido.
?egarnos a pasar por ellos, no nos salvará del barranco, sino que nos detendrá en su orilla.
Atravesar ese terreno escarpado y bordear el precipicio no es agradable, a nadie le gusta,
pero la alternativa es quedarnos parali"ados. $uede que hagamos grandes esfuer"os, puede
que pongamos todo nuestro empe!o con tal de no atravesarlo, pero si no avan"amos, es
como si estuvi1ramos pedaleando y pedaleando sobre una bicicleta estática9 @sudaremos
mucho, pero no llegaremos a ninguna parte
'l obetivo en la vida no es permanecer parali"ados donde estamos ni regresar a la
casilla número cinco, aquella en la que estábamos antes de la ruptura o de la p1rdida; el
obetivo es avan"ar, atravesar el 2barranco5 y llegar lo más sanos y salvos posible a la
casilla número ocho, que será la que siga a la elaboracin del duelo. 'n la casilla número
ocho, no seremos los mismos que 1ramos en la cinco. &uando lleguemos allí, sabremos más
de nosotros, sabremos más de la vida, del duelo y del dolor y, @lo más importante, nos
habremos demostrado a nosotros mismos que podemos sobrevivir a la agonía que supone
un abandono y al desconsuelo de una p1rdida. 'l 2barranco5 es un camino con diferentes
escalones. ?inguno de ellos es, ni puede ser, para siempre. La consigna es habitar cada
escaln, sin saltarnos ninguno, y pasar al siguiente. ( así con uno, otro y otro, hasta que
volvamos a pisar tierra firme y el mal amor sea un buen recuerdo y poco más.
6ay libros que parece que se inspiran en mi madre y que te dicen9 2&amina tú sola.
?o tengas
alguna ve"miedo, que
por aquí no hay
y no es unra"n
precipicio, es un peque!o
para asustarse. barranco.
@?o seas %odo
tonta @?o es el mundo
para tantopasa
@Levántate y anda @?o pasa nada5. Btros libros da la sensacin de que toman sus conseos
de mi abuela, esos dan rodeos y evitan el duelo negándolo9 2@Divi1rtete @Disfruta Al
barranco del duelo ni mirarlo, @es tan horrible que meor no te acerques a 1l @La vida es
bella @A rey muerto, rey puesto5.
(o, que tengo e0periencia en duelos y en barrancos Cpropios y aenos, reales y
metafricos, s1 que asustan, s1 que son difíciles de atravesar, pero s1 tambi1n que hay que
poder pasar por ellos. &on este libro he buscado darle la mano a cada lector para
acompa!arle a transitar su 2barranco5 particular y ayudarle a llegar sano y salvo a la gran
avenida donde la vida continúa. 6e intentado ir a su lado con una linterna, para arroar
cierta lu" en el camino y avisarle9 2Ahora hay piedras, ahora hay tierra, el camino por aquí
está asfaltado, cuidado a la derecha que vienen coches5, para que, al final, cada quien
pueda tomar las riendas de su propia vida y decidir si quiere seguir andando solo o
acompa!ado.
$ero no atraves1 solamente barrancos infantiles; durante mi adolescencia Ecomo
todasF sufrí toda suerte de torturas de amor. @)e sufre tanto a los quince Menos mal que
allí estaba mi amiga 'no1 con un bolero perfecto que resumía y aliviaba mi dolor uvenil.
'n aquella 1poca ugábamos a 2hablar en boleros5 y nos consolábamos cantando. 2( a
fulanito, 3tú qu1 le cantarías45. 2$ues9 G)in ti, qu1 me puede ya importarHI5. 2?o, tú
meor cántale9 G%e vas porque yo quiero que te vayasI5. ( siempre terminábamos cantando
a dúo y a vo" en cuello9 2$ero el negro de M-) oos que no muera, y el canela de M- piel se
quede igualH5.
Así que este libro de despechos, duelos y despedidas tenía que venir acompa!ado de
la banda sonora de los boleros de siempre, que tanto saben del amor y del dolor.
Me cuesta tanto olvidarte

Btras preguntas que escucho con frecuencia se refieren a la avalancha de


sentimientos que se suceden despu1s de la separacin9 23's normal que lo eche tanto de
menos45, 23's normal que todavía lo desee45, 2@?o puedo dear de pensar en 1l5, 23's
normal que nos hayamos acostado esta ma!ana cuando vino a buscar a los ni!os45. (o les
diría9 3es que hay algo 2normal5 despu1s de un terremoto o de un tsunami4 's difícil
clasificar como
a los que nos 2normales5
vemos o 2anormales5,
impelidos 2buenos5
despu1s de una o 2malos5
catástrofe. los actos
( cr1anme, de supervivencia
aunque sea para bien,
una separacin es siempre una catástrofe.
%omar la decisin de separarse es muy difícil, de ello dan cuenta las cientos de
mueres que siguen aferradas a relaciones destructivas y sin futuro, que no se atreven a dar
el paso a pesar del calvario que es su vida cotidiana. $ero es que despu1s de la separacin,
todavía queda por delante el trabao del duelo y de la reconstruccin, el trabao del olvido.
)i en Mujeres malqueridas hablábamos de mueres enganchadas a relaciones
imposibles, esta ve" hablaremos de mueres abatidas por la ruptura. Mueres que
permanecen aferradas al recuerdo de un hombre, da igual el tiempo que haya pasado desde
la última ve" que se vieron. $uede que hayan pasado meses, a!os, pero ellas siguen
dedicándole parte de su tiempo, parte de sus pensamientos y de su vida. (a sea para odiarle
o para hacerle la vida imposible, ellas siguen amarradas a 1l con la"os invisibles que no
saben o no quieren
del despecho romper.pero
o del rencor, (a no
lo son esclavasesdeque
importante su todavía
amo, ahora sondue!as
no son esclavas
dedel
susrecuerdo,
vidas.
'l duelo

&on el paso del tiempo, con la e0periencia, cada ve" estoy más atenta a los duelos
postergados de mis pacientes, a lo difícil que es reconocerlos y atravesarlos. 'sta 2sociedad
de la felicidad5 no nos dea estar tristes. La pena no tiene ningún glamour, actualmente se
considera descort1s para con los demás mostrarse d1bil, porque se teme que la triste"a sea
contagiosa, y se tiene pavor a que el dolor aeno despierte al propio. La pena no vende, la
pena asusta tanto
les mantiene como
a raya. 'n el
el )-DA, y alos
meor de loscasos,
afectados por el
sin duda con2virus5 del duelo
muy buenas se les aísla,
intenciones, se se
les
colma de mensaes del tipo9 2(a está bien5, 2:enga, tampoco es para tanto5, 2'so pas
hace ya mucho tiempo5, 2Mírale el lado bueno5, 2@'spabila5, 2@Anímate5. ( asíH en la
negacin del duelo, hay algo de9 2@$or favor, por favor, no despertemos a la bestia del duelo
que me puede pillar a mí tambi1n5, pero esa bestia es de las que crece mientras duerme. 'l
duelo se apropia sibilinamente del afectado y es enorme la cantidad de energía que
invertimos para negarlo, para darle la vuelta a una tortilla que sabe amarga, se la mire por
donde se la mire.
:eremos cmo negar un duelo es un mal negocio. )ale muchísimo más a cuenta
reconocerlo, aceptar la pena, sufrirla, llorarla todo lo que haga falta y concederle un lugar
en nuestro interior, donde permane"ca bien despierta y empaquetada, para entonces poder
dearlo definitivamente en el trastero. $ero en el trastero, no en el saln. ( en la cocina. (
en la cama. ( eneslaun
'l duelo entrada.
proceso( normal,
en la alfombraH
doloroso, largo a veces @muy largo, pero
pasaero. La depresin, en cambio, es un estado alterado de la afectividad. 's importante no
confundir duelo y depresin; confundirlos, igualarlos, lleva a consecuencias perudiciales
para el interesado9 medicali"acin de un sufrimiento que es normal, uso inadecuado de
fármacos que no pueden desbloquear problemas abordables en un tratamiento psicolgico
o, en el otro e0tremo, triviali"acin de una patología empleando m1todos psicolgicos en
cuadros psiquiátricos que precisan tratamiento farmacolgico.
Me gustaría sumarme a ese coro de voces que dicen que no pasa nada, que,
poniendo un poquito de nuestra parte y de buena voluntad, esto se supera en un par de
meses. 7ue siguiendo unas cuantas reglas y suetándonos a unos cuantos pensamientos 
@positivos, siempre positivos, saldremos indemnes del sufrimiento que nos provoca una
ruptura. Me gustaría, digo, porque así este libro estaría más a la moda y más acorde con los
tiempos que
nuestras corren,
manos, en donde
de que no haysemás
nosque
vende la ilusin
querer de omnipotencia
para poder, de que solo de que todoseguir
es preciso está en
las
instruccionesH Me gustaría porque eso tiene meor prensa, porque es un mensae más
reconfortante. 'sa lectura serviría de alivio a quienes me leyeran; de alivio pasaero, tipo
aspirina, pero alivio al fin. Me gustaría, pero no puedo. 'se libro ideal me dearía fuera a
mí, a mis pacientes y a muchísima gente que sufre despu1s de una p1rdida y que no
entiende muy bien por qu1 sufre tanto. Dearía fuera a quienes, despu1s de a!os de una
separacin, siguen enganchados en peleas encarni"adas con abogados. 7uiero dar cabida en
este libro a aquellos que despu1s de mucho tiempo de haberse separado no consiguen
retomar las riendas de su vida, a todos aquellos a quienes les cuesta tanto olvidar.
'n cualquier caso, veremos que olvidar es posible, que la vida no termina con el
dolor del duelo, sino que en muchos casos empie"a allí. :eremos que la reconstruccin de
la propia identidad despu1s de una ruptura es una aventura que vale la pena disfrutar porque
aún queda mucho por descubrir y mucho por vivir, independientemente de si la vida se
rehace en parea o en solitario.
( una aclaracin final. &omo siempre, hablaremos de mueres, aunque tambi1n
est1n incluidos los hombres. &omo siempre, sabemos que las generali"aciones son pecado.
&omo siempre. $ero tambi1n sabemos que hay pecados inevitables que acortan los
caminos. $ecados veniales que se cometen en aras de la comodidad y de la simplicidad del
te0to. Dicho esto, ya no me sentir1 obligada a incluir una y otra ve" el 2ellos5, 2ellas5, el
2no todos5, 2algunos5, 2a veces5, y ese largo etc1tera de coletillas que caracteri"an a lo
políticamente
'spero correcto
que este ylibro
que no
interrumpen la fluide"
dee indiferente de la lectura.
al lector, pero, sobre todo, confío en que no
le va a dear desamparado. 'ste libro le va a acompa!ar, no solo durante su lectura, sino a
lo largo de la vida. Los duelos forman parte de la vida, y cuando pase usted por otro
2barranco5, o por cualquier otro duelo, lo que ley en estas páginas volverá a servirle de
consuelo, y qui"ás de linterna de emergencia.
&apítulo J

3$B< 78K &8')%A %A?%B BL:-DA<4

"lvidarte me cuesta tanto#

M'&A?B

No e$iste momento del d%a en que pueda apartarte de m%

&B?%-/B '? LA D-)%A?&-A

La mayoría de los correos que recibo pertenecen a mueres que no han podido pasar
página. &omo si sus dedos estuvieran adheridos al papel, presos de una suerte de rigide"
post mrtem, no son capaces de moverlos para que la página de ese mal amor quede atrás.
's como si hubieran deado una parte de su vida en una casa de empe!o. 'se tro"o de su
vida es suyo, sí, pero no pueden usarlo. $asa como con el relo del abuelo9 lo que se ha
empe!ado no está al alcance de su due!o y no se puede usar. )u vida es suya como la
sortia de la abuela, pero un aeno la tiene secuestrada aunque a 1l no le sirva para nada.
'so que es tan valioso para ella y que ha cuidado durante tantos a!os, el otro lo tiene
arrinconado en un armario oscuro de su casa de empe!o, no le hace ni caso y ni siquiera
recuerda muy bien dnde está. &omo ocurre en todas las casas de empe!o, la muer que
quiera recuperar ese tro"o de su propia vida tendrá que pagar un precio. A quienes vemos la
película desde fuera nos parece que vale la pena pagarlo. @'s tanto lo que está en uego @'s
tanto lo que se está perdiendo @'s tanto lo que sufre y lo que podría ganar a cambio )in
embargo, a la interesada, el precio del olvido le resulta e0cesivo.
'scuchemos algunos testimonios9

Adela
'l dolor se aplaca con el tiempo. $ero no es suficiente. 7uisiera que /abriel
desapareciera para siempre. 7uitarle las cosas que yo misma le puse y verlo como es, como
realmente fue conmigo. 's raro que todavía me afecte tanto, porque ni muchísimo menos
volvería con 1l. ?o es amor lo que me une a 1l, es que a mí siempre me ha costado
desprenderme de las cosas inservibles. %engo la sensacin de que si tiro algo, pongamos,
unos apuntes del colegio o unos vaqueros de cuando era adolescente, pierdo algo de mí. 's
como si, conservando todo lo que conservo, me conservara a mí misma. &omo si todo lo
que he tenido alguna ve" fuera yo misma. 'so es lo que me debe de pasar con los
recuerdos.

%iene ra"n Adela, y su argumento e0plica parte de la dificultad que tenemos para
olvidar un mal amor. De alguna manera, estamos modelados por lo que hemos vivido y,
sobre todo, por aquellos a quienes hemos amado. Dice Leader CN que así como 2eres lo
que comes5, tambi1n 2eres aquello que has amado5. 'n esa medida, aferrarnos al recuerdo
de un amordeseo
cualquier perdido es una forma
de regresar unto de preservar
a ese hombreuna
queparte de nosotros
nos quiso mismos, más allá de
tan mal.

&eticia
?o quiero seguir sufriendo por 1l, no quiero que me siga afectando, quiero que sea
un cero a la i"quierda en mi vida. $ero, despu1s de dos a!os, sigo pensando en 1l, pregunto
por 1l, busco encontrármelo en alguna reunin de trabaoH <econo"co que yo sigo
enganchadaH

'n ocasiones, el doliente llora, y no sabe muy bien por qu1 llora. )ufre y no sabe
qu1 es lo que le hace sufrir tanto. Algo ha perdido, pero no tiene muy claro qu1 fue lo que
perdi. Lo cierto es que 2seguir enganchada5 como Leticia y mantener vivo el recuerdo es
una manera de preservar un cierto vínculo con el ausente.
Btras
como en veces,
el caso a la pena se le suma el castigo que el sufriente se propina a sí mismo,
de Maite9

3&mo puedo estar sufriendo tanto por ese sinvergOen"a4 @Despu1s de todo lo que
me hi"o $or supuesto que estoy furiosa con 1l, pero, sobre todo, estoy furiosa conmigo
misma. ?o s1 cmo pude aguantar su maltrato. ?o me lo perdono. Más que echarlo de
menos o recordarlo, lo único que pienso es9 @soy idiota @Debo de ser muy idiota ?o deo
de torturarme por no haber terminado esto mucho antes.

&omo si el sufrimiento del abandono o de la despedida no fuera suficiente, el


doliente padece tambi1n el dolor de la humillacin a la que 1l mismo se somete. &on la
quea y con el reproche hay que tener buena puntería y dirigirla en la direccin correcta.
8na cosa es reconocer nuestra participacin en los hechos que hemos vivido y otra muy
distinta&uando
torturarnos.
los psicoanalistas nos encontramos ante un duelo imposible de manear
sospechamos que el sufriente no solo ha perdido a un ser amado, sino que, además, ha
perdido una parte importante de sí mismo. 'sa parte que le había regalado a su amor, ese
aspecto de sí mismo del que se había desprendido y que había puesto como una ofrenda a
los pies del amado. <ecordemos que durante el enamoramiento la entrega pretende ser
total. )e entrega la voluntad y el deseo, los sue!os, el futuro, los oos y las manos. 'l
enamorado es un esclavo a merced de los deseos de su amor. )in que nadie nos lo pida, nos
vamos regalando a gaos a la otra persona y, en el meor de los casos, se produce un
intercambio con los gaos que el otro nos ofrece. Así, cuando el amor se acaba, cuando
alguno de los dos parte o cuando ambos deciden que no es posible continuar, la sensacin
de p1rdida puede ser muy intensa, y no solo concierne al que se va, no solo lo perdemos a
1l, sino que afecta tambi1n a esos aspectos nuestros que en su momento ofrendamos al
amado y a esos aspectos del amado que hacen de nosotros quienes somos. &omo dice el
bolero9 2&on qu1 triste"a miramos un amor que se nos va. 's un peda"o del alma que se
arranca sin piedad5.
'l 2amor que se nos va5 no solo nos arrebata su compa!ía y su calor, no se lleva
únicamente a su persona, sino que tambi1n arrastra a parte de la nuestra, un mendrugo de
nosotros mismos se va con 1l. $or eso nos sentimos mancos, vacíos, incompletos, sin ese
2peda"o del alma5 que nos hemos arrancado en la despedida y que el otro se ha llevado
como por descuido en los bolsillos.

pesando&uando el ser amado


sobre nuestros se hati!endo
hombros, ido, de 1l
de no nos queda
oscuridad más que
la vida que tenemos
su recuerdo y su sombra
alrededor. )u
sombra cae sobre nosotros como un nublado y ensombrece todo a nuestro alrededor; lo que
hacemos, lo que pensamos. Btro bolero lo dice meor que yo9 2)ombras nada más, entre tu
vida y mi vida. )ombras nada más, entre tu amor y mi amor5.
( sumido entre las sombras, el futuro se vislumbra fatal. ?o se distinguen los
contornos del camino y todo alrededor nos resulta turbio, oscuro y peligroso.
<ecuerdo a una paciente que describía muy bien el sentimiento 2sombrío5 del
duelo. María pecaba de intermitencia, y su relacin estaba sueta a los baches y a los
subidones que le son tan propios a ese pecado. 'l 2Ahora te quiero, ahora te deo y ahora te
vuelvo a querer5 era el pan nuestro de cada día en su relacin de parea. $ara ustificar sus
regresos me e0plicaba9

&uando
claro, gris mealgo
oscuro, separo de 1l espor
de blanco como
allí,simucho
la vidadetranscurriera en blanco
negro por alláH y negro.
?o s1, todo se/ris
ve
triste, feo, apagado. )í, es como una película en blanco y negro. 'n cambio, cuando vuelvo
con 1l, mágicamente la vida recobra sus colores, todo se ve precioso, como con más brillo,
con más lu".

6ay que decir que su 2vida en colores5 parecía un cuadro de $olloc=, muy colorido,
sí, muy intenso, pero tremendamente atormentado. )in embargo, la ausencia de su adorado
tormento lo oscurecía todo y deaba su vida en blanco y negro, como a media lu".
Btras veces el autorreproche ese 2)oy tonta, cmo me puede haber pasado5 no
es más que el reverso de lo que sería el reproche al otro9 2's que es tonto, cmo me pudo
haber deado5. 3$or qu1 nos resulta imposible formularlo como reproche4 $orque, en
alguna parte, no reconocemos la separacin. &omo todas las operaciones misteriosas del
alma, esta
amado consiste
se ha enotra
aleado, que,parte
aunque unay parte
siente sobrede nosotras
todo sabe y como
se comporta reconoce
si 1lque nuestro
no hubiera
puesto el rtulo de 2+-?5 a nuestra historia, sino como si nosotras colocáramos el cartel de
2&B?%-?8A<P5. La separacin parece poner de manifiesto cuánto de nuestra historia de
amor se había construido sobre una impostura. ?o estábamos viviendo una historia de amor
con una persona corriente, sino con un se!or al que habíamos entregado 2hacienda y vida5,
con la única condicin de que aceptara interpretar de ve" en cuando el papel que
nosotras habíamos escrito para 1l.
)i pensamos9 2Kl no se ha ido, es que yo he for"ado que me dee porque soy
demasiado egoísta, estricta, celosa, responsable, desordenada, fría o cari!osa, sincera o
impacienteH5. La pelota estará en nuestra cancha y seguiremos siendo soberanas, aunque
sea a costa de 2hacienda y vida5. )oberanas, aunque nuestra autonomía se redu"ca a
administrar cmo y cuándo perderemos la dignidad, cmo y cuándo perderemos nuestra
libertad. ?osotras somos las únicas directoras de la película que nos montamos. Al
protagonista le pagamos honorarios desorbitados que sacamos de nuestra propia hucha9
dignidad, libertad, respeto, cari!o. 'l problema es que cuando hemos invertido tanto en
nuestra superproduccin, no es fácil abandonar el proyecto solo porque el protagonista
tenga dudas, porque no se quiera comprometer, porque tenga estallidos de clera o porque
est1 dispuesto a escuchar otras ofertasH -nsistiremos9 23&uánto más tendr1 que pagar4 @Lo
pago @Me da igual @'mpe!ar1 mis ahorros, mi seguro de vida, las oyas de la familia, los
bonos del estado y los fondos de pensiones @Lo que haga falta5. &uando, a pesar de todo
lo que le hemosque
comprobamos dado y de haber
nuestro complacido
protagonista ya nosus
estácaprichos desorbitados
con nosotras y vemos de superstar,
su foto en el cartel
de una película serie * unto a una actri" de segunda, entonces trasladamos el rodae a
nuestro interior. A nuestro estudio particular de filmacin. 3)in el actor4 @?o importa @?i
falta que hace @La imaginacin al poder La discusin que antes se dirimía fuera, entre
actor y directora, ahora se solventará dentro, entre la directora y su dolor. 'ntre la directora
y su sensacin de abandono. 'ntre la directora y todas las prendas propias con las que había
adornado al actor principal para el espectáculo.
-nsistimos en recordar, en rumiar los recuerdos, en repasarlos y en multiplicarlos.
Mantenemos el vínculo a trav1s del recuerdo, aunque sea imaginario, aunque sea para
odiarle o para odiarnos. <ecordar es encerrarnos en nuestra habitacin a proyectar, una y
otra ve", las tomas falsas, a editar y a montar las películas que hicimos con 1l, o que no
hicimos. -ncluimos fotogramas, cambiamos los diálogos y las bandas sonoras. 3( si el
guin
cámarahubiera sidodetenido
se hubiera otro4 3(más
si leen
hubi1ramos dado
los close ups todavíadecirse
4 $odría más protagonismo4 3(essiuna
que el recuerdo la de
las formas que tenemos de postergar el duelo y el dolor del vacío. Aferrada al recuerdo, a
las vieas cintas de película, la directora, al menos, está aferrada a algo.
Lo llamamos recuerdo, pero esta actividad fren1tica y aislada del resto de la vida y
de la realidad no es el recuerdo corriente, no es la memoria, sin la que no seríamos quienes
somos, sin la que no podríamos vivir. 'sta actividad que nos atrapa no es un salvavidas que
se hincha en un momento de necesidad y nos ayuda a salir a flote, sino la pie"a más pesada
del naufragio. Abra"adas a ella nos hundiremos sin remedio. 'l 2barranco5 del duelo y la
sensacin de soledad absoluta es una travesía larga y difícil; por eso debemos cuidarnos de
cargar con esos pesos el menor tiempo posible.
&apítulo 

<AQB?') )8*#'%-:A)
$A<A ?B )'$A<A<)'

'Ay, amor(, ya no me quieras tanto)

'Ay, amor(, no su*ras m+s por m%)

?B M' 78-'<A) %A?%B

)epararse es difícil. @:aya descubrimiento %anto, que a pesar de lo deteriorada que


pueda estar una relacin, hacemos lo indecible para no pasar por ese trance y esgrimimos
un montn de buenas ra"ones para mantener unida a la parea. Desde las ra"ones afectivas,
hasta las econmicas, pasando por las religiosas o las familiares9 2's que yo lo quiero5, o
2(o s1 que 1l me quiere5 son las más socorridas, seguidas de9 2Los ni!os todavía son
peque!os5, o 2Me da pena hacerle da!o5, 2?o voy a echar por la borda los a!os que
llevamos untos5, para cerrar con las más crudas9 2's que me da miedo quedarme sola5, 2A
mi edadH5.
%odas estas ra"ones son más o menos obetivas y tienen su cuota de verdad, todas
ellas valen, y cada una por separado puede ser motivo para reconsiderar la situacin e
intentarlo de nuevo. %odas ellas, aunque sean e0cusas, son buenas ra"ones por las cuales
una parea decide no separarse.
)in embargo, cuando el amor se ha ido y el respeto hace mucho que desapareci,
cuando la convivencia es insostenible, o cuando el enga!o y el maltrato son la moneda de
cambio entre dos personas, esas buenas ra"ones resultan insuficientes para entender por qu1
se prolonga una situacin tan infeli".
&uando hablamos de las ra"ones subetivas para no separarnos, me pregunto9 3qu1
es lo que nos impide separarnos de alguien que nos hace la vida imposible4 3$or qu1
insistimos infinitamente en una relacin desgraciada4 3$or qu1 perdemos nuestro tiempo
intentando resucitar una convivencia que hace mucho que está obetivamente muerta4 3$or
qu1 perdonamos y perdonamos y perdonamos lo imperdonable con tal de mantener al otro a
nuestro lado4 'n resumen, 3por qu1 una muer malquerida tiene tanto miedo de perder a su
malqueredor4
3A cualquier precio4

?o es lo mismo comprarse un Mercedes que un $anda, lo s1, cada uno de ellos tiene
su precio. 'l que quiera un Mercedes tendrá que estar dispuesto a pagar el precio
elevadísimo de un Mercedes, pero no más. %enemos que saber qu1 queremos y qu1 precio
estamos dispuestos a pagar por lo que queremos. $ero sin perder de vista que 2cualquier
precio5 por un coche, por unos "apatos o por una historia de amor es siempre @siempre
 un mal
alguna negocio.
parte 2&ualquier
tiene que haber un precio5 es, algún
límite. 'n sin e0cepcin,
momentounhayprecio demasiado
que poder decir9 alto.
2$or'nahí no
paso5, 26asta aquí hemos llegado5 o 2A esto no estoy dispuesta5.
'sto me recuerda un chiste9 uno que tiene su primera tareta de cr1dito descubre que
puede comprar con ella todo lo que quiere y se dedica @a pagar y a pagar, @a comprar y a
comprar A fin de mes lo llaman del banco9
Biga, @que está usted en números roos
3( aceptan tareta de cr1dito4 responde 1l.
$ues algo así nos pasa cuando pagamos precios desmesurados por mantener viva
una relacin y no llevamos la cuenta de lo que estamos gastando. )iempre es meor pagar al
contado, comparar precios y revisar cada tanto el e0tracto bancario para saber cuánto nos
queda y cuánto hemos gastado, y no recibir sorpresas desagradables. $orque el e0tra, el
e0ceso, el -:A o los intereses los pagaremos a costa de nuestra dignidad, de nuestra
autonomía, de nuestras
nuestros hios, relaciones
de la posibilidad defamiliares, de meorH
una relacin nuestro trabao,
A veces,detrágicamente,
la consideracin de de
a costa
nuestra propia vida.
)i alguien nos preguntara, a priori y en teoría, si seríamos capaces de mantener una
relacin 2a cualquier precio5, todas contestaríamos al unísono un clamoroso @no 'n
nuestro sano uicio, la respuesta normal es que a cualquier precio no estaríamos dispuestas
a casi nada. )in embargo, si alguien te preguntara si serías capa" de dear de ponerte falda
para evitar que tu novio se ponga de morros; o si pondrías una e0cusa a tu hermana para no
ir a merendar los ueves con ella, como han hecho siempre desde que ella se cas, con tal de
que tu marido no dee de hablarte dos días; o si estarías dispuesta a abandonar los partidos
de pádel de los sábados por la ma!ana con tus amigas del colegio para estar a disposicin
de tu nuevo novioH entonces, muchas, demasiadas, vacilaríamos. 'n los detalles peque!os,
en las minucias, es donde renunciamos a nosotras mismas y vamos pagando poco a poco
ese elevadísimo
una 2cualquier precio5
abogada matrimonialista que habíamos
de cincuenta urado no pagar. 'scuchemos a &arola,
y dos a!os9

?unca pens1 que esto podía pasarme a mí. $or eso perdon1 tantas cosas, porque
creía que lo tenía todo controlado. @6e visto tantos casos y estaba tan segura de que a mí no
me iba a pasar 'so le sucede a las otras, a mis clientes, no a mí. @?o a mí @?o puedo creer
que yo haya llegado a este e0tremo

B a -sabel, enfermera de cuarenta y siete a!os, acostumbrada a consolar a propios y


e0tra!os, que se lamentaba de su situacin con estas palabras9

A mis amigas les doy conseos estupendos que yo misma soy incapa" de seguir. :eo
muy claro lo que le pasa a los demás, pero yoH @$are"co ciega cuando se trata de mí
mismaH
B a <ebeca, una funcionaria de tráfico, quien, a sus veintinueve a!os, afirma9

&uando escuchaba los casos de maltrato por televisin, me daba rabia y no entendía
por qu1 una muer deaba que la situacin llegara hasta esos e0tremos. 6oy me veo a mí
misma y no me recono"co. 3&mo no me di cuenta a tiempo4

correos Algunas de estas


que recibo. &omofrases laselhesano
vemos, escuchado
uicio, en
en la consulta de
cuestiones y otras
amor,lassehe leído en 'n
tambalea. los
asuntos del cora"n, la ra"n tiene poco que decir. La locura de amor, cualquier locura,
suele obedecer a ra"ones que no controlamos conscientemente. $or eso es difícil entender
por qu1 nos cuesta tanto decir @basta
'n este capítulo me gustaría que revisáramos algunas de las ra"ones que he
denominado 2subetivas5 y que nos acechan aga"apadas desde el inconsciente. 'n Mujeres
malqueridas dedico un espacio considerable a e0plicar esa característica que tenemos los
humanos de contradecir nuestras palabras con nuestros actos. Decimos que queremos una
cosa, mientras que ponemos todo nuestro empe!o en hacer otra. Allí hablábamos de 2la
agenda oculta5, esa en donde el orden del día se escribe a nuestras espaldas, desde la
historia infantil de cada quien, desde las relaciones tempranas y las e0periencias más
remotas. Ahora hablaremos de la resistencia inconsciente que mostramos ante cualquier
cambio,
nadie es de la angustia de
indispensable, separacin
nadie y de la ideali"acin.
puede reempla"ar :eremose0aminaremos
a nadie. %ambi1n tambi1n cmo,qu1
si bien
se
uega detrás de la coartada del 2Más vale malo conocido que bueno por conocer5. (, para
terminar, nos acercaremos a los misterios de la arrogancia.
<esistencia al cambio

'n general, nos resistimos a cualquier cambio. ?os aferramos a lo que somos, a lo
que conocemos y a lo que tenemos, aunque sea malo. $erpetuamos situaciones srdidas que
terminan por resultarnos cmodas, porque son conocidas. 'ncontramos ventaas
ine0plicables de las costumbres más disparatadas. )abemos a ciencia cierta que nos
perudican. )abemos que lo que 1l hace demasiado a menudo no se llama 2ponerse
nervioso5
sepamos, unsino colocarse,
e0tra!o placerinsultarme y "arandearme,
nos alienta peroayuda
a ustificarle, nos es como fumar, daque
a contarnos igual
en lo que
realidad
lo hace porque le importamos demasiado, o porque algo habremos hecho mal. #ustificamos
tercamente cada uno de sus desprecios, cada uno de sus insultosH aunque nos mate. 's
como si fu1ramos adictos a nuestros síntomas, como si nos uniera a ellos un cari!o y una
lealtad fero", y no estamos dispuestos a abandonarlos así porque sí, solo porque alguien nos
diga que es 2por nuestro bien5. 37ui1n puede saber meor que uno mismo lo que a uno le
conviene4 'l resultado es que en ciertos ámbitos de nuestra vida nos cuesta más cambiar
que sufrir. Aunque pare"ca e0tra!o, es así, cuando se trata de ciertos temas, o de ciertas
personas, preferimos sufrir que cambiar.
La resistencia al cambio es una de esas cuestiones de la naturale"a humana que
solamente pueden e0plicarse si reconocemos que no estamos hechos de una sola pie"a, sino
que tenemos dobleces y que la mayoría de nuestros pliegues se nos escapan porque
pertenecen
buscan ayudaal reino del inconsciente.
con esfuer"o Las consultas
y determinacin psicolgicas
para llevar una vida se nutren
meor de personas que
y que
simultáneamente parecen dominadas por ese e0tra!o poder obstinado en mantener vivo el
sufrimiento. &ualquier profesional del ramo conoce la e0periencia de ver cmo sus lúcidos
conseos van a parar a un mar de buenas intenciones en el que su paciente no es capa" de
pescar lo que realmente le conviene. De hecho, antes incluso de acudir a ese profesional,
los familiares, los amigos o los libros de autoayuda han puesto a disposicin del interesado
un arsenal de soluciones y de posibles estrategias para salir del bache. )oluciones,
estrategias y conseos que el paciente aprob y agradeci, pero que fue incapa" de seguir.
Me curo en salud, y les advierto que nada que tenga que ver con el inconsciente es
fácil de e0plicar ni de entender, así que, como siempre, me valdr1 de eemplos de la vida
cotidiana y de la clínica para e0poner este fenmeno humano con la mayor claridad posible.
'n algunos de ellos no se trata de alguien que sufre por un mal amor, pero en todos se trata
de alguien que e0perimenta miedo al cambio.

So*%a est+ triste porque es *eli

)ofía emigr a 'spa!a cuando su único hio apenas tenía un a!o. )u vida no fue
fácil. $as muchos a!os trabaando duro y ocupándose sola de su hio. &uando este era ya
todo un adolescente, )ofía conoci a Miguel, separado tambi1n, que la adoraba y que
go"aba de una holgada situacin econmica. 'l día en que )ofía se fue a vivir con Miguel,
deaba atrás la soledad de los a!os difíciles, para volver a vivir en parea. Deaba atrás una
vida llena de sacrificios y de penurias econmicas y la cambiaba por una vida cmoda y sin
preocupaciones. &ambiaba una vivienda muy modesta por una casa amplia y luminosa con
la terra"a llena de flores que siempre había so!ado. )in embargo, el día del cambio, cuando
la mudan"a estuvo completada, )ofía busc el rincn más oscuro y el banquito más triste de
toda la inmensa casa nueva y allí se sent y se ech a llorar desconsoladamente. Miguel no
entendía bien por qu1 lloraba tanto, y ella misma tampoco era capa" de e0plicarlo. @$ero si
por fin lo tengo todo para volver a ser feli" 3&mo se puede llorar por una viea casa,
oscura y estrecha4 37ui1n puede echar de menos una vida áspera y complicada4 ?adie
dudaba de que aquel cambio era favorable para ella y para su hio; sin embargo, le cost
meses adaptarse, aceptar las bondades de su nueva vida y disfrutarla como propia.

-A .armen le gusta su*rir/

&armen acude desesperada a la consulta de un psiquiatra. 'stá muy triste, tristísima


y muy angustiada. Duerme mal y no tiene ganas de nada. ?ecesita salir cuanto antes de esta
situacin porque la vida está perdiendo sentido para ella. 'l psiquiatra le pauta una
medicacin y le e0plica9 2$ara que el tratamiento surta efecto, tiene usted que seguir mis
instrucciones. ( mantener el tratamiento al menos por seis meses5. &armen accede,
esperan"ada por esas pastillitas que prometen devolverle la alegríaH A los veinte días
empie"a a sentirse meor y tambi1n empie"a a saltarse las recomendaciones del psiquiatra.
'lla sola decidi que a partir de ahora las tomaría un día sí y otro no. ( al poco tiempo las
de
acudedefinitivamente. A los
al psiquiatra, muy tres mesesyestaba
arrepentida, con elotra ve"propsito
firme triste, otra
de ve"
quedeprimida.
esta ve" sí De nuevo
seguirá al
pie de la letra sus instrucciones porque no quiere volver a pasar por ese infierno. 'l
psiquiatra la medica y pacientemente le vuelve a e0plicar lo importante que es mantener el
tratamiento. 2)í, doctor. )í, doctor. )í, doctor5, dio ella. 'sta ve", tard un mes más en
volver a hacer con la medicacin lo que quiso y, por supuesto, en volver a recaerH

'0uan echa de menos el c+ncer(

Despu1s de muchos, muchos meses de guerra a muerte contra un cáncer de colon


Cvarias operaciones, quimioterapia, #uan regresa a su vida cotidiana sano y salvo. Durante
el tratamiento
obstante, ahoraestuvo
que sefuerte y animado
ha curado, y se gan la?iadmiracin
está deprimido. de elquienes
su familia ni m1dicolelorodeaban. ?o
entienden.
Ahora que #uan tendría ra"ones para estar contento, no puede levantar cabe"a. Acude a
tratamiento psicolgico y, poco a poco, reconoce que parte de lo que le ocurre es que echa
de menos su enfermedad. '0tra!a los cuidados constantes que recibía de su familia y de sus
amigos mientras estaba enfermo. 'stá contento de estar vivo, pero ahora ya no recibe las
llamadas que recibía, siente como si ya no se preocupara nadie por 1l. 6a regresado al
trabao, donde vuelve a ser sencillamente uno más. 'stá deprimido porque ha perdido los
privilegios y el halo de proteccin que le daba la enfermedad.

1lene -escucha o no escucha a Mi!el/


'lene y Mi=el empe"aron siendo muy buenos amigosH y siguen siendo solo muy
buenos amigosH Mi=el la quiere mucho, pero le ha e0plicado hasta la e0tenuacin que no
está enamorado de ella, que le tiene mucho cari!o, pero que no siente por ella lo que ella
siente. 'lene está convencida de que Mi=el sí está enamorado de ella, pero que no lo sabe y
piensa que lo único que le hace falta es un poco más de tiempo, un poco más de paciencia,
para que 1l se d1 cuenta de lo que realmente siente y est1n untos para siempre amás. A lo
largo de estos die" a!os, 'lene ha conocido a otros hombres y los ha descartado uno tras
otro
paso esperando por Mi=elpara
firme e inequívoco contra toda
creer enesperan"a. 'lene
sus palabras. necesit
( aun así, a verle
pesar salir
de quedelMi=el
armario con
vive
hace meses con <icardo, de ve" en cuando 'lene vuelve a intentarloH

Marina tropiea una y otra ve contra la misma piedra

Marina está enganchada a una de esas relaciones intermitentes como las que
describimos en Mujeres malqueridas) 8na de esas relaciones on 2 o** que se rompe, se
reanuda y se vuelve a romper, y que le procura muchísimo sufrimiento. Aun en los periodos
en los que parece que hay tranquilidad, Marina sufre esperando el siguiente bache, la
pr0ima infidelidad. &on cada ruptura, Marina se promete a sí misma que será la última. 'n
cada ruptura, que
de antemano Marina vuelvese
la historia mansamente,
va a repetir,una y otra ve",de
es consciente a los
quebra"os de salida,
no tiene su verdugo. )abe
pero una
fuer"a más potente que ella misma la obliga a volver allí, donde tiene el maltrato
asegurado.
37u1 tienen en común estos casos4 3'n qu1 se parecen #uan, 'lene, )ofía, Marina y
&armen4 )ofía echa de menos su soledad y su pisito oscuro. &armen dice que quiere estar
bien, pero se las arregla para seguir deprimida. #uan e0tra!a los estragos de la quimio.
'lene se resiste a aceptar la realidad, está tan empecinada con Mi=el que no toma en cuenta
ni sus palabras ni los hechos. ( Marina se empe!a a toda costa en mantener una relacin
infeli". )i les hubieran preguntado antes de que les pasara, )ofía hubiera dicho que ella
siempre quiso mudarse; &armen, que lo que ella teme, más que a nada, es estar deprimida;
#uan, que no tenía otro obetivo que curarse; 'lene hubiera afirmado que ella lo que más
desea es formar una familia; y Marina hubiera asegurado con conviccin que ella está muy
cansada de sufrir.y)in
conscientemente embargo,
lo que dicen.los
Dehechos, sus actos,
nuevo parece que contradicen lo quedel
el espíritu burln todos ellos piensan
inconsciente
hace de las suyas y nos dificulta cualquier cambioH aunque sea para bien. A todos ellos la
vida les ha abierto un camino para poder meorar su situacin, pero les estaba costando
enormemente emprenderlo y disfrutar de esa posible meoría.

3reud e$plica

)igmund +reud, en la :iena de principios del RR, tambi1n se top con casos
semeantes. )us pacientes llegaban llenos de sufrimiento y deseosos de hacer lo que hiciera
falta para liberarse de sus síntomas, pero una y otra ve", paciente tras paciente, 2la
resistencia al cambio5 tomaba el mando. Al principio, +reud atribuy este obstáculo al
m1todo que utili"aba en sus comien"os. 'n esos primeros a!os, instaba al paciente,
mientras que estaba bao los efectos de la hipnosis, a abandonar aquello que le hacía sufrir.
%ras un largo proceso, abandon la hipnosis y la sustituy por el m1todo que se sigue en
psicoanálisis hasta la actualidad9 la 2asociacin libre5, que consiste en solicitar al paciente
que diga 2lo primero que se le pase por la cabe"a5. +reud pensaba que si los pacientes
estaban despiertos cuando hablaban de sus síntomas y eran conscientes de sus propias
palabras, no tendrían más alternativa que hacerse responsables de sus historias; pero la
resistencia
aferrados a alsuscambio, la to"ude"
síntomas, quesiendo
siguieron seguían
lasmostrando sus pacientes
mismas. 'ntonces, hartoen
demantenerse
luchar
inútilmente contra esas resistencias como habían hecho todos sus predecesores, +reud opt
por aquello de9 2)i no puedes contra 1l, únete a 1l5, y decidi tomar en cuenta esa
dificultad como parte del m1todo psicoanalítico. +reud dea entrar a las resistencias al baile
del análisis, las dea bailar a sus anchas, las detecta, las pone sobre la mesa y las interpreta
desde la historia infantil de cada quien. Las resistencias toman la palabra, ante la mirada
atnita del paciente. La pregunta dea de ser9 237u1 hace la vida con este pobre paciente
que sufre tanto45. Ahora la pregunta será otra9 237u1 ventaa inconsciente saca este
paciente al mantenerse atrincherado en sus vieos patrones4 3A qu1 oscura fuer"a interior
obedece4 3'l paciente es o no es consciente de su propia contribucin a su sufrimiento45.
'n el tema que nos ocupa, la primera ra"n para no separarnos de alguien que nos
hace sufrir ?B es ese alguien. 'se alguien es, como mucho, la segunda ra"n. La primera
ra"n, la más tena",
malo conocido, somos
así sea una nosotros mismos; nuestra propia dificultad para abandonar lo
enfermedad.
( es que cambiar es difícil, aunque sea para bien. ?os aferramos a lo que
conocemos como si fuera lo único que e0iste; a!oramos nuestras vieas ma!as como si nos
sirvieran para algo; nos adherimos a los vieos amores como si todavía pudi1ramos e0traer
algo de su pulpa seca; nos escondemos tras nuestra enfermedad como si el triste beneficio
de que nos cuiden, de que nos compade"can, fuera suficiente para sustentarnos. ?os
entregamos al sufrimiento como si tuvi1ramos que pagar una cierta culpa que no sabemos
qu1 implacable ue" interior nos impone. ?os empe!amos en repetir una y otra ve" una
viea historia infantil cuyo final siempre es el mismo9 nosotros siempre salimos perdiendo.
( todo esto lo hacemos sin darnos cuenta, con la misma esperan"a ciega del ludpata de
que una de las muchas veces en las que repetimos, ganaremos la mano y la historia saldrá
bienH
La ideali"acin

'l enamoramiento @se ha dicho tantas veces es una deliciosa enfermedad de la


que nadie querría curarse. 'ntre otras cosas, se caracteri"a por una curiosa profusin de
alucinaciones. Me e0plico9 en una conversacin sosa o normalita, el enamorado escucha un
verbo e0celso. Ante un ser humano de aspecto más bien corriente, el enamorado admira una
belle"a e0tica o peculiar. 'l relato de una vida catica se convierte para el enamorado en
la prueba de que
terriblemente está en presencia
convencional, de un espíritu
el enamorado librea yuna
reconoce sinpersona
ataduras. 'n una
segura de e0istencia
sí misma y de
firmes convicciones. La enumeracin de los repetidos fracasos del amado conmueve al
enamorado y le convence de la mala suerte y de la inusticia con la que la vida ha tratado a
su tesoro. 'l enamoramiento es así, nos trastorna los sentidos; nos hace generosos y
regalamos virtudes a manos llenas, decoramos al otro por aquí y por allá hasta convertirlo
en un ser e0cepcional. @%enemos tanta suerte de habernos topado con 1lH @%enemos tanta
suerte de que nos mireH
A fin de cuentas, para el enamorado, lo de menos es la persona verdadera que tiene
delante. 23&mo4 se preguntarán algunos. 3&mo que es lo de menos4 @)i la otra
persona es Glo de másI @@$ero si no puede pensar en otra cosa @)i todo el día está
hablando de 1l5) Lo s1, a primera vista parece que no hay nada ni nadie más importante
que ese ser; pero si nos acercamos y observamos la trama con detenimiento, descubrimos
que
pintaencasi
realidad no esta
nada en se trata de 2ese5
historia. ser. de
)e trata 2'se5 ser,ser.
2otro5 el verdadero,
23De otro4el3De
de carne
cuál4 y3De
hueso, no
qui1n45,
preguntarán ) $ues de un personae de ficcin, de un ser deslumbrante que el enamorado ha
fabricado a su medida.
$or suerte, con el paso del tiempo, se aclara el entendimiento y la mirada puede
posarse sobre el ser humano real que tenemos delante. 'n el meor de los casos, la realidad
aparece paulatinamente y, poco a poco, nos hacemos con sus defectos y disfrutamos de sus
m1ritos. $oco a poco, diferenciamos nuestra invencin de la realidad. 2?i 1l es tan
maravilloso, ni yo soy tan poquita cosa5. Da penaH @era tan emocionante cuando era
perfecto $ero en el fondo es más descansado estar con un ser humano que con un dios.
De todos modos, por mucho que recono"camos la realidad, siempre mantenemos un
resquicio de ideali"acin que nos facilita la convivencia. )iempre estaremos dispuestos a
enga!arnos un poco respecto a las cualidades de quien tenemos a nuestro lado.
-deali"ar
inflamos nosotrosal tambi1n9
otro es un2@Algo
arma de dobletendr1
bueno filo. $or una que
yo para parte, engrandeciendo
este al otro
se!or asombroso nos
se fie
en mí5. $ero a la ve" lo hacemos tan inmenso, que nosotros terminamos sinti1ndonos muy
peque!os, porque las cualidades con las que adornamos al otro las hemos sacado de nuestro
bolso, a costa de nuestro amor propio, por así decir, y le hemos dado tanto, que nuestro
bolso se queda casi vacío. 237u1 puede haber visto en mí4 @)i yo no valgo la pena5. Ante
tanta grande"a, corremos el riesgo de sentirnos insignificantes. Además, es probable que
nuestro ideali"ado se crea tan maravilloso como nosotras lo vemos y se hinche de altive" y
superioridad, y será más probable cuanto más infantil y malcriado sea en el ámbito privado
e íntimo. %otal, @si su madre siempre lo ha visto perfecto; nosotras no hemos hecho más
que reconocer esa perfeccin en la que 1l y su madre siempre han confiado.
Lo cierto es que, cuando nos separamos, nos cuesta renunciar no solo a la persona
real con la que hemos pasado parte de nuestra vida, sino tambi1n a ese aspecto ideali"ado,
endiosado que hemos inventado nosotros mismos y que a menudo tiene poco que ver con
quien solemos compartir el desayuno.
$arte de lo que se pierde en una separacin es esa inversin a fondo perdido que
hicimos cuando nos enamoramos. Lloramos por el hombre verdadero que se va, pero, sobre
todo, lloramos porque perdemos al ser imaginario que nos habíamos inventado.
Snicamente cuando lo vemos caer del pedestal que habíamos construido para 1l, lo
contemplamos en toda su humanidad y descubrimos la estafa que nos hemos infligido a
nosotros mismos. @)omos nuestro propio Lehman *rothers, y sufrimos la debacle de
nuestra
productoeconomía internaimaginaria
de una burbua particular. @?uestra inversin
'l problema es quesenunca
ha idoesalfácil
garete @'ralatodo
aceptar ruina. 's
muy duro admitir que la única forma de tener al menos una posibilidad de salir de la ruina
sea empe"ar por reconocerla y aceptarla. $ara tener otra oportunidad, primero tenemos que
declararnos en suspensin de pagos y someternos a lo que estable"ca la ley para estos
casos. 'l otro camino es convertirnos en un *ernard Madoff sentimental, entramparnos en
una loca carrera piramidal en la que el único timado es uno mismo.
2)i te vas, me muero5

1spera un poco, un poquito m+s,

para llevarte mi *elicidad)

1spera un poco, un poquito m+s,

me morir%a si te vas)

LA ?A:' D'L BL:-DB

2)i te vas, me muero5 es una frase que todos los enamorados, unos más y otros
menos, hemos pronunciado, pensado o sentido alguna ve". &uando lo sentimos, no es un
decir, no es una manera de hablar ni una metáfora; es que la angustia ante la separacin nos
hace batir el cora"n de tal manera que, literalmente, sabemos con certe"a que esa tarde nos
vamos a morir.
'l 2)i te vas, me muero5 nos trae a la mente de un golpe seco la única situacin en
la que un ser humano no puede sobrevivir si el otro se va9 un beb1 morirá, con toda
seguridad,
necesita quesi alguien
su madreseoocupe
un adulto quenecesidades
de sus le cuide nobásicas,
están cerca
perodeesas
1l, necesidades
atendi1ndolo.básicas
8n beb1
no
se limitan al alimento y al cuidado corporal, sino que incluyen hablarle, acariciarle,
abra"arle, ugar con 1l, que la madre le haga sentir su calor, el latido de su cora"n, de su
respiracin, su risa, su mirada, sus ritmosH 'n fin, todo aquello que constituye el contacto
afectivo con un ser humano que lo cuida. %odo aquello que, con el tiempo y el desarrollo
emocional del propio beb1, le permitirán primero sentirse y luego saberse parte del
teido sentimental de otro ser humano.
'l periodo del desarrollo humano conocido como la 2angustia ante el e0tra!o5 o
2angustia de separacin5, que ocurre entre los siete y los nueve meses, consiste en que el
beb1, que ha sido hasta entonces sociable y risue!o con todo el mundo, de pronto empie"a a
desconfiar y a mirar de reoo a cualquier desconocido que se le acerque. 'l verdadero
significado de esa desa"n no es otro que 2la angustia a que mamá se vaya5. A partir de
estason
no edad, los ni!os
atendidos de empie"an
inmediato,a porque
ser conscientes
mamá hadetenido
que laque
mamá
salirviene y va. porque
a trabaar, (a sus reclamos
está con
papá, o simplemente porque está hablando por tel1fono. @'l beb1 acaba de descubrir que
mamá tiene vida propia @6orror Ahí empie"a el miedo, ahí se empie"a a cavar ese
precipicio con el que tenemos que convivir, que tenemos que decorar con optimismo y que
hemos de atravesar con dignidad. Aquí y ahora termina el paraíso terrenal y empie"a el
valle de lágrimas que supone la autonomía del otro, o sea, el resto de la vida.
$ero si los seres humanos nos resignáramos a una e0pulsin irreversible y perpetua
del paraíso, nuestra e0istencia no sería muy diferente de la de un animal, una máquina
biolgica entregada a la conservacin de la vida. 8na vida sin ningún sentido de e0istencia,
sin relato histrico, sin referencia a un pasado diferente al presente. $or el contrario, los
humanos lo somos porque hemos desarrollado una cierta habilidad, que es la de recrear el
paraíso terrenal cada ve" que podemos. Lo inventamos, lo decoramos con hábitos, con
obetos, con lugares, con música, con libros, con "apatos, con barras de labios, con coches,
con casas, con arte, con conocimientos, con ropa, con pasiones, con tel1fonos de última
generacin, con i$ads. Lo animamos con familiares, con amigos, con pareas, con hiosH
@<edecoramos una habitacin, y allí está el paraíso terrenal @'l primer turrn de ?avidad
sabe a paraíso terrenal @%enemos una amiga nueva, y eso es el paraíso terrenal
@'scuchamos las 4ariaciones Gold5erg, y hummm, así suena el paraíso terrenal 8n gin6
tonic o un 5loody mary pueden ser el paraíso terrenal. @La emocin de un primer beso es el
cora"n del paraíso terrenal 37u1 otra cosa nos ofrece la publicidad4 @$araísos terrenales
para
todo todos los gustos,
es seguro, todo esa para
todassiempre
las medidas
y nada)umergidos en nuestros
malo nos puede ocurrir.paraísos
@'stamosparticulares,
a salvo 'l
recuerdo del paraíso perdido, el anhelo de su reencuentro, nuestra memoria de su contraste
con cada instante del presente nos impulsa a crear, a trabaar, a esperar, a esfor"arnos, a
seguir buscando. 'n esto consiste el uego. 8n uego al que ugamos todos los humanos,
que nos ayuda a vivir, nos prepara para lo que vendrá a continuacin, nos ayuda a e0plorar
el futuro con la cartografía de nuestro pasado. ?o será la cartografía más precisa del
territorio por e0plorar, pero es meor que nada. 'n el peor de los casos, nos hace compa!ía
y nos consuela. ?os ayuda a planificar nuestra vida, a reformularnos relaciones, prioridades
y compromisos. $ero el uego solo funciona como tal mientras lo usemos e0actamente
como eso, como un uego, como una actividad tentativa, transitoria, por un rato, para uno
de esos ratos en los que las demás e0igencias de la vida nos permiten ugar. 'l uego vale
mientras que sea una actividad que sabemos que hay que restringir. )i no lo mantenemos
dentro de nuestra
secuestra esos límites, el uego
voluntad, que se transforma
congela en una
las demás actividad
cosas maligna,
que nos quedenos
importan aliena,vida,
nuestra que
nos empobrece, nos atonta, nos debilita. $ero los paraísosH son terrenales y, por
definicin, efímeros. Los "apatos nuevos nos aprietan, el coche es incmodo para trayectos
largos; el helado de chocolate engorda; la amiga no es tan buena persona como parecía; la
seguridad del hogar pasa de ser un refugio a convertirse en una cárcel; el primer beso
estuvo muy bien, pero 1l no quiere comprometerseH @'ntonces tenemos que inventar otro
paraíso ?os pasamos la vida reproduciendo un paraíso mítico que en realidad nunca
e0isti, pero cuya imagen ideali"ada nos sirve de refugio mental para so!ar, para creer que
hay un lugar verdaderamente seguro en el que todo es amable y todos nuestros posibles
deseos serán rdenes cumplidas de antemano C@así que ni siquiera nos tomaremos la
molestia de desear, un lugar en el que nunca nos va a faltar de nada, ni vamos a sufrir, ni
nos vamos a enfermar, ni mucho menos nos vamos a morir.

los que'n fin, que


hemos siempre
invertido habráesfuer"o
mucho unos paraísos
y sobremás
todoimportantes
muchísimaque otros.&uando
ilusin. 6ay paraísos
el en
decorado de nuestra ilusin se resquebraa, cuando se abre una grieta en el cartn piedra de
nuestro paraíso portátil, asoma otra ve" ese horrible vacío, el terror a la soledad y el abismo
de la muerte.
La diferencia entre el uego, necesario, y una actividad alienante, parásita, es la
renuncia, o no, a la omnipotencia; la aceptacin, o no, de que se es un ser humano corriente,
un ser humano más; la aceptacin, o no, de que no somos creadores de dioses, o de que
podemos ser dios por un ratito nada más y en la ficcin. De la ficcin tambi1n se vive, es
cierto, ahí están los creadores, los escritores, los cineastas, pero quien convierte su vida en
una ficcin únicamente consigue vivir en soledad, aislado del contacto humano real.
Ahora bien, todos los recursos tienen su precio. 'l peae de la recreacin de paraísos
terrenales es que cuando un ser humano se enfrenta a una separacin, aunque el calendario
diga que tenemos más de cuarenta a!os, durante un tiempo más o menos largo, volvemos a
tener siete meses y a sentirnos indefensos, vulnerables, frágiles. 'se miedo que se apropia
de nuestra respiracin, ese esperpento que nos habita, es una angustia de muerte en toda
regla. 'stamos convencidos de que, sin el otro, nos vamos a morir, y punto.
?o me refiero al miedo que puede sentir una persona a empe"ar a vivir sola despu1s
de una separacin. 6ay mueres casadas que no son capaces de dear al amante; otras que
viven con amigas en un piso compartido y no abandonan al novio que las maltrata; o
quienes viven en la casa familiar y mantienen relaciones infelices durante un tiempo
prolongado. Bbetivamente
paso por miedo a la soledad.ninguna de ellas
La soledad que está
tantosola
nosy,inquieta
sin embargo, no se
es de otra atreven a mucho
naturale"a, dar el
más misteriosa, más temida y a la ve" más conocida, es la soledad del desamparo y de la
dependencia e0trema del beb1. Ante el terror que nos despierta esta soledad ancestral,
ningún argumento racional es suficiente. 'sta 2supersoledad5 está vinculada al
descubrimiento infantil de la autonomía de la madre.
La p1rdida de un ser querido cualquier separacin nos pone delante de los oos
una de las peores realidades con las que tenemos que convivir los seres humanos9 la
autonomía del ser amado. La autonomía de la vida, que no nos pide permiso para darnos ni
para quitarnos nada. 'l otro puede ir, venir, regresar, escaparse, enfermarse, quedarse,
morirse, no aceptar irse. 'n nuestro mundo emocional persiste siempre @bendito sea
un nivel infantil de fenmenos. 'n ese nivel infantil, no necesariamente queremos tener al
otro siempre a nuestro lado, lo que pretendemos antes que nada es tener al otro a nuestra
disposicin. 'l ni!o
ponerlo y quitarlo que todos
según llevamos
le venga dentro desea
bien. Apartarlo con controlar a ese
indiferencia otro anos
cuando su antoo,
sobra, y
abra"arlo con desesperacin cuando oscurece; como hacíamos de peque!os con nuestro
adorado osito de peluche. Durante el resto de la vida, la autonomía del otro nos acecha9
nadie es due!o de nadie.
:ivimos de espaldas a esta verdad, como vivimos de espaldas a la muerte, porque es
la única manera de vivir. Llenamos el vacío que esa verdad supone con seres queridos, con
amigos, con la parea, con la pasin que sentimos por la ardinería o por la literatura del
siglo R-R. ?os resguardamos de sus efectos gracias a esa barandilla prodigiosa que teemos
alrededor del abismo y a la que llamamos rutina de la vida cotidiana. $or eso es tan
espantoso el sufrimiento que supone una separacin. $orque en un segundo, sin
preguntarnos, sin pedirnos permiso, la vida nos dea a la intemperie.
'se hombre desalmado, soso, sinvergOen"a, aburrido, gordito o flaco, calvo o
peludo, infiel ono
abandonarnos, dependiente, quedolor.
ustifica tanto tanto nos
'se hi"o
ser ensufrir y que no
particular acaba de hacernos
merece el favor de
tantas lágrimas.
$erder de vista a ese se!or en concreto no e0plica esta angustia, este miedo a despertarnos
por la ma!ana o a tomar el metro. @$ero si ni siquiera era tan bueno en la cama @$ero si no
tomaba en cuenta nuestros sentimientos y nos trataba fatal @$ero si la vida unto a 1l era un
calvario @$ero si era aburrido y solo sabía hablar de sí mismo 3&mo es que ahora le
dedicamos tantas horas al día de pensamientos y de recuerdos4 3&mo es que por su culpa
sufrimos esta horrible sensacin de que ni nuestra ra"n ni nuestro sue!o nos pertenecen y
de que nunca más podremos ni dormir ni concentrarnos debidamente en una tarea4
?o se entiende. $ara comprender todo ese dolor desbordado, esa bota que nos
oprime el pecho y nos impide respirar, ese terror de vida o muerte, toda la medida del
e0ceso de dolor, toda la dimensin de angustia que no se puede e0plicar racionalmente,
tenemos que saber que no es únicamente 2ese5 abandono o 2esa5 separacin particular lo
que nos está destro"ando, sino la capacidad que tiene 2esa5 ruptura para revivirnos de un
pluma"o %BDA) las p1rdidas anteriores y sumirnos en el lecho infantil de soledad
ancestral, con sus miedos, con todos sus monstruos, y sin ningún osito de peluche a la vista.

Pilar, treinta y ocho años, pro*esora de instituto

decidi $ilar llegya sabía


separarse mi consulta meses
que había despu1s
tomado de separarse
la decisin de Antonio.
correcta. +ue ella
6acía mucho quequien
sabía
que no lo quería y, además, estaba harta de sus celos y del control que pretendía eercer
sobre ella. Aun así, se preguntaba si no sería meor volver con 1l, porque la angustia que
sentía desde que 1l se había ido de casa no la deaba vivir. %enía miedo de volver con 1l o
de aferrarse al primero que le pasara por delante, como solía hacer, solo para no
angustiarse. &uando le pedí que me hablara un poco de su angustia, me dio9 2&uando estoy
sola, es como cuando te asomas a un precipicio, que tienes miedo de tirarte. )i estoy
acompa!ada, aunque sufra, no me da miedo5.
'ntendimos que Antonio, que cualquier Antonio, hacía las veces de una rea firme al
borde de ese abismo que es para ella la vida con autonomía, y a la que $ilar, por su
particular historia infantil, tanto teme. ?o le echaba de menos a 1l, sino a la funcin que 1l
cumplía en su vida. La presencia de un hombre, a modo de rea firme, le proporcionaba la
sensacin
una madrede control, vigilancia
tempranamente y alerta
fallecida, unaque habían
abuela quevenido
la cri,eerciendo,
una hermanade mayor
forma sucesiva,
que la
prohi, y luego un efe y un par de novios. 'sa presencia le permitía pasearse
distraídamente al borde de cualquier abismo porque sabía con certe"a que no iba a
sucumbir al vacío. Ahora que no había rea, la vida se le había vuelto peligrosa y tenía
mucho miedo. 'l obetivo del tratamiento consisti en que $ilar pudiera levantar su propia
rea para resguardarse; así podría elegir una parea y no aferrarse al primero que le pasara
por delante, y sería capa" de establecer relaciones de igual a igual y no de 2ni!a aterrada
con rea protectora5.

&os peluches de &uc%a

Ahora voy a contarles la historia de Lucía, una ni!a que atendí en la consulta y de la
que aprendí el verdadero significado de la palabra desamparo. )u historia nos servirá de
metáfora y nos permitirá comprender por qu1 nos afecta tanto la p1rdida de un ser querido y
por qu1 ponemos todo de nuestra parte para evitar tomar verdadero contacto emocional con
esa p1rdida.
Lucía es una ni!a de siete a!os que viene a mi consulta porque el miedo no la dea
dormir. ?aci en 'tiopía y sus padres la adoptaron con die" meses. &uando la conocieron,
Lucía tenía unos surcos en carne viva, infectados, a cada lado de la cara, desde el e0tremo
e0terior del oo, hasta la orea correspondiente. 'ran los surcos que, silenciosamente,
habían forado sus lágrimas. 8na tras otra, tras otra, tras otra, sus lágrimas fueron
2haciendo camino al llorar5. 3&uántas lágrimas hacen falta para horadar la piel4 ?o lo s1,
pero seguro que fueron muchas las lágrimas de Lucía que nadie sec, que nadie consol.
?unca olvidar1 nuestro primer encuentro. (o salí a recibirla a la sala de espera, la
invit1 a pasar al cuarto de uegos e intercambiamos las frases suficientes como para que la
ni!a advirtiera mi acento latinoamericano. 'ntonces me mir inquisitivamente a los oos y
sentenci9
@%ú no eres de aquí
(o le devolví la mirada y le respondí9
@?i tú tampoco
?os reímos con complicidad9 ya teníamos algo en común, y ese fue el comien"o de
una granDeamistadH
Lucía llamaban mucho la atencin sus oos enormes rodeados de unas oeras
adultas, oeras de quien ya lleva mucho sufrido y llorado en la vida. ( es que Lucía no
dormía. )e pasaba la noche comprobando si sus padres estaban vivos, si no había entrado
ningún ladrn en la casa, y si la puerta de la entrada seguía con el cerroo echado, como lo
había deado su padre delante de ella antes de irse a dormir. Lucía usaba todos los recursos
a su alcance con la intencin de asegurarse de que esta ve" estos padres nuevos no la iban a
dear; de que esta ve", si ella lloraba, alguien secaría sus lágrimas. Lucía me cont que para
conciliar algunas horas de sue!o, tenía un truco9 llenaba su cama de peluches. A los padres
les pareci que no era suficiente con que ella me lo contara para que yo entendiera
e0actamente a qu1 llamaba la ni!a 2llenar la cama de peluches5, y un día la madre me
ofreci una foto que le habían tomado mientras dormía. 'n un principio me pareci una
e0ageracinH @hasta que vi la foto 8n ardín de felpas de colores, una selva de animales
apretados, unosque
pelitos negros encima deser
debían losde
otros y todos
Lucía. arracimados
?o eran en torno
cinco o seis a unanicarita
peluches, die" negra,
ni doce;a unos
era
imposible contar uno por uno todos los mu!ecos que Lucía tenía hacinados en su cama y
con los que se acompa!aba para aplacar su miedo y conseguir dormir por unas horas.
Lucía me cont que con cada peluche mantenía una relacin peculiar. )abía el
nombre y la procedencia de cada uno de ellos y no los quería a todos por igual. 6abía unos
cuantos, muy pocos, unos tres, que resultaban indispensables; eran los que coronaban la
cabecera de la cama, a los que se abra"aba para dormir. 'sos tenían que ir con ella si
dormía alguna noche en casa de la abuela. 6abía otros muchos más muy queridos; con
esos ugaba. 'ran peluches tan importantes como la persona que se los había regalado. (
despu1s estaban 2los demás5, que no eran tan buenos guardianes, pero, aun así, no
consentía en desprenderse de ninguno. )u cama tenía que estar alicatada de peluches. )i un
par de centímetros de la cama quedaba a la intemperie porque algún mu!eco estuviera fuera
de lugar,
Alaconocer
Lucía lelaentraba
historiaelde
pánico y nada ladepodía
los peluches Lucía,consolar.
comprendí hasta qu1 punto, en
algún momento de nuestra vida, todos somos Lucía. &omprendí que eso, e0actamente eso,
que hacía ella con sus peluches es lo que hacemos todos Clos grandes y los peque!os con
nuestros miedos y con nuestras relaciones. -ntentar1 e0plicarme9 cuando Lucía era todavía
un beb1, e0periment de la forma más cruel y en carne viva el terror a morirse. ( así como
sus lágrimas habían hecho surcos en su piel, tambi1n el terror de estar sola había deado
huella en ella.

