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| dela historia . La Historia Universal ; J @ través de sus protagonistas Centro Editor de América Latina a Maria dell’Agli LOS HOMB ny Meld ene a Pec emer ae eee me CMT y eee ae ac ae Asie ee Roses Mura ears Perera cic aer tes Preece cae aa) ee Caeser? CON eeu a Ch aCe CRC sr uc oy cue Io cond ere SOC Ree eos Cem eR cacy ee Neer! Ce eee un ety eae ese es eet eee ence es ere at Nee ee ee cy Peseta my caracteriza toda su vida y une en un ee ee ee eS de sus intereses y de sus actividades. Seome eee eter} Foret ar) cera ease) ie eae a) Cee ee eee re eee tet ee eee! Eero Mec eC Cae sy Ere eae ume tet Berea ORE) Cae Muertos Ces a ey Cee orem eee eter ae ct Peete Maer ict oe eel ene PRUE mie wei i! ence no in RoC ea a CONC a eMC Te aac Maer Cenc eo eer ei) CR eu iTS Peary peeeeice Ree Cena Pierce! Rua ce ue Recs an orden emma RCE) CRC MS eee ees la muerte lo sorprendio mientras Ce raat seer Ree ome eas peat] Cea Eee corr 6. acer Pee a rae ee Pare ae ae mee Tey Fad Secor tre Pome Panera een cared Pace ace cy Pacieens |. Leén Xi rac ray aes cay rae ae Ea Cer her meee poate cae acres 38, Solén Pao ad 87. Eliot Perio Ford coer) aay eo Pets rote Seer een Pear awe a coe correc cate ory Pr ahi coy eer Prerties ers en ras i ay cai oan Peamete Wee arte carey eect cose coat arin) racy Courbet o Cony aero ees Mahoma coer Cae car ee eee ery De ee ener Peace rarer Pre ote ned ens a Ae eT Lata ena tt ery ipsa ieee Lara rae eaa a Cee El siglo XIX: La Restauracion (Vol, 2) eet ey Peon ance eer wena eee are eee eae) Lhe AG ACO eC Det Cn RC RO Key Serre eG ee eee tree es eat ay Roe eee erred Chr eran res Peneo ean are erred Buenos Aires, en Abril de 1970, no “Johann Wolfgang Goethe nace en Franc- Bera ios cl a0 de ages de Be eatpay son burt dinogsie Me todo conse inpral y co Fetter Eiabah Tents, secon. Estate pr nore 7 sige Pees Z sro50s Fors Js ccs de jst on Eroviechd de Ute Ano por Anu sacar Saslgt, Biche Tor Nowe Bo (eons cacines) el buch Se ete Cis garnets)» doe. Be is nee ies Vern Low on Shon moras) y De Misc ee (is concn) 76870 Yuelto enfermo a Francfort, entra en con- to con el cenfculo pietista de Susana on Klettenberg. ar071 ‘Completa en la Universidad de Estrasbure © los estudios de furisprudencia. Fneuen- ‘con Herter. Amor por Friedertker n. hija del pérroco de Sesenheim. Poe~ fa Federica. Coleccién de cantos po- stalker en Franefort como abogado, Shakespeare-Lag (Para el eurplea- ‘de Shakespeare), Geschichte Cottfric- "con Berlichingen, drematisiert (Histo- ‘Gramatizada de Godofredo von Berl Sazea), Von doutschor Baukunst (Sobre Grquitectura germana). Ademis comien- el Faust (Urfoust) ¢ himnos en versos emibre. Viaje a Wetzlar, sede del ‘supremo del imperio. Encuentro ©. Kestner y su prometida Charlotte Amistad con Lavater, F. H. ‘Stoberz. Encuentro Anna Maria dell’ Agli con Klopstock. Noviazgo con Lili Schiine- mann (1774). Primer viaje a Suiza (ma- yorjulio de 1775). Nueva versién del Goetz ‘von Berlichingen (1773), Mahomet; Pro- smetheus, Satyres, Pater Brey. En Y774 apa- recen Die Leiden des jungen Werthers (Los dolores del joven Werther). In sétira Cotter, Helden und Wieland (Dioses, hé- oes y Wieland), las poesias a Lilt, los dra- “mas Clavigo y, més tarde, Stella. 1775-1805 Llegada a Weimar (7 de noviembre de 1775}, como preceptor del dague Carlos Augusto, En 1776 es nombrado conseje- 10 seerelo de legacién. En 177980 se- ‘undo viaje a Suiza, En 1782 el empera- dor To. distinguié con el titulo nobiliaro. Desde 1776 a 1788 amistad con Charlotte von Stein, La actividad podtica de la mera década weimariana, relativamente «3° ‘ase pero muy importante, comprende: las ppoesias a Charlotte von Stein, las nuevas canciones del caminante, las beladas Eriki- nig (El rey de los elfos) y Der Fischer (EL pescador), os himnos Gesang der Geister itber dem Wosser (Canto de los espiritns sobre el agua), Grenzen der Menscheit (Limites de lo humano) y Das Géttliche (Lo divino); la novela Wilhelm Meisters theatralische Sendung (La misién teatral de Guillermo Meister 1777-85), el. drama Iphigenie auf Tauris (Iigenia en Téuride, primera versién, 1779). 