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La intención de este relato es contar mi historia y hacer que te vayas con una

distinción o interpretación diferente sobre algo.


Me presento, soy Gimena Grasso, tengo 24 años, soy de Córdoba, Argentina,
técnica en gestión contable y administrativa y próxima a ser coach ontológico y me
dedico a llevar la administración y finanzas de una empresa de comercio
internacional. Tengo problemas de salud mental y mi idea es hablar sobre eso.
Para ponerte en contexto te cuento que nací en Córdoba, tengo dos
hermanos y yo soy la del medio, con Marco me llevo cuatro años y con Valentino 7,
mi mamá era estudiante de la Licenciatura en Química y mi papá policía. Mi familia
fue muy humilde hasta que mis abuelos paternos nos comenzaron a ayudar, a mi
papá lo ascendieron y compramos la casa de nuestros sueños en barrio General
Paz. Como a mi papá le iba bien en su trabajo y podía sustentar económicamente a
la familia, mi mamá no trabajaba pero logró recibirse.
Años más tarde mi papá comenzó a secuestrar armas de la policía, las
dejaba como nuevas y las revendía. Al principio era a ladrones y luego comenzó a
venderlas a narcotraficantes importantes de la ciudad. Nunca supe sí mi mamá
estaba al tanto de esto o no, pero era tanto el sufrimiento que pasaba por sus
maltratos que es un punto irrelevante. ¿Que iba a hacer una mujer sola en Córdoba,
sin trabajo y con tres hijos? Por eso seguía con él, no tenía opciones.
Esto lógicamente terminó en que mi papá comenzó a drogarse, a ser cada
vez más violento y a tener cada día más dinero, y ahora entiendo porque yo pasaba
el día entero en danza, mi hermano más grande iba a fútbol, inglés o de sus amigos
y teníamos todo lo que un niño o adolescente podía querer, no nos faltaba nada.
En las oportunidades que venía de drogarse y ya era de noche y yo me
encontraba en casa, el miedo me desbordaba, entonces me hacía la dormida
mientras él rompía cosas, gritaba o trataba mal a mi mamá. Era el mecanismo de
defensa que tenía en ese momento para poder soportar esas situaciones.
En cambio cuando esto ocurría durante el día y si estábamos en casa, mi
mamá y mis hermanos nos íbamos a “pasear” al parque, o de amigos, o al super,
etc, hasta que a mi papá se le pasara el efecto y volvíamos recién cuando él se
dormía o se iba de casa.
Esto duró algunos años hasta que a mis 7 años, en una de esas ocasiones (y
tengo el recuerdo muy vívido) antes de que mi mama abriera la puerta para ingresar
a casa ella se agachó y le pedí por favor no entrar, le dije que no quería vivir más
ahí. Creo que eso para mi mamá fue un quiebre, fué lo que necesitaba escuchar
para tomar la decisión que tenía que tomar y no se animaba. Hasta el día de hoy lo
recordamos y me lo agradece.
Esa noche mi tío nos acompañó a entrar a la casa, por sí algo malo pasaba,
no sabíamos de lo que era capaz de hacer mi papá sí veía a mi mama llevándonos
lejos de él. Pudimos sacar lo mínimo e indispensable como para unos días y luego
volver a buscar nuestras cosas. Valentino aún usaba pañales, no tenía ni un año.
Desde esa noche empezó un camino sinuoso y con muchas rocas, pasamos
dos años escapando de él y, como mi mamá no tiene familia en Córdoba, vivíamos
en casa de amigos en colchones en el comedor, de ahí a hoteles y más hoteles y de
cada uno nos terminaban echando porque él nos encontraba y hacia escándalos
para poder vernos. Llegamos al punto de irnos a vivir a Carlos Paz para justamente
tener un poquito de paz y tranquilidad. Nos levantábamos todos los días a las 5 de
la mañana para poder tomarnos el colectivo que llegaba justo para que mi hermano
entre al colegio a las 7, y ahí esperábamos en la casa de unos amigos hasta las 8
que era la hora en la que yo entraba al colegio porque iba a primaria y eran
diferentes las horas de ingreso, mi mamá esperaba con Valentino hasta que Marco y
yo saliéramos y ahí volvíamos a Carlos Paz.