8nos más, unos menos, todos convivimos con un cierto abismo, como Lucía, como
$ilar, pero la inmensa mayoría de nosotros no tuvo más que fugaces, @fugacísimas
e0periencias de ese abismo. Apenas retrasos, distracciones, no ya de la presencia concreta
de nuestra madre, sino de su contacto emocional. %odos nosotros tenemos constancia del
abismo, pero solo unos pocos, como Lucía, como $ilar, estuvieron engullidos por 1l, más o
menos tiempo. Así, las relaciones que foramos a lo largo de nuestra vida cumplen la misma
funcin que cumplían las pareas de $ilar y los peluches en la cama de Lucía9 cada uno de
nuestros familiares, de nuestros amigos, de nuestras pareas, de nuestros hios o nuestros
compa!eros de trabao nos protegen del abismo, nos acompa!an, hacen una barrera que nos
resguarda del v1rtigo. &ada una de las relaciones significativas que establecemos ocupa un
lugar en ese lecho imaginario del vacío y está representada por su peluche correspondiente.
&omo en el
'stán los caso de Lucía,loshay
indispensables, queunos peluches
marcan másyqueridos
el norte y más
sin quienes nosimportantes que otros.
sentimos completamente
a la intemperie Cla parea, los padres, los hios, los amigos íntimos. ( están los otros, un
poco más intercambiables, pero que, al igual que los mu!ecos de Lucía, reconocemos,
valoramos y preservamos con cari!o.
%ambi1n nosotros ocupamos el lugar de un peluche en el lecho de soledad de cada
una de las personas con las que nos relacionamos. $ara algunos, somos uno de los pocos
peluches indispensables; para otros, solo somos necesarios y, para el resto, seremos
peluches intercambiables, pero con alguna funcin que cumplir.
&uando se produce una p1rdida o una separacin, cuando uno de nuestros peluches
importantes desaparece, perdemos muchas cosas con 1l. $ara empe"ar, su ausencia nos dea
de nuevo sin reas, ante el temido precipicio de la 2supersoledad5. 'l orden que habíamos
conseguido se ha roto, literalmente se nos mueve el suelo y perdemos pie. 'sa sensacin, en
sí misma,
pasaba ya sería
a Lucía, suficiente
o para para llorar,
angustiarnos comopara asustarnos
hace $ilar. y para quitarnos el sue!o, como le
$ero no es solo eso lo que perdemos; además, la funcin que esa persona eercía en
nuestra vida queda desatendida, el lugar e0acto que ese peluche ocupaba en nuestro lecho
queda al descubierto. )i es una amiga que solía llamarnos los domingos por la tarde,
siempre para contarnos sus penas, 3qui1n nos va a llamar ahora los domingos por la tarde
para contarnos sus penas, 2las de ella54 37ui1n nos proporcionará esa ocasin de sentirnos
buenas, comprensivas y capaces de consolar4 3A qui1n vamos a preguntarle9 237u1 me
pongo454 37ui1n nos va a acompa!ar a comprar tonterías indispensables en -=ea4 3A qui1n
vamos a contarle la última reconciliacin con el marido o la primera pelea con la nueva
efa4 )i con una amiga la lista puede ser interminable, la lista de la parea, de los padres, es
infinitaH ( cada ve" que nos topemos con uno de esos terribles agueros que nos ha deado
el que se fue, cr1anme, tenemos derecho a llorar, a patalear y a asustarnos como lloraba y
pataleaba Lucía.
%engo una amiga que acaba de perder a su padre. A pesar de que ya era muy mayor
y llevaba tiempo enfermo, y que su muerte se esperaba de un momento a otro, mi amiga
está desolada y le parece que cada día lo lleva peor, cada día descubre una nueva faceta por
la que le echa de menos. La última ve" que habl1 con ella me lo contaba con estas palabras9
2's como si antes hubiera habido un árbol frondoso y firme. 8n árbol en el que te podías
recostar y en el que podías confiar para resguardarte. Ahora me talaron el árbol y estoy a la
intemperieH5.
Además de quedarnos sin ese árbol, sin su tronco firme y sin su sombra, y de perder
el peluche y la rea, cuando alguien se nos va, nos dea desempleados de las funciones que
nosotros cumplíamos respecto a 1l; deamos de ocupar nuestro sitio de osito de peluche en
el lecho del ausente. Deamos de ser 2ese5 que solía recostarse de tarde en tarde en el
tronco firme de aquel árbol. 37ui1n va ahora a hacernos sentir solícitas4 37ui1n va a
hacernos sentir atentas4 3A qui1n vamos a hacer reír4 37ui1n nos hará sentir divertidas4 3A
qui1n vamos a abra"ar por las ma!anas entre dormidas y despiertas4 37ui1n nos hará sentir
cari!osas4 37ui1n nos hará sentir atractivas, se0is y capaces de despertar pasin4 (a no
seremos más 2mi flaca5, 2la gorda5, 2bonita5 o 2mi bella5 para nadie. @Btro aguero @Btra
falta que nos remite, cmo no, al aguero y a ese abismo primitivoH &ada p1rdida
amena"a la imagen que tenemos respecto a qui1nes 1ramos nosotras para el ausente y lo
que significábamos para 1l. 'ste aspecto de la p1rdida supone que tendremos que
reconstituir, en otros t1rminos, con otros personaes, lo que fuimos para el ausente. 8n
proceso difícilde
inconscientes y doloroso que implica
cmo nosotras poner sobre
imaginamos la ven
que nos mesa,
losaldemás.
descubierto, las presunciones
'ntonces, 3cmo no
vamos a llorar4, 3cmo no vamos a asustarnos4, 3cmo no vamos a postergar lo más
posible cualquier separacin4
'sta parte del proceso del duelo queda bien representada con lo que se conoce como
el 2síndrome del nido vacío5 que aparece en algunas mueres cuando sus hios se hacen
mayores y se van de casa. 7uedan despoadas de su identidad de madres cuidadoras,
desempleadas de sus funciones del 2Abrígate5, del 2<ecoge los "apatos5 y del 2)írvete
más tortilla, que te estás quedando en los huesos5. $ara estas mueres es muy importante la
llegada de los nietos, porque las rescatan de la 2cola del paro5 de la maternidad y les
ofrecen un empleo como abuelas, a tiempo parcial y muy bien remunerado por los
peque!os.
'l miedo ancestral a quedarnos solos, el miedo a la 2supersoledad5, remite a aquel
momento de8n
y la muerte. la infancia,
miedo quecuando
en la quedarnos
vida adultasolos podía significar
mantenemos sepultadola en
diferencia entre la yvida
el inconsciente
que, en el meor de los casos, se despierta con los duelos, con los cambios, con las
separaciones. 'ste miedo tiene su cara amable, porque es lo que nos empua a
2pertenecer5 , a crear, a buscar9 el sentimiento de pertenencia es un buen antídoto contra
este temor. 2$ertenecemos5 a una familia, a una parea, a una saga, a un grupo de amigas, a
un país, a un equipo de fútbol, a la promocin de un colegio, a la facultad de una
universidad, a una empresa o a un grupo de chat en el ThatsAppH 'sas pertenencias nos
conforman y hacen de nosotros quienes somos. &ada una de esas pertenencias son los hilos
que nos mantienen hilvanados al suceder de la vida, más allá del vacío, de la soledad y del
miedo. %ambi1n teemos redes con los hilos de las actividades creativas. 6ilos de
construccin, de búsqueda. Aficiones, proyectos, actividades lúdicasH @&ientos de estos
hilos nos sostienen y nos mantienen a salvo del abismo
&uandodolor,
solo sentimos alguien nos dea
la pena por olase nos va,no
ausencia rompe
lo esalgunos
todo. Lodepeor,
esoslohilos; es por
que nos esolaque
hace vidano
insufrible, es que, además del dolor, nos atena"an el v1rtigo y una angustia de muerte. ?o
podemos respirar con normalidad, la boca del estmago es un hervidero de grillos, las
manos dean de ser nuestras y tiemblan sin permiso. @6orror @8n peluche ha desaparecido
@)e ha roto el equilibrio entre el abismo y las reas que nos protegían del vacío Ahora bien,
hay personas que tienden a teer demasiados hilos en un único peluche. 8n pelucheUdios
que creamos nosotros y del que colgamos peligrosamente ante el abismo. Además, esa
incmoda posicin nos impide vernos como lo hacen los demás. )i pudi1ramos vernos
desde fuera, podríamos apreciar que tenemos recursos; sabríamos que, si pedimos ayuda, va
a venir alguien a salvarnos y que no nos vamos a tirar por la ventana. )i pudi1ramos vernos
desde fuera, seríamos capaces de rescatar de nuestra propia e0periencia, o de la del resto de
los peluches que conocemos, que lo más prudente que podemos hacer es desprendernos de
nuestro pelucheUdios, convertido en fascinante demonio, que infecta al resto de los peluches
y carcome nuestro lecho y nuestro pecho. )i pudi1ramos, por un momento, abandonar
el v1rtigo del abismo y vernos desde fuera, confiaríamos en que despu1s de la ruptura nos
espera otra manera de vivir, seremos más libres, más livianos y teeremos otra red con
nuevas pertenenciasH
?adie es indispensable, nadie es sustituible

Aunque s1 por e0periencia que nadie es indispensable, tambi1n estoy convencida de


que nadie puede sustituir a nadie. $erdemos un novio y a los seis meses tenemos otro, vale,
pero será 2otro5 novio. 'l que perdimos, con sus peculiaridades, ya no está con nosotros.
$erdemos a una amiga, @qu1 más daH @%otalH @%enemos tantas amigasH $ues no. &ada
amiga es única. ( esa que se mud a vivir a ?ueva (or= nos priva de sus manías, de su
forma de querernos
ella. $orque y desiempre
otra amiga hartarnos,
seráde2otra
los momentos vividos,
amiga5, otro que$erdemos
peluche. solo compartíamos con
un país y nos
mudamos a otro; sí, y el otro nos recibe con generosidad, y estamos muy agradecidos de
encontrar un lugar, y hacemos de ese lugar nuestra casa, y lo adoramos, tanto, que puede
que nunca regresemos al srcinal. $ero ese nuevo país nunca podrá sustituir al propio.
?ingún país del mundo olerá como el nuestro ni tendrá los colores del anterior, ni sus
sabores. 6ay otros amigos, volveremos a formar una parea, habrá otros hombres y otras
mueres, la vida continúa, sí, pero ya nunca será lo que fue. $uede incluso que sea meor,
pero será otra. La vida habrá de continuar )-? mi abuela, )-? #uan <amn y )-? los
verdes de &aracas.
&uando nos separamos y alguien nos dice9 2?adie te va a querer como yo te
quiero5, lo primero que pensamos es9 2@'so espero5, pero lo cierto es que tiene toda la
ra"n. ?adie nos querrá como 1l nos quiso; el siguiente nos querrá más, nos querrá menos,
nos
 aquerrá meorcomo
su manera, o peor, pero
cada unosiempre noslos
se cepilla querrá distinto.
dientes &ada quien quiere o malquiere
a su modo.
@Atencin (o no digo que en el cambio solo hayamos perdido. $erder de vista a un
maltratador siempre es lo meor que nos puede pasar en la vida; poder salir de un país
convulsionado en el que reina una dictadura es una suerte. $ero necesitaremos un tiempo
hasta acostumbrarnos a vivir con el aguero que el cambio dea tras de sí y poder acogernos
a sus ventaas. 'se tiempo es el que necesitamos para el duelo, que es lento, que se toma su
propio tiempo para pasar, pero que pasa. &errar un duelo no significa olvidar
completamente al novio que abandonamos o al amante que nos de en la estacada, como
emigrar no significa renegar del país del que venimos. Más bien al contrario, cerrar un
duelo significa que podremos volver a recordar a ese novio, a ese amante, sin rencor, sin
urgencia, sin temor, sin dolorH ( poder seguir viviendo sin ese novio, sin ese amante, en
otro país, pero seguir viviendo.
Más vale malo conocidoH

A lo largo de mi vida profesional he escuchado la desgraciada historia de amor de


muchísimas mueres. Desde fuera, resulta ine0plicable la paciencia que muestran algunas
de ellas para sufrir, para esperar el milagro. )orprende la tenacidad con la que insisten en
recibir malos tratos Cno solo psicolgicos, la inocencia con la que vuelven a confiar en su
agresor, en su verdugo. Desde fuera, repito, es difícil e0plicarse que no corran a pedir asilo
anatural,
la embaada
uno nomás cercana
entiende porpara
qu1ser
no evacuadas
e0igen unacomo
ordensidefueran víctimasradical
aleamiento de unaque
catástrofe
ponga
tierra de por medio entre ellas y su maltratador; entre el sufrimiento y ellas; entre ellas y el
dolor de soportar inurias; entre ellas y su insistencia ciega en mantener una relacin
desgraciada. De las muchas mueres que cono"co, a más de una la he escuchado esgrimir el
vieo argumento del 2Más vale malo conocido, que bueno por conocer5. $ero, de todas, fue
Luisa quien encarn ese dicho popular de la forma más nítida y más trágica.

Luisa lleg a mi consulta envuelta y sumergida en un gris reversible9 gris por fuera,
gris por dentro. Detrás de la bruma de su pena, detrás de los =ilos que me cont que había
ganado en los últimos a!os, se adivinaba a una muer hermosa. 6ablaba poco, lento, baito;
pero, cuando lo hacía, cuando se animaba a contar, uno sabía que estaba delante de una
muer inteligente y con un finísimo sentido del humor. Luisa había alcan"ado un puesto de
responsabilidad
llevaba unos a!osenestancada.
la empresaSltimamente
en la que trabaaba
no soloyno
podía aspirarsino
ascendía, a más,
que lo sabía,
temía serpero
relegada
de sus funciones por su falta de concentracin. 'l caso es que descuidaba su trabao porque
en realidad no le interesaba nada de nada y había cometido un par de errores imperdonables
que hicieron saltar las alarmas. De hecho, el motivo de su consulta tenía más que ver con
sus preocupaciones laborales que con su vida personal.
)in embargo, a los dos minutos de entrevista, su vida personal tom la palabra y
Luisa me cont que llevaba catorce a!os enamorada de #avier, un hombre casado. Kl era su
subalterno cuando empe" la relacin y, gracias a ella, había escalado posiciones hasta estar
muy por encima del estatus que ella ocupaba. $or lo que me cont, parecía que Luisa abría
para 1l las puertas que se cerraba a sí misma. ?o le importaba, 1l merecía estar donde
estaba, aunque hubiera llegado allí no solo gracias a ella, sino a su costa. ?o era ese el
problema. 'l problema era que la relacin se enfriaba con el paso del tiempo, que 1l no
encontraba nunca
emancipados y queun1lbuen momento
todavía paracomo
los usaba separarse
e0cusadepara
su muer,
seguirque suscasa.
en su hios&ada
ya estaban
ve" se
veían menos, pasaba días sin llamarla, iba a su casa muy de tarde en tarde para un 2polvo
fuga"5 y luego se marchaba, y cada ve" que lo hacía, ella se quedaba sola, seca y triste9
gris. Mucho más gris que antes de verle, porque antes de verle se ilusionaba esperando no
sabía bien qu1 cambio o qu1 milagroH
Me cont que cuando ya llevaban cinco a!os de relacin C2@6ace ya nueve5, decía
con horror, ella había intentado cortar porque veía que no tenía nada que esperar y estaba
harta de la clandestinidad. 'ntonces 1l no la de marchar. $ara mantenerla a su
disposicin, renov sus promesas de amor eterno, le puso fecha a su separacin, y le ur
que en seis meses, como mucho, estarían definitivamente untos y a la vista de todos.
237u1 son seis meses más se dio Luisa, si ya he esperado cinco a!os4 %otal, más vale
malo conocido que bueno por conocer. 's un buen hombre, y me gusta, yo lo quiero, y con
un poco más de pacienciaH5.
'ntonces, ella era nueve a!os más oven, doce =ilos más delgada y no llevaba más
que cinco a!os esperando. @)olo cinco, como si fueran pocos. Así que Luisa volvi con su
2conocido5 particular y allí sigue, nueve a!os despu1s, esperando por 1l cada semana, a ver
si le concede alguna tarde. )ola todos los fines de semana, sola en su cumplea!os y en
?avidad y en el verano y en )emana )anta. )ola cuando enferma, sola cuando vuelve de
trabaar, sola los mi1rcoles, los martes y los domingos. )ola despu1s de hacer el amor con
su 2conocido5. )ola, sin amigas, porque las fue perdiendo en el camino, primero porque no
quería
contar descubrir
una y otralave"
relacin parahistoria.
la misma no comprometerle,
)ola, porqueyesmás
hiaadelante
única y porque le daba
sus padres pudor
viven fuera
de Madrid y no saben qu1 es lo que pasa 23$or qu1 la ni!a no acaba de encontrar
parea45, y ella no quiere decirles por qu1 sufre tanto, por qu1 está tan triste, por qu1
cada ve" tiene menos ganas de vivir.
Ante este panorama, yo no pude menos que preguntarle9
8sted dice MP) :AL' malo conocido. ( cu1nteme, este 2malo conocido5, a
usted, 3para qu1 le vale4
?o lo s1 me dio. A veces yo tambi1n me lo pregunto, pero, 333cmo voy a
cambiar a esta edad444
(a se sabe que al 2Más vale malo conocido5 solo se puede enfrentar el 2Más vale
sola que mal acompa!ada5, pero Luisa no quería ni oír hablar de quedarse más sola
todavía. $aradicamente, #avier llenaba con su ausencia las noches y los días de Luisa, que
pensaba
respondeena mis
1l continuamente9
mensaes4 3$or23$or qu1senosepara4
qu1 no viene43$or
3$orqu1
qu1nonocumple
me llama4 3$or qu1 no3$or
sus promesas4
qu1 no me visit en el hospital cuando me operaron4 3$or qu14 3$or qu145. Las cuestiones
que Luisa se planteaba respecto a #avier nadie las podía responder. ?i yo, ni ella, ni siquiera
#avier.
'l propsito del tratamiento consisti en cambiar el centro de gravedad de sus
preguntas. %rasladamos el foco de atencin desde ese #avier tan ausente y tan
omnipresente a la ve" hasta ella misma. 'l sueto de sus preguntas ya no sería la segunda
persona del singular, sino la primera9 23$or qu1 (B he soportado esta situacin durante
tanto tiempo4 3$or qu1 (B sigo esperando4 3$or qu1 (B no lo deo4 3$or qu1 (B tolero
sus desplantes como si fueran normales4 3$or qu1 (B tengo tanto miedo a quedarme
sola45. Aunque tampoco estas preguntas tuvieran una respuesta evidente, podíamos intentar
dilucidarlas entre ambas. Aferrarse a lo malo conocido supone renunciar a lo bueno de
antemano.
'l vieo refrán del 2más vale conocidoH5 resume aquello a lo que se aferran
muchas mueres en situaciones desesperadas. &ada una de ellas elabora una larga lista de
ra"ones que aconsean mantener la relacin, pase lo que pase. La mayoría de sus
argumentos son motivos conscientes, que pertenecen a la esfera de lo obetivo9 2?o es para
tanto5, 2&on un poco más de pacienciaH5, 28na crisis la tiene cualquiera5, 2's que
estamos pasando un mal momento5, 2'l pobre está estresado5, 2Los hios, ya se sabe,
separan a las pareas5 o 28n hio nos uniría y resolveríamos nuestras diferencias5, 2's que
yo lo quiero5, 2(o s1 que 1l me quiere5, 2's que no sabe demostrar sus sentimientos5, 2Kl,
en el fondo, es una buena persona5, 2's que uramos en la salud y en la enfermedad5, 2Los
ni!os todavía son muy peque!os y necesitan una familia5. &ada una de estas ra"ones tiene
su cuota de verdad, pero muchas de ellas son e0cusas. )epararse es horrible, demoledor, lo
s1, es lo que e0plica el que haya tantas pareas que se mantienen unidas a lo largo del
tiempo a pesar de las desastrosas relaciones en las que están sumergidas. )ufren untos,
pero ese es un sufrimiento conocido y compartido. 'l otro, el sufrimiento que les espera
despu1s de la ruptura, 3cmo será4 36abrá vida despu1s de la vida de parea4 'l terror a lo
desconocido les atena"a, el miedo a la soledad les parali"a y les lleva a soportar situaciones
e0ecrables, atrincherados en la esperan"a de que las circunstancias cambiarán, en la ilusin
de que tampoco lo que están viviendo es tan horrible, en el consuelo de tontos de que hay
muchos que atraviesan escenarios peores que el propio, y en el enga!o de que 2Más vale
malo conocido que bueno por conocer5. $or eso las separaciones llevan tiempo, se cuecen
en el secreto
postergan, se de la almohada,
niegan, se hilvanan en las noches de insomnio, se rumian, se
van y vienen.
*arruntamos la soledad que nos espera y nos da miedo, y el horror a lo desconocido
nos hace regresar unto a nuestro verdugo, porque 3cmo puede acabarse un amor que era
eterno4, pensamos. $edimos perdn y perdonamos y rogamos una última oportunidad y la
damos. &ontra todo pronstico, desde la certe"a de su inutilidad, pero la damos, y uramos
en vano9 @'sta ve" sí será la última, porque esta ve" sí va a funcionar5. 3@$or cuánto
tiempo4 3@6asta cuándo4
La arrogancia

Aunque t7 tengas la culpa#

8o te perdono de veras

sin recordar tu traici9n)

(B %' $'<DB?B

Te vas, porque yo quiero que te vayas)

A la hora que yo quiera te detengo)

LA M'D-A :8'L%A

La arrogancia tenía que haber sido uno de los pecados capitales descritos en
Mujeres
subyace amalqueridas . Debía
todos los demás haber sido
pecados, el pecado
la base mayor,
del amor loco,porque es donde
el horno el mássecomún,
cuece el que
aquello
de9 2's que yo lo quiero5, 2(o lo voy a cambiar5, 2$obrecito5, 2&onmigo este gato será
diferente5 y 2'sta ve" sí que va a funcionar5.
6ablamos de ese pecado que hace que una sierva arrodillada, amoratada, mire por
encima del hombro a su maltratador. ?o lo trata de igual a igual, siente una e0tra!a
compasin por su amo, se dirige a 1l con condescendencia y termina por perdonarle
cualquier cosa. Desde abao desde el fondo de la suela de la bota de su maltratador,
ella lo trata desde arriba, @al pobre Lo ustifica y lo compadece porque ella es muy buena y
está por encima del bien y del mal. )u altive" le permite tragarse la rabia a bocados. 'n ve"
de manifestar y encau"ar la rabia hacia el maltratador, la buena muer la mastica poquito a
poco, se la traga, se la queda dentro y la dirige contra sí misma.
La arrogancia es ciega, como el amor, pero es todavía más pegaosa, más adictiva;
de manera que
perniciosa, es mucho
porque es sutilmás fácilpasar
y suele olvidar un mal amor
inadvertida, que curarse
aunque de una
sus efectos soberbia
sean devastadores.
&uando el orgullo no puede tomar la forma de respeto por uno mismo se convierte
en arrogancia C*ion, JVWX. $ensar que uno está por encima del bien y del mal no es
admirable9 es pat1tico.

Marcos y :iana

Diana lleg a mi consulta remitida por el )ervicio de Bncología del hospital en el


que la habían tratado de un cáncer de mama, porque su m1dico pensaba que necesitaba
ayuda psicolgica despu1s de la mutilacin que había sufrido. 'staba deprimida. &uando la
conocí, todavía estaba deforme, calva, hinchada, y con unos dolores horribles en las
piernas, arrastrando los efectos secundarios de la quimioterapia. )in embargo, su aspecto
e0terno no era lo más impresionante. 'l relato de los últimos meses de su relacin de parea
Co de aquello que Diana creía que era una relacin de parea asustaba mucho más que su
palide" y que su calvicie. &uando lleg ya estaba separada de Marcos, pero Diana estaba
muy dolida con 1l.
Me cont que vivía con Marcos desde hacía unos cuatro a!os. Marcos no había
querido ni casarse ni tener hios, a pesar de que Diana deseaba ardientemente ambas cosas,
pero no quería ni obligarlo ni contrariarlo. Marcos siempre tuvo mal carácter, pero ella
sabía llevarlo con paciencia. ?o le hacía mucho caso a sus enfados y esperaba a que se le
pasara
mama. la rabieta.
+ue $arecía
un duro golpeque
paratodo iba bien
ambos. cuando un
Le quitaron a Diana
pecho.le&uando
diagnosticaron el cáncer
la operaron, de
su madre
pas un par de semanas cuidándola.
$or entonces, Marcos estaba de mal humor Cella lo comprendía porque el pobre
estaría angustiado. 'ra maleducado con su suegra CDiana lo ustificaba porque el pobre
había perdido intimidad. &uando la madre se fue de vuelta al pueblo y Diana empe" con
los ciclos de quimioterapia, Marcos habl con ella y le e0plic que 1l no quería seguir en
esa relacin, que todo eso era muy complicado para 1l. Diana tuvo paciencia e intent
convencerle con buenas maneras y tristes argumentos9 estaban los dos muy estresados, ellos
siempre se habían querido mucho, tendrían que darse un tiempo, elle entendía que su
enfermedad lo hubiera puesto muy nervioso. ?ingún argumento suet a Marcos. $ero eso
no importaba, nada importaba, porque Diana estaba dispuesta a esperar a que 1l entrara en
ra"n. 'l caso es que Marcos no acept ningún tiempo, y decidi separarse. Diana lo
comprendi. %al y como
Así que se separaron. 3)ehabía quedado
separaron4 'rasuuna
cuerpo, sería
manera de difícil para 1l que
decir, puesto volver a desearlaH
la separacin
consisti en que Marcos se fue a la habitacin de al lado, se desentendi de Diana y de su
tratamiento y empe" a hacer vida de hombre libre. Marcos entraba y salía de casa con los
horarios de un adolescente y procuraba no mirar los estragos que el tratamiento estaba
causando en Diana. $ero Diana volvi a comprenderlo, y le permiti que permaneciera bao
el mismo techo, porque el pobre 2no quería volver a casa de sus padres, sería humillante
para 1l y, además, no encontraba ningún piso que le gustara5. Diana entendía que Marcos
no la cuidara durante la semana mortal de la quimio; y que ni siquiera la acompa!ara al
hospital, porque sabía de sobra lo poco que le gustaban a 1l las enfermedades y los
hospitales. $or otra parte, ahora que estaban separados, tampoco estaba obligadoH 2(o soy
fuerte pensaba Diana. (o puedo sola5. 'l problema era que, como 1l seguía viviendo
allí, tampoco consentía que nadie viniera a cuidar de Diana más que cuando 1l estaba
trabaando, porque
habitaciones. Dianaelacept
piso era
en muy estrecho
silencio. y cadatengo
2*astante uno de
conellos ocupaba
lo que estoy una de lasdos
pasando
pensaba Diana, no quiero más líos, ya se irá5. 2La situacin entre nosotros está muy
tensa como para que haya un tercero sufriendo las consecuencias decía Diana a sus
amigas que la cuidaban y que no entendían ese arreglo ten desventaoso para ella. (a
encontrará algo que le guste y se irá5. Así pasaron no uno, ni dos, ni tres meses, sino los
seis meses que dur la quimioterapia. @)'-) M')')
Diana sobrevivi a la quimioterapia. ?o sola, sino muy mal acompa!ada.
Durante meses, revisamos en la consulta toda esta situacin y alguna otra en la que
Diana mostraba la misma actitud condescendiente con familiares, amigos y compa!eros de
trabao. ?o fue fácil hacerle ver que detrás de tanta bondad, detrás de tanta comprensin,
detrás de tanto sacrificio, se escondía una actitud altiva, omnipotente, de quien no se dea
afectar por nada, ni por el cáncer, ni por la p1rdida de un pecho, ni por la quimio, ni por el
maltrato continuado del que había sido obeto.
8na tarde, cuando ya Diana tenía pelo y volvía a estar guapa y deshinchada, qued
con Marcos a tomar un caf1. 'sta ve" Diana no se de intimidar y no se hi"o cargo de las
culpas que 1l intentaba echar sobre sus hombros. A pesar de todo, esa conversacin, y los
muchos meses de terapia, le permitieron a Diana preguntarse qu1 hubiera pasado si ella
hubiera sido un poco menos 2buena5, si hubiera comprendido menos y se hubiera
defendido más, si se hubiera mostrado un poco más frágil y no hubiera perdonado tantas
cosas. Lleg a la conclusin de que probablemente el final hubiera sido el mismo, pero el
trayecto hasta el final no habría sido ni tan escabroso ni tan humillante para ella.
4i!y, treinta y nueve años. ;n año despu<s de separarse
?o s1 qu1 me pasa, pero ahora tengo rabia, estoy con ganas de pelearme, me da
igual con qui1n, solo s1 que tengo ganas de pelearme. 7uiero vengarme, no s1 de qu1, pero
quiero vengarme. Antes siempre hablaba bien de Miguel, pero estoy harta de seguir
salvándole el pelleo. )e port fatal y tengo ganas de contarle a los amigos cmo fueron las
cosas en realidad y que los amigos sepan que no es tan bueno como 1l se pinta, ni tan
mosquita muerta. 'staba con la otra hacía tiempo. &reo que me he baado de un golpe de
esa actitud bondadosa y ahora estoy en el suelo, tirada, pero acompa!ada con todos los
humanos. (a no estoy por encima del bien y del mal, ni quiero estarlo. Ahora siento rabia
como los humanos normales y tambi1n soy capa" de pedir ayuda y compasin de mis
amigos.

Durante su matrimonio, y a lo largo del proceso de separacin, :i=y mantuvo una


actitud arrogante, perdonando y protegiendo a su marido, aun despu1s de saber que hacía
tiempo que 1l llevaba una doble vida. :i=y es una muer de su tiempo, muy progre, y sabe
que con frecuencia las relaciones empie"an y terminan. ?o es de esas que va a perseguir al
marido, ni a ponerle un detective, ni a rogarle que se quede a su lado. 'lla no se va a rebaar
ni va 2a montar un numerito5. 'l caso es que, desde esa actitud, ni siquiera había podido
enfadarse con 1l ni reclamarle por su enga!o. &uando finalmente la rabia tom el mando,
:i=y se sinti muy aliviada y sobre todo @muy humana

Mar%a 1ugenia, tres años despu<s de ha5er sido a5andonada por su marido
'stuve pensando en la arrogancia. %ú me lo has dicho muchas veces, pero, al
principio, no entendía bien lo que me decías. ?i siquiera me acordaba de la palabra. )alía
de me
( aquíquedaba
pensando9 237u1
dándole fue loaque
vueltas me dio4
la palabra que3$repotente4 ?o,
habías dicho, creonoque
pero a sufue otra palabra5.
significado.
Ahora lo entiendo perfectamente. Ahora que ya me he caído de bruces con todo el equipo y
que no encuentro ra"ones para ser arrogante, lo entiendo perfectamente y me recono"co en
esa actitud. 'ra muy agradable la arrogancia porque yo siempre tenía ra"n, aunque me
saliera todo mal. 'ra como que yo sabía que, en el fondo, yo tenía ra"n. La realidad se
equivocaba, pero yo no. @'so estaba muy bien @7u1 tonta 3?o4

Las palabras de María 'ugenia se e0plican por sí mismas. <econocer el e0ceso de


suficiencia y deponer sus armas supone tambi1n una renuncia. María 'ugenia ha tenido que
renunciar, por eemplo, a 2tener ra"n siempre5. @8na pena $ero ahora está más cerca de
la realidad aunque no le guste y la toma más en cuenta, que es la única manera de
cambiarla.
.ontra la arrogancia, hay que ponerse en sinton%a con el otro

)i la arrogancia consiste en colocarse unos escaloncitos por encima del otro, la


manera de combatir este pecado consiste en ponerse en igualdad de condiciones. ?i más ni
menos que el otro, ni más alto ni más bao, en sintonía con la situacin, con el otro y con la
realidad.
2'ntonces se preguntarán, si 1l me grita, 3yo tambi1n le tengo que gritar45.
?o. )i 1l te grita, das por terminada la conversacin porque no estás dispuesta a que nadie
te levante la vo". $ero escuchas los gritos, los tomas en cuenta y actúas en consecuencia.
2)i 1l me insulta, 3yo le tengo que responder con otro insulto45. ?o, si 1l te insulta
te vas del lugar o lo echas de casa porque no te mereces que nadie te insulte. $ero
reconoces un insulto y no lo disfra"as de 2efectos del estr1s5, ni lo suavi"as pensando que
en realidad 1l dio cosas que en el fondo no sentía, y que seguro que está muy arrepentido.
)i Diana hubiera estado en sintonía con su propia situacin vital, hubiera podido
poner su enfermedad y su necesidad de ser cuidada por encima de todo, y si Marcos no
estaba dispuesto a cuidarla, ella se habría deado cuidar por una amiga o por su madre.
:i=y, por su parte, se sinti muy aliviada al permitirse sentir rabia y reconocer que su
marido le había hecho da!o y que a ella no le daba igual que la ruptura se hubiera
producido por que
ve", ha tenido una renunciar
infidelidad. )er lasiempre
a tener más fuerte ya ynoahora
ra"n, la consolaba. Maríaa 'ugenia,
le da la ra"n a su
la realidad, que
es cruda, y a veces cruel, pero que nunca se equivoca.
'sta actitud de sintonía nos ahorraría un montn de sufrimiento inútil, un montn de
afrentas. )i a la primera, o a la segunda, uno dea muy clara su posicin y dice9 2?o. $or
aquí no estoy dispuesto a pasar5, el otro puede que tome nota y que se lo piense dos veces
antes de maltratarnos de nuevo. %al ve" el otro sea un cafre incapa" de tomar nota de nada,
pero nosotras, a la segunda, ya estaremos a buen resguardo, a muchos =ilmetros de
distancia del gato malqueredor. )ufriendo horriblemente por 1l, echándole muchísimo de
menos, pero sanas y salvas. @Dignas Deponer una actitud altiva mal entendida no nos va a
garanti"ar la continuidad de una relacin, pero nos va a ahorrar un montn de sufrimiento
inútil.
&apítulo Y

)'$A<A<)'
La gota que colma el vaso o tocar fondo

Porque el tiempo tiene grietas,

porque grietas tiene el alma,

porque nada es para siempre,

el amor aca5a)

'L AMB< A&A*A

2%odas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas lo son cada una a su
manera5. Así empie"a %olstoi su monumental novela Anna =arenina. Lo mismo ocurre con
los amores. Los amores felices se parecen, mientras que las historias desdichadas toman las
formas de sus protagonistas. (a hemos hablado de las ra"ones subetivas para no separarse.
'sas son universales y nos conciernen a todos. Las ra"ones para separarse, en cambio, son
e0clusivas de cada quien.

tipo de &on todo, hay


maltrato, la situaciones
p1rdida del que claman
respeto, las por una separacin9
infidelidades el maltrato
continuadas, cualquiery
el desencuentro
la pelea como única moneda de cambio, la insatisfaccin y el desamor o estar enamorado
de otra personaH son todas situaciones que ustifican una separacin. Lo cierto es que
separarse es tan difícil que nadie se separa porque sí, sin haberlo pensado mucho antes de
dar el paso definitivo.
A veces parece que las separaciones ocurren a partir de los hechos más peregrinos, o
aparentemente más triviales. 8na mala contestacin, un retraso, una discusin
intrascendente por una película o ni siquiera por la película, sino @por el asiento en la sala
del cine para ver la película 'se detalle sin importancia se convierte en la gota que colma
el vaso9 apenas una gota. 2Me voy a separar porque a mí me gusta el teatro y a 1l el fútbol5,
2?os separamos porque no quiso venir el domingo a comer a casa de mis padres5, 2Me
de porque le pregunt1 si ya había hecho las cuentas del negocio5, 2Lo voy a dear porque
se ha pasado la tarde pegado al ordenador5 o 2Lo de1 porque no me regal nada por
?avidad5.
%odas estas frases suenan a nimiedades convertidas en e0abruptos. 's lo que tienen
las gotas, que parecen inofensivas y pueden ser letales. 'n el caso de una separacin, esa
gota encubre el sufrimiento de muchos meses de incertidumbre y de cavilaciones. 'l
problema no es 2esa5 gota, sino la acumulacin de gotas. 8na tras otra, tras otra, tras otra
gota, hasta que hay una, una sola gota, igual que todas las demás, que se derrama y nos
hace ver que el vaso de la paciencia ya no da más de sí, que ya no hay manera de estirarlo.
'ntonces parece que la decisin se toma sola, que nos viene dada, y en ese momento se
declara clausurado el vaso, y alguien dice9 2@?i una gota más5.
Las gotas que llenan nuestros vasos respectivos se parecen, lo que suele variar es el
tama!o de los vasos. 6ay vasos que son como dedales. )on los que se ven desbordados a la
segunda gota. Los vasos de quienes reaccionan a la primera como si fuera la última. A estas
personas les cuesta emparearse porque no toleran las peculiaridades del otro, porque
necesitan imponer su voluntad. $ríncipes o princesas que viven bao el influo de la
ideali"acin. &onsideran una afrenta cualquier gesto de independencia de su parea. )on
quienes creen que ellos sí saben cmo hay que hacer las cosas, y si las cosas no se hacen
como ellos piensan, o su parea no reacciona como ellos esperan, o difiere de sus gustos, o
sus inclinaciones, entonces se marchan, abandonan. &on ellos, el que se mueve no sale en
la foto. $refieren vivir solos, mantener relaciones a distancia o del tipo 2%ú en tu casa y yo
en la mía5. Así consiguen que las gotas del otro vayan a parar al vacío y mantienen su vaso
impoluto.
6ay otros vasos de formas irregulares que parece que se han colmado, que ya no
cabe más y que, no obstante, de la noche a la ma!ana, van y se tragan un montn de otras
gotas. %iempo despu1s, vuelve a dar la impresin de que el vaso otra ve" se ha colmado, de
que esta ve" sí es verdad que ya no aguanta ni media gota más y 2@'sto sí que es el
colmo5. $ero a la semana siguiente, o a los tres días, vuelven a tragar. 'stos son los vasos
de los amores intermitentes, de los que se dean y regresan una y otra ve". :asos que se
desbordan y se vacían cada mes, cada semana, cada tarde. 'stos vasos parece que tienen
una salida de emergencia, cuya llave está en manos del amante. 2@)i tú me dices ven, lo
deo todo5 y 2@8na palabra tuya bastará para vaciar mi vaso5. 8na llamada, un gesto,
unas flores, un mensae oportuno, una promesa de amor eterno y la secreta compuerta del
vaso se abre, las gotas se desli"an, @y el vaso vuelve a estar vacío y reluciente, dispuesto
para la pr0ima gota, que, por desgracia, no tardará en caer )on los vasosU$en1lope que se
llenan durante
gotas de el día
dolor por lasyma!anas.
se vacían durante la noche para estar otra ve" dispuestos a recibir sus
6ay vasos anchos, e0tensos, condescendientes, en los que caben millones y
millones de gotas. :asos sin fondo que da igual el caudal que les caiga encima, ellos no se
dan por aludidos y siempre tendrán espacio para una gota más, para un chorreo más. 'stos
son los vasos arrogantes de los amores incondicionales. Da igual lo que les echen, siempre
estarán allí, dispuestos a soportar una afrenta más, otra mala contestacin, otro grito, otra
infidelidadH
6ay quienes parece que ni siquiera tienen vaso. 'n el lugar donde tendría que estar
un vaso, disponen de un oc1ano infinito al que da igual las gotas que le caigan. %odo
aguacero es poco. %odo lo reciben en su seno, lo aceptan y lo perdonan. Mar de los
)arga"os, cementerio de los barcos perdidos adonde todo puede ir a parar. Las mueres
malqueridas, las maltratadas, todas aquellas que soportan estoicamente la lluvia de
desprecios ydeultraes
e0ponentes que reciben cada
esta configuracin día, como
oceánica de unsivaso
no hubiera otra
que no se manera
llena de vivir, son
nunca.
Las due!as de estos vasos infinitos tratan a cada gota como si fuera la única. La
miran, la inspeccionan, @y la pasan por alto $orque, @total @por una gota )i los vasosU
dedal se suetan en la ideali"acin y el narcisismo, los vasos infinitos suelen ensancharse
gracias a la arrogancia.
Lo mismo ocurre con los po"os. 'l fondo del po"o de cada quien está a una altura
muy diferente. Las hay que tocan fondo con el primer cumplea!os sin flores, mientras que a
otras el fondo les queda mucho más leos y, por mucho que caigan, aguantan y aguantan y
siempre les queda po"o por donde descender. Btras, las más sufridas, se arman de pico y
pala y horadan su propio po"o su propia fosa, para que d1 más de sí y el fondo no se
toque amás. La pregunta es siempre la misma9 3qu1 precio está pagando y cuánto más está
dispuesta a pagar4, y sobre todo, 3con qu1 obeto paga usted ese precio4
$ero 3qu1 permite que una gota sea la última4 3&uándo consideramos que hemos
tocado fondo4 'sto tampoco tiene una medida obetiva. Desde fuera, el fondo del po"o o el
borde del vaso de una amiga, por eemplo, nos puede parecer infinito. Desde fuera, no
entendemos cmo no le de hace dos a!os, o por qu1 soporta tanto o a qu1 espera. Desde
fuera es fácil detectar los infiernos aenos9 2(o no hubiera aguantado ni la mitad5, 2(o lo
hubiera deado antes de serle infiel5, 2(o nunca sería la amante de un hombre casado5, 2's
evidente que esa relacin está acabando con su vida5 o 2'stá perdiendo sus meores a!os
unto a 1l5, etc., etc., etc. Desde dentro, el panorama no es tan nítido.
$araque
2%enemos dar hablar5,
una relacin por terminada,
la persona tiene que para
estarpronunciar
convencidalasdefatídicas
que ya nopalabras9
le compensa
pagar el elevado precio que ha estado pagando, que prefiere quedarse sola a mantener la
situacin actual. 'n algún momento reconoce que es preferible aceptar la pena que le
espera durante el duelo que mantener una mentira o seguir invirtiendo a fondo perdido en el
negocio ruinoso de 2a cualquier precio5 de una relacin que no va a meorar. $or eso las
separaciones a veces tardan en llegar, porque el que toma el mando y propone separarse ha
necesitado de un tiempo para hacerse a la idea y para imaginar que hay vida despu1s de la
vida que ha tenido unto a esa persona.
&uando la relacin va mal, muy mal, el fantasma de la separacin acecha y tiende
emboscadas. ?o obstante, a pesar del sufrimiento, hacemos todo lo que está en nuestras
manos para esquivar ese fantasma y conurarlo con promesas de cambio y buenas
intenciones. &on frecuencia, si la situacin de fondo no ha cambiado, el fantasma de la
separacin
parece que insiste y se instala
se materiali"a y nosa lo
vivir con la parea.
trope"amos Dea
a cada de ser unhagamos
momento, fantasmaloyque
cobra cuerpo,
hagamos.
)abemos que ya no hay nada más que hacer y que cada quien tendrá que irse por su lado y
que habrá que decir adis para siempre amás, por mucho que nos duelaH $ero todavía
necesitamos un tiempo para hacernos a la idea. 'mpe"amos a despedirnos en silencio,
poquito a poco, en los gestos más nimios. ?os vamos haciendo a la idea de cmo será
nuestra vida sin 1l mientras que nos tomamos el primer caf1, bao la ducha o al regreso de
una tarde de trabao. ?os preguntamos9 3a qu1 sabrá este caf1 cuando no estemos untos4 (
si hacemos el amor, pensamos9 3será la última ve"4 ( cuando hacemos la compra no
sabemos si comprar la mitad de todo o si comprar el doble. ?os imaginamos cada gesto de
su vida sin nosotros y cada aspecto de la nuestra sin 1l. 'mpe"amos a separarnos del otro
con el otro delante. $ostergamos una despedida que sabemos inevitable, mientras nos
hacemos a la idea. 6asta que un buen día, sin más, una gota cualquiera colma el vaso de la
paciencia,
atreve o el 2@6asta
a decir9 po"o delaquí
amorhemos
ya nollegado5.
da más de sí, tocamos fondo, y alguno de los dos se
?o todas las separaciones cumplen con un único patrn. &ada parea tiene su forma
personal de poner fin a una relacin; pero, @no hay duda, hay estilos más dignos, más
respetables y más elegantes que otrosH
&apítulo Z

+B<MA) D' )'$A<A<)'


Dear o 2%enemos que hablar5

Ati<ndeme,

quiero decirte algo

que qui+s no esperes)

:oloroso tal ve#

?B)B%<B)

8o siento en el alma

tener que decirte

que mi amor se e$tingue

como una pavesa)

?B M' 78-'<A) %A?%B

&uando ocurre una separacin, uno quisiera poder pasar una línea divisoria y
distribuir a los personaes del drama como en las vieas películas del Beste9 de un lado los
buenos9 allí colocamos a la víctima, al abandonado que pasivamente no tuvo más
alternativa que tragarse la decisin del otro. Del otro lado ponemos a los malos9 al
insensible que tom la decisin, al despiadado que pronunci las palabras asesinas que
nadie quiere oír9 2(a no te quiero5.
Me temo que la vida suele ser más complicada que las películas de vaqueros, así
que no se trata de defender a unos y demoni"ar a los de enfrente. 'l amor es caprichoso y
viene ay pesar
flote, se va del
sin amor.
avisar.?o
Lasdigo
relaciones
yo que son complicadas,
al que y ahaya
dea siempre vecesque
noponerle
es fácil una
mantenerlas
medalla; a
se trata de comprender a los dos polos de este drama, y de reconocer que unos y otros
desempe!an un complicado papel en el espanto que supone una ruptura. 8na separacin es
siempre dolorosa, como diimos, nadie se separa porque sí, casi nadie abandona sin sufrir
su parte y, por supuesto, nadie es abandonado de gratis.

:ejar es muy di*%cil

(a ni siquiera me atrae se0ualmente. ?o siento nada. Lo tengo a mi lado y no siento


nada. 's muy triste, pero no me atrevo a hablar con 1l. Me da pena. Me da pena y me da
miedo lo que me espera.
La mayoría de las mueres que viene a mi consulta despu1s de haber leído Mujeres
malqueridas, lo hace porque se ha visto refleadas en el libro. )uelen ser mueres que llevan
muchísimo tiempo sufriendo los embates de una relacin adictiva, t0ica, que en ve" de
hacerlas crecer, las empeque!ece. Muchas de ellas llegan desesperadas, buscan una
respuesta a sus preguntas, una salida a su situacin, o al menos eso es lo que
conscientemente piden en una primera entrevista. 'n realidad, vienen buscando un milagro,
el milagro de la resurreccin podríamos decir, el milagro de9 2( serán felices comiendo
perdices5, que sue!an
que las devuelvan a la alcan"ar
situacincon dos al
inicial, o tres conseos,
momento en elcon
quedos o tres
todo era indicaciones mágicas
posible y la vida
unto a sus pareas prometía ser e0traordinaria.
)i alguien e0aminara obetivamente la situacin de la mayoría de estas mueres,
llegaría a la conclusin de que lo más sensato que podrían hacer, lo único sano, sería dear
la relacin y empe"ar una vida distinta. $oner tierra y tiempo de por medio, recuperarse a sí
mismas y no volver a permitir amás que alguien las trate de esa manera. 8no piensa que
esas mueres deberían sacar fuer"as de donde fuera para atreverse a dear a sus pareas, pero
eso que desde fuera pensamos con tanta claridad no es nada fácil de llevar a cabo. Llegar a
esa conclusin y ponerla en práctica es un camino duro de emprender, que además no se
sabe muy bien adnde conduce. A menos que e0ista una tercera persona, se trata de un
camino en el que uno se adentra en la oscuridad y sin cobertura9 a ciegas. 37u1 nos
deparará el futuro4 3:olveremos a vivir en parea4 3?os quedaremos solos por siempre
amás4 37u1
econmica pasará con los sin
y afectivamente ni!os4 37u1 será de la familia4 3$odremos sobrevivir
el otro4
'l que dea no solo ha tomado una decisin y hace su santa voluntad, el que dea
tambi1n ha perdido mucho, se ha sentido igualmente traicionado por su parea, porque el
otro no ha cumplido con las e0pectativas que 1l o ella se habían forado. 'l otro traiciona en
la medida en la que no ha podido austarse a lo que se esperaba de 1l, a lo que se quería que
fuera, a lo que se necesitaba. 'n ocasiones, el 2abandonador5 se siente el abandonado, le
echa en cara al otro que la situacin haya llegado a ese punto en el que ya no hay retorno
posible. 6ay ocasiones en que no se puede hablar de malos tratos, pero así como el pecado
de la omisin tambi1n es un pecado, postergar, dear estar, la pasividad e0trema son
tambi1n una forma de hacer, de interrumpir el progreso o la evolucin de una relacin.
'l que dea tiene sobre sus hombros la responsabilidad, el miedo y el sentimiento de
culpa, y sufre asimismo la incertidumbre de no saber si está dando un paso en falso. 'l
deado
para es la víctima
mal, a ambosno es poco,
les queda sin duda,
por delante pero a tarea
la enorme 1l le viene todo hecho
de reconstruir suspara
vidas. bien
'l y
abandonado habrá de esperar a perder la cara de desconcierto que se le queda para empe"ar
a recoger los reta"os de la e0plosin, no lo niego, pero hay toda una parte del trabao sucio
que alguien ha hecho por 1l. Btra ve" nos encontramos ante el par pasividadUactividad, ante
las bondades y los inconvenientes que cada uno de estos polos supone.
&ono"co muchos casos en los que son ellas quienes toman la iniciativa. &uando
ellas deciden separarse lo hacen porque no están dispuestas a soportar ciertas situaciones, ni
a vivir una mentira. La vida que llevan no las satisface y quieren algo distinto no
necesariamente algo más, puede ser algo menos, lo cierto es que no quieren ')B que
tienen ahora unto a su parea y están dispuestas a pasar por el dolor de una ruptura con tal
de recuperar la sensacin de que son due!as de su vida. La mayoría de las mueres que se
separan, al contrario que los hombres, no necesariamente cuentan con un sustituto en el
momento de separarse muchas de ellas pasan a!os hasta poder entablar otra relacin.
)e separan a pelo, a tumba abierta, a ciegas, en nombre de una cierta honestidad con ellas
mismas, con su propia vida.

0oana, treinta y ocho años) Tres meses despu<s de separarse


(o sufrí más antes de la separacin. Ahora estoy más tranquila. Más triste, pero más
tranquila con la decisin que tom1. A mí tambi1n me han deado alguna ve" y s1 que eso
hace muchísimo da!o y que #uano tiene ra"ones para estar muy cabreado; pero lo que yo
he sufrido
primero hasta tomar
y decírselo la decisin
despu1s no se no lo sabea nadie.
lo deseo nadie. Lo que he pasado
's verdad hastatetenerlo
que cuando claro
dean se te
queda cara de tonta, porque por mucho que sepas que la relacin no va, como que no lo ves
venir. $ero tomar la decisin es muy duro.
)1 que lo que me espera no será fácil. %engo una hia peque!a y plantearme la vida
como una familia monoparental es muy duro. $ero la incomodidad y la angustia que sentía
cuando vivíamos untos era mucho más insoportable. Ahora me preocupa mi hia. Ahora
pienso más en ella que en mí. (a habrá tiempo para pensar en tener o no tener una nueva
relacin. Ahora ni me lo planteo. $refiero la pena a la angustia. $refiero la soledad a la
"o"obra de no saber si esa noche vendría o no vendría a dormir. Ahora s1 que no vendrá, s1
que solo estamos en casa mi hia y yo, un día y otro día. ?o es muy diferente a lo que había,
porque #uano apenas estaba con nosotras. %odo el día trabaando, de viae o haciendo su
vida cuando estaba en Madrid, como si nosotras no fu1ramos su vida. &omo si no
e0isti1ramos. )1 que
duda de que hice todavía
lo que tenía me
quequeda
hacer.mucho por sufrir
?o volvería a la ysituacin
por vivir,anterior
pero nopor
tengo ninguna
mucho que
me sienta sola y por mucho miedo y mucha pena que sienta en este momento.

#oana pas muchos meses padeciendo las infidelidades de #uano y sus desplantes.
Durante ese tiempo, pens que se le pasaría, que entraría en ra"n y que todo volvería a ser
como era antes del nacimiento de su hia. #oana sabía que nada de lo que la esperaba
despu1s de la separacin sería fácil. La vida no suele ser amable con una muer de treinta y
muchos que levanta sola a una hia de dos a!osH )in embargo, en un momento, la gota de
la infidelidad y el desamor colm su vaso, y decidi que era meor ponerse de pie para
enfrentarse a la vida sola que vivirla de rodillas, humillada. )us predicciones se cumplieron.
La separacin fue difícil y quedarse sola lo fue más aún; no obstante, #oana nunca dud de
que había hecho lo que tenía que hacer, y a pesar del dolor, se sentía orgullosa de sí misma
por haber sido capa" de tomar la decisin que correspondía.
>gnacio y &ara

Lara no sabe si tiene un ni!o o dos. ?o es que sea despistada hasta ese e0tremo, es
que -gnacio adorable para un montn de otras cosas se comporta con frecuencia como
si fuera un ni!o más, incluso menor que ese peque!o de tres a!os que corretea por los
pasillos, que se llama -gnacio como 1l y que tambi1n es hio suyo. -gnacio no es ambicioso,
ni se ilusiona con facilidad, ni tiene inquietudes intelectuales o artísticas como Lara. )e
conforma con ir y volver del trabao, pasar un rato frente al ordenador y fumar porros;
fumar muchos porros.
C6e comprobado en mi práctica clínica que así como el alcohol produce seres
violentos, descontrolados, que dificultan la convivencia, los porros desgastan a los seres
que los consumen hasta hacerlos desaparecer. &on ellos tampoco hay convivencia posible,
porque el de los porros no comparece. 'stá de cuerpo presente, pero no está disponible para
la vida.
&on el tiempo, ese rato que -gnacio pasa frente al ordenador se ha hecho cada ve"
más largo, y ese 2porrito despu1s de cenar5 se ha multiplicado, así que Lara lleva mucho
tiempo sinti1ndose sola, sin interlocutor, sin parea, sin un padre para su hio con quien
compartir las obligaciones y las preocupaciones que genera un ni!o de tres a!os.
)eguramente -gnacio podría hacer feli" a muchísimas mueres, pero no a Lara. 'lla lo sabe,
protesta, se quea,
su disposicin pide.buena
a hacer -gnacio intenta
letra complacerla,
no tardan adaptarse,
más de uno perodesusemana
o dos fines ilusin en
renovada y
desaparecer.
Mientras -gnacio se esfuma tras la pantalla del ordenador, envuelto en la bruma de
un porro, todo lo que concierne a la vida familiar es un 2no sabe, no contesta5; Lara está
cada día más mustia, más triste, más insatisfecha @y más gorda La cama ha deado de ser
un lugar de encuentro y de pasin, -gnacio no entiende por qu1 ya no follan como antes y se
quea de que su muer es más madre de su hio que muer de su marido. 2$uede ser dice
Lara, pero es que alguien tiene que hacerse cargo del ni!o, alguien tiene que llevarlo al
parque, alguien tiene que ugar con 1l. Además agrega, yo no puedo follar y punto. )i
llevamos tres días casi sin hablarnos, sin compartir nada, si se le olvida todo lo que le digo,
si no me toma en cuenta y veo que nada de lo nuestro le importa, 3cmo voy a estar
dispuesta y con ganas de acostarme con 1l si estoy furiosa45.
Mientrasdolores
sufrir terribles Lara deshoaba la ?otaba
de espalda. margarita del si
como 2Me separo,
el peso no enorme
de un me separo5,
pianoempe"
de colaase
posara sobre sus hombros, y era difícil emprender la vida cotidiana cada ma!ana, con ese
piano a cuestas. A estas molestias, que la perseguían durante el día, se sum el insomnio
que no la deaba descansar por las noches. Miraba dormir a -gnacio a pierna suelta, lo
escuchaba roncar a mandíbula batiente, aeno por completo al desierto que ella atravesaba
sola cada noche mientras cavilaba, mientras rumiaba por igual su dolor y su miedo. Lara,
además de llorar, comía; así que en poco tiempo gan un montn de =ilos y con ellos, un
montn de mal humor.
8na noche pensaba9 2?o puedo soportar esta situacin por más tiempo. 'stamos
viviendo una mentira. Ma!ana hablo con -gnacio y nos separamos5. ( a la noche siguiente9
23&mo me voy a separar4 3&mo le voy a hacer eso al ni!o4 Aguanto. Aguanto un par de
a!os más, a ver si las cosas cambian y el ni!o es un poco más mayor5. ( dos días despu1s9
23&mo
sola y convoy
un ahioH
pasar @otra
dos a!os más no
ve" sola en esta situacin4
%otal, 7uedarme
no se puede otra ve"
tener todo. sola,esy un
-gnacio estabuen
ve"
hombre y nos quiere. Además, yo no quiero tener un hio único, tal ve" es el momento de
tener otro hio5. ( al otro día9 2@Btro hio con -gnacio 3$ero cmo puedo pensar en tener
otro hio con -gnacio4 @Lo mataría @%ambi1n eso me lo ha quitado @La posibilidad de
so!ar con tener otro hio @'s que lo mataría5.
Así de contradictorios eran sus pensamientos en las noches de insomnio. A la
ma!ana siguiente, su piano de cola la encontraba oerosa y cansada para clavar todo su peso
otra ve" sobre sus hombrosH ( así un día y otro día, una noche tras otra. Lara pas muchos
meses sumergida en una ensalada de sentimientos opuestos9 el cari!o, la culpa, la
preocupacin por su hio, el miedo a quedarse sola, la rabia, el mal humor, la esperan"a, @y
los =ilos $or supuesto que su ensalada estaba convenientemente adere"ada con una
vinagreta de incertidumbre. 3Me estar1 equivocando4 3)erá que soy muy e0igente4 3'star1
echando todo por la borda4 3Me arrepentir1 cuando me vea sola4 'n cuanto parecía que
había tomado una decisin, pongamos por caso 2Lo deo, nos separamos, ya no aguanto
más5; miraba a su hio, o -gnacio vaciaba el lavavaillas, o se encontraba con una amiga
separada hacía a!os que seguía sola y que le decía9 2$i1nsatelo5, y entonces le hacía caso a
la amiga, le hacía caso a su propio miedo y se echaba atrás. 'se día, como por arte de
magia, le parecía que -gnacio era un buen hombre, que no era tan malo compartir la vida
con 1l, que tendrían que recuperar la pasin, que tal ve" un viae sin el ni!o, que totalH
6asta que una semana despu1s, por eemplo, -gnacio olvidaba que esa tarde 1l debía
recoger
2@&uántoalloni!o en la@)e
siento guardería
me pasy por
llegaba a las tantas, sin el ni!o y sin otra e0plicacin que9
completo5.
A Lara le daba rabia pensar que si se separaban, tambi1n en esto, como siempre, ella
tendría que llevar las riendas. 7ue de la misma forma que ella tenía que decidir qu1 piso
comprar, cuándo había que cambiar de coche, a qu1 banco había que pedirle el cr1dito,
adnde podían ir de vacaciones o a qu1 guardería iría el ni!o y en qu1 colegio reservaban
una pla"a para 1l, tambi1n sería ella quien tendría que decir9 2*asta ya5, porque -gnacio
estaba demasiado ocupado con la pantalla del ordenador, demasiado abstraído en sus
pensamientos y en sus videouegos como para perder su tiempo en esas minucias. 'ntonces
volvía la rabia. %ambi1n en la separacin se topaba Lara con los rasgos pasivos de -gnacio
que tanto odiaba en su vida cotidiana.
Así lleg Lara a mi consulta y así transcurri un a!o eterno. Durante ese a!o de
terapia, Lara ba algo de peso Cbao el peso del piano, sufri, llor, dud, hasta que
finalmente tom
anticipaba y, la decisin
desde de separarse.
luego, menos dolorosaLaqueruptura fue mucho menos
la incertidumbre. <esulttraumática
mucho másde difícil
lo que
decidirse a dar el paso que darlo. -gnacio, el padre, se fue como había estado9 sin pena ni
gloria. ?o reclam, no se que, no intent recomponer la situacin ni puso ningún pero a
la decisin que Lara había tomado. -gnacio, el hio, recuper a su padre de las fauces del
ordenador y cada ve" que se veían, -gnacioUpadre era mucho más padre de -gnacioUhio de
lo que nunca había sido cuando convivían. Lara, por su parte, a pesar del miedo y de la
pena que le producía la separacin, recuper el sue!o y la dignidad y, poco a poco, el piano
que pesaba sobre su espalda de paso a la levedad de la ilusin.
Ahora han pasado tres a!os desde que se separaron. (a sin el dolor agudo de la
ruptura, Lara se alegra de haberse decidido. -gnacio ha formado otra parea y ella sigue
sola, pero su carrera se ha relan"ado, ha descubierto una vena para los negocios que la llena
de satisfaccin y alivia mucho su situacin econmica. 2'sto nunca habría podido hacerlo
si hubiera seguido con -gnacio5, dice cada ve" que se topa con uno de sus logros.
Adriana

6ace muchos a!os que Adriana vive con #orge y desde hace dos mantiene una
relacin clandestina con un compa!ero de trabao. Lo que era una vida cotidiana amable se
ha transformado en el ardín de los horrores. %odo lo que hace #orge le parece insulso. (a
no recuerda qu1 le gustaba de 1l. ?o puede soportar otras manos que las manos del amante
sobre su cuerpo, de manera que la vida se0ual entre Adriana y #orge es, en el meor de los
casos, un recuerdo borroso, y, en la realidad, un espacio para los reproches, para la
insistencia de #orge, para el recha"o de Adriana y sobre todo para su sentimiento de culpa.
Adriana se quea de no poder ser como los hombres que llevan una doble vida
durante a!os, no sufren y encima consiguen que nadie se entere. 'lla no puede fingir. 'lla
llora de noche porque echa de menos al amante y porque sabe que está haciendo sufrir a
#orge inustamente. -ntenta convencer a #orge de que sufre por una crisis de la edad, otra de
identidad, una de fe y alguna vocacional. @&ualquier cosa antes de confesar su infidelidad
37u1 será lo meor para cada uno de los tres4, se pregunta. 37u1 será lo meor para
ella4 37u1 será lo más honesto4 3( lo más racional4 &on #orge tiene una buena relacin y
el amante no parece dispuesto a ser nada más que un amante. 3( si dea a #orge y se queda
sola4 3( si sigue así y #orge se entera4 3( si le cuenta la verdad a #orge y a ver qu1 pasa4
3( si se muda a vivir a /recia o a &hecoslovaquia y se olvida de todo y de todos4
Al final, ella
2conveniente5, Adriana
teníalleg a laíntegra
que ser conclusin de que
consigo aunque
misma y consusus
decisin
propiosnosentimientos.
fuera la más
#orge no se merecía estar con una muer que no estuviera enamorada de 1l y de la que no le
llegaran más que reproches inustos, indiferencia y algunas migaas de cari!o. ( ella
tampoco se merecía esta doble vida que la hacía sentir tan inquieta y tan incmoda en sus
propios "apatos.
)e separ de #orge. &omo estaba previsto, el amante de de serlo y desapareci de
su vida, pero, aun así, Adriana no se arrepinti de su decisin. &on el tiempo, entabl una
relacin con un hombre que combinaba meor los papeles de amante y de marido.

%omar la decisin de dar por terminada una relacin es algo muy difícil. Las dudas
de si 23'star1 haciendo lo correcto45, 23Me estoy precipitando45, 2?o quiero hacerle
sufrir5, 2?o quiero sufrir5, 2?o quiero hacer sufrir a los ni!os5, 2's que me da pena que lo
nuestro no haya funcionado5
suelen postergar ese momento.o 2's que nocon
De hecho, me frecuencia,
resigno5, o lael separacin
miedo al duelo y a lamucho
empie"a soledad,
antes de la fecha en la que se pronuncia esa temida frase del9 2%enemos que hablar5. &omo
ocurre con los enfermos terminales que pasan meses adheridos a una vida artificial, la
muerte anunciada de una relacin tambi1n nos permite empe"ar a despedirnos mientras que
todavía estamos untos, vivos; hacernos a la idea cuando el otro todavía está presente. 8na
ve" pronunciadas las palabras, tampoco suele ser inmediata la separacin. 'ntre lo que se
dice y lo que se hace tambi1n pasa un tiempo. 'l otro tiene que encaar el golpe y hacer lo
que buenamente pueda.
Lo cierto es que las personas que cono"co que tomaron la decisin de separarse
están satisfechas de haber podido hacerlo. ?inguna de ellas se arrepiente y la mayoría se
pregunta por qu1 esper tantoH
)er deado

Sin ti

qu< me puede ya importar,

si lo que me hace llorar est+ lejos de aqu%)

Sin ti

no hay clemencia en mi dolor)

&a esperana de mi amor te la llevas

por *in.

)-? %-

De todas las situaciones posibles, de todos los escenarios imaginables, el peor, no


hay duda, es
del miedo queserdadeado.
y de la'n un capítulo
sensacin anterior
de vacío quehablábamos dees
produce. 'sto lo así
difícil
paraque es separarse,
ambos, pero al
abandonado no se le ha permitido ni siquiera acostumbrarse a la idea. Kl va como la
&aperucita <oa, tarareando una cancin por el bosque, recogiendo florecitas de colores, y
el otro Cya sabemos que en estos cuentos el que abandona siempre hace de lobo, de buenas
a primeras, le da un empun por la espalda y, @@@""aaassss, lo lan"a al precipicio. Así, sin
aviso y sin anestesia. @@%ooooma @Al vacío )in paracaídas, sin red, sin pasae de vuelta.
@Al vacío @Directo al 2barranco5
'l abandonado tiene ante sí una tortuosa tarea, lleva una triple carga sobre sus
espaldas9 1l, como el otro, para empe"ar, ha de sobreponerse a las consecuencias propias de
cualquier separacin9 tendrá que inventarse una vida nueva, cambiar sus planes de futuro,
empe"ar otra ve". $or otro lado, deberá curarse del efecto traumático de la sorpresa Cese
inesperado empun por la espalda que lo lan" al vacío. $or último, habrá de reconstruirse
a sí mismo
infligi9 desde los
la herida despoos
al amor en que
propio que le
le parte
ha convertido
la vida enesa herida de muerte que el otro le
dos.
La primera de las tres tareas del abandonado, lo que concierne a rehacer la vida
despu1s de una separacin, es ustamente el tema de este libro y compromete por igual a las
dos partes de lo que hasta ayer fue una parea. Ambos habrán de acomodarse a una vida
distinta sin el otro. Los dos tendrán que olvidar. %anto si la separacin es elegida, como si
no lo es, esta es una labor que tendrán que emprender por separado. )erá para bien. Aun
cuando nos pare"ca un castigo, recomponer la vida y adaptarla a la realidad, por cruda que
esta sea, siempre es para bien. @'s lo que hay )i alguien que no te quiere te abandona, @te
está haciendo un favor 3$ara qu1 quieres estar con alguien que no te quiere4 Lo horrible no
es que te abandone, sino que no te quiera, y en eso nadie puede mandar. $odrías mantenerlo
a tu lado con amena"as, por los ni!os, con chantae emocional, pero no puedes
obligarlo a que te quiera. )i alguien te abandona porque quiere a otro, por mucho que nos
duela, a la larga es meor. ?o te mereces formar parte de un trío que no has elegido, ni vivir
con alguien que ama a otra persona y que solo piensa en ella. 'n fin, que si seguimos por
este camino parece que vamos a tener que mandarle un ramo de flores de agradecimiento al
desalmado que acaba de abandonarnos. ?o es así. La pena y el desconsuelo no se mitigan
tan fácilmente. Lo que quiero decir es que al final solo contamos con la realidad y que,
cuanto más pronto la recono"camos y nos acostumbremos a ella, más pronto podremos
rehacer nuestra vida, solos o acompa!ados.
La segunda tarea supone recuperarse de la sorpresa, del hacha"o imprevisto de un
abandono.
alguien nos$erder la e0presin
abandona, cosa quedetambi1n
perpleidad
lleva osu2la cara de tonto5 que se nos queda cuando
tiempo.

1l e*ecto sorpresa

'l que dea, lo hemos visto, tiene la sart1n por el mango. 8na sart1n que quema y
que se quiere soltar @cuanto antes meor )í, es horrible llevar el peso de esa sart1n
hirviendo sobre los hombros, pero el que dea, por muy mal que lo pase, siempre tiene algo
de control sobre la situacin. Mientras tanto, al abandonado le cae el sartena"o en la cabe"a
y no sabe ni cmo, ni de dnde, ni por qu1 le cay. Aunque lo sepa, aunque lo est1
esperando de un momento a otro, no es consciente del todo. 'l abandonado sufre
pasivamente la decisin del otro y sus consecuencias. Al abandonado nadie le pidi su
opinin,?onadie le tal
e0iste pregunt9 23%e2un
cosa como viene bien
buen que te dee
momento paralasersemana que viene45.
abandonado5. $or eso
escuchamos frases del tipo9 2@&mo pudo dearme antes de las ?avidades5. #unto con
otras tales como9 2@'s un hipcrita. 'sper a que pasaran las ?avidades para dearmeH5.
'l 2(a no te quiero5 es )-'M$<' una pu!alada a traicin. Da igual el tiempo que
llevemos sufriendo los efectos del desamor, da igual lo mucho que nos lo hayan
demostrado. ?o cono"co a nadie preparado para escuchar esas palabras. $or mucho que
uno se las barrunte, por mucho que uno est1 de acuerdo y tambi1n haya deado de querer al
otro, el 2(a no te quiero5 siempre nos pillará desprevenidos.
6ay algo en la situacin traumática, en cualquier situacin traumática, que está
directamente relacionado con el factor sorpresa. $or eso el síndrome por estr1s
postraumático se caracteri"a, entre otras cosas, por una anticipacin e0agerada de lo que
pueda ocurrir. 'l afectado entra en un estado permanente de alerta roa con el que es muy
difícil
que el convivir. -maginemos
susto le dee a alguien
volver a su que ha sido
rutina habitual. víctima deúnicamente
Al principio, un asalto9 pasará tiempo
se atreverá hasta
a salir
acompa!ado. $oco a poco empe"ará a aventurarse solo por las calles, preferirá el coche al
transporte público y andará con miedo, mirando a un lado y a otro y cambiándose de acera
cada ve" que le parece que ha visto algo sospechoso. ( en ese momento @todo le resulta
sospechoso 3De qu1 le sirve ese estado de alerta4 $uede que no le protea contra otro robo,
pero, al menos, le deará la sensacin de que lo tiene todo bao control y la ilusin de que
así podrá evitar otra desagradable sorpresa.
'l abandonado, además de la angustia horrible del vacío, pondrá todo de su parte
para evitar otra sorpresa. )e esconderá detrás del miedo, acurrucado como un animal herido
para protegerse de otra relacin, de otro abandono. )on los que engrosan las filas del 2Más
vale solo que mal abandonado5.
Ahora veremos tres casos que atendí en mi consulta y que ilustran, cada uno a su
manera, el desconcierto por el que ha de atravesar el abandonado.
Aurora

%odavía recuerdo a una de las primeras pacientes que tuve en los a!os ochenta
cuando llegu1 a Madrid. 'ra una muer de cuarenta y muchos. De pelo muy corto, más que
entrada en a!os, yo diría que estaba entrada en =ilos. 8na de tantas, una de esas muchas
mueres annimas que han dedicado su vida a cuidar de tres hios, de una casa y de un
marido. Aurora
había deado porvenía triste, con
otra muer deprimida, abatida.
menos a!os, con6acía
menosmás de un
=ilos, cona!o que su
menos marido
canas, conlamenos
hios9 una oven profesional e0itosa. A pesar del tiempo que había transcurrido, Aurora no
conseguía levantar cabe"a. 'conmicamente, su e0marido se hacía cargo de sus gastos y
dos de sus hios se habían independi"ado. ?o se llevaba mal ni con los unos ni con el otro,
pero insisto no levantaba cabe"a. 'n las primeras entrevistas me inclin1 a pensar en un
duelo enquistado, mal resuelto. )í, probablemente no me equivocaba, pero en su lamento
había algo más, algo que a mí me llamaba la atencin, algo que yo no había escuchado
antes y que, entonces no lo sabía, escucharía unas cuantas veces más.
'n la quea de Aurora había mucho de sorpresa, demasiado de perpleidad9 2's que
no lo entiendo decía una y otra ve", es que todavía no me lo puedo creer5.
)1 que la mitad del efecto que convierte a un hecho en traumático está constituido
por la sorpresa. Lo s1, ya entonces lo sabía y, sin embargo, había algo en la sorpresa de
Aurora que e0cedía
por el marido la situacin
es espantoso, por la queque
por supuesto había pasado.el$or
si encima supuesto
abandono es que
por ser
otraabandonada
muer, tanto
peor. ( si es más oven, ni que decirlo. %odo eso es así y no pretendo minimi"arlo. $ero es
la vida, son cosas que pasan, y me refiero a los dos sentidos de la palabra 2pasar5; son
cosas que suceden y son cosas que a la larga se olvidan o al menos se dean atrás. $ero
Aurora era incapa" de olvidar.
'ntonces caí en la cuenta de que a Aurora la había sorprendido la transicin
espa!ola haciendo la colada, una transicin de la que todos hablaban Cde la que todavía se
habla y de la que, por entonces, nadie le había contado en qu1 consistía, cmo funcionaba
por dentro y cuáles serían sus consecuencias. )e acababa de aprobar la ley del divorcio sin
preguntarle, sin su consentimiento, y lo que es peor, sin prevenirla.
La aprobacin del divorcio encontr a Aurora en "apatillas, desarmada para la
guerra. 'l divorcio entraba en los planes de la reci1n adquirida democracia, pero no en los
suyos. Aurora
hubiera sabíaypor
divorciado los peridicos
nunca imagin quedeesa
la pol1mica ley, pero
lista empe"aría porno conocía
incluir a nadie que se
su nombre.
Aurora se había casado para toda la vida. $ara ella, el matrimonio era como haber
aprobado una oposicin a funcionario del estado. @8n puesto asegurado en la
Administracin y nunca más había que preocuparse por el asunto laboral De manera que
preocuparse por conservar una parea no entraba en su vocabulario. @$ero si ella ya se había
casado @$ero si ese era su marido y ella era la muer de ese hombre @$ero si tenían tres
hios @$ero siH
/racias al tratamiento, Aurora empe" a usar su tiempo libre a su favor, y lleg
incluso a agradecer ciertos giros de libertad que nunca se hubiera permitido de seguir
casada. $as el dolor, pas la pena, el miedo a la soledad tambi1n pas. Lo que permaneci
impert1rrito en el discurso de Aurora fue el asombro.

Amelia
$ocos a!os despu1s de conocer a Aurora, recibí a Amelia. Amelia no tenía nada que
ver con Aurora. Amelia venía de una familia bien, casada con un marido bien, con dos hios
perfectos. ?unca había tenido que hacer ni la comida ni la compra ni las camas de su casa,
porque para eso contaba con suficiente servidumbre. )alía con las amigas, ugaba con ellas
a las cartas, viaaba, iba de compras, de museos, de t1 con pastas. Amelia era una muer
guapa y muy cuidada que iba a misa todos los domingos, pero tambi1n a Amelia la había
deado
hios lesu marido.
habían ?o porenuna
insistido quemás oven,ayuda
buscara sino porque
por unaconsideraban
amiga viuda de
quelatanto
misma edad.no
encono )us
podía ser normal. Amelia vino a la consulta indignada, furiosa, despotricando contra su
marido. 'l problema es que no despotricaba únicamente en la consulta, donde está
permitido decirlo todo, sino que había empe"ado a desprestigiarle entre sus amigos, y lo
que era más importante, entre sus colegas de profesin. )u odio y su resentimiento no la
deaban disfrutar de nada de lo que sí tenía9 de su vida holgada, de unos hios sanos que la
adoraban, de su primer nieto que venía en camino o de sus amigas. La vida se le había dado
la vuelta como un calcetín y todo lo que había sido lu" ahora era sombra.
Amelia no venía a buscar ayuda, estaba acostumbrada a dar rdenes, no a pedir
apoyo, solo necesitaba mi aprobacin. 7uería que yo le diera la ra"n en todo, a ciegas.
Acostumbrada al trato que recibía en las tiendas de firma que frecuentaba, en las que, cmo
no, 2el cliente siempre tiene la ra"n5, no daba cr1dito a que yo discrepara, a que pensara
por mi cuenta,
sus batallas o me atreviera
campales contra sua preguntarme
e0marido. Lasobre la conveniencia
veracidad para
de su versin de ella de algunas
los hechos de
nunca
la puse en cuestin. Mi labor no es la de un notario que certifica la realidad, eso no me
incumbe; lo que yo cuestionaba era el peso y el srcen de su encono, sus malos modos, su
lucha ciega y sus rabietas infantiles. 'lla reconocía que hacía a!os que su relacin estaba
acabada, que hacía a!os que no mantenían relaciones se0uales, que hacía a!os que
discutían por cualquier cosa, pero aquello no tenía por qu1 terminar en una separacin; es
más, pasara lo que pasara, una separacin no era algo que estuviera contemplado en su
vida. $unto.
Además de la sorpresa del divorcio, a Amelia se le sumaba su formacin religiosa y
la firme conviccin de que a Dios uno no le promete cosas en vano, que cuando se le
promete algo a DiosH se le cumpleH pase lo que pase. Así que su promesa ante el altar era
una garantía de eternidad, independientemente de que la parea funcionara, o no funcionara.
&omo
A pesarera
dede
lasesperar,
muchasAmelia no dur
diferencias más
entre que unos
Amelia pocoslameses
y Aurora, en tratamiento.
una me hi"o recordar a
la otra y no sabía muy bien por qu1. 'sa evocacin me sirvi para comprender meor a
Amelia.

