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Ubicado en la región actual de la ciudad vieja, en Jerusalén (Israel), el Monte Moriah fue, hace
miles de años, un lugar de importantes acontecimientos bíblicos.
Se encuentra donde está hoy el área conocida como Explanada de las Mezquitas, que tiene
en su centro la Cúpula de la Roca (o Mezquita de Omar), un santuario de la religión islámica.
Pero es la representación del Monte Moriah, que está bajo esa cúpula en Jerusalén, la que
inspiró la construcción del Memorial en el Templo de Salomón en San Pablo, para hacer con
que todos puedan entender la fe sacrificial que agrada a Dios. La idea de la construcción es
que las personas se sientan como si estuviesen en Jerusalén y sepan lo que había abajo de
aquel lugar. Fue allí, abajo de la Cúpula de la Roca, que el patriarca Abraham subió a colocar
la prueba de su obediencia y fe cuando Dios le pidió que sacrificase a su hijo Isaac.
En un terreno en el mismo lugar, David también ofreció un sacrificio al Señor para que la
plaga cesase sobre la ciudad de Jerusalén.
Luego, David ordenó que allí fuese construido el famoso templo de adoración a Dios.
Entonces, su hijo Salomón construyó el Primer Templo, ofreciendo al Señor también sus
sacrificios.
La decadencia de Israel también comenzó allí, cuando el pueblo dejó de honrar a Dios con
sus sacrificios. Jerusalén fue saqueada y el Templo fue destruido por los babilónicos.
Sin embargo, años más tarde, el líder israelí Zorobabel, dirigido por Dios para volver a
Jerusalén, levantó una vez más el Templo. En el año 70, fue destruido por los romanos.
Cerca a la región del Monte Moriah está lo que queda de las murallas cercanas al templo: el
famoso Muro de los Lamentos. Un tramo de poco más de 50 metros, considerado sagrado por
los judíos y cristianos que visitan el lugar para hacer pedidos y oraciones.
Como dejan claro los relatos bíblicos, la región era inhabitada en aquella época. Salém, el
poblado que luego daría nacimiento a Jerusalén, estaba en sus adyacencias. Mucho después
a Abraham, en los tiempos de David, el famoso rey de los judíos compró las tierras donde se
había aparecido el ángel destructor, donde había una era (espacio de tierra usada para
desgranar y secar granos) de los jebuseos por el precio justo. El monarca ordenaría que fuera
construido allí el famoso templo de adoración a Dios.
Hoy, el área está dominada por los musulmanes, y está
prohibido que los judíos entren hasta donde se erigía el gran templo destruido por los
romanos. Conocida como la Explanada de las Mezquitas, esta área tiene en el centro el Domo
de la Roca, santuario islámico donde el profeta Mahoma habría ascendido a los cielos, según
la tradición de su pueblo. Luego, en lo que quedó de las murallas de apoyo del inmenso
templo de otros tiempos, está el famoso Muro de las Lamentaciones (foto), área de
peregrinación de judíos de todo el mundo.
El Monte del Templo, uno de los diferentes nombres del lugar, posee un importante sentido
sagrado para cristianos, musulmanes y judíos, con respecto a la discordia entre las
tradiciones. Los judíos creen que allí debe erguirse el gran templo, en los tiempos de su
mesías, que aun no ha venido. Su tradición prohíbe el acceso a esta parte, pues es un lugar
sagrado para ellos y sin querer, podrían violar el área en que antiguamente se situaba el
Santo de los Santos, parte del templo en que sólo el sumo sacerdote podría pisar para hablar
directamente con Dios. Como no se sabe exactamente dónde se situaba la estructura interna
del templo, toda el área está restringida.
Varias mezquitas fueron construidas alrededor de la cima del monte, en torno a la cúpula
forrada de oro que puede ser divisarse a kilómetros de distancia, dominando el paisaje de la
actual Jerusalén.
