Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
12 CARPIO. Aristóteles
12 CARPIO. Aristóteles
1. Personalidad
*
Los términos "idealismo" y "realismo", tal como se los emplea en este párrafo, significan (en un sentido que no está alejado del uso
vulgar, como cuando se habla de un político idealista) que el verdadero ser de las cosas se lo pone en entidades perfectas y
subsistentes respecto de las cuales todo lo existente en el mundo sensible no es sino pálida copia, o bien que no hay otro ser que el
que seda en este mundo. Ambas teorías son formas de "realismo", en cambio, desde el punto de vista en que se usa el término más
adelante. Cap. X, SS 2 y 3.
1
La citada fórmula -"entia non sunt..."- del principio se atribuye a un filósofo medieval, GUILLERMO DE OCCAM (1300-1349 ó 1350), y
se lo ha llamado "la navaja de Occam"; pero, en rigor de verdad, tal fórmula no se encuentra en sus escritos, aunque sí otras de
sentido equivalente
3. Las categorías
2
Una aproximación de Aristóteles a Platón puede verse en J. HIRSCHBERGER, Historia de la filosofía
(trad. esp., Barcelona, Herder, 1954), tomo I, pp. 76-77 y 139-140.
3
Metafísica 1003 a 20 ss.
4
1028 a 10.
De las cosas dichas sin combinación alguna [es decir, fuera del nexo que
establece la proposición], cada una significa: o la substancia, o la cantidad, o la cualidad,
o la relación, o el dónde, o el cuándo, o la posición, o la posesión, o la acción, o la
pasión. Por ejemplo, para dar una idea: de substancia, hombre, caballo; de cantidad,
cuatro pies, cinco pies; de cualidad, blanco, gramático; de relación, doble, la mitad,
mayor; de dónde, en el Liceo, en la plaza; de cuándo, ayer, el año pasado; de posición,
yace, está sentado; de posesión, está calzado, está armado; de acción, corta, quema; de
5
pasión, es cortado, es quemado.
A estas diez maneras según las cuales algo es, a estas maneras de enunciar que
expresan las formas fundamentales de ser, las llamó Aristóteles categorías -uno de los
tantos términos filosóficos griegos que se han incorporado a nuestro vocabulario. (La
palabra se emplea, por ejemplo, en las ciencias; se habla, v. gr., de las "categorías" de
que se vale el sociólogo, con lo cual se quiere dar a entender los conceptos
fundamentales con que éste trabaja: sociedad, comunidad, clase social, etc.)
*
La traducción literal sería "entidad". El prof. H. ZUCCHI, en su versión de la Metafísica (cit. en la
bibliografía al final de este capítulo), luego de discutir el problema, se decide por dejarla sin traducir.
5
Categorías 4, I b 25 ss.
6
Metafísica VII, 1, 1028 a 13 ss.
ser (ente)
cantidad
cualidad
relación categorías
lugar
en otro - accidentes tiempo
posición
posesión
acción
pasión
La materia es aquello "de qué", dice Aristóteles; esto es, aquello de lo cual algo
está hecho, su "material". Para saber cuál es la materia de una cosa, entonces, hay que
preguntar: ¿de qué está hecha? Si en el caso del ejemplo anterior se formula esta
pregunta, la respuesta será: "madera". La materia es lo indeterminado, lo pasivo, el
contenido o material de algo, aquello "de que" este algo está constituido; y su
determinación no la tiene de por sí, sino que la recibe de la forma. Porque la forma es el
"qué" de la cosa, y por ello, para saber cuál es la forma de algo, hay que preguntar: ¿qué
es esto? Para el ejemplo anterior, será "mesa". Forma, entonces, no significa la "figura"
9
de algo, como podría ser "cuadrada" en el caso de la mesa, pues esto es un accidente;
sino que "forma" equivale a "esencia", y corresponde a la "idea" platónica (y a veces
también Aristóteles emplea este término). La forma, pues, es lo determinante, lo activo, lo
que da "carácter", por así decirlo, a la cosa -en nuestro caso, lo que determina que la
7
Categorías 5, 3 a 1-2.
8
Metafísica VIII, 1, 1042 a 27 ss.
9
Aunque hay ocasiones en que Aristóteles emplea el término en este sentido.
10
D. ROSS, Aristotle (London, Methuen, 1964), p. 73.
11
Física II, 2, 194 b 9
12
Cf. G. R. G. MURE, An Introduction to Hegel (Oxford, At the Clarendon Press, 1948), pp. 5 ss., de donde
se han tomado algunos esquemas y expresiones.