Alicia

Alicia no recordaba en nada a ninguna de las otras dos. 'ra profesional, tenía
cuarenta y muchos a!os y fue una de esas mueres pioneras en compaginar la vida laboral y
la vida familiar. %ambi1n era un poco bohemia e indiscutiblemente progre. $ia y progre.
Las dos cosas muy bien combinadas, muy bien engranadas gracias a una inteligencia nada
común, a una cultura de profundas raíces familiares y a un espl1ndido sentido del humor.
Así que en nada me hacía pensar en ninguna de mis dos pacientes anteriores, la una tan ama
de casa y la otra tan se!ora de sociedad. 'n nada, e0cepto en que el marido de Alicia
tambi1n había decidido separarse de ella.
'n este caso no había una tercera persona; sencillamente las cosas ya no eran lo que
habían sido, 1l ya no estaba enamorado, y el cari!o que le tenía a Alicia no era suficiente
como para seguir a su lado. 'l marido de Alicia tambi1n era progre y aut1ntico y no estaba
dispuesto a vivir una mentira.
Alicia sí sabía pedir ayuda, así que empe" un tratamiento y trabaamos varios a!os
untas. Me gusta pensar que yo hice algo por ella, lo cierto es que he de reconocer que ella
hi"o muchodepor
e0presin sí misma.
pena, %ambi1n
en su duelo Alicia estaba
predominaba más que
la e0presin de dolida
asombro;sorprendida.
su boca Más que
permanentemente abierta, su incredulidad. Alicia había forado su relacin de parea en la
universidad, animados por los mismos ideales progresistas. 'n la segunda o tercera
manifestacin estudiantil contra el r1gimen en la que coincidieron, su marido y ella se
enamoraron. Ambos estudiaron arquitectura y untos armaron muchos edificios y armaron,
sobre todo, una familia feli". Alicia trabaaba codo con codo con su marido y además de los
proyectos de otros, compartían proyectos personales. )us hios, sus intereses políticos y
culturales; en fin, que nada hacía presagiar el desenlace de esta historia.

Aurora confiaba en las instituciones, Amelia creía ciegamente en el carácter


indisoluble de un sacramento y Alicia tenía una fe ciega en el compromiso personal. A cada
una de ellas la vida la sorprendi tirando por tierra sus profundas convicciones. A estas tres
mueres no solo
sus certe"as y suslesperspectivas.
había cambiado la vida, sino que estaban obligadas asimismo a revisar
'l duelo en el caso de estas tres mueres no consistía solamente en llorar por un
amor perdido o por el fin de una situacin familiar confortable; en ellas, el duelo más
importante era el que las obligaba a llorar por sus creencias, por sus convicciones políticas
o religiosas, por la caída de aquellos pilares, de aquellos ideales sobre los cuales habían
construido sus vidas. La perpleidad con la que las tres habían recibido la noticia de la
separacin era un indicio de que en esas rupturas no solo estaba en uego la parea, sino que
se rompían tambi1n otros vínculos menos visibles, menos evidentes, pero tal ve" más
slidos que los vínculos contractuales o afectivos. )e rompían los vínculos con sus
creencias y con sus certidumbres.

&a herida al amor propio

La última de las tareas que ha de enfrentar el abandonado es la más dura de las tres,
la más dolorosa y la que lleva más tiempo.
Las peores palabras que alguien puede escuchar Cquitando 2's maligno5 son9 2(a
no te quiero5. 'stas son las palabras que más tememos y que esquivamos desde que
descubrimos que el otro no está obligado a querernos, que puede elegir, que puede quedarse
o alearse cuando le pare"ca. &uando descubrimos la autonomía del otro, somos capaces de
cualquier sacrificio con tal de que nos quieran, o con tal de que nos hagan creer que todavía
nos quieren. $rimero con la madre, luego con los hermanos, con la maestra, con los ni!os
del patio del colegio, con los amigos, con la parea, con los hios y con los nietos. 6acemos
todo lo que hacemos para que nos quieran.
Muchísimas veces, en nuestra búsqueda del tesoro del amor, emprendemos un
camino equivocado, somos torpes y al final despertamos sentimientos disparatados, que
nada tienen que ver con la devocin que queríamos inspirar. 'se es el nudo de este drama9
que el otro sigue siendo libre de sentir o de hacer lo que quiera, independientemente de lo
que nosotros hayamos hecho por o para 1l. 'l berrinche de un ni!o de dos a!os que busca
restaurar el control que meses atrás todavía ostentaba sobre sus padres generalmente lo
único que consigue es un tirn de oreas y un castigo. Así somosH A veces, de mayores,
insistimos en el berrinche, y nos llevamos el tirn de oreas de la vida. ( es que somos
capaces de cualquier sacrificio incluso del sacrificio del ridículo o de postergar nuestra
propia vida
Aunquecon tal nos
ya no de no escuchar
quieran, amáslaese
aunque 2(a novaya
relacin te quiero5 que tanto
fatal, aunque nos aterra. nos
el sufrimiento
desgaste y sepamos a ciencia cierta que es meor escuchar de una ve" por todas las palabras
temidas a seguir esperando por no s1 qu1 transformacin sobrenatural, lo cierto es que la
mayoría de nosotros estaríamos dispuestos a inmolarnos, con tal de no escuchar ese 2(a no
te quiero5 que suena como una sentencia de muerte.
6ay momentos en los que la herida narcisista que esas palabras producen es tan
devastadora que el afectado no piensa más que en vengar su orgullo herido. $ara algunos, el
único consuelo posible es ver sufrir al otro tanto como el otro le ha hecho sufrir a 1l. 8n
consuelo perturbado y perturbador, un consuelo que no acepta un no por respuesta y que no
atiende a ra"ones. 8n consuelo infantil, loco y desesperado como la pataleta de un ni!o de
dos a!os, pero que en casos e0tremos, si se da en un adulto, puede tener consecuencias
trágicas. Los dictadores dom1sticos son ni!os peligrosísimos de dos a!os que no pueden
soportar la afrenta
por completo a su?B
ante un amor propio.recuperarla
y buscan De dignidad dudosaaly mensaero
matando frágil, los asesinos la pierden
de ese no.
'n fin, que de todas las ra"ones por las que aceptar un abandono es muy difícil, la
más importante es la herida que el abandono amoroso inflige a nuestro amor propio9 2@'s
que no puede ser verdad que no me quiera5.
'n ocasiones, es más sencillo aceptar la muerte de la parea que un abandono.
$rimero, porque la muerte es contundente y no tiene vuelta atrás, no nos dea ninguna
alternativa, mientras que en la ruptura siempre nos queda la esperan"a de la reconstruccin,
de volver a intentarlo, de una segunda o una última oportunidad. $or otra parte, la muerte
del otro, que nos destro"a la vida, no nos pone en entredicho. 'l otro no se muere solamente
para nosotros. 7uien muere nos dea, pero dea tambi1n todo aquello que lo unía a la vida,
sus relaciones, sus pertenencias. ?adie se muere para nadie en particular a menos que se
trate de un suicidio dedicado; en cambio las separaciones, como las cartas, tienen nombre
y apellido,
solo remitentedel
como amiga5, y destinatario.
2?o te quiero)er el destinatario
suficiente del 2(a
como para dearnoa te
miquiero5,
muer5 odeldel2%e
2%equiero
quiero, pero no estoy enamorado de ti5 supone un torpedo en la línea de flotacin y
entonces el hundimiento del barco que somos es inevitable. $ero @solo durante un tiempo
@?o para siempre @Más tarde o más temprano saldremos a flote
6acerse dear u 2Blvídame tú que yo no puedo5

"lv%dame t7,

que yo no puedo#

BL:[DAM' %S

T9mame o d<jame,

pero no me pidas que te crea m+s)

%\MAM' B DK#AM'

Llegaba tarde todos los días y una noche no vino a dormir. 'ntonces yo le puse un
ultimátum9 2Las cosas no pueden seguir así5, le die. ( 1l se fue. (o me qued1 con cara de
tonta, no entendí nada. ?o me lo podía creer. &uando intent1 hablar con 1l tranquilamente
solo me dio9 26as sido tú. %ú lan"aste un rdago y te estall en la cara. (o no quería
separarme. %ú lo quisiste. 7ue sepas que has sido tú5.
?ieves se arrepiente de su ultimátum. 'stá desolada. Aunque reconoce que la
relacin iba fatal, ahora piensa que preferiría seguir con 1l tal y como estaban, a quedarse
sola con una ni!a de nueve meses. ?unca pens que su amena"a tendría estas
consecuencias y que su marido le tomaría la palabra al pie de la letra y se marcharía de casa
esa misma noche. Ahora comprende que 1l simplemente estaba esperando ese rdago que
hoy le echa en cara; que todo lo que hacía estaba encaminado a presionarla para que fuera
ella quien diera las palabras fatídicas que 1l no se atrevía a pronunciar. ?ieves estaba
desvenciada de dolor y encima se repetía9 2@6e sido yo 3&mo he podido4 @$ero si he
sido yo5. $or supuesto que no fue ella, pero tal y como se sucedieron los acontecimientos,
era difícil hac1rselo entender y perdonar.

&as ventajas de ?hacerse dejar@

7uienes se suman a esta iniciativa quieren separarse Cgeneralmente ya cuentan con


un sustituto para el cargo, pero no se atreven a enfrentarse a todo lo que supone proponer
una ruptura y poner las cartas sobre la mesa sin ambages. 'ntonces, a cambio de palabras,
aparecen los actos. 'n sus actos queda claro que no están interesados en mantener la
relacin. &on sus actos se dedican a hacerle la vida imposible a su parea oficial. )e olvidan
de cuidar las formas y optan por la desfachate", por la falta de respeto y por el desamor.
)uele ser una escalada cruel, cuyo único tope es que el agraviado hable y tome la decisin
de romper el pacto. 'l pacto de la vida en parea y el pacto de silencio que el artífice del
2Blvídame tú5 ha impuesto entre los dos.
'ntonces, en algún momento se escucha una vo" tímida que dice9 2(o así no quiero
seguir5. ( otra vo" que se hace la resignada y que responde9 2*ueno, si eso es lo que tú
quieres, vale, lo deamos5. &omo si el inmolado, el mártir, fuera 1l.
$ara los que optan por la alternativa del 2Blvídame tú5 todo son ventaas9 ni dean
ni, en sentido estricto, son deados. )on ahorradores natos9 se ahorran la agonía de la
incertidumbre que atraviesan los que se deciden a dear; se ahorran la culpa por abandonar
al otro; se ahorran el peso del piano de cola sobre los hombros y las noches de insomnio; se
ahorran el mal trago del 2%enemos que hablar5, que tanta desa"n produce a quien lo
pronuncia; se ahorran pronunciar ese espantoso 2(a no te quiero5, que a nadie le gusta
decir y muchísimo
película, menos
porque dean escuchar.
el trabao )eaahorran
sucio el papel
cargo del desagradable
otro. %ampoco depor
pasan ser lael humillacin
malo de la
de sentirse abandonados, porque, en el fondo, no han sido abandonados sino liberados.
/eneralmente se sienten muy aliviados cuando el otro cumple a cabalidad con sus
e0pectativas. 'llos son los autores intelectuales del crimen, pero la mano eecutora es la del
otro.
'l reparto aquí es muy inusto, porque el que pronuncia las palabras que
corresponden a los actos de su parea, el 2obligado a abandonar5 Cla verdadera víctima,
además del maltrato del que ha sido obeto antes de la separacin, se lleva el peso de una
culpa que no le correspondeH Kl ha sido el vapuleado y ahora pasa por ser el verdugo. Kl
es el maltratado y encima ha de cargar sobre sus hombros con la responsabilidad de haber
echado por la borda los proyectos de parea o los a!os de matrimonio. 'n estos casos, la
perpleidad adopta formas retorcidas. (a no se trata únicamente de la sorpresa ante las
palabras
que vimos delenotro, ni del horror
el capítulo dedeado5.
de 2)er escuchar's
eseque
2(a no teesto
a todo quiero5, o lasumarle
hay que pena porlaele0tra!e"a
abandono
ante las propias palabras. Lo siniestro que resulta dictar la propia sentencia de muerte9
23&uándo lo die4 3&mo pude proponerlo4 3$ero si yo no quería separarme4 37u1 pas4
$ero 3por qu1 nos separamos si yo todavía lo quiero45. 'l artífice del 2Blvídame túH5 es
el verdadero due!o de la pelota y es, además, un trilero que la esconde y la muestra cuando
y como le parece, ante la mirada atnita del otro que no alcan"a a entender la ugada.
'l 2obligado a abandonar5 sufre la misma sensacin traumática de la sorpresa que
sufre el abandonado y encima se pregunta9 23&mo pude empuarme yo a mí mismo, por la
espalda, a este abismo4 3)erá que me desdobl14 3)erá que sufro un trastorno de
personalidad múltiple4 3)erá que por un lado me aferro desesperadamente y por otro me
empuo al vacío4 37u1 pas45.
Lo que ocurre es que al pronunciar unas palabras con las que ni siquiera está de
acuerdo, el 2obligado
suponiendo a abandonar5
que su parea encarna de
tuviera la valentía el papel quecargo
hacerse le tocaba
de susinterpretar a su pareaH
propios deseos, de sus
propias contradicciones, de sus dudas, de su desamor. 'l 2Blvídame tú5 escribe el guin a
escondidas y, cuando le parece, cambia los nombres de los personaes, de manera que el
2obligado a abandonar5 dice aquello que debería decir el otro, y viceversa.
A continuacin, veremos algunos casos en los que el protagonista de la historia se
las arregl para hacerse dear. 'sta ve" hablaremos de dos hombres. 8no que se vio
obligado a dear y otro que se hi"o dear.
'n muchas de las entrevistas que me han hecho en torno a Mujeres malqueridas,
hay una pregunta que se repite9 23( solo hay mueres malqueridas4 3( no hay tambi1n
hombres malqueridos45. )uelo contestar siempre lo mismo9 @por supuesto que sí ( remito
al entrevistador a las páginas de Mujeres malqueridas en las que e0plico ese continuo que
va desde lo femenino a lo masculino, desde la pasividad a la actividad en el que todos
elegimos colocarnos en algún punto, independientemente del g1nero y de la orientacin
se0ual que manifestemos. De manera que un hombre, heterose0ual, ubicado más cerca del
polo femenino que del masculino, siempre estará más predispuesto a sufrir por amor que
una muer ubicada más cerca del polo masculino. 'l caso de Alberto es una muestra de un
hombre malquerido en toda regla.
Alberto es un profesional e0itoso. Kl y su muer tienen una ni!a y una relacin
e0tra!a. :ino a mi consulta dispuesto a hacer lo que hiciera falta con tal de mantener el
matrimonio en pie. $or lo que me cont desde el minuto cero, me pareci evidente que su
muer le era infiel,
acompa!arlo hasta pero
que 1lmipudiera
papel no consistía
verla por sí en hacerle
mismo siver la realidad,
podía. A lossino en de empe"ar
meses
el tratamiento, las supuestas cenas con amigas de su muer pasaron a ser noches fuera de
casa. )u adiccin al tel1fono y a los )M) empe" a ser e0cesiva y sospechosa. 8nas fotos a
la vista en las que ella aparecía con otro hombre, unos billetes de avin que desmentían el
destino oficial que ella había argumentado para faltar de casa un fin de semana empe"aban
a ser pruebas difíciles de ignorar, @incluso para Alberto, quien todavía tard un tiempo en
reconocer que todos esos indicios apuntaban a una sola cosa9 su muer le era infiel y ni
siquiera se tomaba la molestia de ocultarlo.
A pesar de saber lo que sabía, Alberto hi"o cuanto estuvo a su alcance para
recuperar a su muer. Le hi"o regalos de amante, la invit a viaar sin la ni!a, empe" a
hacer dieta y se apunt en un gimnasio. )e aferraba a la ilusin de que la situacin podía
estar en su mano.
Mientras
'ntonces, que
Alberto 1l se deshacía
empe" a dormirenmal,
detalles, ella parecía
a no tener ganas deestar
nadacada
y a ve" más ausente.
arrastrar una triste"a
crnica. ?o solo se sentía abandonado por su muer, sino humillado. La situacin fue a más
y lleg un momento en el que ya no pudo mantener el propio enga!o por más tiempo.
'l detonante Cla gota fue un supuesto viae a *arcelona por trabao, que en realidad
result ser un viae a $arís por placer. Durante la conversacin que sigui al
descubrimiento, su muer no hi"o ningún esfuer"o por negar lo que Alberto le planteaba. Lo
escuch con serenidad, y cuando 1l termin de hablar, dio muy ofendida9 2:ale. )i eso es
lo que piensas de mí, si es eso lo que quieres, entonces será como tú digas. (o me quedo
con la casa y con la ni!a y tú te puedes ir a vivir a mi apartamento de soltera que ahora está
vacío5.
?o se defendi, no argument. )u respuesta fue tan contundente y tan firme, que
parecía ensayada. %al ve" llevaba meses esperando a que Alberto pronunciara de una buena
ve" las De
palabras mágicas9
la noche 2%enemos
a la ma!ana, que pas
Alberto hablar5.
de ser la víctima de una infidelidad a ser el
malo de la película; de ser el agraviado a ser el insensible que no tenía ningún escrúpulo en
romper una familia. De ser el humillado, a ser el malvado. Alberto no se anim a contar la
verdad, toda la verdad y nada más que la verdad de los motivos de su separacin, de
manera que al final fue criticado por los amigos, enuiciado por la familia política y
recriminado por la suya propia por no pensar primero en el bienestar de su hia y en su
compromiso matrimonial y separarse de su muer sin e0plicaciones. Alberto tuvo que
cargar con el dolor de ser deado y, a la ve", con el peso de la culpa de dear.

Ahora veremos en detalle el caso de Darío, que presenci1 de cerca. 'n su historia
puedo asegurar que, a pesar de sus sue!os, que interpretamos, y a pesar de sus palabras, que
no deaban lugar a dudas, Darío estaba convencido de que había sido su muer quien había
tomado la decisin de separarse, y de que 1l no había hecho más que acatar sus rdenes.
)olo el tiempo y la distancia de la situacin le permitieron reconocer que 1l había abonado
ese terreno con generosidad, que había puesto las semillas y que, en usticia, únicamente
recogía lo que había sembrado haci1ndose el distraído.

Darío lleg a mi consulta con cincuenta y pocos a!os a raí" de un infarto que a
punto estuvo de costarle la vida. +ísicamente estaba bien, pero su cabe"a había dado un
vuelco. Mientras estaba convaleciente, record el pasae de una novela de Marai9 un
m1dico
La frasesecay
pregunta
como unto a lasobre
un rayo camalade un de
vida moribundo cuállosería
Darío y fue la anim
que le mentiraa que le enferm.
buscar ayuda.
<econoci que la insatisfaccin recorría su vida. 'staba cansado del estr1s del trabao, pero,
sobre todo, estaba cansado de una relacin de parea seca, en la que ya no había nada que
rascar. 'ntre 1l y su muer quedaba el cari!o, sí, la costumbre y un cierto hábito de preparar
el desayuno. 6acía mucho que @ni siquiera se peleaban 'l se0o no era se0o, sino
costumbre, y sus hios ya eran mayores. Darío empe" a ugar con la idea de separarse. 2La
vida es corta decía. Ahora s1 por e0periencia que te puedes morir en cualquier
momento y claro que no me quiero morir, pero sobre todo lo que no quiero es estar muerto
en vida, ni vivir una mentira5.
(o tuve la impresin de que había llegado a la consulta con la decisin de separarse
ya tomada y que solo necesitaba el visto bueno de una vo" autori"ada. 6abía tenido más de
una aventura, alguna más seria que las otras, ninguna capa" de poner en peligro su
matrimonio. $erovida,
quería una doble eso no erauna
sino lo que
sola1lvida
quería
quepara su vida;
valiera ahora
el doble y leque la valoraba
devolviera tanto de
el doble no
satisfaccin. %enía claro lo que perseguía, pero la culpa no le deaba ni tomar una decisin,
ni sentarse a hablar con su muer sobre el tema.
Durante esa 1poca so! varias veces que su muer tenía un accidente, o que se
moría, o que se iba con otro o, simplemente, que desaparecía sin dear rastro ni dar
e0plicaciones. 'ran sue!os en los que 1l sufría mucho, y la buscaba inútilmente. 'n alguno
de ellos se veía a sí mismo llorando, rodeado de la compasin de amigos y familiares.
?o es que Darío le deseara ningún mal a su muer, es que quería que la situacin se
solucionara sin su participacin, sin tener que pasar 1l por el trago de poner sobre la mesa el
tema de la separacin. )i ella desaparecía, como en el sue!o, entonces 1l estaría autori"ado
a empe"ar una nueva vida sin ella, sin necesidad de hacerle da!o, sin someterse al horror de
dearla. $or otro lado, en ve" de miradas de desaprobacin, recibiría como en los sue!os
 la compasin
sue!os, de sus allegados.
Darío concluía9 2)í, yo no &uando intentábamos
quiero que desentra!ar
le pase nada. Lo meor el significado
sería que fueradeella
sus
quien planteara la separacin, así parecería que es ella la que toma la decisin, y no se
sentiría abandonada por mí. (o aceptaría muy obediente lo que me propusiera y todos tan
contentos5.
)e puede decir más alto, pero no más claro.
'l desinter1s de Darío por su muer fue en aumento. Durante un tiempo ella le
perdonaba su hosquedad, achacándola a los efectos del infarto, al estr1s, a la angustia de
muerte por la que había pasado. 'n cierto sentido tenía ra"n9 el cambio de actitud de Darío
tenía mucho que ver con el infarto y con los efectos de haber estado tan cerca de la muerte,
pero no de la manera que ella suponía.
Lleg el momento en el que cmo no fue ella quien dio9 2Así no quiero
seguir5, y 1l quien respondi9 2:ale, como tú quieras, cari!o5.
Le tom la palabra, 3pero qu1 palabra4 8na palabra dicha sin querer y escuchada al
pie de la letra por un Darío que no había sido capa" de pronunciarla.
A la semana siguiente estaban separados.
Kl se qued muy aliviado. )upe por Darío que ella no. A su muer le fue difícil
comprender lo que había ocurrido. 3)eparados4 $ero 3por qu1 se habían separado si ella
todavía lo quería4 )i su única intencin había sido poner a su marido contra las cuerdas
para que reaccionara, ustamente para salvar la relacin, 3cmo es que ahora estaban
separados y cmo es que, además, había sido ella quien había terminado la relacin4
'ntiendo
inusticia. ?o haylaconsuelo
rabia delni2obligado a abandonar5,
alternativa. 7uien poneentiendo su pena
en palabras y su sensacin
el silencio dese
del otro no
equivoca. 37u1 remedio le queda4 37u1 tendría que haber hecho ?ieves4 3Aceptar que su
marido no fuera a dormir a casa como algo normal o como si a ella no le importara4 37u1
alternativa le quedaba a Alberto4 3( a la muer de Darío4 Mantener una relacin a
2cualquier precio5 no tiene demasiado sentido; ya sabemos que 2a cualquier precio5 nunca
es un buen negocio. 6ay situaciones intolerables que no tiene sentido prolongar y en algún
momento alguien tiene que decir @basta
?o digo ni pienso que siempre se trate de una estrategia calculada con frialdad por
parte del 2Blvídame tú5. $uede que quien se haya hecho dear se sorprenda y se ofenda con
estas afirmaciones y las niegue. 's muy probable que ni siquiera sea consciente de todo el
da!o que produce y piense que todo lo hace 2por su bien5. ?o tienen en cuenta el
sufrimiento e0tra que tiene que padecer el otro gracias a sus tretas para hacerse dear; ni el
desconcierto
quiero5 dichocon el que se
a tiempo, conquedan,
valentíaque es muchísimo
y con dignidad. peor que un 2Lo siento, pero ya no te
&on frecuencia, estas observaciones solo se pueden hacer a posteriori, cuando ya la
separacin se ha producido y se intenta reconstruir la historia para entenderla. )i repasamos
la película a cámara lenta, podemos ver dnde estuvo escondida la pelotita del trilero en
cada instante. 'ntonces, unto al cartel que dice 2+-?5, aparecen los cr1ditos y sabemos
con certe"a qui1n escribi el guin srcinal, y cuál era su verdadero te0to; sin tachaduras,
sin cambios de última horaH )abemos qui1n mont el decorado y qui1n hi"o el casting)
7ui1n reparti los papeles y qui1n se llev la meor y la peor parteH

"lv%dame t7)

No, yo no, t7#

&ono"co casos en los que ambos participantes de la parea quieren hacerse dear.
<epito, no es una decisin consciente, pero, de alguna manera, ambos saben que la parea
está terminada; sin embargo, ninguno de los dos se atreve a dar el paso. Ambos saben que
ya no hay modo de salvar la relacin, pero ninguno quiere ser el mensaero de las malas
noticias. 'ntonces se en"ar"an en una espiral mortífera de peleas, desplantes, insultos y
malos tratos, a ver cuál de los dos consigue que sea el otro el que diga primero9 26asta aquí
hemos llegado5.
)on el negativo de esas pareas de enamorados que no se animan a colgar el
tel1fono y pasan quince o veinte minutos con aquello de9
&uelga tú Ccari!o.
?o, yo no, cuelga tú Cmi vida.
?o. ?o puedo, anda, @cuelga tú Cbonita.
?o. %ú Cmi amor.
( así, hasta que llega la madre de alguno de los dos y le arranca el tel1fono a su hio
y resuelve la discusin en un segundo.
$ues lo mismo hacen nuestras pareas del 2Blvídame tú que yo no puedo5; pero al
rev1s. )e pasan meses dici1ndose con los hechos9
D1ame tú C@imb1cil.
?o, anda, d1ame tú a mí C@desgraciado.
?o.@%ú
?o. (o no quiero dearte, d1ame tú C@irresponsable.
C@idiota.
( el resultado es ''&a guerra de los Bose(( $or supuesto que quien primero acepte
la derrota y tome la palabra será el más digno de los dos.
Los evaporados o 2Me voy a por tabaco5

&a puerta se cerr9

detr+s de ti

y nunca m+s

volviste a aparecer.

LA $8'<%A

Por si volvieras,

por si volvieras

la puerta la dejo a5ierta

para que puedas pasar .

$B< )- :BL:-'<A)

&uando hablo de 2los evaporados5, no me refiero a una marca de helados, ni a una


película de cienciaUficcin. )e trata de un segmento de la poblacin generalmente
masculina compuesto por seres que no solo no son capaces de dear a sus pareas, sino
que ni siquiera tienen la paciencia de esperar hasta hacerse dear por ellas. ?i dean ni son
deados y, no obstante, no están. 3&mo se las arreglan entonces4 $ues sencillamente
desaparecen, @se evaporan %al y como se evapora el agua hirviendo, que ahora está y si
uno se despista unos minutos dea de estar y no hay forma de recuperarla, @pues así 'n un
acto cobarde de prestidigitacin 2@?ada por aquí, nada por allá5, nuestro protagonista
se va a por tabaco y simplemente no regresa. )e despista, no se da cuenta, se le pasa la hora
y no al
sino vuelve
final adellamar en veinte
relaciones a!os. ?odurante
establecidas me refiero al destino
un tiempo de los encuentros
prolongado, esporádicos,
meses, a!os, que
terminan sin una e0plicacin; sin una despedida en condiciones, sin una mínima
conversacin que ayude al abandonado a poner las cosas en su sitio. 'n esta horrible
categoría, tambi1n se enmarcan los que abandonan por tel1fono Ccasi nunca lo hacen de
viva vo", los del )M), a trav1s de +aceboo=, por %]itter o por correo electrnico.
$ara reconocerlos, e0pongo a continuacin un par de casos.

&arla, treinta y dos a!os, cuatro a!os de relacin con Andr1s. )e posponen los
planes de boda porque Andr1s se va en septiembre a Londres con una beca posdoctoral. ?o
pasa nada, serán apenas nueve meses y Andr1s vendrá a verla en diciembre. Al principio se
echan muchísimo de menos. 6ablan todos los días por tel1fono y por )=ype porque se
e0tra!an. %ienen muchísimas cosas que contarse. A las pocas semanas de la estancia de
Andr1s en Londres, las llamadas empie"an a espaciarse sin e0plicacin aparente. &ada ve"
es más difícil coincidir con 1l. &arla pregunta9 23%e pasa algo4 3%odo va bien45. 2)í, no te
preocupes, es que tengo muchísimo trabao5. $oco a poco Andr1s dea de responder a las
llamadas, y cada ve" es más difícil encontrarlo conectado en )=ype. &arla insiste, le escribe
un mail pidiendo e0plicaciones y recibe una escueta contestacin del tipo9 2'stoy bien,
bonita, no te preocupes, es que estoy muy agobiado con el trabao. $or cierto, no podr1 ir en
diciembre, tengo una entrega en enero y me resulta imposible5. &arla empie"a a angustiarse
y decide que si 1l no viene, ella irá a verle por ?avidad. ?o es que el tiempo o el dinero le
sobren, pero
situacin. esos silencios,
Andr1s @tan prolongados,
acepta el cambio la tienen
de planes, pero angustiada
no vuelve y necesita
a dar se!ales aclarar
de vida. la
'lla
llama, insiste, un correo, otro, otra llamada. ?ada. 8na noche lo encuentra conectado en
)=ype, @al fin ( le pregunta9
37u1 te pasa, Andr1s4 ?o entiendo nada. 36as conocido a alguien4 Dime la
verdad. 37uieres que vaya a Londres o no4
Lacnico y condescendiente, le responde9
&omo tú quieras.
&arla decidi ir a verle con la esperan"a de recuperar la relacin o al menos de
recibir una e0plicacin personalmente. 'lla llega, pero 1l no va a recibirla al aeropuerto.
&arla lo llama y no hay respuesta. :a a la direccin conocida, nadie responde. 6acía dos
semanas que se había mudado sin dear una nueva direccin. Al día siguiente, en un hotel
cualquiera, perdida, sola, &arla recibe un correo electrnico9 2$erdona lo malo, bonita.
?ecesito
en Madrid,tiempo para
que mi pensar.pasará
hermano $or favor, si no teesta
a buscarlas importa, recoge
semana. todaslomis
%e deseo cosas@%e
meor. de lo
tu casa
mereces @+eli" ?avidad5.
A &arla la conocí cuando llevaba apenas tres meses sufriendo por Andr1s. 'ntonces
era el espectro de una muer, un suspiro, un hilito de muer con oeras. 6abía perdido nueve
=ilos y vino a pedir socorro para que alguien la suetara y le diera una buena ra"n para
levantarse cada ma!ana. +ue muy difícil. Al final consigui odiarlo como merecía y, con el
tiempo, lleg incluso a perdonarlo desde la compasin, desde el desprecio. ?o era ni bueno
ni malo, era un cobarde, un incapa" de hacerse cargo de las consecuencias de sus actos.
$as mucho tiempo hasta que &arla recuper la confian"a, no solo en sí misma, sino en la
especie humanaH

'mma, veintiocho a!os. )eis meses de relacin con $aco. %odavía no viven untos,
pero ya se han
comunican conpresentado a los amigos.
cierta asiduidad. Kllos
?o todos se va unporque
días, mes porlatrabao a M10ico.
diferencia horaria)e
no ayuda,
pero sí dos o tres veces por semana. La última ve" fue en pleno agosto, $aco estaba todavía
en M10ico y telefonea para avisarle que regresaría a Madrid en dos días y que la llamaría
cuando llegara. 'mma estaba de vacaciones en la &osta *rava, pero tenía tantas ganas de
verle que no duda en interrumpirlas para recibirlo en Madrid. 'l día antes del regreso de
$aco, 'mma ocupa la ornada en peluquería, depilacin, manicura, pedicura y un poco de
rebaas. @%odo a punto 'l día 2D5 está pegada al tel1fono para darle la sorpresa de que está
en Madrid y de que pueden verse de inmediato; pero $aco ni llama, ni responde llamadas.
?o sabe nada de 1l el día de su regreso, ni al otro, ni al otro. 36abrá perdido el avin4 3B
habrá sido otra víctima del cartel de )inaloa4 Al cuarto día 'mma le escribe un correo9
23'stás bien4 3%e pasa algo4 ?o entiendo nada5. 8n a!o despu1s, todavía está esperando
respuestaH C$or cierto, sabe que todavía está vivo porque su cuenta de %]itter sigue
activa.
)epararse es difícil, poner las cartas sobre la mesa y hablar claro parece que
tambi1n. )er consecuente con uno mismo, con los propios sentimientos y con los propios
actos, requiere valentía. ?adie está obligado a permanecer con nadie. &ualquiera puede
romper sus promesas de amor eterno. &ualquiera puede enamorarse locamente de otra
persona, o descubrir que prefiere estar solo a continuar embarcado en una relacin que no le
dice nada. &ansarse,
permitido; solo hay unaburrirse, desilusionarse,
precio que pagar9 dar ladesenamorarse o amar
cara. Dar la cara a otroH
y decir9 2'stoytodo está
cansado,
aburrido, ya no te quiero, he perdido la ilusin, ya no me gustas o quiero a otra5. Lo único
que hay que hacer es dar la cara y despedirse. Dar la cara y aguantar el chaparrn. ?o es
demasiado caro. 's simplemente un acto de decencia, un último gesto que @supone tanto
para el abandonado
'scuchar esas palabras no le va a evitar al otro el dolor de la ruptura; ese golpe,
nada ni nadie podrá ahorrárselo, pero, al menos, el abandonado contará con unas últimas
palabras que recordar, con unas últimas palabras que pueda repetirse en play 5ac! una y
otra ve" hasta hacerse a la idea. $or otro lado, esas palabras le darán derecho al recurso
final del pataleo. 'l pataleo no le valdrá para retener a su parea, pero supone un gran alivio
el haberlo intentado, el haber podido participar activamente de la ruptura, aunque sea para
decir9 2:ale, lo entiendo5. 2@?o sabes cuánto lo siento5. $or supuesto que a nadie le gusta
ni
sindecir ni escuchar
palabras. 's máseso de 2(a
honesto no te en
decirlo quiero5, pero
vo" alta queesdear
más que
honesto decirlo
el otro que demostrarlo
lo adivine mientras
está solo, en caída libre, en pleno abismo.
7uienes optan por la evaporacin lo único que consiguen es evaporarse ellos de la
situacin. Ante el otro no desaparecen, no se evaporan, al contrario, se petrifican en la vida
del otro con su ausencia. &uanto menos están, más presentes se encuentran. 'l 2evaporado5
se va con una leve sensacin de que 2Aquí no ha pasado nada5 y con toda la tranquilidad
del mundo se da permiso para el 2A rey muerto, rey puesto5. Al 2evaporado5 no le importa
que esa evaporacin que protagoni"a sea mucho más dolorosa para el otro que una
despedida en plan bolero en condiciones; con su llanto, su drama y su 2?o te vayas todavía,
no te vayas por favor5, y su 2:olvamos a intentarlo, te lo ruego5, y su rabia, y su 2%e odio,
eres un hio deH5, y su insulto proca" correspondiente y su 23&mo has podido hacerme
esto a mí, con lo que yo te he querido45.
'l 2evaporado5
duelo. $orque todas esasnoconversaciones
solo se quita 1lhorribles
del medio,
quesino que le roba
se suceden al otro
despu1s desu derecho al
una
separacin, todas las peleas, los llantos, el reparto de las pocas o las muchas pertenencias;
los intentos de reconquista, la lucha por la custodia de los hios, por el patrimonio, por la
pensin alimenticia, por el perro o por la cámara de fotos, los reencuentros se0uales
ocasionales sin futuro, todos esos momentos son maneras de ir haci1ndonos a la idea de la
ruptura definitiva; son formas de darle forma al dolor. &omo sucede con los floreros y con
los cuadros en una casa nueva, gracias a esos momentos vamos colocando al dolor en
distintos lugares de la vida. 3Dnde lo pongo4 3'n el armario de la esperan"a4 3'n la pared
de la rabia4 3'n el rincn de la pena4 Así, vamos cambiándolo de sitio hasta que encuentra
su puesto definitivo en la habitacin del duelo, en el trastero del pasado. 's así como se va
libando la pena. $oquito a poco se van despegando los cuerpos y las almas, hasta que, una
ma!ana, uno se levanta ligero, sin el peso del recuerdo del otro sobre los hombros. Las
víctimas de los 2evaporados5 tienen que hacer todo ese trabao en solitario. )in tregua, sin
palabras que enmarquen y e0pliquen el dolor, sin palabras que lo bauticen y le pongan un
nombre propio para denominarlo y diferenciarlo de cualquier otro dolor.
)i se pudiera recuperar a los 2evaporados5 de su estado de evaporacin y
preguntarles qu1 les llev a una huida tan cobarde, seguramente esgrimirían ra"ones varias,
pero siempre ra"ones en las que solo cuentan ellos9
's que no quería verla llorar. C@7u1 sensible @&laro que, así, %S no la vas a ver
llorar; pero que sepas que ella va a llorar el triple, aunque tú no la veas.
's queque
sí, por supuesto sabía
ibaque ella ibaaaeso
a insistir, insistir
se leen seguir
llama untosalypataleo,
derecho yo lo tenía
y simuy
tú loclaro.
teníasC$ues
tan
claro, ya tendrías tiempo de hac1rselo ver.
's que no sabía cmo decírselo. C)i no tienes mucha imaginacin, hay una lista
de frases hechas que se vienen usando desde el principio de los tiempos9 2?o lo tengo
claro5, 2%engo que pensarlo meor5, 2:amos a darnos un tiempo5, 2?o sos vos, soy yo5,
2?o estoy preparado para el compromiso5 o simple y llanamente9 2(a no te quiero5.
's que prefería evitarle el dolor de la despedida. C3A ella o a ti4 @&aradura
$orque sabrás que sin una despedida, el dolor se multiplica y se estira por unos periodos de
tiempo inhumanos.
's que no quería que se llevara un mal recuerdo de lo nuestro y cuando la gente
se separa dice cosas horribles. CLlevarse un mal recuerdo es por lo menos llevarse algo. Lo
tuyo es dear al otro solo y perdido con todo el sufrimiento y sin ninguna e0plicacin. 7ue
sepas que
'sesas
que2cosas horribles5
ya estaba queyse
decidido nodicen
habíatambi1n
nada quesirven
decir.para
C3?osepararse.
había nada que decir4
A lo meor no había nada que hacer, pero decirloH @qu1 te costaba.
'stas separaciones son especialmente traumáticas ustamente porque no hay trauma,
porque no hay golpe, porque en sentido estricto ni siquiera hay separacin. 'n el lugar del
golpe una ausencia que uno no sabe muy bien cmo interpretar. 8n vacío hueco que lo
llena todo. La esperan"a toma su forma más mortífera, y la espera, con su horrible lentitud,
se convierte en el personae principal.
'n estos casos, el enamorado pierde un tiempo precioso esperando el regreso, y
todos sabemos que cuando se espera, solo se puede esperar. ?o es que uno coma y además
espere, es que uno espera y, si hay suerte, come de ve" en cuando. ?o es que uno duerma
mientras espera, es que cuando se espera uno no puede dormir porque tiene miedo de
perderse el momento del regreso mientras está dormido. &uando se espera, uno no puede
trabaaresporque
espera espesa,está demasiado
y densa. ocupado
Agotadora. en esa
%odo pavorosa
el cuerpo pesapasividad
y uno noque es la espera.
consigue moverseLa
porque está calcificado por la espera. &omo bien saben los deportistas, la espera es un
2tiempo muerto5, por eso el tiempo no transcurre mientras se espera, porque está muerto. (
así un día, y otro día, y otro y otro. 'n estos casos atravesar por el proceso del duelo es
prácticamente imposible, porque no ha habido entierro y no puede haber entierro porque no
hay muerto. 'n el lugar del muerto no hay más que vacío y espera. 'n 'spa!a está
legalmente estipulado que hacen falta tres a!os de ausencia continuada para dar por muerto
a un desaparecido. Afectivamente, 3cuánto tiempo se necesitará4
<ecuerdo a una paciente que había sido abandonada por el m1todo rápido y eterno
de la evaporacin. Meses despu1s de emprendido el silencio, encontr en el +aceboo= de un
amigo común una foto de su e0parea con una nueva novia. Al principio llor a gritos,
aull. ( despu1s decidi poner la horrible foto como fondo de pantalla en su ordenador. A
primera vista podía parecer morboso y cruel, sin embargo, fue la única manera que
encontr de romper con las cadenas de ese 2tiempo muerto5 que la mantenían atada a la
espera. Así, cada ma!ana, cuando lo primero que se encontraba era la horrible foto,
pensaba9 2Ah (a me acuerdo. Ahora lo entiendo. ?o va a volver. ?o tengo nada que
esperar, el muy hio de puta está con otra y ni siquiera fue capa" de despedirse5. 'sa foto
horrible y su peque!o ritual matutino, su diminuto funeral, fueron la puerta por la que mi
paciente consigui al fin salir del cuarto oscuro de la espera.
6ay otra modalidad de 2evaporados5. )on los que están convencidos de pertenecer
al grupode
especie desimulacro
los valientes que dan la pero
de despedida, cara yseseevaporan
despiden, peroque
igual no quienes
lo son. 6acen el parip1,
se alean una
en silencio,
sin hacer mucho ruido. 'l caso de Mercedes y <afa ilustra bien esta variedad.

Mercedes llevaba más de veinte a!os casada con <afa. ?o habían tenido hios
porque <afa aport al matrimonio dos hios adolescentes y ya no quería tener más. 6acía
mucho que su vida se0ual había muerto, pero Mercedes lo atribuía al delicado estado de
salud de <afa, que hacía un par de a!os había tenido un infarto. $or lo demás, Mercedes
pensaba que eran una parea como tantas otras, que se llevaban bien sin demasiado
entusiasmo, que discutían de ve" en cuando, pero que se querían mucho y eran muy buenos
compa!eros. @Más que suficiente para ella 8na tarde cualquiera, cuando Mercedes regres
del trabao, <afa la estaba esperando en el saln y dio aquello de9 2%enemos que hablar5,
pero lo dio en sentido figurado, porque en la realidad solamente habl 1l. 2Me voy de casa
le
de losdio.
bancos(ay tengo las maletas listas.
mis domiciliaciones. 'sta(ama!ana
tengo un pisoelalquilado.
vino camin de(a
la cambi1
mudan"alasy cuentas
ya me
llev1 lo que considero que es mío. 'l resto te lo puedes quedar. Aquí te deo las llaves de la
casa. Ma!ana te llamará mi abogado para que firmes los papeles del divorcio5. Le dio dos
besos y se fue.
Al principio, Mercedes pens que era una broma. Aquello solo podía ser una
bromaH &uando lo vio partir, cuando vio que se llevaba las maletas y se top con las
manchas en las paredes de los cuadros que ya no estaban y con su armario vacío, y con las
marcas en la alfombra que había deado su silln, y con un único cepillo de dientes en el
ba!o, entendi que si aquello era una broma, era una broma muy pesada que había ido
demasiado leosH -ntent llamarlo para hablar con 1l, para pedirle alguna e0plicacin, para
rogarle, para insultarlo, para lo que fuera, pero le respondi una se!orita muy amable que
solo sabía decir9 2'ste abonado ha cambiado su número5. 'ntonces comprendi que más
que una@7ue
broma, aquello
alguien me era una burla,
e0plique la es,
si esto peor burla
o no es, que la vida le había hecho.
evaporarse
Me parece que estaremos de acuerdo en que <afa es un evaporado en toda regla.
Marcharse de la noche a la ma!ana, sin e0plicaciones, es evaporarse; aunque al
2evaporado5 se le pueda ver partir mientras escuchamos el rodar de sus maletas.

Mi e0periencia como terapeuta me ha ense!ado que, cuando se anali"an con calma


los meses previos a la evaporacin, en la mayoría de los casos encontramos indicios de que
la relacin no atravesaba por su meor momento. 'l otro estaba más ausente que de
costumbre, más escurridi"o. 'l 2evaporado5 no se desvanece el día en el que desaparece,
sino que empie"a a dar signos de evaporacin en presencia de su víctima meses antes de
desaparecer. 'mpie"a a no mirar al otro, a no desearlo, a postergarlo, a ignorarlo. ?o es
fácil distinguir los síntomas previos ni mucho menos anticipar una evaporacin; pero, con
frecuencia, la víctima de una evaporacin lleva meses aferrada a la venda apretada con la
que se cubre los oos para no ver que el final está cerca; vive bao el embruo del
pensamiento mágico, convencida de que si no mira la realidad, si no la nombra, esto no está
pasando.

1vaporados C)D

8na nueva modalidad de 2evaporados5 son aquellos que se valen de las nuevas
tecnologías para terminar una relacin. 'stá el que solo es capa" de escribir9 2Lo snt sta
nch n voy a drmr a cs ni mñn ni nnc %7M5. @A ese no vale la pena tenerlo ni como amigo
en +aceboo= B el que, sin mediar palabra, se conforma con cambiar su estado en +aceboo=
y pasa de 2%iene una relacin con5 a 2)oltero, libre y sin compromiso5. B el que tiene la
desfachate" de terminar una historia de amor con apenas ciento cuarenta caracteres a trav1s
de %]itter. 'ste, no es que tenga mucha capacidad de síntesis, sino muy poca vergOen"a
torera.
6ay otro grupo @numerosísimo de quienes se borran despu1s de una noche de
pasin. )on los que dicen9 2(a, si eso, te llamo yo5. 'sos son multitud y no se merecen un
apartado propio en este libro, @con un párrafo tienen bastante 'sos no dean a una muer,
esos solo dean en la muer un mal sabor de boca. 'sos no cuentan, a menos que se cuenten
entre sí, queuno
baloncesto, se sumen en la@ovida
de fútbol, de una
llenen muer y'n
un estadio terminen por formar
cuyo caso, un equipo
esa muer de
tendrá que
preguntarse por su marcada inclinacin a encontrar 2gatos calleeros5, y a abrirles la puerta
de su casa y de su cama sin conocerlos. De los 2(a, si eso, te llamo yo5 lo que de verdad
duele es la repeticin. Duele el chichn que se va formando en la frente cuando uno se da
un golpe, más de una ve", en el mismo lugar y con la misma piedra. A esos los conocemos.
(o diría que les vemos venir y, libremente, elegimos ser otra muesca en el revlver de un
seductor desconocido y poner otra muesca apasionada y fuga" en el nuestro. 'sos
constituyen los amores eternos de una noche, y terminan en separaciones inmediatas, de
una ma!ana. 'sos son aire y en aire se convertirán.
&apítulo W

'L %<A*A#B D'L D8'LB


La negacin o 2'sto no puede ser verdad5

Eay golpes en la vida,

yo no s<)

Golpes, como del odio de :ios)

&K)A< :ALL'#B

No, no soy yo la que llora,

yo no podr%a su*rir tanto)

A??A A#MP%B:A

2'sto no puede ser verdad5 es una frase que repetimos en situaciones de duelo y
que todos reconocemos
enfermedad, si lo que sehaber
pierdepronunciado
es un puestoalguna ve". oDauna
de trabao igual si eseluna
parea, muerte
caso es queo la
una
incredulidad es la primera reaccin ante un golpe de la vida de esos 2como del odio de
Dios5.
&on los tranca"os del destino, nos comportamos como cuando nos parece que un
completo desconocido nos saluda por la calle9 que miramos e0tra!ados a un lado y a otro
para ver a qui1n iría dirigida esa mirada o ese saludo, porque, para nosotros @seguro que no
es $ues lo mismo hacemos con la vida que, si nos trata mal, le damos la espalda, miramos
en otra direccin y no nos damos por aludidos; porque ese golpe @no puede estar destinado
a nosotros @+altaría más
'l recurso de la negacin es una fase, un escaln inevitable que hay que atravesar y
del que en algún momento tendremos que salir para enfrentar la p1rdida, dolernos por ella y
digerirla. 'n esa medida la estrecha medida de apenas un escaln, la negacin tiene el
sentidopara
vale5 de permitir al doliente
interrumpir un uegouna tregua,
cuando lesunparece
respiro.
que'n 'spa!a,
algo los ni!os
ha salido dicen9
mal, en 2?o
:ene"uela
decimos9 2%aima5, en una muy libre adaptacin del time out anglosan. Lo cierto es que
en la vida muchas veces es necesario parar el uego; pedir un tiempo muerto, retroceder,
volver al punto de partida, a la línea de saque, para organi"ar la defensa y continuar.
'l momento de negacin por el que atraviesa un doliente es su manera de decir9
2@%aima5, 2@?o vale5, porque cuando la vida nos coloca en una situacin de duelo, lo
primero que pensamos es que alguien nos está haciendo trampa, que alguien o algo nos está
haciendo una falta personal que siempre es muy inusta9 2@?o vale, no hay derecho, vamos
a repetir la ugada5 , y repetimos la ugada mentalmente una y otra ve" esperando que en
algún momento la situacin tomará el curso que deseamos, el curso que consideramos que
nos merecemos, @nosotros, @que siempre hemos ugado limpio con la vida 'n fin, que
negar es una manera de decirle a la realidad que nos espere, que todavía no estamos
preparados ni para estar enfermos, ni para perder a un ser querido, ni para terminar con una
relacin. ?ecesitamos un tiempo para entender el significado de las palabras 2%ienes un
cáncer5, 26a muerto tu madre5 o 2:amos a separarnos5. 'l impacto de la noticia es tan
apabullante que embota nuestros sentidos, y deamos de escuchar, de entender, de pensar.
'n un primer momento ni siquiera podemos sentir. )olo decimos9 2@'sto no puede ser
verdad @'sto no puede ser verdad @'sto no me puede estar pasando5.
$edimos tiempo, @un poco de tiempo, por favor, y 3por qu1 no4 @%enemos derecho
a hacerle trampa al calendario )i, al fin y al cabo, @tiempo es lo que nos va a sobrar de
ahora en adelante
enterarnos para hacernos
de la verdadera a la idea
dimensin 'l tiempo
del golpe. conhabrá
@%iempo el tiempo
para quenos va a obligar
realicemos a
el largo
y penoso trabao del duelo $or ahora, todavía, no podemos hacernos a la idea.
'n ocasiones, cuando la muerte de un ser querido sobreviene, no solo hay 2un
momento5 de negacin, sino que se instala a vivir entre nosotros una secreta corriente de
negacin, una certe"a loca de que el ser perdido volverá. )e trata de una conviccin que
convive, como si nada, con la certe"a de la p1rdida. 'ste estado de divisin interna, de
saber y no saber algo al mismo tiempo, lo describe de forma sobrecogedora #oan Didion en
1l año del pensamiento m+gico, el libro que escribi la autora norteamericana a raí" de la
muerte repentina de su marido. (a el título del libro nos anuncia el contenido9 para negar es
preciso echar mano a manos llenas del pensamiento mágico.
#oan Didion no tenía ninguna duda de que su marido había fallecido de un infarto
aquella noche. 'lla personalmente lo había acompa!ado al hospital, había reconocido el
cadáver,
parte de síley el acta
misma de defuncin
se resistía y dio
a aceptar la esa
que orden de que
fuera fuerarealidad
la única incinerado. )in embargo,
posible, una
y, como los
ni!os, que entienden la muerte como un estado transitorio del que se puede regresar, ella
tambi1n aguardaba el retorno de su marido. ?o es que lo esperara con flores, ni que
colocara un cubierto en la mesa para 1l no estaba loca, pero unas semanas despu1s de
su muerte, cuando se dispuso a desocupar el armario de su marido, se dio cuenta de que no
era capa" de tirar su par de "apatos preferidoH y se sorprendi a sí misma pensando F 2@?o
puedo tirarlos 3&mo va a salir a caminar si los tiro45. Allí descubri lo poco dispuesta
que estaba a aceptar que su marido no volvería amás.
6e tenido ocasin de presenciar muchos estilos de no pasar por el aro de la cruda
realidad, he visto algunos más elegantes que otros, unos más toscos y otros más elaborados.
De todos ellos, uno me conmovi especialmente. )e trata de un caso que rese!1 en otro
libro y que ilustra la diferencia entre creer algo y saberlo a ciencia cierta; o entre saber algo
a ciencia
de cierta y hacer
lo desagradable como
que la si nonos
realidad se supiera.
impone (hemos
es quedepara llegar
pasar a enterarnos
por sucesivos realmente
estadios del no
saber, del no poder creer, del saber y no saber al mismo tiempo; en definitiva, hemos de
cru"ar el escaln de la negacin.

's lunes JW de mar"o del Z por la noche. )olo han pasado cuatro días desde el
atentado que sacudi a Madrid el JJ de mar"o, estoy en un hospital de esta ciudad en el que
colaboro por esos días como voluntaria. 8na enfermera viene alarmada y me pide que vaya
a hablar con una persona que está en estado de shoc=.
2's Ana me e0plica la enfermera, una víctima del atentado, que acaba de ver
por televisin la foto de su marido en la lista de los muertos5. &uando llego a la habitacin
el reportae ha terminado, pero la televisin sigue encendida sin que nadie la mire.
Ana es una muer latinoamericana, menuda, que en este momento está ausente, con
los oos muy abiertos, mirando a ninguna parte. Desde ese lugar de la nada en el que se
encuentra, empie"a a contarme como en trance lo que acaba de ver9 2's que han
pasado la foto de mi marido por la televisin, y dicen que es uno de los muertos. (o no s1
qu1 creer. 'n un canal dicen que está entre los heridos y en otro dicen que está muerto.
&reo que se equivocan. A $erú lleg la noticia de que yo estaba muerta, y fíate, estoy viva.
's que no s1H 'n Antena Y, en cambio, no lo ponen en la lista de los muertosH A veces en
la televisin se confunden y yo no s1 muy bien qu1 pensarH5.
La situacin es dramática y, como Ana, yo tampoco s1 muy bien qu1 pensar. 3'l
marido
algo tande Ana estará
terrible vivoy oviendo
así, sola estarálamuerto4 3&mo
televisin4 es posible
$ienso queque
que tengo Anahablar
se haya
conenterado
los de
)ervicios )ociales para que una situacin como esta no se repita.
Decido esperar. 'n ve" de inquirir acerca de los detalles del reportae o de intentar
precisar qu1 es lo que Ana sabe y qu1 es lo que Ana cree, me acerco a ella desde otro
ángulo, desde nuestro srcen común de latinoamericanas y sí, tambi1n, desde mi
formacin como psicoanalista, le pido que me cuente un poco de su vida, cmo lleg a
Madrid, qu1 hacía en $erú, qu1 hace aquíH &on esta conversacin no pretendo distraerla
del horror que está viviendo, sino acompa!arla en la reconstruccin de una historia que
empe" muchísimo antes del JJUM, una historia que en este momento está desintegrada por
el efecto de las bombas, pero que poco a poco habrá de armar otra ve" para continuarla. 's
así como Ana empie"a a contarme cmo fue que ella se vino a Madrid antes que su marido9
2(o quería una vida meor. 'n $erú estudi1 contabilidad y trabaaba como contable. Aquí
trabao Me
como empleada
cont de hogar,
que llevaban ochopero gano
a!os más y en
viviendo tengo meores
Madrid, quecondiciones de vida5.
tienen una hia de un
a!ito que naci con una afeccin pulmonar y que se acababan de comprar un piso. 2A pesar
de todo lo que ha pasado, yo me quiero quedar en 'spa!a porque aquí mi hia tendrá una
meor atencin m1dica5.
Despu1s de decir esto, Ana se queda en silencio, parece que pierde el hilo de lo que
me estaba contando y regresa a ese rincn de la nada en el que vagaba cuando yo llegu1 a la
habitacin. (o tambi1n guardo silencio y acompa!o su dolor. 'ntonces, Ana suspira
profundamente y continúa9 2De hecho, ayer, cuando vino mi cu!ada con la funcionaria de
la &omunidad de Madrid para preguntarme dnde quería enterrar los restos de mi marido
si repatriábamos el cadáver o lo enterrábamos en Madrid, yo decidí que lo
enterráramos aquí. Mi hia y yo vivimos en Madrid, y será en Madrid donde vayamos las
dos a visitar su tumba5.
'n ese momento
estaba muerto. 'lla misma mehabía
enter1decidido
de que Ana sabía desde
enterrarlo el día$ero
en Madrid. anterior
igualque
de su marido
perfectamente que Ana sabe hoy que su marido está muerto, al mismo tiempo lo ignora. )u
mente funciona como una televisin con canales distintos, en la que aparecen
simultáneamente informaciones contradictorias. 'n un canal de su pensamiento ella sabe
que su marido está muerto. $ero en otro, ella se resiste a enterarse de ese horror, lo niega y
decide que no, que seguramente está herido, y que en cualquier momento vendrá con su
hia a acompa!arla a salir de este hospital, que todo esto es una pesadilla de la que una
ma!ana ella se va a despertar en su cama, unto a su marido, como se despert el JJ de
mar"o por la ma!ana, antes de tomar aquel tren. 'lla sabe que a veces las televisiones, las
cu!adas, las funcionarias de la &omunidad de Madrid y ella misma pueden dar
informaciones equivocadas, confundirseH Ana hace una especie de apping mental y pasa
de un canal a otro; del canal en el que está esa informacin horrible que ella conoce, a un
canal más benevolente en el que ella se niega aceptar lo que sabe y todo volverá a ser como
antes. 'ntre uno y otro canal, Ana 2no sabe muy bien qu1 creer5, como me dio cuando
llegu1 unto a su cama.
Deliberadamente, decido no hacer ningún comentario en el sentido de9 2*ueno,
pero entonces tú sí sabías desde ayer que tu marido había muerto en el atentadoH5, porque
me parece inútil y porque respeto el derecho que tiene Ana a 2creer5 lo que a ella le pare"ca
y a postergar el horror hasta estar un poco más fuerte incluso físicamente para soportar
la noticia y sus consecuencias. Me parece suficiente con que Ana se haya escuchado a sí
misma
marido,contar unano
pero que historia
terminaqueallí,
empie"a en $erú,
una historia queque incluye elenatentado
continuará y la muerte
Madrid unto de su
a su hia, con
quien visitará no solo la tumba de su marido, sino el <etiro, el "oo y el parque de
atracciones.
Ana sabe, pero todavía no puede creer en lo que sabe. $or ahora, lo único que puede
hacer es negarlo. ?ecesita una tregua. %iempo habrá, el tiempo largo que se toma el duelo
para hacer su trabao minucioso de orfebre.
'l caso de Ana es muy claro y muy conmovedor, pero hay otros estilos de negar.
$or eemplo, quienes pretender dar por "anado el duelo en dos o tres días tambi1n están
negando. 'sos son quienes demasiado pronto se pertrechan tras el estandarte de 2La vida
tiene que continuar5 y continúan con ella como si nada, sin escuchar su pena, a costa de su
propia pena. <ecuerdo a Andrea, una viuda que vino a verme seis a!os despu1s de haber
muerto su marido. 'staba deprimida y no entendía cmo podía estar tan triste ahora, tanto
tiempo despu1s,
palabras9 2(o lo con
llev1lomuy
bienbien.
que ella había
$ens19 llevado
si se su muerte.
ha muerto, %odavía
vale. )e recuerdo
ha muerto sus A la
y punto.
semana siguiente recogí toda su ropa, regal1 lo que era de regalar y me fui a la modista con
dos chaquetas suyas que apenas había usado y me las hice arreglar a mi medida. Mi hia
mayor se horrori"aba, pero yo soy así, muy de coger al toro por los cuernos. )i esto es lo
que hay, pues mientras más pronto empiece mi vida sin 1l, más pronto me acostumbrar1 a
su ausencia5.
:arias cosas hacía Andrea con esa actitud. Aparentemente, aceptaba la muerte de su
marido, pero negaba su dolor. ( es que al toro del duelo no se le puede coger por los
cuernos, al toro del duelo no hay más remedio que dearle pastar a sus anchas y torearlo, y
dear que nos embista y volver a torearlo hasta dearlo e0hausto y quedar nosotros
e0haustos y rendidos a sus pies. 'n la actitud de Andrea había algo de 2Aquí no ha pasado
nada5 que no se correspondía con la realidad. Algo sí había pasado, algo muy importante
que iba6acerse
a cambiar su vida
arreglar de una chaquetas
aquellas manera radical.
cumplía varias funciones. $ara empe"ar, Andrea
se identificaba con su marido, allí estaba ella, llevando su ropa para encarnarlo y
demostrarse a sí misma que 1l no había muerto. Además, cubierta tan de cerca con esas
prendas, austadas a su medida, podría sentirse arropada por 1l. 37uedaría algo de su olor
en aquellas chaquetas4 3)e encontraría con algún mensae cifrado en sus bolsillos4
7uienes intentan aceptar la crude"a de la realidad de inmediato creen que pueden
saltarse el primer paso del camino del duelo, el de la negacin. ?o niegan la p1rdida,
niegan el dolor que la p1rdida les produce, pero niegan. )on quienes se imaginan que al
saltarse una casilla acortan el camino, no saben que el trabao del duelo no tiene ataos y
que generalmente esos saltos, como en el uego de la oca, no hacen más que llevarnos de
regreso a la casilla número uno. Los duelos no perdonan y, más tarde o más temprano,
vuelven para cobrarse su cuota de sufrimiento por el amado ausente sea un marido, uno
de los padres, un amigo, la parea o un hermano.
%res viudas, tres maneras distintas de encarar el duelo. #oan Didion espera el
regreso de su marido a trav1s de unos "apatos vieos; Ana se resiste a aceptar lo que sabe y
Andrea niega su dolor. &ada una de ellas ha de tomarse el tiempo que necesite para
reconocer la p1rdida y continuar la vida a pesar de esa horrible ausencia.
Las consultas de los psiclogos, psiquiatras y psicoanalistas se nutren, entre otros,
de esos duelos postergados y no reconocidos que aparecen despu1s de los a!os en forma de
una ine0plicable depresin, de un desinter1s inconcebible por la vida o de una lista de
fracasos
cambio deafectivos o laborales
no atreverse quelavienen
a ocupar a serdel
habitacin el precio
duelo.secreto que se está pagando a
<ecuerdo que hace mucho recibí en la consulta a una muer de setenta y dos a!os.
Me cont que arrastraba desde hacía a!os una triste"a sorda, como una pena rara que no
alcan"aba a e0plicarse porque ella había sido una muer con mucha suerte en la vida.
Despu1s de muchísimos a!os de casados, todavía mantenía una muy buena relacin con su
marido y sus cuatro hios estaban sanos. @?o se podía pedir más &omo hago siempre con
mis pacientes, independientemente de su edad, e0plor1 un poco en su infancia. Me cont
que su madre había muerto de parto cuando ella tenía apenas un a!o. Llor como si acabara
de ocurrir. Mientras lloraba por su madre, me e0plic que tambi1n lloraba por un beb1 que
se le había muerto a ella a los dos días de nacido. ?inguno de los cuatro hios que tuvo
despu1s, ninguno de sus once nietos había borrado ese recuerdo ni esa pena. 'sa abuelita
adorable, a sus setenta y dos a!os, necesitaba llorar por su madre ausente @qui1n no
necesita hacerlo,
había estado y, cuarenta
muy ocupada y dos a!osendespu1s,
en sobrevivir, levantarpor
unasufamilia,
hio muerto. 6asta
haciendo entonces,
esfuer"os por no
pensar, por no sentir.
Algo parecido le ocurri a $atricia, una muer que hacía tres a!os había perdido a su
hio de veinte en un accidente de tráfico. Me cont que en su momento lo había llevado
muy bien, que a la semana siguiente se había reincorporado al trabao, pues, al tratarse de
un negocio familiar, no podía descuidarlo; tambi1n tenía que ayudar a su hia mayor, que
tenía una ni!a a la que $atricia cuidaba mientras sus padres trabaaban. %odo iba bien, hasta
que, recientemente, la nieta de $atricia entr en la guardería. 2@?o lo pude soportar5, dice.
Desde entonces llora día y noche y solo piensa9 2@Me han quitado mi vida @Me han quitado
mi vida5. $or supuesto que el duelo de $atricia no es por su nieta, a la que sigue viendo
con frecuencia, sino por su hio. La vida del hio es la vida que la vida le arranc a $atricia
a destiempo. Lo que $atricia no pudo sentir en su momento, la asignatura pendiente que se
delapara
con leveseptiembre,
ausencia deeslaelnieta.
duelo por la muerte del hio, revivido dramáticamente ahora,
's lo que tienen los duelos, que pueden esperar el tiempo que haga falta, pero que
siempre regresan para cobrarse su tributo.
Mientras estamos en la sala de espera de la negacin, nos acurrucamos a las puertas
de la habitacin del duelo y no queremos saber nada de esa realidad antipática que nos lleva
la contraria y que insiste en demostrarnos la ausencia, la falta, la muerte o el abandono.
$orque a la habitacin del duelo no se entra de bruces, ni mucho menos se sale de allí de un
día para otro.
&uando lo que nos duele es una separacin, la antesala del duelo nos puede detener
en sus fauces toda la vida. Los estragos que puede causar la negacin, y una esperan"a
retorcida, merecen en este libro todo un capítulo dedicado al tema. Lo cierto es que
cono"co mueres que dedican su e0istencia a esperar por un hombre que no las quiere, con
la esperan"a de que algún día entrará en ra"n y volverá a su vera. &ono"co hombres que
no entienden el significado de la palabra ?B y se dedican a perseguir a su víctima para
convencerla de que comete un grave error si no vuelve mansamente unto a ellos.
8na paciente lo puso en palabras de una forma muy clara. &arlota lleg a mi
consulta despu1s de haber leído Mujeres malqueridas, y en la primera entrevista me cont9
23%e acuerdas de esa habitacin del duelo de la que hablas en tu libro4 *ueno, pues lo que
a mí me pasa es que yo me asomo por la puerta y lo veo todo quemado, destro"ado, hecho
ceni"as. Lo miro y pienso9 bueno, esto hay que empe"ar a recogerlo, esto habrá que
limpiarlo.
allí5. $ero 3por dnde empie"o4 'ntonces cierro la puerta y me voy. ?o quiero entrar
@?adie quiere entrar en esa habitacin @?adie querría visitarla por pura curiosidad
Lo que ocurre es que a veces la vida nos coloca a sus puertas sin remedio y, si queremos
llegar a salir de ella, no nos quedará otra alternativa que baar la cabe"a y entrar. ?o pasa
nada porque nos detengamos en el umbral de esa puerta por un tiempo, no pasa nada
porque necesitemos respirar hondo hasta que nos hagamos con el ánimo y con la fuer"a
necesarias para entregarnos al arduo trabao del duelo Cempe"ar a recoger y a limpiar, como
dice &arlota, no pasa nadaH )iempre y cuando sepamos que en algún momento tendremos
que entrar y comprendamos que en la sala de espera de la negacin lo único que hay es una
sillita incomodísima, y ese no es lugar al que uno pueda mudarse a vivir para siempre.
La rabia

'Ah, el odio, el odio(

nica pasi9n que so5revive a la esperana)

AL+<'D D' M8))'%

Te odio tanto

que yo mismo me espanto

de mi *orma de odiar)

*<A:B

8na ve" que abandonamos la salita de espera de la negacin, cuando ya la


esperan"a no tiene nada que esperar y el dolor más agudo cede, aparece la rabia. @&laro que
tenemos derecho
inmerecida, contraa sentir rabia
el destino que<abia
se hacontra la de
llevado vida que nos
nuestro hace
lado sufrir
a una de forma
persona muy
importante para nosotros, contra quien nos abandon o al menos no cumpli con nuestras
e0pectativas, o rabia por lo que nos parece que es un tiempo perdido a su lado.
Lo primero que hay que hacer con la rabia es reconocerla. Aceptarla y sacarla a la
lu". %oda la rabia que se queda dentro, sin usar, toda la rabia que negamos o que nos
empe!amos en esconder y en ignorar es un tiro que siempre saldrá por la culata y que nos
matará sin remedio. La rabia que no somos capaces de dirigir contra el blanco adecuado nos
convertirá en terroristas suicidas, haciendo estallar bombas en nuestra propia casa. De
hecho, con frecuencia, el srcen secreto de algunos estados depresivos es una rabia no
reconocida contra otro, que fatalmente lan"amos contra nosotros mismos en forma de
autorreproches.
La rabia puede tomar muchas formas y dirigirse, como una flecha envenenada,
contracuantos
unos los mástestimonios
diversos blancos9
vivos delaesa
vida, el destino,
rabia. Algunos la los
otra,heelescuchado
e0. <ecooena lacontinuacin
consulta, otros
los he entresacado de los correos que recibo de las lectoras de Mujeres malqueridas; en
cualquiera de ellos puede verse refleado alguien que atraviesa un duelo.

Silvia, treinta y cinco años, inspectora de Eacienda


)olo recuerdo lo negativo, lo que más me molestaba, las cosas que me enfadaban de
1l. 's la única manera que encuentro de mantenerme en mi decisin y de comprender por
qu1 estoy donde estoy y cmo estoy. @Lo odio

A )ilvia, por eemplo, la rabia le sirve para no correr a llamar por tel1fono a su
e0novio como hi"o tantas veces; la rabia la protege de rendirse de nuevo a sus pies o entre
sus bra"os. 'sta es una de las utilidades de la rabia, que nos hace sentir fuertes en el
momento de mayor fragilidad, que nos hace sentir capaces de mantener nuestra palabra y
nos ayuda a defender nuestra dignidad.

Hngeles, cuarenta y dos años, administrativa


Lo que más rabia me da es sentir que he perdido el tiempo a su lado. (a s1 que todo
lo que se vive es una e0periencia, pero si hubiera terminado la relacin la primera ve" que
nos separamos, hoy estaría en otro lugar, con otra persona y tal ve" hubiera podido tener
hios. 3&mo pude perder tanto tiempo con 1l sin darme cuenta4

Pngeles no es la única que se revuelve furiosa contra el paso del tiempo. A casi
nadie le gusta enveecer, o perder la uventud, pero los a!os nos parecen más amables
cuando sentimos que los estamos usando a nuestro favor o que vamos acompasados con lo
que se supone que nos toca vivir en cada momento. La rabia ante el paso del tiempo es una
constante. )obre todo cuando la alarma del relo biolgico ha sonado. &ono"co a muchas
mueres que, despu1s de haberse resistido durante a!os a abandonar una relacin, se
preguntan9 23$or qu1 esper1 tanto4 3$or qu1 insistí tanto4 3$or qu1 perdí todo ese tiempo
precioso unto a alguien que no compartía conmigo un proyecto de vida45. &uando una
muer ha dedicado largos a!os de su vida a esperar, o a insuflar vida a una relacin que
estaba muerta y que no ha conseguido resucitar, suele sentir mucha rabia por no haber
desistido a tiempo del boca a boca.