La Ciudad Antigua
La Ciudad Antigua de Jerusalén, fue construida originalmente por el Rey David en 1004 a.C
(antes de Cristo), desde aquella época se la consideró el centro del mundo para su cultura.
Mapas antiguos muestran los tres continentes conocidos en aquella época: Europa, Asia y
África, situadas en un círculo con Jerusalén en el centro.
– El barrio árabe: En este bloque, pegado al Muro de los Lamentos, se encuentra el Shuk
(mercado) árabe. Los shuks son verdaderas instituciones sociales, son mucho más que
simples ferias. Son célebres por ser los lugares más democráticos en cualquier país de
Oriente Medio. Siempre surgen discusiones acaloradas sobre los precios y rebajas.
Un shuk es ideal para comprar recuerdos típicos de la región, como pashminas (lienzos de
adorno femeninos), tejidos, alfombras, ornamentos para la casa, narguiles (grandes ampollas
de vidrio para fumar hierbas), camisetas turísticas, condimentos y especies, además de
probar deliciosos dulces árabes. Uno de los pocos lugares en el Oriente Medio en que es
posible hacer compras en diversas lenguas, debido la pluralidad de turistas que pasan por la
región diariamente; los comerciantes árabes, para conquistar más clientes, aprendieron lo
básico de cada idioma.
Después de todo, el anciano no subió al monte para perder a su hijo, sino para encontrarlo.
No subió para perder a su hijo, sino para perder un ídolo.
De esta manera, Abraham entendió que debería adorar solamente a Dios, y amar a su hijo
como hijo, no como objeto de adoración. Entendió no sólo su amor por Isaac, como el amor
de Dios por todos.
La idolatría consiste, en una definición más simple, en creer que algo o alguien es
imprescindible en su vida. Una persona querida, un trabajo, un bien material, un vicio y tantas
otras cosas que, amadas de manera equivocada, nos hacen pensar que sería imposible vivir
sin éstas.
Dios, en la lección que le dio a su amado Abraham, sólo le enseñó a amar de la manera
correcta. No hay nada de malo en amar a nuestra familia, nuestras conquistas, nuestros
bienes; siempre y cuando esto sea hecho de la manera correcta, cada cosa en su lugar y el
amor apropiado hacia cada una. Muchos de nosotros precisamos llevar nuestros Isaacs a un
Moriah.
Nueve generaciones antes de Noé, los hijos de Adán, Caín y Abel, ofrecieron sus propios sacrificios a Dios; uno
fue aceptado, el otro rechazado. Y esto también sucedió en Moriah. (Según tradición). Pero incluso antes de Caín
y Abel, en los amaneceres de la historia, el hombre realizó allí su primer sacrificio. Se nos dice que Adán dio una
ofrenda a Dios al ser creado, y que esto también sucedió en esa misma tierra sagrada, ¿Y de dónde sacó Dios el
polvo con que dio vida a Adán?
Lo tomó, dice Maimónides, reflejando una antigua tradición judía, de este mismo lugar
misterioso que luego se llamaría Moriah (Bet Ha-bejirá 2:2).
Está claro entonces que ese lugar hacia donde se dirige Abraham con su hijo Isaac para realizar el sacrificio, no
es un sitio geográfico común. Este lugar será llamado Jerusalem más adelante. Se construirá el Templo en este
sitio de donde “emanarán la palabra del Señor y la Tora”, las enseñanzas de Dios a la humanidad. Esta será la
Ciudad Santa, fuente del poder espiritual de Israel (el pueblo judío), morada terrenal de la “Shejina” (la presencia
divina), ciudad amada de Dios. Será el escenario de las batallas más obstinadas de Israel, verá exilio, sitio y
destrucción, pero luego vendrán el renacimiento, restauración y redención.
Se la disputarán las naciones más poderosas de la historia, pero siempre pertenecerá a los hijos
de Abraham.
