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éQUE ES LA HISTORIA SOCIAL...? iUna nueva forma de coleccién de conocimientos sobre el pasado? éLa celebracién de la experiencia a costa del andlisis? dE tipo de historia que escriben los socialistas? iMovilizar el entusiasmo popular? Un término hibrido? 6 bien ofrecer a mejor oportunidad para escribir la historia total? éQué es la historia social? Desde su ascenso al rango de disciplina y la emergencia de Raphael Samuel 1.'srofesion jerdrquicamente organizada la historia se ha interesado profundamente por la problemdtica de su propia creaciGn. A veces esto es sugerido por “lagunas” que las supervisares aconseian al joven investigador que com- plete; otras veces es sugerido por una interpretacién establecida que, iconoclisticamen- te, se le anima a desafiar. La moda puede dirigir la mirada de los historiadores, 0 una nueva metodologia puede emocionarles, o puede que tropiecen con un yacimiento sin explotar, Pero, independientemente del foco de atencién, el contexto es ese mundo cerrado y esotérico en el cual la investigacién es una etapa en la carrera profesional y la nueva interpretacian cuenta mas que el interés sustantivo del asunto a (rat La historia social ¢s bastante diferente. Toca y -aunque esto es discutible= ayuda a enfocar temas muy presentes en el debate publico, como por ejemplo el caricter nacional britdnico o la naturaleca de la vida familiar, Moviliza él entusiasmo popular y enciende las pasiones populares. Sus practicantes se cuentan por miles mas que por 10, primavera-verano 1991, pp. 135-148. 135 desarrollo del periodo de entreguerras ~representada en las escuclas por los libros de texto “Piers Plowman”, y en las universidades por el Medievat People &e Eileen Power y ¢l trabajo de la primera generacién de historiadores ecanémicos- la historia social cvocaba la cara humana del pasado y su cultura matcrial frente a la aridez del desarrollo constitucional y administrative. La escuela de la revista Annales en Francia propugnd el estudio de la estructura y el proceso antes que el anilisis de eventos individuales, enfatizando la gran permanencia de la gcografia, cl clima y el suelo. La historia urbana, iniciada en pequefia escala por Hi. J. Dyos en los afios 60, y la historia del trabajo, redefinida por E. P, Thompson en Making of the English Working Class, fueron una protesta contra el caricter progresivamente rutinario y estrecho de la historia econémica y al mismo tiempo fueron un ataque a las generalidades invasoras de los soci6logos La historia social debe su prosperidad actual, como entusiasmo popular y coma practica erudita, a la revolucién cultural de los 60 y reproduce ~aungue de forma modificads sus principales fuentes de inspiracién. Estamos tratando de homologias mis que de influencias, o, segin se reconoce piblicamente, deudas, de mode que cualquier acoplamienta es necesariamente especulativo y podria parecer impertinente alos historiadores implicados. Sin embargo, aunque sélo sea como provocacién y como un modo de situar la historia dentro de los complejos imaginativos de su tiempo, podrian sugerirse algunas convergencias aparentes. El espiritu de la historia social de los 60 -adaptindose a su modo a los “aires de cambio" cra sobre todo modernizante, tanto cronolégicamente, en su eleceién de los temas, como metodoldgicamente, en su adopcién de una perspectiva multidisciplinar, Mientras que la historia constitucional tenfa su origen y centro de atencién en los studios medicvales, y la historia evonémica, segin s¢ desartollaba en los afios 30 y 40, se preocupaba especialmente de los tiempos de los Tudor y los Estuardo (la famosa controversia del “ascenso de la burguesia” es quiz representativa). la “nucva” historia social, primero en publicaciones populares como los libros del ferrocarril (por ejemplo los de David and Charles) y mis tarde en su versién académica, se dedicé a Ia histor de la Gran Bretafla victoriana, Ultimamente, y dado su entusiasmo por ser “relevante™ y estar al dia, ha mostrado cierta disposicién e incluso dnimo a ampliar su investigacin hasta el presente. También en lo metodolgico, siguiende lo que predijo E. H. Carr en What is History? al principio de la década, la nucva historia social acogia gustosamente a las ciencias sociales. Asi, gran parte de la energia contenida en la expansiGn de Past and Present -la publicacién periédica de historia social mas ecuménica, y la primera en ocuparse de la interrelacidn entre historia y tcoria~ vino del deseubrimiento de contrapartidas histéricas a las categorias de 1a antropologia social y la sociologia: por cjemplo “subculturas”, mavilidad social, psicologia de masas y mas adelante las identi- dades de género. Muchos de los nuevos historiadores sociales se familiarizaban con el pasado proyectando la madernidad hacia atras en cl tiempo, descubriendo anticipaciones de! presente en el pasado. Esto parece mis evidente en la versién americana de la historia social donde Ia teoria de Ia modernizacién es una fuente de inspiracién importante (el 10 Peasants into Frenchiien de Eugen Weber, una eelebracién del proceso supuesta- ‘mente civilizador, es un ejemplo accesible ¢ influyente), Esta teoria también se aprecia en Ia preocupacién por los origenes del matrimonio “de compafia" y la familia moderna, un trabajo de corte liberal y humanista que inieié Lawrence Stone y uno mas conservador de Peter Laslett y Alan Macfarlane, El magnifico libro de Keith Thomas, Man and the Natural