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OBRAS CORTAS PARA DOS PERSONAJES


(HOMBRE Y MUJER)
AUTOR: CARLOS CAZILA

“Vamos por el principio”


(RAZONES FUNDAMENTALES)

Autor: Carlos Cazila

Tel 4-374-2841
15-4-172-8732

carloscazila@gmail.com
mensaje70@hotmail.com

Buenos Aires, Argentina

OBRA REGISTRADA

Personajes:
Hombre maduro
Joven secretaria
La acción transcurre en una oficina.
Ella se encuentra accionando un teclado que conserva
anexo.

Hombre: (Entra.) ¡Qué bello aroma se respira en esta oficina!


(Se acerca y aspira el perfume de ella)
Muchacha: (Se sobresalta) ¡Ay! ¿Caballero...?
Hombre: Decía que mi espíritu respira jazmines, rosas,
magnolias...
Muchacha: Bueno.Ya olió, ¿qué otra cosa se le ofrece?
Hombre: Me dijeron que aquí podía efectuar la averiguación.
Muchacha: No creo que pueda.
Hombre: En planta baja me aseguraron que usted podría...
que usted, seguramente...¿Me escucha?
Muchacha: Estoy trabajando, caballero.
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Hombre: No obstante, le decía que en la planta baja...


Muchacha: Suficiente, caballero. Hoy es un día atípico.
La Empresa permanece prácticamente cerrada.
Hombre: ¿Y con eso?
Muchacha: Desde que se cayó el sistema, es decir, la fiesta
de la bacanal, estoy virtualmente sola.
Hombre: Siendo así, no la voy a demorar, solamente quería
formularle algo que genere una respuesta.
Muchacha: Le dije que estoy sola.
Hombre: Es nada más que un minuto de su privilegiado
tiempo, lo que requiero. Es solamente un instante de
consideración hacia quien ha emprendido una incursión
hasta este imponderable tercer piso.
Muchacha: ¿Podría quitarse los zapatos, caballero?
Hombre: ¿Los zapatos?
Muchacha: Hay sensores. El suelo que está pisando responde
a sensores.
Hombre: ¿Entonces...?
Muchacha: Quíteselos, caballero, y trate de no golpear
con los pies (El efectúa un marcado pisotón)... ¡¿Qué hace?!
Hombre: Maté a una araña que pasaba.
Muchacha: ¿Y por una pavada así, me altera el sistema?
(Trata de subsanar mediante el teclado)
Hombre: Discúlpeme, comprendo que he sido muy torpe
al conmover su equilibrio...Mire, lo lamento de todo
corazón y si es necesario, hasta le camino en puntitas de
pie...como un sílfide.
Muchacha: Desconozco ese dato.
Hombre: Bueno...No fue mi intención poner en evidencia;
todos tenemos nuestra ignorancia, yo mismo la tengo,
por eso, le decía...
Muchacha: (Terminante) ¡Caballero...! (Percibe la araña
en el suelo)¡Ayy!
Hombre: ¿Qué pasa?
Muchacha: ¡El cuerpo de ese bicho! ¡Estoy frente a un
cadáver!
Hombre: (Se persigna) Habrá que pedir que lo lleven.
Muchacha: No hay personal. Tendré que hacerlo yo... (Se
levanta en pos de una pala y escoba)
Hombre: (Observa el cuerpo de ella) Es demasiado. Estoy
realmente asombrado.
Muchacha: ¿Todavía?
Hombre: Su elegancia...Ese talle...Esa falda tan corta...
Su aroma, que brota de todas partes.
Muchacha: La empresa así lo requiere, la empresa lo merece
y dignifica.
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Hombre: ¿Siempre pulcra?, ¿siempre de plástico?


Muchacha: Suficiente, caballero. Diga de una vez.
Hombre: Lorena Elizabeth Bermúdez, veintitrés años.
Muchacha: (Observa en la pantalla) El sistema no la registra.
Hombre: ¿Qué sistema? ¿Esa cosa? ¿Y usted se jacta de
haber hecho algo?
Muchacha: ¿Perdón, caballero?
Hombre: Sí, ¿qué hizo usted, como para decir así como
así, que no registra? ¿Cómo sabe que no registra? ¿cómo
puedo creerle yo?, ¿por qué no insiste?
Muchacha: Es suficiente.
Hombre: ¿Hay alguna cosa suficiente?
Muchacha: Caballero, he agotado todas las posibilidades.
Hombre: Todas las posibilidades...Todas las posibilidades...
Me quiere hacer creer que ya tecleó esa porquería y
que con eso es suficiente...No, mejor no ofuscarse. Tratemos
de lograr algún pensamiento... Lorena Elizabeth
Bermúdez, le decía. Tan rubiecita...de chiquita decía
“ajó”, era el sueño de mi vida, de nuestras vidas, era algo
más que ese dato, es sólo ese dato. Si usted se dignara a
pulsar otra vez... quizás no se trate más que de una, solamente,
la tecla privilegiada, la bienaventurada, la que me
la devuelva a la vida... Hasta podríamos intentarlo juntos
¿no es cierto? Sí, ya lo sé, quizá éste no sea el momento,
pero todos, de alguna manera u otra nos desencontramos
alguna vez, y casi siempre, mejor dicho siempre, llegamos
a destiempo. Es eso ¿no es así?, o tal vez sea alguna otra
cosa que usted y yo...digo, alguna insignificante mirada,
una coincidencia especial que a veces... ¿no es cierto que
a veces es así?
Muchacha: Caballero, tendrá que retirarse.
Hombre: Sí, claro... (Emprende la salida. Ya de espaldas a
ella, se vuelve, exponiendo un libro, con el cual la amenaza.)
Bueno, a ver, decime ahora cómo te mostrás... A ver...a
ver...¿quién soy para vos, ahora?
Muchacha: (Espantada) ¿Qué es eso?
Hombre: ¡Mirá, mirá bien!
Muchacha: (Lee en la tapa y se horroriza aún más) ¡Cultura
general! ¡Nooo!
Caballero: Ya viste el título, ¿querés conocer la primera
página?
Muchacha: ¡No, no, por favor!
Caballero: Decime ahora quién soy para vos.
Muchacha: (Balbuceando) Caba...Yo...
Hombre: ¿Caballo?
Muchacha: Yo...Yo no sé qué...
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Hombre: No sabés, ¿eh? ¿No sabés?...Entonces, ¿de qué te