Será una ciudad que incluso en la segunda mitad del siglo XX -unos cuatro mil años después- aún estará en
primera plana y será lo más importante en la conciencia de su pueblo, el sagrado pueblo de Israel.
Existe un Midrash fascinante: Uno de los hijos de Noé, Shem, ya había dado un nombre a este lugar. Shem fue el
precursor de los Semitas; vivió nueve generaciones antes de Abraham. Shem gobernó esta área donde han
sucedido tantas cosas. Alli emerge la figura de el ” Rey Malquizédek de Salem”, porque él dio a este lugar el
nombre de Shalem, que significa “perfección o paz”.
El Midrash prosigue con lo siguiente: Abraham también dio un nombre a este sitio. Lo llamó Yiré, que significa
“él verá”.
Pero el Todopoderoso quería que tuviera un nombre permanente. Se dijo entonces: Shem le puso Shalem y
Abraham, Yiré. ¿Debo llamarla Yiré? Shem se ofendería. ¿Y si le pongo Shalem? Ofendería a
Abraham. Combinaré los dos nombres. Llamaré este lugar sagrado “Yiré-Shalem”, que ha derivado en el
nombre actual Yerushaláyim, Jerusalem
Combinaré los dos nombres. Llamaré este lugar sagrado “Yiré-Shalem
Combinaré los dos nombres. Llamaré este lugar sagrado “Yiré-Shalem
Al revisar la narrativa de La Akedá vemos que la raíz “ra-á”, “ver” o “mostrar” tiene distintos usos. En camino a
la Akedá, el inocente Isaac dice a su padre, “Tienes todas las cosas para un sacrificio, ¿Pero dónde está el cordero
para la ofrenda? ” Su padre le contesta, “Dios nos mostrará el cordero”. Más tarde, cuando Abraham está listo
con el cuchillo en la mano para sacrificar a su hijo, su mano es detenida y un carnero, atrapado en los matorrales,
es ofrecido en lugar de Isaac. Y el relato termina, “y Abraham, llamó a este lugar Ha-Shem, yiré”, “Dios verá”;
así como se dice, “en la montaña del Señor, Dios vera”. (Debemos recordar que cuando Dios comenzó a
revelarse a Abraham, en el capítulo doce del Génesis, Dios le ordenó que dejara su ciudad natal para ir “a un
lugar que te mostraré”).
El monte Moriá es identificado según la tradición judía con el monte del Templo.
¿Qué significa la palabra yiré? Literalmente, “Dios verá o mostrará”; es decir, quizás no veamos, no
comprendamos, pero Dios sí ve, y finalmente nos muestra por qué se hacen algunas cosas y suceden ciertos
acontecimientos,
Esta visión de Abraham no es intelectual ni racional. Es una entrega total a Dios, incluso más allá de lo lógico.
¿Pero quién mejor que Abraham sabe lo que significa entregarse? El Midrash nos dice: “… adoraremos y luego
volveremos a vosotros” (Gen. 22:5), es decir, Abraham, volvió del Monte Moriah.
Yiré es el nombre adecuado para el lugar más sagrado del universo, porque el componente esencial no es el
intelecto ni una mente sofisticada
Y este es el origen de nuestra fe, este lugar de donde fue creado Adán y donde aconteció la Akedá de Isaac, esta
morada terrenal de la Shejiná de donde emana toda nuestra existencia, recibió su nombre y moldeó nuestras.