Gracias a mi abuela que nos compró una casa en Córdoba y, en el barrio en
que nos criamos, pudimos seguir con nuestras vidas. Mi mamá comenzó a trabajar
a full, por la mañana en colegios dando clases y por la tarde en mi casa dando
clases particulares. A todo esto jamás recibimos ayuda de ningún tipo de la familia
de mi papá, y bueno nosotros íbamos al colegio y le ayudábamos a cuidar a
Valentino que seguía siendo un bebé.
Así fue nuestra vida hasta el 2009 cuando sentenciaron a mi padre a 27 años
de prisión luego de años de caos; violencia de género, tenencia y venta de armas,
narcotráfico, etc., pero la razón de la sentencia fue porque mi papá al ser policia
tenía la información de que en cierta casa había una persona que cocinaba cocaína
y junto con un par de personas organizaron un “allanamiento” que más que un
allanamiento el plan era secuestrar esa materia prima que era la pasta base y
venderla para así dividirse el dinero.
Lo que ocurrió es que en esa casa había personas una de ellas logró
escaparse y se armó un tiroteo entre esa persona y la banda de mi papa desde la
casa hasta la esquina de la cuadra de enfrente donde estaban los que hacían de
“campana”, en medio de eso pasa por la calle un auto en donde iba una pareja con
el hijo de la mujer yendo a un lindo lugar a contarle a Facundito (el niño) la noticia
de que su mamá y su pareja se iban a casar. Desgraciadamente uno de esos
disparos pasó por el auto y mató en un instante a Facundito de tan sólo 7 años.
El caso fue muy impactante, salió en todos los noticieros, diarios y hasta
hacían marchas por Facundito. Esa semana yo notaba que algo raro ocurría, volvía
del colegio y no me dejaban ver la tele, había personas en mi casa, estaban todos
raros y nadie nos decía nada.
En el mismo año fue que ocurrió uno de los eventos más traumáticos de mi
vida.
Un día voy a la casa de una compañera de colegio y el tío me sienta sobre su
falta para explicarme sobre un juego al que estábamos por jugar con mi amiga y
lamentablemente abusa de mi, yo tan sólo de 11 años. Me hizo prometerle que no le
iba a contar nada a nadie y que iba a volver a jugar a la casa de mi amiga, yo sabia
que tenia que decirle lo que él quería escuchar y activé el mecanismo de defensa
que pude en ese momento; lo que hice fue mirar el reloj y al ser casi las 18 hs, le
dije que a las 18 hs en punto mi mamá me esperaba afuera para llevarme a danza.
Él me abrió la puerta y yo simulé que me iba a subir a un auto, lógicamente él
no quería ni ver a mi mamá así que cerró rápido la puerta.
La realidad es que mi mamá nunca me buscó, ni yo tenía danza, fue lo que
se me ocurrió para poder escapar y así fue como cegada me fui corriendo a mi casa
instintivamente. Le conté a mi mamá, realizamos la denuncia y quedó en la nada
como quedaron en la nada en su momento las miles y miles de denuncias que le
hacía mi mamá a mi papá.
Con el pasar de los años a ese hecho lo mantuve olvidado como sí nunca
hubiera ocurrido.
Claro está todo lo que sufrió mi mamá y lo afectada que quedó por tantos
años de maltrato y violencia psicológica y física, que inconscientemente había
incorporado todo eso en su vocabulario, en su forma de comunicarse con nosotros
sus hijos, ataques de ira, etc.
Por allí por el 2014 cuando yo tenía 17 años comencé a tener lo que luego
descubrí que se llaman “ataques de pánico” debido a está relación con mi mamá.
