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Tomás Várnagy
(compilador)
Buenos Aires
Escuela de Defensa Nacional
2011
MINISTERIO DE DEFENSA
ESCUELA DE DEFENSA NACIONAL
Comité de Maestría:
Luciano Anzelini
Eliana de Arrascaeta
Antonio Donini
Elsa Llenderrozas
Tomás Várnagy
Pensar la política desde los clásicos : ciclo de conferencias UBA-EDENA / Tomás
Várnagy... [et.al.] ; compilado por Tomás Várnagy. - 1a. ed. - Buenos Aires :
Escuela de Defensa Nacional, 2011.
CD-Rom.
ISBN 978-987-9313-27-5
ISBN: 978-987-9313-27-5
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Prohibida su reproducción total o parcial
Derechos reservados
Se terminó de replicar en junio 2011.
Índice
Prólogo
TOMÁS VÁRNAGY 1
Legitimidad en Maquiavelo
JUAN MANUEL MARZULLO 153
“Modernidad” de Maquiavelo
TOMÁS VÁRNAGY 170
Spinoza y la Modernidad
CECILIA ABDO FEREZ 227
Tomás Várnagy
Prólogo
Tomás Várnagy
Este libro surgió de la compilación de las charlas y trabajos del “Ciclo de Conferencias de
Teoría Política” (el afiche de divulgación está a continuación del prólogo), abierto y
gratuito con más de 180 inscriptos, llevado a cabo durante cuatro jueves de noviembre de
2010 en la Escuela de Defensa Nacional (EDENA), organizado por quien esto escribe y con
la participación de docentes de la carrera de Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires)
y de la Maestría en Defensa Nacional (EDENA). El Ciclo, además de estar auspiciado por
la Carrera de Ciencia Política, fue declarado de interés académico por la Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, por Resolución 1438, del 7 de diciembre
de 2010, del Consejo Directivo de dicha Facultad.
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Pensar la política desde los clásicos
realizado y por todos los cambios hechos en la Escuela, desde principios del milenio, que la
han convertido en un importante referente académico de temas relacionados a la defensa
nacional. También agradecemos a los oradores y expositores del Ciclo, a quienes
reseñamos brevemente su pertinencia académica con un resumen de la conferencia (o
trabajo escrito) presentada (por orden de aparición, recordemos que comenzamos una
semana después de la prevista, razón por la cual el Dr. Jorge Battaglino no pudo estar
presente).
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Tomás Várnagy
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Tomás Várnagy
Derecho, Facultad de Derecho, UNLaM. Director del proyecto “La Filosofía Política como
pensamiento de la Comunidad. Modos de subjetivación y forma política en la Teoría
política Moderna y Contemporánea” del Programa de Reconocimiento Institucional de
Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Su trabajo, Historia y Estado en
Hegel trata sobre la historia, que está formada por un plano racional y comprensible al cual
Hegel denomina la Idea, que es la representación de los esfuerzos del espíritu por
realizarse, por alcanzar la libertad. Se manifiesta como un proceso que tiene una dirección;
su curso tiene un destino, un sentido, y no un final, la historia no termina nunca, es un
eterno devenir. El pueblo, abocado a cumplir el principio natural que le corresponda, será el
pueblo dominante en esa época y experimentará el desarrollo de su principio, alcanzará su
autoconciencia e ingresará en la historia universal; de esta manera el devenir se convierte
en un movimiento perpetuo, con una finalidad histórica, pero sin fin.
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Pensar la política desde los clásicos
autores clásicos, puede arrojarnos cierta luz a la hora de comprender dicha problemática,
así como vislumbrar herramientas alternativas para solucionarla. Es por ello que en su
capítulo se revisan las teorías de Rousseau, Constant, Tocquevile y Arendt, tratando de
enfocar desde perspectivas filosóficas modernas a las problemáticas contemporáneas.
Miguel Ángel Rossi es Dr. en Ciencia Política, Universidad de San Pablo, USP.
Investigador del CONICET. Profesor titular Regular de la Cátedra de Filosofía y Asociado
a cargo de la Cátedra de Teoría Política y Social I. Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
Autor de sendos artículos a nivel nacional e internacional y libros inscriptos en el área de
teoría y filosofía política. Su trabajo, Naturaleza y política en la teoría política medieval:
Agustín, Tomás y Lutero, indaga la categoría de naturaleza humana, que ha sido –en
términos lacanianos– un significante amo a la hora de legitimar el orden político. Ya desde
los umbrales mismos de la aparición de la pólis griega, dicha noción entra a jugar un rol
central. Por ende, el objetivo de su artículo gira en torno del vínculo entre naturaleza
humana y gracia divina en las cosmovisiones de Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y
Martín Lutero, y las implicancias políticas que entrañan dicha relación.
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Tomás Várnagy
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(Escuela de Defensa Nacional). Fue director electo de la Carrera y director concursado del
Magíster. Su trabajo, “Modernidad” de Maquiavelo, busca interpelar el pensamiento vivo
de un clásico que es considerado el fundador de la ciencia política actual e innovador
lingüístico en cuanto a la palabra y el concepto de “Estado”, dando elementos
fundamentales para la teoría moderna de la democracia y una nueva tipología de formas de
gobierno referentes a la república, encontrando connotaciones positivas a la división social.
Es el primer pensador militar de la modernidad europea y expresa una nueva visión acerca
de la historia, siendo el centro de su meditación política la voluntad humana. Escribe su
obra en el dialecto toscano, considera que el hombre es puro pero corrompido por la
civilización y tiene una clara postura renacentista ante los antiguos.
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Tomás Várnagy
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Pensar la política desde los clásicos
Agradecemos a Eric Várnagy por el diseño del afiche, la tapa del libro y la
diagramación del contenido.
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Christian Bonfili
Introducción
La histórica relación especial entre los Estados Unidos y Venezuela ha sido objeto de una
profunda transformación en los últimos años. La particular dinámica de interacción entre
las administraciones Hugo Chávez y George W. Bush a partir del golpe de estado en
Venezuela en 2002 encierra la clave para descifrar las causas de este dramático cambio en
la relación bilateral.
Con el ascenso al poder de Hugo Chávez y George W. Bush, la creciente
polarización bilateral ha logrado, de manera progresiva, transformar lo que alguna vez fue
una cercana y beneficiosa alianza. Durante gran parte del siglo XX, los Estados Unidos y
Venezuela forjaron una relación especial cimentada principalmente en el comercio
petrolero, así como también en la importante cooperación bilateral en materia de lucha
contra las drogas. Venezuela ha sido parte del grupo de países considerados socios
estratégicos en virtud de su contribución a la seguridad energética norteamericana. Así, esta
relación especial se caracterizó por la convergencia de intereses económicos y político-
ideológicos en torno a la necesidad de respaldar un sistema democrático –formal más que
real– a cambio de la preservación de los intereses de Washington en el país sudamericano.
Ahora bien, en este contexto cabe destacar un fenómeno actual que resulta
paradójico: la creciente polarización en el plano político-estratégico no ha logrado afectar la
histórica y profunda interacción económico-energética entre ambos países. Asimismo, este
hecho significativo revela un dato de la realidad bilateral: la coexistencia entre
interdependencia económica y antagonismo político, cuyas causas ciertamente demandan
una explicación.
El presente trabajo se propone explorar las causas de dicha coexistencia a través del
análisis de la lógica que sustenta y da sentido a la interacción bilateral, a través del estudio
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1
Ver Lapper (2006); Romero (2006); Alvarez and Hanson (2009); Espinasa (2006); see also Energy
Information Administration (2009); WorldCity (2006).
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Christian Bonfili
rivalidad. Esta interpretación plantea la necesidad de explorar las causas que sustentan tal
continuidad. En este sentido, el presente trabajo se propone examinar las razones por las
que las identidades de rivalidad predominantes en el sector político-estratégico no han
logrado dominar, y por tanto transformar, las identidades preexistentes en el sector
económico-energético basadas en una sociedad de intereses.
Marco Teórico
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manera en que las identidades de rivalidad han sido traducidas en medidas extraordinarias
como correlato del creciente antagonismo bilateral.
Por ejemplo, las explicaciones provenientes del liberalismo parecen ser incapaces de
explicar el conflicto reciente vis-a-vis la larga historia de cooperación en materia
energética. En este sentido, la literatura referida a la interdependencia parte de la premisa
de que la cooperación económica indefectiblemente conduce a la paz, dado que las
prácticas cooperativas resultarían «funcionalmente eficientes" para los estados que
comparten el "objetivo común de la maximización de ganancias capitalistas" (Sterling-
Folker, 2009: 104-109). Así, en virtud de estas premisas resultaría imposible dar cuenta de
las razones de la preocupación tanto de Washington como de Caracas sobre cuestiones
menos racionales como la autonomía, la ideología y la identidad del Estado. Más aún,
tampoco permitirían explicar la razón por la cual esas mismas preocupaciones no sólo no
han interrumpido el normal desarrollo de la relación comercial, sino que también se han
visto crecientemente internalizadas por ambos actores estatales a pesar de la consolidada
asociación de intereses en el sector económico-energético.
Por su parte, el neorrealismo resulta ineficaz parar explicar los profundos efectos
que tales preocupaciones han tenido sobre la conducta externa de ambos estados, toda vez
que la política exterior de los estados es en gran medida el resultado del impacto de las
fuerzas sistémicas internacionales. Así, resulta imposible imaginar una explicación
neorrealista que contemple la manera en que las respectivas políticas exteriores de
Washington y Caracas han venido reflejando una suerte de construcción intersubjetiva
sobre la base de percepciones de amenazas, y no en función de los efectos de la distribución
de capacidades a nivel de la estructura. Más aún, el hecho de que el neorrealismo sea una
teoría sistémica supone ante todo que la causa última de la conducta del Estado no se
encuentra en el nivel de la unidad, sino más bien, en el de la estructura internacional.
Teniendo en cuenta esta premisa, la continuidad en las variables sistémicas fundamentales
durante las últimas dos décadas afirma aún más la necesidad de explicaciones alternativas a
la de la distribución de capacidades o prácticas propias de equilibrio de poder.
Sectores
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Christian Bonfili
El estudio de las relaciones bilaterales propuesto se basa en un enfoque sectorial con el fin
de "desagregar" el universo de los múltiples lazos mutuos que conforman la estructura de
interacción. Si bien constituyen partes indivisibles de una misma realidad social, los
sectores como concepto analítico permiten distinguir patrones de comportamiento
específicos para cada sector de seguridad. De esta forma, resulta posible identificar
constelaciones de ideas, entendimientos y prácticas que dan cuenta de la lógica que regula
las interacciones en cada sector, como así también la causa de la coexistencia entre
interdependencia y rivalidad.
Politización y Seguritización
El concepto de politización describe el proceso a través del cual algunas cuestiones son
incorporadas a la agenda política, es decir, pasan a formar parte del universo de cuestiones
bajo consideración, debate y evaluación en el marco de los procesos y prácticas políticas
rutinarias. En claro contraste con la seguritización, la característica principal de la
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Identidad funcional
El concepto de identidad funcional refiere tanto a la posición que ocupa un determinado
actor en una estructura social, como a su adhesión a normas sociales al interactuar con otros
que muestran identidades divergentes (Wendt, 1999: 226). El verdadero carácter social de
tales identidades está dado por el grado en que la posición del agente conlleva ciertas
expectativas sustentadas en valores y normas compartidos por todos los miembros de la
estructura. A los fines del presente artículo, el concepto de identidad funcional proporciona
una categorización más diferenciada de los patrones de comportamiento en comparación
con la simple díada de amigo-enemigo provista por la Escuela de Copenhague. Así, permite
concebir un tipo intermedio de identidad funcional para el sector de seguridad económico-
energético: el de sociedad en base a intereses.
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US Government Accountability Office (2006).
3
Energy Information Administration (2010a).
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4
Energy Information Administration (2010b).
5
CITGO website en http://www.citgo.com (acceso 20 de enero 2010).
6
Energy Information Administration (2009).
7
US Census Bureau (2010).
8
Ibid.
9
US International Trade Commission (2010).
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a los Estados Unidos.10 Por ejemplo, las exportaciones de Estados Unidos ascendieron a 1,6
millones de dólares en productos agrícolas en 2008 (Venezuela importa dos tercios de sus
necesidades alimenticias), lo que convierte al país sudamericano en el segundo mercado de
la región.11
Los vínculos de inversiones también han sido tradicionalmente importantes. Los
datos disponibles muestran que Venezuela sigue siendo uno de los principales mercados
para la inversión extranjera directa (IED) de los Estados Unidos en América del Sur (el
cuarto más grande desde 2002 a 2007). Más importante aún, la IED norteamericana en la
nación sudamericana ha aumentado sostenidamente durante el período 2002-2009,
convirtiendo a Venezuela en el tercer receptor de la región en 2008 y 2009.12 Del mismo
modo, debido a su significativa presencia en el sector de las refinerías, CITGO sigue siendo
un jugador clave en el mercado petrolero norteamericano. Venezuela fue el tercer inversor
de la región en los Estados Unidos durante el período 2002-2006, y el segundo durante el
período 2007-2009.13
Resulta importante mencionar que, si bien la relación comercial bilateral durante los
gobiernos de Bush y Chávez se mantuvo estable, consideraciones relativas a potenciales
costos y vulnerabilidades emergieron en ambos países durante este período. En este sentido,
la ponderación de la relación energética con Washington por parte de Chávez no debe
analizarse de manera aislada a su programa político y económico, en el cual la
redistribución de la renta petrolera constituyó un eje fundamental. Con el objetivo de
desarrollar un modelo económico inclusivo sustentado principalmente en la capacidad
redistributiva del Estado nacional, Chávez debía recurrir a la principal fuente de ingreso
nacional: el sector petrolero.
El obstáculo fundamental a este proyecto se manifestó en el hecho de que esa
misma renta había sido administrada históricamente por PDVSA, y no por el Estado
venezolano. Esto había sido el resultado de la política conocida como Apertura Petrolera
implementada en los años ’90. Fue precisamente la progresiva autarquía con la que PDVSA
10
US Department of State (2010).
11
Ibid.
12
Bureau of Economic Analysis (2010a).
13
Bureau of Economic Analysis (2010b).
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ello, la interdependencia en este último caso debe examinarse a la luz de las fortalezas,
debilidades y costos relativos en el contexto de la interacción mutua, caracterizada por
percepciones de amenaza y rivalidad. Es en virtud de este contexto que ambos actores
estatales han formulado sus estrategias competitivas sobre la base de cálculos de ganancias
y pérdidas relativas en torno a cuestiones tales como soberanía, integridad territorial,
intereses económicos y seguridad nacional, entre otras.
Ciertamente, una importante asimetría de capacidades de poder caracteriza la
relación bilateral en el sector político-estratégico. Si bien la dimensión material del poder
sigue siendo un factor fundamental en la vida política internacional, este trabajo argumenta
que las percepciones de amenaza tienen un impacto clave en la manera en que los estados
entienden y perciben la interdependencia a partir de esa misma dimensión material. A
menudo, las percepciones y entendimientos de los actores estatales reflejan antagonismo y
rivalidad cuando la interdependencia se enmarca en una elevada asimetría de poder. Por
ejemplo, percepciones de amenaza han sido construidas por los Estados Unidos frente a las
ambiciones políticas y estratégicas del régimen de Chávez, lo cual a su vez ha favorecido la
asignación de significados que claramente clasifican esas mismas ambiciones como una
amenaza a los intereses norteamericanos en América Latina. Parte fundamental de esa
amenaza ha sido lo que algunos han denominado "populismo radical de Chávez". En su
declaración de postura 2004, el general James Hill (2004) del Comando Sur de Estados
Unidos advierte contra este fenómeno socio-político, y sostiene que el mismo puede tener
consecuencias peligrosas debido a que líderes como Chávez son capaces de aprovechar la
frustración colectiva para reforzar posiciones radicales contra los Estados Unidos. Con el
tiempo, este entendimiento sobre el fenómeno chavista evolucionará conforme se produzca
la radicalización de la estrategia internacional de Chávez. Esto pone de relieve la naturaleza
interdependiente de los entendimientos construidos en torno a las acciones de Chávez como
parte del conjunto de acciones y reacciones mutuamente referenciadas. A su vez, la
correspondencia entre las percepciones que apuntan a las diversas dimensiones de la
amenaza chavista; la internalización progresiva de estas mismas percepciones; y las
políticas aplicadas en respuesta a la amenaza, favoreció la seguritización del enfoque
norteamericano hacia Venezuela.
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SIPRI (2009).
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15
Ibid.
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Ibid.
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ideas, identidades e intereses que pueden no corresponderse con los atributos objetivos del
objeto amenazante.
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Comentarios finales
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el sentido de que refleja la manera en que todos esos factores son efectivamente
internalizados por medio de la interacción.
En consecuencia, la razón por la cual la interdependencia energética no ha sido
seguritizada yace en el hecho de que la internalización ha trascendido la racionalidad
puramente instrumental. En verdad, una más profunda formación cultural que involucra
identidades y expectativas reproducidas con el tiempo a través de prácticas mutuamente
referenciadas, ha neutralizado el potencial cambio proveniente de la rivalidad en el sector
político-estratégico.
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Pensar la política desde los clásicos
“(...) la esencia del Estado es (…): una persona de cuyos actos una gran multitud, por
pactos mutuos, realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de
que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la
paz y la defensa común. El titular de esta persona se denomina Soberano, y se dice que
tienen Poder Soberano.” (Hobbes, 1998: 141)
17
“(...) un monarca no puede estar en desacuerdo consigo mismo por razón de envidia o interés; en cambio
puede estarlo una asamblea, y en grado tal que se produzca una guerra civil.” (Hobbes, 1998: 154)
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Ana Paula Penchaszadeh
El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defenderlos contra la
invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas (...), es conferir todo su poder
y fortaleza a un hombre o una asamblea de hombres, todos los cuales, por pluralidad
de votos, puedan reducir sus voluntades a una sola voluntad. (Hobbes, 1998: 140-
141)
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“El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defenderlos contra la invasión de los
extranjeros y contra las injurias ajenas (...), es conferir todo su poder y fortaleza a un hombre o una
asamblea de hombres, todos los cuales, por pluralidad de votos, puedan reducir sus voluntades a una sola
voluntad.” (Ibíd.: 140-141)
19
“(...) para Hobbes es precisamente esta misma identidad de estado de naturaleza y violencia (homo homini
lupus) lo que justifica el poder absoluto del soberano. (...) Es importante señalar, en efecto, que en Hobbes el
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pacto por el cual cada individuo transfiere su derecho natural (la libertad de hacer uso de su
poder como juzgue necesario) a un “tercero no contratante” que, sin embargo, permanece
en estado de naturaleza. Los Estados soberanos se encuentran entre sí, entonces, como los
individuos en el estado de naturaleza, en ausencia de una autoridad común que pueda
mediar entre ellos.
estado de naturaleza sobrevive en la persona del soberano, que es el único que conserva su ius contra onmes
natural. La soberanía se presenta, pues, como una incorporación del estado de naturaleza en la sociedad o, si
se prefiere, como un umbral de indiferencia entre naturaleza y cultura, entre violencia y ley, y es propiamente
esta indistinción la que constituye la violencia soberana específica. El estado de naturaleza, por eso mismo, no
es auténticamente exterior al nómos, sino que lo contiene en la virtualidad de éste. (...) Por lo demás, como ha
subrayado Strauss, Hobbes era perfectamente consciente de que el estado de naturaleza no debía ser
considerado necesariamente como una época real, sino más bien como un principio interno al Estado, que se
revela en el momento en el que se lo considera como ‘si estuviera disuelto’.” (Agamben, 1998: 51)
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Ana Paula Penchaszadeh
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“No digas pues: ¿qué me importa dónde estoy? Te importa estar donde puedas cumplir todos tus deberes, y
uno de esos deberes es el apego por el lugar de tu nacimiento.” (Rousseau, 1995: 620)
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Pensar la política desde los clásicos
política, la patria (una identidad territorial y sustantiva), hace posible el derecho y la justicia
misma: “(…) para poder gozar de derechos es preciso pertenecer a un Estado, y, por ende,
ser ciudadano: no existen derechos fuera de un espacio jurídico que esté asegurado en
virtud de que se establezca una frontera que separe lo de adentro y lo de afuera” (Rousseau,
1995: 432). Abrazando lo particular, mediante un esfuerzo de la voluntad, los hombres se
disponen hacia lo universal. Rousseau insiste en la idea de que la piedad debería poder
contener la razón de Estado (Ibíd.: 433), pero ¿cómo contener la razón de Estado, si la
identidad política se sustantiva y gesta con la negación del extranjero?
21
La figura de la police fue definida por Rousseau en el Discurso sobre la economía política (2003) como la
actividad del gobierno en contraposición con la actividad soberana de la voluntad general. Ahí puede verse
que la “ejecución” de la ley conlleva en sí misma un acto de violencia particular invisible, su función
expulsiva y defensiva se da en las sombras. Sobre esta cuestión dice Derrida, evocando Para una crítica de la
violencia de Benjamin: “La police deviene omnipresente y espectral en los Estados ‘civilizados’ en el
momento en el que ella hace la ley en lugar de contentarse con aplicarla y de hacerla observar.” (Derrida,
1997c: 36). Este tema será retomado hacia el final del capítulo IV de esta tesis. Asimismo, puede consultarse
el artículo “Voluntades (des)encontradas: las máscaras de la representación en la teoría de Jean-Jacques
Rousseau” (Penchaszadeh & Spagnolo, 2009)
- 40 -
Ana Paula Penchaszadeh
Parece que el sentimiento humano se evapora y debilita cuando se reparte por toda
la tierra (…). En cierta forma, es preciso limitar y reducir el interés y la
conmiseración para poder activarlos. Ahora bien, como quiera que esa tendencia
sólo beneficie a los que con nosotros conviven, es bueno que la humanidad
concentrada entre conciudadanos adquiera en ellos una fuerza renovada gracias al
hábito de verse y al interés común que los reúne. Verdad es que los mayores
prodigios de la virtud fueron realizados por amor a la patria. Ese sentimiento dulce y
vivo que añade la fuerza del amor propio a la belleza de la virtud, le da una energía
22
“Si bueno es saber emplear a los hombres tal como son, mejor aún es tornarlos tal y como se necesita que
sean. La autoridad más absoluta es aquella que penetra hasta el interior del hombre y no se ejerce menos sobre
la voluntad que sobre las acciones. Cierto es que, a la larga, los pueblos son como los hacen los gobiernos”
(Rousseau, 2003: 42).
- 41 -
Pensar la política desde los clásicos
que, sin desfigurarlo, hace de él la más heroica de las pasiones. (Rousseau, 2003:
45)
- 42 -
Ana Paula Penchaszadeh
23
El normativismo jurídico confunde el Estado con el despliegue de un sistema racional de normas; la política
como deliberación se fundaría en la razón y en las normas, en la legalidad y no en la afirmación (decisión) de
una voluntad suprema, es decir, en la legitimidad tal como la entiende Schmitt.
24
Schmitt parte de un análisis sociológico del concepto jurídico de soberanía mostrando la relación
“sustancial” o “espiritual” que se teje entre la estructura social de una época determinada y la estructura de los
conceptos jurídicos. La forma jurídica es una forma en sentido substancial y el Estado, en tanto forma
jurídica, es configurador de vida, un factor eficiente de la vida política e histórica que tendría la capacidad de
ofrecer a las distintas fuerzas políticas en pugna un elemento fijo de cálculo.
- 43 -
Pensar la política desde los clásicos
- 44 -
Bárbara Perez Jaime
Cuando Tomás Várnagy me invitó a participar de este ciclo de conferencias, en el que el eje
está puesto en la ciudadanía, pensé en hacer una exposición sobre lo que vengo trabajando
hace unos años, circunscripto en la posibilidad de pensar a la ciudadanía como aporía y no
como una relación dialéctica. Retomé algunos puntos ya trabajados e hice una reposición
para este espacio.
El concepto ciudadanía es acuñado en el proceso sociopolítico que comienza a
mediados del siglo XVII con Hobbes y que culmina en el siglo XIX con Hegel quedando
como una marca hecha a fuego hasta nuestros días.
El modo por el cual nos sabemos sujetos ciudadanos es a través del Derecho, y no es
azaroso recurrir a él. La internalización de estas prácticas viene desde que el hombre
comienza a vivir en sociedad y se afianzan en este Estado Jurídico fundado en la
modernidad.
Sin embargo, la filosofía contemporánea, entre otras cosas, ha puesto en jaque el
paradigma moderno: la idea de pura razón es fuertemente cuestionada por los autores
posestructuralistas. Uno de ellos es Derrida, quien nos invita a deconstruir los grandes
caminos trazados por la calculabilidad racional del derecho, figurado en el ejercicio
ciudadano.
Las premisas de autolegislación son la conditio sine qua non para reconocerse
ciudadano, es una relación dialéctica. Como vemos no podemos distanciarnos del Derecho
cuando nos referimos a ciudadanía. Y aunque el derecho tiene la pretensión de dar cuenta
de la justicia y por eso se enarbola diciendo “todos los hombres son iguales ante la ley”,
sabemos que en la práctica no puede responder por todos.
Por supuesto que lo primero que nos viene a la cabeza es pensar en un hombre de
derechos: libres, igual ante la ley, positiva claro está, con una identidad jurídica que lo
iguala a otros, que todos ellos tienen en común ser hombres con una misma lengua, historia
común e idiosincrasia reunidos en un mismo territorio, denominado Nación, cuya frontera
es el límite entre un Estado y otro. A esto llamaremos Soberano. Esto se debe a que existe
- 45 -
Pensar la política desde los clásicos
25
Es interesante el concepto que distingue Thomas Hobbes en su obra “Leviatán” en el capítulo 16 “... así
como al derecho de posesión se llama dominio, el derecho a realizar una acción se llama AUTORIDAD.”
26
Es así que Locke propone una reparación por parte del agresor al damnificado.
- 46 -
Bárbara Perez Jaime
27
“La ley de la hospitalidad, ley incondicional de la hospitalidad ilimitada… y por otra parte, las leyes de la
hospitalidad, esos derechos y deberes siempre condicionados y condicionales, tal como los define la tradición
grecolatina, incluso judeocristiana, todo el derecho y toda la filosofía del derecho hasta Kant y Hegel… La
antinomia de la hospitalidad opone irreconciliablemente a La ley, en su singularidad universal, a una
pluralidad que no es solamente una dispersión (las leyes) sino una multiplicidad estructurada, determinada por
un proceso de división y de diferenciación: por unas leyes que distribuyen diferentemente su historia y su
geografía antropológica” Derrida Jacques, La hospitalidad, p.81-83
- 47 -
Pensar la política desde los clásicos
calcule con lo incalculable; y las experiencias aporéticas son experiencias tan improbables
como necesarias de la justicia, es decir, momentos en que la decisión entre lo justo y lo
injusto no está jamás asegurada por una regla”(Derrida,1997a:11) El derecho pertenece a
otra esfera, es la que reglamenta y da el cuerpo jurídico al Estado, convención mediante,
que los hombres “necesitan” para vivir bajo un orden común, entendiendo en ello también
un mismo lenguaje, el cual no siempre es posible, por lo que aparece nuevamente la
imposibilidad de la política para el todo social. Siendo que da un marco general, no todas
las singularidades entienden el lenguaje en el que está expresado el derecho, que reviste el
carácter universal, y si no lo conocen no pueden hacer uso de él. Es aquí donde podemos
establecer una relación de injusticia en el derecho. El “otro” no es tenido en cuenta en el
derecho, y la justicia hace temblar esta imposibilidad. El otro como hostil es el que Schmitt
reconoce como “enemigo”, aunque no necesariamente en la figura del extranjero porque el
Estado también tiene la facultad de determinar sus enemigos internos a través de la
declaración de hostis.28
Existe una relación entre el Hostis (enemigo / extraño) y el Hospes (huesped). Es que
la lógica de la visitación es la lógica de la hospitalidad incondicionada, irrumpe cuando
quiere, como un fantasma. Esta figura del fantasma nos indica la alteridad, la presencia del
otro más allá de nuestro domino. Mientras que la lógica de la invitación es la del anfitrión que
prepara la casa para recibir a su invitado poniendo las pautas y las reglas a dicha visita. Pero
existe un asedio mutuo porque ambas hospitalidades se necesitan para existir. Lo posible es
posible gracias a lo imposible.
La anulación de la democracia, su pérdida, es la identidad compacta de la razón del
más fuerte, mientras que en el poder de la democracia por venir siempre hay una diferencia
viva, que habla y es escuchada, que salvaguarda un futuro abierto y la relación con los
otros. La democracia sería para Derrida la única forma política en donde es posible un
disenso permanente.
La demanda de la democracia es crecer hacia allí donde es acorralada por la razón
del más fuerte, la misma razón que condena y hostiga a determinados Estados como
“canallas”, siendo paradójicamente que quien condena de ese modo es el “Estado canalla”
28
“Las formas menos violentas de las declaraciones de hostis son numerosas y diversas: confiscaciones,
expatriaciones, prohibiciones de asociación o reunión, exclusión de cargos públicos, etc.” Schmitt Carl, El
concepto de lo político, 21.
- 48 -
Bárbara Perez Jaime
por excelencia, es decir, ese mismo Estado que siembra democracia y derecho
internacionales ante una ONU reducida a mera representación formal, incapaz. La
democracia excesivamente democrática, derridiana, es internacional, cosmopolita, es decir,
lleva consigo el requerimiento ineludible de extender la hospitalidad a todos aquellos ante
los que paradójicamente se protegen las democracia liberales occidentales.
Éstas, indirectamente, dejan bien claro la verdad de la expectativa y la obsesión a la
que sigue fiel la herencia de Derrida: una democracia por venir.
Resumiendo entonces vemos que para hablar de ciudadanos no podemos dejar fuera
la idea de derecho… por ende estamos solicitando que entre en juego la justicia. Vemos que
las relación derecho/justicia es aporética, por ende pensar un ciudadano en la incalculabilidad
del acontecimiento es también aporético y no dialéctico como en la racionalidad moderna.
Eyectarnos al abismo es estar esperando sin esperar que acontezcan los hechos, que la
visitación llegue sin la invitación y la condición hospitalaria del cálculo, sino que podamos
responder por el otro, incondicionalmente… pensar esto en política lleva entonces a esperar
sin esperar una democracia diferente a la conocida hasta ahora, sino a una democracia como
promesa. La gran pregunta es ¿es posible predisponernos a la irrupción de otro, de respetar su
singularidad? ¿Estamos dispuestos a romper con la concepción moderna de Estado, Derecho,
Nación, Ciudadano? ¿Queremos realmente un cambio de forma tal que nos hagamos
responsables del Otro? El otro nos asedia y por eso nos autoinmunizamos para que esta
alteridad contaminante no nos irrumpa. Igualmente la justicia solicita al derecho
continuamente para que pueda dar cuenta de este “entre” espectral.
Existe una comodidad a deslindarse de obligaciones y responsabilidades que me
parece, en cierto punto, difícil de desarticular en la práctica… igualmente, no pierdo las
esperanzas.
Bibliografía
Agamben Giorgio: (2002) “Homo Sacer I. El poder soberano y la nuda vida” Madrid,
Editora Nacional, ISBN 84-587-9777-1. 243p
Derrida Jacques: (1992) “La democracia, para otro día” en El otro cabo. La
democracia para otro día (Patricio Peñalver trad.) Ediciones del Serbal, Barcelona pp.
85-101 Versión electrónica en http://www.jacquesderrida.com.ar/ [25/11/2006]
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Pensar la política desde los clásicos
- 50 -
Atilio Borón
Buenas tardes, gracias profesor Tomás Varnagy por la invitación y gracias a todas y todos
por estar aquí, en la Escuela de Defensa. Pese a los cambios habidos en los últimos tiempos
no deja de ser gratamente sorprendente mi presencia en esta casa dado que yo vengo a
hablar sobre un tema: la filosofía y la revolución, que a muy pocos se les ocurriría venir a
exponer en un ámbito de las fuerzas armadas. Si alguien me hubiera dicho que un día yo
vendría a dar una conferencia sobre este tema aquí seguramente habría pensado que estaba
bromeando. Pero es un signo de los nuevos tiempos que hoy vive América Latina que
podamos sentarnos a discurrir sobre este asunto precisamente en la Escuela de Defensa, y
sin ninguna clase de prevenciones o censuras.