jactás? ¡Contestá!
Muchacha: (Temerosa) No me está permitido jactarme.
Por favor, no se confunda.
Hombre: ¿Y esa arrogancia? ¿Esa distancia?...caballero de
acá, caballero de allá...¡Flor de hiena resultaste!¿Por qué
no me llamás señor?
Muchacha: Señor se lo llama solamente a Él.
Hombre: ¿Él? ¿Quién?... ¡Contestá!
Muchacha: (Sin perder temor) El está en todos los templos,
incluso en el de la planta baja y en casa matriz. Porque
en una sociedad hay normas...Él, el Señor. Siempre
me persigno cuando paso delante de una iglesia. Siempre
por cábala. Cuestión de normas. Hay que estar bien con
el de arriba.
Hombre: ¿El de arriba es el del quinto?
Muchacha: También tengo otro Señor más poderoso en
el séptimo.
Hombre: ¿Y la iglesia está abajo?
Muchacha: Es lo mismo... Los señores van arriba. Los de
arriba...mi otro Señor...
Hombre: ¿Tu otro Señor soy yo?
Muchacha: Mi otro Señor está en las alturas. También
en la bacanal de casa matriz... Ahí van todas las almas de
la empresa.
Hombre: ¡Contestame ahora! ¿Tu otro Señor soy yo?
Muchacha: Señor se nace. Nada más que por compasión
le decimos caballero. La empresa ha tomado esa decisión,
es cierto que con marcado desprecio, hasta despóticamente,
si se quiere, para no tener que decirle “adelante, sorete”,
“¿qué le pasa sorete?”, “espere ahí, sorete...”
Hombre: Tenés razón. Ya empiezo a sentir mal olor ¿Te
acordaste de lavarte la conchita?
Muchacha: Mi desmesurada vagina está siempre limpia,
la salud de mi boca también. Cuando mi señor la requiera.
Hombre: (Acentúa la amenaza del libro) ¿Y qué más te
requiere? ¿Te requiere mucho más?...¡Contestame, geisha
barata!
Muchacha: Me explicaron que soy subalterna, mi profesión
es un sacerdocio. Tengo sólidos criterios empresariales.
Compito con miles de otras, con las que me confrontan.
Hombre: ¿Te confrontan?
Muchacha: En las reuniones de evaluación y fiestas anuales.
No hay ninguna más lúcida ni quien tenga respuestas más
precisas. La que usa mejor los genitales, incluida la boca.
Hombre: Con la boca ya mentiste bastante. (Intenta
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avanzar sobre ella) Ahora me vas a mostrar lo que falta.


Muchacha: ¡No! ¡Sería un sacrilegio! ¡Sólo me debo a mi
sacerdocio!
Hombre: ¡Vayamos a tu sacerdocio! (Forcejea ) ¡Mostrame
lo que sabés!
Muchacha: ¡Por Dios, por el sistema! ¡Ni Dios ni el sistema
se lo van a perdonar!
Hombre: ¿Qué decís?...Vos...un puta de tantas.
Muchacha: ¡Secretaria plenipotencial!
Hombre: ¡Vamos, a lo tuyo!
Muchacha: (Se impone) ¡Ni se le ocurra! (Señala el piso).
Los sensores. Ya zapateé la alarma. La salida para usted
será imposible.
Hombre: Pero antes me voy a dar el gusto.
Muchacha: ¡No le va a servir de nada! ¡De acá no saldrá
vivo!
Hombre: No me importa.
Muchacha: Lo van a torturar.
Hombre: (Se detiene) ¿Torturar?
Muchacha: Muy pocos saben de la tortura.
Hombre: (Vacila) ¿La tortura? ¿ Y cómo torturan?
Muchacha: Si se va, doy la orden contraria. Para eso es
necesario que no mire (El obedece. Ella ejecuta un movimiento
coreográfico, de zapateo)...Ahora sí, puede irse.
Hombre: Pero...¿es cierto eso de la tortura?
Muchacha: Sí. Todo queda registrado.
Hombre: (Extrae una bombacha de ella que se conservaba
dentro de la ropa de él) ¿Y cómo vas a borrar este testimonio?
Muchacha: En el cielo las estrellas, en el campo las espinas...
No he dicho nada que no enaltezca al Señor, amén.
Hombre: Amén...Acepto la tortura...
Muchacha: ¿Cómo dice?
Hombre: ¡Acepto la tortura!
Muchacha: No me lo esperaba. Mi misión es ahorrar insumos.
Hombre: (Arranca una página del libro, y con esta, la amenaza
nuevamente) ¿Querés conocer el índice?
Muchacha: No. No podría soportar eso. Sea usted racional
y negociemos.
Hombre: Cuando dijiste “En el cielo las estrellas”, de
pronto, una certeza...
Muchacha: No me atormente. La única certeza es el sistema.
Hombre:... Esa que antes nombré, usaba siempre tus mismas
palabras. No pude retenerla, se dio, como vos, a lo
mismo, se perdió...Vos, o cualquiera de ellas, cualquiera
que fueses, podrías ser ella, podrías ser vos, son todas
iguales...Lorena Elizabeth Bermúdez...
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Muchacha: Negociemos, ¿sí? La busco. (Retoma el teclado)


Puede tratarse de mí o de cualquier otra.
Hombre: Lorena Elizabeth Bermúdez. Es lo que quiero
saber. Es la que busco.
Muchacha: Sí, pronto, ¿clave de identificación?
Hombre: ¿La clave? ¿Por qué tendría que confesar lo más
íntimo?
Muchacha: Entonces no hay lugar en el sistema.
Hombre: Está bien. Acá va lo más íntimo. (El zapatea la
clave, en movimiento coreográfico. Ella constata en la máquina)
Muchacha: ¡Efectivamente, es mía! ¿Cómo la descubrió?
Hombre: Eso no importa. Ahora, decime ¿cómo vas a
hacer para liberarte?
Muchacha: Todo esto tiene arreglo. ¡Reseteo, caballero!
(Realiza otro zapateo)
Hombre: (Zapatea el mismo movimiento, en sentido contrario)
No podés. Código blindado.
Muchacha: (Zapatea descontroladamente) ¡Tiene que haber
alguna forma! ¡Caballero, por favor!¡Ha invadido mi
esencia!
Hombre: ¡Basta! (Golpea drásticamente los pies, en actitud
de punto final. Toma la silla y le sugiere serenamente) Sentate
en mis rodillas.
Muchacha: Mi ser, mi identidad...
Hombre: Sentate en mis rodillas (Ella, inerme, obedece)
Repetí, repetí, niñita: “En el cielo las espinas”
Muchacha: Caballero...
Hombre: Señor...
Muchacha: Caballero...
Hombre: (Pacientemente) Repetí: Señor...señor...
Muchacha: Cab... Señ... Cabseñ...
Irrumpe una voz electrónica, desde el exterior.
Voz exterior: Ingreso erróneo. El sistema no reconoce su
existencia.
Hombre: Repetí, repetí...
Muchacha: (Como autómata) Cab... Señ... Cabseñ...
Voz exterior: Reprograme. Es una orden.
Hombre: Mi software indica automatismo de muerte...
Llámenme Señor.
Muchacha: Auto... mat... muerte... auto... mat...
Hombre: (Se comunica mediante un teléfono que extrae
de entre su propia ropa) ¿Hola, mamá?... Si supieras qué
hermoso aroma se respira en esta oficina... Sí, la nena ya
habla y reza... ¿Ajó?... ¿Ajó?
Muchacha: El... Ca... ba... Señ...
Hombre: ¿Ajó? ¿Ajó?
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Voz exterior: El sistema no reconoce su existencia.


