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La deforestación es la acción provocada por el humano que consiste en desmontar los bosques y
las selvas mediante la tala o la quema. Si esta acción se realiza de manera intensiva y no es
seguida por la práctica de reforestación adecuada, genera daños graves en el suelo y en el
ecosistema, entre los que se destacan:
Un mayor efecto invernadero. Además de intervenir en el clima, los árboles absorben los
gases que provocan el calentamiento global. Su ausencia, debido a la tala indiscriminada,
altera la concentración de gases de la atmósfera.
La vegetación mantiene las propiedades del suelo, evita la erosión, ocupa un lugar clave en el
ciclo del agua y consecuentemente en el clima y conserva la biodiversidad. Por eso, para
mantener la armonía del ecosistema, es indispensable el cuidado y mantenimiento del suelo.
La erosión del suelo es el proceso de desgaste de la superficie terrestre como consecuencia del
impacto de acciones geológicas (como las corrientes de agua o de deshielos), climáticas (como
las lluvias o los vientos intensos) o por la actividad del ser humano (como la agricultura, la
deforestación, expansión de las ciudades, entre otros).
La erosión hídrica: Se produce por el paso del flujo de agua que puede ser pluvial o
fluvial.
Existe otro tipo de erosión del suelo que ocurre de manera más acelerada:
El movimiento del viento: El golpe de los fuertes vientos contra el suelo, desprende
partículas y restos de la superficie (en forma de polvo, de arena o de rocas) y los traslada.
El uso y abuso de la tierra por parte del humano: La actividad humana desmedida,
como la agricultura intensiva o la construcción de zonas urbanas, provoca el deterioro del
suelo, en muchos casos, con daños irreversibles.
Las principales consecuencias de la erosión del suelo a causa del accionar humano,
implican:
La desertificación del suelo convierte al terreno en una zona árida o no apta para la vida
(por la falta de agua, de vegetación y de alimento).
El clima global es alterado, en gran medida, por la reducción de los bosques que tienen la
capacidad de absorber el dióxido de carbono.