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Mariela Michelena
y aA doña
don Santos
GladysMichelena
Paggioli,
que no pudieron olvidarse.
Agradecimientos
A Mnica
confiado en mí másLiberman, mi editora
que yo misma, por de cabecera,
llevarme de lafirme,
manobrillante y cari!osa,
y protegerme de lospor haber
pla"os.
A mis amigas #eanette, $ichusa, Marina, Marucha, %eresa y &ecilia, por esos ratos
inolvidables de risas y confidencias. A 'lina, por su lectura generosa. A &laudia, por sus
buenas ideas. ( a )ole, )usana y *ego!a, por sus palabras.
A 'lías, $atricia y %amara, por confiarme sus penas y sus aciertos.
(, como de costumbre, a +ernando, por lo de siempre, pero más y cada ve" meor.
-ntroduccin
'l caso es que este barranco virtual y metafrico me record a otro barranco esta
ve" uno verdadero que tuvo una gran importancia en mi ni!e". &uando yo era peque!a,
para llegar andando a la avenida principal había que bordear un peque!o barranco
verdadero de unos cincuenta metros de e0tensin y una profundidad completamente
insondable
acompa!adapara mismadre
de mi oos infantiles.
y muchas @8n
otrasprecipicio, vamos
con mi abuela. Muchas
Ambas vecesalhice
estaban tantoelde
trayecto
mi
terror a esos cincuenta metros de abismo, pero tenían m1todos muy diferentes de encararlo.
A mis cinco a!os, mi madre quería hacer de mí una muer de mundo, segura, autnoma e
independiente; así que se colocaba en un e0tremo del barranco y me hacía caminar sola al
borde del precipicio entre los coches y el abismo mientras me animaba con frases del
estilo9 2@?o seas tonta que no pasa nada5, 2@&amina sin chistar5, 2@%odo el mundo
camina por aquí y no le pasa nada5. Mi abuela, en cambio, a esos mismos cinco a!os, me
seguía tratando como a un beb1 y no permitía que ningún miedo me ro"ara. $ara eso estaba
ella, para interponerse entre mi miedo y yo. 'ntre cualquier barranco de la vida y yo. Así,
cuando teníamos que ir a la gran avenida, dábamos un larguísimo rodeo para que yo no
tuviera que acercarme @ni de leos a mi peque!o abismo. Lo cierto es que a ninguna de las
dos se le ocurri darme la mano y cru"ar el barranco conmigo. A ninguna de las dos se le
ocurriLos
reconocer
duelos mi
sonmiedo y acompa!arlo.
esos barrancos que nos sorprenden en el camino de la vida y que dan
v1rtigo. *arrancos que, nos guste o no, tendremos que atravesar para continuar el recorrido.
?egarnos a pasar por ellos, no nos salvará del barranco, sino que nos detendrá en su orilla.
Atravesar ese terreno escarpado y bordear el precipicio no es agradable, a nadie le gusta,
pero la alternativa es quedarnos parali"ados. $uede que hagamos grandes esfuer"os, puede
que pongamos todo nuestro empe!o con tal de no atravesarlo, pero si no avan"amos, es
como si estuvi1ramos pedaleando y pedaleando sobre una bicicleta estática9 @sudaremos
mucho, pero no llegaremos a ninguna parte
'l obetivo en la vida no es permanecer parali"ados donde estamos ni regresar a la
casilla número cinco, aquella en la que estábamos antes de la ruptura o de la p1rdida; el
obetivo es avan"ar, atravesar el 2barranco5 y llegar lo más sanos y salvos posible a la
casilla número ocho, que será la que siga a la elaboracin del duelo. 'n la casilla número
ocho, no seremos los mismos que 1ramos en la cinco. &uando lleguemos allí, sabremos más
de nosotros, sabremos más de la vida, del duelo y del dolor y, @lo más importante, nos
habremos demostrado a nosotros mismos que podemos sobrevivir a la agonía que supone
un abandono y al desconsuelo de una p1rdida. 'l 2barranco5 es un camino con diferentes
escalones. ?inguno de ellos es, ni puede ser, para siempre. La consigna es habitar cada
escaln, sin saltarnos ninguno, y pasar al siguiente. ( así con uno, otro y otro, hasta que
volvamos a pisar tierra firme y el mal amor sea un buen recuerdo y poco más.
6ay libros que parece que se inspiran en mi madre y que te dicen9 2&amina tú sola.
?o tengas
alguna ve"miedo, que
por aquí no hay
y no es unra"n
precipicio, es un peque!o
para asustarse. barranco.
@?o seas %odo
tonta @?o es el mundo
para tantopasa
@Levántate y anda @?o pasa nada5. Btros libros da la sensacin de que toman sus conseos
de mi abuela, esos dan rodeos y evitan el duelo negándolo9 2@Divi1rtete @Disfruta Al
barranco del duelo ni mirarlo, @es tan horrible que meor no te acerques a 1l @La vida es
bella @A rey muerto, rey puesto5.
(o, que tengo e0periencia en duelos y en barrancos Cpropios y aenos, reales y
metafricos, s1 que asustan, s1 que son difíciles de atravesar, pero s1 tambi1n que hay que
poder pasar por ellos. &on este libro he buscado darle la mano a cada lector para
acompa!arle a transitar su 2barranco5 particular y ayudarle a llegar sano y salvo a la gran
avenida donde la vida continúa. 6e intentado ir a su lado con una linterna, para arroar
cierta lu" en el camino y avisarle9 2Ahora hay piedras, ahora hay tierra, el camino por aquí
está asfaltado, cuidado a la derecha que vienen coches5, para que, al final, cada quien
pueda tomar las riendas de su propia vida y decidir si quiere seguir andando solo o
acompa!ado.
$ero no atraves1 solamente barrancos infantiles; durante mi adolescencia Ecomo
todasF sufrí toda suerte de torturas de amor. @)e sufre tanto a los quince Menos mal que
allí estaba mi amiga 'no1 con un bolero perfecto que resumía y aliviaba mi dolor uvenil.
'n aquella 1poca ugábamos a 2hablar en boleros5 y nos consolábamos cantando. 2( a
fulanito, 3tú qu1 le cantarías45. 2$ues9 G)in ti, qu1 me puede ya importarHI5. 2?o, tú
meor cántale9 G%e vas porque yo quiero que te vayasI5. ( siempre terminábamos cantando
a dúo y a vo" en cuello9 2$ero el negro de M-) oos que no muera, y el canela de M- piel se
quede igualH5.
Así que este libro de despechos, duelos y despedidas tenía que venir acompa!ado de
la banda sonora de los boleros de siempre, que tanto saben del amor y del dolor.
Me cuesta tanto olvidarte
&on el paso del tiempo, con la e0periencia, cada ve" estoy más atenta a los duelos
postergados de mis pacientes, a lo difícil que es reconocerlos y atravesarlos. 'sta 2sociedad
de la felicidad5 no nos dea estar tristes. La pena no tiene ningún glamour, actualmente se
considera descort1s para con los demás mostrarse d1bil, porque se teme que la triste"a sea
contagiosa, y se tiene pavor a que el dolor aeno despierte al propio. La pena no vende, la
pena asusta tanto
les mantiene como
a raya. 'n el
el )-DA, y alos
meor de loscasos,
afectados por el
sin duda con2virus5 del duelo
muy buenas se les aísla,
intenciones, se se
les
colma de mensaes del tipo9 2(a está bien5, 2:enga, tampoco es para tanto5, 2'so pas
hace ya mucho tiempo5, 2Mírale el lado bueno5, 2@'spabila5, 2@Anímate5. ( asíH en la
negacin del duelo, hay algo de9 2@$or favor, por favor, no despertemos a la bestia del duelo
que me puede pillar a mí tambi1n5, pero esa bestia es de las que crece mientras duerme. 'l
duelo se apropia sibilinamente del afectado y es enorme la cantidad de energía que
invertimos para negarlo, para darle la vuelta a una tortilla que sabe amarga, se la mire por
donde se la mire.
:eremos cmo negar un duelo es un mal negocio. )ale muchísimo más a cuenta
reconocerlo, aceptar la pena, sufrirla, llorarla todo lo que haga falta y concederle un lugar
en nuestro interior, donde permane"ca bien despierta y empaquetada, para entonces poder
dearlo definitivamente en el trastero. $ero en el trastero, no en el saln. ( en la cocina. (
en la cama. ( eneslaun
'l duelo entrada.
proceso( normal,
en la alfombraH
doloroso, largo a veces @muy largo, pero
pasaero. La depresin, en cambio, es un estado alterado de la afectividad. 's importante no
confundir duelo y depresin; confundirlos, igualarlos, lleva a consecuencias perudiciales
para el interesado9 medicali"acin de un sufrimiento que es normal, uso inadecuado de
fármacos que no pueden desbloquear problemas abordables en un tratamiento psicolgico
o, en el otro e0tremo, triviali"acin de una patología empleando m1todos psicolgicos en
cuadros psiquiátricos que precisan tratamiento farmacolgico.
Me gustaría sumarme a ese coro de voces que dicen que no pasa nada, que,
poniendo un poquito de nuestra parte y de buena voluntad, esto se supera en un par de
meses. 7ue siguiendo unas cuantas reglas y suetándonos a unos cuantos pensamientos
@positivos, siempre positivos, saldremos indemnes del sufrimiento que nos provoca una
ruptura. Me gustaría, digo, porque así este libro estaría más a la moda y más acorde con los
tiempos que
nuestras corren,
manos, en donde
de que no haysemás
nosque
vende la ilusin
querer de omnipotencia
para poder, de que solo de que todoseguir
es preciso está en
las
instruccionesH Me gustaría porque eso tiene meor prensa, porque es un mensae más
reconfortante. 'sa lectura serviría de alivio a quienes me leyeran; de alivio pasaero, tipo
aspirina, pero alivio al fin. Me gustaría, pero no puedo. 'se libro ideal me dearía fuera a
mí, a mis pacientes y a muchísima gente que sufre despu1s de una p1rdida y que no
entiende muy bien por qu1 sufre tanto. Dearía fuera a quienes, despu1s de a!os de una
separacin, siguen enganchados en peleas encarni"adas con abogados. 7uiero dar cabida en
este libro a aquellos que despu1s de mucho tiempo de haberse separado no consiguen
retomar las riendas de su vida, a todos aquellos a quienes les cuesta tanto olvidar.
'n cualquier caso, veremos que olvidar es posible, que la vida no termina con el
dolor del duelo, sino que en muchos casos empie"a allí. :eremos que la reconstruccin de
la propia identidad despu1s de una ruptura es una aventura que vale la pena disfrutar porque
aún queda mucho por descubrir y mucho por vivir, independientemente de si la vida se
rehace en parea o en solitario.
( una aclaracin final. &omo siempre, hablaremos de mueres, aunque tambi1n
est1n incluidos los hombres. &omo siempre, sabemos que las generali"aciones son pecado.
&omo siempre. $ero tambi1n sabemos que hay pecados inevitables que acortan los
caminos. $ecados veniales que se cometen en aras de la comodidad y de la simplicidad del
te0to. Dicho esto, ya no me sentir1 obligada a incluir una y otra ve" el 2ellos5, 2ellas5, el
2no todos5, 2algunos5, 2a veces5, y ese largo etc1tera de coletillas que caracteri"an a lo
políticamente
'spero correcto
que este ylibro
que no
interrumpen la fluide"
dee indiferente de la lectura.
al lector, pero, sobre todo, confío en que no
le va a dear desamparado. 'ste libro le va a acompa!ar, no solo durante su lectura, sino a
lo largo de la vida. Los duelos forman parte de la vida, y cuando pase usted por otro
2barranco5, o por cualquier otro duelo, lo que ley en estas páginas volverá a servirle de
consuelo, y qui"ás de linterna de emergencia.
&apítulo J
M'&A?B
La mayoría de los correos que recibo pertenecen a mueres que no han podido pasar
página. &omo si sus dedos estuvieran adheridos al papel, presos de una suerte de rigide"
post mrtem, no son capaces de moverlos para que la página de ese mal amor quede atrás.
's como si hubieran deado una parte de su vida en una casa de empe!o. 'se tro"o de su
vida es suyo, sí, pero no pueden usarlo. $asa como con el relo del abuelo9 lo que se ha
empe!ado no está al alcance de su due!o y no se puede usar. )u vida es suya como la
sortia de la abuela, pero un aeno la tiene secuestrada aunque a 1l no le sirva para nada.
'so que es tan valioso para ella y que ha cuidado durante tantos a!os, el otro lo tiene
arrinconado en un armario oscuro de su casa de empe!o, no le hace ni caso y ni siquiera
recuerda muy bien dnde está. &omo ocurre en todas las casas de empe!o, la muer que
quiera recuperar ese tro"o de su propia vida tendrá que pagar un precio. A quienes vemos la
película desde fuera nos parece que vale la pena pagarlo. @'s tanto lo que está en uego @'s
tanto lo que se está perdiendo @'s tanto lo que sufre y lo que podría ganar a cambio )in
embargo, a la interesada, el precio del olvido le resulta e0cesivo.
'scuchemos algunos testimonios9
Adela
'l dolor se aplaca con el tiempo. $ero no es suficiente. 7uisiera que /abriel
desapareciera para siempre. 7uitarle las cosas que yo misma le puse y verlo como es, como
realmente fue conmigo. 's raro que todavía me afecte tanto, porque ni muchísimo menos
volvería con 1l. ?o es amor lo que me une a 1l, es que a mí siempre me ha costado
desprenderme de las cosas inservibles. %engo la sensacin de que si tiro algo, pongamos,
unos apuntes del colegio o unos vaqueros de cuando era adolescente, pierdo algo de mí. 's
como si, conservando todo lo que conservo, me conservara a mí misma. &omo si todo lo
que he tenido alguna ve" fuera yo misma. 'so es lo que me debe de pasar con los
recuerdos.
%iene ra"n Adela, y su argumento e0plica parte de la dificultad que tenemos para
olvidar un mal amor. De alguna manera, estamos modelados por lo que hemos vivido y,
sobre todo, por aquellos a quienes hemos amado. Dice Leader CN que así como 2eres lo
que comes5, tambi1n 2eres aquello que has amado5. 'n esa medida, aferrarnos al recuerdo
de un amordeseo
cualquier perdido es una forma
de regresar unto de preservar
a ese hombreuna
queparte de nosotros
nos quiso mismos, más allá de
tan mal.
&eticia
?o quiero seguir sufriendo por 1l, no quiero que me siga afectando, quiero que sea
un cero a la i"quierda en mi vida. $ero, despu1s de dos a!os, sigo pensando en 1l, pregunto
por 1l, busco encontrármelo en alguna reunin de trabaoH <econo"co que yo sigo
enganchadaH
'n ocasiones, el doliente llora, y no sabe muy bien por qu1 llora. )ufre y no sabe
qu1 es lo que le hace sufrir tanto. Algo ha perdido, pero no tiene muy claro qu1 fue lo que
perdi. Lo cierto es que 2seguir enganchada5 como Leticia y mantener vivo el recuerdo es
una manera de preservar un cierto vínculo con el ausente.
Btras
como en veces,
el caso a la pena se le suma el castigo que el sufriente se propina a sí mismo,
de Maite9
3&mo puedo estar sufriendo tanto por ese sinvergOen"a4 @Despu1s de todo lo que
me hi"o $or supuesto que estoy furiosa con 1l, pero, sobre todo, estoy furiosa conmigo
misma. ?o s1 cmo pude aguantar su maltrato. ?o me lo perdono. Más que echarlo de
menos o recordarlo, lo único que pienso es9 @soy idiota @Debo de ser muy idiota ?o deo
de torturarme por no haber terminado esto mucho antes.
&uando
claro, gris mealgo
oscuro, separo de 1l espor
de blanco como
allí,simucho
la vidadetranscurriera en blanco
negro por alláH y negro.
?o s1, todo se/ris
ve
triste, feo, apagado. )í, es como una película en blanco y negro. 'n cambio, cuando vuelvo
con 1l, mágicamente la vida recobra sus colores, todo se ve precioso, como con más brillo,
con más lu".
6ay que decir que su 2vida en colores5 parecía un cuadro de $olloc=, muy colorido,
sí, muy intenso, pero tremendamente atormentado. )in embargo, la ausencia de su adorado
tormento lo oscurecía todo y deaba su vida en blanco y negro, como a media lu".
Btras veces el autorreproche ese 2)oy tonta, cmo me puede haber pasado5 no
es más que el reverso de lo que sería el reproche al otro9 2's que es tonto, cmo me pudo
haber deado5. 3$or qu1 nos resulta imposible formularlo como reproche4 $orque, en
alguna parte, no reconocemos la separacin. &omo todas las operaciones misteriosas del
alma, esta
amado consiste
se ha enotra
aleado, que,parte
aunque unay parte
siente sobrede nosotras
todo sabe y como
se comporta reconoce
si 1lque nuestro
no hubiera
puesto el rtulo de 2+-?5 a nuestra historia, sino como si nosotras colocáramos el cartel de
2&B?%-?8A<P5. La separacin parece poner de manifiesto cuánto de nuestra historia de
amor se había construido sobre una impostura. ?o estábamos viviendo una historia de amor
con una persona corriente, sino con un se!or al que habíamos entregado 2hacienda y vida5,
con la única condicin de que aceptara interpretar de ve" en cuando el papel que
nosotras habíamos escrito para 1l.
)i pensamos9 2Kl no se ha ido, es que yo he for"ado que me dee porque soy
demasiado egoísta, estricta, celosa, responsable, desordenada, fría o cari!osa, sincera o
impacienteH5. La pelota estará en nuestra cancha y seguiremos siendo soberanas, aunque
sea a costa de 2hacienda y vida5. )oberanas, aunque nuestra autonomía se redu"ca a
administrar cmo y cuándo perderemos la dignidad, cmo y cuándo perderemos nuestra
libertad. ?osotras somos las únicas directoras de la película que nos montamos. Al
protagonista le pagamos honorarios desorbitados que sacamos de nuestra propia hucha9
dignidad, libertad, respeto, cari!o. 'l problema es que cuando hemos invertido tanto en
nuestra superproduccin, no es fácil abandonar el proyecto solo porque el protagonista
tenga dudas, porque no se quiera comprometer, porque tenga estallidos de clera o porque
est1 dispuesto a escuchar otras ofertasH -nsistiremos9 23&uánto más tendr1 que pagar4 @Lo
pago @Me da igual @'mpe!ar1 mis ahorros, mi seguro de vida, las oyas de la familia, los
bonos del estado y los fondos de pensiones @Lo que haga falta5. &uando, a pesar de todo
lo que le hemosque
comprobamos dado y de haber
nuestro complacido
protagonista ya nosus
estácaprichos desorbitados
con nosotras y vemos de superstar,
su foto en el cartel
de una película serie * unto a una actri" de segunda, entonces trasladamos el rodae a
nuestro interior. A nuestro estudio particular de filmacin. 3)in el actor4 @?o importa @?i
falta que hace @La imaginacin al poder La discusin que antes se dirimía fuera, entre
actor y directora, ahora se solventará dentro, entre la directora y su dolor. 'ntre la directora
y su sensacin de abandono. 'ntre la directora y todas las prendas propias con las que había
adornado al actor principal para el espectáculo.
-nsistimos en recordar, en rumiar los recuerdos, en repasarlos y en multiplicarlos.
Mantenemos el vínculo a trav1s del recuerdo, aunque sea imaginario, aunque sea para
odiarle o para odiarnos. <ecordar es encerrarnos en nuestra habitacin a proyectar, una y
otra ve", las tomas falsas, a editar y a montar las películas que hicimos con 1l, o que no
hicimos. -ncluimos fotogramas, cambiamos los diálogos y las bandas sonoras. 3( si el
guin
cámarahubiera sidodetenido
se hubiera otro4 3(más
si leen
hubi1ramos dado
los close ups todavíadecirse
4 $odría más protagonismo4 3(essiuna
que el recuerdo la de
las formas que tenemos de postergar el duelo y el dolor del vacío. Aferrada al recuerdo, a
las vieas cintas de película, la directora, al menos, está aferrada a algo.
Lo llamamos recuerdo, pero esta actividad fren1tica y aislada del resto de la vida y
de la realidad no es el recuerdo corriente, no es la memoria, sin la que no seríamos quienes
somos, sin la que no podríamos vivir. 'sta actividad que nos atrapa no es un salvavidas que
se hincha en un momento de necesidad y nos ayuda a salir a flote, sino la pie"a más pesada
del naufragio. Abra"adas a ella nos hundiremos sin remedio. 'l 2barranco5 del duelo y la
sensacin de soledad absoluta es una travesía larga y difícil; por eso debemos cuidarnos de
cargar con esos pesos el menor tiempo posible.
&apítulo
<AQB?') )8*#'%-:A)
$A<A ?B )'$A<A<)'
?o es lo mismo comprarse un Mercedes que un $anda, lo s1, cada uno de ellos tiene
su precio. 'l que quiera un Mercedes tendrá que estar dispuesto a pagar el precio
elevadísimo de un Mercedes, pero no más. %enemos que saber qu1 queremos y qu1 precio
estamos dispuestos a pagar por lo que queremos. $ero sin perder de vista que 2cualquier
precio5 por un coche, por unos "apatos o por una historia de amor es siempre @siempre
un mal
alguna negocio.
parte 2&ualquier
tiene que haber un precio5 es, algún
límite. 'n sin e0cepcin,
momentounhayprecio demasiado
que poder decir9 alto.
2$or'nahí no
paso5, 26asta aquí hemos llegado5 o 2A esto no estoy dispuesta5.
'sto me recuerda un chiste9 uno que tiene su primera tareta de cr1dito descubre que
puede comprar con ella todo lo que quiere y se dedica @a pagar y a pagar, @a comprar y a
comprar A fin de mes lo llaman del banco9
Biga, @que está usted en números roos
3( aceptan tareta de cr1dito4 responde 1l.
$ues algo así nos pasa cuando pagamos precios desmesurados por mantener viva
una relacin y no llevamos la cuenta de lo que estamos gastando. )iempre es meor pagar al
contado, comparar precios y revisar cada tanto el e0tracto bancario para saber cuánto nos
queda y cuánto hemos gastado, y no recibir sorpresas desagradables. $orque el e0tra, el
e0ceso, el -:A o los intereses los pagaremos a costa de nuestra dignidad, de nuestra
autonomía, de nuestras
nuestros hios, relaciones
de la posibilidad defamiliares, de meorH
una relacin nuestro trabao,
A veces,detrágicamente,
la consideracin de de
a costa
nuestra propia vida.
)i alguien nos preguntara, a priori y en teoría, si seríamos capaces de mantener una
relacin 2a cualquier precio5, todas contestaríamos al unísono un clamoroso @no 'n
nuestro sano uicio, la respuesta normal es que a cualquier precio no estaríamos dispuestas
a casi nada. )in embargo, si alguien te preguntara si serías capa" de dear de ponerte falda
para evitar que tu novio se ponga de morros; o si pondrías una e0cusa a tu hermana para no
ir a merendar los ueves con ella, como han hecho siempre desde que ella se cas, con tal de
que tu marido no dee de hablarte dos días; o si estarías dispuesta a abandonar los partidos
de pádel de los sábados por la ma!ana con tus amigas del colegio para estar a disposicin
de tu nuevo novioH entonces, muchas, demasiadas, vacilaríamos. 'n los detalles peque!os,
en las minucias, es donde renunciamos a nosotras mismas y vamos pagando poco a poco
ese elevadísimo
una 2cualquier precio5
abogada matrimonialista que habíamos
de cincuenta urado no pagar. 'scuchemos a &arola,
y dos a!os9
?unca pens1 que esto podía pasarme a mí. $or eso perdon1 tantas cosas, porque
creía que lo tenía todo controlado. @6e visto tantos casos y estaba tan segura de que a mí no
me iba a pasar 'so le sucede a las otras, a mis clientes, no a mí. @?o a mí @?o puedo creer
que yo haya llegado a este e0tremo
A mis amigas les doy conseos estupendos que yo misma soy incapa" de seguir. :eo
muy claro lo que le pasa a los demás, pero yoH @$are"co ciega cuando se trata de mí
mismaH
B a <ebeca, una funcionaria de tráfico, quien, a sus veintinueve a!os, afirma9
&uando escuchaba los casos de maltrato por televisin, me daba rabia y no entendía
por qu1 una muer deaba que la situacin llegara hasta esos e0tremos. 6oy me veo a mí
misma y no me recono"co. 3&mo no me di cuenta a tiempo4
'n general, nos resistimos a cualquier cambio. ?os aferramos a lo que somos, a lo
que conocemos y a lo que tenemos, aunque sea malo. $erpetuamos situaciones srdidas que
terminan por resultarnos cmodas, porque son conocidas. 'ncontramos ventaas
ine0plicables de las costumbres más disparatadas. )abemos a ciencia cierta que nos
perudican. )abemos que lo que 1l hace demasiado a menudo no se llama 2ponerse
nervioso5
sepamos, unsino colocarse,
e0tra!o placerinsultarme y "arandearme,
nos alienta peroayuda
a ustificarle, nos es como fumar, daque
a contarnos igual
en lo que
realidad
lo hace porque le importamos demasiado, o porque algo habremos hecho mal. #ustificamos
tercamente cada uno de sus desprecios, cada uno de sus insultosH aunque nos mate. 's
como si fu1ramos adictos a nuestros síntomas, como si nos uniera a ellos un cari!o y una
lealtad fero", y no estamos dispuestos a abandonarlos así porque sí, solo porque alguien nos
diga que es 2por nuestro bien5. 37ui1n puede saber meor que uno mismo lo que a uno le
conviene4 'l resultado es que en ciertos ámbitos de nuestra vida nos cuesta más cambiar
que sufrir. Aunque pare"ca e0tra!o, es así, cuando se trata de ciertos temas, o de ciertas
personas, preferimos sufrir que cambiar.
La resistencia al cambio es una de esas cuestiones de la naturale"a humana que
solamente pueden e0plicarse si reconocemos que no estamos hechos de una sola pie"a, sino
que tenemos dobleces y que la mayoría de nuestros pliegues se nos escapan porque
pertenecen
buscan ayudaal reino del inconsciente.
con esfuer"o Las consultas
y determinacin psicolgicas
para llevar una vida se nutren
meor de personas que
y que
simultáneamente parecen dominadas por ese e0tra!o poder obstinado en mantener vivo el
sufrimiento. &ualquier profesional del ramo conoce la e0periencia de ver cmo sus lúcidos
conseos van a parar a un mar de buenas intenciones en el que su paciente no es capa" de
pescar lo que realmente le conviene. De hecho, antes incluso de acudir a ese profesional,
los familiares, los amigos o los libros de autoayuda han puesto a disposicin del interesado
un arsenal de soluciones y de posibles estrategias para salir del bache. )oluciones,
estrategias y conseos que el paciente aprob y agradeci, pero que fue incapa" de seguir.
Me curo en salud, y les advierto que nada que tenga que ver con el inconsciente es
fácil de e0plicar ni de entender, así que, como siempre, me valdr1 de eemplos de la vida
cotidiana y de la clínica para e0poner este fenmeno humano con la mayor claridad posible.
'n algunos de ellos no se trata de alguien que sufre por un mal amor, pero en todos se trata
de alguien que e0perimenta miedo al cambio.
)ofía emigr a 'spa!a cuando su único hio apenas tenía un a!o. )u vida no fue
fácil. $as muchos a!os trabaando duro y ocupándose sola de su hio. &uando este era ya
todo un adolescente, )ofía conoci a Miguel, separado tambi1n, que la adoraba y que
go"aba de una holgada situacin econmica. 'l día en que )ofía se fue a vivir con Miguel,
deaba atrás la soledad de los a!os difíciles, para volver a vivir en parea. Deaba atrás una
vida llena de sacrificios y de penurias econmicas y la cambiaba por una vida cmoda y sin
preocupaciones. &ambiaba una vivienda muy modesta por una casa amplia y luminosa con
la terra"a llena de flores que siempre había so!ado. )in embargo, el día del cambio, cuando
la mudan"a estuvo completada, )ofía busc el rincn más oscuro y el banquito más triste de
toda la inmensa casa nueva y allí se sent y se ech a llorar desconsoladamente. Miguel no
entendía bien por qu1 lloraba tanto, y ella misma tampoco era capa" de e0plicarlo. @$ero si
por fin lo tengo todo para volver a ser feli" 3&mo se puede llorar por una viea casa,
oscura y estrecha4 37ui1n puede echar de menos una vida áspera y complicada4 ?adie
dudaba de que aquel cambio era favorable para ella y para su hio; sin embargo, le cost
meses adaptarse, aceptar las bondades de su nueva vida y disfrutarla como propia.
Marina está enganchada a una de esas relaciones intermitentes como las que
describimos en Mujeres malqueridas) 8na de esas relaciones on 2 o** que se rompe, se
reanuda y se vuelve a romper, y que le procura muchísimo sufrimiento. Aun en los periodos
en los que parece que hay tranquilidad, Marina sufre esperando el siguiente bache, la
pr0ima infidelidad. &on cada ruptura, Marina se promete a sí misma que será la última. 'n
cada ruptura, que
de antemano Marina vuelvese
la historia mansamente,
va a repetir,una y otra ve",de
es consciente a los
quebra"os de salida,
no tiene su verdugo. )abe
pero una
fuer"a más potente que ella misma la obliga a volver allí, donde tiene el maltrato
asegurado.
37u1 tienen en común estos casos4 3'n qu1 se parecen #uan, 'lene, )ofía, Marina y
&armen4 )ofía echa de menos su soledad y su pisito oscuro. &armen dice que quiere estar
bien, pero se las arregla para seguir deprimida. #uan e0tra!a los estragos de la quimio.
'lene se resiste a aceptar la realidad, está tan empecinada con Mi=el que no toma en cuenta
ni sus palabras ni los hechos. ( Marina se empe!a a toda costa en mantener una relacin
infeli". )i les hubieran preguntado antes de que les pasara, )ofía hubiera dicho que ella
siempre quiso mudarse; &armen, que lo que ella teme, más que a nada, es estar deprimida;
#uan, que no tenía otro obetivo que curarse; 'lene hubiera afirmado que ella lo que más
desea es formar una familia; y Marina hubiera asegurado con conviccin que ella está muy
cansada de sufrir.y)in
conscientemente embargo,
lo que dicen.los
Dehechos, sus actos,
nuevo parece que contradicen lo quedel
el espíritu burln todos ellos piensan
inconsciente
hace de las suyas y nos dificulta cualquier cambioH aunque sea para bien. A todos ellos la
vida les ha abierto un camino para poder meorar su situacin, pero les estaba costando
enormemente emprenderlo y disfrutar de esa posible meoría.
3reud e$plica
)igmund +reud, en la :iena de principios del RR, tambi1n se top con casos
semeantes. )us pacientes llegaban llenos de sufrimiento y deseosos de hacer lo que hiciera
falta para liberarse de sus síntomas, pero una y otra ve", paciente tras paciente, 2la
resistencia al cambio5 tomaba el mando. Al principio, +reud atribuy este obstáculo al
m1todo que utili"aba en sus comien"os. 'n esos primeros a!os, instaba al paciente,
mientras que estaba bao los efectos de la hipnosis, a abandonar aquello que le hacía sufrir.
%ras un largo proceso, abandon la hipnosis y la sustituy por el m1todo que se sigue en
psicoanálisis hasta la actualidad9 la 2asociacin libre5, que consiste en solicitar al paciente
que diga 2lo primero que se le pase por la cabe"a5. +reud pensaba que si los pacientes
estaban despiertos cuando hablaban de sus síntomas y eran conscientes de sus propias
palabras, no tendrían más alternativa que hacerse responsables de sus historias; pero la
resistencia
aferrados a alsuscambio, la to"ude"
síntomas, quesiendo
siguieron seguían
lasmostrando sus pacientes
mismas. 'ntonces, hartoen
demantenerse
luchar
inútilmente contra esas resistencias como habían hecho todos sus predecesores, +reud opt
por aquello de9 2)i no puedes contra 1l, únete a 1l5, y decidi tomar en cuenta esa
dificultad como parte del m1todo psicoanalítico. +reud dea entrar a las resistencias al baile
del análisis, las dea bailar a sus anchas, las detecta, las pone sobre la mesa y las interpreta
desde la historia infantil de cada quien. Las resistencias toman la palabra, ante la mirada
atnita del paciente. La pregunta dea de ser9 237u1 hace la vida con este pobre paciente
que sufre tanto45. Ahora la pregunta será otra9 237u1 ventaa inconsciente saca este
paciente al mantenerse atrincherado en sus vieos patrones4 3A qu1 oscura fuer"a interior
obedece4 3'l paciente es o no es consciente de su propia contribucin a su sufrimiento45.
'n el tema que nos ocupa, la primera ra"n para no separarnos de alguien que nos
hace sufrir ?B es ese alguien. 'se alguien es, como mucho, la segunda ra"n. La primera
ra"n, la más tena",
malo conocido, somos
así sea una nosotros mismos; nuestra propia dificultad para abandonar lo
enfermedad.
( es que cambiar es difícil, aunque sea para bien. ?os aferramos a lo que
conocemos como si fuera lo único que e0iste; a!oramos nuestras vieas ma!as como si nos
sirvieran para algo; nos adherimos a los vieos amores como si todavía pudi1ramos e0traer
algo de su pulpa seca; nos escondemos tras nuestra enfermedad como si el triste beneficio
de que nos cuiden, de que nos compade"can, fuera suficiente para sustentarnos. ?os
entregamos al sufrimiento como si tuvi1ramos que pagar una cierta culpa que no sabemos
qu1 implacable ue" interior nos impone. ?os empe!amos en repetir una y otra ve" una
viea historia infantil cuyo final siempre es el mismo9 nosotros siempre salimos perdiendo.
( todo esto lo hacemos sin darnos cuenta, con la misma esperan"a ciega del ludpata de
que una de las muchas veces en las que repetimos, ganaremos la mano y la historia saldrá
bienH
La ideali"acin
me morir%a si te vas)
2)i te vas, me muero5 es una frase que todos los enamorados, unos más y otros
menos, hemos pronunciado, pensado o sentido alguna ve". &uando lo sentimos, no es un
decir, no es una manera de hablar ni una metáfora; es que la angustia ante la separacin nos
hace batir el cora"n de tal manera que, literalmente, sabemos con certe"a que esa tarde nos
vamos a morir.
'l 2)i te vas, me muero5 nos trae a la mente de un golpe seco la única situacin en
la que un ser humano no puede sobrevivir si el otro se va9 un beb1 morirá, con toda
seguridad,
necesita quesi alguien
su madreseoocupe
un adulto quenecesidades
de sus le cuide nobásicas,
están cerca
perodeesas
1l, necesidades
atendi1ndolo.básicas
8n beb1
no
se limitan al alimento y al cuidado corporal, sino que incluyen hablarle, acariciarle,
abra"arle, ugar con 1l, que la madre le haga sentir su calor, el latido de su cora"n, de su
respiracin, su risa, su mirada, sus ritmosH 'n fin, todo aquello que constituye el contacto
afectivo con un ser humano que lo cuida. %odo aquello que, con el tiempo y el desarrollo
emocional del propio beb1, le permitirán primero sentirse y luego saberse parte del
teido sentimental de otro ser humano.
'l periodo del desarrollo humano conocido como la 2angustia ante el e0tra!o5 o
2angustia de separacin5, que ocurre entre los siete y los nueve meses, consiste en que el
beb1, que ha sido hasta entonces sociable y risue!o con todo el mundo, de pronto empie"a a
desconfiar y a mirar de reoo a cualquier desconocido que se le acerque. 'l verdadero
significado de esa desa"n no es otro que 2la angustia a que mamá se vaya5. A partir de
estason
no edad, los ni!os
atendidos de empie"an
inmediato,a porque
ser conscientes
mamá hadetenido
que laque
mamá
salirviene y va. porque
a trabaar, (a sus reclamos
está con
papá, o simplemente porque está hablando por tel1fono. @'l beb1 acaba de descubrir que
mamá tiene vida propia @6orror Ahí empie"a el miedo, ahí se empie"a a cavar ese
precipicio con el que tenemos que convivir, que tenemos que decorar con optimismo y que
hemos de atravesar con dignidad. Aquí y ahora termina el paraíso terrenal y empie"a el
valle de lágrimas que supone la autonomía del otro, o sea, el resto de la vida.
$ero si los seres humanos nos resignáramos a una e0pulsin irreversible y perpetua
del paraíso, nuestra e0istencia no sería muy diferente de la de un animal, una máquina
biolgica entregada a la conservacin de la vida. 8na vida sin ningún sentido de e0istencia,
sin relato histrico, sin referencia a un pasado diferente al presente. $or el contrario, los
humanos lo somos porque hemos desarrollado una cierta habilidad, que es la de recrear el
paraíso terrenal cada ve" que podemos. Lo inventamos, lo decoramos con hábitos, con
obetos, con lugares, con música, con libros, con "apatos, con barras de labios, con coches,
con casas, con arte, con conocimientos, con ropa, con pasiones, con tel1fonos de última
generacin, con i$ads. Lo animamos con familiares, con amigos, con pareas, con hiosH
@<edecoramos una habitacin, y allí está el paraíso terrenal @'l primer turrn de ?avidad
sabe a paraíso terrenal @%enemos una amiga nueva, y eso es el paraíso terrenal
@'scuchamos las 4ariaciones Gold5erg, y hummm, así suena el paraíso terrenal 8n gin6
tonic o un 5loody mary pueden ser el paraíso terrenal. @La emocin de un primer beso es el
cora"n del paraíso terrenal 37u1 otra cosa nos ofrece la publicidad4 @$araísos terrenales
para
todo todos los gustos,
es seguro, todo esa para
todassiempre
las medidas
y nada)umergidos en nuestros
malo nos puede ocurrir.paraísos
@'stamosparticulares,
a salvo 'l
recuerdo del paraíso perdido, el anhelo de su reencuentro, nuestra memoria de su contraste
con cada instante del presente nos impulsa a crear, a trabaar, a esperar, a esfor"arnos, a
seguir buscando. 'n esto consiste el uego. 8n uego al que ugamos todos los humanos,
que nos ayuda a vivir, nos prepara para lo que vendrá a continuacin, nos ayuda a e0plorar
el futuro con la cartografía de nuestro pasado. ?o será la cartografía más precisa del
territorio por e0plorar, pero es meor que nada. 'n el peor de los casos, nos hace compa!ía
y nos consuela. ?os ayuda a planificar nuestra vida, a reformularnos relaciones, prioridades
y compromisos. $ero el uego solo funciona como tal mientras lo usemos e0actamente
como eso, como un uego, como una actividad tentativa, transitoria, por un rato, para uno
de esos ratos en los que las demás e0igencias de la vida nos permiten ugar. 'l uego vale
mientras que sea una actividad que sabemos que hay que restringir. )i no lo mantenemos
dentro de nuestra
secuestra esos límites, el uego
voluntad, que se transforma
congela en una
las demás actividad
cosas maligna,
que nos quedenos
importan aliena,vida,
nuestra que
nos empobrece, nos atonta, nos debilita. $ero los paraísosH son terrenales y, por
definicin, efímeros. Los "apatos nuevos nos aprietan, el coche es incmodo para trayectos
largos; el helado de chocolate engorda; la amiga no es tan buena persona como parecía; la
seguridad del hogar pasa de ser un refugio a convertirse en una cárcel; el primer beso
estuvo muy bien, pero 1l no quiere comprometerseH @'ntonces tenemos que inventar otro
paraíso ?os pasamos la vida reproduciendo un paraíso mítico que en realidad nunca
e0isti, pero cuya imagen ideali"ada nos sirve de refugio mental para so!ar, para creer que
hay un lugar verdaderamente seguro en el que todo es amable y todos nuestros posibles
deseos serán rdenes cumplidas de antemano C@así que ni siquiera nos tomaremos la
molestia de desear, un lugar en el que nunca nos va a faltar de nada, ni vamos a sufrir, ni
nos vamos a enfermar, ni mucho menos nos vamos a morir.
Ahora voy a contarles la historia de Lucía, una ni!a que atendí en la consulta y de la
que aprendí el verdadero significado de la palabra desamparo. )u historia nos servirá de
metáfora y nos permitirá comprender por qu1 nos afecta tanto la p1rdida de un ser querido y
por qu1 ponemos todo de nuestra parte para evitar tomar verdadero contacto emocional con
esa p1rdida.
Lucía es una ni!a de siete a!os que viene a mi consulta porque el miedo no la dea
dormir. ?aci en 'tiopía y sus padres la adoptaron con die" meses. &uando la conocieron,
Lucía tenía unos surcos en carne viva, infectados, a cada lado de la cara, desde el e0tremo
e0terior del oo, hasta la orea correspondiente. 'ran los surcos que, silenciosamente,
habían forado sus lágrimas. 8na tras otra, tras otra, tras otra, sus lágrimas fueron
2haciendo camino al llorar5. 3&uántas lágrimas hacen falta para horadar la piel4 ?o lo s1,
pero seguro que fueron muchas las lágrimas de Lucía que nadie sec, que nadie consol.
?unca olvidar1 nuestro primer encuentro. (o salí a recibirla a la sala de espera, la
invit1 a pasar al cuarto de uegos e intercambiamos las frases suficientes como para que la
ni!a advirtiera mi acento latinoamericano. 'ntonces me mir inquisitivamente a los oos y
sentenci9
@%ú no eres de aquí
(o le devolví la mirada y le respondí9
@?i tú tampoco
?os reímos con complicidad9 ya teníamos algo en común, y ese fue el comien"o de
una granDeamistadH
Lucía llamaban mucho la atencin sus oos enormes rodeados de unas oeras
adultas, oeras de quien ya lleva mucho sufrido y llorado en la vida. ( es que Lucía no
dormía. )e pasaba la noche comprobando si sus padres estaban vivos, si no había entrado
ningún ladrn en la casa, y si la puerta de la entrada seguía con el cerroo echado, como lo
había deado su padre delante de ella antes de irse a dormir. Lucía usaba todos los recursos
a su alcance con la intencin de asegurarse de que esta ve" estos padres nuevos no la iban a
dear; de que esta ve", si ella lloraba, alguien secaría sus lágrimas. Lucía me cont que para
conciliar algunas horas de sue!o, tenía un truco9 llenaba su cama de peluches. A los padres
les pareci que no era suficiente con que ella me lo contara para que yo entendiera
e0actamente a qu1 llamaba la ni!a 2llenar la cama de peluches5, y un día la madre me
ofreci una foto que le habían tomado mientras dormía. 'n un principio me pareci una
e0ageracinH @hasta que vi la foto 8n ardín de felpas de colores, una selva de animales
apretados, unosque
pelitos negros encima deser
debían losde
otros y todos
Lucía. arracimados
?o eran en torno
cinco o seis a unanicarita
peluches, die" negra,
ni doce;a unos
era
imposible contar uno por uno todos los mu!ecos que Lucía tenía hacinados en su cama y
con los que se acompa!aba para aplacar su miedo y conseguir dormir por unas horas.
Lucía me cont que con cada peluche mantenía una relacin peculiar. )abía el
nombre y la procedencia de cada uno de ellos y no los quería a todos por igual. 6abía unos
cuantos, muy pocos, unos tres, que resultaban indispensables; eran los que coronaban la
cabecera de la cama, a los que se abra"aba para dormir. 'sos tenían que ir con ella si
dormía alguna noche en casa de la abuela. 6abía otros muchos más muy queridos; con
esos ugaba. 'ran peluches tan importantes como la persona que se los había regalado. (
despu1s estaban 2los demás5, que no eran tan buenos guardianes, pero, aun así, no
consentía en desprenderse de ninguno. )u cama tenía que estar alicatada de peluches. )i un
par de centímetros de la cama quedaba a la intemperie porque algún mu!eco estuviera fuera
de lugar,
Alaconocer
Lucía lelaentraba
historiaelde
pánico y nada ladepodía
los peluches Lucía,consolar.
comprendí hasta qu1 punto, en
algún momento de nuestra vida, todos somos Lucía. &omprendí que eso, e0actamente eso,
que hacía ella con sus peluches es lo que hacemos todos Clos grandes y los peque!os con
nuestros miedos y con nuestras relaciones. -ntentar1 e0plicarme9 cuando Lucía era todavía
un beb1, e0periment de la forma más cruel y en carne viva el terror a morirse. ( así como
sus lágrimas habían hecho surcos en su piel, tambi1n el terror de estar sola había deado
huella en ella.
8nos más, unos menos, todos convivimos con un cierto abismo, como Lucía, como
$ilar, pero la inmensa mayoría de nosotros no tuvo más que fugaces, @fugacísimas
e0periencias de ese abismo. Apenas retrasos, distracciones, no ya de la presencia concreta
de nuestra madre, sino de su contacto emocional. %odos nosotros tenemos constancia del
abismo, pero solo unos pocos, como Lucía, como $ilar, estuvieron engullidos por 1l, más o
menos tiempo. Así, las relaciones que foramos a lo largo de nuestra vida cumplen la misma
funcin que cumplían las pareas de $ilar y los peluches en la cama de Lucía9 cada uno de
nuestros familiares, de nuestros amigos, de nuestras pareas, de nuestros hios o nuestros
compa!eros de trabao nos protegen del abismo, nos acompa!an, hacen una barrera que nos
resguarda del v1rtigo. &ada una de las relaciones significativas que establecemos ocupa un
lugar en ese lecho imaginario del vacío y está representada por su peluche correspondiente.
&omo en el
'stán los caso de Lucía,loshay
indispensables, queunos peluches
marcan másyqueridos
el norte y más
sin quienes nosimportantes que otros.
sentimos completamente
a la intemperie Cla parea, los padres, los hios, los amigos íntimos. ( están los otros, un
poco más intercambiables, pero que, al igual que los mu!ecos de Lucía, reconocemos,
valoramos y preservamos con cari!o.
%ambi1n nosotros ocupamos el lugar de un peluche en el lecho de soledad de cada
una de las personas con las que nos relacionamos. $ara algunos, somos uno de los pocos
peluches indispensables; para otros, solo somos necesarios y, para el resto, seremos
peluches intercambiables, pero con alguna funcin que cumplir.
&uando se produce una p1rdida o una separacin, cuando uno de nuestros peluches
importantes desaparece, perdemos muchas cosas con 1l. $ara empe"ar, su ausencia nos dea
de nuevo sin reas, ante el temido precipicio de la 2supersoledad5. 'l orden que habíamos
conseguido se ha roto, literalmente se nos mueve el suelo y perdemos pie. 'sa sensacin, en
sí misma,
pasaba ya sería
a Lucía, suficiente
o para para llorar,
angustiarnos comopara asustarnos
hace $ilar. y para quitarnos el sue!o, como le
$ero no es solo eso lo que perdemos; además, la funcin que esa persona eercía en
nuestra vida queda desatendida, el lugar e0acto que ese peluche ocupaba en nuestro lecho
queda al descubierto. )i es una amiga que solía llamarnos los domingos por la tarde,
siempre para contarnos sus penas, 3qui1n nos va a llamar ahora los domingos por la tarde
para contarnos sus penas, 2las de ella54 37ui1n nos proporcionará esa ocasin de sentirnos
buenas, comprensivas y capaces de consolar4 3A qui1n vamos a preguntarle9 237u1 me
pongo454 37ui1n nos va a acompa!ar a comprar tonterías indispensables en -=ea4 3A qui1n
vamos a contarle la última reconciliacin con el marido o la primera pelea con la nueva
efa4 )i con una amiga la lista puede ser interminable, la lista de la parea, de los padres, es
infinitaH ( cada ve" que nos topemos con uno de esos terribles agueros que nos ha deado
el que se fue, cr1anme, tenemos derecho a llorar, a patalear y a asustarnos como lloraba y
pataleaba Lucía.
%engo una amiga que acaba de perder a su padre. A pesar de que ya era muy mayor
y llevaba tiempo enfermo, y que su muerte se esperaba de un momento a otro, mi amiga
está desolada y le parece que cada día lo lleva peor, cada día descubre una nueva faceta por
la que le echa de menos. La última ve" que habl1 con ella me lo contaba con estas palabras9
2's como si antes hubiera habido un árbol frondoso y firme. 8n árbol en el que te podías
recostar y en el que podías confiar para resguardarte. Ahora me talaron el árbol y estoy a la
intemperieH5.