&orena,
?o quierotreinta
llorarypor
seisalguien
años, diseñadora
que no vale la pena. Ahora s1 que no me quería, que
nunca me quiso. ( me da mucha rabia. &uando alguien te quiere al menos lo intenta, y 1l
no ha hecho ningún esfuer"o, casi diría que está contento, aliviado de que yo haya
terminado la relacin. ( a mí lo único que me queda es la rabia por el tiempo que perdí a su
lado pensando que los dos estábamos en el mismo barco. 'n ese barco estaba yo sola
remando como una esclava, y 1l tambi1n iba en barco, sí, pero de pasaero, en primera clase
y en un crucero por el &aribe. $or eso no quiero llorar, porque no se lo merece. )olo se
merece mi rabia, así que tambi1n lloro de rabia.

Lorena describe de una forma muy plástica esa rabia que se impone cuando
finalmente cae el velo y descubrimos la cruda realidad. &uando tenemos que reconocer que
aquella maravillosa relacin de parea por la que habíamos apostado tanto no era más que
una mueca,
muy una pantomima
mal repartidos9 de lo
uno de los más
dos inusta,y solo
siempre en ladaba
que los
y elverbos dar y recibir
otro siempre y soloestaban
recibía.
)1 que la rabia no tiene buena prensa, s1 que a nadie le gusta verse cautivo de un
sentimiento tan ruin y que preferiríamos elevarnos unos centímetros por encima de los
mortales para sobrevolar la me"quindad de espíritu y aceptar lo malo que nos sucede con la
misma elegancia con la que aceptamos lo bueno. $ero la rabia tiene una ra"n de ser. La
rabia es un arma para la supervivencia. La rabia está emparentada con la ambicin y nos
anima a avan"ar, a subir otro escaln, a probar otros caminos. &uando estamos en el fondo
del aguero negro, la rabia nos hace pisar fuerte para tomar impulso y salir a flote. &uando
el agua de la melancolía nos llega hasta las ceas y nos ahoga, es el sentimiento de rabia el
que nos hace sacar la cabe"a con fuer"a para respirar. La rabia es pedir au0ilio, revolvernos
contra nuestra suerte y dar una última bocanada de dignidad. La rabia es abrir bien los oos
y no dearnos pisar ni un día más. La rabia es aprender a defendernos @con u!as y dientes y
no volver a perdonar lo imperdonable. 'n fin, la rabia es 'scarlata B^6ara y su solemne
uramento9 2@A Dios pongo por testigoH5.

Ba5ia y vengana

&uando transitamos por el escaln de la rabia, es normal que nos invada el sue!o de
la vengan"a9
como me hi"o2@7ue
sufriral1lmenos
a mí5,una ve" alguien
2@7ue lo pase mal5,
le haga2@7ue alguien
lo mismo que le
1l haga sufrir tanto
me hi"o5, 2@7ue por
lo menos pase una noche de insomnio sinti1ndose culpable por lo que me hi"o5, 2@7ue
vuelva arrepentido y me encuentre con otro5. $onemos a trabaar a nuestra imaginacin y
empe"amos a desearle cosas bonitas9

7ue se quede impotente para siempre.


7ue se arruine sin remedio.
7ue se quede solo para el resto de la eternidad.
7ue le detecten una enfermedad lenta, dolorosa y mortal.
%odo lo anterior.

B como dice la letra descarnada de un vals peruano9 2 Iue su*ras mucho > pero que
nunca mueras 'Ay( es
. > cosa
$ero una Aurora, te quiero
2el sue!o de la todav%a H5.y otra, muy diferente, 2tomarnos la
vengan"a5
usticia por nuestra mano5. 'n un ensayo reciente sobre la vengan"a, %. *_hm CJJ
afirma que 2quienes perpetran un acto de vengan"a, sufren una vulnerabilidad interna que
les impide diferenciar entre fantasear con hacerle da!o al otro y hacerle da!o en la
realidad5. 'n efecto, despu1s de una despedida traumática, es normal que al otro le
deseemos, desde el fondo de nuestro cora"n herido, lo peor. 8na cosa es deseárselo y otra
muy distinta infligírselo. 8na cosa es este nivel rabiosoUfestivo de consolarnos imaginando
castigos terribles, y otra, muy diferente, llevar esta vengan"a al terreno de la realidad
concreta. $erseguir al otro, pincharle las ruedas del coche, intervenir sus cuentas,
denunciarlo inustamente, prohibirle o dificultarle ver a los ni!os, desprestigiarlo entre sus
colegas, dearle en la calle, enfrascarnos en litigios eternos o ponerle unos cuernos más
contundentes que los cuernos que nos pusieron son actos que, más allá del consuelo
inmediato, nos
devolvernos lo dearán más solos,
que tuvimos. más tristes
Desplegar y más
la rabia hundidos,
en actos porque
concretos ninguno
no nos ayudadea ellos va a
desprendernos de ella, ni a superar el duelo. $or el contrario, pasar de la fantasía de la
vengan"a a la realidad del auste de cuentas, nos obligará a vivir por tiempo indefinido en
ese escaln de la rabia, y nos impedirá pasar página y seguir adelante con nuestra vida.

-"jo por ojo/

La ley del %alin, comúnmente conocida como el 2Bo por oo y diente por diente5,
a pesar de su aspecto punitivo, fue el primer intento de equiparar el da!o producido con el
castigo recibido. )e basa en un principio de reciprocidad que pretende poner freno a la
fuer"a devastadora de la vengan"a. )i la usticia se deara en manos del agraviado, el que ha
perdido un oo estaría dispuesto a arrancarle a su agresor no solo los dos oos, sino tambi1n
los bra"os, una pierna, el hígado y los pulmones. La ley del %alin viene a decir algo así
como9 2)olo te quitaron un oo, cari!o, así que tienes permiso de arrancarle nada más que
un oo a tu agresor5. :ale, entiendo lo del oo y lo del diente, pero 3cmo cuantificamos
una pena de amor4 3&mo ponemos precio a las noches de insomnio4 3&mo se mide la
angustia4 3&mo contamos las lágrimas derramadas por un amor perdido4 3'n qu1 libreta
apuntamos nuestra entrega4 37ui1n nos devuelve el tiempo desperdiciado4 )eguramente
por
a!osladedificultad que supone
pleitos legales sacar
por una casaestas cuentas,
o por hay tantas
un párrafo pareas enfrascadas
en la sentencia de divorcio.en6ombres
a!os y y
mueres que están dispuestos a 2llegar hasta el final5 como en la película &a guerra de los
Bose, en la que 2llegar hasta el final5 supuso la muerte de ambos.
2Llegar hasta el final5 es tan mal negocio como 2a cualquier precio5. %oda
situacin que se salte la realidad de nuestras limitaciones es, repito, @un p1simo negocio
$or mucho que nos duela, al final nos saldrá mucho más barato reconocer que tanto
nosotras como ellos solo somos capaces de pagar un precio restringido y que tanto
ellos como nosotras apenas podemos llegar hasta donde buenamente nos alcancen las
fuer"as. De estos duelos eternos en los u"gados, de estos litigios a muerte, los más
beneficiados son los abogadosH
La sed de vengan"a y la rabia desatada del abandonado es lo que e0plica los
muchísimos crímenes pasionales de los que somos testigos. 'l mismo ser al que hasta ayer
se
es adoraba es obetoque
tan demoledora ahora de todo elnecesita
el agraviado odio posible.
volverLa herida
a tener al amadoUodiado
a su amor propio delbao
maltratador
un
control contundente, indiscutible. 'se afán de controlarlo todo es lo que ha caracteri"ado la
relacin, suele ser el motor del maltrato y el motivo de la separacin de una muer
maltratada que opta por su autonomía y abandona a su amo. 'l controladorUabandonado no
se rinde y busca apoderarse de su presa de la forma más radical posible9 2Mientras que está
viva, puede respirar sin mi permiso. )olo muerta será completamente mía5. (a sabemos
que el 2La mat1 porque era mía5 no es más que una envoltura que esconde el verdadero
motivo9 2La mat1 porque descubrí que ?B era mía5. 'l orgullo herido puede convertir a un
simple ser humano en una bestia.
La usticia divina no e0iste. 's un ideal al que tenemos que tender, pero hemos de
aprender a convivir con esa certe"a. ?o es usto que los ni!os enfermen, ni que se mueran
de hambre, ni que haya dictadores y dictaduras. ?o es usto que una muer muera a manos
de un e0marido
2tomarnos celoso,
la usticia porninuestra
es ustomano5,
que noimponer
nos ame lo
aquel
que aimaginamos
quien amamos. ?o, no
que sería lo es usto, y
equitativo
desde nuestros deseos, no restaurará la usticia divina que a!oramos. &on el mismo
entusiasmo con el que tenemos que abogar por alcan"ar ese ideal de usticia allí donde es
posible, tenemos que aprender a convivir con las inusticias que la vida comete con
nosotros.

Ba5ia y mal humor

La manera que tiene la rabia de salir a escena y de decir @presente, en el día a día,
es a trav1s del mal humor. &uando atravesamos el 2barranco5 de un duelo, estamos
enfurru!ados con la vida y nada de lo que la vida nos propone nos hace gracia. A todo le
falta o le sobra algo. &ualquier cosa nos supone un engorro y nos estorba. 6ablar, lo que se
dice hablar, hablamos poco, y únicamente pronunciamos palabras para aburrir al vecino con
el relato pormenori"ado de nuestra pena; por lo demás, cuando no estamos llorando,
@ladramos
'se mal humor perenne tambi1n tiene un sentido, porque a trav1s del mal humor
conseguimos que nadie se nos acerque y que nos deen un poquito en pa", que nos deen a
solas con nuestra pena, con nuestro dolor, con nuestra rabia, porque estamos furiosos con
todo y con
vida es todos;
bella; cuando
no nos atravesamos
importa un duelo
si no s1 qui1n tuvono
unnos
hio,importa si hacesebuen
o si fulanita va a tiempo,
casar; noninos
si la
importan las buenas noticias de los demás. 3$or qu1 no4 @'stamos indignados con la vida,
la vida se ha portado fatal con nosotros y simplemente le respondemos con la misma
moneda.
?uestra rabia y nuestro mal humor tienen un sentido, sí, pero en ningún caso
estamos autori"ados a tratar mal a quien quiera que tengamos al lado. )aber que el mal
humor forma parte del proceso nos puede servir para identificarlo y estar atentos a sus
efectos en los otros, que, al fin y al cabo, no son los responsables directos de nuestro dolor.

&as J: para so5revivir a la ra5ia

J. D'&-<LA
A la rabia no hay que tenerle miedo. 6ay que poder reconocerla, sentirla y pensarla.
$ero, sobre todo, a la rabia hay que poder decirla, hablarla. $onerle palabras a la rabia nos
ayuda a sacarla fuera, a darle forma y a distinguir que no es que toooooddddoooo nos d1
rabia por igual. Aunque al principio la rabia pare"ca indiscriminada, cuando la nombramos,
cuando la bauti"amos, descubrimos que nos da rabia esto concreto, o aquello, o lo otro, y
ese eercicio nos proporciona un marco en el que la rabia puede habitarnos sin que
corramos demasiado riesgo de quedar atrapados en sus redes por siempre amás. $or eso es
tan importante contar con un interlocutor en los momentos de duelo. A veces el interlocutor
es la misma parea, a quien se le pueden echar en cara unas cuantas cositasH 'n otras
ocasiones es una amiga, un familiar cercano o un terapeuta. $ero, si no se cuenta con
ninguna de estas posibilidades, en última instancia, un diario siempre puede servirnos de
ayuda.tiene
diario <edactar la rabia
la ventaa de es
queunpodemos
buen recurso
sacarpara acotarla,
a relucir sin de
lo peor necesidad
nosotrosdemismos
negarla.
sin'lda!ar
al de al lado. Así, el veneno de la rabia ya no está dentro eerciendo su efecto letal, pero
tampoco está completamente fuera, matando a quienes nos rodean; se le mire por donde se
le mire, @escribir siempre es una bendicin

. D-<-/-<LA
A la rabia hay que poder dirigirla contra el culpable de nuestra pena9 el otro, el
destino, la vida, y no contra nosotros mismos. 'n el apartado dedicado a la culpa me refiero
a esos casos en los que nos tragamos la rabia y nos envenenamos con ella martiri"ándonos
por nuestros errores, por haber sido demasiado blandos, demasiado duros, demasiado
complacientes o demasiado e0igentes, como si fu1ramos los únicos artífices de los
acontecimientos. &omo si hubiera una clave, un truco, para mandar en los sentimientos del
otro o en sus capacidades. 8na cosa es la refle0in que nos permite reconocer nuestra
participacin en los hechos, y otra muy distinta es cargar a cuestas con %BDB el peso de
los acontecimientos, @desde la caída del -mperio <omano hasta el calentamiento global,
pasando, por supuesto, por esta ruptura tan dolorosa.

Y. D')$'D-<LA
(, por último, a la rabia hay que dearla ir. 'l peligro de la rabia, como pasa con la
negacin, con la pena o con el miedo, es quedarnos detenidos en ese escaln como si fuera
el único. 'l problema
embarcarnos con la rabia
en una cru"ada no yesdesentirla,
de odio rencor ni
endecirla,
nombreesde2hacerla5, llevarla
una merecida a cabo en
vengan"a, y
nombre de una usticia restaurada que solo nos deará más cansados y más vieos. 'stamos
furiosos, sí, nos hemos sentido inustamente tratados por la vida o por el e0, sí, pero eso no
es toda nuestra vida. )omos más que rabia, somos más que una muer enga!ada o
abandonada, somos una muer en la vida, en el trabao, en la familia, entre amigas. Además
del obeto de una traicin, somos @un montn de otras cosas estupendas 'n algún momento
la rabia debe diluirse en el caudal del resto de nuestra vida hasta hacerse inofensiva, como
gotas de ars1nico en el mar.
'l miedo

Miedo, de volver a los in*iernos)

Miedo a que me tengas miedo, a tenerte que olvidar)

Miedo, de quererte sin quererlo,

de encontrarte de repente, de no verte nunca m+s)

M-'DB

No s< qui<n eres t7, y no interesa)

Solo s< que mi tristea necesita de tu amor)

'M*B<<P&6AM' D' AMB<

'l miedo
separacin. es como
'l miedo un perro
es uno, fiel que
pero, como el nos acompa!a
animal antes,tiene
mitolgico, durante
mil ycabe"as;
despu1sdedemanera
una
que cuando nos parece que @finalmente le hemos vencido, descubrimos que hay otra
cara del miedo al acecho y otra y otra, esperándonos en la oscuridad para asustarnos con
sus dientes transparentes y afilados.
)on muchos los miedos que se despiertan en torno a una separacin9 23'star1
cometiendo un error45, 23Me quedar1 sola para siempre45, 23$odr1 con la carga
econmica o con la responsabilidad de educar sola a mis hios45, 23$odr1 recuperarme
alguna ve" de esta pena45, 23)abr1 elegir la pr0ima ve"45. De entre todos, vamos a
centrarnos en los dos miedos más contundentes y más universales9 por una parte, está el
miedo a la soledad y la incertidumbre ante el futuro9 23:olver1 a encontrar una parea45,
23:olver1 a ser feli" aunque me quede sola45. (, por otra, su contrapartida9 el miedo a
volver a equivocarnos y a cometer el mismo error, bien retomando la relacin con la
e0parea,
desde a pesarcriterio
el mismo de que desatinado
sabemos que
quenos
noshace infelices,
llev o eligiendo
al fracaso al siguiente
anterior. 'stos compa!ero
dos miedos, muy
reales y muy contundentes, pueden atena"arnos o llevarnos a tomar decisiones impulsivas.
$or último, pero no menos importante, hablaremos tambi1n del miedo concreto a las
represalias que pueda tomar la e0parea, cuando se trata de un maltratador.

Miedo a la soledad

)on muchos los testimonios que he escuchado o que he leído de mueres torturadas
por el terror a quedarse solas para siempre. %ranscribo algunos de ellos porque s1 que
cualquier persona que est1 atravesando una separacin podrá verse refleada en estas
palabras9
La vida se me ha partido en dos y yo solo cono"co cmo se vive en esta mitad. La
otra mitad, la que me espera, no la cono"co y no quiero ni pensarlo. Ahora mismo siento
más el miedo que el dolor.

La incertidumbre ante el futuro, la interrogante de cmo se vive en la otra mitad de


la vida que todavía no se conoce, es una constante despu1s de una separacin. 'l
2barranco5 y su abismo
3&mo se muda correspondiente
uno a vivir se caracteri"an
en el vacío4 3&mo redecoropor
miesa
vidaterrible sensacin
en la nada4 @7u1demevacío.
pongo 's como si se nos olvidara que antes de conocer a nuestro amado tambi1n
estábamos vivas. &omo si la vida hubiera empe"ado y terminado con 1l. 'l miedo seguirá
siendo el mismo, pero buscar un poco de perspectiva y mirar nuestra vida de forma
longitudinal, como un continuo en el que pasan tanto cosas buenas como cosas malas, nos
permitirá salir de ese corte frío y transversal de un duelo que nos parte la vida en dos.

Me da miedo no poder superarlo, me da miedo encontrarme cada ve" peor. 3)erá


que lo peor está todavía por venir4 3)erá que voy a vivir amargada el resto de mi vida4 3B
alguna ve" podr1 recuperar mi bienestar4 (a no digo ser feli", solo pido un mínimo de
tranquilidad para que el trayecto del metro no sea tan duro.

3&uántas
( es que, cuando personas queaprieta,
la angustia atraviesan un duelo
perdemos no firmarían
la dimensin este párrafo
temporal y nos como
parecepropio4
que ya
nunca más podremos recuperar, ya no digamos @la 2felicidad5, sino una cierta tranquilidad,
que, como dice mi lectora, nos permita subirnos al metro como una persona normal. Ahora,
con todas las heridas abiertas, no es fácil reconocer que hay vida despu1s de una
separacin, pero es bueno no perder de vista que el tiempo pasa y que siempre ugará a
nuestro favor.
?o obstante, cuando el tiempo ha pasado y el dolor permanece terco, imperturbable,
cubriendo todo lo que toca, entonces es el momento de pedir ayuda profesional, para
entender la pena, para digerirla y sobre todo para poder dearla atrás.

/racias por tu libro. (a era hora de escuchar que 2)í pasa algo5, que el 2?o pasa
nada5 que nos quieren vender no es cierto, que la vida cambia, que es muy doloroso y que
haylibro
tu momentos en los
@ya no me queun
siento el bicho
miedoraro
y la soledad se agarran a uno como garrapatas. /racias a

Btro de los miedos que se cuece en la soledad del duelo que sigue a una separacin
es el miedo a ser 2un bicho raro5, a ser la única muer del universo que nunca podrá superar
esta pena. 'l miedo a ser 2una queica5 e0agerada, porque 2@%otal @)i todo el mundo dice
que no pasa nada, será que no pasa nada 'ntonces, 3por qu1 yo siento que a mí me está
pasando %BDB45. @&laro que pasa, y mucho @&laro que la vida cambia @&laro que nada
volverá a ser lo que fue $uede que despu1s de un tiempo, cuando escampe, la vida sea
meor, tal ve" entonces solo nos lamentemos de no haber concluido antes con esa relacin;
pero hasta que eso suceda, el miedo y la soledad serán nuestros fieles compa!eros del
camino. ( a nadie le gusta ni tener miedo, ni sentirse abandonado.

A veces pienso que estoy a punto de entrar en una profunda depresin porque me
paso el día llorando. La verdad es que tengo un miedo terrible al futuro, a estar sola, a no
volver a tener una parea.

)i te sucede como a nuestra lectora, y tienes miedo a 2entrar en una profunda


depresin5, @busca ayuda $iensa que si una ruptura amorosa te lleva a esa situacin,
probablemente no solo est1s llorando por ese amor perdido, sino por heridas antiguas que
siguen abiertas y que supuran todas untas ante una situacin de p1rdida. @?o pasa nada por
pedir
pasadoayuda
que en:ale muchísimo
su momento nolapudimos
pena conocernos meor y cerrar situaciones difíciles del
dar por terminadas.

6e leído tu libro Mujeres malqueridas, me he reído, he llorado, he compartido


momentos increíbles conmigo misma, pero, sobre todo, me he sentido tristemente
identificada. &reo que he aprendido a respirar, aun cuando 1l no me quiera bien, y tal ve"
pueda vivir sin 1l y ser feli". Aunque el miedo a quedarme sola es superior a todo eso.

'sta lectora agradecida ha podido disfrutar y sufrir cada página de Mujeres


malqueridas. )in embargo, parece que su miedo sigue en pie de guerra y la acompa!a como
un fantasma obstinado. &uando el miedo la ataca por la espalda, borra de un pluma"o todos
sus esfuer"os y se hace más fuerte que ella misma. *orra sus refle0iones, su capacidad para
mirarse a sí misma, sus intentos por recuperar su autonomía para 2respirar5; en definitiva,
el miedopor
aterrada borra a la muerque
el monstruo adulta que ella debao
se esconde es, y, endesusulugar,
cama.aparece una ni!a peque!a

&uando Aleandro me de, sentí lo mismo que cuando mis padres me mandaban al
pueblo de peque!a. %odo alrededor me resultaba hostil. &onocía a mis tíos y a mis abuelos,
pero me sentía sola, perdida sin mis padres, que eran mi referencia. %engo la misma
sensacin física de miedo y de desvalimiento.

'sta paciente es capa" de hacer ella sola el camino directo entre su miedo actual al
abandono y aquel miedo infantil que e0perimentaba cuando sus padres la llevaban al
pueblo con los abuelos. /eneralmente, el e0ceso de miedo Ccasi me atrevería a decir que
cualquier e0ceso suele hundir sus raíces en la historia infantil. 's allí donde tendremos que
hurgar para comprender el miedo actual.

1l miedo a la soledad -es ps%quico o *%sico/

?o s1 si lo que tengo se llama miedo o se llama angustia. )1 que es como si tuviera


un pulpo en la boca del estmago que me aprisiona y me retuerce las tripas. ?o es solo una
sensacin psicolgica. 's que el miedo me duele físicamente.

A veces el miedo parece que se solidifica. )e hace carne y se convierte en una


sensacin corporal de la que es difícil escapar. 'se terror nos devuelve a situaciones muy
tempranas, cuando se piensa y se siente con el cuerpo, cuando no se está triste, sino que se
llora. &uando no se siente el miedo, sino que el cuerpo se retrae, se encoge sobre sí mismo
y se hace un nudo9 28n nudo en la garganta5 o 2una bola en el estmago5.
'n mi libro ;n año para toda la vida e0plico cmo, durante los primeros meses de
vida, lo físico y lo psíquico están íntimamente conectados. Así, cualquier padecimiento
físico hambre, frío, sue!o, dolor se convierte en miedo, en angustia; y, de la misma
manera, cualquier angustia tendrá su correspondiente manifestacin corporal. )erá con el
tiempo y gracias a la palabra de la madre, que nombra y que distingue una cosa de otra, que
cada sensacin ocupará el lugar que le corresponde. 'ntonces, al pan de lo físico lo
llamaremos pan y llamaremos vino al vino de la esfera emocional. &on el tiempo podremos
diferenciar un dolor
barriga. 'l caso de esto,
es que oídosque
del ya
miedo y discriminar
es bastante, no seráentre la rabianiydefinitivo.
suficiente un retortin
'n de
adelante,
cada ve" que nos topemos con situaciones que nos desborden, que nos sorprendan y que no
sepamos cmo manear, volveremos a me"clar una cosa con la otra. :ino convertido en pan
y viceversa. )in ir más leos, @no cono"co a nadie más malhumorado que mi hermano
cuando tiene hambre )u hambre, que es una sensacin física, se transforma en un estado
de ánimo que se apodera de 1l y lo transmuta; dea de ser ese hombre divertido y
encantador y se convierte @en el monstruo de las galletas Lo mismo pasa con la angustia,
que es una sensacin psíquica, pero que cuando se desborda toma cuerpo y se vuelve
físicamente insufrible. 3&uántos ataques de angustia no se han confundido con infartos4
3&uántos moribundos agoni"antes no van a urgencias dispuestos a decir sus últimas
palabras y regresan a casa esa misma noche, sanos y salvos, gracias a una pastillita de
ansiolítico4
7uienes
que tiene estamos
es hambre fuera
y que podemos
el que sufre dedistinguir
ansiedadque el hermano
no se va a morirmalhumorado
de un ataque lo
al único
cora"n. )abemos que sufrirá, que llorará, que va a pasarlo fatal, pero que en algún
momento retomará la vida y, si los astros se colocan en una correcta alineacin, incluso
llegará a olvidar. Lo que ocurre es que la angustia nos hace reproducir una e0periencia
infantil que no pasa por la cabe"a, que no se dea pensar, ni nombrar, sino sentir.
Lo que revivimos es la sensacin de soledad de cuando estar leos de los rostros
conocidos nos convertía en Lucía, la ni!a de los peluches y nos hacía sentir
irremediablemente perdidos, sin asideros, suetos a un 237u1 será de mí45 sin respuesta y
sin hori"onte. )i un ni!o peque!o, pongamos por caso, se despierta en una casa aena y no
reconoce los rostros que le rodean Caunque sean los rostros conocidos de los abuelos, llora
angustiado mientras espera el regreso de su madre; en ese momento no le vale escuchar9
2?o te preocupes que no pasa nada5. 23@@@&mo que no pasa nada4 pensará 1l.
@@&laro ma!ana5.
regresa que pasa2$ero
@)i me3qu1
voy esa morir de un
ma!ana4 momento
3Dnde a otro5.
queda ma!ana4 B933@&uánto
2?o lloresfalta445.
que mamáLo
mismo ocurre con el dolor del duelo, con la angustia indescifrable de la soledad. @6asta
cuándo @?o puedo ni un minuto más @&uando llegue el alivio será tarde @(a me habr1
muerto @?o podr1 sobrevivir hasta entonces @?o puedo esperar
?o es casual que los cuentos infantiles insistan en la imagen del ni!o perdido en el
bosque para poner al peque!o que lo escucha en una situacin de desamparo e0tremo y
sumergirlo, con una sola palabra, en una e0periencia aterradora. $ara 1l no puede haber
nada peor que estar solo en el bosque, en un lugar desconocido y misterioso, plagado de
peligros. 'n el bosque y solo; solo y sin recursos, solo y sin cobertura, solo y sin tel1fono
mvil para llamar a urgencias y pedir una ambulancia. 'n el bosque se está sin perspectiva,
no se puede ni ver el árbol, ni atisbar nada que est1 más allá de las peque!ísimas narices de
un ni!o. La angustia que se siente tras un amor perdido nos obliga a revivir esa primera
angustia infantil9 la del bosque y el abismo que separan la vida de la muerte. 'l bosque es
peligrosísimo sin la mano tranquili"adora de un adulto de mamá, de papá o de la parea
, que son los únicos que saben cmo funcionan las brúulas y los /$), que son los únicos
que pueden conducir al ni!o Co al enamorado de vuelta al mundo conocido y controlable
de su habitacin, de la cocina de su casa, de su cuna, de su osito de peluche o de la vida
cotidiana. 'n el bosque de la soledad todo es noche; en su abismo no e0iste más que un hoy
eterno sin futuro, ni pasado, ni ma!ana, ni tarde.
@%odo esto es lo que sentimos antes, durante y despu1s de una separacin ( hay
que
peorser
sinmuy valiente
correr para enfrentarlo,
a refugiarnos paraequivocados.
en los bra"os ponerle nombre y para esperar a que pase lo
7uienes estamos alrededor, como en el caso de los ni!os, o el m1dico de guardia
que recomienda el ansiolítico, sabemos que lo que se está atravesando no es un abismo,
somos conscientes de que no es más que un 2barranco5 que con un poco de tiempo y en
buena compa!ía se pasará. )abemos que esa arboleda espesa no es un bosque y, en
cualquier caso, sabemos que ese bosque tiene caminos despeados de regreso a la vida.

Miedo a repetir la misma historia

$ero el miedo a la soledad que acabamos de revisar no termina en sí mismo, sino


que tiene consecuencias. 'scuchemos el caso de esta lectora9
'stoy consumida por el miedo que me hace sentir d1bil e indefensa; esto me genera
una dependencia que s1 que me hará aferrarme al primer carcamal que se me acerque, y eso
tambi1n me da miedo.

'n efecto, cuando la escena está dominada por el miedo a la soledad y lo único que
nos importa es volver a estar acompa!ados, es muy fácil equivocarse y elegir 2al primer
carcamal que nos pase por delante5. 'n casos desesperados, los criterios de seleccin ya no
serán9 2Me gustas porque me haces reír5 o 2Me gustas porque eres cari!oso y detallista5 o
2Me gustas porque despiertas mi pasin5 o 2Me gustas porque eres interesante y culto5,
sino que será más que suficiente con9 2Me gustas porque pasabas por aquí5, 2@'ure=a @6e
encontrado una rea para mi abismo5. ( estarán de acuerdo conmigo en que ese criterio de
seleccin Así
esquinas. sololas
es cosas,
válido comprendemos
para repartir publicidad
a nuestrapor la calle
lectora. )uomiedo
para vender =leene0
a la soledad en las y
provoca
ustifica su temor a otra eleccin fallida.
De hecho, otro tipo de miedo que se repite en la mayoría de las mueres que acuden
a consulta despu1s de una ruptura traumática es el temor a volver a elegir mal y a repetir la
triste historia. 'l miedo a trope"ar contra la misma piedra de un mal amor y emprender una
nueva relacin con un se!or con otra cara, con otro nombre, pero, en definitiva, otro
2gato5, tan dispuesto a devorar ratitas como el anterior, es un miedo que está ustificado.
Los curiosos caminos del inconsciente nos llevan a repetir ciegamente las historias
traumáticas, con la ilusin de que alguna ve" terminarán con un final feli". (a en Mujeres
malqueridas hablamos de la importancia de poder respondernos al 237u1 he hecho yo para
merecer esto45 y desentra!ar nuestra participacin en las situaciones que vivimos. $or
supuesto que no somos las únicas responsables de lo que nos pasa, pero, en algún momento,
accedemos libremente a representar un cierto papel en esta película. $uede que nosotras no
hayamos escrito el guin, pero nosotras aceptamos el papel que nos propusieron y, en la
mayoría de los casos, encarnamos con entusiasmo el personae hasta el final. <econocer
nuestra participacin es el único camino que cono"co para no volver a aceptar nunca más
un papel semeante, para agudi"ar el olfato y olernos a tiempo las trampas del guionista.
)olo si conocemos y asumimos nuestras limitaciones y comprendemos cmo participamos
nosotras en el fracaso anterior, estaremos más atentas la pr0ima ve" y podremos dearle las
cosas muy claras al encargado del casting desde el principio9 2@?o pienso aceptar el papel
de
las segundona
que yo soynila elúnica
de amante De ahora
protagonista5. B9en
2)iadelante, solamente
en esta película participo en las
el protagonista películas en
masculino
hace su vida y mi personae es esa que todo lo acepta y que todo lo perdona, @búscate a otra
para el papel5. B9 2)i para estar en esta película tengo que aguantar gritos, malos tratos y
faltas de respeto, @conmigo no cuentes5. 'n fin, que si no reconocemos que en algún
momento, ante el guin de ese horrible papel de malqueridas, nosotras diimos9 2)í,
acepto5, corremos el riesgo de conformarnos con un papel semeante la pr0ima ve"; es
más, nos e0pondremos a convertirnos en actrices especiali"adas en ese tipo de personaes
que tanto dan de comer a los culebrones @y que tanto hacen sufrir a la muer que los
practica
'scuchemos algunos testimonios de quienes han sentido y e0presado el temor a
repetir el mismo patrn9

6e definiría
malquerer leído su libro
meory el
mecontenido
ha gustado
delmucho C.... 7ui"ás
libro. 3&mo el tu
no ser peorMujeres
título que3&mo
enemiga4 se hacen
eliminar el miedo a perder el rol de víctima que todo lo puede4 3&mo perder el miedo a
entablar otra relacin tan perudicial como la anterior4

&onfieso que este testimonio ha venido conmigo allí donde tengo que dar alguna
conferencia sobre el tema, porque muestra con precisin y profundidad el drama en el que
se encuentra enredada una muer malquerida. 2:íctima que todo lo puede5 es una
definicin perfecta de esa e0tra!a combinacin que reúne en una misma persona al amo y
al esclavo. $erder ese poder que engrandece tanto da miedo, pero elegir desde ese poder
@debería asustarnos muchísimo más

Acabo de terminar de leer tu libro Mujeres malqueridas) @/racias por escribirlo


6ace una comen"ar
miedo a!o que salí derelacin
otra una de esas relaciones
y a volver que describes
a equivocarme. en tuahora,
6asta libro todas
y ahora
lassiento
relaciones
que he tenido acaban en desastre y yo lo paso fatal.

)i a usted le ocurre como a nuestra lectora y todas las relaciones que ha tenido
acaban en desastre, ya es hora de preguntarse por qu1. 'n estos casos, el miedo a que la
siguiente relacin se pare"ca peligrosamente a las anteriores está más que ustificado. ?o
digo que estemos obligados a repetir una mala eleccin. Lo deseable es que poUdamos
aprender de la e0periencia. La repeticin no es una estrategia planificada conscientemente,
sino un plato que se cocina en los oscuros fogones del inconsciente, en su núcleo duro, y
que nos impele a repetir situaciones traumáticas, animados por la loca esperan"a de que
2'sta ve" todo será diferente5, 2'sta ve" la piedra se apartará y yo podr1 proseguir mi
camino feli"mente5, 2'sta ve" la piedra será de goma y no me causará dolor5, 2'sta ve" yo
ser1 más fuerte que la piedra y la har1 cambiar con mi amor y mi paciencia5. $ensamos
cualquier cosa, con tal de no buscar un camino alternativo para esquivar la dichosa piedra
contra la que llevamos a!os trope"ando.
'l miedo es una reaccin de proteccin. )entir un miedo e0cesivo nos domina, y
puede parali"arnos o llevarnos a reali"ar una accin precipitada, pero una cierta cantidad de
temor nos hará más prevenidos, más cuidadosos y nos vendrá bien para protegernos de
nosotros mismos y para estar atentos a los desniveles del camino y eludir esa piedra contra
la que parece que nos encanta trope"ar.

Miedo al maltratador

Btro miedo, esta ve" absolutamente ustificado, es el que se tiene a la reaccin


violenta, loca, de un maltratador. Miedo al acoso, al maltrato físico y al maltrato
psicolgico que puede infligir un maltratador. Miedo a que tome represalias con los ni!os, a
que los utilice de cebo para hacer sufrir a la madre. Miedo de estar al alcance de su sed de
vengan"a, miedo a los efectos de su amor propio herido y a su manera violenta de
restaurarlo.
'l simple hecho de sentir este miedo, de sospecharlo, es un indicativo de que se está
unto a una persona potencialmente peligrosa. $ara estos miedos solo hay una salida9
@buscar proteccin ?o únicamente de los amigos y de la familia. 6ay que buscar
proteccin
meor que la enproteccin
una autoridad
sobresuperior9 la policía,
a que nos falte. 'slapreferible
usticia. 'n estosuna
parecer casos, siempre
hist1rica es
e0agerada
que aumentar la lista de las víctimas de maltrato dom1stico. ?o vale ustificarlo y pensar9
2?o, 1l a mí no me haría da!o5 o 2)i alguna ve" me grit es porque estaba nervioso, pero
ahora ha aceptado que ya todo acab5 o 2Me quiere demasiado como para hacerme sufrir5
o 2Kl es violento, pero es muy buena persona y en el fondo es muy noble5. ?inguna de
estas ustificaciones está permitida, todas ellas están destinadas a protegerle a 1l, o a la
imagen que nos empe!amos en mantener de 1l, y ahora es ella quien necesita proteccin.
La pena

:ime c9mo me arranco del alma esta pena de amor)

D-M'

M+s *uerte que el dolor


se a*erra nuestro amor, como la hiedra)

LA 6-'D<A

?o ha sido fácil escribir este capítulo. Me hubiera gustado poder pasarlo por alto,
poner un asterisco unto al título y copiar un lin!, la letra de un bolero o recomendar un
libro que haya escrito otro. 37u1 les voy a decir de la pena4 3&mo voy a contarla sin que
se me parta el alma4 3&mo consolarlas4 3&on qu1 palabras les e0plico, sin que les duela,
que de este dolor horrible se sale, sí, @claro que se sale, pero que, para salir, hay que pasar
por 1l4 Algunos de los testimonios conmovedores que he recogido en la consulta hablan por
sí solos9
Manuela
Ahora s1 el significado de la frase 2llorar desconsoladamente5. ?o s1 cmo lloraba
antes, pero ahora lloro desconsoladamente. $aso todo el día con ganas de llorar, con la
lágrima boba. Me aguanto como puedo, y por la noche lloro desconsoladamente. ( es que
es eso, nada me consuela. ?o hay ningún pensamiento que me sirva para dear de llorar,
ninguna imagen, nada. Lo único que quiero es llorar y llorar y llorarH

.ristina
?o es que llorar me alivie la pena, es que no lo puedo evitar. :oy en el coche y
lloro, y hago la compra llorando y me despierto llorando y me vuelvo a dormir llorandoH

( es aque
han llevado unalaruptura.
pena esLo
la pena,
mismoy ocurre
nada tiene
con que ver con
la rabia, conlas ra"oneso racionales
el miedo que nos
con la esperan"a.
)on parte de un proceso afectivo que desconoce la racionalidad y que no se detiene a
considerar qu1 es lo que nos conviene. &uando una parea toma la decisin de separarse,
seguro que hay ra"ones que ustifican sobradamente la ruptura; sin embargo, esas ra"ones
obetivas nunca son suficientes para aliviarnos, ni sirven para evitar o disminuir el
desconsuelo.
'n la banda sonora de un duelo, la pena es el tema principal. )uena en los
momentos culminantes, se tararea de fondo, unas veces aparece con más ímpetu y otras
como una leve melodía. 6ay variaciones la duda, la rabia, el miedo o el recuerdo,
pero, repito, en la banda sonora del duelo, el tema central siempre es la pena.
%odos sabemos que el duelo duele, que a nadie le gusta sufrir, que preferiríamos
quedarnos dormidos hasta que escampe y que alguien viniera a despertarnos cuando el
dolor ya se haya ido y la pena no sea más que un pálido recuerdo. 's probable que,
mientras sufrimos, alguien venga con su meor intencin a decirnos que no hay nada que
temer, que esto es un túnel, que al final encontraremos una salida y que la lu" volverá. :ale,
pero mientras tanto, desde el fondo de las tinieblas, 3cmo sabemos que avan"amos4,
3qui1n nos dice que no estamos dando vueltas en círculos y que cada ma!ana no
empe"amos el recorrido del túnel desde cero4 @( sobre todo, 3qui1n conduce4
$ara ponernos es situacin y comprender las dimensiones y el sentido del
sufrimiento, las invito a recrear dos imágenes cinematográficas recientes9

$rimera película de Se$o en Nueva 8or!9 A lo largo de la serie sabemos que &arrie
lleva ya muchos a!os sufriendo los embates de una relacin intermitente con Mr. *ig.
Ahora sí, ahora no y otra ve" sí. @+inalmente, deciden casarse. Durante la mitad de la
película acompa!amos a la feli" novia en los preparativos9 la nueva casa, el trae, el lugar
perfecto, los invitadosH La ilusin de &arrie es desbordada y los muchos a!os que lleva
esperando el milagro la ustifican. %odo está a punto. 'l día de la boda, el mismísimo día de
la boda, Mr. *ig se lo piensa meor y decide no presentarse. &arrie es abandonada al pie del
altar. 'stá destro"ada y arropada por sus amigas, quienes, con la meor de las intenciones,
deciden llevársela a M10ico para distraerla, para hacerla olvidar. A ella ya no le quedan
fuer"as ni siquiera para oponerse. %otal, lo mismo le da estar en Manhattan, en Albacete o
en una playa de la <iviera Maya; se dea llevar. Durante los primeros días en el maravilloso
hotel me0icano, &arrie solo es capa" de dormir. Las escenas se suceden en un cuarto
cerrado a cal
de los días y canto, a se
únicamente oscuras, conporque
reconoce las persianas baadas,
las bandeas concon las puertas
la comida, sin echadas.
tocar, se 'l paso
mudan
del desayuno a la comida, y de la comida a la cena, un día, y otro día, y el siguiente.
Mientras que fuera de su habitacin pasan los días, y dentro pasan las bandeas, &arrie
permanece vestida, con la misma ropa, en posicin fetal, tumbada sin vida, sobre la cama.
?o quiere comer, no quiere hablar, ni respirar, quiere dormir, quiere no estar. A veces abre
los oos y ve a una de sus amigas. 'lla pregunta9 23Lo so!145, y la amiga dice9 2?o5.
'ntonces, si no fue una pesadilla, si la realidad no tiene otra cosa que ofrecerle, meor
seguir durmiendo. ?o le interesa saber ni qu1 hora es, ni cuánto tiempo lleva durmiendo y
llorando, lo único que quiere es poder seguir llorando y durmiendo. 'star viva le resulta
insoportable, como insoportable le resulta cualquier cosa que le recuerde que lo está.
8n día cualquiera, sin saber muy bien ni cmo ni por qu1, &arrie consigue
levantarse, y la vida empie"a desde cero. 'n adelante, todo lo que haga se hará por primera
ve". 2La primera
peridicoH5. ve" que
%endrá que come5, 2la una
inventarse primera
vida ve" que&omo
nueva. se ríe5,ya2la
noprimera ve"a que
irá a vivir su lee el
maravillosa casa nueva unto a Mr. *ig, necesita recuperar su antiguo piso que acaba de
vender. %endrá que pagar un alto precio para recuperarlo, como un precio hay que pagar
para reconciliarse con la realidad.
&arrie regresa a ?ueva (or= aturdida. Lo que está por vivir es una incgnita, y le da
miedo o, en el meor de los casos, ya no le quedan fuer"as para apostar por el futuro. 'l
pasado le recuerda el amor perdido, el futuro sin 1l no le gusta y el presente se reduce a una
baldosa tambaleante al borde del abismo en la que solo caben su miedo y su pena.

Anatom%a de Grey9 -""ie es una de las residentes de cirugía que ha entablado una
relacin con Denny, un enfermo del cora"n que lleva tiempo ingresado en el hospital.
Denny ha estado varias veces al borde de la muerte, hasta que recibe un transplante y por
primera ve" su cora"n empie"a a marchar bien. Le pide a -""ie que se case con 1l y ella
acepta. 'sa misma noche se celebra un gran baile de gala en el hospital. -""ie llega ataviada
con su meor trae de fiesta, como una princesa, como una diosa, y antes de baar a la fiesta,
pasa por la habitacin de su prometido y lo encuentra muerto. )in más. ?o dice nada, solo
se acuesta con naturalidad unto a su muerto, como si estuvieran durmiendo la siesta, como
si estuvieran descansando despu1s de hacer el amor, como siH &omo si cualquier cosa,
menos que 1l está muerto y que ella sigue viva. )us amigos intentan convencerla sin 10ito
de que ya no hay nada que hacer, hasta que uno de ellos consigue arrancarla de esa camita
estrecha
renuncia de hospital
a su mientras
pla"a de ella se resiste y llora a gritos. Antes de salir del hospital, -""ie
residente.
(a en casa, -""ie cambia una e0tra!a cama por otra tan inquietante como la anterior9
se instala a vivir sobre el frío suelo de su habitacin y se tumba allí, vestida de princesa,
vestida de novia, como un fantasma. )in hablar, sin comer, sin vivir. 'n adelante, sus
compa!eros de residencia, como perros fieles, se echarán uno tras otro a su lado a
acompa!arla en su dolor, e0clusivamente a acompa!arla en su dolor; sin cuestionarlo, sin
apurarlo ni detenerlo. ?adie le dice9 2?o es para tanto5, ni9 2La vida es bella5, ni9 2%ú eres
muy oven y podrás rehacer tu vida5. 'n este momento ninguna de esas palabras
significaría nada para ella. 'n ese momento, lo único que ella quiere es morirse unto a su
muerto y estar con 1l donde quiera que est1.

:ice 3reud

&arrie e -""ie hacen e0actamente lo que describe )igmund +reud en su ensayo


:uelo y melancol%a CJVJW. $ara empe"ar, se alean del correr de la vida. Ante la disyuntiva
entre seguir con la realidad o acompa!ar al ser amado, el doliente @cmo no se queda
con el ser amado, aunque est1 muerto. &on su renuncia al hospital, -""ie renuncia a seguir
viviendo; y &arrie se ausenta de su propia vida, como se ausent de ella Mr. *ig. &uando
alguien se nos muere, nosotros tambi1n morimos un poco con el difunto. ?os mudamos con
1l al reino de los muertos. &on las separaciones pasa lo mismo. )i 1l se va, nosotros
tambi1n nos vamos. Aunque seguimos en nuestra cotidianidad, en realidad estamos de
cuerpo presente, como están los muertos en las funerarias. Deamos el envoltorio allí,
disponible, como para que pare"ca que seguimos respirando, pero lo cierto es que no
estamos.

suelo de'luna
doliente estáen
casa o indignado conlalahabitacin
la cama de vida y opta
depor darle
algún la espalda,
hotel se tumba
me0icano en eltodas
y apaga
las luces, cierra todas las ventanas, porque no está para nada ni para nadie. ?i &arrie ni
-""ie se cambian de ropa mientras acunan su pena y ninguna de las dos quiere comer. ( es
que ropa y alimento son necesidades de los vivos, y ellas solo respiran para llorar, para
recordar al ser amado, para nombrarle. %al ve" haya algo de anestesia en esta manera de
sufrir, porque en esos momentos se sufre tanto @tanto que ya ni siquiera se puede
sentir el dolor.
'l ser amado ocupa todo el espacio; y cuando digo %BDB el espacio es que al
doliente le resulta imposible apartarlo, empuarlo un poquito para poder comer, para mirar
la tele un rato, para ducharse o para salir a trabaar, no digamos ya olvidar o sustituir al ser
perdido. 'l que sufre por la muerte o por la p1rdida de un ser querido se entrega en cuerpo
y alma a su dolor, solo se consuela si está cerca del ausente, y no hay otra manera de estar
con un ausente más que evocándolo.
'l doliente busca acercarse a su ser querido en el único lugar en el que puede
encontrarse ya con 1l9 en su memoria. Lo nombra continuamente y repasa sus recuerdos
desde todos los ángulos posibles. <ecuerda al ausente dormido, recuerda su manera de
andar y de pasarse la mano por la cabe"a. <ecuerda lo mismo una an1cdota simpática que
un mal día. Lo recuerda en el cine y aparcando el coche, enumera sus platos preferidos, sus
chistes malos. <ecuerda su olor y el sudor de su cuello, lo evoca comiendo naranas con las
manos y pelando patatas. %umbado en el sofá, haciendo la compra o austándose el nudo de
la corbata.
forma )e relata
minuciosa de una
hacertarde e0acta y <ecuerda
las maletas. una ma!ana cualquiera
su sonrisa y un
y sus viae alas
matices, ?ueva (or= que
canciones y su
solía tararear y su debilidad por <oth=o. 'l doliente solo quiere recordar al ausente, hablar
de 1l, pensar en 1l. <ecrea partículas diminutas del que se fue9 un rincn de su orea, un
pliegue preciso en las rodillas, la forma absurda de sus "apatos vieos. 's como si
permanentemente estuviera rebobinando la película de los momentos compartidos9
rebobina, mira un tro"o, pausa, rebobina, mira otro tro"o y pausa, rebobinaH ?o quiere ni
oír hablar de que el espectáculo debe continuar, de que la filmacin de la película de la vida
debe seguir adelante sin la participacin del ser amado. 'l doliente solo recuerda, recuerda
y recuerda. <epone sin parar rollos y rollos de las diferentes películas en las que su amado
particip.
Dice +reud que uno de los aspectos más llamativos de un proceso de duelo consiste
ustamente en esa manera minuciosa que tiene la memoria de fragmentar los recuerdos que
ligan
no es al
unasueto a lavisita
simple persona perdida. 8na visita
al supermercado, es quealcada
supermercado despu1s
detalle cobra de una
una gran ruptura ya
importancia9
hacer la lista, subirse al coche, aparcar, coger el carrito, seguir o no seguir los mandatos de
la lista, llenar o no llenar el carro, permitirse o no permitirse un capricho; cada detalle
fragmentado, pormenori"ado, nos recuerda a cuando hace tres semanas, dos días y siete
horas, hacíamos la compra en compa!ía. ( a la ve", esa manera de descomponer y dividir
los recuerdos tambi1n sirve para desactivarlos, para que poco a poco vayan perdiendo vigor
y un buen día podamos ir a hacer la compra sin darnos cuentaH
Desgastar los recuerdos de tanto usarlos es el obetivo de esta actividad monográfica
de la mente. )obarlos, desmenu"arlos, nos hace acostumbrarnos a ellos y perderles el
miedo. )i, por el contrario, nos prohibi1ramos recordar, si nos empe!áramos en negar la
huella que el otro ha deado en nosotros, tendríamos que mantener los recuerdos a distancia
y tratarlos con suma precaucin, como si fueran !riptonita verde ante la que estaríamos
completamente
trayecto. ?o haydesprotegidos y vulnerables.
caminos cortos, no hay ataosDeninuevo, evitar
secretos el 2barranco5
mágicos que evitennoelaligera
dolor. el
La
vida tambi1n es dolor, y las separaciones siempre suponen una p1rdida y un duelo por el
que hay que pasar lo meor posible, de la manera más humana que sepamos. (, además, es
la única manera de que algo que nos duela no nos mate en vida, sino que nos haga más
capaces de enfrentarnos al dolor en adelante.
<ecomendarle al doliente que piense en otra cosa es, para empe"ar, inútil. 'l que
sufre no elige. Al que sufre el recuerdo se le impone, y ni querría ni sabría hacer otra cosa
que recordar. 'l duelo es así, hace su trabao mientras nos duele, sin que nos demos cuenta
de que lo hace, y mientras nos obliga a recordar, nos enfrenta a la p1rdida. &on cada
recuerdo constatamos la ausencia y nuestra imposibilidad de hacer regresar al ser amado o
de devolverle la vida al difunto. La cruda realidad de nuevo nos obliga a elegir9 2La vida o
la bolsa de los recuerdos5, 2La vida o la muerte5. De esta forma, aunque en un principio
-""ie parece elegir quedarse muerta unto a su muerto, y &arrie, empe" su duelo
ausentándose de su vida, como su ausente; con el tiempo, y con un trabao psíquico a favor
de la vida, al final, ambas eligen vivir, consiguen elegir la realidad y seguir adelante con sus
vidas. 'l duelo consiste entonces en un proceso gradual, durante el cual la persona pasa de
morirse unto a su muerto a empe"ar lentamente a vivir de nuevo sin 1l. %odo esto supone
un gran gasto de energía psíquica, de manera que, al final, la persona quedará libre de la
carga del duelo, pero e0hausta. Libre de las ataduras que la amarraban al ausente y le
obligaban a morirse con 1l, pero agotado por este proceso de duelo al que, no en vano,
+reud denomin 2trabao del duelo5.
'n estas circunstancias, los típicos consuelos de la sabiduría popular de 2A rey
muerto, rey puesto5, 2La vida sigue5, 2%ú eres muy oven todavía5 o 2'sta separacin es
por tu bien5 no entran en el vocabulario del doliente, no los escucha, no los entiende. 's
como si el otro hablara en un idioma desconocido o en otra frecuencia. Durante los
primeros días de su duelo, -""ie no consiente que ninguno de sus amigos le hable. )oporta
que est1n tumbados en el suelo unto a ella, pero en silencio. $ero esto no es un capricho
del guionista, sino que reflea una verdad profunda del proceso de duelo en el ser humano.
:erdad que queda de manifiesto en la etiqueta prescrita por algunas culturas o religiones.
'n este caso, podemos fiarnos en el ritual del duelo del udaísmo, en el que durante los
primeros días está prohibido ofrecer palabras de consuelo al doliente. %al ve" porque
todavía no es momento para el consuelo sino para el dolor.

.ontar la pena

23A qui1n confiar mi pena4


'sas cosas hay que contarlas con calma, tomándose su tiempoH 's preciso relatar
cmo enferm el hio, cuánto sufri, lo que dio antes de e0pirar, cmo muriH 6ay que
describir el entierro y el viae al hospital para recoger la ropa del difunto CH. Además, el
oyente debe suspirar, gemir, lamentarseH5.
'stas palabras podrían formar parte de un manual sobre el trabao del duelo, sin
embargo, están sacadas de Tristea, un cuento de Antn &h1ov que relata la historia de un
hombre que acaba de perder a su hio y que necesita contarlo a toda costa. Ante la
indiferencia de quienes le rodean, el hombre termina por contárselo a su caballoH ( es que
para poder hacernos con la pena, como dice &h1ov, tan imprescindible es poder contarla
con calma$or
nosotros. como
esotener a alguien
son tan que lalos
importantes escuche,
ritualesque
delsuspire, quevelatorios,
duelo, los gima y que losseentierros,
lamente por
los
funerales a los que acuden los amigos del doliente, pero, en especial, es importante la
disponibilidad de semeantes que est1n allí para acompa!ar, y para certificar que quienes
lloran tienen derecho a llorar, porque han sufrido una terrible p1rdida.
?o se trata simplemente de que necesitemos que nos compade"can, es que esa
compasin aena, e0terna, cumple una funcin simblica notarial. $recisamos de un testigo
para nuestra pena, alguien que certifique9 2)í, yo estuve allí y doy fe9 esta muer, está
sufriendo mucho, y su sufrimiento está ustificado5.

&as amigas

Los casos de -""ie y de &arrie reflean lo importantes que son las amigas en
momentos de duelo. 'n uno y otro eemplo, son las amigas quienes se hacen cargo de
devolverles la vida a las protagonistas. 'n Se$o en Nueva 8or!, )amantha le da de comer a
&arrie su primer desayuno, con una cuchara, en la boca, poco a poco, como a los ni!os
peque!os.
'n el momento de la ruptura, cuando nos duelen hasta las pesta!as, cuando nos
parece que la vida nunca volverá a ser vida, hay que dearse querer y dearse cuidar por las
amigas. 7ue nos mimen, que cocinen para nosotras, que nos saquen como sacarían a pasear
aelsus
fin hios peque!os.
de semana, 7uemanta
en plan nos lleven de7ue
y sofá. la mano al cine,paciencia
nos tengan que se queden
y nos con nosotras
escuchen poren casa
en1sima ve" la misma historia, porque necesitamos contarle a las amigas, @mil veces y con
todo luo de detalles, el te0to del guin de la ruptura, la coreografía, el vestuario, el
decorado, los personaes secundariosH La secuencia e0acta de lo que se dio, y de lo que el
otro respondi a lo que se dio, y de lo que no dio, y lo que no respondi. Dnde estaban,
qui1n lleg primero, qui1n empe" la conversacin, qu1 llevaba puesto cada uno. )e cuenta
la despedida una y otra ve". &mo y cuándo me enter1 de que estaba con otra; el te0to del
)M) que descubrí por descuido en su tel1fono; el 2asunto5 del mail acusador, su contenido.
A pesar de todo, las frases de alivio que conocemos de sobra para acompa!ar un
fallecimiento no son tan obvias cuando se trata de una ruptura. 37u1 hacemos4 3?os
ponemos ciegamente del lado de la amiga y hablamos pestes del e04 3( si una semana
despu1s se reconcilian4 @?o es sencillo 3$odemos, debemos, ponernos de su parte sin
tomar partidoy en
lo consigue, contra
están del e04cuando
presentes 3&moseselashace eso4 ?o
necesita, lo darnos
para s1, perodelacomer
mayoría deboca,
en la las amigas
como hi"o )amantha con &arrie, o para escuchar y consolar nuestro dolor. De hecho, el
ritual de duelo udío incluye la prescripcin de llevarle comida al deudo durante la primera
semana que sigue al entierro, porque entiende que quien acaba de perder a un ser querido
no puede ocuparse ni siquiera de lo más elemental.
$ero así como cada cultura tiene su propio manual de cmo acompa!ar y cuidar el
duelo del otro, o cmo consolarle cuando pierde a un ser querido, no ocurre lo mismo
cuando se trata de una ruptura amorosa. 's el caso de una paciente que me cont lo que le
había dicho una vecina cuando supo que acababa de separarse9

?o s1 qu1 decirte. &uando alguien se muere, uno sabe que hay que dar el p1same;
cuando alguien se casa o tiene un hio, @hay que felicitarle $ero, cuando alguien se separa,
yo nunca
porque s1 si tengo
todavía que felicitarle
le quiere, o qu1 es lopor
quehaber
tengodado
queeldecirH
paso, o si tengo que compadecerle

'l dilema de esta vecina está plenamente ustificado. 8na separacin no es un


motivo de celebracin aunque sea un triunfo, y quien acaba de separarse o de ser
abandonado merece un tiempo de luto. 'n cualquier caso, y aunque no tengamos muy claro
qu1 decir, es importante estar allí disponibles, dearnos utili"ar por la amiga que sufre,
escucharla, hacerle saber que cuenta con nosotros para lo que haga falta.
Las amigas acompa!an, y son una red que protege contra la sensacin de vacío.
6acer planes con ellas, por tontos que sean, nos distrae del horror. $ero, además de las
funciones de apoyo moral, habremos de contar con ellas para acompa!arnos en el cuidado
de los hios. Las madres de los compa!eros del cole de los ni!os suelen ser una buena
compa!ía; comparten edad y preocupaciones, y si practican el 26oy por ti, ma!ana por
mí5, pueden turnarse para organi"ar las horas libres9 26oy meriendan y hacen deberes en tu
casa y el fin de semana se vienen a dormir a la mía5. La presencia de los hios hace más
complicada la e0teriori"acin de los sentimientos propios del proceso de duelo. Las amigas,
los abuelos, tambi1n pueden brindarle a la reci1n separada algunas horas libres para llorar,
para meterse en la cama y darse un atracn de pena.

&a *amilia

&uando se produce un divorcio o una separacin, la familia cumple una funcin de


sost1n muy importante. &ada integrante de la parea rota espera que su propia familia se
alinee con 1l como un solo hombre, sin fisuras, que le comprendan, que le acoan con su
manto de afecto y proteccin, y que se comporten como un clan incondicional. 'l apoyo
que se espera de la familia es, sobre todo, moral. $ero la familia no debe olvidar la
importancia de la ayuda en el día a día. Las comiditas de mamá, los tupper de la abuela, el
hermano que te hace de conductor cuando puede, el cu!ado manitas que se pasa una tarde
haciendo chapu"as en casa, la hermana que se queda una tarde con los ni!os. 'n fin, que el
apoyo logístico es tan importante como la contencin emocional. Btras veces, la familia
sirve para poner pie en tierra y arroar un poco de sentido común sobre la situacin cuando
lo que abunda es el resentimiento y el rencor.
'l lugar de la familia no es fácil. Mantener una actitud solidaria con el propio y a la
ve"
entreecuánime
cada unoydeneutral con el e0y supone
los cnyuges un verdadero
su e0familia malabarismo
política es parafamiliares
delicado. 6ay algunos. 'l
quetrato
se
niegan a romper con el cu!ado o yerno correspondiente y, en nombre de una supuesta
naturalidad, dificultan las labores de rescate del propio, la elaboracin del duelo y la
posibilidad de pasar página. )on familias que se sienten agraviadas con la separacin, como
si les hubieran arrancado algo a ellas, y no están dispuestas a renunciar ni a perder. 's el
caso de &ecilia, que e0plica su situacin de esta manera.

(a estoy harta de que mi familia trate a 'nrique como si no hubiera pasado nada.
?o puede ser que en todas las reuniones familiares 1l est1 allí, como si fuera un miembro
más de la familia. La semana que viene mi hermana celebra su cumplea!os y le pedí que
por favor no lo invitara. 3$uedes creer que no lo entendía4 ?o es normal que sea (B la que
me sienta incmoda en una reunin de M- familia. @7ue 1l está con otra y yo estoy sola
@7ue se supone que mi familia me tiene que apoyar a mí
'n el e0tremo opuesto, están las familias que se comportan como verdaderas
familias de la mafia, y van a muerte contra el enemigo, a hacerle la vida imposible. $uede
que no lleguen a ponerle la cabe"a de su mascota favorita entre las sábanas, pero se dedican
a hacer comentarios tendenciosos, faltas de respeto, ugarretas sucias de fechas y horarios
con los ni!osH &uando hay ni!os, el reparto entre uno y otro padre es lo suficientemente
complicado como para que encima entren los abuelos en la contienda. Los abuelos tienen
que estar ahí, dispuestos a echar una mano, a veces econmica, a veces en forma de tiempo,
para ayudar a levantar lo que de ahora en adelante será una familia monoparental.

Mal de muchos#
?o s1 si mal de muchos es consuelo de tontos. )1 que, mientras estamos sufriendo,
nuestro mal, el que sea, nos parece el peor, el más encarni"ado y el más inusto de los males
de toda la humanidad. 'l dolor abre agueros en la tierra, la taladra, a ratos como una
tuneladora, sin piedad; a ratos con las u!as, poquito a poco, despacio pero sin descanso, a
pelli"cos. &uando alguien llora, su pena es la única pena que campa sobre la fa" de la tierra,
entre otras cosas porque, cuando se sufre, la tierra está desolada, devastada, y solo quedan
el doliente, su dolor y un perro flaco a lo leos que los acompa!a. La pena nos ensordece,
por eso&uando
las palabras de consuelo
alguien no llegan,
llora la muerte de unnofamiliar
se escuchan.
o una ruptura de amor, no es tiempo
de recordarle lo mucho que han sufrido los ni!os en las matan"as de <uanda, ni la
desgracia de los miles de venes que padecen alguna enfermedad mortal. ?i la suerte que
tenemos de ser venes, y de tener un trabao en tiempos de crisis, y una familia estupenda.
Lo s1. )in embargo, en algún momento, con el tiempo, se llega a relativi"ar el propio
sufrimiento y a ponerlo en perspectiva. 8n buen día nos damos cuenta de que la vida es
mucho más larga, más ancha y más honda que nuestro dolor. ?uestro dolor dea de ocupar
el centro del universo, dea de ser el único dolor, el más grande, el más cruel, y se convierte
apenas en nuestro último dolor, el más reciente.
$ara entender en qu1 consiste la relativi"acin del dolor, voy a usar el mismo
eemplo que utili"a Leader en su libro &a moda negra CN. 'l autor e0pone y e0plica
una obra de la artista francesa )ophie &alle, bauti"ada con el nombre de :olor e$quisito.
La historiadurante
separarse de la obra
unoscomien"a
meses porporque )ophie
motivos y su parea
de trabao. se habían visto
'l reencuentro de losobligados
amantes atendría
lugar en una romántica habitacin de hotel cinco estrellas en ?ueva Delhi. La noche
convenida, )ophie llega al hotel y, en ve" de encontrarse con un amante ansioso, recibe una
llamada telefnica. 'ra 1l, que llamaba para avisarle que no iría a su encuentro ese día, ni al
siguiente ni ningún otro día, porque daba la relacin por terminada. Así, sin más, con dos
palabras, a larga distancia y por tel1fono. $ara no morir de dolor en ese mismo momento, la
artista ech mano de su capacidad creativa y de su tabla de salvacin9 @su cámara
fotográfica %om cientos de fotos de los más ínfimos detalles de esa noche, de esa
luosísima habitacin de hotel, súbitamente transformada en patíbulo. De vuelta a su país,
de entre todas las fotos eligi noventa y nueve. 'ntonces, pidi a noventa y nueve personas
distintas entre amigos, familiares, conocidos y amigos de amigos de amigos que
eligieran una de esas noventa y nueve fotos y que la acompa!aran con el relato del peor
momento
ellos. Así,de susvoces
esas propias vidas, de
annimas la situacin
redactaron que más
noventa les había
y nueve hecho
penas, sufriry anueve
noventa cada uno de
desesperaciones distintas, noventa y nueve horrores9 desde la muerte de un hio, la ceguera
de una hia, una ruptura, un abandono cruel, una falsa acusacin, una enfermedad terminal,
un abortoH De esta manera, el dolor de )ophie quedaba diluido entre los muchos otros
dolores de otras vidas; su sufrimiento era apenas uno más, probablemente no era más que el
sufrimiento número cienH
'l título de la obra, :olor e$quisito, es una clara referencia a la t1cnica literaria
utili"ada en los a!os veinte por los surrealistas, que consistía en escribir un te0to a varias
manos, a ciegas. )e reunía un grupo de escritores, uno escribía unas líneas de te0to, lo
tapaba y pasaba el papel al de al lado, que escribía su te0to sin saber lo que había escrito el
anterior ni lo que escribiría el siguiente, y así sucesivamente. 'l resultado podía ser
cualquier cosa, y funcionaba con la coherencia descabellada de los sue!os. Así funciona
esta obra. 'l dolor descompuesto en sus mínimas partes, en sus miles de caras, dolerá un
poquito menos. 'l resultado onírico del dolor e0quisito lo convierte en una pena que se
puede simboli"ar y trabaar.

;no m+s#

)aberse simplemente uno más puede ser un consuelo muy sanador, y lo digo por
e0periencia.
un tratamiento8na demedida,
a su las vecesdeque la vida
todos me llev contra
los consuelos las lo
posibles, cuerdas, con me
único que un cáncer fero" y
calm la
angustia, la rabia y el miedo fue saberme una más. ?i la cancerosa más valiente, ni la más
desgraciadaH, simplemente una más.
&omo apunta Aleandro /ándara CJ, nuestra cultura nos incita a considerar que
los duelos no forman parte de la continuidad de la e0istencia, sino que constituyen una
e0periencia aparte, un accidente, y se nos acostumbra a separar la p1rdida de la vida misma.
)olo así se comprende el mati" de sorpresa que a menudo acompa!a a nuestra refle0in
sobre una p1rdida propia, una separacin o una muerte9 23$or qu1 yo45, 23$or qu1 a mí45.
?os e0tra!amos, como si la vida nos hubiera elegido adrede para hacernos sufrir. $ensamos
que únicamente nos merecemos lo que 2sí5 y no tenemos recursos para enfrentarnos a lo
que 2no5. 'n nuestro relato lineal de la vida, no tenemos incluidos ni la frustracin ni el
fracaso. )entirse 2uno más5 es una manera de devolver el duelo a su lugar y trabaarlo
como un aspecto
la p1rdida más de
forma parte delalae0istencia,
vida y que de ese proceso en
continuamente el que reconocemos
perdemos que tambi1n
uventud, autonomía,
salud, perdemos lugares, seres queridos, costumbres y relaciones.
)1 por e0periencia que no se puede empuar a nadie al puerto de la serenidad del
2)oy uno más5. )e puede acompa!ar al otro mientras que el otro llega por sus propios pies,
pero a ese lugar se accede con el tiempo, cuando el resto de los sentimientos se ha vivido
con la intensidad que la situacin requiere.
'l dolor compartido es muchísimo menos dolor, de ahí la importancia de los ritos
funerarios tan vigentes, aun en culturas así llamadas primitivas y que han perdido
protagonismo en este Bccidente nuestro tan avan"ado, tan innovador, tan optimista y tan
frágil, donde la congoa está prohibida y donde, según la Brgani"acin Mundial de la )alud
3por qu1 no recordarlo4, despu1s de las afecciones cardíacas, la depresin es el mayor
problema que encara la sanidad pública. De una manera o de otra, @al final, unos y otros,
todos sufrimos del cora"n
.onvalecencia

La autocompasin tiene muy mala prensa, y no s1 muy bien por qu1. Lo cierto es
que la tenemos prohibida. La autocompasin no es otra cosa que cuidar de nosotras mismas
durante un tiempo, como si fu1ramos nuestro propio beb1. 'n Mujeres malqueridas,
comento que, con frecuencia, las mueres usamos el músculo de la maternidad para tratar
entre algodones al rústico que tenemos por parea o por marido. Ahora propongo que
usemos ese mismo músculo para cuidar de nosotras mismas, mimarnos y atendernos con
cari!o. A menudo observo mueres que, así como son capaces de cualquier sacrificio por el
ser amado, en su trato consigo mismas se comportan como unas verdaderas madrastras. )e
culpan de la separacin y se torturan. &omo si no fuera bastante con el dolor que les
produce la ruptura, como si ese castigo no alcan"ara para saldar su cuenta con el pecado de
no haber sido capaces de salvar 2una relacin tan bonita5, se dedican a propinarse toda
suerte de castigos físicos y morales9 2@&ome, come, es lo único que sabes hacer 3A qui1n
le importa que engordes4 %otal, más fea de lo que estás es imposible...5. 2@*ebe, eso, sigue
bebiendo, a ver si así eres capa" de olvidar tu incapacidad para mantener a un hombre a tu
lado5.
's preciso reconocer la necesidad de dedicar un tiempo a curarnos de la p1rdida,
tenernos en cuenta, tomarnos
estamos atravesando, en consideracin
como podemos, y aceptar
un proceso que)iestamos
de duelo. convalecientes,
nos hubieran operado deque
una
apendicitis aguda y el m1dico nos hubiera prescrito un tiempo de reposo, lo entenderíamos.
's más fácil comprender los dolores del cuerpo, porque esos se ven y casi pueden tocarse.
'n cambio, los dolores del alma, los males del cora"n, no son tan evidentes, aunque sus
efectos sean devastadores.
Durante la convalecencia prevalece el aburrimiento, todo nos fastidia, nada nos hace
ilusin y no hay nada que queramos hacer. $revalecen el retraimiento, la desidia y el
desinter1s. %odo nos resulta inútil, no hay ningún plan que nos pare"ca divertido y solo
sentimos un cansancio inhumano. (o creo que el cansancio tambi1n tiene un sentido. 'l
cansancio del duelo es la manera que la naturale"a tiene de hacerse solidaria con el doliente
y de permitirle dormir, descansar, retirarse un poco de la vida activa y tener sus ratos de
estar consigo mismo.
)i nosotras
pertinencia, mismaspor
y lo pasamos nosalto,
negamos la legitimidad
nos privaremos detiempo
de un nuestroimprescindible
luto, su valor, de
su
convalecencia, de nuestro poco de sofá y manta, de nuestro derecho a las rancheras, a los
boleros, a la televisin y @algo de helado 8na cosa es que no nos guste despertar
compasin sobre todo del e0, pero sentir un poco de misericordia por nosotras mismas
y tratarnos con piedad, cuidarnos, complacernos, mimarnos, no estaría nada mal. 'n ve" de
castigarnos, bien podríamos mirarnos al espeo y decirnos a nosotras mismas9 2@&uídate
@7ui1rete @%ienes todo el derecho @$orque tú lo vales5.
La aceptacin

&a renuncia es el viaje

de regreso del sueño#

A?D<K) 'LB( *LA?&B

Eay que sa5er perder)

&o mismo pierde un hom5re

que una mujer)

6A( 78' )A*'< $'<D'<

La aceptacin es un último paso en el trabao del duelo. 3<enunciar4 3Aceptar4


3<esignarse4 ?o s1 bien qu1 es lo que se hace y qu1 es lo que se debería hacer. 3<econocer
la realidad4
ten%a pechosLos entendidos
, el libro en el cuando
que escribí tema suelen llamarlo
yo misma me 2aceptacin5. unAnoche
vi enfrentada a'n dolor soñ< que
insoportable, die que no estaba de acuerdo con el t1rmino 2aceptacin5. 'ntonces
argument1 que solo se 2acepta5 algo cuando se tiene la alternativa de recha"arlo y, no
obstante, se elige aceptar. 8no 2acepta por esposoH5, 2acepta una propuesta de trabao5 o
2acepta una invitacin5 porque sabe que, si quiere, en el último momento, siempre puede
recha"ar el trabao, el marido o la invitacin. 'n aquel momento, me parecía que uno no
2acepta5 la muerte de un familiar cercano, que uno no 2acepta5 una enfermedad, sino que
uno, como mucho, reconoce la contundencia de su presencia y carga con su cru"H De
nuevo, @es lo que hay Así pensaba entonces. )in embargo, una ve" que el tiempo ha
pasado, una ve" que mi rabia y mi dolor han menguado, puedo pensar con claridad y me
desdigo. @:ale 2@Acepto pulpo como animal de compa!ía5. *ao la cabe"a, y aceptoH
que la 2aceptacin5 es el último escaln del duelo.

mano laMe e0plico. )i


alternativa de lo miramos
2no aceptar5detenidamente, podemos8no
incluso lo inevitable. reconocer que todos
puede mudarse tenemos a
a vivir
eternamente en la salita de espera de la negacin y no aceptar la contundencia de una
muerte o de una enfermedad. )e pagará un alto precio, pero se puede. 8na muer que se
nota un bultito en un pecho puede pasar meses sin volver a tocarse ese pecho, mirando en
otra direccin, esperando pacientemente los siete meses que faltan para su revisin anual,
mientras el cáncer avan"a. 8n hombre diagnosticado de insuficiencia respiratoria puede
seguir fumando como si fuera inmortal. 8na madre que ha perdido a un hio puede poner
un cubierto en la mesa para 1l durante a!os. 8na muer que ha perdido al marido puede
dear su vo" grabada en el mensae del contestador, como si el difunto pudiera escuchar el
mensae y devolver una llamada.
La aceptacin no ocurre de un momento a otro; las separaciones y los duelos
primero los rumiamos, tal cual como los animales, que mastican, tragan y vuelven a
masticar; así nosotros, poco a poco, los vamos triturando, los pasamos de un lado a otro, los
distraemos, hasta que finalmente los hacemos nuestros. ?o hay duda, llegar a ese punto
requiere de un gran trabao. )e trata de poder integrar en el te0to de nuestra propia vida
tambi1n las e0periencias negativas y no dearlas como una nota a pie de página, de
2aceptar5 que las piedras del duelo tambi1n forman parte del caudal de este río de la vida.
?unca es fácil aceptar que lo que se perdi se perdi y punto, que no hay regreso ni
vuelta atrás. )i el escaln de la aceptacin es difícil de alcan"ar en cualquier p1rdida,
cuando hablamos de una ruptura amorosa es todavía más complicado, porque el ausente
sigue vivitodeyun
esperan"a coleando, porque
reencuentro. en alguna
$orque parte,
a veces a alguno
el rencor unedemás
losque
dos,elpuede
cari!oquedarle la
y las pareas
se pasan a!os enfrascadas en litigios eternos que los mantienen unidos en la enfermedad y
les dificultan cerrar definitivamente el duelo.