World, asi como el anterior, Religion and the Decline of Magic, a pesar de ser agudos y conscientes de las tendencias opuestas, podrian 137 138 considerarse estructurados por una versiGm de la teoria de la modernizacién que documenta el avance de la razén y la humanidad. El tema plebeyo, favorecido por la nueva historia social, coresponde a otras manifestaciones culturales de los 60, como por ejemplo la “new wave" del cine briténico, con sus héroes “cockney” y de provincias, el “pop-art™ con su empleo de objetos cotidianos, o la transformacién del ritmo de un “ghetto” (el sonido de Liver- pool) en miisiea nacional. De modo similar, la tendencia anti-institucional de la nueva historia social -la renovada determinacién a escribir la historia de la gente “corriente” frente ala historia del arte de gobemnar- parece reflejar, 0 incluso ser parte constituyente de un derrumbamiento mucho mas generalizado de la deferencia social yeel cuestionamiento de todo tipo de figuras de la autoridad. En otro Ambito, el de la conservacién histériea, podria seftalarse la nueva atencién prestada a la preservacion ¢ identificacién de la arquitectura vernicula, a la proliferacién de museos al aire libre folk ¢ industriales, con su énfasis en los objetos cotidianos, y finalmente In recupera cién y publicacién de fotografias antiguas, especialmente las que representan escenas de Ia vida humnilde. La demoeratizacién de la genealogia y la notable proliferacién de sociedades de historia familiar ~un movimiento popular de investigacién primaria~ posiblemente también reflejen el espiritu igualitario de los 60. Hay una nueva genes cién de investigadores que disfrutan del descubrimiento de origenes plebeyos tanto coma sus predecesores disirutaban con imaginarios pedigrees aristocraticos Otra de las importantes influencias de los 60 en la nueva historia social -muy diferente en cuamto a origenes y efectos fue la “industria de la nostalgia”, que surgid como una especie de contrapartida negativa a la hegemdnica modernizacién del tiem. po. El sentimiento impulsor totalmente opuesto al “calor blanco de la tecnologia moderna” del Sr. Wilson o a los “aires de cambio" del Sr. Macmillan fue un agudo sentido de pérdida, de desencanto respecto al cambio social de la posguerra, y que estaba presente politicamente tanto en la izquierda como en la derecha, Se trata aqui de una serie de transferencias y desplazamientos en los cuales la nocién de “tradicién”. previamente relacionada con el campo y la artesania en vias de extincién, era traslada- da a un marco urbano ¢ industrial La automatizacién, la electrificacién y las zonas no contaminadas transformaron las fabrieas accionadas por vapor en monumentos industriales. Los restauradores de la propiedad, trabajando en los intersticios del re-desarrollo global, eonvirtieron calles deplorables en residencias pintorescas: “‘casitas de campo” victorianas mas que emble- mas de la pobreza, la superpoblacion y la insalubridad. En este caso los pioneros fueron entusiastas del ferrocartil, quienes, a raiz del hacha de Beeching y el uso de! moter diesel, emprendicron una serie de extravagantes operaciones de rescate destinadas a Tesucitar viejas lineas. Poco después llegaron los fanaticos de la traccién a vapor, los coleccionistas de antiguos motores de ferias y tos entusiastas de las barcas y los viajes por los eanales que dieron vida vias fluvisles en desuso. La arqueologia industrial, tun invento de los 60, siguié 1 mismo camino, elevando algunas reliquias de la Revolucién Industrial como Coalbrookdale a la categoria de monumentos nacionales En otro orden de cosas cabria sefialar la proliferacién de clubs de folk (uno de los Primeros componentes de la “contra-cultura” de los 60) y el descubrimiento de la cancion folk industrial como anticipacién de uno de los temas esenciales de la nueva historia social: la dignidad del trabajo. Otro de sus grandes temas, la solidaridad, fue anticipado por ese subgénero de la autobiografia y la investigacion sociolégica -Uses of Literacy (1975) de Hoggart fue el prototipo—que convirtié al casi desaparecido barrio bajo en un simbolo de la comunidad perd Fo1o de Robert Capa Pub londinense, 1981 En lo que se refiere al trabajo histérieo, estos sentimiento cristalizaron en una interpretacién andi-progresista del pasado, un entusiasme folklérico por el anacronis- mo y la supervivencia rural y una consideracién clegiaca por las comunidades en vias de desaparicién. El “resurreccionismo” ~rescatar el pasado del “enorme aire de supe- rioridad” de la posteridad, reconstituir las desaparecides componentes del “Mundo que perdimos"= llegé a ser un gran impulso en la escritura c investigacién historica Podriamos decir que la dignidad de la gente “corriente” fue el tema unificadar de esta linea de investigacién y recuperacién histérica, una celebracién de la vida cotidiana, incluso, quiza especialmente, cuando suponia dificultad y sufrimiento. El efecto general de la nueva historia social ha sido ampliar el mapa det conoci- miento histérico y legitimar nuevas areas para la investigacién erudita, como por ejemplo el estudio de las familias y cl parentesco, Ia historia de la cultura popular. el destino de los parias y los oprimidos. Ha devuelto la vitalidad al trabajo de extramuros de la historia, especialmente con la reciente llegada de la historia de la mujer, que ha sido mejor acogida que otras por Ia historia social. Ha construido puentes hacia la representacién popular de la historia en televisién. En