Los conceptos de potencia y acto permiten llegar a la solución del viejo problema
que se habían planteado los primeros filósofos griegos sin lograr solucionarlo: el problema
del movimiento, o, en general, el problema del cambio (cf. Cap. II, § 1). El movimiento es
un pasaje del no-ser (por ejemplo, del no-ser-allá, en la Plaza de Mayo), a ser-allá,
(cuando se está en la Plaza); pero como el concepto de no-ser, es decir, de nada, es
contradictorio, impensable, también se hacía impensable el movimiento, y ésta fue la
consecuencia sacada por Parménides (cf. Cap. II, § 4).
Aristóteles, en cambio, logra pensar conceptualmente el movimiento gracias a los
conceptos de acto y potencia, y de esta manera resuelve el problema, dentro del
horizonte y las posibilidades del pensamiento griego. Porque observa que el cambio
consiste efectivamente en el pasaje del no-ser al ser, pero que no se trata ahora del no-
ser y el ser absolutos, sino del ser en potencia y del ser en acto (es decir, del pasaje del
no-ser en acto al ser en acto, o del ser en potencia al no-ser en potencia). Si se va
caminando desde la Plaza Once a la Plaza del Congreso, este movimiento representa un
pasaje del ser en potencia en la Plaza del Congreso, a ser en acto en la Plaza del
Congreso: el movimiento es precisamente este pasaje de la potencia al acto. "Puesto que
el ente tiene dos sentidos [en acto y en potencia], todo cambia del ser en potencia hacia el
14
ser en acto."
13
Cf. en el Capítulo XI, § 3, la frase de HEGEL: "lo verdadero es el todo".
14
Metafísica XII. 2, 1069 b 15 s.
cambio
cuantitativo (aumento y disminución
local (traslación)
15
op.cit. 1069 b 10 ss.
16
Física II,3, 194 b 18-20.
17
Metafísica I, 3, 983 a 26 ss. Cf. Física II, 3, 194 b 23-34.
18
Metafísica I. 3, 983 a 31-2.
19
Aristotle cit., p. 74.
20
En su traducción de la Métaphysique de Aristóteles (Paris, Vrin, 1970), tomo I, p. 22 n.
Se ha visto que para Aristóteles la realidad está constituida por las cosas
individuales y concretas, y que a su vez en éstas el momento predominante, lo que las
hace ser o les da realidad, es la forma, o, mejor dicho, el acto. También se vio que la
relación entre forma y materia no constituye un estado de equilibrio, sino más bien de
predominio de uno de los dos principios. Todo esto nos lleva a pensar el universo como
una jerarquía de entes, que va desde aquellos que "menos son", o en los que predomina
la materia, la potencia, hasta aquellos que son de manera más plena, o en los que
predomina la forma, el acto -de modo semejante a como en Platón también los entes se
ordenaban desde las sombras hasta la idea suprema, el Bien. Aristóteles, pues, va a
disponer los entes en una serie de grados o escalones entre los extremos de la pura
materia y del acto puro.
Yendo de abajo hacia arriba tendría que comenzarse, parece, con la pura materia o
materia prima, una materia sin nada de forma, pura potencia. Pero en rigor de verdad,
como acto equivale a realidad, una materia o potencia que no fuese nada más que
potencia, no sería nada real, no tendría existencia ninguna. Ya se ha observado que la
materia no tiene ser por sí misma, sino que está al servicio de la forma como vehículo en
que ésta se realiza. La materia en sí misma no es ni real (actual) ni inteligible. Un trozo de
madera no es, en términos aristotélicos, materia pura, sino justamente "madera", vale
decir, materia dotada de la forma "madera", a diferencia del bronce o del hierro. Pero una
materia que fuese nada más que materia, totalmente desposeída de forma, es decir, de
acto o realidad, no puede ser nada existente, nada real, sino pura posibilidad. La materia
prima, pues, no puede ser nada más que un supuesto lógico de la serie gradual de los
21
entes.
21
Cf. G. R. G. MURE, op. cit., p. 7.
22
Los cuerpos celestes, en cambio, están constituidos, según Aristóteles, por un material incorruptible, el
éter, quinto elemento o quintaesencia, que sólo experimenta el movimiento local de rotación (y no ninguna
de las otras formas de cambio).
23
Esta teoría de los cuatro elementos la toma Aristóteles (no sin alguna modificación) de EMPÉDOCLES
(entre 493 y 433 a.C, más o menos), quien los llamaba "raíces" de las cosas. Fue la base de toda la física y
la química prácticamente hasta la aparición déla teoría atómica moderna, a comienzos del siglo XIX, por
obra de John Dalton, en su New System of Chemical Philosophy (vol. I, 1808).
24
Cf. De anima III, 5, 430 a 10-25. Conviene observar que Aristóteles no emplea la expresión (el ejemplo no
es de Aristóteles) nous poietikós, y únicamente habla, una sola vez, de "intelecto pasivo"; la expresión
"intelecto activo" se debe a los comentaristas antiguos.