;n *uneral

Las pareas tendrían que ser capaces de hacer una especie de funeral en el que los
deudos ellos dos se reunieran rodeados de amigos y familiares en torno al ataúd donde
descansarán por siempre los restos de la relacin. &on una caita de cartn que contenga un
par de fotos, unas cuantas cartas Co copias de correos o mensaes y dos o tres regalos sería
más que suficiente. $ropongo un funeral tipo americano, de esos de película, en los que los
amigos
e0novia,toman la palabra
los padrinos del ydivorcio,
hablan del
lasdifunto.
damas de Lahonor
familia
de del e0novio, la familia
la abandonada, los hiosdedela
ambosH 8nos y otros tendrían que pronunciar unas palabras de despedida, algunas de
reproche y muchas de consuelo. %odos se pondrían de acuerdo para llorar por la
desaparicin de la parea, por el amor, por los planes de futuro inconclusos, por la familia
que no pudieron formar, por el segundo hio, por los viaes, por la pasin perdida, por la
promesa de enveecer untosH 'n fin, por todo aquello que se pierde con una ruptura. 8n
ritual así, con una fecha precisa en el calendario, marcaría un antes y un despu1s, supondría
una especie de punto final a lo que fue una relacin. La falta del ritual dificulta la
aceptacin del fin, lo que puede dar lugar a situaciones trágicas.

&a gorila /ana

<ecientemente vi por televisin unas imágenes conmovedoras y a la ve"


espelu"nantes9 se trataba de Gana, una gorila de un "oolgico alemán que se negaba a
desprenderse del cuerpo sin vida de su cría. )u beb1 de tres meses muri por causas
desconocidas. Durante varios días, Gana intent reanimar al peque!o con sacudidas y con
caricias. %an pronto lo acunaba entre sus bra"os, como lo "arandeaba con violencia para
despertarlo. %odo fue inútil. Desde entonces, Gana deambula con el cadáver de su cría a las
espaldas. La foto muestra el cuerpo enorme, de pelo negro brillante y vivo de Gana, en
contraste con el cuerpo diminuto, seco y grisáceo de su cría que cuelga sin vida a sus
espaldas.
$ens1 que esa imagen e0presaba de manera gráfica lo que hacemos cuando nos
negamos a ver y a aceptar la realidad. 6emos puesto todo de nuestra parte para reanimar
una relacin9 amena"as, caricias, gritos, se0o y mimos son intentos desesperados de
revivirla; pero sucede que la relacin lleva un tiempo muerta, como la cría de Gana, aunque
nosotros insistamos en llevarla a cuestas. 7uienes lo miran desde fuera se horrori"an,
porque nosotros, como Gana, seguimos haciendo nuestra vida con naturalidad, aenos a la
muerte, inmunes a la ausencia. Abstraídos, sin aceptar que lo que llevamos a la espalda no
es una cría, no es un beb1, no es una parea, sino el cadáver de una cría, el cadáver de una
relacin.
7uienes se dedican al estudio del comportamiento animal aseguran que la actitud de
Gana forma parte del duelo de la gorila por la cría muerta y de los ritos fúnebres que siguen
adesprenderse
la p1rdida dedel
uncadáver
miembrodedel clan. Lo
su beb1, cierto esa 1l
renunciar que, ausencia, Gana
en algúnenmomento,
y llorarlo como tendrá que
nosotros
tendremos que rendirnos a la evidencia de que la relacin ha terminado, de que falta un
peluche en nuestra cama y hay un aguero. 'ntonces podremos organi"ar nuestro peque!o
funeral mental para despedirla y enterrarla. $uede que Gana pensara que, mientras ella no
la diera por muerta, quedaba una esperan"a, y que darla por muerta era lo mismo que
matarla.
A veces pensamos, como Gana, que la vida y la muerte están en nuestra mano,
como las rupturas y las reconciliaciones. 'n esos casos, nos parece que si nos permitimos
aceptar la muerte del difunto y seguir con nuestra vida, somos nosotros quienes le estamos
matando. B si reconocemos el final de la relacin, somos nosotros quienes le estamos
negando una última oportunidad. Lo cierto es que para cerrar un duelo es preciso que
matemos al muerto y que demos por terminada la relacin )

Matar al muerto

.omo al ca5allo 5lanco

que le solt< la rienda,

a ti tam5i<n te suelto

y te me vas ahorita)

%' )BL%K LA <-'?DA

37u1 son las 2almas en pena5 sino esos muertos que no han terminado de morirse
porque algún vivo no los dea partir4 37u1 es el purgatorio sino ese lugar intermedio entre
la vida y la muerte4 37u1 es el limbo4
La muerte, las separaciones, son algo que ocurre entre dos. 6ay uno que se muere y
otro que confirma su muerte, que se despide y le da permiso a irse para siempre. ?o es
suficiente con que el muerto se muera. $ara retomar la vida sin 1l, con todo lo que supone
la ausencia de un ser querido, es preciso que quienes continuamos en esta aventura de vivir
le concedamos al muerto su derecho a descansar tranquilo y a estar muerto.
&uando dos se separan, generalmente, hay uno que se va y otro que acata la
separacin y dea partir al ser amado. $or mucho que nos duela, por mucho que un peda"o
de nuestra vida se vaya con 1l, por mucho que nos haya partido en dos el cora"n, por muy
inusto que nos pare"ca, en algún momento tenemos que 2soltar la rienda5 y dearle partir,
no solo físicamente.
'n la serie de televisin 1ntre *antasmas CGhost Khisperer, la protagonista tiene la
cualidad de comunicarse con los muertos, pero no con todos los muertos, únicamente con
esos espíritus que vagan indecisos, los que esperan, los que aun despu1s de muertos se
resisten a morir porque tienen cuentas pendientes en el mundo de los vivos. La misin de
Melinda /ordon consiste en conectar al muerto con el vivo que no le ha deado morir y
convencer a este de que el muerto estará meor muerto que merodeando sin rumbo como
alma en%odos
pena.los capítulos de la serie tienen el mismo final9 el muerto ha saldado sus
deudas con la vida, su vivo correspondiente le permite morir y entonces, solo entonces,
puede atravesar la lu" blanca de la muerte definitiva para tranquilidad de todos9 del muerto
que al fin puede descansar en pa", y de los vivos que pueden empe"ar a elaborar la p1rdida.
Me parece que la serie recoge al menos dos fantasías universales9 la primera es que
la muerte del otro siempre nos dea con la palabra en la boca. )iempre hay una cosa más
que hubi1ramos querido decirle, una cuestin fundamental que hubi1ramos querido
consultarle, o preguntarle, una verdad que confesarleH @)olo una ve" rogamos, y
daríamos lo que fuera por esa sola oportunidad de encontrarnos de nuevo con 1l. @Die"
minutos más significarían tanto @$odríamos decirle tantas cosas en esos die" minutos
La segunda fantasía que ilustra la serie concierne a lo importante que es para
reali"ar el trabao de duelo dear morir al muerto. 'n la serie, parece que es el muerto quien
necesita quede
beneficiado le esta
deensegunda
morir del todo sea
muerte paraelpoder descansar.
muerto, %iene
porque es sentido
la única que eldemás
manera que el
deudo acepte dearle morir sin sentirse culpable. (o no s1 si habrá vida para los muertos
despu1s de la vida; pero creo que tiene que haber vida para los vivos despu1s de la muerte
de un ser querido, así que pienso que quien necesita de ese cierre definitivo es el que sigue
vivo.
8n doliente no se puede sanar, a menos que permita que su muerto 2descanse en
pa"5. ?o me refiero al 2A rey muerto, rey puesto5, porque ya vimos que nada ni nadie
puede sustituir a un ser querido, pero creo que hay que reconocer la ausencia como lo que
es y, no obstante, seguir adelante con la vida. &omo en la serie, el muerto tiene que morir
dos veces, sufrir dos muertes9 la muerte real y la muerte simblica, que consiste en la
aceptacin de esa muerte por parte de sus deudos. Acceder a esa muerte simblica muchas
veces nos hace sentir que somos nosotros quienes matamos al muerto, y 3como vamos a
querer
que matarle, pero
recordarlo, ahoranoque lo echamos
mantenerlo contanto
vida,denimenos4 $or supuesto
hacer como quevivo,
si siguiera al sercomo
querido
hi"ohay
Gana. 'l recuerdo nos permitirá reorgani"ar nuestra vida aceptando su ausencia, colocando
al ausente en un espacio simblico diferente al que nosotros habitamos CLeader, N. 'l
refranero popular tiene una forma cruda de e0presarlo9 2'l muerto al hoyo y el vivo al
bollo5 suena mal, lo s1, pero es lo que hay. 'n este devenir de la e0istencia cada cual
debería poder ocupar el lugar que le corresponde. 'l muerto, descansando en pa" en el
lugar de los muertos, y el vivo en sus quehaceres de la vida.
Así como al muerto hay que dearle morir, a las relaciones fallidas hay que dearlas
marcharse para siempre. 7ue atraviesen la lu"H B lo que sea que tengan que atravesar los
amores perdidos, pero que no se queden rondando en nuestra vida como alma en pena,
como espíritus burlones que nos interrumpen la e0istencia.
'l trabao del tiempo

Beloj, no marques las horas#

<'LB#

@Ah,
pere"a que suselprisas.
tiempo,'leltiempo
tiempo.
es3&mplice
chicle que oseenemigo4
estira o seLo mismo
encoge le recriminamos
según su 'l
lo masticamos.
tiempo pesa o vuela, transcurre ine0orablemente o se detiene; lo pone todo en su sitio, o
todo lo cura. Al tiempo lo mismo lo matamos que lo aprovechamos, lo perdemos que lo
ganamos. &onfiamos en 1l, deamos nuestros asuntos en sus manos y, ya puestos, le damos
tiempoH Lo cierto es que si no podemos contra 1l @y no podemos, lo meor es unirse
a sus filas, convertirlo en aliado y usarlo a nuestro favor.

Teresa, cuarenta y dos años


6ace más de un a!o que nos separamos y sin embargo este verano lo pas1 peor que
el anterior. ?o echo de menos a Antonio. 'cho de menos el tener una familia. 'l darle a mis
hios una familia como la que yo tuve. Del a!o pasado lo único que recuerdo es que estaba
desconcertada, estaba tan triste que solo podía llorar. 'ntonces, los ni!os y yo pasamos
todas
casa delasmis
vacaciones
padres enuntos. <ecuerdo
el pueblo. ir llorando
'ste a!o, las tres
por primera horas
ve", mientras
partimos conducía hasta
las vacaciones, y la
Antonio se llev a los ni!os quince días. +ue lo peor. ?unca he pasado tanto tiempo
separada de mis ni!os. @)obre todo el peque!o me partía el cora"n @)i solo tiene cuatro
a!os 3&mo va a entender que yo no est14 Antonio dice que ellos estuvieron bien. 'spero
que sea verdad. 'n cambio, yo no estuve bien. (o no solo estaba triste, tambi1n estaba
angustiada.

%eresa lleva más de un a!o separada, pero este ha sido el primer verano sin sus
hios. 'l verano anterior, ambos estuvieron de acuerdo en que era meor que los ni!os
estuvieran con ella en casa de los abuelos como hacían todos los a!os. $ero si ya ha pasado
un a!o, 3es que %eresa está peor4 $ero si no quiere volver con 1l, 3por qu1 está tan triste4
Lo que ocurre es que el tiempo y el duelo son así. La primera ve" que pasa algo despu1s de
unadolor
el p1rdida
y seda iguallaelausencia
constata tiempo con
cronolgico quecruel
la frescura hayadel
transcurrido siempre
primer día. 'n se recrudece
un cierto sentido,
%eresa no solo se separ el a!o pasado, sino que se separ otra ve" quince meses despu1s,
esa tarde en la que su marido se llev a sus hios de vacaciones.
'l primer fin de semana sin 1l o ella, la primera ?avidad, el primer verano, la
primera enfermedad, el primer cumplea!os Csuyo o nuestro, el primer día de los
enamorados, el primer viae, el primer día de la madreH 'l duelo se va libando a gotas,
fecha a fecha, por eso el primer a!o es tan duro, porque está lleno de recordatorios, de
fechas aguereadas, de calendarios acribillados por la ausencia.

>nma, treinta y nueve años


'ste verano ha sido distinto al anterior. 'n un sentido meor, porque me lo mont1
bien y me reí mucho con mis amigas; pero en otro sentido peor, porque cuando estaba sola
lloraba sin parar y la sensacin de vacío fue mucho más intensa. (a naci la hia de
Mauricio. 3&mo pudo4 3&mo pudo estar con otra y tener un hio en tan poco tiempo4
?unca me quiso. ?o he parado de pensar en el aborto. (o sí quería tener a mi hio y debí
seguir adelante con mi embara"o, quisiera 1l o no quisiera. 6oy estaría sin 1l, pero tendría
un hio de tres a!os y cinco meses. @'s increíble cmo puedo llevar la cuenta con tanta
precisin ?o me duele por 1l, no lo quiero ni regalado. )1 que no volvería a vivir con 1l.
Me duele por mi beb1 y por verlo a 1l tan contento, como si nadaH con el suyo. @?o es
usto Me da pena; pero, sobre todo, me da rabia.

A -nma le pasa lo mismo que a %eresa, ella tambi1n se sorprende de verse más
dolida este verano que el verano anterior cuando la separacin acababa de producirse. 3)erá
que no es verdad que 2el tiempo todo lo cura54 A -nma le ocurre que tiene dos duelos
pendientes, el de la relacin con Mauricio y el de su aborto. ( el tiempo no le permite
saltarse ninguno. De la separacin parece estar recuperada, tiene claro que la relacin con
Mauricio no tenía ra"n de ser, pero el nacimiento de la hia de Mauricio, a menos de un
a!o de la separacin, le obliga a sacar otras cuentas. 'se beb1 evoca al otro que ella no
pudo tener y otra ve" el tiempo toma la palabra9 -nma sabe con e0actitud los meses que
tendría a día de hoy aquel beb1. -nma es consciente de que, de un pluma"o, perdi a un
marido, a un hio, a una familia y un proyecto de futuro.
Lo que ocurre en estos, y en todos los casos, es que el duelo es terco. 'l duelo
recuerda con precisin de reloero sui"o los aniversarios y no tiene piedad para cobrarse su
tributo sin saltarse
separacin detalle.
no acontece cada$ora!o
eemplo, para micon
como ocurre amiga
todos)ilvia, el aniversario
los aniversarios, decada
sino su cuatro
a!os. )u marido se fue de casa en pleno mundial de fútbol. Así, )ilvia se salva de revivirlo
entre mundiales, pero cuando llega el siguiente mundial, ine0orable, )ilvia se encuentra con
que el dolor está crudo y le parece mentira sentir lo mismo ocho a!os despu1sH 3's meor
o peor4 ?o lo s1. 36an pasado ocho a!os4 3B solo han transcurrido dos4 6an pasado ocho
a!os en muchos sentidos, pero a pesar de que )ilvia tiene otra parea y a todas luces ha
olvidado a #avier, en la cuenta que lleva su calendario particular, no han pasado más que
dos aniversariosH
Las separaciones no tienen fecha fia. 'loísa no se separ el día en el que tuvo una
bronca monumental con su marido, ni cinco meses despu1s, cuando @al fin su marido
se fue de casa. ?i casi un a!o despu1s de haberse ido, cuando ella quiso hablar con 1l cara a
cara, de 2hombre a hombre5, para decirle todo lo que pensaba de lo que había pasado y
ponerle
que unos cuantos
quedaron a tomarpuntos
un caf1sobre unas cuantas
para hacer cuentasíes. %alno
y ella ve" se separaron
sinti nada por una
1l y ma!ana en la
ya no estuvo
dispuesta a escuchar otra ve" sus disparates. &uriosamente, esa ma!ana, los disparates ya
no le hicieron gracia, esa ma!ana simplemente escuchaba las típicas tonterías de un
pseudoadulto pat1tico. %al ve" se separaron dos meses despu1s de aquel caf1, la noche en la
que coincidieron con amigos comunes tomando una copa y 1l se insinu y ella no tuvo
ningún problema en ignorarlo, porque ya no lo deseaba como antes. Así es el tiempo,
indulgente y a la ve" despiadado, elusivo y f1rreo.
)in embargo, el tiempo no arregla las cosas por sí solo; el tiempo necesita la ayuda
del trabao del psiquismo en su ardua y silenciosa labor de asimilacin del duelo. 's como
madurar; por supuesto que cumplir a!os ayuda, @pero no es suficiente )i todo quedara en
las manos del tiempo, no e0istirían los duelos patolgicos que entorpecen la vida del
doliente y que lo atascan en oscuros calleones sin salida durante a!os y a!os; ni e0istirían
esos adolescentes de cuarenta y tantos que no acaban de crecer y que no quieren ni oír
hablar de un compromiso. 's verdad que ese trabao psíquico necesita tomarse su tiempo
para llevarse a cabo; es verdad que tiene distintos escalones por los que hay que pasar y que
cada escaln tarda lo suyo; es verdad que una muerte o una separacin no se superan de la
noche a la ma!ana, pero no es cierto que el tiempo, con su simple paso, lo pueda curar todo.
's más, cuando un duelo se posterga y no se enfrenta en su momento, el tiempo no solo no
nos cura con su transcurso, sino que @encima nos reserva la pena en su odioso
congelador y espera con paciencia otra ocasin para volver a servirnos el plato del dolor
intacto, crudo,
2efecto die" como si fuera el primer día. 's lo que ocurre con lo que he dado en llamar el
minutos5.

1l ?e*ecto die minutos@

'l 2efecto die" minutos5 no es una crema milagrosa que nos devuelve die" a!os en
die" minutos, @oalá 'l 2efecto die" minutos5 es un uego que el tiempo entabla con
nosotros y que nos hace sufrir una p1rdida, quince a!os despu1s, como si solo hubieran
pasado die" minutos. 'l tiempo se vale de los detalles más triviales para devolvernos a esos
die" minutos e0actos, sin avisarnos. A veces un duelo reciente, la muerte de la suegra, por
eemplo, que parece más intrascendente, reaviva un duelo anterior, mucho más
significativo, que en su día deamos pendiente, como puede ser la muerte de la propia
madre.
cree que'ntonces, la muer,
llora a una personay no
en entiende la desproporcin
realidad está entre una pena y otra, porque
llorando a otraH
'l 2efecto die" minutos5 es el que nos hace regresar a la casilla número uno,
digamos, cuatro a!os despu1s, el día en que volvemos a un lugar significativo sin aquella
persona. B el día en que volvemos a escuchar una cancin que creíamos olvidadaH

.oncha

6ace tres a!os que &oncha se separ de #aime. +ue ella quien puso sobre la mesa
las horribles palabras del 2%enemos que hablar5. 'lla habl, #aime habl y un mes despu1s
hablaban los dos con un equipo de mediacin familiar para ponerse de acuerdo en los
t1rminos de la separacin y en la custodia del ni!o. ?o hubo divorcio porque no había
habido boda, así que fue una separacin bastante civili"ada. &oncha acudi a consulta

ymientras
mientrasatravesaba su peque!o
se hacía con infierno
la logística de su particular
nueva vidapor
delafamilia
partida. La acompa!18nos
monoparental. en elmeses
duelo
despu1s, nos despedimos.
6ace unos días volvi a llamarme. ?o sabía qu1 le pasaba, pero se sentía fatal y
necesitaba aclarar sus ideas. )u hio atravesaba por una edad difícil y no conseguía hacerse
con 1l. Le chillaba, lo castigaba y, aun así, no encontraba la forma de entenderlo ni de hacer
valer su autoridad. 'staba comiendo ávidamente y, por si fuera poco, llevaba una semana
perdi1ndolo todo9 las llaves, la agenda, el tel1fono mvilH )e decidi a llamarme el día en
el que ella misma se había perdido; tenía una cita de trabao con un cliente importante pero,
a pesar de haber puesto el /$), se perdiH 'stuvo una hora y cuarenta y cinco minutos
dando vueltas en el coche, completamente desorientada, hasta que tuvo que llamar para
cancelar la cita y regresar a su casa llorando. 'staba aturdida y preocupada porque no
entendía lo que le estaba pasando. Le pregunt1 si había ocurrido algo en su vida que
ustificara el desastre y no se le ocurría nada9 2Mmmm, 3en mi vida4 ?o, no s1, en mi vida
todo sigue igualH5.
'ntonces, como al pasar, me cont que hacía dos semanas que #aime le había
comunicado que iba a casarse con la chica con la que lleva más de un a!o viviendo. @/lup
3A casarse4 3$ero si 1l siempre había estado en contra del matrimonio4 @@@( por la
-glesia 37ue #aime se va a casar por la -glesia con otra4
Desde que había recibido la noticia, &oncha se había ocupado Csin darse cuenta de
que la película de su vida se llamara9 2#aime se va a casar con otra y yo estoy sola5. Mont
el
losescenario y loperdi
obetos que puso todo a punto
a lo largo de para representar
esa semana lo que esosu
representaban significaba para ella9
relacin perdida todos
y su
proyecto de familia truncado; su sensacin de descontrol respecto a su hio ponía de
manifiesto que se sentía sola frente a la responsabilidad de educar al ni!o, aunque
conscientemente sabía que no lo estaba, ni lo había estado durante los últimos tres a!os. )e
perdi en la MUZ como se perdieron 6ansel y /retel en el bosque cuando los abandonaron
a su suerte y no pudieron encontrar el camino de vuelta a casa @ni con el /$)
-nmediatamente todo cuadraba, y &oncha entendi lo mucho que le dolía esta boda.
Más allá de que ella llevara tres a!os separada y contenta de haber podido dar el paso, más
allá de que estuviera satisfecha con su vida, era como si todo acabara de ocurrir en la última
media hora y ella necesitara recrearlo, repetirlo, hacer cosas en la realidad que ustificaran
su sensacin de desconcierto y de abandono. &uando propuse la metáfora de la película
titulada 0aime se va a casar con otra y yo estoy sola que ella estaba filmando, &oncha la
complet
no quiera,diciendo
la tengo que, 2$or:aya
que ver. si fuera poco,
al cine que@esta esno
vaya, la hay
únicaninguna
películaotraH5.
en cartelera 7uiera o
<econocer que no es que estuviera peor, sino que estaba circunstancialmente bao el
2efecto die" minutos5 tranquili" mucho a &oncha, porque esa e0plicacin le ofreci un
marco y una aclaracin plausible a lo que hasta ese momento era el puro descontrol.
&oncha logr recuperar para la cartelera de su vida una programacin más completa, con
estrenos inesperados y 10itos de crítica y público que la llenaron de úbilo y de confian"a en
sí misma, pero, durante aquellas dos semanas, vivi bao el 2efecto die" minutos5, y de
forma concentrada, la soledad, la sensacin de abandono y el desconcierto propios de una
separacin reciente.

&os aniversarios

8na de las circunstancias que invariablemente nos coloca, a traicin, bao el 2efecto
die" minutos5 son los aniversarios. 'l aniversario de una muerte, el aniversario de una
separacin, aunque no llevemos la cuenta precisa en el calendario, nos sorprende con una
semanita de pena que no teníamos prevista. 8na semanita de incomodidad, de desa"n, que
no relacionamos conscientemente con el aniversario y que solemos achacar a las hormonas,
al cambio climático o a una mosca que pasaba por ahíH 's como si tuvi1ramos un
calendario secreto en el cora"n que se escribe solo, que apenas lleva la cuenta de tres o
cuatro fechas significativas. )i los calendarios reales los colgamos en la cocina o en algún
lugar visible y los usamos para no olvidar un compromiso, una cita con el dentista o un
cumplea!os, el calendario interno se cuelga solo y suele esconderse en la trastienda de
nuestra mente, en el silencio. ?o hace falta que lo miremos; se comporta como una
secretaria eecutiva de primera línea, y nos recuerda cada una de sus fechas, nos toca en el
hombro sin hacer ruido y nos dice9 2@$psss, que hace ya cinco a!os que muri tu padre5,
26ace dos a!os, por estas fechas, tu marido hacía las maletas para irse5 o 2)í, fue en este
mes, de hace tres a!os, que te fuiste de casa5.
'n cuanto al efecto de los aniversarios de un duelo, el caso de Mariana siempre me
conmovi.

Mariana

momento,Mariana
ningúnvino a mi consulta
m1todo porque intentaba
de reproduccin quedarse
asistida había embara"ada
surtido y, ciclos
efecto. Los hasta elde
fecundacin in vitro eran difíciles y estresantes, y los fracasos sucesivos la deprimían. $or
si fuera poco, esta situacin empe"aba a minar su relacin de parea. (a en tratamiento,
Mariana me cont que cuando era casi una adolescente se había quedado embara"ada de
una parea ocasional, y que había abortado. 'n su momento no le tembl el pulso. ?o había
nada que pensar ni que considerar. )e trataba de un desgraciado error que había que
subsanar de inmediato. De hecho, el padre ni siquiera se enter de lo ocurrido. 6asta allí
todo normal o previsible. &on lo que Mariana no contaba era con que cada mes de octubre
Cla fecha en la que supuestamente hubiera nacido su beb1, ella sacaba la cuenta de los a!os
que tendría el ni!o si hubiera nacido. &uando lleg a mi consulta, sus cuentas iban ya por
doce a!os, @doce a!os Mariana nunca había llorado por su beb1, y, sin embargo, cada mes
de octubre llevaba la cuentaH ?i que decir tiene que esta secreta situacin de la que
Mariana apenas era
tiempo, Mariana consciente
consigui se por
llorar había
su recrudecido
beb1 perdidocon sus problemas
y cerrar ese duelo.de$erdonarse
fertilidad. la
&on el
de
en libertad para poder quedarse embara"ada y tener, esta ve" sí, un hio que cumpliera a!os
y que creciera con cada uno de los a!os que cumplía. Mariana consigui tener una parea de
melli"os que le llenaban la vida y que la mantenían muy ocupada; aun así, cada octubre,
con un poco menos de miedo, con un poco menos de culpa, con más dul"ura, volvía a sacar
las cuentasH
&apítulo `

')%<A%'/-A) $A<A D')$8K) D'L D8'LB


Momento clavo9 28n clavo saca otro clavo5 o aferrarse a un clavo ardiendo

.omprende que mi amor 5urlado *ue

ya tantas veces#

T7 tienes que ayudarme a conseguir

la *e que con engaños yo perd%)

$B78-%A +'

?o hay duda9 despu1s de una ruptura quedamos maltrechos, estropeados y hacemos


lo que podemos para sobrevivir y resta!ar nuestras heridas. 8na de las salidas por las que
se puede optar de manera inmediata consiste en lo que he dado en llamar el 2momento
clavo5, que ofrece varias opciones9

8n clavo saca otro clavo.


Aferrarse
%odo a un clavo ardiendo.
lo anterior.

)alir de copas con unos y con otros, entregarse al se0o indiscriminado, beber para
no llorar, follar para no sufrir, pareas efímeras, relaciones calmantes y un largo etc1tera son
estrategiasUclavo que funcionan como postergadores del dolor.
Aunque todos podemos echar mano de los clavos, esta estrategia antidolor suele ser
una actitud más masculina que femenina. Las mueres, generalmente, necesitamos de un
tiempo mayor de recogimiento antes de embarcarnos en una nueva relacin. De hecho,
algunas se quean de lo rápido que un hombre puede rehacer su vida en parea en
comparacin con el tiempo que tardan ellas en recomponerse. Muchos de ellos saben
escribir sus historias de amor en la arena. 'l viento y las olas las pueden borrar sin dear
rastro. ?osotras, en cambio, nos tomamos el trabao de cincelarlas en piedra y de tatuarlas
en la piel, de maneracaso,
'n cualquier que da igual
estos el tiempo
2clavos5, que bien
como transcurra,
sabe elsiempre nos siempre
dicho, casi dean una
sonhuella.
2clavos ardientes5 en todas las acepciones del t1rmino. )e trata, por una parte, de medidas
desesperadas. 2?os aferramos a un clavo ardiendo5, es decir, a lo que sea, con tal de no
caer en el vacío. (, a la ve", son clavos 2ardientes5, en donde suele haber mucho
desenfreno y poco compromiso; mucha pasin y menos planes de futuro. 'l clavo que saca
otro clavo intenta sin 10ito arrancar de cuao al verdadero protagonista que es el clavo
anterior, que es el que en realidad nos está haciendo sufrir. $or eso las relacionesUclavo
suelen ser relaciones transitorias, efímerasH Aunque duren mucho tiempoH

Belaciones6clavo
.lara y Tony

&lara, treinta y seis a!os, acaba de divorciarse de su marido despu1s de once a!os
de matrimonio. Durante los duros momentos de hacer efectiva la separacin, &lara se aferr
como a un clavo ardiendo a %ony, un compa!ero de trabao bastante más oven que
ella que siempre la había tratado con un inter1s especial. $uede que %ony hubiera estado
enamorado de &lara desde hacía tiempo y viera en esta separacin su oportunidad de
acercarse. 'l caso
colocar la ropa en es que, de destapar
el armario, pasaron caas durante lamutuamenteH
a arrancársela mudan"a pasaron a destaparse;
Durante y de
unos meses
mantuvieronH 3cmo decirlo4 más que una relacin apasionada, una pasin se0ual
con alguna que otra conversacin. La uventud de %ony marcaba el ritmo y &lara se deaba
llevar.
A los pocos meses, %ony ya no podía negarse a la evidencia9 1l estaba enamorado de
&lara y ella seguía pendiente de su e0. &lara no lo incluía en su vida cotidiana y solo se
encontraban en la cama. Lo hablaron y &lara no se sentía capa" de ofrecerle otra cosa que
su cuerpo, porque su mente, el resto de su vida, estaban en otro sitio9 llorando en silencio
por su amor perdido. &uando %ony se fue, a &lara se le vino el mundo encima. De pronto se
qued sin el clavo srcinal su marido y sin el clavo ardiendo que era %ony. (a nada
podía suetarla, estaba en plena caída libre, y todo a su alrededor era abismal. 'staba triste,
deprimida, pero, sobre todo, estaba muy angustiada. 'l cuerpo de %ony, su amor, su pasin
habían sido una
que suponía paramanta que sin
ella estar la había protegido
su marido. 8nadurante los provisional
barandilla primeros meses
que ladecuidaba
la intemperie
del
abismo. )igui sola y, con el tiempo, la vida en soledad le result menos aterradora y más
dulce de lo que había imaginado.
%ony cumpli una funcin de paliativo en la vida de &lara. +ue una aspirina. Le
calm la fiebre por unos días, le quit el malestar general, pero el proceso infeccioso estaba
en marcha. Ahora tocaba hacer supurar la herida, sacar el dolor, vivirlo, atravesarlo y
superarlo desde dentro. %odo esto fue posible gracias al tiempo, que hi"o su trabao, gracias
al tratamiento, que hi"o el suyo, gracias a las amigas de &lara, que acolchonaron su día a
día para que la caída no fuera estrepitosa, y en especial gracias a &lara, que no estaba
dispuesta a dearse vencer.

:aniel y varias

A Daniel, de cincuenta y un a!os, su muer lo separ de ella, de sus hios y de su


propia vida, sin previo aviso. 'l desconcierto le durH no s1, 3una semana4 A la semana
siguiente se había enrollado con Lola, una atractiva administrativa de su empresa, separada
tambi1n, que se mostr muy dispuesta a sanar sus heridas. Lola era una buena compa!era.
Daniel podía llamarla o escribirle a cualquier hora del día o de la noche para presentarle sus
queas respecto a lo malísima que era su e0muer. $ero Lola quería más. 'n esas estaban,
Daniel queándose de su e0muer y Lola esperando por Daniel, cuando apareci Lourdes.
)oltera, divertida y sin muchas ganas de compromiso. Lola se qued esperando.
&ompuesta, sin novio y pagando unas cuentas de tel1fono estrambticas por aquellas
conversaciones eternas que tenía con Daniel y que, en su momento, le parecieron una buena
inversin para el futuro.
Daniel sigui queándose de su e0muer, y a Lourdes al contrario que a Lola le
pareci aburridísima tanta quea y tanta e0igencia de cuidado, así que en la primera
oportunidad le dio a Daniel dos besos de despedida y desapareci para seguir pasándoselo
bien unto a otro, cualquier otro que fuera menos queica que Daniel.
3Btros cuatro días de horrible soledad4 *ueno, puede que cinco. 'l caso es que muy
pronto Daniel había encontrado a :irginia, una e0amante que corri a consolarlo cuando se
enter de su separacin. A :irginia le apremiaba el relo biolgico y a Daniel le apremiaba
la pensin que tenía que pasarle a su e0muer por sus dos hiosH $or lo que supe de 1l, así
sigui. De clavo en clavo, de relacin en relacinH

A &lara le había bastado con el clavo de %ony para saber que cada clavo es cada
clavo y que cada clavo tiene su vida propia y sus tiempos; en cambio Daniel estaba
dispuesto a cualquier cosa antes de quedarse solo, antes de sentir la pena de la separacin
de su muer, de su familia, de su vida tal y como la conocía hasta entonces. )u vida
amorosa qued aguereada por los muchos clavos a los que se aferr despu1s de su
separacin. &lavos y clavos que intentaban sacar a otros clavos y a otros y a otrosH @'l
resultado se parecía más a un colador que a una historia de amor $ero 1l estaba encantado
porque había sufrido lo menos posible.
'l fallo que tienen los clavos es que detrás de cada uno de ellos suele haber una
persona ilusionada, enamorada como %ony, como Lola que puede sentirse con ra"n
 utili"ada. 's el caso sangrante de +ederico y Laura9
+ederico se qued viudo a los cuarenta y cuatro a!os. De la noche a la ma!ana, pas
de
lostener una 2familia
que apenas feli"5
conocía. a verse
Laura, solo,
por su y con
parte, dos separada,
estaba hios preadolescentes desconcertados,
pero no había tenido hios y a
deseaba formar una familia. Laura se enamor de +ederico, de su triste historia, de sus hios
y se puso manos a la obra para reconstruirlos a su medida. ?o vivían untos, pero Laura
hacía la compra, llevaba a los ni!os al colegio y busc una psicloga para el mayor. 'n fin,
que durante tres a!os fue amorosa y diligente, generosa y paciente con una vida familiar
que podía ser cualquier cosa menos fácil. %odo parecía ir bien, cuando al cabo de esos tres
a!os +ederico empe" a desaparecer de la vida de Laura sin e0plicaciones, le daba largas
con e0cusas pueriles, hasta que un día opt por el m1todo de la evaporacin y le escribi un
ThatsApp9 2@&uánto lo siento, cari!o. Lo nuestro no puede ser. Muchas gracias por todo,
has sido un encanto con nosotros. $erdona lo malo. $uedes venir a recoger tus cosas cuando
quieras. %e deseo lo meor5. 'n efecto, todas sus cosas estaban convenientemente
guardadas en una caa que le entreg el portero con mucha pena y con un poco de
vergOen"a.
frente Lo con
a frente busc, lo llam,
la ra"n de lay ruptura9
un día seera
present en su el
baita, tenía casa sinlargo
pelo avisar y se encontr
y varios a!os menos
que ella.
'stá claro que +ederico atravesaba un duelo muy importante y que no estaba en el
meor momento ni en la meor disposicin para entablar una nueva relacin. $ero tambi1n
es verdad que 1l se de querer y que permiti que Laura le hiciera la vida más cmoda a 1l
y a sus hios. Laura, por su parte, conocía de sobra la situacin de +ederico, pero confiaba
en que su disposicin y su buen hacer le convencerían de que ella era la muer que 1l
necesitaba. &uando todo acab, y de una manera tan cruel, Laura no podía concebir que se
hubiese equivocado tanto con +ederico. Además del dolor propio de cualquier separacin,
Laura lloraba de perpleidad, de sentirse usada, de haber perdido su tiempo con alguien que
no solo no la valoraba, sino que era incapa" de mostrar un mínimo de respeto y de
compasin para, al menos, terminar la relacin con dignidad.
'l otro día escuch1 un monlogo por televisin que me hi"o pensar en el caso de
%ony y en el de +ederico9 el monlogo lo protagoni"aba una muer que renegaba de la
maternidad. 6acía un recuento muy divertido de los inconvenientes que suponía para una
muer tener hios y se burlaba de una amiga que hablaba maravillas de su beb19

237ue a ti te parece maravilloso dormir con uno que llora toda la noche, que solo se
calma si le das el pecho y que despu1s no te hace ni caso4 @$ero si eso es lo que hacen los
divorciados5.
$ues sí. 'so es lo que hacen los divorciados y algunos viudos como +ederico,
demostrando tambi1n en esta ocasin que los hombres se comportan como beb1s y que
nosotras estamos dispuestas a acunarlos como si fu1ramos sus madres, a escuchar sus
queas y a darles el pecho a cambio de nada.
@&uidado con nuestra vena maternal Bo con el 2momento clavo5 de quienes nos
rodean, que a las mueres nos encanta un desvalido para demostrarle lo comprensivas que
podemos llegar a ser. ?os encanta un enga!ado para dear constancia de que nosotras sí
somos buenas y valoramos la fidelidad. ?os encanta disfra"arnos de clavo del otro, y el
clavo, ya se sabe, tiene un destino ineludible9 siempre termina con un martilla"o en la
cabe"a.
Los clavos sirven para suetar, para aferrarnos a ellos aunque escue"an, para
abrocharnos a la ayudan
son puentes que vida mientras
a cru"arpodemos hacernos
el abismo. conqueda
&reo que sus riendasH Las
claro que, relacionesUclavo
con frecuencia, los
clavos son transitorios y están destinados a esconder el dolor. A taparlo por un tiempo, a
transformarlo en su contrario hasta que podamos hacernos con 1l, hasta que podamos
sufrirlo y convivir en armonía con el estrago sin que nos mate.
$or otra parte, la e0altacin propia de la etapa de 28n clavo saca otro clavo5 es,
punto por punto, el negativo del duelo. Lo que en el duelo es pena, en esta etapa es euforia;
lo que es triste"a, se transforma en alegría; el desánimo y la abulia del desaliento se
manifiestan como actividad desenfrenada. $ero @lo siento Los duelos son to"udos y nos
esperan con paciencia a la vuelta de cualquier esquina para hacer en nosotros su trabao.
'ntonces, cuando finalmente podemos prescindir de los 2clavos5 y adentrarnos en la
p1rdida, nos parece que hay un retroceso. 8n buen día empe"amos a sentirnos tristes y no
sabemos por qu1. 8n buen día amanecemos angustiados y no encontramos e0plicacin9
2@&on lo bien ?o
separamos45. queesestaba 3&mo
que est1 peor,puedo estar
en cierta peor ahora
medida que hacey un
ha avan"ado a!o cuando nosuna
ha e0perimentado
meoría, porque ahora está lo suficientemente fuerte como para poder atravesar el
2barranco5 por sus propios pies, sin necesidad de aferrarse a un clavo ardiendo para
encubrir el duelo.
'l +engUshui emocional

Se nos rompi9 el amor, de tanto usarlo#

8 una mañana gris, al a5raarnos,

sentimos un crujido *r%o y seco)

)' ?B) <BM$-\ 'L AMB<

'l 3eng6shui es una disciplina china milenaria. )e basa en la creencia de que, de la


misma forma en la que el aire fresco y el agua limpia alimentan nuestros cuerpos, tambi1n
lo hace el chi Cenergía limpio y fresco que nutre nuestros hogares y nuestra vida. )egún
esta filosofía, cuando el chi que atraviesa nuestros espacios está bloqueado, estancado, es
d1bil o fluye con demasiado ímpetu es porque está mal encau"ado y puede perudicar
nuestra salud, el trabao, las relaciones personales o laborales, el dinero o la creatividad. 'l
3eng6shui propone que la manera en la que se reparten las habitaciones en una casa o en
una oficina, la forma de colocar los muebles y de distribuir los colores y las te0turas,
influye en nuestro 10ito y en nuestro bienestar.
?oen
norte Cni puedo asegurar
sentido real nilaeneficacia
sentidodel 3eng6shui
figurado, . (opara
@como misma nohacia
saber s1 dnde medebe
dnde queda el
mirar
mi cama o de qu1 color debe ser el silln para que mi lectura sea más productiva ?o
obstante, recono"co que algunos de sus conseos están llenos de sentido común. $or
eemplo, la prohibicin de tener espeos en las paredes de la habitacin es un sabio conseo9
@y es que podemos desmayarnos del susto si lo primero que vemos en la ma!ana es nuestra
cara de reci1n despertados Btra cosa será despu1s de un caf1 caliente, entre las brumas del
calor de la ducha, y en el espeito del ba!o. $ero no vamos a hablar de los espeos ni de los
colores, hoy tomaremos como punto de referencia otro conseo del 3eng6shui, que paso a
citar te0tualmente9

2La limpie"a y el orden son imprescindibles, pues permiten que la energía Lchi
fluya con libertad. Brdene los trasteros y evite acumular obetos inservibles que ocupan el
espacio destinado a los obetos nuevos, útiles5.
?o hace falta ser chino ni tener una cultura milenaria, ni siquiera hace falta un
manual de 3eng6shui para saber que este conseo es de una lgica aplastante. $or muy
desordenados que seamos, a todos nos encanta estar en un ambiente limpio y ordenado, no
hay duda. $ero como a nosotros los humanos la lgica nos trae sin cuidado, y una cosa es lo
que oficialmente nos gusta y otra muy distinta eso que nos gobierna más allá de nuestros
deseos confesos, en general solemos escuchar con atencin el sabio conseo, pero no le
hacemos ni caso.
's así cmo, con el malísimo argumento del 2por si acaso5, nuestros armarios,
nuestras cocinas, nuestras mesillas de noche, nuestros estantes y nuestra vida en general
están llenos de obetos inservibles que ya nadie podría ni sabría reparar, de tonterías vieas
de srcen desconocido que se han ganado un puesto en nuestra casa a fuer"a de costumbre,
y que solo sirven para acumular polvo y para deslucir los obetos valiosos que poseemos.
/uardamos un montn de ropa en la que hace ya muchos =ilos que no entramos, 2por si
algún día baamos de peso o vuelven las hombreras5, mientras que las prendas de nuestra
talla, la ropa que nos gusta, está amontonada, arrugada y perdida, imposible de
diferenciarse y de salir indemne del revoltio. Acumulamos torres de papeles hu1rfanos, que
se dedican a tener hiitos por la noche y que se multiplican mientras dormimos.
&onservamos recuerdos de viaes que ya no nos sirven ni para recordar, porque es
imposible saber de dnde era esa iglesia gtica, ese puente o esa torre. La lista es
interminable, lo s1.
( ustedes se preguntarán, 3a qu1 viene esta arenga maternal4 $ues no es más que
una manera de ponernos en situacin para ilustrar cmo, si nos cuesta tanto desprendernos
de obetos físicos inútiles, vieos e inservibles, @cuánto más nos costará deshacernos de los
afectos, de los amores, de los recuerdos
'l conseo del 3eng6shui para mantener a raya el síndrome de Digenes sirve
tambi1n para los amores rotos9 si tenemos la mente, el cora"n y la vida ocupados en a!orar
a un amor perdido e inservible, arrugado, pasado de moda, maltrecho y vieo, no habrá
manera de que otro amor fresco y lo"ano venga a ocupar su lugar, ni tendremos espacio
para e0playarnos cmodamente en nuestra nueva vida.
$asa con la vida como con el cuento &a casa tomada de #ulio &ortá"ar9 en 1l se
narra la historia de una parea de hermanos que vive en la antigua casa de la familia. 8n
día, el hermano escucha unos ruidos e0tra!os y le dice a la hermana9 2%uve que cerrar la
puerta del pasillo.
tendremos 6an
que vivir de tomado la parte
este lado5. ( asídel
vanfondo5. ( la hermana
prescindiendo responde9 y2'ntonces,
de habitaciones cerrándolas
una a una, hasta que tienen que marcharse de casa. 8n duelo mal elaborado tambi1n ocupa
un espacio, más inquietante que el de los trastos vieos, porque ni siquiera se ve; un espacio
fantasmal, como fantasmales son los espíritus de &a casa tomada. 8n amor perdido que nos
resistimos a enterrar se convierte en una presencia misteriosa que e0tiende sus tentáculos
invisibles a lo largo y ancho de nuestra vida y que de alguna manera nos obliga a
marcharnos de ella, porque todos untos Clos espíritus del pasado y el presente no cabemos
en la misma casa.
'n Mujeres malqueridas hablo de una suerte de mando a distancia desde el cual
nuestra parea nos controla sin necesidad siquiera de estar presente. )i nos llama, estamos
vivos y dispuestos Cen on, si no nos llama, podemos pasar dos semanas apagados Cen o** o
en modo 2pausa5, hasta que vuelve a llamar, y entonces parece que revivimos. 's horrible
estar a vida
propia e0pensas
y no de un ninguna
tener mando aingerencia
distancia que controla
en el estado otro, es horrible
de ánimo o en elno ser due!o
canal que nosde la
apetece ver esa ma!ana. $ero, al menos, en esta ocasin, el due!o del mando tiene cara y
presencia. 'n el caso de un duelo estancado, estamos a e0pensas de los vaivenes de un
espíritu burln, mucho más arbitrario, que se apropia de nuestra vida y que nos controla in
a5sentia)
A veces, tenemos la vana ilusin de que somos nosotros quienes controlamos al otro
cuando le perseguimos, cuando le buscamos e intentamos saberlo todo sobre 1l, 2todo sobre
su madre5; todo sobre su nueva vida; si gasta o no gasta; dnde y con qui1n se va de
vacaciones; qu1 hace los fines de semana; con qui1n habla; a qui1n escribe )M), en fin,
que en ese empe!o de controlarle, somos nosotros quienes deamos de ser libres. :olvemos
a estar a su disposicin para amargarle la vida, pero pat1ticamente a sus pies. ?uestro
tiempo es suyo, nuestros pensamientos le pertenecen. )igue teniendo en sus manos el
mando a distancia que nos domina, aunque lleve más de dos a!os sin vernos, aunque 1l
mismo no lo sepa y ni siquiera tenga ningún inter1s en hacerlo funcionar.
&omo bien dice el título de uno de los libros que consult1 antes de escribir este9 >ts
.alled rea!up ecause >ts ro!enC&o llamamos ruptura porque est+ roto) ?o es por
capricho, es que algo, entre esas dos personas, se ha roto. Aceptar que el amor se rompi es
triste, lo s1, escuchar ese 2cruido frío y seco5 del que habla la cancin produce el mismo
efecto que una u!a ara!ando una pi"arra9 da grima.
A veces nos aferramos a un amor roto y a sus vestigios como a una ta"a
desportillada,
algún momento con
la la esperan"a
ta"a vuelva adeserque
unalata"a
porcelana o la vuelva
y la relacin pasin puedan
a ser regenerarse
una relacin. 8nay en
ta"a desportillada, por mucho que peguemos los pedacitos, siempre será una ta"a
desportillada9 remendada, cutre y hasta peligrosa. 'stá permitido guardarla en una vitrina
con los recuerdos solo si en tiempos perteneci a una abuela muy querida. $ero está
prohibido utili"arla. )e volverá a romper, el caf1 tendrá sabor e0tra!o a pegamento y su
contacto nos hará sangrar los labiosH
$erder el tiempo procurando recomponer una relacin terminada, reuniendo los
a!icos esparcidos por el suelo, es, efectivamente, tiempo perdido. )1 que contamos con
muchas ra"ones para intentar untar los pedacitos9
's que yo todavía la quiero. C)í, pero ella ya no te quiere a ti.
's que fue que la otra se le meti por los oosH C)í, pero 1l le hi"o caso a la otra
y ya no quiere estar contigo.

conlleva's
esa que yo s1yaque
relacin nonosotros nos queremos. C)í, pero es que el sufrimiento que
compensa.
6ay un momento en el que ese intento es una obligacin, y otro en el que
mantenerse en el empe!o es un acto suicida. Btra ve" distinguir una ocasin de otra es el
gran reto y el peligro.
'l 3eng6shui no ha de ser únicamente emocional. ?o será suficiente con
despearnos la cabe"a y los sentimientos de un amor inútil; el 3eng6shui físico, el concreto,
tambi1n es importante. &on la misma conviccin con la que nos despoamos de una
yogurtera rota, es conveniente deshacernos de las pertenencias del e0. Del a*ter shave que
de olvidado en el mueble del ba!o, de su ropa viea que no ha venido a recoger todavía,
de las fotos de sus compa!eros de facultad, de la cmoda de su abuela y de su coleccin de
Tint%n. 'n fin, de todas esas cosas que nos lo recuerdan, que nos interrumpen el libre fluir
de nuestra vida y que no nos dean seguir adelante.
Losmontones
hacer tres autores del
conlibro
los que acabo
obetos delde
e09mencionar,
el primero,con
conmuchísima gracia,del
las pertenencias aconsean
e0 que hay
que devolverle; el segundo, con las que hay que tirar directamente a la basura sin
consultarle, y el tercero, con los recuerdos de ambos que queremos conservar para
ense!arle a nuestros nietos. 'ste último deberá ir precintado con un anuncio en letra clara,
legible e inconfundible que diga9 2?o abrir hasta llevar die" a!os casada con otro5. Lo
divertido, lo interesante, lo doloroso será decidir qu1 cosas colocamos en cada montn. $or
eemplo, la coleccin de Tint%n, 3en el segundo o en el tercero4

Amparo llevaba casi un a!o separada y decía9

'lías todavía me duele. )eguro que llegará el día en que me dee de doler, pero, a
día de hoy, todavía me duele. 'stoy harta de seguir viendo sus cosas en mi casa. Ahora, esta
casa es solo M- &A)A y todavía está llena de sus cosas. Así no hay quien olvide ni quien
rehaga su vida. Kl está tan contento en un piso nuevo, todo nuevo, 1l sí ha podido
2redecorar su vida5, mientras que yo sigo en el espacio que era de los dos y encima con
todas sus cosas. Ayer le die que tenía una semana para llevarse todas sus pertenencias, y lo
que siga aquí la semana que viene @lo tiro

María 'ugenia, por su parte, está separada de su primer marido desde hace a!os.
Ambos tienen otra parea y, sin embargo, su casa sigue llena de trastos que le recuerdan a su
e0. 'n una sesin reciente decía así9
@%engo muchas ganas de tirar cosas vieas ?o solo es hacer hueco en la casa; es
más que eso. 's como si, por no deshacerme del pasado, por no perder cosas de mí, no
pudiera avan"ar. &argar con el pasado a cuestas pesa demasiado. ?unca me he parado a
pensar lo que me aportan los recuerdos. ?o me aportan nada alegre, eso lo s1. %endría que
hacer una limpie"a de la casa. &oger una caa, no demasiado grande, y guardar allí las cosas
verdaderamente importantes y tirar todo lo demás. &onservar solo lo que salvaría en caso
de incendio o lo que me llevaría en una mochila a una isla desierta, nada más.

Las palabras de María 'ugenia son un eemplo de una clara disposicin a practicar
el 3eng6shui emocionalH y el otro. 'l obetivo es pasar página. Dear que el pasado ocupe
su lugar de pasado, en el trastero de la vida, en su baúl de los recuerdos y que no nos pese,
que no Mi
nosamiga
impidaMaribel
avan"ar.
conserv durante más de dos a!os una inmensa cmoda antigua,
una oya que pertenecía a la familia de su e0parea y que 1l nunca pas a recoger a pesar de
la insistencia de ella en deshacerse del mamotreto. La cmoda ocupaba muchísimo espacio,
interrumpía el paso y ni siquiera servía de contrapunto al estilo minimalista de la
decoracin de su piso. 8n buen día decidi regalarla. &omo pasa con los malos amores, fue
mucho más difícil liberarse de ella de lo que había sido aloarla entre sus pertenencias. (a
no recordaba cmo había podido entrar semeante mastodonte en su piso diminuto, pero lo
cierto es que no podía salir. %uvo que pagar para que se la llevaran y fue preciso
desmontarla y cortarle las patas para que pasara por una de las puertas.
'sa tarde Maribel me llam9
Acabo de separarme de )ebastián.
3&mo que acabas de separarte de )ebastián4 le pregunt1. @$ero si hace más
de un a!o quemás
?o, ni siquiera lo ves
de un a!o no, @más de dos Acaban de llevarse la cmoda y no sabes el
alivio y la pena. Las dos cosas a la ve". Me doy cuenta de que en el fondo la guardaba para
mantener algo de )ebastián conmigo, para no olvidarlo. &reo que hasta ahora no había
podido deshacerme realmente de 1l y de su recuerdoH &on esa cmoda se fue @al fin
de mi vidaH
%ambi1n está el testimonio de Laura, que me parece que es otro buen eemplo de los
efectos del 3eng6shui emocional y del virtual9

Anoche borr1 de mi +aceboo= a todos los contactos que me unían a Allan. Lo borr1
a 1l y a sus amigos. (a s1 que han pasado cuatro a!os, que me debería dar igual, pero se ve
que no. )i los hubiera borrado al principio, habría sido como una rabieta. Además, siempre
sentía curiosidad por saber qu1 hacían, dnde quedaban, mirar las fotosH Ahora ya no.
Ahora me sobran y se me llenaba el +aceboo= con un montn de informacin que me es
totalmente indiferente. Así que me di el gusta"o de borrarlos uno por unoH )eguro que ni
se darán cuenta ni les importará, pero como no lo hago para molestarlos, tampoco a mí me
importaH

<egalar cmodas, borrar contactos de +aceboo=, hacer limpie"a de caones y de


libretas de direcciones, despoar la casa del pasado, olvidar, pasar páginaH 37u1 será lo
que hay que hacer primero4 La eterna paradoa9 3el huevo o la gallina4 Mi amiga Maribel
3se
tantohabría 2separado5
tiempo antes,
para obligar si antes
a 'lías hubierasusregalado
a llevarse la cmoda4
cosas4 3?o 3$or qu1 Amparo
estaría esperando espera
secretamente
que regresara y a que todo volviera a ser como fue4 Laura, mi paciente, 3tuvo que esperar a
pasar página para poder borrar esos contactos inútiles de +aceboo=4 3B fue que gracias a
que borr esos contactos pas página4 -mposible de dilucidar; lo cierto es que son dos
corrientes que van untas y que se retroalimentan. $or eemplo, recuerdo a una paciente que
borr de su i$hone el número de su amante y pas dos noches en vela repiti1ndose una y
otra ve" el numerito para no olvidarlo. Al final, decidi copiarlo de nuevo en la agenda para
poder dormir. 'stá claro que le salía más a cuenta dear la responsabilidad de conservar ese
número en manos del tel1fono y no de su memoria.
$uede que una limpie"a prematura sea inútil, hacer como si 2aquí no ha pasado
nada5 antes de tiempo no resuelve la situacin. $ero durante un proceso de duelo tenemos
que estar atentos a esa disposicin viscosa que a veces se nos impone y que nos obliga a
mantenernos
las ta"as rotas,adheridos al pasado,
de las cmodas incapaces
aenas, de esosderecuerdos
dear ir alque
otro,
nosincapaces de aquellos
pesan y de deshacernos de
amores inserviblesH
%erapia ocupacional

)upongo que llegará el día en el que todo esto me dee de doler. Mientras estoy
ocupada, trabaando, haciendo cosas, no me doy cuenta, pero en cuanto me paro, me duele
y lo paso fatal. A veces me pongo a hacer cosas que no necesito para no pensar, para que no
me agarre la triste"a. Brdeno armarios, tiro papeles, coso botones, arreglo ropa. Mi madre
estaría orgullosa de míH a, a.

Durante las 1pocas de mayor desesperacin, hay quienes optan por una suerte de
2terapia ocupacional5. %eer, bordar, pintar, encuadernar libros antiguos, poner orden en el
trastero, especiali"arse en un determinado videouego, engancharse a -nternet, montar
pu"les, hacer bricolage o maquetas de avionesH 6ay toda una retahíla de trabaos
manuales que acompa!an, que suetan por los pelos con un hilo para prevenir que el
afectado se precipite escaleras abao o salga despedido por la primera ventana que le
prometa alivio a su tormento. &uando recorro las ferias y los mercadillos de artesanía, me
pregunto cuántos de esos ceniceros, portarretratos, pa!uelos pintados, lámparas o adornos
desbordados le deberán su vida a un duelo, a un abandono que busc consuelo en el papel
mach1, en las aguas de hacer punto o en la repostería. 'l fieltro, las lenteuelas, la
cerámica, el cincel son cmplices; son 2sanaUsana5 que alivian el dolor.
/ibbs, el personae que hace de efe en la serie de televisin N.>S, ha perdido a su
muer
cambio, y aelsuescenario
única hia. 'n el trabao
es desolado es un hombre
y desolador. serio,
?o hay nadapero
allímuy eficiente.a'n
que recuerde un su casa, en
hogar.
/ibbs se pasa las noches en vela en un stano oscuro, construyendo un barco que no piensa
usar. )u obetivo no es terminar el barco, sino hacerlo, ocupar sus horas, sus noches, sus
manos en algo que lo distraiga del horror.
<ecuerdo a una paciente que me contaba cmo había resuelto ella una tarde horrible
de verano, sola en Madrid, reci1n abandonada por su novio. &omo está mandado, estaba
tumbada en el sofá, y alternaba el llanto con alguna película de vaqueros, y otra ve" el
llanto. De pronto, mientras se secaba las lágrimas en uno de los coines del sofá @se le hi"o
la lu"9 23&uánto hace que no lavo las fundas y los almohadones del sofá45. )e puso manos
a la obra9 cuatro lavadoras y un par de horas de plancha. 's verdad que el fin de semana
siguiente volvi a llorar en el sofá, pero esta ve" disfrutaba de los coines con orgullo. 2?o
es el fin del mundo pens entonces. 'stoy viva, el saln de mi casa me gusta y además
huele bien5.
Mi amiga #eanette, por su parte, recomienda con entusiasmo la plancha como el
meor antídoto contra los males de amor9 2%e pones a planchar una camisa con volantes,
por eemplo, y tienes que estar pendiente de tanto detalle, que se te olvida por qu1 estabas
deprimida. 's más, @se te olvida que estabas deprimida #a, a, a. (, burlándose de mí,
concluye9 <econcelo9 es muchísimo más barato que un psicoanálisis y al final te luce5.
Dice &ortá"ar que 2las mueres teen cuando han encontrado en esa labor el gran
prete0to para no hacer nada5, y es que cuando se camina por el borde del 2barranco5 del
duelo, efectivamente, no se está en condiciones de hacer nada. ?o se puede leer, no se
puede estudiar, no se puede pensar. Lo que consiguen nuestras tareas es ocupar esa parte de
la cabe"a que de estar disponible solo serviría para darle vueltas a los pensamientos
una y otra ve", como si fueran caramelos. :ueltas infructuosas, sin otro propsito que el de
tener la sensacin de estar haciendo algo, sin hacerlo, pedaleo de bicicleta estática que ni va
ni puede ir a ninguna parte. De no ser por el )udo=u o por el punto de cru", pasaríamos las
noches y los días preguntándonos9 23( por qu145, 23$or qu1 me enga!45, 23$or qu1 me
de45, 23$or qu1 yo45, 23$or qu1 a mí45. ( otra ve"9 23$or qu145, 23$or qu1 muri tan
oven45, 23$or qu1 no me quería45, 23$or qu1 me hacía sufrir45, 23$or qu1 bebía45, 23$or
qu145. :ueltas y vueltas, pedaleos y pedaleos que nos dean clavados en el mismo punto de
partida y de cuyo trayecto lo único que nos quedará será el cansancio. $ara rescatarnos de
esa tortura del autointerrogatorio inútil están disponibles esas tareas repetitivas que
requieren de un tipo determinado de concentracin. $ara que cumplan su cometido, estas
labores nos obligan
contar puntos, a ser muy
de apretar minuciosos,
un tornillo, muy cuidadosos,
de milimetrar como
una madera o desique
la vida
ese dependiera de
palillo ocupe
un lugar e0acto y no otro. 'stas tareas tienen la virtud de requerir toda nuestra atencin y de
ocuparnos el pensamiento por completo. @?os sirven para no pensar @?os sirven para no
llorar @?os sirven para sentirnos productivos más allá del dolor
Blvidar

1l olvido es una *orma de li5ertad)

6AL-L /-*<A?

Se me olvid9 que te olvid<,


a m% que nada se me olvida)

)' M' BL:-D\ 78' %' BL:-DK

Alejandra, cuarenta y siete años


$arece mentira que uno pueda llegar a olvidar hasta ese punto. A veces me tengo
que preguntar9 y si estuviera con <oberto, 3qu1 estaría haciendo en este momento4 'so,
despu1s de diecis1is a!os de matrimonio, es muy fuerte. Despu1s de sentir que me moría
cuando se fueH ?i yo misma me lo puedo creer.

Sara,
Me dacuarenta años
pena, pero ya no me acuerdo de cmo era mi vida con /uillermo. &uando
estaba sufriendo tanto, lo único que quería era olvidar, que pasara el tiempo lo más rápido
posible para olvidar. $ero ahora que lo estoy olvidando me da muchísima pena. 3&mo es
posible que alguien que ha sido tan importante en tu vida llegue a borrarse de esta manera4

?o hay duda, Aleandra y )ara han podido olvidar. )in darse cuenta, sin
propon1rselo, ha venido el olvido a rescatarlas. $orque por mucho que hayamos amado,
cuando el trabao del duelo está bien hecho, en algún momento vendrá el olvido a
redimirnos y a darnos otra oportunidad, a dearnos descansar. B, como dice mi amiga
#eanette Cla misma que mitiga sus penas de amor planchando9 2@)iempre nos quedará el
Al"heimer5.
<ecuerdo que la primera ve" que se lo escuch1 decir me qued1 espantada. 3@'l
Al"heimer4ya2)í
Al"heimer no me e0plic,
te acuerdas es un
de nada horrortepara
ni nada los que
importa. te rodean,
'stás peroy site tienes
viea y fea crees que
tienes diecis1is a!os y si, por casualidad, te cru"aras con ese hombre sin el que hoy te
parece que no puedes vivir, ni siquiera te acordarías de cmo se llama. 3)e te ocurre un
estado meor45.
?o s1 si lo del Al"heimer será una buena idea, seguro que no, pero en algún
momento, y por mucho que nos cueste, tenemos que poder olvidar y continuar con nuestra
vida. %omar la decisin de 2?o volver a saber más de 1l5 es tan difícil como aquel
propsito del 2?o al primer caf15 del que hablábamos en Mujeres malqueridas como único
antídoto para el pecado de adiccin. &omo los alcohlicos, como los adictos al uego o a la
cocaína, quienes sufren una adiccin por otra persona no tienen más remedio que someterse
a una cura de abstinencia y decir ?B a la primera llamada o al primer caf1. 2?o llamar y
punto5 es la consigna. 2?o quiero volver a saber de 1l5 es el primer paso en el camino del
olvido. Snicamente el primer paso. %enemos que luchar contra nosotros mismos, contra la
desesperacin por seguir controlando su vida9 3qu1 come4, 3qu1 dice4, 3qu1 se compra4,
3qu1 colonia usa4
$ero olvidar, lo que se dice olvidar, no se consigue a base de empe!o ni de fuer"a de
voluntad. 'l olvido es muy independiente y llega con su goma de borrar cuando le parece,
sin pedir permiso y sin avisar. Da igual lo mucho que lo invoquemos, 1l se tomará su
tiempo. Da igual lo mucho que lo evitemos, el olvido es implacable y más tarde o más
temprano llegará. 'l olvido es arbitrario, de manera que borrará lo que le pare"ca y deará
intactos fragmentos
asuntos del psiquismoenteros de e0periencia,
sabemos sin ton
que nada ocurre tanni2sin
son.ton
7uienes
ni son5nos dedicamos
como a estos
parece. 'n todos
los procesos de la memoria y del olvido, en esa seleccin caprichosa que hace que algunos
hechos se borren y otros se queden grabados para siempre, hay una cierta lgica, un hilo
roo conductor que no alcan"amos a discriminar, pero que recorre escrupulosamente cada
uno de los recuerdos que conservamos y que se engar"an en el hilo de la memoria como en
un collar. 'se hilo temporal nos hilvana y hará de nosotros quienes somos.
A pesar de que hoy nos pare"ca imposible dear de pensar en esa persona, dear de
sufrir por ella, una ma!ana nos daremos cuenta de que llevamos más de dos días sin
recordarla, y una tarde estaremos tan enfrascadas en el trabao, o tan distraídas con una
amiga, que dearemos escapar una fecha significativa que en otro momento hubiera sido el
centro de nuestra preocupacin. La vida tiene tanta fuer"a que, si le permitimos hacer con
nosotros su trabao, iremos desatando los nudos que nos mantienen atados al pasado y
estaremos másbien
descubrir @lo ligeros. ( un buen
que hemos día, como Aleandra, como )ara, nos sorprenderemos al
olvidado

"lvidar con 3ace5oo!