Muchacha: El... Ca... ba... Dios...
Hombre: ¿Ajó?
Voz exterior: Oprima la tecla reiniciar.
Hombre: ¿Ajó? ¿Ajó?
Voz exterior: El sistema no reconoce su existencia.
(Esto último se irá superponiendo)

FINAL
(2008)

MOMENTO SUBLIME
Autor: Carlos Cazila

4374-2841
15-4-172-8732

carloscazila@gmail.com
mensaje70@hotmail.com

Buenos Aires, Argentina

OBRA REGISTRADA

Personajes:
• El
• Ella
La acción transcurre en el banco de una plaza. Sentada en él, una
mujer atractiva, lee un diario. Es de noche. Se acerca un hombre
común portando periódicos.
ÉL: Diarios... diarios... (la observa detenidamente)... Diar... ios... Qué
mujer! Diarios... Diarios de la mañana... Sexta... (ella prosigue en
lo suyo sin prestarle importancia)... Grandes noticias, grandes!...
con el asalto al basural!... Grandes noticias, grandes catástrofes!...
Grandes minas! Perdón, señorita, no quise decirlo! Me oyó? No?
Diarios!! No quiere comprarme un diario?... con la cotización de
la moneda... Cualquier moneda, dólar, mejicana, china!... Qué piernas!...
Perdóneme nuevamente; de cualquier manera no sé si me
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escucha, aunque debiera hacerlo, tendría que hacerlo, si bien yo


soy culpable por haberme desbordado... Me permite? (se sienta
junto a ella, que ha seguido ignorándolo) Yo pienso que no debería
ser así... Me refiero a la incomprensión... Porque usted no me
comprende... No sé si me explico, pero hay algo así como una
falta de reconocimiento (él no se da cuenta de que ella ha tomado
uno de los diarios de él, con el que sigue leyendo)... Sí, sí, es una
falta de reconocimiento; me refiero a las condiciones de uno, a
mis condiciones como ser humano. Bueno, usted lee y no me
escucha, o no quiere escucharme, pero piense en que quizás sea
usted la más perjudicada al no enterarse de mis cosas, todo eso al
margen de que me quiera acos... perdóneme otra vez... Comenzaré
de nuevo. Dejando eso de lado, lo de la acostada, que es una
insignificancia, le decía, qué puede pensar usted de mí? Se iría de
aquí, (ella vuelve a tomar otro diario)... Llegaría a su casa, digo,
si no se produce la acos... bueno, la otra cosa, y en su casa, en
algún momento, quizá sin darse cuenta, recuerde que alguien se le
cruzó y quería decirle algo que usted no escuchó y quizá también
la obligue a pensar si usted procedió con justicia, si es justo y
lógico que a uno no se lo valore... Cómo pasan las cosas! Pensar
que cuando era chico imaginaba que iba a ser como Frank Sinatra
y que iba a defender la justicia... Fui un idealista!... pero a nadie le
interesó. Quizá por eso, cuando terminé el doctorado en ciencias
exactas pensé que me había ganado un lugar... Y no, tampoco, a
nadie le interesó... Pero, sabe? Todavía sigo siendo un idealista, lo
que ocurre es que pasaron cosas, muchas cosas y el idealismo...
No es justo ni humano que a una persona se la ignore, que no se le
dé la posibilidad de mostrarse... Si usted se acostara conmigo esta
noche, tendría la oportunidad de saber todas esas cosas inquietantes,
porqué no decir apasionantes, que hay en la vida de uno y que
de otra manera... (ella arroja el diario; ahora sí lo mira y bosteza)...
La aburro?
ELLA: Cómo dice?
ÉL: Pregunto si la aburro
ELLA: No; Y ahora?
ÉL: Ahora?
ELLA: Le estoy preguntando la hora.
ÉL: Ah! La hora!... La hora (busca con esmero su reloj por todos sus
bolsillos; finalmente lo encuentra)... No alcanzo a ver bien... Las
tres de la mañana... Se le hace tarde?
ELLA: Tengo tiempo
ÉL: Ah! Qué bien; hace un rato le decía...
ELLA: No sabe si por aquí pasa algún diariero?
ÉL: Cómo me pregunta eso?
ELLA: Tiene algo de malo?
ÉL: No se fijó?
ELLA: Qué cosa?
ÉL: Yo, yo soy un diariero!
ELLA: (se ríe) Ah! Muy gracioso!
ÉL: No es broma; aquí están mis diarios
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ELLA: Y piensa que eso es suficiente prueba?


ÉL: Bueno, en primera instancia...
ELLA: Las cosas que son capaces de inventar con tal de que una los
escuche!
ÉL: Perdóneme si recién fui un poco agresivo en mi declaración... En
realidad yo no soy así... Pienso que me ayudó el hecho de que
usted no me mirara.
ELLA: Lo ayudó a qué?
ÉL: A decirle todas esas cosas.
ELLA: Qué cosas?
ÉL: Esas que dije con el afán de seducirla
ELLA: De modo que no es diariero...
ÉL: Soy diariero; soy diariero; qué otra cosa podría ser?
ELLA: (con despecho) Un seductor!
ÉL: Me encuentra seductor?
ELLA: Uno de tantos! A esta hora ya debe haber salido el periódico de
la mañana... Alcáncemelo, por favor.
El: No, no lo tengo.
ELLA: Qué contrariedad!
ÉL: Está pendiente de algo?
ELLA: Y me lo pregunta?! Tendría que saberlo!
ÉL: Bueno, yo...
ELLA: La opinión pública se encuentra conmocionada!
ÉL: Ah, sí! Hace rato que anda así, era lo que yo quería decirle, que
hay una opinión pública un tanto conmocionada, pero la individualidad
de uno...
ELLA: No me interesa!
ÉL: Perdóneme si soy entrometido, pero qué es lo que le interesa?
ELLA: No lo sospecha, siquiera?
ÉL: Sí, ya sé, debe ser la epidemia de mosquitos.
ELLA: No!
ÉL: La fuga de los monos!
ELLA: No, no!! Usted no lee el diario?
ÉL: El diario? Bueno, en realidad, muy por encima.
ELLA: (toma un diario y lo coloca frente a la cara de él) «El asesino de
mujeres» Primera plana!
ÉL: Primera plana! Cómo se me pudo pasar?
ELLA: De manera que no sabía! Créame que es lamentable.
ÉL: Le parece?
ELLA: Por supuesto, por culpa suya, a esta hora, quizá ya haya matado
a otra!
ÉL: Dónde está mi culpa?
ELLA: Usted no lo nombró y no tiene ningún derecho. Si usted al
acercárseme, hubiese hecho hincapié en él y me hubiese dicho:
«Novedades sobre el asesino de mujeres», yo lo hubiera escuchado,
y como yo, tantas otras, en cambio, así, cuántas hay que caen
desprevenidas!
ÉL: Quizá tenga razón, pero lo que ocurre es que a mí no me interesan
esas noticias.
ELLA: Recién me hablaba de la opinión pública!...
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ÉL: Sí, sí, pero uno va evolucionando y trata de propagar otras noticias...
ELLA: Claro! Usted debe jactarse de que lo que inquieta a la opinión
pública a usted no puede asustarlo!
ÉL: No, no es así. En realidad, todo eso me asusta demasiado.
ELLA: Bueno, piense en cambio, que si logramos un tema en común,
seguramente habrá de nacer algo trascendente entre nosotros y
entonces usted ya no tendrá motivos para sentirse incomprendido.
ÉL: Pero! Es posible?! Es posible lo que estoy escuchando? Es algo así
cómo una declaración de amor! Es maravilloso! No, no lo puedo
creer!
ELLA: Vamos, vamos, no se detenga, siga pensando en el amor...
ÉL: Amor!
ELLA: Amor!
ÉL: (Más embelesado) Amor...
ELLA: (En el mismo tono) Adopta diversas formas... A la mayoría las
mata ahorcándolas.
ÉL: No. No. Así no!
ELLA: Sí, sí, es posible!... Lo que a mí me interesa es saber qué puede
sentir, qué es lo que puede imaginar acerca de él... Quiero descubrir
al asesino oculto que hay en usted.
ÉL: En mí?!
ELLA: Sí, dígame! Cómo mataría usted?
ÉL: Qué está diciendo?! Yo soy incapaz de matar a una mosca.
ELLA: Vamos, no sea tan modesto!
ÉL: No es modestia. Es filantropía... Y zoofilia en lo referente a la
mosca... Sí, sí, digo bien, en el fondo soy un filántropo. Amo a la
Humanidad. Quisiera que todos tuvieran prosperidad, que todos
tuvieran lo bueno que se merecen y que me quitan, la dicha que
me impiden, los sueños que me robaron... Que tengan todo eso y
mucho más. Los amo. Amo a todos. Los amo!
ELLA: Vamos, no es posible que transcurra toda su vida amando. Si me
ama, ódieme.
ÉL: Cómo dice?
ELLA: Claro! El amor y el odio van juntos!
ÉL: Usted cree?
ELLA: Esta noche, yo misma comencé por odiarlo; ahora terminaré
amándolo, cuando descubra sus instintos feroces.
ÉL: Habla así porque piensa que soy inofensivo, pero qué diría si le
demostrara que soy el verdadero asesino?
ELLA: Qué diría? Le diría unas cuantas cosas!
ÉL: Sí?
Ella: No le quepa la menor duda!
ÉL: No, dudas me quedan muy pocas, o mejor dicho, muchas... Después
que me doctoré en filosofía comprendí que lo mejor eran mis
dudas y nuevamente pensé que me había ganado un lugar, pero no,
lo único que había ganado era una duda más... la duda de si había
ganando un lugar. Con el tiempo comprendí que no.
ELLA: Por lo menos pudo comprender algo... Yo, en cambio, recuerdo
una vez en que estaba formando una fila, no sé para que... Después
de varias horas de esperar, me había confundido con la gente
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y no sabía si la última persona que había pasado era yo, o yo era la


