Está en la página 1de 2

Dos cabras paseaban por un monte dividido por un río.

 Ambas habían dejado sus rebaños porque querían explorar


mundo. Solo que una de las cabras estaba a un lado del río y la otra justo en el lado contrario.

El río podía cruzarse por un tronco que lo atravesaba de parte a parte. Este tronco unía las dos colinas.

Las dos cabras decidieron pasar al mismo tiempo por el viejo tronco, con la mala fortuna de encontrarse justo en el
medio. Entonces, se miraron desafiantes:

– ¡Aparta de mi camino, cabra! ¡Tengo que pasar y yo soy más fuerte! – dijo una de las cabras.

– ¿Por qué tengo que apartarme yo? - contestó impasible la otra cabra- No eres más fuerte. Ni por supuesto, tampoco
eres más terca que yo.

– Si no te apartas, no podremos pasar ninguna- Le dijo entonces la primera cabra.

– Pues por eso, lo mismo digo, así que más vale que te apartes de mi camino– contestó testaruda la otra cabra.

– Te he dicho que no… ¡déjame pasar!

– ¡Pasaré yo antes!

– ¡Que no!

– ¡Aparta ya de una vez!

– No y no. Aparta tú.

Así estuvieron un buen rato las dos cabras testarudas, sin ceder ninguna de ellas ni un poquito. Al final, cansadas, las
dos intentaron pasar a la fuerza, golpeando a la otra con los cuernos. Y como las dos tenían la misma fuerza, acabaron
cayendo al río. Las cabras fueron arrastradas por la corriente del río y nunca nadie más las volvió a ver.
Moraleja: «Más vale ceder en el
momento justo antes de acabar
perdiendo una gran oportunidad. La
terquedad no es buena consejera».
(“Las dos cabras” – Esopo)

También podría gustarte