Quiero hablar, para usar una expresión un poco trillada pero que conserva todo su
sentido, de la filosofía como arma de la revolución. Y esto es así por varias razones:
primero, porque la historia demuestra hasta el cansancio que para transformar el mundo hay
que ir a la raíz de los problemas, trascendiendo la esfera de las apariencias. Y para esto
hace falta una revolución. Segundo, porque en un mundo tan escandalosamente injusto
como el que vivimos la tarea del filósofo –y por extensión del filósofo político- es alumbrar
el camino por el que hay que transitar para la construcción de una buena sociedad tomando
nota de las circunstancias, de las condiciones objetivas en las cuales el cambio puede
producirse.
- 51 -
Pensar la política desde los clásicos
explicar lo que estaba aconteciendo en los procesos políticos contemporáneos -¡ni hablar de
predecirlos! Un saber convencional que fue incapaz de anticipar la crisis y el desplome de
la Unión Soviética y el llamado “campo socialista” del Este europeo, o la caída del Shá de
Irán, para poner un par de ejemplos deslumbrantes, es tan inútil como una teoría de la
astronomía a la que tomara por sorpresa un eclipse lunar.29 Esta ineptitud revela los
problemas que tiene un campo académico cada vez más cerrado y aislado, la universidad, a
quien cada vez le cuesta más trabajo tomar nota de los cambios que se producen
extramuros. Esta tendencia alimenta mi preocupación por la situación actual y el futuro de
las universidades, convertidas en cenáculos cada vez más cerrados y, en el mejor de los
casos, muy tenuemente vinculados con el movimiento real de la sociedad.30 Este progresivo
atrincheramiento de las universidades detrás de sus gruesas murallas es un proceso que vino
de la mano del auge de las políticas neoliberales en todo el mundo y que no ha cesado de
verse fortalecido a medida que se perfecciona un conjunto de dispositivos administrativos y
se robustece la influencia de agencias estatales de monitoreo y control (¿de la calidad de la
labor académica?). Estas fueron establecidas con el propósito manifiesto de racionalizar y
eficientizar la inversión en el sector universitario y, de paso, regular y vigilar que la
enseñanza y la investigación transiten por caminos “correctos” castigando (sin incentivos,
promociones, nombramientos, subsidios de investigación, asistencia a congresos) a quienes
desafinan en el coro del saber convencional. Parafraseando a Foucault, todo este novedoso
papeleo burocrático tiene por objetivo latente “vigilar y castigar” a los académicos, y pocos
se rebelan contra esos designios.
29
La teoría convencional sufrió otro durísimo golpe a comienzos del 2011 cuando, por enésima vez, fue
sorprendida ante los levantamientos en el mundo árabe que, entre otras cosas, pusieron fin al régimen de
Mubarak en Egipto, un “autoritarismo estable y consolidado” según muchos politólogos.
30
Exploré en detalle este tema en Consolidando la explotación. La academia y el Banco Mundial contra el
pensamiento crítico (Córdoba: Editorial Espartaco, 2008) texto al cual remito a mis lectores para ampliar los
argumentos apenas mencionados en esta conferencia.
- 52 -
Atilio Borón
alguna utilidad para las fuerzas sociales que impulsan los procesos de cambio. Yo estoy
absolutamente convencido de que necesitamos cambios, muy importantes, y por eso eché
mano de una palabra tan poco usada normalmente en el mundo académico como
“revolución.” Hay una serie de evidencias que demuestran que el mundo está llegando a un
punto en donde el sostenimiento del capitalismo como sistema social, como modo de
producción, conlleva unos costos –ecológicos, sociales, políticos, económicos- que lo hacen
prácticamente inviable ya no en el largo plazo, eso lo sabíamos, sino también a mediano
plazo. Esto lo dijo hace un par de años Immanuel Wallerstein en una conferencia que
dictara en Madrid y en la que aseguró ante una consternada audiencia que no creía que el
capitalismo pudiese durar más allá de treinta años. Saliendo de su boca esa afirmación es
muy seria, porque no es lo que muy a menudo encontramos en nuestra facultad donde
algunos jóvenes inflamados de ardor revolucionario profetizan a voz de cuello el inexorable
derrumbe del capitalismo no en treinta años sino ... ¡para este año!
- 53 -
Pensar la política desde los clásicos
permita que una minoría viva en la opulencia y el ochenta por ciento restante sobre el borde
de la miseria, o sumido en ella.
A comienzos de los años noventa Francis Fukuyama planteó la tesis del fin de la
historia, que en buen romance significaba el triunfo del mercado y de la democracia
liberal.31 A casi veinte años de la aparición de su libro esas dos construcciones sociales (el
mercado y la democracia liberal) entraron en una crisis que no sería exagerado calificar de
terminal. La lógica de los mercados, impulsada por el “killing instinct” de los empresarios,
nos conduce sin mediaciones al progresivo holocausto ecológico que esta sufriendo nuestro
planeta. La democracia liberal, a su turno, produjo estadistas de la talla de Ronald Reagan,
George W. Bush, Silvio Berlusconi, José María Aznar y, entre nosotros, a gentes como
Carlos S. Menem, Alberto Fujimori y Gonzalo Sánchez de Losada, luminarias de la pólis
que harían palidecer a los “guardianes” platónicos o al “virtuoso legislador” rousseauniano.
Una forma política que produce, ¡y exalta!, esa clase de líderes, ¿no está en crisis? Mejor ni
hablar, por ser un tema archiconocido, del elevado grado de apatía y desinterés político que
ha generado entre la ciudadanía el funcionamiento de la democracia liberal no sólo en
Latinoamérica sino también en el mundo desarrollado, comenzando por Estados Unidos. En
suma, ni el mercado ni la democracia liberal pasan exitosamente el “test ácido” de la
historia. Se impone, por lo tanto, reintroducir el tema de la buena sociedad: no le atribuyo
la menor seriedad, en el terreno de las ciencias sociales y mucho más en el terreno de la
filosofía política, a cualquier reflexión que se abstenga de hablar del tema.
31
Cf. El fin de la historia y el último hombre (Buenos Aires: Planeta,1992)
- 54 -
Atilio Borón
Que eso es así ya no lo digo sólo yo. Cuando comencé a decir esto, producto de mi
estudio sobre la historia de las crisis económicas del capitalismo, fui tomado por un loco y
sometido a toda clase de burlas. Por suerte para mí al poco tiempo quien salió a decir
exactamente lo mismo fue el Vice Gobernador del Bank of England, el número dos de esa
institución, quien inclusive fue más lejos que yo al afirmar que la actual es “la crisis más
seria de toda la historia económica.” 32
Supongo que Charles Bean, pues de él trata esta
historia, estaba tomando en cuenta que la actual combina un conjunto de crisis: ecológica;
energética, porque el petróleo podrá durar 40 o 50 años más, pero se acaba, cosa que en
ninguna crisis anterior esa posibilidad era siquiera considerada; y tenemos el gravísimo
problema del cambio climático y el derretimiento de los casquetes polares y Groenlandia.
Si las cosas siguen así ya no será necesario abrevar en la literatura catastrofista de izquierda
para saber que, por ejemplo, Holanda (cuyo otro nombre no por casualidad es el de “Países
Bajos”) quedará sumergida bajo las aguas al igual que gran parte de los 70 millones que
viven en las zonas costeras del Golfo de Bengala, Venecia ni hablemos, pero además que
quedarían bajo las aguas gran parte de la península de Florida (desapareciendo Orlando y,
en buena hora, Disneyworld), y gran parte de las zonas ribereñas de El Cairo y Shanghai.
No es el periódico ultraizquierdista Trinchera Proletaria quien asegura eso sino el ex
Vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, en su película Verdades Molestas.
32
“Financial crisis may be worst in history –BoE’ Bean”, Cable de la Agencia Reuters, 24 de octubre del
2008.
- 55 -
Pensar la política desde los clásicos
sociedad. O sea, no podemos conformarnos simplemente con tomar registro de lo que está
pasando sino que tenemos que aventurarnos a dar un paso más allá y comenzar a indagar
cuáles serían los perfiles de una sociedad post capitalista. Y digo “post capitalista” para
evitar abrir una discusión acerca de lo que debería ser una “sociedad socialista”, dadas las
innumerables polémicas que tal pretensión viene suscitando desde hace casi dos siglos. Es
imperativo pensar en una sociedad diferente a la actual y eventualmente mucho mejor que
la actual. En ese punto la filosofía política tiene mucho, debería tener mucho que decir.
Pero las posiciones teóricas más dominantes en la profesión son profundamente renuentes a
aceptar este desafío de pensar en una buena sociedad. Más bien, tal cosa es vista con
condescendencia como una especie de rémora del pasado y quien balbucea un argumento
de ese tipo como un curioso fósil parlante. Leamos lo que dice al respecto una “bien
pensante” de la ciencia política, Chantal Mouffe: “cuando hablo de filosofía política,
siempre insisto en que lo que estoy tratando de hacer es una filosofía pos metafísica, o
podrían llamarlo una filosofía política débole.” Y agrega que es necesario:
“Pensar qué queda del proyecto de la filosofía política una vez que se acepta
realmente la contingencia, situarse en un campo posmetafísico… Una filosofía política
posmetafísica… consiste en formular argumentos, formular vocabularios que van a permitir
argumentar en torno a la libertad, en torno a la igualdad, en torno a la justicia. Lo que debe
ser abandonado completamente es la problemática de Leo Strauss acerca de la definición
del buen régimen; eso es el tipo de pregunta que una filosofía pos metafísica rechaza.” 33
33
Ver los planteamientos de esta autora en Antonella Attili, “Pluralismo agonista: la teoría ante la política.
(Entrevista con Chantal Mouffe)”, en Revista Internacional de Filosofía Política (Madrid: diciembre de
1996), Nº 8.
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Atilio Borón
Sin embargo, cuando uno analiza la historia de quienes nos precedieron en esta
larga jornada de la filosofía política comprobamos que, en general, la pasaron muy mal.
Entre otras razones más coyunturales los que corrieron esa suerte tenían una noción muy
clara de lo que era una buena sociedad y trataban de hacerla realidad. Por eso la mayoría de
las veces terminaron sus días en condiciones bastante lamentables: Sócrates bebiendo la
cicuta; Platón vendido en Siracusa y milagrosamente rescatado; Aristóteles muere en la
soledad del exilio; Agustín muere en Hipona sitiada por los vándalos, en condiciones
extrañas. Lo mismo ocurrió con Tomás de Aquino, un hombre rozagante, fornido,
corpulento, que muere inesperadamente cuando estaba viajando de Nápoles a Lyon, donde
había sido convocado por el Papa para participar en un concilio. Nunca se esclarecieron las
causas de su muerte, tal como también ocurriera con Mariano Moreno, el primer
desaparecido en la historia argentina, otro que inició su viaje sano y de repente se enferma,
muere y sus restos son arrojados al mar. Prosigamos: ahí está Maquiavelo, encarcelado y
sometido a tormentos; Tomas Moro decapitado por su lealtad a la Iglesia y por el
sanguinario Enrique VIII; Hobbes exiliado en París durante 11 años, nada menos (el
filósofo político más longevo de la historia ya que vivió 91 años en una época en que
emperadores, reyes y papas se contentaban con llegar a los 50); y Baruch Spinoza,
expulsado de la sinagoga de Ámsterdam, condenado al ostracismo por las autoridades del
templo, muere en la indigencia más absoluta. La lista sería interminable y podríamos seguir
un largo rato contando las peripecias de Rousseau, permanentemente huyendo de la policía
de Ginebra y de Paris, en búsqueda de cortesanas de alto rango siempre dispuestas a
ocultarlo entre los pliegues de sus faldas; y así con Tom Paine, Karl Marx, Friedrich
Nietzsche y, posteriormente, Benjamin, Gramsci y tantos otros.
Resumiendo: más allá de otros menesteres la filosofía política debe servir para
explorar y auscultar posibles escenarios utópicos, a partir del reconocimiento de la idea de
- 57 -
Pensar la política desde los clásicos
Por eso se equivoca, y mucho, Mouffe cuando atribuye esa preocupación normativa,
por la buena sociedad, a una inclinación del filósofo político conservador, profesor de la
Universidad de Chicago a mediados del siglo pasado, Leo Strauss. Se trata de un asunto
tan viejo como la filosofía política, que sólo por un alarde de impericia se le puede atribuir
su paternidad al filósofo de Chicago. Por otra parte, la definición de lo que es una buena
sociedad está muy lejos de suscitar un amplio consenso: una cosa es para Maquiavelo, otra
para Platón, otra distinta para Moro, otra la que surge de la obra de Hegel, de Rousseau, o
de Marx. Por consiguiente, recuperar la discusión en torno a la buena sociedad es
fundamental; de lo contrario caemos en la trampa del pensamiento convencional, del
pensamiento único, del pensamiento conservador de un mundo que no puede ni merece ser
conservado. Este es el punto: aunque algunos lo quieran, porque disfrutan de muchas
ventajas, este mundo no puede ser conservado. Por lo tanto, más vale que comencemos a
pensar en mundos alternativos, alimentando una discusión seria en el seno de la sociedad.
Los filósofos políticos deberíamos estar en condiciones de ofrecer algunos instrumentos
para que la ciudadanía y las fuerzas sociales tengan instrumentos para pensar en una
sociedad alternativa y como construirla, sabiendo que la actual está desahuciada, está
irremisiblemente condenada por la agresión insanable al medio ambiente que destruye las
- 58 -
Atilio Borón
condiciones ecológicas que hacen posible la vida en este planeta, por las contradicciones
económicas y por sus deletéreos efectos sociales. Sabemos, o deberíamos saber, que
estamos instalados en una sociedad y en una civilización en descomposición. El
capitalismo tuvo su nacimiento, su desarrollo y hoy en día se enfrenta ante la previsible
culminación de su periplo histórico, salvo que se piense, como burlonamente lo decía Marx
en El Capital, que todas las formas económico-sociales que le precedieron tuvieron un
carácter histórico, salvo el capitalismo que es eterno.
Claro que esta reasunción de la filosofía como crítica social y faro iluminador de
futuros mundos plantea no pocos problemas: el pensamiento dominante en el campo
universitario y en la vida académica en general no acepta esta idea. No sólo la misión de
pensar otros mundos sino, menos aún, la idea de que la filosofía podría llegar a ser un
instrumento, un arma, en la creación de un mundo nuevo. Se impone discutir las distintas
concepciones de una buena sociedad, que no pueden ser simplemente una “remake” de las
que predominaban en el mundo antiguo o en el Renacimiento: pero las ideas de Platón,
Aristóteles, como las de Maquiavelo, Kant, Hegel o Marx siguen alimentando las utopías
de hoy. Se deberá luchar contra un clima ideológico muy adverso, producto de la
hegemonía que en el campo intelectual han adquirido el posmodernismo y el economicismo
de matriz neoliberal. 34 En esas condiciones, lo que uno puede observar es que los filósofos
políticos (o quienes practican la filosofía política) no sólo han renunciado a transformar el
mundo sino que también desistieron de interpretarlo. La filosofía y gran parte de las
ciencias sociales abdican de esa misión, refugiándose en argumentos falaces y sofísticos
que so pretexto del imperio de la contingencia, lo inesperado, lo momentáneo y fugaz, la
dilución de las estructuras sociales y la irrelevancia de la inercia histórica concluyen en la
imposibilidad de cualquier tipo de interpretación que aspire a ser “verdadera”, capaz de
desentrañar la verdad oculta en una formación social. Lo que sobreviven son textos y
discursos, pero que nada tienen que ver con los determinantes fundamentales que, en el
hipotético caso de que existieran, son incognoscibles para el observador.
34
Sobre esto, ver mi Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo
(Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000), pp. 211-226.
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Pensar la política desde los clásicos
- 60 -
Atilio Borón
Termino diciendo que si elegí como título de esta conferencia “La filosofía y la caja
de Pandora” es porque según lo narra Hesíodo en Los Trabajos y los Días, Zeus le entregó
a Pandora, la primera mujer en aparecer sobre la faz de la tierra, una vasija conteniendo
todos los males del mundo. Lo hizo en venganza de Prometeo, que le había robado el fuego
sagrado; movida por su curiosidad Pandora abrió la vasija y los males se dispersaron por el
mundo. Aterrorizada, optó por sellar nuevamente el recipiente, pero ya todos los males
habían escapado. Sólo quedaba algo en el fondo: la Esperanza. Creo que la filosofía
contemporánea puede también, en cierto modo, representarse en la tragedia de Pandora: las
filosofías de la dominación, de la resignación, de la indiferencia, del racismo, del
- 61 -
Pensar la política desde los clásicos
exterminio escaparon de la caja de Pandora y circulan por todo el mundo. Pero en el fondo
queda todavía una filosofía de la Esperanza, una filosofía de la liberación diríamos con
Enrique Dussel o con Franz Hinkelamert, que nos permite pensar y soñar con una sociedad
digna del género humano. Sigamos pues cultivando toda esa tradición, atesorándola para
extraer de ella las enseñanzas necesarias para enfrentar los grandes desafíos de la época y
para doblegar la perniciosa influencia de las malas filosofías, casi todas ellas ocultas tras
vistosos y novedosos ropajes. Si obramos de esa manera podremos aportar argumentos más
ricos y más útiles para los sujetos sociales y políticos del cambio que los de cualquier otra
disciplina en el campo de las ciencias sociales. Es nuestra posibilidad y, también, nuestra
obligación moral: insuflar vida a la Esperanza que yace en el fondo de la caja de Pandora
para que las futuras generaciones puedan construir un mundo mejor.
Muchas gracias.
(Aplausos)
_________________________
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
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Atilio Borón
35
Hemos examinado en detalle este tema en “La verdad sobre la democracia capitalista”, en Socialist Register
2006 (Buenos Aires: CLACSO, 2006), pp. 45-78. en donde distinguimos cuatro niveles de desarrollo
democrático. El que es objeto de este análisis, y que predomina en casi todo el mundo, es el más elemental: la
(muy imperfecta y poco libre) “democracia electoral.” Una ampliación de esta tesis se encuentra en mi
Aristóteles en Macondo. Notas sobre el fetichismo democrático en América Latina (Córdoba: Editorial
Espartaco, 2009)
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Pensar la política desde los clásicos
sería una democracia porque en ese país, como en tantos otros, “los mercados secuestraron
a la democracia”, para usar la feliz expresión del dramaturgo norteamericano Gore Vidal.
- 64 -
Atilio Borón
o les asignan fondos para desarrollar proyectos específicos, casi siempre en el área de la
industria militar. ¿A ustedes les parece que eso puede ser un modelo de comportamiento
político democrático? Los que votan los subsidios o los contratos para la General
Dynamics, para que fabrique determinado tipo de aviones de guerra, son a su vez tenedores
de acciones por valores de 100 mil, 200 mil, 300 mil, hasta 1 millón de dólares. Con
variantes, la misma tendencia se observa en el parlamento británico y en el de otros países
europeos. Y ni digamos si hacemos un análisis de los parlamentos en América Latina, en la
Argentina de la “Banelco” o del “diputrucho” (para votar una nimiedad como la
privatización de Gas del Estado), o el “mensalao” de Lula en el Brasil, o el descarado nivel
de corrupción del congreso en Paraguay, cuyas manos están presentes en todos los
negociados que se produjeron en ese país. Hace falta otro modelo democrático, en donde
con referendos, iniciativas populares, plebiscitos, revocatorias de mandatos, el pueblo -ese
sujeto oculto de cualquier orden democrático- recuperó la capacidad de decisión que le fue
expropiada por sus representantes y las clases dominantes. ¿Por qué no se convoca al
pueblo a decidir sobre la legislación del aborto, el matrimonio igualitario, las retenciones,
los subsidios a las empresas, la minería de cielo abierto y todos los temas divisivos? ¿Por
qué tales cosas tienen que ser resueltas en función de la ecuación de fuerzas del
parlamento? ¿O por qué no preguntan si nos vamos o no nos vamos del Fondo Monetario,
del CIADI del Banco Mundial? En resumen: hay formas de representación política mucho
más genuinas que las que tenemos hoy, formas de protagonismo popular mucho más
participativas y periódicas; se puede tener un referéndum de este tipo cada mes, cada dos
meses o tres, agrupando los grandes temas e informando adecuadamente a la ciudadanía
para que sepa cuáles son las opciones. Yo creo que vamos en esa dirección porque el
formato de la democracia liberal, con sus múltiples mediaciones institucionales que diluyen
las preferencias del electorado, no sirve para el mundo de hoy, más complejo y con más
voluntad de participación y protagonismo de parte de la ciudadanía.
Sobre una pregunta, de qué lado viene este nuevo pensamiento, bueno yo creo que
toda la tradición marxista tiene mucho que ofrecer en ese sentido, y esto lo conecto con la
pregunta que hacía el señor allá. Una concepción materialista histórica no renuncia para
nada al planteamiento de una sociedad utópica, porque una utopía no es algo que es
irrealizable sino algo que históricamente –hoy, en las condiciones actuales- probablemente
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Pensar la política desde los clásicos
no sea viable pero eso no quita que pueda ser verosímil en el futuro. Cuando Tomas Moro
hablaba de esa jornada de trabajo reducida de 6 horas y del trabajo de todos, se decía que
era un producto típico de la utopía de su pensamiento. Pero, con el paso del tiempo, esa
utopía se fue cumpliendo: hoy en día la jornada de trabajo en algunos países, en algunas
ramas, por ejemplo en la producción metalúrgica en Alemania, es una jornada que no llega
ni siquiera a las 7 horas por día. Se acerca por lo tanto a la utopía de Moro. O sea que no es
imposible tener una concepción utópica, de una buena sociedad, a partir del materialismo
histórico. Y eso es una vertiente; la otra, muy importante, es la teología de la liberación.
Fue perseguida precisamente porque ha hecho aportes muy significativos, muy
cuestionadores del status quo. Creo mucho en todo el nuevo pensamiento ecologista, el
ecosocialismo; pero me apresuro a aclarar que no hay auténtica defensa del medioambiente
si no se denuncia y combate, al mismo tiempo, al capitalismo como la primera (¡y espero
que sea la última!) forma de organización económico-social que considera al medio
ambiente como una mercancía. Sólo se puede implementar una política de protección
ambiental recortando el despotismo del mercado. Si los gobiernos dejan que los capitalistas
actúen en relación al medio ambiente como un instrumento para valorizar el capital y, por
lo tanto, tomándolo como una mercancía más no hay manera de preservar la naturaleza.
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Mariano Aguas
Más allá de la mala prensa que pueda tener, la desconfianza resulta un tema a mi juicio útil
para discutir la cuestión de la legitimación política de cualquier proyecto sobre la Defensa
en el marco de orden democrático. A veces lo que puede parecer como una imposibilidad
para ciertas visiones integralistas del orden político y social, resulta precisamente una
herramienta insoslayable para la construcción de nuevas formas de gobernar la democracia.
Siguiendo algunas reflexiones del Prof. Rosanvallon propongo reflexionar sobre la
desconfianza de los modernos y ahora de los postmodernos para situar algunos problemas
de una política de Defensa.
Mi propuesta de hoy va a ser hablar de un tema que tiene que ver con la Escuela de
Defensa, que es la defensa justamente... El tema va a contrapelo de los estudios que
vinculan la política exterior con la defensa. A mí me preocupa el tema de cómo convocar,
rediscutir un esquema, una remoción y una renovación de la defensa argentina, dada su
historia y desde el contexto en el que nos encontramos, con respecto al estado del régimen
democrático. Entonces, la dimensión interna, no hay que olvidar que la defensa tiene que
ver con la defensa de algo. Ese algo tiene que ver, también, con el orden político que la
sociedad decide tener y darse. El tema de la desconfianza me parece que es un tema central
que cruza hoy la cuestión política y que está en el centro de la cuestión de la defensa. La
Defensa es antes que nada una cuestión política, y en torno a ello me gustaría citar algunas
problemáticas con respecto a esto. Esta es un poco la propuesta.
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Pensar la política desde los clásicos
en el mundo occidentalizado. Pero por el otro lado se vive la paradoja de que todas las
democracias reales son fuertemente criticadas. Entonces tenemos lo que decía Bobbio “la
democracia es, por un lado, un ideal, pero, por el otro, es un régimen empírico que se
encuentra en constate tensión con este ideal”. Y el tema de la desconfianza que a veces se la
presenta como una cuestión maligna, yo creo, que se le puede dar un tratamiento
interesante sobre todo si vamos un poquito para atrás y vemos dos tipos de desconfianzas.
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Mariano Aguas
Aquí Rosanvallon distingue entre dos niveles, o clases. Por un lado lo que él
llama la desconfianza histórica, liberal, la cual está expresada a la prevención del uso del
poder despótico, por eso el uso de la constitución, la idea, también, de la republica. La
división del poder tiene que ver con esto. Y por el otro lado, la desconfianza democrática.
Esto nos remite, según nos dice este autor, al tema de la fidelidad del poder a sus
compromisos. Lo que uno podría llamar en otras escuelas la “accountability”. Es decir,
cómo el poder instaurado, de alguna manera, sigue teniendo que dar pruebas de fidelidad a
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Pensar la política desde los clásicos
Todos estos son mecanismos, que sabemos que están en el centro de las
discusiones de la teoría de la democracia y los diseños institucionales, fundamentalmente a
partir de la gran crisis que tiene en los países más desarrollados occidentales en los años
sesenta y setenta la teoría democrática. La aparición de Teoría de la justicia de Rawls, la
cuestión de la democracia participativa, las teorías feministas, la excelente crítica de
MacPherson a la democracia liberal, etcétera, pone de nuevo esto en escena. Y un tema que
está relacionado sería en qué sociedades se dan estas cuestiones. Esto no es menor. A mi
criterio es un tema muy interesante para la comunidad de la defensa, y discúlpenme el
excurso aquí un segundo, tiene algo muy interesante. Los analistas de la defensa son como
muy estado-céntricos. Todo es el estado. Y este varía entre una especie de ser unicelular y
un Leviatán posmoderno, que todo lo puede. Todo sale de ahí. Y para pensar una política
de defensa basta pensar en el estado y los “ravioles” de la planificación.
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Mariano Aguas
podemos ser capaces de sostener nuestro propio modo de vida, dañando nuestro hábitat. El
tema de la desconfianza, obviamente, comprende una sociedad donde muchas instituciones
han entrado en crisis, entre ellas la del estado de bienestar, generando sociedades más
complejas y en donde la desconfianza en el otro va in crescendo afectando la cohesión
unión social y la confianza política.
Una segunda dimensión de la desconfianza social tiene que ver, obviamente, con
lo macroeconómico. ¿Qué premio Nobel puede hoy en día prever los ciclos económicos?
¿Se puede hacer una teoría económica como la que hizo Keynes en los 20? No, no se
puede. La planificación a largo plazo cada vez se hace más compleja.
La tercera cuestión tiene que ver lo vinculado a esta cultura posmoderna, que entre
otras ha relajado ciertos vínculos de solidaridad; ha relajado también los principios de
reordenamiento ideológico en las sociedades de masas que conocieron los partidos que
daban un sentido de pertenencia a los diferentes substratos de la sociedad que la
conformaban. El orden político está muchísimo más fragmentado y puesto en duda. Así
que hemos pasado de esta idea del Prometeo a Narciso y ellos son muy complejos para
crear acción colectiva. A menos que haya una promesa de juventud eterna en el fondo del
túnel, tenemos hacia adelante temas muy interesantes, la desconfianza es necesaria
trabajarla desde la academia y tomarla en cuenta como otra forma de hacer política. Porque
creo que si la entendemos mejor podemos obtener nuevos recursos para hacer política. Y
mejorar la calidad de vida como sociedad que practica la política y que, por lo tanto,
merece un horizonte de civilización.
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Pensar la política desde los clásicos
La historia está formada por un plano racional y comprensible al cual Hegel denomina la
Idea, con mayúscula. Por consiguiente, sólo podrá entenderse la vida política, sólo se
podrán entender los avatares del Estado y de las naciones, si las instituciones y las
personalidades que se presentan como los actores de la historia, son proyectadas sobre el
fondo de este plan racional que constituye la historia.
Por lo tanto, aquel que quiera saber qué es lo que está ocurriendo, la primera regla
que debe seguir, según Hegel, es ubicar la acción de las instituciones, de los partidos, el
parlamento, las instituciones represivas, el propio Estado, los liderazgos, etc. en el marco
histórico respectivo.
La historia es la representación de los esfuerzos del espíritu por realizarse, por
alcanzar la libertad. Aparece no sólo como un proceso, sino además, como un proceso que
tiene una dirección; puede decirse que el curso de la historia tiene un destino, un fin, no un
final, porque la historia no termina nunca, corresponde a un eterno devenir, al tránsito vital
de la existencia.
Los hombres en su paso por ella no son sino personajes, instrumentos del propio
proceso histórico. Cuando Hegel utiliza la metáfora “la astucia de la razón”, quiere decir
que la razón es la que conduce el proceso histórico y utiliza a los hombres y mujeres que
suponen son los autores de la historia, como personajes para los fines que la historia misma
se ha planteado.
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Antonio Sanles
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Pensar la política desde los clásicos
Reconoce que el pasado era un mundo donde no reinaba la libertad, y el proyecto histórico
aspira a la universalidad.
El elemento del espíritu universal en lo que concierne a la historia universal es la
realidad espiritual, tanto en su interioridad como en su exterioridad. La historia universal
no es sólo tribunal o necesidad abstracta de su destino, sino que constituye el despliegue y
realización del espíritu universal, en tanto desarrollo de la razón, de la autoconciencia y de
la libertad.
La historia del espíritu es su acción y ésta consiste en aprehenderse a sí mismo, para
luego enajenarse y volver a aprehender lo formalmente explicitado, retomándolo así en un
estadio superior.
En la obra del espíritu universal, los Estados, los pueblos e individuos, llevan a cabo
su despliegue de acuerdo a su propia realidad, de la cual son conscientes, pero al mismo
tiempo son instrumentos inconscientes del espíritu en y por sí, que prepara el pasaje al
estadio siguiente.
En la esfera de la realidad, los estados o los individuos transitan por distintas
circunstancias (justicia, injusticia, independencia, felicidad, violencia, etc.) a las que
asignan determinado valor o significado. Pero todo esto, para la historia universal, es
imperfecto y sólo adquiere su derecho absoluto en cuanto momento de la Idea del espíritu
universal que se hace presente en ese tiempo y lugar.
La existencia geográfica y antropológica del espíritu corresponde al desarrollo de
las múltiples e independientes realidades o principios naturales inmediatos de los cuales, a
cada pueblo le corresponde uno de ellos.
El pueblo destinado a cumplir su principio natural correspondiente, será el pueblo
dominante en esa época determinada, y sólo una única vez en la historia. Como pueblo
histórico experimentará el desarrollo de su principio, para alcanzar su autoconciencia y
entrar así, en la historia universal, para luego experimentar su decadencia, en tanto que otro
pueblo inicia su despliegue.
Los individuos o subjetividades que realizan lo sustancial, no constituyen ni el
objeto ni el fin del espíritu universal, y sólo reciben la parte de honor y reconocimiento que
les corresponda de la gloria inmortal.
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Antonio Sanles
“Un pueblo no es inmediatamente un Estado” (§349 Hegel 1988), para ello debe
transitar la realización formal de la Idea en ese pueblo. Su autonomía no es soberanía si no
adquiere para sí y para los demás, una legalidad objetiva.
El contenido de aquello, cuyo reconocimiento en el momento de lucha, se pretende
imponer representa el rasgo distintivo de significación para la historia universal.
El camino del espíritu para liberar su conciencia de la inmediatez natural, reconoce
cuatro principios:
1. revelación inmediata, corresponde al espíritu sustancial, a la identidad, y no tiene
por sí ningún derecho.
2. es el saber de ese espíritu sustancial, el ser por sí como forma viviente (la bella
individualidad ética)
3. es la profundización del ser que se sabe por sí y desemboca en la universalidad
abstracta y al mismo tiempo en la oposición infinita contra la objetividad.
4. es la reconciliación de la oposición del espíritu con la objetividad.
El correlato histórico de esos cuatro principios está representado por el mundo
oriental, el mundo griego, el mundo romano y el mundo germánico.
El mundo oriental supone una visión del mundo sustancial derivada de la autoridad
patriarcal, indivisa, que asume la totalidad del poder, sin lugar para la personalidad
individual. En su interior todo es fijo, tal como lo evidencia el sistema de castas, en tanto
que el movimiento, tiene lugar hacia el exterior a través de la devastación.