que tenía que pasar... Es que no se quién soy yo misma... Pero ser
asesinada, de alguna manera es lograr una identidad... «La gran
asesinada»!
ÉL: Nunca le hicieron sentir una muerte infinitesimal?
ELLA: Qué es eso?
ÉL: Antes, cuando me refería a que se nos ignora, que no se nos da lo
que debidamente merecemos, quería decirle que en realidad se nos
va proporcionando una muerte pequeña, diarios fragmento de muerte,
una muerte infinitesimal...
ELLA: Y con eso?
ÉL: Así podrá comprender cómo dejé de ser doctor para luego ser
dactilógrafo, después diariero y...
ELLA: Basta! No me interesa.
ÉL: Es cierto. Lo mío no le interesa. Usted sólo busca...
ELLA: Sí, que me mate, pero que no mate de veras!
ÉL: Sí... Esto no ha sido más que un desencuentro... Creo que será
mejor que nos separemos.
ELLA: Sí, yo también pienso lo mismo... Caminaré por algún puente
oscuro. Quizá tenga más suerte
ÉL: Yo también seguiré vagando... Pero antes quisiera pedirle un favor
ELLA: Cuál?
ÉL: No sé si corresponde, pero necesito algo suyo, por pequeño que
sea, algo que me sirva de recuerdo.
ELLA: Para qué quiere un recuerdo mío?
ÉL: Porque siento que me va a ayudar a pensar en que todo esto no fue
intrascendente.
ELLA: En mi cartera... Puede abrirla, encontrará una fotografía mía (él
realiza esta acción y toma la foto)... Se la regalo.
ÉL: Es su foto, gracias, gracias.
ELLA: Adiós... (él parte) No! No vamos a poder separarnos!
ÉL: Está segura de que no podremos?
ELLA: Segurísima
ÉL: Cree que lograremos entendernos?
ELLA: Sí, sí... (extrae una cuerda del bolsillo de él)... Tendré que
quitarme de la cabeza eso que yo me proponía... Si logro maniatarlo,
ahora estaré segura de que usted no podrá asesinarme... (lo hace,
sentándolo en el banco). Ahora sí, dejará de perseguirme esa idea
fija.
ÉL: Y cómo hará para que yo deje de amarla?
ELLA: Primero dígame qué es lo que hay en mí que lo haya enamorado.
ÉL: hubo algo, sí... hubo algo... Ni bien noté su presencia, sentí que
usted me escuchaba profundamente... Que me comprendía desde
lo mas hondo.
ELLA: Si es así, olvídelo... No lo escuché siquiera en lo más ínfimo.
ÉL: Mentiras!
ELLA: Por qué habría de mentirle?
ÉL: Porque se miente a sí misma tratando de creer que no está enamorada
de mí.
ELLA: Vamos, hombre, sepa que yo no puedo enamorarme de nadie!
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ÉL: Entonces me voy definitivamente.


ELLA: (le ata las piernas) No podrá Yo sé porqué se lo digo
ÉL: Pero!... Hasta cuándo piensa tenerme así?
ELLA: Yo ya renuncié a mi pretensión. Ahora renuncie usted a la suya.
ÉL: Y después?
ELLA: Después sabremos que si bien no hemos podido cumplir nuestro
objetivo, por lo menos habremos logrado todo lo contrario.
ÉL: Pero qué puede hacer para que yo deje de amarla?
ELLA: Esas son cosas mías. Por lo pronto, devuélvame la fotografía (se
la quita).
ÉL: No! Eso no! No me prive del recuerdo!
ELLA: (contempla la fotografía) Pero? De quién es esta foto?
ÉL: A simple vista se nota que es usted.
ELLA: Que dice! No me había dado cuenta de que guardaba la foto de
una extraña!
ÉL: Si es idéntica!
Ella: Pero no soy yo. Porqué habría de llevarla conmigo? Quizá se
trata de una mujer famosa...
ÉL: No se reconoce?
ELLA: No es posible que yo la tenga, quizá la dueña se equivocó de
cartera, pero yo también puedo haberme equivocado al pensar que
era una foto mía!
ÉL: Es usted!
ELLA: O la habré robado?! No, no puedo pensar en eso. Lo mejor es
destruirla (la rompe).
ÉL: Qué hace?! Ha destruido mi recuerdo!
ELLA: Tengo que tener alguna foto auténticamente mía... Sí, sí, quizá
en mis documentos... (busca en su cartera y toma el documento;
lo mira asombrada) No! No se quién es esta mujer! Será esta mi
cartera?
ÉL: Es la única...
ELLA: (busca) Un espejo! Puedo comparar con el espejo! (extrae uno)
Sí, aquí veo bien! (compara la imagen de ella con la del documento)
Pero! Las dos caras son idénticas y ambas iguales a la de
la foto que rompí!
ÉL: Yo le dije!
ELLA: Si todos estos rostros son de la misma mujer y esta imagen del
espejo es la mía, esto quiere decir que todas soy yo... Pero ¿soy yo
la que me estoy mirando?
ÉL: Porqué se complica?
ELLA: (se acerca a él) Sus documentos!
ÉL: Mis documentos?
ELLA: (busca ávidamente en los bolsillos de él) Sí, démelos, pronto!
(los extrae y compara con la imagen de él y ella en el espejo) La
cara de su documento es la misma que la suya reflejada en el
espejo, y distinta a la mía en el mismo espejo, que a su vez es
igual a la de las fotografías. Eso quiere decir que aquí por lo
menos hay dos personas distintas! (guarda el documento de él).
ÉL: Por supuesto
ELLA: Si no fuera por este espejo no podría haber llegado a esta conclusión.
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ÉL: Menos mal que lo logró