Además de quedarnos sin ese árbol, sin su tronco firme y sin su sombra, y de perder
el peluche y la rea, cuando alguien se nos va, nos dea desempleados de las funciones que
nosotros cumplíamos respecto a 1l; deamos de ocupar nuestro sitio de osito de peluche en
el lecho del ausente. Deamos de ser 2ese5 que solía recostarse de tarde en tarde en el
tronco firme de aquel árbol. 37ui1n va ahora a hacernos sentir solícitas4 37ui1n va a
hacernos sentir atentas4 3A qui1n vamos a hacer reír4 37ui1n nos hará sentir divertidas4 3A
qui1n vamos a abra"ar por las ma!anas entre dormidas y despiertas4 37ui1n nos hará sentir
cari!osas4 37ui1n nos hará sentir atractivas, se0is y capaces de despertar pasin4 (a no
seremos más 2mi flaca5, 2la gorda5, 2bonita5 o 2mi bella5 para nadie. @Btro aguero @Btra
falta que nos remite, cmo no, al aguero y a ese abismo primitivoH &ada p1rdida
amena"a la imagen que tenemos respecto a qui1nes 1ramos nosotras para el ausente y lo
que significábamos para 1l. 'ste aspecto de la p1rdida supone que tendremos que
reconstituir, en otros t1rminos, con otros personaes, lo que fuimos para el ausente. 8n
proceso difícilde
inconscientes y doloroso que implica
cmo nosotras poner sobre
imaginamos la ven
que nos mesa,
losaldemás.
descubierto, las presunciones
'ntonces, 3cmo no
vamos a llorar4, 3cmo no vamos a asustarnos4, 3cmo no vamos a postergar lo más
posible cualquier separacin4
'sta parte del proceso del duelo queda bien representada con lo que se conoce como
el 2síndrome del nido vacío5 que aparece en algunas mueres cuando sus hios se hacen
mayores y se van de casa. 7uedan despoadas de su identidad de madres cuidadoras,
desempleadas de sus funciones del 2Abrígate5, del 2<ecoge los "apatos5 y del 2)írvete
más tortilla, que te estás quedando en los huesos5. $ara estas mueres es muy importante la
llegada de los nietos, porque las rescatan de la 2cola del paro5 de la maternidad y les
ofrecen un empleo como abuelas, a tiempo parcial y muy bien remunerado por los
peque!os.
'l miedo ancestral a quedarnos solos, el miedo a la 2supersoledad5, remite a aquel
momento de8n
y la muerte. la infancia,
miedo quecuando
en la quedarnos
vida adultasolos podía significar
mantenemos sepultadola en
diferencia entre la yvida
el inconsciente
que, en el meor de los casos, se despierta con los duelos, con los cambios, con las
separaciones. 'ste miedo tiene su cara amable, porque es lo que nos empua a
2pertenecer5 , a crear, a buscar9 el sentimiento de pertenencia es un buen antídoto contra
este temor. 2$ertenecemos5 a una familia, a una parea, a una saga, a un grupo de amigas, a
un país, a un equipo de fútbol, a la promocin de un colegio, a la facultad de una
universidad, a una empresa o a un grupo de chat en el ThatsAppH 'sas pertenencias nos
conforman y hacen de nosotros quienes somos. &ada una de esas pertenencias son los hilos
que nos mantienen hilvanados al suceder de la vida, más allá del vacío, de la soledad y del
miedo. %ambi1n teemos redes con los hilos de las actividades creativas. 6ilos de
construccin, de búsqueda. Aficiones, proyectos, actividades lúdicasH @&ientos de estos
hilos nos sostienen y nos mantienen a salvo del abismo
&uandodolor,
solo sentimos alguien nos dea
la pena por olase nos va,no
ausencia rompe
lo esalgunos
todo. Lodepeor,
esoslohilos; es por
que nos esolaque
hace vidano
insufrible, es que, además del dolor, nos atena"an el v1rtigo y una angustia de muerte. ?o
podemos respirar con normalidad, la boca del estmago es un hervidero de grillos, las
manos dean de ser nuestras y tiemblan sin permiso. @6orror @8n peluche ha desaparecido
@)e ha roto el equilibrio entre el abismo y las reas que nos protegían del vacío Ahora bien,
hay personas que tienden a teer demasiados hilos en un único peluche. 8n pelucheUdios
que creamos nosotros y del que colgamos peligrosamente ante el abismo. Además, esa
incmoda posicin nos impide vernos como lo hacen los demás. )i pudi1ramos vernos
desde fuera, podríamos apreciar que tenemos recursos; sabríamos que, si pedimos ayuda, va
a venir alguien a salvarnos y que no nos vamos a tirar por la ventana. )i pudi1ramos vernos
desde fuera, seríamos capaces de rescatar de nuestra propia e0periencia, o de la del resto de
los peluches que conocemos, que lo más prudente que podemos hacer es desprendernos de
nuestro pelucheUdios, convertido en fascinante demonio, que infecta al resto de los peluches
y carcome nuestro lecho y nuestro pecho. )i pudi1ramos, por un momento, abandonar
el v1rtigo del abismo y vernos desde fuera, confiaríamos en que despu1s de la ruptura nos
espera otra manera de vivir, seremos más libres, más livianos y teeremos otra red con
nuevas pertenenciasH
?adie es indispensable, nadie es sustituible
Luisa lleg a mi consulta envuelta y sumergida en un gris reversible9 gris por fuera,
gris por dentro. Detrás de la bruma de su pena, detrás de los =ilos que me cont que había
ganado en los últimos a!os, se adivinaba a una muer hermosa. 6ablaba poco, lento, baito;
pero, cuando lo hacía, cuando se animaba a contar, uno sabía que estaba delante de una
muer inteligente y con un finísimo sentido del humor. Luisa había alcan"ado un puesto de
responsabilidad
llevaba unos a!osenestancada.
la empresaSltimamente
en la que trabaaba
no soloyno
podía aspirarsino
ascendía, a más,
que lo sabía,
temía serpero
relegada
de sus funciones por su falta de concentracin. 'l caso es que descuidaba su trabao porque
en realidad no le interesaba nada de nada y había cometido un par de errores imperdonables
que hicieron saltar las alarmas. De hecho, el motivo de su consulta tenía más que ver con
sus preocupaciones laborales que con su vida personal.
)in embargo, a los dos minutos de entrevista, su vida personal tom la palabra y
Luisa me cont que llevaba catorce a!os enamorada de #avier, un hombre casado. Kl era su
subalterno cuando empe" la relacin y, gracias a ella, había escalado posiciones hasta estar
muy por encima del estatus que ella ocupaba. $or lo que me cont, parecía que Luisa abría
para 1l las puertas que se cerraba a sí misma. ?o le importaba, 1l merecía estar donde
estaba, aunque hubiera llegado allí no solo gracias a ella, sino a su costa. ?o era ese el
problema. 'l problema era que la relacin se enfriaba con el paso del tiempo, que 1l no
encontraba nunca
emancipados y queun1lbuen momento
todavía paracomo
los usaba separarse
e0cusadepara
su muer,
seguirque suscasa.
en su hios&ada
ya estaban
ve" se
veían menos, pasaba días sin llamarla, iba a su casa muy de tarde en tarde para un 2polvo
fuga"5 y luego se marchaba, y cada ve" que lo hacía, ella se quedaba sola, seca y triste9
gris. Mucho más gris que antes de verle, porque antes de verle se ilusionaba esperando no
sabía bien qu1 cambio o qu1 milagroH
Me cont que cuando ya llevaban cinco a!os de relacin C2@6ace ya nueve5, decía
con horror, ella había intentado cortar porque veía que no tenía nada que esperar y estaba
harta de la clandestinidad. 'ntonces 1l no la de marchar. $ara mantenerla a su
disposicin, renov sus promesas de amor eterno, le puso fecha a su separacin, y le ur
que en seis meses, como mucho, estarían definitivamente untos y a la vista de todos.
237u1 son seis meses más se dio Luisa, si ya he esperado cinco a!os4 %otal, más vale
malo conocido que bueno por conocer. 's un buen hombre, y me gusta, yo lo quiero, y con
un poco más de pacienciaH5.
'ntonces, ella era nueve a!os más oven, doce =ilos más delgada y no llevaba más
que cinco a!os esperando. @)olo cinco, como si fueran pocos. Así que Luisa volvi con su
2conocido5 particular y allí sigue, nueve a!os despu1s, esperando por 1l cada semana, a ver
si le concede alguna tarde. )ola todos los fines de semana, sola en su cumplea!os y en
?avidad y en el verano y en )emana )anta. )ola cuando enferma, sola cuando vuelve de
trabaar, sola los mi1rcoles, los martes y los domingos. )ola despu1s de hacer el amor con
su 2conocido5. )ola, sin amigas, porque las fue perdiendo en el camino, primero porque no
quería
contar descubrir
una y otralave"
relacin parahistoria.
la misma no comprometerle,
)ola, porqueyesmás
hiaadelante
única y porque le daba
sus padres pudor
viven fuera
de Madrid y no saben qu1 es lo que pasa 23$or qu1 la ni!a no acaba de encontrar
parea45, y ella no quiere decirles por qu1 sufre tanto, por qu1 está tan triste, por qu1
cada ve" tiene menos ganas de vivir.
Ante este panorama, yo no pude menos que preguntarle9
8sted dice MP) :AL' malo conocido. ( cu1nteme, este 2malo conocido5, a
usted, 3para qu1 le vale4
?o lo s1 me dio. A veces yo tambi1n me lo pregunto, pero, 333cmo voy a
cambiar a esta edad444
(a se sabe que al 2Más vale malo conocido5 solo se puede enfrentar el 2Más vale
sola que mal acompa!ada5, pero Luisa no quería ni oír hablar de quedarse más sola
todavía. $aradicamente, #avier llenaba con su ausencia las noches y los días de Luisa, que
pensaba
respondeena mis
1l continuamente9
mensaes4 3$or23$or qu1senosepara4
qu1 no viene43$or
3$orqu1
qu1nonocumple
me llama4 3$or qu1 no3$or
sus promesas4
qu1 no me visit en el hospital cuando me operaron4 3$or qu14 3$or qu145. Las cuestiones
que Luisa se planteaba respecto a #avier nadie las podía responder. ?i yo, ni ella, ni siquiera
#avier.
'l propsito del tratamiento consisti en cambiar el centro de gravedad de sus
preguntas. %rasladamos el foco de atencin desde ese #avier tan ausente y tan
omnipresente a la ve" hasta ella misma. 'l sueto de sus preguntas ya no sería la segunda
persona del singular, sino la primera9 23$or qu1 (B he soportado esta situacin durante
tanto tiempo4 3$or qu1 (B sigo esperando4 3$or qu1 (B no lo deo4 3$or qu1 (B tolero
sus desplantes como si fueran normales4 3$or qu1 (B tengo tanto miedo a quedarme
sola45. Aunque tampoco estas preguntas tuvieran una respuesta evidente, podíamos intentar
dilucidarlas entre ambas. Aferrarse a lo malo conocido supone renunciar a lo bueno de
antemano.
'l vieo refrán del 2más vale conocidoH5 resume aquello a lo que se aferran
muchas mueres en situaciones desesperadas. &ada una de ellas elabora una larga lista de
ra"ones que aconsean mantener la relacin, pase lo que pase. La mayoría de sus
argumentos son motivos conscientes, que pertenecen a la esfera de lo obetivo9 2?o es para
tanto5, 2&on un poco más de pacienciaH5, 28na crisis la tiene cualquiera5, 2's que
estamos pasando un mal momento5, 2'l pobre está estresado5, 2Los hios, ya se sabe,
separan a las pareas5 o 28n hio nos uniría y resolveríamos nuestras diferencias5, 2's que
yo lo quiero5, 2(o s1 que 1l me quiere5, 2's que no sabe demostrar sus sentimientos5, 2Kl,
en el fondo, es una buena persona5, 2's que uramos en la salud y en la enfermedad5, 2Los
ni!os todavía son muy peque!os y necesitan una familia5. &ada una de estas ra"ones tiene
su cuota de verdad, pero muchas de ellas son e0cusas. )epararse es horrible, demoledor, lo
s1, es lo que e0plica el que haya tantas pareas que se mantienen unidas a lo largo del
tiempo a pesar de las desastrosas relaciones en las que están sumergidas. )ufren untos,
pero ese es un sufrimiento conocido y compartido. 'l otro, el sufrimiento que les espera
despu1s de la ruptura, 3cmo será4 36abrá vida despu1s de la vida de parea4 'l terror a lo
desconocido les atena"a, el miedo a la soledad les parali"a y les lleva a soportar situaciones
e0ecrables, atrincherados en la esperan"a de que las circunstancias cambiarán, en la ilusin
de que tampoco lo que están viviendo es tan horrible, en el consuelo de tontos de que hay
muchos que atraviesan escenarios peores que el propio, y en el enga!o de que 2Más vale
malo conocido que bueno por conocer5. $or eso las separaciones llevan tiempo, se cuecen
en el secreto
postergan, se de la almohada,
niegan, se hilvanan en las noches de insomnio, se rumian, se
van y vienen.
*arruntamos la soledad que nos espera y nos da miedo, y el horror a lo desconocido
nos hace regresar unto a nuestro verdugo, porque 3cmo puede acabarse un amor que era
eterno4, pensamos. $edimos perdn y perdonamos y rogamos una última oportunidad y la
damos. &ontra todo pronstico, desde la certe"a de su inutilidad, pero la damos, y uramos
en vano9 @'sta ve" sí será la última, porque esta ve" sí va a funcionar5. 3@$or cuánto
tiempo4 3@6asta cuándo4
La arrogancia
8o te perdono de veras
(B %' $'<DB?B
LA M'D-A :8'L%A
La arrogancia tenía que haber sido uno de los pecados capitales descritos en
Mujeres
subyace amalqueridas . Debía
todos los demás haber sido
pecados, el pecado
la base mayor,
del amor loco,porque es donde
el horno el mássecomún,
cuece el que
aquello
de9 2's que yo lo quiero5, 2(o lo voy a cambiar5, 2$obrecito5, 2&onmigo este gato será
diferente5 y 2'sta ve" sí que va a funcionar5.
6ablamos de ese pecado que hace que una sierva arrodillada, amoratada, mire por
encima del hombro a su maltratador. ?o lo trata de igual a igual, siente una e0tra!a
compasin por su amo, se dirige a 1l con condescendencia y termina por perdonarle
cualquier cosa. Desde abao desde el fondo de la suela de la bota de su maltratador,
ella lo trata desde arriba, @al pobre Lo ustifica y lo compadece porque ella es muy buena y
está por encima del bien y del mal. )u altive" le permite tragarse la rabia a bocados. 'n ve"
de manifestar y encau"ar la rabia hacia el maltratador, la buena muer la mastica poquito a
poco, se la traga, se la queda dentro y la dirige contra sí misma.
La arrogancia es ciega, como el amor, pero es todavía más pegaosa, más adictiva;
de manera que
perniciosa, es mucho
porque es sutilmás fácilpasar
y suele olvidar un mal amor
inadvertida, que curarse
aunque de una
sus efectos soberbia
sean devastadores.
&uando el orgullo no puede tomar la forma de respeto por uno mismo se convierte
en arrogancia C*ion, JVWX. $ensar que uno está por encima del bien y del mal no es
admirable9 es pat1tico.
Marcos y :iana
Mar%a 1ugenia, tres años despu<s de ha5er sido a5andonada por su marido
'stuve pensando en la arrogancia. %ú me lo has dicho muchas veces, pero, al
principio, no entendía bien lo que me decías. ?i siquiera me acordaba de la palabra. )alía
de me
( aquíquedaba
pensando9 237u1
dándole fue loaque
vueltas me dio4
la palabra que3$repotente4 ?o,
habías dicho, creonoque
pero a sufue otra palabra5.
significado.
Ahora lo entiendo perfectamente. Ahora que ya me he caído de bruces con todo el equipo y
que no encuentro ra"ones para ser arrogante, lo entiendo perfectamente y me recono"co en
esa actitud. 'ra muy agradable la arrogancia porque yo siempre tenía ra"n, aunque me
saliera todo mal. 'ra como que yo sabía que, en el fondo, yo tenía ra"n. La realidad se
equivocaba, pero yo no. @'so estaba muy bien @7u1 tonta 3?o4
)'$A<A<)'
La gota que colma el vaso o tocar fondo
el amor aca5a)
2%odas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas lo son cada una a su
manera5. Así empie"a %olstoi su monumental novela Anna =arenina. Lo mismo ocurre con
los amores. Los amores felices se parecen, mientras que las historias desdichadas toman las
formas de sus protagonistas. (a hemos hablado de las ra"ones subetivas para no separarse.
'sas son universales y nos conciernen a todos. Las ra"ones para separarse, en cambio, son
e0clusivas de cada quien.
Ati<ndeme,
?B)B%<B)
8o siento en el alma
&uando ocurre una separacin, uno quisiera poder pasar una línea divisoria y
distribuir a los personaes del drama como en las vieas películas del Beste9 de un lado los
buenos9 allí colocamos a la víctima, al abandonado que pasivamente no tuvo más
alternativa que tragarse la decisin del otro. Del otro lado ponemos a los malos9 al
insensible que tom la decisin, al despiadado que pronunci las palabras asesinas que
nadie quiere oír9 2(a no te quiero5.
Me temo que la vida suele ser más complicada que las películas de vaqueros, así
que no se trata de defender a unos y demoni"ar a los de enfrente. 'l amor es caprichoso y
viene ay pesar
flote, se va del
sin amor.
avisar.?o
Lasdigo
relaciones
yo que son complicadas,
al que y ahaya
dea siempre vecesque
noponerle
es fácil una
mantenerlas
medalla; a
se trata de comprender a los dos polos de este drama, y de reconocer que unos y otros
desempe!an un complicado papel en el espanto que supone una ruptura. 8na separacin es
siempre dolorosa, como diimos, nadie se separa porque sí, casi nadie abandona sin sufrir
su parte y, por supuesto, nadie es abandonado de gratis.
#oana pas muchos meses padeciendo las infidelidades de #uano y sus desplantes.
Durante ese tiempo, pens que se le pasaría, que entraría en ra"n y que todo volvería a ser
como era antes del nacimiento de su hia. #oana sabía que nada de lo que la esperaba
despu1s de la separacin sería fácil. La vida no suele ser amable con una muer de treinta y
muchos que levanta sola a una hia de dos a!osH )in embargo, en un momento, la gota de
la infidelidad y el desamor colm su vaso, y decidi que era meor ponerse de pie para
enfrentarse a la vida sola que vivirla de rodillas, humillada. )us predicciones se cumplieron.
La separacin fue difícil y quedarse sola lo fue más aún; no obstante, #oana nunca dud de
que había hecho lo que tenía que hacer, y a pesar del dolor, se sentía orgullosa de sí misma
por haber sido capa" de tomar la decisin que correspondía.
>gnacio y &ara
Lara no sabe si tiene un ni!o o dos. ?o es que sea despistada hasta ese e0tremo, es
que -gnacio adorable para un montn de otras cosas se comporta con frecuencia como
si fuera un ni!o más, incluso menor que ese peque!o de tres a!os que corretea por los
pasillos, que se llama -gnacio como 1l y que tambi1n es hio suyo. -gnacio no es ambicioso,
ni se ilusiona con facilidad, ni tiene inquietudes intelectuales o artísticas como Lara. )e
conforma con ir y volver del trabao, pasar un rato frente al ordenador y fumar porros;
fumar muchos porros.
C6e comprobado en mi práctica clínica que así como el alcohol produce seres
violentos, descontrolados, que dificultan la convivencia, los porros desgastan a los seres
que los consumen hasta hacerlos desaparecer. &on ellos tampoco hay convivencia posible,
porque el de los porros no comparece. 'stá de cuerpo presente, pero no está disponible para
la vida.
&on el tiempo, ese rato que -gnacio pasa frente al ordenador se ha hecho cada ve"
más largo, y ese 2porrito despu1s de cenar5 se ha multiplicado, así que Lara lleva mucho
tiempo sinti1ndose sola, sin interlocutor, sin parea, sin un padre para su hio con quien
compartir las obligaciones y las preocupaciones que genera un ni!o de tres a!os.
)eguramente -gnacio podría hacer feli" a muchísimas mueres, pero no a Lara. 'lla lo sabe,
protesta, se quea,
su disposicin pide.buena
a hacer -gnacio intenta
letra complacerla,
no tardan adaptarse,
más de uno perodesusemana
o dos fines ilusin en
renovada y
desaparecer.
Mientras -gnacio se esfuma tras la pantalla del ordenador, envuelto en la bruma de
un porro, todo lo que concierne a la vida familiar es un 2no sabe, no contesta5; Lara está
cada día más mustia, más triste, más insatisfecha @y más gorda La cama ha deado de ser
un lugar de encuentro y de pasin, -gnacio no entiende por qu1 ya no follan como antes y se
quea de que su muer es más madre de su hio que muer de su marido. 2$uede ser dice
Lara, pero es que alguien tiene que hacerse cargo del ni!o, alguien tiene que llevarlo al
parque, alguien tiene que ugar con 1l. Además agrega, yo no puedo follar y punto. )i
llevamos tres días casi sin hablarnos, sin compartir nada, si se le olvida todo lo que le digo,
si no me toma en cuenta y veo que nada de lo nuestro le importa, 3cmo voy a estar
dispuesta y con ganas de acostarme con 1l si estoy furiosa45.
Mientrasdolores
sufrir terribles Lara deshoaba la ?otaba
de espalda. margarita del si
como 2Me separo,
el peso no enorme
de un me separo5,
pianoempe"
de colaase
posara sobre sus hombros, y era difícil emprender la vida cotidiana cada ma!ana, con ese
piano a cuestas. A estas molestias, que la perseguían durante el día, se sum el insomnio
que no la deaba descansar por las noches. Miraba dormir a -gnacio a pierna suelta, lo
escuchaba roncar a mandíbula batiente, aeno por completo al desierto que ella atravesaba
sola cada noche mientras cavilaba, mientras rumiaba por igual su dolor y su miedo. Lara,
además de llorar, comía; así que en poco tiempo gan un montn de =ilos y con ellos, un
montn de mal humor.
8na noche pensaba9 2?o puedo soportar esta situacin por más tiempo. 'stamos
viviendo una mentira. Ma!ana hablo con -gnacio y nos separamos5. ( a la noche siguiente9
23&mo me voy a separar4 3&mo le voy a hacer eso al ni!o4 Aguanto. Aguanto un par de
a!os más, a ver si las cosas cambian y el ni!o es un poco más mayor5. ( dos días despu1s9
23&mo
sola y convoy
un ahioH
pasar @otra
dos a!os más no
ve" sola en esta situacin4
%otal, 7uedarme
no se puede otra ve"
tener todo. sola,esy un
-gnacio estabuen
ve"
hombre y nos quiere. Además, yo no quiero tener un hio único, tal ve" es el momento de
tener otro hio5. ( al otro día9 2@Btro hio con -gnacio 3$ero cmo puedo pensar en tener
otro hio con -gnacio4 @Lo mataría @%ambi1n eso me lo ha quitado @La posibilidad de
so!ar con tener otro hio @'s que lo mataría5.
Así de contradictorios eran sus pensamientos en las noches de insomnio. A la
ma!ana siguiente, su piano de cola la encontraba oerosa y cansada para clavar todo su peso
otra ve" sobre sus hombrosH ( así un día y otro día, una noche tras otra. Lara pas muchos
meses sumergida en una ensalada de sentimientos opuestos9 el cari!o, la culpa, la
preocupacin por su hio, el miedo a quedarse sola, la rabia, el mal humor, la esperan"a, @y
los =ilos $or supuesto que su ensalada estaba convenientemente adere"ada con una
vinagreta de incertidumbre. 3Me estar1 equivocando4 3)erá que soy muy e0igente4 3'star1
echando todo por la borda4 3Me arrepentir1 cuando me vea sola4 'n cuanto parecía que
había tomado una decisin, pongamos por caso 2Lo deo, nos separamos, ya no aguanto
más5; miraba a su hio, o -gnacio vaciaba el lavavaillas, o se encontraba con una amiga
separada hacía a!os que seguía sola y que le decía9 2$i1nsatelo5, y entonces le hacía caso a
la amiga, le hacía caso a su propio miedo y se echaba atrás. 'se día, como por arte de
magia, le parecía que -gnacio era un buen hombre, que no era tan malo compartir la vida
con 1l, que tendrían que recuperar la pasin, que tal ve" un viae sin el ni!o, que totalH
6asta que una semana despu1s, por eemplo, -gnacio olvidaba que esa tarde 1l debía
recoger
2@&uántoalloni!o en la@)e
siento guardería
me pasy por
llegaba a las tantas, sin el ni!o y sin otra e0plicacin que9
completo5.
A Lara le daba rabia pensar que si se separaban, tambi1n en esto, como siempre, ella
tendría que llevar las riendas. 7ue de la misma forma que ella tenía que decidir qu1 piso
comprar, cuándo había que cambiar de coche, a qu1 banco había que pedirle el cr1dito,
adnde podían ir de vacaciones o a qu1 guardería iría el ni!o y en qu1 colegio reservaban
una pla"a para 1l, tambi1n sería ella quien tendría que decir9 2*asta ya5, porque -gnacio
estaba demasiado ocupado con la pantalla del ordenador, demasiado abstraído en sus
pensamientos y en sus videouegos como para perder su tiempo en esas minucias. 'ntonces
volvía la rabia. %ambi1n en la separacin se topaba Lara con los rasgos pasivos de -gnacio
que tanto odiaba en su vida cotidiana.
Así lleg Lara a mi consulta y así transcurri un a!o eterno. Durante ese a!o de
terapia, Lara ba algo de peso Cbao el peso del piano, sufri, llor, dud, hasta que
finalmente tom
anticipaba y, la decisin
desde de separarse.
luego, menos dolorosaLaqueruptura fue mucho menos
la incertidumbre. <esulttraumática
mucho másde difícil
lo que
decidirse a dar el paso que darlo. -gnacio, el padre, se fue como había estado9 sin pena ni
gloria. ?o reclam, no se que, no intent recomponer la situacin ni puso ningún pero a
la decisin que Lara había tomado. -gnacio, el hio, recuper a su padre de las fauces del
ordenador y cada ve" que se veían, -gnacioUpadre era mucho más padre de -gnacioUhio de
lo que nunca había sido cuando convivían. Lara, por su parte, a pesar del miedo y de la
pena que le producía la separacin, recuper el sue!o y la dignidad y, poco a poco, el piano
que pesaba sobre su espalda de paso a la levedad de la ilusin.
Ahora han pasado tres a!os desde que se separaron. (a sin el dolor agudo de la
ruptura, Lara se alegra de haberse decidido. -gnacio ha formado otra parea y ella sigue
sola, pero su carrera se ha relan"ado, ha descubierto una vena para los negocios que la llena
de satisfaccin y alivia mucho su situacin econmica. 2'sto nunca habría podido hacerlo
si hubiera seguido con -gnacio5, dice cada ve" que se topa con uno de sus logros.
Adriana
6ace muchos a!os que Adriana vive con #orge y desde hace dos mantiene una
relacin clandestina con un compa!ero de trabao. Lo que era una vida cotidiana amable se
ha transformado en el ardín de los horrores. %odo lo que hace #orge le parece insulso. (a
no recuerda qu1 le gustaba de 1l. ?o puede soportar otras manos que las manos del amante
sobre su cuerpo, de manera que la vida se0ual entre Adriana y #orge es, en el meor de los
casos, un recuerdo borroso, y, en la realidad, un espacio para los reproches, para la
insistencia de #orge, para el recha"o de Adriana y sobre todo para su sentimiento de culpa.
Adriana se quea de no poder ser como los hombres que llevan una doble vida
durante a!os, no sufren y encima consiguen que nadie se entere. 'lla no puede fingir. 'lla
llora de noche porque echa de menos al amante y porque sabe que está haciendo sufrir a
#orge inustamente. -ntenta convencer a #orge de que sufre por una crisis de la edad, otra de
identidad, una de fe y alguna vocacional. @&ualquier cosa antes de confesar su infidelidad
37u1 será lo meor para cada uno de los tres4, se pregunta. 37u1 será lo meor para
ella4 37u1 será lo más honesto4 3( lo más racional4 &on #orge tiene una buena relacin y
el amante no parece dispuesto a ser nada más que un amante. 3( si dea a #orge y se queda
sola4 3( si sigue así y #orge se entera4 3( si le cuenta la verdad a #orge y a ver qu1 pasa4
3( si se muda a vivir a /recia o a &hecoslovaquia y se olvida de todo y de todos4
Al final, ella
2conveniente5, Adriana
teníalleg a laíntegra
que ser conclusin de que
consigo aunque
misma y consusus
decisin
propiosnosentimientos.
fuera la más
#orge no se merecía estar con una muer que no estuviera enamorada de 1l y de la que no le
llegaran más que reproches inustos, indiferencia y algunas migaas de cari!o. ( ella
tampoco se merecía esta doble vida que la hacía sentir tan inquieta y tan incmoda en sus
propios "apatos.
)e separ de #orge. &omo estaba previsto, el amante de de serlo y desapareci de
su vida, pero, aun así, Adriana no se arrepinti de su decisin. &on el tiempo, entabl una
relacin con un hombre que combinaba meor los papeles de amante y de marido.
%omar la decisin de dar por terminada una relacin es algo muy difícil. Las dudas
de si 23'star1 haciendo lo correcto45, 23Me estoy precipitando45, 2?o quiero hacerle
sufrir5, 2?o quiero sufrir5, 2?o quiero hacer sufrir a los ni!os5, 2's que me da pena que lo
nuestro no haya funcionado5
suelen postergar ese momento.o 2's que nocon
De hecho, me frecuencia,
resigno5, o lael separacin
miedo al duelo y a lamucho
empie"a soledad,
antes de la fecha en la que se pronuncia esa temida frase del9 2%enemos que hablar5. &omo
ocurre con los enfermos terminales que pasan meses adheridos a una vida artificial, la
muerte anunciada de una relacin tambi1n nos permite empe"ar a despedirnos mientras que
todavía estamos untos, vivos; hacernos a la idea cuando el otro todavía está presente. 8na
ve" pronunciadas las palabras, tampoco suele ser inmediata la separacin. 'ntre lo que se
dice y lo que se hace tambi1n pasa un tiempo. 'l otro tiene que encaar el golpe y hacer lo
que buenamente pueda.
Lo cierto es que las personas que cono"co que tomaron la decisin de separarse
están satisfechas de haber podido hacerlo. ?inguna de ellas se arrepiente y la mayoría se
pregunta por qu1 esper tantoH
)er deado
Sin ti
Sin ti
por *in.
)-? %-
1l e*ecto sorpresa
'l que dea, lo hemos visto, tiene la sart1n por el mango. 8na sart1n que quema y
que se quiere soltar @cuanto antes meor )í, es horrible llevar el peso de esa sart1n
hirviendo sobre los hombros, pero el que dea, por muy mal que lo pase, siempre tiene algo
de control sobre la situacin. Mientras tanto, al abandonado le cae el sartena"o en la cabe"a
y no sabe ni cmo, ni de dnde, ni por qu1 le cay. Aunque lo sepa, aunque lo est1
esperando de un momento a otro, no es consciente del todo. 'l abandonado sufre
pasivamente la decisin del otro y sus consecuencias. Al abandonado nadie le pidi su
opinin,?onadie le tal
e0iste pregunt9 23%e2un
cosa como viene bien
buen que te dee
momento paralasersemana que viene45.
abandonado5. $or eso
escuchamos frases del tipo9 2@&mo pudo dearme antes de las ?avidades5. #unto con
otras tales como9 2@'s un hipcrita. 'sper a que pasaran las ?avidades para dearmeH5.
'l 2(a no te quiero5 es )-'M$<' una pu!alada a traicin. Da igual el tiempo que
llevemos sufriendo los efectos del desamor, da igual lo mucho que nos lo hayan
demostrado. ?o cono"co a nadie preparado para escuchar esas palabras. $or mucho que
uno se las barrunte, por mucho que uno est1 de acuerdo y tambi1n haya deado de querer al
otro, el 2(a no te quiero5 siempre nos pillará desprevenidos.
6ay algo en la situacin traumática, en cualquier situacin traumática, que está
directamente relacionado con el factor sorpresa. $or eso el síndrome por estr1s
postraumático se caracteri"a, entre otras cosas, por una anticipacin e0agerada de lo que
pueda ocurrir. 'l afectado entra en un estado permanente de alerta roa con el que es muy
difícil
que el convivir. -maginemos
susto le dee a alguien
volver a su que ha sido
rutina habitual. víctima deúnicamente
Al principio, un asalto9 pasará tiempo
se atreverá hasta
a salir
acompa!ado. $oco a poco empe"ará a aventurarse solo por las calles, preferirá el coche al
transporte público y andará con miedo, mirando a un lado y a otro y cambiándose de acera
cada ve" que le parece que ha visto algo sospechoso. ( en ese momento @todo le resulta
sospechoso 3De qu1 le sirve ese estado de alerta4 $uede que no le protea contra otro robo,
pero, al menos, le deará la sensacin de que lo tiene todo bao control y la ilusin de que
así podrá evitar otra desagradable sorpresa.
'l abandonado, además de la angustia horrible del vacío, pondrá todo de su parte
para evitar otra sorpresa. )e esconderá detrás del miedo, acurrucado como un animal herido
para protegerse de otra relacin, de otro abandono. )on los que engrosan las filas del 2Más
vale solo que mal abandonado5.
Ahora veremos tres casos que atendí en mi consulta y que ilustran, cada uno a su
manera, el desconcierto por el que ha de atravesar el abandonado.
Aurora
%odavía recuerdo a una de las primeras pacientes que tuve en los a!os ochenta
cuando llegu1 a Madrid. 'ra una muer de cuarenta y muchos. De pelo muy corto, más que
entrada en a!os, yo diría que estaba entrada en =ilos. 8na de tantas, una de esas muchas
mueres annimas que han dedicado su vida a cuidar de tres hios, de una casa y de un
marido. Aurora
había deado porvenía triste, con
otra muer deprimida, abatida.
menos a!os, con6acía
menosmás de un
=ilos, cona!o que su
menos marido
canas, conlamenos
hios9 una oven profesional e0itosa. A pesar del tiempo que había transcurrido, Aurora no
conseguía levantar cabe"a. 'conmicamente, su e0marido se hacía cargo de sus gastos y
dos de sus hios se habían independi"ado. ?o se llevaba mal ni con los unos ni con el otro,
pero insisto no levantaba cabe"a. 'n las primeras entrevistas me inclin1 a pensar en un
duelo enquistado, mal resuelto. )í, probablemente no me equivocaba, pero en su lamento
había algo más, algo que a mí me llamaba la atencin, algo que yo no había escuchado
antes y que, entonces no lo sabía, escucharía unas cuantas veces más.
'n la quea de Aurora había mucho de sorpresa, demasiado de perpleidad9 2's que
no lo entiendo decía una y otra ve", es que todavía no me lo puedo creer5.
)1 que la mitad del efecto que convierte a un hecho en traumático está constituido
por la sorpresa. Lo s1, ya entonces lo sabía y, sin embargo, había algo en la sorpresa de
Aurora que e0cedía
por el marido la situacin
es espantoso, por la queque
por supuesto había pasado.el$or
si encima supuesto
abandono es que
por ser
otraabandonada
muer, tanto
peor. ( si es más oven, ni que decirlo. %odo eso es así y no pretendo minimi"arlo. $ero es
la vida, son cosas que pasan, y me refiero a los dos sentidos de la palabra 2pasar5; son
cosas que suceden y son cosas que a la larga se olvidan o al menos se dean atrás. $ero
Aurora era incapa" de olvidar.
'ntonces caí en la cuenta de que a Aurora la había sorprendido la transicin
espa!ola haciendo la colada, una transicin de la que todos hablaban Cde la que todavía se
habla y de la que, por entonces, nadie le había contado en qu1 consistía, cmo funcionaba
por dentro y cuáles serían sus consecuencias. )e acababa de aprobar la ley del divorcio sin
preguntarle, sin su consentimiento, y lo que es peor, sin prevenirla.
La aprobacin del divorcio encontr a Aurora en "apatillas, desarmada para la
guerra. 'l divorcio entraba en los planes de la reci1n adquirida democracia, pero no en los
suyos. Aurora
hubiera sabíaypor
divorciado los peridicos
nunca imagin quedeesa
la pol1mica ley, pero
lista empe"aría porno conocía
incluir a nadie que se
su nombre.
Aurora se había casado para toda la vida. $ara ella, el matrimonio era como haber
aprobado una oposicin a funcionario del estado. @8n puesto asegurado en la
Administracin y nunca más había que preocuparse por el asunto laboral De manera que
preocuparse por conservar una parea no entraba en su vocabulario. @$ero si ella ya se había
casado @$ero si ese era su marido y ella era la muer de ese hombre @$ero si tenían tres
hios @$ero siH
/racias al tratamiento, Aurora empe" a usar su tiempo libre a su favor, y lleg
incluso a agradecer ciertos giros de libertad que nunca se hubiera permitido de seguir
casada. $as el dolor, pas la pena, el miedo a la soledad tambi1n pas. Lo que permaneci
impert1rrito en el discurso de Aurora fue el asombro.
Amelia
$ocos a!os despu1s de conocer a Aurora, recibí a Amelia. Amelia no tenía nada que
ver con Aurora. Amelia venía de una familia bien, casada con un marido bien, con dos hios
perfectos. ?unca había tenido que hacer ni la comida ni la compra ni las camas de su casa,
porque para eso contaba con suficiente servidumbre. )alía con las amigas, ugaba con ellas
a las cartas, viaaba, iba de compras, de museos, de t1 con pastas. Amelia era una muer
guapa y muy cuidada que iba a misa todos los domingos, pero tambi1n a Amelia la había
deado
hios lesu marido.
habían ?o porenuna
insistido quemás oven,ayuda
buscara sino porque
por unaconsideraban
amiga viuda de
quelatanto
misma edad.no
encono )us
podía ser normal. Amelia vino a la consulta indignada, furiosa, despotricando contra su
marido. 'l problema es que no despotricaba únicamente en la consulta, donde está
permitido decirlo todo, sino que había empe"ado a desprestigiarle entre sus amigos, y lo
que era más importante, entre sus colegas de profesin. )u odio y su resentimiento no la
deaban disfrutar de nada de lo que sí tenía9 de su vida holgada, de unos hios sanos que la
adoraban, de su primer nieto que venía en camino o de sus amigas. La vida se le había dado
la vuelta como un calcetín y todo lo que había sido lu" ahora era sombra.
Amelia no venía a buscar ayuda, estaba acostumbrada a dar rdenes, no a pedir
apoyo, solo necesitaba mi aprobacin. 7uería que yo le diera la ra"n en todo, a ciegas.
Acostumbrada al trato que recibía en las tiendas de firma que frecuentaba, en las que, cmo
no, 2el cliente siempre tiene la ra"n5, no daba cr1dito a que yo discrepara, a que pensara
por mi cuenta,
sus batallas o me atreviera
campales contra sua preguntarme
e0marido. Lasobre la conveniencia
veracidad para
de su versin de ella de algunas
los hechos de
nunca
la puse en cuestin. Mi labor no es la de un notario que certifica la realidad, eso no me
incumbe; lo que yo cuestionaba era el peso y el srcen de su encono, sus malos modos, su
lucha ciega y sus rabietas infantiles. 'lla reconocía que hacía a!os que su relacin estaba
acabada, que hacía a!os que no mantenían relaciones se0uales, que hacía a!os que
discutían por cualquier cosa, pero aquello no tenía por qu1 terminar en una separacin; es
más, pasara lo que pasara, una separacin no era algo que estuviera contemplado en su
vida. $unto.
Además de la sorpresa del divorcio, a Amelia se le sumaba su formacin religiosa y
la firme conviccin de que a Dios uno no le promete cosas en vano, que cuando se le
promete algo a DiosH se le cumpleH pase lo que pase. Así que su promesa ante el altar era
una garantía de eternidad, independientemente de que la parea funcionara, o no funcionara.
&omo
A pesarera
dede
lasesperar,
muchasAmelia no dur
diferencias más
entre que unos
Amelia pocoslameses
y Aurora, en tratamiento.
una me hi"o recordar a
la otra y no sabía muy bien por qu1. 'sa evocacin me sirvi para comprender meor a
Amelia.
Alicia
Alicia no recordaba en nada a ninguna de las otras dos. 'ra profesional, tenía
cuarenta y muchos a!os y fue una de esas mueres pioneras en compaginar la vida laboral y
la vida familiar. %ambi1n era un poco bohemia e indiscutiblemente progre. $ia y progre.
Las dos cosas muy bien combinadas, muy bien engranadas gracias a una inteligencia nada
común, a una cultura de profundas raíces familiares y a un espl1ndido sentido del humor.
Así que en nada me hacía pensar en ninguna de mis dos pacientes anteriores, la una tan ama
de casa y la otra tan se!ora de sociedad. 'n nada, e0cepto en que el marido de Alicia
tambi1n había decidido separarse de ella.
'n este caso no había una tercera persona; sencillamente las cosas ya no eran lo que
habían sido, 1l ya no estaba enamorado, y el cari!o que le tenía a Alicia no era suficiente
como para seguir a su lado. 'l marido de Alicia tambi1n era progre y aut1ntico y no estaba
dispuesto a vivir una mentira.
Alicia sí sabía pedir ayuda, así que empe" un tratamiento y trabaamos varios a!os
untas. Me gusta pensar que yo hice algo por ella, lo cierto es que he de reconocer que ella
hi"o muchodepor
e0presin sí misma.
pena, %ambi1n
en su duelo Alicia estaba
predominaba más que
la e0presin de dolida
asombro;sorprendida.
su boca Más que
permanentemente abierta, su incredulidad. Alicia había forado su relacin de parea en la
universidad, animados por los mismos ideales progresistas. 'n la segunda o tercera
manifestacin estudiantil contra el r1gimen en la que coincidieron, su marido y ella se
enamoraron. Ambos estudiaron arquitectura y untos armaron muchos edificios y armaron,
sobre todo, una familia feli". Alicia trabaaba codo con codo con su marido y además de los
proyectos de otros, compartían proyectos personales. )us hios, sus intereses políticos y
culturales; en fin, que nada hacía presagiar el desenlace de esta historia.
La última de las tareas que ha de enfrentar el abandonado es la más dura de las tres,
la más dolorosa y la que lleva más tiempo.
Las peores palabras que alguien puede escuchar Cquitando 2's maligno5 son9 2(a
no te quiero5. 'stas son las palabras que más tememos y que esquivamos desde que
descubrimos que el otro no está obligado a querernos, que puede elegir, que puede quedarse
o alearse cuando le pare"ca. &uando descubrimos la autonomía del otro, somos capaces de
cualquier sacrificio con tal de que nos quieran, o con tal de que nos hagan creer que todavía
nos quieren. $rimero con la madre, luego con los hermanos, con la maestra, con los ni!os
del patio del colegio, con los amigos, con la parea, con los hios y con los nietos. 6acemos
todo lo que hacemos para que nos quieran.
Muchísimas veces, en nuestra búsqueda del tesoro del amor, emprendemos un
camino equivocado, somos torpes y al final despertamos sentimientos disparatados, que
nada tienen que ver con la devocin que queríamos inspirar. 'se es el nudo de este drama9
que el otro sigue siendo libre de sentir o de hacer lo que quiera, independientemente de lo
que nosotros hayamos hecho por o para 1l. 'l berrinche de un ni!o de dos a!os que busca
restaurar el control que meses atrás todavía ostentaba sobre sus padres generalmente lo
único que consigue es un tirn de oreas y un castigo. Así somosH A veces, de mayores,
insistimos en el berrinche, y nos llevamos el tirn de oreas de la vida. ( es que somos
capaces de cualquier sacrificio incluso del sacrificio del ridículo o de postergar nuestra
propia vida
Aunquecon tal nos
ya no de no escuchar
quieran, amáslaese
aunque 2(a novaya
relacin te quiero5 que tanto
fatal, aunque nos aterra. nos
el sufrimiento
desgaste y sepamos a ciencia cierta que es meor escuchar de una ve" por todas las palabras
temidas a seguir esperando por no s1 qu1 transformacin sobrenatural, lo cierto es que la
mayoría de nosotros estaríamos dispuestos a inmolarnos, con tal de no escuchar ese 2(a no
te quiero5 que suena como una sentencia de muerte.
6ay momentos en los que la herida narcisista que esas palabras producen es tan
devastadora que el afectado no piensa más que en vengar su orgullo herido. $ara algunos, el
único consuelo posible es ver sufrir al otro tanto como el otro le ha hecho sufrir a 1l. 8n
consuelo perturbado y perturbador, un consuelo que no acepta un no por respuesta y que no
atiende a ra"ones. 8n consuelo infantil, loco y desesperado como la pataleta de un ni!o de
dos a!os, pero que en casos e0tremos, si se da en un adulto, puede tener consecuencias
trágicas. Los dictadores dom1sticos son ni!os peligrosísimos de dos a!os que no pueden
soportar la afrenta
por completo a su?B
ante un amor propio.recuperarla
y buscan De dignidad dudosaaly mensaero
matando frágil, los asesinos la pierden
de ese no.
'n fin, que de todas las ra"ones por las que aceptar un abandono es muy difícil, la
más importante es la herida que el abandono amoroso inflige a nuestro amor propio9 2@'s
que no puede ser verdad que no me quiera5.
'n ocasiones, es más sencillo aceptar la muerte de la parea que un abandono.
$rimero, porque la muerte es contundente y no tiene vuelta atrás, no nos dea ninguna
alternativa, mientras que en la ruptura siempre nos queda la esperan"a de la reconstruccin,
de volver a intentarlo, de una segunda o una última oportunidad. $or otra parte, la muerte
del otro, que nos destro"a la vida, no nos pone en entredicho. 'l otro no se muere solamente
para nosotros. 7uien muere nos dea, pero dea tambi1n todo aquello que lo unía a la vida,
sus relaciones, sus pertenencias. ?adie se muere para nadie en particular a menos que se
trate de un suicidio dedicado; en cambio las separaciones, como las cartas, tienen nombre
y apellido,
solo remitentedel
como amiga5, y destinatario.
2?o te quiero)er el destinatario
suficiente del 2(a
como para dearnoa te
miquiero5,
muer5 odeldel2%e
2%equiero
quiero, pero no estoy enamorado de ti5 supone un torpedo en la línea de flotacin y
entonces el hundimiento del barco que somos es inevitable. $ero @solo durante un tiempo
@?o para siempre @Más tarde o más temprano saldremos a flote
6acerse dear u 2Blvídame tú que yo no puedo5
"lv%dame t7,
que yo no puedo#
BL:[DAM' %S
T9mame o d<jame,
%\MAM' B DK#AM'
Llegaba tarde todos los días y una noche no vino a dormir. 'ntonces yo le puse un
ultimátum9 2Las cosas no pueden seguir así5, le die. ( 1l se fue. (o me qued1 con cara de
tonta, no entendí nada. ?o me lo podía creer. &uando intent1 hablar con 1l tranquilamente
solo me dio9 26as sido tú. %ú lan"aste un rdago y te estall en la cara. (o no quería
separarme. %ú lo quisiste. 7ue sepas que has sido tú5.
?ieves se arrepiente de su ultimátum. 'stá desolada. Aunque reconoce que la
relacin iba fatal, ahora piensa que preferiría seguir con 1l tal y como estaban, a quedarse
sola con una ni!a de nueve meses. ?unca pens que su amena"a tendría estas
consecuencias y que su marido le tomaría la palabra al pie de la letra y se marcharía de casa
esa misma noche. Ahora comprende que 1l simplemente estaba esperando ese rdago que
hoy le echa en cara; que todo lo que hacía estaba encaminado a presionarla para que fuera
ella quien diera las palabras fatídicas que 1l no se atrevía a pronunciar. ?ieves estaba
desvenciada de dolor y encima se repetía9 2@6e sido yo 3&mo he podido4 @$ero si he
sido yo5. $or supuesto que no fue ella, pero tal y como se sucedieron los acontecimientos,
era difícil hac1rselo entender y perdonar.
Ahora veremos en detalle el caso de Darío, que presenci1 de cerca. 'n su historia
puedo asegurar que, a pesar de sus sue!os, que interpretamos, y a pesar de sus palabras, que
no deaban lugar a dudas, Darío estaba convencido de que había sido su muer quien había
tomado la decisin de separarse, y de que 1l no había hecho más que acatar sus rdenes.
)olo el tiempo y la distancia de la situacin le permitieron reconocer que 1l había abonado
ese terreno con generosidad, que había puesto las semillas y que, en usticia, únicamente
recogía lo que había sembrado haci1ndose el distraído.
Darío lleg a mi consulta con cincuenta y pocos a!os a raí" de un infarto que a
punto estuvo de costarle la vida. +ísicamente estaba bien, pero su cabe"a había dado un
vuelco. Mientras estaba convaleciente, record el pasae de una novela de Marai9 un
m1dico
La frasesecay
pregunta
como unto a lasobre
un rayo camalade un de
vida moribundo cuállosería
Darío y fue la anim
que le mentiraa que le enferm.
buscar ayuda.
<econoci que la insatisfaccin recorría su vida. 'staba cansado del estr1s del trabao, pero,
sobre todo, estaba cansado de una relacin de parea seca, en la que ya no había nada que
rascar. 'ntre 1l y su muer quedaba el cari!o, sí, la costumbre y un cierto hábito de preparar
el desayuno. 6acía mucho que @ni siquiera se peleaban 'l se0o no era se0o, sino
costumbre, y sus hios ya eran mayores. Darío empe" a ugar con la idea de separarse. 2La
vida es corta decía. Ahora s1 por e0periencia que te puedes morir en cualquier
momento y claro que no me quiero morir, pero sobre todo lo que no quiero es estar muerto
en vida, ni vivir una mentira5.