1786-1788 Viaje a Italia. Nueva versién de Ja nie auf Tauris (1787); finalizaci Egmont (1788). 1788 Retorna a Weimar. Aislamiento. Relacién ‘con Christiane Vulpuis. 1790 Seundo viaje a Venecia, Torquato Tasso, Faust. Ein fragment, ge del 1794-1805 Amistad con Schiller. Wilhelm Moisters Lehrjahre (El noviciado de Wilhelm M tex, 1795-96), Rémische Elegion (Elegias* gunda redaccién es de 1829. somanas, 1795), Veneslonteche Eplgram= ‘me. (Epigramas’ venecisnos) (1798), Xe- tien (Dones hospitalarios, epigramas sa tiricos eseritos junto con Schiller, 1797), Hermann und Dorothea (Germin y Doro tea, 1798), Bolladen (Baladas, 1798), Die Propylien (Los propiles, revista dedieada a las arts figurativas, 1798-1800), Die na- Uiliche fochter (La hija natural, 1803), Wincketmann und sein Jahrhundert (Wino okelmann y su siglo, ensayo, 1805). 1505 Muerte de Schiller 1506 Batalla de Jens, tian 1508 Encuentro con Napoleén en Erfurt. En tanto, apareeon Faust. Erstor Toil (Fausto, pate 1) y el drama Pandora mientras, ins: pido por su amor por la adolescente Min- zna Heraish, el poeta compone Tos sonatos ‘que se publicarin en 1815, 1809 Die Wahlecrwandschaften (Las afinidades clectivas} Matrimonio con Chris- 109.14 Versin y publicaciin de ls tres primeras partes de la autobiografia, Dichtung. und Wahwheit (Poesia y verdad); Te euarta pare te apareceri recién en 1833. 181415 Viajos por el Rin y el Meno, Amor por Marianne von Willemer, 1816.17 Ialicnische Reise (Viaje a Italia). 1819 Publicncién del West-dstlicher Dican (Di- ‘vin oriental-occidental).. 1821 Withetm Meisters Wanderjahro (Ato de peregrinsje de Wilhelm Meister); la se 1823 J. P. Eckermann colaborador de Goethe. Decco 1823 a 1832 Gesprache mit Eckor- ‘mann (Cologuios con Eckermana). Viaje 4 Marienbad y pasion por Ulrike von Le- vetnow, que inspiné la Marienbader loge 1528 Nowell. 1830 Annaten 1832 Faust. Zwolter Teil (Fausto, parte HI; ter- sminado en agosto de 1831). El 22 de mar- zo la muerte lo sorprende mientras descan- sa on un sillin. Sus dltimas palabras fue- ron: “Abrid los postigos, para que entre is Tua” EI genio y el ticmpo “Cuando yo tenia dieciocho afios, también Alemania tenia dieciocho aios”. En el es- trecho contexto de su charla con Ecker- ‘mann, Goethe sélo intentaba poner de re- lieve, con esta afirmacién, las diferencias entre le situacion de Ja cultura germana en Jos tiempos de su juventud y Ie existente fen el momento en que hablaba, en 1824, Epoca ésta ya “totalmente xealizada”, ép0- ca de formacién aquella, abierta a infinitos experimentos, en la que todavia era posible “hacer algo". Sin embargo, en un contexto ‘més amplio que abarque toda le experien- cia goothiana, In frase —no por azar muy citada—adquiere su doble validez, que va mucho mis allé de Ja éptica del anciano, naturalmente Hevado a identificarse con. el pasado a riesgo de malentender los proble- ‘mas del presente. En el plano cronolégica, para comenzar, efectivamente no hay du dda de que la juventad de Goethe transeu- rié en los afios de I cxisis que, al poner a la visiin racionalista del ilumi- nismo una nueva imagen del hombre y del arte, ev a la ruptura de la antiquisima tradicién en Ia que hundia sus raices co- ‘munes toda Ia cultura europea, y sefalé el comienzo de la literatura moderna, de caricter individual y nacional. Si bien pre- parada por el prerromanticismo inglés y la revoluci6n naturalista de Rousseau, la con- testacién de los contenidos y las formas do la civilizaci6n artistica precedente halla justamente en Alemania —hasta entonces sélo espectadora y parcial consumidora do los resultados obtenidos por los otros paises de Eoropa~ su expresién més viva y completa, cn tn entrelazarse de experien- cias diversas y a menudo antitéticas, pero todas dictadas por una comén exizencia apasionada de renovacién, es decir, por ol doseo do instaurar una nueva relaciin en- tre Ia libertad abstracta del espiritu (que habia sido la instancia nobilisima