las escuelas. ha ayudado a producir, 0 ha sido acompafiada por un cambio general de la historia “continua” a la enseflanza superficialmente basada en proyectos y temas (cambio cuyos méritos se cuestiona, entre otros, el Ministro de Educacién). También ha producido una serie de proyectos histéricos de estilo “hagalo usted mismo" en historia local, historia del trabajo, historia oral, historia de la mujer, los cuales han Ilevado la produccién del eonecimiento hist6rico. mucho mas alld de los feudos delimitados por lo académico. La nueva historia social también ha demostrado la utilidad ~y de hecho la calidad de valor incalculable- de clases enteras de documentos que gozaban de muy baja estima: inventarios caseros como indicatives de las relaciones de parentesco, obligacio- nes y vinculas, declaraciones en juicios como prucba de sociabilidad, testamentos como muestra de creencias religiosas. Hace menos de un siglo, un distir eruditoapunta- ba que a ningun historiadot serio le interesaria una factura de la lavanderia. Las 139 140 Publicaciones de la Comisién de Manuscritos Historicos y las colecciones patricias de papeles “de familia” que adornan las Oficinas del Registro del Condado testifican 10 representativa que fue esta tendencia. Es improbable que nadie repitiera esas palabras hoy en dia, ni siquiera un critico de Ia nueva historia social tan empedernida como por ejemplo el profesor Elton, con su idea de que la historia es “sobre el gobiemo”. ‘A pesar de la novedad de su objeto de estudio, la historia social reproduce muchas de las tendencias caracteristicas de sus predecesores. No es dificil encontrar ejemplos de una interpretacién “laborista” desplazada en Ia teoria de la “modernizacion”, o del “idolo de los origenes” en informes sobre el surgimiento del Estado del Bienestar 0 el desarrollo de los movimientos sociales. Los historiadores sociales ~actuando, como recomendaba Stubbs el siglo anterior, “historicamente™ en vez de “filos6ficamente” ‘son tan susceptibles como los anteriores eruditos a la Hamada de un empirismo de sentido comiin en el cual la evidencia parece hablar por si misma, y la explicacién se enmascara como la simple reproduccién del hecho. Muchos podrian también decir Que son influidos, aunque subconscientemente, por una estética del (algo de lo que se acusa el propio autor de estas lineas) en el cual cuanto mas detallada “densa” es la descripcién, mas auténtica se supone la imagen. A los historiadores. sociales se les da muy bien el acumular detalles de la vida real: objetos caseros, presupuestos, rituales de tipo ceremonial. No dejan espacio conceptual para las grandes. ausencias, para las multiples areas donde no existe registro documental o donde el historiador s6lo tiene lo que Tawney llamé “el fino papel arrugado” en la mano. La historia social tiene los defectos de sus cualidades. Su preferencia por los documentos “humanos” y por las visiones de cerea tiene como efecto la “domestica- cidn” del tema de la historia y su transformacién ~aunque sea involuntaria~ en algo. inofensivo. La “aguda captacién del detalle” de la que los practicantes se enorgullecen, las frases coloquiales que les encanta desenterrar, el “ambiente” de época que sc desviven por evocar fielmente, todos acaban por confundir lo pintoresco con Io relativo a la vida real, con Jo cual podria no ser més que una apariencia casual (el mismo defecto puede apreciarse en el detalle de “fondo” del romance histérico y el teatro costumbrista). Mientras Ia historia politica nos invita a admirar a los gigantes del pasado ¢ incluso, por contagio, a compartir sus triunfos, su Majestad nos recuerda que hay alturas que no podemos escalar. La historia social cstablece una relacién intima, invitindonos a volver al célido hogar del pasado. La indulgencis que los historiadores sociales muestran respecto a sus sujetos y el deseo de crear “empatia” (ver el pasado en términos de sus propios valores en vez de los valores actuales) puede servirnos para halagar nuestra autoestima. Se convierte asi la historia en un campo en el cual, sin un coste excesivo para nosotros mismos, podemes demostrar nuestra gran simpatia y benevolencia. También sirve para despojar alla historia de todos sus tertores. El pasado deja de ser algo ajeno cuando encontramos, tun nicleo racional en un comportamiento aparentamente irracional. Un ejemplo seria pensar que las acusaciones de brujeria eran un modo de librar a un pueblo de mujeres vigjas € inttiles, 0 bien que los impresores que masacraban gatos estaban realizando una prdetica sustitutiva de la huelga Las identificaciones a las que nos invita la historia social una de sus inspiraciones yun atractive fandamental- tienen también el efecto de proporcionar una seguridad simbélica. Establece una familiaridad demasiado facil, la ilusién de que nos estamos perdiendo en el pasado cuando de hecho lo estamos utilizando para la proyeccién de identidades ideates. Al reconocer nuestro parentesco con personas del pasado y buscan- do 0 deseubriendo su parecido con nosotros mismos, nos complacemos al creer -igual que en el mensaje subliminal de un faroso anuneio que en el fondo todos somos amables; excéntricos quizas, o incluso absurdos, pero de gran corazén, generosos y francos. Nuestros propios prejuicios se vuelven adorables. o por lo menos inofensivax. ‘cuando se revelan esencialmente ingleses. Las gentes del pasado se vuelven asi imagenes, del espcjo, o versiones primitivas de nuestro “yo” ideal: el inglés nacido