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Las Rayas
Horacio Quiroga
textos.info
Libros gratis - biblioteca digital abierta
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Texto núm. 1018
Edita textos.info
Maison Carrée
c/ Ramal, 48
07730 Alayor - Menorca
Islas Baleares
España
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Las Rayas
...—"En resumen, yo creo que las palabras valen tanto, materialmente,
como la propia cosa significada, y son capaces de crearla por simple razón
de eufonía. Se precisará un estado especial; es posible. Pero algo que yo
he visto me ha hecho pensar en el peligro de que dos cosas distintas
tengan el mismo nombre."
Como se ve, pocas veces es dado oír teorías tan maravillosas como la
anterior. Lo curioso es que quien la exponía no era un viejo y sutil filósofo
versado en la escolástica, sino un hombre espinado desde muchacho en
los negocios, que trabajaba en Laboulaye acopiando granos. Con su
promesa de contarnos la cosa, sorbimos rápidamente el café, nos
sentamos de costado en la silla para oír largo rato, y fijamos los ojos en el
de Córdoba.
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ninguno tenía familia en Laboulaye, habían alquilado un caserón con
sombríos corredores de bóveda, obra de un escribano que murió loco allá.
No fue sólo esto. Al otro día Aquino entregó el Diario, y en vez de las
anotaciones de orden no había más que rayas: toda la página llena de
rayas en todas direcciones. La cosa ya era fuerte; les hablé malhumorado,
rogándoles muy seriamente que no se repitieran esas gracias. Me miraron
atentos pestañeando rápidamente, pero se retiraron sin decir una palabra.
Así varios días, hasta que una tarde hallé a Figueroa doblado sobre la
mesa, rayando el libro de Caja. Ya había rayado todo el Mayor, hoja por
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hoja; todas las páginas llenas de rayas, rayas en el cartón, en el cuero, en
el metal, todo con rayas.
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Horacio Quiroga
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La vida de Quiroga, marcada por la tragedia, los accidentes y los suicidios,
culminó por decisión propia, cuando bebió un vaso de cianuro en el
Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad,
tras enterarse de que padecía cáncer de próstata.
Por otra parte se percibe en Quiroga la influencia del británico Sir Rudyard
Kipling (Libro de las tierras vírgenes), que cristalizaría en su propio
Cuentos de la selva, delicioso ejercicio de fantasía dividido en varios
relatos protagonizados por animales. Su Decálogo del perfecto cuentista,
dedicado a los escritores noveles, establece ciertas contradicciones con su
propia obra. Mientras que el decálogo pregona un estilo económico y
preciso, empleando pocos adjetivos, redacción natural y llana y claridad en
la expresión, en muchas de sus relatos Quiroga no sigue sus propios
preceptos, utilizando un lenguaje recargado, con abundantes adjetivos y
un vocabulario por momentos ostentoso.
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posteridad algunas de las piezas más terribles, brillantes y trascendentales
de la literatura hispanoamericana del siglo XX.