El mundo griego conserva todavía la unidad sustancial de lo finito e infinito, pero
sólo como residuo de la tradición. Surge la espiritualidad individual pero no alcanza aún la
subjetividad de la autoconciencia.
En el mundo romano se produce la diferenciación entre la autoconciencia, personal
privada y la universalidad abstracta. Está basada en la contraposición entre las formas
aristocrática y democrática. “Todos los individuos son degradados al nivel de personas
privadas, de iguales con derechos formales, a los que únicamente mantiene unidos un
arbitrio abstracto llevado a lo monstruoso” (§357 Hegel 1988)
En el mundo germánico el espíritu rescata el principio de unidad de la naturaleza
humana y divina, como reconciliación entre la libertad y la verdad objetivas. Esto da lugar
al surgimiento de dos reinos: el mundano y el intelectual. El primero representado por la
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Antonio Sanles
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espectadora, hay unos pocos que de manera activa, asumen un rol, aún cuando en realidad
se transformen en instrumentos del propio sentido de la historia.
Ese sentido tiene como objetivo la libertad, pero los caminos y los recorridos son
muchos y cambian permanentemente su orientación, de manera que puede creerse que se
está encaminado hacia delante y en ese mismo momento se está retrocediendo. No obstante,
la visión de Hegel es optimista, porque siempre el curso apunta hacia la realización
superadora del universal.
Ante la extrañeza que ocasionan ciertos momentos de la historia, a través de la
astucia de la razón se retomará el rumbo, las formas se pueden expresar de muy distintas
maneras, desde diferentes tipos de liderazgos personalizados, partidos políticos,
movimientos sociales, fuerzas políticas y manifestaciones impensadas o no imaginadas,
teniendo en cuenta que la historia tiene una capacidad creativa infinita, debe recordarse
que es permanente fluir.
Pero la historia no termina nunca y en su recorrido, se abre paso en función de un
proyecto que el hombre como sujeto histórico se propone, desde un horizonte que se
convierte en deseo, en utopía, que en Hegel implica la búsqueda de la realización de la
libertad como totalidad.
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Antonio Sanles
sujeto, la pérdida de sentido, la falta de memoria, la ausencia del deseo, el agobio del
consumo.
Por lo tanto resulta útil recurrir al pensamiento de Hegel para poner de manifiesto la
infinitud de la historia y la necesidad de tener presente que los caminos a recorrer tienen un
final abierto, más allá que algún cancerbero quiera interponerse.
Bibliografía
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El objetivo de esta breve intervención es presentar la temática del Estado desde la teoría de
Marx. La propuesta es, entonces, analizar qué herramental nos legó Marx para reflexionar
sobre la estatalidad, así como ver cuán vigentes siguen esas herramientas en nuestros días
para pensar, y pensarnos.
Sabemos que la problemática del Estado ha dado lugar a una profusa e incontable
producción bibliográfica -académica y no-; y no es menos cierto esto en lo referente a la
teoría marxista. Sin embargo, asumiendo que compartimos el interés en torno a estas
cuestiones, parece interesante volver a pensar, una vez más, el Estado a partir de Marx. No
es lugar ni momento ni intención de quien les habla (escribe) repetir de memoria menciones
aisladas, ni extensas parrafadas inconducentes (aunque sí resultará de utilidad remitir a
algunas obras desde las cuales será abordado el tema en esta intervención).
Por el contrario, la invitación es a re-pensar algo muy primario, muy elemental, pero
a mi entender, fundamental: ¿qué es el Estado, bajo la óptica marxista?
Ante todo, intento partir de un supuesto que podríamos calificar de metodológico, y
es no pensar al Estado como una cosa, sino como un entramado de relaciones que tienen
lugar en –valga la redundancia- un tiempo y un espacio determinados. El Estado no flota
en el vacío, sino que está impregnado de las relaciones de dominación que se dan
“socialmente”. El Estado es expresión, forma y contenido de relaciones sociales opresivas.
Baste para ello una lectura de textos “clásicos” de Marx, tales como el Manifiesto del
Partido Comunista, el XXVIII Brumario de Luis Bonaparte, o el famoso Prólogo a la
Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859. Es necesario abandonar toda
pretensión de entender al Estado como esfera separada del “mercado” o de la “sociedad”.
Por el contrario, éstos no son sino facetas, o “momentos” dentro de la vida social toda.
Por eso, toda vez que pensamos al Estado, no podemos evitar adjetivarlo: el Estado es
un Estado Capitalista. El Estado (Capitalista), tal como nos recuerda Engels “[…] no es un
campo independiente, con un desarrollo propio, sino que su existencia y su desarrollo se
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María Laura Eberhardt
explican, en última instancia, por las condiciones económicas de vida de la sociedad […]”
(1971: 54). Existe Estado en la medida en que existen socialmente relaciones de opresión
de hombres sobre hombres -que genéricamente podemos denominar relaciones de
producción- que es necesario “encauzar”, mantener a raya, impedir que franqueen
determinados límites que pondrían en peligro el sistema todo. En términos de Marx,
relaciones de propiedad, relaciones de clase.
Esto significa que el Estado es intrínsecamente capitalista, ontológicamente
capitalista. No “se hace” capitalista, y no lo es más o menos porque en él “haya
burgueses”. El Estado ES capitalista en la medida en que su leit motiv, su razón de ser, es
el sostenimiento en el largo plazo de esas condiciones que lo hacen posible: las relaciones
capitalistas de explotación36.
¿Esto significa pensar al Estado como un mero instrumento, una herramienta que
funciona PARA la clase dominante? En absoluto. No se trata de un instrumento, en la
medida en que “instrumento” sería un bisturí: puede usarse para matar a alguien o para
salvar vidas. Si lo entendiéramos bajo esa óptica, el Estado sería concebido como “algo
neutral”. Con esto, nos estaríamos pasando por alto los supuestos que comentamos antes:
1- El Estado no es algo, no es una cosa, sino un entramado de relaciones
sociales coaguladas en un tiempo-espacio siempre dinámico, una arena de conflicto;
y por ser producto del conflicto, está él mismo impregnado en sus entrañas de
conflicto; y
2- El Estado es per se capitalista. Es producto de esa lucha de clases
cuando ha llegado a un punto en que el propio sistema requiere, para su
supervivencia, de un actor que, de manera aparentemente neutral, a la manera del
árbitro imparcial que es el Estado lockeano, dirima las controversias entre los
miembros de la sociedad.
No lo es. El Estado no es neutral, ni podría serlo: existe para garantizar las
condiciones capitalistas en cuanto tales, independientemente de –y en determinados
momentos, incluso a costa de- los capitalistas individuales.
36
Nos recuerda Marx en la Crítica al Programa de Gotha: “[…] los distintos Estados de los distintos países
civilizados, a pesar de sus confusas diferencias de formas, tienen todos en común el hecho de asentarse sobre
la moderna sociedad burguesa, que sólo se diferencia por el mayor o menor desarrollo capitalista. Por ello,
ciertos caracteres especiales les son comunes.” (1973: 50)
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¿Esto significa, entonces, que todos los Estados son iguales? Para nada. Las
características de esa opresión, así como el rol que el Estado asuma en cada momento,
dependerán de las circunstancias históricas concretas, propias de distintos espacios y
tiempos: “El ‘Estado actual’ varía de acuerdo con las fronteras” (Marx, 1973: 50). De más
está decir que esas mismas circunstancias no están dadas de una vez para siempre –lo que
nos haría caer en otra de las lecturas sesgadas de Marx que mencionamos antes- sino que,
como nuestro autor afirma en sus Tesis sobre Feuerbach, van modificándose a partir de la
praxis, de la acción humana reflexiva y transformadora37.
37
Me tomo la licencia de volcar aquí, al menos en parte, la Tercera de las Once Tesis sobre Feuerbach: “La
teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y por tanto
hombres modificados, producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las
circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado.
[…] La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse
y entenderse como racionalmente como práctica revolucionaria.” (1971: 64)
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María Laura Eberhardt
38
“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la
realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual.”
(Marx y Engels, 1959: 36)
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dan sustento. Pero sí conviene tener presente que no todos los Estados son lo mismo en
cualquier tiempo y lugar. Y saber leer esas circunstancias, y actuar en consecuencia es, sin
duda, estar haciendo política. Tal como afirma Zizek: “Si uno no tiene una idea de con qué
reemplazar al Estado, no tiene derecho a sustraerse/apartarse del Estado. En lugar de
retroceder a cierta distancia del Estado, la verdadera tarea debería consistir en hacer que el
Estado mismo funcionara de un modo no estatal.” (2010: 242)
Ese lugar-no lugar de la política, que según algunos autores Marx clausura, esa pura
posibilidad, esa latencia, ese imposible-posible, es un agudo acicate para la lucha
transformadora, es una profunda interpelación a la acción, al pensamiento, a la voluntad.
Es también, por eso mismo, una promesa.
Bibliografía
Badiou, Alain (2010) “La idea del comunismo” en Analía Hounie (comp) (2010) Sobre la
idea del comunismo. Badiou Alain, Negri Negri, Rancière Jacques, Zizek Slavoj y otros.
Paidós. Buenos Aires.
Engels, Friedrich 1888 (1971) Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana.
Anteo. Buenos Aires.
Marx, Karl 1845 (1971) “Tesis sobre Feuerbach” en Engels Friedrich (1971) Ludwig
Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana. Anteo. Buenos Aires.
Marx, Karl 1891 (1973) Crítica al Programa de Gotha. Anteo. Buenos Aires.
Marx, Karl y Engels Frederich 1845 (1959) La ideología alemana. Ediciones Pueblos
Unidos. Montevideo.
Zizek, Slavoj (2010) “Cómo volver a empezar… desde el principio” en Analía Hounie
(comp) (2010) Sobre la idea del comunismo. Badiou Alain, Negri Negri, Rancière
Jacques, Zizek Slavoj y otros. Paidós. Buenos Aires
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Entre los griegos, todo lo que el pueblo tenía que hacer, lo hacía por sí mismo; y así
continuamente se hallaba reunido en las plazas. Es cierto que vivían en un clima
templado, no tenían codicia, los esclavos trabajaban por ellos, y su principal negocio
era su libertad (Rousseau, 2004)
39
Aclaración: las citas textuales de Rousseau (2004) no llevan número de página porque son extractos de su
libro publicado vía web, y, por lo tanto, sin distinción de páginas. Libro completo disponible en
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Rousseau/RousseauContrato01.htm#L3.
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María Laura Eberhardt
Voluntad General del segundo, no tendría más actividad que aquella y dejaría a la voluntad
particular en toda su fuerza (Rousseau, 1998:89–90).
Esta distinción de intereses y de voluntades entre cuerpo legislativo y ejecutivo
dejaba ver el lugar relegado y, hasta peligroso, que la representación ocupaba en la teoría
rousseauniana, la cual, siendo inconcebible respecto de la Voluntad General soberana, era
aceptable y factible sólo para la función ejecutiva, absolutamente secundaria y subordinada:
Los diputados del pueblo no son ni pueden ser sus representantes. Son tan sólo sus
comisarios y no pueden resolver nada definitivamente. Toda ley que el pueblo en
persona no haya ratificado es nula, y ni siquiera puede llamarse ley. El pueblo inglés
cree ser libre, y se engaña; porque tan sólo lo es durante la elección de los miembros
del parlamento. Después de que éstos están elegidos, ya es esclavo, ya no es nada. El
uso que hace de su libertad en los cortos momentos en que la posee, merece por cierto
que la pierda (Rousseau, 2004)
La soberanía no puede ser representada, por la misma razón por la que no puede ser
enajenada. Consiste en la voluntad general, y la voluntad no se representa porque, o
es ella misma, o es otra; en esto no hay término medio (Rousseau, 2004)
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negocios de esta clase, porque como la suma de la dicha común proporciona una
porción más considerable a la de cada individuo, no debe buscar tanta en los cuidados
particulares. En un Estado bien arreglado cada cual corre a las asambleas; bajo un mal
gobierno, nadie quiere dar un paso para ir a ellas, porque nadie toma interés en lo que
se hace, pues se prevé que la voluntad general no será la que dominará, y en fin
porque los cuidados domésticos ocupan toda la atención. Las buenas leyes hacen
dictar otras mejores, las malas son seguidas de otras peores. En el momento en que,
hablando de los negocios del Estado, alguno diga, "¿qué me importa?", se ha de
contar con que el Estado está perdido (Ídem)
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representativo devino, para Constant, en “el único que puede proporcionarnos hoy cierta
libertad y tranquilidad”, el que, siendo “un descubrimiento de los modernos”, “fue
prácticamente desconocido entre las naciones libres de la Antigüedad” (:1).
Su postura era aquí opuesta a la de Rousseau, quién, a su criterio, confundía ambas
libertades, causando infinitos males a pesar de sus nobles intenciones, y es que
pedir a los pueblos de estos días que sacrifiquen, como los de antes, la totalidad de
su libertad individual a la libertad política, es el medio más seguro para apartarles de
la primera y, cuando eso se haya logrado, no se tardará en arrancarles la segunda
(Ídem)
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obstante, del espíritu antiguo retomado por Rousseau de libertad entendida como
involucramiento personal en los asuntos públicos comunes, que, con el tiempo, será
traducido desde una participación directa a otra indirecta y semi-directa. Los avances que se
irán acumulando en esta senda, terminarán por conducir, así, a la incorporación de los
mecanismos semi-directos de participación ciudadana adoptados por las llamadas
democracias participativas y deliberativas.
Otro de los autores que recupera el valor de la participación ciudadana personal y
activa respecto de la decisión sobre la cosa pública en el marco de las modernas repúblicas
representativas es Tocqueville (1980).
También perteneciente a la tradición liberal, entiende a la democracia como un
principio de organización social, el que puede o no estar acompañado por instituciones
acordes con la edificación de la libertad, esta sí, propia del ámbito político.
No sin temor, observa el irrefrenable avance del principio democrático de
organización social en tanto voraz tendencia igualitaria presente en la auto-percepción de
los individuos modernos, contundentemente peligroso en dos sentidos: uno, en la posible
derivación en una tiranía de la mayoría, donde la opinión legislativa o popular del mayor
número se convierta en ley indiscutible y acalle o aísle las opiniones minoritarias; y, dos, en
la desvirtuación hacia un despotismo de nuevo tipo, con su característica concentración del
poder en la cumbre, facilitada por un desapego general de la población respecto de los
asuntos públicos comunes, producto del individualismo creciente de ciudadanos auto
percibidos como iguales, autorreferenciales, autosuficientes e independientes. Así, la
prevención y defensa sugerida contra ambas amenazas radicará, como se verá en breve, en
la multiplicación y el fortalecimiento de instituciones que habiliten una real participación
ciudadana en resguardo y aseguro de la libertad política.
Libertad e igualdad resultan, así, ser dos valores propios de ámbitos diferentes: el
orden político para la primera y el social para la segunda. Siendo la igualdad el valor
democrático por excelencia, propio de una sociedad en la que sus individuos ya no toleran
la mínima instancia de privilegio tras el aniquilamiento del antiguo orden feudal, la libertad
pasa a un segundo plano, pudiendo ser incluso sacrificada en manos de un tirano que
garantice condiciones de opresión igualitarias para todos antes que soportar la instalación
de instituciones libres pero sustentadas en algún orden de diferencia.
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El ámbito más propicio para el cultivo y florecimiento de tal interés bien entendido
es la administración municipal; espacio más acotado, cotidiano y tangible para el ciudadano
que el del ajeno y distante gobierno nacional o centralizado; que habilita un espacio óptimo
para el ejercicio práctico de la libertad política desde la participación popular activa,
efectivo freno opuesto contra las tendencias democráticas naturales de concentración y
ejercicio arbitrario del poder en despotismos o tiranías.
Por mucho que se deje arrastrar por sus pasiones, que pudiese ser la mayoría
nacional; por ardiente que sea en sus proyectos, no podría hacer que en todos los
lugares, de la misma manera y en el mismo momento, todos los ciudadanos se
sometan a sus deseos. Cuando el gobierno central que la representa ha ordenado
soberanamente, debe atenerse, para la ejecución de su mandato, a agentes que a
menudo no dependen de él y que no puede dirigir a cada instante. Los cuerpos
municipales y las administraciones de los condados forman como otros tantos
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escollos ocultos que retardan o dividen la ola de la voluntad popular. Aunque la ley
fuera opresiva, la libertad encontraría todavía un abrigo en la manera de ejecutar la
ley; y la mayoría no podría descender a los detalles y, si me atrevo a decirlo, a las
puerilidades de la tiranía administrativa. Ni siquiera imagina que puede hacerlo,
porque no tiene la entera conciencia de su poder. No conoce todavía más que sus
fuerzas naturales, e ignora hasta dónde el arte de gobernar podría extender sus límites
(Tócqueville, 2009b)40
Tal revalorización tocquevilliana del ámbito municipal, donde se asientan los temas
más candentes y movilizadores para el involucramiento público del ciudadano medio, y,
por tanto, óptimo a los fines de la participación ciudadana, enmarca perfectamente la
actualmente sostenida ventaja del entorno local sobre el nacional para la incorporación y el
ejercicio de la participación ciudadana por canales semi-directos.
Y tal identificación del interés particular con el interés común, aunque limitado a un
cierto espacio, sólo puede darse en ámbitos municipales, donde las cuestiones que afectan a
cada uno de sus habitantes son similares entre sí y coinciden con las generales de la ciudad,
espacio más acotado, tangible y homogéneo que el nacional.
40
Aclaración: las citas textuales de Tocqueville (2009 a y b) no llevan número de página porque son extractos
de un libro publicado en web, y, por lo tanto, sin distinción de páginas. Artículo completo disponible en
http://www.laeditorialvirtual.com.ar
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Contrariamente,
41
Concepto novedoso moderno, cuyo fin, a diferencia de la guerra, es y ha sido la libertad y que nos conduce
al problema del origen; (Arendt, 2004: 12 y 25).
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Tal invasión del espacio público de la libertad por parte de la coacción, la violencia,
los fines instrumentales de satisfacción de necesidades sociales vitales, propias de la labor
de reproducción de la vida, y cuyo ámbito era el del mundo privado y el dominio de la
necesidad, destruyó cualquier posibilidad para la participación ciudadana libre y, en
definitiva, para la política.
Reflexiones finales
A pesar de que en la actualidad no resulta viable (ni ciertamente deseable) plantear
con seriedad la posibilidad de retornar a alguna especie de organización política al estilo
antiguo de las democracias directas, sino que, por el contrario, se está inmerso en un
ineludible escenario de tipo representativo, del que no es posible escapar dadas las enormes
dimensiones, complejidad y heterogeneidad de los Estados modernos; dicho escenario
indirecto se encuentra hoy, sin embargo, experimentando una fuerte crisis.
Es por lo mismo que, aceptada la cierta adecuación de la forma representativa de
organización moderna; asumida la impracticabilidad actual de las utopías rousseauniana y,
aunque un tanto atenuada, arendtiana; y considerando las propuestas de un cierto equilibrio
representativo-participativo constantiana y tocquevilliana; es preciso ahondar en el estudio
sobre el estado presente de las democracias, a fin de revisar el grado de legitimidad que
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María Laura Eberhardt
conservan sus sistemas representativos de gobierno, al igual que sus perspectivas futuras de
subsistencia.
La llamada “crisis de representación” por la que tales Estados atraviesan, tan
evocada en estos tiempos, aparece; a cuyas propuestas diversas de solución se abocaron los
autores contemporáneos participativos y deliberativos; como un contundente
cuestionamiento a los cimientos mismos de las democracias representativas vigentes, en
torno de sus instituciones electoral-partidarias principales, y en nombre de un sostenido y
difundido reclamo por la apertura de nuevos espacios de participación ciudadana, al mejor
estilo de la democracia directa, y en línea con el espíritu rousseauniano y arendtiano de
concebir a la participación y a la libertad políticas.
Bibliografía
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Pensar la política desde los clásicos
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Miguel Ángel Rossi
42
Sería realmente una ingenuidad pretender agotar en éstas páginas los pensamientos políticos de los autores
propuestos, la idea de nuestro trabajo es simplemente esbozar algunas líneas argumentativas en lo tocante a
relacionar los conceptos de naturaleza humana y gracia divina como núcleos de legitimación de la teoría
política medieval.
43
Versión en castellano del artículo en portugués que publica la Universidad Fluminense de Rio de Janeiro.
(En prensa).
44
Uno de los tópicos constitutivos de la teoría política clásica está dado por la tensión entre nómos y physis.
En la polémica de Platón con los sofistas dicha problemática aparece en todo su esplendor. Un Platón
empeñado en justificar la existencia de leyes naturales en oposición a gran parte de la sofística que muestra el
carácter meramente convencional de las leyes.
45
Cfr. “Por eso los griegos no quieren llamarse a sí mismos esclavos, sino a los bárbaros, y cuando dicen esto
no pretenden hablar de otra cosa que del esclavo por naturaleza, como dijimos desde el principio;…”(Pol. I,
61255ª).
46
Cfr. “Ahora bien si el derecho no tiene como fundamento la naturaleza, todas las virtudes desaparecerán.”
(Sobre las leyes, I, 43).
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Pensar la política desde los clásicos
Resulta obvio que el primer paradigma de gran importancia que emerge en la Edad
Media, es el agustiniano. Incluso Agustín es quien constituye la primera gran síntesis de los
siglos anteriores.
- 104 -
Miguel Ángel Rossi
en consecuencia, las relaciones de dominación y coerción sin las cuales será imposible
pensar la política. Pero vayamos a una cita agustiniana de capital importancia:
Esto es prescripción del orden natural. Así creó Dios al hombre. Domine, dice, a
los peces del mar, y a las aves del cielo, y a todo reptil que se mueva sobre la
tierra. Y quiso que el hombre racional, hecho a su imagen, dominara únicamente a
los irracionales, no el hombre al hombre, sino el hombre a la bestia. Este es el
motivo de que los primeros justos hayan sido pastores y no reyes. Dios con esto
manifestaba qué pide el orden de las criaturas y qué exige el conocimiento de los
pecados. El yugo de la fe se impuso con justicia al pecador. Por eso en las
escrituras no vemos empleada la palabra siervo antes de que el justo Noé castigara
con ese nombre el pecado de su hijo. Este nombre lo ha merecido, pues, la culpa,
no la naturaleza. (CD, XIX, 15)47.
Sin embargo, y con toda la radicalidad que el pecado posee para Agustín, es
relevante hacer notar que aquél no logra anular la marca de lo divino en la naturaleza
humana, pues aún en estado de pecado, el hombre sigue sintiendo, anhelando la comunión
con su creador. Asimismo, en términos más políticos que metafísicos, Agustín insiste en
que el hombre es sociable por naturaleza al tiempo que insociable por la introyección del
pecado original. Vale decir, la naturaleza humana se caracteriza por el atributo de una
sociable-insociabilidad. Desde esta perspectiva, y este fue uno de los supuestos que
asumimos, creemos que el registro de la sociabilidad se juega en una dimensión
enteramente ontológica48, mientras que el registro de la insociabilidad se juega en un
registro moral, lo que nos hace entrar de lleno en el problema del libre arbitrio.
Así como el pecado original es una categoría central, también hay que puntualizar
que en relación a este, casi como instancias que se reclaman mutuamente, emergerá otra
noción central, la gracia divina. Vale decir, el auxilio de Dios, sin el cual la voluntad
humana, como facultad del querer y quebrantada por el pecado, no tendría la fuerza de
47
Edición utilizada: Agustín. La Ciudad de Dios. Madrid, B.A.C, 1958.
48
Por dimensión ontológica entendemos que todo ente creado por Dios reviste el sello de su bondad; todas las
cosas son buena porque fueron creadas por Dios. Para Agustín el mal sólo puede entenderse como privación
de un bien, pero Agustín no le otorga al mal un status ontológico. Esa es la razón de que la insociabilidad
pueda entenderse como una privación o carencia de la sociabilidad, pero el término que denota
axiológicamente es la sociabilidad. De ahí su ontología.
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Pensar la política desde los clásicos
reponerse y orientarse, en consecuencia, por los valores sagrados. Sin embargo, esta será
una diferencia importante con respecto a Lutero. Agustín cree que la gracia divina vuelve a
fortalecer en el hombre la capacidad de realizar un buen uso de su libertad, pero el libre
arbitrio cae del lado antropológico y no divino, como es el caso del reformador protestante.
En primer lugar, se trata de una teología y no de una filosofía, pues la historia para
Agustín es, ante todo, y por no decir únicamente, historia de salvación o condenación.
Asimismo, el protagonista de la historia son todos los hombres, la humanidad en su
conjunto, hombres del pasado, presente y futuro. Sin embargo, no todos protagonizan la
historia del mismo modo, pues ella está atravesada por dos tipos de ciudades y dos tipos de
ciudadanos: la Ciudad de Dios y la Ciudad del Diablo y, respectivamente, los ciudadanos
de la Ciudad de Dios y los ciudadanos de la Ciudad terrena o Ciudad del Diablo.
Por otro lado, es importante advertir que para Agustín, y aquí habría una diferencia
sustancial con Tomás, ningún ámbito de la realidad puede pensarse independientemente de
la providencia divina, al punto de legitimar una auténtica teocracia. Es decir, los hombres
no tienen escapatoria en lo que respecta a alistarse en algún tipo de ciudadanía. O se es
habitante de la Ciudad de Dios, o de la Ciudad Diablo, pero no existe una tercera
posibilidad.
- 106 -
Miguel Ángel Rossi
por tierra la sentencia socrática del conócete a tí mismo, en tanto la existencia del pecado
original enturbia la posibilidad de un conocimiento pleno; de ahí la sentencia que sólo Dios
puede conocer absolutamente las intenciones humanas.
49
Cfr. “Por lo que atañe al importante problema de la esencia y la justificación del Estado según San Agustín,
las divergencias en los pareceres de los autores giran principalmente en torno a la relación que el Estado
guarda con el pecado. Según la índole que a tal relación atribuyan, cabe dividir las interpretaciones en
interpretaciones “pesimistas” y “optimistas”, dejando margen unas y otras a matices y actitudes intermedias,
como las de quienes señalan en el propio espíritu de San Agustín contradicciones, o, por lo menos,
vacilaciones.” (Antonio Truyol Serra. El Derecho y el Estado en San Agustín. Madrid, Editorial Revista del
Derecho Privado, 1944, p.112).
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Pensar la política desde los clásicos
familiar. Dicha interpretación será seguida por Tomás. B) La interpretación negativa del
Estado: señala que el Estado es producto del pecado original y reviste el sello de aquél.
Dicha visión fue hegemónica durante el primer período de la patrística, y se hace eco del
martirio de los cristianos a manos del Imperio Romano. C) La interpretación ecléctica del
Estado: nosotros asumimos dicha perspectiva. La misma sostiene que el Estado es producto
del pecado original pero al mismo tiempo una suerte de paliativo a ese estado de pecado.
En otros términos, y como hicimos referencia anteriormente, de no existir el Estado se
podría incurrir en una guerra de todos contra todos. En esta interpretación se hace una
analogía entre el Estado y la venida de Cristo, en tanto Cristo vino al mundo por el pecado
original y a su vez, nos redimió de aquél.
Como bien señala José Luís Romero en su excelso texto Estudio de la mentalidad
burguesa, los inicios de la modernidad podrán rastrearse a partir del siglo XII,
especialmente en lo que respecta al surgimiento de un gran intelectual que, utilizando una
terminología hegeliana, encarna el espíritu de la época. Se trata de la figura de Abelardo.
Así, señala Romero que Abelardo es el primero en Occidente que capta la subjetividad
burguesa50. Razón de sobra tiene el autor argentino, si nos atenemos a que Abelardo esboza
una ética de la intencionalidad, ética que pone en jaque al esquema medieval tradicional,
pues Abelardo sostendrá que el pecado51 ya no reside en la referencia al acto, o en
correspondencia a una axiología objetivista y exterior a la voluntad, pues pecado es para
Abelardo el consentimiento del querer de la voluntad consigo misma. Incluso el pecado no
consistirá en el deseo, que por otro lado comienza a naturalizarse, sino en el consentimiento
a aquel, con lo cual el primado de la subjetividad entra en escena. Asimismo, también será
Abelardo quien protagonice una de las polémicas más interesantes de la Edad Media,
diatriba que tendrá su punto más álgido en las postrimerías del siglo XIV, siendo el siglo
XII un camino insoslayable. Se trata de la polémica de los universales: la lucha entre
realistas y nominalistas. Al respecto, es sugerente la denominación que estos últimos hacían
de sí mismos, llamándose modernos, término que es acuñado por primera vez en el
Medioevo. Aunque tal vez resulte obvio, no está demás señalar que los realistas son los
neoplatónicos que acreditan en la existencia ontológica de los universales, mientras que los
nominalistas sostienen que los universales son meros nombres, incluso nombres arbitrarios,
50
Cfr. José Luís Romero. Estudio de la Mentalidad Burguesa. Buenos Aires, Alianza, 1996.
Se recomienda dicho texto como un estudio pormenorizado que rastrea el surgimiento de la Modernidad a
partir de los siglos XI y XII.
51
Cfr. “Por pecado entendemos propiamente este mismo consentimiento (lo dice en relación al vicio que tiene
que ver con la inclinación), es decir, la culpa del alma por la que ésta es merecedora de la condenación o es
rea de culpa ante Dios.” (Conócete a ti mismo. Cap.I).
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Miguel Ángel Rossi
pero carentes de status ontológico. Es decir, para los nominalistas las únicas realidades
posibles son los entes individuales.
Por lo dicho anteriormente, ya podemos inferir como en el contexto del siglo XII
emerge la noción de individuo, al tiempo que en términos foucaultianos, cierta
intelectualidad del siglo XII se percata que las palabras traicionan a las cosas. A dichas
premisas, habría que agregar el surgimiento de las grandes ciudades, ya con sentido urbano,
unido a las majestuosas catedrales, los colegios catedralicios, en donde la enseñanza de los
oficios estará a la orden del día y a partir del ellos, una innovación que nos atañe
particularmente, la creación de la universidad. Toda esta constelación presente en dicho
horizonte afirmará aún más su presencia, sobre todo en algunos aspectos, en el siglo de
Tomás, el siglo XIII.
Un aspecto decisivo que encontramos en este siglo, es nada más y nada menos que
el retorno de los escritos de Aristóteles a Occidente, especialmente: Metafísica, Etica y
Política. La entrada a escena de Aristóteles no puede definirse solo en términos de una
mera perspectiva teórica o intelectual. Ella es, ante todo, un cambio de paradigma radical,
una metamorfosis decisiva sin el cual la burguesía europea jamás se hubiese desarrollado,
aunque también podemos postular lo contrario, siendo un contrario no contradictorio. Es
decir, porque en la práctica comenzaron los primeros movimientos burgueses es que se
dieron las condiciones de posibilidad a desarrollos teóricos que legitimaron el primado de
la naturaleza en el sentido más empírico y contingente de término, una naturaleza que en el
esquema platónico estaba desterrado al plano de la multiplicidad, el engaño y la doxa.
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Pensar la política desde los clásicos
Pero retomemos, ahora, la cuestión del vínculo entre naturaleza, naturaleza humana
y gracia divina. En oposición al pesimismo agustiniano, que considera una naturaleza
humana corrompida por el pecado original, es claro el optimismo tomista sustentado en
habilitar una dimensión natural. Sin embargo, pecaríamos de ingenuos si postulásemos que
Tomás relativizaría la impronta del pecado original, pero lo cierto, y a diferencia de
Agustín, recordando también la contraposición entre Hobbes y Locke53, Tomás apuesta,
siguiendo a Aristóteles, que el hombre es un ser social por naturaleza, hecho que el pecado
original no logra desestructurar. En tal sentido, subyace la idea tomista que la gracia de
Dios no anula la naturaleza humana, sino que la potencia, la perfecciona, la eleva. Aquí hay
un auténtico sentido de trascendencia, luego veremos, en oposición a Tomás, la importancia
que Lutero le asigna a la idea de inmanencia.
Retomemos la cuestión del orden, que en el caso de Tomás se dio a conocer como
teoría del doble orden: el orden horizontal, al cual hicimos referencia anteriormente, se
piensa como la organización social, siendo para Tomás el hombre un animal social (aquí se
aprecia la relectura tomista de Aristóteles), y el orden vertical, que apunta hacia la
trascendencia y tiene por finalidad suprema la vida eterna. Al respecto, coincidimos con la
postura de Ullmann en lo que atañe a ver en Tomás un punto de inflexión para pensar la
autonomía de la política, pero también creemos que el especialista medieval relativiza la
importancia que Tomás le asigna a una teoría que posee una autonomía relativa, pues
52
Cfr. “Tomás de Aquino no sólo fue el primero en reintroducir, en teoría, el concepto de ciudadano (como
distinto del de súbdito), sino que también –y sobre la misma base aristotélica– inició la ciencia política
propiamente dicha. Para él, scientia política era el conjunto de conocimientos relativos al gobierno del Estado,
al que denominaba civitas o civilitas”.(Walter Ullmann. Historia del pensamiento político en la Edad Media.