7. Dios
Con el hombre hemos llegado al ente más complejo y rico de la escala natural, ente
además que contiene en sí todos los estratos anteriores. Y entonces Aristóteles se
plantea el problema de si por encima del hombre no hay todavía alguna forma de ser
superior. Ya se dijo que no hay ni puede haber materia pura, y se explicó por qué (cf. § 6).
Pero ahora puede preguntarse si en el otro extremo de la escala, más allá de la
naturaleza, que es el reino del devenir, no habrá un ente que sea puro acto, sin nada de
potencia, algo que sea plenamente, de manera perfecta.
Aristóteles contesta afirmativamente; más todavía, sostiene que es necesaria la
existencia de tal ente, pues de otra manera no se explicaría el hecho del movimiento.
En efecto, en el mundo sensible las cosas están sometidas al cambio. Ahora bien,
lo sensible, es decir, lo material, es siempre a la vez algo en potencia (materia es
potencialidad), y lo potencial no puede moverse sino en tanto se actualice su potencia;
pero para ello lo potencial requiere de algo que esté en acto y lo ponga en movimiento, y
esto que está en acto necesita otro algo que lo haya hecho pasar de la potencia al acto,
etc., y como esta serie no tendría término y por tanto carecería de causa, necesariamente
debe haber un primer motor inmóvil, es decir, algo que esté siempre en acto (cf. el
desarrollo de este argumento según Santo Tomás, Cap. VII, § 7, a). Y lo que está en acto
siempre y perfectamente, es acto puro; será, pues, un ente sin residuo ninguno de materia
o potencialidad, es decir, al que no le faltará nada para ser, sino que todo lo que sea lo
será plenamente y de una vez y para siempre. Este absoluto extremo respecto de la
(inexistente) materia pura, es algo eminentemente real e inteligible y bueno, y, en una
palabra, es Dios.
Este acto puro es inmaterial -puesto que carece de materia o potencia-, es decir, es
espiritual; inmutable -porque si cambiase tendría potencia, la potencia de cambiar-;
autosuficiente -porque si dependiese de otra cosa tendría algo de potencialidad-; lo único
absolutamente real, por ser puro acto (y acto equivale a realidad). Un ente de tal tipo no
puede consistir sino en el pensamiento (nóesis); su actividad no es sino pensar. Pero por
lo mismo que es autosuficiente, no puede pensar algo diferente de sí -pues en tal caso
25
dependería del objeto pensado-, sino que únicamente se piensa a sí mismo. Dice
Aristóteles:
Está claro que piensa lo más divino y lo más digno, y no cambia [de objeto];
pues el cambio sería hacia algo peor [pues mejor que él no hay nada], y cosa tal ya sería
26
un movimiento [e implicaría potencia].
25
Cf. Metafísica XII, 9, 1074 b 33-35.
26
1074 b 25 ss.
27
1074 b 34-35.
Y en este sentido todo en el universo tiende hacia él como hacia el último fin y
forma última de la realidad toda: "pues de este fundamento está suspendido el cielo y la
30
naturaleza". Casi literalmente, lo repite Dante:
31
Da quel Punto Dipende il cielo e tutta la natura.
Debe quedar claro, por lo demás, que este Dios impersonal, no creador (porque
según Aristóteles el mundo es eterno), indiferente respecto del curso del mundo, tiene
muy poco que ver con el Dios cristiano. Quizás exagerando un poco, dice A. H. Armstrong
que "no se parece en absoluto a nada de lo que nosotros entendemos por la palabra
32
Dios".
28
Cf. op. cit. XII, 7, 1072 b 24-28.
29
1072 b 3.
30
1072 b 13-14.
31
Cf. Div. com., Paradiso XXVIII, 41-42.
32
A. H. ARMSTRONG, Introducción a la filosofía antigua (trad. esp., Buenos Aires, Eudeba, 1966), p. 151.
Tal parece ser sobre todo lo demás, la felicidad, pues la elegimos siempre por
33
sí misma y nunca por otra cosa.
Pero si bien todos los hombres coinciden en buscar y desear la felicidad, sucede
que creen poder encontrarla en cosas muy diversas: unos, por ejemplo, sostienen que se
encuentra en el placer; otros pretenden que se hulla en los honores; otros, en las
riquezas.