libre, indivi- dualista desde la cuna, negdndose a reconocer a ningiin hombre como su amo, agresivo frente a la autoridad: la familia de compaiia, “un amado cfreulo de rostros familiares que vive en hogares nucleares; los padres indulgentes y caribosos, atentos s6lo-a felicidad y bienestar de los suyos. Estas identificaciones son casi siempre, a pesar de su naturaleza subliminal, auto-congratulatorias. Implican un teconocimiento crrénco doble, tanto de las gentes del pasado como de nosotros mismos: en primer lugar negindoles su alteridad y el cardcter especifico de su existencia en el momento histéri- co, en segundo lugar reforzando una visién sentimentalisia de nosotros mismos. La imaginaria comunidad con el pasado puede servirnos por tanto de altermativa cSmoda a una actitud critica y de auto-cuestionamiento y nos permite tomar prestado cl prestigio de nuestros ancestros adoptivos y dignificar el presente por una asociacién ilegitima con el pasado. La historia social, para poder desempefar su papel potencialmente subversivo. tiene que ser mucho mis perturbadora. Si quiere celebrar una humanidad comin y acerear el pasado al presente tiene que tener en cuenta esas disonancias que conocemos como parte de nuestra experiencia: los miedos que ensombrecen e! crecimiento de los nifios, el dolor del amor no eorrespondido, las ocultas injurias de clase, Ia irritacién del orgullo, la amargura de la faccin y el feudo, Debe dirscles todavia mas importan- cia, y esto lo lograrin solamente los documentos, a la condicién maltusiana de fa vida diaria en el pasado y 4 los-efectos psiquicos de Ins inseguridades y las emergencias que podemos intentar documentar pera que escapan a las catcgorias de nucstra experiencia ‘al soporte imaginativo de nuestra visién dei mundo. La desfamiliarizacién, a fin de cucntas, puede ser ms importante para cualquier acceso al pasado que una intimidad precipitada, Asi mismo, quiz podriamos reconocer ~atunque nos resulte doloroso- que hay una profunda arrogancia en la nocién de “gente corriente”, esa totalicad unificada cen la que los historiadores sociales pueden actuar. Implicitamente es una categoria de la que nos excluimos, personas superiores aunque sea silo por nuestro privilegio de la retrospectiva. “No existen... las masas”, escribid Raymond Williams en Culture and Society, “solo existen mods de ver a la gente como masas”. Quiza les ha llegado el mamento a los historiadores de examinar del mismo modo cl término “la gente corriente’ La historia social es mas ici! de definir que la historia John Breuilly oysica,ceonsmica 0 militar. Mientras esos terminos se apl- cana la historia de actividades distintas, el término social lo cubre virtual mente todo. De hecho ha habido tres puntos de vista muy diferentes sobre la naturaleza de la historia social. El punto-de vista mas antiguo respecto a qué es la historia social fue su definicidn como historia de las costumbres, del ocio, de toda una serie de actividades sociales que se realizaban fuera de las instituciones politicas, econdmicas, militares o de otro tipo que ya fueran el objeto de ramas especificas de ta historia. Uno de los problemas planteados por esta vision residual de la historia social fue que su Ambito disminuyo 1a 2 Foto de Keystone Festa de la lberacién, Pari, 1945 cuando los historiadores de la mujer, la familia, el ocio, 1a educacién desarrollaron sus Propios ambitos como disciplinas distintas. También existia el peligro de que esas historias se trivializaran por la exclusién de la politica, Ia economia o las ideas de las actividades que estaban investigando. ‘Como reacciém contra esto, algunos historiadores han ido al extremo opuesto y defendido que la historia social deberia legar a scr la historia de la sociedad: socieral history. La idea consiste en que la historia politica, econémica, militar y otros tipos especificos de historia estudian cada uno slo un aspecto de Ia sociedad. Es necesario, juntar estos varios tipos de historia en un marco. dnico si queremos comprender la sociedad en su conjunto. Esta es la labor de la societal history. Existen muchas dificultades em esta visiGn de fa historia social. En primer lugar, todo el accreamiento se basa en la idea de que hay una sociedad que estudiar. Pero cuando empleamos el término sociedad no queremos decir normalmente estructura social distinta, sino mas bien los habitantes de un cierto territorio o los sujetos de una autoridad politica particular. Queda por establecer si hay una estructura social distinta que determina el modo de vida de estas personas. Existe el peligro de que esta asuncién, de una sociedad tinica se imponga a la evidencia. Asi la idea de que la sociedad inglesa se estaba haciendo industrial durante el siglo x1x, junto con varias ideas sobre como. son una sociedad pre-industrial y una sociedad industrial, pueden distraer de la verda- dera labor del historiador. En lugar de describir y analizar sucesos especificos. cl historiador se ve tentado a categorizar varios elementos de la “sociedad” segin su localizacién en el camino que lleva de lo pre-industrial a lo industrial. Esta “prueba se cita entonces como apoyo de Ja asuncién original. Este argumento es contrario a la historia, circular y vacio de significado real. Un modo mucho més prometedor de reunir las diferentes ramas de 1a historia en tun marco tinico consiste en distinguir entre diferentes dimensiones tales como la politica, la econémica y la idcoldgica. Entonces uno intenta relacionar estos tres niveles