pero pu- ramente interior y privada de comienzos del siglo xvm) y la urgencia de ia acci concreta, impuesta por la cambiada rea- lidad hist6rico-social (sentimiento de una comunidad nacional suscitada por Jas em- ppresas de Federico II, naciente conciencia de si misma de In burguesia). Esta sustancial unidad de objetivos auma mas de To que puede parecer las opuestas soluciones propuestas, desde el irraciona- Nismo al rigor eritico de Lessing, desde la exaltacién de los caracteres germanos por obra de Herder al descubrimiento winckel- ‘manniano de la antigiiedad elisica, desde el pathos religioso de Klopstock al ideal de tarmonia totalmente terrenal de Wieland, Y si le literatura alemana modema nace justamente por la coexistencia de esos ob- jetivos en aquellos. prestigiosas veinticineo fais que van desde 1750 a 1775 aproxi- madamente, Goethe es a su vez quien supo darle voz a todas las aspiraciones de su tiempo, no s6lo Mevandolas en forma si gular a sus mis altas expresiones, sino, 86. = = ‘capacidad de sinteis de wna personalidad de excepcién. Y es aqui donde la coinci dencia Gonoligiea entre sus thicios y los de In gran poesia de su pais cosa de ser tal y se toma coineidencia en un sentido mucho mayor, es decir, encuentro y re- Jacion orgénica entie un destino personal y las fuerzas que presiden Ia reaizaci6n de la histori, identidad entre el genio su tiempo. Ahora, coincidencia y_ afc nidad son condiciones que se_verifcan fuera de toda légiea concatenaciin de causa y efecto, fuera y a menudo contra toda voluntad’ predeterminada: son, por asi decisl, estados naturales, Y ex jus tamente en este plano natural, no en cstrictamente espirtwal 0 cultural, que se debe considerar el fendmeno Goethe para medir cabalmente su excepcionalidad. . En efecto, no existe pricticamente ningano de Jos grandes temas de la espritualidad mo- dema que no se halla presente en su obra, 6 ninguna de las grandes adquisciones de la cultura europea. Peto él no llega a unos otras mediante el trabajo critica y i elec- cién_meditada;_ antes. bien, mediante un ‘movimiento jnstintivo de simpatia en el sen- tido etimoligico de la palabra, es deci, sracias a wna particular eapacidad para par ticipar en los fenémenos y de sentir con Jos mismos. Este vinculo natural con Tas cosas, que Thomas Mann no hesta en de- finir como “dependeneia telirics”, so halla en Ia base del sentimiento goethtano de Ia vido, reforzado por la adhesin al pan- telsmo de Spinoza, pero anterior al mis: mo por su calidad de innato. Oscuramente presente en el nifio que celebra su propio alto al sol, este vineulo telirico se. pro- ondré como reconocida visiin del mundo en el momento en que las fuerzas confuntas delemor y de la radiante primavera alsa Giana revelen al joven la identidad de Dios y de la naturaleza. Yen el mismo mo- mento, al descubrirse partcipe de esta tom talidad, €1 se forjrd una imagen de sf que to puede dejar de ser alisima, en ly me- dida en que refleja la divinidad de la na- furaleza en su més noble producto, en aquel hombre fuerte y privilegado que es el genio, El orgullo, In seguridad metafisien de st mismo y del propio destino que devivan de Ih conciencia de este privilegiado, constiti- yen una componente determinante del ser foethiano, parti exeaciones del pe en el titanismo diferente pero siempre ex fremo de Gatz, de Werther, de Prometeo. Pero asi como en aquellos tiempos y en aquellos personajes, junto al ansin de po- seer aflora el deseo de ser poseldo (magni- ficamente expresado en el himno Ganymed) y el sentimiento de aristoeriten aislamfen- to se resquebraja con Ta nostalgla por re gresar al acuerdo eon los sentimientos co- runes (como ea Werther o en el. Cami ante), asi, progresivamente se clarifioa Goethe ea. m Moin, Freies deutsches Frankjurter Goethe museum (Ealchi). 