La teoría que sostiene que la felicidad consiste en el placer se llama hedonismo
(ηεδονη, hedoné significa "placer"). Pero Aristóteles rechaza tal teoría. En efecto, se ha
visto que en el hombre hay tres "almas" o vidas: la vegetativa, la sensitiva y la racional; y
el placer evidentemente se refiere al alma sensitiva, a la propia de los animales. Por ello
Aristóteles sostiene que una vida de placeres es una vida puramente animal, porque si
llevásemos vida tal, no estaríamos viviendo en función de lo que nos distingue como
seres humanos, sino solamente en función de lo que en nosotros hay de animalidad. Pero
hay otra razón más para rechazar el hedonismo. Y es que en el placer dependemos del
objeto del placer, estamos atados -y en los casos extremos esclavizados- al objeto del
placer; si el placer lo encontramos en la bebida, pongamos por caso, dependeremos de la
bebida, de que dispongamos de ella. Mas de tal modo resulta claro que no seremos
autárquicos, como sin embargo hemos establecido que debe ocurrir con el fin último; el
placer no es un bien que se baste a sí mismo.
Otros sostienen que la felicidad se logra con los honores, en la fama, en la carrera
política. Pero Aristóteles señala que tampoco en este caso se alcanza la autarquía,
puesto que los honores no dependen de nosotros, sino de los demás, que nos los
otorgan, y que, así como los otorgan, los pueden también quitar; a lo cual hay que agregar
que por lo general quien los otorga es la mayoría, que suele ser la más ignorante, de tal
manera que los honores procederían, no de quienes más acertadamente podrían
dispensarlos por conocer mejor la cuestión, sino de quienes menos la conocen. Además,
se busca que los otros nos honren como prueba del propio mérito; de modo que es en
éste donde se encuentra el bien, y no en las honras mismas.- En cuanto a quienes
colocan la felicidad en el dinero, "es evidente que la riqueza no es el bien que buscamos,
34
pues sólo es útil para otras cosas", es un medio, no un fin.
No se crea, sin embargo, que Aristóteles niegue de modo absoluto el valor del
placer, de los honores o de la riqueza. Por el contrario, no se encuentra en él ninguno de
los rasgos, a veces demasiado ascéticos, frecuentes en Platón. Aristóteles es persona
que sabe muy bien calibrar, medir y apreciar los encantos que puede tener la existencia
humana en todos sus aspectos. La Ética nicomaquea es uno de los libros más ricos que
existan en cuanto se refiere a análisis concretos de la vida humana, interesantísimo, para
todo el que tenga verdadera vocación filosófica y psicológica, por la extraordinaria
penetración y finura de juicio, y, a la vez, por la comprensión que tiene Aristóteles para
todas las cosas, pues no es pensador dogmático y encerrado en unas pocas ideas, sino
33
Etica nicomaquea I. 7. 1097 a - b.
34
op. cit. I. 6. 1096 a 6-7 (trad. M. Araujo - J. Marías).
el vivir parece también común a las plantas, y se busca lo propio [del hombre).
Hay que dejar de lado, por tanto, la vida de nutrición y crecimiento. Vendría después la
sensitiva, pero parece que también ésta es común al caballo, al buey y a todos los
animales. Queda, por último, cierta vida activa propia del ente que tiene razón, y éste,
35
por una parte, obedece a la razón; por otra parte, la posee y piensa.
En segundo lugar, se trata de un hábito, porque, en efecto, no basta con que una
persona, en un caso dado, haya elegido lo debido para que la consideremos virtuosa.
38
"Una golondrina no hace verano", es decir que una buena acción por sí sola no revela
un individuo virtuoso, sino sólo en cuanto en esa acción se manifiesta un carácter
virtuoso. La virtud es cuestión de práctica, de ejercicio, por lo que Aristóteles dice que es
un "hábito", esto es, cierta manera de obrar constante, que se ha hecho costumbre en
nosotros.
35
op. cit. I, 7, 1097 b 33 -1098 a 5 (trad. cit)
36
Cf. op. cit. I, 13, 1103 a.
37
op. cit. II, 6, 1106 b 35 - 1107 a 3.
38
op. cit. I, 7, 1098 a -19
39
op. cit. V, I, 1129 b 25 ss.
40
op. cit.. 1140 a II (tr. Gómez Robledo).
41
op. cit.. 1140 b 7 (id.).
42
op. cit., 1139 b 32.
43
op. cit. 1141 a 8
44
Cf.. op. cit., 1141 a 16-20.
Una vida semejante, sin embargo, podría estar quizá por encima de la condición
humana, porque en ella no viviría el hombre en cuanto hombre, sino en cuanto que hay
47
en él algo divino.
Pero el que sea más que humana no implica que se abandone ese
ideal, sino todo lo contrario:
Mas no por ello hay que dar oídos a quienes nos aconsejan, con pretexto de que
somos hombres y mortales, que pensemos en las cosas humanas y mortales, sino que
en cuanto nos sea posible hemos de inmortalizarnos y hacer todo lo que en nosotros
48
esté para vivir según lo mejor que hay en nosotros [...]
45
op. cit., X, 7, 1177 a 28 ss.
46
op. cit. 1178 a.
47
op. cit., 1177 b 27 ss.
48
op. cit. 1177 b 31 ss.
Obras de consulta: