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si los puntos de vista de Diodoro, Filón

de Mégara, Crisipo, Epicuro, Carnéades y el resto tomaron como punto de partida


la discusión que presentamos del noveno capítulo del De Interpretatione,

En las
Categorías, Aristóteles habla como si ello fuera siempre una proposición verdadera,
[2] pero ahora duda acerca de los contingentes futuros. Pues si proposiciones
acerca del futuro, tales como «mañana habrá una batalla naval», son o verdaderas
o falsas, arguye, entonces todo es «necesario», es decir, determinado. Una
conclusión particularmente ridícula de ello, continúa, es que no habría ninguna
razón para deliberar (boυλεύεσθαι) o preocuparse uno de nada, porque lo que va a
ocurrir ha de ocurrir necesariamente. Este argumento es lo que más tarde se conocería
como el Argumento Perezoso (ƒpγòς λóγoς), y fue refutado por Crisipo,

Aristóteles «parece mantener una teoría realista


de la verdad como correspondencia bastante cruda».[3] Siendo así, se seguiría que,
puesto que los acontecimientos futuros aún no han ocurrido, los enunciados
acerca de ellos no se pueden referir a los acontecimientos mismos y de ahí que no
se pueda decir que sean verdaderos. Ni tampoco se puede decir que sean falsos,
puesto que «falso» debería significar «demostrada su falsedad». De ello se sigue
que aunque dado un par de afirmaciones contradictorias sobre el futuro, una u otra
será o verdadera o falsa, sin embargo de ningún enunciado particular se puede
decir que sea verdadero o falso.
En otras palabras, «posible» ha de significar lo que «puede o no
puede ocurrir». Así, Aristóteles argumenta que, aunque es el caso que una capa
particular se desgastará antes de que sea cortada, siempre es posible que se la
corte independientemente de si se desgasta (19a 12 ss). De ello se sigue también
que no se puede decir de nada que sea necesario hasta que ya haya sucedido.[4]
Por tanto, tal y como aparece en el De Interpretatione «lo que es, necesariamente
es, cuando lo es ... pero no todo lo que es es necesariamente»

Cicerón no se da cuenta de que Epicuro


vuelve a la opinión de Aristóteles cuando escribe lo siguiente en el De Fato:

habiendo considerado brevemente el trasfondo de sus teorías podemos evaluarlas


mejor e intentar comprender cómo su actitud hacia lo que es posible es relevante
para su intención de reconciliar las leyes de la naturaleza con la responsabilidad
moral.

Crisipo rompe con su predecesor Cleantes al coincidir con Diodoro y Aristóteles


en que todas las proposiciones verdaderas acerca del pasado también son
necesarias (proposición 1 del Argumento Maestro). También está de acuerdo con
Diodoro y en contra de Aristóteles en que todas las proposiciones son o
verdaderas o falsas.[16] Si ponemos estas dos proposiciones juntas, se seguirá que
Crisipo debía mantener una teoría diferente de la de Cleantes acerca de lo no
necesario, y una teoría diferente de la de Aristóteles acerca de la necesidad, pues
Aristóteles sostenía que, si una proposición es verdadera, también es necesaria

versión como la de Aristóteles y Filón, es decir,


que hay cosas que no sucederán pero que a pesar de todo son posibles

Recordemos que una


de las razones por las que Aristóteles encontraba necesario negar que las
proposiciones acerca de contingentes futuros son o verdaderas o falsas era que
mantenía que si algo es verdadero, entonces es necesario, y por tanto que, si
sabemos que las proposiciones acerca del futuro son verdaderas, entonces
sabemos lo que el futuro nos tiene preparado. En la opinión de Aristóteles, ello
conduciría a una especie de parálisis, pues lo que ha de ocurrir ocurrirá
necesariamente. Esta tesis, recordemos, llegó a conocerse más tarde como el
Argumento Perezoso, y Crisipo encontraba necesario demolerlo.