Barcelona, Ariel, 1992, p. 169).
53
La referencia a Hobbes es apropiada en la medida que el pensador parte de un estado de naturaleza en
donde el hombre se convierte en un lobo para el hombre, situación asimilable a la del pecado original
propuesta por Agustín, en contraposición a Locke y Tomás que siguen apostando por la naturaleza pre-social
del hombre.
- 110 -
Miguel Ángel Rossi
Tomás es categórico al sostener que, en cuestiones que atañen a la salvación de las almas,
la Iglesia tiene injerencia directa sobre el Estado. En otros términos, se legitima la
subordinación del poder temporal al poder espiritual, cuestión que cambiará radicalmente
con la teoría de las dos espadas luterana.
54
Edición utilizada: Tomás de Aquino. Opúsculo sobre el gobierno de los príncipes. México, Porrúa, 1990.
- 111 -
Pensar la política desde los clásicos
más suavizada, en caso de Lutero puede sostenerse, sin duda alguna, que exacerba, lleva al
extremo la teoría del pecado original. En otros términos, el Reformador está persuadido de
que el pecado destruye la naturaleza primaria del hombre creado por Dios, al punto que
puede hablarse no sólo de una naturaleza humana corrompida, sino también de una caída.
Asimismo, acompaña a dicha perspectiva, una teoría de la predestinación, pues ante tal
caída, es lógico que el anhelo del hombre, el registro de la falta del hombre por su creador,
quede prácticamente silenciado. De ahí que Lutero sostenga que solo la gracia de Dios
puede salvar al hombre, pero que dicha gracia es una decisión soberana del creador, que la
otorga a quien quiere y que, además, es el único que posee libre arbitrio.
Al respecto, es dable señalar que Lutero permaneció cierto tiempo atormentado ante
la radicalidad de su tesitura, pues si el hombre no tiene ningún tipo de incidencia en su
salvación, jugándose ante sus ojos su posible condenación, es lógico que la radicalidad de
su existencialismo llegue a extremos inusitados. Sin embargo, Lutero encontrará un camino
para resolver dicha paradoja, pondrá el acento en el don de la fe. Vale decir, Lutero sostiene
que el poseer fe no es algo que atañe a la decisión humana, pero el solo hecho de tenerla es
un signo visible de la gracia divina. Luego vendrá Calvino y dicho signo lo encontrará en el
trabajo, pero profundizar en dicha problemática nos aleja de los alcances de este escrito.
A modo de arrojar luz sobre esta cuestión nuclear que será constitutiva del
protestantismo, es importante considerar los dos frentes de ataque con quien se dirime a
duelo el Reformista: por un lado, con la tradición tomista, con aquella tradición que pone el
acento en un Dios creador que deja su racionalidad en orden natural creado y, por otro lado,
con el antropomorfismo renacentista. Traigamos a relación que por aquel entonces Lutero
protagonizará una de las polémicas más agudas y vivaces de la historia de Occidente. Se
trata de la polémica con Erasmo, padre del Humanismo Renacentista. Más allá de las
profundas diferencias que puedan existir entre la Escolástica y el Renacimiento, al menos
hay un fuerte elemento en común que es decisivo: la creencia en el libre arbitrio de la
voluntad humana. Por ende, es lo que intenta con una retórica inigualable reafirmar Erasmo
contra el Lutero de la predestinación. Si dichas tradiciones ponen en acento en la razón,
aunque sin desmerecer ala voluntad, Lutero pondrá el acento en la omnipotencia de la
voluntad divina, en un Dios que crea porque literalmente le viene en gana. Un Dios que
incluso puede estar por encima de su propia palabra. Pero precisemos la cuestión. Lutero,
haciéndose eco de la tradición nominalista del siglo XIV, sostiene que la voluntad divina
está enmarcada bajo dos modalidades: el Dios de la revelación, el Dios que se da a conocer
a través de su palabra, y al mismo tiempo, el Dios oculto, el Dios al que jamás podrá llegar
la razón humana. Es en la segunda variante en donde Lutero pondrá el acento, en tanto es
este Dios el que nos salva o condena por puro decisionismo. Al respecto, es sugerente
establecer cierta analogía entre la voluntad divina y la voluntad de los príncipes, que
también puede pensarse desde la esfera del decisionismo. No perdamos de vista que, a nivel
político, los interlocutores directos e interesados de Lutero son los príncipes cristianos. De
- 112 -
Miguel Ángel Rossi
Por otro lado, no es azaroso que en dicha época aparezca tal noción, pues de lo que
se trata es de justificar, nada más y nada menos, que la coerción terrenal, que en términos
de Lutero se constituirá en el brazo derecho de Dios. Al respecto, tiene sobrada razón
Sheldon Wolin55 al sostener que Lutero pone fin a la gran polémica del Medioevo: la lucha
de las investiduras, dado que por definición, la coerción pertenece al Estado, siendo, para
Lutero la Iglesia, una comunidad espiritual de fieles. De esta forma, queda desarticulada la
intervención de la Iglesia o su intromisión en asuntos temporales. Pero vayamos a una cita
troncal en la que Lutero asumiendo la figura del carnaval, realiza una de las críticas más
mordaces a la injerencia de la Iglesia en el poder secular:
Los obispos han de declinar la palabra de Dios y no han de gobernar con ella las
almas sino que han de ordenar a los príncipes seculares que gobiernen con la
espada. Por su parte, los príncipes temporales han de permitir que se cometan –y
han de cometerlos ellos mismos – , la usura, el robo, el adulterio, el asesinato y
otras malas obras, dejando que los obispos los castiguen con la excomunión; así
todo estará patas arriba: gobernar las almas con el hierro y el cuerpo con bulas de
excomunión, de modo que los príncipes seculares gobiernan espiritualmente y los
príncipes eclesiásticos gobiernan secularmente. ¿Qué otra cosa tiene que hacer el
diablo en la tierra sino engañar a su pueblo y jugar al carnaval. (“Sobre la
autoridad secular: hasta dónde se le debe obediencia”. Escritos Políticos, p. 53)56.
55
Cfr. Sheldon Wolin. Política y Perspectiva. Buenos Aires, Amorrortu, 1993.
Se recomienda especialmente el capítulo 5: “Lo teológico y lo político”.
56
Edición utilizada: Marín Lutero. Escritos Políticos, Madrid, Tecnos, 1990.
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Pensar la política desde los clásicos
coercitivo que se viste de omnipotencia, lo que más tarde devendrá en la idea weberiana de
la coerción legítima del Estado, al mismo tiempo y sin contradicción alguna, emerge la idea
de que el Estado no puede entrometerse en cuestiones de conciencia. En Lutero, por
ejemplo, se percibe muy bien al sostener que el Estado no puede obligar a creer a nadie. En
Moro, el ejemplo de la eutanasia es muy ilustrativo, pues Moro sostiene que el Estado
puede establecer los medios para un suicidio asistido, pero la última decisión recae en el
individuo. Al respecto, con mucha razón Skinner titulará a unos de sus excelsos libros
Libertad individual antes del liberalismo.
En Agustín nos encontramos con una naturaleza humana corrompida que, ayudada
por la gracia divina, vuelve a reactivar la capacidad de hacer un buen uso de la libertad. Lo
significativo es que para el hiponense la apertura a solicitar dicha gracia depende del
hombre y no de Dios. Esto es posible porque el pecado original no destruye en el hombre su
vocación por lo divino.
En Tomás nos encontramos con una naturaleza, que si bien está dañada por el
pecado original, no obstante está provista de mucha potencialidad a la hora de ver en ella la
impronta de la racionalidad divina. Por ende, esta es la razón para que Tomás fundamente
la vida en sociedad desde una perspectiva de la propia naturaleza social y sociable de los
hombres.
La matriz que anima el espíritu del catolicismo está legitimada por una teología de
la deuda. Este aspecto es el que analiza Freud al trabajar sobre la neurosis obsesiva, sobre
todo poniendo el acento en lo que denominó las religiones del Padre (Judaísmo-
Catolicismo), en contraposición al protestantismo, que es una religión del Hijo.
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Miguel Ángel Rossi
¿Por qué el catolicismo está sustentado en una teología de la deuda? Justamente por
la combinación de dos cuestiones: la gracia de Dios y la creencia en el libre arbitrio. En tal
sentido, ante la pregunta por la salvación, un católico no dudaría en responder que a él le
toca un porcentaje, aunque más no sea mínimo, en tan sublime tarea. El problema es que
ese porcentaje termina siempre por no cubrirse. Al respecto, la vida de los santos es un
nítido ejemplo: cuanto más crecía la ascética por la santidad, más fuerte era el sentimiento
de impureza. En términos psicoanalíticos, se genera una deuda con el padre que, por
definición, es impagable.
¿En qué sentido la religión protestante es una religión del Hijo? En el caso de Lutero,
podría responderse esta pregunta por el fuerte sentido cristocéntrico que tiene su
pensamiento. Lutero pondrá fin a una teología de la deuda en tanto Cristo las pagó todas y
de una vez por el sacrificio de la cruz. Por tanto, ya no hay una antropología de la deuda.
Este hecho hace que el protestante que se sienta tocado por la gracia de Dios, sienta,
internalizando a San Pablo, que ya no es él el que obra, sino Dios a través de él. De ahí el
tipo de certeza que puede inspirar sus acciones como acciones divinas. De ahí también que
se esfuerce por encontrar un signo visible de la gracia de Dios. Esta creencia es la que
contribuye a reforzar y sacralizar todas las esferas terrenales, pues desempeñar con
excelencia un oficio o trabajo es nada más y nada menos que convertirse en un instrumento
del plan divino.
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Pensar la política desde los clásicos
1. Introducción
57
Una versión previa de este trabajo (“Imperio informal en las Américas. Un análisis de las relaciones
Estados Unidos-América Latina”) fue publicada en Pinto, Julio (comp.), Entre la integración y la
fragmentación regional. El desafío político de nuestro tiempo, Buenos Aires, Eudeba, 2009.
58
El debate sobre el uso del término “imperio” para referirse a los Estados Unidos en la post-guerra fría y en
el post-11/9 ha sido uno de los objetos de estudio del trabajo de mi autoría citado en la nota 1.
59
La denotación o extensión de un concepto, según Giovanni Sartori, refiere al conjunto de fenómenos a los
que el mismo se aplica, mientras que la connotación o intensión es el conjunto de propiedades que ha de tener
un fenómeno para ser designado con el concepto en cuestión. Ver Sartori, Giovanni, "Concept Misformation
in Comparative Politics", American Political Science Review, No. 4, 1970, pp. 1033-1053. Asimismo, se
sugiere consultar: Sartori, Giovanni, La Política. Lógica y método en las ciencias sociales, México D.F.,
Fondo de Cultura Económica, 1995.
60
Nos basamos en la definición provista por Michel W. Doyle, quien sostiene que “los imperios son
relaciones de control político impuestas por ciertas sociedades políticas sobre la soberanía efectiva de otras”.
Ver Doyle, Michael W.: Empires, Ithaca and London: Cornell University Press, 1986, p. 19.
- 116 -
Luciano Anzelini
En relación con este último tópico, y lejos de los entendimientos compartidos que
dominaron el estudio del orden político internacional en los años de la Guerra Fría61, en la
actualidad parecería primar cierta falta de consenso respecto de los ejes estructurantes del
sistema.
¿Qué significa esta ausencia de criterios compartidos a la hora de identificar los ejes
ordenadores del sistema? Dicho de modo muy simple, en el período 1945-1991, bajo
predominio de la escuela realista, los teóricos de las relaciones internacionales solían hablar
de un orden internacional anárquico, entendiendo a la anarquía no como caos o desorden
sino como ausencia de un gobierno universal, y sus conceptos predilectos para el análisis
eran los de soberanía, independencia y balance de poder. Por el contrario, en la etapa de la
post-Guerra Fría y del post 11/9, una descripción de ese tipo no podría ser aceptada
rápidamente y sin objeciones. La implosión de la Unión Soviética en 1991 y la
consolidación de una situación de unipolaridad estratégico-militar a escala global62,
sumadas a los atentados terroristas del 11/9 y a la estrategia de primacía desplegada por el
gobierno estadounidense frente a dicha coyuntura63, han llevado a que muchos analistas
interpretaran el actual tablero mundial no tanto en términos de anarquía sino más bien de
hegemonía. De esta forma, en lo que representa un alejamiento de uno de los postulados
clásicos del realismo, el principio ordenador del sistema ya no sería para estos autores el
61
La teoría realista de las relaciones internacionales en sus diversas perspectivas (el realismo clásico de Hans
J. Morgenthau y el realismo estructural de Kenneth Waltz) hegemonizó la discusión durante los años de la
Guerra Fría. Entre sus características principales, debe destacarse la importancia central que los autores
asignan a la distribución de atributos materiales de poder entre los países -ventajas geográficas, capacidad
industrial, desarrollo armamentístico tradicional y nuclear, etc.-. Otro elemento clave que comparten los
autores realistas es su concepción anárquica del sistema internacional. Ver Morgenthau, Hans J., Política
entre las naciones. La lucha por el poder y la paz, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1986;
Waltz, Kenneth, Teoría de la política internacional, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1988;
Mearsheimer, John, The tragedy of great power politics, New York, W.W. Norton & Company, 2001.
62
La caída de la Unión Soviética en 1991 produjo lo que Robert Gilpin denominó un “cambio sistémico”, el
que se produce como consecuencia de la redistribución de capabilities en la estructura de poder global. No se
trata de un cambio de sistema (es decir, de un cambio en las unidades operativas, como ocurrió, por ejemplo,
cuando surgieron los Estados nacionales tras la Paz de Westfalia de 1648) sino de una transformación al
interior del sistema, como consecuencia del reemplazo de las potencias declinantes por las potencias
emergentes. Ver Gilpin, Robert: War and Change in World Politics, Cambridge, Cambridge University Press,
1981.
63
La estrategia de primacía fue adoptada durante los años de la administración William J. Clinton (1993-
2001) y profundizada durante la administración George W. Bush (2001-). Se trata de una de las cuatro
estrategias que dominaron el debate académico en los Estados Unidos durante la primera mitad de la década
de 1990 (el neo-aislacionismo, el compromiso selectivo, la seguridad cooperativa y la primacía). Un excelente
análisis de este debate, que terminó resolviéndose en favor de la primacía, puede encontrarse en Posen, Barry
R. y Ross, Andrew L., “Competing Visions of U.S. Grand Strategy”, International Security, Vol. 21, núm. 3,
1996/1997.
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Pensar la política desde los clásicos
balance de poder sino la jerarquía. En este contexto, nociones como las de imperio,
dominación y control han recuperado un espacio central en la reflexión académica,
relegando así a muchos de los tópicos dominantes durante los años de la Guerra Fría,
vinculados la mayoría de ellos al estudio del equilibrio de poder entre las potencias.
Ahora bien, aun cuando se aceptara el postulado de aquellos autores que describen
al actual orden internacional como hegemónico, es decir un tipo de orden que tiene a la
jerarquía por principio rector, casi nada nos diría ello acerca de la noción de imperio. Es por
este motivo, entonces, que un ejercicio de refinamiento conceptual resulta imprescindible a
los efectos de identificar las diferentes variantes de “orden hegemónico” existentes, entre
ellas, el imperio informal que aquí nos interesa.
Por tanto, las tareas hasta ahora enumeradas comprenden: en primer lugar, abordar
la cuestión del orden político internacional; en segundo lugar, identificar al imperio como
un subtipo específico de orden hegemónico; y en tercer lugar, desarrollar un concepto
muchas veces subvalorado como ha sido el de jerarquía, el que se ha convertido en una
herramienta analítica de enorme valor para analizar el momento actual de las relaciones
internacionales, en general, y de las relaciones interamericanas, en particular.
En este marco, la principal hipótesis del trabajo consistirá en mostrar la utilidad que
el concepto de “imperio informal” reviste para caracterizar el momento actual de las
relaciones interamericanas. Pese a que la categoría en cuestión (imperio informal) ha sido
poco debatida en la literatura y muchas veces confundida con otros conceptos (como los de
área de influencia, hegemonía, etc.), desde nuestra óptica continúa siendo una herramienta
sumamente válida para analizar relaciones interestatales de carácter asimétrico. Así pues,
con las limitaciones que presenta una literatura no demasiado profusa sobre el concepto,
buscaremos justificar el porqué del recurso a dicha categoría para contextualizar el estado
actual de las relaciones Estados Unidos-América Latina.
Finalmente, se incluirán unas breves reflexiones acerca del soft balancing como la
alternativa estratégica que, a nuestro juicio, deberían seguir los países de América Latina
para hacer frente de manera autónoma a un contexto regional signado por la disposición de
Washington a preservar y ampliar su posición de predominio.
Recapitulando, tras esta introducción desarrollaremos la cuestión del nuevo orden
internacional posterior a la Guerra Fría y al 11/9, poniendo especial énfasis en los nuevos
- 118 -
Luciano Anzelini
ejes estructurantes del sistema. En este marco, la reflexión acerca de la jerarquía en las
relaciones internacionales, concepto muchas veces desatendido, será la temática central de
la sección. En el tercer apartado, buscaremos explicitar por qué entre las diferentes lecturas
acerca del concepto de imperio, la de “imperio informal” resulta ser la más propicia para
entender la relación actual entre los Estados Unidos y América Latina. Finalmente,
dedicaremos la última sección del trabajo a reflexionar acerca del soft balancing como la
opción estratégica que, a nuestro entender, debería guiar las políticas exteriores de los
países de la región frente al ingente desafío de “domesticar” la expansión del imperio.
Dado que el presente trabajo parte del debate que ha suscitado el uso del término
imperio para describir el actual orden internacional, lo primero que haremos en esta sección
será llevar a cabo un muy rápido ejercicio de clarificación conceptual. En otras palabras,
nos preocupa dejar en claro a qué nos referimos cuando hablamos de “orden internacional”
y por qué se puede afirmar que el imperio es un subtipo específico de orden internacional.
La idea de “orden internacional” está tomada del clásico trabajo del australiano
Hedley Bull, quien distinguió el concepto de “orden internacional” del de “orden mundial”.
De estos dos conceptos, el que nos interesa aquí es el primero, definido por el autor como
“un conjunto de reglas y expectativas acordado por los estados que componen el sistema
internacional”.64 Así pues, se puede afirmar que un orden político internacional tiene lugar
cuando un grupo de estados establece el conjunto de reglas, principios e instituciones
fundamentales que regirán al sistema.
Ahora bien, la literatura especializada en relaciones internacionales suele identificar
tres tipos ideales de orden político internacional: el equilibrio de poder, la hegemonía y el
64
Pese a que nuestro interés en este trabajo está puesto en el “orden internacional”, es decir en aquel que
conforman los Estados nacionales, es interesante señalar qué entiende Bull por “orden mundial”. En este
último caso, son los individuos y no los estados las unidades componentes del sistema, y de acuerdo a la
visión del autor, se trata de un orden moralmente superior al internacional. Sobre la cuestión del orden
mundial, ver Bull, Hedley, The Anarchical Society. A Study of Order in World Politics, New York, Columbia
University Press, 1977, pp. 20-22.
- 119 -
Pensar la política desde los clásicos
orden constitucional, contando cada uno de ellos con un principio ordenador que lo
caracteriza y con una forma específica de distribución del poder.65
A los fines de una investigación como ésta, no enclavada en el debate acerca de los
distintos tipos de orden internacional sino en el uso del concepto de “imperio informal”
para caracterizar las relaciones interamericanas, nos interesa solamente el segundo de los
órdenes mencionados: el de naturaleza hegemónica. El criterio a partir del cual se estructura
este orden es la jerarquía, que implica relaciones de autoridad en un sistema internacional
caracterizado por una amplia diferencia de atributos de poder en favor del estado más
poderoso.
Cabe apuntar, asimismo, que los órdenes jerárquicos pueden poseer grados muy
diversos de dominación o control, que van desde la forma más extrema que es el imperio
formal, hasta variantes más atenuadas como las “áreas de influencia” o la “hegemonía
benevolente”. El espacio intermedio entre estos tipos ideales está dado por otras variantes
más o menos complejas de dominación o control, entre ellas la noción de imperio
“informal”, central para entender el momento actual de expansión estadounidense en el
planeta, en general, y en América Latina, en particular.
Todas las variantes de ordenamiento jerárquico mencionadas implican una
importante concentración de atributos de poder en manos de la principal potencia, aunque
se diferencian claramente por el modo en que el poder acumulado es ejercido. En este
sentido, mientras el imperio formal denota mecanismos rígidos de control y un ejercicio
unilateral de la coerción, la nociones más matizadas de dominación –por ejemplo, la
hegemonía benevolente- se basan en un estilo más flexible. Así pues, ésta última supone la
idea de un liderazgo ejercido sobre la base del consenso alcanzado con otros estados
menores e implica una restricción sustantiva en el uso de la fuerza a la hora de gestionar los
asuntos internacionales. 66
65
Ver Ikenberry, G. John: After Victory. Institutions, Strategic Restraint, and the Rebuilding of Order After
Major Wars; New Jersey, Princeton University Press, 2001, pp. 21-49. Con respecto a los órdenes “equilibrio
de poder” y “constitucional” cabe señalar que el primero se ordena a partir del principio de la anarquía y se
caracteriza por la existencia de dos ó más poderes que se contrabalancean para evitar que uno de ellos domine
a los demás. El orden constitucional, por su parte, tiene por principio ordenador al imperio de la ley y son las
instituciones internacionales las que restringen el ejercicio del poder.
66
Sobre el concepto de hegemonía benevolente, ver Ikenberry, G. John, After Victory. Institutions, Strategic
Restraint, and the Rebuilding of Order After Major Wars; op. cit., p. 27; Layne, Christopher, "The Unipolar
Illusion Revisited: The Coming End of the United States", International Security, Vol. 31, Nº 2, invierno
2006, pp. 7-41. Con respecto a la adopción de medidas concretas en clave de hegemonía benevolente (por
- 120 -
Luciano Anzelini
ejemplo, restringirse en el uso de la fuerza; evitar la acción militar unilateral; actuar multilateralmente por
medio de las instituciones internacionales permitiendo a otros Estados manifestar su visión de la política
exterior de los Estados Unidos; hacer concesiones a otros Estados en cuestiones álgidas como el Protocolo de
Kyoto y la Corte Penal Internacional, etc.), sugerimos consultar: Walt, Stephen M., Taming American Power:
The Global Response to U.S. Primacy, New York: W.W.Norton, 2005; Walt, Stephen M., “Keeping the
World ´Off-Balance´: Self-Restraint and U.S. Foreign Policy”, en Ikenberry, G. John, America Unrivaled:
The Future of the Balance of Power, Ithaca, New York.: Cornell University Press, 2002.
67
Sobre el predominio económico y militar sin precedentes de los Estados Unidos, ver Mandelbaum,
Michael: The case for Goliath. How America acts as the world's government in the 21st century, Public
Affairs, New York, 2005, pp. 1-6.
68
Bush, George W.: The National Security Strategy of the United States, Washington D.C.: White House,
septiembre 2002. Es importante señalar que la primera expresión en favor de una redefinición en clave
asertiva de la política exterior de los Estados Unidos data de 1992, cuando el Pentágono preparó un
documento clasificado para el ex Presidente George H. W. Bush titulado “Defense Planning Guidance for
fiscal years 1994-97”. Un análisis de dicho documento puede encontrarse en: Tyler, Patrick E., “U.S. Strategy
Plan Calls for Insuring No Rivals Develop”, New York Times, 8 de marzo de 1992. Por otra parte, para un
excelente análisis de la transformación de la grand strategy de los Estados Unidos tras los atentados
terroristas del 11 de septiembre de 2001, ver Daadler, Ivo H. y Lindsay, James M., America Unbound: The
Bush Revolution in Foreign Policy, Washington D.C.: Brookings, 2003.
69
Waltz, Kenneth, Teoría de la política internacional, op. cit., p. 88.
- 121 -
Pensar la política desde los clásicos
potencias y otros actores menores del sistema internacional –por ejemplo, las relaciones
interamericanas que son objeto de atención en este trabajo– suelen no estar regidas por la
anarquía, sino más bien por la hegemonía. O, siguiendo los criterios enumerados más
arriba, es la jerarquía y no el balance de poder el principio ordenador de tales relaciones.
Tanto en el pasado como en la actualidad la jerarquía ha sido el principio rector de
una infinidad de relaciones entre actores de la política internacional. Por citar sólo algunos
ejemplos, Gran Bretaña y Rusia han establecido imperios formales en los siglos XVIII y
XIX –de ultramar, en el primer caso, y en los territorios contiguos de Medio Oriente y Asia
Central, en el segundo-. Desde fines del siglo XIX, por su parte, Estados Unidos forjó un
imperio informal en las Américas, a la vez que las relaciones transatlánticas con Europa
estuvieron dominadas por una particular forma de vínculo jerárquico que es la de las
alianzas permanentes, cuya mayor expresión fue la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN). En el caso de la Unión Soviética, la dominación sobre Europa del Este y
otros estados alineados con el socialismo real fue mucho menos informal y más basada en
la coerción y el terror. Finalmente, el momento actual del escenario mundial nos muestra a
Estados Unidos estableciendo relaciones jerárquicas informales desde su posición de
superpotencia solitaria. Con la excepción de casos puntales como los de Afganistán e Irak -
que reúnen características propias de un imperio formal-, Washington ha gestionado los
asuntos mundiales a través de su rol dominante en materia económica, política y militar en
la mayoría de las instituciones de la globalización.
Sin embargo, pese a que relaciones jerárquicas en el plano internacional pueden
rastrearse en diferentes períodos históricos, el concepto de jerarquía no ha sido
profundamente estudiado. Es por este motivo que entendemos adecuado aclarar un serie de
cuestiones en relación con la utilización de dicho concepto en la arena de la política
internacional, muy diferente al uso que se le ha dado al mismo término en materia de
política doméstica.70
70
Entre los autores que critican duramente la visión de Kenneth Waltz acerca de la escasa utilidad del
concepto de jerarquía en términos de política internacional, cabe mencionar a Carlos Escudé y, más
recientemente, a Paul K. MacDonald. Por su parte, Waltz entiende que la jerarquía es un concepto
enormemente útil para un análisis de política doméstica, pero debido a su infrecuencia en el contexto
internacional, pierde relevancia en este último plano. Asimismo, es para Waltz un concepto que afecta
seriamente las posibilidades de elaborar una teoría “parsimoniosa” de la estructura del sistema internacional.
Por ello, se inclina claramente en favor del concepto de anarquía como principio ordenador del sistema a la
hora de elaborar sus teoría de la política internacional. Ver Escudé, Carlos, El Realismo de los estados
- 122 -
Luciano Anzelini
débiles: la política exterior del primer gobierno Menem frente a la Teoría de las Relaciones Internacionales,
Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1995, p. 101; MacDonald, Paul K., Theorizing Hierarchy in
International Politics, op. cit., pp. 9-11; Waltz, Kenneth, Teoría de la política internacional, op. cit., pp. 97-
104.
71
Gilpin, Robert, op. cit., pp. 30-31
- 123 -
Pensar la política desde los clásicos
control político, ya sea a través de una limitación efectiva de la capacidad soberana de otro
estado o a través de una creciente influencia en la toma de decisiones de éste. 72
Por consiguiente, aunque la existencia de una relación jerárquica requiere para su
concreción de una desigualdad de recursos entre los actores, no toda relación entre actores
desiguales implica necesariamente un vínculo jerárquico. Dicho en términos más simples,
no basta con que un estado disponga de mayores atributos de poder, sino que debe
demostrar la firme voluntad de usar ese poder para establecer relaciones de autoridad y
subordinación respecto de otro estado.
72
Sobre este punto, ver MacDonald, Paul K., Theorizing Hierarchy in International Politics, op. cit., pp. 4-6.
73
Ver Abernathy, David, The Dynamics of Global Dominance: European Overseas Empires, 1415-1980,
New Haven, Yale University Press, 2000. p. 19.
74
Lundestad, Geir, The American Empire, Oslo, Norwegian University Press, 1990, p. 37. Para un excelente
análisis histórico del período al que hace referencia Lundestad, ver Hobsbawm, Eric, La Era del Imperio,
1875-1914, Barcelona, Labor, 1989.
75
Doyle, Michael W., op. cit, p. 135
- 124 -
Luciano Anzelini
Puede decirse, entonces, que las definiciones estrechas del imperio tienden a
enfatizar los aspectos formales del fenómeno –fundamentalmente, la anexión territorial y el
gobierno colonial– por sobre los aspectos informales.
La coerción o la dominación constituyen la base del imperio entendido en sentido
estricto, quedando relegados aspectos tales como la influencia de carácter diplomático o
económico. De este modo, quedan comprendidas dentro de las definiciones estrechas del
fenómeno imperial aquellas relaciones de control político entre el centro y la periferia que
son “abiertas, explícitas y duraderas”.76
En el caso de las definiciones amplias o informales del imperio, se tiende a enfocar
el fenómeno como una relación en la que una potencia ejerce cierto tipo de
condicionamiento sobre un Estado periférico. Si bien el poder imperial está en condiciones
de asumir directamente el control de la periferia, prefiere en estos casos ejercer su
influencia por vías indirectas, restringiendo significativamente el margen de acción del
actor periférico y presionándolo para que adopte políticas específicas, sin alterar el carácter
legalmente independiente de este último. Resulta ilustrativa, al respecto, la siguiente
reflexión de John Lewis Gaddis en relación con el carácter informal del imperio global
estadounidense: “Una nación no necesita enviar sus barcos, anexar territorios o plantar su
bandera en la periferia para construir un imperio”.77
Ahora bien, tomando como punto de referencia las definiciones provistas sobre el
concepto, debemos analizar si los Estados Unidos son efectivamente un imperio. Ante esta
pregunta, se generan las mismas controversias que despertó en su momento la literatura
acerca de la condición imperial de Gran Bretaña en el período 1840-1860, a principios de la
etapa victoriana. Es posiblemente el debate historiográfico sobre dicho período el que
presenta la primera discusión explícita sobre la supuesta “informalidad imperial” de una
potencia mundial.
76
Esta caracterización pertenece a MacDonald, Paul K., Imperial Ambitions? United States Foreign Policy
and the Language of Empire, paper inédito del Center for International Security and Cooperation, Stanford
Institute for International Studies, febrero de 2005., p. 12.
77
Gaddis, John Lewis, citado en Barton, Gregory A, Mapping Informal Empire: A new Definition, Indiana
University East, 2004, disponible en www.polsci.ku.dk/ipsarc49/Oxford/barton.pdf., acceso al 31 de julio de
2007.
- 125 -
Pensar la política desde los clásicos
78
Bodelsen, Carl, Studies in Mid-Victorian Imperialism, London, Heinemann, 1960.
79
La era victoriana, es decir, el reinado de Alejandrina Victoria de Hanóver o Victoria I del Reino Unido, se
extiende desde 1837 a 1901. Cuando hablamos de la primera etapa de dicha era, nos referimos al período que
se prolonga hasta 1860 aproximadamente.
80
Robinson, Ronald y Gallagher, John, “Imperialism of Free Trade”, Economic History Review, Vol. 6, Nº1,
1953, pp. 1-15
81
Lundestad, Geir: op. cit, pp. 37-38.
82
En el caso de la Argentina, se solía hablar del “sexto dominio” o “colonia honorífera” del Imperio
Británico. Ver Goodwin, Paul, "Anglo-Argentine Commercial Relations: A Private Sector View, 1922-43",
Hispanic American Historical Review, Vol. 61, Nº 1, Duke University Press, febrero de 1981; Lundestad,
Geir: op. cit, p. 38; Para un análisis revisionista de la misma cuestión, ver Scalabrini Ortiz, Raúl, Política
británica en el Río de la Plata, Buenos Aires, Reconquista, 1940; Irazusta, Julio e Irazusta, Rodolfo: La
Argentina y el imperialismo británico. Los eslabones de una cadena, 1806-1933, Buenos Aires,
Independencia, 1982.