2, La madre de Goethe, Catalina Blisabet Testor Goethe. Oleo de G. O. May, 1776. Broles deutsches Hochetift-Frankfurter um, Frankfurt am, 3. El joven Goethe en la mesa de trabajo. Dibujo de Goethe. = con el Uempo una segunda componente, ams que opuesta, complementaria de equé- Tia, de modo tal qué sélo de Th fusién de ambas se desprende completa la visién que Goethe tuvo de sf; es decir, Ia conclencla de que el privilegio divino no es uma gracia sino una investidura, por la que a menudo se paga un alto precio, Para utilizar la fiieil expresién de uno de los mayores ger- manistas, “el favorito de los dioses... se sentia también vietima de los dioses, con- denada a vivir Ia comin condicién huma- ‘na felicidad e infelieidad— on un plano tan elevado, que ya casi no parecfa huma- no” (Mittner). Concederle a tm mortal tal ilimitada en pacidad de:sentir puede signiffear como sefaladamente lo iustma el caso de Hil derlin— el desear destruirlo, un peligro al {que Goethe se vio expuesto en mis de una oportunidad (y también en su vejez), pe- ro que logré evitar justamente gracias al profindo acuerdo que lo ligaba con los fe- nnémenos de la naturaleza, en cuyas inmu- tables eyes reconocfa una finalidad supe- rior, si bien seereta. No en el goce auto- destructor de sf pda, entonces, hallarse el sentido del favor que los dioses le con- cedieran, sino, en la integraeiin por obra del espiritu de sus propias eapacidades “n: turales” hasta Ja obtencién de uma, dimen- sién cumplidamente uumana. No sélo a obra, sino toda la vida de Goethe proceda fen este fentide, en el grandioso esfuerza de Tlevar a la conciencia del espfritu el mis- terfoso y casi migico vinewlo que une su alma a las potencias eésmicas, en forma tal de convertirse, como él dijera, “de un os- euro producto de la naturaleza en wun claro producto de sf mismo”, Visto en esta luz, el sentimfento de la propia grandeza ya no es autocomplacencia sino respeto 0, para utilizar Ia gran palabra del Goethe madu- ro, veneracién (Ehirfurcht) por im destino ‘gue sobrepasa Tos limites de la existencia individual y reviste el valor de um simbolo, La demostracién mds evidente de esta vi- sién simbéliea que Goethe tuvo de si se halla contenida en Ia autoblogratia, pero |i conciencia de representar un ato ex- cepeional que justamente por su ojemplari- dad se torna representativo y universalmen- te valido es el fundamento de todo su a te. En efecto, 41 no hace mis que ex presarse, no deseribe mis que sus propias experiencias en una serie de escritos que son, segtin su eélebre definicién, fragmen- tos de una gran confesiin, Pero justamente por el absoluto desinterés que, como en Jos sucesos de la naturslera, preside esta confesién, Ja misma adguiere una validez que escapa a todo limite de tiempo y de espacio y que s# convierte en lecoién de vi- da, slustracién del camino ideal de Ia bu- ‘manidad, tanto més convincente porque no ‘esti hipotetizada en forma abstrncta sino experimentada concretamente: el poeta de Ja experiencia vivida se transforma incons- clentemente en pedagogo y el hijo de la naturaleza se hace progonero de Jos més altos valores del espiritu. Personalidad y ereaetén artstiea La sintesis de naturales y de espiita realizada por Goethe es, histricamente, un punto de llegeda, Luego de él, desde los omintions a los modernos experimentado- res de hoy, lt concioneia moderna renun- lard progiesivamente a penetrar aquello ‘que la realidad nos presenta en los fend- menos aslados y se replegars, como los primeros, en la interioridad del propio yo 6, como los ities, en el registro no par ticipe de Ta presencia del objeto conver- tido en auténomo e incomprensible. Peco también observada en el émbito de su tiempo, como el fruto de waa tendencia ‘que remonténdose Ta experiencia finda. mental de lu mistica bartoca (la unién del alma con Dios), se habia. Iueyo secular zado y difundido gradualmente, hasta Ia genial concepeién de Ia naturaleza de Her- dex y de la historia como manifestaciones paralelas de Io diving, también en el émm- bito de su tiempo, dectamos, la realizacién aoethlana es un caso énico, que no pede ser seabadamente explicado con el recurso do las eategorias hstérieas o floséficas. Si, en efecto, Goethe esti firmemente conven cio de la comespondencia existente entre Ja estructura