(o tuve la impresin de que había llegado a la consulta con la decisin de separarse
ya tomada y que solo necesitaba el visto bueno de una vo" autori"ada. 6abía tenido más de
una aventura, alguna más seria que las otras, ninguna capa" de poner en peligro su
matrimonio. $erovida,
quería una doble eso no erauna
sino lo que
sola1lvida
quería
quepara su vida;
valiera ahora
el doble y leque la valoraba
devolviera tanto de
el doble no
satisfaccin. %enía claro lo que perseguía, pero la culpa no le deaba ni tomar una decisin,
ni sentarse a hablar con su muer sobre el tema.
Durante esa 1poca so! varias veces que su muer tenía un accidente, o que se
moría, o que se iba con otro o, simplemente, que desaparecía sin dear rastro ni dar
e0plicaciones. 'ran sue!os en los que 1l sufría mucho, y la buscaba inútilmente. 'n alguno
de ellos se veía a sí mismo llorando, rodeado de la compasin de amigos y familiares.
?o es que Darío le deseara ningún mal a su muer, es que quería que la situacin se
solucionara sin su participacin, sin tener que pasar 1l por el trago de poner sobre la mesa el
tema de la separacin. )i ella desaparecía, como en el sue!o, entonces 1l estaría autori"ado
a empe"ar una nueva vida sin ella, sin necesidad de hacerle da!o, sin someterse al horror de
dearla. $or otro lado, en ve" de miradas de desaprobacin, recibiría como en los sue!os
la compasin
sue!os, de sus allegados.
Darío concluía9 2)í, yo no &uando intentábamos
quiero que desentra!ar
le pase nada. Lo meor el significado
sería que fueradeella
sus
quien planteara la separacin, así parecería que es ella la que toma la decisin, y no se
sentiría abandonada por mí. (o aceptaría muy obediente lo que me propusiera y todos tan
contentos5.
)e puede decir más alto, pero no más claro.
'l desinter1s de Darío por su muer fue en aumento. Durante un tiempo ella le
perdonaba su hosquedad, achacándola a los efectos del infarto, al estr1s, a la angustia de
muerte por la que había pasado. 'n cierto sentido tenía ra"n9 el cambio de actitud de Darío
tenía mucho que ver con el infarto y con los efectos de haber estado tan cerca de la muerte,
pero no de la manera que ella suponía.
Lleg el momento en el que cmo no fue ella quien dio9 2Así no quiero
seguir5, y 1l quien respondi9 2:ale, como tú quieras, cari!o5.
Le tom la palabra, 3pero qu1 palabra4 8na palabra dicha sin querer y escuchada al
pie de la letra por un Darío que no había sido capa" de pronunciarla.
A la semana siguiente estaban separados.
Kl se qued muy aliviado. )upe por Darío que ella no. A su muer le fue difícil
comprender lo que había ocurrido. 3)eparados4 $ero 3por qu1 se habían separado si ella
todavía lo quería4 )i su única intencin había sido poner a su marido contra las cuerdas
para que reaccionara, ustamente para salvar la relacin, 3cmo es que ahora estaban
separados y cmo es que, además, había sido ella quien había terminado la relacin4
'ntiendo
inusticia. ?o haylaconsuelo
rabia delni2obligado a abandonar5,
alternativa. 7uien poneentiendo su pena
en palabras y su sensacin
el silencio dese
del otro no
equivoca. 37u1 remedio le queda4 37u1 tendría que haber hecho ?ieves4 3Aceptar que su
marido no fuera a dormir a casa como algo normal o como si a ella no le importara4 37u1
alternativa le quedaba a Alberto4 3( a la muer de Darío4 Mantener una relacin a
2cualquier precio5 no tiene demasiado sentido; ya sabemos que 2a cualquier precio5 nunca
es un buen negocio. 6ay situaciones intolerables que no tiene sentido prolongar y en algún
momento alguien tiene que decir @basta
?o digo ni pienso que siempre se trate de una estrategia calculada con frialdad por
parte del 2Blvídame tú5. $uede que quien se haya hecho dear se sorprenda y se ofenda con
estas afirmaciones y las niegue. 's muy probable que ni siquiera sea consciente de todo el
da!o que produce y piense que todo lo hace 2por su bien5. ?o tienen en cuenta el
sufrimiento e0tra que tiene que padecer el otro gracias a sus tretas para hacerse dear; ni el
desconcierto
quiero5 dichocon el que se
a tiempo, conquedan,
valentíaque es muchísimo
y con dignidad. peor que un 2Lo siento, pero ya no te
&on frecuencia, estas observaciones solo se pueden hacer a posteriori, cuando ya la
separacin se ha producido y se intenta reconstruir la historia para entenderla. )i repasamos
la película a cámara lenta, podemos ver dnde estuvo escondida la pelotita del trilero en
cada instante. 'ntonces, unto al cartel que dice 2+-?5, aparecen los cr1ditos y sabemos
con certe"a qui1n escribi el guin srcinal, y cuál era su verdadero te0to; sin tachaduras,
sin cambios de última horaH )abemos qui1n mont el decorado y qui1n hi"o el casting)
7ui1n reparti los papeles y qui1n se llev la meor y la peor parteH
"lv%dame t7)
&ono"co casos en los que ambos participantes de la parea quieren hacerse dear.
<epito, no es una decisin consciente, pero, de alguna manera, ambos saben que la parea
está terminada; sin embargo, ninguno de los dos se atreve a dar el paso. Ambos saben que
ya no hay modo de salvar la relacin, pero ninguno quiere ser el mensaero de las malas
noticias. 'ntonces se en"ar"an en una espiral mortífera de peleas, desplantes, insultos y
malos tratos, a ver cuál de los dos consigue que sea el otro el que diga primero9 26asta aquí
hemos llegado5.
)on el negativo de esas pareas de enamorados que no se animan a colgar el
tel1fono y pasan quince o veinte minutos con aquello de9
&uelga tú Ccari!o.
?o, yo no, cuelga tú Cmi vida.
?o. ?o puedo, anda, @cuelga tú Cbonita.
?o. %ú Cmi amor.
( así, hasta que llega la madre de alguno de los dos y le arranca el tel1fono a su hio
y resuelve la discusin en un segundo.
$ues lo mismo hacen nuestras pareas del 2Blvídame tú que yo no puedo5; pero al
rev1s. )e pasan meses dici1ndose con los hechos9
D1ame tú C@imb1cil.
?o, anda, d1ame tú a mí C@desgraciado.
?o.@%ú
?o. (o no quiero dearte, d1ame tú C@irresponsable.
C@idiota.
( el resultado es ''&a guerra de los Bose(( $or supuesto que quien primero acepte
la derrota y tome la palabra será el más digno de los dos.
Los evaporados o 2Me voy a por tabaco5
detr+s de ti
y nunca m+s
volviste a aparecer.
LA $8'<%A
Por si volvieras,
por si volvieras
$B< )- :BL:-'<A)
&arla, treinta y dos a!os, cuatro a!os de relacin con Andr1s. )e posponen los
planes de boda porque Andr1s se va en septiembre a Londres con una beca posdoctoral. ?o
pasa nada, serán apenas nueve meses y Andr1s vendrá a verla en diciembre. Al principio se
echan muchísimo de menos. 6ablan todos los días por tel1fono y por )=ype porque se
e0tra!an. %ienen muchísimas cosas que contarse. A las pocas semanas de la estancia de
Andr1s en Londres, las llamadas empie"an a espaciarse sin e0plicacin aparente. &ada ve"
es más difícil coincidir con 1l. &arla pregunta9 23%e pasa algo4 3%odo va bien45. 2)í, no te
preocupes, es que tengo muchísimo trabao5. $oco a poco Andr1s dea de responder a las
llamadas, y cada ve" es más difícil encontrarlo conectado en )=ype. &arla insiste, le escribe
un mail pidiendo e0plicaciones y recibe una escueta contestacin del tipo9 2'stoy bien,
bonita, no te preocupes, es que estoy muy agobiado con el trabao. $or cierto, no podr1 ir en
diciembre, tengo una entrega en enero y me resulta imposible5. &arla empie"a a angustiarse
y decide que si 1l no viene, ella irá a verle por ?avidad. ?o es que el tiempo o el dinero le
sobren, pero
situacin. esos silencios,
Andr1s @tan prolongados,
acepta el cambio la tienen
de planes, pero angustiada
no vuelve y necesita
a dar se!ales aclarar
de vida. la
'lla
llama, insiste, un correo, otro, otra llamada. ?ada. 8na noche lo encuentra conectado en
)=ype, @al fin ( le pregunta9
37u1 te pasa, Andr1s4 ?o entiendo nada. 36as conocido a alguien4 Dime la
verdad. 37uieres que vaya a Londres o no4
Lacnico y condescendiente, le responde9
&omo tú quieras.
&arla decidi ir a verle con la esperan"a de recuperar la relacin o al menos de
recibir una e0plicacin personalmente. 'lla llega, pero 1l no va a recibirla al aeropuerto.
&arla lo llama y no hay respuesta. :a a la direccin conocida, nadie responde. 6acía dos
semanas que se había mudado sin dear una nueva direccin. Al día siguiente, en un hotel
cualquiera, perdida, sola, &arla recibe un correo electrnico9 2$erdona lo malo, bonita.
?ecesito
en Madrid,tiempo para
que mi pensar.pasará
hermano $or favor, si no teesta
a buscarlas importa, recoge
semana. todaslomis
%e deseo cosas@%e
meor. de lo
tu casa
mereces @+eli" ?avidad5.
A &arla la conocí cuando llevaba apenas tres meses sufriendo por Andr1s. 'ntonces
era el espectro de una muer, un suspiro, un hilito de muer con oeras. 6abía perdido nueve
=ilos y vino a pedir socorro para que alguien la suetara y le diera una buena ra"n para
levantarse cada ma!ana. +ue muy difícil. Al final consigui odiarlo como merecía y, con el
tiempo, lleg incluso a perdonarlo desde la compasin, desde el desprecio. ?o era ni bueno
ni malo, era un cobarde, un incapa" de hacerse cargo de las consecuencias de sus actos.
$as mucho tiempo hasta que &arla recuper la confian"a, no solo en sí misma, sino en la
especie humanaH
'mma, veintiocho a!os. )eis meses de relacin con $aco. %odavía no viven untos,
pero ya se han
comunican conpresentado a los amigos.
cierta asiduidad. Kllos
?o todos se va unporque
días, mes porlatrabao a M10ico.
diferencia horaria)e
no ayuda,
pero sí dos o tres veces por semana. La última ve" fue en pleno agosto, $aco estaba todavía
en M10ico y telefonea para avisarle que regresaría a Madrid en dos días y que la llamaría
cuando llegara. 'mma estaba de vacaciones en la &osta *rava, pero tenía tantas ganas de
verle que no duda en interrumpirlas para recibirlo en Madrid. 'l día antes del regreso de
$aco, 'mma ocupa la ornada en peluquería, depilacin, manicura, pedicura y un poco de
rebaas. @%odo a punto 'l día 2D5 está pegada al tel1fono para darle la sorpresa de que está
en Madrid y de que pueden verse de inmediato; pero $aco ni llama, ni responde llamadas.
?o sabe nada de 1l el día de su regreso, ni al otro, ni al otro. 36abrá perdido el avin4 3B
habrá sido otra víctima del cartel de )inaloa4 Al cuarto día 'mma le escribe un correo9
23'stás bien4 3%e pasa algo4 ?o entiendo nada5. 8n a!o despu1s, todavía está esperando
respuestaH C$or cierto, sabe que todavía está vivo porque su cuenta de %]itter sigue
activa.
)epararse es difícil, poner las cartas sobre la mesa y hablar claro parece que
tambi1n. )er consecuente con uno mismo, con los propios sentimientos y con los propios
actos, requiere valentía. ?adie está obligado a permanecer con nadie. &ualquiera puede
romper sus promesas de amor eterno. &ualquiera puede enamorarse locamente de otra
persona, o descubrir que prefiere estar solo a continuar embarcado en una relacin que no le
dice nada. &ansarse,
permitido; solo hay unaburrirse, desilusionarse,
precio que pagar9 dar ladesenamorarse o amar
cara. Dar la cara a otroH
y decir9 2'stoytodo está
cansado,
aburrido, ya no te quiero, he perdido la ilusin, ya no me gustas o quiero a otra5. Lo único
que hay que hacer es dar la cara y despedirse. Dar la cara y aguantar el chaparrn. ?o es
demasiado caro. 's simplemente un acto de decencia, un último gesto que @supone tanto
para el abandonado
'scuchar esas palabras no le va a evitar al otro el dolor de la ruptura; ese golpe,
nada ni nadie podrá ahorrárselo, pero, al menos, el abandonado contará con unas últimas
palabras que recordar, con unas últimas palabras que pueda repetirse en play 5ac! una y
otra ve" hasta hacerse a la idea. $or otro lado, esas palabras le darán derecho al recurso
final del pataleo. 'l pataleo no le valdrá para retener a su parea, pero supone un gran alivio
el haberlo intentado, el haber podido participar activamente de la ruptura, aunque sea para
decir9 2:ale, lo entiendo5. 2@?o sabes cuánto lo siento5. $or supuesto que a nadie le gusta
ni
sindecir ni escuchar
palabras. 's máseso de 2(a
honesto no te en
decirlo quiero5, pero
vo" alta queesdear
más que
honesto decirlo
el otro que demostrarlo
lo adivine mientras
está solo, en caída libre, en pleno abismo.
7uienes optan por la evaporacin lo único que consiguen es evaporarse ellos de la
situacin. Ante el otro no desaparecen, no se evaporan, al contrario, se petrifican en la vida
del otro con su ausencia. &uanto menos están, más presentes se encuentran. 'l 2evaporado5
se va con una leve sensacin de que 2Aquí no ha pasado nada5 y con toda la tranquilidad
del mundo se da permiso para el 2A rey muerto, rey puesto5. Al 2evaporado5 no le importa
que esa evaporacin que protagoni"a sea mucho más dolorosa para el otro que una
despedida en plan bolero en condiciones; con su llanto, su drama y su 2?o te vayas todavía,
no te vayas por favor5, y su 2:olvamos a intentarlo, te lo ruego5, y su rabia, y su 2%e odio,
eres un hio deH5, y su insulto proca" correspondiente y su 23&mo has podido hacerme
esto a mí, con lo que yo te he querido45.
'l 2evaporado5
duelo. $orque todas esasnoconversaciones
solo se quita 1lhorribles
del medio,
quesino que le roba
se suceden al otro
despu1s desu derecho al
una
separacin, todas las peleas, los llantos, el reparto de las pocas o las muchas pertenencias;
los intentos de reconquista, la lucha por la custodia de los hios, por el patrimonio, por la
pensin alimenticia, por el perro o por la cámara de fotos, los reencuentros se0uales
ocasionales sin futuro, todos esos momentos son maneras de ir haci1ndonos a la idea de la
ruptura definitiva; son formas de darle forma al dolor. &omo sucede con los floreros y con
los cuadros en una casa nueva, gracias a esos momentos vamos colocando al dolor en
distintos lugares de la vida. 3Dnde lo pongo4 3'n el armario de la esperan"a4 3'n la pared
de la rabia4 3'n el rincn de la pena4 Así, vamos cambiándolo de sitio hasta que encuentra
su puesto definitivo en la habitacin del duelo, en el trastero del pasado. 's así como se va
libando la pena. $oquito a poco se van despegando los cuerpos y las almas, hasta que, una
ma!ana, uno se levanta ligero, sin el peso del recuerdo del otro sobre los hombros. Las
víctimas de los 2evaporados5 tienen que hacer todo ese trabao en solitario. )in tregua, sin
palabras que enmarquen y e0pliquen el dolor, sin palabras que lo bauticen y le pongan un
nombre propio para denominarlo y diferenciarlo de cualquier otro dolor.
)i se pudiera recuperar a los 2evaporados5 de su estado de evaporacin y
preguntarles qu1 les llev a una huida tan cobarde, seguramente esgrimirían ra"ones varias,
pero siempre ra"ones en las que solo cuentan ellos9
's que no quería verla llorar. C@7u1 sensible @&laro que, así, %S no la vas a ver
llorar; pero que sepas que ella va a llorar el triple, aunque tú no la veas.
's queque
sí, por supuesto sabía
ibaque ella ibaaaeso
a insistir, insistir
se leen seguir
llama untosalypataleo,
derecho yo lo tenía
y simuy
tú loclaro.
teníasC$ues
tan
claro, ya tendrías tiempo de hac1rselo ver.
's que no sabía cmo decírselo. C)i no tienes mucha imaginacin, hay una lista
de frases hechas que se vienen usando desde el principio de los tiempos9 2?o lo tengo
claro5, 2%engo que pensarlo meor5, 2:amos a darnos un tiempo5, 2?o sos vos, soy yo5,
2?o estoy preparado para el compromiso5 o simple y llanamente9 2(a no te quiero5.
's que prefería evitarle el dolor de la despedida. C3A ella o a ti4 @&aradura
$orque sabrás que sin una despedida, el dolor se multiplica y se estira por unos periodos de
tiempo inhumanos.
's que no quería que se llevara un mal recuerdo de lo nuestro y cuando la gente
se separa dice cosas horribles. CLlevarse un mal recuerdo es por lo menos llevarse algo. Lo
tuyo es dear al otro solo y perdido con todo el sufrimiento y sin ninguna e0plicacin. 7ue
sepas que
'sesas
que2cosas horribles5
ya estaba queyse
decidido nodicen
habíatambi1n
nada quesirven
decir.para
C3?osepararse.
había nada que decir4
A lo meor no había nada que hacer, pero decirloH @qu1 te costaba.
'stas separaciones son especialmente traumáticas ustamente porque no hay trauma,
porque no hay golpe, porque en sentido estricto ni siquiera hay separacin. 'n el lugar del
golpe una ausencia que uno no sabe muy bien cmo interpretar. 8n vacío hueco que lo
llena todo. La esperan"a toma su forma más mortífera, y la espera, con su horrible lentitud,
se convierte en el personae principal.
'n estos casos, el enamorado pierde un tiempo precioso esperando el regreso, y
todos sabemos que cuando se espera, solo se puede esperar. ?o es que uno coma y además
espere, es que uno espera y, si hay suerte, come de ve" en cuando. ?o es que uno duerma
mientras espera, es que cuando se espera uno no puede dormir porque tiene miedo de
perderse el momento del regreso mientras está dormido. &uando se espera, uno no puede
trabaaresporque
espera espesa,está demasiado
y densa. ocupado
Agotadora. en esa
%odo pavorosa
el cuerpo pesapasividad
y uno noque es la espera.
consigue moverseLa
porque está calcificado por la espera. &omo bien saben los deportistas, la espera es un
2tiempo muerto5, por eso el tiempo no transcurre mientras se espera, porque está muerto. (
así un día, y otro día, y otro y otro. 'n estos casos atravesar por el proceso del duelo es
prácticamente imposible, porque no ha habido entierro y no puede haber entierro porque no
hay muerto. 'n el lugar del muerto no hay más que vacío y espera. 'n 'spa!a está
legalmente estipulado que hacen falta tres a!os de ausencia continuada para dar por muerto
a un desaparecido. Afectivamente, 3cuánto tiempo se necesitará4
<ecuerdo a una paciente que había sido abandonada por el m1todo rápido y eterno
de la evaporacin. Meses despu1s de emprendido el silencio, encontr en el +aceboo= de un
amigo común una foto de su e0parea con una nueva novia. Al principio llor a gritos,
aull. ( despu1s decidi poner la horrible foto como fondo de pantalla en su ordenador. A
primera vista podía parecer morboso y cruel, sin embargo, fue la única manera que
encontr de romper con las cadenas de ese 2tiempo muerto5 que la mantenían atada a la
espera. Así, cada ma!ana, cuando lo primero que se encontraba era la horrible foto,
pensaba9 2Ah (a me acuerdo. Ahora lo entiendo. ?o va a volver. ?o tengo nada que
esperar, el muy hio de puta está con otra y ni siquiera fue capa" de despedirse5. 'sa foto
horrible y su peque!o ritual matutino, su diminuto funeral, fueron la puerta por la que mi
paciente consigui al fin salir del cuarto oscuro de la espera.
6ay otra modalidad de 2evaporados5. )on los que están convencidos de pertenecer
al grupode
especie desimulacro
los valientes que dan la pero
de despedida, cara yseseevaporan
despiden, peroque
igual no quienes
lo son. 6acen el parip1,
se alean una
en silencio,
sin hacer mucho ruido. 'l caso de Mercedes y <afa ilustra bien esta variedad.
Mercedes llevaba más de veinte a!os casada con <afa. ?o habían tenido hios
porque <afa aport al matrimonio dos hios adolescentes y ya no quería tener más. 6acía
mucho que su vida se0ual había muerto, pero Mercedes lo atribuía al delicado estado de
salud de <afa, que hacía un par de a!os había tenido un infarto. $or lo demás, Mercedes
pensaba que eran una parea como tantas otras, que se llevaban bien sin demasiado
entusiasmo, que discutían de ve" en cuando, pero que se querían mucho y eran muy buenos
compa!eros. @Más que suficiente para ella 8na tarde cualquiera, cuando Mercedes regres
del trabao, <afa la estaba esperando en el saln y dio aquello de9 2%enemos que hablar5,
pero lo dio en sentido figurado, porque en la realidad solamente habl 1l. 2Me voy de casa
le
de losdio.
bancos(ay tengo las maletas listas.
mis domiciliaciones. 'sta(ama!ana
tengo un pisoelalquilado.
vino camin de(a
la cambi1
mudan"alasy cuentas
ya me
llev1 lo que considero que es mío. 'l resto te lo puedes quedar. Aquí te deo las llaves de la
casa. Ma!ana te llamará mi abogado para que firmes los papeles del divorcio5. Le dio dos
besos y se fue.
Al principio, Mercedes pens que era una broma. Aquello solo podía ser una
bromaH &uando lo vio partir, cuando vio que se llevaba las maletas y se top con las
manchas en las paredes de los cuadros que ya no estaban y con su armario vacío, y con las
marcas en la alfombra que había deado su silln, y con un único cepillo de dientes en el
ba!o, entendi que si aquello era una broma, era una broma muy pesada que había ido
demasiado leosH -ntent llamarlo para hablar con 1l, para pedirle alguna e0plicacin, para
rogarle, para insultarlo, para lo que fuera, pero le respondi una se!orita muy amable que
solo sabía decir9 2'ste abonado ha cambiado su número5. 'ntonces comprendi que más
que una@7ue
broma, aquello
alguien me era una burla,
e0plique la es,
si esto peor burla
o no es, que la vida le había hecho.
evaporarse
Me parece que estaremos de acuerdo en que <afa es un evaporado en toda regla.
Marcharse de la noche a la ma!ana, sin e0plicaciones, es evaporarse; aunque al
2evaporado5 se le pueda ver partir mientras escuchamos el rodar de sus maletas.
1vaporados C)D
8na nueva modalidad de 2evaporados5 son aquellos que se valen de las nuevas
tecnologías para terminar una relacin. 'stá el que solo es capa" de escribir9 2Lo snt sta
nch n voy a drmr a cs ni mñn ni nnc %7M5. @A ese no vale la pena tenerlo ni como amigo
en +aceboo= B el que, sin mediar palabra, se conforma con cambiar su estado en +aceboo=
y pasa de 2%iene una relacin con5 a 2)oltero, libre y sin compromiso5. B el que tiene la
desfachate" de terminar una historia de amor con apenas ciento cuarenta caracteres a trav1s
de %]itter. 'ste, no es que tenga mucha capacidad de síntesis, sino muy poca vergOen"a
torera.
6ay otro grupo @numerosísimo de quienes se borran despu1s de una noche de
pasin. )on los que dicen9 2(a, si eso, te llamo yo5. 'sos son multitud y no se merecen un
apartado propio en este libro, @con un párrafo tienen bastante 'sos no dean a una muer,
esos solo dean en la muer un mal sabor de boca. 'sos no cuentan, a menos que se cuenten
entre sí, queuno
baloncesto, se sumen en la@ovida
de fútbol, de una
llenen muer y'n
un estadio terminen por formar
cuyo caso, un equipo
esa muer de
tendrá que
preguntarse por su marcada inclinacin a encontrar 2gatos calleeros5, y a abrirles la puerta
de su casa y de su cama sin conocerlos. De los 2(a, si eso, te llamo yo5 lo que de verdad
duele es la repeticin. Duele el chichn que se va formando en la frente cuando uno se da
un golpe, más de una ve", en el mismo lugar y con la misma piedra. A esos los conocemos.
(o diría que les vemos venir y, libremente, elegimos ser otra muesca en el revlver de un
seductor desconocido y poner otra muesca apasionada y fuga" en el nuestro. 'sos
constituyen los amores eternos de una noche, y terminan en separaciones inmediatas, de
una ma!ana. 'sos son aire y en aire se convertirán.
&apítulo W
yo no s<)
&K)A< :ALL'#B
A??A A#MP%B:A
2'sto no puede ser verdad5 es una frase que repetimos en situaciones de duelo y
que todos reconocemos
enfermedad, si lo que sehaber
pierdepronunciado
es un puestoalguna ve". oDauna
de trabao igual si eseluna
parea, muerte
caso es queo la
una
incredulidad es la primera reaccin ante un golpe de la vida de esos 2como del odio de
Dios5.
&on los tranca"os del destino, nos comportamos como cuando nos parece que un
completo desconocido nos saluda por la calle9 que miramos e0tra!ados a un lado y a otro
para ver a qui1n iría dirigida esa mirada o ese saludo, porque, para nosotros @seguro que no
es $ues lo mismo hacemos con la vida que, si nos trata mal, le damos la espalda, miramos
en otra direccin y no nos damos por aludidos; porque ese golpe @no puede estar destinado
a nosotros @+altaría más
'l recurso de la negacin es una fase, un escaln inevitable que hay que atravesar y
del que en algún momento tendremos que salir para enfrentar la p1rdida, dolernos por ella y
digerirla. 'n esa medida la estrecha medida de apenas un escaln, la negacin tiene el
sentidopara
vale5 de permitir al doliente
interrumpir un uegouna tregua,
cuando lesunparece
respiro.
que'n 'spa!a,
algo los ni!os
ha salido dicen9
mal, en 2?o
:ene"uela
decimos9 2%aima5, en una muy libre adaptacin del time out anglosan. Lo cierto es que
en la vida muchas veces es necesario parar el uego; pedir un tiempo muerto, retroceder,
volver al punto de partida, a la línea de saque, para organi"ar la defensa y continuar.
'l momento de negacin por el que atraviesa un doliente es su manera de decir9
2@%aima5, 2@?o vale5, porque cuando la vida nos coloca en una situacin de duelo, lo
primero que pensamos es que alguien nos está haciendo trampa, que alguien o algo nos está
haciendo una falta personal que siempre es muy inusta9 2@?o vale, no hay derecho, vamos
a repetir la ugada5 , y repetimos la ugada mentalmente una y otra ve" esperando que en
algún momento la situacin tomará el curso que deseamos, el curso que consideramos que
nos merecemos, @nosotros, @que siempre hemos ugado limpio con la vida 'n fin, que
negar es una manera de decirle a la realidad que nos espere, que todavía no estamos
preparados ni para estar enfermos, ni para perder a un ser querido, ni para terminar con una
relacin. ?ecesitamos un tiempo para entender el significado de las palabras 2%ienes un
cáncer5, 26a muerto tu madre5 o 2:amos a separarnos5. 'l impacto de la noticia es tan
apabullante que embota nuestros sentidos, y deamos de escuchar, de entender, de pensar.
'n un primer momento ni siquiera podemos sentir. )olo decimos9 2@'sto no puede ser
verdad @'sto no puede ser verdad @'sto no me puede estar pasando5.
$edimos tiempo, @un poco de tiempo, por favor, y 3por qu1 no4 @%enemos derecho
a hacerle trampa al calendario )i, al fin y al cabo, @tiempo es lo que nos va a sobrar de
ahora en adelante
enterarnos para hacernos
de la verdadera a la idea
dimensin 'l tiempo
del golpe. conhabrá
@%iempo el tiempo
para quenos va a obligar
realicemos a
el largo
y penoso trabao del duelo $or ahora, todavía, no podemos hacernos a la idea.
'n ocasiones, cuando la muerte de un ser querido sobreviene, no solo hay 2un
momento5 de negacin, sino que se instala a vivir entre nosotros una secreta corriente de
negacin, una certe"a loca de que el ser perdido volverá. )e trata de una conviccin que
convive, como si nada, con la certe"a de la p1rdida. 'ste estado de divisin interna, de
saber y no saber algo al mismo tiempo, lo describe de forma sobrecogedora #oan Didion en
1l año del pensamiento m+gico, el libro que escribi la autora norteamericana a raí" de la
muerte repentina de su marido. (a el título del libro nos anuncia el contenido9 para negar es
preciso echar mano a manos llenas del pensamiento mágico.
#oan Didion no tenía ninguna duda de que su marido había fallecido de un infarto
aquella noche. 'lla personalmente lo había acompa!ado al hospital, había reconocido el
cadáver,
parte de síley el acta
misma de defuncin
se resistía y dio
a aceptar la esa
que orden de que
fuera fuerarealidad
la única incinerado. )in embargo,
posible, una
y, como los
ni!os, que entienden la muerte como un estado transitorio del que se puede regresar, ella
tambi1n aguardaba el retorno de su marido. ?o es que lo esperara con flores, ni que
colocara un cubierto en la mesa para 1l no estaba loca, pero unas semanas despu1s de
su muerte, cuando se dispuso a desocupar el armario de su marido, se dio cuenta de que no
era capa" de tirar su par de "apatos preferidoH y se sorprendi a sí misma pensando F 2@?o
puedo tirarlos 3&mo va a salir a caminar si los tiro45. Allí descubri lo poco dispuesta
que estaba a aceptar que su marido no volvería amás.
6e tenido ocasin de presenciar muchos estilos de no pasar por el aro de la cruda
realidad, he visto algunos más elegantes que otros, unos más toscos y otros más elaborados.
De todos ellos, uno me conmovi especialmente. )e trata de un caso que rese!1 en otro
libro y que ilustra la diferencia entre creer algo y saberlo a ciencia cierta; o entre saber algo
a ciencia
de cierta y hacer
lo desagradable como
que la si nonos
realidad se supiera.
impone (hemos
es quedepara llegar
pasar a enterarnos
por sucesivos realmente
estadios del no
saber, del no poder creer, del saber y no saber al mismo tiempo; en definitiva, hemos de
cru"ar el escaln de la negacin.
's lunes JW de mar"o del Z por la noche. )olo han pasado cuatro días desde el
atentado que sacudi a Madrid el JJ de mar"o, estoy en un hospital de esta ciudad en el que
colaboro por esos días como voluntaria. 8na enfermera viene alarmada y me pide que vaya
a hablar con una persona que está en estado de shoc=.
2's Ana me e0plica la enfermera, una víctima del atentado, que acaba de ver
por televisin la foto de su marido en la lista de los muertos5. &uando llego a la habitacin
el reportae ha terminado, pero la televisin sigue encendida sin que nadie la mire.
Ana es una muer latinoamericana, menuda, que en este momento está ausente, con
los oos muy abiertos, mirando a ninguna parte. Desde ese lugar de la nada en el que se
encuentra, empie"a a contarme como en trance lo que acaba de ver9 2's que han
pasado la foto de mi marido por la televisin, y dicen que es uno de los muertos. (o no s1
qu1 creer. 'n un canal dicen que está entre los heridos y en otro dicen que está muerto.
&reo que se equivocan. A $erú lleg la noticia de que yo estaba muerta, y fíate, estoy viva.
's que no s1H 'n Antena Y, en cambio, no lo ponen en la lista de los muertosH A veces en
la televisin se confunden y yo no s1 muy bien qu1 pensarH5.
La situacin es dramática y, como Ana, yo tampoco s1 muy bien qu1 pensar. 3'l
marido
algo tande Ana estará
terrible vivoy oviendo
así, sola estarálamuerto4 3&mo
televisin4 es posible
$ienso queque
que tengo Anahablar
se haya
conenterado
los de
)ervicios )ociales para que una situacin como esta no se repita.
Decido esperar. 'n ve" de inquirir acerca de los detalles del reportae o de intentar
precisar qu1 es lo que Ana sabe y qu1 es lo que Ana cree, me acerco a ella desde otro
ángulo, desde nuestro srcen común de latinoamericanas y sí, tambi1n, desde mi
formacin como psicoanalista, le pido que me cuente un poco de su vida, cmo lleg a
Madrid, qu1 hacía en $erú, qu1 hace aquíH &on esta conversacin no pretendo distraerla
del horror que está viviendo, sino acompa!arla en la reconstruccin de una historia que
empe" muchísimo antes del JJUM, una historia que en este momento está desintegrada por
el efecto de las bombas, pero que poco a poco habrá de armar otra ve" para continuarla. 's
así como Ana empie"a a contarme cmo fue que ella se vino a Madrid antes que su marido9
2(o quería una vida meor. 'n $erú estudi1 contabilidad y trabaaba como contable. Aquí
trabao Me
como empleada
cont de hogar,
que llevaban ochopero gano
a!os más y en
viviendo tengo meores
Madrid, quecondiciones de vida5.
tienen una hia de un
a!ito que naci con una afeccin pulmonar y que se acababan de comprar un piso. 2A pesar
de todo lo que ha pasado, yo me quiero quedar en 'spa!a porque aquí mi hia tendrá una
meor atencin m1dica5.
Despu1s de decir esto, Ana se queda en silencio, parece que pierde el hilo de lo que
me estaba contando y regresa a ese rincn de la nada en el que vagaba cuando yo llegu1 a la
habitacin. (o tambi1n guardo silencio y acompa!o su dolor. 'ntonces, Ana suspira
profundamente y continúa9 2De hecho, ayer, cuando vino mi cu!ada con la funcionaria de
la &omunidad de Madrid para preguntarme dnde quería enterrar los restos de mi marido
si repatriábamos el cadáver o lo enterrábamos en Madrid, yo decidí que lo
enterráramos aquí. Mi hia y yo vivimos en Madrid, y será en Madrid donde vayamos las
dos a visitar su tumba5.
'n ese momento
estaba muerto. 'lla misma mehabía
enter1decidido
de que Ana sabía desde
enterrarlo el día$ero
en Madrid. anterior
igualque
de su marido
perfectamente que Ana sabe hoy que su marido está muerto, al mismo tiempo lo ignora. )u
mente funciona como una televisin con canales distintos, en la que aparecen
simultáneamente informaciones contradictorias. 'n un canal de su pensamiento ella sabe
que su marido está muerto. $ero en otro, ella se resiste a enterarse de ese horror, lo niega y
decide que no, que seguramente está herido, y que en cualquier momento vendrá con su
hia a acompa!arla a salir de este hospital, que todo esto es una pesadilla de la que una
ma!ana ella se va a despertar en su cama, unto a su marido, como se despert el JJ de
mar"o por la ma!ana, antes de tomar aquel tren. 'lla sabe que a veces las televisiones, las
cu!adas, las funcionarias de la &omunidad de Madrid y ella misma pueden dar
informaciones equivocadas, confundirseH Ana hace una especie de apping mental y pasa
de un canal a otro; del canal en el que está esa informacin horrible que ella conoce, a un
canal más benevolente en el que ella se niega aceptar lo que sabe y todo volverá a ser como
antes. 'ntre uno y otro canal, Ana 2no sabe muy bien qu1 creer5, como me dio cuando
llegu1 unto a su cama.
Deliberadamente, decido no hacer ningún comentario en el sentido de9 2*ueno,
pero entonces tú sí sabías desde ayer que tu marido había muerto en el atentadoH5, porque
me parece inútil y porque respeto el derecho que tiene Ana a 2creer5 lo que a ella le pare"ca
y a postergar el horror hasta estar un poco más fuerte incluso físicamente para soportar
la noticia y sus consecuencias. Me parece suficiente con que Ana se haya escuchado a sí
misma
marido,contar unano
pero que historia
terminaqueallí,
empie"a en $erú,
una historia queque incluye elenatentado
continuará y la muerte
Madrid unto de su
a su hia, con
quien visitará no solo la tumba de su marido, sino el <etiro, el "oo y el parque de
atracciones.
Ana sabe, pero todavía no puede creer en lo que sabe. $or ahora, lo único que puede
hacer es negarlo. ?ecesita una tregua. %iempo habrá, el tiempo largo que se toma el duelo
para hacer su trabao minucioso de orfebre.
'l caso de Ana es muy claro y muy conmovedor, pero hay otros estilos de negar.
$or eemplo, quienes pretender dar por "anado el duelo en dos o tres días tambi1n están
negando. 'sos son quienes demasiado pronto se pertrechan tras el estandarte de 2La vida
tiene que continuar5 y continúan con ella como si nada, sin escuchar su pena, a costa de su
propia pena. <ecuerdo a Andrea, una viuda que vino a verme seis a!os despu1s de haber
muerto su marido. 'staba deprimida y no entendía cmo podía estar tan triste ahora, tanto
tiempo despu1s,
palabras9 2(o lo con
llev1lomuy
bienbien.
que ella había
$ens19 llevado
si se su muerte.
ha muerto, %odavía
vale. )e recuerdo
ha muerto sus A la
y punto.
semana siguiente recogí toda su ropa, regal1 lo que era de regalar y me fui a la modista con
dos chaquetas suyas que apenas había usado y me las hice arreglar a mi medida. Mi hia
mayor se horrori"aba, pero yo soy así, muy de coger al toro por los cuernos. )i esto es lo
que hay, pues mientras más pronto empiece mi vida sin 1l, más pronto me acostumbrar1 a
su ausencia5.
:arias cosas hacía Andrea con esa actitud. Aparentemente, aceptaba la muerte de su
marido, pero negaba su dolor. ( es que al toro del duelo no se le puede coger por los
cuernos, al toro del duelo no hay más remedio que dearle pastar a sus anchas y torearlo, y
dear que nos embista y volver a torearlo hasta dearlo e0hausto y quedar nosotros
e0haustos y rendidos a sus pies. 'n la actitud de Andrea había algo de 2Aquí no ha pasado
nada5 que no se correspondía con la realidad. Algo sí había pasado, algo muy importante
que iba6acerse
a cambiar su vida
arreglar de una chaquetas
aquellas manera radical.
cumplía varias funciones. $ara empe"ar, Andrea
se identificaba con su marido, allí estaba ella, llevando su ropa para encarnarlo y
demostrarse a sí misma que 1l no había muerto. Además, cubierta tan de cerca con esas
prendas, austadas a su medida, podría sentirse arropada por 1l. 37uedaría algo de su olor
en aquellas chaquetas4 3)e encontraría con algún mensae cifrado en sus bolsillos4
7uienes intentan aceptar la crude"a de la realidad de inmediato creen que pueden
saltarse el primer paso del camino del duelo, el de la negacin. ?o niegan la p1rdida,
niegan el dolor que la p1rdida les produce, pero niegan. )on quienes se imaginan que al
saltarse una casilla acortan el camino, no saben que el trabao del duelo no tiene ataos y
que generalmente esos saltos, como en el uego de la oca, no hacen más que llevarnos de
regreso a la casilla número uno. Los duelos no perdonan y, más tarde o más temprano,
vuelven para cobrarse su cuota de sufrimiento por el amado ausente sea un marido, uno
de los padres, un amigo, la parea o un hermano.
%res viudas, tres maneras distintas de encarar el duelo. #oan Didion espera el
regreso de su marido a trav1s de unos "apatos vieos; Ana se resiste a aceptar lo que sabe y
Andrea niega su dolor. &ada una de ellas ha de tomarse el tiempo que necesite para
reconocer la p1rdida y continuar la vida a pesar de esa horrible ausencia.
Las consultas de los psiclogos, psiquiatras y psicoanalistas se nutren, entre otros,
de esos duelos postergados y no reconocidos que aparecen despu1s de los a!os en forma de
una ine0plicable depresin, de un desinter1s inconcebible por la vida o de una lista de
fracasos
cambio deafectivos o laborales
no atreverse quelavienen
a ocupar a serdel
habitacin el precio
duelo.secreto que se está pagando a
<ecuerdo que hace mucho recibí en la consulta a una muer de setenta y dos a!os.
Me cont que arrastraba desde hacía a!os una triste"a sorda, como una pena rara que no
alcan"aba a e0plicarse porque ella había sido una muer con mucha suerte en la vida.
Despu1s de muchísimos a!os de casados, todavía mantenía una muy buena relacin con su
marido y sus cuatro hios estaban sanos. @?o se podía pedir más &omo hago siempre con
mis pacientes, independientemente de su edad, e0plor1 un poco en su infancia. Me cont
que su madre había muerto de parto cuando ella tenía apenas un a!o. Llor como si acabara
de ocurrir. Mientras lloraba por su madre, me e0plic que tambi1n lloraba por un beb1 que
se le había muerto a ella a los dos días de nacido. ?inguno de los cuatro hios que tuvo
despu1s, ninguno de sus once nietos había borrado ese recuerdo ni esa pena. 'sa abuelita
adorable, a sus setenta y dos a!os, necesitaba llorar por su madre ausente @qui1n no
necesita hacerlo,
había estado y, cuarenta
muy ocupada y dos a!osendespu1s,
en sobrevivir, levantarpor
unasufamilia,
hio muerto. 6asta
haciendo entonces,
esfuer"os por no
pensar, por no sentir.
Algo parecido le ocurri a $atricia, una muer que hacía tres a!os había perdido a su
hio de veinte en un accidente de tráfico. Me cont que en su momento lo había llevado
muy bien, que a la semana siguiente se había reincorporado al trabao, pues, al tratarse de
un negocio familiar, no podía descuidarlo; tambi1n tenía que ayudar a su hia mayor, que
tenía una ni!a a la que $atricia cuidaba mientras sus padres trabaaban. %odo iba bien, hasta
que, recientemente, la nieta de $atricia entr en la guardería. 2@?o lo pude soportar5, dice.
Desde entonces llora día y noche y solo piensa9 2@Me han quitado mi vida @Me han quitado
mi vida5. $or supuesto que el duelo de $atricia no es por su nieta, a la que sigue viendo
con frecuencia, sino por su hio. La vida del hio es la vida que la vida le arranc a $atricia
a destiempo. Lo que $atricia no pudo sentir en su momento, la asignatura pendiente que se
delapara
con leveseptiembre,
ausencia deeslaelnieta.
duelo por la muerte del hio, revivido dramáticamente ahora,
's lo que tienen los duelos, que pueden esperar el tiempo que haga falta, pero que
siempre regresan para cobrarse su tributo.
Mientras estamos en la sala de espera de la negacin, nos acurrucamos a las puertas
de la habitacin del duelo y no queremos saber nada de esa realidad antipática que nos lleva
la contraria y que insiste en demostrarnos la ausencia, la falta, la muerte o el abandono.
$orque a la habitacin del duelo no se entra de bruces, ni mucho menos se sale de allí de un
día para otro.
&uando lo que nos duele es una separacin, la antesala del duelo nos puede detener
en sus fauces toda la vida. Los estragos que puede causar la negacin, y una esperan"a
retorcida, merecen en este libro todo un capítulo dedicado al tema. Lo cierto es que
cono"co mueres que dedican su e0istencia a esperar por un hombre que no las quiere, con
la esperan"a de que algún día entrará en ra"n y volverá a su vera. &ono"co hombres que
no entienden el significado de la palabra ?B y se dedican a perseguir a su víctima para
convencerla de que comete un grave error si no vuelve mansamente unto a ellos.
8na paciente lo puso en palabras de una forma muy clara. &arlota lleg a mi
consulta despu1s de haber leído Mujeres malqueridas, y en la primera entrevista me cont9
23%e acuerdas de esa habitacin del duelo de la que hablas en tu libro4 *ueno, pues lo que
a mí me pasa es que yo me asomo por la puerta y lo veo todo quemado, destro"ado, hecho
ceni"as. Lo miro y pienso9 bueno, esto hay que empe"ar a recogerlo, esto habrá que
limpiarlo.
allí5. $ero 3por dnde empie"o4 'ntonces cierro la puerta y me voy. ?o quiero entrar
@?adie quiere entrar en esa habitacin @?adie querría visitarla por pura curiosidad
Lo que ocurre es que a veces la vida nos coloca a sus puertas sin remedio y, si queremos
llegar a salir de ella, no nos quedará otra alternativa que baar la cabe"a y entrar. ?o pasa
nada porque nos detengamos en el umbral de esa puerta por un tiempo, no pasa nada
porque necesitemos respirar hondo hasta que nos hagamos con el ánimo y con la fuer"a
necesarias para entregarnos al arduo trabao del duelo Cempe"ar a recoger y a limpiar, como
dice &arlota, no pasa nadaH )iempre y cuando sepamos que en algún momento tendremos
que entrar y comprendamos que en la sala de espera de la negacin lo único que hay es una
sillita incomodísima, y ese no es lugar al que uno pueda mudarse a vivir para siempre.
La rabia
Te odio tanto
de mi *orma de odiar)
*<A:B
A )ilvia, por eemplo, la rabia le sirve para no correr a llamar por tel1fono a su
e0novio como hi"o tantas veces; la rabia la protege de rendirse de nuevo a sus pies o entre
sus bra"os. 'sta es una de las utilidades de la rabia, que nos hace sentir fuertes en el
momento de mayor fragilidad, que nos hace sentir capaces de mantener nuestra palabra y
nos ayuda a defender nuestra dignidad.
Pngeles no es la única que se revuelve furiosa contra el paso del tiempo. A casi
nadie le gusta enveecer, o perder la uventud, pero los a!os nos parecen más amables
cuando sentimos que los estamos usando a nuestro favor o que vamos acompasados con lo
que se supone que nos toca vivir en cada momento. La rabia ante el paso del tiempo es una
constante. )obre todo cuando la alarma del relo biolgico ha sonado. &ono"co a muchas
mueres que, despu1s de haberse resistido durante a!os a abandonar una relacin, se
preguntan9 23$or qu1 esper1 tanto4 3$or qu1 insistí tanto4 3$or qu1 perdí todo ese tiempo
precioso unto a alguien que no compartía conmigo un proyecto de vida45. &uando una
muer ha dedicado largos a!os de su vida a esperar, o a insuflar vida a una relacin que
estaba muerta y que no ha conseguido resucitar, suele sentir mucha rabia por no haber
desistido a tiempo del boca a boca.
&orena,
?o quierotreinta
llorarypor
seisalguien
años, diseñadora
que no vale la pena. Ahora s1 que no me quería, que
nunca me quiso. ( me da mucha rabia. &uando alguien te quiere al menos lo intenta, y 1l
no ha hecho ningún esfuer"o, casi diría que está contento, aliviado de que yo haya
terminado la relacin. ( a mí lo único que me queda es la rabia por el tiempo que perdí a su
lado pensando que los dos estábamos en el mismo barco. 'n ese barco estaba yo sola
remando como una esclava, y 1l tambi1n iba en barco, sí, pero de pasaero, en primera clase
y en un crucero por el &aribe. $or eso no quiero llorar, porque no se lo merece. )olo se
merece mi rabia, así que tambi1n lloro de rabia.
Lorena describe de una forma muy plástica esa rabia que se impone cuando
finalmente cae el velo y descubrimos la cruda realidad. &uando tenemos que reconocer que
aquella maravillosa relacin de parea por la que habíamos apostado tanto no era más que
una mueca,
muy una pantomima
mal repartidos9 de lo
uno de los más
dos inusta,y solo
siempre en ladaba
que los
y elverbos dar y recibir
otro siempre y soloestaban
recibía.
)1 que la rabia no tiene buena prensa, s1 que a nadie le gusta verse cautivo de un
sentimiento tan ruin y que preferiríamos elevarnos unos centímetros por encima de los
mortales para sobrevolar la me"quindad de espíritu y aceptar lo malo que nos sucede con la
misma elegancia con la que aceptamos lo bueno. $ero la rabia tiene una ra"n de ser. La
rabia es un arma para la supervivencia. La rabia está emparentada con la ambicin y nos
anima a avan"ar, a subir otro escaln, a probar otros caminos. &uando estamos en el fondo
del aguero negro, la rabia nos hace pisar fuerte para tomar impulso y salir a flote. &uando
el agua de la melancolía nos llega hasta las ceas y nos ahoga, es el sentimiento de rabia el
que nos hace sacar la cabe"a con fuer"a para respirar. La rabia es pedir au0ilio, revolvernos
contra nuestra suerte y dar una última bocanada de dignidad. La rabia es abrir bien los oos
y no dearnos pisar ni un día más. La rabia es aprender a defendernos @con u!as y dientes y
no volver a perdonar lo imperdonable. 'n fin, la rabia es 'scarlata B^6ara y su solemne
uramento9 2@A Dios pongo por testigoH5.