83
Lundestad, Geir: op. cit, pp. 36-39.
- 126 -
Luciano Anzelini
84
Lundestad, Geir: op. cit, p. 37.
85
Sobre el concepto de soberanía compartida, ver Krasner Stephen D., “The Case for Shared Sovereignty”,
Journal of Democracy, Vol. 16, Nº1, enero de 2005, pp. 69-83.
86
MacDonald, Paul K., Imperial Ambitions? United States Foreign Policy and the Language of Empire, op.
cit., p. 16.
87
La cuestión de la declinación hegemónica de los Estados Unidos viene siendo objeto de discusión desde
mediados de la década de 1970. Un brillante análisis al respecto puede encontrarse en: Keohane, Robert O.,
After Hegemony, Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1984. También sugerimos consultar:
Huntington, Samuel P., “The U.S-Decline or Renewal?”, Foreign Affairs, vol. 67, núm. 2, 1988-1989. Para un
rotundo rechazo de la idea declinista, ver Mandelbaum, Michael, op. cit, pp. 3-4.
- 127 -
Pensar la política desde los clásicos
la defensa del orden económico liberal, promocionando las bondades del libre comercio, la
movilidad de capitales y la integración en la globalización económico-financiera.
En breve, tomando como referencia la definición de imperio en “sentido amplio”, es
indudable que los Estados Unidos son un poder imperial de alcance global. Como hemos
mencionado, en algunos casos puntuales –principalmente Irak, pero también Afganistán,
Bosnia y Kosovo– Washington ha optado por un imperialismo de carácter más formal o
directo. Sin embargo, ésta no ha sido la regla general, puesto que resulta claro que la opción
predilecta de los Estados Unidos para gestionar los asuntos planetarios ha sido la de ejercer
influencia por medio de la diplomacia, los colaboradores en la periferia y las instituciones
multilaterales de la globalización.
88
Esta definición de “imperio formal” está tomada de Abernathy, David: op. cit., p. 19.
- 128 -
Luciano Anzelini
(...) América Latina es la única región donde Estados Unidos es efectivamente una potencia
regional sin ningún rival de peso a la vista y es muy probable que no logre tal condición en
ninguna otra región del mundo, donde encuentra resistencias más firmes y mayores
dificultades para jugar ese papel”.89
Partiendo de esta base argumental, la presente sección se articulará en torno a dos
cuestiones. En primer lugar, así como hemos reflexionado acerca de la cuestión del orden a
nivel internacional al inicio del trabajo, haremos también aquí una breve reflexión sobre la
temática del orden, pero circunscribiéndola al continente americano. Esta descripción del
orden nos servirá de nexo para encarar la segunda tarea que nos proponemos: utilizar el
concepto de “imperio informal” para explicar las actuales relaciones interamericanas.
89
Russell, Roberto, “Imperialismo y periferias turbulentas”, Revista Textos, Año 3, Nº6, septiembre de 2004,
p. 56.
90
Cooper, Robert: The Breaking of Nations: Order and Chaos in the Twenty–first Century, op. cit., pp. 16,
22, 26 y 27.
- 129 -
Pensar la política desde los clásicos
- 130 -
Luciano Anzelini
categoría de “imperio informal”, tarea que nos proponemos realizar ahora con la mirada
puesta en las relaciones Estados Unidos–América Latina.
En la sección antes mencionada, hicimos alusión a la comparación que los
historiadores del imperio suelen realizar entre los Estados Unidos –desde la segunda post–
guerra hasta la actualidad– y la Gran Bretaña de la primera etapa victoriana. En este
sentido, del mismo modo que Londres fue capaz de ejercer una decisiva influencia en áreas
que no estaban dentro de su estructura colonial formal –tales los casos de China, parte del
imperio otomano, Egipto y Argentina–, hoy Washington detenta un poder determinante
sobre grandes zonas del planeta, la mayoría de las cuales conserva, sin embargo, su
independencia formal. Así pues, la categoría de imperio informal, originalmente empleada
por Robinson y Gallagher para dar cuenta del imperialismo de libre comercio británico
entre 1840 y 1860, asume una renovada utilidad para explicar la actual hegemonía
estadounidense en el planeta.
Dentro de este contexto, intentaremos describir, a partir del concepto de imperio
informal, las relaciones Estados Unidos–América Latina. Esta tarea exigirá, como en otros
apartados de este trabajo, un cierto esfuerzo de clarificación conceptual.
Tal vez el mejor modo de encarar la cuestión sea formulándonos algunas preguntas.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de imperio informal? Para definirlo, ¿basta con
contraponerlo a la idea de imperio formal? ¿Cómo es posible diferenciarlo de otros
conceptos, a priori muy similares, como el de zona de influencia? ¿Es posible hallar una
aproximación al concepto de imperio informal que nos permita superar la “vaguedad” que
muchos autores le han atribuido? ¿Hasta qué punto se encuentra desarrollado el debate
sobre el término? ¿Se ha avanzado algo desde la pionera utilización del mismo por parte de
Robinson y Gallagher? ¿Cuáles son los métodos característicos que emplea un imperio
informal?
Desde luego, para contestar todos estos interrogantes no basta con el espacio del que
aquí disponemos. Sin embargo, posiblemente puedan esbozarse algunas respuestas que nos
permitan justificar el porqué de la utilización del término para retratar el momento actual de
las relaciones interamericanas.
En primer lugar, vale insistir con algo que ya se dijo en secciones anteriores, pero
que es fundamental tener claro a esta altura del trabajo. Cuando hablamos de “imperio
- 131 -
Pensar la política desde los clásicos
informal”, nos referimos a una variante del orden hegemónico, básicamente un subtipo
específico que se halla a mitad de camino entre el “imperio formal” y la “hegemonía
benevolente”. Al igual que en éstos, el principio ordenador es la jerarquía, pero la
diferencia radica en que ni la coerción ni la anexión de territorios (imperio formal) ni el
consenso (hegemonía benevolente) son sus elementos distintivos.
Simplificando al máximo la cuestión, deben darse dos condiciones esenciales para
que exista un imperio informal. En primer lugar, debe verificarse una percepción de
asimetría entre las partes; y en segundo lugar –y aquí radica la diferencia con el imperio
formal y con la hegemonía benevolente– debe comprobarse un grado de control “relativo”
sobre las políticas exterior e interior del estado más débil.91 ¿Por qué decimos que aquí
radica la diferencia con los dos extremos recién mencionados del continuum, el imperio
formal y la hegemonía benevolente? Básicamente, porque ni el control es “total” como en
las experiencias colonialistas, ni se trata sólo de una “mera influencia” construida sobre la
base del consenso con estados subordinados, como ocurre en el caso de la hegemonía
benevolente.
Sin embargo, aun con esta primera aclaración, la cuestión permanece todavía en un
estado difuso. Además de tratarse de un tópico no demasiado debatido en la literatura
especializada –con la excepción de ciertas discusiones historiográficas entre partidarios y
críticos de la tesis de Robinson y Gallagher92–, algunos autores han cuestionado lo que
consideran una supuesta “vaguedad” en el término. En esta dirección, las objeciones que
manifiestan los críticos del término suelen pasar por una cuestión específica: al tratarse de
un concepto tan próximo en su significado a la noción de “zona de influencia”93, ¿por qué
no limitar la discusión a la cuestión de la influencia, en lugar de complejizar la categoría de
imperio adicionándole adjetivos como “informal”? El espíritu de esta discusión sobre la
91
Sobre estas dos premisas, ver Vargas García, Eugênio, “¿Imperio informal? La política británica hacia
América Latina en el siglo XIX”, Foro Internacional, N° 184, XLVI, 2006, p. 383.
92
Ver Cain, P. J. and Hopkins, Anthony G., “Gentlemanly Capitalism and British Expansion Overseas, II:
New Imperialism, 1850 – 1945”, Economic History Review, N° 40, febrero 1987, pp. 1–26; Cain, P. J.y
Hopkins, Anthony G., “Gentlemanly Capitalism and British Expansion Overseas, I: The Old Colonial System,
1688–1850”, Economic History Review, N° 39, noviembre 1986, pp. 501–25; MacDonagh, Oliver, “The
Anti–Imperialism of Free Trade”, Economic History Review, N° 14, 1962, 489–501; Platt, D.C.M.,
“Imperialism of Free Trade: Some Reservations”, Economic History Review, N°21, 1968, 296–306; y Platt,
D.C.M. , “Further Objections to an 'Imperialism of Free Trade,' 1830–1860”, Economic History Review,
N° 26, 1973, 77–91.
93
Sobre “zona de influencia”, ver Plano, Jack C. and Olton, Roy, The International Relations Dictionary,
Santa Barbara: ABC–CLIO, 1988.
- 132 -
Luciano Anzelini
semejanza de los términos fue muy bien reflejado por James Onley cuando afirmó: “(...) lo
que para algunos historiadores es una ‘esfera de influencia’ para otros es un ‘imperio
informal’ y viceversa”.94
A los efectos de superar estos inconvenientes en el plano conceptual, en su trabajo
sobre el imperio informal británico en el Golfo Pérsico, el propio Onley se encargó de
distinguir con agudeza los conceptos de “imperio informal” y “zona de influencia”. En este
sentido, a pesar de la inmensa cantidad de puntos en común entre dichos fenómenos, la
diferencia fundamental radicaría –según el autor– en que mientras el imperio informal
supone una ausencia de rivalidad imperial en la zona, la idea de zona de influencia no
excluye la posibilidad de disputas interimperiales. A la hora de sustentar su argumento,
Onley apela a la comparación de la situación del imperio informal británico en Persia, el
imperio otomano, Egipto, Irak y Jordania –áreas no sometidas a disputas interimperiales–
con lo que ocurría en la esfera de influencia británica en Kuwait, Bahrein, Qatar, los
actuales Emiratos Árabes Unidos y Yemen –áreas que sí se encontraban bajo disputa con
otros imperios de la época–.95
Siguiendo esta línea argumentativa, resulta plausible adaptar esta discusión a la
situación que atraviesa actualmente el hemisferio occidental. Así pues, la hegemonía
estadounidense en América Latina se puede describir más fielmente utilizando el concepto
de “imperio informal” que apelando a la categoría de “zona de influencia”. La explicación,
en línea con los argumentos de Onley, radica en la ausencia en Latinoamérica de una
verdadera amenaza a la hegemonía estadounidense por parte de otras potencias.
Ahora bien, profundizando en la categoría de “imperio informal”, resulta importante
señalar cuáles son los mecanismos característicos identificados por Ronald Robinson; a
saber: a) la coerción o la diplomacia ejercida con el propósito de imponer condiciones de
apertura comercial a sociedades más débiles; b) la provisión de créditos y apoyo
diplomático y militar a los estados más débiles a cambio de concesiones económicas o
94
Ver Onley, James, “Britain´s Informal Empire in the Gulf, 1820–1971”, Journal of Social Affairs, Nº 22,
Vol. 87, 2005, p.35 disponible en http : // www .huss. ex.ac. uk / iais / downloads
/Britain_s_Informal_Empire_in_the_Gulf_1820–1971_2005.pdf, acceso al 31 de julio de 2007.
95
Onley, James, op. cit, p. 36
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Pensar la política desde los clásicos
96
Robinson, Ronald, citado en Barton, Gregory.A, Mapping Informal Empire: A new Definition, op. cit.
97
Barton, Gregory. A: op. cit.
98
Sobre la definición de “imperio informal”, sugerimos consultar los siguientes trabajos: Mommsen, W.J.,
"The end of empire and the continuity of imperialism", en Mommsen, W.J, Osterhammel, J (Eds),
Imperialism Before and After: Continuities and Discontinuities, London, Allen & Unwin, 1986, pp.333–58;
Hennessy, Alastair and Kings, John (eds)., The Land that England Lost: Argentina and Britain, a Special
Relationship, London, British Academic Press, 1992; Smith, Tony, The Pattern of Imperialism: The United
States, Great Britain, and the Late–Industrializing World Since 1815, New York: Cambridge University
Press, 1981.
99
Lundestad, Geir: op. cit, pp. 37–38.
- 134 -
Luciano Anzelini
término: “Imperio informal es una relación entre naciones en la cual una élite nacional
ejerce una influencia dominante sobre la formación de la élite, identidad y condiciones de
intercambio de la nación subordinada sin ninguna de las estructuras formales del
imperio”.100 En sintonía con esta definición, el académico Edmund Fung caracteriza al
imperio informal como “imperialismo sin el deseo de asumir las responsabilidades –
administrativas, financieras y militares– del control directo”. 101
A esta altura del trabajo, habiendo definido el concepto de imperio informal y
diferenciado su significado del de zona de influencia, corresponde identificar cuáles son las
manifestaciones concretas del poder imperial que nos permiten sustentar la aplicación del
término a las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
En este sentido, lejos de todo desafío por parte de otras potencias –si lo hubiera,
deberíamos hablar de zona de influencia y no de imperio informal-, la incidencia política,
económica y militar de Washington en la región se ha manifestado por tres medios
principales. En primer lugar, lo que Robert Cooper denominó “imperialismo de la
globalización”, esto es, las fuertes presiones y los condicionamientos impuestos por la
principal economía del mundo a los países emergentes. Se trata, fundamentalmente, de las
recetas financieras que impulsaron los organismos multilaterales de crédito con fuerte
presencia estadounidense (FMI, Banco Mundial) en favor de una amplia apertura de los
mercados y una retracción del papel regulador del estado. En el plano comercial, este
“imperialismo de la globalización” se manifestó a través de dos caminos: a principios de los
90, Washington impulsó la conformación de un Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA) y, ante su evidente fracaso, reformuló su estrategia en dirección a la negociación
de Tratados de Libre Comercio (TLC) con países de la región o acuerdos comerciales
circunscriptos geográficamente, como ha sido el CAFTA–DR (Área de Libre Comercio de
América Central y la República Dominicana).
En el plano militar, la influencia de Washington se ha plasmado en el rol cada vez
más importante del Comando Sur como interlocutor privilegiado de los países de la región,
alterando la tradicional primacía del Departamento de Estado en la gestión de los asuntos
continentales.102 En este marco, se ha verificado un creciente despliegue de bases
100
Barton, Gregory A., op.cit.
101
Fung, Edmund, citado en Barton, Gregory. A: op. cit.
102
Ver Tokatlian, Juan Gabriel, “La estrategia proconsular”, La Nación, 22 de mayo de 2007.
- 135 -
Pensar la política desde los clásicos
militares103 estadounidenses en América Latina, a la vez que muchos analistas han hecho
referencia a una adaptación al plano regional de la estrategia global de primacía
norteamericana.104 Ésta tendría por objetivo primordial la lucha contra las “nuevas
amenazas” (terrorismo, crimen organizado, narcotráfico, debilidad institucional, etc.),
desplazando del foco de atención a los tradicionales conflictos ideológicos de los años de la
Guerra Fría.
Finalmente, cabe mencionar un tercer mecanismo del imperio informal
estadounidense: el despliegue de la llamada “diplomacia transformacional”105. Se trata de
una estrategia ideada por la ex secretaria de Estado, Condoleezza Rice, con el objetivo de
modificar las actitudes reactivas de ciertas naciones hacia la política exterior de
Washington. Entre los objetivos de esta política, se cuenta el de lograr que estos países
modifiquen sus actitudes hostiles, volviendo sus políticas interna y externa compatibles con
los intereses de la nación estadounidense. La estrategia supone, en primera instancia, un
esfuerzo económico y diplomático de los Estados Unidos, pero también deja abierta la
posibilidad de que Washington recurra a la carta militar en instancias límites. Esta lista de
mecanismos y políticas que dan cuenta de la creciente influencia estadounidense en la
región podría extenderse sin problemas, pero, para los fines que nos hemos propuesto en
este apartado, resulta suficiente.
En breve, hemos revisado algunos aspectos de una discusión todavía poco
desarrollada que es la que tiene por objeto a la cuestión del imperio informal. La categoría
en cuestión, en definitiva, parecería resultar adecuada para describir las actuales relaciones
interamericanas, revelándose para dicho fin más plausible que otras, entre ellas la de “zona
de influencia”. Asimismo, hemos procurado especificar de modo sucinto ciertas políticas
103
De acuerdo a lo que indica la Estrategia Nacional de Defensa de marzo de 2005, existen tres tipos de
plataformas militares: las “bases de operación principales” (main operating bases), los “sitios de operación
ofensiva” (forward operating sites) y las “localizaciones de seguridad cooperativa” (cooperative security
locations). Ver http://www. globalsecurity. org/military/library/policy/dod/nds-usa_mar2005.htm. Sobre las
bases militares estadounidenses en América Latina, ver Berrigan, Frida and Wingo, Jonathan, The Bush
Effect: U.S. Military Involvement in Latin America Rises Development and Humanitarian Aid Fall, World
Policy Institution, noviembre de 2005.
104
Sobre esta cuestión, ver Tokatlian, Juan Gabriel: “Estados Unidos como un asunto de seguridad”, El
Debate Político, Año 2, Nº 3, noviembre de 2005
105
Ver http://www.usaid.gov/policy/par05/mda_0302.html; También se sugiere consultar, Fuentes Saavedra,
Claudio, “La diplomacia transformacional de Estados Unidos”, Diario Siete, 3 de marzo de 2006.
- 136 -
Luciano Anzelini
106
Esta posición de predominio a nivel internacional se expresa, según la visión de Juan Tokatlian, en cuatro
realidades: en términos de distribución de poder asistimos a una situación de unipolaridad; en términos de
comportamiento predomina el unilateralismo; en lo atinente a la estrategia desplegada sobresale la primacía,
es decir que Washington no tolera ningún competidor (ni aliado ni oponente); y en lo que hace a objetivos,
Estados Unidos busca el reordenamiento del sistema mundial, empezando por Medio Oriente y Asia Central.
Ver Tokatlian, Juan Gabriel: “Kirchner y la política exterior: entre Ibn Khaldun y Stephen Walt”, en Revista
Debate, N° 137, 2005.
107
Se sugiere consultar Chan, Steve, “Realism, Revisionism, and the Great Powers”, Issues & Studies, Vol.
40, núm. 1, 2004; Ikenberry, G. John, Strategic Reactions to American Preeminence: Great Power Politics in
the Age of Unipolarity, paper presentado ante el National Intelligence Council 2020 Project, 28 de julio de
2003; y Walt, Stephen M., Taming American Power: The Global Response to U.S. Primacy, op. cit.
108
Walt, Stephen M.: “Taming American Power”, en Foreign Affairs, septiembre-octubre, 2005, p. 112.
- 137 -
Pensar la política desde los clásicos
109
Ver Russell, Roberto y Tokatlian, Juan Gabriel, “Argentina-Estados Unidos: opciones estratégicas”, La
Nación, 14 de septiembre de 2005.
110
Hoffmann, Stanley and Bozo, Frederic: Gulliver Unbound: America's Imperial Temptation and the
War in Iraq, Rowman & Littlefield, 2004, p. 143.
111
Seguimos en este punto los argumentos desarrollados por Russell, Roberto y Tokatlian, Juan Gabriel,
“Argentina-Estados Unidos: opciones estratégicas”, op. cit.
112
Sugerimos consultar especialmente Walt, Stephen M., Taming American Power: The Global Response to
U.S. Primacy, op. cit; y Pape, Robert A., “Soft Balancing against the United States”, International Security,
Vol. 30, Nº 1, verano 2005, pp. 7-45.
113
Sobre la adopción del soft balancing como estrategia para los países sudamericanos me he ocupado en
Anzelini, Luciano, Restricción de poder en Sudamérica. Alternativas frente a la política exterior de Estados
Unidos, paper presentado ante el 8vo Congreso Chileno de Ciencia Política, 15 al 17 de noviembre de 2006.
114
Algunas de las opciones estratégicas adoptadas por los países latinoamericanos durante los años de la
Guerra Fría fueron la “protección extra-hemisférica”, la “unidad colectiva”, la “revolución social” y el
“tercermundismo”. Para un análisis de estas opciones, se sugiere consultar Smith, Peter H., Talons of the
Eagle, Dynamics of U.S.-Latin American Relations, New York, Oxford University Press, 2000. En la década
de 1990, por el contrario, la mayoría de los países de América Latina dejó de lado las estrategias de
restricción de poder y “se acomodó” a los intereses estadounidenses. No obstante, no todas las experiencias
fueron alineamientos irrestrictos como los que evidenciaron el México de Carlos Salinas de Gortari y la
Argentina de Carlos Saúl Menem. La República Federativa del Brasil, bajo la presidencia de Fernando
Henrique Cardoso, mostró que era posible combinar colaboración con Washington, al tiempo que se
- 138 -
Luciano Anzelini
Los estados están comenzando a unir fuerzas de maneras más sutiles, con el
objetivo explícito de limitar el poderío estadounidense. Pero más que conformando
alianzas anti-norteamericanas, los países están apelando al ´soft balancing´: coordinan
sus posiciones diplomáticas para oponerse a la política estadounidense y obtienen así
mayor influencia juntos. Para citar sólo algunos casos: Francia, Alemania y Rusia
persiguieron una estrategia unificada que evitó que Estados Unidos obtuviera la
autorización del Consejo de Seguridad para invadir Irak. A la vez, esta acción
permitió que estados pequeños como México y Chile se resistieran también a las
presiones estadounidenses (…) Más allá del caso europeo, la oposición conjunta de
los países latinoamericanos ha limitado los esfuerzos de la Administración Bush por
presionar al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela; ha frustrado los intentos
estadounidenses de imponer al nuevo Secretario General de la OEA; y ha bloqueado
la propuesta de los Estados Unidos de crear un panel revisor de la democracia dentro
del marco de la OEA.116
Por supuesto que existen ámbitos en los que el soft balancing no podrá alcanzar en
el corto plazo resultados promisorios. Es sabido que la estrategia de primacía que
caracteriza a la política exterior de la administración George W. Bush hace improbable que
resguardaban ciertos espacios de autonomía nacional frente a la política exterior de la Casa Blanca. Sobre las
diferencias de este período en las políticas exteriores de Argentina y Brasil, sugerimos consultar Russell,
Roberto y Tokatlian, Juan Gabriel, El lugar de Brasil en la política exterior argentina, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 2003.
115
Ver Pape, Robert A., “Soft Balancing against the United States”, op. cit., p. 36.
116
Walt, Stephen M.: op. cit, p. 113
- 139 -
Pensar la política desde los clásicos
Washington vaya a someter sus intereses de seguridad (por ejemplo, la lucha contra el
terrorismo) al dictamen de los ámbitos internacionales.117
Sin embargo, el juego se halla bastante más abierto en lo referente a cuestiones
políticas y económico-comerciales, constituyendo campos fértiles para atenuar o refrenar el
unilateralismo imperial. En este sentido, un buen ejemplo de las posibilidades de limitar
con éxito los objetivos comerciales de Washington lo muestra el fracaso de la Casa Blanca
en la Cumbre de las Américas de noviembre de 2005 en Mar del Plata. Allí, el conjunto de
países de la región que, liderado por el Mercosur, encarnó la oposición al proyecto del
ALCA118, logró coordinar con éxito su oposición a la estrategia estadounidense de
liberación comercial hemisférica.119
En este marco, es claro que un orden internacional con un alto nivel de
institucionalización continúa teniendo un peso gravitante en la restricción del uso abusivo
del poder. Estados Unidos no puede ignorar este entramado institucional sin pagar por ello
un precio cada vez más evidente: el de la pérdida de apoyo a sus iniciativas en el plano
internacional, con la consecuente pérdida de legitimidad. En ese sentido, pese a que el
poder omnímodo del imperio se expresa cada vez más a través de la fuerza y la arrogancia,
la vigencia del sistema interestatal westfaliano continúa siendo la principal garantía contra
el tipo dichos excesos a los que nos ha acostumbrado en los últimos años la administración
George W. Bush. Como sostiene el excepcional analista canadiense Robert Cox:
“Mi argumento es que el sistema interestatal continúa siendo el medio más viable
para restaurar la legitimidad en los asuntos globales. El primer desafío es inducir a la
117
Respecto de la estrategia de restringir el poder de los Estados Unidos comprometiéndolo en los ámbitos
multilaterales, Stephen M. Walt considera difícil que la misma tenga éxito en cuestiones vinculadas al core de
la seguridad nacional. Afirma este autor: “En lugar de contraponerse directamente a su dominio, muchos
Estados esperan constreñir a los Estados Unidos comprometiéndolo dentro de poderosas instituciones
internacionales. El “binding” funciona en áreas, como los asuntos económicos internacionales, en las cuales la
primacía de los Estados Unidos no es tan pronunciada. Sin embargo, la estrategia no es efectiva para restringir
la acción de los Estados Unidos en áreas claves de la seguridad nacional. Los Estados Unidos fallaron en
obtener la autorización del Consejo de Seguridad para las guerras de Kosovo e Irak, pero no por ello dejaron
de librarlas”. Ver Walt, Stephen M.: op. cit, p. 114.
118
Además de México, que lideró la defensa del ALCA en la Cumbre, la propuesta comercial hemisférica de
Washington fue respaldada por Canadá, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú, Ecuador y El
Salvador.
119
Un excelente resumen de las posiciones desplegadas por los países de la región en la Cumbre de las
Américas de noviembre de 2005, puede encontrarse en Corigliano, Francisco Manuel, “La posición del
gobierno de Kirchner en la Cumbre de las Américas 2005: un balance preliminar”, Boletín del ISIAE, Consejo
Argentino para las Relaciones Internacionales, año 8, núm. 37, diciembre de 2005.
- 140 -
Luciano Anzelini
En breve, los desafíos que enfrenta una América Latina dominada por la
“informalidad imperial” son grandes y el espacio para errores estratégicos es cada vez más
acotado. En este marco, solamente un riguroso y concertado trabajo diplomático podrá
anticipar y contener los desafíos y crisis que se avecinan. Si en lugar de respuestas
fundadas, realistas y autónomas, primaran la inacción o las rencillas estériles, el vacío que
se generará no tardará en ser cubierto por el actor imperial.
Bibliografía
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Pregunta
-Tiene que ver con lo que se habló de la multipolaridad. En algún momento se había
pensado a la unión europea como posible rival o como reemplazo de los EE.UU. como
potencia hegemónica, pero ahora en medio de la crisis económica que hay en la unión
europea, se observa que hay muchos países que no pueden seguir el ritmo, que sí tienen los
países centrales del bloque. Entonces mi pregunta es si a consideración tuya, por ejemplo el
eje Alemania-Francia, que es el que hoy día está manejando la crisis europea, ¿podría ser
un futuro rival frente a los EE.UU.? Y si ese no es el caso, ¿si lo podría ser lo que hoy se
llama el BRIC?
Pregunta
- Quería preguntar si considerás a la Federación Rusa como un imperio informal, por lo
menos a nivel regional en su centro geopolítico de mayor gravedad, es decir Georgia,
Azerbaijan, Chechenia, etc., donde los problemas son étnicos y hasta religiosos. Pero
también relacionándolo con los problemas con el gas, con la Unión Europea, las presiones
económicas y hasta ciber-militares, como en Lituania o Polonia, donde se discute el
establecimiento de un escudo antimisiles que quería instalar EE.UU. allí.
Finalmente, quería saber si podías expresarte sobre el rol de las Fuerzas Armadas en
Latinoamérica en el siglo XXI.
- 146 -
Luciano Anzelini
Respuestas
La primera parte de tu pregunta tiene que ver con el tema de la multipolaridad. Me
parece que es bastante claro, ya que en general hay una coincidencia entre todos los análisis
prospectivos, respecto de que si se habla de multipolaridad en el futuro va a ser como
consecuencia de la emergencia del bloque que vos denominaste “BRIC” (Brasil, Rusia,
India y China).
En el caso de la Unión Europea, me da la sensación, volviendo a las categorías
teóricas que desarrollábamos antes, esto es, a la idea de un orden hegemónico que
contempla la problemática de la jerarquía, que Europa ha quedado subsumida en un tipo de
relación jerárquica con EE.UU. a partir de la Segunda Guerra Mundial y muy claramente en
la etapa de la guerra fría, y sobre todo desde el post 11 de septiembre, en donde hay un
acompañamiento de las políticas globales de EE.UU., más allá de algunas diferencias. En
este sentido es necesario mencionar el caso de la guerra de Irak, en donde Francia y
Alemania se han opuesto a la intervención unilateral, mientras que Gran Bretaña y España
acompañaron la aventura bélica.
Pero para ser claros respecto del tema de la multipolaridad, yo la leo esencialmente
como el deslizamiento del poder económico y militar desde Occidente hacia Oriente. Aún
cuando (como decía durante mi exposición), es muy prematuro pensar en un orden
multipolar al menos en el mediano plazo.
Por otro lado, el tema de la crisis económica que citabas antes tampoco altera en lo
esencial el argumento, porque me da la sensación de que el vínculo subordinado de Europa
a EE.UU. es anterior a la posibilidad de un “orden postmoderno”, en palabras del
diplomático y analista británico Robert Cooper. De alguna manera, el orden postmoderno
europeo fue posible gracias a que hubo otro actor, que fue EE.UU., que asumió un rol de
expansión global con los costos correspondientes en términos militares. La posibilidad de
ese orden postmoderno tiene que ver en alguna medida con la garantía de subsunción a las
políticas de EE.UU.: “me beneficio del bien colectivo global (la seguridad), pero pago los
costos de la subordinación”.
El tema del imperialismo informal y lo que me dice usted de la cuestión del Estado
y las clases sociales, tiene que ver con una elección que hace el analista cuando escribe un
- 147 -
Pensar la política desde los clásicos
paper. Detrás de esto hay un paper, y en ese paper yo trabajo más con categorías de la
escuela liberal de las Relaciones Internacionales, que a su vez entiende como actores
fundamentales del sistema internacional a los Estados. Así como podría haber escogido
para el desarrollo de mi trabajo a la escuela marxista, pero en ese caso hubiera trabajado
con clases sociales en el plano trasnacional. Es solamente una cuestión de elección,
inclusive en algún momento utilizo instrumentalmente a un autor marxista o neogramsciano
como lo es Robert Cox, quien más allá de su raíz clasista, por momentos emplea categorías
propias de un análisis estado-céntrico. Al margen de eso, lo que quiero destacar es que el
abordaje de un tema de estudio tiene que ver con una elección del investigador en lo que
respecta al encuadre teórico. Por ello, al definir imperio utilicé a Michael Doyle que es un
autor liberal, prescindiendo deliberadamente de otros autores.
Respecto del tema de la existencia del imperio formal en la actualidad, es preciso
realizar alguna salvedad conceptual que presentaba en mi exposición. En algunos casos, la
relación de dominación y control de EEUU con otros estados tiene visos de semejanzas con
la formalidad imperial, de allí que citaba el caso de Afganistán e Irak, sobre todo en la
primera etapa de la intervención, e inclusive el caso de Kosovo y de Bosnia según algunos
autores. Pero sin dudas, no estamos en una realidad semejante a la del siglo XIX. Como
analista, uno tiene que recurrir a una batería de herramientas conceptuales diferentes.
Respecto al caso de la Federación Rusa, no me quisiera expandir demasiado puesto que
Tomás es un experto y yo no he trabajado sinceramente en profundidad la cuestión. Sin
embargo, sí podemos hablar, y de hecho en mis trabajos lo cito, el caso del imperio
informal soviético en su “afuera cercano”-aún hoy Rusia continúa en esa lógica-, que
desarrolló un patrón de relacionamiento muy parecido al desplegado por EE.UU. con
América Central y el Caribe durante buena parte de los años de la Guerra Fría. No son
directamente relaciones de anexión territorial, pero sí claramente de un dominio económico
y militar. Sin dudas, algunos de los casos que citabas antes pueden tener semejanzas. Pero
insisto, no soy un especialista en cuestiones de Europa del Este.
Finalmente el rol de las Fuerzas Armadas en América Latina es temática para hacer
un seminario entero. De todas maneras no puedo dejar de señalar, como director de la
Maestría en Defensa, el hecho saludable que uno observa de avances muy concretos hacia
un corrimiento de los militares de la escena política. La cristalización de la efectiva
- 148 -
Luciano Anzelini
conducción política de la defensa, la clara separación entre los asuntos de seguridad interna
y los asuntos de la defensa (por lo menos para el caso argentino que desde el punto de vista
normativo representa un tipo ideal), demuestran la existencia de un continuum en la región,
en donde la Argentina sería el caso más nítido de alejamiento de los militares de las
cuestiones internas. Más allá de las diferencias que se reconocen en Latinoamérica sobre
el rol de los militares en tareas domésticas, (Colombia, por ejemplo, utiliza a las fuerzas
armadas en actividades de seguridad interior), vemos en general perspectivas auspiciosas
sobre la cuestión militar y la estabilidad democrática.