Para que entiendan un poco, un ataque de pánico es un episodio que se da
por un grado extremo de ansiedad donde se disparan tus mecanismos de miedo. En
mi caso cuando son intensos, me generan taquicardia, temblores, pensamientos
negativos, conversaciones de no posibilidad, culpa, a veces me despersonalizaba
es decir, salis de vos y te ves como a un tercero, y el hecho de querer detener esa
situación es lo que te genera aún más ansiedad por ende los síntomas aumentan y
por lo tanto tu mente te dispara la información de que te estás muriendo, es un
maldito circulo.
Esto poco a poco te lleva a aislarte por miedo a que te pase en lugares donde
haya gente y ese miedo a la soledad hace te alejes de la sociedad poco a poco,
empezás a decir que no a reuniones familiares, a juntada con amigos, a hacer cosas
solo y empezás un círculo interminable en donde cada día te sentis aún más sólo, a
sentirte culpable por no poder manejarlo y a tener cada vez menos ganas de hacer
cosas.
La situación cada vez empeoraba más hasta que a los 18 años decidí irme de
mi casa para comenzar a trabajar todo este dolor acumulado por años, me fui a vivir
con mi pareja.
Los ataques de pánico iban en aumento así que comencé terapia. Empecé a
trabajar, estudiaba contabilidad, estaba en pareja y todo parecía ir normal, años más
tarde mi mamá luego de ir a terapia transforma su forma de ser y nuestra relación
comienza a mejorar.
Sin darme cuenta comencé a autoexigirme y ese estilo de vida obviamente
desembocó de nuevo en ataques de pánico cada vez más intensos y de mayor
duración, depresión y ansiedad.
Así que luego de años de experiencia en esto y sí estas pasando por lo
mismo puedo recomendarte algunas preguntas que a mi me han servido:
- ¿Qué lo detona?
- ¿Cómo puedo gestionarlo?
- ¿Qué es lo peor que me puede pasar?
- ¿Tengo miedo o el miedo me tiene?
- ¿Cual es la amenaza? ¿A qué le temo?
- ¿Qué puedo perder sí el resultado o lo que vaya a suceder no se da tal cual
como yo lo quiero?
- ¿Qué datos reales tengo para fundamentar la amenaza o simplemente son
suposiciones mías?
- ¿y qué? ¿Cuál es el problema tan grave que me hace pensar así?
- ¿y qué sí no tengo el control? ¿Qué pasa sí no se cual va a ser el resultado?
Volviendo con la historia, luego de mucho pensar, de probar diferentes
terapias y ya cansada de que esto determinara mi calidad de vida decidí comenzar
un tratamiento psiquiátrico como última opción.
Busque un psiquiatra, le conté lo que me pasaba y me recetó un
antidepresivo y un ansiolítico muy conocido que es el Clonazepam, el tratamiento en
total fue de un poco más de dos años y yo realmente no sentía que mejoraba
abismalmente, eran pequeños cambios.
Las dosis fueron aumentando, se fueron sumando más pastillas hasta que un
día dije BASTA, no quiero vivir así. Tenía algo dentro que no lo podía sacar con
nada, que me lastimaba tanto que cada vez que tenía un ataque de pánico me
culpaba y eran tan seguidos que ya no quería vivir una vida así, necesitaba estar en
paz.
Decidí por primera vez quitarme la vida con una sobredosis de Clonazepam.
Ya se que te estarás preguntando ¿y qué pasó? ¿cómo es que ahora estás
escribiendo? lo que ocurrió es que justo vino mi pareja de ese momento y no llegué
a tomar la cantidad necesaria para causar la muerte pero sí la sentí muy cerca. Los
músculos se iban relajando poco a poco, las palpitaciones del corazón eran más
suaves, respiraba cada vez más despacio, sentía una paz indescriptible.
Pasó un tiempo, seguí con mi vida, a los 23 años me fui a vivir sola, me
compré las cosas que quería, hice nuevos amigos, cambiaba de trabajos y como
cada vez me sentía mejor decidí dejar la medicación. Fue un proceso de
aproximadamente cuatro meses porque las iba dejando de a poco.
Nunca me había dado cuenta de lo dependiente que se hizo mi cuerpo al
fármaco y había días que temblaba, noches que tenía insomnio, días que tenía
náuseas o vomitaba, mareos, etc.