“En el tercer día, Abraham levantó sus ojos y divisó el lugar desde lejos. Él dijo a sus jóvenes hombres:
quédense con el asno”. Bastante interesante, Dios le dijo inicialmente: “toma ahora a tu hijo, tu único, a quien
amas, a Isaac y vete a la tierra de Moriá y ofrécelo allí como sacrificio sobre uno de los montes que Yo habré de
indicarte”. Dios no le dijo a Abraham sobre que montaña él tendrá que sacrificar a Isaac; esa información tendría
que seguir. Pero en el versículo dice que Abraham levantó sus ojos y divisó el lugar desde lejos. El Midrash
explica:
“Y vio el lugar desde lejos”: ¿Qué es lo que él vio? Él vio una nube que envolvía a la montaña, y dijo: ‘Parecería
que ese es el lugar donde Dios me dijo que sacrificara a mi hijo’. Luego le dijo a él (Isaac): ‘Isaac, mi hijo, ¿ves
lo que yo veo?’. ‘Sí’ él respondió. Le dijo él a sus dos sirvientes: ‘¿Ven lo que yo veo?’ ‘No’ ellos
respondieron. Puesto que ustedes no ven, quédense aquí con el asno (Midrash Rabá – Génesis 56:1-2).
Sólo Abraham e Isaac vieron la nube, la entidad espiritual flotando sobre la montaña. Cuando Abraham le dice a
los jóvenes hombres que se queden con el asno, debemos notar que la palabra hebrea para asno es “jamor”, que
está relacionada con la palabra “jomer” (que significa físico/materia), como diciendo: ‘Si ustedes no pueden ver
la nube espiritual que flota sobre la montaña, su percepción es solamente de lo físico, y no tienen otra opción que
quedarse con lo físico’.
Cuando el momento de la ejecución llegó, Isaac fue atado al altar. Nunca le fue ordenado a Abraham, atar a
Isaac; de hecho, la palabra hebrea para atar es “akedá”. El sacrificio de Isaac ha sido llamado a través de las
generaciones “akedat Isaac”, la atadura de Isaac. ¿Por qué Abraham ató a Isaac si Dios nunca le pidió que lo
haga? Los Sabios en el Midrash completan la información que falta. De acuerdo al Midrash, Isaac es un
participante voluntarioso y entusiasta en esta excursión. Él se apoya en el altar, estira su cuello, y luego le dice a
su padre: “Padre, el alma está dispuesta pero la carne es débil. Átame, para retenerme, para prevenir que me
estremezca al ver la espada”.
De acuerdo al Midrash, la idea de la atadura fue completamente de Isaac. Es por eso, que a lo largo de la
historia, nos referimos a este acto como “La Atadura de Isaac”.
Monte Moria
El Monte Moria en Jerusalén
El monte Moria, o Moriah, como también se lo conoce, es uno de los lugares sagrados
más importantes para la cultura hebrea y el cristianismo. Allí subió Abraham, según
indica la mitología, con su hijo Isaac para sacrificarlo y ofrendarlo a Dios. Un ángel
divino detuvo su brazo, cuando estaba por hacerlo y lo incitó a que sacrifique a un
carnero.
Del Moria al Gólgota Texto bíblico: Génesis 22:1-19. “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a
tierra de Moria, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. (*)
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/12658/Del_Moria_al_Golgota
¡Qué orden! Abraham había esperado durante cien años el nacimiento de este hijo que daba sentido y futuro a su vida. El
joven es para su fe la garantía viviente de la fidelidad de Dios. El cumplimiento de la gloriosa promesa divina que recibió
Abraham el día de su llamamiento está relacionada con Isaac: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:2-3). Y ahora este Isaac tenía que morir. Precisamente el único hijo
del patriarca, el portador de la promesa, y lo más terrible era que tenía que morir a manos del propio padre.
Fijémonos en Abraham. Podría haberse roto la cabeza de tanto pensar intentando comprender lo que Dios pedía de él:
¿por qué me pide Dios algo tan duro? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?... ¿Se contradice Dios? Si hoy nos promete
esto y mañana nos lo niega, si hoy nos da una cosa y un tiempo después nos la arrebata, ¿cómo podemos confiar en su
palabra?
En lugar de todo esto, Abraham hace otra cosa completamente diferente: Aún sin entender el significado de lo que se le
pide, da pasos de obediencia concreta que consiste en que:: Prepara su montura, Corta la leña, Despierta a su hijo,
Emprende el camino.