Pregunta
-¿Cómo evaluás la problemática de las relaciones hemisféricas en el continente americano,
básicamente en las relaciones de los países de la región (y en especial de Argentina) con los
Estados Unidos? ¿Qué caminos prácticos observás en ese sentido?
Respuesta
Antes que nada me gustaría hacer un breve paréntesis. Yo fui alumno de
teoría política en la cátedra Borón, hace mucho tiempo ya, por ello quería decir que fue
muy lindo volver a escuchar todos estos conceptos, que uno -por sesgo profesional- va
abandonando, aunque debo decir que no del todo. De hecho en teoría de las relaciones
internacionales, una de las disciplinas en las que soy docente, aparecen todo el tiempo.
Inclusive hay una escuela -vinculando mi exposición con la de Romina-que es la escuela
feminista de las relaciones internacionales, que analiza, por ejemplo en el campo de la
seguridad, a la mujer como principal víctima de los acontecimientos bélicos.
Al margen de eso, volvamos a nuestro tema: ¿cómo restringir el poder de un vecino
grandote, que goza de ostentar una distancia sideral de recursos en relación a los otros
actores? Se escribió mucho sobre esto en los últimos tiempos, inclusive desde los EE.UU.
Hay un autor que se llama Stephen Walt, de la Universidad de Harvard, que escribió un
libro titulado Taming American Power, en castellano sería algo así como “Domesticando al
poder americano”, donde describe una diversidad de estrategias que despliegan los Estados
y que en ocasiones dan resultado.
- 149 -
Pensar la política desde los clásicos
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Luciano Anzelini
medio) no lo entienden, no saben por qué sucede. Nosotros podemos aventurar una
respuesta: el sistema hemisférico funcionó bastante mal durante mucho tiempo, a través de
instancias como la OEA y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). De
manera que por ahí pasa la cosa.
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Legitimidad en Maquiavelo
Juan Manuel Marzullo
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Juan Manuel Marzullo
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hecho). La fortuna es para Maquiavelo aquello políticamente contingente, es decir que está
por fuera de las voluntades humanas.
La virtud a su vez, es todo aquello que puede la voluntad humana, en tren de
adaptarse a la fortuna. Breve y rápidamente: no se puede concebir (como no se podía
concebir grandes sin pueblo) virtud sin fortuna.
Ahora lo interesante de ver, es el caso de la virtud y la fortuna, de los grandes y el
pueblo puesto todo en el tablero. Es que, como todo pensamiento genial, el de Maquiavelo,
cuando uno lo comprende, acabadamente, o cree comprenderlo (porque siempre sigue
sorprendiendo), parece ser tautológico. Ya cuando vamos al final de la exposición, les voy
a decir porque me parece que es tautológico.
Decíamos, la legitimidad está ligada evidentemente con el conflicto. El conflicto
está ligado con la fortuna y a su vez obviamente con la virtud. Y en definitiva la fortuna, se
resume en gran parte, a la tensión que existe por fuera de las voluntades de grandes y de
pueblo (todo lo que le es exógeno, al sujeto político grandes y al sujeto político pueblo). Y
que influye a los dos, ó a uno de los dos, y que por ende termina influyendo en la relación.
Eso se llama fortuna.
No es el azar o una ruleta, como todo mundo sabe. Es lo contingente, en términos
políticos. Y lo que es contingente, en términos políticos, para Maquiavelo, insisto, es
aquello que afecta esta dinámica. La dinámica entre dos sujetos, grandes y pueblo.
Entonces la pregunta, que se hace uno, cuando va a hablar de legitimidad y en particular de
legitimidad en el principado, y que se la hace Maquiavelo también y la responde, es:
¿Cómo se mantiene la autoridad política? Porque aquí la estabilidad y la legitimidad,
tienden a ser sinónimos. Por la propia dinámica de las categorías de análisis de Maquiavelo.
En El príncipe, que es la obra dedicada al principado hay un momento muy
interesante, que a veces se lee un poco por arriba y no se destaca quizás, la verdadera
importancia que tiene. Que es aquel donde explica, la diferencia que hay entre adquirir un
principado turco y un principado francés y cuáles son las características que tienen los
sujetos políticos implicados. ¿Por qué digo esto? Porque, para el pensamiento de sentido
común, lo más importante es el adquirir. Lo maquiavélico está ligado, a esto de la
adquisición. A esto de llegar, cuando en realidad, quizás lo más rico de todo el constructo
teórico de Maquiavelo, es el mantenimiento de la autoridad política. Esto es la estabilidad y
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Juan Manuel Marzullo
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Pensar la política desde los clásicos
Por otro lado se entiende, que los grandes, dado el esquema de análisis de
Maquiavelo, seguramente van a tener mayor poder de influencia sobre la comunidad
política, que la que tiene el pueblo, prima facie, no es así.
Maquiavelo va a destacar, que la estabilidad y por lo tanto la legitimidad, va a estar
por sobre todas las cosas sustentada, en el sujeto político pueblo, en el universal.
Lo interesante de ver aquí, es que, a diferencia del caso de una república, en donde los
distintos sujetos políticos buscan una forma, que es la republicana el pueblo parece tener un
papel distinto, que al que tiene en la república. De hecho, la decisión voluntaria respecto de
cuál es el papel que ocupa el pueblo, en gran parte depende de las acciones que toma el
príncipe.
“Todo príncipe (dice Maquiavelo), que busque conservarse de manera segura, debe
construir fortalezas”. Maquiavelo escribió otras obras que no tienen específicamente que
ver, o directamente que ver, con lo teórico político. Pero que ayudan un poco a pensar
también en una visión más relativa de los conceptos de él, en el príncipe por ejemplo.
Él en un pasaje hace una disquisición sobre las fortalezas que deben tener los
príncipes y uno no sabe bien, si está hablando sobre una cuestión netamente militar, o
netamente política. Es decir, no sabe uno, si es un consejo propio de una cuestión bélica o
esta haciendo alusión específicamente a una cuestión de en dónde debe sustentar cualquier
príncipe, que se quiere conservar como tal. Es decir que, esté dotado de estabilidad política
y por lo tanto de legitimidad. La respuesta que da Maquiavelo es que, en donde se debe
sustentar, es en el favor del pueblo. Maquiavelo es tajante en esto. El pueblo es el único
resguardo de la estabilidad política de un príncipe.
Como decíamos hace un rato, la fortuna es aquello que trasciende en la dinámica
grandes-pueblo. O casualidad, cuando hay un sujeto político descontento, por ejemplo: el
pueblo, las más de las veces, hay un movimiento dentro del sujeto político grandes, que
hace caer a la autoridad vigente y subir a una nueva. Entonces ahí Maquiavelo se da cuenta
y dice: “La legitimidad esta puesta necesariamente en el favor del pueblo”.
Para finalizar, algo muy importante de destacar y que tiene que ver con las
características del principado es: el cómo Maquiavelo piensa que uno debe entender que la
autoridad política se gana “el favor del pueblo”.
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El feminismo no constituye un corpus homogéneo. Como nos señala Carme Castells, “[…]
se trata de un pensamiento y práctica plural que engloba percepciones diferentes, distintas
elaboraciones intelectuales y diversas propuestas de actuación derivadas en todos los casos
de un mismo hecho: el papel subordinado de las mujeres en la sociedad” (1996:10). Así
pues, la teoría política feminista es una teoría que busca entender la sociedad con el
objetivo de transformarla.
Siguiendo con la sistematización propuesta por Castells (1996: 12-21), los
numerosos trabajos de la teoría política feminista pueden englobarse en uno o varios de los
siguientes ámbitos temáticos:
I - Estudio crítico de la obra de los clásicos del pensamiento político: una especie de
ajuste de cuentas intelectual, que trabaja sobre la forma en que los distintos autores han
considerado –o directamente omitido- los factores de género en sus análisis. En este
sentido, no sólo proponen una lectura sintomática de autores como Locke, Rousseau,
Hegel, entre otros, sino también la recuperación de feministas consideradas clásicas como
Mary Wollstonecraft.
II - Crítica y reconceptualización de nociones supuestamente universales: Aquí se
buscar dar cuenta de la carga androcéntrica de categorías políticas concretas,
problematizando la premisa ampliamente compartida de que es la misma “naturaleza” de
las mujeres (su racionalidad imperfecta, diferente o directa falta de la misma) la que las
inhabilitaba para la vida pública, y relegaba al ámbito privado.
III - Intervenciones en el debate contemporáneo: En este campo se trabaja
principalmente sobre la tensión entre el feminismo y el pensamiento liberal contemporáneo.
Aún cuando muchas veces se suele asociar al feminismo con el liberalismo, mostrando al
feminismo como la posible extensión de los derechos liberales que gozan los hombres a las
mujeres, la teoría feminista ha sido fuertemente crítica de la teoría liberal. El intento por
“universalizar” el liberalismo, problematizar la dicotomía público/privado, acaba
inevitablemente por cuestionar al liberalismo en sí.
- 158 -
Romina Smiraglia
Y por último, IV - Las aportaciones a la elaboración de una ética feminista: cuyo objetivo
básico es cuestionar cualquier sesgo masculino eventualmente presente en la ética y
demostrar que la subordinación de las mujeres no puede defenderse moralmente.
Como les adelantaba al principio, el desarrollo del feminismo no ha sido lineal ni
libre de fuertes desacuerdos con respecto a sus principales nociones teóricas, como
tampoco lo ha sido en relación a sus objetivos en el terreno de la política. Avances y
retrocesos, debates abiertos nunca saldados, han marcado a un movimiento que en sí no es
homogéneo -y que muchas veces oscila al igual que un péndulo- pero que, a pesar de ello,
ha logrado echar luz sobre la ceguera en torno al género, no sólo a través de una
deconstrucción de la tradición intelectual occidental, sino también a través de la
institucionalización concreta de demandas específicas. Justamente, en este último punto, en
el de la institucionalización de demandas específicas, quisiera detenerme hoy121.
Sin intentar entrar en juicios de valor que nos llevaría a un callejón sin salida, lo
cierto es que el acceso a determinados derechos por parte de las mujeres, a garantías
institucionales contra cualquier tipo de discriminación o violencia, pareciera sólo mitigar
los problemas derivados de nuestra subordinación, pero no intervenir en el proceso político
y social que la origina y articula. No obstante, aunque no se ataquen las causas, el hecho de
suavizar sus efectos a través del acceso a determinados derechos es algo que, como algunas
feministas nos señalan, no podemos no querer122. Es por ese motivo que, en palabras de
Wendy Brown: sufrimos los derechos como paradojas, “la paradoja es, entonces, que los
derechos que dan cuenta de alguna especificación de nuestro sufrimiento, perjuicio,
desigualdad, nos encierra en la identidad definida por nuestra subordinación, mientras que
los derechos que esquivan esa especificación, no sólo sostienen la invisibilidad de nuestra
subordinación sino que, hasta incluso, potencialmente la aumentan” (2000: 233)123.
121
Retomo este punto de la ponencia titulada “El feminismo y el dilema del reconocimiento. Un acercamiento
a los límites de las luchas identitarias tradicionales desde Judith Butler”, presentada en el II Congreso
Internacional Feminista, Buenos Aires, Mayo, 2010.
122
Tampoco debemos olvidar que, como bien nos señala Wendy Brown, la ausencia de esos mismos derechos
dejaría en pie esas mismas condiciones de subordinación que estamos criticando
123
“The paradox, then, is that rights that entail some specification of our suffering, injury, or inequality lock
us into the identity defined by our subordination, while rights that eschew this specificity not only sustain the
invisibility of our subordination, but potentially even enhance it.”
- 159 -
Pensar la política desde los clásicos
El derecho a votar, a trabajar y recibir la misma remuneración que los hombres por
igual trabajo, a decidir cómo, cuándo y cuántos hijos tener, a divorciarnos, en fin, a la
defensa contra cualquier tipo de discriminación y/o violencia, todos ellos son derechos que
claramente no podemos no querer. Pero los mismos, por sí solos, no suprimen nuestra
situación de subordinación. En sí esto último, como bien nos explica Wendy Brown, no es
un problema. Si la violencia es ejercida contra nosotras, cualquier manera de reducirla o
contrarrestarla es en sí un valor. Pero los derechos funcionan reescribiendo una necesidad,
una falta, un daño, que no puede transformase solamente a través de los mismos, ya que
rara vez remiten a las condiciones que lo producen o fomentan (2000: 239-240).
Iris Young, intentando rastrear algunas de las razones de nuestra problemática
relación con el lenguaje del derecho, nos señala que “[…] mientras persistieron la práctica
y la ideología de considerar a ciertos grupos indignos de gozar del estatus de igual
ciudadanía en virtud de supuestas diferencias naturales respecto a los ciudadanos varones
blancos, para los movimientos emancipatorios fue importante insistir en que todas las
personas tienen idéntico derecho a gozar de igual ciudadanía” (1996: 118). Sin embargo, en
la actualidad, aunque se esté cerca de lograr la igualdad de derechos para todos y todas -con
importantes excepciones- las desigualdades en nuestras sociedades persisten. Las
posibilidades que abrió este camino chocaban una y otra vez con la subordinación social,
política y económica en la que permanecían dichos grupos.
Así pues, las feministas empezaron a vislumbrar el peligro de sostener la lucha
alrededor de derechos universalmente formulados que en sí son ciegos al género –como la
raza, cultura, etc.-, asumiendo entonces que quizás “[…] allá donde existan diferencias
grupales en capacidades, socialización, valores y estilos cognitivos y culturales, sólo
atendiendo a dichas diferencias se podrá lograr la inclusión y participación de todos los
grupos en las instituciones económicas y políticas” (1996: 120). De esta manera, las
feministas, como así también otros movimientos emancipatorios, debieron enfrentarse al
“dilema de la diferencia”.
No obstante, y retomando la paradoja presentada por Wendy Brown, volcar la lucha
hacia una celebración acrítica de la diferencia también nos presenta un problema. Cuando
ejercemos “nuestros” derechos somos interpeladas como “mujeres”, como simples copias o
personificaciones de un arquetipo Mujer, lo que inevitablemente refuerza la naturalización
- 160 -
Romina Smiraglia
de ciertos rasgos que han sido construidos en el transcurso del tiempo, produciendo -
reforzando- una ilusión de esencia, una especie de experiencia femenina fácilmente
generalizable y colectivamente compartida, que dificulta muchas veces la visualización de
diferencias entre el concepto Mujer y las mujeres en cuanto sujetos históricos (DE
LAURETIS, 1996).
Por otro lado, en el marco de los derechos, nos advierte Wendy Brown, es casi
imposible referirse a sujetos marcados por más de una forma social del poder -raza, género,
orientación sexual, etc.- al mismo tiempo (2000: 235-236). El tomar estas últimas como
demarcaciones que se construyen en forma independiente unas de las otras, las cuales a
posterior pueden ser sumadas: mujer+negra+lesbiana, elude el modo en que los sujetos son
construidos. En este sentido, si los poderes que trabajan sobre la subordinación ocurren en
diferentes modalidades, que en sí contienen diferentes historias y tecnologías, no es de
extrañar que haya sido tan difícil a través de los años trabajar sobre un sujeto social
estigmatizado que no sea monolítico (2000: 236-237).
Ahora bien, entonces, frente a estas identidades construidas -Mujer como cualquier
otra categoría identitaria –que definen “nuestra” subordinación, frente al dilema que nos
presenta el reconocimiento: ¿afirmación o transformación de la diferencia?
Frente a este interrogante, me gustaría adentrarme brevemente en los nuevos
enfoques surgidos dentro del feminismo en la década del noventa que buscan establecer una
nueva teoría de la subjetividad. Esta vuelta reflexiva sobre las propias teorías feministas se
va a producir, principalmente, a través de un giro performativo en la interpretación de la
identidad (BUTLER, 2001, 2005 y 2006) que, buscando desnaturalizar la diferencia sexual,
ha dado lugar a nuevas interpretaciones sobre las representaciones de género y de la
sexualidad, tanto en el espacio político como estético. Una definición del género en
términos de performance, que surge en reacción tanto a la afirmación del feminismo
esencialista de una verdad natural o pre-discursiva de la diferencia sexual, como a la
imposición normativa de ciertas formas de masculinidad y feminidad.
Dentro de este marco de sentido, el establecimiento de la diferencia sexual no
precede a la interpretación de esa diferencia, sino que esa misma demarcación es en sí un
- 161 -
Pensar la política desde los clásicos
124
No obstante, y me parece importante aclararlo, que la diferencia sexual no pueda pensarse por fuera de
estas demarcaciones, no implica que el discurso sea la causante de la misma, o que por ello sea artificial o
prescindible. En Cuerpos que importan, al relacionar sus planteos con la regulación social de la raza, Judith
Butler nos advierte “decir que la raza es una construcción o una atribución, en modo alguno le quita al
término la fuerza que tiene en la vida […]” (2005: 42)
- 162 -
Romina Smiraglia
125
Este punto es ampliamente trabajado en su libro Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y
responsabilidad, citado en la bibliografía.
- 163 -
Pensar la política desde los clásicos
Butler, que debemos seguir un doble camino en política: “[…] debemos utilizar este
lenguaje para afirmar el derecho a condiciones de vida aceptables de manera que se afirme
el rol constitutivo de la sexualidad y el género en la vida política, y debemos también
someter nuestras propias categorías a la exploración crítica” (2006: 63). Un doble camino,
entonces, utilizar ese lenguaje que nos usa, pero en una constante relación crítica con las
construcciones sociales de la ideología sexual, cuestionando las categorizaciones impuestas
en la socialización y regulación de los cuerpos.
Y aquí quiero detenerme un poco. Por tomar sólo un ejemplo -uno muy actual-
aunque frente a la existencia del derecho al matrimonio es fundamental la lucha por que se
extienda el derecho al mismo a cualquier pareja, independientemente de su orientación
sexual, es importante no olvidar que el matrimonio es sólo una forma de organizar las
relaciones. Al luchar por el acceso a este derecho sin tomar en cuenta esto último, corremos
el riesgo de que la institución matrimonio termine normalizando determinados vínculos
ante la mirada pública, al mismo tiempo que patologiza otros que quedan por fuera de la
norma. Sin embargo, tampoco podemos olvidar –y aquí se presenta la disyuntiva- que en
numerosas partes del mundo sigue existiendo una importante homofobia que se opone al
matrimonio igualitario, que persigue cualquier manifestación que difiera de las normas
heterosexuales dominantes como un crimen contra la naturaleza, la cual –en muchos de los
casos- puede ir acompañada de un uso de violencia correctiva frente a esos cuerpos
abyectos, esos cuerpos que no importan. Acaso lo interesante de estos nuevos aportes que
estuvimos recorriendo sea que, sin oponerse a la lucha por garantías institucionales contra
cualquier tipo de discriminación o violencia que en muchos casos por ser parte de minorías
se sufre, los mismos no dejan de preguntarse por los límites.
Resumiendo, y ahora sí termino, quizás, entonces, el camino sea -como nos invita
Butler- brindar una mirada crítica sobre los términos que restringen la vida para abrir la
posibilidad de modos diferentes de la misma, porque “[…] el pensar sobre una vida posible
es un lujo sólo para aquellos que ya saben que son posibles. Para aquellos que todavía están
tratando de convertirse en posibles, esa posibilidad es una necesidad” (2006: 310). Muchas
gracias.
Bibliografía
- 164 -
Romina Smiraglia
______. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”.
Buenos Aires: Paidós, 2005.
FRASER, Nancy. “Multiculturalidad y equidad entre los géneros: un nuevo examen de los
debates en torno a la «diferencia» en EE.UU.” en Revista Occidente Nº 173, Octubre 1995,
pp. 35-55.
- 165 -
Pensar la política desde los clásicos
YOUNG, Iris Marion. “Vida política y diferencia de grupo: una crítica del ideal de
ciudadanía universal” en Perspectivas feministas en teoría política, comp. Carme Castells.
Barcelona: Paidós, 1996, pp. 99-126.
Pregunta:
Me interesaría que profundices un poco sobre tu lectura crítica sobre la
movilización política en clave identitaria, ¿qué opinás con respecto a hacer política por
fuera de esa forma?, ¿es posible?
Respuesta:
Me hiciste una pregunta muy interesante, una pregunta que hasta el día de hoy se
viene discutiendo dentro del feminismo. Voy a intentar recortarla un poco para responderla.
Como les comentaba en mi exposición, el acceso a determinados derechos por parte de las
mujeres, pareciera sólo mitigar los problemas derivados de nuestra subordinación, pero no
intervenir en el proceso político y social que la origina y articula. En pocas palabras, y por
los motivos que estuvimos recorriendo, no ataca nuestra subordinación, la regula. Sin
embargo, aunque no se ataquen las causas, el hecho de suavizar sus efectos es algo que no
podemos no querer. Por ese motivo, en palabras de Wendy Brown, sufrimos los derechos
como paradojas.
Ahora bien, frente a esa paradoja -que no es un dilema que pueda resolverse- me
parece interesante la opción que nos propone Judith Butler: hacer un doble camino en
política. Luchar por el acceso a derechos, por la disputa de recursos concretos, en fin, no
descartar un posible uso táctico de la categoría “mujeres”. Pero esto último sin dejar, al
mismo tiempo, de someter nuestras propias categorías a una constante revisión crítica.
- 166 -
Romina Smiraglia
Además, creo que es prioritario detectar -para cambiar- nuestras prácticas políticas en
donde la “diferencia” tenga más valor que la lucha constante por la superación de la misma.
Porque al fin y al cabo lo que buscamos –o por lo menos lo que yo busco- no es la
reafirmación de una identidad femenina sino la desestabilización de las identidades de
género en general, o sea, que deje de existir esa distinción entre hombres y mujeres que
tiene tantas consecuencias políticas, sociales y económicas en nuestra sociedad.
En pocas palabras, tenemos -y en algún sentido debemos- convivir con/en esa
tensión. Marcarnos objetivos a corto, mediano y largo plazo. Porque aunque sepa qué es lo
que quiero a largo plazo, o en parte lo sueñe, no puedo dejar de hacer política en el
“mientras tanto”. Por más que me genere contradicciones. Y éste no es un problema sólo
del feminismo, sino de todos los movimientos emancipatorios en general.
Yo participé, en distintos ámbitos, en el debate sobre el matrimonio igualitario y
creo que quedó claro luego de mi exposición que aunque esté de acuerdo en la lucha por el
acceso a ese derecho para cualquier pareja, independientemente de su orientación sexual,
creo que es sólo un objetivo, uno entre tantos otros. Recuerdo que durante el debate que se
dio en el país, hablaba con gente del interior y me decían: “es muy importante el acceso a
ese derecho pero yo llego a caminar las cuadras que existen entre mi casa y el recinto para
casarme con mi pareja y me mataron a palos”. O sea, tienen un problema previo, de
cuadras, antes de llegar a ese lugar, que muchas veces no lo estamos viendo.
Por otro lado, también me preocupa que la mayoría de las demandas provenientes
de estos grupos que han obtenido mayor visibilidad hayan girado generalmente -con
importantes excepciones- en torno a la monogamia y a la propiedad, lo cual muchas veces
dificulta la aparición de demandas que justamente se encuentran en tensión con esos
términos. Por ese motivo me detuve en el caso del matrimonio igualitario. El mismo me
permitió adentrarme en las contradicciones que conlleva la lucha por el acceso a ese
derecho, un derecho que es fundamental, pero que –al mismo tiempo- puede llevar a
patologizar otras formas de vínculos, de relaciones, que se encuentran por fuera de esa
institución.
Repito lo mismo que dije en mi exposición, cualquier movimiento que se considera
crítico no puedo dejar de preocuparse por los límites, en este caso, por el cuestionamiento
de la inteligibilidad de las normas que nos constituyen como personas.
- 167 -
Pensar la política desde los clásicos
Pregunta:
El feminismo abarca muchas cosas, no sólo el sexo. Me quedaron de lado las
trabajadoras, las jubiladas, las amas de casa, las campesinas, las estudiantes, etc. Los
derechos de todas las mujeres que viven en esta sociedad. Entonces, por ese lado, yo pensé
que ibas a especificar más sobre el feminismo en general, sobre toda mujer, y no sobre el
sexo o el lesbianismo.
Respuesta:
Ante todo quisiera hacer una aclaración. Cuando en mi exposición me refería al
sistema sexo/género, no me refería a sexualidades en los términos que vos las estás
enunciando (heterosexualidad-homosexualidad), sino al análisis de las relaciones de poder
dentro de una sociedad que define condiciones distintas para hombres y mujeres.
Ahora sí, con respecto a tu intervención, quisiera decirte que la misma da justo en el
problema central que intenté recorrer en mi exposición: el problema de dar cuenta al mismo
tiempo, en nuestras reflexiones o prácticas políticas, de un sujeto estigmatizado que no sea
monolítico, trabajar sobre más de una forma de identidad en simultáneo. Retomando
algunos de tus ejemplos, te puedo asegurar que hay tantas trabajadoras lesbianas, como
lesbianas que trabajan. Porque son las mismas personas, atravesadas por diferentes –pero
no independientes- formas del poder.
Por otro lado, ¿a qué te referís con feminismo en general?, ¿cuál es esa Mujer de la
que estás/estamos hablando? En el caso específico del feminismo, bajo la aparente
universalidad del término “Mujer” muchas veces se han invisibilizado otras formas de
producción de subjetividad: clase, raza, sexualidad, entre otras. Muchas veces esa “Mujer”,
sujeto del feminismo, no fue más que un estereotipo de la feminidad blanca, heterosexual y
de clase media, cuya situación ciertamente no incluía a todas las mujeres. Es por ese motivo
que me parece importante retomar los aportes de autoras que proponen una revisión crítica
de los análisis basados solamente en una oposición sexual universal Hombre/Mujer, que
muchas veces no logran visualizar las diferencias entre la Mujer y las mujeres en tanto
sujetos históricos.
- 168 -
Tomás Várnagy
“Modernidad” de Maquiavelo
Tomás Várnagy
Nadie duda, actualmente, que Nicolás Maquiavelo es un “clásico”, lo cual implica que se
trata de interpelar un pensamiento vivo y no de internarse en la búsqueda de restos
arqueológicos en un cementerio de ideas ni de buscar elaborados análisis lingüísticos o
filológicos. Los clásicos son tales porque analizan el presente, se los lee como
contemporáneos y le recuerdan a cada generación que las cuestiones planteadas pueden y
deben ser reformuladas para interrogar críticamente a la actualidad en la que vivimos.
- 169 -
Pensar la política desde los clásicos
es y lo que debería ser, entre política, ética, filosofía, teología y religión, y es el Secretario
quien establece un corte tajante entre lo que es la realidad y lo que son nuestros deseos.
Como humanista y renacentista produce una ruptura con la tradición medieval ya que
descubre y pone en marcha toda una serie de nuevos conceptos en el pensamiento político,
tales como la relación entre poder y apariencia, la racionalidad técnica y la habilidad como
elemento transformador del entorno, entre otros.
En este sentido, por su estricta y nítida separación de la política con otros campos se
lo considera el fundador de la ciencia política, descubriendo su autonomía e instaurando
un discurso empirista y realista, sustituyendo la imaginación por los hechos, las
prescripciones por la descripción, haciendo un análisis objetivo de la realidad con sus
regularidades, escrupuloso ante cualquier contaminación moralista. Al transformar la
política en un objeto de estudio independiente de todo lo ajeno a ella, Maquiavelo produce
una secularización de la misma, apartándose de la cosmovisión totalizadora de la Iglesia,
rompiendo con los modos medievales de pensamiento, rechazando las normas tradicionales
y las leyes naturales de origen religioso. De una perspectiva teocéntrica del hombre
pasamos a una visión antropocéntrica; además, por primera vez en la teoría política
moderna, se considera a la religión como una fuerza coercitiva y no espiritual, claros
ejemplos de la modernidad del Secretario Florentino.
- 170 -
Tomás Várnagy
Nuestro autor considera que existen dos modos de dominación y gobierno en los
principados: “... o por un príncipe y algunos siervos [o] por un príncipe y por nobles [y] los
ejemplos de estas dos clases de gobierno son la monarquía turca y el rey de Francia...” (El
príncipe, cap. IV). Estas dos formas podrían denominarse sultanismo, donde el pueblo no
cuenta, y feudalismo o estamentarismo, en donde el poder está fragmentado y que dio lugar
a una distinción que contrastaba los regímenes de Oriente y Occidente. El primer caso es
como una pirámide con un poder centralizado y vertical y, en el segundo, el poder está más
dividido entre los nobles. Maquiavelo presenta aquí a Francia, pedagógicamente, como un
Estado feudal, aunque en otros textos la muestra como un Estado absolutista moderno con
un alto grado de concentración del poder real.
- 171 -
Pensar la política desde los clásicos
y Montesquieu después, surge una nueva tríada que sustituye a la anterior: monarquía,
república (aristocrática y democrática) y despotismo. La diferencia entre las dos tipologías
consiste en el hecho de que la clásica utiliza un criterio cuantitativo (uno, pocos o muchos
que gobiernan), mientras que la segunda usa una regla cualitativa que resulta de una
multiplicidad de factores; primero, el espacio: la república debe tener una extensión
moderada, mientras que la monarquía precisa un espacio grande (y el despotismo mayor
aún); segundo, en la república debe haber una relativa igualdad mientras que en la
monarquía desigualdad en favor de la nobleza (en el despotismo todos son siervos); luego,
en la república, las leyes son expresión de la voluntad popular; en cuarto lugar, las fuerzas
de integración social son diversas: en la república hay virtud, que lleva a los ciudadanos a
anteponer el bien del Estado a su interés particular; en la monarquía la nobleza es sostén y
límite del poder del rey (en el despotismo hay miedo); y, finalmente, el orden político en la
república nace desde abajo, aún en medio del disenso, con canales institucionalizados para
expresarse; en la monarquía, desde arriba, en una síntesis armónica (en el despotismo por la
fuerza).
- 172 -
Tomás Várnagy
reside simultáneamente la causa del desorden y la causa del engrandecimiento. Hay que
seguir al modelo romano y reconocer que la libertad descansa en la discordia entre el
pueblo y el Senado, este modelo es el más adecuado para una república, que confía la
libertad a la plebe pues “posee mayor voluntad de vivir libre”; existe participación
institucional del pueblo, que es quien mejor custodiará la libertad. En el capítulo 7
encontramos la canalización institucional del conflicto ineludible entre los grandes y el
pueblo. Si la división en dos humores es propia de la vida de la ciudad, la república más
estable es la que da una expresión institucional al conflicto, la que canaliza el conflicto de
manera pública a fin de evitar el accionar faccioso de los ciudadanos descontentos,
contrario a la vida en común.
- 173 -
Pensar la política desde los clásicos
- 174 -
Tomás Várnagy
En suma, el Secretario Florentino es un clásico y, como tal, hay que leerlo como si
fuese un contemporáneo que nos muestra las deficiencias de nuestra situación actual, nos
- 175 -
Pensar la política desde los clásicos
hace meditar acerca de las posibles vías o soluciones para remediar los males presentes, nos
señala los errores cometidos en el pasado y nos ayuda en la búsqueda del bien común y la
sociedad justa. Por otro lado, es también un moderno porque sus ideas representan un salto
cualitativo sobre viejas estructuras y mentalidades, anticipando al nuevo hombre que
construye y constituye, para bien o para mal, la civilización occidental a la cual
pertenecemos.
Bibliografia
•El príncipe (Madrid: Alianza, 1981). Traducción, introducción y notas de Miguel Angel
Granada.
•Del arte de la guerra (Madrid: Tecnos, 1988). Traducción, estudio preliminar y notas de
Manuel Carrera Díaz.
•Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Madrid: Alianza, 1987). Traducción,
introducción y notas de Ana Martínez Arancón.
•Epistolario 1512-1527 (México: FCE, 1990). Traducción, introducción, edición y notas de
Stella Mastrangelo.
•Escritos políticos breves (Madrid: Tecnos, 1991). Traducción, estudio preliminar y notas
de María Teresa Navarro Salazar.
- 176 -
Tomás Várnagy
-------o0o-------
- 177 -
Pensar la política desde los clásicos
I. Barry Posen, Gran estrategia unificada: Junta ciencia política, ciencia militar y
ciencias económicas.