de Ia realidad exterior y Ia {intima esencia del hombre, ello sucede por que de esta ley él halla Ia. confirmacién en si mismo, en el seereto de una. perso- nalidad que opera desde un xiniea centeo interior, en el cual se anulan los confines entre interne y extemo, sujeto y objeto. “Nada debe buscarse detris del fonéme- no”, advierte el poeta, porque el mismo posee ya en si el propio significado. lo significa que todo elemento de la realidad fuarda en sila idea 0, con otras palabras, aguella entelequia que Goethe define >. ‘mo “un trozo de la etemidad” y de ouya mayor 0 menor fuerza hace deponder Ja calidad dol genio. Rosulta claro entonces que el concepto de personalidad esoapa ala esfera dea Wogica 0 do la moral para rmoverse, antes bien, en el plano elemental, ‘como To demuestra justamente el caso. de Goethe, que se imponia a todes, por dk nizado u odiado que fuera: é1 actiaba so- bre los otts, afirma Humboldt, sin saberlo © desearlo, con su sola presencia, Tanto Diderafos como eritioos no dejaron de po- ner de relieve Tos aspectos nezativos del earicter de Goethe, desde el exhibicionis- ro y ol frenesi del placor de la juventnd hasta Ia aridez en sas relaciones hemanas (tambien familiares) de Ia vejez. Sin em Dargo, en ta economia particular del ge- io, también estos aspectos tienen, st no una jjustificaciin moral, cestamente wna razin do ser. El abandono de Federica es mm modo de conjurat otto tipo de traicién, Jn infideidad al propio yo. podtico que exigia ain potenciarse, también a través dl dolor. EI cruel juiio sobre Kleist es, 88 fen Ghtima instancia, Is condoms de parte de si mimo le que dl “Apolo Weimar” no estaba seguro de haber nado completamente. La fuga 2 un retiro agreste a la muerte del duque Jos Augusto, con quien habia mis de cincuenta afios de vida, es el tinto de conservacién del anciano que que puede y debe arrebatarle al tempo Jn exeacion de obras maestras ( do por algunas pocsias escritas on la idiliea de Dornburg). ‘Todo 1o que ea plano bumano es negacién y desabeso (iy Cin dolorosamente advertido por el mime Goothe, pedemos deducirlo del amargo bax Jhnee en el que no Je asignaba a la folic dad mis que cuatro semanas de toda sa vidal), se toma afiemaciin en el plano a= fistico, porque conteibuye a crear aquella distancia que de por si permite a al mundo en sa totalidad y- proyestanle en ona vision universal Totalidad y universalidad son, entonoes, Iz marca del genio de Goethe y lo son con viene destzcarlo— también fuera de sus realizaciones artisticas o culturales. EI ae sin de expecimentar, de probar todas las cosas para comprenderlas y agregarlas @ Jn armonia preestablecida del universo, ea reteriza toda la vida de Goethe yume fen mn tinico contexto las diferentes exferas de sus intereses y de sus actividades. Em efecto, como antes de descubrirse poota ‘erey6 por mucho tiempo que seria pintor, asi la pintura neerlandesa que lo fascinara ‘esando era tn jovencito en Dresde se ha- la on la base de tanto feliz cealismo inte mista (por ejemplo, en Ia Misién tectal) Y €s por intermedio de las artes figurativas que se le fue clarficando luego el ideal del arte clisico. A la inversa, buscando en Ja naturaleza la confirmacién do la intuida unidad de espiritu y realidad, se convict en cientifico, se ocupé de boténica, asteo= Jogia, fisica, escandalizando a Schiller con ‘1 confusién de idea y experiencia, opo- niendo a la de Newton una propia’ teoria de los colores, polemizando con cientificos do cada pais, siempre firmemente convene ido de que la misma ley de arménico esarollo, gradual gobiera la naturaleza dal hombre. Su actividad de preceptor pe mero y luego de administrador y do poli- tico en la miniseala corte de Weimar fue Jn oscuela mediante la cual aprendié a tra ucir este norma universal en la prdctica de Ia vide social, sustituyenda el arbiteio subjetivo por la dsciplina —que fue sobre todo autodiseiplina— como presuposiciin de tuna sociedad verdaderamente civ. Si en- tonces estas experiencias, confrontadas en sus resultados tangibles con aquellos