ELLA: Pero qué hace usted aquí?
ÉL: Y me lo pregunta? Ya no se acuerda?
ELLA: Y atado... Seguramente es lo más conveniente. Sí, sí, sirve como
norma de seguridad. Si dos personas son distintas, lo mejor es
sentirse segura.
ÉL: Desáteme, por favor
ELLA: Sí, sí, es peligroso, sumamente peligroso!
ÉL: Por favor!
ELLA: Encontrarse con alguien distinto siempre es peligroso... (él comienza
a moverse, desatándose, sin que ella lo note) ... Porque se
puede llegar a sentir pánico, o no... Quizás atracción... Una extraña
atracción! No, no lo sé! No sé qué es lo que se puede llegar a
sentir! (él se desata las piernas)... Qué hace? No, por favor! No
me haga daño!
ÉL: Pero qué está diciendo?!
ELLA: Usted está libre; usted es peligroso! Y yo indefensa!
ÉL: Ya basta! Esto se terminó. Ya no me importa si me ama o me
odia! Devuélvame mis documentos!
ELLA: Qué dice?
ÉL: Qué poco me interesa que se haya dado cuenta de que somos

diferentes.
ELLA: Diferentes? Porqué dice eso?
ÉL: Ahora lo niega?
Ella; Qué es lo que niego?
ÉL: Mis documentos, por favor.
ELLA: Respóndame: Qué es lo que niego?
ÉL: Eso, de que somos diferentes.
ELLA: Ni lo niego ni lo afirmo... Simplemente, no lo sé.
ÉL: Ya está bien. Mis documentos!
ELLA: Espere un momento!
ÉL: Qué quiere?!
ELLA: Un momento! Para mí es vital poder saberlo... Es que los dos
somos iguales? Somos dos mujeres? Dos hombres? Dígamelo por
favor!...
ÉL: Señorita, mis documentos...
ELLA: Señorita? Me llamó señorita!... Eso significa que somos mujeres.
O no; no; quizá usted pretenda confundirme! Usted es muy
cruel! Porque quiere confundirme? Sí, sí, ahora lo veo muy claro:
Usted pretende confundirme!
ÉL: Devuélvamelos de una vez! (intenta acercarse).
ELLA: (Extrae un revolver de su cartera) Quieta! Quieta ahí!
ÉL: Qué hace?!
ELLA: Creyó que iba a salir con la suya?! Usted, una simple mujer?!
ÉL: Pero!
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ELLA: Quieta, le dije! No se mueva porque disparo. Usted es de esas


embaucadoras peligrosas!
ÉL: Por favor, señorita!
ELLA: Señorita!... No voy a permitir que me trate de señorita! Si usted
es una mujer, yo soy un hombre.
ÉL: Está bien, está bien, estuve confundida, ahora puedo irme?
ELLA: Miente! No estuvo confundida; usted quiso burlarse!
ÉL: No, no quise burlarme, créame, por favor!
ELLA: Está bien... Le creo... Usted tampoco tiene identidad.
ÉL: Sí, sí, es éso... Me puedo ir?
ELLA: Usted está desvariando... Sepa que esta es la única forma en que
logro mi identidad.
ÉL: Qué dice?
ELLA: La única forma en que logro mi identidad es como asesino de
mujeres. Sí, no se sorprenda, es que acaso no leyó los diarios?
ÉL: No entiendo...
ELLA: No se da cuenta de que usted será mi próxima víctima?
ÉL: Yo soy un hombre!
ELLA: Y sigue queriendo confundirme! Ja, querer confundirme a mí!!
ÉL: Escuche, si hubiésemos hecho el amor...
ELLA: Yo, a las mujeres prefiero matarlas... Nada de amor... Matarlas,

que no me roben la identidad.


ÉL: Permítame demostrarle que yo soy un hombre!
ELLA: Silencio! No pretenda sacar ventaja!
ÉL: Porqué va a dejarse llevar por una psicosis colectiva?
ELLA: De qué psicosis colectiva me habla? Yo soy el verdadero asesino!

ÉL: Es... posible?


ELLA: Sí, créame que sí... De eso estoy seguro.
ÉL: Escúcheme, por favor... Qué mal le hice yo?
ELLA: Ninguno. No es necesario ningún mal...
ÉL: Si bien le decía, si bien nadie me reconoció, yo necesito vivir;
todavía tengo tiempo.
ELLA: Qué interesante! Le voy a dar diez segundos y disparo
EL: No, no, por favor! Todavía merezco una oportunidad!
ELLA: Ocho, nueve...
ÉL: No, por favor!! (en ese instante invade al ambiente un sonido exterior
acompañado por una iluminación especial; ella se sobresalta).
ELLA: La policía! Las fuerzas de seguridad! (le da el revolver a él)
Tome, ayúdeme... (grita) Socorro! El asesino!
ÉL: Pero!... (sin darse cuenta, dispara el revolver; ella cae)... Pero...
Qué hice?! Señorita! (la revisa) La maté! La maté sin querer!
Ahora vendrán las fuerzas de seguridad! (el sonido y la luz permanecen)
La maté sin querer! Cómo lo voy a poder explicar? Yo, un
hombre pacífico, un pobre hombre!... Ahora me veo en la foto de
todos los diarios «El asesino»... «Cayó el chacal!»... Yo merecía
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una oportunidad! No tiren, me rindo! No soy lo que ustedes creen!


No soy un monstruo! Ni siquiera hice justicia! Ni siquiera los libré
de algún ser maldito! No soy un héroe... Quizás el más cobarde,
pero sepan que todo fue culpa de las circunstancias, de mis circunstancias,
que todo me llevó a lo que soy; que yo merecía una
oportunidad! (las luces y el sonido exterior van desapareciendo)...
Tienen que entenderlo! Tienen que entenderlo porque de lo contrario,
como voy a seguir amando a mis semejantes?... Pero... Es
que no me oyen? Qué les pasa? No se acercan! (mira hacia el
cuerpo de la mujer)... Mis documentos! (los busca, encontrándolos)
Pero... porqué huir? Yo he cometido un crimen! No, no, en
realidad no lo cometí... Pero es cómo si lo hubiera hecho y ustedes
no vienen a buscarme! No tienen derecho a ignorarme! Esto tiene
toda la apariencia de un crimen y para ustedes yo tengo que ser el
asesino! Quiero que me fotografíen, que me interroguen, que me
encierren, pero jamás ignorarme! Nadie tiene derecho a ignorarme!
Por favor, deténganse y mírenme, vengan carros, camiones
blindados, ejércitos! Soy un peligro para la Humanidad! El asesino!
Me entrego! No me dejen escapar! Aquí, vengan! No me
oyen?! No me ven!! Vengan!! (mira a su alrededor) Se fueron
todos... Está bien, será como ustedes quieran... Es muy tarde y será
mejor que vuelva a mi pieza... (sale lentamente).

FINAL

MILAGRO COTIDIANO - Versión reducida

AUTOR: CARLOS CAZILA

4-374-2841
15-4-172-8732

carloscazila@gmail.com
mensaje70@hotmail.com

Buenos Aires, Argentina

OBRA REGISTRADA
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PERSONAJES:

Silvina
Juan
(Una pareja joven)

LA ACCION SE DESARROLA A COMIENZOS DE LOS AÑOS 90.


SILVINA Y JUAN SE ENCUENTRAN EN EL INTRIOR DE UNA
VIVIENDA LUGUBRE, EN LA CUAL SE OBSERVAN GRAN
CANTIDAD DE OBJETOS APILADOS Y DESORDENADOS. EL
ESCRIBE A MAQUINA

Silvina: ¿Oís como cae la lluvia?