"jos que no ven, 3ace5oo! que te lo cuenta)

L'[DB '? %T-%%'<

'sto de olvidar sonaba meor, o al menos más sencillo, hasta mediados del siglo
RR; entonces, solo teníamos que confiar en nuestra fuer"a de voluntad y en la suya, en
nuestra
RR-, endeterminacin a dearlo atrás
plena era de +aceboo=, y en
olvidar es lamucho
suya. más
'n eldifícil.
tiempo. AlAhora,
amado aloprincipios del a
tenemos ahí,
una tecla de distancia, con toda su vida a nuestro alcance. 'stamos ahí, a una tecla de
distancia, con toda nuestra vida a su disposicin.
+aceboo= es una maravilla, lo s1. %antos millones de usuarios no podemos
equivocarnos. 3B sí4 @&laro que podemos &omo todas las maravillas, +aceboo= tiene sus
reveses y puede llegar a ser muy peligroso. ?o voy a referirme a la enorme cantidad de
pareas que se han desmoronado gracias a un e0novio que pidi regresar Cla revista
.y5erPsychology and ehaviour 0ournal calcula que la cifra puede estar en torno a unos
@@veintiocho millones, sino a sus efectos despu1s de una separacin.
'l problema de +aceboo= no es que nuestra vida est1 e0puesta ante todo el mundo
ni que hurguen en ella los desconocidos, ni siquiera es de gran inter1s poder hurgar en la
vida de desconocidos. 'l problema de +aceboo= son los conocidos, los muy conocidos, los
cercanos, los que pueden calibrar el significado de un 2estado5, de un 2me gusta5 o de 2un
toque5. Los que descubren secretos en los cambios de las fotos del perfil y buscan claves en
lo que se dio, en lo que no lleg a decirse y en la letra de la cancin que amaneci colgada
esta ma!ana en el muro de fulanito o sutanita.
+aceboo=, que se supone está pensado para crear la"os y para unir a unos con otros,
es un perfecto escaparate de e0clusin. A trav1s de +aceboo= contemplamos qui1n está con
qui1n, qui1nes quedaron a tomar un caf1 sin nosotros, qui1nes se fueron de fin de semana
sin avisarnos, qui1nes se intercambian fotos y comentarios sin nombrarnos. :emos por un
aguerito la fiestaendel
felicidad estuvo esaotro, y sufrimos
fiesta horriblemente,
a la que nadie nos invit.convencidos de que
:emos las fotos delalaverdadera
boda de la que
una ve" fue nuestra meor amiga, y a la que se le pas por completo invitarnos a compartir
con ella esa fecha. :emos la fiesta de la vida y nos quedamos del otro lado, peque!itos,
como cuando pensábamos que lo verdaderamente importante ocurría en la habitacin de los
padres a la que teníamos prohibido entrar despu1s de cierta hora.
<ecientemente Cel JJ de diciembre de JJ apareci un reportae en la revista
Magaine de 1l Mundo dedicado a +aceboo= y a sus efectos en la vida de parea. La
periodista tom como referencia el libro 3ace5oo! and 8our Marriage, en el que los
autores tratan este tema desde muchos puntos de vista. 'ntre algunos de sus conseos
encontramos uno e0presado con especial hincapi19 *B<<' -?M'D-A%AM'?%' A )8
$A<'#A &8A?DB <BM$A &B? 'LLA.
'ste conseo le hubiera venido muy bien a 'lena, la paciente de la que hablaremos a
continuacin9
'lena sali a trompicones de una relacin desastrosa y lleg a mi consulta tras el
impacto de una gran patada, moral, pero una patada9 el golpe seco de una despedida sin
despedida. )u parea se acogi al m1todo de la 2evaporacin5 y sac sus pertenencias de la
casa que compartían, aprovechando que 'lena estaba de viae. -mposible ponerse en
contacto con 1l. 'lena no sabía adnde se había mudado ni dnde podría encontrarlo. ?o
solo la había borrado de su lista de amigos de +aceboo=, sino que la había bloqueado.
'l proceso de reconstruccin fue lento, no me voy a detener en los detalles,
simplemente decir que sí, que hubo reconstruccin, que 'lena sali victoriosa del
desastreH B eso creía, hasta que una tarde un amigo de un amigo de su e0 fue la puerta
falsa a trav1s de la cual volvi a toparse con 1l. ?o en persona, no directamente, sino a
trav1s de +aceboo=. 'l amigo del amigo había colgado unas fotos del verano. Más allá de
su voluntad
un impulso lay de su cordura
oblig a mirar,que aconseaban
a buscar, pasarque
de manera de largo
hurgyen
nolas
verimágenes
ninguna ydeenesas
losfotos,
comentarios. 6abía otra muer. &on el argumento del 2(a que5 como quien está a dieta y
empie"a por una patata y termina "ampándose la bolsa entera, no conforme con lo que
había visto en +aceboo=, lo busc tambi1n en Lin=edin y tambi1n lo encontr. Así, gracias
a su morbosa e insaciable curiosidad, casi supo más cosas de 1l en dos horas de las que
había conocido durante los dos a!os que dur la relacin.

eatri
Ayer me metí en +aceboo= y lo busqu1. Lo tenía bloqueado; es un modo que hay en
+aceboo= que uno no recibe nada de lo que el otro escribe a menos que escriba un mensae
directo. 'l otro no se entera de que está bloqueado, pero para mí era una tranquilidad no
volver a saber de 1l, o al menos no con tanta frecuencia. Ahora que ha pasado tanto tiempo
y que me siento más fuerte, se me ocurri ver su página y me encontr1 con lo que cabía
esperar. %iene parea desde por lo menos seis meses despu1s de haberlo deado conmigo.
'staban en la playa y nosotros lo deamos al final del invierno. @?i siquiera me guard un
poco de ausencia &omo cuando vivía con 1l, otra ve" me chup toda la energía y otra ve"
me de e0hausta, me qued1 pegada al sofá sin poder moverme. Me imagin1 que alguna ve"
volvería a saber de 1l, me imagin1 que ya estaba fuerte para hacerlo, pero no. %odavía soy
vulnerable y es muy difícil contenerse y no mirar. ( es muy difícil mirar y no llorar.

bauti"o,)i@cuánto
nos duele
másque
noslos amigos
dolerá ver nos
a une0cluyan o que
e0 en otros las primas
bra"os no nos
Averiguar queinviten a unsu
sigue con
vida prescindiendo completamente de nosotros, aunque nosotros hayamos seguido con la
nuestra y estemos cmodamente instalados en unos bra"os nuevos, supone una situacin
muy dolorosa.
Blvidar siempre ha sido difícil, pero olvidar en el siglo RR- es un horror. 'sperar el
correo era más sosegado y menos esclavi"ante en el R-R que esperar un )M) en el RR-.
'ntonces se podía, más o menos, vivir hasta la llegada del correo porque sabíamos de
antemano que, aunque siempre llama dos veces, el cartero solo venía una ve" a la semana.
Ahora llevamos al cartero en el bolso y podemos asomarnos cada tres segundos, cada dos, a
ver si hay un mensae o si el correo que escribimos anoche a las tres de la ma!ana,
insomnes y doloridas, borrachas de dolor, ha merecido una respuesta.
's terrible estar adheridas al tel1fono como si fuera una bombona de o0ígeno de la
que
paradepende nuestra
sobrevivir y quevida. 8na bombona
nos mata. <ecuerdode un o0ígeno
a una pacienteenvenenado a la que
que decía F 2@$or recurrimos
favor @?ecesito
un ue" que ponga una orden de aleamiento entre mi tel1fono y yo @7ue alguien me
secuestre el tel1fono por una semana Al menos así podr1 dormir5.
:ivimos en una 1poca marcada por la inmediate". @%odo tiene que ser ya ?o
sabemos esperar. ?o hemos tenido tiempo de aprenderlo, hemos estado muy ocupados
aplicándonos en hacer cosas que nos ahorraban tiempo para poder perderlo. 'sta filosofía
de la inmediate" está en las antípodas del tiempo que se necesita para hacer un trabao de
duelo que es un tiempo decimonnico que ha de pasar lento, como es lento el olvido. $ero
más tarde o más temprano el tiempo habrá de pasar, el dolor menguará y el olvido vendrá
para salvarnos de las garras del pasado.
$erdonar

1l perd9n llega cuando los recuerdos ya no duelen)

B)&A< T-LD'

8o no ha5lo de venganas ni de perdonesO


el olvido es la 7nica vengana y el 7nico perd9n)

#B</' L8-) *B</')

Perd9n, vida de mi vida)

Perd9n, si es que te he *altado.

$'<D\?

A veces, la meor salida para olvidar es el perdn, y discúlpenme, pero no pretendo


recomendar una actitud beatífica, religiosa ni bienintencionada. )e trata ni más ni menos
que de una cuestin práctica. ?o somos due!os de la memoria, ni del olvido, no somos
due!os del dolor; en cambio, el perdn es lo único que está en nuestras manos. $odemos
eercitarlo y usarlo como la puerta por la que el olvido tambi1n entrará, sin hacer mucho
ruido, sin hacerse notar. Del olvido solamente sabremos que ha pasado por la puerta del
perdn cuando ya est1 instalado.
La vida nos presenta una disyuntiva y nos permite elegir entre la vengan"a o el
perdn. La vengan"a nos asegura mantenernos unidos al ser querido Cque ahora es el ser
aborrecido, a trav1s de ese vínculo de odio y con la coartada de que no hacemos más que
tomarnos la usticia por nuestra mano. 'l perdn, por el contrario, nos separa del otro, nos
ayuda a dear marchar al otro y nos permite partir a nosotros mismos de la escena del
crimen.
de A veces,
la propia ese perdn es el precio del rescate, la fian"a que hay que pagar a cambio
libertad.
&uando hablo de perdn, no solo me refiero a conferir un perdn beatífico desde las
alturas del Blimpo al pobre ser que nos inuri; no me refiero a perdonar desde una infinita
misericordia que atribuimos a Dios y que no puede ser humana. &uando hablo de perdn,
me refiero tambi1n a perdonarnos a nosotros mismos y a ubicar al otro en su lugar de
humano lleno de defectos, de imperfecciones, de incapacidadesH Así somos, 1l y yo,
limitados; así estamos en la vida, un poco perdidos, equivocados.
Me parece que el perdn está emparentado con la aceptacin. )in embargo, mientras
que aceptamos pasivamente aquello que la vida nos impone, el perdn nos coloca en una
posicin activa9 elegimos perdonar @y perdonamos 'l que perdona siente que tiene algo
que decir, hay un cierto acto de voluntad, aunque sus últimas palabras sean9 2:ale, @te
perdono5. 7uien perdona se pone a salvo de la corriente arrasadora del rencor, y es como
ver correr el río desde un puente. $uede que el agua nos salpique, pero podremos cru"ar al
otro lado sin ahogarnos. ?o perdonamos por bondad, sino por inter1s, porque hay
momentos en los que perdonar es la única manera de poder continuar adelante con nuestra
vida, sin quedarnos anclados en el pasado.

1lena
?o quiero perdonarlo. 7uiero que desapare"ca de mi vida, y si para quitármelo de la
cabe"a tengo que perdonarlo, lo intentar1H @$ero es que me hi"o tanto da!o 7uiero que
desapare"ca de sentir
complicado no mi vida, de mi mente, que su presencia ya no est1. $ero todavía me resulta
rabia.

'lena libra una batalla entre su rabia y su necesidad de libertad. ?o quiere perdonar,
pero a la ve" reconoce que solo perdonando podrá salir más liviana del combate. )u orgullo
herido no desiste tan fácilmente y quiere verse resarcido; todavía hay algo en ella que
clama vengan"a. 'l problema es que en esta guerra la única que comparece es 'lena y, así
las cosas, si alguien dispara, será ella quien lo haga; y si la bala alcan"a a alguien, la única
que estará allí para recibirla será ella. $erdonar no parece una estrategia muy valiente, lo s1,
pero es una manera digna de abandonar el campo de batalla del pasado, para ocuparnos en
asuntos más creativos, más productivos, para concentrarnos, por eemplo, en nuestra propia
vida.
&ono"co luchas encarni"adas por la custodia de los hios, por una casa, por un
coche
ningunoo por una cuenta
ha sido deperdonar
capa" de tel1fono al
enotro
las que pierden
y ambos los dos;
buscan a unpeleas
ue", yeternas
a otro en las aque
ue", una
instancia y otra y otra hasta encontrar a una que les d1 la ra"n. 3A costa de qu14 3A costa
de qui1nes4
$erdonar al otro es importante y perdonarnos a nosotras mismas lo es más aún. De
ese perdn que tanto nos cuesta concedernos hablaremos en el apartado del sentimiento de
culpa.
<ecordar

Ser< en tu vida lo mejor

de la ne5lina del ayer

cuando me llegues a olvidar,

como es mejor el verso aquel

que no podemos recordar)

:'%' D' M[

&o que yo tuve contigo

*ue un enredo tan divino

que ya nunca lo podr< olvidar)

3ue la gloria y *ue un in*ierno,

*ue tan loco, *ue tan tierno

que se su*re cuando ya no est+)

LB 78' (B %8:' &B?%-/B

)e preguntarán cmo es posible que le dedique un apartado al recuerdo. 3?o se


supone que debemos ser capaces de olvidar4 $ara e0plicarlo es preciso diferenciar los
recuerdos propiamente dichos los que permanecen a pesar del paso de los a!os de esa
terrible
esos obsesin
primeros por el otro
momentos queque no nos
siguen deaseparacin.
a una espacio para pensar en otra cosa y que inunda
Al principio, despu1s de una p1rdida, no se puede pensar en otra cosa. &omo
sabemos, los días y las noches están repletos de la presencia del otro. $arece que cada
obeto, cada hora, cada rincn, están ahí únicamente para recordarnos al otro. Lo que
hubiera hecho, lo que hubiera dicho, lo que hi"o o lo que dio. Lo que debi decir y nunca
dio. Lo que desayunaba, su manera de leer el peridico, de tomar el caf1, de vestirse, de
desvestirse, el olor de su colonia y el de su cuerpo, el peso usto de sus manos sobre el
nuestro. 6asta aquí solo he descrito lo que ocurre hasta las ocho y media de la ma!ana, y
esto es así @tooooodooooo el día y toooodaaaa la noche, porque ni siquiera nos atrevemos a
dormir, no sea que baemos la guardia y olvidemos algún detalleH
&on frecuencia, separarse completamente del otro y quedarse solo es tan doloroso
que es preferible sufrir a su lado, o a los pies de su imagen, de su recuerdo, que olvidar.
'ste es el 2Me cuesta tanto olvidarte5 propiamente dicho. 8n periodo inevitable que puede
durar meses, incluso a!os. )in saberlo, sin propon1rnoslo, hacemos un trabao de
resistencia en contra del olvido, lo mantenemos a raya, impedimos activamente que el
olvido nos consuele. @?o queremos olvidar @7ueremos revivir @7ueremos volver a lo que
fuimos o intentar por en1sima ve" lo que pudimos haber sido La película que
protagoni"amos unto a 1l pasa una y otra ve" delante de nuestros oos, aunque nos haga
llorar y nos llene de angustia.
Durante esas noches de dolor, si alguien nos preguntara, diríamos que @por supuesto
que
no esqueremos olvidar8na
del todo cierto. @+altaría más @&larodeque
parte consciente queremos
nosotros descansar
quiere olvidar,de esauna
pero tortura
enorme$ero
porcin Cmucho más poderosa que la anterior no se resigna a despedirse definitivamente,
ni está dispuesta a abandonar su lucha por restituir la situacin anterior para que las cosas
sigan siendo como fueron o como queremos que sean.

:ice 3reud

'n su ensayo :uelo y melancol%a CJVJW, +reud e0plica que al principio del proceso
de duelo cada uno de los recuerdos y esperan"as que vinculaban al sueto con la persona
amada cobran una relevancia inusitada. La vida está toda subrayada en amarillo para llamar
nuestra atencin y recordar al ausente. 6ay post6it por todas partes que llevan su nombre.
&on
el quetodo, el duelo
optamos porestá haciendo
morir su trabao.
con el muerto 'ste es el momento
y permanecer delausente.
aferrados al 2trabao'ste
de duelo5, en
tramo del
2barranco5 es necesario para poder, eventualmente, soltarnos de sus amarras y dearlo
partir. $ara aceptar quedarnos sin el ausente, pero del lado de la vida.
Al principio, revivimos al otro con desesperacin en un intento vano de controlar la
realidad, de transformarla, de obligarla a ser lo que queremos. 2?o. ?o se ha ido. Lo tengo
aquí, en mi cabe"a, y si está presente en mi cabe"a, está presente5. 'se viene a ser el trato
que hacemos con ese tipo de pensamiento obsesivo, lo usamos para prolongarle la vida al
ausente. $asamos por alto lo que nos dice la realidad Cque ya no está, que se fue con otra,
que no nos quiere o que ha fallecido y que lo enterramos la semana pasada, nos da igual,
no le hacemos ni caso. &omo los locos, nos creemos que lo que pensamos nosotros es la
única verdad. De manera que nos da igual si hace meses que no sabemos nada de 1l, porque
nosotras lo nombraremos con más insistencia que antes y así lo haremos presente. )abemos
que hacedeuntel1fono
número par de semanas
como si le enterramos,
pudiera pero un ?ada
respondernos. día, sin
dedarnos
esto escuenta, marcamos
recordar, al menossuno en
el sentido que quiero darle en estas páginas. 'sto no es e0actamente recordar, esto es un
esfuer"o por no olvidar, que es diferente. 'sto es alicatarnos la cabe"a con la presencia
efímera, ilusoria, del ausente.
)i hemos sobrevivido al dolor y no nos hemos vuelto completamente locos, si
hemos sido capaces de perdonar y perdonarnos, y nos sentimos libres para continuar
mirando hacia delante, entonces esa realidad que hoy repudiamos y que es mucho más
to"uda que la pena volverá a ocupar su lugar, esa realidad que es la única promesa de vida
acabará por imponer su ley. <etomaremos el trato con la cotidianidad y aprenderemos a
vivir con el aguero que el otro nos ha deado, sin esa loca necesidad de taparlo a la fuer"a.
7uienes no pueden tramitar un duelo se aferran al dolor, o al recuerdo del otro, para no
sentir que algo les falta. ?ada en el trabao psíquico del duelo ocurre de un día para otro.
)erá a sorbos, a poquitos. La vida se colará primero por las rendias, entrará por debao de
la puerta en forma de un olor conocido, y una ma!ana, sin saber bien por qu1, el caf1
volverá a tener gusto a caf1. Btro día habrá que atender a los ni!os y los ni!os nos
contagiarán de vida con su vida. 8na tarde, despu1s del llanto, un gran suspiro, y en el
suspiro entrarán en nosotros el aire y la lu" y de pronto nos escucharemos pensar9 2@:aya,
si no s1 cuándo se acab el invierno y ya es verano5. ( así irá la vida, reconquistándonos
para sus filas, aleándonos del bando de los ausentes. Atray1ndonos con sus cuentas de
colores. &oloni"ándonos y obligándonos de nuevo a vivir la vida de los vivos, que es la
única vidavida
haciendo verdadera.
normal,8n día, sin saber
llevaremos ni cmo sin
dos semanas ni por qu1,
llorar llevaremos
y un una semana
mes durmiendo a pierna
suelta. 8n díaH el duelo habrá hecho su trabao y ya no estaremos bao el yugo del dolor,
aplastados por la imposicin de mantener al otro presente a costa de nosotros mismos. 8n
día recuperaremos nuestra sagrada libertad, estaremos agotados por el esfuer"o, sí, pero
seremos libres. 'se día habremos deado atrás el v1rtigo del 2barranco5 y volveremos a
andar por senderos más amplios, más seguros, más amables.
$ensando en la diferencia entre la obsesin de los comien"os y el recordar
propiamente dicho, me vino a la memoria un te0to de <il=e. 'n los .uadernos de Malte
&aurids rigge, a propsito de cmo surge un poema, el poeta escribe9

2( tampoco basta con tener recuerdos. 's necesario saber olvidarlos cuando son
muchos, y hay que tener la paciencia de esperar a que vuelvan. $ues los recuerdos mismos
no
no son aúnnombre
tienen esto. 6asta
y no que
se lesnodistingue
se convierten en nosotros,
de nosotros sangre,
mismos, hastamirada, gesto,
entonces cuando ya
no puede
suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un
verso5.

A estos recuerdos, a los que se han convertido en nosotros mismos despu1s de que
hemos perdonado, despu1s de que hemos olvidado, me refiero en este capítulo. <ecordar,
en este sentido, solo es posible si se ha pasado página. <ecordar es cuando uno puede echar
mano de algo que ya pas. 'l olvido llegará con el tiempo a merendarse todo aquello que
tuvimos9 lo que fue aquel amor, los gestos del pasado, las costumbres. Al olvido le gusta
arrasar sobre todo lo malo y nos dea, en el fondo de la nevera, casi congelados, unos
restos9 lo bueno. Los recuerdos son las sobras del olvido. Las sobras que nos sorprenderán
inesperadamente y ante las que podremos e0clamar9 2@Ah @$ero si esto fue lo que sobr de
aquella
amor cenaque
eterno @Deparecía
aquellaperfecto,
magdalena de la
queda infancia
esta lo de
foto @( único quehombre
aquel queda de
es el
miolor
vida,@De
estaaquel
cancin5.
&ada quien tiene un eemplo en su vida de los efectos tersos del recuerdo. 'l caso
de ?orma y <ocío nos puede servir de ilustracin9
?orma y <ocío se reencontraron muchos a!os despu1s de haberse despedido. La
separacin fue dolorosa para ambas, no hay duda. %al ve" <ocío lo tuvo peor, porque ella se
qued sola, mientras que, despu1s de la ruptura, ?orma regres al armario y a la vida que
llevaba hasta entonces unto a su marido y a su hio. 'l caso es que los más de tres a!os de
relacin que mantuvieron a escondidas las habían llenado de vida, de alegría, de pasinH
mientras dur; y de pena, de angustia y de miedoH cuando acab. Las dos sufrieron
mucho, las dos lo intentaron, ninguna de las dos pudo. Muchos a!os despu1s, cuando las
heridas habían sanado, volvieron a encontrarse para conversar, se pusieron al día como dos
buenas amigas y descubrieron que ambas conservaban un recuerdo muy dulce de lo que
habían vivido.
@&uánto nos hemos querido dio ?orma.
( esas palabras marcaron la tnica del encuentro. ?inguna de las dos hubiera
querido regresar a las emociones fuertes de entonces, ninguna echaba de menos a la otra,
pero las dos podían reconocer el gran amor que habían tenido entre manos cuando
estuvieron untas.

'ste recuerdo
y el resentimiento amable
ya han que comparten
pasado. ?ormaha
&uando el olvido y <ocío
podidosolo es su
hacer posible cuando
trabao el dolor
y ha borrado
lo que tiene que borrar y ha deado lo que tiene que dear. <ecordar, despu1s de haber
olvidado, es como releer un vieo libro. Las páginas no están en blanco, por escribirse, ni
nos van a sorprender con su lectura. Las páginas ya están pasadas, ya están leídas, pero, de
tanto en tanto, podremos regresar a esos rincones dulces y amables del te0to, a las frases
subrayadas, a lo que una ve" fue un gran amor y que hoy forma parte de quienes somos
como si fuera nuestra propia 2sangre, mirada o gesto5, que dice <il=e.
(a diimos que en algún momento del trabao del duelo es importante renunciar al
ser amado y dearlo morir, dearlo partir; de la misma manera, con el tiempo,
conservaremos de 1l una imagen que permanecerá viva en nuestro interior @su meor foto
8n retrato que habremos dibuado nosotros con reta"os de los buenos momentos, de los
recuerdos dulces del pasado.

Todo tiempo pasado *ue mejor#

1n un rinc9n del alma

donde tengo la pena

que me dej9 tu adi9s,

con las cosas m+s 5ellas

guardar< tu recuerdo,

lo guardar< hasta el d%a

en que me vaya yo)

'? 8? <-?&\? D'L ALMA

Btra manera que tenemos de tratar con el pasado consiste en ideali"arlo9 todo
tiempo pasado siempre fue meor, todo amor perdido fue el verdadero. %odo pret1rito es,
por definicin, pluscuamperfecto.
)in ir más leos, hoy mismo, yo he comprobado en carne propia esa verdad. Les
cuento9 esta ma!ana me despert1 muy temprano para escribir. ?o me atrevo a decir que
estaba 2inspirada5. ?o s1 si alguna ve" lo he estado; mis libros son más producto del
trabao de hormiga que del rayo divino de las musas. $ero tengo que reconocer que esta
ma!ana escribí y escribí y escribí y todo lo que escribí era genial. 8nas cuantas ideas que
me daban vueltas en la cabe"a desde hacía algunos días esta ma!ana encontraron forma,
eemplos acertados para ilustrarlas y, sobre todo, las palabras e0actas para decirlas. @8na
ma!ana productiva ?o. @+ue muchísimo meor @Muy productiva 3)e puede pedir más4
La hora del desayuno me encontr satisfecha, casi feli". %anto que me di el resto de la
ma!ana libre. (a por la tarde, quise volver sobre mi te0to para releerlo y disfrutarlo, pero
@@@oh, sorpresa
descubrí que en el@?o
i$adestaba Lo busqu1no
los documentos inútilmente.
se guardan?o, no $arece
solos. estaba. ser
'n que
ese momento
uno no puede
leer el peridico en el aparatito por la ma!ana y volver a su te0to tranquilamente por la
tarde, a menos que lo haya guardado palabra por palabra bao llave. @8n horror -ntent1
reconstruirlo, volví a escribir, lo reescribí, pas1 horas, @muchas más horas de las que había
necesitado la primera ve" *orr1, cort1, copi1, hice memoria, pero todo fue inútil, no era lo
mismo. ?unca sería lo mismo. 'l de esta ma!ana era un te0to bello y a la ve" hondo y
además claroH 'l de esta ma!ana era perfecto. 2&omo es meor el verso aquel que no
podemos recordarH5. ?ingún te0to podría competir o emular al que escribí esta ma!ana y
que se borr para siempre del i$ad. @?ada que hacer @La humanidad había perdido para
siempre las meores páginas de este libro @8na pena
A cambio, mi te0to, al desaparecer, había pasado a formar parte de una categoría
muy e0clusiva y de ahora en adelante competiría en la liga de los te0tos elegidos9 era ya un
te0to
escribímítico. Deperfecto.
un te0to aquí en adelante,
)i el i$adyolosiempre
hubiera podr1 decir que
conservado, yo, una podría
cualquiera ve", una ma!ana,
leerlo y
estropeármelo para siempre; alguien podría argumentar que no era tan perfecto como yo
creía, que a mi te0to le sobraban adetivos, que los eemplos eran muy manidos, que las
comas parecían cambiadas de lugar, o que era pretencioso, oscuro o simple. $or el
contrario, desde el paraíso de los te0tos míticos, 3qui1n se atreve a discutirme que lo que yo
escribí esta ma!ana era un te0to perfecto4
Lo que pas con mi te0to es lo que suele pasar con los amores perdidos y con el
pasado en general9 en cuanto desaparecen, se convierten en amores perfectos, inigualables,
míticos. 's lo que tiene el paraíso terrenal, que, una ve" perdido, como mi te0to, como el
pasado, como el amor o como la madre de la infancia, se colocan solitos en un altar en el
que lo único que podemos hacer por o con ellos es rendirles tributo. A ese 2rincn del
alma5 lo podríamos llamar 2el altar de los obetos perdidos5.
'l casomieste0to
seguramente que cuando volvemos
no era tan a la cruda
maravilloso comorealidad, tendríamos
yo lo recuerdo; que
que el reconocer
amor que
que se fue
hi"o meor en irse que en quedarse; que es probable que la madre de los comien"os se haya
equivocado tanto como la madre de la adolescencia. 'n fin, que @puede incluso que el
paraíso terrenal no haya e0istido nunca y que los <eyes MagosH
$ero, como no podemos vivir tan atiborrados de realidad, @por suerte, contamos
con ese rincn del alma, con ese altarcito particular de los obetos míticos perdidos, de esos
recuerdos embellecidos con esmero. ?ecesitamos el amor, la pasin, el arte, la amistad, la
literatura, el cine, en definitiva, necesitamos la ilusin, que es el aceite de los dioses con el
que lubricamos las aspere"as de la vida. $or eso es tan importante conservar un recuerdo
dulce de una relacin perdida, porque en la foto de esos momentos compartidos que se
a!oran, nosotros tambi1n salimos bien retratados, gracias el Photoshop de la memoria que
todo lo embellece, salimos guapos, buenas personas, merecedores del amor del otro,
capaces de despertar pasiones. 'n algún lugar de ese rincn, nosotros tambi1n fuimos
perfectos, 2como es meor el verso aquel que no podemos recordar5, como es perfecto el
te0to que escribí esta ma!ana.
&apítulo X

$'&ADB) &A$-%AL')
La esperan"a, la insistencia, el acoso

Si negaras mi presencia en tu vivir,

5astar%a con a5raarte y conversarO

tanta vida yo te di,

que por *uera llevas ya, sa5or a m%#

)A*B< A M[

S< que a7n nos queda una oportunidad,

con los años que me quedan por vivir

demostrar< cu+nto te quiero)

&B? LB) AB) 78' M' 78'DA?

&omo ya coment1 en Mujeres malqueridas, la esperan"a, en una dosis usta, casi


siempre homeopática, puede ser sanadora; pero hay que ser prudentes, porque esa misma
esperan"a, en dosis elevadas, es venenosa y produce una ceguera y una sordera
peligrosísimas. &eguera para mirar la realidad, sordera para escuchar al otro.
A veces, como en la cancin, el amor 2se rompe de tanto usarlo5, otras, al contrario,
se desvanece por falta de uso. 'n ocasiones, se rompe por over5oo!ing, como en el caso de
Lady Di, que defini su relacin con el príncipe &arlos como ?Too crowded@, porque,
desde el principio, estuvo @más concurrida que el camarote de los hermanos Mar0 <a"ones
para terminar una relacin hay muchas, y es importante saber por qu1 se ha roto esa
relacin en la que habíamos puesto tanto empe!o, sobre todo para entender lo ocurrido,
para
es quenouna
repetir, paraseorgani"ar
ve" que el dolor
ha roto, @lo y darle algún
más prudente sentido a la e0periencia. $ero lo cierto
es reconocerlo
*ien es verdad que hay veces en las que el amor parece que está desvenciado, pero
tiene arreglo. 'sas son las ocasiones en las que la parea puede salir fortalecida despu1s de
superar una crisis. 'so tambi1n ocurre, y, como de costumbre, el arte, la destre"a vital,
consiste en saber diferenciar un caso de otro, para no dar por terminada una relacin hasta
no haber agotado todos los recursos, pero, y con la misma contundencia, para no seguir
insistiendo con tesn, una ve" que ya se han agotado todos los recursos.
A veces, la esperan"a se convierte en una insistencia desbordada. 'ntonces, aquel
hombre o aquella muer a la que simplemente se había deado de querer se transforma en un
ser insoportable que despierta recha"o. 'n el peor de los casos, cuando no se respeta ningún
límite, la insistencia se transforma en acoso y quien lo practica pasa a convertirse en un ser
violento y peligroso que da miedo y de quien uno solo quiere escapar y protegerse.
&a esperana o la ?Penelopeman%a@

La 2$enelopemanía5 no consiste en coleccionar fotos y entrevistas de $en1lope


&ru", sino en esperar, contra toda esperan"a, a que la situacin de parea vuelva a ser lo que
fue. 2&laro dirán algunas, es que $en1lope Cla $en1lope srcinal nos dio un mal
eemplo, porque gracias a que ella esper a 8lises veinte a!os, 1l regres mansamente a sus
bra"os5.
películas*ueno, pues tengo onoticias
de cienciaUficcin para ustedes,
en la caprichosa estas cosas
mitología no donde,
griega, pasan más que de
además en lo
lasde
$en1lope y 8lises, las hias, como Atenea, nacen de la cabe"a de sus padres. @Lo siento,
pero la vida real no funciona así
Las víctimas de la 2$enelopemanía5 suelen teer sus argumentos racionales durante
el día, al hilo de lo que escuchan de sus amigas o de su terapeuta; entonces entienden
perfectamente lo que pasa, reconocen la realidad y la aceptan con una gran cordura y
entere"a de espíritu. 2)í, es verdad, tienes ra"n. 'sta relacin está terminada, lo s1. ?ada
va a cambiar5. 2)í, tengo que olvidarlo. )1 que no va a volver conmigo5. %odo esto
discurren durante el día, pero en cuanto llega la noche, hacen como $en1lope y desteen
todas sus buenas intenciones y deciden esperarle un poco más porque9 2's que mi amiga no
lo conoce tanto como yo5, y es que9 2?o puede ser que un amor así haya terminado5 o9
2@&on lo bien que nos llevamos en la cama5. De esta forma, en medio de la noche, a eso
de las tresun
escribirle de mail
la ma!ana,
ardientedeslumbradas
al interesado.por
8nala semana
revelacin, se levantan
despu1s, cuandodetodavía
un golpe
no para
han
recibido ningún tipo de respuesta, teen de nuevo la mortaa para el amor perdido9 2)í,
ahora sí es verdad que no me vuelvo a rebaar. (a no lo llamo ni le mando más
mensaesH5. ( así van, como $en1lope, teiendo y desteiendo intentos y esperan"asH
6ay casos en que nuestra $en1lope imagina que la ruptura no es más que un periodo de
refle0in, y que tarde o temprano el otro entrará en ra"n9 2Despu1s de haber pasado todo
este tiempo sin mí, me habrá echado de menos, querrá intentarlo de nuevoH 6abrá
aprendido a valorarmeH5. 'ntonces vuelven a la carga. &on frecuencia, quienes están
aqueados de la 2$enelopemanía5 tienen una única respuesta para todos los argumentos que
la realidad les impone; diga el otro lo que diga, haga lo que haga, ellas siempre van a
responder9 2?o importa, yo lo espero5.

Meimporta,
?o dio queyolalorelacin
espero.entre nosotros ya había terminado.

?o va a volver.
?o importa, yo lo espero.

(a no me quiere.
?o importa, yo lo espero.

'stá viviendo con otra.


?o importa, yo lo espero.

6ace seis meses que no responde a mis mensaes.


?o importa, yo lo espero.
:a a tener otro hio con su muer. ?unca la va a dear.
?o importa, yo lo espero.

Me está maltratando.


?o importa, yo lo espero.

significa&uando
la fraseescuchamos 2(o 3A
que lo precede4 lo espero5, sabemos
qu1 se refiere de qu1
nuestra estamoscuando
$en1lope hablando,
dice9pero
2?o3qu1
importa54 37u1 es lo que 2no le importa54 ?o le importa la realidad, no le importa la
palabra del otro, ni sus actos. 'n definitiva, le importa un bledo el otro. )olo le importa esa
loca conviccin delirante que la gobierna de que, pase lo que pase, en algún momento, la
vida va a rectificar su error y va a darle la ra"n.
$ongamos los pies sobre la cruda realidad9 en la mayoría de los casos, cuando
alguien nos dice9 2(a no te quiero5, lo que quiere decir es9 2(a no te quiero5. &uando
alguien dice9 2Me voy para siempre5 y da un porta"o, generalmente no regresa amás, por
mucho que esperemos. 's la vida, de nuevo es lo que hay. Las relaciones comien"an, se
desarrollan, a veces se reproducen y otras veces, muchas veces, mueren. Lo peor de este
tipo de esperan"a es que no dea a su víctima seguir adelante con su vida.

&a insistencia

6ay quienes se empe!an en insistir, insistir e insistir sin descanso; a pesar de que su
parea haya deado meridianamente claro que no quiere continuar la relacin.
Aparentemente, todo lo que hacen Cllamar, perseguir, insistir lo hacen por amor al otro,
@porque le quieren muchíííííísiiiimooooo (, sin embargo, si nos fiamos más de cerca,
veremos que son incapaces de practicar el primer gesto que define al amor9 el respeto. Al
otro no le tienen en cuenta para nada, no le escuchan; les da igual lo que diga, lo que haya
decidido, lo que sienta o lo que haga; ellos saben meor que el otro lo que al otro le
conviene y le persiguen sin parar para hacerle entrar en ra"n Cen su ra"n y obligarle a
volver. 's el caso de Miguel y ?elly9

Miguel y ?elly se conocieron en una chat de solteros. Miguel estaba reci1n


separado y ?elly no se había casado nunca. )e cayeron bien. :olvieron a quedar y
volvieron a quedar y volvieron a quedarH hasta que, pocas semanas despu1s, Miguel había
encontrado una compa!ía agradable en ?elly, y ella había encontrado al hombre y a la
familia de su vida y ya estaba lavándole la ropa a Miguel y cocinando los fines de semana
para 1l y para su hio de ocho a!os. ?elly nunca había estado tan feli" y estaba convencida
de que Miguel tampoco. )in embargo, pocas semanas despu1s, Miguel empe" a sentirse
agobiado por tanta solicitud, por un compromiso y una e0clusividad que más que halagarlo
lo ahogaban.
'n esas estaban, cuando Miguel empe" a poner e0cusas destinadas a espaciar los
encuentros. 2'sta semana va a ser difícil que quedemos, tengo que concentrarme en el
trabao5, 2'ste fin de semana me voy con el ni!o y con mis padres al pueblo5. $ero ?elly
no se daba por aludida; al contrario, durante las ausencias de Miguel, ella cogía impulso y
volvía a la carga con más ímpetu.
Mientras más agobiado se deaba ver Miguel, más solícita se deaba ver ?elly.
&uando Miguel vio que ?elly pasaba por alto sus e0cusas y sus indirectas, habl
francamente con ella. La conversacin transcurri más o menos así9
?o s1 qu1 me pasa, pero no podemos seguir así. %enemos que terminar la
relacin.
3&mo que no podemos seguir así4 @&laro que podemos
*ueno,alootro
que encontrarás siento, pero
que te yo no más
mere"ca puedo.
que%ú
yo.eres maravillosa, lo s1. 'stoy seguro de
(o no quiero a otro, te quiero a ti. 3?o te parece que si vivi1ramos untos las
cosas irían meor entre nosotros4 %ú lo que necesitas es más estabilidad. 37u1 te parece si
nos casamos4
$ara ?elly como para tantas otras personas la negacin no era una etapa, ni un
paso, ni un escaln a trav1s del cual, más tarde o más temprano, podría llegar al final del
proceso de duelo. $ara ?elly, la negacin era una morada definitiva. ?o podemos decir que
estaba 2cmodamente instalada5 en esa casa, porque vivir '? la negacin requiere asumir
ciertos compromisos. Bbliga a llevar los oos vendados, los oídos taponados y a decorar las
habitaciones con enga!os. ?elly decía adorar a Miguel, pero su amor loco, su insistencia, le
impedían escucharlo y respetarlo. 'l amor de ?elly era ciego para mirar la realidad y sordo
para escuchar la despedida.

1l acoso

%odos conocemos Csalen continuamente en los peridicos el caso de hombres


obsesionados por una muer, que son incapaces de aceptar que la relacin ha terminado y la
persiguen sin tregua. La llaman veinte o treinta veces al día, la acribillan a mensaes, a
correos. Le envían fotos de recuerdo, aparecen en su casa o en su lugar de trabao, la
amena"an con hacerle da!o a ella o a los ni!os, la intimidan, amena"an con suicidarse, la
espían, en fin, @la acosan 'n estos casos, lo único que puede hacer la víctima es denunciar
y ponerse a salvo. $or muy adorable que haya sido su 8lises durante la relacin, por muy
nobles sentimientos que se le supongan, alguien que desatiende la realidad hasta esos
límites, alguien que impone su presencia de esa manera puede cru"ar otras barreras y hacer
cosas más peligrosas con
La incapacidad talaceptar
para de conseguir
la vidasucomo
obetivo.
viene, la imperiosa necesidad de
doblegarla @cueste lo que cueste, se hace a costa de la propia salud mental; se paga el
precio de la ra"n y del contacto con la realidad. 'n los casos e0tremos, cuando vemos que
un hombre o una muer se suicidan por amor, o sabemos que un hombre o una muer matan
en nombre del amor, unos y otros están a merced de esa necesidad narcisista de obligar a la
realidad a que les obede"ca, hacen cualquier cosa antes que reconocer la derrota y pasar por
el duelo de la p1rdida, sin importarles que el precio sea una vida.
'l sentimiento de culpa

No quiero arrepentirme despu<s

de lo que pudo ha5er sido y no *ue#

AMA< ( :-:-<

8no de los factores que con más empe!o nos impide olvidar es el sentimiento de
culpa. @*icho malo @Muy malo 'l sentimiento de culpa es un animal sigiloso que se
apodera de nosotros y de nuestro discernimiento para minarnos la moral y obligarnos a
pagar unas condenas desproporcionadas que ningún ue" sensato aprobaría. %rabaa en
secreto, en silencio, desde el inconsciente, y utili"a toda suerte de argumentos absurdos,
como si fueran racionales e incontrovertibles. <ecoo algunos testimonios con los que más
de una podrá sentirse identificada9

Ana
?o me puedo perdonar el haber caído en una trampa tan burda. (o, que me acto de
conocer muy bien a los maltratadores y que siempre les recomiendo a mis amigas salvarse
cuando
3&mo todavía estáncon
pude volver a tiempo. 3Dede
1l despu1s qu1haber
me han servido todos
descubierto los libros
sus mentiras noque
una,henileído4
dos, sino
@tres veces4

Ana se siente culpable por haber estado enamorada de un hombre que la había
enga!ado con unas cuantas; siente vergOen"a ante sí misma y ante los demás por no haber
podido reaccionar a tiempo y se tortura sin cesar9 2@&mo pude @$or qu1 lo permití @$or
qu1 volví con 1l @%onta, más que tonta5. ?o se perdona y no dea de darle vueltas a la
cabe"a una y otra ve" sobre lo mismo.

Miren
%odo lo demás se me ha pasado, la rabia, la pena, el enfado. %odo se ha diluido con
el tiempo menos la culpa por el da!o que yo misma me hice. La culpa es el único
sentimiento que no he podido digerir. ( sigo pensando, 3cmo pude ser tan tonta4
Miren, por su parte, parece que ha podido superarlo todo menos la culpa. La rabia y
la pena fueron poquita cosa comparadas con el poder de este látigo fustigador. )u
sentimiento de culpa es lo único que la mantiene atada al pasado y no la dea pasar página.
Algunas de las mueres que llegan a mi consulta, como Ana, como Miren, vienen
con los peda"os rotos de una historia terminada, con flecos de un sentimiento que se resiste
a abandonarlas. &uando se sientan en la consulta y empie"an a hablar, es como si
empe"aran a sacar del bolso en desorden todos esos pedacitos desmembrados de sí mismas
y de su historia de amor; a veces los sacan de uno en uno, a veces a pu!ados. Llegan con la
intencin de rearmar su propia historia y de rearmarse para seguir adelante con sus vidas.
&uando empie"an a desplegar su historia, no solo me la están contando a mí, sino que, de
alguna manera, tambi1n se la cuentan a sí mismas. )e escuchan relatar el horror, y se
estremecen. 'n muchos casos es la primera ve" que asisten esta ve" de espectadoras a
su propia película, al drama del que son protagonistas. &on frecuencia, el relato se
condimenta con frases del tipo9 2?o me lo puedo creer5, 2@&mo no me di cuenta a
tiempo5, 2@$ero si es de libro5, 2@'s que hubiera tenido queH5, 2@)i yo hubieraH5,
2)i cualquier amiga mía me hubiera contado algo asíH5.
'scuchar la propia historia es importante, abandonar la posicin de víctima pasiva y
deslindar nuestra propia participacin en los hechos, tambi1n; siempre y cuando esa
escucha y esa responsabilidad no se conviertan en armas secretas, en bombas de tiempo que
en cualquier momento pueden e0plotarnos en las manos.

1l tiempo ?desperdiciativo@

Total,

si me hu5ieras querido,

ya me ha5r%a olvidado

de tu querer)
%B%AL

$uestos a torturarnos, somos muy creativos. ?o tenemos un único látigo, ni una sola
manera de martiri"arnos. 8no de los m1todos más socorridos es el 2pret1rito
pluscuamperfecto del subuntivo5, una denominacin muy rimbombante para una práctica
tan est1ril. $refiero sumarme a las voces que lo definen como el 2tiempo desperdiciativo5 )
's muy frecuente que una persona que se ha separado nos cuente cmo el dolor de la
p1rdida se acompa!a de la tortura del9 2)i yo hubieraH5, 2)i 1l hubieraH5, 26ubi1ramos
tenido queH5. ?o hay duda, perdemos, desperdiciamos nuestro tiempo Cno solo el verbal
mortificándonos por lo que pudo haber sido y no fue. 's el caso de 'mma, que me escribi
un correo contándome sobre su estilo particular de practicar esta tortura9
Desde que me abandon, me arranco la piel a tiras torturándome con todos esos 2(
siH5, 2( siH5, 2( siH5 que me hacen sentir tan culpable por lo que hice, por lo que no
hice, por lo que tenía que haber hecho, por lo que no tenía que permitir. Despu1s de leer tu
libro, me parece que cualquier cosa hubiera dado igual. &on esa relacin, con esa persona,
no había nada que hacer, y saber eso me dea mucho más tranquila.

$or suerte, 'mma ha encontrado una forma de salir de ese círculo est1ril y vicioso
del tiempo 2desperdiciativo5. &ualquier cosa que hubiera hecho daba igualH Lo que no
hicimos ya no lo hicimos. Lo que hicimos mal ya está hecho. 7uedarnos anclados en el
autorreproche no conduce a nada. Lo único que tenemos en nuestras manos es el presente y,
como mucho, el futuroH poco más. Lo que fue, fue, y solo hay que visitarlo para romper
la"os, para despegarnos de su embruo, para perdonarnos y, sobre todo, para no repetir.
Los enfrascados en el tiempo 2desperdiciativo5 se dividen entre los que culpan al
otro y los que se culpan a sí mismos. %odos persiguen, sin saberlo, un mismo obetivo9
mantener vivo el vínculo con esa relacin a cualquier precio, y nosotros nos preguntamos9
2$ero 3qu1 vínculo @alma de cántaro, si hace más de un a!o que no se ven45. 8n
vínculo imaginario y maligno, ya no con la persona con la que formaron una parea en
tiempos, sino con ese tiempo verbal est1ril; con el pasado, para lamentarse por 1l, para
culparlo, por no haber transcurrido a nuestro gusto.
'ntre los
que es mucho quepernicioso
más culpan alelotro y los que dirigen
autorreproche que ellareproche
culpa contra
que sesílemismos,
hace al ya sabemos
contrario.
-nsisto9 con el autorreproche tenemos al culpable más a mano, podemos torturarnos a
discrecin Co más bien sin ninguna discrecin, @a mansalva, somos los due!os de una silla
el1ctrica que tortura sin matar, para poder electrocutarnos una ve" más. 'n cambio, si
decidimos que el culpable es el otro, nuestro poder sobre 1l está mucho más restringido,
porque el otro siempre se puede alear, siempre puede levantarse de la silla del reproche y
marcharse, deándonos con la sillita el1ctrica desenchufada. 'l otro puede escaparse.
@?osotros no A cambio de sentirnos los due!os de la silla y del enchufe, nos quedamos ahí,
sentaditos, recibiendo las descargas de nuestra propia ira, chamuscados y tristes. 37u1
sacamos a cambio4 @'star muy ocupado @)er el promotor de algo @Mandar @Mantener el
escenario activado @)er el artífice de cualquier cosa aunque duela y no solo el cautivo
que mira pasivamente cmo el otro se levanta del escenario y se alea

?-Iu< he hecho yo para merecer esto/@

Paula
Ahora me doy cuenta de que eso que dices en tu libro de preguntarse 237u1 he
hecho yo para merecer esto45 tiene que servir para aprender y no para pagar por el pecado,
que es muy distinto.

'n Mujeres malqueridas recomiendo hacernos la consabida pregunta del9 237u1 he


hecho yo para merecer esto45, porque me parece que su respuesta puede ayudarnos a no
repetir la misma historia. 6ay un mínimo e0amen de conciencia que es útil, que nos puede
servir para entender la propia participacin en las cosas que nos suceden. $ero ese 2e0amen
de conciencia5
apareado de suno tendrá de
2perdn sentido ni habrácorrespondiente.
los pecados5 cumplido su funcin, a menos
?o vale que venga
quedarnos adheridas al
2cumplir la penitencia5. 'l reproche es otra forma de no despegarnos del otro. 7uedarnos
atascados en el sentimiento de culpa no es responder a la pregunta 237u1 he hecho yo45,
sino prolongar la tortura.
37u1 ventaa tendría el culparnos a nosotras mismas de la ruptura4 $ues eso nos
permite mantener la ilusin de que todo cuanto ocurre está en nuestra mano. %odo, lo bueno
y lo malo, correría de nuestra cuenta. $ensamos que lo hubi1ramos podido hacer meor, con
un poco más de esfuer"o, poniendo un poco más de nuestra parte, con una estrategia más
depurada, en fin, que somos due!as y amas de nuestro destino, pero no solo de nuestro
destino, sino tambi1n del destino de nuestra parea y, ya puestos, casi, casi, del destino de
toda la humanidad. ?o está mal, así debe sentirse Dios, 3no4 @Muy poderoso Lo malo es
que ser Dios es agotador @hasta para el mismo Dios %anto que el mismo Dios se ha puesto
una coartada para descargarse de tanta responsabilidad y con frecuencia nos dea a solas
con nuestro libre albedrío, que viene a ser algo así como9 2@)e siente )i las cosas te van
mal, no es culpa mía, será que tú te equivocaste, que utili"aste mal tu libertad y que elegiste
el camino equivocado5. @Dios es listísimo )e lava las manos y, como mucho, comparte
responsabilidades con el usuario. 'n cambio, nosotras ni siquiera nos permitimos esa
licencia. ?osotras queremos sentirnos mucho más dios que el mismo Dios y nos hacemos
responsables de %BDB.

Perdonarnos a nosotros mismos

$uestos a parecernos a Dios, 3qu1 tal si practicamos de ve" en cuando la


misericordia con nosotras mismas y nos perdonamos4 'n efecto, uno de los perdones más
importantes y a la ve" más difíciles de conceder es el que nos debemos a nosotros mismos.
De nada nos sirve perdonar al de enfrente, si nuestras armas siguen en pie de guerra en
contra de nosotros. 'n ocasiones, he observado cmo aquello que fue una clara escena
sadomasoquista entre un maltratador Co un malqueredor y su víctima, se reproduce y se
convierte en una escena igual de sadomasoquista, pero esta ve" interna; en una escena que
ocurre entre una parte sádica de la víctima y otra parte de ella misma, que sigue estando
dispuesta a sufrir y a recibir su penitencia. Me e0plico9 imaginemos a la mitad de esa muer
enfundada en un trae de cuero, con botas altas de tacn y empu!ando un látigo; ahora
imaginemos a su otra mitadseasustada,
castigo que supuestamente merece. de rodillas, o en cuclillas, dispuesta a recibir un
@'res idiota @'res d1bil chilla la del látigo.
@)í, lo siento, es verdad, soy idiota le contesta baito la otra mitad.
'scapar de este sufrimiento es mucho más difícil y generalmente lleva más tiempo
que escapar de un mal amor. 's posible que el temor a la furia que podemos desatar
nosotras mismas sea una de las ra"ones que nos mantengan atadas a relaciones desastrosas,
porque así, al menos, el due!o del látigo está fuera y nosotras todavía tenemos la
posibilidad de escapar. $orque, 3cmo ponemos una orden de aleamiento entre una parte
de nosotras y nosotras mismas4 37u1 policía puede venir a protegernos de los castigos y de
las reprimendas con las que somos capaces de machacarnos4
'sto del látigo y del autorreproche me recuerda a un chiste, un chiste cruel, pero un
chiste. 8no llega a su casa muy agitado y le cuenta a su muer9

enormes&uando
pegándolevenía para
a otro. ( casa me encontr1
yo dudando9 23Meenmeto
la calle
o nocon
meuna pelea.
meto4 3Me6abía
metodos tipos
o no me
meto4 3Me meto o no me meto45.
3(4 @37u1 hiciste4
Al final me metí.
3(4 37u1 pas4
@@@?o te imaginas la pali"a que le dimos entre los tres
$ues me parece que nosotras hacemos con nosotras mismas como el del chiste. ?o
conformes con la pali"a que hemos recibido del otro, nos metemos en la pelea, sí, pero no
para defendernos, no para protegernos sino para aumentar la tunda de palos. A veces, el
tratamiento psicolgico consiste en poner esta situacin inconsciente de manifiesto, para
que el paciente pueda ser un espectador de su propio espectáculo sadomasoquista y
reconocer la situacin en la que está inmerso. )aberlo, reconocerlo, será el primer paso para
desactivar al maltratador interno y, sobre todo, para perdonarse y dear en libertad ese
aspecto suyo que se coloca siempre en el lugar de la víctima. Algo parecido le pas a
)onsoles9

Lo único que me alivia es pensar9 2'sto solo es una historia en mi vida. 'sto no es
mi vida entera5. 'se pensamiento, al menos, me permite perdonarme a mí misma. )upongo
que como primer paso no está malH Lo que pas, pas, y ya no lo puedo cambiar. Lo que
puedo cambiar es lo que va a pasar de aquí en adelante, y como siga fustigándome y
machacándome, creo que no me va a pasar nada bueno.
)onsoles empie"a tímidamente a perdonarse. Al menos ya ha reconocido que no
%BDA su vida es un desastre @por su culpa, por su culpa y por su grandísima culpa
'mpie"a a aceptar el hecho de que un fracaso amoroso lo tiene cualquiera, y de que es solo
eso9 un fracaso amoroso y no una catástrofe nuclear. )abe, además, que martiri"ándose por
el pasado no va a conseguir cambiarlo, que lo pasado ya pas y que lo que importa ahora es
lo que tiene entre manos9 su propia vida, su futuro, @ella misma

Perdonar al pr9jimo como a nosotros mismos

Btra de las peculiaridades de esta tortura es que no administramos usticia por igual,
ni usamos la misma
'scuchemos vara para medir nuestros pecados y los pecados de los demás.
a Deborah9

'sto es un sentimiento de culpa un poco tramposo, porque no hay forma de


compensarlo ni de repararlo. Da igual lo que haga. &omo yo permití que todo eso pasara y
no me separ1, a pesar de que todo el mundo me lo decía, pues entonces tengo que pagar de
por vida. &ono"co a otras personas a las que les ha sucedido lo mismo o cosas parecidas, y
en ellas sí lo comprendo y las compade"co; @pobrecitas 'n cambio, a mí no podía pasarme.
Me cuesta verme como tantas otras mueres.

)omos mucho más benevolentes con una amiga que con nosotras mismas. A una
amiga le damos palabras de consuelo, ella sí merece nuestro perdn. @?osotras no 3$or
qu14 3$or qu1 podemos ser tan comprensivas con el de al lado y tan implacables con
nosotras
es mismas4
d1bil, no puede 's
darcomo si pensáramos9
más de sí. 3$ero yo42'lla es humana,
@(o no la pobre, habrá@La
@(o soy )uperfulanita quedeperdonarla,
la
reluciente capita @6ay ciertas cosas que a una persona como yo no se le pueden
perdonar5. $arece que una muer así, tan completa, tan perfecta, no merece perdn, sino
castigo.
$ues tengo una mala noticia y una buena. La mala es que tú tambi1n eres humana,
@lo siento, es lo que hay ( la buena es que no es tan espantoso ser humano, que a la postre
es mucho más descansado que llevar una vida secreta de superh1roe. 37ue elegimos mal
una ve"4 @(a elegiremos meor 37ue aguantamos mucho4 (a habremos aprendido de la
e0periencia y tendremos encendido el radar para no aguantar tanto la pr0ima ve". 37ue
nosotras permitimos el maltrato4 (a estaremos atentas de ahora en adelante para
protegernos. 37ue no pudimos defendernos a tiempo4 $ues a partir de ahora nos trataremos
meor a nosotras mismas y nos haremos tratar con más cuidado. @?unca más
?.apita y l+tigo@

'n Mujeres malqueridas, les recomendaba que escondieran en el fondo del armario
aquella capita de supermuer que a veces nos enfundamos para creernos todopoderosas y
capaces de soportar lo que nos echen. &on la misma contundencia hoy les digo9 @hay que
soltar el látigo @6ay que tirarlo al fondo del abismo @Allí donde nunca más podamos
encontrarlo %enemos
ropita triste de víctima,que
@ni deshacernos de esa'sropa
lo uno ni lo otro austada
preciso de cuero
que nos negro yrespirar
permitamos regalar sin
la
asfi0iarnos, que nos concedamos el perdn de los pecados horribles que supuestamente
hemos cometido. Aunque pare"can contrapuestos, capita y látigo están emparentados. La
capita nos hace sentir perfectas, completas y todopoderosas, y el látigo es el usto castigo
que nos merecemosH por no serlo. /uardar la capita de superheroína y enfundarnos en
nuestros vaqueros de mortales, sin más, nos ayudará a prevenir y a reconocer a tiempo
nuestra fragilidad9 2'sto me duele, aquello no me gusta, por aquí no pasoH5. )in las botas
altas de cuero negro nos veremos menos sugerentes, pero iremos mucho más cmodas por
la vida.
Lo que pas, pas, y ya no tenemos forma de transformarlo. &eder al torrente de
autorreproches no sirve más que para eterni"ar el duelo, para estancarnos como un disco
rayado en una frase repetitiva que ni es música ni es nada. @A otra cosa @$asemos a otra
cancin &ambiemos
con nosotras mismas. el disco y entonemos
'mpecemos la melodía
por perdonarnos de la pobre
nuestra reconstruccin y del
humanidad. @'sencuentro
lo que
hay
Medea o amargarle la vida al e0

diame por piedad, yo te lo pido)

diame sin medida, ni clemencia)

"dio quiero m+s que indi*erencia,

porque el rencor hiere menos que el olvido)

\D-AM'

.uando la injuria que reci5e una mujer

a*ecta a su t+lamo nupcial,

no hay nadie m+s cruel)

'8<[$-D') LMedea

&omo vimos en el capítulo dedicado a la rabia, es normal que durante el proceso de


duelo so!emos con una vengan"a ugosa y despiadada. De acuerdo, la rabia, como un
escaln más, es inevitable. Ahora bien, si al pasar del tiempo seguimos enfrascados en esa
actitud, @nos costará muchísimo olvidar y pasar página De hecho, otra de las maneras que
tenemos de permanecer adheridos al pasado consiste en dedicar toda nuestra energía a
amargarle la vida al e0. 'l obetivo es hacerle pagar por sus pecados, que se vea obligado a
pensar en nosotras, que nos tenga presentes, @que sufra )í, pero lo cierto es que, mientras
tanto, quien así peca se hace la vida imposible a sí mismo, no puede pensar en otra cosa,
tiene al otro presente todo el día y @sufre Desde ya lo digo, @no tiene gracia, y de nuevo,
@este tambi1n es un p1simo negocio
'stos pecadores se entregan al placer efímero @y eterno de la vengan"a; @un
plato que
atado se sirve
de pies frío unto
y manos 'l problema es que
a su plato, mientras
esperando queelelhervor
a que plato seseenfría, el vengador
pase, sin poder está
dedicarse a su propia vida de una forma más útil y creativa.
Amargarle la vida al e0, perseguirle, acosarle, no nos lo va a traer de vuelta.
'ntiendo que hay quienes tienen ra"ones de sobra para estar furiosos con su e0parea, por la
forma de dearles, por la forma de tratarles, lo s1, pero en algún momento habrá que
rendirse y decir9 2:ale, tú ganas5. A veces, el puente de plata es la meor salida, la más
limpia. $erder esa batallita nos permitirá, eventualmente, ganar la guerra, esa que se libra a
largo pla"o, la guerra de la vida.
7uienes han sido maltratadores a lo largo de una relacin suelen ser vengadores
cuando la relacin se termina, y pasan a engrosar la fila de los acosadores. $ero no solo los
hombres usan estas tácticas. %ambi1n nosotras somos capaces de olvidarnos de nuestra
propia vida y de pasar por encima del bienestar de nuestros hios con tal de vengarnos de un
marido que nos de o de un hombre que no nos quiso bien.
Medea

Medea personae de la mitología griega es una muer con mucho carácter y


determinacin, que se enamora locamente de #asn. )í, locamente, y, desde esa locura de
amor, está dispuesta a hacer por 1l y hace lo que haga falta. A cambio, Medea solo le
pide a #asn
que haga su 2amor
falta5 eterno5. (a
suele significar se sabetraicionar,
enga!ar, que para los personaes
matar de la mitología
o descuarti"ar griega 2lo
a quien interfiera
en los propios planes, y Medea hace un poquito de cada. A #asn, por su parte, lo de
2eterno5 le dura dos fines de semana, y en cuanto tiene ocasin, se enamora de otra y está
dispuesto a casarse con ella. @%ragedia servida Medea decide vengarse, y en su vengan"a
ciega, acaba por matar entre muchos otros tambi1n a sus propios hios. &ono"co a muchas
mueres que se comportan, a su medida, como Medea, mueres que se quedan
encasquilladas en el odio y que se regodean en amargarle la vida al e0, sin reparar en el
da!o que le pueden hacer a sus hios con esta actitud.
's el caso de esta muer que iba por el mundo pisando fuerte, como una reina9
?uestra reina se dedicaba a conquistar pueblos perdidos, uno tras otro, y se
complacía en coleccionarlos. 6asta que un día, nuestra reina decidi que quería tener hios,
y se cas con uno de sus pueblos sometidos. %uvo un hio, tuvo dos, tuvo tres hios. 8n
buen
ni quedía, aburrida
decir que la ya de su
reina vida cotidiana,
se qued diocon
con la casa, por los
terminada
ni!os y lacon
relacin, ech al marido,
una asignacin mensualy
que escandali" al ue" que hi"o la reparticin. 3?uestra reina se qued satisfecha4 @?o
$orque es que a veces las reinas son así. ?o se conforman con nada. ?ada les basta, nada
las llenaH
3( colorín colorado4 @Btra ve" no Ahora es cuando empie"a nuestro cuento. $ase
lo que pase, haga ella lo que haga, a Medea no se le puede quebrantar la promesa de amor
eterno sin consecuencias, ni se le puede llevar la contraria, eso lo sabe bien #asn y ahora
tambi1n ese súbdito reci1n emancipado. Así que cuando aquel hombre, denostado por la
reina, se mud y empe" a hacer su vida, a hacer planes para sus hios, a tener amigos, a
recuperar a su propia familia, a ir al gimnasio, a viaar y a vivir con una princesa nueva, la
reina mont en clera y mand al escuadrn más sanguinario de su e1rcito a sofocar la
sublevacin. 37ue cmo lo hi"o4 $ues empe" a hacerle la vida imposible a su e0 de la
peor manera
visita; duranteque
el sabía,
periodoendeplan
las Medea y a trav1s
vacaciones que lede los ni!os. )ea 1l,
correspondía saltaba
se loslasllevaba
fechasade
los
abuelos sin avisar; le impedía hablar con los ni!os cuando estaban con ella; lo demand
inustamente por impago de pensin y un largo etc1tera que a punto estuvo de culminar con
una denuncia infundada por malos tratos que habría arruinado la carrera del oven pueblo
reci1n emancipado y que no prosper gracias al abogado de ella que consigui a tiempo
 hacerla entrar en ra"n.
3Acaso se había dado cuenta de la importancia estrat1gica del pueblito oprimido4
?o. 3Acaso había descubierto cuánto le quería4 %ampoco. 3Acaso echaba de menos sus
favores y los impuestos que obtenía a su costa4 @$uede que ni siquiera eso, porque ella
ganaba más dinero que 1l 's que hay reinas que son así, necesitan tener al otro sometido y
no toleran ningún movimiento en falso.
?uestra Medea se movía por amor, no hay duda, pero no por amor al otro, sino por
el único amor que ella había conocido en su vida9 el amor propio. 'l amor de Medea por sí
misma no tenía límites @eso sí que era un 2amor eterno5, se amaba a sí misma sin
condiciones y su amor ustificaba cualquier acto por perverso o desatinado que este fuera.
Los amigos comunes intervinieron, incluso su propia familia u"g e0ageradas algunas de
sus reacciones, las denuncias, la guerra sin cuartel; pero nuestra Medea fue implacable. 'lla
no tenía nada que escuchar, ni nada que reconsiderar, así que, como la Medea de 'urípides,
esta tambi1n arremeti en contra de todos aquellos que estorbaban su concepcin de lo que
tenía que ser la vida9 ella era la reina indiscutible, tenía carta blanca para hacer lo que se le
antoara, y sus
sus rdenes y desúbditos
cumplirel
sus resto de la humanidad solo e0istían con el fin de obedecer
deseos.
Medea ha rehecho su vida, está casada con otro, pero ni siquiera ahora está
dispuesta a olvidar. La afrenta narcisista que ha sufrido le resulta del todo imperdonable y
no tiene ningún prurito en seguir inmolando a sus hios, en nombre de esa noble causa que
ella defiende, y que no es otra que ella misma. &uando alguien la critica o pone en cuestin
su actitud, ella responde que para eso son )8) hios, que para eso 'LLA los pari. &omo
Medea, sigue convencida de que tiene derecho a usarlos y a obligarlos a dar la vida por
mamá.
'l pueblito emancipado es hoy un hombre feli" unto a otra muer. Le ha costado un
gran esfuer"o, pero ha conseguido mantener una buena relacin con sus hios. )u Medea,
siempre que puede, encuentra la forma de incordiarle y de hacerse notar como una piedra
eterna, indeleble, en el "apato.
7uienes
hios. 'llos son suelen sufrir más
las verdaderas las consecuencias
víctimas de esta
de estas batallas actitud desquiciada
encarni"adas en las queson los de
ninguno
los dos miembros de la parea tiene ?ADA que ganar y mucho que perder. @&on lo sano que
sería pasar página @&on lo aliviados que se van a quedar todos los personaes de esta
película si se deciden a colgar de una ve" por todas el cartel que diga 2+-?5
Bbsesin por la otra o #uana la Loca

-8 c9mo es <l/

-A qu< dedica el tiempo li5re/

3( &\MB ') KL4

Pensando que hay otra

que pueda 5esarte,

se llena mi pecho

de ra5ia y rencor.

%' BD-B ( %' 78-'<B

Mi mayor vengana ser+#


que te quedes con <l)

M- MA(B< :'?/A?QA

'n Mujeres malqueridas dedicábamos un espacio importante a hablar de lo que


significa para una muer la figura de 2la Btra5, así, con mayúsculas. 6ablábamos del
síndrome de <ebeca, ese que hace que otra muer, a la que puede que no hayamos visto
nunca, ocupe más espacio en nuestras casas, en nuestras mentes y en nuestras vidas, que
nosotras mismas, como ocurre en el caso de la película homnima de 6itchcoc=.
A partir de esa primera relacin con la madre, las mueres siempre nos estamos
midiendo
parea, y comparando
se fiará conpara
en la muer otracomprobar
muer. $or sieemplo,
le gusta.cuando un hombre
'n cambio, si unave pasarvea pasar
muer una a
la misma parea, por muy atraída que se sienta hacia el hombre, ella @tambi1n, se fiará en
la muer; no porque le atraiga se0ualmente, sino para estudiarla, para adivinar su secreto y
ver si @al fin puede responder a las grandes preguntas9 237u1 tiene de especial esa
muer45, 237u1 tiene que tener una muer para llevar a un hombre a su lado45, 23'n qu1
consiste ser una muer45, 23A qu1 muer me debo parecer para despertar el deseo de un
hombre45, 23A mi madre, a alguna de sus amigas45, 23A alguna de mis amigas45 CLeader,
JVV`. De hecho, muchas mueres reconocen que, cuando se arreglan, piensan más en la
opinin que van a despertar en otras mueres que en la impresin que causarán en los
hombres. 'n una fiesta, por eemplo, un hombre suele fiarse en el largo Cmás bien en el
corto de una falda, o en lo pronunciado de un escote, pero no en si repetimos una
combinacin, si vamos 2adecuadas5 para la ocasin o si estamos o no a la moda; esos
detalles los cuidamos las mueres, en eso nos fiamos más nosotras, mientras que hacemos
un barrido general comparándonos con todas y cada una de las presentes y sacamos cuentas
de cmo se distribuyen y a qui1n van dirigidas las miradas masculinasH
%odas tenemos una 2Btra5 en la cabe"a que va cambiando de identidad según el
momento de nuestra vida Cla primera maestra de la guardería, la meor amiga de mamá, la
vecina, nuestra meor amiga del patio del colegio o la enemiga del institutoH y, como he
dicho, todas, alguna ve", hemos ocupado el lugar de 2la Btra5 en la imaginacin de alguna
muer. A 2la Btra5 se la admira porque se la supone due!a del misterio de la feminidad,
due!a del secreto
conquistado de lahombre.
a nuestro seduccin.
37u1'ntonces, 2la Btra5
B%<A puede pormás
haber e0celencia serápara
importante aquella
una que haya
esposa
que la amante de su marido4 37u1 muer va a despertar más la curiosidad en la amante que
la esposa oficial4 'n esta cadena de 2Btras5, la emperatri" de las 2Btras5 será la e0 de
nuestra actual parea, o la muer por la que nos abandonaron. @@@8fff @7u1 lío de 2Btras5
Lo s1. $ero es que las mueres no somos fáciles, ni siquiera para encontrar un modelo al
cual queramos parecernos ni para elegir nuestra propia identidad.
-magino que a estas alturas ya se han dado cuenta de adnde quiero ir a parar. )í, en
efecto, 2la obsesin por la Btra5 es una de esas ra"ones de peso por las que algunas veces
nos cuesta tantísimo olvidar. 'stoy segura de que todas conocemos a alguna muer que no
ha podido desprenderse del pasado porque sigue amarrada con la"os de acero @no al hombre
que amaba, no, sino a la necesidad compulsiva de saber cosas de la nueva muer. 'se es el
caso de *ego!a, que, despu1s de casi dos a!os de separada, todavía sufría y se lamentaba
de esta manera9
Me acuesto a dormir y pienso9 2'stá en la cama con ella. La está tocando donde a
mí me gustaba que me tocara. Le está haciendo ahora las cosas que a mí me gustaba hacer.
3&mo puede45. @'ntonces me paso las noches sin dormir 'stoy obsesionada con la otra.
?o la cono"co, solo s1 que es baita, así que si veo a una muer baita a cualquier muer
baita en el autobús, en un caf1, o en el supermercado, me imagino que es ella. ( me la
imagino con 1l.

&uando la separacin se produce por una tercera persona, saber de 2la Btra5 se
convierte en el cora"n de la obsesin. 23A qu1 olerá45, 237u1 tiene ella que no tenga
yo45, 23$or qu1 la prefiere45, 237u1 me falta45, 23Dnde se comprará esa guarra la ropa
interior45, 238sará encaes o hilo dental45, 23%acones o bailarinas45, 23$or qu145, 237u1
le vio45,que
mismo 237u1
en laes lo que ella
cancin9 23(lequi1n
da quees yo no3(
ella4 le di45.
a qu1?os preguntamos,
dedica literalmente, lo
el tiempo libre45.
Aparentemente, nuestras preguntas están destinadas a encontrar una e0plicacin, como si
las pasiones pudieran e0plicarse o enamorarse estuviera ustificado. @)i supi1ramos 2su5
secreto Cel de 2la Btra5, 1l seguiría a nuestro lado @)i solo pudi1ramos descubrir el
misterioH
Aparentemente buscamos una e0plicacin, y la e0plicacin más plausible suele ser
muy triste y muy simple9 2La vida es así, y es lo que hay. ?adie decide de qui1n se
enamora, ni cuándo dea de querer5. )eguramente que nuestra maravillosa 2Btra5 tambi1n
está llena de defectos como nosotras, y lo que es peor Co meor, es muy probable que
ella tambi1n est1 muy interesada en conocer nuestro secretoH De alguna manera, la nueva
muer tambi1n compite con la e0.

?Ser+ *eli con otra#@


Bscar Tilde decía9 2De cuántas cosas nos desharíamos si no pensáramos que otro
puede venir y apropiarse de ellas5. $ues ese pensamiento tan 3eng6shui es el que muchas
veces nos impide a las mueres separarnos de una parea que nos hace infelices. )omos
capaces de mantenernos unto a un hombre que ya ni siquiera nos gusta con tal de que no
venga 2Btra5 a ocupar nuestro lugar.
2)erá
nos tortura feli"con
y que confrecuencia
otra5, 2)erá
nosfeli" con pasar
impide otra5,página,
2)erá feli" conadelante
seguir otra5 esy una letanía
olvidar. 2Laque
Btra5 del futuro, esa que todavía no conocemos ni nosotros y ni siquiera 1l, es una pesada
carga difícil de arrastrar. &on los a!os, y la e0periencia, hemos aprendido a llevar y a
aligerar las cargas del pasado, pero las cargas del futuro, 3qui1n puede con las cargas del
futuro si ella todavía no tiene rostro, ni nombre ni estatura4 'sas cargas fantasmales
adquieren unas dimensiones inconmensurables y nos hacen sufrir muchísimo más que las
cargas conocidas.
2La Btra5 del pasado le hi"o feli" antes que nosotras, y sí, claro que queremos saber
de ella; y preguntamos y curioseamos, pero podemos perdonarla porque 1l todavía no nos
conocía. )in embargo, a 2la Btra5 del futuro la elegirá despu1s de habernos conocido,
despu1s de habernos probado, despu1s de habernos deadoH
'l 2)erá feli" con otra5 obsesivo, reiterativo y montono era el pan nuestro de cada
día en las vidas
Ligia de Ligia
había pasadoy dos
de (olanda, como
a!os en una veremos.
relacin clandestina con un hombre casado, que
@cmo no había prometido mil veces dear a su muer para poder estar con ella.
Durante esos dos a!os, la presencia de 2la Btra5 oficial tortur a Ligia, quien se consolaba
de su e0clusin pensando9 2@Dormirá con ella, pero se acuesta conmigo5. $or suerte para
ella Clas hay que se pasan toda la vida esperando, esos dos a!os de espera le parecieron un
pla"o más que suficiente y, con muchísimo esfuer"o, consigui terminar la relacin. %odo
iba bienH hasta queH
H6asta que, cuatro a!os despu1s de haberle deado, cuando todas las heridas se
habían cerrado, y ella tenía otra parea, alguien le cont que su adoradoUhombreUcasado, del
que no había vuelto a saber nada, finalmente había cumplido su promesa. @)í, acababa de
separarse de su muer y estaba viviendo con otra. 2@&on B%<A5. 2@&on otra B%<A5.
Mientras Ligia lo imaginaba cobardemente unido a su muer Cla 2Btra5 oficial, ella podía
vivir2?ueva
esa tranquila y nicon
Btra5 siquiera
la quesenoacordaba
contaba,dese1l.reabrieron
$ero cuando
todassupo
sus de esa nueva
heridas relacin,
y el 2efecto de
die"
minutos5 la asalt de lleno. La 2?ueva Btra5 había conseguido, sin esfuer"o, lo que ella no
había logrado en esos dos a!os de amor y de pasin.
'l que ella tambi1n fuera 2feli" con otro5 no disminuía en lo más mínimo su dolor.
Descubri cuánto le había servido, para no sufrir, el pensar que 1l era un cobarde y que
nunca sería capa" de separarse, ni de ser verdaderamente feli". &on esta nueva noticia, todo
su argumento se desmontaba, y Ligia quedaba a merced de un dolor nuevo para el que no
estaba preparada. )egún su nueva versin de los hechos, toooddaaassss las otras mueres
del mundo habían sido capaces de conquistarlo, menos ellaH

(olanda, por su parte, estaba feli" porque había encontrado, @al fin, a ese hombre
que los anglosaones han bauti"ado como Mr. <ight. @'l hombre perfecto :ivían untos,
viaaban untos, se lo pasaban bien untos. @?o se podía pedir más 3B sí4 $arece que sí,
porque (olanda pidi más9 pidi compromiso, pidi boda, pidi hios, pidi y pidi y
pidiH ( no fue complacida. )u príncipe perfecto no quería ni comprometerse ni tener
hios. La familia no estaba hecha para 1l, que se consideraba un alma libre y sin atadurasH
Así que (olanda, que sabía a ciencia cierta que ella sí quería formar una familia, tenía que
tomar una decisin y la tom9 con todo el dolor del mundo, y todavía enamorada de Mr.
<ight, se separ de 1l. Llor antes, durante y despu1s de la separacin, pero al final sigui
adelante con su
espíritu libre vida.
y sin )e recuperaba
ataduras, bastante
aquel Mr. bien,odiaba
<ight que hasta que su príncipe encantado,
las convenciones su día, a
sociales, un
trav1s de +aceboo=, comunicaba a todos la buena nueva9 @esperaba su primer hio para el
verano, y preparaba su gran boda formal, @de velo y corona, para la primaveraH
'l 2)erá feli" con otra5 le cay a (olanda como una bofetada. &omo el pu!ado de
arro" de una boda aena en los oos.
%odo lo que Mr. <ight le había negado a ella con indiferencia, ahora se lo daba a 2la
Btra5 con muchísima ilusin. 'se fue el momento en el que (olanda busc ayuda. (olanda
había podido enfrentarse sola y defenderse de la falta de compromiso de su parea; (olanda
no se de avasallar ni convencer de algo que estaba en contra de sus deseos; ella pudo
encarar la separacin y seguir con su vida sin grandes desventuras. Lo que no pudo soportar
sola fue el dolor que la presencia de esa 2Btra5 embara"ada, comprometida @y vestida de
novia suponía para ella. 2La Btra5 se le aparecía en sue!os como un fantasma, so!aba con
el ni!o,eracon
novia la que
ella, boda,la con )8)
madre eraamigos
ella, @ypresenciando ambos
más de una ve" acontecimientos,
se despert so!aba
llorando en medioque
delala
noche

0uana la &oca

Si :ios me quita la vida antes que a ti

le voy a pedir ser +ngel que cuide tus pasos,

pues si otros 5raos te dan aquel calor que te di

ser%a tan grande mi celo, que en el mismo cielo


me vuelvo a morir.