alean= zados por el poets, aparecen infinitamente ris modestas, ellas forman parte, de t= dos modos, de la misma aventura espir= tual, cuyo’ significado global es un ince: sonte buscar, superarse, reeomensar, sexi l imperativo “Mere 0 conviértte”. De ste continuo devenir Ia obra do arte Goethe @ Dibujo de Gocthe, marzo de 1777. confiere forma y durciin 2 bos impolos ‘que la determinaron. Queremos decir qust Th produceidn goethians, por vasta y sigs a que sea, seri siempre inferior all ‘espititu que Ia ha creado y, a la inven que tantas contradicefones, tantas es polares que dificultan el juicio 1 obra en conjunto, tienen justamente= arin de ser en la universilidad del genio: de Goethe, que justia Ia paradojal fy ‘én de un eritico, que ve en esta SR versalidad el Kmite del poeta (Feller). Tar limite por exceso revelable, por ejempla en el hecho de que Goethe ha desoo Mado en todos los géneros Titerarios sim aleanzar, sin embargo (salvo en Ja lirica), Ja perfeccién que es propia de otros ge nios, como Shakespeare en dl drama w Homero en la épica. A esta multiforme: jpacidad creativa se une Iuego una tlimé tada receptivided, que lo hizo referirse sucesivamente y te, al me e clisiea, a Ta Biblia y a los cantos popu res, 4 Ta cultura del renacimiento y a I Goethe” y esta afirmacién en efecto, el comecto criterio de Ta obra a “pluralidad de sere de tanto en tanto se express, es d forzar el significado de cada creacién en esquemas prefabricados, como con freesien= cia ha hecho la critica que, obedeciends a las perspectivas de su propia épocs, ha avalado Ia imagen de un Goethe todo pax sién 0: todo sabiduria, aleman anténtice © auténtico cindadano del mundo, Pero uando se hace esto es preciso no oli darse de Teva mente aquella mol icin el nico centro spiritual del que parten y en el que s° halla el seereto de una personalidad ver daderamente Las premisas interiores y exter En el cuadro de su vision orginica de le Goethe estaba convencido de que ertante para un indi viduo era el juvenil, en el cual 2 maduricién, diversamente influides por el ambiente externo, aquellos caracteres! y aquellas tendencias que Iuego formarin Ta idad del adulto, abierta obviamen- te a muchos encuentres y condicionamien= »s por obra del mundo, pero sustancial- mente fijado e inmutable. Por esta razén, Tos sucesos de la madurez y de la. vejez son anotades, en forma de crémica sinté= © bien descritor en fragmentos aislados como el Viaje a Italia ol Campitia de Francia, mientras que Tas aos que van desde el nacimiento a la partida para Weimar le sugirieron el fascinante relato do Poesia y Verdad. Y aqui muy bien puede darse que el arte haya obrado alguna magia, de modo que mientras parece ponerse simplemente al servicio del material historioo, en efecto so aduefia del mismo y empapindolo, lo con vierte de objeto en sujeto de poesia. Cual- aaiiera sea el secreto de este encanto, todo rasgo de Goothe nifia o adolescents in- formado en Ia biogralia parece al lector cesencial y signifieatiyo aun para la com- prensién del futuro poeta; comenzando por Ia “feliz constelacién” que presidi6 el di ficil nacimienta y en Ta oval aparece aquel ‘vineulo particular con Tas fuerzas césmicas del que ya se ha hablado. En el plano ims conereto de la herencia natural, apa rece como determinante Ta diferencia de temperamento de Tos padres, ane parecen Tlevar en sf mismos, aisladas y distintas, aquellas cualidades que se sumarin en el jo: Ta seriedad, la escrupolesidad, el amor-por el orden entendido como valor moral mis que prictiea en el padre y por ef contrario, la alegria, la fantasfa, Ta soelabilidad en Ja joven madre. Guiada ppor estos dos seres diversas y complem tarlos, Ta tnfancia de Goethe fue feliz. pero everamente disciplinada, riea en fermentos interiates, pero también en aplic estudios, En el minueioso plan pedagéatco confeceionado por el padre fignraban el Aibujo, Ia misica, Ia esgrima, la equita cidn, pero sobre todo, junto al alemin, Tas Tengnas antiguas y modemnas: el atin, el griego, el hebreo, el italiano (que