Juan: ¿Qué?
Silvina: Si oís como cae la lluvia
Juan: No soy sordo
Silvina: Morite...
Juan: ¿No te das cuenta de que me cortás la inspiración?
Silvina: Inspiración...(SE DISPONE A LEER)
Juan: (INTENTANDO MOLESTARLA) ¿Oíste?
Silvina: ¿Qué?
Juan: Si oíste ese trueno
Silvina: Debió caer lejos (PROSIGUE LEYENDO)
Juan: Sí, debió caer lejos. ¡Ja! ¿Oíste? ¡Otro más!
Silvina: ¿Me vas a dejar leer tranquila?
Juan: ¡Leer tranquila! ¡Ahora lee! ¿Qué será esto tan importante que la ocupa?
Silvina: El horóscopo
Juan: ¡El horóscopo! ¡Ja! ¡El horóscopo!
Silvina: Bueno, ¿qué tiene?
Juan: Ese librejo, por lo menos debe ser del año pasado
Silvina: No importa. Igualmente sirve
Juan: ¡Ah, qué bien!
Silvina: Sirve lo mismo. Laura me enseñó a extrapolar
Juan: ¡Laura! ¿Qué será de Laura? Hace como un año que...
Silvina: Tiene mucho trabajo
Juan: Se borró, querida, se borró
Silvina: Pensá lo que quieras...¡Mirá! Acá dice que tendremos noticias de parientes y
prontas visitas
Juan: ¡Prontas visitas! ¡Con este día!
Silvina: Mañana va a salir el Sol
Juan: No se acercan ni cuando hay Sol. Se borraron, querida, se borraron
Silvina: ¿Por qué decís eso?
Juan: Se borraron porque nos va mal
Silvina: No. No es así. Lo que pasa es que la gente, cada día está más ocupada
Juan: Ocupada en patearte
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Silvina: No digas eso. Yo tengo un intachable concepto de mis amigos. Siempre me


brindaron excelentes consejos
Juan: Entonces te patean por eso
Silvina: ¿Por qué?
Juan: Y...Ya ves... Parece que esos consejos, mucho resultado no te dieron
Silvina: Cierto... Afuera llueve a cántaros y yo acá, aguantándote
Juan: ¡Pero mirá quién habla!
Silvina: Vos, ¿qué tenés que decir de mí?
Juan: Que te pasás todo el tiempo hablando pavadas
Silvina: ¿Cuáles pavadas?
Juan: La de ese horóscopo atrasado, por ejemplo
Silvina: ¡Juan! ¡Dice que vamos a recibir una fortuna!
Juan: ¡Eso tendría que haber sido el año pasado!
Silvina: ¡Juan, te dije que yo sé extrapolar!
Juan: Bueno, basta, te pido por favor, basta de estupideces
Silvina: (TOMA EL LIBRO, IMPETUOSA) ¡Está bien, ya sé que no sirve, nada de lo mío,
sirve! (LO ARROJA POR LA VENTANA)
Juan: Cómo, ¿no iba a venir Laura a buscarlo?
Silvina: Ni Laura ni nadie. ¿Sabés qué pasa? La gente se deprime; se deprime con nosotros.
La tristeza es contagiosa
Juan: ¿Sí?
Silvina: Lo dijo el otro día, una esclarecida social, por la radio...La radio, ¿dónde está?
Juan: La vendimos
Silvina: Y la guitarra también. No importa. Es cierto lo que decía esa comunicadora. Y es
mentira eso de que la gente no nos quiere ver
Juan: Sí, sí, está bien
Silvina: No somos los pariente pobres...mamá...
Juan: Ya salió tu mamá
Silvina: Sí, esa también se acostumbró
Juan: ¿Cómo?
Silvina: Por acá, ya ni se acerca
Juan: Bueno, al menos es un avance importante
Silvina: No tiene gracia (SUBITAMENTE) ¡Acción! ¡Personalidad de acción, un dos, tres,
personalidad de acción! (SALE A LATERAL Y REGRESA TRAYENDO UNAS CAJAS)
Juan: ¿Qué hacés?
Silvina: ¡Estímulos, acción, personalidad de acción!
Juan: ¿Justo cuando estoy yo, se te ocurre revolver basura?
Silvina: Ultimamente estás siempre (SIGUE TRAYENDO) No las tolero más. Jiménez
dijo...Jiménez dijo...
Juan: Dijo tantas cosas...
Silvina: Y yo le dije que no las iba a guardar dos años...No, vos quedate ahí...
Juan: Mirá, yo también ya me cargué de...estímulos, y antes de que haga otra cosa peor...
(COMIENZA A ARROJAR CAJAS POR LA VENTANA)
Silvina: ¿Por qué...?
Juan: ¿Y qué? ¿Pensás bajar los tres pisos?
Silvina: Pero es grosero...
Juan: No importa. El basurero las lleva lo mismo (OBSERVA EL CONTENIDO DE UNA)
¿Para qué guardarían tanto papel?...Papeles viejos, diarios viejos...revistas viejas (VA
TIRANDO TODO)
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Silvina: (LE VA ALCANZANDO Y EL LAS SIGUE ARROJANDO) Papeles, revistas,