Cualquier política de defensa y política militar tienen que “cerrar” simultáneamente
en tres aspectos. Estas dos políticas tienen que ser política y diplomáticamente viables y
sostenibles, militarmente factibles y eficientes, y económicamente posibles y aceptables. Si
no cierran en esas tres áreas simultáneamente, se hace inútil el instrumento militar para la
nación a la vez que perjudica otros sectores de la economía.127
Por lo tanto no es un indicador importante el % del PBI --como dicen algunos—sino
la eficiencia del uso del GAMIL en términos de lo expresado en la sección tres y las
posteriores.
Para un economista el gasto militar puede concebirse como una póliza de seguro que
protege el país contra los riesgos externos en un mundo políticamente inestable e
impredecible, con un futuro siempre incierto. La adquisición de esta póliza de seguro debe
equilibrar la protección de la integridad territorial del país contra los peligros que pueda
afrontar, contrapesándola con las demás necesidades de los ciudadanos. Idealmente, este
“paraguas de seguridad” permite invertir, trabajar y vivir en el país con cierta soltura y
previsibilidad.
Ningún país puede costear una “póliza contra todo riesgo” porque su costo sería
demasiado elevado. El ciudadano concibe la Defensa externa únicamente como un bien
126
Un texto más amplio sobre este tema está en prensa.
127
Barry Posen, The sources of military doctrine. France, Britain and Germany between the World Wars, Cornell
University Press, 1984, pag. 24-25: “Las estrategias grandes desintegradas, en las cuales los objetivos políticos y
la doctrina militar son pobremente reconciliados, pueden llevar a la guerra y la derrota, poniendo en peligro así la
supervivencia misma del estado. En tiempos de paz, la doctrina debería permitirle al estado asegurar su seguridad
con costos económicos, políticos y humanos que estén dentro de su alcance.” (traducción propia)
- 178 -
Thomas Scheetz
más en una canasta de bienes mucho más amplia. La Defensa externa es un bien público –
un servicio de seguridad externa—que tiene su lugar al lado de muchos otros, como salud,
educación, vivienda, seguridad interna, justicia, etc.
Una cosa es explicar el GAMIL con la lógica de la visión liberal neo-clásica, y otra es
admitir que esa visión casi no se refleja en la dura realidad política latinoamericana. Es
necesario primero admitir que la realidad presupuestaria en los países latinoamericanos
suele ser muy distinta. Sincerar esta realidad permite contraponer una situación que
sugiere reforma (desde la visión neo-clásica) con otra que nos permite entender cuan lejos
están muchos países de la pretendida reforma y porque la realización de una reforma recibe
tanta oposición. Usando datos de los presupuestos devengados se puede contrastar lo que
“es” en el sector defensa con lo que “debería ser”; el “ser” de facto, versus el “deber ser”,
comparando con otros países relativamente “exitosos” en diseñar sus FFAA.
- 179 -
Pensar la política desde los clásicos
Según Philip Pugh130 los costos por unidad de adquisiciones de armas (no importa cual)
avanzan a una tasa casi uniforme (entre 9% y 11% por año), aun después de tomar en
cuenta la inflación. Esta tasa de aumento es mucho más que la del presupuesto público o
128
Ver Geddes, Barbara. Politician’s dilemma: Building state capacity in Latin America, University of
California Press, Berkeley, 1994.
129
Ver North, Douglass C. Estructura y cambio en la historia económica. Alianza Editorial, Madrid, 1984.
130
Philip Pugh, “The procurement nexus”, Defence economics, vol. 4, Nº 2, 1993, pág. 179-194.
- 180 -
Thomas Scheetz
del mismo PBI. Con el desplazamiento de otros gastos en el sector, este aumento ha sido la
causa determinante de (i) los números y tipos de equipos adquiridos; y (ii) por lo tanto, de
los roles y estructuras militares; y (iii) por ende, de las estructuras industriales de defensa.
Este fenómeno ha tenido fuerte efecto en las combinaciones de empresas europeas, los
cierres de industrias militares, el desarrollo de un solo tipo de avión caza (multi-rol), y
efectos aun más importantes en los países en vías de desarrollo.
Dado que todos los intentos131 de solucionar el problema del aumento de estos costos
por unidad han fracasado, debe haber algunos aspectos del proceso que condicionan todo.
(¡Y no es que los políticos civiles no otorgan suficiente presupuesto!) Se llega a la
conclusión que todo intento por detener este crecimiento de costos está destinado a fracasar,
y el intento de desconocer esta realidad dañará la defensa nacional. O el gobierno la asume
en el planeamiento, o las FFAA mueren como una institución con capacidad operativa.
ALIMENTOS PBI o
(toneladas)
ingresos fiscales
Años
Años
1945 2008
1800 1860 1900
131
Vía control de costos, mejorías ingenieriles, etc.
132
Kirkpatrick, David. “The affordability of defence equipment”, RUSI Paper, 1997.
- 181 -
Pensar la política desde los clásicos
b) También es posible extender la vida útil (repotenciación de equipos), pero esta opción
significa ser menos competitivo contra el rival, así como el decrecimiento de la moral y la
capacidad del personal (capital humano) se degrada.
c) Reestructuración continúa de las fuerzas. Además sugiere (i) que conviene buscar la
cooperación regional en la seguridad. Para Kirkpatrick esta es la única opción viable.
Una reflexión final: Estructuralmente el creciente costo por unidad es el que provoca que
los países medianos tengan hoy dificultad en mantener fuerzas armadas con genuina
capacidad operativa convencional. Este hecho también implica que estos países no pueden
darse el lujo de ser ineficientes con la totalidad de su GAMIL. Ergo, “nuevas amenazas, y
EEUU ayuda a convertirse en policías.
Según el Congressional Budget Office: “estudios… han encontrado que los costos de
operar y mantener aviones aumentan entre 1% y 3% con cada año adicional de edad,
después de ajustar por inflación… Y cada año adicional de edad del aparato disminuye el
tiempo entre “breakdowns” (descompuesto) entre 1 – 7%. Además, aumenta
significativamente su tiempo fuera de servicio entre 1 – 9%.” Si esto fuera cierto, la
prolongación de la vida útil de una flota implica que, a la larga, la retención de una flota
envejecida no solo afecta negativamente el “performance relativo”, sino que también en
algún momento su costo en O&M llega a ser mayor que la renovación de la flota. Esto es
una enseñanza fundamental; la vejez del equipo conlleva a estas tres implicancias: (1)
aumenta el costo de mantenimiento por año, (2) el equipo se descompone con cada vez
mayor frecuencia y (3) el equipo está fuera de operación durante más tiempo.
133
Congressional Budget Office. (CBO), “The effects of aging on the costs of operating and maintaining military
equipment”, Washington, DC, August 2001, pág. 5-8.
- 182 -
Thomas Scheetz
Muchos de los supuestos subyacentes de este texto se basan en la visión teórica neo-
realista, a saber:134
• No existe una autoridad suprema confiable en el sistema internacional (por ejemplo,
las Naciones Unidas no pueden garantizar la seguridad internacional).
• Así que un estado debe depender mayormente de si mismo para su seguridad. Así
las cosas, la mayoría de los estados tiende inevitablemente a desarrollar algunas
capacidades militares con la intención de defenderse (todos se auto-definen como
“disuasión”). Como tal suelen ser percibidos como potencialmente amenazantes
desde la óptica de otros estados.
• La incertidumbre, que lleva a una falta de confianza, es inherente al sistema. Los
estados nunca pueden estar totalmente seguros de las futuras intenciones de sus
vecinos.
• La supervivencia es el fundamento básico que influye el comportamiento de todo
estado.
• Aunque los estados tienden a comportarse racionalmente, suelen ocurrir errores de
cálculo en un mundo de información imperfecta. Y los potenciales antagonistas
tienen incentivos al representar mal sus propias capacidades frente a otros estados,
provocando errores de interpretación en estos últimos.
• Como neo-realistas, se acepta que la cooperación entre estados puede existir,
aunque tiene sus límites. La seguridad cooperativa es una meta importante, pero es
un proceso. No se logra declamatoriamente, como pretenden algunos actores
políticos locales. La seguridad cooperativa se construye paso por paso, hay que
comenzar por tener una capacidad propia que sea creíble para luego poder exhibirla
sobre la mesa común con los aliados.
134
Ver John Baylis & Steve Smith (eds.), The globalization of world politics, 2ª edición, Oxford University Press,
2001, pág. 257.
135
Ver Bjørn Møller. 1991. "What NOD is and what it is not", en Resolving the security dilemma in Europe,
London, Brassey's, pág.2.
- 183 -
Pensar la política desde los clásicos
Se crea una dinámica de “acción – reacción” (carrera armamentista). Pero aun cuando,
por un tiempo, las intenciones de los otros estados nos parezcan benignas, es sabido que las
buenas intenciones pueden cambiar. Por tanto, la capacidad militar propia debería
mantenerse vigente.
Respuesta
Llevo años en Sudamérica --42 para ser preciso-- y he visto tantas idas y vueltas
sobre alianzas, mercados comunes, bolivarianismo, etc. Si bien comencé mi vida siendo
muy esperanzador e idealista, ahora soy pesimista, aunque no dejo de trabajar a favor de
una especie de consejo de seguridad regional o de una unificación en áreas de defensa y
también de comercio en América Latina. Sin embargo siempre recuerdo algo que Fernando
Enrique Cardoso dijo hace unos años respecto a sus hermanos latinoamericanos: dijo que
- 184 -
Thomas Scheetz
somos muy buenos a la hora de declamar (o proclamar) soluciones pero muy malos a la
hora de concretar o de ejecutarlas. América Latina siempre opina de realidades
inexistentes, que son esperanzas más que realidades. Hoy, por ejemplo, testimoniamos lo
que ocurrió en la reunión de Ministros de Defensa en Bolivia. Ya hace tiempo habíamos
preparado un documento para la transparencia de los gastos militares a nivel sudamericano.
Hoy ese documento fue rechazado, y más bien acordaron una solución “lite”,
recomendando que todos los países informemos en lo posible a las Naciones Unidas.
Esquivan el bulto de algo tan fácil de hacer a nivel regional.
Creo que en el futuro en algún momento, eso espero, nacerá alguna alianza, una
seguridad cooperativa, o algunas instituciones regionalistas en América del sur. Pero hay
que comenzar paso por paso e ir construyendo ese sueño. Sin embargo, no creo que eso
vaya a ocurrir el día de mañana sin mucho esfuerzo. Se notó hoy (en Bolivia) con una cosa
tan pequeña como la transparencia del gasto militar, que hay muy pocos países en
Sudamérica que aún creen que podrían hacer una cosa tan sencillo, cuando el costo político
seria tan poquito para esa mínima media de confianza mutua. No tomaron siquiera ese
pasito. La seguridad cooperativa en el futuro es un camino difícil, no es un producto que
se puede lograr con proclamaciones. No sé si eso responde a lo que querías preguntar. En
fin, yo estoy a favor de cooperación en la defensa regional, pero es un producto de mucho
trabajo, no es fácil.
Respuesta
- 185 -
Pensar la política desde los clásicos
Sin embargo, el mismo Estados Unidos está haciendo exactamente eso, reduciendo
sus gastos militares. Pero respondiendo a su pregunta que si es factible reducir nuestros
gastos militares: Comencé mi presentación confesando mi neorrealismo. No existe una
autoridad suprema confiable en el sistema internacional. Por ejemplo, las Naciones Unidas
no pueden garantizar la seguridad internacional. Esto debería estar claro para todo el mundo
hoy en día. Ciertamente para nosotros, después de Malvinas, está clarísimo. Así que un
estado tendrá que depender mayormente de si mismo para su seguridad.
Ahora bien, la mayoría de los estados tienden inevitablemente a desarrollar algunas
capacidades militares con intención de defenderse. Como tal, suelen ser percibidos como
potencialmente amenazantes desde la óptica de otros sus vecinos. La incertidumbre que
lleva a una falta de confianza es inherente en el sistema de estados-naciones.
Los estados nunca pueden estar totalmente seguros de las futuras intenciones de sus
vecinos. Cuando nosotros por ejemplo cortamos el contrato de gas con Chile en el año 2004
fue un acto unilateral de nuestra parte, y muy poco amigable hacia Chile. Históricamente
este tipo de acción ha sido interpretado como un acto de guerra.
La supervivencia es el fundamento básico que influye en el comportamiento de todo
estado. Aun cuando los estados tienden a comportarse racionalmente, aun en esas
situaciones suelen ocurrir errores de cálculo en este mundo de información imperfecta.
Además, los potenciales antagonistas tienen incentivos a mal representar sus propias
capacidades militares frente a otros estados. “Nosotros somos todos pacifistas aquí en
argentina” y los chilenos dicen lo mismo, y los ingleses también. Esto provoca errores de
interpretación en todos. Cada estado debería tomar decisiones a base de los despliegues
ajenos y no tanto por las palabras que juran eterna amistad.
Como neorrealista acepto que la cooperación entre estados puede existir, aunque
tiene sus límites. La seguridad cooperativa es una meta importante, pero es un proceso que
no se logra declamatoriamente, como pretenden algunos actores políticos locales.
En resumidas cuentas, estoy diciendo que América Latina es la región que menos
gasta en defensa; segundo, en la última década ha estado aumentando sus gastos; y en
tercer lugar están aumentando sus gastos ciertos países más que otros (y eso en el rubro de
armas en una manera muy preocupante). Y si tomamos un simple ejemplo de recomendar
la transparencia en gastos (que surgió esta tarde como resultados de documento final de la
- 186 -
Thomas Scheetz
reunión de ministros de defensa de Santa Cruz de la Sierra) terminó hoy para mostrar que
una cosa tan sencilla cómo informar acabadamente fue rechazado o suavizado. Ya vemos
este ejemplo de la incertidumbre, desconfianza. Está bien, reclamar que se puede reducir
GAMIL se puede, pero eso requiere aceptación de parte de los jugadores. Por ejemplo,
Perú pide a Chile que reduzca sus gastos, dado que el Perú hace tiempo redujo sus propios
gastos, no porque los peruanos sean buenos, sino porque no tienen la plata. Vemos
entonces que si uno deja de gastar, el dominio de un país sobre el otro política y
económicamente persiste y los peruanos ahora no quieren aceptar ese dominio.
Entonces en esa pecera se mete EEUU en la cuestión de Colombia. Son un
“elemento extraño” (externo) en la región e introducen bases de diversas naturalezas y no
todas ellas siendo contra el narcotráfico. Por ejemplo, la base aérea de Palanquero es una
base de “proyección estratégica” en la región que no tiene nada que ver con la lucha contra
en narcotráfico.
Los EEUU quisieran que todos nuestros países convirtiéramos nuestras fuerzas
armadas en luchas contra en narcotráfico, terrorismo u otros tipos de “nuevas amenazas”,
convirtiendo entonces nuestras fuerzas convencionales en instituciones básicamente
policiales. Parte del problema --y esto vuelve al primer tema-- el asunto de Estados Unidos
en la región. Parte del problema de EEUU en su relación con Perú, en su relación con
Colombia es que nosotros los sudamericanos no llenamos esos huecos. Nosotros --
Sudamérica --los países de Bolívar-- no ofrecimos la mano a Colombia nunca para resolver
sus problemas de narcotráfico o de las FARC en su propio país. Entonces Colombia pidió
ayuda a otros. Nuestros países no colaboran tampoco en el nivel regional y otros (EEUU)
están pescando en estas aguas turbulentas. Como dijiste, se desborda el problema y afecta a
Venezuela, a Brasil --aunque estos últimos fueron más rápidos en reaccionar cuando les
tocó su propio territorio-- y directamente a Ecuador. Ahora bien, si los seres humanos
fuéramos ángeles, sí podríamos reducir gastos militares con un guiño. Yo quisiera que esto
fuera así de simple, pero no lo es.
De hecho yo vengo de otro lugar, pasé años en el Perú como jesuita en la teología
de la liberación. Así que yo he buscado toda mi vida eso de lo que estamos hablando. Pero
también reconozco lo difícil que es: es un proceso que requiere trabajo. Y básicamente lo
que uno encuentra en defensa en este país y en la región es mucha declamación y muy poca
- 187 -
Pensar la política desde los clásicos
gente capaz de trabajar el tema seriamente. Hablo de los que están en la política y han
estado hace un tiempo en las comisiones de defensa, en los ministerios, etc. Requiere
trabajo, requiere seriedad. Y no es cuestión de que reduzcamos gastos o armas si aun existe
desconfianza. Esto es parte de la naturaleza del ser humano y expresada en la teoría
neorrealista que comenté antes.
- 188 -
Juan Martín Gené
La división
Para una visión clásica, el desacuerdo tenía su fuente en los errores de juicio
provocados por el sometimiento de la razón a las pasiones; el conflicto -cuyas partes, como
bien explica Aristóteles, son la oligárquica y la democrática- era muestra de un alejamiento
de la virtud, una desmesura cuya radicalización era el camino seguro hacia la
descomposición de la polis.137
Esta visión138 negativa y neutralizante contrasta con el enfoque del florentino. “La
gran fuerza y originalidad de la posición de Maquiavelo es la de permitir pensar en
136 Claudia HILB: Leo Strauss: el arte de leer. Una lectura de la interpretación straussiana de
Maquiavelo, Hobbes, Locke y Spinoza. FCE. Buenos Aires. 2005. “Nada de lo que dice Maquiavelo era
desconocido para el pensamiento clásico. Su innovación consiste en un olvido: el olvido de la necesaria
combinación de la sabiduría y la moderación”, capítulo Uno (pág. 39).
137 Sobre la “aritmética imposible” entre las partes en la ciudad puede leerse “El comienzo de la
política” de Jacques RANCIÈRE en su obra El desacuerdo. Política y filosofía. Nueva Visión. Buenos Aires.
1996.
138 La llamamos visión como discurso dominante dentro de ciertos discursos de la filosofía clásica. La
verdad efectiva puede resultar contrastante, aún para esa cosmovisión: basta leer las disposiciones de sus
constituciones para comprobar no sólo el reconocimiento sino la voluntad de domesticar a la bestia negra del
orden que era la escición entre las partes. De ello dan cuenta las disposiciones normativas que pueden verse
en la Constitución de Atenas, La república de los atenienses y La república de los lacedemonios.
- 189 -
Pensar la política desde los clásicos
Maquiavelo piensa en su patria terrae. Pero esto no implica que no tuviese una
mirada extendida. Al contrario, es célebre y constituye una herencia muy fértil su
compromiso con el proyecto de liberación de Italia frente a la ocupación de potencias
imperiales140, su irreverencia con una élite gobernante incapaz de proteger a su propio
pueblo y su crítica frente a la influencia antipolítica de la Iglesia de Roma. Pero su
tipología remite inmediatamente a pensar la ciudad y a hacerlo como un espacio en donde
el conflicto, y no la armonía, es estructurante:
Quedaban encendidos solamente esos desacuerdos que suele haber en todas las
ciudades entre los poderosos y el pueblo; porque queriendo el pueblo vivir
según las leyes y queriendo los poderosos imponerse a éstas, no es posible que
vayan al unísono.141
Revisita en este pasaje de Istorie Fiorentine lo que ya había postulado en los
Discursos142 y en El Príncipe143. Destaquemos cinco elementos: 1) Grandi y popolo son los
dos actores de la política; 2) el desacuerdo proviene de sus voluntades contrapuestas; 3) No
es posible, ni deseable, reducir ese “dos constitutivo” a la unidad -lo que requeriría de la
139 En ésta clave de lectura hay una aportación muy valiosa de Maurice Merleau-Ponty, Leo Strauss,
Claude Lefort, Gennaro Sasso, de J.G.A Pocock, Quentin Skinner y otros. La cita pertenece a Hughes
Polthier: Claude Lefort. El descubrimiento de lo político. Nueva Visión. Buenos Aires, 2005. Pág. 36-37.
140 Atilio BORÓN: “Maquiavelo y el infierno de los filósofos” en Tomás VÁRNAGY (comp.): Fortuna
y virtud en la República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. CLACSO. Buenos Aires. Noviembre de
2000.
141 Esto sostiene Maquiavelo en el capítulo XII del Libro Segundo de su Historia de Florencia. Extraído
de Maquiavelo. Florencia insurgente. Capitan Swing. Palencia. Noviembre de 2008. Las cursivas son mías.
142 Nicolás MAQUIAVELO: Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Alianza. Madrid. 1987.
Sobre esta cuestión destaco Libro I, capítulos 4, 5 y 18. Utilizo también: Discorsi sopra la prima deca di Tito
Livio. Intoduzione di Gennaro Sasso. Premessa al testo e note di Giorgio Inglese. RCS Libri. Milano.
Febbraio 2008.
143 Nicolás MAQUIAVELO: El Príncipe. EdicionesB. Barcelona. 1990. Sobre esto señalo el Capítulo I
y especialmente el Capítulo IX. Utilizo también: Il Principe. Con uno scrito di G.W.F. Hegel. Cura di Ugo
Dotti. Feltrinelli. Milano. Giugno 2005.
- 190 -
Juan Martín Gené
- 191 -
Pensar la política desde los clásicos
...en toda república hay dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el del
pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión
entre ambos, como se puede ver fácilmente por lo ocurrido en Roma.148
Tiene esto hoy para nosotros vitales enseñanzas. Todo orden legítimo, especialmente
aquel que distribuye el poder en la ciudad poniéndolo en una constitución creada
autónomamente, tiene su génesis en la más violenta, despiadada y privada lucha. En el
comienzo no hallé rastro alguno de palabras extrañas como “consenso”, “armonía”, “paz”,
“gobernabilidad” (!), “gestión”, “tercerización en equipos técnicos”, “buena onda”,
“bienvenidas” ni “política indolora”.
- 192 -
Juan Martín Gené
En Roma, como todo el mundo sabe, una vez que fueron expulsados los reyes,
nació la desunión entre nobles y plebeyos, y en esa división continuó la ciudad
hasta su ruina151. Lo mismo hizo Atenas, y lo mismo hicieron todas las
repúblicas que en aquellos tiempos florecieron. Pero, por lo que respecta a
Florencia, primero se desunieron entre sí los nobles, luego los nobles y el
pueblo y, por último, el pueblo y la plebe. Y muchas veces sucedió que una de
estas partes, al quedar vencedora, se dividió también en dos. De esas divisiones
se siguieron tantas muertes, tantos destierros, tantas ruinas de familias, como no
hubo jamás en ninguna otra ciudad de la que se tenga memoria.152
150 El primer párrafo de El príncipe representa bien la novedad radical de su teoría pero también su
ligazón con lo clásico y, por lo tanto, una complejidad sobre la que mucho se sigue discutiendo.
151 Lo que “echó a perder” a la república romana no fue la contraposición entre grandes y pueblo sino
las disputas dentro del grupo de los principales (“populares” y “optimates”) entre quienes proponían una
cierta apertura y reformas y quienes eran refractarios a ellas. Las acciones de los Gracos rompen el bloque
dominante. En medio de esas luchas, “politizaban” al pueblo pero siempre sobre él. Claudia MOATTI: “La
política en Roma: aproximaciones historiográficas y teóricas de la res pública”. Conferencia en el Centro
Franco-Argentino de Altos Estudios-UBA. Buenos Aires. 7 al 11 de agosto de 2006.
152 Palabras de Maquiavelo en el Proemio de su Historia de Florencia. Extraído de Maquiavelo.
Florencia insurgente. Capitan Swing. Palencia. Noviembre de 2008. Pág. 23.
153 En Discursos..., Libro I, capítulo 4. Las cursivas son mías.
- 193 -
Pensar la política desde los clásicos
Las graves y lógicas rivalidades que hay entre las gentes del pueblo y los
nobles, nacidas del hecho de que éstos quieren mandar y aquéllos no quieren
obedecer, son la causa de todos los males que surgen en las ciudades, ya que
todas las demás cosas que perturban la paz de las repúblicas se nutren de esta
diversidad de sentimientos. Esto es lo que tuvo desunida a Roma y, si se nos
permite equiparar las cosas pequeñas a las grandes, esto es lo que ha tenido
dividida a Florencia154
De lo que nunca se libra toda ciudad es de la división. Esto trasciende a sus actores
típicos. La división precede a la ciudad, la acompaña (permanece), nos ofrece -si la política
se fabrica con virtù en los actos de los hombres y si se deposita en buenos ordenamientos-
la condición de la vida libre, más nunca su garantía. Aún desplegando toda nuestra virtud
(república) hasta puede ocurrir que la arruine.
O tal vez porque sea connatural a los florentinos el que cualquier tipo de
gobierno los moleste y el que cualquier circunstancia los divida...156
154 En Historia de Florencia. Extraído de la edición anteriormente citada, Libro Tercero, capítulo I. pág.
155 En Historia de Florencia. Extraído de la edición anteriormente citada, Libro Segundo, capítulo XXII.
Pág. 75.
- 194 -
Juan Martín Gené
En el contraste, “Florencia fue haciéndose cada vez más baja y más abyecta”159 Lo
que tenemos a la vista cuando describe a su ciudad es el efecto devastador que genera la
licenza, ya como opresión oligárquica ya como licenza popular. Cayó en el círculo de
Polibio en el que un país podría dar vueltas por tiempo indefinido160. Está imposibilitada
de progresar; extravió una idea compartida de bien común (poder común, es decir,
libertad).
156 En Historia de Florencia. Extraído de la edición anteriormente citada, Libro Segundo, capítulo
XXV. Pág. 83.
157 En Historia de Florencia. Extraído de la edición anteriormente citada, Libro Segundo, capítulo VI.
Pág. 41.
158 En Historia de Florencia. Extraído de la edición anteriormente citada, Libro Segundo, capítulo XXI.
Págs. 72 y 73.
159 Continúa con el capítulo I del Libro Tercero de la Historia.
160 En Discursos..., Libro I, capítulo 2.
- 195 -
Pensar la política desde los clásicos
nuestra parecía que cada vez surgía más fuerte”. Y luego ofrece la misma tesis que en
Discursos: “Tanta era la magnanimidad de aquellos ciudadanos y el poder que su ingenio y
su empeño en hacerse grandes y engrandecer a su patria”161
Entonces, ¿Qué distingue a cualquier ciudad con respecto a otra?: los fines que en su
momento fundante se propongan. Esa es la verita effettuale. Eso será lo orientará a la
ciudad para transformar la necesaria división en una condición que favorecerá la institución
de la mejor forma de organizar el stato: una república popular (es decir: una y única forma
de auténtica república).
Estos pasajes, como otros, son ciertamente inquietantes y hará falta un progreso en su
elucidación. Dejo planteado esto, como se dejan las cosas casi siempre: allí donde sería
fructífero comenzarlas.
La multiplicación
La ciudad es escenario de la lucha entre los grupos. ¿Algo que es causa de desorden
puede ser al mismo tiempo la causa del engrandecimiento? Sí, porque Roma confió su
161 En Historia de Florencia. Extraído de la edición anteriormente citada, Proemio. Pág. 23.
162 Quentin SKINNER: Maquiavelo. Alianza. Madrid. 1991. Pág. 69.
163 Quentin SKINNER. Op. Cit. Pág. 70.
- 196 -
Juan Martín Gené
libertad a la plebe. Pero lo hizo poniendo a todos dentro (y bajo) la Constitución. Esparta y
Venecia la mantuvieron en poder de los grandes; “El modelo romano aparece como el
único que hace lugar institucionalmente al deseo del pueblo, como el único en que el
apetito de dominación [opresión] de los grandes es contenido por el deseo de no ser
dominados de la plebe”164.
164 En esto, considero a Claudia HILB: “Maquiavelo, la república y la virtù” en Tomás VÁRNAGY
(comp.): Fortuna y virtud en la República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. CLACSO. Buenos
Aires. Noviembre de 2000. Pág. 134. Es interesante, también, retomar a propósito Ranciere en El desacuerdo:
la libertad (que puede ser universalizable pero que es erigida como “título de parte” por los pobres), opera
como límite a la voluntad de poder y opulencia de los ricos. No hay contradicción (esa que tanto gusta al
liberalismo) entre “libertad e igualdad” sino entre “libertad y oligarquía”.
165 Ernesto FUNES: La desunión. República y no-dominación en Maquiavelo. Gorla. Buenos Aires.
2004. Pág. 82
- 197 -
Pensar la política desde los clásicos
Introducción
El propósito de este trabajo será releer algunos autores clásicos del pensamiento político a
la luz de los cambios que, en momentos históricos específicos del mundo occidental, han
experimentado las formas de comunicación. Asumiremos, como punto de partida, que las
diversas formas de comunicación tienen particular incidencia en los modos del pensamiento
y resultan consecuentes con distintos ordenamientos políticos. En nuestro recorrido, nos
referiremos a las etapas en las que se producen cambios sustanciales en las maneras de
comunicación. A su vez, intentaremos apreciar el tipo de transformaciones que tienen lugar
en los ámbitos socio-político y económico.
Entre los autores a los que acudiremos en este trabajo, queremos destacar a dos
medievalistas contemporáneos, que se constituirán en guías del itinerario que aquí
166
La autora le agradece a Inés Cáceres por sus comentarios y aportes y a Sabrina Testa por la lectura y la
revisión de estilo.
- 198 -
Liliana Demirdjian
De la oralidad a la escritura
Tal como señala Walter Ong, entre 720 y 700 a.C., los griegos habían interiorizado la
escritura y, por tanto, ya no fue necesaria la utilización de las fórmulas mnemotécnicas de la
167
También serán de referencia obligada, en nuestro itinerario, los estudios llevados a cabo por Havelock,
quién recuerda que: “La Galaxia Gutenberg, que tantos horizontes nuevos abrió, apareció por casualidad al
mismo tiempo que mi Prefacio a Platón. McLuhan vio en seguida que había entre esas dos obras un acuerdo
tácito, y así lo continuó reconociendo más tarde con una generosidad que nunca dejaré de agradecerle”.
(Havelock, 1996: 38).
168
En las páginas que siguen compartiremos su perspectiva cuando sugiere: “Afirmar que un gran número de
cambios en la psique y la cultura están relacionados con el paso de la oralidad a la escritura no pretende
establecer que esta última (o su secuela la imprenta) sea la única causa de todos los cambios. El vínculo no es
cuestión de reduccionismo sino de correlación. El cambio de la oralidad a la escritura está íntimamente
relacionado con otros avances psíquicos y sociales…”. (Ong, 1997: 169-170)
169
Conrado Eggers Lan, en su estudio introductorio al Critón, repone esta cosmovisión del pensamiento
político sobre la polis clásica y, recurriendo a la cita de pasajes de Política, afirma que también para
Aristóteles lo que estaba en juego era “una organización del poder por encima de los individuos”. (1987: 27)
- 199 -
Pensar la política desde los clásicos
oralidad para almacenar conocimiento. Se generó, así, el espacio necesario para el surgimiento
de un pensamiento más abstracto170. Es decir, se producen las condiciones para la emergencia
de un nuevo logos, en cuyo contexto tiene lugar la razón socrática (Porati, 2000: 38-42).
Moisés Finley reflexiona sobre el proceso que atraviesa el hombre desde sus orígenes
primitivos hacia el estadio denominado “civilización”. Este historiador del mundo griego
sostiene que dicho pasaje se vincula con la capacidad del hombre de dominar sus mitos y
diferenciar zonas del comportamiento bajo la impronta de la razón (Finley, 1996: 11). En esta
dirección podemos decir con Finley que: “Si es cierto que la historia europea comenzó con
los griegos, es igualmente cierto que la historia griega comenzó con el mundo de Odiseo”
(Finley, 1996: 11).
Para Finley, Homero expresa el primer intento del hombre griego de dominar los
mitos. En el mundo de Odiseo, existe un pensamiento que articula al hombre, la naturaleza
y sus dioses. Este puntapié inicial puede ser observado como un pliegue, un giro, que
permite una delimitación en el pensamiento que será característico del modelo de la polis.
Volveremos sobre este punto mas adelante. Retomando la cuestión del pasaje de la oralidad
a la escritura, algunas aproximaciones ofrecidas por diversos autores vinculan de manera
indiscutible la etapa de la oralidad griega con el mundo homérico.
Ahora bien, Haiganush Sarian repone el largo debate sostenido entre los homeristas
alrededor del pasaje de la oralidad a la escritura en Ilíada y Odisea. Según esta autora
afirma, actualmente, resulta innegable que la escritura debió estar presente, al menos, en
algunos fragmentos de Odisea. De todas maneras -y como ya mencionamos más arriba-
esto no implica que se pueda eludir la importancia que, en su seno, tuvo la tradición oral,
entre cuyas características se destaca el desarrollo de la capacidad mnemotécnica (Sarian,
1999: 164).
