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Durante la etapa genital del desarrollo psico afectivo del niño, entre los 3 y
6 años de edad, tiene lugar el fenómeno de la identificación llamada
parental o de la identificación intrafamiliar, este fenómeno no implica
siempre exclusivamente a uno de los padres sino cualquier persona cercana
al niño a nivel afectivo.
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Por ello, será importante cuestionar con quién o en casa de quien estuvo
viviendo de los 3 a los 6 años de edad
- El síndrome de Estocolmo.
- La inversión psíquica.
- El incesto simbólico.
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Generalmente a partir de los 6 o 7 años comienza, al mismo tiempo que el
llamado periodo de latencia, que llevará a la pubertad y a la adolescencia.
Tales como:
- La parentalización
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Por lo general esta reflexión fue pronunciada en la infancia o en la
preadolescencia y a menudo fue tomada al pie de la letra. En efecto la
persona no tiene necesariamente la capacidad de cuestionar este tipo de
intercambio y decide distanciarse inmediatamente de esas palabras
especialmente si han sido pronunciadas por una persona de referencia.
- Amar es peligroso
Esas y muchas frases más podemos observar que serán la clave para
mantener una relación sana o limitada con la pareja de acuerdo a los
preceptos que sean internalizados en nuestro inconsciente.
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Indudablemente esta información se encontrará relacionada con la
existencia de un drama familiar grabado en la memoria de algún individuo,
que ha sido trasladado mediante estas creencias al personaje actual, quien
ahora establecerá un conflicto en cuanto a la relación, sin encontrar un por
qué visible a su interpretación de la sexualidad, la pareja o el amor.
Para cada gran amor hay una secuencia cronológica particular que consta
de 6 etapas o completamente separadas o combinadas entre sí.
Estas son:
- La historia conflictiva.
- El primer amor.
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La cantidad de energía psíquica adherida a estos vacíos va a ser
proporcional a la profundidad medida por la intensidad del sentimiento de
desvalorización, rechazo, inexistencia, no ser del sexo correcto, sentirse en
desventaja con los hermanos, ser la rueda de repuesto, el hijo de
sustitución, el embrión gemelo perdido, la placenta pérdida, el niño basura
y cualquier otro proyecto sentido limitante.
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Esto es semejante a un amor incondicional, solo en apariencia puesto que
estaré llevando expectativas al personaje y quizás lo lleve a un
endeudamiento amoroso que intoxique la relación y la destruya.
En fin, no puedo vivir sin esa persona, y desde ahí establecido un pre
conflicto, que me llevara ya sea a un conflicto mental emocional y afectivo
o a un conflicto somatizando por algún padecimiento físico la experiencia
de la ruptura.
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En la mayoría de los casos este acontecimiento conduce a un patrón
conductual y psicológico bastante típico centrado en el bloqueo del llamado
duelo simbólico, porque resulta imposible de elaborar y superar,
especialmente si la persona permanece sola y retraída todo el tiempo
esperando a que regrese la otra persona.
Tan pronto como ocurre la ruptura, mis vacíos, mis fallos, mi historia, el
sentimiento de inseguridad de mi niño interior, mi problemática de
proyecto sentido, la insistencia de mis de mis fidelidades, salen a la luz ya
que he logrado perfectamente la misión inconsciente de reparación con la
ayuda de la pareja, y de la noche a la mañana me encuentro con todo sin
poder controlar nada.
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Las técnicas hipnóticas constituyen una herramienta de gran interiorización
para permitir la liberación emocional así como la descarga de patrones
conductuales creando de esta manera nuevas conexiones sino que
sinápticas en el cerebro del paciente por lo cual este tipo de técnicas son
un refuerzo importante y profundo para la realización de la terapéutica.
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