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Angustia, Mario Garces

Angustia

Mario Garces

Me angustia por humanidad, por haber nacido allá, porque cuando


me vine, la crudeza se vino conmigo, y con ellos se quedó el
horror, la pesadumbre es porque estuve cerca de morir donde lo
mataron, a ese que de pequeño también consideré un hermano.

Iván, un niño que recorrió todos los días todas las calles de
buenaventura, conociendo todo en compañía de otros dos que ya
no son niños, pero que aún están. Me contaron que estaba en la
construcción, cargando bultos, como siempre, como corresponde
al empobrecido, como dijeron del hombre negro.

De 5 de la mañana hasta las 4 de la tarde, desde un barrio


incognito, hasta otro, pasó, con precaución, pero no tanta, porque
lo “conocían” entre que esperaba a un compañero de trabajo en
medio de esos laberintos le llegaron con la misma pregunta que
antes que a el sepultó la esperanza en ese recoveco.

Angustia, Mario Garces


Angustia, Mario Garces

─ Mi compa, ¿de dónde somos? ─ anónimo.

─ Manito, de por aquí cerquita, estoy esperando al socio que


venimos de camellar… todo bien que yo no soy “makial” ─ Iván.

El primer machetazo en la cabeza, 4 puñaladas en el pulmón, y


otras 20 donde caigan, le rajaron la cara y los intestinos, le
pulverizaron los huesos de los pies con la pala, le extrajeron los
ojos, le despojaron la lengua, le quemaron 3 tiros en los restos
(por si faltaba sevicia” y después se mearon el cuerpo.

Desde ese entonces no lo veo.

Angustia, Mario Garces

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