todos Tablaban um poco en la casa), el francés y el inglés. La facllidad con que el niso se adaptaba a este masivo programa edu- cativo est demostrada por los graciosos didlogos latinos que componia a los ocho : extraordinaria_precocidad que anti -cipa a -auestros ojos Ta tnmensa eapacidad de asimilacién que sera propia del poeta. La época irreflexiva y proteaida do la pri mera juventud se comé para Goethe a los ‘quince aos, cuando se vio implicado, no s6lo inocente sino ademés del todo afeno, fen un proceso por estafa. La orisis moral ‘que siguié al mismo se manifest6 en versos sarefsticos y en Ia destruccién de nume- ro30s_manuserites, como simbélica gesto de rebelién y de separacién de una for ma de ser anterior, El joven que el afio siguiente partia pare Leipaig, donde muy ficilmente so integraria a la frivola vida de sociedad, tan lejana de la mentalidad sélidainente burguesa, conservadora y pa triareal de Franefort, se demuestra también en esta perspeotiva, y las poesias de aquel tiempo contionen las sefiales del cambio ‘operado, agrezando a la mis vasta y mis ‘conocida produceién de tipo anacredntico —ligera,- convencional, formalmente virtuo- s— descargas sinceras y dolorosas, en las ‘que ya se encuentra el germen de la revo- Goethe Iuelén “stimeriana”, Por otra parte, wma Insatisfacoién de fondo caracteriza todo el periodo de Leipzig. Incapez de hallar la propia expresin personal en los médulos de la literatura oficial, decepcionado por el mundo académico, consumido por el atormentado amor por Kitchen Schonkopf, Goethe terminé por enfermarse gravernente y volvié al hogar, en 1768, postrado en ‘cuerpo y espiritu, A estas particalares con- liciones doben imputirsole en buena me- dlida su temporaria adhesion al pensamiento y a las précticas pietistas, a los que lo habjan inducido su madre y una amiga suya, aguella Susana von Klettenberg que ser luego deserita en el Wilhelm Meister ‘como el “alma bella”, En efecto, Gocthe se separé bien pronto del pictismo como, por otra parte, de todo otzo culto, pa ‘rearse un “cristianismo de uso privado"; pero aquella breve experiencia religiosa fue mis allé, sin embargo, de las prucbas de alquimia’ (como aquella para producir el “liquor silicum”) y de la lectura de libros rmisticos y mégicos. El conocimiento de personas verdaderas y activamente buenas Te enseaé a apreciar la profunda humanidad de la doctrina cristiana, y la introspecci6n, tan ampliamente practioada por Tos pic tistas, potencié aquella tendencia innata que on Ios afios inmediatemente siguientes se manifestaria en Tn reivindicacién de Jos derechos del oorazén, pronto adapteda en €l programa de los “Stiirmer”. Estrashurgo Antes de su visje a Estrasburgo, donde completaria los estudios de jurisprudencia, Goothe hizo un segundo auto de fe del ‘que se salvaron sélo Tas dos comedias, Lot caprichos del enamorado y Los eémplices, parte de las poesias elegantemente copia das en Leipzig por el amigo Behrisch. Y verdaderamente, ol joven que hallamos en Ja ciudad alsaciana es, en muchos aspec- tos, un hombre nuevo, 0 mejor dicho, re- novado. Fisieamente restablecido, goza a pulmones Henos Ia bella naturaleza que Jo cizeunda y que reeorze en largas paseos a pie 0 a caballo, dindole curso a un placer de vivir que la enfermedad recién superada parece haber agudizado al maxi- ‘mo y que se manifiesta también en les rolaciones humanas, que son muy cordiales ‘con todo el mundo, La faseinacién innata de Goethe se manifiesta en Estrasborgo en toda su plenitud, le proporeiona el amor de las mujeres (desde las hijas del maes- tro de baile a In duloe Federica) y la admiracién ineondicional de los amigos (Jung-Stiling, Wagner, Lenz), alimentan- do un peligroso sentimiento de autocom- placencia y de soberbia intelectual. Pero justamente en este momento en que se ve expuesto a los_mayores peligros que se pueden presentar dada la coincidencia de ©" Aaherentes del movizionto socio-cultural ls mado Sturm dd Drang on 1, Lotte entrega la pistola fal mensajero de Werther. Grabado de J. Armand. 