Pasaron cinco o seis meses y tuve que pedirle ayuda a mis familiares,
animarme a hablar REALMENTE de lo que pasaba en mí, a cambiar de psiquiatra,
cambiar de medicación, empezar terapia nuevamente y a hacer pequeñas cosas
que me hacían bien. Me diagnosticaron Trastorno Límite de la Personalidad (T.L.P)
o también llamado Trastorno Borderline sumado al Trastorno de Ansiedad
Generalizada y al Trastorno Depresivo que ya lo tenía diagnosticado hacía varios
años.
El Trastorno Límite de la Personalidad es una enfermedad mental en la cual
la personas tenemos patrones prolongados de emociones inestables, es decir,
experimentamos las emociones de una manera más intensa, y se da por la
combinación de un factor biológico sumado al factor social o familiar, es decir, en
ambientes de hostilidad, violencia, maltratos, abusos, relaciones familiares
inestables, etc.
Este trastorno se da en el 1 o 2% de la población y es tres veces más
frecuente en mujeres que en hombres.
Se caracteriza por:
- esfuerzos intensos por evitar el abandono ya sea real o imaginario.
- relaciones interpersonales inestables o intensas.
- una marcada y persistente perturbación de la identidad.
- amenazas, gestos y conductas suicidas recurrentes.
- cambios de humor radicales.
- impulsividad en por lo menos dos áreas autodestructivas: abuso de
sustancias, promiscuidad sexual, gasto desmedido de dinero, dificultades en
la alimentación, conducir a alta velocidad, etc.
- sentimientos crónicos de vacío.
- ira intensa o falta de control en la ira.
- pensamientos paranoicos relacionados con el estrés o síntomas de
disociación severa.
Una persona con T.L.P puede tener algunas o todas estas características.
Cuando a mí me diagnosticaron esto fue un impacto importante porque es
una enfermedad que voy a tener de por vida pero el hecho de saber qué es lo que
tenía me dio mucho alivio y me sirvió para darme cuenta de muchísimas cosas.
Había pasado toda mí vida corriendo detrás de objetivos y expectativas,
siguiendo lo que estaba "correcto" o lo que era normal hacer o tener, preocupada
por el "qué dirán", sintiendo que todo lo que quería lograr lo tenía que hacer ya
porque iba perdiendo el tiempo y porque tenía la necesidad de encajar y no podía
bajo ningún punto tolerar el rechazo.
Obviamente comenzaron a aparecer preocupaciones, miedos, frustraciones,
fobias, ansiedad y agotamiento. Todo esto experimentado de una manera extrema.
La vida se sentía como una mochila pesada y mucho tiempo estuve en modo
supervivencia.
Entendí que mis relaciones me generaban mucha dependencia porque de
cierta manera sentía que me inyectaban vida y que tenía un miedo inexplicable al
abandono.
Para muchas personas mis acciones eran de una persona manipuladora,
egoísta y/o dramática, es decir que yo pensaba un plan y lo llevaba a cabo.
La manipulación se da cuando conscientemente tratás de lograr que una
persona haga algo por vos sin que se de cuenta que hiciste que lo hiciera.
Así que luego del diagnóstico entendí que las personas que tenemos T.L.P lo
hacemos por impulsividad y de tratar desesperadamente de sentirnos seguros, a
salvo y que todo está bien.
Todas estas emociones negativas me causaban tanto dolor emocional que lo
aliviaba transformándolo en algo físico, algo que por supuesto es una “cura” a corto
plazo y no a largo plazo. Era como una pausa, un descanso.
Muchas veces pensé en las formas en las que podría quitarme la vida, intenté
hacerlo varias veces, hice cartas de despedida y demás, lo que es algo muy común
en está enfermedad y lamentablemente entre el 8 y 10% de las personas que sufren
estre trastono terminan muertas o cometiendo el suicidio por no recibir la ayuda
necesaria.
Lo que pensaba en esos momentos era que nadie me necesitaba, en que era
mejor para todos el que yo esté muerta y sí no había nadie que me afirme su deseo
de verme viva caía en estas situaciones extremas en donde veía todo con otros
ojos, las percepciones de todo son totalmente diferentes.