Todas estas acciones son pasos de obediencia. Aquí se pone de manifiesto cuál es el camino correcto para superar la hora
de la prueba: No quejarse, no martirizarse con el ¿por qué? inquiridor, no entrar en pleito con Dios, sino dar los primeros y
más próximos pasos de obediencia práctica;poner manos y pies a las órdenes de Dios y emprender el camino, sin
importarnos que el porqué no tenga respuesta clara ni que la meta sea un enigma.
@MULT#IZQ#50902@Dios llegó con Abraham hasta el extremo de probarle permitiéndole que levantara el cuchillo para
degollar al muchacho, pero hasta ahí siguieron otros momentos de gran tensión: Primero la orden: Toma… vete… ofrécelo.
Segundo, los tres días de camino. Tercero, Isaac cargando con la leña y cargando a Abraham su padre con la cándida y
terrible pregunta: “Padre mío, he aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?”. Cuarto, la
confección del altar, y Quinto, el echar mano al cuchillo del sacrificio.
Tenemos que escudriñar la Biblia si queremos saber cómo llegó Abraham a superar en obediencia esta terrible prueba de
fe. A este respecto leemos en Hebreos 11:19 lo siguiente: “…pensando (Abraham) que Dios es poderoso para levantar aun
de entre los muertos”. De manera que, en armonía con esto, ni siquiera con el cuchillo en la mano desistía Abraham de la
promesa de Dios. Incluso en el instante en que toma el cuchillo en su mano no renuncia Abraham a la fe. En medio de la
terrible oscuridad de esta hora, este hombre, al que la Escritura llama “padre de la fe”, se aferra a su Dios. Y precisamente
por esto es que Dios le ahorra lo último. En el último instante, cuando la prueba ha alcanzado su punto álgido, el ángel de
Jehová le detiene el brazo levantado. ¡Dios acepta su disposición como un sacrificio!
Así, y no de otra manera, es como se puede superar la hora de la prueba: realizando los primeros pasos de la obediencia,
no quejándose, sino obrando y confiando lo demás a Dios, creyendo en su poder y sabiduría. Y es que, ¡allí donde todo
parece perdido, Dios crea de repente posibilidades insospechadas!
LA HISTORIA COMO PROFECÍA Con todo y el maravilloso final de la historia de Abraham en el monte Moria, hay algo en
este suceso que nos resulta difícil de aceptar. Así, nos preguntamos: ¿Cómo puede Dios demandar de un padre el sacrificio
de su propio hijo y que, además, lo realice la misma persona con su propia mano?
Esta es una prueba dura, tan dura que muchos la han rechazado como indigna de Dios. Esta historia del monte Moria
tenemos que interpretarla desde el Nuevo Testamento, y más exactamente desde Jesús mismo. Así, ojeando en nuestra
Biblia descubriremos que lo mismo que Dios demandó de Abraham es lo que Él se impuso a sí mismo. Dios, el Padre de
nuestro Señor Jesucristo, “no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32). De
manera que, Abraham recibió la orden de Dios para que nosotros podamos comprender y sentir y empatizar con Dios.
No podremos comprenderlo en plenitud. Pero en base a la historia del monte Moria intuiremos, aunque débilmente,
cuán grande y duro fue el sacrificio que Dios mismo asumió cuando entregó a la muerte en la cruz del Gólgota a su único y
muy amado Hijo Jesucristo. “De tal manera amó Dios al mundo”, que realizó en esta cruz el sacrificio que, en el último
momento, ahorró misericordiosamente a su siervo y amigo Abraham en el monte Moria.
Moria y Gólgota están directamente relacionados entre sí. La historia de la prueba de Abraham encierra un misterio. Y es
que, se trata de una historia con carácter profético. Es una profecía cuya clave de interpretación nos la ofrece la misma
Escritura al conducirnos a los pies de la cruz de Cristo. Aquí, en el Gólgota, Dios tomó al Hijo de su corazón y lo sacrificó por
nuestros pecados y los pecados de todo el mundo. ¡Esta es la medida del amor de Dios por nosotros! Por eso, ante la
contemplación de este sublime sacrificio, dirá el apóstol Pablo: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
Ante la visión de este sacrificio al que Dios sometió su propio corazón no se puede dudar más del amor divino. Dios
mismo aportó como prueba de su amor la prueba más difícil y gloriosa. Ahora podemos colocar en la balanza todas las
cruces, las tribulaciones y las angustias que puedan venir sobre una vida cristiana, y tendremos por resultado que todo esto
junto no pesará tanto como lo que Dios aportó por nuestra salvación en el monte Gólgota.
(*) Los artículos de esta serie se corresponden con un extracto del libro del mismo nombre y autor (Montes escogidos,
Félix Gonzáles Moreno), donde además acompañan el final de cada capítulo preguntas que lo hacen útil como herramienta
para el estudio en grupo. Quien desee adquirirlo puede escribir a iglesiabautistalacy@gmail.com
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/12658/Del_Moria_al_Golgota
Acción
extraterrestre
sobre el
Monte Moria
Hace apenas
semanas
vimos
reportes de
múltiples
fuentes creíbles de la presencia de extrañas
luces y objetos voladores que se describieron
como Objetos Voladores No Identificados
(OVNIS) sobre el Domo de la Roca (Videos
1.... Video 2). No deje de bajar los vídeos
anteriores, los que parecen avalar esos
reportes. Objetos extraños subiendo y bajando,
así como flotando sobre este templo islámico,
que los que sabemos lo que la Biblia dice que
se construirá allí, también sabemos que se
trata del lugar del próximo Templo de Jehová.
Lugar sagrado para el Islam
Por su parte, los islámicos más fieles
(incluyendo a los de Al Qaeda y a los que
gobiernan a Irán), sostienen con confianza
absoluta, que fue allí donde el Profeta Mahoma
cabalgó en su caballo desde una roca hasta los
cielos. Ese templo islámico, amados hermanos,
será el lugar por el que se luche la última
guerra de la historia humana.
¿Qué sucede allí ahora?
Una
El monte Moriah
Todo héroe tiene una madre Princesa y su supuesto padre es Rey y pariente cercano de ella, las
circunstancias de su concepción son excepcionales y se lo considera hijo de un Dios.
Cuando nace, se hace una tentativa de matarlo, habitualmente por el padre o el abuelo. El
protagonista es criado en una región lejana, por padres humildes, nada se sabe de su infancia,
pero cuando llega a la virilidad, vuelve a su patria, vence al Rey, se casa con una princesa y se
hace Rey.
Cuando murió su padre y perder la protección del ejercito, debió huir de la tierra de sus mayores
a Canaan ante la persecución del Rey en busca de un nuevo hogar, llevándose sus conocimientos
de dirigente sumerio y su Dios Personal (como era la costumbre sumeria), pero el hambre los
hizo seguir viaje hasta Egipto, donde se encontraba la otra gran civilización de la época.
Dado sus conocimientos y la belleza de Sara su hermana y esposa, engañan al Faraón quien se
casa con Sara, participando así ambos de la corte y los conocimientos Egipcios. Cuando el Faraón
descubre el engaño los expulsa.
Viendo que no podía gobernar ninguno de los dos grandes imperios, decidió entonces fundar su
propio reino entre ambos, esa tierra era prospera y estaba habitada por los cananitas
(descendientes de cam que eran negros), el era semita y no tenía genealogía para dominar esa
tierra. Necesitaba que alguien lo designara como dueño del lugar. Encontró entonces a su Dios
personal que le promete la tierra habitada por los cananeos para su descendencia en general con
la condición que se circunciden. La circuncisión será el titulo para la posesión de la tierra. Dicha
promesa es renovada a su hijo Isaac y su nieto Jacob.
