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Democracia y desarrollo: El rol de las Naciones Unidas

El marco normativo internacional, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y detallado en la


Declaración Universal de los Derechos Humanos y su documentación adjunta, rige las funciones de
las Naciones Unidas en materia de construcción de la democracia y el desarrollo. En cuanto a la
democracia, algunos marcos normativos regionales son incluso más explícitos, como la Carta
Democrática Interamericana; en ella se hace mención al «derecho a la democracia» en el primer
artículo. Otros, como la Carta Africana de la Democracia, las Elecciones y la Gobernanza, de la
Unión Africana (UA), obligan a los Estados Miembros a avanzar en términos de democracia.

En la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas del año 2000, los Estados Miembros
declararon que no escatimarían «esfuerzo alguno por promover la democracia». En el Documento
Final de la Cumbre Mundial de 2005 se afirma que la democracia, el Estado de derecho y los
derechos humanos «se encuentran entre los valores y principios fundamentales universales e
indivisibles de las Naciones Unidas» y, como tales, son «aspectos vinculados entre sí, que se
refuerzan mutuamente». Estas declaraciones normativas generales se han plasmado en
recomendaciones directas para el sistema elaboradas por el Secretario General de las Naciones
Unidas sobre los principios y las prácticas subyacentes al trabajo de la Organización en materia de
democracia.

Las funciones de las Naciones Unidas en materia de democracia y desarrollo son múltiples y
variadas. Al más alto nivel, las Naciones Unidas participan en la actualidad en la respuesta directa
a los desafíos que plantean las transferencias inconstitucionales de poder y en la asistencia directa
para realizar las reformas necesarias en las transiciones democráticas, a menudo junto con
organizaciones regionales.

Con la llegada de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en el año 2000 se puso de
manifiesto el compromiso mundial para con la reducción de la pobreza y la generación de un
entorno propicio para el desarrollo. En el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005 se
describe la democracia como un «valor universal» y se considera que constituye en última
instancia una vía para alcanzar la paz y seguridad internacionales, el progreso y desarrollo
económicos y sociales y el respeto de los derechos humanos.

La democracia local puede revestir una importancia crítica para fomentar el desarrollo: en esos
niveles es donde la gobernanza está más cerca de las personas y donde afecta a sus vidas de forma
tangible.

La participación directa y las acciones ciudadanas suelen ser más factibles a esos niveles y
precisamente en esa esfera local se puede manifestar el concepto de «voz» en términos prácticos.
La participación o «tener voz» permite a los ciudadanos no solo exigir sus derechos y servicios,
sino también controlar los posibles abusos y garantizar la rendición de cuentas. Precisamente la
rendición de cuentas surge de los vínculos entre el Estado y la sociedad, en especial cuando la
supervisión y el establecimiento de las prioridades de los ciudadanos se vinculan con la
movilización de recursos y el régimen fiscal del gobierno. Por ese motivo, muchos participantes
argumentaron que dotar a las administraciones locales del poder de recaudar recursos mediante
impuestos puede fortalecer la democracia a nivel local.

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