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Abundante fue la producción teórico-política de Rosa
Luxemburgo.
Advirtió que cada revolución es única e irrepetible. Que los
revolucionarios de cada país deben dar respuestas a los
desafíos que enfrentan, a la luz de las realidades concretas a
nivel nacional e internacional y diseñar las tácticas y
estrategias apropiadas para hacer las transformaciones en
cada país. Ninguna revolución puede exportarse so riesgo del
fracaso. Así ha ocurrido a lo largo de la historia.
La lucha por la paz mundial y en contra de las guerras
imperialistas estuvo en su agenda. Propuso e impulsó huelgas
generales del proletariado contra aquellos que alimentaban la
Primera Guerra Mundial.
Rosa Luxemburgo creía que una Polonia independiente solo
podía surgir tras una revolución socialista en Alemania, Austria
y Rusia. Sostenía que la lucha debía focalizarse en contra del
capitalismo.
Puntualizó que la antinomia entre capital y trabajo solo podía
ser superada si el proletariado tomaba el poder y se producía
un cambio cualitativo en los medios de producción.
Un elemento central de su pensamiento es la dialéctica de la
espontaneidad y la organización. Manifestó que no son dos
opciones separadas, sino diferentes momentos del mismo
proceso; uno no puede existir sin el otro.
Según Rosa Luxemburgo la clase obrera de cada país solo
aprende a luchar en el curso de sus combates.
Sostenía, así mismo, que los partidos revolucionarios que
expresaban los intereses del proletariado debían practicar en
su seno la democracia y la libertad de opinión. Se oponía al
dogmatismo y el sectarismo ya que sofocaban la creatividad de
los militantes. Y para fundamentar su pensamiento anti
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dogmático consignó una lapidaria frase: “La libertad siempre
ha sido y es la libertad para aquellos que piensan diferente”.
Rosa Luxemburgo consideraba que la democracia no podía
florecer en el marco del capitalismo. Que la verdadera
democracia surgía en los ámbitos del socialismo.
No negaba la importancia de promover y/o lograr reformas en
una sociedad capitalista, siempre y cuando se inscribieran en
una perspectiva socialista.
El socialismo no era opción inevitable. Había que construirlo
desde las luchas cotidianas emprendidas por los explotados y
excluidos, empoderados con un proyecto de transformación
revolucionario de la sociedad.
La revolución estaba orientada a la demolición del estado
burgués. No para suprimir la democracia sino, más bien, para
hacerla posible. La revolución tenia, por tanto, un profundo
contenido democrático. El pluralismo y la diversidad eran su
fundamento.
El pensamiento de Rosa Luxemburgo es una fuente en la que
podríamos beber; encontrar enseñanzas para abordar los
desafíos que nos presenta hoy el capitalismo, cada vez más
opresivo e inhumano. Su emblema sigue vigente: Socialismo o
Barbarie.
*Palabras pronunciadas en Bruselas, Reino de Bélgica, el 16 de enero, 2023, para rendir homenaje a Rosa
Luxemburgo.