Giferentes. La historia marxista es el mejor ejemplo de este tipo de empresa. Pero también la tradicién asociada a Max Webber puede conducirnos por la misma direc- cidn aunque con importantes diferencias. En ambos casos, sin embargo, el centro de atencién ya no es la “sociedad” sino mas bien otros conceptos. como el “modo de produccién” 0 10s “tipos de dominacién legitima”. Tiene poco sentido llamar a estos acercamientos ¢jemplos de historia social o socieral history. Podria atin quedar la asuncién de que el titimo propésito es comprender “Ia sociedad en su conjunto” 0 tuna “formacicn social”, pero esta suncién no es un elemento esencial en estos tipos de historia, Lo esencial es como las diferentes dimensiones son definidas y despues relacionadas con la evidencia y entre si Una tercera visién de la historia social ¢s que trata de la experiencia mas que de la accién. Podria argumentarse que personas que son asalariadas, padres o madres, ciudadanos, consumidores y mucho mas, deben poseer cierto sentido de la identidad que une en lo subyacente a todos estos papeles concretos y deben tener una experiencia del mundo organizada en modas que vayan més alld de esos papeles. El trabajo del historiador social consiste en proporcionar una comprensidn general no a nivel de la “sociedad en su conjunto” sino a nivel del individuo 0 de los miembros de grupos sociales en particular. Pero esto plantea problemas. Todo lo que puede hacer el historiador es estudiar los registtos de las aeciones de la gente en el pasado que ain existen. La tentacién de mirar "detrés” de esas acciones para llegar a la gente “real” puede conducir a especula- ciones imposibles de verificar. Puede alejamos de la preocupacién por los eventos especificos que es la esencia de Ia historia. Finalmente puede alejamos de lo social y acercarnos a lo psicolégico. Este reciente aumento del interés en La historia de la “vida cotidiana” ha mostrado a veces estas debilidades cuando ha intentado ir més alld de la bisqueda —fundamentalmente acumulativa—de los fragmentos de la “vida corriente™. Estas tres visiones de la historia social como historia residual de actividades sociales variadas, como societal history y como historia de Ia experiencia social no parecen llevar a ninguna parte. All enfrentamos a gran parte de lo que se llama historia social podiamos tender a establecer esta conclusién tan negativa. Pero creo que, al menos en lo referente a la historia moderna, hay algo mas que deci La historia moderna ha presenciado un aumento dramiitico en la escala de la actividad humana a causa del crecimiento, tanto en tamafio como en importancia, de os mercados, empresas, estados y otras institueiones, La gente se relaciona entre si en eslas instituciones sin hacer muchos esfuerzos por conseguir un sentido comtin de la identidad o ¢l conocimiento personal de los dems. Los estudios de estas instituciones, Por tanto, tienden a omitir la consideracién de los todos en que los individuos omprenden sus acsiones dentro de las instituciones. Pero Finalmente esta comprension determina el funcionamiento de las instituciones. Por “comprensién” no quiero decir cierta experiencia “detris” de lo que hace Ia gente, sino mas bien el pensamiento que directa ¢ inmediatamente informa sus acciones. Esto es lo que siempre deberia relacio- narse con ¢l funcionamiento de la institucién en su conjunto. Por ejemplo, el estudio histérico de la “adaptacién” de los inmigrantes rurales @ la vida urbano-industzial no puede trabajar ni a nivel del andlisis impersonal (hasta qué punto la gente se adapta a 143, 144 ciestos “imperativos” de la modernizacién) ni a nivel de la experiencia individual (qué significa ser un inmigrante rural). Lo que deberia hacerse es mirar aeciones distintas, tales como el cambio de empleo, el absentismo, pautas de adaptacian y uso de vivien- das, Después uno deberia preguntarse qué tipo de pensamiento es el que da sentido a estas pautas de actuacién asi como el sentido de este pensamiento para la institucién en cucstién. Esto no cs la incumbencia de un tipo de historia en especial. Mas bien supone hacer que todas los tipos de historia se enfrenten explicitamente a la naturaleza social de fa accién y de las instituciones. La historia social no es un tipo de historia gn particular: os una dimensién que debera estar prevent en todas Ins rams In storia. Qué ¢s la historia social? La pregunta solia hacerse de otro J.C. D. Clark acsiqué os ia historia “a seca"? Los fildsofos se esfora- ron por defender la viabilidad de “la explicacién hist6riea” como tal frente a las pretensiones de las ciencias naturales o sociales. Y sin embargo los historiadores saben Que la historia no ¢3 una sola cosa, sino muchas cosas. Las facultades de historia en la Universidad son campos de batalla donde diferentes clases de historia compiten por ganar espacio, y cada clase est cquipada con una metodlogia y un sistema de valores diferentes. La historia social es una perdedora nata en tal concursa: su naturaleza no es obvia. En términos simples pero utiles diriamos que la politica genera la historia politica, la guerra traza la historia militar el sacerdocia identifica la historia religios, Pero la historia social parece un término hibrido: la accién social es demasiado general para definir un género académico. Asi el debate es en parte semintico (llamaremos 1 esta 0 esa clase de historia “social”?), en parte la busqueda del Santo Grial (existe tina historia social global que trascienda c incorpore todo lo