Si bien era obviamente el elegido de su Dios personal, aun de grande no había podido tener
descendencia con su esposa y media hermana Sara. Cuando ya anciano había logrado tener un
hijo con Sara, fue Dios quien lo puso a prueba diciéndole: Toma tu hijo, aquel a quien amas, ve
con el al País de Moriah y allí ofrécelo en holocausto.
¿En que pensaba Abraham, hace 4000 años, cuando luego de partir la leña, encendió el fuego,
ató a su hijo Isaac y levantó la mano con el cuchillo para matarlo?.
¿Cómo juzgaríamos hoy de un hombre que quiere asesinar a su hijo para ofrecerlo como sacrificio
a su Dios?
En ese instante Abraham creyó en su dios personal, no dudó de ningún modo. De haber dudado
habría obrado de manera diferente. Por esa acción Abraham fue bendecido.
Y Abraham creyó, creyó para esta vida, si el hubiera pensado para una vida futura, en el paraíso
o en el mas allá con facilidad se hubiera despojado de todo, para abandonar un mundo al cual no
pertenecía ya. Es por eso que esa acción se ha convertido en un icono de la fe. Aun hoy en día se
recuerda, cada año nuevo Judío, la atadura de Isaac como símbolo de la fe.
Esta fue la tierra de Abraham que supo ser fiel a su Dios, esperando contra toda esperanza en
sus promesas, al que hoy veneramos como padre de los creyentes y modelo de la esperanza en
Dios. Con él se inicia el régimen de la Promesa Divina que habrá de alentar a su pueblo en su
larga historia de esperas y esperanzas.
Es a partir de ese momento que el Monte Moriah se convirtió en el escenario donde tuvieron lugar
los acontecimientos religiosos más importantes de toda la Historia de la Humanidad
Fue entonces que el Monte Moriah se convirtió en el lugar (o uno de los lugares según la versión)
de donde Dios tomo el polvo para crear a Adán. Fue también el lugar que eligió Adán para hacer
un altar con 12 piedras y el lugar que eligieron Abel y Noe para hacer sacrificios. Según algunos
esas mismas 12 piedras del primer altar realizado por Adán le sirvieron a Jacob para hacer la
almohada desde donde soñó la escalera que llevaba al cielo.
¿Sabría Abraham que en ese lugar se encontraban enterrados uno de los dos monolitos donde
Enoch (cainita – descendiente de cain) decidió transmitir los secretos de una civilización
antidiluviana, diseñados para sobrevivir a la destrucción prevista? . Según la tradición, los
fundadores de la civilización egipcia descubrieron una de estas columnas y el primer Rey de
Egipto adoptó el nombre de Osiris, que significa Príncipe que se ha elevado de entre los muertos.
¿Abraham que había pertenecido a la corte Sumeria y la del Faraón, sabría de estos
conocimientos?.
El que si supo de los secretos egipcios fue su nieto José, quien logró ser nombrado Gran Visir.
Casualmente en ese momento la clase gobernante egipcia abandona sus creencias religiosas y se
vuelca a la creencia de un Dios único (el nombre de Jehová aparecerá años después con Moisés
también, según la leyenda, educado por la casta gobernante egipcia).
José es enterrado fuera de Egipto, en el Monte Moriah. ¿Habrá sido enterrado con todos los
secretos como era la costumbre para alguien de su rango?
Durante 1000 años se transmite oralmente la historia de Abraham y sus descendientes para
luego ser incorporada a la Biblia. Que significativa deben haber sido estas historias para perdurar
tanto tiempo. En mi opinión es porque está muy ligada a la pertenencia de esa tierra, situada
entre las dos potencias de ese momento.
Hace 3000 años, en el monte Moriah, durante el reinado de David, se comenzó la construcción de
un templo para cobijar al Arca de la Alianza. Recientes investigaciones del arqueólogo alemán K.