)- D-B) M' 78-%A LA :-DA

Iue all+ en el otro mundo

en ve de in*ierno encuentres gloria

y que una nu5e de tu memoria

me 5orre a m%.
K&6AM' A M[ LA &8L$A

La figura de #uana la Loca nos puede servir de advertencia, ella es el vivo eemplo
de lo que ?B hay que hacer con un amor perdido. #uana era la tercera hia de los <eyes
&atlicos. &asada con +elipe el 6ermoso, hombre infiel por naturale"a, vive consumida por
la pasin y por
e0tenuacin. los celos.
&uando 'n vida
1l muere selo persigue
sospecha yque
lo acosa a 1l y a sus
envenenado amantes
C2)i hastanola será
no es mío,
para nadie5, conserva su cadáver unto a ella y cada día pide a los mones que le abran el
ataúd para acariciar a su marido, porque necesitaba constatar que su cuerpo seguía estando
allí. 'n avan"ado estado de gestacin, y en medio de un durísimo invierno, #uana comien"a
una travesía loca que durará ocho meses, para trasladar andando el cadáver de +elipe el
6ermoso desde *urgos hasta /ranada. 'l espectáculo de verla vagar con el ataúd a cuestas
ha servido de inspiracin a los poetas @y de funesto eemplo para muchísimas mueres
)1 de sobra que no es fácil salirse de esa competencia. )1 que no es fácil abandonar
el campo de batalla y deponer las armas, pero 3qu1 papel desempe!amos en esta película4
?i más ni menos que el de @#uana la Loca Locas de amor, locas de celos, vagamos por el
mundo aferradas al ataúd de un amor muerto que nos resistimos a enterrar. 'n la soledad de
la noche y rodeadas de espectros, acariciamos el cadáver de una relacin que ya no es, para
constatar, comoque
olor putrefacto #uana, que sigue
desprende allí. ?o de
el cadáver nosnuestra
importarelacin.
el rigor$at1ticamente
mortis y pasamos
nos por alto el
conformamos con ser las due!as del difunto. 'n ocasiones nos enfrascamos en
competencias desquiciadas con mueres gigantescas, que no son más que molinos de viento,
producto de nuestra imaginacin. ( allá vamos, espada en ristre, vagando solas, locas, por
los campos desiertos y secos de &astilla, acompa!adas del peor enemigo9 nosotras mismas
y nuestros peores fantasmas.
&apítulo N

D'&-)-B?') )ALBM\?-&A)
$erder la casa o 2<edecora tu vida5

Porque yo ya no soy yo,

ni mi casa es mi casa)

+'D'<-&B /A<&[A LB<&A

&a casa es cuerpo y alma)

/A)%B? *A&6'LA<D

;na casa no se levanta so5re el suelo,

sino so5re una mujer)

$<B:'<*-B M'R-&A?B

)i los enamorados dicen9 2Mi casa está donde estás tú5, los separados tendrían que
decir9 2)i tú no estás, no tengo casaH5.
'n &a po<tica del espacio CJVWX, /astn *achelard nos lleva de la mano por una
casa imaginaria y nos devuelve a cada lector, uno por uno, al espacio mítico de la propia
casa. ?o de cualquiera, sino de la primera casa de la infancia. 'sa que supone una
prolongacin del claustro materno. La casa es el primer escenario de la memoria. Los
primeros recuerdos están ligados a una casa en particular. La casa alberga los recuerdos,
pero tambi1n los pensamientos y los sue!os. De ahí en adelante, todas las casas que
habitemos serán para nosotros apenas variaciones de esa casa srcinal.
'n un cierto sentido, cualquier casa que ocupemos por suficiente tiempo se
transforma en la casa de la infancia, en el hogar que nos permite volver a sentirnos
peque!os,
todo vulnerables,
es conocido y nadaporque
puede allí estamos a resguardo, @nada malo nos puede ocurrir,
sorprendernos.
?o hay duda, la casa es importante para todos los implicados en una separacin; sin
embargo, en el caso de la muer, hay algo de su propio ser que está en uego en esa casa
familiar. La muer está destinada a ser ella, de una forma concreta, la casa de sus hios. 8na
ve" que el hio ha nacido, ella e0tiende su vientre y se ocupa de decorar, humani"ar y
convertir en nido esa e0tensin. 'lla convierte cuatro ladrillos en un espacio habitable y
amable para sus hu1spedes. 'lla convierte una casa en un hogar.
'sa condicin de morada que caracteri"a a la muer está plasmada en la serie
escultrica Mujer6casa, de la artista francesa Louise *ourgeois. 'n cada escultura, la artista
escenifica la conuncin de la muer y de la casa en una misma imagen9 vemos mueres que
empie"an siendo mueres y que terminan convertidas en casas; tanto como casas que
arrancan siendo casas y que a mitad de camino se transforman en mueres. $or momentos,
no sabemos si la muer está presa en esa casa que la envuelve o si está refugiada en un
remanso de pa".
'n &a guerra de los Bose, una película de Dani de :ito de JVNV, a la que ya hemos
aludido varias veces, vemos a una parea perfecta, que se enamora, se casa, tiene dos hios
perfectos y una casa hecha a medida. &uando ella decide separarse, ambos se en"ar"an en
una pelea a muerte por conservar la casa. La casa es tan importante para ellos que están
dispuestos a llegar hasta el final, y llegan. @Literalmente, llegan hasta el final9 despu1s de
una lucha sin cuartel en la que se hacen la vida imposible mutuamente, ambos mueren en el
combate
el mismofinal, colgados
cora"n de esade la ara!a
casa. de cristal
3's una que ilumina
e0ageracinH4 la casa,
$uede. Lo colgados y aplastados
que es verdad por
es que para
cualquiera de los dos perder la casa era como perder la vida y a ninguno le import morir
en nombre de aquella casa. ( es que, para quienes la habitan, la casa, cualquier casa, es
mucho más que cuatro paredes y un techo.
&ono"co muchas pareas que están tan dispuestas como los <ose a dar la vida a
cambio de la casa, y que se empe!an en librar batallas legales que pueden durar d1cadas.
?o mueren, no, pero hipotecan la propia vida durante muchos a!os, que es otra manera de
morir.
Desmontar una casa y dividirla en dos @es horrible Los platos y los vasos, las ollas
y los cubiertos, el sofá y las cortinas, las sábanas y las toallas pueden ser motivo de disputa,
pero duelen menos. 6ay cosas más peque!as que duelen muchísimo más9 3qui1n se queda
con los álbumes de fotos4 3A qui1n pertenecen los &D que compraron untos4 3( las
películas
2nuestro5,que
y losolían ver los
convierte domingos porenla2tuyo5
dolorosamente tarde4 'n fin, esa reparticin rompe el
o 2mío5.
'l fin de la convivencia generalmente supone que uno de los dos se va de casa y que
el otro se queda. Los dos tienen algo que perder y algo que ganar, pero cada uno tendrá que
v1rselas con su propio dolor, a cada uno le dolerán cosas distintas y le aliviarán tambi1n sus
propias circunstancias.

1l que se va#

)egún las estadísticas, la segunda causa de estr1s la constituyen las mudan"as Cla
primera es la p1rdida de un ser querido, ya sea por una muerte o por una separacinH.
&ualquier mudan"a por deseada que sea supone un periodo de adaptacin y una 1poca
de desconcierto
vivir inevitable.
con su nueva parea y <ecordemos el caso en
que lloraba sentada de un
)ofía, quepor
rincn estaba contenta
su antigua de oscura
casa mudarseya
estrecha. La casa es el hogar, el refugio donde encontramos abrigo, el escondite donde nos
sentimos resguardados. La casa es como una segunda piel que nos envuelve y en donde nos
sabemos seguros, a salvo de las inclemencias de lo aeno. La casa marca el límite entre lo
interno y lo e0terno, entre lo que cono"co y lo que me es e0tra!o. Así que una mudan"a
siempre supone una p1rdida temporal de esa casa conocida, perdemos pie y nos
tambaleamos hasta que la nueva morada consiga hacerse a nuestra imagen y semean"a y
cumplir otra ve" su funcin de hogar. %odo eso lleva un tiempo, aun en los casos, repito, en
los que la mudan"a es elegida. &uando la mudan"a ocurre a raí" de una separacin, la
desubicacin física se suma a la emocional y es difícil deslindar una de otra, como en el
caso de $aloma.
$aloma se había ido a vivir con 'lías, a la casa de 1l. A pesar de que ya llevaban
mucho tiempo con problemas, se separaron de un día para otro, o al menos esa fue la
sensacin que le qued a $aloma. $ara ella, que seguía enamorada, la ruptura había
ocurrido de la noche a la ma!ana, y no había podido hacerse a la idea, ni tomar medidas
prácticas de cara a una posible separacin. Así que, cuando rompieron, $aloma tuvo que
irse temporalmente a casa de sus padres. A nadie le sorprendi la separacin Csolo a ella, y
su familia la esperaba con los bra"os abiertos y fue un soporte muy importante durante esos
primeros meses de duelo. &on estas palabras me comentaba $aloma lo que sentía9

todavía La casaallídemis
est1n 'lías, donde
cosas, he de
parte vivido los últimos
mi ropa, cuatro
mis trastos de a!os, yapero
cocina, no esyaminocasa,
es miaunque
casa.
Mi apartamento, donde viví sola desde que salí de la casa de mis padres hasta que me mud1
con 'lías, está alquilado; de manera que esa tampoco es mi casa. Los pisos que veo para
mudarme son horribles. ?inguno es mi casa. Me imagino que me está costando tanto
decidirme por un piso porque todavía estoy aturdida y no me quiero mudar. La casa de mis
padres, que ha sido mi casa durante más de veinte a!os, ya no es mi casa, aunque ahora est1
viviendo allí. 's raro, porque todo en casa de mis padres se supone que debe ser muy
conocido, pero es nuevo. )algo de casa por una calle que cono"co, mi calle, con los lugares
de toda la vida, pero me parece que todo es raro. 'sto de tener tres casas y no tener ninguna
@@es horrible

$aloma está perdida y sus palabras nos dan una pista del desconcierto geográfico
que
quienproduce una
se muda separacin.
a raí" (a no es
de una ruptura únicamente
queda la pena
desorientada enylolamás
soledad, es que,3Dnde
elemental. además,
está el
ba!o4 3Dnde puedo comprar el pan4 3'n qu1 caa perdida estarán mis "apatos marrones4
@3( el cepillo de dientes4 %odo, hasta la casa conocida de los padres, se vuelve e0tra!o.
'l que se va, inevitablemente, se siente echado, perdido y desamparado debao de
un puente, aunque no sea verdad. 3B de dnde creen que viene la denominacin homeless4
'l 2sin hogar5 siempre es el hu1rfano. A pesar de que haya salido por su propia voluntad,
aquel que se va reencarna a Adán y 'va y recrea, en su peque!a mudan"a, la e0pulsin del
paraíso terrenal.
Ambos pierden, no hay duda, pero el que se va, además de una relacin, pierde sus
cuatro paredes conocidas. )us rutinas del barrio, un suelo donde plantarse en la vida con
ambos pies y un techo donde guarecerse. ( es que la casa, cualquier casa que habite un
reci1n separado, es la única casa del mundo que no aparece en los mapas de /oogle, es una
casa a la
valga. Laque
casanodeseunsabe cmo
reci1n llegar, uega
separado de la que
con no
su se sabe cmo
inquilino a la salir. ?o ciega9
gallinita hay /$) que
le esconde
la ropa, le cambia las puertas de lugar y le pierde las llaves.
$ero no todo son inconvenientes para el que se muda, 1l cuenta con la ventaa de
que de ahora en adelante todo será nuevo. Desconocido y raro, sí, pero nuevo. @?i tra"as del
e0 'l proceso de redecoracin de la vida será obligado. )erán otras las paredes, las
ventanas mirarán en otra direccin, y el espacio en la cocina estará distribuido de otra
forma. La vida nueva será un duro deber que no le permitirá distraerse de su cruda realidad9
la separacin ha ocurrido, no hay duda. $ero es más fácil olvidar acurrucado en un sofá
nuevo que en aquel que todavía guarda en sus coines la forma del e0 @y su olor
6acerse con la nueva morada llevará su tiempo, como todo. -mprimir la propia
personalidad al feudo es una tarea pendiente que servirá para reconectar al doliente consigo
mismo, con sus propios gustos, con su propia identidad y con la vida9 2'sta mesa me gusta,
esta silla no, estoy harta de las paredes blancas, @quiero colores @?ecesito mantas y
coines @( por ahora no quiero tener televisin5. 'l tiempo ugará a su favor, y esa casa,
esa vida redecorada, tomará la forma de su due!o, refleará sus gustos y sus inclinaciones y
volverá a ser un hogar.

1l que se queda#

.atalina
Así no es posible ni olvidar, ni empe"ar una nueva vida. %engo toda la casa llena de
caas. (o le empaqu1 sus cosas porque 1l no venía a buscarlas, pero no s1 qu1 es peor. )í, es
verdad que ahora tengo más sitio en el armario, pero menos sitio en los pasillos y en el
saln. $ara 1l nunca es un buen momento para llevarse sus cosas, 2'sta semana no, que
estoy muy liado5, 2Ahora no, porque estoy con la ni!a5, 2'l pr0imo fin de semana
seguro5. ( así llevamos casi dos meses.

&atalina no puede arrancar con una nueva vida porque un montn de caas apiladas
se lo impiden. )u e0marido se fue ligero de equipae y, a la ve", mientras sus cosas sigan en
la casa común, 1l puede mantener la ilusin de que nada ha cambiadoH, ella no; para
&atalina todo ha cambiado, ahora está sola con su hia, rodeada de caas y, un espacio lleno
de caas no es una casa, ni muchísimo menos un hogar, sino un almac1n o un trastero.
&omo ella dice9
'l que se 2Así
queda3qui1n puedecomún
en la casa olvidar45
tiene la misma tarea del otro, pero habrá de
confrontar otras dificultades. &onserva las rutinas y las estancias, mantiene sus costumbres.
Aunque lo más importante haya cambiado, su cotidianidad seguirá siendo más o menos la
misma y por un tiempo podrá funcionar con el piloto automático. &omo un "ombi, más
muerto que vivo, pero podrá prepararse un bocadillo a medianoche con los oos cerrados,
porque el amn y el queso seguirán estando en el lugar de siempre.
'l inconveniente es que tambi1n tendrá que convivir con los rincones que hasta ayer
habitaban los dos, con las cosas que todavía el otro no se ha llevado, con su aroma, con su
rastro. 'l que se queda parece que tambi1n hace una mudan"a y está condenado a vivir en
el pasado. %endrá que hacer algo nuevo con lo vieo, reinventarse la vida en el mismo lugar.
Lo conocido, lo de siempre se hará tan e0tra!o que le producirá una inquietante sensacin
de algo siniestro.
2<edecorar
será duro la vida5
para cualquiera deeslosundos,
esfuer"o que, en un
pero tambi1n principio,
es una apuestaparece
por laimposible; s1 una
propia vida, que
ilusin y una esperan"a de futuro. A trav1s de la puesta a punto del nuevo lugar de
residencia se puede transformar el abandono en e0presin de libertad.

M+s sitio en el armario#

8no de los consuelos más socorridos @y más tristes que se ofrece a quienes se
separan es el de9 2@7u1 suerte @Ahora tendrás más sitio en el armario5.
'l armario, el armarioH @cuántas cosas se uegan en un armario Allí se esconden
los ni!os para ugar, los amantes para burlar a los maridos y los homose0uales para no ser
públicamente reconocidos como tales. De todos los armarios cuelga algún cadáver, el
esqueleto seco de ese abrigo o de esos pantalones que hace a!os que no llevamos y que
nunca más podremos utili"ar. 'l armario recibe la ilusin de la nueva temporada, ya sea en
forma de un pa!uelo o de una camiseta. 'n el armario se amontonan los "apatos y los
vaqueros, los bolsos y algún vestido que en su día nos hi"o sentir la más guapa de la noche.
8n armario api!ado suele ser el teln de fondo de esa frase que invent 'va y que
seguimos repitiendo las mueres sin cesar9 2@?o tengo nada que ponerme5. ?ada nos
acerca tanto a ese 2Las vueltas que da la vida5 o a aquello de que 2La historia se repite5
como un armario del que podemos rescatar unas hombreras, un pantaln pitillo o una falda
de piel reci1n
@como que llevan d1cadas
salidos esperando pacientemente su oportunidad de volver a brillar,
del horno
%odas hemos e0perimentado en carne propia @sobre todo en carne propia la
habilidad que tienen los armarios para estrechar la ropa durante la noche y convertirla en
imposible de llevar en las ma!anas. 'l armario conserva nuestros tesoros, nuestros
recuerdos y, casi, casi, es un espeo del alma que reflea nuestra identidad; de hecho, uno
puede abrir la puerta de un armario cualquiera y, con un solo vista"o, afirmar9 2'sta es de
las que siempreH5 o 2'sta es de las que nunca... 5. 8n armario, literalmente, nos desnuda
y nos disfra"a. )i la casa nos acoge, el armario nos esconde.
Llenar un armario o vaciarlo son hitos que marcan el comien"o y el final de una
temporada y, sobre todo, de una relacin. 2<edecorar la vida5, la propia y la de la parea,
casi siempre empie"a por el cepillo de dientes y el armario. 3Dnde se nota más la
ausencia4 3'n el alma4 3'n la cama4 3B en el armario4 3Dnde se sufre más4

s1 que, ?o estoy
hasta quesegura
somosde las bondades
capaces inmediatas
de ocuparlo, de recuperar
un armario vacío esespacio en el armario,
un espectáculo solo
lúgubre,
una imagen sombría, el refleo de la propia vida sin el otro, sin el barullo y el desorden que
supone compartir espacios, tiempos, vidas. &omo diría #. #. Millás, las perchas que cuelgan
inútiles, como costillas sin carne, de un armario vacío, dan miedo. A un armario vacío lo
único que le queda de vida es el olor, el sudor.
$ero, despu1s de un peque!o funeral ante el abismo del armario vacío, no hay duda,
un armario vacío tambi1n es una tentacin y una proposicin desde el futuro9 @habrá que
llenarlo $ara empe"ar, con nuestra ropa de siempre que ahora podrá respirar con holgura y,
para continuar, con la que tendremos que adquirir para encarar la nueva temporadaH ( no
me refiero a la temporada oto!oUinvierno, sino a la nueva temporada vital que nos espera.
@A llenar ese armario
Los hios

&lorando junto a la cuna

me dan las claras del d%a)

Mi niño no tiene padre,

qu< pena de suerte m%a)

( )-? 'M*A</B %' 78-'<B

)i una separacin siempre es difícil, cuando hay hios implicados, todo se vuelve
más compleo y mucho más delicado. ( es que los hios son las grandes víctimas de las
separaciones de los padres. @$or supuesto que los padres sufren Llevamos todo un libro
hablando de lo mal que lo pasan los adultos envueltos en una separacin. @$or supuesto que
cuando una parea con hios se separa es porque están convencidos de que no había otra
alternativa $ero, a fin de cuentas, los mayores han tomado la decisin, o cuando para
alguno de los dos no es el caso, el abandonado ya es un adulto, ya está hecho y tiene más
recursos'laprimer
su alcance para enfrentarse
sentimiento conante
de un ni!o las una
dificultades de la
separacin es vida que el peque!o.
el desconcierto y el
segundo @la culpa Muchos padres no entienden por qu1 sus hios insisten en sentirse
culpables, a pesar de que se les ha e0plicado que ellos no son los responsables del divorcio,
y de que les han deado claro que esto es un asunto e0clusivamente de mayores, entre
mamá y papá. 3$or qu1 entonces se siguen sintiendo culpables4 37u1 les lleva a pensar que
la reconciliacin depende de ellos4
$ara e0plicarlo es preciso reconocer, primero, que el ni!o suele sentirse @el ombligo
del mundo B como mínimo el ombligo del mundo de sus padres, de manera que todo lo
que aquellos hagan según esta fantasía ni!oUcentrista lo hacen con, por, o para 1l.
Además, en todos los ni!os conviven el amor y el odio hacia ambos padres; el apego y la
rabia, en fin, la ambivalencia. Dependiendo de la edad, del se0o y, casi, casi, del momento
del día, los ni!os pasan de adorar a la madre y recha"ar al padre a todo lo contrario. 'stá la
ni!adientes;
los enamorada de papá que
o el peque!o que hoy no quiere
venera saberynada
a su madre de esa
compite contonta que la
el padre porobliga a cepillarse
su amor; o el
ni!o que quiere parecerse a su padre y que lo único que quiere es estar con 1l para ugar al
fútbol y aprender de papá todo lo que papá sabe. B la ni!a que quiere ser como mamá y se
pintarraea con sus pinturas y se pone sus "apatos altos @para quitarle el marido en cuanto se
descuide 'n fin, que más de una ve" por semana los ni!os piensan, sin saberlo, el 2%e
adoro5 o el 2Balá te mueras5 respecto a alguno de los padresH, y viceversa. Más de una
ve" por semana, sin darse cuenta, quisieran tener para ellos en e0clusiva y, sin compartirlo
con nadie, a alguno de los padres; y en esa foto, el otro padre está de más.
'l caso es que todas estas pasiones ocurren gracias a que el ni!o se mueve en un
ambiente controlado, conocido y seguro. 'n un ambiente en el que9 2$or mucho que yo
quiera a mamá, ella no se va a casar conmigo, porque ya está casada con mi padre5 o 2$or
mucho que yo est1 enamorada de papá, 1l prefiere dormir con mi madre que conmigo5. 's
como practicar bo0eo en un gimnasio9 es un deporte peligroso, sí el amor siempre es un
deporte de riesgo, pero allí hay unas reglas del uego que se respetan, hay un entrenador
y hay un árbitro que no permiten que nadie se haga da!o, ni salga demasiado perudicado.
La vida familiar es ese cuadrilátero seguro del gimnasio que admite que las fantasías
infantiles puedan salir a ugar sin correr demasiado peligro. Allí el ni!o 2uega5 a odiar y
2uega5 a enamorarse. ( tambi1n es donde el ni!o aprenderá a querer y a defenderse. 8na
separacin entre los padres hace saltar el gimnasio por los aires, y es como obligar a los
ni!os a ugar al 2bo0eo5 en una peligrosísima calle de 6arlem. @6orror @Las secretas
fantasías inconscientes
miedo @7u1 peligro 'l ni!osequeda
han hecho realidad
a merced de sus@7u1 emocin
propios @7u137ui1n
impulsos. susto lo
@7u1
protegerá
si en esa calle nadie respeta las reglas del uego4 'l seguro cuadrilátero de la cocina de su
casa se ha desvenciado, las cuerdas que lo delimitaban ya no están, últimamente el árbitro
y el entrenador, que eran los encargados de mantener el orden, se están peleando entre ellos
y ya no hacen ni caso a los peque!os; las reglas del uego se han quebrantado, nadie las
cumple, y así 3qui1n se atreve a ugar4
'n el fondo, hay algo de triunfo9 2@/an1 yo @Ahora mamá es solo mía5; sí, algo de
triunfo y mucho de terror9 23)olo mía4 3( nadie va a protegerme de esta pasin45. 'sto
e0plica por qu1 tantísimos ni!os están convencidos de que son ellos los responsables de la
separacin de los padres, y por qu1 creen, con la misma conviccin, que está en sus manos
hacer algo para reunirlos otra ve". )e sienten culpables de las 2patadas5 y de los
2derecha"os5 que han propinado 2ugando5 a la relacin de sus padres y, por su
propio bien, quieren ser buenos, deshacer el entuerto y que todo siga siendo como fue.
-Iui<nes son los padres/ -Iui<nes son los hijos/

&uando los límites del cuadrilátero ya no son lo que eran, los lugares que cada quien
debía ocupar en este uego tambi1n se trastocan y puede ocurrir que los aprendices se vean
obligados a desempe!ar la labor de los árbitros y al contrario. )abemos que los padres
separados atraviesan por un difícil bache; que sufren tanto que con frecuencia sienten que
son ellos los más desprotegidos; entonces, puede ocurrir que los ni!os, por eemplo, pasen a
ocupar el sitio del progenitor que se ha marchado. &ono"co muchos casos de mueres
separadas que, para no sentirse solas y con la e0cusa de que lo hacen pensando en los ni!os,
duermen con sus hios en la misma cama. 37ui1n cuida a qui1n4 37ui1n consuela a qui1n4
&ono"co
en otros casos
confidentes de losen los que
padres, enlos hios deandedesus
depositarios ocupar
penas,sudelugar de hiosy ydeselos
sus queas convierten
reproches
que dirigen al otro progenitor. 37ui1n debería escuchar a qui1n4 37ui1n debería reconfortar
a qui1n4 <ecuerdo a un paciente adulto que comentaba lo que había significado para 1l la
separacin de sus padres cuando tenía quince a!os9

0orge
&uando mi padre se fue, como yo era el mayor, me toc a mí ser el árbitro de las
peleas entre mis dos hermanos peque!os y entre mi hermana preadolescente y mi madre,
que se llevaban fatal. (o tenía que poner orden y, además, escuchar y entender las queas de
mi madre que me usaba como confidente. 3( a mí qui1n me escuchaba4 3A mí qui1n me
ponía orden4 A partir de la separacin pas1 de ser un buen estudiante a ser un p1simo
estudiante. (o tambi1n estaba perdido, pero todos estaban demasiado ocupados en sus
problemas como para ver lo mal que yo lo estaba pasando.
Btra ni!a, en plena 1poca de rivalidad con la madre, decidi que la verdadera
víctima de la separacin era su padre. @'l pobre se había tenido que mudar de casa a un piso
estrecho por culpa de la brua de su madre Así que, a sus doce a!os, se preocupaba por el
estado calamitoso de la nevera de su padre, porque su ropa estuviera bien limpia, por sus
rutinas cotidianas9 236as comido bien45, 236as dormido bien45. 37u1 papel desempe!aba
la peque!a en esta película4 3'l de muer de su padre4 3'l de abuela de su padre4
&ualquiera,
Btrasmenos
veces, elalgunos
de hiapadres
de su padre.
utili"an a sus hios de aliados y, sin necesidad de
ponerlo por escrito, les obligan a tomar partido. 8na cosa es que el ni!o 2uegue5 a querer
y a odiar alternativamente a cada padre, y otra es verse obligado, en la realidad, a defender
a un bando en contra del otro. 'n esos casos, cualquier cosa que haga el ni!o con uno u otro
de los progenitores puede hacerle sentir tan pronto un h1roe como @un traidor 's tentador
utili"ar a los ni!os de portadores de mensaes de ida y vuelta; se recurre a ellos tanto como
mensaeros, como de espías de la nueva vida del otro progenitor.
6ay muchas maneras de hacer esto, unas más elaboradas que otras. 6ace unos días,
mi amiga )ole me cont que sus hias Ane y Marina le habían ganado bochornosamente
ugando a las damas. ?unca antes lo habían hecho, o al menos no con tanta destre"a, y ella
se qued muy sorprendida. 'ntonces Ane y Marina le confesaron el secreto de su 10ito9
2?os ense!a el aita Cdicho con orgullo y picardía, y así podemos ganarte5. 'ntonces, )ole
record que,ycuando
hi"o gracia, estaban
le pareci bien casados, su e0amarido
que 1l deara solía
sus hias ganarledeensulos
el legado uegos de
destre"a. ?omesa.
me Le
atrevo a decir que sea deliberado, en cualquier caso, ganarle a las damas que es un uego
de caballeros a trav1s de las ni!as, parece una forma muy creativa de librar esa eterna
batalla y de ganarla en ausencia.
<ecuerdo, en cambio, a un peque!o paciente de padres separados que, sin
propon1rselo, había tomado partido por la madre. Mentía en las cosas más nimias para no
hacerla quedar mal y ni siquiera se atrevía a reconocer que se lo pasaba bien cuando estaba
con su padre, porque le parecía que eso era traicionar a mamá.
La hia de unos amigos, por su parte, a pesar de haber sido víctima de un divorcio
tormentoso, a sus siete a!os, sorprendi a su padre con un curso acelerado de 2&mo ser un
buen padre separado5. 8n fin de semana, despu1s de que el padre había complacido cada
uno de sus caprichos, la ni!a le e0plic9

$apá, no tienes que comprarme todo lo que yo te pida, ni tienes que decirme que sí a
todo lo que yo quiera hacer. 'res demasiado bueno conmigo y así no me puedo enfadar
nunca contigo porque me siento mala. Me puedes decir que no, que yo no me voy a enfadar
y te voy a seguir queriendo porque tú eres muy bueno.

@)í @Lo s1 @'0traordinaria la claridad de la ni!a, sorprendente su empe!o por


recolocar el 2cuadrilátero5 del gimnasio familiar en un lugar seguro y por volver a situar a
cada uno en su lugar. 'n esta leccin, la ni!a parece decirle al padre9 2%ú eres mi padre y
yo necesito que te comportes conmigo como un padre y no como una abuela o como una tía
que todo me lo consiente. %ú eres mi padre y tienes que ense!arme que en la vida hay cosas
que sí y hay cosas que noH5. ?o todos los ni!os tienen las ideas tan claras, ni la suficiente
confian"a con los padres como para quearse y decirles aquello en lo que se están
equivocando.
Lo cierto es que a los padres se les debe dar por sentados. &on ellos se debe poder
contar a ciegas, y esa certe"a de que siempre estarán ahí es parte de lo que da seguridad al
ni!o para poder ugar y fantasear a sus anchas) &uando ocurre una separacin, los ni!os
toman conciencia prematura de que los seres queridos pueden faltar, pueden irse @de
verdad, aunque luego vuelvanH un fin de semana sí y otro no. $ero lo cierto es que, una
ve" que se han ido, ya nada volverá a ser lo que fue. La vida se ha partido definitivamente
en dos y, si llevamos tantas páginas dedicadas al sufrimiento de sus padres ante una
separacin, @imagínense
responsabilidad, cmo
de manera queserá el sufrimiento
no hay deen
que echarles loscara
peque!os
ni sacarLos ni!os son
las cuentas denuestra
lo
mucho que hacemos por ellos, ni culparlos de lo que deamos de hacer en nuestras vidas
por atenderles. @'s lo que toca

Pena, miedo, ra5ia#

's normal que los chicos est1n tristes; s1 de muchos que lloran a escondidas, a
veces porque sí, sin entender por qu1 les asalta la pena. A veces, cuando el padre les dea en
casa el domingo en la noche, o cuando alguno de los dos tiene una nueva parea y se sienten
más relegados todavía. %odo lo que vuelva a poner sobre el tapete la cruda realidad de la
separacin les pone tristes y les hace vivir el 2efecto die" minutos5 del que ya hemos
hablado. Las vacaciones
primera comunin que secompartidas,
convierte en eluncumplea!os con doso celebraciones
campo de batalla, un hermanito distintas, la
nuevo, regalo
de cualquiera de los dos padres; son todas ocasiones que generan 2efecto die" minutos5 en
los hios. -ncluso ya de adultos, la propia boda, el repartir las fechas se!aladas de los nietos
con unos y otros abuelos, el cuidar de los padres ya mayores, obliga a los hios a decidir, a
elegir.
's normal que los ni!os se asusten, que se les vea temerosos, desconcertados. La
sensacin de transitoriedad Cayer con tu padre, hoy con tu madre, ma!ana otra ve" con tu
madre y el sábado con los abuelosH 3con qu1 abuelos4 les descoloca, más allá de que se
puedan sentir bien con unos y con otros. De alguna manera, acaban de perder una familia,
acaban de perder la cotidianidad con uno de los padres. 3( si pierden al otro4 's normal
que est1n rabiosos y enfadados. A ellos nadie les consult, y no suelen estar de acuerdo con
esa decisin. $or si fuera poco, uno de los padres está físicamente ausente y el otro está
triste,
qu1 enfadadoponen
ventanilla y desconsolado. 3'n qui1n pueden confiar4 3'n qui1n se recuestan4 3'n
su reclamacin4
( es normal tambi1n que se enfaden, que se opongan, que lo critiquen todo, que
todo lo censuren, que se conviertan en ueces implacables de sus padres y que no haya
forma de complacerlos ni de conformarlos. 's su manera de hacer huelga, de demostrar un
poco de su poder y de su disconformidad con una situacin que ellos no han elegido y que
les afecta y les duele, mucho más de lo que esas peque!as fieras enfurecidas están
dispuestas a reconocer.
6abrá que hacer acopio de paciencia, buscar ayuda, solicitar conseo a quienes ya
han pasado por ahí o a algún profesional. 's una 1poca de crisis para todos y hay ocasiones
en que hace falta que una persona e0terna, imparcial, ponga un poco de orden en la
situacin y en los sentimientos de esa familia rota.

-No pasa nada/


8na de las estrategias que suelen utili"ar los padres cuando le e0plican a los ni!os
una separacin es la de tratar de convencerles, en contra de toda evidencia, de que 2no pasa
nada5, de que su vida seguirá siendo la misma. 6ay algo de fondo que tendría que ser así9
el amor de los padres por sus hios es lo que debe permanecer inalterable. $ero @cambia
tanto la cotidianidad 3&mo que no pasa nada4 3( eso lo dice una mamá que se pasa el día
como
duermeausente,
en casatriste
y quey ya
llorando por loscon
no desayuna rincones4 3B un
los demás, padre
o que quedehace
de un mes
llevarles que ya no
al colegio por
las ma!anas4 @&laro que pasa @$asa mucho ?o pasa %BDB, es verdad, pero es importante
reconocer unto con el ni!o que la familia, tal y como había funcionado hasta ahora, se ha
roto, y que eso duele mucho y da muchísima pena, no solo a ellos, como ni!os, sino
tambi1n a sus padres, aunque sepan que han tomado la meor decisin posible y que no hay
vuelta atrás.

Poner orden

Lo cierto es que más allá de los aspectos emocionales, la vida del hio de una parea
de separados es un peque!o desastre lleno de incertidumbres. Los padres tienen que
procurar organi"arlo
Dependiendo todolalotemporalidad
de la edad, meor posibletodavía
para que
no sea
estáun desastre
bien predecible.
integrada, de manera que
para un ni!o 2dentro de quince días5 no significa nada. $uede ser eterno, o puede ser
ma!ana. 8n gran calendario en la cocina puede resultar de gran utilidad; es conveniente
hacerlo con el peque!o y marcar en colores visibles los días de la semana que ven a papá,
los fines de semana que toca con mamá o con papá, las clases de natacin y las de ballet,
los cumplea!os y las fechas significativas. Mi e0periencia me dice que, en muy poco
tiempo, los ni!os ya tienen integrado el calendario en sus vidas y, como dice 1l principito,
@empie"an a ser felices desde las tres, es decir, anticipan con alegría el día que vuelven a
ver a su padre, por eemplo. Aunque en cada casa tendrán una vida distinta, es importante
respetar la rutina de los ni!os, sus gustos, sus horarios, sus inclinaciones.
'n cuanto a los padres, de ahora en adelante tendrán que responder a un montn de
preguntas que no se hace una parea que está unida9 3qui1n compra los uguetes de <eyes4
3&on qui1n
celebra pasa la ?avidad4 3&on qui1n recibe el a!o4 3DndeH4 3&on cuál de los dos
el cumplea!os4

;n hom5re y una mujer# -o unos padres/

?i que decir tiene que, mientras más conscientes sean los padres de su funcin de
padres, mientras más capaces sean de olvidarse de sí mismos y de posponer sus intereses
inmediatos por el bien de sus hios por mucho que el orgullo apriete, meor irá todo
para los ni!os. 6ablar mal del otro delante de los ni!os, denigrarle o ridiculi"arle o utili"ar
frases del estilo9 2%u madre no se ocupa suficiente de ti, mira cmo te lleva5 o 2%u padre
solo te da dinero, todo lo demás te lo doy yo5, es muy frecuente y pernicioso.
Deslindar el papel de hombre o de muer del papel de padres es una tarea harto
difícil que hay que practicar y mantener al día con muchísimo cuidado. <ecuerdo a dos
amigas que se separaron por la misma 1poca, cada una por ra"ones distintas; una, por
propia iniciativa, y la otra, por iniciativa de la amante del maridoH Ambas tenían ni!os
peque!os y, en la misma semana, escuch1 a una decirF 23$uedes creer que solo pregunta
por los ni!os4 3$uedes creer que no le importa nada saber cmo estoy yo, despu1s de lo que
me ha hecho45. ( a la otra9 2@'s el colmo )olo está pendiente de mí, y ni siquiera ha
mencionado a la ni!a5. @?o hay manera de acertar, hubiera podido decir cualquiera de los
dos maridos. @$ues claro que no 'n el fondo, ambas se quean e0actamente de lo mismo9
ya las cosas
alguien, unononoson lo que eran,sino
le 2pregunta5, ya laque
vida no es como
2sabe5; uno sefue. &uando
entera uno
del día convive
a día con elcon
roce, en la
convivencia, y no necesita de un informe notarial, porque está al tanto. &uando se vive en
parea, en familia, lo normal es que uno forme parte de la salud y de la enfermedad de los
suyos, y no tenga que preguntar.
'n el mismo sentido, una paciente, cuyo e0marido se había mudado a vivir fuera de
'spa!a, me contaba9

Me doy cuenta de que voy por la calle mirando padres para -sa. ?o busco un
hombre para mí, sino un padre para ella. 'stoy más sola que la una y, sin embargo, no
pienso en pareas, pienso en qu1 va a pasar con mi hia. 3:a a crecer sin un padre4 3&mo
me las voy a arreglar sola con ella4

3Madre o muer4
compartimentados 36ombre
por dentro, o padre4
nuestras ?o essífácil.
funciones Aunque
lo están, no estamos
y nuestro hacer en el mundo
tambi1n. Diferenciar y ocupar el lugar que corresponde en cada situacin es un arte que
nuestros hios van a agradecer.

Mediaci9n *amiliar

'sto es como cuando yo era peque!o y me peleaba con mi hermano y teníamos


uguetes compartidos. 37ui1n se los queda4 3)on todos suyos4 3)on todos míos4 3Mitad y
mitad4 37ue decidan los uguetes4 ?o siempre hay espacio para meditar esta decisin, pero
si lo hay, yo, como hio, prefiero que al menos escuchen mi opinin.

divorcioAsí
de hablaba #avier,
sus padres y queunhabía
chicosido
que,llamado
a sus catorce a!os,ante
a declarar sufría los embates
el ue" respectodel
a untortuoso
proceso de custodia compartida. )us palabras son el refleo de lo que tantos otros ni!os o
chicos de su edad viven y sufren pasivamente sin poder protestar. #avier se siente como el
uguete roto de un par de ni!os traviesos, y 1l quiere hacer valer su mínimo derecho a
opinar, aunque sabe que la decisin final no está en sus manos.
$ara buscar ayuda respecto a la meor manera de llevar a los hios, la forma de
hacerles el menor da!o posible, e0iste en 'spa!a, como en muchos países anglosaones, la
figura del 2mediador familiar5. &onsiste en que un especialista imparcial Cabogado,
psiclogo, trabaador social escucha por igual a las dos partes y les acompa!a a llegar al
meor acuerdo posible para los ni!os respecto a la custodia, las visitas, la pensin
compensatoria, las vacaciones. 37ui1n se queda con la casa4 37ui1n pagará el alquiler4
3&mo se comparten los gastos e0traordinarios4 37ui1n organi"a la primera comunin4
'n contraposicin a las decisiones salomnicas de un ue", que tiene la última
palabra y muy poco tiempo para escuchar a las partes, el mediador se reúne con ambos
padres Cindividualmente o en parea una media de seis a die" sesiones en las que cada uno
e0pone sus dificultades, sus opiniones, sus e0pectativas, sus resentimientos y sus dudas,
hasta alcan"ar una solucin consensuada que redunde en beneficio de los ni!os. )e llega a
un acuerdo, 2acuerdo parental5, y este se lleva a un único abogado, quien lo convertirá en
2convenio regulador5 y lo entregará al ue".
6e tenido en la consulta a quienes recurren al mediador y a quienes recurren a los
abogados. $uede que quien
intencin conciliadora, acuda
y puede al aquel
que mediador ya tenga,
que acude de entrada,a una
directamente actitud yest1
un abogado una
mostrando su disposicin al litigio y a llegar hasta el final, cueste lo que cueste, puedeH Lo
cierto es que, mientras que los primeros llegan a acuerdos beneficiosos para los ni!os y los
cumplen, los segundos se en"ar"an en luchas encarni"adas que pueden tardar a!os en
despearse. La mayoría de las veces parece que lo único que está sobre la mesa es el dinero,
pero debao de la mesa se mueven todo tipo de pasiones9 el odio, el amor, el resentimiento,
los rencores del pasado, la vengan"a, el despecho, el dolor, la pena, la rabia, los celos. %al y
como apuntaba #avier, mi paciente, parecen ni!os en un patio de colegio peleando por un
uguete, con la diferencia de que los ni!os tienen en torno a los cuarenta a!os, el patio de
colegio es el u"gado y el uguete suele ser el hio que sufre pasivamente los tirones de un
bando y del otro. %odos sabemos de algún divorcio que ha durado más a!os que el
matrimonio. Los padres sufren mucho, no digo yo que no, pero de nuevo las verdaderas
víctimas sonenlosresolverse
tardan a!os hios, queque
a veces
con laseseparacin
ven muchísimo más perudicados
propiamente dicha. con esos litigios que
(o recomiendo vivamente la figura del mediador familiar. Lo que esas dos personas
no pudieron resolver como parea para mantener la relacin es posible que lo puedan
dilucidar como padres para salvaguardar en lo posible el bienestar de sus hios. Más allá del
dolor que nos produce cualquier separacin, ambos se quedarán con la sensacin de haber
hecho lo meor por sus hios, a pesar de las circunstancias, y con una cierta dignidad.
$or supuesto que esto tampoco les va a evitar ni a los padres ni a los hios el
dolor de una ?avidad destro"ada, de una cotidianidad desperdigada o de unas vacaciones
fragmentadasH $ero, al menos, se habrá respetado el mínimo derecho de los ni!os de saber
a qu1 atenerse y más o menos qu1 esperar en cada momento.

.ustodia compartida

'n cuanto a la conveniencia de la custodia compartida, como siempre, cada caso es


diferente y me parece que no se puede tener un único criterio. &ono"co familias en las que
los ni!os se cambian de casa cada dos semanas o cada mes; otras, en las que son los padres
quienes se mudan a la casa familiar cada tanto; otros han decidido que los hios pasen un
a!o con mamá y un a!o con papá, y hay muchos otros que eercen una custodia compartida
de facto, aunque no apare"ca reconocido en una sentencia, porque, entre los días de visita y
los fines de semana, los padres pasan con los hios el mismo tiempo que las madres. 6ay de
todo, y con los resultados más dispares. 8na frmula que funciona para unos no vale para
otros. Lo cierto es que es un tema lo suficientemente delicado como para merecer su propio
espacio y que no se puede tratar con ligere"a en el espacio reducido de un capítulo.
)in embargo, si sabemos la trascendencia que tiene la casa para todos, como lo
vimos en el capítulo anterior, pienso que es importante que los ni!os puedan reconocer una
de las casas como )8 casa, aun cuando sepan y comprueben que la otra tambi1n es suya, y
que en esa otra casa tambi1n hay un espacio pensado para ellos. $or otra parte, me parece
que los lapsos de tiempo demasiado cortos dan como resultado una mayor dispersin.
23Dnde están las "apatillas de deporte45, 23( el cuaderno de matemáticas45. 'n esas
circunstancias, el ni!o se ve obligado a llevar su casa a cuestas en la mochila. &reo que a la
salida de un colegio podemos reconocer a los hios de padres separados por el peso de sus
mochilas. ?i!osUcaracol que arrastran su morada sobre sus hombros.
$ensemos
rearmarse que cada
y para untar los uno de los
peda"os depadres tendrá
sí mismo queahan
su disposicin un espacio propio
quedado desperdigados para
despu1s de
la separacin, y aun así, esa recomposicin será difícil y llevará su tiempo. Mientras tanto,
pretendemos que los ni!os se recompongan por su cuenta, a pesar de que no solo
fragmentamos su vida afectiva, sino que segmentamos su cotidianidad.
$or supuesto que los hios necesitan por igual a su madre y a su padre y que cada
uno de ellos cumple una funcin diferente en su formacin. 'n esa medida, es importante
que cada uno de los padres pueda pasar tiempo a solas con cada uno de los hios, por
separado. @Atencin personali"ada 8n poquito de e0clusividad en medio del desastre. ?o
hay otra manera de entablar una relacin fructífera, ni hay otra manera de conocer al otro,
de saber lo que piensa, lo que siente, lo que le pasa y escuchar lo que tiene que decirnos.
De la misma forma que cada uno de los integrantes de la parea tendrá que v1rselas
con su circunstancia geográfica quedarse en casa o marcharse, tambi1n vivir o no vivir
con lospor
citado ni!os trae sus
*ego!a propiasen
/on"ále" peculiaridades9 según
su libro :ivorcio el )ervicio, de
y separaci9n Mediacin
el padre +amiliar,con
que comparte
los ni!os su vida cotidiana suele sentirse abrumado por el reto de la responsabilidad de ser
un padre solo, porque ya no hay reparto de tareas. 's la persona que educa y la que ha de
mantener la disciplina; en esa medida, puede convertirse en 2el malo de la película5 de cara
a los peque!os. 's probable que el resentimiento respecto al otro padre aumente, no solo
por todo lo anterior, sino porque le será más difícil empe"ar una vida nueva, formar otra
familia o contar con algún tiempo libre para sí mismo. Mientras tanto, el padre que se va
puede ser que se sienta como un e0tra!o, ha perdido la cotidianidad de la vida en común y
su influencia en la educacin de los ni!os disminuye. )uele e0tra!ar a sus hios y sentirse o
bien triste y abandonado e0cluido, porque 1l vive solo mientras 2la fiesta5 de la vida
familiar está ocurriendo en otro sitio y sin su presencia, o culpable precisamente por lo
mismo.
Los ni!oselde
profundamente padres
haber divorciados
tenido queenheelatendido
un espacio en hablar
cual poder consulta
dehan agradecido de su
su e0periencia,
dolor, de sus sentimientos contradictorios, de sus miedos y de su rabia. 8n espacio
imparcial, en el que el terapeuta no está ni de parte de mamá ni de parte de papá, como
están las familias, o los abuelos, sino de parte del ni!o. 'n ocasiones, ha sido suficiente con
unas cuantas entrevistas que redundan en beneficio de toda la familia. Btros, que he
conocido de mayores, echan de menos el haber podido go"ar de esa ayuda en el momento
de la separacin; piensan que hubieran comprendido a tiempo aquellas situaciones que
tanto les hicieron sufrir en aquel momento, y cuyo dolor arrastraron durante tantos a!os. 'n
fin, que hay que estar muy atentos a los ni!os y a las consecuencias que la separacin pueda
tener en su desarrollo emocional. *uscar ayuda profesional en tiempos de crisis no es un
signo de debilidad, sino de sensate".
&apítulo V

@BL:-DA< ') $B)-*L'


Lo que se gana

Te voy a olvidar, te voy a olvidar,

aunque me cueste la vida)

8 aunque me cueste llanto,

yo te juro que te tengo que olvidar)

%' :B( A BL:-DA<

A pesar de lo mucho que te am<,

te puedes t7 creer,

se me olvid9 tu nom5re)

)' M' BL:-D\ %8 ?BM*<'

6ace ya muchas páginas que intentamos olvidar, @y al fin lo hemos conseguido


@Blvidar es posible ( no solo es posible, sino que, una ve" que hemos olvidado, nosotras
recuperamos nuestra vida y la vida recobra sus colores. @'stamos vivas @La vida sigue
@Ahora nos sentimos más ligeras, y somos más due!as de nosotras mismas @Ahora, usto
ahora, estamos llenas de posibilidades <einventarnos nos obliga a conocernos meor y a
descubrir rincones nuestros en los que nunca antes habíamos reparado9 aficiones,
inclinaciones, talentos, gustos que no sabíamos que teníamos.
6ay quienes dicen que el ideograma chino que designa la palabra 2crisis5 es una
conuncin de 2peligro5 y de 2oportunidad5. Aunque los entendidos en la lengua milenaria
contradicen esta afirmacin, me parece que en la vida esos dos polos pueden encontrarse.
La adolescencia,
crisis supone a la por
ve"eemplo,
2peligro5esyuna buena demostracin
2oportunidad5. de este
La seguridad demomento
la infanciaenqueda
el queatrás,
una y
la vida adulta, llena de posibilidades, nos espera. 'ntre una y otra, la ruptura con todo lo
anterior es el único camino para que se produ"ca el encuentro con una nueva identidad.
&recer obliga a romper el cascarn. 'n cualquier caso, a partir de que el cascarn se ha
roto, ya no hablaremos de una etapa que termina @sino de una etapa que comien"a
)on muchas las cosas que una separacin nos quita, sí, pero @son muchísimas más
las que nos da 3/anamos o perdemos4 3&mo podemos ganar gracias a lo que hemos
perdido4 La clave de esta paradoa está concentrada en la sentencia de mi amiga Loreto9
2@@/anamos muchísimo cuando perdemos peso5, y estoy segura de que todas estamos de
acuerdo con esa má0ima. A mí, por lo pronto, me parece una buena metáfora de cmo es
posible ganar con la p1rdida. ?o hay duda, alearnos de una relacin enferma, o
insatisfactoria, @tambi1n supone quitarse un gran peso de encima $erdemos gru!idos y
malas caras, perdemos incertidumbre, queas, críticas y e0igencias. 'ntonces, 3perdemos o
ganamos4

&a verdad

&reo que la ganancia más significativa despu1s de una separacin es la verdad. )í,
ya s1 que hay veces en que la verdad, la realidad, no nos gusta, pero, por mucho que nos
duela,
pero la@siempre es meor que
mentira enferma, la mentiraen&omo
y permanecer dice mi que
una relacin amiga
no *ego!a,
funcionalaesverdad duele,
vivir en una
mentira. 37ue la relacin funcionaba para ti pero no para 1l4 $ues entonces no funcionaba.
8na relacin es cosa de dos, o funciona para ambos o no funciona. 37ue la relacin
funcion durante a!os, y que por qu1 no iba a seguir haci1ndolo ahora4 ?o cono"co las
ra"ones, pero el hecho de que haya funcionado durante a!os no garanti"a que tenga que
hacerlo por siempre amás. 37ue tú todavía le quieres4 :ale, pero 1l ya no te quiere a ti, y
tú mereces estar con alguien que te quiera por lo menos tanto como tú le quieres a 1l.
'n este momento no cuenta lo que fue, sino lo que es. 'sa es la verdad, y hacernos con ella
es lo único que nos garanti"a que tendremos los pies bien plantados sobre la tierra para
seguir andando. La mentira, cualquier mentira, es un terreno resbaloso que nunca conduce a
un buen camino.
?o pretendo minimi"ar los efectos de una separacin, ni siquiera pretendo decir
aquello de que
escenarios, 2?oalguien
cuando hay malnos
quedea
porde
bien no venga5.
la noche $ero incluso
a la ma!ana en elmanera,
y de mala peor de hay
los un
momento en el que tenemos que reconocer que el malvado nos hi"o un favor. De hecho, he
escuchado decir más de una ve", a quienes en su momento sufrieron horriblemente por una
separacin9 2Divorciarme ha sido una de las meores cosas que me han sucedido5. ?o
propongo que le mandemos un ramo de flores a su casa como un gesto de agradecimiento,
no, tampoco es eso, pero 3qui1n quiere tener cerca a una persona en la que no se puede
confiar, en la que no se puede creer4 38sted dearía sus ahorros en un banco que acaba de
quebrar4 3B sus inversiones en manos de Murdoch4 $ues tampoco es muy recomendable
depositar su vida y su confian"a en alguien que ha demostrado sobradamente su
incapacidad para sostenerse en la vida con una cierta dignidad. 8na persona así no es un
buen compa!ero; la vida es muy larga y por momentos complicada, por eso es meor saber
a tiempo con qui1n se puede contar y con qui1n no. 3De qu1 nos sirve mantenernos fieles,
atadas de
ilusin quepies y manos,como
se evapora a un fantoche,
lo que es ya que
un espeismo4
no pasaría $ues de muy
ninguna poco.
prueba 'so es una
de control de
calidad.
)1 que las ventaas de vivir en la verdad solo se reconocen con el paso del tiempo o
a la lumbre de una nueva relacin que sea más sana y más satisfactoria que la anterior; pero
cuando al fin se acepta, cuando podemos ver con claridad que en realidad nos hemos
librado de un destino aciago, nos parece que la película es otra completamente distinta.
'ntonces nos cuesta entender cmo pudimos sufrir tanto a manos de alguien que no era tan
maravilloso como le imaginábamos. 'n ese momento, lo que sentimos es @@un enorme
alivio 'n efecto, @nos hemos quitado un gran peso de encima

A uno mismo
8na de las cosas más importantes que recuperamos despu1s de una ruptura es @a
nosotras mismas $arece una obviedad, pero, en esas relaciones tormentosas, solemos
perdernos de vista, como se pierde de vista a un ni!o distraído en un parque de atracciones.
Durante la relacin nos adentramos en el túnel del terror, nos despistamos por sus pasillos
oscuros, y @@@cmo nos cuesta encontrarnos y recuperarnos 's lo que le ocurri a ?oemí,
que contaba, aliviada, lo siguiente9

cuando Despu1s
ya lo peordehalapasado.
separacin me he
&uando recuperado
estaba a mítanto,
sufriendo misma. Lo puedo
no podía decir ahora,
ni pensar, pero si
hubiera sabido que iba a llegar a sentirme tan bien, @me hubiera separado mucho antes ?o
me separ1 para recuperarme, porque no tenía ni idea de lo perdida que estaba. 6a ocurrido
así, pero recono"co que ahora he descubierto cosas de mí que no sabía, o que había
olvidado y que me gustan.

&ada historia es cada historia y cada cual tiene su manera personal de atravesar por
su 2barranco5; sin embargo, lo que dice ?oemí es una opinin que la mayoría de las
personas que han pasado por el mal trago de una separacin repite9 2@?o s1 por qu1 esper1
tanto5, 2@?o s1 por qu1 aguant1 tanto5, 2@?o s1 por qu1 perdí tanto tiempo a su lado5,
2@)i hubiera sabido antes lo bien que iba a estar5.
%ambi1n Laura reconoce que despu1s de la separacin se siente más due!a de sí
misma. )u forma de e0presarlo es muy gráfica9
(a s1 que a veces perder al otro es como perder un bra"o o una pierna, pero a mí me
ha pasado lo contrario. 's como si antes mis bra"os y mis piernas fueran suyos, y despu1s
de separarnos siento que al fin los he recuperado.

?o creo que sea necesario e0tenderme en las bondades de poder ser due!as de
nuestros propios bra"os y de nuestras propias piernasH )eguro que cuando donamos
nuestros rganos en vida a alguien que ni los necesita ni los usa para nada no somos
conscientes de todo lo que ponemos en uego con esa donacin. 'sos impulsos e0tremos de
sacrificio y de generosidad que a veces nos entran a las mueres suponen la locura de
renunciar a lo más irrenunciable de un ser humano9 su propio ser, sus peculiaridades, sus
rasgos distintivos, sus deseos, sus atributos, @y hasta su salud %odo esto perdemos en una
relacinLafusional, y tododeesto
recuperacin recuperamos
nosotras mismasdespu1s
incluye de una separacin.
tambi1n el reencuentro con los
nuestros, con la familia y con las amigas, a quienes puede que hayamos deado de lado a
cambio de una dedicacin e0clusiva a la parea. Durante los horribles momentos de una
separacin, cuando más solas nos sentíamos, seguro que había una amiga solidaria cerca,
cuidando de nosotras, y cuando deamos finalmente de llorar y levantamos la cabe"a, allí
estaba ella, dispuesta a prestarnos sus "apatos y a llevarnos de fiesta y salir de compras o de
copas con nosotras y con una lista de amigos de su marido disponibles para presentarnos.
$ero no solo recuperamos a las amigas para contarles nuestras penas y para apoyarnos en
sus hombros, sino que volvemos a eercer de amigas, volvemos a estar en activo,
disponibles para ellas cuando son ellas las que nos necesitan. $oder salir del encierro de
nuestra propia pena y ocuparnos de otros siempre es una buena se!al de que la recuperacin
sigue su curso.
&a li5ertad

Btra de las grandes ganancias que obtenemos despu1s de una separacin es la


libertad. <econo"co que, al principio, hasta la libertad se vive como abandono y no se
puede disfrutar. 'n los primeros momentos, confundimos el aire fresco de la libertad con la
pesade" de la soledad y, en esas condiciones, ese 2estar por tu cuenta5 no tiene mucha
gracia. Algo parecido pensaba Daniela cuando hablaba así9
)í, sí, tienes mucha libertad, mucha libertad, pero 3de qu1 te sirve si no puedes
elegir4 Aquí estoy, muy libreH sí, para quedarme en casa el fin de semana. #a, a, a. $ero
ahora lo recono"co, es tiempo para mí. $ierdo el tiempo a mis anchas sin echarle de menos.
$uedo quedarme con los compa!eros de trabao a tomarme una ca!a y no tengo que avisar.
@)oy due!a de mi tiempo, aunque sea para ir a la peluquería, para quedar con una amiga o
para ver películas en el sofá de mi casa

$ara :anessa, en cambio, la libertad tenía otra cara, 3otro loo!/

Lo primero que hice cuando lo de1 con mi novio fue ir a cortarme el pelo. Mi
peluquero llevaba a!os dici1ndome que me lo cortara, porque dice que yo tengo 2cara de
pelo
fui y corto5,
le die9 pero como aelMauricio
2@&rtame le gustaba
pelo @D1ame el pelo largo,
guapísima5. ( mepues
dio9no2@Lo
le hacía caso.
deaste conAsí
tu que
novio5. ?o sabía si reírme o llorar de ser tan previsible, pero estoy contenta con el
resultado y es una forma de pasar página. De verme distinta.

Durante su relacin de parea, :anessa pecaba de sumisin y, a pesar de lo bien que


le quedaba el pelo corto, se sentía obligada a llevarlo a gusto de su novio. )u gesto de
liberacin empe" por algo aparentemente tan trivial, y a la ve" tan importante para una
muer, como su propia imagen. 'sta es otra de las actitudes que se repiten despu1s del duelo
por una separacin9 @el cambio de loo! &orte de pelo, gimnasio, dieta, colores nuevos,
nuevo estilo, desenfado, maquillae atrevido, faldas en lugar de pantalones, tacones en ve"
de "apatos planos, o al rev1s. @&asi que da igual 6ay un afán de reconstruccin, de
reparacin de los da!os causados por el desastre, que tambi1n pasa por el aspecto e0terior y
que suele las
bisturí tener e0celentes
amigas resultados.
son una compa!ía$ara todas estas37u1
fundamental. operaciones
supera aest1ticas
una tardecon o sin con
de rebaas
las amigas4 37u1 puede haber más emocionante y más peligroso que probar a un
peluquero nuevo4 Dearse aconsear, dearse llevar de la mano por las amigas es lo meor
que podemos hacer en estos momentos.
6e escuchado a muchas mueres asegurar que nunca se hubieran atrevido a hacer lo
que hoy hacen si siguieran casadas o en parea. 's como si despu1s de la ruptura se
hubieran dado a sí mismas @licencia para cambiar

&a dignidad

37u1 decir de la dignidad4 )egún el diccionario, se trata de un valor inherente al ser


humano, inalienable, que no viene dado por factores e0ternos. &omo vemos, se nos supone
dignos desde el mismo momento en que nacemos y, sin embargo, con qu1 facilidad
entregamos nuestra dignidad y permitimos que otro la pisoteeH
'sto no se hace a conciencia, lo s1, nadie dice en vo" alta9 2@%ú trátame mal que a
mí no me duele5. ?adie decide deliberadamente tirar al suelo la propia dignidad, sino que
la va soltando de a pocos, en un gesto, en un renuncio, en una mala contestacin. Ahora
bien, si no nos dimos cuenta de cuándo, cmo y dnde perdimos nuestra dignidad, una ve"
recuperada, hay que cuidarla y protegerla. @?unca más

posible&uando conseguimos
que desarrollemos unlevantar la cabe"a
cierto sentido paradignamente despu1s de
detectar situaciones una ruptura,
parecidas es
a aquellas
que acabamos de superar. $or supuesto que, como de costumbre, siempre es más fácil ver la
paa en el oo aeno que la viga en el propio. 'n cualquier caso, ese radar que hemos puesto
en funcionamiento es lo único que puede prevenirnos de repetir relaciones desgraciadas,
destinadas a fracasar. Alicia es un buen eemplo de esto último9

:eo a mis amigas con sus maridos y algunas están viviendo cosas muchísimo peores
que lo que estoy viviendo yo; entonces pienso9 2%ú solo te has separado, no es tan horrible.
'ra peor cuando estabas con 1l y te trataba así5. 6oy por hoy, no me cambiaría por ninguna
de mis amigas, de verdad, están soportando las mismas cosas que yo soport1 durante a!os.
$ara mí es un alivio verme mucho más digna que antes. )ola, sí, pero @digna
'l olvidoH

Al final, aunque nos pare"ca mentira, olvidar es posible. Llega un momento en el


que el otro dea de eercer control sobre nosotros y sobre nuestra vida. &omo si el mando a
distancia desde el que nos maneaban hubiera quedado desactivado para siempre; da igual
lo que el otro diga o haga con su vida, que nada nos conmueve, ni nos preocupa y, lo que es
meor, @nada nos hace sufrir Así me contaba $aula lo que sentía @o lo que ya no sentía
 respecto a Antonio9
(a no me toca nada de lo que tiene que ver con Antonio. Kl sigue en su línea, pero
soy yo la que ha cambiado de lugar. 's como si yo hubiera abandonado el escenario que
compartíamos y me hubiera ido a un escenario distinto, en el que Antonio no tiene ningún
papel.

La má0ima libertad posible, la má0ima dignidad, consiste en hacernos due!as del


escenario que pisamos, due!as del papel que representamos. A veces, parece que el cambio
de escenario ocurre de un día para otro, pero siempre es el resultado de un trabao psíquico
que ha llevado su esfuer"o y su tiempo y que @por supuesto vale muchísimo la pena
reali"ar. ?unca más aceptaremos un papel con el que no estemos de acuerdo; de ahora en
adelante, el guin y el casting corren de nuestra cuenta.
&apítulo J

<'6A&'< LA :-DA
)olo no significa abandonado

&a vida es eso que pasa

mientras estamos ocupados

haciendo otros planes)

#B6? L'??B?

1n plena muchedum5re,

a pleno cielo,

nos recordamos a nosotros mismos)

Al %ntimo, al desnudo,

al 7nico que sa5e c9mo crecen sus uñas)

$A*LB ?'<8DA

8a no soporto la terri5le soledad)

8o no te pongo condici9n)

Iuiero ser tuya sea por 5ien o sea por mal)

'?%<'/A %B%AL

&ada ve" que escucho aquello de que 2+ulanita rehi"o su vida5 entiendo que quien
lo dice quiere contarme que nuestra 2fulanita5 tiene otra ve" una parea y puede que incluso
est1 dispuesta a formar una nueva familia. 'ntonces, yo siempre me pregunto9 3es que
acaso quienes siguen solos despu1s de una separacin no están vivos4 3's que la vida que
llevan no es vida4 3's que no se puede 2rehacer la vida5 más que en parea4
Me parece que 2rehacer la vida5 despu1s de una separacin consiste en dear de
llorar, en dear de recordar y de lamentarse por lo que se ha perdido y en empe"ar a sacar
cuentas de lo que se puede hacer con lo que se tiene y lo que se va a ganar a partir de ahora.
<ehacer la vida significa dear de torturarse por el pasado y vivir y disfrutar el presente;
dear de mirar hacia atrás, y mirar hacia delante; rehacer la vida consiste en pasar página y,
sobre todo, en hacerse con las riendas de la propia e0istencia, ya sea solo o bien
acompa!ado. ( ese es el tema que va a ocuparnos en este capítulo.
Las separaciones y los divorcios son un signo de los tiempos que corren, y no todos
desembocan en la formacin de una nueva parea. :ivir solos es, hoy por hoy, una
e0periencia que, muy probablemente, tengamos que atravesar todos los adultos en algún
momento de nuestra vida. Así que es meor estar preparados para coger al toro de la soledad
por los cuernos de la autonomía, dispuestos a hacernos con esa vida en solitario, y a
disfrutarla, en ve" de quedarnos atascados en el lamento por lo muy desgraciados que
somos o empe!arnos en maldecir la malísima suerte que hemos tenido. @7uienes viven
solos son multitud Así que @no están tan solos

antesala6ay
quequienes entienden
tienen que habitarsupara
soledad únicamente
encontrar comoesos
otra parea; un lugar de tránsito,
se e0asperan, se como la
impacientan, ponen su vida en 2pausa5 hasta nuevo aviso y tienen la impresin de que
todos los que les acompa!aban en esa salita de espera van pasando al saln de la 2vida
verdadera5 y 2rehacen su vida5 antes que ellos. Les parece que todas las amigas están
casadas, que todas tienen hios, que todas encuentran un nuevo novio, un segundo marido o
un buen amante antes que ellas; en fin, 2@6asta cuándo tendr1 que esperar5 y 2@&uándo
será mi turno5 es lo único que se preguntan. Mientras tanto, la vida, que 2es eso que pasa
mientras que ellas esperan por la vida5 que diría Lennon, se les escurre entre las
manos. @)ufren tanto por lo que no tienen que les cuesta disfrutar aquello que sí tienen

Todos estamos solos

La soledad ancestral del ser humano, su desamparo radical, es y ha sido siempre un


tema que ha preocupado a la humanidad. Dice $ere!a CJ que fingimos, que en la vida
cotidiana mantenemos nuestros rituales ordinarios para disimular, para hacer como si nos
conoci1ramos los unos a los otros, para mantener el disimulo y el malentendido de una
anhelada compa!ía que en realidad es imposible. ( precisamente porque en el fondo
estamos todos solos, es que la soledad tiene tan mala prensa. $orque cualquiera que se nos
muestre desamparado nos confronta sin remedio con nuestro propio desamparo. $or eso nos
empe!amos en 2rehacerle la vida5 en parea a los demás, como si no hubiera otra manera
de vivir. 'n el fondo, no nos preocupa tanto su soledad como la nuestra.
'n estos tiempos se considera que aquel que está solo ha fracasado, que se ha
equivocado en algo, que no ha puesto suficiente empe!o en 2rehacer su vida5 y se le
augura un camino que no puede más que conducirle a la desdicha. Ahora se pretende borrar
del mapa a'stamos
contrario esa terrible soledad
todos untos,y cerquita,
se nos vende
a un laclic!
ilusin de que @no
de distancia delestamos
resto desolos @Al
la humanidad;
@toda la humanidad sentada en el saln de nuestra casa @37u1 más quieres4 &uando, en
realidad, estamos apenas acompa!ados por un teclado y por una pantalla del ordenador, por
la *lac=*erry o por el i$ad @y estamos más solos que nunca 'n esta especie de farsa de la
hiperconfraternidad, no se valora la aut1ntica compa!ía que cada uno puede hacerse a sí
mismo, no se valora la vida interior, ni los pensamientos, ni las fantasías, ni los momentos
de sosiego, y mucho menos se valoran esos ratos tan importantes de @poder hablar solos, sí,
como los locos, @solos, cada uno consigo mismo, tratándonos de tú, para poner los
pensamientos en orden o para sopesar los pros y los contras y tomar decisiones. Demasiado
ruido. &on tanta gente en el saln, en la cocina, en la cama y en el cuarto de ba!o, @es
imposible tener un momento de quietud para escucharnos a nosotros mismos, para
preguntarnos baito9 2( a ti, 3qu1 te apetece hacer hoy45, 23&mo te sientes45, 23&mo
amaneciste45. 'l que no sabe estar consigo mismo malamente podrá estar con el otro y
apreciarlo en toda su diferencia.
$uede que nadie 2decida5 quedarse solo adrede; a veces la vida decide por nosotros
o, como mucho, nosotros decidimos dear de estar mal acompa!ados y preferimos
quedarnos solos, al menos @hasta nuevo aviso Lo cierto es que con la proliferacin de
separaciones, cada ve" son más las personas que viven solas y, entre ellas, sin duda, hay
muchas más mueres que hombres. De todo esto, como siempre, lo más importante es
reconocer cuál es la situacin vital en la que estamos y plantarnos en ella de la meor
manera
escapa laposible,
nuestraensinve"
quedenos
estar mirando
demos con envidia y a!oran"a otras vidas, mientras se nos
cuenta.
$or supuesto que la soledad tiene momentos difíciles; vivir solos nos priva incluso
del 2disimulo de la compa!ía5. )1 que no es fácil el día a día para quien no puede
compartir las tareas cotidianas más que consigo mismo; s1 que es difícil pasar una noche
tras otra, ya no sin se0o, sino sin un abra"o, sin un hombro donde recostar el peso de la
vida. 'l miedo puede asaltarnos, lo s1; pero la soledad tambi1n ofrece oportunidades. La
soledad nos brinda las condiciones propicias para desarrollar la creatividad, para mirarse en
un espeo y conocerse meor, un lugar para el reposo de las e0igencias de los otros. %engo
la impresin de que vivir la soledad de una manera o de otra depende más del usuario y de
su historia infantil que de las circunstancias e0ternas actuales.

