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El documento analiza los fundamentos biopedagógicos. Propone que la biopedagogía ofrezca caminos para conocer desde la emoción y el alma, más allá de la razón. Se necesita una nueva racionalidad que reconozca que el conocimiento científico es una aproximación a la verdad y que los paradigmas no pueden dar respuestas finales.
El documento analiza los fundamentos biopedagógicos. Propone que la biopedagogía ofrezca caminos para conocer desde la emoción y el alma, más allá de la razón. Se necesita una nueva racionalidad que reconozca que el conocimiento científico es una aproximación a la verdad y que los paradigmas no pueden dar respuestas finales.
El documento analiza los fundamentos biopedagógicos. Propone que la biopedagogía ofrezca caminos para conocer desde la emoción y el alma, más allá de la razón. Se necesita una nueva racionalidad que reconozca que el conocimiento científico es una aproximación a la verdad y que los paradigmas no pueden dar respuestas finales.
Estamos en tiempos de transformación. La humanidad
busca nuevos puntos de referencia. Vivimos en una época de transición y contradicción, en la cual el desenlace contiene altos niveles de incertidumbre y complejidad. La realidad no puede ser descrita de una manera única, hace necesario considerar diversas aristas, nos plantea distintas preguntas que no pueden ser contestadas de una manera única, nos exige transitar por diversos caminos, abrirnos a múltiples posibilidades. La biopedagogía propone, entonces, caminos para que los seres humanos conozcamos no solo desde el lugar de la razón sino desde el lugar de la emoción, del alma como el lugar del afecto y de la conciencia de sí mismo que puede ser entendida como esa cualidad que nos permite pensarnos a nosotros, a nosotras mismas y que está alojada en algún lugar entre el cerebro y la cultura de la que hacemos parte”. Por lo tanto, se necesitan nuevos desplazamientos en la forma de comprender lo real, una nueva racionalidad que implica un cambio de paradigma, una transformación de nuestra mentalidad y nuestros valores. Este nuevo sistema de ver el mundo requiere una nueva racionalidad que parta, en primer lugar, de que todo conocimiento científico no es más que una cierta aproximación científica a la verdad, y que lo científico no puede dar respuesta a todas las preguntas del ser humano y de la vida en el planeta. En segundo lugar, que los paradigmas, por más emergentes que sean, no pueden llegar a dar respuestas finales o totales. Hay que tener el cuidado de construir un nuevo forma o una nueva religión, pues en el devenir de la vida seguimos integrando los elementos de la contingencia y la trascendencia como parte de la compleja forma en que estamos.