demas”). A pesar del impresionante logro de Harold Perkia, esta iltima idea no ha sido muy persuasiva por Jo general, como tampoca lo fue el intenta de Leavis de convertir la critica literaria en ef estudio global del arte. Las historiadores sociales todavia estan divididos. iCual es, pues, el debate semain- tico? iCuales son las divisiones? Yo debo contestar en lo que se refiere a mi propio campo, Inglaterra entre la Restauracién y la Ley de Reforma, Los primeros en el tiempo, pero todavia influyentes, fueron ios fabianos y marnistas de las generaciones anteriores a 1945: los Webb, los Hammond, Wallas, Cole, Laski, Tawney y sus suceso- res modernos. Para ellos, la historia social era historia econémica a pequefia escala: nivel de vida, cercamientos, transporte, salud publica, ley de asistencia publica, las ca- tegorias de “clase” generadas por la economia, asuntos municipales, alcantarillado. Valia la pena, pero ahora parcce desesperadamentc cn la linca de Altice. 2Y por qué era diferente de la historia econémica como tal? En base asus metodologias reduccionistas, no era posible distincién alguna. Tampoco era posible, en segundo lugar, en el trabajo de las subsiguientes cohortes de historiadores de la nueva izquierda que escribian sobre radiealismo, protesta popular, disturbios, crimen, prisiones, revolucién, “control so- cial”, La estructura del argumento era la misma; el concepto de historia social propucs- to por Roy Porter en English Society in the Eighteenth Century es idéntico al concept de historia econémica de Christopher Hill en Reformation 10 Industrial Revolution. La obra de R. W. Malcolmson, Life and Labour in England 1700-1780, todavia se descubre ante Marx y Engels. Un sentida en el que este trabajo se acerea al enfoque global ¢5 que hace que la historia social parezca el tipo de historia que escriben los socialistas. El tercer grupo participante en el debate seméntico trata de romper este circulo cerrado construyendo su investigacién sobre una metodologia no-positivista y anti- reduccionista, Emancipada de su servidumbre a la historia econémica, la historia social podria ser reformulada como la sociologia histarica del poder, la ideologia y la opinién, de la estructura, la cohesién, Ia lealtad, la fe y la identidad asi como de la innovacin y el disentimiento. Si la politica y Ia ideologia (mas que la economia) suclen aportar tun marco para la historia social, tres casas, convencionalmente ignoradas, quedarian ‘somo prioridades en agenda del historiador social del periodo 1660-1832: la religion, aristocracia y la burguesia, y la monarquia. La estructura social, vista en términos no-positivistas, destaca a Inglaterra como un estado del Antiguo Régimen, con una Iglesia dominante, una intelectualidad clerical, una élite definida en términos eultuea- les, no econémices y como un gobierno del cual estaban ausentes el “liberalismo” el “radicalismo” como nombres politicos. Con exeesiva frecuencia este periodo todavia deriva su cronologia de la historia cconémica: 1660-1760 cs un desierto, y los afios siguientes a 1760 estin dominados por una Revolucién Industrial (siempre con mayiis- culas), categoria desaereditada por la “nueva” historia econémica, La historia de la iglesia es todavia una especialidad desatendida, como la historia militar y la historia naval; las universidades son ignoradas hasta la era de la reforma; los estudios sobre la aristocracia y la burguesia son ain principalmente estudios sobre la propiedad de la tierra, Todos sabemos (después de todo, Ia generacién de J. H. Plumb asi lo dijo) que Inglaterra desde 1688 era secular, contractual, influida por Locke, un mundo donde el individualismo burgués estaba a salvo. La “nucva” historia social sustituird este modelo por el de una Inglaterra tremendamente diferente en sus prioridades de las de Ia intelectualidad de la década de 1960, tendiendo.asi un puente a los logros adyacentes de Laslett, Schochet, Thomas, Perkin, Moore. Parece mis facil para los forasteros, libres de nuestros rigidos compromises, y asi Alan Heimert, Bernard Semmel, Gordon Schochet, Alan Gilbert y Rhys Isaac superan en mucho a sus colegas ingleses. sEs esto la historia social? En parte la pregunta cs semantica, pero hay més en juego en cl cchoque entre las metodologlas materialistas ¢ idealistas y las hegemonias culturales que los debates académicos reflejan. Los debates semainticos importan poco; las meto- dologias, que establecen las prioridades y los asuntos a tratar, importan mucho, Respec- to a la historia social de 1660-1832, los ingleses aiin sufren la carga de una visidn del mundo apropiada para los dias en que ¢! algodén se hilaba en Manchester, se cons- teuian barcos en Clydeside y se extraia -obteniendo beneficios~ carbon de las minas en el Sur de Gales. A ang UR Papiro del Esipio romano, recicatemente publicado y Keith Hopkins 4. ata de silo primero o segundo desputs de Cristo, com: tiene la apelacion de una propietaria de esclavos a |as autoridades solicitando el pago. de una indemnizacién por parte del deseuidado conductor de un burro que habia atropellado y herido gravemente a una joven que iba de camino a su leccin de canto, En su suplica, la demandante escribié: “Yo queria y cuidaba a esta pequeiia sirviente, 145 146 una esclava nacida en mi casa, con ta esperanza de que cuando creciera me cuidaria ‘en mi vejez, ya que soy una mujer Este trivial y al mismo tiempo fascinante fragmento contiene muchos de los problemas que nos encontrams al constrvir una