Ba5ia y vengana
&uando transitamos por el escaln de la rabia, es normal que nos invada el sue!o de
la vengan"a9
como me hi"o2@7ue
sufriral1lmenos
a mí5,una ve" alguien
2@7ue lo pase mal5,
le haga2@7ue alguien
lo mismo que le
1l haga sufrir tanto
me hi"o5, 2@7ue por
lo menos pase una noche de insomnio sinti1ndose culpable por lo que me hi"o5, 2@7ue
vuelva arrepentido y me encuentre con otro5. $onemos a trabaar a nuestra imaginacin y
empe"amos a desearle cosas bonitas9
B como dice la letra descarnada de un vals peruano9 2 Iue su*ras mucho > pero que
nunca mueras 'Ay( es
. > cosa
$ero una Aurora, te quiero
2el sue!o de la todav%a H5.y otra, muy diferente, 2tomarnos la
vengan"a5
usticia por nuestra mano5. 'n un ensayo reciente sobre la vengan"a, %. *_hm CJJ
afirma que 2quienes perpetran un acto de vengan"a, sufren una vulnerabilidad interna que
les impide diferenciar entre fantasear con hacerle da!o al otro y hacerle da!o en la
realidad5. 'n efecto, despu1s de una despedida traumática, es normal que al otro le
deseemos, desde el fondo de nuestro cora"n herido, lo peor. 8na cosa es deseárselo y otra
muy distinta infligírselo. 8na cosa es este nivel rabiosoUfestivo de consolarnos imaginando
castigos terribles, y otra, muy diferente, llevar esta vengan"a al terreno de la realidad
concreta. $erseguir al otro, pincharle las ruedas del coche, intervenir sus cuentas,
denunciarlo inustamente, prohibirle o dificultarle ver a los ni!os, desprestigiarlo entre sus
colegas, dearle en la calle, enfrascarnos en litigios eternos o ponerle unos cuernos más
contundentes que los cuernos que nos pusieron son actos que, más allá del consuelo
inmediato, nos
devolvernos lo dearán más solos,
que tuvimos. más tristes
Desplegar y más
la rabia hundidos,
en actos porque
concretos ninguno
no nos ayudadea ellos va a
desprendernos de ella, ni a superar el duelo. $or el contrario, pasar de la fantasía de la
vengan"a a la realidad del auste de cuentas, nos obligará a vivir por tiempo indefinido en
ese escaln de la rabia, y nos impedirá pasar página y seguir adelante con nuestra vida.
La ley del %alin, comúnmente conocida como el 2Bo por oo y diente por diente5,
a pesar de su aspecto punitivo, fue el primer intento de equiparar el da!o producido con el
castigo recibido. )e basa en un principio de reciprocidad que pretende poner freno a la
fuer"a devastadora de la vengan"a. )i la usticia se deara en manos del agraviado, el que ha
perdido un oo estaría dispuesto a arrancarle a su agresor no solo los dos oos, sino tambi1n
los bra"os, una pierna, el hígado y los pulmones. La ley del %alin viene a decir algo así
como9 2)olo te quitaron un oo, cari!o, así que tienes permiso de arrancarle nada más que
un oo a tu agresor5. :ale, entiendo lo del oo y lo del diente, pero 3cmo cuantificamos
una pena de amor4 3&mo ponemos precio a las noches de insomnio4 3&mo se mide la
angustia4 3&mo contamos las lágrimas derramadas por un amor perdido4 3'n qu1 libreta
apuntamos nuestra entrega4 37ui1n nos devuelve el tiempo desperdiciado4 )eguramente
por
a!osladedificultad que supone
pleitos legales sacar
por una casaestas cuentas,
o por hay tantas
un párrafo pareas enfrascadas
en la sentencia de divorcio.en6ombres
a!os y y
mueres que están dispuestos a 2llegar hasta el final5 como en la película &a guerra de los
Bose, en la que 2llegar hasta el final5 supuso la muerte de ambos.
2Llegar hasta el final5 es tan mal negocio como 2a cualquier precio5. %oda
situacin que se salte la realidad de nuestras limitaciones es, repito, @un p1simo negocio
$or mucho que nos duela, al final nos saldrá mucho más barato reconocer que tanto
nosotras como ellos solo somos capaces de pagar un precio restringido y que tanto
ellos como nosotras apenas podemos llegar hasta donde buenamente nos alcancen las
fuer"as. De estos duelos eternos en los u"gados, de estos litigios a muerte, los más
beneficiados son los abogadosH
La sed de vengan"a y la rabia desatada del abandonado es lo que e0plica los
muchísimos crímenes pasionales de los que somos testigos. 'l mismo ser al que hasta ayer
se
es adoraba es obetoque
tan demoledora ahora de todo elnecesita
el agraviado odio posible.
volverLa herida
a tener al amadoUodiado
a su amor propio delbao
maltratador
un
control contundente, indiscutible. 'se afán de controlarlo todo es lo que ha caracteri"ado la
relacin, suele ser el motor del maltrato y el motivo de la separacin de una muer
maltratada que opta por su autonomía y abandona a su amo. 'l controladorUabandonado no
se rinde y busca apoderarse de su presa de la forma más radical posible9 2Mientras que está
viva, puede respirar sin mi permiso. )olo muerta será completamente mía5. (a sabemos
que el 2La mat1 porque era mía5 no es más que una envoltura que esconde el verdadero
motivo9 2La mat1 porque descubrí que ?B era mía5. 'l orgullo herido puede convertir a un
simple ser humano en una bestia.
La usticia divina no e0iste. 's un ideal al que tenemos que tender, pero hemos de
aprender a convivir con esa certe"a. ?o es usto que los ni!os enfermen, ni que se mueran
de hambre, ni que haya dictadores y dictaduras. ?o es usto que una muer muera a manos
de un e0marido
2tomarnos celoso,
la usticia porninuestra
es ustomano5,
que noimponer
nos ame lo
aquel
que aimaginamos
quien amamos. ?o, no
que sería lo es usto, y
equitativo
desde nuestros deseos, no restaurará la usticia divina que a!oramos. &on el mismo
entusiasmo con el que tenemos que abogar por alcan"ar ese ideal de usticia allí donde es
posible, tenemos que aprender a convivir con las inusticias que la vida comete con
nosotros.
La manera que tiene la rabia de salir a escena y de decir @presente, en el día a día,
es a trav1s del mal humor. &uando atravesamos el 2barranco5 de un duelo, estamos
enfurru!ados con la vida y nada de lo que la vida nos propone nos hace gracia. A todo le
falta o le sobra algo. &ualquier cosa nos supone un engorro y nos estorba. 6ablar, lo que se
dice hablar, hablamos poco, y únicamente pronunciamos palabras para aburrir al vecino con
el relato pormenori"ado de nuestra pena; por lo demás, cuando no estamos llorando,
@ladramos
'se mal humor perenne tambi1n tiene un sentido, porque a trav1s del mal humor
conseguimos que nadie se nos acerque y que nos deen un poquito en pa", que nos deen a
solas con nuestra pena, con nuestro dolor, con nuestra rabia, porque estamos furiosos con
todo y con
vida es todos;
bella; cuando
no nos atravesamos
importa un duelo
si no s1 qui1n tuvono
unnos
hio,importa si hacesebuen
o si fulanita va a tiempo,
casar; noninos
si la
importan las buenas noticias de los demás. 3$or qu1 no4 @'stamos indignados con la vida,
la vida se ha portado fatal con nosotros y simplemente le respondemos con la misma
moneda.
?uestra rabia y nuestro mal humor tienen un sentido, sí, pero en ningún caso
estamos autori"ados a tratar mal a quien quiera que tengamos al lado. )aber que el mal
humor forma parte del proceso nos puede servir para identificarlo y estar atentos a sus
efectos en los otros, que, al fin y al cabo, no son los responsables directos de nuestro dolor.
J. D'&-<LA
A la rabia no hay que tenerle miedo. 6ay que poder reconocerla, sentirla y pensarla.
$ero, sobre todo, a la rabia hay que poder decirla, hablarla. $onerle palabras a la rabia nos
ayuda a sacarla fuera, a darle forma y a distinguir que no es que toooooddddoooo nos d1
rabia por igual. Aunque al principio la rabia pare"ca indiscriminada, cuando la nombramos,
cuando la bauti"amos, descubrimos que nos da rabia esto concreto, o aquello, o lo otro, y
ese eercicio nos proporciona un marco en el que la rabia puede habitarnos sin que
corramos demasiado riesgo de quedar atrapados en sus redes por siempre amás. $or eso es
tan importante contar con un interlocutor en los momentos de duelo. A veces el interlocutor
es la misma parea, a quien se le pueden echar en cara unas cuantas cositasH 'n otras
ocasiones es una amiga, un familiar cercano o un terapeuta. $ero, si no se cuenta con
ninguna de estas posibilidades, en última instancia, un diario siempre puede servirnos de
ayuda.tiene
diario <edactar la rabia
la ventaa de es
queunpodemos
buen recurso
sacarpara acotarla,
a relucir sin de
lo peor necesidad
nosotrosdemismos
negarla.
sin'lda!ar
al de al lado. Así, el veneno de la rabia ya no está dentro eerciendo su efecto letal, pero
tampoco está completamente fuera, matando a quienes nos rodean; se le mire por donde se
le mire, @escribir siempre es una bendicin
. D-<-/-<LA
A la rabia hay que poder dirigirla contra el culpable de nuestra pena9 el otro, el
destino, la vida, y no contra nosotros mismos. 'n el apartado dedicado a la culpa me refiero
a esos casos en los que nos tragamos la rabia y nos envenenamos con ella martiri"ándonos
por nuestros errores, por haber sido demasiado blandos, demasiado duros, demasiado
complacientes o demasiado e0igentes, como si fu1ramos los únicos artífices de los
acontecimientos. &omo si hubiera una clave, un truco, para mandar en los sentimientos del
otro o en sus capacidades. 8na cosa es la refle0in que nos permite reconocer nuestra
participacin en los hechos, y otra muy distinta es cargar a cuestas con %BDB el peso de
los acontecimientos, @desde la caída del -mperio <omano hasta el calentamiento global,
pasando, por supuesto, por esta ruptura tan dolorosa.
Y. D')$'D-<LA
(, por último, a la rabia hay que dearla ir. 'l peligro de la rabia, como pasa con la
negacin, con la pena o con el miedo, es quedarnos detenidos en ese escaln como si fuera
el único. 'l problema
embarcarnos con la rabia
en una cru"ada no yesdesentirla,
de odio rencor ni
endecirla,
nombreesde2hacerla5, llevarla
una merecida a cabo en
vengan"a, y
nombre de una usticia restaurada que solo nos deará más cansados y más vieos. 'stamos
furiosos, sí, nos hemos sentido inustamente tratados por la vida o por el e0, sí, pero eso no
es toda nuestra vida. )omos más que rabia, somos más que una muer enga!ada o
abandonada, somos una muer en la vida, en el trabao, en la familia, entre amigas. Además
del obeto de una traicin, somos @un montn de otras cosas estupendas 'n algún momento
la rabia debe diluirse en el caudal del resto de nuestra vida hasta hacerse inofensiva, como
gotas de ars1nico en el mar.
'l miedo
M-'DB
'l miedo
separacin. es como
'l miedo un perro
es uno, fiel que
pero, como el nos acompa!a
animal antes,tiene
mitolgico, durante
mil ycabe"as;
despu1sdedemanera
una
que cuando nos parece que @finalmente le hemos vencido, descubrimos que hay otra
cara del miedo al acecho y otra y otra, esperándonos en la oscuridad para asustarnos con
sus dientes transparentes y afilados.
)on muchos los miedos que se despiertan en torno a una separacin9 23'star1
cometiendo un error45, 23Me quedar1 sola para siempre45, 23$odr1 con la carga
econmica o con la responsabilidad de educar sola a mis hios45, 23$odr1 recuperarme
alguna ve" de esta pena45, 23)abr1 elegir la pr0ima ve"45. De entre todos, vamos a
centrarnos en los dos miedos más contundentes y más universales9 por una parte, está el
miedo a la soledad y la incertidumbre ante el futuro9 23:olver1 a encontrar una parea45,
23:olver1 a ser feli" aunque me quede sola45. (, por otra, su contrapartida9 el miedo a
volver a equivocarnos y a cometer el mismo error, bien retomando la relacin con la
e0parea,
desde a pesarcriterio
el mismo de que desatinado
sabemos que
quenos
noshace infelices,
llev o eligiendo
al fracaso al siguiente
anterior. 'stos compa!ero
dos miedos, muy
reales y muy contundentes, pueden atena"arnos o llevarnos a tomar decisiones impulsivas.
$or último, pero no menos importante, hablaremos tambi1n del miedo concreto a las
represalias que pueda tomar la e0parea, cuando se trata de un maltratador.
Miedo a la soledad
)on muchos los testimonios que he escuchado o que he leído de mueres torturadas
por el terror a quedarse solas para siempre. %ranscribo algunos de ellos porque s1 que
cualquier persona que est1 atravesando una separacin podrá verse refleada en estas
palabras9
La vida se me ha partido en dos y yo solo cono"co cmo se vive en esta mitad. La
otra mitad, la que me espera, no la cono"co y no quiero ni pensarlo. Ahora mismo siento
más el miedo que el dolor.
3&uántas
( es que, cuando personas queaprieta,
la angustia atraviesan un duelo
perdemos no firmarían
la dimensin este párrafo
temporal y nos como
parecepropio4
que ya
nunca más podremos recuperar, ya no digamos @la 2felicidad5, sino una cierta tranquilidad,
que, como dice mi lectora, nos permita subirnos al metro como una persona normal. Ahora,
con todas las heridas abiertas, no es fácil reconocer que hay vida despu1s de una
separacin, pero es bueno no perder de vista que el tiempo pasa y que siempre ugará a
nuestro favor.
?o obstante, cuando el tiempo ha pasado y el dolor permanece terco, imperturbable,
cubriendo todo lo que toca, entonces es el momento de pedir ayuda profesional, para
entender la pena, para digerirla y sobre todo para poder dearla atrás.
/racias por tu libro. (a era hora de escuchar que 2)í pasa algo5, que el 2?o pasa
nada5 que nos quieren vender no es cierto, que la vida cambia, que es muy doloroso y que
haylibro
tu momentos en los
@ya no me queun
siento el bicho
miedoraro
y la soledad se agarran a uno como garrapatas. /racias a
Btro de los miedos que se cuece en la soledad del duelo que sigue a una separacin
es el miedo a ser 2un bicho raro5, a ser la única muer del universo que nunca podrá superar
esta pena. 'l miedo a ser 2una queica5 e0agerada, porque 2@%otal @)i todo el mundo dice
que no pasa nada, será que no pasa nada 'ntonces, 3por qu1 yo siento que a mí me está
pasando %BDB45. @&laro que pasa, y mucho @&laro que la vida cambia @&laro que nada
volverá a ser lo que fue $uede que despu1s de un tiempo, cuando escampe, la vida sea
meor, tal ve" entonces solo nos lamentemos de no haber concluido antes con esa relacin;
pero hasta que eso suceda, el miedo y la soledad serán nuestros fieles compa!eros del
camino. ( a nadie le gusta ni tener miedo, ni sentirse abandonado.
A veces pienso que estoy a punto de entrar en una profunda depresin porque me
paso el día llorando. La verdad es que tengo un miedo terrible al futuro, a estar sola, a no
volver a tener una parea.
&uando Aleandro me de, sentí lo mismo que cuando mis padres me mandaban al
pueblo de peque!a. %odo alrededor me resultaba hostil. &onocía a mis tíos y a mis abuelos,
pero me sentía sola, perdida sin mis padres, que eran mi referencia. %engo la misma
sensacin física de miedo y de desvalimiento.
'sta paciente es capa" de hacer ella sola el camino directo entre su miedo actual al
abandono y aquel miedo infantil que e0perimentaba cuando sus padres la llevaban al
pueblo con los abuelos. /eneralmente, el e0ceso de miedo Ccasi me atrevería a decir que
cualquier e0ceso suele hundir sus raíces en la historia infantil. 's allí donde tendremos que
hurgar para comprender el miedo actual.
'n efecto, cuando la escena está dominada por el miedo a la soledad y lo único que
nos importa es volver a estar acompa!ados, es muy fácil equivocarse y elegir 2al primer
carcamal que nos pase por delante5. 'n casos desesperados, los criterios de seleccin ya no
serán9 2Me gustas porque me haces reír5 o 2Me gustas porque eres cari!oso y detallista5 o
2Me gustas porque despiertas mi pasin5 o 2Me gustas porque eres interesante y culto5,
sino que será más que suficiente con9 2Me gustas porque pasabas por aquí5, 2@'ure=a @6e
encontrado una rea para mi abismo5. ( estarán de acuerdo conmigo en que ese criterio de
seleccin Así
esquinas. sololas
es cosas,
válido comprendemos
para repartir publicidad
a nuestrapor la calle
lectora. )uomiedo
para vender =leene0
a la soledad en las y
provoca
ustifica su temor a otra eleccin fallida.
De hecho, otro tipo de miedo que se repite en la mayoría de las mueres que acuden
a consulta despu1s de una ruptura traumática es el temor a volver a elegir mal y a repetir la
triste historia. 'l miedo a trope"ar contra la misma piedra de un mal amor y emprender una
nueva relacin con un se!or con otra cara, con otro nombre, pero, en definitiva, otro
2gato5, tan dispuesto a devorar ratitas como el anterior, es un miedo que está ustificado.
Los curiosos caminos del inconsciente nos llevan a repetir ciegamente las historias
traumáticas, con la ilusin de que alguna ve" terminarán con un final feli". (a en Mujeres
malqueridas hablamos de la importancia de poder respondernos al 237u1 he hecho yo para
merecer esto45 y desentra!ar nuestra participacin en las situaciones que vivimos. $or
supuesto que no somos las únicas responsables de lo que nos pasa, pero, en algún momento,
accedemos libremente a representar un cierto papel en esta película. $uede que nosotras no
hayamos escrito el guin, pero nosotras aceptamos el papel que nos propusieron y, en la
mayoría de los casos, encarnamos con entusiasmo el personae hasta el final. <econocer
nuestra participacin es el único camino que cono"co para no volver a aceptar nunca más
un papel semeante, para agudi"ar el olfato y olernos a tiempo las trampas del guionista.
)olo si conocemos y asumimos nuestras limitaciones y comprendemos cmo participamos
nosotras en el fracaso anterior, estaremos más atentas la pr0ima ve" y podremos dearle las
cosas muy claras al encargado del casting desde el principio9 2@?o pienso aceptar el papel
de
las segundona
que yo soynila elúnica
de amante De ahora
protagonista5. B9en
2)iadelante, solamente
en esta película participo en las
el protagonista películas en
masculino
hace su vida y mi personae es esa que todo lo acepta y que todo lo perdona, @búscate a otra
para el papel5. B9 2)i para estar en esta película tengo que aguantar gritos, malos tratos y
faltas de respeto, @conmigo no cuentes5. 'n fin, que si no reconocemos que en algún
momento, ante el guin de ese horrible papel de malqueridas, nosotras diimos9 2)í,
acepto5, corremos el riesgo de conformarnos con un papel semeante la pr0ima ve"; es
más, nos e0pondremos a convertirnos en actrices especiali"adas en ese tipo de personaes
que tanto dan de comer a los culebrones @y que tanto hacen sufrir a la muer que los
practica
'scuchemos algunos testimonios de quienes han sentido y e0presado el temor a
repetir el mismo patrn9
6e definiría
malquerer leído su libro
meory el
mecontenido
ha gustado
delmucho C.... 7ui"ás
libro. 3&mo el tu
no ser peorMujeres
título que3&mo
enemiga4 se hacen
eliminar el miedo a perder el rol de víctima que todo lo puede4 3&mo perder el miedo a
entablar otra relacin tan perudicial como la anterior4
&onfieso que este testimonio ha venido conmigo allí donde tengo que dar alguna
conferencia sobre el tema, porque muestra con precisin y profundidad el drama en el que
se encuentra enredada una muer malquerida. 2:íctima que todo lo puede5 es una
definicin perfecta de esa e0tra!a combinacin que reúne en una misma persona al amo y
al esclavo. $erder ese poder que engrandece tanto da miedo, pero elegir desde ese poder
@debería asustarnos muchísimo más
)i a usted le ocurre como a nuestra lectora y todas las relaciones que ha tenido
acaban en desastre, ya es hora de preguntarse por qu1. 'n estos casos, el miedo a que la
siguiente relacin se pare"ca peligrosamente a las anteriores está más que ustificado. ?o
digo que estemos obligados a repetir una mala eleccin. Lo deseable es que poUdamos
aprender de la e0periencia. La repeticin no es una estrategia planificada conscientemente,
sino un plato que se cocina en los oscuros fogones del inconsciente, en su núcleo duro, y
que nos impele a repetir situaciones traumáticas, animados por la loca esperan"a de que
2'sta ve" todo será diferente5, 2'sta ve" la piedra se apartará y yo podr1 proseguir mi
camino feli"mente5, 2'sta ve" la piedra será de goma y no me causará dolor5, 2'sta ve" yo
ser1 más fuerte que la piedra y la har1 cambiar con mi amor y mi paciencia5. $ensamos
cualquier cosa, con tal de no buscar un camino alternativo para esquivar la dichosa piedra
contra la que llevamos a!os trope"ando.
'l miedo es una reaccin de proteccin. )entir un miedo e0cesivo nos domina, y
puede parali"arnos o llevarnos a reali"ar una accin precipitada, pero una cierta cantidad de
temor nos hará más prevenidos, más cuidadosos y nos vendrá bien para protegernos de
nosotros mismos y para estar atentos a los desniveles del camino y eludir esa piedra contra
la que parece que nos encanta trope"ar.
Miedo al maltratador
D-M'
LA 6-'D<A
?o ha sido fácil escribir este capítulo. Me hubiera gustado poder pasarlo por alto,
poner un asterisco unto al título y copiar un lin!, la letra de un bolero o recomendar un
libro que haya escrito otro. 37u1 les voy a decir de la pena4 3&mo voy a contarla sin que
se me parta el alma4 3&mo consolarlas4 3&on qu1 palabras les e0plico, sin que les duela,
que de este dolor horrible se sale, sí, @claro que se sale, pero que, para salir, hay que pasar
por 1l4 Algunos de los testimonios conmovedores que he recogido en la consulta hablan por
sí solos9
Manuela
Ahora s1 el significado de la frase 2llorar desconsoladamente5. ?o s1 cmo lloraba
antes, pero ahora lloro desconsoladamente. $aso todo el día con ganas de llorar, con la
lágrima boba. Me aguanto como puedo, y por la noche lloro desconsoladamente. ( es que
es eso, nada me consuela. ?o hay ningún pensamiento que me sirva para dear de llorar,
ninguna imagen, nada. Lo único que quiero es llorar y llorar y llorarH
.ristina
?o es que llorar me alivie la pena, es que no lo puedo evitar. :oy en el coche y
lloro, y hago la compra llorando y me despierto llorando y me vuelvo a dormir llorandoH
( es aque
han llevado unalaruptura.
pena esLo
la pena,
mismoy ocurre
nada tiene
con que ver con
la rabia, conlas ra"oneso racionales
el miedo que nos
con la esperan"a.
)on parte de un proceso afectivo que desconoce la racionalidad y que no se detiene a
considerar qu1 es lo que nos conviene. &uando una parea toma la decisin de separarse,
seguro que hay ra"ones que ustifican sobradamente la ruptura; sin embargo, esas ra"ones
obetivas nunca son suficientes para aliviarnos, ni sirven para evitar o disminuir el
desconsuelo.
'n la banda sonora de un duelo, la pena es el tema principal. )uena en los
momentos culminantes, se tararea de fondo, unas veces aparece con más ímpetu y otras
como una leve melodía. 6ay variaciones la duda, la rabia, el miedo o el recuerdo,
pero, repito, en la banda sonora del duelo, el tema central siempre es la pena.
%odos sabemos que el duelo duele, que a nadie le gusta sufrir, que preferiríamos
quedarnos dormidos hasta que escampe y que alguien viniera a despertarnos cuando el
dolor ya se haya ido y la pena no sea más que un pálido recuerdo. 's probable que,
mientras sufrimos, alguien venga con su meor intencin a decirnos que no hay nada que
temer, que esto es un túnel, que al final encontraremos una salida y que la lu" volverá. :ale,
pero mientras tanto, desde el fondo de las tinieblas, 3cmo sabemos que avan"amos4,
3qui1n nos dice que no estamos dando vueltas en círculos y que cada ma!ana no
empe"amos el recorrido del túnel desde cero4 @( sobre todo, 3qui1n conduce4
$ara ponernos es situacin y comprender las dimensiones y el sentido del
sufrimiento, las invito a recrear dos imágenes cinematográficas recientes9
$rimera película de Se$o en Nueva 8or!9 A lo largo de la serie sabemos que &arrie
lleva ya muchos a!os sufriendo los embates de una relacin intermitente con Mr. *ig.
Ahora sí, ahora no y otra ve" sí. @+inalmente, deciden casarse. Durante la mitad de la
película acompa!amos a la feli" novia en los preparativos9 la nueva casa, el trae, el lugar
perfecto, los invitadosH La ilusin de &arrie es desbordada y los muchos a!os que lleva
esperando el milagro la ustifican. %odo está a punto. 'l día de la boda, el mismísimo día de
la boda, Mr. *ig se lo piensa meor y decide no presentarse. &arrie es abandonada al pie del
altar. 'stá destro"ada y arropada por sus amigas, quienes, con la meor de las intenciones,
deciden llevársela a M10ico para distraerla, para hacerla olvidar. A ella ya no le quedan
fuer"as ni siquiera para oponerse. %otal, lo mismo le da estar en Manhattan, en Albacete o
en una playa de la <iviera Maya; se dea llevar. Durante los primeros días en el maravilloso
hotel me0icano, &arrie solo es capa" de dormir. Las escenas se suceden en un cuarto
cerrado a cal
de los días y canto, a se
únicamente oscuras, conporque
reconoce las persianas baadas,
las bandeas concon las puertas
la comida, sin echadas.
tocar, se 'l paso
mudan
del desayuno a la comida, y de la comida a la cena, un día, y otro día, y el siguiente.
Mientras que fuera de su habitacin pasan los días, y dentro pasan las bandeas, &arrie
permanece vestida, con la misma ropa, en posicin fetal, tumbada sin vida, sobre la cama.
?o quiere comer, no quiere hablar, ni respirar, quiere dormir, quiere no estar. A veces abre
los oos y ve a una de sus amigas. 'lla pregunta9 23Lo so!145, y la amiga dice9 2?o5.
'ntonces, si no fue una pesadilla, si la realidad no tiene otra cosa que ofrecerle, meor
seguir durmiendo. ?o le interesa saber ni qu1 hora es, ni cuánto tiempo lleva durmiendo y
llorando, lo único que quiere es poder seguir llorando y durmiendo. 'star viva le resulta
insoportable, como insoportable le resulta cualquier cosa que le recuerde que lo está.
8n día cualquiera, sin saber muy bien ni cmo ni por qu1, &arrie consigue
levantarse, y la vida empie"a desde cero. 'n adelante, todo lo que haga se hará por primera
ve". 2La primera
peridicoH5. ve" que
%endrá que come5, 2la una
inventarse primera
vida ve" que&omo
nueva. se ríe5,ya2la
noprimera ve"a que
irá a vivir su lee el
maravillosa casa nueva unto a Mr. *ig, necesita recuperar su antiguo piso que acaba de
vender. %endrá que pagar un alto precio para recuperarlo, como un precio hay que pagar
para reconciliarse con la realidad.
&arrie regresa a ?ueva (or= aturdida. Lo que está por vivir es una incgnita, y le da
miedo o, en el meor de los casos, ya no le quedan fuer"as para apostar por el futuro. 'l
pasado le recuerda el amor perdido, el futuro sin 1l no le gusta y el presente se reduce a una
baldosa tambaleante al borde del abismo en la que solo caben su miedo y su pena.
Anatom%a de Grey9 -""ie es una de las residentes de cirugía que ha entablado una
relacin con Denny, un enfermo del cora"n que lleva tiempo ingresado en el hospital.
Denny ha estado varias veces al borde de la muerte, hasta que recibe un transplante y por
primera ve" su cora"n empie"a a marchar bien. Le pide a -""ie que se case con 1l y ella
acepta. 'sa misma noche se celebra un gran baile de gala en el hospital. -""ie llega ataviada
con su meor trae de fiesta, como una princesa, como una diosa, y antes de baar a la fiesta,
pasa por la habitacin de su prometido y lo encuentra muerto. )in más. ?o dice nada, solo
se acuesta con naturalidad unto a su muerto, como si estuvieran durmiendo la siesta, como
si estuvieran descansando despu1s de hacer el amor, como siH &omo si cualquier cosa,
menos que 1l está muerto y que ella sigue viva. )us amigos intentan convencerla sin 10ito
de que ya no hay nada que hacer, hasta que uno de ellos consigue arrancarla de esa camita
estrecha
renuncia de hospital
a su mientras
pla"a de ella se resiste y llora a gritos. Antes de salir del hospital, -""ie
residente.
(a en casa, -""ie cambia una e0tra!a cama por otra tan inquietante como la anterior9
se instala a vivir sobre el frío suelo de su habitacin y se tumba allí, vestida de princesa,
vestida de novia, como un fantasma. )in hablar, sin comer, sin vivir. 'n adelante, sus
compa!eros de residencia, como perros fieles, se echarán uno tras otro a su lado a
acompa!arla en su dolor, e0clusivamente a acompa!arla en su dolor; sin cuestionarlo, sin
apurarlo ni detenerlo. ?adie le dice9 2?o es para tanto5, ni9 2La vida es bella5, ni9 2%ú eres
muy oven y podrás rehacer tu vida5. 'n este momento ninguna de esas palabras
significaría nada para ella. 'n ese momento, lo único que ella quiere es morirse unto a su
muerto y estar con 1l donde quiera que est1.
:ice 3reud
suelo de'luna
doliente estáen
casa o indignado conlalahabitacin
la cama de vida y opta
depor darle
algún la espalda,
hotel se tumba
me0icano en eltodas
y apaga
las luces, cierra todas las ventanas, porque no está para nada ni para nadie. ?i &arrie ni
-""ie se cambian de ropa mientras acunan su pena y ninguna de las dos quiere comer. ( es
que ropa y alimento son necesidades de los vivos, y ellas solo respiran para llorar, para
recordar al ser amado, para nombrarle. %al ve" haya algo de anestesia en esta manera de
sufrir, porque en esos momentos se sufre tanto @tanto que ya ni siquiera se puede
sentir el dolor.
'l ser amado ocupa todo el espacio; y cuando digo %BDB el espacio es que al
doliente le resulta imposible apartarlo, empuarlo un poquito para poder comer, para mirar
la tele un rato, para ducharse o para salir a trabaar, no digamos ya olvidar o sustituir al ser
perdido. 'l que sufre por la muerte o por la p1rdida de un ser querido se entrega en cuerpo
y alma a su dolor, solo se consuela si está cerca del ausente, y no hay otra manera de estar
con un ausente más que evocándolo.
'l doliente busca acercarse a su ser querido en el único lugar en el que puede
encontrarse ya con 1l9 en su memoria. Lo nombra continuamente y repasa sus recuerdos
desde todos los ángulos posibles. <ecuerda al ausente dormido, recuerda su manera de
andar y de pasarse la mano por la cabe"a. <ecuerda lo mismo una an1cdota simpática que
un mal día. Lo recuerda en el cine y aparcando el coche, enumera sus platos preferidos, sus
chistes malos. <ecuerda su olor y el sudor de su cuello, lo evoca comiendo naranas con las
manos y pelando patatas. %umbado en el sofá, haciendo la compra o austándose el nudo de
la corbata.
forma )e relata
minuciosa de una
hacertarde e0acta y <ecuerda
las maletas. una ma!ana cualquiera
su sonrisa y un
y sus viae alas
matices, ?ueva (or= que
canciones y su
solía tararear y su debilidad por <oth=o. 'l doliente solo quiere recordar al ausente, hablar
de 1l, pensar en 1l. <ecrea partículas diminutas del que se fue9 un rincn de su orea, un
pliegue preciso en las rodillas, la forma absurda de sus "apatos vieos. 's como si
permanentemente estuviera rebobinando la película de los momentos compartidos9
rebobina, mira un tro"o, pausa, rebobina, mira otro tro"o y pausa, rebobinaH ?o quiere ni
oír hablar de que el espectáculo debe continuar, de que la filmacin de la película de la vida
debe seguir adelante sin la participacin del ser amado. 'l doliente solo recuerda, recuerda
y recuerda. <epone sin parar rollos y rollos de las diferentes películas en las que su amado
particip.
Dice +reud que uno de los aspectos más llamativos de un proceso de duelo consiste
ustamente en esa manera minuciosa que tiene la memoria de fragmentar los recuerdos que
ligan
no es al
unasueto a lavisita
simple persona perdida. 8na visita
al supermercado, es quealcada
supermercado despu1s
detalle cobra de una
una gran ruptura ya
importancia9
hacer la lista, subirse al coche, aparcar, coger el carrito, seguir o no seguir los mandatos de
la lista, llenar o no llenar el carro, permitirse o no permitirse un capricho; cada detalle
fragmentado, pormenori"ado, nos recuerda a cuando hace tres semanas, dos días y siete
horas, hacíamos la compra en compa!ía. ( a la ve", esa manera de descomponer y dividir
los recuerdos tambi1n sirve para desactivarlos, para que poco a poco vayan perdiendo vigor
y un buen día podamos ir a hacer la compra sin darnos cuentaH
Desgastar los recuerdos de tanto usarlos es el obetivo de esta actividad monográfica
de la mente. )obarlos, desmenu"arlos, nos hace acostumbrarnos a ellos y perderles el
miedo. )i, por el contrario, nos prohibi1ramos recordar, si nos empe!áramos en negar la
huella que el otro ha deado en nosotros, tendríamos que mantener los recuerdos a distancia
y tratarlos con suma precaucin, como si fueran !riptonita verde ante la que estaríamos
completamente
trayecto. ?o haydesprotegidos y vulnerables.
caminos cortos, no hay ataosDeninuevo, evitar
secretos el 2barranco5
mágicos que evitennoelaligera
dolor. el
La
vida tambi1n es dolor, y las separaciones siempre suponen una p1rdida y un duelo por el
que hay que pasar lo meor posible, de la manera más humana que sepamos. (, además, es
la única manera de que algo que nos duela no nos mate en vida, sino que nos haga más
capaces de enfrentarnos al dolor en adelante.
<ecomendarle al doliente que piense en otra cosa es, para empe"ar, inútil. 'l que
sufre no elige. Al que sufre el recuerdo se le impone, y ni querría ni sabría hacer otra cosa
que recordar. 'l duelo es así, hace su trabao mientras nos duele, sin que nos demos cuenta
de que lo hace, y mientras nos obliga a recordar, nos enfrenta a la p1rdida. &on cada
recuerdo constatamos la ausencia y nuestra imposibilidad de hacer regresar al ser amado o
de devolverle la vida al difunto. La cruda realidad de nuevo nos obliga a elegir9 2La vida o
la bolsa de los recuerdos5, 2La vida o la muerte5. De esta forma, aunque en un principio
-""ie parece elegir quedarse muerta unto a su muerto, y &arrie, empe" su duelo
ausentándose de su vida, como su ausente; con el tiempo, y con un trabao psíquico a favor
de la vida, al final, ambas eligen vivir, consiguen elegir la realidad y seguir adelante con sus
vidas. 'l duelo consiste entonces en un proceso gradual, durante el cual la persona pasa de
morirse unto a su muerto a empe"ar lentamente a vivir de nuevo sin 1l. %odo esto supone
un gran gasto de energía psíquica, de manera que, al final, la persona quedará libre de la
carga del duelo, pero e0hausta. Libre de las ataduras que la amarraban al ausente y le
obligaban a morirse con 1l, pero agotado por este proceso de duelo al que, no en vano,
+reud denomin 2trabao del duelo5.
'n estas circunstancias, los típicos consuelos de la sabiduría popular de 2A rey
muerto, rey puesto5, 2La vida sigue5, 2%ú eres muy oven todavía5 o 2'sta separacin es
por tu bien5 no entran en el vocabulario del doliente, no los escucha, no los entiende. 's
como si el otro hablara en un idioma desconocido o en otra frecuencia. Durante los
primeros días de su duelo, -""ie no consiente que ninguno de sus amigos le hable. )oporta
que est1n tumbados en el suelo unto a ella, pero en silencio. $ero esto no es un capricho
del guionista, sino que reflea una verdad profunda del proceso de duelo en el ser humano.
:erdad que queda de manifiesto en la etiqueta prescrita por algunas culturas o religiones.
'n este caso, podemos fiarnos en el ritual del duelo del udaísmo, en el que durante los
primeros días está prohibido ofrecer palabras de consuelo al doliente. %al ve" porque
todavía no es momento para el consuelo sino para el dolor.
.ontar la pena
&as amigas
Los casos de -""ie y de &arrie reflean lo importantes que son las amigas en
momentos de duelo. 'n uno y otro eemplo, son las amigas quienes se hacen cargo de
devolverles la vida a las protagonistas. 'n Se$o en Nueva 8or!, )amantha le da de comer a
&arrie su primer desayuno, con una cuchara, en la boca, poco a poco, como a los ni!os
peque!os.
'n el momento de la ruptura, cuando nos duelen hasta las pesta!as, cuando nos
parece que la vida nunca volverá a ser vida, hay que dearse querer y dearse cuidar por las
amigas. 7ue nos mimen, que cocinen para nosotras, que nos saquen como sacarían a pasear
aelsus
fin hios peque!os.
de semana, 7uemanta
en plan nos lleven de7ue
y sofá. la mano al cine,paciencia
nos tengan que se queden
y nos con nosotras
escuchen poren casa
en1sima ve" la misma historia, porque necesitamos contarle a las amigas, @mil veces y con
todo luo de detalles, el te0to del guin de la ruptura, la coreografía, el vestuario, el
decorado, los personaes secundariosH La secuencia e0acta de lo que se dio, y de lo que el
otro respondi a lo que se dio, y de lo que no dio, y lo que no respondi. Dnde estaban,
qui1n lleg primero, qui1n empe" la conversacin, qu1 llevaba puesto cada uno. )e cuenta
la despedida una y otra ve". &mo y cuándo me enter1 de que estaba con otra; el te0to del
)M) que descubrí por descuido en su tel1fono; el 2asunto5 del mail acusador, su contenido.
A pesar de todo, las frases de alivio que conocemos de sobra para acompa!ar un
fallecimiento no son tan obvias cuando se trata de una ruptura. 37u1 hacemos4 3?os
ponemos ciegamente del lado de la amiga y hablamos pestes del e04 3( si una semana
despu1s se reconcilian4 @?o es sencillo 3$odemos, debemos, ponernos de su parte sin
tomar partidoy en
lo consigue, contra
están del e04cuando
presentes 3&moseselashace eso4 ?o
necesita, lo darnos
para s1, perodelacomer
mayoría deboca,
en la las amigas
como hi"o )amantha con &arrie, o para escuchar y consolar nuestro dolor. De hecho, el
ritual de duelo udío incluye la prescripcin de llevarle comida al deudo durante la primera
semana que sigue al entierro, porque entiende que quien acaba de perder a un ser querido
no puede ocuparse ni siquiera de lo más elemental.
$ero así como cada cultura tiene su propio manual de cmo acompa!ar y cuidar el
duelo del otro, o cmo consolarle cuando pierde a un ser querido, no ocurre lo mismo
cuando se trata de una ruptura amorosa. 's el caso de una paciente que me cont lo que le
había dicho una vecina cuando supo que acababa de separarse9
?o s1 qu1 decirte. &uando alguien se muere, uno sabe que hay que dar el p1same;
cuando alguien se casa o tiene un hio, @hay que felicitarle $ero, cuando alguien se separa,
yo nunca
porque s1 si tengo
todavía que felicitarle
le quiere, o qu1 es lopor
quehaber
tengodado
queeldecirH
paso, o si tengo que compadecerle
&a *amilia
(a estoy harta de que mi familia trate a 'nrique como si no hubiera pasado nada.
?o puede ser que en todas las reuniones familiares 1l est1 allí, como si fuera un miembro
más de la familia. La semana que viene mi hermana celebra su cumplea!os y le pedí que
por favor no lo invitara. 3$uedes creer que no lo entendía4 ?o es normal que sea (B la que
me sienta incmoda en una reunin de M- familia. @7ue 1l está con otra y yo estoy sola
@7ue se supone que mi familia me tiene que apoyar a mí
'n el e0tremo opuesto, están las familias que se comportan como verdaderas
familias de la mafia, y van a muerte contra el enemigo, a hacerle la vida imposible. $uede
que no lleguen a ponerle la cabe"a de su mascota favorita entre las sábanas, pero se dedican
a hacer comentarios tendenciosos, faltas de respeto, ugarretas sucias de fechas y horarios
con los ni!osH &uando hay ni!os, el reparto entre uno y otro padre es lo suficientemente
complicado como para que encima entren los abuelos en la contienda. Los abuelos tienen
que estar ahí, dispuestos a echar una mano, a veces econmica, a veces en forma de tiempo,
para ayudar a levantar lo que de ahora en adelante será una familia monoparental.
Mal de muchos#
?o s1 si mal de muchos es consuelo de tontos. )1 que, mientras estamos sufriendo,
nuestro mal, el que sea, nos parece el peor, el más encarni"ado y el más inusto de los males
de toda la humanidad. 'l dolor abre agueros en la tierra, la taladra, a ratos como una
tuneladora, sin piedad; a ratos con las u!as, poquito a poco, despacio pero sin descanso, a
pelli"cos. &uando alguien llora, su pena es la única pena que campa sobre la fa" de la tierra,
entre otras cosas porque, cuando se sufre, la tierra está desolada, devastada, y solo quedan
el doliente, su dolor y un perro flaco a lo leos que los acompa!a. La pena nos ensordece,
por eso&uando
las palabras de consuelo
alguien no llegan,
llora la muerte de unnofamiliar
se escuchan.
o una ruptura de amor, no es tiempo
de recordarle lo mucho que han sufrido los ni!os en las matan"as de <uanda, ni la
desgracia de los miles de venes que padecen alguna enfermedad mortal. ?i la suerte que
tenemos de ser venes, y de tener un trabao en tiempos de crisis, y una familia estupenda.
Lo s1. )in embargo, en algún momento, con el tiempo, se llega a relativi"ar el propio
sufrimiento y a ponerlo en perspectiva. 8n buen día nos damos cuenta de que la vida es
mucho más larga, más ancha y más honda que nuestro dolor. ?uestro dolor dea de ocupar
el centro del universo, dea de ser el único dolor, el más grande, el más cruel, y se convierte
apenas en nuestro último dolor, el más reciente.
$ara entender en qu1 consiste la relativi"acin del dolor, voy a usar el mismo
eemplo que utili"a Leader en su libro &a moda negra CN. 'l autor e0pone y e0plica
una obra de la artista francesa )ophie &alle, bauti"ada con el nombre de :olor e$quisito.
La historiadurante
separarse de la obra
unoscomien"a
meses porporque )ophie
motivos y su parea
de trabao. se habían visto
'l reencuentro de losobligados
amantes atendría
lugar en una romántica habitacin de hotel cinco estrellas en ?ueva Delhi. La noche
convenida, )ophie llega al hotel y, en ve" de encontrarse con un amante ansioso, recibe una
llamada telefnica. 'ra 1l, que llamaba para avisarle que no iría a su encuentro ese día, ni al
siguiente ni ningún otro día, porque daba la relacin por terminada. Así, sin más, con dos
palabras, a larga distancia y por tel1fono. $ara no morir de dolor en ese mismo momento, la
artista ech mano de su capacidad creativa y de su tabla de salvacin9 @su cámara
fotográfica %om cientos de fotos de los más ínfimos detalles de esa noche, de esa
luosísima habitacin de hotel, súbitamente transformada en patíbulo. De vuelta a su país,
de entre todas las fotos eligi noventa y nueve. 'ntonces, pidi a noventa y nueve personas
distintas entre amigos, familiares, conocidos y amigos de amigos de amigos que
eligieran una de esas noventa y nueve fotos y que la acompa!aran con el relato del peor
momento
ellos. Así,de susvoces
esas propias vidas, de
annimas la situacin
redactaron que más
noventa les había
y nueve hecho
penas, sufriry anueve
noventa cada uno de
desesperaciones distintas, noventa y nueve horrores9 desde la muerte de un hio, la ceguera
de una hia, una ruptura, un abandono cruel, una falsa acusacin, una enfermedad terminal,
un abortoH De esta manera, el dolor de )ophie quedaba diluido entre los muchos otros
dolores de otras vidas; su sufrimiento era apenas uno más, probablemente no era más que el
sufrimiento número cienH
'l título de la obra, :olor e$quisito, es una clara referencia a la t1cnica literaria
utili"ada en los a!os veinte por los surrealistas, que consistía en escribir un te0to a varias
manos, a ciegas. )e reunía un grupo de escritores, uno escribía unas líneas de te0to, lo
tapaba y pasaba el papel al de al lado, que escribía su te0to sin saber lo que había escrito el
anterior ni lo que escribiría el siguiente, y así sucesivamente. 'l resultado podía ser
cualquier cosa, y funcionaba con la coherencia descabellada de los sue!os. Así funciona
esta obra. 'l dolor descompuesto en sus mínimas partes, en sus miles de caras, dolerá un
poquito menos. 'l resultado onírico del dolor e0quisito lo convierte en una pena que se
puede simboli"ar y trabaar.
;no m+s#
)aberse simplemente uno más puede ser un consuelo muy sanador, y lo digo por
e0periencia.
un tratamiento8na demedida,
a su las vecesdeque la vida
todos me llev contra
los consuelos las lo
posibles, cuerdas, con me
único que un cáncer fero" y
calm la
angustia, la rabia y el miedo fue saberme una más. ?i la cancerosa más valiente, ni la más
desgraciadaH, simplemente una más.
&omo apunta Aleandro /ándara CJ, nuestra cultura nos incita a considerar que
los duelos no forman parte de la continuidad de la e0istencia, sino que constituyen una
e0periencia aparte, un accidente, y se nos acostumbra a separar la p1rdida de la vida misma.
)olo así se comprende el mati" de sorpresa que a menudo acompa!a a nuestra refle0in
sobre una p1rdida propia, una separacin o una muerte9 23$or qu1 yo45, 23$or qu1 a mí45.
?os e0tra!amos, como si la vida nos hubiera elegido adrede para hacernos sufrir. $ensamos
que únicamente nos merecemos lo que 2sí5 y no tenemos recursos para enfrentarnos a lo
que 2no5. 'n nuestro relato lineal de la vida, no tenemos incluidos ni la frustracin ni el
fracaso. )entirse 2uno más5 es una manera de devolver el duelo a su lugar y trabaarlo
como un aspecto
la p1rdida más de
forma parte delalae0istencia,
vida y que de ese proceso en
continuamente el que reconocemos
perdemos que tambi1n
uventud, autonomía,
salud, perdemos lugares, seres queridos, costumbres y relaciones.
)1 por e0periencia que no se puede empuar a nadie al puerto de la serenidad del
2)oy uno más5. )e puede acompa!ar al otro mientras que el otro llega por sus propios pies,
pero a ese lugar se accede con el tiempo, cuando el resto de los sentimientos se ha vivido
con la intensidad que la situacin requiere.
'l dolor compartido es muchísimo menos dolor, de ahí la importancia de los ritos
funerarios tan vigentes, aun en culturas así llamadas primitivas y que han perdido
protagonismo en este Bccidente nuestro tan avan"ado, tan innovador, tan optimista y tan
frágil, donde la congoa está prohibida y donde, según la Brgani"acin Mundial de la )alud
3por qu1 no recordarlo4, despu1s de las afecciones cardíacas, la depresin es el mayor
problema que encara la sanidad pública. De una manera o de otra, @al final, unos y otros,
todos sufrimos del cora"n
.onvalecencia
La autocompasin tiene muy mala prensa, y no s1 muy bien por qu1. Lo cierto es
que la tenemos prohibida. La autocompasin no es otra cosa que cuidar de nosotras mismas
durante un tiempo, como si fu1ramos nuestro propio beb1. 'n Mujeres malqueridas,
comento que, con frecuencia, las mueres usamos el músculo de la maternidad para tratar
entre algodones al rústico que tenemos por parea o por marido. Ahora propongo que
usemos ese mismo músculo para cuidar de nosotras mismas, mimarnos y atendernos con
cari!o. A menudo observo mueres que, así como son capaces de cualquier sacrificio por el
ser amado, en su trato consigo mismas se comportan como unas verdaderas madrastras. )e
culpan de la separacin y se torturan. &omo si no fuera bastante con el dolor que les
produce la ruptura, como si ese castigo no alcan"ara para saldar su cuenta con el pecado de
no haber sido capaces de salvar 2una relacin tan bonita5, se dedican a propinarse toda
suerte de castigos físicos y morales9 2@&ome, come, es lo único que sabes hacer 3A qui1n
le importa que engordes4 %otal, más fea de lo que estás es imposible...5. 2@*ebe, eso, sigue
bebiendo, a ver si así eres capa" de olvidar tu incapacidad para mantener a un hombre a tu
lado5.