2. Lotte ante la tumba de Werther, ajo el sauce Worén, Pintura de C, Remstacde. 3. BL duque Carl August ‘von Sachisen-Weimar-Bisenach. Detalle del retnato de J. E. Heinsius, 1780. 4, Retrato de Lessing, de Anton Graff, 1771. Frankfurt am Main, Fretes deutsches Hochstif-Prankfurter Gozthemuseum (Falchi) 5. Busto de Herder, do Martin G. Klawer, 1773. Ja juventud y del talento, la Fortuna (gaca- so no cra él el predilecto de los dioses?) Je envia al hombre que con su exoesiva autoridad lo curaria, y rudamente, de toda presuntuos superfiialidad, pero que por sobre todo Te daria a su espiritu el con tenido que necesitaba: Johann Gottfried Herder. $i bien s6lo cinco aflos mayor que 4, Herder ya se habla impuesto como propulsor de una revolueionaria vision del mundo que, sacudiéndose el polwo del pa- sado y renegando especificamente del inte- ectualismo iluminists, se inelufa en el pre- sente con la adhesién a la realidad de todo su ser, De este concepto jlobal del hombre que anula toda distinei6n entre pensamien- to y sensacién, nacen las grandes intuicio- nes de Herder y, primera entre todas, la ‘dea del pueblo como organismo auténomo y Ia del lenguaje como expresién del alma del pueblo. Y como, sogiin la eélebre for- ‘mulaeién herderiana, “Cuanto més salvaje fs un pueblo, es decir, cuanto més vivo y auténomo... tanto més salvajes, es de- ir, tanto més vivos, bres, sensuales, liri- camente impulsedos’ seri sus cantos”, la verdadera poesfa evitari las realas, las es- ‘eaelas, los modelos, par identifierrse con Ta naturaleza que,’a sa ver, no seri la nnstursleza aplaceda y ordenada del hombre (como la misma aparece en la tradicién clésica), sino aquella brumosa, salvaje, arandiosa del norte, No es éste el lugar para diseutir las con- seouencias que ejercieran sobre toda la cul- fura europea las ideas de Herder, como tampoco las contradicciones en las que con- tinuamente incurriera, En el momento de su encuentro con Goethe, estas ideas so thallan todavia on la faso del “gigantesco fermento” y con toda Ja fuerza de su no- vedad y potencia caerin, para levantarse ‘en segulda nuevamente, en cl sediento te- reno del espiritu gocthiano. Y si uno fue ‘maestro de excepcién, no menos excepcio- nal se revolé ol alumna on Ja humildad con que suftié el autoritarismo a menudo sarcistioo y ofensivo de aguél, consciente de pager un precio irrisorio a cambio del fnmenso patrimonio ideel quo se le ponia su disposicién y al que Io supo dar Ia sealizacién concreta que, en cambio, siem- pre le fuo nogada a Horder. La més am- pplia perspectiva histérien que, absrcando todo el camino recorrida por ambos, nos muestra a Herder como al hombre do un solo preciso momento cultural mientras, Goethe domins con la versatilidad de su genio a toda su época y por momentos directamente anticipa Ja futura evolucién ‘dal siglo xx, no debe Mevaros a engatio Jacorca do la importancia del influjo ofer- ‘eitado por el primero sobre el segundo y ‘que sienifios nada menos que Ta adqui- cin de una nueva dimensién, humana artista all mismo tiempo, En Estras- ‘Goethe aprendié a ver el mundo foes muovos, como una inmensa total ‘ex bb que lo fisico no se distinguo Goethe de lo espiritual, y el yo que siente se iden- tifica con Ia realidad sentida; por lo tanto, ‘una experiencia estrictamente personal co mo el amor por Friederike Brion, Ia hija dol pérroco de Sesenheit, se agrega espon- tineamente en el vineulo edsmieo que une 1 yo al todo. En el bellisimo Canto de Mayo (Matlied) que abre la nueva lirica goethiana y alemana, el amor no es coim= parado con las nubes matutings, sino que fs idéntico a las mismas: entre el mundo interior y el mundo exterior no hay dife- rencia alguna, EI milagro y Ia obra En su conocido libro sobre los conceptos fundamentales de la poética, Emil Staiger cita una frase de Duhamel: “Miracle nest pas oeuvre” [El milagro no es obra], y It saplica para definir al mismo tiempo la gran- deza y los limites de la poesia lirica. La grandeza la deriva del estado de gracia

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