historia social del mundo romano. En printer lugar, el rango afectaba fundamentalmente el estilo de vida y la experiencia de todo romano. Suponia una diferencia enorme ser esclavo o libre, rieo 0 pobre, joven © viejo, hombre o mujer, una viuda solitaria 0 el cabeza de familia de una gran familia Nuestra consciencia de esas diferencias de rango deberia minar las generalizaciones ficiles sobre los romanos en conjunto. Dentro de este escepticismo, incluyo las genera- lizaciones siguientes, En segundo lugar, toda la sociedad romana sufria de una alta mortalidad, enferme- dades endémicas y una medicina ineficaz, La joven esclava, mutilada de forma incura- ble, y la viuda indefenss eran los sintomas de wna experiencia general de sufrimiento y violencia, contra la cual muchos romanos se defendian con una mezcla de magia, erueldad y religion. Las enormes diferencias entee las experieneias tipicas de la vida moderna y las experiencias tipicas romanas acrecientan las dificultades a la hora de emplear la empatia como téctica para el deseubrimiento histérieo. No podemos poner- nos ficilmente en el lugar de los romnos, En tercer lugar, el relato del principio presenta una paradoja. La vicja propictaria ‘queria a su esclava, la joven esclava estaba asistiendo a lecciones de canto. Tanto la emocién como la conducta presentadas chocan con nuestras expectativas. Sin duda no era ése el trato usual de los amos remanos con sus esclavos, Probablemente no. Pero deberiamos ser cautelosos cuando imponemos nuestros propios prejuicios y categorias a otras sociedades. Si no lo hacemos nos perdemos la mitad de la diversién que supone estudiar historia, porque miramos al pasado y s6lo nos vemos a Nosotros mismos, Finalmente, como ocurre con el relato que encabeza este escrito, la mayoria de nuestras pruebas de la vida social romana son fragmentarins. Las fuentes que han Iegado hasta nosotros slo nos presentan riletas ilustrativas de la vida cotidiana, Las estadisticas, que son el pan de cada dia de la modema historia social y econdmica, nos falian o, si han sobrevivido, raramente se puede confiar en cllas. Las amplias lagunas fen nuestros registros subrayan la obligacién del historiadar social de reconstruir el pasado con imaginaciOn, ¢ incluso con creatividad artistica, pero una imaginacién necesariamente apartada de los vuelos de la pura fantasia y guiada por las convenciones de la erudicién que le dan autenticidad. Se necesita la imaginacién no sélo para llenar Jas lagunas de nuestras fuentes, sino también para proporcionar el marco, el cuadto ‘en que se puedan encajar los fragmentos del rompecabezas que son los documentos. La historia social no es, 0 no deberia ser, un montén de hechos acumulados cciegamente (Sean tos que sean). No deberia ser ni siquiera una colcha hecha con los retales del testimonio, y cada retal cortado de fuentes abstrusas, por muy astutamente que esié ideada, La historia social tiene que ser ideada, asi como ingeniosamente Presentada, como un relato, un cuento moral, una obra litcraria o un ensayo cn la aventura intelectual. Tiene que ser ideada porque interpretames el pasado segin el presente, No podemos limitarnos a las intenciones y percepciones de unos aciores historicos. Sabemos fo que ellos no sabian, sabemos lo que ocurrié a continuacion. No deberiamos desperdiciar esa ventaja. Debemos identificar y analizar fuerzas a largo plazo, las estructuras que dieron forma a acciones individuales, fuerzas de las cuales muchos actores a menudo eran poco conscientes, por ejemplo la expansion de la cristiandad o el coste creciente de defender un vasto imperio frente a 10s ataques birbaros. Y sobre todo, el historiador debe clegir un tema que Ie interese a él y a sus lectores. Esta es la razén por la cual toda la historia es historia contemporinea y necesita ser re-escrita repetidas veces Miramos al pasado e inevitablemente escribimos algo sobre nosotros mismos, He empezado hablando de una trivialidad. En contea de mis propias canvieciones, las trivialidades eran antes el tema de Ia historia social: la ropa, la caza, el sexo, las bbodas, las casas, el comer, el dormir, Para la mayoria, en todas las épocas, preacupacio- nes fundamentales, pero para los historiadores serios, asuntos marginales comparados con la politica, las leyes, las guerras y las relaciones exteriores. La historia social aportaba meramente un poco de diversién, un apéndice de la verdadera historia, que servia slo para convener al lector de que el tema era humano después de todo. Abora las modas han cambiado, La historia social ocupa el centro del escenario histérico gracias a historiadores como Lawrence Stone, Le Roy Ladurie y Keith Tho- mas. ¥,, gracias al trabajo de Norbert Elias, podemos considerar los cambios em las: costumbres, en el comer o en el amar, no s6lo como parte de Ia transformacion de la eivilizacién oceidental, sino también como reflejo de los cambios en el alcance del poder del estado. Pero eso es historia sociolégica, y es harina de otro costal . + La definicidn mas famosa de historia social -siempre David Carradine isis, invariablemente citicada y nunca comprendida del todo es la de G. M. Trevelyan, que comenzé su English Social History deliniéndo- la como “Ia historia del pucblo dejando fuera la politica”. Deserita y practicada de este modo, la historia social ha sido criticada duramente: por su falta de conocimiento de la teoria social, por estar demasiado interesada en el consenso y demasiado poco en el conflicto, por ser una