's preciso reconocer la necesidad de dedicar un tiempo a curarnos de la p1rdida,
tenernos en cuenta, tomarnos
estamos atravesando, en consideracin
como podemos, y aceptar
un proceso que)iestamos
de duelo. convalecientes,
nos hubieran operado deque
una
apendicitis aguda y el m1dico nos hubiera prescrito un tiempo de reposo, lo entenderíamos.
's más fácil comprender los dolores del cuerpo, porque esos se ven y casi pueden tocarse.
'n cambio, los dolores del alma, los males del cora"n, no son tan evidentes, aunque sus
efectos sean devastadores.
Durante la convalecencia prevalece el aburrimiento, todo nos fastidia, nada nos hace
ilusin y no hay nada que queramos hacer. $revalecen el retraimiento, la desidia y el
desinter1s. %odo nos resulta inútil, no hay ningún plan que nos pare"ca divertido y solo
sentimos un cansancio inhumano. (o creo que el cansancio tambi1n tiene un sentido. 'l
cansancio del duelo es la manera que la naturale"a tiene de hacerse solidaria con el doliente
y de permitirle dormir, descansar, retirarse un poco de la vida activa y tener sus ratos de
estar consigo mismo.
)i nosotras
pertinencia, mismaspor
y lo pasamos nosalto,
negamos la legitimidad
nos privaremos detiempo
de un nuestroimprescindible
luto, su valor, de
su
convalecencia, de nuestro poco de sofá y manta, de nuestro derecho a las rancheras, a los
boleros, a la televisin y @algo de helado 8na cosa es que no nos guste despertar
compasin sobre todo del e0, pero sentir un poco de misericordia por nosotras mismas
y tratarnos con piedad, cuidarnos, complacernos, mimarnos, no estaría nada mal. 'n ve" de
castigarnos, bien podríamos mirarnos al espeo y decirnos a nosotras mismas9 2@&uídate
@7ui1rete @%ienes todo el derecho @$orque tú lo vales5.
La aceptacin
;n *uneral
Las pareas tendrían que ser capaces de hacer una especie de funeral en el que los
deudos ellos dos se reunieran rodeados de amigos y familiares en torno al ataúd donde
descansarán por siempre los restos de la relacin. &on una caita de cartn que contenga un
par de fotos, unas cuantas cartas Co copias de correos o mensaes y dos o tres regalos sería
más que suficiente. $ropongo un funeral tipo americano, de esos de película, en los que los
amigos
e0novia,toman la palabra
los padrinos del ydivorcio,
hablan del
lasdifunto.
damas de Lahonor
familia
de del e0novio, la familia
la abandonada, los hiosdedela
ambosH 8nos y otros tendrían que pronunciar unas palabras de despedida, algunas de
reproche y muchas de consuelo. %odos se pondrían de acuerdo para llorar por la
desaparicin de la parea, por el amor, por los planes de futuro inconclusos, por la familia
que no pudieron formar, por el segundo hio, por los viaes, por la pasin perdida, por la
promesa de enveecer untosH 'n fin, por todo aquello que se pierde con una ruptura. 8n
ritual así, con una fecha precisa en el calendario, marcaría un antes y un despu1s, supondría
una especie de punto final a lo que fue una relacin. La falta del ritual dificulta la
aceptacin del fin, lo que puede dar lugar a situaciones trágicas.
Matar al muerto
a ti tam5i<n te suelto
y te me vas ahorita)
37u1 son las 2almas en pena5 sino esos muertos que no han terminado de morirse
porque algún vivo no los dea partir4 37u1 es el purgatorio sino ese lugar intermedio entre
la vida y la muerte4 37u1 es el limbo4
La muerte, las separaciones, son algo que ocurre entre dos. 6ay uno que se muere y
otro que confirma su muerte, que se despide y le da permiso a irse para siempre. ?o es
suficiente con que el muerto se muera. $ara retomar la vida sin 1l, con todo lo que supone
la ausencia de un ser querido, es preciso que quienes continuamos en esta aventura de vivir
le concedamos al muerto su derecho a descansar tranquilo y a estar muerto.
&uando dos se separan, generalmente, hay uno que se va y otro que acata la
separacin y dea partir al ser amado. $or mucho que nos duela, por mucho que un peda"o
de nuestra vida se vaya con 1l, por mucho que nos haya partido en dos el cora"n, por muy
inusto que nos pare"ca, en algún momento tenemos que 2soltar la rienda5 y dearle partir,
no solo físicamente.
'n la serie de televisin 1ntre *antasmas CGhost Khisperer, la protagonista tiene la
cualidad de comunicarse con los muertos, pero no con todos los muertos, únicamente con
esos espíritus que vagan indecisos, los que esperan, los que aun despu1s de muertos se
resisten a morir porque tienen cuentas pendientes en el mundo de los vivos. La misin de
Melinda /ordon consiste en conectar al muerto con el vivo que no le ha deado morir y
convencer a este de que el muerto estará meor muerto que merodeando sin rumbo como
alma en%odos
pena.los capítulos de la serie tienen el mismo final9 el muerto ha saldado sus
deudas con la vida, su vivo correspondiente le permite morir y entonces, solo entonces,
puede atravesar la lu" blanca de la muerte definitiva para tranquilidad de todos9 del muerto
que al fin puede descansar en pa", y de los vivos que pueden empe"ar a elaborar la p1rdida.
Me parece que la serie recoge al menos dos fantasías universales9 la primera es que
la muerte del otro siempre nos dea con la palabra en la boca. )iempre hay una cosa más
que hubi1ramos querido decirle, una cuestin fundamental que hubi1ramos querido
consultarle, o preguntarle, una verdad que confesarleH @)olo una ve" rogamos, y
daríamos lo que fuera por esa sola oportunidad de encontrarnos de nuevo con 1l. @Die"
minutos más significarían tanto @$odríamos decirle tantas cosas en esos die" minutos
La segunda fantasía que ilustra la serie concierne a lo importante que es para
reali"ar el trabao de duelo dear morir al muerto. 'n la serie, parece que es el muerto quien
necesita quede
beneficiado le esta
deensegunda
morir del todo sea
muerte paraelpoder descansar.
muerto, %iene
porque es sentido
la única que eldemás
manera que el
deudo acepte dearle morir sin sentirse culpable. (o no s1 si habrá vida para los muertos
despu1s de la vida; pero creo que tiene que haber vida para los vivos despu1s de la muerte
de un ser querido, así que pienso que quien necesita de ese cierre definitivo es el que sigue
vivo.
8n doliente no se puede sanar, a menos que permita que su muerto 2descanse en
pa"5. ?o me refiero al 2A rey muerto, rey puesto5, porque ya vimos que nada ni nadie
puede sustituir a un ser querido, pero creo que hay que reconocer la ausencia como lo que
es y, no obstante, seguir adelante con la vida. &omo en la serie, el muerto tiene que morir
dos veces, sufrir dos muertes9 la muerte real y la muerte simblica, que consiste en la
aceptacin de esa muerte por parte de sus deudos. Acceder a esa muerte simblica muchas
veces nos hace sentir que somos nosotros quienes matamos al muerto, y 3como vamos a
querer
que matarle, pero
recordarlo, ahoranoque lo echamos
mantenerlo contanto
vida,denimenos4 $or supuesto
hacer como quevivo,
si siguiera al sercomo
querido
hi"ohay
Gana. 'l recuerdo nos permitirá reorgani"ar nuestra vida aceptando su ausencia, colocando
al ausente en un espacio simblico diferente al que nosotros habitamos CLeader, N. 'l
refranero popular tiene una forma cruda de e0presarlo9 2'l muerto al hoyo y el vivo al
bollo5 suena mal, lo s1, pero es lo que hay. 'n este devenir de la e0istencia cada cual
debería poder ocupar el lugar que le corresponde. 'l muerto, descansando en pa" en el
lugar de los muertos, y el vivo en sus quehaceres de la vida.
Así como al muerto hay que dearle morir, a las relaciones fallidas hay que dearlas
marcharse para siempre. 7ue atraviesen la lu"H B lo que sea que tengan que atravesar los
amores perdidos, pero que no se queden rondando en nuestra vida como alma en pena,
como espíritus burlones que nos interrumpen la e0istencia.
'l trabao del tiempo
<'LB#
@Ah,
pere"a que suselprisas.
tiempo,'leltiempo
tiempo.
es3&mplice
chicle que oseenemigo4
estira o seLo mismo
encoge le recriminamos
según su 'l
lo masticamos.
tiempo pesa o vuela, transcurre ine0orablemente o se detiene; lo pone todo en su sitio, o
todo lo cura. Al tiempo lo mismo lo matamos que lo aprovechamos, lo perdemos que lo
ganamos. &onfiamos en 1l, deamos nuestros asuntos en sus manos y, ya puestos, le damos
tiempoH Lo cierto es que si no podemos contra 1l @y no podemos, lo meor es unirse
a sus filas, convertirlo en aliado y usarlo a nuestro favor.
%eresa lleva más de un a!o separada, pero este ha sido el primer verano sin sus
hios. 'l verano anterior, ambos estuvieron de acuerdo en que era meor que los ni!os
estuvieran con ella en casa de los abuelos como hacían todos los a!os. $ero si ya ha pasado
un a!o, 3es que %eresa está peor4 $ero si no quiere volver con 1l, 3por qu1 está tan triste4
Lo que ocurre es que el tiempo y el duelo son así. La primera ve" que pasa algo despu1s de
unadolor
el p1rdida
y seda iguallaelausencia
constata tiempo con
cronolgico quecruel
la frescura hayadel
transcurrido siempre
primer día. 'n se recrudece
un cierto sentido,
%eresa no solo se separ el a!o pasado, sino que se separ otra ve" quince meses despu1s,
esa tarde en la que su marido se llev a sus hios de vacaciones.
'l primer fin de semana sin 1l o ella, la primera ?avidad, el primer verano, la
primera enfermedad, el primer cumplea!os Csuyo o nuestro, el primer día de los
enamorados, el primer viae, el primer día de la madreH 'l duelo se va libando a gotas,
fecha a fecha, por eso el primer a!o es tan duro, porque está lleno de recordatorios, de
fechas aguereadas, de calendarios acribillados por la ausencia.
A -nma le pasa lo mismo que a %eresa, ella tambi1n se sorprende de verse más
dolida este verano que el verano anterior cuando la separacin acababa de producirse. 3)erá
que no es verdad que 2el tiempo todo lo cura54 A -nma le ocurre que tiene dos duelos
pendientes, el de la relacin con Mauricio y el de su aborto. ( el tiempo no le permite
saltarse ninguno. De la separacin parece estar recuperada, tiene claro que la relacin con
Mauricio no tenía ra"n de ser, pero el nacimiento de la hia de Mauricio, a menos de un
a!o de la separacin, le obliga a sacar otras cuentas. 'se beb1 evoca al otro que ella no
pudo tener y otra ve" el tiempo toma la palabra9 -nma sabe con e0actitud los meses que
tendría a día de hoy aquel beb1. -nma es consciente de que, de un pluma"o, perdi a un
marido, a un hio, a una familia y un proyecto de futuro.
Lo que ocurre en estos, y en todos los casos, es que el duelo es terco. 'l duelo
recuerda con precisin de reloero sui"o los aniversarios y no tiene piedad para cobrarse su
tributo sin saltarse
separacin detalle.
no acontece cada$ora!o
eemplo, para micon
como ocurre amiga
todos)ilvia, el aniversario
los aniversarios, decada
sino su cuatro
a!os. )u marido se fue de casa en pleno mundial de fútbol. Así, )ilvia se salva de revivirlo
entre mundiales, pero cuando llega el siguiente mundial, ine0orable, )ilvia se encuentra con
que el dolor está crudo y le parece mentira sentir lo mismo ocho a!os despu1sH 3's meor
o peor4 ?o lo s1. 36an pasado ocho a!os4 3B solo han transcurrido dos4 6an pasado ocho
a!os en muchos sentidos, pero a pesar de que )ilvia tiene otra parea y a todas luces ha
olvidado a #avier, en la cuenta que lleva su calendario particular, no han pasado más que
dos aniversariosH
Las separaciones no tienen fecha fia. 'loísa no se separ el día en el que tuvo una
bronca monumental con su marido, ni cinco meses despu1s, cuando @al fin su marido
se fue de casa. ?i casi un a!o despu1s de haberse ido, cuando ella quiso hablar con 1l cara a
cara, de 2hombre a hombre5, para decirle todo lo que pensaba de lo que había pasado y
ponerle
que unos cuantos
quedaron a tomarpuntos
un caf1sobre unas cuantas
para hacer cuentasíes. %alno
y ella ve" se separaron
sinti nada por una
1l y ma!ana en la
ya no estuvo
dispuesta a escuchar otra ve" sus disparates. &uriosamente, esa ma!ana, los disparates ya
no le hicieron gracia, esa ma!ana simplemente escuchaba las típicas tonterías de un
pseudoadulto pat1tico. %al ve" se separaron dos meses despu1s de aquel caf1, la noche en la
que coincidieron con amigos comunes tomando una copa y 1l se insinu y ella no tuvo
ningún problema en ignorarlo, porque ya no lo deseaba como antes. Así es el tiempo,
indulgente y a la ve" despiadado, elusivo y f1rreo.
)in embargo, el tiempo no arregla las cosas por sí solo; el tiempo necesita la ayuda
del trabao del psiquismo en su ardua y silenciosa labor de asimilacin del duelo. 's como
madurar; por supuesto que cumplir a!os ayuda, @pero no es suficiente )i todo quedara en
las manos del tiempo, no e0istirían los duelos patolgicos que entorpecen la vida del
doliente y que lo atascan en oscuros calleones sin salida durante a!os y a!os; ni e0istirían
esos adolescentes de cuarenta y tantos que no acaban de crecer y que no quieren ni oír
hablar de un compromiso. 's verdad que ese trabao psíquico necesita tomarse su tiempo
para llevarse a cabo; es verdad que tiene distintos escalones por los que hay que pasar y que
cada escaln tarda lo suyo; es verdad que una muerte o una separacin no se superan de la
noche a la ma!ana, pero no es cierto que el tiempo, con su simple paso, lo pueda curar todo.
's más, cuando un duelo se posterga y no se enfrenta en su momento, el tiempo no solo no
nos cura con su transcurso, sino que @encima nos reserva la pena en su odioso
congelador y espera con paciencia otra ocasin para volver a servirnos el plato del dolor
intacto, crudo,
2efecto die" como si fuera el primer día. 's lo que ocurre con lo que he dado en llamar el
minutos5.
'l 2efecto die" minutos5 no es una crema milagrosa que nos devuelve die" a!os en
die" minutos, @oalá 'l 2efecto die" minutos5 es un uego que el tiempo entabla con
nosotros y que nos hace sufrir una p1rdida, quince a!os despu1s, como si solo hubieran
pasado die" minutos. 'l tiempo se vale de los detalles más triviales para devolvernos a esos
die" minutos e0actos, sin avisarnos. A veces un duelo reciente, la muerte de la suegra, por
eemplo, que parece más intrascendente, reaviva un duelo anterior, mucho más
significativo, que en su día deamos pendiente, como puede ser la muerte de la propia
madre.
cree que'ntonces, la muer,
llora a una personay no
en entiende la desproporcin
realidad está entre una pena y otra, porque
llorando a otraH
'l 2efecto die" minutos5 es el que nos hace regresar a la casilla número uno,
digamos, cuatro a!os despu1s, el día en que volvemos a un lugar significativo sin aquella
persona. B el día en que volvemos a escuchar una cancin que creíamos olvidadaH
.oncha
6ace tres a!os que &oncha se separ de #aime. +ue ella quien puso sobre la mesa
las horribles palabras del 2%enemos que hablar5. 'lla habl, #aime habl y un mes despu1s
hablaban los dos con un equipo de mediacin familiar para ponerse de acuerdo en los
t1rminos de la separacin y en la custodia del ni!o. ?o hubo divorcio porque no había
habido boda, así que fue una separacin bastante civili"ada. &oncha acudi a consulta
ymientras
mientrasatravesaba su peque!o
se hacía con infierno
la logística de su particular
nueva vidapor
delafamilia
partida. La acompa!18nos
monoparental. en elmeses
duelo
despu1s, nos despedimos.
6ace unos días volvi a llamarme. ?o sabía qu1 le pasaba, pero se sentía fatal y
necesitaba aclarar sus ideas. )u hio atravesaba por una edad difícil y no conseguía hacerse
con 1l. Le chillaba, lo castigaba y, aun así, no encontraba la forma de entenderlo ni de hacer
valer su autoridad. 'staba comiendo ávidamente y, por si fuera poco, llevaba una semana
perdi1ndolo todo9 las llaves, la agenda, el tel1fono mvilH )e decidi a llamarme el día en
el que ella misma se había perdido; tenía una cita de trabao con un cliente importante pero,
a pesar de haber puesto el /$), se perdiH 'stuvo una hora y cuarenta y cinco minutos
dando vueltas en el coche, completamente desorientada, hasta que tuvo que llamar para
cancelar la cita y regresar a su casa llorando. 'staba aturdida y preocupada porque no
entendía lo que le estaba pasando. Le pregunt1 si había ocurrido algo en su vida que
ustificara el desastre y no se le ocurría nada9 2Mmmm, 3en mi vida4 ?o, no s1, en mi vida
todo sigue igualH5.
'ntonces, como al pasar, me cont que hacía dos semanas que #aime le había
comunicado que iba a casarse con la chica con la que lleva más de un a!o viviendo. @/lup
3A casarse4 3$ero si 1l siempre había estado en contra del matrimonio4 @@@( por la
-glesia 37ue #aime se va a casar por la -glesia con otra4
Desde que había recibido la noticia, &oncha se había ocupado Csin darse cuenta de
que la película de su vida se llamara9 2#aime se va a casar con otra y yo estoy sola5. Mont
el
losescenario y loperdi
obetos que puso todo a punto
a lo largo de para representar
esa semana lo que esosu
representaban significaba para ella9
relacin perdida todos
y su
proyecto de familia truncado; su sensacin de descontrol respecto a su hio ponía de
manifiesto que se sentía sola frente a la responsabilidad de educar al ni!o, aunque
conscientemente sabía que no lo estaba, ni lo había estado durante los últimos tres a!os. )e
perdi en la MUZ como se perdieron 6ansel y /retel en el bosque cuando los abandonaron
a su suerte y no pudieron encontrar el camino de vuelta a casa @ni con el /$)
-nmediatamente todo cuadraba, y &oncha entendi lo mucho que le dolía esta boda.
Más allá de que ella llevara tres a!os separada y contenta de haber podido dar el paso, más
allá de que estuviera satisfecha con su vida, era como si todo acabara de ocurrir en la última
media hora y ella necesitara recrearlo, repetirlo, hacer cosas en la realidad que ustificaran
su sensacin de desconcierto y de abandono. &uando propuse la metáfora de la película
titulada 0aime se va a casar con otra y yo estoy sola que ella estaba filmando, &oncha la
complet
no quiera,diciendo
la tengo que, 2$or:aya
que ver. si fuera poco,
al cine que@esta esno
vaya, la hay
únicaninguna
películaotraH5.
en cartelera 7uiera o
<econocer que no es que estuviera peor, sino que estaba circunstancialmente bao el
2efecto die" minutos5 tranquili" mucho a &oncha, porque esa e0plicacin le ofreci un
marco y una aclaracin plausible a lo que hasta ese momento era el puro descontrol.
&oncha logr recuperar para la cartelera de su vida una programacin más completa, con
estrenos inesperados y 10itos de crítica y público que la llenaron de úbilo y de confian"a en
sí misma, pero, durante aquellas dos semanas, vivi bao el 2efecto die" minutos5, y de
forma concentrada, la soledad, la sensacin de abandono y el desconcierto propios de una
separacin reciente.
&os aniversarios
8na de las circunstancias que invariablemente nos coloca, a traicin, bao el 2efecto
die" minutos5 son los aniversarios. 'l aniversario de una muerte, el aniversario de una
separacin, aunque no llevemos la cuenta precisa en el calendario, nos sorprende con una
semanita de pena que no teníamos prevista. 8na semanita de incomodidad, de desa"n, que
no relacionamos conscientemente con el aniversario y que solemos achacar a las hormonas,
al cambio climático o a una mosca que pasaba por ahíH 's como si tuvi1ramos un
calendario secreto en el cora"n que se escribe solo, que apenas lleva la cuenta de tres o
cuatro fechas significativas. )i los calendarios reales los colgamos en la cocina o en algún
lugar visible y los usamos para no olvidar un compromiso, una cita con el dentista o un
cumplea!os, el calendario interno se cuelga solo y suele esconderse en la trastienda de
nuestra mente, en el silencio. ?o hace falta que lo miremos; se comporta como una
secretaria eecutiva de primera línea, y nos recuerda cada una de sus fechas, nos toca en el
hombro sin hacer ruido y nos dice9 2@$psss, que hace ya cinco a!os que muri tu padre5,
26ace dos a!os, por estas fechas, tu marido hacía las maletas para irse5 o 2)í, fue en este
mes, de hace tres a!os, que te fuiste de casa5.
'n cuanto al efecto de los aniversarios de un duelo, el caso de Mariana siempre me
conmovi.
Mariana
momento,Mariana
ningúnvino a mi consulta
m1todo porque intentaba
de reproduccin quedarse
asistida había embara"ada
surtido y, ciclos
efecto. Los hasta elde
fecundacin in vitro eran difíciles y estresantes, y los fracasos sucesivos la deprimían. $or
si fuera poco, esta situacin empe"aba a minar su relacin de parea. (a en tratamiento,
Mariana me cont que cuando era casi una adolescente se había quedado embara"ada de
una parea ocasional, y que había abortado. 'n su momento no le tembl el pulso. ?o había
nada que pensar ni que considerar. )e trataba de un desgraciado error que había que
subsanar de inmediato. De hecho, el padre ni siquiera se enter de lo ocurrido. 6asta allí
todo normal o previsible. &on lo que Mariana no contaba era con que cada mes de octubre
Cla fecha en la que supuestamente hubiera nacido su beb1, ella sacaba la cuenta de los a!os
que tendría el ni!o si hubiera nacido. &uando lleg a mi consulta, sus cuentas iban ya por
doce a!os, @doce a!os Mariana nunca había llorado por su beb1, y, sin embargo, cada mes
de octubre llevaba la cuentaH ?i que decir tiene que esta secreta situacin de la que
Mariana apenas era
tiempo, Mariana consciente
consigui se por
llorar había
su recrudecido
beb1 perdidocon sus problemas
y cerrar ese duelo.de$erdonarse
fertilidad. la
&on el
de
en libertad para poder quedarse embara"ada y tener, esta ve" sí, un hio que cumpliera a!os
y que creciera con cada uno de los a!os que cumplía. Mariana consigui tener una parea de
melli"os que le llenaban la vida y que la mantenían muy ocupada; aun así, cada octubre,
con un poco menos de miedo, con un poco menos de culpa, con más dul"ura, volvía a sacar
las cuentasH
&apítulo `
ya tantas veces#
$B78-%A +'
)alir de copas con unos y con otros, entregarse al se0o indiscriminado, beber para
no llorar, follar para no sufrir, pareas efímeras, relaciones calmantes y un largo etc1tera son
estrategiasUclavo que funcionan como postergadores del dolor.
Aunque todos podemos echar mano de los clavos, esta estrategia antidolor suele ser
una actitud más masculina que femenina. Las mueres, generalmente, necesitamos de un
tiempo mayor de recogimiento antes de embarcarnos en una nueva relacin. De hecho,
algunas se quean de lo rápido que un hombre puede rehacer su vida en parea en
comparacin con el tiempo que tardan ellas en recomponerse. Muchos de ellos saben
escribir sus historias de amor en la arena. 'l viento y las olas las pueden borrar sin dear
rastro. ?osotras, en cambio, nos tomamos el trabao de cincelarlas en piedra y de tatuarlas
en la piel, de maneracaso,
'n cualquier que da igual
estos el tiempo
2clavos5, que bien
como transcurra,
sabe elsiempre nos siempre
dicho, casi dean una
sonhuella.
2clavos ardientes5 en todas las acepciones del t1rmino. )e trata, por una parte, de medidas
desesperadas. 2?os aferramos a un clavo ardiendo5, es decir, a lo que sea, con tal de no
caer en el vacío. (, a la ve", son clavos 2ardientes5, en donde suele haber mucho
desenfreno y poco compromiso; mucha pasin y menos planes de futuro. 'l clavo que saca
otro clavo intenta sin 10ito arrancar de cuao al verdadero protagonista que es el clavo
anterior, que es el que en realidad nos está haciendo sufrir. $or eso las relacionesUclavo
suelen ser relaciones transitorias, efímerasH Aunque duren mucho tiempoH
Belaciones6clavo
.lara y Tony
&lara, treinta y seis a!os, acaba de divorciarse de su marido despu1s de once a!os
de matrimonio. Durante los duros momentos de hacer efectiva la separacin, &lara se aferr
como a un clavo ardiendo a %ony, un compa!ero de trabao bastante más oven que
ella que siempre la había tratado con un inter1s especial. $uede que %ony hubiera estado
enamorado de &lara desde hacía tiempo y viera en esta separacin su oportunidad de
acercarse. 'l caso
colocar la ropa en es que, de destapar
el armario, pasaron caas durante lamutuamenteH
a arrancársela mudan"a pasaron a destaparse;
Durante y de
unos meses
mantuvieronH 3cmo decirlo4 más que una relacin apasionada, una pasin se0ual
con alguna que otra conversacin. La uventud de %ony marcaba el ritmo y &lara se deaba
llevar.
A los pocos meses, %ony ya no podía negarse a la evidencia9 1l estaba enamorado de
&lara y ella seguía pendiente de su e0. &lara no lo incluía en su vida cotidiana y solo se
encontraban en la cama. Lo hablaron y &lara no se sentía capa" de ofrecerle otra cosa que
su cuerpo, porque su mente, el resto de su vida, estaban en otro sitio9 llorando en silencio
por su amor perdido. &uando %ony se fue, a &lara se le vino el mundo encima. De pronto se
qued sin el clavo srcinal su marido y sin el clavo ardiendo que era %ony. (a nada
podía suetarla, estaba en plena caída libre, y todo a su alrededor era abismal. 'staba triste,
deprimida, pero, sobre todo, estaba muy angustiada. 'l cuerpo de %ony, su amor, su pasin
habían sido una
que suponía paramanta que sin
ella estar la había protegido
su marido. 8nadurante los provisional
barandilla primeros meses
que ladecuidaba
la intemperie
del
abismo. )igui sola y, con el tiempo, la vida en soledad le result menos aterradora y más
dulce de lo que había imaginado.
%ony cumpli una funcin de paliativo en la vida de &lara. +ue una aspirina. Le
calm la fiebre por unos días, le quit el malestar general, pero el proceso infeccioso estaba
en marcha. Ahora tocaba hacer supurar la herida, sacar el dolor, vivirlo, atravesarlo y
superarlo desde dentro. %odo esto fue posible gracias al tiempo, que hi"o su trabao, gracias
al tratamiento, que hi"o el suyo, gracias a las amigas de &lara, que acolchonaron su día a
día para que la caída no fuera estrepitosa, y en especial gracias a &lara, que no estaba
dispuesta a dearse vencer.
:aniel y varias
A &lara le había bastado con el clavo de %ony para saber que cada clavo es cada
clavo y que cada clavo tiene su vida propia y sus tiempos; en cambio Daniel estaba
dispuesto a cualquier cosa antes de quedarse solo, antes de sentir la pena de la separacin
de su muer, de su familia, de su vida tal y como la conocía hasta entonces. )u vida
amorosa qued aguereada por los muchos clavos a los que se aferr despu1s de su
separacin. &lavos y clavos que intentaban sacar a otros clavos y a otros y a otrosH @'l
resultado se parecía más a un colador que a una historia de amor $ero 1l estaba encantado
porque había sufrido lo menos posible.
'l fallo que tienen los clavos es que detrás de cada uno de ellos suele haber una
persona ilusionada, enamorada como %ony, como Lola que puede sentirse con ra"n
utili"ada. 's el caso sangrante de +ederico y Laura9
+ederico se qued viudo a los cuarenta y cuatro a!os. De la noche a la ma!ana, pas
de
lostener una 2familia
que apenas feli"5
conocía. a verse
Laura, solo,
por su y con
parte, dos separada,
estaba hios preadolescentes desconcertados,
pero no había tenido hios y a
deseaba formar una familia. Laura se enamor de +ederico, de su triste historia, de sus hios
y se puso manos a la obra para reconstruirlos a su medida. ?o vivían untos, pero Laura
hacía la compra, llevaba a los ni!os al colegio y busc una psicloga para el mayor. 'n fin,
que durante tres a!os fue amorosa y diligente, generosa y paciente con una vida familiar
que podía ser cualquier cosa menos fácil. %odo parecía ir bien, cuando al cabo de esos tres
a!os +ederico empe" a desaparecer de la vida de Laura sin e0plicaciones, le daba largas
con e0cusas pueriles, hasta que un día opt por el m1todo de la evaporacin y le escribi un
ThatsApp9 2@&uánto lo siento, cari!o. Lo nuestro no puede ser. Muchas gracias por todo,
has sido un encanto con nosotros. $erdona lo malo. $uedes venir a recoger tus cosas cuando
quieras. %e deseo lo meor5. 'n efecto, todas sus cosas estaban convenientemente
guardadas en una caa que le entreg el portero con mucha pena y con un poco de
vergOen"a.
frente Lo con
a frente busc, lo llam,
la ra"n de lay ruptura9
un día seera
present en su el
baita, tenía casa sinlargo
pelo avisar y se encontr
y varios a!os menos
que ella.
'stá claro que +ederico atravesaba un duelo muy importante y que no estaba en el
meor momento ni en la meor disposicin para entablar una nueva relacin. $ero tambi1n
es verdad que 1l se de querer y que permiti que Laura le hiciera la vida más cmoda a 1l
y a sus hios. Laura, por su parte, conocía de sobra la situacin de +ederico, pero confiaba
en que su disposicin y su buen hacer le convencerían de que ella era la muer que 1l
necesitaba. &uando todo acab, y de una manera tan cruel, Laura no podía concebir que se
hubiese equivocado tanto con +ederico. Además del dolor propio de cualquier separacin,
Laura lloraba de perpleidad, de sentirse usada, de haber perdido su tiempo con alguien que
no solo no la valoraba, sino que era incapa" de mostrar un mínimo de respeto y de
compasin para, al menos, terminar la relacin con dignidad.
'l otro día escuch1 un monlogo por televisin que me hi"o pensar en el caso de
%ony y en el de +ederico9 el monlogo lo protagoni"aba una muer que renegaba de la
maternidad. 6acía un recuento muy divertido de los inconvenientes que suponía para una
muer tener hios y se burlaba de una amiga que hablaba maravillas de su beb19
237ue a ti te parece maravilloso dormir con uno que llora toda la noche, que solo se
calma si le das el pecho y que despu1s no te hace ni caso4 @$ero si eso es lo que hacen los
divorciados5.
$ues sí. 'so es lo que hacen los divorciados y algunos viudos como +ederico,
demostrando tambi1n en esta ocasin que los hombres se comportan como beb1s y que
nosotras estamos dispuestas a acunarlos como si fu1ramos sus madres, a escuchar sus
queas y a darles el pecho a cambio de nada.
@&uidado con nuestra vena maternal Bo con el 2momento clavo5 de quienes nos
rodean, que a las mueres nos encanta un desvalido para demostrarle lo comprensivas que
podemos llegar a ser. ?os encanta un enga!ado para dear constancia de que nosotras sí
somos buenas y valoramos la fidelidad. ?os encanta disfra"arnos de clavo del otro, y el
clavo, ya se sabe, tiene un destino ineludible9 siempre termina con un martilla"o en la
cabe"a.
Los clavos sirven para suetar, para aferrarnos a ellos aunque escue"an, para
abrocharnos a la ayudan
son puentes que vida mientras
a cru"arpodemos hacernos
el abismo. conqueda
&reo que sus riendasH Las
claro que, relacionesUclavo
con frecuencia, los
clavos son transitorios y están destinados a esconder el dolor. A taparlo por un tiempo, a
transformarlo en su contrario hasta que podamos hacernos con 1l, hasta que podamos
sufrirlo y convivir en armonía con el estrago sin que nos mate.
$or otra parte, la e0altacin propia de la etapa de 28n clavo saca otro clavo5 es,
punto por punto, el negativo del duelo. Lo que en el duelo es pena, en esta etapa es euforia;
lo que es triste"a, se transforma en alegría; el desánimo y la abulia del desaliento se
manifiestan como actividad desenfrenada. $ero @lo siento Los duelos son to"udos y nos
esperan con paciencia a la vuelta de cualquier esquina para hacer en nosotros su trabao.
'ntonces, cuando finalmente podemos prescindir de los 2clavos5 y adentrarnos en la
p1rdida, nos parece que hay un retroceso. 8n buen día empe"amos a sentirnos tristes y no
sabemos por qu1. 8n buen día amanecemos angustiados y no encontramos e0plicacin9
2@&on lo bien ?o
separamos45. queesestaba 3&mo
que est1 peor,puedo estar
en cierta peor ahora
medida que hacey un
ha avan"ado a!o cuando nosuna
ha e0perimentado
meoría, porque ahora está lo suficientemente fuerte como para poder atravesar el
2barranco5 por sus propios pies, sin necesidad de aferrarse a un clavo ardiendo para
encubrir el duelo.
'l +engUshui emocional
2La limpie"a y el orden son imprescindibles, pues permiten que la energía Lchi
fluya con libertad. Brdene los trasteros y evite acumular obetos inservibles que ocupan el
espacio destinado a los obetos nuevos, útiles5.
?o hace falta ser chino ni tener una cultura milenaria, ni siquiera hace falta un
manual de 3eng6shui para saber que este conseo es de una lgica aplastante. $or muy
desordenados que seamos, a todos nos encanta estar en un ambiente limpio y ordenado, no
hay duda. $ero como a nosotros los humanos la lgica nos trae sin cuidado, y una cosa es lo
que oficialmente nos gusta y otra muy distinta eso que nos gobierna más allá de nuestros
deseos confesos, en general solemos escuchar con atencin el sabio conseo, pero no le
hacemos ni caso.
's así cmo, con el malísimo argumento del 2por si acaso5, nuestros armarios,
nuestras cocinas, nuestras mesillas de noche, nuestros estantes y nuestra vida en general
están llenos de obetos inservibles que ya nadie podría ni sabría reparar, de tonterías vieas
de srcen desconocido que se han ganado un puesto en nuestra casa a fuer"a de costumbre,
y que solo sirven para acumular polvo y para deslucir los obetos valiosos que poseemos.
/uardamos un montn de ropa en la que hace ya muchos =ilos que no entramos, 2por si
algún día baamos de peso o vuelven las hombreras5, mientras que las prendas de nuestra
talla, la ropa que nos gusta, está amontonada, arrugada y perdida, imposible de
diferenciarse y de salir indemne del revoltio. Acumulamos torres de papeles hu1rfanos, que
se dedican a tener hiitos por la noche y que se multiplican mientras dormimos.
&onservamos recuerdos de viaes que ya no nos sirven ni para recordar, porque es
imposible saber de dnde era esa iglesia gtica, ese puente o esa torre. La lista es
interminable, lo s1.
( ustedes se preguntarán, 3a qu1 viene esta arenga maternal4 $ues no es más que
una manera de ponernos en situacin para ilustrar cmo, si nos cuesta tanto desprendernos
de obetos físicos inútiles, vieos e inservibles, @cuánto más nos costará deshacernos de los
afectos, de los amores, de los recuerdos
'l conseo del 3eng6shui para mantener a raya el síndrome de Digenes sirve
tambi1n para los amores rotos9 si tenemos la mente, el cora"n y la vida ocupados en a!orar
a un amor perdido e inservible, arrugado, pasado de moda, maltrecho y vieo, no habrá
manera de que otro amor fresco y lo"ano venga a ocupar su lugar, ni tendremos espacio
para e0playarnos cmodamente en nuestra nueva vida.
$asa con la vida como con el cuento &a casa tomada de #ulio &ortá"ar9 en 1l se
narra la historia de una parea de hermanos que vive en la antigua casa de la familia. 8n
día, el hermano escucha unos ruidos e0tra!os y le dice a la hermana9 2%uve que cerrar la
puerta del pasillo.
tendremos 6an
que vivir de tomado la parte
este lado5. ( asídel
vanfondo5. ( la hermana
prescindiendo responde9 y2'ntonces,
de habitaciones cerrándolas
una a una, hasta que tienen que marcharse de casa. 8n duelo mal elaborado tambi1n ocupa
un espacio, más inquietante que el de los trastos vieos, porque ni siquiera se ve; un espacio
fantasmal, como fantasmales son los espíritus de &a casa tomada. 8n amor perdido que nos
resistimos a enterrar se convierte en una presencia misteriosa que e0tiende sus tentáculos
invisibles a lo largo y ancho de nuestra vida y que de alguna manera nos obliga a
marcharnos de ella, porque todos untos Clos espíritus del pasado y el presente no cabemos
en la misma casa.
'n Mujeres malqueridas hablo de una suerte de mando a distancia desde el cual
nuestra parea nos controla sin necesidad siquiera de estar presente. )i nos llama, estamos
vivos y dispuestos Cen on, si no nos llama, podemos pasar dos semanas apagados Cen o** o
en modo 2pausa5, hasta que vuelve a llamar, y entonces parece que revivimos. 's horrible
estar a vida
propia e0pensas
y no de un ninguna
tener mando aingerencia
distancia que controla
en el estado otro, es horrible
de ánimo o en elno ser due!o
canal que nosde la
apetece ver esa ma!ana. $ero, al menos, en esta ocasin, el due!o del mando tiene cara y
presencia. 'n el caso de un duelo estancado, estamos a e0pensas de los vaivenes de un
espíritu burln, mucho más arbitrario, que se apropia de nuestra vida y que nos controla in
a5sentia)
A veces, tenemos la vana ilusin de que somos nosotros quienes controlamos al otro
cuando le perseguimos, cuando le buscamos e intentamos saberlo todo sobre 1l, 2todo sobre
su madre5; todo sobre su nueva vida; si gasta o no gasta; dnde y con qui1n se va de
vacaciones; qu1 hace los fines de semana; con qui1n habla; a qui1n escribe )M), en fin,
que en ese empe!o de controlarle, somos nosotros quienes deamos de ser libres. :olvemos
a estar a su disposicin para amargarle la vida, pero pat1ticamente a sus pies. ?uestro
tiempo es suyo, nuestros pensamientos le pertenecen. )igue teniendo en sus manos el
mando a distancia que nos domina, aunque lleve más de dos a!os sin vernos, aunque 1l
mismo no lo sepa y ni siquiera tenga ningún inter1s en hacerlo funcionar.
&omo bien dice el título de uno de los libros que consult1 antes de escribir este9 >ts
.alled rea!up ecause >ts ro!enC&o llamamos ruptura porque est+ roto) ?o es por
capricho, es que algo, entre esas dos personas, se ha roto. Aceptar que el amor se rompi es
triste, lo s1, escuchar ese 2cruido frío y seco5 del que habla la cancin produce el mismo
efecto que una u!a ara!ando una pi"arra9 da grima.
A veces nos aferramos a un amor roto y a sus vestigios como a una ta"a
desportillada,
algún momento con
la la esperan"a
ta"a vuelva adeserque
unalata"a
porcelana o la vuelva
y la relacin pasin puedan
a ser regenerarse
una relacin. 8nay en
ta"a desportillada, por mucho que peguemos los pedacitos, siempre será una ta"a
desportillada9 remendada, cutre y hasta peligrosa. 'stá permitido guardarla en una vitrina
con los recuerdos solo si en tiempos perteneci a una abuela muy querida. $ero está
prohibido utili"arla. )e volverá a romper, el caf1 tendrá sabor e0tra!o a pegamento y su
contacto nos hará sangrar los labiosH
$erder el tiempo procurando recomponer una relacin terminada, reuniendo los
a!icos esparcidos por el suelo, es, efectivamente, tiempo perdido. )1 que contamos con
muchas ra"ones para intentar untar los pedacitos9
's que yo todavía la quiero. C)í, pero ella ya no te quiere a ti.
's que fue que la otra se le meti por los oosH C)í, pero 1l le hi"o caso a la otra
y ya no quiere estar contigo.
conlleva's
esa que yo s1yaque
relacin nonosotros nos queremos. C)í, pero es que el sufrimiento que
compensa.
6ay un momento en el que ese intento es una obligacin, y otro en el que
mantenerse en el empe!o es un acto suicida. Btra ve" distinguir una ocasin de otra es el
gran reto y el peligro.
'l 3eng6shui no ha de ser únicamente emocional. ?o será suficiente con
despearnos la cabe"a y los sentimientos de un amor inútil; el 3eng6shui físico, el concreto,
tambi1n es importante. &on la misma conviccin con la que nos despoamos de una
yogurtera rota, es conveniente deshacernos de las pertenencias del e0. Del a*ter shave que
de olvidado en el mueble del ba!o, de su ropa viea que no ha venido a recoger todavía,
de las fotos de sus compa!eros de facultad, de la cmoda de su abuela y de su coleccin de
Tint%n. 'n fin, de todas esas cosas que nos lo recuerdan, que nos interrumpen el libre fluir
de nuestra vida y que no nos dean seguir adelante.
Losmontones
hacer tres autores del
conlibro
los que acabo
obetos delde
e09mencionar,
el primero,con
conmuchísima gracia,del
las pertenencias aconsean
e0 que hay
que devolverle; el segundo, con las que hay que tirar directamente a la basura sin
consultarle, y el tercero, con los recuerdos de ambos que queremos conservar para
ense!arle a nuestros nietos. 'ste último deberá ir precintado con un anuncio en letra clara,
legible e inconfundible que diga9 2?o abrir hasta llevar die" a!os casada con otro5. Lo
divertido, lo interesante, lo doloroso será decidir qu1 cosas colocamos en cada montn. $or
eemplo, la coleccin de Tint%n, 3en el segundo o en el tercero4
'lías todavía me duele. )eguro que llegará el día en que me dee de doler, pero, a
día de hoy, todavía me duele. 'stoy harta de seguir viendo sus cosas en mi casa. Ahora, esta
casa es solo M- &A)A y todavía está llena de sus cosas. Así no hay quien olvide ni quien
rehaga su vida. Kl está tan contento en un piso nuevo, todo nuevo, 1l sí ha podido
2redecorar su vida5, mientras que yo sigo en el espacio que era de los dos y encima con
todas sus cosas. Ayer le die que tenía una semana para llevarse todas sus pertenencias, y lo
que siga aquí la semana que viene @lo tiro
María 'ugenia, por su parte, está separada de su primer marido desde hace a!os.
Ambos tienen otra parea y, sin embargo, su casa sigue llena de trastos que le recuerdan a su
e0. 'n una sesin reciente decía así9
@%engo muchas ganas de tirar cosas vieas ?o solo es hacer hueco en la casa; es
más que eso. 's como si, por no deshacerme del pasado, por no perder cosas de mí, no
pudiera avan"ar. &argar con el pasado a cuestas pesa demasiado. ?unca me he parado a
pensar lo que me aportan los recuerdos. ?o me aportan nada alegre, eso lo s1. %endría que
hacer una limpie"a de la casa. &oger una caa, no demasiado grande, y guardar allí las cosas
verdaderamente importantes y tirar todo lo demás. &onservar solo lo que salvaría en caso
de incendio o lo que me llevaría en una mochila a una isla desierta, nada más.
Las palabras de María 'ugenia son un eemplo de una clara disposicin a practicar
el 3eng6shui emocionalH y el otro. 'l obetivo es pasar página. Dear que el pasado ocupe
su lugar de pasado, en el trastero de la vida, en su baúl de los recuerdos y que no nos pese,
que no Mi
nosamiga
impidaMaribel
avan"ar.
conserv durante más de dos a!os una inmensa cmoda antigua,
una oya que pertenecía a la familia de su e0parea y que 1l nunca pas a recoger a pesar de
la insistencia de ella en deshacerse del mamotreto. La cmoda ocupaba muchísimo espacio,
interrumpía el paso y ni siquiera servía de contrapunto al estilo minimalista de la
decoracin de su piso. 8n buen día decidi regalarla. &omo pasa con los malos amores, fue
mucho más difícil liberarse de ella de lo que había sido aloarla entre sus pertenencias. (a
no recordaba cmo había podido entrar semeante mastodonte en su piso diminuto, pero lo
cierto es que no podía salir. %uvo que pagar para que se la llevaran y fue preciso
desmontarla y cortarle las patas para que pasara por una de las puertas.
'sa tarde Maribel me llam9
Acabo de separarme de )ebastián.
3&mo que acabas de separarte de )ebastián4 le pregunt1. @$ero si hace más
de un a!o quemás
?o, ni siquiera lo ves
de un a!o no, @más de dos Acaban de llevarse la cmoda y no sabes el
alivio y la pena. Las dos cosas a la ve". Me doy cuenta de que en el fondo la guardaba para
mantener algo de )ebastián conmigo, para no olvidarlo. &reo que hasta ahora no había
podido deshacerme realmente de 1l y de su recuerdoH &on esa cmoda se fue @al fin
de mi vidaH
%ambi1n está el testimonio de Laura, que me parece que es otro buen eemplo de los
efectos del 3eng6shui emocional y del virtual9
Anoche borr1 de mi +aceboo= a todos los contactos que me unían a Allan. Lo borr1
a 1l y a sus amigos. (a s1 que han pasado cuatro a!os, que me debería dar igual, pero se ve
que no. )i los hubiera borrado al principio, habría sido como una rabieta. Además, siempre
sentía curiosidad por saber qu1 hacían, dnde quedaban, mirar las fotosH Ahora ya no.
Ahora me sobran y se me llenaba el +aceboo= con un montn de informacin que me es
totalmente indiferente. Así que me di el gusta"o de borrarlos uno por unoH )eguro que ni
se darán cuenta ni les importará, pero como no lo hago para molestarlos, tampoco a mí me
importaH
)upongo que llegará el día en el que todo esto me dee de doler. Mientras estoy
ocupada, trabaando, haciendo cosas, no me doy cuenta, pero en cuanto me paro, me duele
y lo paso fatal. A veces me pongo a hacer cosas que no necesito para no pensar, para que no
me agarre la triste"a. Brdeno armarios, tiro papeles, coso botones, arreglo ropa. Mi madre
estaría orgullosa de míH a, a.
Durante las 1pocas de mayor desesperacin, hay quienes optan por una suerte de
2terapia ocupacional5. %eer, bordar, pintar, encuadernar libros antiguos, poner orden en el
trastero, especiali"arse en un determinado videouego, engancharse a -nternet, montar
pu"les, hacer bricolage o maquetas de avionesH 6ay toda una retahíla de trabaos
manuales que acompa!an, que suetan por los pelos con un hilo para prevenir que el
afectado se precipite escaleras abao o salga despedido por la primera ventana que le
prometa alivio a su tormento. &uando recorro las ferias y los mercadillos de artesanía, me
pregunto cuántos de esos ceniceros, portarretratos, pa!uelos pintados, lámparas o adornos
desbordados le deberán su vida a un duelo, a un abandono que busc consuelo en el papel
mach1, en las aguas de hacer punto o en la repostería. 'l fieltro, las lenteuelas, la
cerámica, el cincel son cmplices; son 2sanaUsana5 que alivian el dolor.
/ibbs, el personae que hace de efe en la serie de televisin N.>S, ha perdido a su
muer
cambio, y aelsuescenario
única hia. 'n el trabao
es desolado es un hombre
y desolador. serio,
?o hay nadapero
allímuy eficiente.a'n
que recuerde un su casa, en
hogar.
/ibbs se pasa las noches en vela en un stano oscuro, construyendo un barco que no piensa
usar. )u obetivo no es terminar el barco, sino hacerlo, ocupar sus horas, sus noches, sus
manos en algo que lo distraiga del horror.
<ecuerdo a una paciente que me contaba cmo había resuelto ella una tarde horrible
de verano, sola en Madrid, reci1n abandonada por su novio. &omo está mandado, estaba
tumbada en el sofá, y alternaba el llanto con alguna película de vaqueros, y otra ve" el
llanto. De pronto, mientras se secaba las lágrimas en uno de los coines del sofá @se le hi"o
la lu"9 23&uánto hace que no lavo las fundas y los almohadones del sofá45. )e puso manos
a la obra9 cuatro lavadoras y un par de horas de plancha. 's verdad que el fin de semana
siguiente volvi a llorar en el sofá, pero esta ve" disfrutaba de los coines con orgullo. 2?o
es el fin del mundo pens entonces. 'stoy viva, el saln de mi casa me gusta y además
huele bien5.