Lo hacía porque me culpaba, pensaba que era algo que yo podía controlar
pero cuando empecé a estudiar un poco sobre la enfermedad y encontré estudios
que explicaban que había razones químicas y biológicas para esto sentí que
encontré respuestas a mis preguntas o una razón que lo explique. Que no se debía
a que yo no enfrentaba bien las situaciones ni es que no me esforzaba lo suficiente
como para sentirme mejor, sino que hay químicos en mi cerebro que funcionan mal.
En el camino corté la relación con muchas personas, ya sea porque creían
que manipulaba ciertas situaciones o porque yo misma las idealizaba y cuando me
decepcionaban perdían valor para mi.
Cuando llegó el día en donde toqué fondo y no me quedó más opción que
aferrarme al soltar el control, confiar y tomar acción y empecé el tratamiento con un
compromiso del 100% y entendí que al fin alguien podía entenderme, que hasta yo
podía comprender mis comportamientos, que hay otras personas que son como yo,
que no estoy sola y que había un tratamiento que con buenos recursos terapéuticos
más los fármacos podrían hacer que progresivamente mejore, eso me alivió mucho.
Estoy en un proceso que yo le llamo resurrección, así de fuerte.
Desde siempre desee tanto vivir feliz que me lo propuse con tanta fuerza de
voluntad como nunca antes entonces decidí que el pasado ya no me iba a
determinar y que iba a comenzar una difícil batalla en donde ya no iba a ser la vida
la que me llevaba a mí sino yo la que llevaba a mí vida.
Sabía que no iba a ser nada fácil lidiar con esas reacciones emocionales y
enfrentar situaciones diarias de la vida así como encontrar la forma de estabilizarme
a mi misma y aceptar que es parte de mí, pero empecé a hacer ejercicios para
detenerme y analizar mis emociones y reacciones, ahora hablo más del tema y mis
seres más cercanos pueden comprenderme mejor y con ayuda de mi psicóloga
saben cómo pueden ayudarme.
Empecé a meditar, a ver videos motivacionales, a leer sobre el
funcionamiento del cerebro, me hice cargo y acepté lo que era y lo que acarreaba
conmigo y desde ahí estoy en un constante aprendizaje para amarme cada día más,
para sentirme cada día más plena y para agradecer por las cosas que antes pasaba
por alto. Me estoy atreviendo a ser feliz porque me lo merezco.
Como forma de autoayuda también comencé a escribir y escribí esto a las
personas que por algún motivo desean aliviar el dolor del sobrevivir día a día:
Para vos, que deseas con todas tus fuerzas encontrar algo que te haga sentir
mejor, algo que sane este dolor que te desborda, algo que te alivie un poco ese
peso que venís acarreando desde hace tanto tiempo, para vos que hoy no tenés
idea quién sos, qué querés o a dónde vas; ni siquiera sabés sí querés luchar por
algo y que nada te interesa, para vos que te sentis sólo, incomprendido, que
necesitas ser escuchado; sé perfectamente cómo te sentís, qué pensaste, las veces
que actuaste y fue en vano.
Te dicen que pidas ayuda pero sentís que nadie te comprende, o te escuchan
y después empiezan a cansarse.
Cada vez te fuiste sintiendo más sólo y completamente perdido, tenes ganas
de desaparecer, o de un día acostarte y al día siguiente no tener que levantarte para
soportar otro día más.
Perdés las ganas de seguir, te vas apagando y nadie se da cuenta.
Todos siguen su camino, felices, realizándose, sumando títulos, bienes,
amigos y creés que vas mil pasos atrás, pero nada te motiva, es como sí todo
perdiera importancia, todo te diera igual.
Y un día te preguntas ¿en qué momento dejé de ser yo? qué pasó? Tal vez lo
sepas, tal vez no, pero lo único que querés es volver a sentirte energético,
despierto, vivo, con ganas, que valés mucho y vale la pena volver a intentarlo,
querés sentirte amado, importante, valiente, que sos capaz de todo, feliz.
