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OCTAVA
OCTAVA
ENTRADA
Bienvenidos hermanos, hoy el Señor nos reúne con alegría para participar con devoción en esta Santa Eucaristía y
para celebrar la misa de Octava en honor a la Virgen de las Mercedes, hoy bajo el título de Santa María Madre y
reina de misericordia, dispongámonos a abrir nuestra mente y corazón e iniciemos nuestra celebración. Nos
ponemos en pie para recibir a nuestros celebrantes, y acompañamos cantando.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA Efesios
Dios no nos impartió su gracia en el momento de la salvación, solo para dejarnos después por nuestra propia cuenta
para vivir la vida cristiana lo mejor que podamos. No. Él nos prodiga su gracia cada día de nuestra vida. Escuchemos
con atención.
EVANGELIO Lucas 1, 39-56
María es el arquetipo para todos los cristianos, en cómo decirle Sí al Señor. Dios desea tener una relación personal
con cada uno de nosotros. María nos muestra cómo responder a esta gran invitación. Ella confía en que Dios desea
realizar esta gran labor en ella, y reconoce el glorioso privilegio que eso significa. Nos ponemos en pie para la
proclamación del Santo Evangelio y entonamos el Aleluya.
MONICIÓN A LAS OFRENDAS
Sin ofrendas: Sobre el altar de nuestra Eucaristía hoy queremos ofrecer, el pan y el vino, los cuales son frutos de la
tierra y del esfuerzo de los hombres. Presentamos también cada una de nuestras vidas, que son signo de nuestra
fidelidad a ti Señor del universo. Acompañamos cantando.
Con ofrendas:
Cirios:
Te ofrecemos esta vela encendida que representa nuestros deseos de ser luz para todos, con
nuestro ejemplo de buenos cristianos.
Panes:
El pan que vamos a presentar será para nosotros el Pan de Vida Eterna, que alimenta nuestra fe.
Que sepamos compartir lo que tenemos con los más necesitados, para que a ellos no les falte el
alimento necesario.
Vino:
Ofrecemos ahora el vino, que será pronto la sangre de Jesús. Queremos que sea para nosotros
salvación y vida eterna.
Flores:
Signo de nuestra alegría y de que estamos de fiesta. Ellas cantan tu belleza y tu bondad, su olor
perfuma nuestros jardines y los campos, siendo anuncio de vida y esperanza.
COMUNIÓN
Participemos de la mesa celestial para recibir el Pan del Cielo que Dios nos envió como una bendición. Y pidámosle
que la luz y fuerza de este Sacramento que recibimos nos conduzcan por el camino del amor. Acerquémonos a
recibirlo con un corazón alegre y formando tres columnas, los demás pueden tomar asiento y acompañar
cantando.
DESPEDIDA
El Señor, nos concede la alegría de llamar Madre Nuestra a la madre de su Hijo. Por ello con su ejemplo de obediencia,
fe y humildad, nos enseñe a buscar como hijos el camino del amor y la escucha paciente y con aquel mensaje
proclamemos la llegada de la gloria espiritual. Nos despedimos cantando.
4. Por todos los Carhuacinos que ya han partido para que el Señor
les conceda la victoria última y definitiva. Roguemos al Señor.