Mi amiga #eanette, por su parte, recomienda con entusiasmo la plancha como el
meor antídoto contra los males de amor9 2%e pones a planchar una camisa con volantes,
por eemplo, y tienes que estar pendiente de tanto detalle, que se te olvida por qu1 estabas
deprimida. 's más, @se te olvida que estabas deprimida #a, a, a. (, burlándose de mí,
concluye9 <econcelo9 es muchísimo más barato que un psicoanálisis y al final te luce5.
Dice &ortá"ar que 2las mueres teen cuando han encontrado en esa labor el gran
prete0to para no hacer nada5, y es que cuando se camina por el borde del 2barranco5 del
duelo, efectivamente, no se está en condiciones de hacer nada. ?o se puede leer, no se
puede estudiar, no se puede pensar. Lo que consiguen nuestras tareas es ocupar esa parte de
la cabe"a que de estar disponible solo serviría para darle vueltas a los pensamientos
una y otra ve", como si fueran caramelos. :ueltas infructuosas, sin otro propsito que el de
tener la sensacin de estar haciendo algo, sin hacerlo, pedaleo de bicicleta estática que ni va
ni puede ir a ninguna parte. De no ser por el )udo=u o por el punto de cru", pasaríamos las
noches y los días preguntándonos9 23( por qu145, 23$or qu1 me enga!45, 23$or qu1 me
de45, 23$or qu1 yo45, 23$or qu1 a mí45. ( otra ve"9 23$or qu145, 23$or qu1 muri tan
oven45, 23$or qu1 no me quería45, 23$or qu1 me hacía sufrir45, 23$or qu1 bebía45, 23$or
qu145. :ueltas y vueltas, pedaleos y pedaleos que nos dean clavados en el mismo punto de
partida y de cuyo trayecto lo único que nos quedará será el cansancio. $ara rescatarnos de
esa tortura del autointerrogatorio inútil están disponibles esas tareas repetitivas que
requieren de un tipo determinado de concentracin. $ara que cumplan su cometido, estas
labores nos obligan
contar puntos, a ser muy
de apretar minuciosos,
un tornillo, muy cuidadosos,
de milimetrar como
una madera o desique
la vida
ese dependiera de
palillo ocupe
un lugar e0acto y no otro. 'stas tareas tienen la virtud de requerir toda nuestra atencin y de
ocuparnos el pensamiento por completo. @?os sirven para no pensar @?os sirven para no
llorar @?os sirven para sentirnos productivos más allá del dolor
Blvidar
6AL-L /-*<A?
Sara,
Me dacuarenta años
pena, pero ya no me acuerdo de cmo era mi vida con /uillermo. &uando
estaba sufriendo tanto, lo único que quería era olvidar, que pasara el tiempo lo más rápido
posible para olvidar. $ero ahora que lo estoy olvidando me da muchísima pena. 3&mo es
posible que alguien que ha sido tan importante en tu vida llegue a borrarse de esta manera4
?o hay duda, Aleandra y )ara han podido olvidar. )in darse cuenta, sin
propon1rselo, ha venido el olvido a rescatarlas. $orque por mucho que hayamos amado,
cuando el trabao del duelo está bien hecho, en algún momento vendrá el olvido a
redimirnos y a darnos otra oportunidad, a dearnos descansar. B, como dice mi amiga
#eanette Cla misma que mitiga sus penas de amor planchando9 2@)iempre nos quedará el
Al"heimer5.
<ecuerdo que la primera ve" que se lo escuch1 decir me qued1 espantada. 3@'l
Al"heimer4ya2)í
Al"heimer no me e0plic,
te acuerdas es un
de nada horrortepara
ni nada los que
importa. te rodean,
'stás peroy site tienes
viea y fea crees que
tienes diecis1is a!os y si, por casualidad, te cru"aras con ese hombre sin el que hoy te
parece que no puedes vivir, ni siquiera te acordarías de cmo se llama. 3)e te ocurre un
estado meor45.
?o s1 si lo del Al"heimer será una buena idea, seguro que no, pero en algún
momento, y por mucho que nos cueste, tenemos que poder olvidar y continuar con nuestra
vida. %omar la decisin de 2?o volver a saber más de 1l5 es tan difícil como aquel
propsito del 2?o al primer caf15 del que hablábamos en Mujeres malqueridas como único
antídoto para el pecado de adiccin. &omo los alcohlicos, como los adictos al uego o a la
cocaína, quienes sufren una adiccin por otra persona no tienen más remedio que someterse
a una cura de abstinencia y decir ?B a la primera llamada o al primer caf1. 2?o llamar y
punto5 es la consigna. 2?o quiero volver a saber de 1l5 es el primer paso en el camino del
olvido. Snicamente el primer paso. %enemos que luchar contra nosotros mismos, contra la
desesperacin por seguir controlando su vida9 3qu1 come4, 3qu1 dice4, 3qu1 se compra4,
3qu1 colonia usa4
$ero olvidar, lo que se dice olvidar, no se consigue a base de empe!o ni de fuer"a de
voluntad. 'l olvido es muy independiente y llega con su goma de borrar cuando le parece,
sin pedir permiso y sin avisar. Da igual lo mucho que lo invoquemos, 1l se tomará su
tiempo. Da igual lo mucho que lo evitemos, el olvido es implacable y más tarde o más
temprano llegará. 'l olvido es arbitrario, de manera que borrará lo que le pare"ca y deará
intactos fragmentos
asuntos del psiquismoenteros de e0periencia,
sabemos sin ton
que nada ocurre tanni2sin
son.ton
7uienes
ni son5nos dedicamos
como a estos
parece. 'n todos
los procesos de la memoria y del olvido, en esa seleccin caprichosa que hace que algunos
hechos se borren y otros se queden grabados para siempre, hay una cierta lgica, un hilo
roo conductor que no alcan"amos a discriminar, pero que recorre escrupulosamente cada
uno de los recuerdos que conservamos y que se engar"an en el hilo de la memoria como en
un collar. 'se hilo temporal nos hilvana y hará de nosotros quienes somos.
A pesar de que hoy nos pare"ca imposible dear de pensar en esa persona, dear de
sufrir por ella, una ma!ana nos daremos cuenta de que llevamos más de dos días sin
recordarla, y una tarde estaremos tan enfrascadas en el trabao, o tan distraídas con una
amiga, que dearemos escapar una fecha significativa que en otro momento hubiera sido el
centro de nuestra preocupacin. La vida tiene tanta fuer"a que, si le permitimos hacer con
nosotros su trabao, iremos desatando los nudos que nos mantienen atados al pasado y
estaremos másbien
descubrir @lo ligeros. ( un buen
que hemos día, como Aleandra, como )ara, nos sorprenderemos al
olvidado
'sto de olvidar sonaba meor, o al menos más sencillo, hasta mediados del siglo
RR; entonces, solo teníamos que confiar en nuestra fuer"a de voluntad y en la suya, en
nuestra
RR-, endeterminacin a dearlo atrás
plena era de +aceboo=, y en
olvidar es lamucho
suya. más
'n eldifícil.
tiempo. AlAhora,
amado aloprincipios del a
tenemos ahí,
una tecla de distancia, con toda su vida a nuestro alcance. 'stamos ahí, a una tecla de
distancia, con toda nuestra vida a su disposicin.
+aceboo= es una maravilla, lo s1. %antos millones de usuarios no podemos
equivocarnos. 3B sí4 @&laro que podemos &omo todas las maravillas, +aceboo= tiene sus
reveses y puede llegar a ser muy peligroso. ?o voy a referirme a la enorme cantidad de
pareas que se han desmoronado gracias a un e0novio que pidi regresar Cla revista
.y5erPsychology and ehaviour 0ournal calcula que la cifra puede estar en torno a unos
@@veintiocho millones, sino a sus efectos despu1s de una separacin.
'l problema de +aceboo= no es que nuestra vida est1 e0puesta ante todo el mundo
ni que hurguen en ella los desconocidos, ni siquiera es de gran inter1s poder hurgar en la
vida de desconocidos. 'l problema de +aceboo= son los conocidos, los muy conocidos, los
cercanos, los que pueden calibrar el significado de un 2estado5, de un 2me gusta5 o de 2un
toque5. Los que descubren secretos en los cambios de las fotos del perfil y buscan claves en
lo que se dio, en lo que no lleg a decirse y en la letra de la cancin que amaneci colgada
esta ma!ana en el muro de fulanito o sutanita.
+aceboo=, que se supone está pensado para crear la"os y para unir a unos con otros,
es un perfecto escaparate de e0clusin. A trav1s de +aceboo= contemplamos qui1n está con
qui1n, qui1nes quedaron a tomar un caf1 sin nosotros, qui1nes se fueron de fin de semana
sin avisarnos, qui1nes se intercambian fotos y comentarios sin nombrarnos. :emos por un
aguerito la fiestaendel
felicidad estuvo esaotro, y sufrimos
fiesta horriblemente,
a la que nadie nos invit.convencidos de que
:emos las fotos delalaverdadera
boda de la que
una ve" fue nuestra meor amiga, y a la que se le pas por completo invitarnos a compartir
con ella esa fecha. :emos la fiesta de la vida y nos quedamos del otro lado, peque!itos,
como cuando pensábamos que lo verdaderamente importante ocurría en la habitacin de los
padres a la que teníamos prohibido entrar despu1s de cierta hora.
<ecientemente Cel JJ de diciembre de JJ apareci un reportae en la revista
Magaine de 1l Mundo dedicado a +aceboo= y a sus efectos en la vida de parea. La
periodista tom como referencia el libro 3ace5oo! and 8our Marriage, en el que los
autores tratan este tema desde muchos puntos de vista. 'ntre algunos de sus conseos
encontramos uno e0presado con especial hincapi19 *B<<' -?M'D-A%AM'?%' A )8
$A<'#A &8A?DB <BM$A &B? 'LLA.
'ste conseo le hubiera venido muy bien a 'lena, la paciente de la que hablaremos a
continuacin9
'lena sali a trompicones de una relacin desastrosa y lleg a mi consulta tras el
impacto de una gran patada, moral, pero una patada9 el golpe seco de una despedida sin
despedida. )u parea se acogi al m1todo de la 2evaporacin5 y sac sus pertenencias de la
casa que compartían, aprovechando que 'lena estaba de viae. -mposible ponerse en
contacto con 1l. 'lena no sabía adnde se había mudado ni dnde podría encontrarlo. ?o
solo la había borrado de su lista de amigos de +aceboo=, sino que la había bloqueado.
'l proceso de reconstruccin fue lento, no me voy a detener en los detalles,
simplemente decir que sí, que hubo reconstruccin, que 'lena sali victoriosa del
desastreH B eso creía, hasta que una tarde un amigo de un amigo de su e0 fue la puerta
falsa a trav1s de la cual volvi a toparse con 1l. ?o en persona, no directamente, sino a
trav1s de +aceboo=. 'l amigo del amigo había colgado unas fotos del verano. Más allá de
su voluntad
un impulso lay de su cordura
oblig a mirar,que aconseaban
a buscar, pasarque
de manera de largo
hurgyen
nolas
verimágenes
ninguna ydeenesas
losfotos,
comentarios. 6abía otra muer. &on el argumento del 2(a que5 como quien está a dieta y
empie"a por una patata y termina "ampándose la bolsa entera, no conforme con lo que
había visto en +aceboo=, lo busc tambi1n en Lin=edin y tambi1n lo encontr. Así, gracias
a su morbosa e insaciable curiosidad, casi supo más cosas de 1l en dos horas de las que
había conocido durante los dos a!os que dur la relacin.
eatri
Ayer me metí en +aceboo= y lo busqu1. Lo tenía bloqueado; es un modo que hay en
+aceboo= que uno no recibe nada de lo que el otro escribe a menos que escriba un mensae
directo. 'l otro no se entera de que está bloqueado, pero para mí era una tranquilidad no
volver a saber de 1l, o al menos no con tanta frecuencia. Ahora que ha pasado tanto tiempo
y que me siento más fuerte, se me ocurri ver su página y me encontr1 con lo que cabía
esperar. %iene parea desde por lo menos seis meses despu1s de haberlo deado conmigo.
'staban en la playa y nosotros lo deamos al final del invierno. @?i siquiera me guard un
poco de ausencia &omo cuando vivía con 1l, otra ve" me chup toda la energía y otra ve"
me de e0hausta, me qued1 pegada al sofá sin poder moverme. Me imagin1 que alguna ve"
volvería a saber de 1l, me imagin1 que ya estaba fuerte para hacerlo, pero no. %odavía soy
vulnerable y es muy difícil contenerse y no mirar. ( es muy difícil mirar y no llorar.
bauti"o,)i@cuánto
nos duele
másque
noslos amigos
dolerá ver nos
a une0cluyan o que
e0 en otros las primas
bra"os no nos
Averiguar queinviten a unsu
sigue con
vida prescindiendo completamente de nosotros, aunque nosotros hayamos seguido con la
nuestra y estemos cmodamente instalados en unos bra"os nuevos, supone una situacin
muy dolorosa.
Blvidar siempre ha sido difícil, pero olvidar en el siglo RR- es un horror. 'sperar el
correo era más sosegado y menos esclavi"ante en el R-R que esperar un )M) en el RR-.
'ntonces se podía, más o menos, vivir hasta la llegada del correo porque sabíamos de
antemano que, aunque siempre llama dos veces, el cartero solo venía una ve" a la semana.
Ahora llevamos al cartero en el bolso y podemos asomarnos cada tres segundos, cada dos, a
ver si hay un mensae o si el correo que escribimos anoche a las tres de la ma!ana,
insomnes y doloridas, borrachas de dolor, ha merecido una respuesta.
's terrible estar adheridas al tel1fono como si fuera una bombona de o0ígeno de la
que
paradepende nuestra
sobrevivir y quevida. 8na bombona
nos mata. <ecuerdode un o0ígeno
a una pacienteenvenenado a la que
que decía F 2@$or recurrimos
favor @?ecesito
un ue" que ponga una orden de aleamiento entre mi tel1fono y yo @7ue alguien me
secuestre el tel1fono por una semana Al menos así podr1 dormir5.
:ivimos en una 1poca marcada por la inmediate". @%odo tiene que ser ya ?o
sabemos esperar. ?o hemos tenido tiempo de aprenderlo, hemos estado muy ocupados
aplicándonos en hacer cosas que nos ahorraban tiempo para poder perderlo. 'sta filosofía
de la inmediate" está en las antípodas del tiempo que se necesita para hacer un trabao de
duelo que es un tiempo decimonnico que ha de pasar lento, como es lento el olvido. $ero
más tarde o más temprano el tiempo habrá de pasar, el dolor menguará y el olvido vendrá
para salvarnos de las garras del pasado.
$erdonar
B)&A< T-LD'
$'<D\?
1lena
?o quiero perdonarlo. 7uiero que desapare"ca de mi vida, y si para quitármelo de la
cabe"a tengo que perdonarlo, lo intentar1H @$ero es que me hi"o tanto da!o 7uiero que
desapare"ca de sentir
complicado no mi vida, de mi mente, que su presencia ya no est1. $ero todavía me resulta
rabia.
'lena libra una batalla entre su rabia y su necesidad de libertad. ?o quiere perdonar,
pero a la ve" reconoce que solo perdonando podrá salir más liviana del combate. )u orgullo
herido no desiste tan fácilmente y quiere verse resarcido; todavía hay algo en ella que
clama vengan"a. 'l problema es que en esta guerra la única que comparece es 'lena y, así
las cosas, si alguien dispara, será ella quien lo haga; y si la bala alcan"a a alguien, la única
que estará allí para recibirla será ella. $erdonar no parece una estrategia muy valiente, lo s1,
pero es una manera digna de abandonar el campo de batalla del pasado, para ocuparnos en
asuntos más creativos, más productivos, para concentrarnos, por eemplo, en nuestra propia
vida.
&ono"co luchas encarni"adas por la custodia de los hios, por una casa, por un
coche
ningunoo por una cuenta
ha sido deperdonar
capa" de tel1fono al
enotro
las que pierden
y ambos los dos;
buscan a unpeleas
ue", yeternas
a otro en las aque
ue", una
instancia y otra y otra hasta encontrar a una que les d1 la ra"n. 3A costa de qu14 3A costa
de qui1nes4
$erdonar al otro es importante y perdonarnos a nosotras mismas lo es más aún. De
ese perdn que tanto nos cuesta concedernos hablaremos en el apartado del sentimiento de
culpa.
<ecordar
:'%' D' M[
:ice 3reud
'n su ensayo :uelo y melancol%a CJVJW, +reud e0plica que al principio del proceso
de duelo cada uno de los recuerdos y esperan"as que vinculaban al sueto con la persona
amada cobran una relevancia inusitada. La vida está toda subrayada en amarillo para llamar
nuestra atencin y recordar al ausente. 6ay post6it por todas partes que llevan su nombre.
&on
el quetodo, el duelo
optamos porestá haciendo
morir su trabao.
con el muerto 'ste es el momento
y permanecer delausente.
aferrados al 2trabao'ste
de duelo5, en
tramo del
2barranco5 es necesario para poder, eventualmente, soltarnos de sus amarras y dearlo
partir. $ara aceptar quedarnos sin el ausente, pero del lado de la vida.
Al principio, revivimos al otro con desesperacin en un intento vano de controlar la
realidad, de transformarla, de obligarla a ser lo que queremos. 2?o. ?o se ha ido. Lo tengo
aquí, en mi cabe"a, y si está presente en mi cabe"a, está presente5. 'se viene a ser el trato
que hacemos con ese tipo de pensamiento obsesivo, lo usamos para prolongarle la vida al
ausente. $asamos por alto lo que nos dice la realidad Cque ya no está, que se fue con otra,
que no nos quiere o que ha fallecido y que lo enterramos la semana pasada, nos da igual,
no le hacemos ni caso. &omo los locos, nos creemos que lo que pensamos nosotros es la
única verdad. De manera que nos da igual si hace meses que no sabemos nada de 1l, porque
nosotras lo nombraremos con más insistencia que antes y así lo haremos presente. )abemos
que hacedeuntel1fono
número par de semanas
como si le enterramos,
pudiera pero un ?ada
respondernos. día, sin
dedarnos
esto escuenta, marcamos
recordar, al menossuno en
el sentido que quiero darle en estas páginas. 'sto no es e0actamente recordar, esto es un
esfuer"o por no olvidar, que es diferente. 'sto es alicatarnos la cabe"a con la presencia
efímera, ilusoria, del ausente.
)i hemos sobrevivido al dolor y no nos hemos vuelto completamente locos, si
hemos sido capaces de perdonar y perdonarnos, y nos sentimos libres para continuar
mirando hacia delante, entonces esa realidad que hoy repudiamos y que es mucho más
to"uda que la pena volverá a ocupar su lugar, esa realidad que es la única promesa de vida
acabará por imponer su ley. <etomaremos el trato con la cotidianidad y aprenderemos a
vivir con el aguero que el otro nos ha deado, sin esa loca necesidad de taparlo a la fuer"a.
7uienes no pueden tramitar un duelo se aferran al dolor, o al recuerdo del otro, para no
sentir que algo les falta. ?ada en el trabao psíquico del duelo ocurre de un día para otro.
)erá a sorbos, a poquitos. La vida se colará primero por las rendias, entrará por debao de
la puerta en forma de un olor conocido, y una ma!ana, sin saber bien por qu1, el caf1
volverá a tener gusto a caf1. Btro día habrá que atender a los ni!os y los ni!os nos
contagiarán de vida con su vida. 8na tarde, despu1s del llanto, un gran suspiro, y en el
suspiro entrarán en nosotros el aire y la lu" y de pronto nos escucharemos pensar9 2@:aya,
si no s1 cuándo se acab el invierno y ya es verano5. ( así irá la vida, reconquistándonos
para sus filas, aleándonos del bando de los ausentes. Atray1ndonos con sus cuentas de
colores. &oloni"ándonos y obligándonos de nuevo a vivir la vida de los vivos, que es la
única vidavida
haciendo verdadera.
normal,8n día, sin saber
llevaremos ni cmo sin
dos semanas ni por qu1,
llorar llevaremos
y un una semana
mes durmiendo a pierna
suelta. 8n díaH el duelo habrá hecho su trabao y ya no estaremos bao el yugo del dolor,
aplastados por la imposicin de mantener al otro presente a costa de nosotros mismos. 8n
día recuperaremos nuestra sagrada libertad, estaremos agotados por el esfuer"o, sí, pero
seremos libres. 'se día habremos deado atrás el v1rtigo del 2barranco5 y volveremos a
andar por senderos más amplios, más seguros, más amables.
$ensando en la diferencia entre la obsesin de los comien"os y el recordar
propiamente dicho, me vino a la memoria un te0to de <il=e. 'n los .uadernos de Malte
&aurids rigge, a propsito de cmo surge un poema, el poeta escribe9
2( tampoco basta con tener recuerdos. 's necesario saber olvidarlos cuando son
muchos, y hay que tener la paciencia de esperar a que vuelvan. $ues los recuerdos mismos
no
no son aúnnombre
tienen esto. 6asta
y no que
se lesnodistingue
se convierten en nosotros,
de nosotros sangre,
mismos, hastamirada, gesto,
entonces cuando ya
no puede
suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un
verso5.
A estos recuerdos, a los que se han convertido en nosotros mismos despu1s de que
hemos perdonado, despu1s de que hemos olvidado, me refiero en este capítulo. <ecordar,
en este sentido, solo es posible si se ha pasado página. <ecordar es cuando uno puede echar
mano de algo que ya pas. 'l olvido llegará con el tiempo a merendarse todo aquello que
tuvimos9 lo que fue aquel amor, los gestos del pasado, las costumbres. Al olvido le gusta
arrasar sobre todo lo malo y nos dea, en el fondo de la nevera, casi congelados, unos
restos9 lo bueno. Los recuerdos son las sobras del olvido. Las sobras que nos sorprenderán
inesperadamente y ante las que podremos e0clamar9 2@Ah @$ero si esto fue lo que sobr de
aquella
amor cenaque
eterno @Deparecía
aquellaperfecto,
magdalena de la
queda infancia
esta lo de
foto @( único quehombre
aquel queda de
es el
miolor
vida,@De
estaaquel
cancin5.
&ada quien tiene un eemplo en su vida de los efectos tersos del recuerdo. 'l caso
de ?orma y <ocío nos puede servir de ilustracin9
?orma y <ocío se reencontraron muchos a!os despu1s de haberse despedido. La
separacin fue dolorosa para ambas, no hay duda. %al ve" <ocío lo tuvo peor, porque ella se
qued sola, mientras que, despu1s de la ruptura, ?orma regres al armario y a la vida que
llevaba hasta entonces unto a su marido y a su hio. 'l caso es que los más de tres a!os de
relacin que mantuvieron a escondidas las habían llenado de vida, de alegría, de pasinH
mientras dur; y de pena, de angustia y de miedoH cuando acab. Las dos sufrieron
mucho, las dos lo intentaron, ninguna de las dos pudo. Muchos a!os despu1s, cuando las
heridas habían sanado, volvieron a encontrarse para conversar, se pusieron al día como dos
buenas amigas y descubrieron que ambas conservaban un recuerdo muy dulce de lo que
habían vivido.
@&uánto nos hemos querido dio ?orma.
( esas palabras marcaron la tnica del encuentro. ?inguna de las dos hubiera
querido regresar a las emociones fuertes de entonces, ninguna echaba de menos a la otra,
pero las dos podían reconocer el gran amor que habían tenido entre manos cuando
estuvieron untas.
'ste recuerdo
y el resentimiento amable
ya han que comparten
pasado. ?ormaha
&uando el olvido y <ocío
podidosolo es su
hacer posible cuando
trabao el dolor
y ha borrado
lo que tiene que borrar y ha deado lo que tiene que dear. <ecordar, despu1s de haber
olvidado, es como releer un vieo libro. Las páginas no están en blanco, por escribirse, ni
nos van a sorprender con su lectura. Las páginas ya están pasadas, ya están leídas, pero, de
tanto en tanto, podremos regresar a esos rincones dulces y amables del te0to, a las frases
subrayadas, a lo que una ve" fue un gran amor y que hoy forma parte de quienes somos
como si fuera nuestra propia 2sangre, mirada o gesto5, que dice <il=e.
(a diimos que en algún momento del trabao del duelo es importante renunciar al
ser amado y dearlo morir, dearlo partir; de la misma manera, con el tiempo,
conservaremos de 1l una imagen que permanecerá viva en nuestro interior @su meor foto
8n retrato que habremos dibuado nosotros con reta"os de los buenos momentos, de los
recuerdos dulces del pasado.
guardar< tu recuerdo,
Btra manera que tenemos de tratar con el pasado consiste en ideali"arlo9 todo
tiempo pasado siempre fue meor, todo amor perdido fue el verdadero. %odo pret1rito es,
por definicin, pluscuamperfecto.
)in ir más leos, hoy mismo, yo he comprobado en carne propia esa verdad. Les
cuento9 esta ma!ana me despert1 muy temprano para escribir. ?o me atrevo a decir que
estaba 2inspirada5. ?o s1 si alguna ve" lo he estado; mis libros son más producto del
trabao de hormiga que del rayo divino de las musas. $ero tengo que reconocer que esta
ma!ana escribí y escribí y escribí y todo lo que escribí era genial. 8nas cuantas ideas que
me daban vueltas en la cabe"a desde hacía algunos días esta ma!ana encontraron forma,
eemplos acertados para ilustrarlas y, sobre todo, las palabras e0actas para decirlas. @8na
ma!ana productiva ?o. @+ue muchísimo meor @Muy productiva 3)e puede pedir más4
La hora del desayuno me encontr satisfecha, casi feli". %anto que me di el resto de la
ma!ana libre. (a por la tarde, quise volver sobre mi te0to para releerlo y disfrutarlo, pero
@@@oh, sorpresa
descubrí que en el@?o
i$adestaba Lo busqu1no
los documentos inútilmente.
se guardan?o, no $arece
solos. estaba. ser
'n que
ese momento
uno no puede
leer el peridico en el aparatito por la ma!ana y volver a su te0to tranquilamente por la
tarde, a menos que lo haya guardado palabra por palabra bao llave. @8n horror -ntent1
reconstruirlo, volví a escribir, lo reescribí, pas1 horas, @muchas más horas de las que había
necesitado la primera ve" *orr1, cort1, copi1, hice memoria, pero todo fue inútil, no era lo
mismo. ?unca sería lo mismo. 'l de esta ma!ana era un te0to bello y a la ve" hondo y
además claroH 'l de esta ma!ana era perfecto. 2&omo es meor el verso aquel que no
podemos recordarH5. ?ingún te0to podría competir o emular al que escribí esta ma!ana y
que se borr para siempre del i$ad. @?ada que hacer @La humanidad había perdido para
siempre las meores páginas de este libro @8na pena
A cambio, mi te0to, al desaparecer, había pasado a formar parte de una categoría
muy e0clusiva y de ahora en adelante competiría en la liga de los te0tos elegidos9 era ya un
te0to
escribímítico. Deperfecto.
un te0to aquí en adelante,
)i el i$adyolosiempre
hubiera podr1 decir que
conservado, yo, una podría
cualquiera ve", una ma!ana,
leerlo y
estropeármelo para siempre; alguien podría argumentar que no era tan perfecto como yo
creía, que a mi te0to le sobraban adetivos, que los eemplos eran muy manidos, que las
comas parecían cambiadas de lugar, o que era pretencioso, oscuro o simple. $or el
contrario, desde el paraíso de los te0tos míticos, 3qui1n se atreve a discutirme que lo que yo
escribí esta ma!ana era un te0to perfecto4
Lo que pas con mi te0to es lo que suele pasar con los amores perdidos y con el
pasado en general9 en cuanto desaparecen, se convierten en amores perfectos, inigualables,
míticos. 's lo que tiene el paraíso terrenal, que, una ve" perdido, como mi te0to, como el
pasado, como el amor o como la madre de la infancia, se colocan solitos en un altar en el
que lo único que podemos hacer por o con ellos es rendirles tributo. A ese 2rincn del
alma5 lo podríamos llamar 2el altar de los obetos perdidos5.
'l casomieste0to
seguramente que cuando volvemos
no era tan a la cruda
maravilloso comorealidad, tendríamos
yo lo recuerdo; que
que el reconocer
amor que
que se fue
hi"o meor en irse que en quedarse; que es probable que la madre de los comien"os se haya
equivocado tanto como la madre de la adolescencia. 'n fin, que @puede incluso que el
paraíso terrenal no haya e0istido nunca y que los <eyes MagosH
$ero, como no podemos vivir tan atiborrados de realidad, @por suerte, contamos
con ese rincn del alma, con ese altarcito particular de los obetos míticos perdidos, de esos
recuerdos embellecidos con esmero. ?ecesitamos el amor, la pasin, el arte, la amistad, la
literatura, el cine, en definitiva, necesitamos la ilusin, que es el aceite de los dioses con el
que lubricamos las aspere"as de la vida. $or eso es tan importante conservar un recuerdo
dulce de una relacin perdida, porque en la foto de esos momentos compartidos que se
a!oran, nosotros tambi1n salimos bien retratados, gracias el Photoshop de la memoria que
todo lo embellece, salimos guapos, buenas personas, merecedores del amor del otro,
capaces de despertar pasiones. 'n algún lugar de ese rincn, nosotros tambi1n fuimos
perfectos, 2como es meor el verso aquel que no podemos recordar5, como es perfecto el
te0to que escribí esta ma!ana.
&apítulo X
$'&ADB) &A$-%AL')
La esperan"a, la insistencia, el acoso
)A*B< A M[
Meimporta,
?o dio queyolalorelacin
espero.entre nosotros ya había terminado.
?o va a volver.
?o importa, yo lo espero.
(a no me quiere.
?o importa, yo lo espero.
significa&uando
la fraseescuchamos 2(o 3A
que lo precede4 lo espero5, sabemos
qu1 se refiere de qu1
nuestra estamoscuando
$en1lope hablando,
dice9pero
2?o3qu1
importa54 37u1 es lo que 2no le importa54 ?o le importa la realidad, no le importa la
palabra del otro, ni sus actos. 'n definitiva, le importa un bledo el otro. )olo le importa esa
loca conviccin delirante que la gobierna de que, pase lo que pase, en algún momento, la
vida va a rectificar su error y va a darle la ra"n.
$ongamos los pies sobre la cruda realidad9 en la mayoría de los casos, cuando
alguien nos dice9 2(a no te quiero5, lo que quiere decir es9 2(a no te quiero5. &uando
alguien dice9 2Me voy para siempre5 y da un porta"o, generalmente no regresa amás, por
mucho que esperemos. 's la vida, de nuevo es lo que hay. Las relaciones comien"an, se
desarrollan, a veces se reproducen y otras veces, muchas veces, mueren. Lo peor de este
tipo de esperan"a es que no dea a su víctima seguir adelante con su vida.
&a insistencia
6ay quienes se empe!an en insistir, insistir e insistir sin descanso; a pesar de que su
parea haya deado meridianamente claro que no quiere continuar la relacin.
Aparentemente, todo lo que hacen Cllamar, perseguir, insistir lo hacen por amor al otro,
@porque le quieren muchíííííísiiiimooooo (, sin embargo, si nos fiamos más de cerca,
veremos que son incapaces de practicar el primer gesto que define al amor9 el respeto. Al
otro no le tienen en cuenta para nada, no le escuchan; les da igual lo que diga, lo que haya
decidido, lo que sienta o lo que haga; ellos saben meor que el otro lo que al otro le
conviene y le persiguen sin parar para hacerle entrar en ra"n Cen su ra"n y obligarle a
volver. 's el caso de Miguel y ?elly9
1l acoso
AMA< ( :-:-<
8no de los factores que con más empe!o nos impide olvidar es el sentimiento de
culpa. @*icho malo @Muy malo 'l sentimiento de culpa es un animal sigiloso que se
apodera de nosotros y de nuestro discernimiento para minarnos la moral y obligarnos a
pagar unas condenas desproporcionadas que ningún ue" sensato aprobaría. %rabaa en
secreto, en silencio, desde el inconsciente, y utili"a toda suerte de argumentos absurdos,
como si fueran racionales e incontrovertibles. <ecoo algunos testimonios con los que más
de una podrá sentirse identificada9
Ana
?o me puedo perdonar el haber caído en una trampa tan burda. (o, que me acto de
conocer muy bien a los maltratadores y que siempre les recomiendo a mis amigas salvarse
cuando
3&mo todavía estáncon
pude volver a tiempo. 3Dede
1l despu1s qu1haber
me han servido todos
descubierto los libros
sus mentiras noque
una,henileído4
dos, sino
@tres veces4
Ana se siente culpable por haber estado enamorada de un hombre que la había
enga!ado con unas cuantas; siente vergOen"a ante sí misma y ante los demás por no haber
podido reaccionar a tiempo y se tortura sin cesar9 2@&mo pude @$or qu1 lo permití @$or
qu1 volví con 1l @%onta, más que tonta5. ?o se perdona y no dea de darle vueltas a la
cabe"a una y otra ve" sobre lo mismo.
Miren
%odo lo demás se me ha pasado, la rabia, la pena, el enfado. %odo se ha diluido con
el tiempo menos la culpa por el da!o que yo misma me hice. La culpa es el único
sentimiento que no he podido digerir. ( sigo pensando, 3cmo pude ser tan tonta4
Miren, por su parte, parece que ha podido superarlo todo menos la culpa. La rabia y
la pena fueron poquita cosa comparadas con el poder de este látigo fustigador. )u
sentimiento de culpa es lo único que la mantiene atada al pasado y no la dea pasar página.
Algunas de las mueres que llegan a mi consulta, como Ana, como Miren, vienen
con los peda"os rotos de una historia terminada, con flecos de un sentimiento que se resiste
a abandonarlas. &uando se sientan en la consulta y empie"an a hablar, es como si
empe"aran a sacar del bolso en desorden todos esos pedacitos desmembrados de sí mismas
y de su historia de amor; a veces los sacan de uno en uno, a veces a pu!ados. Llegan con la
intencin de rearmar su propia historia y de rearmarse para seguir adelante con sus vidas.
&uando empie"an a desplegar su historia, no solo me la están contando a mí, sino que, de
alguna manera, tambi1n se la cuentan a sí mismas. )e escuchan relatar el horror, y se
estremecen. 'n muchos casos es la primera ve" que asisten esta ve" de espectadoras a
su propia película, al drama del que son protagonistas. &on frecuencia, el relato se
condimenta con frases del tipo9 2?o me lo puedo creer5, 2@&mo no me di cuenta a
tiempo5, 2@$ero si es de libro5, 2@'s que hubiera tenido queH5, 2@)i yo hubieraH5,
2)i cualquier amiga mía me hubiera contado algo asíH5.
'scuchar la propia historia es importante, abandonar la posicin de víctima pasiva y
deslindar nuestra propia participacin en los hechos, tambi1n; siempre y cuando esa
escucha y esa responsabilidad no se conviertan en armas secretas, en bombas de tiempo que
en cualquier momento pueden e0plotarnos en las manos.
1l tiempo ?desperdiciativo@
Total,
si me hu5ieras querido,
ya me ha5r%a olvidado
de tu querer)
%B%AL
$uestos a torturarnos, somos muy creativos. ?o tenemos un único látigo, ni una sola
manera de martiri"arnos. 8no de los m1todos más socorridos es el 2pret1rito
pluscuamperfecto del subuntivo5, una denominacin muy rimbombante para una práctica
tan est1ril. $refiero sumarme a las voces que lo definen como el 2tiempo desperdiciativo5 )
's muy frecuente que una persona que se ha separado nos cuente cmo el dolor de la
p1rdida se acompa!a de la tortura del9 2)i yo hubieraH5, 2)i 1l hubieraH5, 26ubi1ramos
tenido queH5. ?o hay duda, perdemos, desperdiciamos nuestro tiempo Cno solo el verbal
mortificándonos por lo que pudo haber sido y no fue. 's el caso de 'mma, que me escribi
un correo contándome sobre su estilo particular de practicar esta tortura9
Desde que me abandon, me arranco la piel a tiras torturándome con todos esos 2(
siH5, 2( siH5, 2( siH5 que me hacen sentir tan culpable por lo que hice, por lo que no
hice, por lo que tenía que haber hecho, por lo que no tenía que permitir. Despu1s de leer tu
libro, me parece que cualquier cosa hubiera dado igual. &on esa relacin, con esa persona,
no había nada que hacer, y saber eso me dea mucho más tranquila.
$or suerte, 'mma ha encontrado una forma de salir de ese círculo est1ril y vicioso
del tiempo 2desperdiciativo5. &ualquier cosa que hubiera hecho daba igualH Lo que no
hicimos ya no lo hicimos. Lo que hicimos mal ya está hecho. 7uedarnos anclados en el
autorreproche no conduce a nada. Lo único que tenemos en nuestras manos es el presente y,
como mucho, el futuroH poco más. Lo que fue, fue, y solo hay que visitarlo para romper
la"os, para despegarnos de su embruo, para perdonarnos y, sobre todo, para no repetir.
Los enfrascados en el tiempo 2desperdiciativo5 se dividen entre los que culpan al
otro y los que se culpan a sí mismos. %odos persiguen, sin saberlo, un mismo obetivo9
mantener vivo el vínculo con esa relacin a cualquier precio, y nosotros nos preguntamos9
2$ero 3qu1 vínculo @alma de cántaro, si hace más de un a!o que no se ven45. 8n
vínculo imaginario y maligno, ya no con la persona con la que formaron una parea en
tiempos, sino con ese tiempo verbal est1ril; con el pasado, para lamentarse por 1l, para
culparlo, por no haber transcurrido a nuestro gusto.
'ntre los
que es mucho quepernicioso
más culpan alelotro y los que dirigen
autorreproche que ellareproche
culpa contra
que sesílemismos,
hace al ya sabemos
contrario.
-nsisto9 con el autorreproche tenemos al culpable más a mano, podemos torturarnos a
discrecin Co más bien sin ninguna discrecin, @a mansalva, somos los due!os de una silla
el1ctrica que tortura sin matar, para poder electrocutarnos una ve" más. 'n cambio, si
decidimos que el culpable es el otro, nuestro poder sobre 1l está mucho más restringido,
porque el otro siempre se puede alear, siempre puede levantarse de la silla del reproche y
marcharse, deándonos con la sillita el1ctrica desenchufada. 'l otro puede escaparse.
@?osotros no A cambio de sentirnos los due!os de la silla y del enchufe, nos quedamos ahí,
sentaditos, recibiendo las descargas de nuestra propia ira, chamuscados y tristes. 37u1
sacamos a cambio4 @'star muy ocupado @)er el promotor de algo @Mandar @Mantener el
escenario activado @)er el artífice de cualquier cosa aunque duela y no solo el cautivo
que mira pasivamente cmo el otro se levanta del escenario y se alea
Paula
Ahora me doy cuenta de que eso que dices en tu libro de preguntarse 237u1 he
hecho yo para merecer esto45 tiene que servir para aprender y no para pagar por el pecado,
que es muy distinto.
enormes&uando
pegándolevenía para
a otro. ( casa me encontr1
yo dudando9 23Meenmeto
la calle
o nocon
meuna pelea.
meto4 3Me6abía
metodos tipos
o no me
meto4 3Me meto o no me meto45.
3(4 @37u1 hiciste4
Al final me metí.
3(4 37u1 pas4
@@@?o te imaginas la pali"a que le dimos entre los tres
$ues me parece que nosotras hacemos con nosotras mismas como el del chiste. ?o
conformes con la pali"a que hemos recibido del otro, nos metemos en la pelea, sí, pero no
para defendernos, no para protegernos sino para aumentar la tunda de palos. A veces, el
tratamiento psicolgico consiste en poner esta situacin inconsciente de manifiesto, para
que el paciente pueda ser un espectador de su propio espectáculo sadomasoquista y
reconocer la situacin en la que está inmerso. )aberlo, reconocerlo, será el primer paso para
desactivar al maltratador interno y, sobre todo, para perdonarse y dear en libertad ese
aspecto suyo que se coloca siempre en el lugar de la víctima. Algo parecido le pas a
)onsoles9
Lo único que me alivia es pensar9 2'sto solo es una historia en mi vida. 'sto no es
mi vida entera5. 'se pensamiento, al menos, me permite perdonarme a mí misma. )upongo
que como primer paso no está malH Lo que pas, pas, y ya no lo puedo cambiar. Lo que
puedo cambiar es lo que va a pasar de aquí en adelante, y como siga fustigándome y
machacándome, creo que no me va a pasar nada bueno.
)onsoles empie"a tímidamente a perdonarse. Al menos ya ha reconocido que no
%BDA su vida es un desastre @por su culpa, por su culpa y por su grandísima culpa
'mpie"a a aceptar el hecho de que un fracaso amoroso lo tiene cualquiera, y de que es solo
eso9 un fracaso amoroso y no una catástrofe nuclear. )abe, además, que martiri"ándose por
el pasado no va a conseguir cambiarlo, que lo pasado ya pas y que lo que importa ahora es
lo que tiene entre manos9 su propia vida, su futuro, @ella misma
Btra de las peculiaridades de esta tortura es que no administramos usticia por igual,
ni usamos la misma
'scuchemos vara para medir nuestros pecados y los pecados de los demás.
a Deborah9
)omos mucho más benevolentes con una amiga que con nosotras mismas. A una
amiga le damos palabras de consuelo, ella sí merece nuestro perdn. @?osotras no 3$or
qu14 3$or qu1 podemos ser tan comprensivas con el de al lado y tan implacables con
nosotras
es mismas4
d1bil, no puede 's
darcomo si pensáramos9
más de sí. 3$ero yo42'lla es humana,
@(o no la pobre, habrá@La
@(o soy )uperfulanita quedeperdonarla,
la
reluciente capita @6ay ciertas cosas que a una persona como yo no se le pueden
perdonar5. $arece que una muer así, tan completa, tan perfecta, no merece perdn, sino
castigo.
$ues tengo una mala noticia y una buena. La mala es que tú tambi1n eres humana,
@lo siento, es lo que hay ( la buena es que no es tan espantoso ser humano, que a la postre
es mucho más descansado que llevar una vida secreta de superh1roe. 37ue elegimos mal
una ve"4 @(a elegiremos meor 37ue aguantamos mucho4 (a habremos aprendido de la
e0periencia y tendremos encendido el radar para no aguantar tanto la pr0ima ve". 37ue
nosotras permitimos el maltrato4 (a estaremos atentas de ahora en adelante para
protegernos. 37ue no pudimos defendernos a tiempo4 $ues a partir de ahora nos trataremos
meor a nosotras mismas y nos haremos tratar con más cuidado. @?unca más
?.apita y l+tigo@
'n Mujeres malqueridas, les recomendaba que escondieran en el fondo del armario
aquella capita de supermuer que a veces nos enfundamos para creernos todopoderosas y
capaces de soportar lo que nos echen. &on la misma contundencia hoy les digo9 @hay que
soltar el látigo @6ay que tirarlo al fondo del abismo @Allí donde nunca más podamos
encontrarlo %enemos
ropita triste de víctima,que
@ni deshacernos de esa'sropa
lo uno ni lo otro austada
preciso de cuero
que nos negro yrespirar
permitamos regalar sin
la
asfi0iarnos, que nos concedamos el perdn de los pecados horribles que supuestamente
hemos cometido. Aunque pare"can contrapuestos, capita y látigo están emparentados. La
capita nos hace sentir perfectas, completas y todopoderosas, y el látigo es el usto castigo
que nos merecemosH por no serlo. /uardar la capita de superheroína y enfundarnos en
nuestros vaqueros de mortales, sin más, nos ayudará a prevenir y a reconocer a tiempo
nuestra fragilidad9 2'sto me duele, aquello no me gusta, por aquí no pasoH5. )in las botas
altas de cuero negro nos veremos menos sugerentes, pero iremos mucho más cmodas por
la vida.
Lo que pas, pas, y ya no tenemos forma de transformarlo. &eder al torrente de
autorreproches no sirve más que para eterni"ar el duelo, para estancarnos como un disco
rayado en una frase repetitiva que ni es música ni es nada. @A otra cosa @$asemos a otra
cancin &ambiemos
con nosotras mismas. el disco y entonemos
'mpecemos la melodía
por perdonarnos de la pobre
nuestra reconstruccin y del
humanidad. @'sencuentro
lo que
hay
Medea o amargarle la vida al e0
\D-AM'
'8<[$-D') LMedea
-8 c9mo es <l/
se llena mi pecho
de ra5ia y rencor.
M- MA(B< :'?/A?QA
&uando la separacin se produce por una tercera persona, saber de 2la Btra5 se
convierte en el cora"n de la obsesin. 23A qu1 olerá45, 237u1 tiene ella que no tenga
yo45, 23$or qu1 la prefiere45, 237u1 me falta45, 23Dnde se comprará esa guarra la ropa
interior45, 238sará encaes o hilo dental45, 23%acones o bailarinas45, 23$or qu145, 237u1
le vio45,que
mismo 237u1
en laes lo que ella
cancin9 23(lequi1n
da quees yo no3(
ella4 le di45.
a qu1?os preguntamos,
dedica literalmente, lo
el tiempo libre45.
Aparentemente, nuestras preguntas están destinadas a encontrar una e0plicacin, como si
las pasiones pudieran e0plicarse o enamorarse estuviera ustificado. @)i supi1ramos 2su5
secreto Cel de 2la Btra5, 1l seguiría a nuestro lado @)i solo pudi1ramos descubrir el
misterioH
Aparentemente buscamos una e0plicacin, y la e0plicacin más plausible suele ser
muy triste y muy simple9 2La vida es así, y es lo que hay. ?adie decide de qui1n se
enamora, ni cuándo dea de querer5. )eguramente que nuestra maravillosa 2Btra5 tambi1n
está llena de defectos como nosotras, y lo que es peor Co meor, es muy probable que
ella tambi1n est1 muy interesada en conocer nuestro secretoH De alguna manera, la nueva
muer tambi1n compite con la e0.
(olanda, por su parte, estaba feli" porque había encontrado, @al fin, a ese hombre
que los anglosaones han bauti"ado como Mr. <ight. @'l hombre perfecto :ivían untos,
viaaban untos, se lo pasaban bien untos. @?o se podía pedir más 3B sí4 $arece que sí,
porque (olanda pidi más9 pidi compromiso, pidi boda, pidi hios, pidi y pidi y
pidiH ( no fue complacida. )u príncipe perfecto no quería ni comprometerse ni tener
hios. La familia no estaba hecha para 1l, que se consideraba un alma libre y sin atadurasH
Así que (olanda, que sabía a ciencia cierta que ella sí quería formar una familia, tenía que
tomar una decisin y la tom9 con todo el dolor del mundo, y todavía enamorada de Mr.
<ight, se separ de 1l. Llor antes, durante y despu1s de la separacin, pero al final sigui
adelante con su
espíritu libre vida.
y sin )e recuperaba
ataduras, bastante
aquel Mr. bien,odiaba
<ight que hasta que su príncipe encantado,
las convenciones su día, a
sociales, un
trav1s de +aceboo=, comunicaba a todos la buena nueva9 @esperaba su primer hio para el
verano, y preparaba su gran boda formal, @de velo y corona, para la primaveraH
'l 2)erá feli" con otra5 le cay a (olanda como una bofetada. &omo el pu!ado de
arro" de una boda aena en los oos.
%odo lo que Mr. <ight le había negado a ella con indiferencia, ahora se lo daba a 2la
Btra5 con muchísima ilusin. 'se fue el momento en el que (olanda busc ayuda. (olanda
había podido enfrentarse sola y defenderse de la falta de compromiso de su parea; (olanda
no se de avasallar ni convencer de algo que estaba en contra de sus deseos; ella pudo
encarar la separacin y seguir con su vida sin grandes desventuras. Lo que no pudo soportar
sola fue el dolor que la presencia de esa 2Btra5 embara"ada, comprometida @y vestida de
novia suponía para ella. 2La Btra5 se le aparecía en sue!os como un fantasma, so!aba con
el ni!o,eracon
novia la que
ella, boda,la con )8)
madre eraamigos
ella, @ypresenciando ambos
más de una ve" acontecimientos,
se despert so!aba
llorando en medioque
delala
noche
0uana la &oca
me 5orre a m%.
K&6AM' A M[ LA &8L$A
La figura de #uana la Loca nos puede servir de advertencia, ella es el vivo eemplo
de lo que ?B hay que hacer con un amor perdido. #uana era la tercera hia de los <eyes
&atlicos. &asada con +elipe el 6ermoso, hombre infiel por naturale"a, vive consumida por
la pasin y por
e0tenuacin. los celos.