serie de eseenas mas que un estudio serio del cambio, por ser poco mds que el lamento nostilgico por un mundo desaparecido y por vender tan bien la idea de que no era meramente historia social, sino un fendmeno social. Sin embargo, aunque la mayoria de historiadores sociales hoy rechazan la defini- cidn de Trevelyan explicita > implicitamente y se consideran pertenecientes 2 una tradiciém mas profesional, mas rigurosa y més reciente, los que sigan leyendo su libro se sorprenderdn de la amplitud y contemporaneidad de su concepeién del tema. Sezin Trevelyan, y entrando en mis detalles la historia social abarcaba las relaciones -tanto hhumanas coma econémicas- entre las diferentes clases, 1a naturaleza de la vida de la familia y ef hogar, las condiciones del trabajo y el ocio, la actitud del hombre frente a la naturaleza y la influencia acumulativa de todos estos temas sobre la cultura, in- cluyendo la religién, la literatura, la misica, la erudicién y el pensamiento, ‘Se trata de una lista formidable y a la moda, Por supuesto no habia mucha presencia de estos temas en los trabajos de sintesis del propio Trevelyan ya que la hhecesaria investigacidn aun no se habia realizado. Y no seria realista ni histérico acordarle demasiada clarividencia. Pero al centrar la atencién en tal lista de intereses para la investigacién, ciertamente anticipé el trabajo de grandes eruditos de nuestros dias como Eric Hobsbawm, E. P. Thompson, Lawrence Stone, Le Roy Ladurie, Keith ‘Thomas y Peter Laslett. Irenicamente, el iltimo gran practicante de la historia social fue uno de los primeros en prever el ambito y la forma de la nue: ‘Asi pues Trevelyan estaria satisfecho de ver la enorme expansin de Ia historia social que tuvo lugar en las tres décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial y a In escritura de su libro mis famoso. Existc una Asociacion de Mistoria Social y wna “7 Misin politico, Florencia. 1983 revista titulada Social History (también por supuesto Past and Present y History Workshop); pricticamente toda editorial respetable parece tener en preparacian una nueva historia social de Inglaterra; muchas universidades britanicas ofreeen cursos de historia social a nivel de grado y de posigrado; y es un tema muy popular en las escuclas, los cursos a tiempo parcial y la television. Ademas, gran variedad de temas relacionados con la historia social -la historia urbana, la historia de la mujer, la historia de la familia, la historia del crimen, la historia de la infancia, de la educacién- son sus, parientes proximos, cada cual con sus propias asociaciones, revistas y congresos. Pero el crecimiento puede ser tan inquietante como estimulante. A medida que la historia social se hace mds vasta y variada, es mas dificil ira su paso, y es mds dificil definirla de una forma que no sea descriptiva. Algunos de sus criticos (los cuales en su mayoria nunca lo han intentado) la acusan de scr sélo una extension de la lista de Trevelyan, una amalgama rudimentaria de modas pasajeras. Otros la ridiculizan por ser una nueva forma de coleceién de conocimientos sobre ¢l pasado que celebra la “experiencia” pero evita la explicacién. Como respuesta a todo esto, sus mas acérrimos. defensores (que no son necesariamente sus mas acérrimos practicantes) la definen como- una subdisciplina auténoma, coherente con lo intelectual y segura en lo organizativo, que offece las mejores oportunidades para poder escribir la historia total a la cual deberiamos aspirar todos en iiltima instancia. Como ocurre en todos los debates de “iQue es la historia", la mayoria de los puntos de vista son parcialmente validos y pocos son convincentes en su totalidad. El problema real de la historia social, ya sea la de Trevelyan o la de cualquier otro, es ‘que no tiene un centro intelectual consistente. La historia politica trata principalmente del poder, la historia econémica, del dinero. Entonces, sin duda, siguiendo el mismo. razonamiento, la historia social trata de la clase. Si, pera cqué cs la clase? Y idénde sid? No existe un acuerdo tedtico respecto a su naturaleza, apenas puede decirse que haya existido, incluso en el mundo occidental, antes de la Revolucién Industrial. ‘Ademés, con demasiada frecuencia los historiadores sociales se pasan el tiempo buscin- dola y no saben qué hacer con ella cuando la encuentran. Definir la historia social nunca es facil y al mismo tiempo ¢s difieil de evitar. En los felices dias de los 60 y comienzos de los 70, la expansién, la proliferacién y la subdivision estaban a la orden del dia, tanto en historia como en casi todas los dems temas, Y la historia social era el principal beneficiario de este desarrollo. Pero ahora estamos en un tiempo de restriceiones, en historia y en todo lo demas, priman In amalgamacién y la racionalizacién, y se teme que la historia social, la que mds gand en la época de expansin, sea ahora la que més sufra en Ia época de austeridad. Parece posible, aunque improbable, ya que la historia social es sin duda mds ficil de defender que de definir. Y en cualquier caso, la mejor historia social, sea la que sea, es siempre més que eso y con razOn sus mas ilustres practicantes se pasan mas tiempo haciéndola que definigndola. Considerando el destino de la mal interprotada definicién de Trevelyan, resulta comprensible que asi lo hagan. Lo mas aconscjable 5 seguir ¢l ejemplo de estos historiadores y continuar avanzando. TraducciOn de Marina Sanchis Afartines 149,

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