Rupprecht han demostrado que el rey David encontró un templo más antiguo en ese lugar. Dicho
templo lo termina su hijo Salomón quien debió modificar la planta del viejo templo con sucesivas
ampliaciones y modernizaciones, de acuerdo con las trazas que había dejado su padre.
Necesitaban retener a un Dios que, en ese lugar y mil años antes, les había prometido esa tierra
para toda su descendencia quedando la circuncisión como señal del pacto. Para ello debían hacer
un templo donde ese Dios pudiera vivir y estar cómodo y se había creado una casta sacerdotal,
especialmente instruida para atenderlo.
En la construcción del templo interviene un Arquitecto y fundidor de nombre Hiram Abif, que
enseña artes y oficios a los Hebreos, hasta ese momento un pueblo de pastores trashumantes,
gobernados por una casta sacerdotal que se ocupaba de la administración y la escritura.
Se dice que al excavar para construir el templo de Salomón hace 3000 años (961 ac), los Judíos
encontraron los fragmentos de la otra columna. Subsiguientemente Salomón estableció una orden
sacerdotal (levitas) que continuo en Jerusalén hasta la definitiva destrucción del templo, en el año
70 de la e:. v:. cuando se dispersó a Europa.
Ese primer templo duro solo 30 años y fue destruido por el faraón de Egipto Sesac (I Reyes 16,25
y II Cronicas 12,2)
Cuando la guerra finalizó, la nación de los judíos había dejado de existir y solo subsistía una
religión: una fe que había perdido la casa de Dios y la primera razón de su existencia. El culto
encontró un nuevo vínculo de unión en el estudio de la Ley y el culto en la sinagoga. El Talmud
sustituyó al Templo y con el tiempo se convirtió en el símbolo máximo de la religión judía.
Otra de las características significativas del monte Moriah es que está justo delante del monte Sion y entre
ambos forman la explanada del Templo de Jerusalem. Justamente, en una de las laderas del monte Moria
es donde está el Calvario o Gólgota. Ni más ni menos que el lugar donde fue crucificado Jesucristo.
Años después el Monte Moriah, es el lugar elegido por el profeta Mahoma, para llevar cabo la
travesía nocturna hacia el Trono de Dios (el Corán, Sura 17:1, Al-Isra), acompañado por el ángel
Gabriel.
Actualmente la Mezquita de Omar, cubre este lugar, construida en el año 691 dC. La presencia de
esta mezquita hace imposible toda investigación arqueológica de los restos del Templo de
Salomón
Según algunos historiadores, durante la Primera cruzada, los descendientes de estos sacerdotes Levitas
regresaron a Jerusalén con los Príncipes Cristianos, estableciendo la Orden de los Caballeros del Temple,
los que retiraron los fragmentos de la columna de Enoch debajo del sanctasanctórum. Los Templarios
descubrieron 3 piedras y en una de ellas se encontraba tallada la gran palabra perdida. Desde entonces,
ese secreto fue transmitido a los sucesores, que tienen derecho a ser reconocidos como sumos sacerdotes
de Jehova. Probablemente uno de los secretos sea la existencia del continente americano, a donde llegaron
los judíos en tiempos de Salomón y posteriormente los Templarios.
Seguramente gran parte de nuestra vida ha estado marcada por los hechos ocurridos en ese pequeño lugar
que es el Monte Moriáh, pero creo que no hay otro lugar en nuestro planeta que haya resultado tan
significativo e influyente para la humanidad.
Es interesante observar como permanentemente se reemplaza al objeto del sacrificio por un sustituto. Que
se oculta en ese cambio?. En mi opinión lo que se oculta cuando hay una sustitución es la verdad.
También podemos observar como a lo largo de los años se destruye el templo y se vuelve a levantar. Esa
es probablemente nuestra tarea, rehacer el templo interior una y otra vez.