&uando 'n vida
1l muere selo persigue
sospecha yque
lo acosa a 1l y a sus
envenenado amantes
C2)i hastanola será
no es mío,
para nadie5, conserva su cadáver unto a ella y cada día pide a los mones que le abran el
ataúd para acariciar a su marido, porque necesitaba constatar que su cuerpo seguía estando
allí. 'n avan"ado estado de gestacin, y en medio de un durísimo invierno, #uana comien"a
una travesía loca que durará ocho meses, para trasladar andando el cadáver de +elipe el
6ermoso desde *urgos hasta /ranada. 'l espectáculo de verla vagar con el ataúd a cuestas
ha servido de inspiracin a los poetas @y de funesto eemplo para muchísimas mueres
)1 de sobra que no es fácil salirse de esa competencia. )1 que no es fácil abandonar
el campo de batalla y deponer las armas, pero 3qu1 papel desempe!amos en esta película4
?i más ni menos que el de @#uana la Loca Locas de amor, locas de celos, vagamos por el
mundo aferradas al ataúd de un amor muerto que nos resistimos a enterrar. 'n la soledad de
la noche y rodeadas de espectros, acariciamos el cadáver de una relacin que ya no es, para
constatar, comoque
olor putrefacto #uana, que sigue
desprende allí. ?o de
el cadáver nosnuestra
importarelacin.
el rigor$at1ticamente
mortis y pasamos
nos por alto el
conformamos con ser las due!as del difunto. 'n ocasiones nos enfrascamos en
competencias desquiciadas con mueres gigantescas, que no son más que molinos de viento,
producto de nuestra imaginacin. ( allá vamos, espada en ristre, vagando solas, locas, por
los campos desiertos y secos de &astilla, acompa!adas del peor enemigo9 nosotras mismas
y nuestros peores fantasmas.
&apítulo N
D'&-)-B?') )ALBM\?-&A)
$erder la casa o 2<edecora tu vida5
ni mi casa es mi casa)
/A)%B? *A&6'LA<D
$<B:'<*-B M'R-&A?B
)i los enamorados dicen9 2Mi casa está donde estás tú5, los separados tendrían que
decir9 2)i tú no estás, no tengo casaH5.
'n &a po<tica del espacio CJVWX, /astn *achelard nos lleva de la mano por una
casa imaginaria y nos devuelve a cada lector, uno por uno, al espacio mítico de la propia
casa. ?o de cualquiera, sino de la primera casa de la infancia. 'sa que supone una
prolongacin del claustro materno. La casa es el primer escenario de la memoria. Los
primeros recuerdos están ligados a una casa en particular. La casa alberga los recuerdos,
pero tambi1n los pensamientos y los sue!os. De ahí en adelante, todas las casas que
habitemos serán para nosotros apenas variaciones de esa casa srcinal.
'n un cierto sentido, cualquier casa que ocupemos por suficiente tiempo se
transforma en la casa de la infancia, en el hogar que nos permite volver a sentirnos
peque!os,
todo vulnerables,
es conocido y nadaporque
puede allí estamos a resguardo, @nada malo nos puede ocurrir,
sorprendernos.
?o hay duda, la casa es importante para todos los implicados en una separacin; sin
embargo, en el caso de la muer, hay algo de su propio ser que está en uego en esa casa
familiar. La muer está destinada a ser ella, de una forma concreta, la casa de sus hios. 8na
ve" que el hio ha nacido, ella e0tiende su vientre y se ocupa de decorar, humani"ar y
convertir en nido esa e0tensin. 'lla convierte cuatro ladrillos en un espacio habitable y
amable para sus hu1spedes. 'lla convierte una casa en un hogar.
'sa condicin de morada que caracteri"a a la muer está plasmada en la serie
escultrica Mujer6casa, de la artista francesa Louise *ourgeois. 'n cada escultura, la artista
escenifica la conuncin de la muer y de la casa en una misma imagen9 vemos mueres que
empie"an siendo mueres y que terminan convertidas en casas; tanto como casas que
arrancan siendo casas y que a mitad de camino se transforman en mueres. $or momentos,
no sabemos si la muer está presa en esa casa que la envuelve o si está refugiada en un
remanso de pa".
'n &a guerra de los Bose, una película de Dani de :ito de JVNV, a la que ya hemos
aludido varias veces, vemos a una parea perfecta, que se enamora, se casa, tiene dos hios
perfectos y una casa hecha a medida. &uando ella decide separarse, ambos se en"ar"an en
una pelea a muerte por conservar la casa. La casa es tan importante para ellos que están
dispuestos a llegar hasta el final, y llegan. @Literalmente, llegan hasta el final9 despu1s de
una lucha sin cuartel en la que se hacen la vida imposible mutuamente, ambos mueren en el
combate
el mismofinal, colgados
cora"n de esade la ara!a
casa. de cristal
3's una que ilumina
e0ageracinH4 la casa,
$uede. Lo colgados y aplastados
que es verdad por
es que para
cualquiera de los dos perder la casa era como perder la vida y a ninguno le import morir
en nombre de aquella casa. ( es que, para quienes la habitan, la casa, cualquier casa, es
mucho más que cuatro paredes y un techo.
&ono"co muchas pareas que están tan dispuestas como los <ose a dar la vida a
cambio de la casa, y que se empe!an en librar batallas legales que pueden durar d1cadas.
?o mueren, no, pero hipotecan la propia vida durante muchos a!os, que es otra manera de
morir.
Desmontar una casa y dividirla en dos @es horrible Los platos y los vasos, las ollas
y los cubiertos, el sofá y las cortinas, las sábanas y las toallas pueden ser motivo de disputa,
pero duelen menos. 6ay cosas más peque!as que duelen muchísimo más9 3qui1n se queda
con los álbumes de fotos4 3A qui1n pertenecen los &D que compraron untos4 3( las
películas
2nuestro5,que
y losolían ver los
convierte domingos porenla2tuyo5
dolorosamente tarde4 'n fin, esa reparticin rompe el
o 2mío5.
'l fin de la convivencia generalmente supone que uno de los dos se va de casa y que
el otro se queda. Los dos tienen algo que perder y algo que ganar, pero cada uno tendrá que
v1rselas con su propio dolor, a cada uno le dolerán cosas distintas y le aliviarán tambi1n sus
propias circunstancias.
1l que se va#
)egún las estadísticas, la segunda causa de estr1s la constituyen las mudan"as Cla
primera es la p1rdida de un ser querido, ya sea por una muerte o por una separacinH.
&ualquier mudan"a por deseada que sea supone un periodo de adaptacin y una 1poca
de desconcierto
vivir inevitable.
con su nueva parea y <ecordemos el caso en
que lloraba sentada de un
)ofía, quepor
rincn estaba contenta
su antigua de oscura
casa mudarseya
estrecha. La casa es el hogar, el refugio donde encontramos abrigo, el escondite donde nos
sentimos resguardados. La casa es como una segunda piel que nos envuelve y en donde nos
sabemos seguros, a salvo de las inclemencias de lo aeno. La casa marca el límite entre lo
interno y lo e0terno, entre lo que cono"co y lo que me es e0tra!o. Así que una mudan"a
siempre supone una p1rdida temporal de esa casa conocida, perdemos pie y nos
tambaleamos hasta que la nueva morada consiga hacerse a nuestra imagen y semean"a y
cumplir otra ve" su funcin de hogar. %odo eso lleva un tiempo, aun en los casos, repito, en
los que la mudan"a es elegida. &uando la mudan"a ocurre a raí" de una separacin, la
desubicacin física se suma a la emocional y es difícil deslindar una de otra, como en el
caso de $aloma.
$aloma se había ido a vivir con 'lías, a la casa de 1l. A pesar de que ya llevaban
mucho tiempo con problemas, se separaron de un día para otro, o al menos esa fue la
sensacin que le qued a $aloma. $ara ella, que seguía enamorada, la ruptura había
ocurrido de la noche a la ma!ana, y no había podido hacerse a la idea, ni tomar medidas
prácticas de cara a una posible separacin. Así que, cuando rompieron, $aloma tuvo que
irse temporalmente a casa de sus padres. A nadie le sorprendi la separacin Csolo a ella, y
su familia la esperaba con los bra"os abiertos y fue un soporte muy importante durante esos
primeros meses de duelo. &on estas palabras me comentaba $aloma lo que sentía9
todavía La casaallídemis
est1n 'lías, donde
cosas, he de
parte vivido los últimos
mi ropa, cuatro
mis trastos de a!os, yapero
cocina, no esyaminocasa,
es miaunque
casa.
Mi apartamento, donde viví sola desde que salí de la casa de mis padres hasta que me mud1
con 'lías, está alquilado; de manera que esa tampoco es mi casa. Los pisos que veo para
mudarme son horribles. ?inguno es mi casa. Me imagino que me está costando tanto
decidirme por un piso porque todavía estoy aturdida y no me quiero mudar. La casa de mis
padres, que ha sido mi casa durante más de veinte a!os, ya no es mi casa, aunque ahora est1
viviendo allí. 's raro, porque todo en casa de mis padres se supone que debe ser muy
conocido, pero es nuevo. )algo de casa por una calle que cono"co, mi calle, con los lugares
de toda la vida, pero me parece que todo es raro. 'sto de tener tres casas y no tener ninguna
@@es horrible
$aloma está perdida y sus palabras nos dan una pista del desconcierto geográfico
que
quienproduce una
se muda separacin.
a raí" (a no es
de una ruptura únicamente
queda la pena
desorientada enylolamás
soledad, es que,3Dnde
elemental. además,
está el
ba!o4 3Dnde puedo comprar el pan4 3'n qu1 caa perdida estarán mis "apatos marrones4
@3( el cepillo de dientes4 %odo, hasta la casa conocida de los padres, se vuelve e0tra!o.
'l que se va, inevitablemente, se siente echado, perdido y desamparado debao de
un puente, aunque no sea verdad. 3B de dnde creen que viene la denominacin homeless4
'l 2sin hogar5 siempre es el hu1rfano. A pesar de que haya salido por su propia voluntad,
aquel que se va reencarna a Adán y 'va y recrea, en su peque!a mudan"a, la e0pulsin del
paraíso terrenal.
Ambos pierden, no hay duda, pero el que se va, además de una relacin, pierde sus
cuatro paredes conocidas. )us rutinas del barrio, un suelo donde plantarse en la vida con
ambos pies y un techo donde guarecerse. ( es que la casa, cualquier casa que habite un
reci1n separado, es la única casa del mundo que no aparece en los mapas de /oogle, es una
casa a la
valga. Laque
casanodeseunsabe cmo
reci1n llegar, uega
separado de la que
con no
su se sabe cmo
inquilino a la salir. ?o ciega9
gallinita hay /$) que
le esconde
la ropa, le cambia las puertas de lugar y le pierde las llaves.
$ero no todo son inconvenientes para el que se muda, 1l cuenta con la ventaa de
que de ahora en adelante todo será nuevo. Desconocido y raro, sí, pero nuevo. @?i tra"as del
e0 'l proceso de redecoracin de la vida será obligado. )erán otras las paredes, las
ventanas mirarán en otra direccin, y el espacio en la cocina estará distribuido de otra
forma. La vida nueva será un duro deber que no le permitirá distraerse de su cruda realidad9
la separacin ha ocurrido, no hay duda. $ero es más fácil olvidar acurrucado en un sofá
nuevo que en aquel que todavía guarda en sus coines la forma del e0 @y su olor
6acerse con la nueva morada llevará su tiempo, como todo. -mprimir la propia
personalidad al feudo es una tarea pendiente que servirá para reconectar al doliente consigo
mismo, con sus propios gustos, con su propia identidad y con la vida9 2'sta mesa me gusta,
esta silla no, estoy harta de las paredes blancas, @quiero colores @?ecesito mantas y
coines @( por ahora no quiero tener televisin5. 'l tiempo ugará a su favor, y esa casa,
esa vida redecorada, tomará la forma de su due!o, refleará sus gustos y sus inclinaciones y
volverá a ser un hogar.
1l que se queda#
.atalina
Así no es posible ni olvidar, ni empe"ar una nueva vida. %engo toda la casa llena de
caas. (o le empaqu1 sus cosas porque 1l no venía a buscarlas, pero no s1 qu1 es peor. )í, es
verdad que ahora tengo más sitio en el armario, pero menos sitio en los pasillos y en el
saln. $ara 1l nunca es un buen momento para llevarse sus cosas, 2'sta semana no, que
estoy muy liado5, 2Ahora no, porque estoy con la ni!a5, 2'l pr0imo fin de semana
seguro5. ( así llevamos casi dos meses.
&atalina no puede arrancar con una nueva vida porque un montn de caas apiladas
se lo impiden. )u e0marido se fue ligero de equipae y, a la ve", mientras sus cosas sigan en
la casa común, 1l puede mantener la ilusin de que nada ha cambiadoH, ella no; para
&atalina todo ha cambiado, ahora está sola con su hia, rodeada de caas y, un espacio lleno
de caas no es una casa, ni muchísimo menos un hogar, sino un almac1n o un trastero.
&omo ella dice9
'l que se 2Así
queda3qui1n puedecomún
en la casa olvidar45
tiene la misma tarea del otro, pero habrá de
confrontar otras dificultades. &onserva las rutinas y las estancias, mantiene sus costumbres.
Aunque lo más importante haya cambiado, su cotidianidad seguirá siendo más o menos la
misma y por un tiempo podrá funcionar con el piloto automático. &omo un "ombi, más
muerto que vivo, pero podrá prepararse un bocadillo a medianoche con los oos cerrados,
porque el amn y el queso seguirán estando en el lugar de siempre.
'l inconveniente es que tambi1n tendrá que convivir con los rincones que hasta ayer
habitaban los dos, con las cosas que todavía el otro no se ha llevado, con su aroma, con su
rastro. 'l que se queda parece que tambi1n hace una mudan"a y está condenado a vivir en
el pasado. %endrá que hacer algo nuevo con lo vieo, reinventarse la vida en el mismo lugar.
Lo conocido, lo de siempre se hará tan e0tra!o que le producirá una inquietante sensacin
de algo siniestro.
2<edecorar
será duro la vida5
para cualquiera deeslosundos,
esfuer"o que, en un
pero tambi1n principio,
es una apuestaparece
por laimposible; s1 una
propia vida, que
ilusin y una esperan"a de futuro. A trav1s de la puesta a punto del nuevo lugar de
residencia se puede transformar el abandono en e0presin de libertad.
8no de los consuelos más socorridos @y más tristes que se ofrece a quienes se
separan es el de9 2@7u1 suerte @Ahora tendrás más sitio en el armario5.
'l armario, el armarioH @cuántas cosas se uegan en un armario Allí se esconden
los ni!os para ugar, los amantes para burlar a los maridos y los homose0uales para no ser
públicamente reconocidos como tales. De todos los armarios cuelga algún cadáver, el
esqueleto seco de ese abrigo o de esos pantalones que hace a!os que no llevamos y que
nunca más podremos utili"ar. 'l armario recibe la ilusin de la nueva temporada, ya sea en
forma de un pa!uelo o de una camiseta. 'n el armario se amontonan los "apatos y los
vaqueros, los bolsos y algún vestido que en su día nos hi"o sentir la más guapa de la noche.
8n armario api!ado suele ser el teln de fondo de esa frase que invent 'va y que
seguimos repitiendo las mueres sin cesar9 2@?o tengo nada que ponerme5. ?ada nos
acerca tanto a ese 2Las vueltas que da la vida5 o a aquello de que 2La historia se repite5
como un armario del que podemos rescatar unas hombreras, un pantaln pitillo o una falda
de piel reci1n
@como que llevan d1cadas
salidos esperando pacientemente su oportunidad de volver a brillar,
del horno
%odas hemos e0perimentado en carne propia @sobre todo en carne propia la
habilidad que tienen los armarios para estrechar la ropa durante la noche y convertirla en
imposible de llevar en las ma!anas. 'l armario conserva nuestros tesoros, nuestros
recuerdos y, casi, casi, es un espeo del alma que reflea nuestra identidad; de hecho, uno
puede abrir la puerta de un armario cualquiera y, con un solo vista"o, afirmar9 2'sta es de
las que siempreH5 o 2'sta es de las que nunca... 5. 8n armario, literalmente, nos desnuda
y nos disfra"a. )i la casa nos acoge, el armario nos esconde.
Llenar un armario o vaciarlo son hitos que marcan el comien"o y el final de una
temporada y, sobre todo, de una relacin. 2<edecorar la vida5, la propia y la de la parea,
casi siempre empie"a por el cepillo de dientes y el armario. 3Dnde se nota más la
ausencia4 3'n el alma4 3'n la cama4 3B en el armario4 3Dnde se sufre más4
s1 que, ?o estoy
hasta quesegura
somosde las bondades
capaces inmediatas
de ocuparlo, de recuperar
un armario vacío esespacio en el armario,
un espectáculo solo
lúgubre,
una imagen sombría, el refleo de la propia vida sin el otro, sin el barullo y el desorden que
supone compartir espacios, tiempos, vidas. &omo diría #. #. Millás, las perchas que cuelgan
inútiles, como costillas sin carne, de un armario vacío, dan miedo. A un armario vacío lo
único que le queda de vida es el olor, el sudor.
$ero, despu1s de un peque!o funeral ante el abismo del armario vacío, no hay duda,
un armario vacío tambi1n es una tentacin y una proposicin desde el futuro9 @habrá que
llenarlo $ara empe"ar, con nuestra ropa de siempre que ahora podrá respirar con holgura y,
para continuar, con la que tendremos que adquirir para encarar la nueva temporadaH ( no
me refiero a la temporada oto!oUinvierno, sino a la nueva temporada vital que nos espera.
@A llenar ese armario
Los hios
)i una separacin siempre es difícil, cuando hay hios implicados, todo se vuelve
más compleo y mucho más delicado. ( es que los hios son las grandes víctimas de las
separaciones de los padres. @$or supuesto que los padres sufren Llevamos todo un libro
hablando de lo mal que lo pasan los adultos envueltos en una separacin. @$or supuesto que
cuando una parea con hios se separa es porque están convencidos de que no había otra
alternativa $ero, a fin de cuentas, los mayores han tomado la decisin, o cuando para
alguno de los dos no es el caso, el abandonado ya es un adulto, ya está hecho y tiene más
recursos'laprimer
su alcance para enfrentarse
sentimiento conante
de un ni!o las una
dificultades de la
separacin es vida que el peque!o.
el desconcierto y el
segundo @la culpa Muchos padres no entienden por qu1 sus hios insisten en sentirse
culpables, a pesar de que se les ha e0plicado que ellos no son los responsables del divorcio,
y de que les han deado claro que esto es un asunto e0clusivamente de mayores, entre
mamá y papá. 3$or qu1 entonces se siguen sintiendo culpables4 37u1 les lleva a pensar que
la reconciliacin depende de ellos4
$ara e0plicarlo es preciso reconocer, primero, que el ni!o suele sentirse @el ombligo
del mundo B como mínimo el ombligo del mundo de sus padres, de manera que todo lo
que aquellos hagan según esta fantasía ni!oUcentrista lo hacen con, por, o para 1l.
Además, en todos los ni!os conviven el amor y el odio hacia ambos padres; el apego y la
rabia, en fin, la ambivalencia. Dependiendo de la edad, del se0o y, casi, casi, del momento
del día, los ni!os pasan de adorar a la madre y recha"ar al padre a todo lo contrario. 'stá la
ni!adientes;
los enamorada de papá que
o el peque!o que hoy no quiere
venera saberynada
a su madre de esa
compite contonta que la
el padre porobliga a cepillarse
su amor; o el
ni!o que quiere parecerse a su padre y que lo único que quiere es estar con 1l para ugar al
fútbol y aprender de papá todo lo que papá sabe. B la ni!a que quiere ser como mamá y se
pintarraea con sus pinturas y se pone sus "apatos altos @para quitarle el marido en cuanto se
descuide 'n fin, que más de una ve" por semana los ni!os piensan, sin saberlo, el 2%e
adoro5 o el 2Balá te mueras5 respecto a alguno de los padresH, y viceversa. Más de una
ve" por semana, sin darse cuenta, quisieran tener para ellos en e0clusiva y, sin compartirlo
con nadie, a alguno de los padres; y en esa foto, el otro padre está de más.
'l caso es que todas estas pasiones ocurren gracias a que el ni!o se mueve en un
ambiente controlado, conocido y seguro. 'n un ambiente en el que9 2$or mucho que yo
quiera a mamá, ella no se va a casar conmigo, porque ya está casada con mi padre5 o 2$or
mucho que yo est1 enamorada de papá, 1l prefiere dormir con mi madre que conmigo5. 's
como practicar bo0eo en un gimnasio9 es un deporte peligroso, sí el amor siempre es un
deporte de riesgo, pero allí hay unas reglas del uego que se respetan, hay un entrenador
y hay un árbitro que no permiten que nadie se haga da!o, ni salga demasiado perudicado.
La vida familiar es ese cuadrilátero seguro del gimnasio que admite que las fantasías
infantiles puedan salir a ugar sin correr demasiado peligro. Allí el ni!o 2uega5 a odiar y
2uega5 a enamorarse. ( tambi1n es donde el ni!o aprenderá a querer y a defenderse. 8na
separacin entre los padres hace saltar el gimnasio por los aires, y es como obligar a los
ni!os a ugar al 2bo0eo5 en una peligrosísima calle de 6arlem. @6orror @Las secretas
fantasías inconscientes
miedo @7u1 peligro 'l ni!osequeda
han hecho realidad
a merced de sus@7u1 emocin
propios @7u137ui1n
impulsos. susto lo
@7u1
protegerá
si en esa calle nadie respeta las reglas del uego4 'l seguro cuadrilátero de la cocina de su
casa se ha desvenciado, las cuerdas que lo delimitaban ya no están, últimamente el árbitro
y el entrenador, que eran los encargados de mantener el orden, se están peleando entre ellos
y ya no hacen ni caso a los peque!os; las reglas del uego se han quebrantado, nadie las
cumple, y así 3qui1n se atreve a ugar4
'n el fondo, hay algo de triunfo9 2@/an1 yo @Ahora mamá es solo mía5; sí, algo de
triunfo y mucho de terror9 23)olo mía4 3( nadie va a protegerme de esta pasin45. 'sto
e0plica por qu1 tantísimos ni!os están convencidos de que son ellos los responsables de la
separacin de los padres, y por qu1 creen, con la misma conviccin, que está en sus manos
hacer algo para reunirlos otra ve". )e sienten culpables de las 2patadas5 y de los
2derecha"os5 que han propinado 2ugando5 a la relacin de sus padres y, por su
propio bien, quieren ser buenos, deshacer el entuerto y que todo siga siendo como fue.
-Iui<nes son los padres/ -Iui<nes son los hijos/
&uando los límites del cuadrilátero ya no son lo que eran, los lugares que cada quien
debía ocupar en este uego tambi1n se trastocan y puede ocurrir que los aprendices se vean
obligados a desempe!ar la labor de los árbitros y al contrario. )abemos que los padres
separados atraviesan por un difícil bache; que sufren tanto que con frecuencia sienten que
son ellos los más desprotegidos; entonces, puede ocurrir que los ni!os, por eemplo, pasen a
ocupar el sitio del progenitor que se ha marchado. &ono"co muchos casos de mueres
separadas que, para no sentirse solas y con la e0cusa de que lo hacen pensando en los ni!os,
duermen con sus hios en la misma cama. 37ui1n cuida a qui1n4 37ui1n consuela a qui1n4
&ono"co
en otros casos
confidentes de losen los que
padres, enlos hios deandedesus
depositarios ocupar
penas,sudelugar de hiosy ydeselos
sus queas convierten
reproches
que dirigen al otro progenitor. 37ui1n debería escuchar a qui1n4 37ui1n debería reconfortar
a qui1n4 <ecuerdo a un paciente adulto que comentaba lo que había significado para 1l la
separacin de sus padres cuando tenía quince a!os9
0orge
&uando mi padre se fue, como yo era el mayor, me toc a mí ser el árbitro de las
peleas entre mis dos hermanos peque!os y entre mi hermana preadolescente y mi madre,
que se llevaban fatal. (o tenía que poner orden y, además, escuchar y entender las queas de
mi madre que me usaba como confidente. 3( a mí qui1n me escuchaba4 3A mí qui1n me
ponía orden4 A partir de la separacin pas1 de ser un buen estudiante a ser un p1simo
estudiante. (o tambi1n estaba perdido, pero todos estaban demasiado ocupados en sus
problemas como para ver lo mal que yo lo estaba pasando.
Btra ni!a, en plena 1poca de rivalidad con la madre, decidi que la verdadera
víctima de la separacin era su padre. @'l pobre se había tenido que mudar de casa a un piso
estrecho por culpa de la brua de su madre Así que, a sus doce a!os, se preocupaba por el
estado calamitoso de la nevera de su padre, porque su ropa estuviera bien limpia, por sus
rutinas cotidianas9 236as comido bien45, 236as dormido bien45. 37u1 papel desempe!aba
la peque!a en esta película4 3'l de muer de su padre4 3'l de abuela de su padre4
&ualquiera,
Btrasmenos
veces, elalgunos
de hiapadres
de su padre.
utili"an a sus hios de aliados y, sin necesidad de
ponerlo por escrito, les obligan a tomar partido. 8na cosa es que el ni!o 2uegue5 a querer
y a odiar alternativamente a cada padre, y otra es verse obligado, en la realidad, a defender
a un bando en contra del otro. 'n esos casos, cualquier cosa que haga el ni!o con uno u otro
de los progenitores puede hacerle sentir tan pronto un h1roe como @un traidor 's tentador
utili"ar a los ni!os de portadores de mensaes de ida y vuelta; se recurre a ellos tanto como
mensaeros, como de espías de la nueva vida del otro progenitor.
6ay muchas maneras de hacer esto, unas más elaboradas que otras. 6ace unos días,
mi amiga )ole me cont que sus hias Ane y Marina le habían ganado bochornosamente
ugando a las damas. ?unca antes lo habían hecho, o al menos no con tanta destre"a, y ella
se qued muy sorprendida. 'ntonces Ane y Marina le confesaron el secreto de su 10ito9
2?os ense!a el aita Cdicho con orgullo y picardía, y así podemos ganarte5. 'ntonces, )ole
record que,ycuando
hi"o gracia, estaban
le pareci bien casados, su e0amarido
que 1l deara solía
sus hias ganarledeensulos
el legado uegos de
destre"a. ?omesa.
me Le
atrevo a decir que sea deliberado, en cualquier caso, ganarle a las damas que es un uego
de caballeros a trav1s de las ni!as, parece una forma muy creativa de librar esa eterna
batalla y de ganarla en ausencia.
<ecuerdo, en cambio, a un peque!o paciente de padres separados que, sin
propon1rselo, había tomado partido por la madre. Mentía en las cosas más nimias para no
hacerla quedar mal y ni siquiera se atrevía a reconocer que se lo pasaba bien cuando estaba
con su padre, porque le parecía que eso era traicionar a mamá.
La hia de unos amigos, por su parte, a pesar de haber sido víctima de un divorcio
tormentoso, a sus siete a!os, sorprendi a su padre con un curso acelerado de 2&mo ser un
buen padre separado5. 8n fin de semana, despu1s de que el padre había complacido cada
uno de sus caprichos, la ni!a le e0plic9
$apá, no tienes que comprarme todo lo que yo te pida, ni tienes que decirme que sí a
todo lo que yo quiera hacer. 'res demasiado bueno conmigo y así no me puedo enfadar
nunca contigo porque me siento mala. Me puedes decir que no, que yo no me voy a enfadar
y te voy a seguir queriendo porque tú eres muy bueno.
's normal que los chicos est1n tristes; s1 de muchos que lloran a escondidas, a
veces porque sí, sin entender por qu1 les asalta la pena. A veces, cuando el padre les dea en
casa el domingo en la noche, o cuando alguno de los dos tiene una nueva parea y se sienten
más relegados todavía. %odo lo que vuelva a poner sobre el tapete la cruda realidad de la
separacin les pone tristes y les hace vivir el 2efecto die" minutos5 del que ya hemos
hablado. Las vacaciones
primera comunin que secompartidas,
convierte en eluncumplea!os con doso celebraciones
campo de batalla, un hermanito distintas, la
nuevo, regalo
de cualquiera de los dos padres; son todas ocasiones que generan 2efecto die" minutos5 en
los hios. -ncluso ya de adultos, la propia boda, el repartir las fechas se!aladas de los nietos
con unos y otros abuelos, el cuidar de los padres ya mayores, obliga a los hios a decidir, a
elegir.
's normal que los ni!os se asusten, que se les vea temerosos, desconcertados. La
sensacin de transitoriedad Cayer con tu padre, hoy con tu madre, ma!ana otra ve" con tu
madre y el sábado con los abuelosH 3con qu1 abuelos4 les descoloca, más allá de que se
puedan sentir bien con unos y con otros. De alguna manera, acaban de perder una familia,
acaban de perder la cotidianidad con uno de los padres. 3( si pierden al otro4 's normal
que est1n rabiosos y enfadados. A ellos nadie les consult, y no suelen estar de acuerdo con
esa decisin. $or si fuera poco, uno de los padres está físicamente ausente y el otro está
triste,
qu1 enfadadoponen
ventanilla y desconsolado. 3'n qui1n pueden confiar4 3'n qui1n se recuestan4 3'n
su reclamacin4
( es normal tambi1n que se enfaden, que se opongan, que lo critiquen todo, que
todo lo censuren, que se conviertan en ueces implacables de sus padres y que no haya
forma de complacerlos ni de conformarlos. 's su manera de hacer huelga, de demostrar un
poco de su poder y de su disconformidad con una situacin que ellos no han elegido y que
les afecta y les duele, mucho más de lo que esas peque!as fieras enfurecidas están
dispuestas a reconocer.
6abrá que hacer acopio de paciencia, buscar ayuda, solicitar conseo a quienes ya
han pasado por ahí o a algún profesional. 's una 1poca de crisis para todos y hay ocasiones
en que hace falta que una persona e0terna, imparcial, ponga un poco de orden en la
situacin y en los sentimientos de esa familia rota.
Poner orden
Lo cierto es que más allá de los aspectos emocionales, la vida del hio de una parea
de separados es un peque!o desastre lleno de incertidumbres. Los padres tienen que
procurar organi"arlo
Dependiendo todolalotemporalidad
de la edad, meor posibletodavía
para que
no sea
estáun desastre
bien predecible.
integrada, de manera que
para un ni!o 2dentro de quince días5 no significa nada. $uede ser eterno, o puede ser
ma!ana. 8n gran calendario en la cocina puede resultar de gran utilidad; es conveniente
hacerlo con el peque!o y marcar en colores visibles los días de la semana que ven a papá,
los fines de semana que toca con mamá o con papá, las clases de natacin y las de ballet,
los cumplea!os y las fechas significativas. Mi e0periencia me dice que, en muy poco
tiempo, los ni!os ya tienen integrado el calendario en sus vidas y, como dice 1l principito,
@empie"an a ser felices desde las tres, es decir, anticipan con alegría el día que vuelven a
ver a su padre, por eemplo. Aunque en cada casa tendrán una vida distinta, es importante
respetar la rutina de los ni!os, sus gustos, sus horarios, sus inclinaciones.
'n cuanto a los padres, de ahora en adelante tendrán que responder a un montn de
preguntas que no se hace una parea que está unida9 3qui1n compra los uguetes de <eyes4
3&on qui1n
celebra pasa la ?avidad4 3&on qui1n recibe el a!o4 3DndeH4 3&on cuál de los dos
el cumplea!os4
?i que decir tiene que, mientras más conscientes sean los padres de su funcin de
padres, mientras más capaces sean de olvidarse de sí mismos y de posponer sus intereses
inmediatos por el bien de sus hios por mucho que el orgullo apriete, meor irá todo
para los ni!os. 6ablar mal del otro delante de los ni!os, denigrarle o ridiculi"arle o utili"ar
frases del estilo9 2%u madre no se ocupa suficiente de ti, mira cmo te lleva5 o 2%u padre
solo te da dinero, todo lo demás te lo doy yo5, es muy frecuente y pernicioso.
Deslindar el papel de hombre o de muer del papel de padres es una tarea harto
difícil que hay que practicar y mantener al día con muchísimo cuidado. <ecuerdo a dos
amigas que se separaron por la misma 1poca, cada una por ra"ones distintas; una, por
propia iniciativa, y la otra, por iniciativa de la amante del maridoH Ambas tenían ni!os
peque!os y, en la misma semana, escuch1 a una decirF 23$uedes creer que solo pregunta
por los ni!os4 3$uedes creer que no le importa nada saber cmo estoy yo, despu1s de lo que
me ha hecho45. ( a la otra9 2@'s el colmo )olo está pendiente de mí, y ni siquiera ha
mencionado a la ni!a5. @?o hay manera de acertar, hubiera podido decir cualquiera de los
dos maridos. @$ues claro que no 'n el fondo, ambas se quean e0actamente de lo mismo9
ya las cosas
alguien, unononoson lo que eran,sino
le 2pregunta5, ya laque
vida no es como
2sabe5; uno sefue. &uando
entera uno
del día convive
a día con elcon
roce, en la
convivencia, y no necesita de un informe notarial, porque está al tanto. &uando se vive en
parea, en familia, lo normal es que uno forme parte de la salud y de la enfermedad de los
suyos, y no tenga que preguntar.
'n el mismo sentido, una paciente, cuyo e0marido se había mudado a vivir fuera de
'spa!a, me contaba9
Me doy cuenta de que voy por la calle mirando padres para -sa. ?o busco un
hombre para mí, sino un padre para ella. 'stoy más sola que la una y, sin embargo, no
pienso en pareas, pienso en qu1 va a pasar con mi hia. 3:a a crecer sin un padre4 3&mo
me las voy a arreglar sola con ella4
3Madre o muer4
compartimentados 36ombre
por dentro, o padre4
nuestras ?o essífácil.
funciones Aunque
lo están, no estamos
y nuestro hacer en el mundo
tambi1n. Diferenciar y ocupar el lugar que corresponde en cada situacin es un arte que
nuestros hios van a agradecer.
Mediaci9n *amiliar
divorcioAsí
de hablaba #avier,
sus padres y queunhabía
chicosido
que,llamado
a sus catorce a!os,ante
a declarar sufría los embates
el ue" respectodel
a untortuoso
proceso de custodia compartida. )us palabras son el refleo de lo que tantos otros ni!os o
chicos de su edad viven y sufren pasivamente sin poder protestar. #avier se siente como el
uguete roto de un par de ni!os traviesos, y 1l quiere hacer valer su mínimo derecho a
opinar, aunque sabe que la decisin final no está en sus manos.
$ara buscar ayuda respecto a la meor manera de llevar a los hios, la forma de
hacerles el menor da!o posible, e0iste en 'spa!a, como en muchos países anglosaones, la
figura del 2mediador familiar5. &onsiste en que un especialista imparcial Cabogado,
psiclogo, trabaador social escucha por igual a las dos partes y les acompa!a a llegar al
meor acuerdo posible para los ni!os respecto a la custodia, las visitas, la pensin
compensatoria, las vacaciones. 37ui1n se queda con la casa4 37ui1n pagará el alquiler4
3&mo se comparten los gastos e0traordinarios4 37ui1n organi"a la primera comunin4
'n contraposicin a las decisiones salomnicas de un ue", que tiene la última
palabra y muy poco tiempo para escuchar a las partes, el mediador se reúne con ambos
padres Cindividualmente o en parea una media de seis a die" sesiones en las que cada uno
e0pone sus dificultades, sus opiniones, sus e0pectativas, sus resentimientos y sus dudas,
hasta alcan"ar una solucin consensuada que redunde en beneficio de los ni!os. )e llega a
un acuerdo, 2acuerdo parental5, y este se lleva a un único abogado, quien lo convertirá en
2convenio regulador5 y lo entregará al ue".
6e tenido en la consulta a quienes recurren al mediador y a quienes recurren a los
abogados. $uede que quien
intencin conciliadora, acuda
y puede al aquel
que mediador ya tenga,
que acude de entrada,a una
directamente actitud yest1
un abogado una
mostrando su disposicin al litigio y a llegar hasta el final, cueste lo que cueste, puedeH Lo
cierto es que, mientras que los primeros llegan a acuerdos beneficiosos para los ni!os y los
cumplen, los segundos se en"ar"an en luchas encarni"adas que pueden tardar a!os en
despearse. La mayoría de las veces parece que lo único que está sobre la mesa es el dinero,
pero debao de la mesa se mueven todo tipo de pasiones9 el odio, el amor, el resentimiento,
los rencores del pasado, la vengan"a, el despecho, el dolor, la pena, la rabia, los celos. %al y
como apuntaba #avier, mi paciente, parecen ni!os en un patio de colegio peleando por un
uguete, con la diferencia de que los ni!os tienen en torno a los cuarenta a!os, el patio de
colegio es el u"gado y el uguete suele ser el hio que sufre pasivamente los tirones de un
bando y del otro. %odos sabemos de algún divorcio que ha durado más a!os que el
matrimonio. Los padres sufren mucho, no digo yo que no, pero de nuevo las verdaderas
víctimas sonenlosresolverse
tardan a!os hios, queque
a veces
con laseseparacin
ven muchísimo más perudicados
propiamente dicha. con esos litigios que
(o recomiendo vivamente la figura del mediador familiar. Lo que esas dos personas
no pudieron resolver como parea para mantener la relacin es posible que lo puedan
dilucidar como padres para salvaguardar en lo posible el bienestar de sus hios. Más allá del
dolor que nos produce cualquier separacin, ambos se quedarán con la sensacin de haber
hecho lo meor por sus hios, a pesar de las circunstancias, y con una cierta dignidad.
$or supuesto que esto tampoco les va a evitar ni a los padres ni a los hios el
dolor de una ?avidad destro"ada, de una cotidianidad desperdigada o de unas vacaciones
fragmentadasH $ero, al menos, se habrá respetado el mínimo derecho de los ni!os de saber
a qu1 atenerse y más o menos qu1 esperar en cada momento.
.ustodia compartida
te puedes t7 creer,
se me olvid9 tu nom5re)
&a verdad
&reo que la ganancia más significativa despu1s de una separacin es la verdad. )í,
ya s1 que hay veces en que la verdad, la realidad, no nos gusta, pero, por mucho que nos
duela,
pero la@siempre es meor que
mentira enferma, la mentiraen&omo
y permanecer dice mi que
una relacin amiga
no *ego!a,
funcionalaesverdad duele,
vivir en una
mentira. 37ue la relacin funcionaba para ti pero no para 1l4 $ues entonces no funcionaba.
8na relacin es cosa de dos, o funciona para ambos o no funciona. 37ue la relacin
funcion durante a!os, y que por qu1 no iba a seguir haci1ndolo ahora4 ?o cono"co las
ra"ones, pero el hecho de que haya funcionado durante a!os no garanti"a que tenga que
hacerlo por siempre amás. 37ue tú todavía le quieres4 :ale, pero 1l ya no te quiere a ti, y
tú mereces estar con alguien que te quiera por lo menos tanto como tú le quieres a 1l.
'n este momento no cuenta lo que fue, sino lo que es. 'sa es la verdad, y hacernos con ella
es lo único que nos garanti"a que tendremos los pies bien plantados sobre la tierra para
seguir andando. La mentira, cualquier mentira, es un terreno resbaloso que nunca conduce a
un buen camino.
?o pretendo minimi"ar los efectos de una separacin, ni siquiera pretendo decir
aquello de que
escenarios, 2?oalguien
cuando hay malnos
quedea
porde
bien no venga5.
la noche $ero incluso
a la ma!ana en elmanera,
y de mala peor de hay
los un
momento en el que tenemos que reconocer que el malvado nos hi"o un favor. De hecho, he
escuchado decir más de una ve", a quienes en su momento sufrieron horriblemente por una
separacin9 2Divorciarme ha sido una de las meores cosas que me han sucedido5. ?o
propongo que le mandemos un ramo de flores a su casa como un gesto de agradecimiento,
no, tampoco es eso, pero 3qui1n quiere tener cerca a una persona en la que no se puede
confiar, en la que no se puede creer4 38sted dearía sus ahorros en un banco que acaba de
quebrar4 3B sus inversiones en manos de Murdoch4 $ues tampoco es muy recomendable
depositar su vida y su confian"a en alguien que ha demostrado sobradamente su
incapacidad para sostenerse en la vida con una cierta dignidad. 8na persona así no es un
buen compa!ero; la vida es muy larga y por momentos complicada, por eso es meor saber
a tiempo con qui1n se puede contar y con qui1n no. 3De qu1 nos sirve mantenernos fieles,
atadas de
ilusin quepies y manos,como
se evapora a un fantoche,
lo que es ya que
un espeismo4
no pasaría $ues de muy
ninguna poco.
prueba 'so es una
de control de
calidad.
)1 que las ventaas de vivir en la verdad solo se reconocen con el paso del tiempo o
a la lumbre de una nueva relacin que sea más sana y más satisfactoria que la anterior; pero
cuando al fin se acepta, cuando podemos ver con claridad que en realidad nos hemos
librado de un destino aciago, nos parece que la película es otra completamente distinta.
'ntonces nos cuesta entender cmo pudimos sufrir tanto a manos de alguien que no era tan
maravilloso como le imaginábamos. 'n ese momento, lo que sentimos es @@un enorme
alivio 'n efecto, @nos hemos quitado un gran peso de encima
A uno mismo
8na de las cosas más importantes que recuperamos despu1s de una ruptura es @a
nosotras mismas $arece una obviedad, pero, en esas relaciones tormentosas, solemos
perdernos de vista, como se pierde de vista a un ni!o distraído en un parque de atracciones.
Durante la relacin nos adentramos en el túnel del terror, nos despistamos por sus pasillos
oscuros, y @@@cmo nos cuesta encontrarnos y recuperarnos 's lo que le ocurri a ?oemí,
que contaba, aliviada, lo siguiente9
cuando Despu1s
ya lo peordehalapasado.
separacin me he
&uando recuperado
estaba a mítanto,
sufriendo misma. Lo puedo
no podía decir ahora,
ni pensar, pero si
hubiera sabido que iba a llegar a sentirme tan bien, @me hubiera separado mucho antes ?o
me separ1 para recuperarme, porque no tenía ni idea de lo perdida que estaba. 6a ocurrido
así, pero recono"co que ahora he descubierto cosas de mí que no sabía, o que había
olvidado y que me gustan.
&ada historia es cada historia y cada cual tiene su manera personal de atravesar por
su 2barranco5; sin embargo, lo que dice ?oemí es una opinin que la mayoría de las
personas que han pasado por el mal trago de una separacin repite9 2@?o s1 por qu1 esper1
tanto5, 2@?o s1 por qu1 aguant1 tanto5, 2@?o s1 por qu1 perdí tanto tiempo a su lado5,
2@)i hubiera sabido antes lo bien que iba a estar5.
%ambi1n Laura reconoce que despu1s de la separacin se siente más due!a de sí
misma. )u forma de e0presarlo es muy gráfica9
(a s1 que a veces perder al otro es como perder un bra"o o una pierna, pero a mí me
ha pasado lo contrario. 's como si antes mis bra"os y mis piernas fueran suyos, y despu1s
de separarnos siento que al fin los he recuperado.
?o creo que sea necesario e0tenderme en las bondades de poder ser due!as de
nuestros propios bra"os y de nuestras propias piernasH )eguro que cuando donamos
nuestros rganos en vida a alguien que ni los necesita ni los usa para nada no somos
conscientes de todo lo que ponemos en uego con esa donacin. 'sos impulsos e0tremos de
sacrificio y de generosidad que a veces nos entran a las mueres suponen la locura de
renunciar a lo más irrenunciable de un ser humano9 su propio ser, sus peculiaridades, sus
rasgos distintivos, sus deseos, sus atributos, @y hasta su salud %odo esto perdemos en una
relacinLafusional, y tododeesto
recuperacin recuperamos
nosotras mismasdespu1s
incluye de una separacin.
tambi1n el reencuentro con los
nuestros, con la familia y con las amigas, a quienes puede que hayamos deado de lado a
cambio de una dedicacin e0clusiva a la parea. Durante los horribles momentos de una
separacin, cuando más solas nos sentíamos, seguro que había una amiga solidaria cerca,
cuidando de nosotras, y cuando deamos finalmente de llorar y levantamos la cabe"a, allí
estaba ella, dispuesta a prestarnos sus "apatos y a llevarnos de fiesta y salir de compras o de
copas con nosotras y con una lista de amigos de su marido disponibles para presentarnos.
$ero no solo recuperamos a las amigas para contarles nuestras penas y para apoyarnos en
sus hombros, sino que volvemos a eercer de amigas, volvemos a estar en activo,
disponibles para ellas cuando son ellas las que nos necesitan. $oder salir del encierro de
nuestra propia pena y ocuparnos de otros siempre es una buena se!al de que la recuperacin
sigue su curso.
&a li5ertad
Lo primero que hice cuando lo de1 con mi novio fue ir a cortarme el pelo. Mi
peluquero llevaba a!os dici1ndome que me lo cortara, porque dice que yo tengo 2cara de
pelo
fui y corto5,
le die9 pero como aelMauricio
2@&rtame le gustaba
pelo @D1ame el pelo largo,
guapísima5. ( mepues
dio9no2@Lo
le hacía caso.
deaste conAsí
tu que
novio5. ?o sabía si reírme o llorar de ser tan previsible, pero estoy contenta con el
resultado y es una forma de pasar página. De verme distinta.
&a dignidad
posible&uando conseguimos
que desarrollemos unlevantar la cabe"a
cierto sentido paradignamente despu1s de
detectar situaciones una ruptura,
parecidas es
a aquellas
que acabamos de superar. $or supuesto que, como de costumbre, siempre es más fácil ver la
paa en el oo aeno que la viga en el propio. 'n cualquier caso, ese radar que hemos puesto
en funcionamiento es lo único que puede prevenirnos de repetir relaciones desgraciadas,
destinadas a fracasar. Alicia es un buen eemplo de esto último9
:eo a mis amigas con sus maridos y algunas están viviendo cosas muchísimo peores
que lo que estoy viviendo yo; entonces pienso9 2%ú solo te has separado, no es tan horrible.
'ra peor cuando estabas con 1l y te trataba así5. 6oy por hoy, no me cambiaría por ninguna
de mis amigas, de verdad, están soportando las mismas cosas que yo soport1 durante a!os.
$ara mí es un alivio verme mucho más digna que antes. )ola, sí, pero @digna
'l olvidoH
<'6A&'< LA :-DA
)olo no significa abandonado
#B6? L'??B?
1n plena muchedum5re,
a pleno cielo,
Al %ntimo, al desnudo,
$A*LB ?'<8DA
8o no te pongo condici9n)
'?%<'/A %B%AL
&ada ve" que escucho aquello de que 2+ulanita rehi"o su vida5 entiendo que quien
lo dice quiere contarme que nuestra 2fulanita5 tiene otra ve" una parea y puede que incluso
est1 dispuesta a formar una nueva familia. 'ntonces, yo siempre me pregunto9 3es que
acaso quienes siguen solos despu1s de una separacin no están vivos4 3's que la vida que
llevan no es vida4 3's que no se puede 2rehacer la vida5 más que en parea4
Me parece que 2rehacer la vida5 despu1s de una separacin consiste en dear de
llorar, en dear de recordar y de lamentarse por lo que se ha perdido y en empe"ar a sacar
cuentas de lo que se puede hacer con lo que se tiene y lo que se va a ganar a partir de ahora.
<ehacer la vida significa dear de torturarse por el pasado y vivir y disfrutar el presente;
dear de mirar hacia atrás, y mirar hacia delante; rehacer la vida consiste en pasar página y,
sobre todo, en hacerse con las riendas de la propia e0istencia, ya sea solo o bien
acompa!ado. ( ese es el tema que va a ocuparnos en este capítulo.
Las separaciones y los divorcios son un signo de los tiempos que corren, y no todos
desembocan en la formacin de una nueva parea. :ivir solos es, hoy por hoy, una
e0periencia que, muy probablemente, tengamos que atravesar todos los adultos en algún
momento de nuestra vida. Así que es meor estar preparados para coger al toro de la soledad
por los cuernos de la autonomía, dispuestos a hacernos con esa vida en solitario, y a
disfrutarla, en ve" de quedarnos atascados en el lamento por lo muy desgraciados que
somos o empe!arnos en maldecir la malísima suerte que hemos tenido. @7uienes viven
solos son multitud Así que @no están tan solos
antesala6ay
quequienes entienden
tienen que habitarsupara
soledad únicamente
encontrar comoesos
otra parea; un lugar de tránsito,
se e0asperan, se como la
impacientan, ponen su vida en 2pausa5 hasta nuevo aviso y tienen la impresin de que
todos los que les acompa!aban en esa salita de espera van pasando al saln de la 2vida
verdadera5 y 2rehacen su vida5 antes que ellos. Les parece que todas las amigas están
casadas, que todas tienen hios, que todas encuentran un nuevo novio, un segundo marido o
un buen amante antes que ellas; en fin, 2@6asta cuándo tendr1 que esperar5 y 2@&uándo
será mi turno5 es lo único que se preguntan. Mientras tanto, la vida, que 2es eso que pasa
mientras que ellas esperan por la vida5 que diría Lennon, se les escurre entre las
manos. @)ufren tanto por lo que no tienen que les cuesta disfrutar aquello que sí tienen
6ace apenas un a!o, yo era una de esas mueres malqueridas que describes en tu
libro. Me aterraba pasar la vida sola y so!aba con tener un hombre que me quisiera, y no
me importaba
conseguido aguantarheloaceptado
superarlo, que hiciera falta cony tal
la soledad ya de
no estar
me daacompa!ada. Actualmente,
miedo. Ahora he
me siento mucho
meor que cuando estaba con mi 2gato5.