Pero sé que si tuvieras la forma de aliviar todo el dolor y esta angustia
intolerable, y pudieras seguir con tu vida lo harías, no querés morir, no lo queres
hacer. Querés vivir para cumplir todos tus sueños y llegar a llorar de la felicidad pero
no podés. Cuando das lo mejor de vos y no funciona sentís que cada dos pasos que
das retrocedés cien, no podés avanzar pero no querés morir, solo querés volver a
ser feliz.
Y a veces creemos que está todo acabado, hoy no comés, no podés dormir,
te sentís atascado, o en el peor pozo que podrías estar. Entonces, antes de irte
pregúntate, ¿Qué podría ser peor? ¿Qué podría hacer diferente para que mi
corazón vuelva a latir?.
Quizás no cumpliste con las expectativas o estándares que tenías para vos
en este momento, tal vez no cumpliste ese objetivo, tal vez no estás con esa
persona que querías, no tenés ese trabajo, esa casa, no hiciste ese viaje, etc. pero
sí te quedas en el no, no van a llegar todas esas increíbles cosas la vida tiene para
vos.
Es muy pronto para irte, no es tu momento.
Va a llegar el día en el que mires tu pasado y no sientas dolor. Va a llegar un
día en que estés en paz.
Sé que muchas veces te preguntás, qué cambiaría sí yo no estuviera, creés
que aliviarías a muchas personas y minimizás tu presencia pero sabés qué? VALÉS,
valés mucho, tenés una inmensidad de capacidades que ni siquiera podés ver, así
que QUEDATE y luchá, nunca es tarde.
Pero tenés que empezar a intentarlo hoy, tomate un día, PARÁ, date un
respiro y comenzá a accionar! ¡Dejá de ponerte excusas, dejá de postergarlo!
Recordá siempre esto: Dios le da las peores batallas a los mejores guerreros.
Con esto qué quiero decir, que sí estás aquí y ahora es porque podés! sos
suficiente.
Es una decisión que tenemos que tomar día a día, apenas nos levantamos:
¿quiero ser víctima de este sufrimiento o protagonista de una vida plena?
Agradecele a las personas que te acompañan en este viaje que es la vida,
agradecé el hecho de tener salud, de tener cualidades que te hacen ser único y
especial, por poder decidir cómo deseás vivir tu vida, por tener el poder de
modelarte a la persona que quieras ser, de tener mil oportunidades de hacer lo que
quieras hacer, de poder disfrutar de la naturaleza que está a nuestro alcance, por
tener un corazón que jamás para de latir y nada más y nada menos que la
oportunidad de la VIDA.
Poco a poco perdoná a los que te hirieron, dejalos libres, eso te va a hacer
crecer, pedite perdón por culparte, por menospreciarte, anotá todas las hermosas
cosas que has hecho en tu vida, las veces que ayudaste a alguien, las veces que
hiciste sonreir a una persona, las veces que fuiste útil para algo, los momentos en
que fuiste feliz y dejate sorprender!
Tené paciencia, no todo es ya, dejá que el tiempo ponga todo en su lugar,
confiá, el sufrimiento pasará, es momentáneo, poné tu parte, que del resto la vida
misma se encargará, vas a estar bien!
¿Cómo hago? Sólo viví, todo es un proceso, un camino que no es lineal, que
tiene sus días buenos y sus días malos y el secreto es poder aceptar eso.
Cuando realmente entendés el valor de seguir con vida un día más, podés
disfrutar de la inmensidad de cosas que tiene el mundo preparadas para vos.
Hoy sigo en el camino, en el proceso, es algo que no tiene cura pero tiene
tratamiento y trato día a día de enfocarme en eso y no en el hecho de que sí yo y
mis seres queridos lo hubiéramos sabido antes probablemente muchas cosas
hubieran sido diferentes.
Intento exteriorizar mis emociones al hablar porque sino me obsesiono con
ellas y me autocritico y pienso en qué hice mal, sí le caí bien o mal a tal persona, sí
dije algo fuera de lugar.
El viaje debe seguir...

Gimena Grasso

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