Crisipo llamaba a la «rodabilidad» del cilindro una causa básica del movimiento
del cilindro cuando realmente se mueve. El hombre que empuja el cilindro se dice
que suple la causa «próxima

En un tiempo futuro, por tanto, al igual que en el pasado y el presente, un


análisis apropiado de lo que está predestinado tendría que tener en cuenta tanto
las causas básicas como las próximas. A pesar de todo, Crisipo nos permitirá
hablar de un suceso futuro así incluso como predestinado, pues el «destino»
describe neutralmente lo que de hecho será el caso, mientras que no nos permite
describir su acción como necesaria, puesto que sea lo que sea lo que sucederá (por
destino), tiene la posibilidad de no hacerlo hasta que de hecho lo hace, haciendo
por esta razón su situación irreversible. Pues todo lo que es pasado es necesario

la definición de Crisipo de
destino como «series continuadas de causas»[29] como de su deseo de separar el
destino de la necesidad mediante un examen de la naturaleza de las causas

Crisipo
quería distinguir destino de necesidad,

Hay entonces una diferencia entre necesidad y destino, pero el destino parecerá
necesidad si el hombre no acepta la situación en la que ha nacido. Obviamente,
todos los hombres morirán; está predestinado para ellos. Lo que será, será. A la
larga, no es bueno rechazar la muerte; el rechazo es desesperanzado. Tal y como
Zenón y Crisipo lo presentan, el hombre es como un perro atado a un trineo; si no
camina será arrastrado;[43] pero si hay que arrastrarlo es que es un mal hombre

Hay una hueste de otras cosas que serán y que no podemos saber. Pero la
Razón del mundo conoce lo que está predestinado; por ello, tal y como insiste
Crisipo, todo lo predestinado es providencial.

la cuestión de si Crisipo
consiguió reconciliar su teoría de las cadenas causales con su otra teoría de que, a
pesar de todo, algunos cursos importantes de acción están «dentro de nuestras
capacidades» y que por tanto somos moralmente responsables. Ciertamente, es la
opinión de Cicerón, quien sin duda se hace eco de Carnéades, que Crisipo habría
fracasado al intentar impedir que el libre albedrío (voluntas libera) se sumergiera
en un sistema rígidamente determinista.[46]
al igual que Aristóteles, Epicuro considera una acción libre como
una acción realizada por el individuo como resultado de su carácter, no de su
«destino» al nacer o antes de nacer

El carácter humano no es formado por el «destino», sino


por la educación; de ahí que, según va el argumento, el hombre sea responsable de
sus propios actos. Ni los epicúreos ni Aristóteles toman en consideración el hecho
de que el proceso por el que se forma el carácter, incluso en las mejores
circunstancias posibles, parece implicar algo más que las apelaciones a la razón.

La cuestión que nos concierne,


sin embargo, es que los juicios morales realizados por el hombre maduro son
dependientes de la educación recibida; y estos juicios son morales en el sentido de
que pueden merecer la alabanza o la condenación. En otras palabras, en un cierto
estadio de su vida, el carácter del hombre se forma y se vuelve responsable de sus
acciones.[49] A partir de ese momento sus reacciones a situaciones «posibles»
están dentro de sus capacidades. Crisipo no quiere decir con ello que no estén
causadas. Lo que quiere decir es que la causa no es externa al que actúa; está en el
carácter del hombre.

Parece que Epicuro había supuesto que la única forma en la


que las cadenas causales rígidas pueden romperse es por la introducción del viraje
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aleatorio de los átomos, que al menos asegura que el desarrollo del hombre no
está fijado inalienablemente en cualquier momento.[50] Crisipo mantenía que ello
era una salida irracional e injustificada del dilema. Lo que se necesita en su lugar
es una investigación más seria sobre la naturaleza de las causas, y como inicio de
ello está su análisis de las causas básicas y próximas. Los fenómenos gobernados
por las causas básicas están fijados;
Diógenes Laercio, uno de los que la recogió, continúa ofreciendo una definición
estoica (presumiblemente de Crisipo) de libertad como la oportunidad de actuar
para sí mismo

Lo que pensamos de las acciones «dentro de nuestras capacidades» y si las


consideramos acciones libres no son cuestiones de las que nos tengamos que
ocupar ahora. De lo que nos hemos de ocupar en este capítulo es de cómo Crisipo
reconcilió el destino, la necesidad y las acciones «dentro de nuestras capacidades».
Ha sido nuestra intención argumentar que su concepto de lo que está dentro de
nuestras capacidades, si bien es insatisfactorio para nosotros, está en línea con la
opinión normalmente aceptada en su propio tiempo. En el contexto de esta
opinión, su distinción entre causas básicas y próximas es de una importancia
considerable,

El destino para Crisipo es lo que será, no lo que ha de ser. Si el


destino fuera lo que ha de ser, entonces en los términos de Crisipo todas las causas
serían causas básicas y nada estaría dentro de nuestras capacidades

Crisipo trazó la importante distinción entre lo que


será (destino) y lo que ha de ser (necesidad)

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