'ntre las mueres que viven solas hay muchas chicas solteras que esperan encontrar
una parea y formar una familia; es el caso de &lara, que tiene más de treinta a!os. La
mayoría de sus amigas están casadas y muchas de ellas ya van por el segundo hio. 'n
&lara todos los reloes empie"an a sonar con insistencia, y, animada por el tronar de esas
alarmas, entabl una relacin con un hombre que parecía @al fin el adecuado. ?o era
su tipo, pero tampoco estaba mal. ?o era muy apasionado, pero bueno, el se0o no lo es todo
en la vida. 'ra muy mirado con el dinero, pero bueno, seguramente cuando se casaran las
cosas serían diferentes. )i alguna ve" discutían, 1l desaparecía sin dear rastro hasta que ella
llamaba a pedir e0plicaciones, o a pedir perdn. 'n realidad, llamaba a pedir un poco de
compa!íaH Al final, aquello que mantenían entre los dos y que parecía tan 2conveniente5
para ambos
satisfi"o, no dio
&lara caymás de sí.
presa de Al principio,
la pena y del ydesconsuelo.
a pesar de que aquella
Luego, pasrelacin nunca por
a lamentarse la su
terrible mala suerte, y no paraba de compararse con cada una de sus amigas, las casadas, las
embara"adas, las enrolladas, las reci1n comprometidas, etc., etc., etc. 8n buen día, animada
por una compa!era de trabao que estaba en sus mismas circunstancias, se apunt en un
grupo de singles. $or primera ve", cay en la cuenta de que ella, en este momento, era una
persona sola. Lo que tanta angustia le generaba, aquello de lo que huía y a lo que no se
resignaba le result muy tranquili"ador y muy esclarecedor9 empe" a llevar su propia vida,
una vida de persona sola. 'ntonces, por eemplo, en ve" de viaar con su grupo de amigos
de siempre @todos en parea menos ella, @todas embara"adas menos ella, empe" a
hacerlo sola, con otros solos y con otras solas, con quienes en este momento tenía mucho
más en común que con sus amigos de toda la vida. Asistía a encuentros de domingo por la
ma!ana para andar por la sierra o de sábado por la noche para ir a bailar. @'staba encantada
&onoci
que nuncaa hubiera
personasconocido
muy interesantes. 6i"o dos
en otro ámbito amigas que
y descubri una piensa
secretaconservar
vocacin toda la vida
y aptitud y
para
la fotografía que no sospechaba que tenía. 'n definitiva, de de lamentarse por su vida de
soltera y empe" a disfrutarla. &lara, @al fin, descubri que una parea no es la única forma
posible de compa!ía. Describía su gran descubrimiento de esta manera9
Antes buscaba con quien quedar todos los días al salir del trabao para no llegar sola
a casa. Ahora me siento más tranquila. <econocer que vivo sola y que estoy sola me ha
ayudado. Antes tambi1n vivía sola, pero estaba todo el tiempo queriendo tapar esa soledad.
Ahora puedo ir sola de compras y lo disfruto, no estoy obligada a quedar con alguien. Me
voy sola al cine y ni me pesa ni me siento 2pobrecita yo, que tengo que ir sola al cine5.
$uedo hacer vida de single y disfrutar sin sentirme abandonada ni agobiada. %ampoco estoy
dispuesta a conocer a alguien porque sí. 'l otro día me iban a presentar a uno, pero 1l no
podía más
quiero, que tomar uncuando
ya quedaremos caf1 eltengamos
sábado a no s1 qu1
tiempo loshora rara, y le die a mi amiga9 2Así no
dos5.
'n Am1rica tenemos un uego infantil que consiste en hacer una ronda en la que una
de las ni!as baila sola, y las otras le cantan9 2La se!orita GfulanaI Caquí se dice el nombre
de la ni!a va entrando en el baile, que lo baile, que lo baileH5. La ni!a baila a su aire y
luego tiene que sacar a bailar a otra, mientras el coro le canta9 2D1ela sola, sola, solitaH5.
'ntonces, la primera regresa al corro y la ni!a elegida baila 2sola, sola , solita5, se luce,
hace sus meores pasos, disfruta de su momentoUreina y de @sus dos minutos de gloria
Muchas historias de amor que cono"co parecen bailar en el patio del colegio de la
vida esa misma cancin. Ambos entran en el corro de las relaciones de parea con ilusin,
bailan el baile todo lo meor que pueden, ponen mucho de su parte para bailar
acompasados; cambian de paso, siguen el ritmo, aprenden o inventan pasos insospechados.
Algunas, con tal de seguir bailando con una parea, son capaces de perdonar pisotones, de
olvidar empuones, hasta que un día, a pesar de lo mucho que han aguantado, la vida decide
que han de quedarse 2solas, solas, solitas5. A veces por eleccin propia, a veces porque el
compa!ero de baile abandona el uego, lo cierto es que la mayoría de las rupturas conducen
a ese campo tan familiar y tan desconocido, tan temido y tan íntimo de la soledad, y nos
obligan'sa bailar
cierto en el en
que, corro del 2sola,
principio, sola , solita5.
la soledad no es un estado que se suela buscar
activamente, sino el resultado de los vaivenes de la vida. $ero soledad no significa
abandono. Aunque la soltería no sea elegida, lo importante es que sea reconocida y
aceptada. )oledad puede significar libertad, independencia y, sobre todo, un espacio para
reconocer la propia identidad.
La mayoría de las mueres que cono"co, a diferencia de los hombres, suelen darse
un respiro entre una relacin y la siguiente. %al ve" tengan una mayor capacidad para
tolerar el duelo y eso les permite esperar hasta volver a formar una parea. Algunas tienen
clarísimo que prefieren estar acompa!adas y se ponen activamente a la tarea de encontrar
un nuevo compa!ero, mientras que otras están contentas con su situacin. &onfían en sí
mismas y en su propia vida, y dean que la vida vaya llevando su curso.
Muchas de ellas se descubren a sí mismas, y sus propios gustos, gracias a esa nueva
soledad,
que sentíacomo le pas
de estar a Alicia,
consigo que me e0plicaba con este eemplo tan cotidiano el alivio
misma9
$or primera ve" me doy cuenta de que me gusta desayunar en silencio. Mi marido
siempre ponía la radio y preparábamos el desayuno con /abilondo. A mí me parecía que
eso era normal, pero ahora que decido yoH @no sabes qu1 placer me produce tomarme el
caf1 a solas, en silencio y mirando por la ventana
-Se$o/ 'Seguro(
8na de las preocupaciones más genuinas despu1s de una ruptura es la que concierne
a la vida se0ual. 3:olver1 a tener se0o alguna ve" en la vida4 3:olver1 a gustarle a alguien4
3:olver1 a sentir con otra persona lo que sentía por>o con 2ese5 que se fue4 3's que hay
se0o despu1s del 2barranco54 )i la vida se0ual con la parea estaba muerta, es normal que
se pregunte 3me acordar14 3)abr14 3$odr14 $ues, @por supuesto que sí De hecho, cono"co
acoreografía
muchas mueres quepracticada
mil veces han descubierto su propia
y predecible delse0ualidad
se0o con ela marido
raí" de de
un toda
divorcio; la abre
la vida
paso a la sorpresa y al suspense. 8n nuevo compa!ero de sábanas puede ayudar a una
muer a descubrir unos cuantos puntos 2/5 diseminados a lo largo de toda su anatomía, en
lugares que nunca había e0plorado y que ni siquiera sabía que e0istían.
Las hay que optan por el 2momento clavo5 para borrar en otros bra"os el recuerdo
del e0 tan pronto como les es posible; sin embargo, lo más frecuente es que despu1s de una
ruptura, y mientras se atraviesa por el terreno escarpado del 2barranco5 , no estemos para
muchas fiestas. ?o pasa nada, es normal. &uando alguien está convaleciente de una fiebre
alta o de una operacin de hernia tampoco tiene muchas ganas de accin. @%iempo habrá
8na persona en duelo es transparente, parece que nadie la ve. -dentificada como
está con el ausente, ella tambi1n se ausenta de su propio cuerpo y pasa inadvertida. ?o está,
no sabe, no contesta, nadie la advierte, nadie la sigue con la mirada. $ero una ve" superado
ese periodo
vuelve de convalecencia,
a entrar en ebullicin y que en cadavuelve
la persona persona
al tiene
ruedo.una
?oduracin
es que separticular, la sangre
lo proponga, no es
que una tarde decida9 2Desde ma!ana me pongo manos a la obra5. 's que un día, sin saber
muy bien ni cmo ni por qu1, vuelve a habitar su cuerpo y le da vida; entonces, la nubecita
que hasta ayer la acompa!aba allí por donde iba se disipa. 'l peso de esa sombra que le
oscurecía las facciones desaparece y, de pronto, se la empie"a a ver iluminada, radiante,
guapa, y vuelve a mostrarse deseable para el se0o opuesto, @para el propio se0o @y para sí
misma
8na cosa curiosa que suele ocurrir cuando una muer se separa es que de pronto
surgen de la nada un montn de almas caritativas Cgeneralmente pertenecientes a hombres
comprometidos, que se sienten en la obligacin de socorrerla y de brindarle un poco de
calor humanoH )olo un poco, y siempre de la misma formaH
6ay quienes tienen que conformarse consigo mismas durante un tiempo. ?o está
mal. $uede ser ocasin de conocerse meor y una manera de mimarse. )iempre es un buen
refugio saber que nos tenemos. $ero a veces no es suficiente. %engo una amiga que,
despu1s de un divorcio sorpresivo y atormentado, no estaba preparada para una nueva
relacin sentimental, pero necesitaba vivir su se0ualidad en compa!ía. Me cont que
recurría a páginas de contactos e0clusivamente para tener algún encuentro se0ual sin
consecuencias, sin implicaciones emocionales. A ella le funcion. :ivi sola muchos a!os,
y mucho tiempo despu1s volvi a la vida en parea con un hombre que todavía la
acompa!a.
%odo cuándo,
únicamente es posible,
cmotodo estáquien
y con permitido
ustedcon unas?adie
decida. cuantas reglas
está básicas9
obligado será una
a 2pagar5
cena o unas copas con se0o. &ada uno tiene sus tiempos y hay que hacerlos respetar desde
el principio. @7ue espere ?o le va a pasar nada al chico si tiene que posponer sus
urgencias. ( aun a riesgo de sonar maternal, @por favor, @se0o seguro ?o es un buen
momento para un embara"o no deseado, y muchísimo menos para una complicacin que
comprometa su salud se0ual. $or lo demás, @la vida empie"a ahora @A disfrutarla
7uienes se separan y tienen hios tienen sus propias ventaas y sus propios
inconvenientes. $or una parte, no se quedan completamente solos. Los ni!os, sus rutinas,
sus necesidades,
la hora de la cena,lesporque
obligan a manear
hay dedeberes
que hacer otra manera su dolor
y porque y a dearlo
hay que de lado
levantarse porque es
temprano
para ir al colegio. Los hios son testigos de la propia vida que organi"an la pena con su
torrente de vitalidad. @Los hios son una bendicin porque sobrevuelan nuestro 2barranco5
y nos conectan con el suceder de la cotidianidad
)in embargo, uno de los peligros que corren algunas mueres despu1s de una
separacin, consiste en colocar sobre los hombros de sus hios la responsabilidad de
acompa!arlas para no sentirse solas. &ono"co casos de madres que infantili"an a sus hios,
que los obligan a permanecer en estado de dependencia perpetua beb1s eternos, con tal
de que la necesiten a ella por siempre amás y que nunca la abandonen. Madres que, cuando
se separan del marido, duermen en la misma cama con sus hios independientemente del
se0o y de la edad para no sentirse solas, sin respetar el derecho a la intimidad que tienen
los chicos y saltándose las mínimas reglas culturales contra el incesto que separan a una
generacin
hios, de otra. Madres
que renuncian entregadísimas
a su propia vida y que,que se olvidan
a cambio, de sí
e0igen mismas por 2@(o
reciprocidad9 cuidarhea sus
renunciado a mi vida por ti. De ahora en adelante, tú tendrás que renunciar a la tuya por
mí5.
'stas mueres parece que susurran al oído de su ni!o Caunque el ni!o tenga más de
cuarenta el 2%ú serás mi 5a5y5 como una condena. Madres que hablan del hio con un
sentido de posesin M- 6-#B que dea poco espacio al ni!o para crecer, para
desarrollarse y defenderse por sí mismo en la vida. 3&mo va a traicionar el peque!o de
treinta y cinco a!itos a su pobre madre que está sola4 3&mo la va a dear de su cuenta un
domingo por la tarde para salir 1l con los amigos4 3&mo va ella a tener un novio si mamá
la necesita tanto4 3&mo se va a ir de compras con las amigas y no con ella4 3&mo se va a
ir a estudiar fuera deando a mamá, con todo lo que ella se ha sacrificado4 Ahora, 3qui1n
depende de qui1n4 37ui1n necesita más de qui1n4 'l hioUreh1n, el recluso, se siente preso,
sí, pero a la ve" se siente muy importante9 @es indispensable para la madre 'n estas
condiciones, es muy difícil defenderse de ese poder omnipresente de una madre que lo da
todo 2por el bien del hio5, y que a cambio 2solo5 le pide que 2sea su 5a5y5 por los siglos
de los siglos.
)uscribo por completo al poeta liban1s halil /ibran cuando dice9 2%us hios no
son tus hios, son hios de la vida C.... %ú eres el arco del cual tus hios, como flechas vivas,
son lan"ados5. @'l arco @?ada más que el arco A la flecha hay que lan"arla en su
momento y a conciencia, desprenderse de ella para dearla volar libre en la vida.
6ayellos
allí donde padres que van
quieren con la)eflecha
llevarla. dellos
sienten hio abra"ada
due!os de laalflecha,
pecho la
y la llevan
usan comode un
la mano
amuleto que los acompa!a y los libra de sentirse solos. 'stos padres no están dispuestos a
dear que la flecha el hio cumpla su destino de flecha de hio, que no es otro que
ser lan"ado a la vida de la meor manera posible, con las meores herramientas de que
disponemos para que pueda defenderse con autonomía y abrirse su propio camino.
?o es fácil seguir la vida en soledad, y entiendo que es una enorme tentacin usar a
los hios de compa!ía, pero los padres son los responsables de sus hios, no sus due!os, y
una de sus responsabilidades consiste en ayudarlos a crecer y permitirles ser
independientes. &ada cosa que hagamos por y con los hios habremos de preguntarnos 3esto
lo hago por el bien de qui1n4 3'n qui1n estoy pensando4 3A qui1n beneficia esto o aquello4
?o es el caso de -sa, que está muy dispuesta a ligar y a encontrar otra parea, pero
cono"co a muchas personas que, despu1s de una ruptura, prefieren refugiarse
indefinidamente en la soledad por miedo a un nuevo desenga!o. 'sas son las que piensan9
2Más vale solo que mal abandonado5. 7uedan tan dolidas, tan maltrechas despu1s de una
separacin, que el miedo a repetir la e0periencia las domina y lo único que quieren es
protegerse y esconderse de otro posible fracaso. $uede que estable"can relaciones
esporádicas, pero guardarán sus sentimientos a buen recaudo para no correr riesgos. Aun
cuando la herida est1 cerrada, queda la cicatri", que escuece cuando hace mal tiempo y que
es un recordatorio de ese momento duro de la vida que no quieren volver a atravesar.
'l argumento de 2Lo peor que te puede pasar es que te quedes como estabas5 no les
funciona. ?o es tan simple. &uando alguien opta por estar solo, controla la situacin. 6ay,
en esa
otra soledad,
soledad, la algo de eleccin,a algo
que sobreviene de una cierta
una ruptura, decisin
se vive voluntariosa.
como impuesta, como 'nuncambio, esa y
abandono;
es posible que el agraviado se sienta mucho más solo que antes, porque, además de solo, se
sentirá dolido, traicionado y desilusionado.
4ivir solas
2&on las pareas pasa como con la economía, despu1s de una crisis, nada volverá
a ser como antes y hay que estar dispuesto a adaptarse a los nuevos tiempos5.
2?o
malo estar estoy de acuerdo
acompa!ado, con que
sino porque Gmáslovale
la vida soloHI.
ha llevado 8nosituacin.
a esa no está solo
?o porque sea en
tengo nada
contra de estar acompa!ada, ni me cierro a esa posibilidad5.
2(o no estaría dispuesta a conformarme con un Gpeor es nadaI solo por estar
acompa!ada5.
2(o no me siento una val=iria o una heroína por vivir sola. ?o lo elegí. 's el
destino, y lo único que te queda es embellecerlo y habitarlo lo meor posible5.
2:ivir solo no es una maravilla de entrada. 'so no es verdad. 'so se vuelve
verdad con los a!os, con el tiempo, con la costumbre, cuando uno ha sido capa" de hacer de
su vida algo creativo, a pesar de estar solo, y es capa" de llenar la cotidianidad con cosas
agradables y duraderas. Ahora no puedo dear de preguntarme qu1 pasaría con todas esas
cosas si volviera a vivir con alguien. 3'staría dispuesta a renunciar45.
Se$ualidad
2%ardíamente descubrí que el se0o podía separarse del amor. %uve un amante
durante mucho tiempo con quien me veía únicamente para el se0o. ( despu1s yo quería que
1l se fuera para su casa y seguir con mi vida, y 1l se iba5.
2(o echo de menos el momento Goso de pelucheI, el abra"o de la noche, no el
se0o. 'cho en falta alguien a quien cuidar y a quien abra"ar, no con quien follar5.
2(o descubrí mi vida se0ual despu1s de separarme5.
mucho 2Despu1s
miedo. 6oy de mi última
mantengo unarelacin,
relacinme
concerr1 a cualquier
un amigo. )e0o encuentro
y amistad.se0ual. %enía
?o es una parea,
pero no está mal. (o no quiero vivir con 1l, lo único que quiero es pasármelo bien5.
2(o tuve un amante mucho más oven que yo. Dur hasta que 1l se cas con otra,
porque empe"aba a mirar el relo mientras estaba conmigoH 'ntiendo a las mueres que
pagan a un gigol; uno paga para que el otro no mire el relo5.
2(o no hubiera crecido lo que crecí si hubiera seguido casada con mi marido. (o
era muy dependiente de 1l y la separacin me ha hecho crecer y sentirme mucho meor
conmigo misma5.
2&uando me separ1, era un problema de supervivencia. B 1l, o yo, y @elegí yo
Ahora he llenado
haga falta mi vida de tal forma que no hay espacio para una parea, ni siento que me
una parea5.
2&uando se acerca la vee", lo meor, lo más maravilloso, es apoderarse de la
propia vida, yo no s1 si hubiera podido hacerlo acompa!adaH5.
2$ara mí fue muy difícil darme cuenta de que a partir del divorcio yo era cabe"a
de familia y todas las decisiones importantes tenía que tomarlas yo5.
2$ara mí lo más duro fue tener que v1rmelas con las cosas cotidianas de las que
se hacía cargo mi marido, bancos, electricistasH5.
2(o echo de menos una conversacin con un hombre, el punto de vista
masculino. @6ay demasiadas mueres en mi vida5.
"tra pareja
Durante los peores momentos del duelo, mientras el otro ocupa todo nuestro
pensamiento y su ausencia llena nuestra vida, no es posible pensar en nada ni en nadie que
no sea el que se fue. $ero, con el tiempo, esa presencia se disipa y, poco a poco, queda
reducida al estatuto de recuerdo. 'ntonces, solo entonces, volvemos a estar disponibles para
pensar en otra relacin. %ímidamente, salimos otra ve" al ruedo, volvemos al baile de la
vida y buscamos con qui1n bailar una pie"a, dos, tres, @toda la vida
&alibrar cuándo se está preparado para una nueva relacin y cuándo no, es todo un
arte. (a vimos que hay quienes se lan"an de cabe"a al momento clavo y, cuando todavía
están abiertas todas las heridas, se abra"an al primero que pasa por delante, rogando un
poco de consuelo, un respiro, antes de sumergirse en el dolor. 'so no es encontrar una
parea, eso es otra cosa, eso suele ser un apa!o, funcionar como un apa!o y fracasar como
un apa!o.
$ero 3qui1n dice cuándo estamos preparados para entablar una nueva relacin4 3'n
qu1 libro pone cuánto tiempo hace falta para restablecerse de un desenga!o4 ?o lo
sabemos, cada caso es cada caso, cada quien necesitará el tiempo que necesite, lo cierto es
que se trata de un momento delicado.
Mi e0periencia me dice que las mueres solemos permanecer más tiempo que los
hombres en ese limbo entre una parea y la siguiente. (a sabemos que cuando un hombre
toma la decisin de separarse, generalmente cuenta, al menos, con un clavo para capear el
temporal, y cuando ha sido abandonado, no tarda en encontrar otros bra"os dispuestos a
consolarle. ?osotras, en cambio, podemos separarnos a pelo9 porque así no queremos
seguir, porque así no nos gusta la relacin, porque no somos felices y esperamos otra cosa
de la vida y, aun en esos casos, tardamos en recuperarnos, @ni que decir cuando nos han
deado $arece que el olor del anterior en nuestro cuerpo tarda más en e0tinguirse que
nuestro olor en el cuerpo del otro; y a nosotras, ya se sabe, nos cuesta me"clar olores y
sabores.
Despu1s de haber sufrido tanto, es normal que necesitemos un tiempo de
recuperacin y es normal que un cierto instinto de animal herido nos protea de una recaída.
A veces el miedo nos asalta por la espalda. 3)erá que vamos a repetir la misma historia4
3)erá que nunca vamos a encontrar a alguien que nos quiera bien4 Los fantasmas del
pasado acechan, solo la realidad de otra relacin más placentera los dispersa.
Miedo a repetir
Lo cierto es que el miedo a trope"ar con la misma piedra está más que ustificado.
@'s nuestra especialidad $arece que una de las cruces con las que los humanos tenemos
que cargar consiste en empe!arnos en repetir situaciones desagradables. <epetimos porque
somos to"udos, porque, en ve" de baar la cabe"a y de abandonar la contienda con la
realidad, nos empe!amos en insistir una y otra ve" en la misma historia con el propsito de
doblegar a esa realidad y de obligarla a darnos la ra"n, para así salirnos @al fin con la
nuestra.
)alimos despeinadas de una película desastrosa, @fracaso rotundo de crítica y
público <eunimos fuer"as para una nueva superproduccin, volvemos a hacer un casting,
y esta ve" parece que hemos elegido a un buen actor; peroH si le pedimos que represente el
mismo papel37ue
va a repetir. y si elqui1n
guinessigue siendo elpues
el guionista4, mismo, lo siento,
la historia pero me
infantil, los temo quelosla hermanos,
padres, historia se
la 2agenda oculta5 de la que hablábamos en Mujeres malqueridas. ( es un guin difícil de
corregir, porque no está escrito a lápi", ni en una pantalla de ordenador que se dee borrar
con una tecla, sino en una de esas pi"arras mágicas de la infancia Co al menos de la infancia
leana de algunos, aquellas de cartn hechas con dos láminas de plástico que se untaban
para escribir y que al separarse se borraban; de esas en las que por mucho que se borrara,
siempre quedaban marcadas las huellas de lo que se había escrito. )i el guin insiste y nos
damos como contra una pared, lo meor es buscar ayuda para desentra!ar el nudo
inconsciente que nos impide escribir y participar en una historia nueva, diferente y más
placentera.
8na de las claves para que la pr0ima película salga meor que la anterior, además
de cuidarnos del guin y de afinar el oo en el casting, consiste en cambiar nosotras de
papel. @$rohibido
de la amiga buenavolver a aceptar el papel
de la protagonista, de la de la actri"
muer secundaria
sacrificada o de la$rohibido volver a hacer
amante escondida del
galán. De ahora en adelante, o protagonistas o nada. @Divas ?unca más postergarnos en
nombre del otro. Ahora cambiaremos de lugar, y ocuparemos el primero, ahora nos
tomaremos más en cuenta.
)i de algo tiene que servirnos el sufrimiento del 2barranco5 que acabamos de
recorrer es para aprender de la e0periencia. Los duelos forman parte de la vida por dos
ra"ones9 porque, nos guste o no, los vamos a encontrar en el camino y tendremos que
atravesarlos, y porque, una ve" atravesados, nos conforman, pasan a formar parte de
nuestro bagae emocional y de nuestras herramientas para seguir adelante, siempre y
cuando hayamos podido aprender algo de ellos.
Miedo a no gustar
Btro de los temores más e0tendidos concierne a la capacidad para volver a despertar
una pasin. 7uien ha salido escaldada de una relacin fallida se pregunta si merece ser
querida, si tiene lo que hay que tener para que un hombre se enamore de ella. )i no será
demasiado alta o demasiado baa; si no será demasiado mayor o si tendrá muy poco pecho,
mucha celulitis o muchos =ilos; si no será muy 2neura5 o muy hist1rica como para que un
hombre, en su sano uicio, quiera estar con ella.
:uelve el fantasma de 2la Btra5, y decidimos que hay una manera precisa de ser
una muer deseable. &omo vimos en el capítulo de 2Blvidar es posible5, aquí empie"a la
operacin 2cambio de loo!5, con sus aciertos y con sus desatinos. %odo lo que sea
cuidarnos y sentirnos meor con nosotras mismas siempre está bien; el problema es que
corremos el riesgo de transformarnos en alguien que no somos, con tal de parecernos a ese
ideal. 7uien quiera que venga a acompa!arnos en nuestra vida tendrá que querer a la que
somos, tal cual somos, y no a la que 1l tiene en la cabe"a. %endrá que aceptar y querer a la
que es demasiado alta o demasiado baa, a la gordita, a la que tiene poco pecho y mucho
culo, a la obsesiva por el orden, a la que cocina fatal, a la despistada, a la madre de dos
hios y a la miope.
&uidado con el 2síndrome de &enicienta5 que vimos en Mujeres malqueridas)
&uidado con cortarnos los talones o rebanarnos los dedos de los pies con tal de encaar en
el "apatito de cristal que el príncipe nos impone. La vida es muy larga y para andarla a
plenitud
se definetenemos que estar
por la persona quecmodas
tiene a suenlado,
nuestro
sinoser
pory laenpersona
nuestrosque
propios
uno es"apatos.
y por lo8no
que no
hace en su vida.
1legir
A la hora de elegir una nueva parea, esto del casting tiene su importancia. 'n la
medida en que nos hayamos concedido un tiempo para hacernos due!os y responsables de
nuestra propia vida, nuestra eleccin será más acertada. )i durante el duelo no hemos tenido
tiempo suficiente para forar a solas nuestra propia barandita contra el abismo de la vida y,
como dice el bolero, no soportamos 2la terrible soledad5, necesitaremos una rea que nos
protea a toda costa, y no podremos elegir. 'staremos tan angustiados, que nos dará igual
qui1n ocupe
de la fila, ese lugar,
aunque con talmuchísimo
se pare"ca de que el lugar no est1
al último vacío. Le o,
protagonista daremos
lo que el
es papel
peor, al primero
correremos
en busca del último protagonista a devolverle su papel, a pesar de que haya demostrado
sobradamente su incapacidad para desempe!arlo con dignidad, con tal de no quedarnos
solas.
's importante saber que, bien o mal, elegimos, siempre elegimos. Aun cuando
pare"ca que solo nos deamos querer, estamos eligiendo. Aunque digamos9 2)1 que no tiene
futuro, pero, total, es mientras tanto5, estamos eligiendo. A ciegas y sin criterio, pero
elegimos.
$ilar, aquella paciente que vimos en el capítulo de 2)i te vas, me muero5, no podía
soportar estar sola. &ualquier hombre de los que ya conocía, o de los que acababa de
conocer, le parecía el candidato perfecto para pasar con 1l el resto de la vida. /uapa y
encantadora, no tenía ningún problema para ligar, así que con mucho cari!o y un poco de
sentido del(humor,
semana5. yo solía arecordarle
ella regresaba antes
la siguiente de salir
sesin con de la consulta9
la buena nueva92@?o
2@?oseme
case este@'l
cas1 fin de
sábado estuve a punto, pero no me cas15. ( nos reíamos.
Durante las sesiones, cada ve" hablábamos más de su infancia difícil y menos de sus
conquistas. )emana a semana, se fue haciendo cada ve" más consciente de su necesidad de
compa!ía, y de de confundirla con amor; ahora podía distinguir la diferencia que había
entre un hombre y una barandita.
8n día, como si fuera la primera ve" que hablara del tema, dio9
@%engo tantas cosas que recordar, tantas cosas enterradas en las que no quería
pensar ?ecesito poner orden en mi cabe"a, pensar en mí. ?ecesito llorar y sacar toda esta
rabia. $oder pensar y hablar de todo lo que pas1 cuando era peque!a es lo más importante
que me está pasando ahora, y no quiero que un hombre me distraiga.
'l trabao de $ilar se prolong durante muchos meses. 'ntretanto, conoci a su
actual parea, y parece que esta ve" eligi bien. %engo entendido que despu1s de dos a!os
siguen untos y que han decidido tener ni!os. -r de rea en rea, de baranda en baranda, de
desenga!o en desenga!o no había sido un buen negocio para $ilar. :ali la pena darse un
tiempo para pensar en sí misma, para conocerse meor y comprender qu1 la empuaba a
esas elecciones desesperadas.
&ono"co a muchas personas que, como $ilar, arrastran duelos no resueltos que
pretenden meter debao
tener que mirarlos. $ero de la alfombra
pasa que, desdecon la esperan"a
el fondo de que eldesde
de la alfombra, tiempoel los desintegre
último rincn,sin
los
duelos vuelven a cobrarse su tributo, y estorban el correr de la vida. Lo dicho, enfrentarlos
y pasar por ellos, llorarlos y dearlos atrás nos hará más libres y dispuestos para un viae
meor.
>nternet
)i dear de vivir con alguien es una crisis, volver a vivir con alguien tambi1n es una
crisis. )i recuperar espacio en el armario es un alivio, volver a compartir el armario es un
agobio. @&on lo feli" que estoy, nunca me imagin1 que me iba a costar tanto @?ecesito otro
armario urgente #a, a, aH
Los tuyos, los míos y los nuestros
Muchas de las personas que intentan hacer parea despu1s de una ruptura llevan
mochila incorporada no solo en forma de e0periencia de vida, sino de carne y hueso, en
forma de hios de todas las edades. )i encontrar acomodo entre dos personas adultas que se
quieren es difícil, @cuánto más lo será cuando hay que incluir en el pu"le la vida cotidiana
de los ni!os
$araLos
está solo. empe"ar,
padres es difícil hacer
separados vida dedesingle
son singles single
calendario significa
en mano9 28nsolo
fin decuando
semananosí se
y
otro no; este mi1rcoles puede que sí, el pr0imo seguro que noH5. ( esto sin contar con el
caso de9 2'ste fin de semana no me tocan los ni!os, pero la peque!a está enferma y se
queda conmigo5. Los 2flecha"os5 de -nternet tienen que esperar a que los ni!os est1n en la
cama y la urgencia de los amantes a que los ni!os est1n con el padre. 7ueda muy poco
margen para la espontaneidad y el fluir natural de los acontecimientos. 'l amor tiene que
encaar en el espacio estrecho de un calendario, que será cualquier cosa menos privado y
que ninguno de los amantes interesados controla por completo. &uando ambos participantes
de la posible parea están en la misma situacin, el encae de bolillos que tienen que hacer
con las horas y con los minutos es digno de admiracin.
De todas formas, quienes se separan y tienen hios han de contar con esos hios para
rehacer su nueva vida. 'n ningún caso el 2borrn y cuenta nueva5 debe incluir a los hios.
7uien quiera
equipae que acompa!e
completo9 su vidadedelaahora
parea, sombra en adelante
e0parea e hios. tendrá
&on la que hacerlo
sombra de laaceptando el
e0parea se
puede negociar. Los hios no son negociables, son nuestra responsabilidad y siempre tienen
que ocupar un lugar preferencial.
A pesar de todas las dificultades obetivas con las que se encuentran quienes llegan
a una relacin con hios de una unin anterior, cada ve" son más las familias recompuestas
que aúnan 2los tuyos, los míos y los nuestros5, lo que habla en favor de la necesidad que
tenemos de vivir en familia y de forar la"os significativos.
8no de los aprendi"aes más difíciles y más importantes de la vida consiste en saber
qu1 lugar
ocupa hay que
el lugar másocupar en cada
importante momento.
de la $orhorarios
casa y sus eemplo,
se un beb1, mientras
imponen que
al resto de la es un beb1,
familia.
&uando empie"a a crecer, debe cambiar de lugar, primero físicamente; ha de salir de la
habitacin de los padres y ocupar su propia cama y su propia habitacin, y luego, tendrá
que aprender a obedecer las normas y los horarios que marquen los padres. 'l padre tiene
que ocupar ahora su lugar de padre y de marido, separar el idilio entre la madre y el beb1.
La madre seguirá haciendo de madre, pero volverá a hacer de muer y renunciará al vínculo
e0clusivo y privilegiado que tenía con el beb1, y este empe"ará a eercer de ni!o, será uno
más en la familia y, en la mayoría de los casos, será uno menos, el e0cluido. 'l crecimiento
obliga a todos los integrantes de la familia a cambiar de lugar. Ahora los padres no están
solamente para complacer al peque!o, sino para educarle y ense!arle a convivir.
Los padres están obligados a ocupar su lugar de adultos, a se!alar los límites y a
marcar la diferencia entre generaciones. 's la 1poca en la que se impone el 2$orque lo digo
yo, que soy tu padre5, esa frase que tiene ahora tan mala prensa y que tanto alivia y
acompa!a a los peque!os porque les permite ocupar únicamente su lugar de ni!os y no
verse abrumados por esa loca pretensin de ocupar toooodoooos los lugares.
<ecibo en la consulta a muchos padres desesperados porque no saben cmo
enfrentarse a un peque!o monstruito de dos a!os. )uele suceder que ellos no supieron
cambiar a tiempo de lugar, no supieron renunciar a ser los padres de un beb1 y a ocuparse
del arduo trabao que supone ser los padres educadores de un ni!o peque!o. Lo mismo
ocurre con el advenimiento de la adolescencia, los padres han de ocupar su lugar de padres,
no el de
de un amigos
ni!o al queniseelpuede
de colegas, pero,sino
controlar, a lade
ve",
unhan de reconocer
ser 2en que ya no son
vías de desarrollo5; por los padres
tanto,
tendrán que respetar el nuevo lugar que ocupa el hio, que ha deado de ser un ni!o y al que
habrá que escuchar y cuya intimidad ha de ser tenida en consideracin.
A lo largo de nuestra vida participamos en muchas películas simultáneamente. )aber
en cada momento cuál es el personae que nos toca interpretar e interpretarlo es una de las
claves para que la película salga bien. )i no sabemos qu1 papel nos toca representar, puede
que usurpemos el de otro personae y nos peleemos por decir sus frases, en ve" de decir
bien las nuestras. $uede que estemos perdidos y seamos Personajes en 5usca de autor, o
que nos d1 por improvisar y decir frases sueltas en esta o en aquella película, o que
pretendamos desempe!ar el mismo papel en todas las películas, y ser la princesita lo mismo
en el cuento de hadas que en &a matana de Te$as o en &a chaqueta met+lica) 'n todos los
casos anteriores, nuestra participacin en la película sería un verdadero desastre. 'n el
trabao,
ocupar unenpuesto
la vidadeterminado
de familia, con
quelas
nosamigas, conrespetar,
conviene la parea,y cuando
en el ámbito social,
el papel que nos
nos toca
adudican no nos conviene, @lo meor es cambiar de película
*ueno, pues si esto de ocupar el lugar que nos corresponde es un arte difícil de
dome!ar en una situacin más o menos conocida, cuando se trata de familias recompuestas,
de 2los tuyos, los míos y los nuestros5, la situacin se vuelve muchísimo más complicada.
%us hios, 3son mis hios4 Mis hios, 3son tuyos4 ?uestros hios, 3son hermanitos o
primos de sus hermanos4 $uedo cuidar a tus hios como si fueran míos, pero 3puedo
corregirlos4 %ú eres la muer de mi padre 3o mi cuidadora4 3%engo que peinarme como tú
me peinas o como me peina mi madre4 %ú eres el marido de mi madre 3o mi padre y mi
guía4 'l reparto de todos estos papeles tiene que establecerse con la mayor claridad posible
desde el principio. 3'n qu1 consiste ser una 2madrastra54 3'stoy obligada a ser una brua o
tengo que ser un hada madrina4 3( cmo se debe comportar un padrastro4 3$uedo imponer
milos
( criterio
hios,en
3aesta familia
qui1n tienenque
quenopedir
es mía4 3$uedo
permiso parasentirme en mi casa
salir4 3$ueden y marcar
llevar amigoslas normas4
a casa
como hacían antes4 3A qui1n tienen que obedecer4
2%ú no me mandas a mí5 es una frase que todos hemos dicho en algún momento de
nuestra vida. 'l caso más claro de este grito de libertad es el de #ulia, la hia de mi amiga
-sabel, que con tres a!os, solía chillarle a su madre cada ve" que se sentía contrariada9
2@@@#8L-A ') M[A @@@#8L-A ') M[A5, como una forma desesperada de marcar su
territorio. &uando esta frase se dice ante los padres biolgicos no tiene demasiadas
consecuencias, el problema puede surgir cuando se dice ante un padre o una madre
sustitutos, que no tienen muy claro qu1 papel les ha tocado desempe!ar en esta nueva
película y pueden sentirse heridos o maltratados.
7ue cada uno encuentre su propio lugar en esta historia llevará su tiempo, y me
parece que quien tiene que adudicar los papeles es el padre biolgico correspondiente. $ara
lograrlo es importante plantear la situacin con la mayor claridad posible desde el principio.
*lanca estaba encantada de tener una amiga mayor tan guapa y tan simpática que le
dedicaba muchísimo tiempo, con la que se sentaba a hacer collares y a dibuar, y que se
ponía de su parte si papá decía que ya era hora de cenar o de dormir. ?o entendía muy bien
por qu1 esa amiga prefería irse a dormir en la cama de papá, en ve" de dormir con ella en la
cama nido, @con lo bien que se lo podrían pasar untas
*lanca estuvo encantada, hasta que descubri que su amiga no era su amiga, sino la
novia de papá, y que la novia de papá iba a tener un hio. 8n beb1 que, no sabe bien por
qu1,
doble,dice
porpapá que será
su padre y porsusuhermanito. 'ntonces
nueva amiga. *lanca
)e sinti se sinti
mucho traicionada
más e0cluida porque
de lo partida
hubiera
podido sentirse si le hubieran e0plicado la verdadera situacin desde el principio, y si la
amiga de papá hubiera sabido ocupar su lugar de muer, en ve" de insistir en ganarse a la
ni!a haciendo ella tambi1n de ni!a y de cmplice de la peque!a.
Ana, en cambio, se sinti muy contenta una noche que vio cmo su madre se
arreglaba y se ponía muy guapa para salir y empe" a cantar a vo" en cuello9 2@Mamá tiene
novio @Mamá tiene novio @Le van a dar besos @Le van a dar besos5.
Más allá de su identificacin con una madre atractiva y deseable, Ana estaba
aliviada de que mamá tuviera con quien compartir su vida y de verse liberada de cargar ella
sola con todo el peso de la vida afectiva de su madre. De ahora en adelante, ella solo tendría
que ocupar su lugar de hia de mamá y no el de amiga, confidente, novio y compa!era. ?o
sabemos si Ana seguirá igual de contenta cuando mamá vuelva a quedarse embara"ada, o
cuando su nuevo
adulto ocupe novio venga
la vacante a vivir
que de papáa supone
casa conuna
susgran
dos tranquilidad
hiosH $ero,para
porlaahora, el que un
peque!a.
-Preguntar o in*ormar/
8na persona separada tiene derecho a tener todas las relaciones que quiera hasta
encontrar a alguien que encae en su vida, pero me parece que a los hios hay que
mantenerlos al margen de la vida amorosa de los padres, al menos hasta que esa vida
amorosa se afiance y pase a formar parte tambi1n de la vida de los hios. ?o hace falta
someter a los hios a los sucesivos novios o novias de los padres. 'so forma parte de la
intimidad de los mayores, y un hio, en su lugar de hio, no tiene por qu1 servir de
confidente ni de 2colega5 de ninguno de los padres, independientemente de la edad que
tenga. 8na ve" que la relacin está suficientemente consolidada, hay que informar a los
hios, repito, informarles, no pedirles opinin. 'so es tratarles como hios. 7uienes tienen
que hacer el casting y elegir nueva parea son los adultos. Así como a los ni!os no les
consultamos la hipoteca, tampoco les preguntamos sobre la pertinencia de una nueva
parea. &ompartir con ellos, incluirlos en la vida en familia vendrá con el tiempo y,
dependiendo de la edad de los ni!os, en cada momento habrá que @enfrentar la tormenta de
celos, de la rabia y de la e0clusin lo meor posible
Perder la e$clusividad
8na de las primeras consecuencias de rearmar familias es que los hios pierden
aquella ilusin de e0clusividad que habían adquirido despu1s de la separacin. 'n su
momento habían perdido a una familia, pero habían ganado a un padre y>o a una madre solo
para ellos. 'se será uno de los mayores reclamos con el que los padres tendrán que lidiar.
Así lo atestiguan estos dos testimonios que escuch1 de una ni!a de once a!os y de una
chica de diecis1is9
Desde que mi padre se ech novia, mi relacin con 1l cambi totalmente. A partir de
entonces, tenía que compartirlo con otra muer, y lo peor fue cuando naci mi hermanita;
ahora sí que había deado de ser su princesita para siempreH @Demasiada competencia en
casa $refería estar en casa de mi madre, que seguía sola, aunque fuera más aburrido.
?o solo se pierde, tambi1n se puede ganar una familia que se había desperdigado.
)e ganan hermanos, se ganan amigos y madrastras o padrastros que pueden eercer muy
bien su funcin materna o paterna más allá de lo que marque la biología.
&a som5ra de la e$
&uando uno de los dos intenta recomponer su vida antes que su e0, es muy posible
que la familia tropiece a cada momento con el fantasma o no tan fantasma del e0 en
cuestin.
$uede que lleven mucho tiempo separados, da igual. &uando la posibilidad de una
nueva familia aparece en el hori"onte, el 2efecto die" minutos5 toma el mando, la sensacin
de e0clusin es enloquecedora y la 2sombra5 de una e0 puede solidificarse y encarnarse en
Medea, aquella muer que, con tal de conseguir sus obetivos, no le importaba hacer sufrir a
sus propios hios. Mientras intenta atormentar la vida al e0, y sobre todo a la nueva parea
del e0 a su nueva 2Btra5, Medea le amarga la vida a toda esa familia en la que tambi1n
están sus hios. )on esas mueres que empie"an a poner todo tipo de inconvenientes cuando
saben de la e0istencia de una nueva parea; cambian fechas, mandan a los ni!os sin ropa
suficiente,
muer y se llaman
instalansin parar,enimpiden
a vivir todos losque los ni!os
rincones de vean al padre,
la nueva malmeten
familia contra
en calidad la nueva
de sombra9
critican la comida que les dan a los ni!os, las costumbres que adoptan, los horarios de
sue!o, los comentarios, las salidas, el destino de las vacaciones, la ropa que les compran.
$or supuesto que todo les resulta inadecuado, porque, para ellas, lo inadecuado está en el
fondo de la situacin y consiste en que ellas ya no están y que aquel lugar que fue suyo
ahora lo ocupa otra muer.
)i uno les preguntara9 237uerrías volver a vivir con tu e0marido45, el V por ciento
de ellas contestaría9 2@?i loca5. ?o es que lo quieran para ellas, es que no quieren que otra
venga a disfrutarlo. 6acen con el marido como los ni!os con sus uguetes. $uede que nunca
hayan reparado en un coche o en una mu!eca determinada hasta que mamá decide hacer
limpie"a de armario y regalar el coche o la mu!eca a un primito menor. @-mposible 'n ese
momento descubren su pasin por la mu!eca o por el coche y no aceptan que nadie se los
quiteH Aunque vuelvan a dear el uguete arrinconado al fondo de un can.
?o es fácil para ningún e0 ver cmo el otro puede rearmar una familia mientras que
1l o ella siguen intentando recomponer los pedacitos de su sola e0istencia. Lo s1. )1 que en
esos momentos la rabia y el resentimiento comandan la situacin, s1 que la sensacin de
inusticia arrasa con todo y que es insoportable ver desde fuera una fiesta de felicidad a la
que uno no ha sido invitado. $ero nada de eso da derecho a amargar la vida a los hios, que
son quienes más van a sufrir las consecuencias de la contienda porque se sentirán a la ve"
traidores y traicionados. Da igual la sensacin de inusticia que sienta el e0, nada le da
derecho<ecuerdo
a perturbar la vida
el caso de de sus hios,
Manuel, que, de
un ni!o repito,
cincoson las verdaderas
a!os, víctimas. que vivía
de padres separados,
con su madre en casa de los abuelos. 'n este caso, la lucha por el poder se había establecido
entre el padre de mi paciente y el abuelo materno. La lealtad del ni!o estaba comprometida
entre esas dos figuras tan importantes para 1l. 'n la consulta repetía siempre el mismo
uego9 armaba un campo de fútbol en el que solo había dos porteros y una pelota. Kl mismo
identificaba a los porteros como su padre y su abueloH ( no hacía falta ser muy intuitivo
para saber que la pelota era 1lH
?o había duda, la verdadera víctima de esa contienda, el que al final recibía todas
las patadas, era mi pacientito, quien sentía que querer o respetar a cualquiera de los dos
suponía traicionar al otro, y no tenía salida. 7uería muchísimo a ambos y no quería
decepcionar a ninguno. 'staba demasiado ocupado en dilucidar sus afectos, en esconder sus
preferencias, en esquivar patadas y no le quedaba espacio para funcionar cmodamente
como unno
todavía, ni!o de su
podía edad, talsus
controlar ve"esfínteres.
por eso su fracaso escolar era rotundo y a su edad,
'n estas situaciones de familias recompuestas, las dos mueres implicadas tienen
que aprender a convivir con su 2Btra5, sin que esa convivencia sea un infierno para el resto
de la familia. La antigua muer tiene que renunciar al trono, y respetar que, al menos cada
quince días, sus hios están al cuidado de otra, con la que inevitablemente competirán por
ser la meor madre del mundo. La nueva, por su parte, tiene que ganarse un lugar y
ocuparlo, sentirse con derecho a su sitio, sin necesidad de humillar a la e0muer, ni de
menospreciar a los ni!os. ?inguna de las dos debería imponer su presencia a toda costa. La
e0 es la madre biolgica de los ni!os y eso le da ciertos derechos. La nueva muer es la
parea oficial del padre y eso le da otros privilegios. 'n cualquier caso, tanto la una como la
otra tendrán que renunciar a ser la única, porque ninguna lo es, y ambas deberían anteponer
el inter1s de los hios al suyo propio.
Algunas recomendaciones
?o hay duda, cada caso es único y cada familia tendrá que v1rselas con sus propias
peculiaridades; sin embargo, hay unas cuantas pautas universales que puede que ayuden sea
cual sea la situacin. 's importante que los padres biolgicos hayan rehecho o no su vida
dispongan de un tiempo cada semana para estar a solas con cada uno de sus hios. (a s1
que no es fácil, pero el ruido que hace la nueva familia, los tiraUyUafloa de las nuevas
relaciones, los malabarismos con el e0, las e0igencias de los hios del otro, las e0igencias
del otro, pueden enturbiar las relaciones con los propios hios, y el de los hios es el único
lugar indiscutible en toda esta historia. Tus hios biolgicos siempre serán tus hios, y eso
hay que cuidarlo y atenderlo.
's importante darse un tiempo de auste a todos los nuevos cambios de lugar que
supone rearmar una familia con tantos participantes diferentes. ?o es fácil, pero es posible;
muchísimas pareas lo han conseguido con mayor o menor dificultad, pero lo han
conseguido. )i la situacin parece insostenible, siempre se puede pedir ayuda a un
profesional que no tome partido ni por unos ni por otros y que pueda pensar libremente y
ayudar a los miembros de esta e0tra!a familia a encontrar su nuevo lugar y a ocuparlo.
@)uerte
Btra despedidaH
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