Sa5er estar solo

Dice Donald D. Tinnicott, un reconocido psicoanalista ingl1s, que uno de los


indicadores de salud mental, un signo de madure" dentro del desarrollo emocional de un
individuo, consiste en haber desarrollado una cierta capacidad para estar solo, la posibilidad
de disfrutar de la propia compa!ía. $ara alcan"ar este logro es preciso haber tenido, durante
la infancia, la e0periencia de haber estado solo en compa!ía de la madre. 's decir, de haber
estado acompa!ado y solo a la ve". )e preguntarán9 3en qu1 quedamos4 3)olo o
acompa!ado4 $ues las dos cosas simultáneamente. )e trata de una paradoa; el ni!o ha de
estar acompa!ado, pero libre, gracias a una madre capa" de contener sin agobiar, de estar
presente sin estorbar, una madre que permite a su hio ugar tranquilo y recrearse en su
uego porque la certidumbre de su compa!ía es lo único que no está en uego. &uando el
ni!o tiene la certe"a de que cuenta incondicionalmente con su madre puede entregarse
tranquilamente
&onocemosa suslaspropias fantasíasque
consecuencias y alun
placer de ugar
abandono y de estar
definitivo consigo mismo.
verdadero podría
tener en la vida de un peque!o, de manera que si el ni!o no está demasiado seguro del
cari!o y de la presencia de la madre, si tuviera miedo de perderla, si no puede confiar en
ella cien por cien, si queda confrontado prematuramente con esa soledad radical del ser
humano de la que hablamos, no puede permitirse el luo de disfrutar de estar consigo
mismo. Desde su punto de vista, lo más urgente es velar por su propia supervivencia y eso
lo obliga a estar pendiente de la madre, a saber dnde está en cada momento. 'l ni!o estará
más preocupado de complacer a mamá, para no perderla de vista, que de ugar a su aire;
más pendiente de llamar su atencin, para asegurarse de que no se va a alear demasiado,
que en dear vagar su imaginacin y recrear sus fantasías en libertad. $orque cualquier
retraimiento de la madre o sensacin de soledad será vivido por el ni!o como un abandono
definitivo con las consecuencias terribles que 1l imagina.
$ara Tinnicott, esa misma calidad de 2soledad en compa!ía5 es la que e0perimenta
una parea despu1s de un orgasmo, en ese momento de infinita soledad, en el que cada cual
está e0clusivamente consigo mismo y con el propio placer, aun a sabiendas de que ese
placer se ha alcan"ado en compa!ía del otro. 'sa 2soledad en compa!ía5 está a la vista de
todos cuando observamos a una parea en una terra"a de domingo9 una mesa, dos caf1s, dos
tostadas, y dos adultos en silencio, enfrascado cada cual en su propio peridico. )i uno de
los dos fuera un celoso compulsivo, por eemplo, incapa" de confiar en su parea y que
teme que se le escape con el primero que le pase por delante, no podría tener el sosiego
necesario
favorito y para leer la nota
los deportes a suseditorial,
anchas, las
sinonoticias internacionales,
que, cada tanto, tendríalaque
columna
levantardelasucabe"a
escritor
para comprobar qu1 está haciendo el otro, si está mirando a la chica de la mesa de al lado o
si está flirteando con el camarero.
7uienes no pueden disfrutar de su soledad sino que se limitan a padecerla suelen ser
personas que dependen en e0tremo de la compa!ía del otro y de su aprobacin para
sobrevivir al día a día. ?ecesitan asegurarse un público, saberse mirados, se acoplan al otro
como se acopla un desahuciado a un respirador. Literalmente, @necesitan al otro para
respirar )i están solos se ahogan de angustia, porque reviven aquella e0periencia infantil
aterradora.
'sto tiene terribles consecuencias. $rimero, porque esas personas que padecen este
terror a la soledad no tienen mucha cintura para elegir una parea, les da igual a qui1n
tienen al ladoH con tal de tener a alguien al ladoH &omo dice la letra de la ranchera,
cuando alguien
falta, 2sea estáoacosado
por bien sea por por 2lacon
mal5, terrible
tal desoledad5 está solo.
no quedarse dispuesto
37uea cuáles
soportar
sonlolas
que haga
cualidades que e0igen de una parea4 @$ues que respire @&on eso les basta $ara ellos,
@cualquier cosa les vale con tal de estar acompa!ados 7uien toma al otro, a cualquier otro
como un respirador, no podrá conocerle, ni respetarle, ni escucharle, porque le tratará como
a una prolongacin de sí mismo, como a una prtesis conveniente y no como a un ser
humano distinto y singular. $or eso le necesita tanto, y a la ve", por eso mismo, le escucha
y le conoce tan pocoH
8n proceso parecido tuvo que superar /raciela, una lectora que me escribía lo
siguiente9

6ace apenas un a!o, yo era una de esas mueres malqueridas que describes en tu
libro. Me aterraba pasar la vida sola y so!aba con tener un hombre que me quisiera, y no
me importaba
conseguido aguantarheloaceptado
superarlo, que hiciera falta cony tal
la soledad ya de
no estar
me daacompa!ada. Actualmente,
miedo. Ahora he
me siento mucho
meor que cuando estaba con mi 2gato5.

'legir desde la desesperacin no es elegir. 'sto sería aferrarse a un clavo ardiendo y


conformarse. 'sa desesperacin es la que abona el camino para entablar relaciones
destructivas, con poco amor, algo de maltrato y mucho de resignacin.

Ea5itar y decorar la soledad

'ntre las mueres que viven solas hay muchas chicas solteras que esperan encontrar
una parea y formar una familia; es el caso de &lara, que tiene más de treinta a!os. La
mayoría de sus amigas están casadas y muchas de ellas ya van por el segundo hio. 'n
&lara todos los reloes empie"an a sonar con insistencia, y, animada por el tronar de esas
alarmas, entabl una relacin con un hombre que parecía @al fin el adecuado. ?o era
su tipo, pero tampoco estaba mal. ?o era muy apasionado, pero bueno, el se0o no lo es todo
en la vida. 'ra muy mirado con el dinero, pero bueno, seguramente cuando se casaran las
cosas serían diferentes. )i alguna ve" discutían, 1l desaparecía sin dear rastro hasta que ella
llamaba a pedir e0plicaciones, o a pedir perdn. 'n realidad, llamaba a pedir un poco de
compa!íaH Al final, aquello que mantenían entre los dos y que parecía tan 2conveniente5
para ambos
satisfi"o, no dio
&lara caymás de sí.
presa de Al principio,
la pena y del ydesconsuelo.
a pesar de que aquella
Luego, pasrelacin nunca por
a lamentarse la su
terrible mala suerte, y no paraba de compararse con cada una de sus amigas, las casadas, las
embara"adas, las enrolladas, las reci1n comprometidas, etc., etc., etc. 8n buen día, animada
por una compa!era de trabao que estaba en sus mismas circunstancias, se apunt en un
grupo de singles. $or primera ve", cay en la cuenta de que ella, en este momento, era una
persona sola. Lo que tanta angustia le generaba, aquello de lo que huía y a lo que no se
resignaba le result muy tranquili"ador y muy esclarecedor9 empe" a llevar su propia vida,
una vida de persona sola. 'ntonces, por eemplo, en ve" de viaar con su grupo de amigos
de siempre @todos en parea menos ella, @todas embara"adas menos ella, empe" a
hacerlo sola, con otros solos y con otras solas, con quienes en este momento tenía mucho
más en común que con sus amigos de toda la vida. Asistía a encuentros de domingo por la
ma!ana para andar por la sierra o de sábado por la noche para ir a bailar. @'staba encantada
&onoci
que nuncaa hubiera
personasconocido
muy interesantes. 6i"o dos
en otro ámbito amigas que
y descubri una piensa
secretaconservar
vocacin toda la vida
y aptitud y
para
la fotografía que no sospechaba que tenía. 'n definitiva, de de lamentarse por su vida de
soltera y empe" a disfrutarla. &lara, @al fin, descubri que una parea no es la única forma
posible de compa!ía. Describía su gran descubrimiento de esta manera9

Antes buscaba con quien quedar todos los días al salir del trabao para no llegar sola
a casa. Ahora me siento más tranquila. <econocer que vivo sola y que estoy sola me ha
ayudado. Antes tambi1n vivía sola, pero estaba todo el tiempo queriendo tapar esa soledad.
Ahora puedo ir sola de compras y lo disfruto, no estoy obligada a quedar con alguien. Me
voy sola al cine y ni me pesa ni me siento 2pobrecita yo, que tengo que ir sola al cine5.
$uedo hacer vida de single y disfrutar sin sentirme abandonada ni agobiada. %ampoco estoy
dispuesta a conocer a alguien porque sí. 'l otro día me iban a presentar a uno, pero 1l no
podía más
quiero, que tomar uncuando
ya quedaremos caf1 eltengamos
sábado a no s1 qu1
tiempo loshora rara, y le die a mi amiga9 2Así no
dos5.

?:<jala sola, sola, solita#@

'n Am1rica tenemos un uego infantil que consiste en hacer una ronda en la que una
de las ni!as baila sola, y las otras le cantan9 2La se!orita GfulanaI Caquí se dice el nombre
de la ni!a va entrando en el baile, que lo baile, que lo baileH5. La ni!a baila a su aire y
luego tiene que sacar a bailar a otra, mientras el coro le canta9 2D1ela sola, sola, solitaH5.
'ntonces, la primera regresa al corro y la ni!a elegida baila 2sola, sola , solita5, se luce,
hace sus meores pasos, disfruta de su momentoUreina y de @sus dos minutos de gloria
Muchas historias de amor que cono"co parecen bailar en el patio del colegio de la
vida esa misma cancin. Ambos entran en el corro de las relaciones de parea con ilusin,
bailan el baile todo lo meor que pueden, ponen mucho de su parte para bailar
acompasados; cambian de paso, siguen el ritmo, aprenden o inventan pasos insospechados.
Algunas, con tal de seguir bailando con una parea, son capaces de perdonar pisotones, de
olvidar empuones, hasta que un día, a pesar de lo mucho que han aguantado, la vida decide
que han de quedarse 2solas, solas, solitas5. A veces por eleccin propia, a veces porque el
compa!ero de baile abandona el uego, lo cierto es que la mayoría de las rupturas conducen
a ese campo tan familiar y tan desconocido, tan temido y tan íntimo de la soledad, y nos
obligan'sa bailar
cierto en el en
que, corro del 2sola,
principio, sola , solita5.
la soledad no es un estado que se suela buscar
activamente, sino el resultado de los vaivenes de la vida. $ero soledad no significa
abandono. Aunque la soltería no sea elegida, lo importante es que sea reconocida y
aceptada. )oledad puede significar libertad, independencia y, sobre todo, un espacio para
reconocer la propia identidad.
La mayoría de las mueres que cono"co, a diferencia de los hombres, suelen darse
un respiro entre una relacin y la siguiente. %al ve" tengan una mayor capacidad para
tolerar el duelo y eso les permite esperar hasta volver a formar una parea. Algunas tienen
clarísimo que prefieren estar acompa!adas y se ponen activamente a la tarea de encontrar
un nuevo compa!ero, mientras que otras están contentas con su situacin. &onfían en sí
mismas y en su propia vida, y dean que la vida vaya llevando su curso.
Muchas de ellas se descubren a sí mismas, y sus propios gustos, gracias a esa nueva
soledad,
que sentíacomo le pas
de estar a Alicia,
consigo que me e0plicaba con este eemplo tan cotidiano el alivio
misma9

$or primera ve" me doy cuenta de que me gusta desayunar en silencio. Mi marido
siempre ponía la radio y preparábamos el desayuno con /abilondo. A mí me parecía que
eso era normal, pero ahora que decido yoH @no sabes qu1 placer me produce tomarme el
caf1 a solas, en silencio y mirando por la ventana

Alicia concentra su reencuentro consigo misma en ese primer caf1 de la ma!ana,


muchas mueres descubren su se0ualidad despu1s de una ruptura, otras desarrollan alguna
habilidad; en todos los casos, cuando se puede habitar la soledad con un poco de sosiego,
sin demasiada angustia, la soledad se convierte en una pausa, en un espacio para reunirse
con los peda"o de la propia vida y reconstruirse.
-sa sey separ
estupendos de suterribles,
momentos marido despu1s
marcadade
pordie"
las a!os de una
subidas, relacin con
los declives y lasmomentos
incertidumbres. &omo poco, fue un matrimonio @intenso, @muy intenso Aunque -sa se
qued viviendo en la casa que compartían, se sentía completamente perdida. #ordi había
sido su novio desde el instituto, de manera que le costaba recordarse a sí misma sin 1l.
3&mo podría vivir sin #ordi4 37u1 sería de sus días y de sus noches sin 1l4 3&on qui1n iba
a comentar las noticias, una ma!ana horrible en el trabao o el atasco eterno en la MUY4 A
pesar de los muchos problemas que había en la relacin, nunca se imagin que algún día
llegarían a separarseH +ueron tiempos difíciles, pero despu1s de ocho meses ya podía
decir9

Alterno buenos y malos momentos. (a no son todos malos como al principio.


'mpie"o a tener momentos buenos solo momentos, en los que vivir sola no me parece
tan malo. (o no diría que es bueno, pero al menos no es como al principio. A veces incluso
es un alivio. Antes de que se fuera era casi peor la angustia, la incertidumbre, el 23)e irá o
no se irá4 3$odremos o no podremos arreglar lo nuestro45. Ahora ya s1 con lo que cuento.
(a s1 que se fue y que no va a volver, y saber eso no es tan malo como la "o"obra de antes.
Me recuerda a cuando muri mi padre. )u agonía fue tan larga que su muerte tambi1n fue
un alivio.
Le empie"o a ver ventaas tontas a la separacin; no tengo que consultar ni que
informar a nadie de lo que hago. 6ago lo que quiero, me tomo las ca!as con mis
compa!eros
apeteceH Aldefinal,
trabao
unohasta la hora que
se encuentra quiero,
consigo voy al
mismo encine
estasa tonterías.
ver la película que
'so sí, meda
@me
pánico que se me estropee la televisin @?o podría sobrevivir sin la televisin 3( qui1n la
arreglaría si se me estropea4 #a, a, a.

-Se$o/ 'Seguro(

8na de las preocupaciones más genuinas despu1s de una ruptura es la que concierne
a la vida se0ual. 3:olver1 a tener se0o alguna ve" en la vida4 3:olver1 a gustarle a alguien4
3:olver1 a sentir con otra persona lo que sentía por>o con 2ese5 que se fue4 3's que hay
se0o despu1s del 2barranco54 )i la vida se0ual con la parea estaba muerta, es normal que
se pregunte 3me acordar14 3)abr14 3$odr14 $ues, @por supuesto que sí De hecho, cono"co
acoreografía
muchas mueres quepracticada
mil veces han descubierto su propia
y predecible delse0ualidad
se0o con ela marido
raí" de de
un toda
divorcio; la abre
la vida
paso a la sorpresa y al suspense. 8n nuevo compa!ero de sábanas puede ayudar a una
muer a descubrir unos cuantos puntos 2/5 diseminados a lo largo de toda su anatomía, en
lugares que nunca había e0plorado y que ni siquiera sabía que e0istían.
Las hay que optan por el 2momento clavo5 para borrar en otros bra"os el recuerdo
del e0 tan pronto como les es posible; sin embargo, lo más frecuente es que despu1s de una
ruptura, y mientras se atraviesa por el terreno escarpado del 2barranco5 , no estemos para
muchas fiestas. ?o pasa nada, es normal. &uando alguien está convaleciente de una fiebre
alta o de una operacin de hernia tampoco tiene muchas ganas de accin. @%iempo habrá
8na persona en duelo es transparente, parece que nadie la ve. -dentificada como
está con el ausente, ella tambi1n se ausenta de su propio cuerpo y pasa inadvertida. ?o está,
no sabe, no contesta, nadie la advierte, nadie la sigue con la mirada. $ero una ve" superado
ese periodo
vuelve de convalecencia,
a entrar en ebullicin y que en cadavuelve
la persona persona
al tiene
ruedo.una
?oduracin
es que separticular, la sangre
lo proponga, no es
que una tarde decida9 2Desde ma!ana me pongo manos a la obra5. 's que un día, sin saber
muy bien ni cmo ni por qu1, vuelve a habitar su cuerpo y le da vida; entonces, la nubecita
que hasta ayer la acompa!aba allí por donde iba se disipa. 'l peso de esa sombra que le
oscurecía las facciones desaparece y, de pronto, se la empie"a a ver iluminada, radiante,
guapa, y vuelve a mostrarse deseable para el se0o opuesto, @para el propio se0o @y para sí
misma
8na cosa curiosa que suele ocurrir cuando una muer se separa es que de pronto
surgen de la nada un montn de almas caritativas Cgeneralmente pertenecientes a hombres
comprometidos, que se sienten en la obligacin de socorrerla y de brindarle un poco de
calor humanoH )olo un poco, y siempre de la misma formaH
6ay quienes tienen que conformarse consigo mismas durante un tiempo. ?o está
mal. $uede ser ocasin de conocerse meor y una manera de mimarse. )iempre es un buen
refugio saber que nos tenemos. $ero a veces no es suficiente. %engo una amiga que,
despu1s de un divorcio sorpresivo y atormentado, no estaba preparada para una nueva
relacin sentimental, pero necesitaba vivir su se0ualidad en compa!ía. Me cont que
recurría a páginas de contactos e0clusivamente para tener algún encuentro se0ual sin
consecuencias, sin implicaciones emocionales. A ella le funcion. :ivi sola muchos a!os,
y mucho tiempo despu1s volvi a la vida en parea con un hombre que todavía la
acompa!a.
%odo cuándo,
únicamente es posible,
cmotodo estáquien
y con permitido
ustedcon unas?adie
decida. cuantas reglas
está básicas9
obligado será una
a 2pagar5
cena o unas copas con se0o. &ada uno tiene sus tiempos y hay que hacerlos respetar desde
el principio. @7ue espere ?o le va a pasar nada al chico si tiene que posponer sus
urgencias. ( aun a riesgo de sonar maternal, @por favor, @se0o seguro ?o es un buen
momento para un embara"o no deseado, y muchísimo menos para una complicacin que
comprometa su salud se0ual. $or lo demás, @la vida empie"a ahora @A disfrutarla

?T7 ser+s mi baby#@

7uienes se separan y tienen hios tienen sus propias ventaas y sus propios
inconvenientes. $or una parte, no se quedan completamente solos. Los ni!os, sus rutinas,
sus necesidades,
la hora de la cena,lesporque
obligan a manear
hay dedeberes
que hacer otra manera su dolor
y porque y a dearlo
hay que de lado
levantarse porque es
temprano
para ir al colegio. Los hios son testigos de la propia vida que organi"an la pena con su
torrente de vitalidad. @Los hios son una bendicin porque sobrevuelan nuestro 2barranco5
y nos conectan con el suceder de la cotidianidad
)in embargo, uno de los peligros que corren algunas mueres despu1s de una
separacin, consiste en colocar sobre los hombros de sus hios la responsabilidad de
acompa!arlas para no sentirse solas. &ono"co casos de madres que infantili"an a sus hios,
que los obligan a permanecer en estado de dependencia perpetua beb1s eternos, con tal
de que la necesiten a ella por siempre amás y que nunca la abandonen. Madres que, cuando
se separan del marido, duermen en la misma cama con sus hios independientemente del
se0o y de la edad para no sentirse solas, sin respetar el derecho a la intimidad que tienen
los chicos y saltándose las mínimas reglas culturales contra el incesto que separan a una
generacin
hios, de otra. Madres
que renuncian entregadísimas
a su propia vida y que,que se olvidan
a cambio, de sí
e0igen mismas por 2@(o
reciprocidad9 cuidarhea sus
renunciado a mi vida por ti. De ahora en adelante, tú tendrás que renunciar a la tuya por
mí5.
'stas mueres parece que susurran al oído de su ni!o Caunque el ni!o tenga más de
cuarenta el 2%ú serás mi 5a5y5 como una condena. Madres que hablan del hio con un
sentido de posesin M- 6-#B que dea poco espacio al ni!o para crecer, para
desarrollarse y defenderse por sí mismo en la vida. 3&mo va a traicionar el peque!o de
treinta y cinco a!itos a su pobre madre que está sola4 3&mo la va a dear de su cuenta un
domingo por la tarde para salir 1l con los amigos4 3&mo va ella a tener un novio si mamá
la necesita tanto4 3&mo se va a ir de compras con las amigas y no con ella4 3&mo se va a
ir a estudiar fuera deando a mamá, con todo lo que ella se ha sacrificado4 Ahora, 3qui1n
depende de qui1n4 37ui1n necesita más de qui1n4 'l hioUreh1n, el recluso, se siente preso,
sí, pero a la ve" se siente muy importante9 @es indispensable para la madre 'n estas
condiciones, es muy difícil defenderse de ese poder omnipresente de una madre que lo da
todo 2por el bien del hio5, y que a cambio 2solo5 le pide que 2sea su 5a5y5 por los siglos
de los siglos.
)uscribo por completo al poeta liban1s halil /ibran cuando dice9 2%us hios no
son tus hios, son hios de la vida C.... %ú eres el arco del cual tus hios, como flechas vivas,
son lan"ados5. @'l arco @?ada más que el arco A la flecha hay que lan"arla en su
momento y a conciencia, desprenderse de ella para dearla volar libre en la vida.
6ayellos
allí donde padres que van
quieren con la)eflecha
llevarla. dellos
sienten hio abra"ada
due!os de laalflecha,
pecho la
y la llevan
usan comode un
la mano
amuleto que los acompa!a y los libra de sentirse solos. 'stos padres no están dispuestos a
dear que la flecha el hio cumpla su destino de flecha de hio, que no es otro que
ser lan"ado a la vida de la meor manera posible, con las meores herramientas de que
disponemos para que pueda defenderse con autonomía y abrirse su propio camino.
?o es fácil seguir la vida en soledad, y entiendo que es una enorme tentacin usar a
los hios de compa!ía, pero los padres son los responsables de sus hios, no sus due!os, y
una de sus responsabilidades consiste en ayudarlos a crecer y permitirles ser
independientes. &ada cosa que hagamos por y con los hios habremos de preguntarnos 3esto
lo hago por el bien de qui1n4 3'n qui1n estoy pensando4 3A qui1n beneficia esto o aquello4

M+s vale solo que mal a5andonado

?o es el caso de -sa, que está muy dispuesta a ligar y a encontrar otra parea, pero
cono"co a muchas personas que, despu1s de una ruptura, prefieren refugiarse
indefinidamente en la soledad por miedo a un nuevo desenga!o. 'sas son las que piensan9
2Más vale solo que mal abandonado5. 7uedan tan dolidas, tan maltrechas despu1s de una
separacin, que el miedo a repetir la e0periencia las domina y lo único que quieren es
protegerse y esconderse de otro posible fracaso. $uede que estable"can relaciones
esporádicas, pero guardarán sus sentimientos a buen recaudo para no correr riesgos. Aun
cuando la herida est1 cerrada, queda la cicatri", que escuece cuando hace mal tiempo y que
es un recordatorio de ese momento duro de la vida que no quieren volver a atravesar.
'l argumento de 2Lo peor que te puede pasar es que te quedes como estabas5 no les
funciona. ?o es tan simple. &uando alguien opta por estar solo, controla la situacin. 6ay,
en esa
otra soledad,
soledad, la algo de eleccin,a algo
que sobreviene de una cierta
una ruptura, decisin
se vive voluntariosa.
como impuesta, como 'nuncambio, esa y
abandono;
es posible que el agraviado se sienta mucho más solo que antes, porque, además de solo, se
sentirá dolido, traicionado y desilusionado.

-Solas/ 'Pero si no est+n solas(

Antes de escribir este capítulo, además de la bibliografía y del testimonio de mis


pacientes, consult1 con la fuente de informacin más confiable que una persona como yo
pueda encontrar9 @el oráculo de mis amigas A estas edades, muchas de ellas ya han pasado
por sucesivas relaciones, rupturas y reencuentros, y algunas hace ya muchos a!os que viven
solas, a este o al otro lado del oc1ano. Así que les pedí ayuda, y allí que estaban ellas como
siempre9 dispuestas, generosas, adorables y divertidas. 'n &aracas, nos reunimos en casa de
mi amiga #eanette con Marucha y %eresa para almor"ar las delicias que amorosamente
#eanette nos había preparado. 'l internacionalmente reconocido 5loody mary de #eanette
nos daba la bienvenida para abrirnos el apetito y soltarnos la lengua. (a no recuerdo hasta
qu1 hora estuvimos; lo único que s1 es que se hi"o de noche, @muy de noche, y que de allí
nadie se iba. 'n *arcelona, tuvimos una cena de chicas en casa de $ichusa9 Marina prepar
la pasta, $ichusa la ensalada, yo puse el ]his=y y &ecilia llev el postre. ?o nos encontr el
alba conversando, porque era pleno invierno y el alba tard mucho en llegar, peroH 'n
ambos encuentros
nos dimos nos de
toda suerte dispusimos
conseos,adelaesos
confidencia, lloramos,
que se austan másnos
a losconsolamos
problemas mutuamente,
de quien los
da que a las dificultades de quienes los reciben. ?os burlamos las unas de las otras,
hablamos bien y mal de los hombres y, sobre todo, @nos reímos a carcaadas
&ada una de estas mueres está plantada con firme"a en su propia vida. %odas ellas
son árboles que dan flores y frutos a granel, y todas dan sombra y cobio a quien se acerca.
%odas tienen más de sesenta a!os, algunas están separadas despu1s de un matrimonio largo
y en algunos casos tortuoso, otras han tenido una o varias relaciones duraderas a lo largo de
los a!os y una de ellas está viuda. Algunas tienen hios a su cargo, los de la mayoría ya
están emancipados y otras nunca tuvieron hios.
A continuacin, transcribo algunas de sus frases, que hablan por sí solas. Me"clo
&aracas con *arcelona, y *arcelona con &aracas para proteger la intimidad de mis amigas.
8na conclusin a la que se lleg tanto en &aracas como en *arcelona fue que la soledad no
se elige,
cada una28no no en
de ellas decide quedarse solo,y uno
esa circunstancia, se va
todas, quedando
unas soloH5.
antes, otras La vida
despu1s, lasaceptado
la han coloc ay
sacan el meor partido posible de lo que tienen. Btra constante fue que todas, incluidas
aquellas que sufrieron, conservan un recuerdo dulce de la vida en parea. Aunque ambas
veladas transcurrieron de una forma peculiar, en las dos orillas del Atlántico se tocaron
temas muy parecidos. 3&mo llega una muer a vivir sola4 37u1 ha ganado4 37u1 pierde4
37u1 se echa de menos4 37u1 se hace con la vida se0ual4
'llas dicen9

4ivir solas

2&on las pareas pasa como con la economía, despu1s de una crisis, nada volverá
a ser como antes y hay que estar dispuesto a adaptarse a los nuevos tiempos5.
2?o
malo estar estoy de acuerdo
acompa!ado, con que
sino porque Gmáslovale
la vida soloHI.
ha llevado 8nosituacin.
a esa no está solo
?o porque sea en
tengo nada
contra de estar acompa!ada, ni me cierro a esa posibilidad5.
2(o no estaría dispuesta a conformarme con un Gpeor es nadaI solo por estar
acompa!ada5.
2(o no me siento una val=iria o una heroína por vivir sola. ?o lo elegí. 's el
destino, y lo único que te queda es embellecerlo y habitarlo lo meor posible5.
2:ivir solo no es una maravilla de entrada. 'so no es verdad. 'so se vuelve
verdad con los a!os, con el tiempo, con la costumbre, cuando uno ha sido capa" de hacer de
su vida algo creativo, a pesar de estar solo, y es capa" de llenar la cotidianidad con cosas
agradables y duraderas. Ahora no puedo dear de preguntarme qu1 pasaría con todas esas
cosas si volviera a vivir con alguien. 3'staría dispuesta a renunciar45.

Se$ualidad
2%ardíamente descubrí que el se0o podía separarse del amor. %uve un amante
durante mucho tiempo con quien me veía únicamente para el se0o. ( despu1s yo quería que
1l se fuera para su casa y seguir con mi vida, y 1l se iba5.
2(o echo de menos el momento Goso de pelucheI, el abra"o de la noche, no el
se0o. 'cho en falta alguien a quien cuidar y a quien abra"ar, no con quien follar5.
2(o descubrí mi vida se0ual despu1s de separarme5.

mucho 2Despu1s
miedo. 6oy de mi última
mantengo unarelacin,
relacinme
concerr1 a cualquier
un amigo. )e0o encuentro
y amistad.se0ual. %enía
?o es una parea,
pero no está mal. (o no quiero vivir con 1l, lo único que quiero es pasármelo bien5.
2(o tuve un amante mucho más oven que yo. Dur hasta que 1l se cas con otra,
porque empe"aba a mirar el relo mientras estaba conmigoH 'ntiendo a las mueres que
pagan a un gigol; uno paga para que el otro no mire el relo5.

&o que han ganado

2(o no hubiera crecido lo que crecí si hubiera seguido casada con mi marido. (o
era muy dependiente de 1l y la separacin me ha hecho crecer y sentirme mucho meor
conmigo misma5.
2&uando me separ1, era un problema de supervivencia. B 1l, o yo, y @elegí yo
Ahora he llenado
haga falta mi vida de tal forma que no hay espacio para una parea, ni siento que me
una parea5.
2&uando se acerca la vee", lo meor, lo más maravilloso, es apoderarse de la
propia vida, yo no s1 si hubiera podido hacerlo acompa!adaH5.

&o que se echa de menos

2$ara mí fue muy difícil darme cuenta de que a partir del divorcio yo era cabe"a
de familia y todas las decisiones importantes tenía que tomarlas yo5.
2$ara mí lo más duro fue tener que v1rmelas con las cosas cotidianas de las que
se hacía cargo mi marido, bancos, electricistasH5.
2(o echo de menos una conversacin con un hombre, el punto de vista
masculino. @6ay demasiadas mueres en mi vida5.

"tra pareja

2%ener una parea es una oportunidad de crecer, de conocerse, que te obliga a


pensar en el otro. &on lo que yo s1 hoy, mis pareas anteriores habrían sido muy
diferentesH5.
2(o soy una muer de parea, pero creo que una parea es algo que requiere
tiempo y dedicacin. 's algo que se construye con los a!os, @y no s1 si a esta edad me dará
tiempo #a, a, a5.
2La mayor parte de mi vida la he pasado en parea, no con la misma persona,
pero siempre en parea. :erme ahora sola se me hace raro5.
2A mí, vivir en parea me gust, sobre todo compartir el día a día. ?o me
importaría tener otra parea, pero tampoco quiero renunciar a todo lo que tengo ni a mi
forma de vida actual5.
2La reencarnacin es una buena alternativa. &on lo que yo s1 hoy, estoy
preparada para reencarnarme y vivir una vida en parea de otra manera5.

'starán de acuerdo conmigo en que se trata de mueres e0cepcionales que,


independientemente de los caminos que las condueron a cada una de ellas a vivir solas, han
sabido habitar su soledad. 3)u soledad4 &uando las escuchaba contar sus historias y reírse
de sí mismas, cuando veía sus vidas con admiracin, me preguntaba si sus testimonios
servirían paraaelsípropsito
ellas se tiene misma (del libro. @$ero
cr1anme, si no
@no hay estáncompa!ía
meor solas pensaba.
Además, se@&ada
tienenuna de
entre
ellas, @y no saben lo bien que se lo pasan @$or supuesto que agrade"co sus testimonios
$ero lo que más le agrade"co a la vida es poder contar con ellas y tenerlas como amigas.
@/racias, chicas @:a por ustedes
Btra parea

Iu< ser+, ser+,

Khatever will 5e, will 5e)

78K )'<P, )'<P

Durante los peores momentos del duelo, mientras el otro ocupa todo nuestro
pensamiento y su ausencia llena nuestra vida, no es posible pensar en nada ni en nadie que
no sea el que se fue. $ero, con el tiempo, esa presencia se disipa y, poco a poco, queda
reducida al estatuto de recuerdo. 'ntonces, solo entonces, volvemos a estar disponibles para
pensar en otra relacin. %ímidamente, salimos otra ve" al ruedo, volvemos al baile de la
vida y buscamos con qui1n bailar una pie"a, dos, tres, @toda la vida
&alibrar cuándo se está preparado para una nueva relacin y cuándo no, es todo un
arte. (a vimos que hay quienes se lan"an de cabe"a al momento clavo y, cuando todavía
están abiertas todas las heridas, se abra"an al primero que pasa por delante, rogando un
poco de consuelo, un respiro, antes de sumergirse en el dolor. 'so no es encontrar una
parea, eso es otra cosa, eso suele ser un apa!o, funcionar como un apa!o y fracasar como
un apa!o.
$ero 3qui1n dice cuándo estamos preparados para entablar una nueva relacin4 3'n
qu1 libro pone cuánto tiempo hace falta para restablecerse de un desenga!o4 ?o lo
sabemos, cada caso es cada caso, cada quien necesitará el tiempo que necesite, lo cierto es
que se trata de un momento delicado.
Mi e0periencia me dice que las mueres solemos permanecer más tiempo que los
hombres en ese limbo entre una parea y la siguiente. (a sabemos que cuando un hombre
toma la decisin de separarse, generalmente cuenta, al menos, con un clavo para capear el
temporal, y cuando ha sido abandonado, no tarda en encontrar otros bra"os dispuestos a
consolarle. ?osotras, en cambio, podemos separarnos a pelo9 porque así no queremos
seguir, porque así no nos gusta la relacin, porque no somos felices y esperamos otra cosa
de la vida y, aun en esos casos, tardamos en recuperarnos, @ni que decir cuando nos han
deado $arece que el olor del anterior en nuestro cuerpo tarda más en e0tinguirse que
nuestro olor en el cuerpo del otro; y a nosotras, ya se sabe, nos cuesta me"clar olores y
sabores.
Despu1s de haber sufrido tanto, es normal que necesitemos un tiempo de
recuperacin y es normal que un cierto instinto de animal herido nos protea de una recaída.
A veces el miedo nos asalta por la espalda. 3)erá que vamos a repetir la misma historia4
3)erá que nunca vamos a encontrar a alguien que nos quiera bien4 Los fantasmas del
pasado acechan, solo la realidad de otra relacin más placentera los dispersa.

Miedo a repetir

Lo cierto es que el miedo a trope"ar con la misma piedra está más que ustificado.
@'s nuestra especialidad $arece que una de las cruces con las que los humanos tenemos
que cargar consiste en empe!arnos en repetir situaciones desagradables. <epetimos porque
somos to"udos, porque, en ve" de baar la cabe"a y de abandonar la contienda con la
realidad, nos empe!amos en insistir una y otra ve" en la misma historia con el propsito de
doblegar a esa realidad y de obligarla a darnos la ra"n, para así salirnos @al fin con la
nuestra.
)alimos despeinadas de una película desastrosa, @fracaso rotundo de crítica y
público <eunimos fuer"as para una nueva superproduccin, volvemos a hacer un casting,
y esta ve" parece que hemos elegido a un buen actor; peroH si le pedimos que represente el
mismo papel37ue
va a repetir. y si elqui1n
guinessigue siendo elpues
el guionista4, mismo, lo siento,
la historia pero me
infantil, los temo quelosla hermanos,
padres, historia se
la 2agenda oculta5 de la que hablábamos en Mujeres malqueridas. ( es un guin difícil de
corregir, porque no está escrito a lápi", ni en una pantalla de ordenador que se dee borrar
con una tecla, sino en una de esas pi"arras mágicas de la infancia Co al menos de la infancia
leana de algunos, aquellas de cartn hechas con dos láminas de plástico que se untaban
para escribir y que al separarse se borraban; de esas en las que por mucho que se borrara,
siempre quedaban marcadas las huellas de lo que se había escrito. )i el guin insiste y nos
damos como contra una pared, lo meor es buscar ayuda para desentra!ar el nudo
inconsciente que nos impide escribir y participar en una historia nueva, diferente y más
placentera.
8na de las claves para que la pr0ima película salga meor que la anterior, además
de cuidarnos del guin y de afinar el oo en el casting, consiste en cambiar nosotras de
papel. @$rohibido
de la amiga buenavolver a aceptar el papel
de la protagonista, de la de la actri"
muer secundaria
sacrificada o de la$rohibido volver a hacer
amante escondida del
galán. De ahora en adelante, o protagonistas o nada. @Divas ?unca más postergarnos en
nombre del otro. Ahora cambiaremos de lugar, y ocuparemos el primero, ahora nos
tomaremos más en cuenta.
)i de algo tiene que servirnos el sufrimiento del 2barranco5 que acabamos de
recorrer es para aprender de la e0periencia. Los duelos forman parte de la vida por dos
ra"ones9 porque, nos guste o no, los vamos a encontrar en el camino y tendremos que
atravesarlos, y porque, una ve" atravesados, nos conforman, pasan a formar parte de
nuestro bagae emocional y de nuestras herramientas para seguir adelante, siempre y
cuando hayamos podido aprender algo de ellos.

Miedo a no gustar

Btro de los temores más e0tendidos concierne a la capacidad para volver a despertar
una pasin. 7uien ha salido escaldada de una relacin fallida se pregunta si merece ser
querida, si tiene lo que hay que tener para que un hombre se enamore de ella. )i no será
demasiado alta o demasiado baa; si no será demasiado mayor o si tendrá muy poco pecho,
mucha celulitis o muchos =ilos; si no será muy 2neura5 o muy hist1rica como para que un
hombre, en su sano uicio, quiera estar con ella.
:uelve el fantasma de 2la Btra5, y decidimos que hay una manera precisa de ser
una muer deseable. &omo vimos en el capítulo de 2Blvidar es posible5, aquí empie"a la
operacin 2cambio de loo!5, con sus aciertos y con sus desatinos. %odo lo que sea
cuidarnos y sentirnos meor con nosotras mismas siempre está bien; el problema es que
corremos el riesgo de transformarnos en alguien que no somos, con tal de parecernos a ese
ideal. 7uien quiera que venga a acompa!arnos en nuestra vida tendrá que querer a la que
somos, tal cual somos, y no a la que 1l tiene en la cabe"a. %endrá que aceptar y querer a la
que es demasiado alta o demasiado baa, a la gordita, a la que tiene poco pecho y mucho
culo, a la obsesiva por el orden, a la que cocina fatal, a la despistada, a la madre de dos
hios y a la miope.
&uidado con el 2síndrome de &enicienta5 que vimos en Mujeres malqueridas)
&uidado con cortarnos los talones o rebanarnos los dedos de los pies con tal de encaar en
el "apatito de cristal que el príncipe nos impone. La vida es muy larga y para andarla a
plenitud
se definetenemos que estar
por la persona quecmodas
tiene a suenlado,
nuestro
sinoser
pory laenpersona
nuestrosque
propios
uno es"apatos.
y por lo8no
que no
hace en su vida.

1legir

A la hora de elegir una nueva parea, esto del casting tiene su importancia. 'n la
medida en que nos hayamos concedido un tiempo para hacernos due!os y responsables de
nuestra propia vida, nuestra eleccin será más acertada. )i durante el duelo no hemos tenido
tiempo suficiente para forar a solas nuestra propia barandita contra el abismo de la vida y,
como dice el bolero, no soportamos 2la terrible soledad5, necesitaremos una rea que nos
protea a toda costa, y no podremos elegir. 'staremos tan angustiados, que nos dará igual
qui1n ocupe
de la fila, ese lugar,
aunque con talmuchísimo
se pare"ca de que el lugar no est1
al último vacío. Le o,
protagonista daremos
lo que el
es papel
peor, al primero
correremos
en busca del último protagonista a devolverle su papel, a pesar de que haya demostrado
sobradamente su incapacidad para desempe!arlo con dignidad, con tal de no quedarnos
solas.
's importante saber que, bien o mal, elegimos, siempre elegimos. Aun cuando
pare"ca que solo nos deamos querer, estamos eligiendo. Aunque digamos9 2)1 que no tiene
futuro, pero, total, es mientras tanto5, estamos eligiendo. A ciegas y sin criterio, pero
elegimos.
$ilar, aquella paciente que vimos en el capítulo de 2)i te vas, me muero5, no podía
soportar estar sola. &ualquier hombre de los que ya conocía, o de los que acababa de
conocer, le parecía el candidato perfecto para pasar con 1l el resto de la vida. /uapa y
encantadora, no tenía ningún problema para ligar, así que con mucho cari!o y un poco de
sentido del(humor,
semana5. yo solía arecordarle
ella regresaba antes
la siguiente de salir
sesin con de la consulta9
la buena nueva92@?o
2@?oseme
case este@'l
cas1 fin de
sábado estuve a punto, pero no me cas15. ( nos reíamos.
Durante las sesiones, cada ve" hablábamos más de su infancia difícil y menos de sus
conquistas. )emana a semana, se fue haciendo cada ve" más consciente de su necesidad de
compa!ía, y de de confundirla con amor; ahora podía distinguir la diferencia que había
entre un hombre y una barandita.
8n día, como si fuera la primera ve" que hablara del tema, dio9

@%engo tantas cosas que recordar, tantas cosas enterradas en las que no quería
pensar ?ecesito poner orden en mi cabe"a, pensar en mí. ?ecesito llorar y sacar toda esta
rabia. $oder pensar y hablar de todo lo que pas1 cuando era peque!a es lo más importante
que me está pasando ahora, y no quiero que un hombre me distraiga.
'l trabao de $ilar se prolong durante muchos meses. 'ntretanto, conoci a su
actual parea, y parece que esta ve" eligi bien. %engo entendido que despu1s de dos a!os
siguen untos y que han decidido tener ni!os. -r de rea en rea, de baranda en baranda, de
desenga!o en desenga!o no había sido un buen negocio para $ilar. :ali la pena darse un
tiempo para pensar en sí misma, para conocerse meor y comprender qu1 la empuaba a
esas elecciones desesperadas.
&ono"co a muchas personas que, como $ilar, arrastran duelos no resueltos que
pretenden meter debao
tener que mirarlos. $ero de la alfombra
pasa que, desdecon la esperan"a
el fondo de que eldesde
de la alfombra, tiempoel los desintegre
último rincn,sin
los
duelos vuelven a cobrarse su tributo, y estorban el correr de la vida. Lo dicho, enfrentarlos
y pasar por ellos, llorarlos y dearlos atrás nos hará más libres y dispuestos para un viae
meor.

>nternet

Me parece obligado dedicar un apartado a esa cantera infinita de pareas posibles


que es -nternet, y a sus muchísimas páginas de contactos. 6oy por hoy, -nternet hace las
veces del bar, del coro, de la parroquia o de la facultad, donde encuentran parea quienes
han salido de una relacin y no tienen ni vo" para cantar en un coro, ni edad para asistir a la
facultad.
trav1s de ?o es unysecreto
-nternet queve"
que cada cada
hayve"
máshay más personas
personas que lo que se atreven
consiguen. ?o aobstante,
buscar parea a
todavía
hay reparos. 8na paciente pas unos cuantos meses dudando si entraba o no en una de estas
páginas, hasta que un amigo le dio9 2)i tú te apuntas, será que hay gente como tú que se
apunta5. Btra, que se avergon"aba de estar en una de esas páginas, tard mucho en
contárselo a su meor amiga. )u gran sorpresa fue cuando su amiga le dio una larga lista de
amigos y conocidos que estaban anotados9 2%e lo aviso por si te los encuentras, para que no
te lleves el chasco de quedar con el compa!ero chulito del instituto5.
'stas páginas y su oferta ilimitada de posibilidades uegan con la ilusin del alma
gemela, con la fantasía adolescente de que, en alguna parte, en algún lugar, hay un príncipe
e0traordinario esperando por nosotras, un ser ideal que nos va a completar. Al fin,
encontraremos esa otra mitad que nos falta para estar repletas, pletricas y satisfechas. )olo
es preciso rellenar una lista de compatibilidades. 'ntonces, la pie"a e0acta que nos falta
llegará navegando
perfeccin por de
en el pu"le -nternet envida.
nuestra canoa, en trasatlántico o en velero, y encaará a la
La profusin de 2flecha"os5 que se recibe desde estas páginas puede levantarle el
ánimo hasta al más melanclico. ?unca, nadie, en la vida real, recibe tantas miradas de
admiracin como 2flecha"os5 recibe quien se apunta a una página de contactos en -nternet.
's como ser la más guapa de la noche y andar por una alfombra roa imaginaria, levantando
pasiones a su paso. @( eso desde casa @'n chándal @Berosas y despeinadas 37u1 más
queremos4 'mpie"a entonces el proceso de deshoar la margarita F 2Mmmm... 3)erá este4
3)erá aquel45. $or suerte, Dar]in viene al rescate, la seleccin natural hace su trabao y
facilita muchísimo la tarea. Algunos se borran solos, otros no pasan la prueba del primer
chat, algunos llegan hasta la conversacin telefnica y muy pocos al encuentro en vivo y en
directo. 'n ocasiones, algunos príncipes encantados pueden convertirse en sapos y algunas
carro"as en calaba"as. Btras veces, la magia continúa y se producen encuentros
e0traordinarios que se transforman en relaciones duraderas. 6e sido testigo de más de una.
"tra pareja

-ndependientemente de la vía por la que cono"camos a esa persona, en algún


momento la nueva parea ya es un hecho. @Btra ve" la ilusin @Btra ve" el amor, la pasin
y el embruo ?ada reuvenece tanto como estar enamorado. @:olvemos a tener quince
a!os &ualquiera
reclamos queadulta.
de la vida est1 enamorado
&ualquieratiene quince
que est1 a!os, y no
enamorado puede
está trabaar
abducido pornisuatender
amor ylos
solo está disponible para nombrarle o para estar con 1l.
'n ocasiones, es la relacin con una nueva parea lo que realmente pone el punto
final a la relacin anterior. :olver a la vida de parea con 2otra5 persona es un punto de
infle0in que nos coloca ante el final irrevocable con la parea anterior.
Ahora estamos con alguien que besa distinto, que nos llama de otra manera, que nos
toma o no nos toma de la cintura mientras andamos, con alguien a quien le gusta o no le
gusta el cine, la música o los viaes. $uede que en esa constatacin haya momentos de
nostalgia. $uede que en esos momentos nos pare"ca que el pasado está crudo y que es
presente. 's normal, el otro, ese que tanto nos cost olvidar, merece sus minutos de
a!oran"a. )olo minutos.
Ahora hay que estar dispuesto a descubrir a la nueva persona que tenemos delante
sin someterle
estrenarse. al escrutinio
%odo lo que fueest1ril
rutina,deahora
la comparacin
es sorpresa.con el lo
%odo pasado. 8na
que fue relacin está
costumbre, es por
asombro. @%iempo habrá para que una nueva rutina y unas nuevas costumbres se
arraiguen Mientras tanto, y por mucho que lo hayamos deseado, hay que acostumbrarse a
la nueva situacin. Mi amiga Mar se plantea volver a vivir en parea despu1s de cuatro a!os
de separada, y me contaba así lo que sentía9

)i dear de vivir con alguien es una crisis, volver a vivir con alguien tambi1n es una
crisis. )i recuperar espacio en el armario es un alivio, volver a compartir el armario es un
agobio. @&on lo feli" que estoy, nunca me imagin1 que me iba a costar tanto @?ecesito otro
armario urgente #a, a, aH
Los tuyos, los míos y los nuestros

Muchas de las personas que intentan hacer parea despu1s de una ruptura llevan
mochila incorporada no solo en forma de e0periencia de vida, sino de carne y hueso, en
forma de hios de todas las edades. )i encontrar acomodo entre dos personas adultas que se
quieren es difícil, @cuánto más lo será cuando hay que incluir en el pu"le la vida cotidiana
de los ni!os
$araLos
está solo. empe"ar,
padres es difícil hacer
separados vida dedesingle
son singles single
calendario significa
en mano9 28nsolo
fin decuando
semananosí se
y
otro no; este mi1rcoles puede que sí, el pr0imo seguro que noH5. ( esto sin contar con el
caso de9 2'ste fin de semana no me tocan los ni!os, pero la peque!a está enferma y se
queda conmigo5. Los 2flecha"os5 de -nternet tienen que esperar a que los ni!os est1n en la
cama y la urgencia de los amantes a que los ni!os est1n con el padre. 7ueda muy poco
margen para la espontaneidad y el fluir natural de los acontecimientos. 'l amor tiene que
encaar en el espacio estrecho de un calendario, que será cualquier cosa menos privado y
que ninguno de los amantes interesados controla por completo. &uando ambos participantes
de la posible parea están en la misma situacin, el encae de bolillos que tienen que hacer
con las horas y con los minutos es digno de admiracin.
De todas formas, quienes se separan y tienen hios han de contar con esos hios para
rehacer su nueva vida. 'n ningún caso el 2borrn y cuenta nueva5 debe incluir a los hios.
7uien quiera
equipae que acompa!e
completo9 su vidadedelaahora
parea, sombra en adelante
e0parea e hios. tendrá
&on la que hacerlo
sombra de laaceptando el
e0parea se
puede negociar. Los hios no son negociables, son nuestra responsabilidad y siempre tienen
que ocupar un lugar preferencial.
A pesar de todas las dificultades obetivas con las que se encuentran quienes llegan
a una relacin con hios de una unin anterior, cada ve" son más las familias recompuestas
que aúnan 2los tuyos, los míos y los nuestros5, lo que habla en favor de la necesidad que
tenemos de vivir en familia y de forar la"os significativos.

;n lugar que ocupar

8no de los aprendi"aes más difíciles y más importantes de la vida consiste en saber
qu1 lugar
ocupa hay que
el lugar másocupar en cada
importante momento.
de la $orhorarios
casa y sus eemplo,
se un beb1, mientras
imponen que
al resto de la es un beb1,
familia.
&uando empie"a a crecer, debe cambiar de lugar, primero físicamente; ha de salir de la
habitacin de los padres y ocupar su propia cama y su propia habitacin, y luego, tendrá
que aprender a obedecer las normas y los horarios que marquen los padres. 'l padre tiene
que ocupar ahora su lugar de padre y de marido, separar el idilio entre la madre y el beb1.
La madre seguirá haciendo de madre, pero volverá a hacer de muer y renunciará al vínculo
e0clusivo y privilegiado que tenía con el beb1, y este empe"ará a eercer de ni!o, será uno
más en la familia y, en la mayoría de los casos, será uno menos, el e0cluido. 'l crecimiento
obliga a todos los integrantes de la familia a cambiar de lugar. Ahora los padres no están
solamente para complacer al peque!o, sino para educarle y ense!arle a convivir.
Los padres están obligados a ocupar su lugar de adultos, a se!alar los límites y a
marcar la diferencia entre generaciones. 's la 1poca en la que se impone el 2$orque lo digo
yo, que soy tu padre5, esa frase que tiene ahora tan mala prensa y que tanto alivia y
acompa!a a los peque!os porque les permite ocupar únicamente su lugar de ni!os y no
verse abrumados por esa loca pretensin de ocupar toooodoooos los lugares.
<ecibo en la consulta a muchos padres desesperados porque no saben cmo
enfrentarse a un peque!o monstruito de dos a!os. )uele suceder que ellos no supieron
cambiar a tiempo de lugar, no supieron renunciar a ser los padres de un beb1 y a ocuparse
del arduo trabao que supone ser los padres educadores de un ni!o peque!o. Lo mismo
ocurre con el advenimiento de la adolescencia, los padres han de ocupar su lugar de padres,
no el de
de un amigos
ni!o al queniseelpuede
de colegas, pero,sino
controlar, a lade
ve",
unhan de reconocer
ser 2en que ya no son
vías de desarrollo5; por los padres
tanto,
tendrán que respetar el nuevo lugar que ocupa el hio, que ha deado de ser un ni!o y al que
habrá que escuchar y cuya intimidad ha de ser tenida en consideracin.
A lo largo de nuestra vida participamos en muchas películas simultáneamente. )aber
en cada momento cuál es el personae que nos toca interpretar e interpretarlo es una de las
claves para que la película salga bien. )i no sabemos qu1 papel nos toca representar, puede
que usurpemos el de otro personae y nos peleemos por decir sus frases, en ve" de decir
bien las nuestras. $uede que estemos perdidos y seamos Personajes en 5usca de autor, o
que nos d1 por improvisar y decir frases sueltas en esta o en aquella película, o que
pretendamos desempe!ar el mismo papel en todas las películas, y ser la princesita lo mismo
en el cuento de hadas que en &a matana de Te$as o en &a chaqueta met+lica) 'n todos los
casos anteriores, nuestra participacin en la película sería un verdadero desastre. 'n el
trabao,
ocupar unenpuesto
la vidadeterminado
de familia, con
quelas
nosamigas, conrespetar,
conviene la parea,y cuando
en el ámbito social,
el papel que nos
nos toca
adudican no nos conviene, @lo meor es cambiar de película
*ueno, pues si esto de ocupar el lugar que nos corresponde es un arte difícil de
dome!ar en una situacin más o menos conocida, cuando se trata de familias recompuestas,
de 2los tuyos, los míos y los nuestros5, la situacin se vuelve muchísimo más complicada.
%us hios, 3son mis hios4 Mis hios, 3son tuyos4 ?uestros hios, 3son hermanitos o
primos de sus hermanos4 $uedo cuidar a tus hios como si fueran míos, pero 3puedo
corregirlos4 %ú eres la muer de mi padre 3o mi cuidadora4 3%engo que peinarme como tú
me peinas o como me peina mi madre4 %ú eres el marido de mi madre 3o mi padre y mi
guía4 'l reparto de todos estos papeles tiene que establecerse con la mayor claridad posible
desde el principio. 3'n qu1 consiste ser una 2madrastra54 3'stoy obligada a ser una brua o
tengo que ser un hada madrina4 3( cmo se debe comportar un padrastro4 3$uedo imponer
milos
( criterio
hios,en
3aesta familia
qui1n tienenque
quenopedir
es mía4 3$uedo
permiso parasentirme en mi casa
salir4 3$ueden y marcar
llevar amigoslas normas4
a casa
como hacían antes4 3A qui1n tienen que obedecer4
2%ú no me mandas a mí5 es una frase que todos hemos dicho en algún momento de
nuestra vida. 'l caso más claro de este grito de libertad es el de #ulia, la hia de mi amiga
-sabel, que con tres a!os, solía chillarle a su madre cada ve" que se sentía contrariada9
2@@@#8L-A ') M[A @@@#8L-A ') M[A5, como una forma desesperada de marcar su
territorio. &uando esta frase se dice ante los padres biolgicos no tiene demasiadas
consecuencias, el problema puede surgir cuando se dice ante un padre o una madre
sustitutos, que no tienen muy claro qu1 papel les ha tocado desempe!ar en esta nueva
película y pueden sentirse heridos o maltratados.
7ue cada uno encuentre su propio lugar en esta historia llevará su tiempo, y me
parece que quien tiene que adudicar los papeles es el padre biolgico correspondiente. $ara
lograrlo es importante plantear la situacin con la mayor claridad posible desde el principio.
*lanca estaba encantada de tener una amiga mayor tan guapa y tan simpática que le
dedicaba muchísimo tiempo, con la que se sentaba a hacer collares y a dibuar, y que se
ponía de su parte si papá decía que ya era hora de cenar o de dormir. ?o entendía muy bien
por qu1 esa amiga prefería irse a dormir en la cama de papá, en ve" de dormir con ella en la
cama nido, @con lo bien que se lo podrían pasar untas
*lanca estuvo encantada, hasta que descubri que su amiga no era su amiga, sino la
novia de papá, y que la novia de papá iba a tener un hio. 8n beb1 que, no sabe bien por
qu1,
doble,dice
porpapá que será
su padre y porsusuhermanito. 'ntonces
nueva amiga. *lanca
)e sinti se sinti
mucho traicionada
más e0cluida porque
de lo partida
hubiera
podido sentirse si le hubieran e0plicado la verdadera situacin desde el principio, y si la
amiga de papá hubiera sabido ocupar su lugar de muer, en ve" de insistir en ganarse a la
ni!a haciendo ella tambi1n de ni!a y de cmplice de la peque!a.
Ana, en cambio, se sinti muy contenta una noche que vio cmo su madre se
arreglaba y se ponía muy guapa para salir y empe" a cantar a vo" en cuello9 2@Mamá tiene
novio @Mamá tiene novio @Le van a dar besos @Le van a dar besos5.
Más allá de su identificacin con una madre atractiva y deseable, Ana estaba
aliviada de que mamá tuviera con quien compartir su vida y de verse liberada de cargar ella
sola con todo el peso de la vida afectiva de su madre. De ahora en adelante, ella solo tendría
que ocupar su lugar de hia de mamá y no el de amiga, confidente, novio y compa!era. ?o
sabemos si Ana seguirá igual de contenta cuando mamá vuelva a quedarse embara"ada, o
cuando su nuevo
adulto ocupe novio venga
la vacante a vivir
que de papáa supone
casa conuna
susgran
dos tranquilidad
hiosH $ero,para
porlaahora, el que un
peque!a.

-Preguntar o in*ormar/

8na persona separada tiene derecho a tener todas las relaciones que quiera hasta
encontrar a alguien que encae en su vida, pero me parece que a los hios hay que
mantenerlos al margen de la vida amorosa de los padres, al menos hasta que esa vida
amorosa se afiance y pase a formar parte tambi1n de la vida de los hios. ?o hace falta
someter a los hios a los sucesivos novios o novias de los padres. 'so forma parte de la
intimidad de los mayores, y un hio, en su lugar de hio, no tiene por qu1 servir de
confidente ni de 2colega5 de ninguno de los padres, independientemente de la edad que
tenga. 8na ve" que la relacin está suficientemente consolidada, hay que informar a los
hios, repito, informarles, no pedirles opinin. 'so es tratarles como hios. 7uienes tienen
que hacer el casting y elegir nueva parea son los adultos. Así como a los ni!os no les
consultamos la hipoteca, tampoco les preguntamos sobre la pertinencia de una nueva
parea. &ompartir con ellos, incluirlos en la vida en familia vendrá con el tiempo y,
dependiendo de la edad de los ni!os, en cada momento habrá que @enfrentar la tormenta de
celos, de la rabia y de la e0clusin lo meor posible

Perder la e$clusividad

8na de las primeras consecuencias de rearmar familias es que los hios pierden
aquella ilusin de e0clusividad que habían adquirido despu1s de la separacin. 'n su
momento habían perdido a una familia, pero habían ganado a un padre y>o a una madre solo
para ellos. 'se será uno de los mayores reclamos con el que los padres tendrán que lidiar.
Así lo atestiguan estos dos testimonios que escuch1 de una ni!a de once a!os y de una
chica de diecis1is9

Al principio, despu1s de la separacin, yo tenía en e0clusiva para mí a mi madre y a


mi padre, y podía tener lo meor de los dos mundos. $ero cuando &arlos vino a vivir a casa
con
sinosu
conhio,
otrotodo
ni!oeso
quecambi, y ahora
ni siquiera tenía
era mi que compartir a mi madre no solo con su parea,
hermano.

Desde que mi padre se ech novia, mi relacin con 1l cambi totalmente. A partir de
entonces, tenía que compartirlo con otra muer, y lo peor fue cuando naci mi hermanita;
ahora sí que había deado de ser su princesita para siempreH @Demasiada competencia en
casa $refería estar en casa de mi madre, que seguía sola, aunque fuera más aburrido.

?o solo se pierde, tambi1n se puede ganar una familia que se había desperdigado.
)e ganan hermanos, se ganan amigos y madrastras o padrastros que pueden eercer muy
bien su funcin materna o paterna más allá de lo que marque la biología.

&a som5ra de la e$

&uando uno de los dos intenta recomponer su vida antes que su e0, es muy posible
que la familia tropiece a cada momento con el fantasma o no tan fantasma del e0 en
cuestin.
$uede que lleven mucho tiempo separados, da igual. &uando la posibilidad de una
nueva familia aparece en el hori"onte, el 2efecto die" minutos5 toma el mando, la sensacin
de e0clusin es enloquecedora y la 2sombra5 de una e0 puede solidificarse y encarnarse en
Medea, aquella muer que, con tal de conseguir sus obetivos, no le importaba hacer sufrir a
sus propios hios. Mientras intenta atormentar la vida al e0, y sobre todo a la nueva parea
del e0 a su nueva 2Btra5, Medea le amarga la vida a toda esa familia en la que tambi1n
están sus hios. )on esas mueres que empie"an a poner todo tipo de inconvenientes cuando
saben de la e0istencia de una nueva parea; cambian fechas, mandan a los ni!os sin ropa
suficiente,
muer y se llaman
instalansin parar,enimpiden
a vivir todos losque los ni!os
rincones de vean al padre,
la nueva malmeten
familia contra
en calidad la nueva
de sombra9
critican la comida que les dan a los ni!os, las costumbres que adoptan, los horarios de
sue!o, los comentarios, las salidas, el destino de las vacaciones, la ropa que les compran.
$or supuesto que todo les resulta inadecuado, porque, para ellas, lo inadecuado está en el
fondo de la situacin y consiste en que ellas ya no están y que aquel lugar que fue suyo
ahora lo ocupa otra muer.
)i uno les preguntara9 237uerrías volver a vivir con tu e0marido45, el V por ciento
de ellas contestaría9 2@?i loca5. ?o es que lo quieran para ellas, es que no quieren que otra
venga a disfrutarlo. 6acen con el marido como los ni!os con sus uguetes. $uede que nunca
hayan reparado en un coche o en una mu!eca determinada hasta que mamá decide hacer
limpie"a de armario y regalar el coche o la mu!eca a un primito menor. @-mposible 'n ese
momento descubren su pasin por la mu!eca o por el coche y no aceptan que nadie se los
quiteH Aunque vuelvan a dear el uguete arrinconado al fondo de un can.
?o es fácil para ningún e0 ver cmo el otro puede rearmar una familia mientras que
1l o ella siguen intentando recomponer los pedacitos de su sola e0istencia. Lo s1. )1 que en
esos momentos la rabia y el resentimiento comandan la situacin, s1 que la sensacin de
inusticia arrasa con todo y que es insoportable ver desde fuera una fiesta de felicidad a la
que uno no ha sido invitado. $ero nada de eso da derecho a amargar la vida a los hios, que
son quienes más van a sufrir las consecuencias de la contienda porque se sentirán a la ve"
traidores y traicionados. Da igual la sensacin de inusticia que sienta el e0, nada le da
derecho<ecuerdo
a perturbar la vida
el caso de de sus hios,
Manuel, que, de
un ni!o repito,
cincoson las verdaderas
a!os, víctimas. que vivía
de padres separados,
con su madre en casa de los abuelos. 'n este caso, la lucha por el poder se había establecido
entre el padre de mi paciente y el abuelo materno. La lealtad del ni!o estaba comprometida
entre esas dos figuras tan importantes para 1l. 'n la consulta repetía siempre el mismo
uego9 armaba un campo de fútbol en el que solo había dos porteros y una pelota. Kl mismo
identificaba a los porteros como su padre y su abueloH ( no hacía falta ser muy intuitivo
para saber que la pelota era 1lH
?o había duda, la verdadera víctima de esa contienda, el que al final recibía todas
las patadas, era mi pacientito, quien sentía que querer o respetar a cualquiera de los dos
suponía traicionar al otro, y no tenía salida. 7uería muchísimo a ambos y no quería
decepcionar a ninguno. 'staba demasiado ocupado en dilucidar sus afectos, en esconder sus
preferencias, en esquivar patadas y no le quedaba espacio para funcionar cmodamente
como unno
todavía, ni!o de su
podía edad, talsus
controlar ve"esfínteres.
por eso su fracaso escolar era rotundo y a su edad,
'n estas situaciones de familias recompuestas, las dos mueres implicadas tienen
que aprender a convivir con su 2Btra5, sin que esa convivencia sea un infierno para el resto
de la familia. La antigua muer tiene que renunciar al trono, y respetar que, al menos cada
quince días, sus hios están al cuidado de otra, con la que inevitablemente competirán por
ser la meor madre del mundo. La nueva, por su parte, tiene que ganarse un lugar y
ocuparlo, sentirse con derecho a su sitio, sin necesidad de humillar a la e0muer, ni de
menospreciar a los ni!os. ?inguna de las dos debería imponer su presencia a toda costa. La
e0 es la madre biolgica de los ni!os y eso le da ciertos derechos. La nueva muer es la
parea oficial del padre y eso le da otros privilegios. 'n cualquier caso, tanto la una como la
otra tendrán que renunciar a ser la única, porque ninguna lo es, y ambas deberían anteponer
el inter1s de los hios al suyo propio.

Algunas recomendaciones

?o hay duda, cada caso es único y cada familia tendrá que v1rselas con sus propias
peculiaridades; sin embargo, hay unas cuantas pautas universales que puede que ayuden sea
cual sea la situacin. 's importante que los padres biolgicos hayan rehecho o no su vida
 dispongan de un tiempo cada semana para estar a solas con cada uno de sus hios. (a s1
que no es fácil, pero el ruido que hace la nueva familia, los tiraUyUafloa de las nuevas
relaciones, los malabarismos con el e0, las e0igencias de los hios del otro, las e0igencias
del otro, pueden enturbiar las relaciones con los propios hios, y el de los hios es el único
lugar indiscutible en toda esta historia. Tus hios biolgicos siempre serán tus hios, y eso
hay que cuidarlo y atenderlo.
's importante darse un tiempo de auste a todos los nuevos cambios de lugar que
supone rearmar una familia con tantos participantes diferentes. ?o es fácil, pero es posible;
muchísimas pareas lo han conseguido con mayor o menor dificultad, pero lo han
conseguido. )i la situacin parece insostenible, siempre se puede pedir ayuda a un
profesional que no tome partido ni por unos ni por otros y que pueda pensar libremente y
ayudar a los miembros de esta e0tra!a familia a encontrar su nuevo lugar y a ocuparlo.
@)uerte
Btra despedidaH

1sto tam5i<n pasar+#

$<B:'<*-B &6-?B

Llevamos todo un libro hablando de la importancia de pasar página, y ahora, usted


está a punto de pasar tambi1n la última página de este libro. )in embargo, a diferencia de
aquella relacin que termin, y cuya despedida tanto la ha hecho sufrir, a estas páginas
podrá volver cada ve" que lo necesite, porque este es un libro que se dea releer y que
puede acompa!arla en otros momentos difíciles de su vida.
'n la *iblia C'clesiast1s Y, J se dice que bao el sol hay tiempo para todo. ( en
estas páginas hemos descubierto que tambi1n hay un tiempo para amar y un tiempo para
separarse. 8n tiempo para ideali"ar y un tiempo para poner los pies sobre la tierra. %iempo
para necesitar al otro y tiempo para independi"arse de 1l. %iempo para hablar y tiempo para
callar. %iempo para despedirse y tiempo para abandonar. %iempo para negar y tiempo para
reconocer la verdad, aunque nos duela. %iempo para enfadarse y para odiar y tiempo para
entender y perdonar. 8n tiempo para asustarse mucho y un tiempo para tomar con firme"a
las riendas de la propia vida. %iempo para llorarH. C'ste es lento, pero tambi1n pasará. 8n
tiempo para aceptar la realidad y un tiempo para adaptarnos a ella. %iempo para tomarse un
tiempo y para darle tiempo al tiempo. %iempo para distraernos del dolor y tiempo para
atravesarlo. %iempo para limpiar la vida del polvo del pasado. %iempo para perdonar y
tiempo para recordar. %iempo para esperar, en contra de toda esperan"a, y tiempo para
desistir. %iempo para culparnos y tiempo para perdonarnos. %iempo para olvidar y tiempo
para volver a amarH ( para empe"ar otra ve" el ciclo del tiempo y de la vida.
?o se desespere y @dese un tiempo
Me he esmerado en escribir un libro dulce sobre un tema tan amargo como las
separaciones y el duelo. @'spero haberlo conseguido Así que confío en que usted haya
encontrado en estas páginas una mano amiga, firme y confiable para estos días en los que el
sol no sale; espero haber sido una buena compa!ía para esas tardes eternas de no entender
qu1 fue lo que pas, cmo pudimos llegar hasta este punto y qu1 va a ser de mí. $uede que,
por momentos, la lectura le haya resultado dolorosa. @Me hubiera encantado ser portadora
únicamente de las buenas noticias y ahorrarle este dolor $ero tenía que ser honesta,
honesta con usted como lectora, y honesta conmigo misma como muer y como
psicoanalista. Me daría por satisfecha si con este libro usted ha sentido que no estaba sola
en esta dura travesía y se ha sentido comprendida y acompa!ada.
?o es fácil atravesar el 2barranco5, ya lo sabemos, pero no hay más remedio. (,
además, @vale la pena Del otro lado nos espera la vida, como nos espera el verano a la
vuelta de la esquina, aun en estos días de febrero en los que parece que el frío del invierno
nunca va a terminar. &uanto más pronto nos pongamos manos a la obra, antes saldremos
del dolor. &uanto antes deemos atrás al pasado, antes tendremos todo nuestro ser
disponible para la vida que hay delante, esperándonos.
37u1con
2barranco5 podemos
el firmeaprender de de
propsito unanoseparacin4
trope"ar de)ería
nuevotodo
conun
la logro
mismasipiedra.
salimos37u1
del
podemos aprender del duelo por un amor perdido4 7ue somos capaces de atravesarlo sin
morir en el intento. 'n Mujeres malqueridas hablábamos de la tendencia que tenemos las
mueres a tratar a los hombres como si fueran unos beb1s desvalidos que necesitan de
nuestros cuidados para sobrevivir. *ueno, si algo debemos aprender despu1s de una resaca
de dolor es a usar, para con nosotras mismas, esa capacidad maternal que hemos utili"ado
con la parea. 'mpe"ar a cuidarnos, a mimarnos, a tratarnos bien, a mirarnos con
compasin y no con e0presin de reproche o de e0igencia. )i de algo debe servir el dolor de
una ruptura será para aprender a protegernos de nosotras mismas y de cualquiera que no
est1 dispuesto a querernos como merecemos. (a saben, hay que guardar la capita de
supermueres y @esconder ese látigo
'stoy segura de que este proceso le ha servido para conocerse meor y perdonarse la
humanidad
meor que laque
queladea
recorre.
a sus'stoy segura
espaldas. de que
'stoy la vida
segura queesta
de que le queda por delante
reedicin, puede
corregida y ser
aumentada, de sí misma deará un eemplar meor perfilado y más completo, en el que
tambi1n habrá cabida para los malos ratos, porque ahora sabe que no son eternos, que esos,
como los otros, tambi1n pasarán y forman parte de la vidaH 'stoy segura de que en algún
momento mirará con ternura su pasado y con ilusin y esperan"a su futuro.
@%iene usted el resto de su vida por delante @*uena suerte
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]]].esferalibros.com

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-)*?9 VXNUNZUVVXUXXJU` Cepub
&onversin a libro electrnico9 #. A. Dise!o 'ditorial, ). L.

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