programas de cine... Más y más papeles viejos, diarios, revistas viejas...¡¡Juan!!
Juan: ¿Qué?
Silvina: (MIENTRAS VA TRAYENDO MAS) ¡Dólares, Juan, dólares!
Juan: ¡¿Dólares?!
Silvina: ¡Sí, fijate, dólares!
Juan: (EXTRAE UN PUÑADO) ¡Dólares, sí, dólares! ¿Pero cómo pudieron estar tanto
tiempo...?
Silvina: ¿Viste? Por no revisar ¡Dólares!
Juan: Cierto. Son miles y miles de dólares. ¡Nuestros, sí, nuestros! Esto significa...significa,
¡comida! ¡Con el hambre que tengo atragantado!
Silvina: ¡Sí, sí, son miles y miles!
Juan: ¡La gente nos va a adorar!
Silvina: (SUBITAMENTE PATETICA) ¡Juan!
Juan: ¡Y que a nadie se le ocurra criticar!
Silvina: ¡Juan, pará, Juan!..¡Son falsos, Juan, son falsos!
Juan: ¿Qué decís?
Silvina: ¡Son falsos, Juan, son falsos!
Juan: ¡¿Pero qué te agarró?! (TOMA LOS BILLETES) ¡Perfectos, estupendos, ni un solo
defecto!
Silvina: (ABATIDA, SE APARTA Y CAE SOBRE LA SILLA) No es necesario mirarlos
con mucho detalle. Hay dos series
Juan: ¿Pero qué decís? Los números están bien
Silvina: Los números están bien, pero la mitad de los billetes tienen el prócer mirado para
un lado, y la otra mitad para el otro
Juan: ¿Pero de dónde sacaste eso?
Silvina: Estoy segura, Juan
Juan: ¿Y quién se va a fijar?
Silvina: Pensá en los inconvenientes, Juan...
Juan: ¿Inconvenientes?
Silvina: Altercados, denuncias, días de detención, torturas, tormentos, picanas y más
tormentos...
Juan: Sentencias, picanas, más y más tormentos y finalmente...¡La puta que lo parió!
(PATEA CON VEHEMENCIA A UNA CAJA. ELLA COMIENZA A RECOGER LOS
BILLETES)...Dejá, ni te molestes
Silvina: No había terminado de contarlos
Juan: (SE VUELVE HACIA LA VENTANA, ARROJANDO) ¿Eso qué importa?, ¿eso qué
importa, ya?... (ELLA PROSIGUE CON LOS ENVOLTORIOS) Pero... bueno, ¿cuánto
habría?
Silvina: (SIN VOLVER A FIJARSE) Quinientos mil
Juan: ¿Quinientos mil? En esas, pero, ¿en las otras?
Silvina: Parece que no... (VA HACIA EL COSTADO Y PROSIGUE TRAYENDO)
Juan: ¿No tienen, no?
Silvina: No. Son puro papeles (AMBOS CONTINUAN ACERCANDO CAJAS Y
ARROJANDOLAS POR LA VENTANA)
Juan: ¿Quinientos mil? Estoy seguro de que contaste mal
Silvina: Sí, quinientos mil, dólar más, dólar menos...
Juan: No, no. Había un paquete que tenía muchos más
Silvina: (MIENTRAS CONTINUA EN RITMO ACELERADO, CON LAS ACCIONES
MECANICAS DE ARROJAR CAJAS Y PAQUETES)
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Cincuenta paquetes de diez mil (TIRAN SIN DARSE CUENTA, LAS QUE CONTIENEN
LOS BILLETES)
Juan: Cincuenta y cinco paquetes
Silvina: Cincuenta, nada más
Juan: Eran más
Silvina: ¡Estoy segura!
Juan: Cincuenta de diez mil y cinco de veinte mil
Silvina: ¡Cincuenta!
Juan: ¡Cincuenta y...! ¡Uy, tiramos los dólares!... ¡Todo por...! (SE ASOMA A LA
VENTANA, Y SE INTERRUMPE SUBITAMENTE)
Silvina: ¿Qué pasa?
Juan: Los agarró una linyera
Silvina: (ACERCANDOSE) Capaz que no sabe ni qué es
Juan: Será linyera, pero es argentina
Silvina: Yo digo, si...(AMBOS QUEDAN ATONITOS Y SE VUELVEN,
APARTANDOSE RAPIDAMENTE)
Juan: No vimos nada, no oímos nada, no sabemos nada
Silvina: Por supuesto, un robo entre linyeras
Juan: Pero el coche la atropelló sin llevarse nada
Silvina: Nosotros no tenemos nada que ver
Juan: Pero está aquí abajo...
Silvina: No. Ni siquiera en la vereda. Por lo tanto, no está aquí abajo
Juan: ¿Te parece? (SE ACERCA OTRA VEZ A MIRAR) Tenés razón. No está
Silvina: Tengo razón, ¿no es cierto?
Juan: ¡Pero claro! No está. ¡No está más, fijate!
Silvina: (SE ASOMA) ¡Cierto! Todo esto es muy raro, ¿no?
Juan: Bueno, no hay que inquietarse, esta tarde es problemática, oscura, excesivamente
lluviosa, es una tarde, prodríamos decir...aciaga, pero no hay que intranquilizarse
Silvina: Yo quiero salir
Juan: Sería contradictorio
Silvina: ¡Es que estoy atacada!
Juan: Jodete por boluda
Silvina: ¿Cómo?
Juan: Sí, jodete por boluda
Silvina: Sabés muy bien que eran falsos. Yo le vi los ojos al prócer
Juan: ¡Podrías haber visto algo bueno con tal de no arruinar la fiesta!
Silvina: ¡La fiesta se arruinó sola!
Juan: Hubiéramos seguido soñando. Pero cantaste enseguida “Son falsos”
Silvina: ¿Qué? ¿Ahora querés vivir de sueños?
Juan: Toda la vida tuve sueños. Fui un poeta. Mejor dicho, soy un poeta. Y eso es lo que te
falta a vos: Sentido poético.
Silvina: Sí, claro, y cuando viste los verdes...
Juan: No importa, la poesía sigue, subyacente...
Silvina: ¿Sabés cuál es la diferencia? Yo, aunque boba, siempre fui auténtica, en cambio,
vos...
Juan: ¿Yo, qué?
Silvina: Se te confunden las palabras
Juan: ¿A un poeta, confundírsele las palabras?
Silvina: Sí, poesía con hipocresía
Juan: Eso no es cierto
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Silvina: ¿No?
Juan: ¡Es que eran demasiados!
Silvina: Bien que podrías haber aceptado el trabajo con mi familia, y en cambio, hasta me
hiciste renunciar a mí
Juan: Te aclaré que no pienso mezclarme con esos mafiosos y asesinos de tu familia
Silvina: Está bien. (SALE A LATERAL)
Juan: ¿Ahora qué buscás?
Silvina: (VUELVE CON UNA VALIJA) Voy a mezclarme donde se coma
Juan: ¿Con esta lluvia?
Silvina: No importa. Tengo paraguas...Y los bolsos, también me los llevo
Juan: (DE RODILLAS) ¡No, por favor, te lo suplico!
Silvina: Está bien. Te dejo los bolsos
Juan: ¡Te lo suplico, no te vayas!
Silvina: (SE DESENTIENDE) En cuanto al contrato de alquiler...(LA LUZ COMIENZA A
FLUCTUAR) ¿Qué pasa?
Juan: Las descargas, yo te dije
Silvina: Se jodió la luz
Juan: Los tapones, ¿dónde estarán los tapones?
Silvina: Fijate al lado de la puerta
Juan: ¿Ese no era el medidor del gas?
Silvina: No sé
Juan: (CON UNA LINTERNA ENCENDIDA) Ahora salimos de dudas (OBSERVA LA
CASILLA) ¡Estaba abierto!...y hay un bolso
Silvina: ¿Ahí?
Juan: Y cómo pesa...¿Lo abro?
Silvina: (ENCONGIENDOSE DE HOMBROS) Y...
Juan: (EXTRAE UN PUÑADO DE MONEDAS DEL INTERIOR DEL BOLSO)
¡Monedas de cobre!
Silvina: ¿A ver? (TOMA UNA Y LA OBSERVA DETALLADAMENTE)
Juan: Cobre antiguo
Silvina: Sí, Juan, es oro (PRUEBA CON MORDER)
Juan: ¿Qué?
Silvina: (TOMA OTRAS) Es oro, Juan
Juan: ¡Sí, falsas, el mismo chiste de antes!
Silvina: Veinticuatro kilates (CAE UN RAYO)
Juan: A ver...(INTENTA MORDER UNA Y SE DAÑA UN DIENTE) ¡Ay, la p...!
Silvina: (PROSIGUE REVISANDO) Es oro legítimo, Juan
Juan: (DESPECTIVO) Oro legítimo, oro legítimo..¿Vos creés que a mí me interesa lo que
cae del Cielo?
Silvina: Tendría que interesarte, Juan
Juan: No, yo no me embarco más en eso
Silvina: ¡Si estuviera mamá!
Juan: ¡Ya tuvo que salir tu mamá!
