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El caso de Texas
Los Estados Unidos habían puesto sus ojos en Texas aun antes de la independencia de México.
En 1830, Lucas Alamán advirtió sobre las pretensiones norteamericanas.
Las noticias de una inminente insurrección obligaron al presidente Antonio López de Santa
Anna a preparar una expedición hacia Texas. En noviembre de 1835 el presidente salió hacia
San Luis en donde preparó un ejército de seis mil elementos, y emprendió una larga travesía
para llegar a Texas.
El 26 de febrero Santa Anna entra en San Antonio Béjar, los colonos texanos, donde voluntarios
estadounidenses se refugian en el fuerte de El Álamo. El 2 de marzo, los texanos declararon su
independencia, basados en que Mexico había cambio del federalismo al centralismo, y el 6 de
marzo, son sometidos a sangre y fuego por las tropas mexicanas.
Santa Anna dividió su ejército para limpiar Texas de los invasores norteamericanos. El 21 de
abril, cerca del Río San Jacinto, Santa Anna es sorprendido, durmiendo la siesta y sus tropas
fueron masacradas por las fuerzas rebeldes de Sam Houston.
El general presidente fue hecho prisionero y más de una vez estuvo a punto de morir, Austin y
Houston sabían que podían sacar más provecho de él manteniéndolo con vida. En enero de
1837 fue trasladado a Washington donde consigue entrevistarse con el presidente. Poco
después arriba a Veracruz en una embarcación que le facilitó el gobierno de Estados Unidos.
Las consecuencias
No se sabe aún con exactitud lo que Santa Anna pactó o prometió a los texanos y al presidente
Jackson para conseguir su libertad. Aunque no tenía facultades para firmar ningún tratado, se
cree que, al menos, se comprometió a no hacer nada para recuperar Texas.