Silvina: Ella adora el oro, no tiene más que mirarlo y te dice de qué año es... (EN ESE
INSTANTE SE OYE EL SONAR DE UN TELEFONO) ¿Un timbre?...
Juan: ¡Si no hay luz! (VUELVE A SONAR. PROVIENE DEL INTERIOR DE LA
MISMA CASILLA DONDE SE ENCONTRABA EL BOLSO. EL EXTRAE UN
APARATO TELEFONICO) En el contrato no decía nada de teléfono... No tiene tono,
escuchá, no puede funcionar
Silvina: Sí, pero tiene un cable
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Juan: ¡Qué raro que estuviera ahí adentro! (AHORA SUENA ANTE ELLOS) Mejor no lo
toques
Silvina: ¿Qué pensás?
Juan: No sé que pensar (EL TELEFONO VUELVE A SONAR)
Silvina: Yo atiendo
Juan: ¡Esperá, esperá!
Silvina: (SE PRECIPITA) ¿Hola? ¿Hola?...¡¡Mamá!! ¡Qué alegría! ¿Dónde voy a estar? ¡En
casa! ¡Hola! Mamá, ¿cómo conseguiste? No, mamá, no es la joyería. ¡Es mi casa! ¡Hola!
¡Hola, sí, mamá! ¿A cuánto el oro? ¡Hola, hola! Se fue. Se cortó. No tiene tono
Juan: Yo sabía que tu vieja iba a volver a aparecer, de cualquier manera
Silvina: Ella creía que hablaba con una joyería. ¿Sería ella? Sí, sí, la voz era inconfundible
y dijo bien clarito: “Hola, hola”
Juan: ¿Y qué más?
Silvina: Nada, ni siquiera la cotización (PROSIGUE GOLPEANDO EL TELEFONO) Es
inútil. No tiene tono
Juan: Silvina, el bolso con las monedas ocultaba el teléfono
Silvina: ¿Y con eso?
Juan: Entonces está claro (CAE UN RAYO)
Silvina: ¿Qué?
Juan: ¡Que está claro!
Silvina: ¿Qué es lo que está claro?
Juan: Que para atender el teléfono era necesario haber descubierto el bolso
Silvina: ¿Y entonces?
Juan: ¡¿Porqué habrás atendido?!
Silvina: ¡Era mamá!
Juan: ¡Entonces, vos sabías!
Silvina: No, no, te juro, pero ¿qué se te ocurre?
Juan: Fue una trampa, una trampa, sí
Silvina: ¿Una trampa?
Juan: Claro. Saben que si atendimos el teléfono, eso significa que encontramos las monedas
Silvina: ¡Pero, mamá..!
Juan: Basta con tu mamá!
Silvina: Bueno, ¿qué pensás?
Juan: ¡Que debe ser otro crimen... que nos quieren culpar!
Silvina: Juan, pensá que podríamos no haberlo descubierto nunca
Juan: Pero se descubrió... Y quién sabe cuántas cosas más...
Silvina: Nos vamos ya mismo
Juan: ¿Justo ahora? Deben estar esperando a que salgamos
Silvina: ¡Pero en algún momento hay que salir! ¡Ay! (RECURRE AL TELEFONO)
¡Mamá, contestá!
Juan: No busques males mayores
Silvina: ¿Que tenés que decir de ella?
Juan: Nada. Tratemos de pensar qué podemos hacer
Silvina: Si querían culparnos por el oro, no era necesario que lo descubriésemos
Juan: No. Peo ahora saben que podemos sacarlo
Silvina: ¡Basta, no nos compliquemos más!
Juan: Cómo si fuera posible
Silvina: Entonces, salgo
Juan: (LA RETIENE) ¡Esperá!
Silvina: ¡Dejame, necesito salir!
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Juan: ¡Claro, te vas porque sabés que a vos no te van a hacer nada!
Silvina: ¿Yo? ¿Qué puedo saber?
Juan: Porque tu “mamá” está metida
Silvina: ¿Cómo podés decir eso?
Juan: ¡Es evidente!. ¡Entre las dos planean liquidarme!
Silvina: ¡Juan! ¿Te volviste loco? ¡Juan!
Juan: No sería raro. Tengo motivos
Silvina: Pensá lo que quieras; yo así, no te aguanto
Juan: Está bien, andate, andate ya mismo
Silvina: (REFIRIENDOSE AL BOLSO) Pero...¿Qué vas a hacer con éso?
Juan: No sé
Silvina: Guardarlo donde estaba, no seviría de nada...
Juan: No. Sería comprometedor
Silvina: Yo podría intentar sacarlo
Juan: Vos, ¿llevártelo?
Silvina: De acuerdo a tu teoría, yo estaría libre de peligro
Juan: ¡Y de esta manera te quedás con todo!
Silvina: Juan, ¿tanto desconfiás de mí?
Juan: (SE RECTIFICA) De esta, ninguno de los dos salimos con vida
Silvina: ¿Te parece?
Juan: Ninguno de los dos salimos...
Silvina: ¡Con esta lluvia!...(VUELVE A SONAR EL TELEFONO. AMBOS
PERMANECEN UN INSTANTE INDECISOS, LUEGO ELLA SE VUELVE A
AVALANZAR Y ATIENDE) Era una voz de hombre... Una voz inconfundible...
Juan: ¿Qué dijo?
Silvina: Era la voz de tu papá
Juan: ¡¿De mi papá?! ¿Qué dijo?
Silvina: “Tienen cinco minutos para salir de ahí antes de que estalle la bomba (AMBOS
PERMANECEN ATONITOS)
Juan: Tenemos que salir...
Silvina: Afuera nos matan, Juan
Juan: (TOMA EL BOLSO) ¡Sí, pero esto no nos va a comprometer! (SE DIRIGE
IMPETUOSO HACIA LA VENTANA)
Silvina: ¡¿Qué vas a hacer?!
Juan: Se lo tiro a los linyeras
Silvina: Esperá, Juan, esperá, todavía nos quedan cuatro minutos y medio (VUELVE A
CAER UN RAYO Y SE ESCUCHA NUEVAMENTE EL TELEFONO) ¡Basta!
(ARRANCA EL CABLE)
Juan: Bueno, ¿qué hacemos?
Silvina: Sí, sí, lo vamos a tirar, pero todavía faltan cuatro minutos
Juan: Bueno, ¿y qué?
Silvina: Hay que pensar algo
Juan: No hay nada que pensar. Hay que salir
Silvina: Esperá
Juan: ¡Dale, vamos!
Silvina: ¡Esperá, esperá!
Juan: ¡Silvina! La bomba!
Silvina: ¿Y si es mentira?
Juan: ¡No hay tiempo!
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Silvina: Tres minutos y medio. Antes de tirarlo, saquemos algo. Nadie se va a dar cuenta
(SEPARA UN POCO)
Juan: ¿Te parece?
Silvina: Sí, Juan, vamos a necesitar, fuera del país
Juan: (GUARDA EN SUS BOLSILLOS) Sí, sí, pero repartamos por igual
Silvina: Estoy repartiendo por igual, pero iluminame bien
Juan: No puedo sostener la linterna y juntar al mismo tiempo
Silvina: Está bien. Te ayudo
Juan: Ya es suficiente
Silvina: Vamos a tener que comprar toda clase de documentación (VA SEPARANDO
CANTIDADES MAYORES)
Juan: Sí, pero...
Silvina: Todavía nos quedan dos minutos y medio
Juan: ¡Apurate! (COMIENZA A EXTRAER CON MAYOR AVIDEZ)
Silvina: Voy a buscar los bolsos
Juan: ¿Vamos a salir con bolsos?
Silvina: Sí, sí, no importa (VA HACIA LATERAL; EL PROSIGUE)
Juan: Pero, ¿porqué dividimos? Podemos juntar
Silvina: (REGRESA CON LOS BOLSOS) Todo junto pesa mucho
Juan: Pero...
Silvina: Afuera no se sabe, Juan
Juan: Silvina, escuchame...
Silvina: No, Juan, no es momento
Juan: ¿Vamos a seguir juntos?
Silvina: ¡No sé. No es momento!
Juan: Silvina...
Silvina: No hables, Juan, que queda un minuto
Juan: Sí, sí
Silvina: Dijimos que para gastos en papeles
Juan: Si
Silvina: Residencia
Juan: También
Silvina: Inversiones
Juan: ( CONTINUA SEPARANDO, AL IGUAL QUE ELLA, CANTIDADES
MAYORES) Sí
Silvina: Gastos de mantenimiento
Juan: Sumando los suntuarios
EL AMBIENTE SE VA OSCURECIENDO AUN MAS. ELLOS PROSIGUEN EN LO
SUYO
Silvina: Coches
Juan: Impuestos
Silvina: Salud y educación
Juan: Donaciones institucionales...seguridad personal...
SE OYE UN RUIDO ESTRUENDOSO, QUE SE CONFUNDE CON EL DE LOS
TRUENOS.
APAGON

FINAL
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