170
Cabe mencionar que Havelock, fundándose en la autoridad de West, cita que existe “una muestra conocida
de escritura alfabética griega que se debe datar necesariamente antes del año 700”. (Havelock, 1996: 117)
- 200 -
Liliana Demirdjian
Si bien existían algunos pasajes en la poesía homérica que, según Sarian, debieron
corresponder a la forma de pensamiento alfabética, es la experiencia de la polis la que
permite encontrar, de manera más acabada, la presencia del pensamiento alfabético. Esta
autora brasilera se preocupa por explicar si “la escritura alfabética griega es anterior,
posterior o contemporánea a la polis” (Sarian, 1999: 165). Ella sugiere que la aparición de
la escritura data, cuando menos, del siglo IX a.C., que se produjo ligada básicamente a la
actividad mercantil y permitió una nueva forma de administración (Sarian, 1999: 165).
- 201 -
Pensar la política desde los clásicos
Como se ha dicho, a partir de aquí, deberemos atravesar un proceso que duraría alrededor
de dos siglos para encontrarnos con la formalización de un nuevo pensamiento171.
171
Al respecto Havelock afirma que: “La cultura griega fue un proceso, no una entidad ideal. Su carácter
cambió considerablemente cuando cambió la tecnología de la comunicación”. (1996: 164)
172
De hecho cabe mencionar la particular sospecha que Platón tenía, en la República, sobre los beneficios de
la democracia en general y de su práctica deliberativa en particular. En cambio, Aristóteles no guarda ese
temor y rescata el principio de la pluralidad como fundamento de la polis. Por esta razón, si bien ambos
comprenden que se encuentran en el terreno de regímenes desviados, mientras que en República el primero
prefiere oligarquías a democracias en Política el segundo elige democracias sobre oligarquías (1993: 1296a).
En relación con la cuestión de los principios de la homogeneidad y la heterogeneidad en contextos de
regímenes democráticos volveremos al final del presente trabajo (Platón1986: 559 d-e, 560 a-e; Aristóteles
1993: 1261a-b).
173
Es en la Carta VII, precisamente, donde expresa la profunda preocupación que le motivaban los
problemas endémicos de la política ateniense de sus días y ante cuyo diagnóstico propone el proyecto ideal de
ciudad que luego perfila en República.
174
Respecto de la relación entre escritura, ley y democracia, dice García Gual, situándose en tiempos
anteriores a Platón, que fue gracias a la escritura alfabética -cuya difusión data del siglo VIII- que se pudo
cumplir con la redacción de códigos legales. Afirma el autor que esto constituyó un “hito decisivo en el
progreso hacia formas más democráticas y una erosión del monopolio legislativo de la aristocracia o realeza
tradicional”. (García Gual, 1990: 62-63)
- 202 -
Liliana Demirdjian
“superar la ley escrita en nombre de un saber superior” (2002: 19). Recuerda Pascal
Vernay, en su presentación al texto que compendia el seminario ofrecido por Castoriadis
Sobre el político de Platón, que es éste quien: “crea la Razón -el Logos- filosófica; por eso
la filosofía, hasta entre sus adversarios, sigue siendo platónica” (2002: 18).
Con el objeto de precisar los diferentes momentos históricos en los que los nuevos
modos de comunicación transformaron los modos de percepción, McLuhan repone la
175
Sin embargo, luego de Platón, ya se puede observar un razonamiento algo más asimilable al sugerido por
Luhmann sobre los procesos de diferenciación. Por ejemplo, pensamos aquí en la explicación proporcionada por
Aristóteles sobre el desarrollo económico. Al respecto distingue en la Política entre una forma de economía que
denomina natural, basada en el principio del trueque y otra que surge con la aparición de la moneda, y que
entiende como una forma de economía antinatural o crematística (1983: 1257a-b).
- 203 -
Pensar la política desde los clásicos
lectura de Van Gröningen. Este compara la antigua idea mítica y cósmica del tiempo
simultáneo, propio de las culturas pre-alfabéticas, con el orden cronológico y el sentido
único de los acontecimientos emergentes de modos de pensamiento centrados en la
visualidad (1998: 85-86). Como dijimos, McLuhan se encontraba interesado en trazar ejes
que conecten características propias de distintas épocas. En este sentido, indica la manera
en que el desconocimiento de lo cronológico, propio de las primeras sociedades orales,
resulta en un todo asimilable a la actual situación de la era eléctrica. En comunión de
sentido con esta idea Ong caracteriza el tiempo actual como una etapa signada por la
oralidad secundaria. Entre una y otra forma de oralidad señala los cambios que, en un
principio, la escritura y, mucho después, la imprenta, imprimieron en el hombre y sus
relaciones. Es este el foco de preocupación del medievalista canadiense en La galaxia
Gutenberg. Allí afirma que su obra puede ser concebida como un complemento del libro de
Lord, The Singer of tales, en el que se retoman las aproximaciones de Milman Parry
respecto de las diferencias de modelos y funciones entre la poesía oral y escrita (1998: 7).
Los estudios de Parry y Lord constituyeron importantes insumos para McLuhan, quien
considera que la era eléctrica nos sitúa en un contexto semejante al del mundo isabelino de
la era tipográfica y mecánica. Retomaremos esta cuestión hacia el final de nuestro trabajo.
La aparición de la tipografía implica una nueva manera de ocupación del espacio que se
distingue de aquella que la escritura alfabética había presentado a la visión. En este
contexto, Petrus Ramus formula su crítica a la forma de organización espacial característica
de la cultura del manuscrito. Básicamente, su objeción se dirige a la desorganización
presente en la escritura manuscrita que según el, podía observarse, por ejemplo, en la obra
de Aristóteles. En contraposición, entonces, Ramus propuso un método de organización
para la diagramación de la escritura que fue ampliamente acogido, sobre todo entre los
incipientes sectores burgueses. Estos sectores encontraron, en dicho método, una propuesta
de gran valor agregado para su quehacer ya que les proporcionaba una efectiva manera para
registrar sus actividades. De esta manera se instala la cultura del libro (1998: 252).
- 204 -
Liliana Demirdjian
Como venimos viendo, con el tipo fijo inaugurado por la imprenta, se produce
una distribución sistemática de lugares. Así, el espacio cobra una nueva dimensión, y se
perfila una nueva forma de pensamiento. A su vez, cabe destacar otra importante
transformación que se produce en el pasaje del texto manuscrito al texto impreso. En tanto
que el manuscrito estaba orientado al productor, el libro se orientó al consumidor. Este
cambio de orientación en la naturaleza del texto permitió afirmar que, a partir de allí, las
palabras se transformaron en cosas (Ong, 1997: 122). En el mismo sentido, dice McLuhan
que: “A medida que la sociedad de mercado se definía la literatura se transformó en un
articulo de consumo” (1998: 388).
176
En este período, precisamente, se afianzaron las lenguas nacionales. Esto es así porque, según explica
McLuhann: “La cultura del manuscrito no había tenido el poder de fijar o de transformar una lengua vulgar en
un medio masivo de comunicación nacional”. (1998: 326)
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Pensar la política desde los clásicos
el gigantismo generado por la imprenta afectó no solo a los autores y a las lenguas
vulgares sino también a los mercados. Y la súbita expansión de amplios mercados
y del comercio, bajo la inspiración de esta primera forma de producción en masa,
apareció como manifestación visible de toda la venalidad latente en la especie
humana (McLuhan, 1998: 280).
177
Sobre estas transformaciones recuerda Ong que: “Elizabeth Eisenstein, The Printing Press as an Agent of
Change (1979) hace muy patente cuan diversificados y vastos han sido los resultados particulares de la
impresión. Eisenstein explica detalladamente como la impresión hizo del Renacimiento italiano un
Renacimiento europeo permanente, produjo la Reforma Protestante y reorientó la práctica religiosa católica;
afectó el desarrollo del capitalismo moderno; hizo posible que la Europa Occidental explorara el mundo;
cambió la vida familiar y la política; difundió el conocimiento como nunca antes; hizo del alfabetismo
universal un objetivo formal; volvió posible el surgimiento de las ciencias modernas; y dio nuevas facetas a la
vida social e intelectual”. (1997: 117)
- 206 -
Liliana Demirdjian
del siglo XVI. En El queso y los gusanos, este autor italiano da cuenta de las
representaciones producidas por ese hombre que encarnaba la cultura popular, no sin antes
preguntarse sobre la validez de considerar aisladamente a un solo individuo como
representante de su nivel social. A tal interrogante responde que “de la cultura de su época
y de su propia clase nadie escapa sino para entrar en el delirio y en la falta de
comunicación” (1994: 18). Dicho en otros términos, si bien para esa época el campesinado
no tenía una vida definitivamente ligada a la lectura, la validez del análisis de Guinzburg se
sostiene en el agotamiento del monopolio de la cultura escrita por los doctos y de los temas
religiosos en manos de los clérigos178.
178
J. S. Mill, a quien nos dedicaremos en el siguiente apartado, afirma al respecto que: “… las épocas no son
mas infalibles que los individuos; toda época ha sostenido opiniones que las épocas posteriores han
demostrado ser, no solo falsas, sino absurdas; y que es tan cierto que tantas opiniones ahora generalizadas
serán rechazadas por las épocas futuras, como que muchas que lo estuvieron en otro tiempo están rechazadas
por el presente”. (1970: 78-79)
179
Resulta de interés citar aquí a Engels, quien establece la comparación entre la posición asumida por el
“reformador burgués” Lutero y el “revolucionario plebeyo” Thomas Münzer. Bajo esta caracterización Engels
distingue ambas perspectivas que, en clara contradicción, los llevarían por rumbos opuestos (1987: 197).
Münzer, en particular, paga con su vida la elección de mantenerse junto al campesinado, expresando una
lectura de las Escrituras y una práctica política consecuente a lo largo del tiempo (Várnagy, 2000: 220-221).
En relación con la postura asumida por Lutero vale recordar la lectura sugerida por Skinner, quien remite a la
doctrina paulina del poder presente en el pensamiento del reformista alemán (1986: 23).
- 207 -
Pensar la política desde los clásicos
reclamos a la esfera secular y resisten su represión, Lutero los acusa de herejes y, por lo
tanto, concluye que resulta legítima la acción represiva que sufrieran (Lutero, 1990: 9).
Estamos, pues, en los umbrales de una nueva manera de organización del espacio.
En lo que hace a la dimensión territorial, la delimitación de fronteras cristaliza el largo
proceso de conformación de los estados nación. La nueva forma de organización política se
asocia, entonces, tanto a la imprenta como a la consolidación del modo capitalista de
organización de la economía. Los factores mencionados proporcionan un nuevo escenario
para Europa, que ahora sale al encuentro del Nuevo Mundo en óptimas condiciones para su
conquista. McLuhan pone de manifiesto esta visión cuando sugiere que:
el nacionalismo depende o se deriva del punto de vista fijo que llega con la
imprenta, la perspectiva y la cuantificación visual. Pero un punto de vista fijo
puede ser colectivo, individual o ambas cosas, produciendo así una gran diversidad
de concepciones y contradicciones (McLuhan, 1998: 314).
Esta referencia sobre las posibilidades de comprender que un punto de vista fijo
en el espacio puede ser percibido colectivamente, en forma individual o de ambas maneras
es vital para nuestro trabajo ya que nos remite a las cualidades de homogeneidad o
heterogeneidad social que aparecen como problema en la reflexión sobre la democracia.
- 208 -
Liliana Demirdjian
Entre los aspectos que merecen ser destacados en esta etapa se deben mencionar,
también, las transformaciones que tienen lugar en las artes plásticas. En ellas, el cambio de
perspectiva constituye un elemento central para comprender la redefinición del espacio en
el renacimiento. Ámbitos tales como la pintura o la escultura cobran ahora profundidad.
Como indica Ullman (1983), se trata de un proceso que bien podría ser rastreado ya en las
postrimerías de la Edad Media.
180
Bacon, vale recordar, además de ser portador de una de las mas tenaces vocaciones científicas durante este
período es también reflejo de su época en relación con las preocupaciones políticas que lo convocaron. Un
claro ejemplo de ello lo ofrece en Nueva Atlántida, en 1627, siguiendo el estilo utópico que aflora durante el
renacimiento.
181
Para argumentar en este sentido, McLuhan cita a Edmund Whittaker en Space and Spirit: “El newtonismo,
como el aristotelismo, trata de comprender el mundo trazando la conexión entre unos sucesos y otros; y esto
lo hace ordenando nuevas experiencias de acuerdo con la categoría de causa y efecto, y descubriendo los
agentes determinantes o antecedentes de cada fenómeno. La afirmación de que esta conexión se da siempre y
en todo, de que nada acontece sin una causa, es el postulado de la causalidad”. (1998: 86)
- 209 -
Pensar la política desde los clásicos
182
McLuhan cita a Polanyi para indicar que tanto la esfera del mercado como la esfera política y de la
sociedad civil son construcciones de un modo de pensamiento que se inicia en la modernidad: “un mercado
autorregulador exige nada menos que la separación institucional de la sociedad en una esfera económica y
otra política. Tal dicotomía es, en efecto, la simple reafirmación, desde el punto de vista de la sociedad como
conjunto, de la existencia de un mercado autorregulador. Podría argumentarse que la separación de las dos
esferas se da en todo tipo de sociedad en todos los tiempos. Tal inferencia, sin embargo, estaría basada en una
falacia. Cierto que ninguna sociedad puede existir sin un sistema de alguna clase que asegure el orden de la
producción y en la distribución de productos”. (1998: 382)
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Liliana Demirdjian
Queda claro, tal como lo establece McQuail, que la libertad de prensa resulta un eje
central de la teoría liberal. Esta opera bajo el supuesto de que las mejores decisiones para el
conjunto de la sociedad solo pueden surgir si existe el espacio necesario para la
participación de la mayor cantidad de opiniones, entre las cuales se pueda elegir las que
conduzcan al progreso. Según este autor: “Las teorías políticas de la ilustración afirmaron,
en todo caso, la coincidencia entre el bien de la sociedad, el bienestar general y el bien de
los individuos que la componen, que solo estos pueden percibir y expresar” (McQuail,
1983: 107).
- 211 -
Pensar la política desde los clásicos
J. S. Mill, Mathew Arnold y muchos otros se dedicaron al otro aspecto del dilema,
el problema de la cultura y la libertad individual en una época de cultura de masas
(…). Pero ninguna de estas dos consideraciones del dilema tiene significación por
sí, ni pueden hallarse las causas del dilema en parte alguna sino en la galaxia total
de acontecimientos que constituyen la alfabetización y la tecnología
gutenberguiana. (McLuhan, 1998: 379).
183
De hecho Mill afirmaba que: “Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y
esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella
misma lo sería si teniendo poder bastante impidiera que hablara la humanidad”. (1970: 77)
184
Dice Ong: “llamo “oralidad primaria” a la oralidad de una cultura que carece de todo conocimiento de la
escritura o de la impresión. Es “primaria” por el contraste con la “oralidad secundaria” de la actual cultura de
alta tecnología, en la cual se mantiene una nueva oralidad mediante el teléfono, la radio, la televisión y otros
aparatos electrónicos que para su existencia y funcionamiento dependen de la escritura y la impresión”.
(1997: 20)
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Liliana Demirdjian
En relación con las nuevas condiciones que la era eléctrica trae aparejada,
McLuhan -una vez más- pone de relieve los contextos en los que cada cambio tecnológico
tiene lugar y las consecuencias sociales que ellos implican. En este sentido explica que:
Este lugar acotado, en el que ahora se produce la disputa política, reedita uno de
los aspectos esenciales que la imprenta impuso al establecer la fijación en un espacio
determinado. El estilo que ahora impera en la oratoria política responde a una lógica de
control riguroso. Así lo plantea Ong cuando afirma que “los candidatos se adaptan a la
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Pensar la política desde los clásicos
psicología de los medios” (1997: 135-136). Esto reemplaza aquellas formas de oratoria del
siglo XIX, que se caracterizaban por la condición agonística que en la actualidad los
medios contribuyen a controlar.
185
Aquí encontramos una clara referencia a las transformaciones que se producen en torno a los procesos
electorales que se puede observar comparando el análisis de Ong sobre los debates en Illinois entre Lincoln y
Douglas, en 1858 (1997: 135) con el de Verón cuando aborda el estudio de la campaña presidencial de
Francia, en 1981 (2001: 31).
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Liliana Demirdjian
todos los mecanismos significantes que produce lo audiovisual conduce a que el conflicto
entre posiciones se traslade al orden de lo indicial186. El pacto fundacional del
constitucionalismo moderno equiparaba a los hombres, en tanto que ciudadanos, a partir del
supuesto de la existencia de homogenidad. La forma de comunicación anclada en la prensa
escrita, presente en esa primera sociedad de masas, era radicalmente distinta a la que se
expresa actualmente donde la heterogeneidad aparece evidente. La irrupción de los medios
audiovisuales torna evidente esta realidad. Sobre esta base, Verón sugiere la imposibilidad
de plantear en las sociedades mediatizadas de democracia audiovisual los valores del
comienzo de la modernidad, sobre los cuales se fundó el pacto democrático (2001: 81).
Consideraciones finales
Vale señalar que todos los autores que hemos revisado coinciden sobre la realidad
enunciada: la llegada del alfabeto permitió la instauración del pensamiento filosófico,
desterró al mito, ligado a la tradición oral. La cultura medieval, a pesar de estar atravesada
por la escritura alfabética, fue eminentemente oral. En una sociedad claramente estamental,
la escritura pertenecía solo a ciertos sectores. El alfabeto y la escritura manuscrita solo
podían estar en relación con una forma segmentada y jerárquica de sociedad y
consecuentemente con un orden político donde la legitimidad del poder anclaba en una
lógica descendente.
186
Dice Verón: “El enfrentamiento político se espacializa y se materializa en el entrelazamiento de los gestos,
la gravedad de un conflicto se lee en un rostro” (2001: 39).
- 215 -
Pensar la política desde los clásicos
- 216 -
Liliana Demirdjian
Bibliografía
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Skinner, Quentin (1986) Los fundamentos del pensamiento político moderno, Zaragoza:
Fondo de Cultura Económica.
Verón, Eliseo (2001) El cuerpo de las imágenes, Buenos Aires: Editorial Norma.
- 218 -
Diego Conno
Bien, yo lo que quisiera hacer es comenzar mi intervención planteando una pregunta. Una
vieja y simple pregunta, que sin embargo sigue siendo necesaria y urgente: ¿Cómo pensar la
política? Es decir, ¿Con qué lenguaje, con qué categorías, en qué horizonte de comprensión y
bajo qué racionalidad es posible y más aún deseable seguir pensando hoy la política?
En este sentido, mi intervención va a estar un poco desplazada de la mayoría, no de
todas, pero sí de la mayoría de las intervenciones que se fueron dando en estos cuatro
encuentros. ¿Por qué? Bueno, porque en general, de lo que se ha venido hablando, podríamos
expresarlo así, es de la relevancia del pensamiento clásico y moderno para pensar la
actualidad. Se habló de Hobbes, de Rousseau, de Hegel, de Marx, de Maquiavelo, de San
Agustín, de Aristóteles. Se habló de soberanía, de ciudadanía, de legitimidad y de derechos.
Incluso, se hizo alguna mención crítica al posmodernismo en términos de conservadurismo.
Yo lo que voy a plantear es, precisamente, un punto de vista sino contrario, sí un poco corrido.
No contrario, porque no niego la relevancia del pensamiento político tradicional para pensar el
mundo y pensarnos a nosotros mismos. Lo que me gustaría sugerir, en todo caso, es cierta
precariedad u obsolescencia del pensamiento político tradicional. De los conceptos y de las
categorías con las que contamos para nombrar el mundo de la política. Es decir, me parece que
hay ciertas cuestiones del mundo contemporáneo que no pueden ser siquiera nombradas con el
lenguaje de la teoría política clásica y moderna. Y este es quizás el mayor desafío de la teoría
política y social contemporánea: construir conceptos que nos permitan un mayor acercamiento
y una mejor comprensión del funcionamiento de las sociedades contemporáneas,
principalmente en América Latina. Por ejemplo, creo que la idea de Estado, de nación, de
ciudadano como sujeto de derechos debe seguir siendo deconstruida. Y esto no por un interés
meramente especulativo, sino porque el Estado, la nación y el ciudadano están siendo efectiva
y materialmente deconstruidos.
187
Este texto ha sido presentado en forma de conferencia, motivo por el cual mantiene el registro de la
oralidad.
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Pensar la política desde los clásicos
- 220 -
Diego Conno
establecer una contraposición entre un “estado natural” y otro “estado civil o político”. Un
estado natural en el cual, como dirá Hobbes el hombre no es un hombre sino una bestia, un
lobo. Para ser más claros, en general, la gran tradición del pensamiento occidental –al menos
de Platon en adelante- siempre pensó la política y al hombre en tanto hombre, es decir en tanto
humano en contraposición con la vida en su estado más natural. La política siempre exigió un
plus para ser considerada como tal. De esta manera, la biopolítica, como categoría de análisis
teórico, nos enfrenta con una serie problemas que son a la vez epistemológicos, ontológicos,
éticos y políticos.
Uno de los principales problemas con los que se enfrenta el pensamiento sobre la
biopolítica tiene que ver precisamente con su difícil definición. Como algunos de ustedes
sabrán, Foucault ha sido quien puso en funcionamiento el concepto de biopolítica en el
escenario intelectual contemporáneo, pero no ha sido el primero en utilizar este concepto.
Obviamente por una cuestión de tiempo, no voy hacer acá una historia del concepto de
biopolítica, simplemente señalar que es posible identificar tres momentos en la historia
conceptual de la biopolítica. Un momento anterior a Foucault, primero en Alemania en los
años 20 y 30, después en Francia en los años 60 y luego en el mundo anglosajón en la década
del 70; el momento Foucault; y momento actual, principalmente en la filosofía política
italiana, aunque se esté desplazando hacia otros ámbitos y otras latitudes. Quizás simplemente
señalar un dato interesante para el lugar en el que estamos, y es que el primero en acuñar el
concepto de biopolítica es el sueco Rudolph Kjellen. Que a su vez, casualmente, es el primero
en acuñar un concepto fundamental para una escuela de defensa como esta, que es el concepto
de geopolítica.
Lo que si me gustaría hacer es plantear que me parece posible identificar al menos
cuatro perspectivas. Que me costaría ubicarlas en términos de autores, porque creo que en
general, varias de estas perspectivas coexisten en varios los pensadores biopolíticos. Entonces:
1) La biopolítica expresa un modo de ejercicio del poder que tiene por objeto la vida o lo vivo.
De esta manera, lo que designa la biopolítica es su objeto. Dicho de otra forma, hay biopolítica
o biopoder en la medida en que aquello que se constituye como blanco de la acción política es
del orden de lo viviente. De su administración, su control y su gobierno. Nunca se gobierna un
espacio, un territorio, una cosa, sino que siempre se gobiernan seres vivos. Lo que Foucault y
Deleuze entendían como singularidades o multiplicidades en movimiento. Siempre se
- 221 -
Pensar la política desde los clásicos
2) La biopolítica expresa una mutua imbricación vida-política. Acá el foco está puesto en la
dinámica de la política que adquiere un tipo de funcionamiento biológico. Es como si a partir
de cierto momento lo político y lo social se pensara exclusivamente en términos biológicos.
Acá tenemos una especie de infección terminológica, un borramiento de fronteras entre el
campo de lo biológico y el campo de lo político. No habría una diferencia sustancial entre un
problema o un fenómeno político y un problema o un fenómeno biológico. Acá puede verse
una utilización de categorías que provienen de las ciencias de la vida para comprender
fenómenos políticos, y a la inversa, de categorías políticas para entender problemas de tipo
biológico. Un ejemplo de esto es la inmunología. La inmunología en sus dos vertientes,
jurídico-política y médico-biológica hace referencia a un dispositivo de seguridad, que protege
un organismo –ya sea natural o artificial- incorporando a su interior parte del mal que se
quiere evitar.
3) La biopolítica como la expresión de una doble reducción. Por un lado, de la política cuyo
sentido aparece muy vinculado a la conservación de la vida, en desmedro de otros sentidos que
excedan esta cuestión, pero también de la vida que queda reducida por este mismo
movimiento a su dimensión biológica. Es decir, hablar de biopolítica produce también como
un efecto, la reducción de la política a un dispositivo de conservación de la vida, y de la vida a
cuestiones que tienen que ver con la simple reproducción biológica. Aquí se asienta la idea -de
claro sesgo humanista-, de que la política moderna en tanto deviene biopolítica es un
dispositivo que hace de los hombres simples animales. Por eso más que hablar de biopolítica
habría que hablar de zoopolítica o de una política de animalización del hombre. Basta
recordar, por ejemplo, el diagnóstico de Hannah Arendt en su libro sobre La condición
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Diego Conno
humana. Para Arendt lo que caracteriza la época contemporánea es la primacía del animal
laborans en detrimento de la acción, que es aquella actividad específicamente política.
4) La biopolítica aparece también como una práctica de resistencia, que pretende hacer de la
vida no ya el objeto del poder sino su sujeto. Es decir, la biopolítica como la posibilidad de
reversibilidad de relaciones de poder. En este caso, algunos autores proponen una distinción
entre biopoder y biopolítica. Si el biopoder es aquello que oprime a la vida desde su exterior,
tratando de capturarla, controlarla, administrarla, pero también incitarla, fagocitarla, hacerla
más productiva y útil; la biopolítica es una práctica inmanente a la vida misma que bloquea,
que resiste y que crea nuevos modos o formas de vida.
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Pensar la política desde los clásicos
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Diego Conno
Entiendo por humanismo –dice Foucault- el conjunto de discursos por los cuales
se dice al hombre occidental: ‘aunque no ejerzas el poder, de todos modos puedes
ser soberano. Mejor, cuanto más renuncies al poder y cuanto más te sometas al que
te es impuesto, más serás soberano’. El humanismo es el que ha inventado, una
después de otra, estas soberanías sujetadas que son el alma (soberana sobre el
cuerpo, pero sometida a Dios), la conciencia (soberana en el orden del juicio, pero
sometida al orden de la verdad), el individuo, (soberano titular de sus derechos
pero sometido a las leyes de la naturaleza o a las reglas de la sociedad), la libertad
fundamental (interiormente soberana, exteriormente consintiente y confiada a su
destino). [..] En el corazón del humanismo, la teoría del sujeto (en el doble sentido
del término) (M. Foucault, DE II: 226)
Y digo un tipo de humanismo porque creo que hay otro humanismo que podría
recuperarse, y que está presente en autores como Spinoza, Marx y Nietszche. Y por supuesto
Foucault. Y que podría comprenderse bajo la célebre frase spinoziana que postula que el
hombre no es un imperio dentro de otro imperio.
Me parece por último, que la biopolítica permite desbloquear este impasse. Y que
finalmente habilita un nuevo horizonte de sentido que por no encontrar un término mejor yo
definiría como poshumano. Muchas gracias.
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Pensar la política desde los clásicos
Spinoza y la Modernidad
Cecilia Abdo Ferez
Lo que en general resulta un mero dato de filiación epocal, que no presenta mayores
problemas para los intérpretes de cualquier pensador clásico, resulta en Spinoza un desafío
para pensar: ¿es Spinoza un moderno? Afirmar que Spinoza sea o no un pensador moderno
depende de una posición que el intérprete debe tomar y defender, sabiendo que quienes le
interpongan objeciones encontrarán también buenos argumentos para sostener lo contrario.
Daré aquí algunos motivos para pensar la modernidad y también la “anti-modernidad” de
Spinoza (y por qué no la “pre”, la “post”, y otros tiempos posibles, en convivencia en su
obra), siguiendo algunas líneas presentes en sus textos y también las propuestas de lecturas
recientes sobre este punto188.
Empecemos con Antonio Negri. En un texto, leído en un congreso en la Sorbona en
1990 y publicado en 1991 en Les Temps modernes, Negri afirma que Spinoza no sólo no es
moderno, sino que es antimoderno. El autor de La anomalía salvaje dice allí que “Spinoza
nunca llegó a entrar en la modernidad” y que “muestra la fuerza indomable de una
antimodernidad completamente proyectada hacia el futuro”189. La contraposición que le
permite afirmar esa extraña figura (ser antimoderno por no haber entrado nunca en la
modernidad; ser antimoderno no por ser pasado, sino por estar proyectado hacia el futuro)
está planteada, sobre todo, con Hegel, con la lectura que hace Hegel de Spinoza -pero no
sólo con él: también lo contrapone a Heidegger-.
Para Negri, Hegel habría introducido una diferencia al interior de la primera
recepción moderna de Spinoza, la del romanticismo alemán del XVIII, que es una
recepción estética y también teológica, sustentada sobre todo en la discusión en torno al
panteísmo entre Mendelsohn y Jacobi (pero que incluye también a Herder, Goethe, Lessing,
Schelling, Novalis y otros). Hegel se diferenciaría de la lectura de los románticos en
relación a Spinoza, pero a la vez, culminaría, perfeccionaría la versión romántica del
holandés. Se trata de una lectura de la carencia: Spinoza es el principio del filosofar, pero
188
Sobre Spinoza y la modernidad hay mucho escrito, pero es recomendable sobre todo acercarse al volumen
9 de la Studia Spinozana y también a los textos de Goetschel para una primera aproximación al tema.
189
Negri, A.: “La antimodernidad de Spinoza”, en Spinoza subversivo. Variaciones (in)actuales, Madrid,
Akal, 2000, pp. 107-121. P. 115.
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debe ser superado. En Spinoza, como en el romanticismo (así como en la estética y la
religión, en el sistema hegeliano), hay un “déficit de verdad” y ese déficit de verdad es
revelado por la “ausencia de reflexión” (o lo que es igual, por la ausencia de movimiento).
Dos puntos de esa lectura alemana fueron muy recurrentes en las interpretaciones
posteriores de Spinoza en la modernidad, interpretaciones que estuvieron en general muy
influenciadas por Hegel. Son dos formas de la “ausencia de reflexión” o dos planos del
“ataque” de Hegel al pensar del holandés, para usar las palabras de Negri: en primer lugar,
la lectura que Hegel hizo del “modo” spinociano y en segundo lugar, la interpretación que
hizo del tiempo y la duración. Veamos cómo se desarrolla ese “ataque”.
“Modo” para Spinoza es una afección de la sustancia, una determinación de la
sustancia que la expresa de una forma determinada, o algo que es en otro y debe ser
concebido por otro. Para Hegel, el modo spinocista está dado inmediatamente, no
representa nulidad (Nichtigkeit) y por tanto, excluye la reflexión dialéctica. El modo
singular no es negación en Spinoza, para Hegel (y para Negri). El mundo de los modos es
entonces, en su lectura, el mundo de la indeterminación abstracta: por un lado, estaría la
sustancia absoluta, inconmensurable, y por el otro, los modos, pura indeterminación
abstracta. Los modos, que no son diferencia de la sustancia, se pierden en la desmesura de
la sustancia, y por tanto no podrían nunca ser planteados como individualidad, como algo
efectivamente existente. Son fenómenos. La sustancia, el ser en Spinoza, se plantea como
existencia, como ser ahí, como Dasein, sin resolución, sin reflexión dialéctica. Es lo
indiferente, la pura necesidad. Dice Hegel en Ciencia de la Lógica: “La indiferencia
absoluta es la determinación constitutiva fundamental de la sustancia spinociana” y “está
sometida a la necesidad o el destino de pasar al ser-puesto (Gesetzsein), y ese sometimiento
es sin duda lo más duro. Por el contrario, pensar la necesidad es el liberarse de esa
dureza”190.
En este primer paso del desarrollo de la crítica hegeliana, Spinoza no es moderno
porque no da lugar a la reconciliación de lo real, porque no permite la vuelta del ser sobre
sí, su devenir realidad como efecto de sí, como Wirklichkeit, su ir más allá de su existencia
indiferente y necesaria. Por fuera de la dialéctica, dice Negri que dice Hegel, es imposible
ser modernos y por tanto, Spinoza no lo es. El Spinoza de Hegel sería un resabio de
190
Hegel citado por Negri, p. 109.
- 227 -
Pensar la política desde los clásicos
191
Negri, p. 112.
- 228 -
modos, no puede ser sintetizada en marcos absolutos que los despojen de la fuerza que son,
ni embarcados en caminos con destinos y tiempos prefijados. Este rechazo de las
teleologías es, como decía Louis Althusser, el “abc del filósofo materialista”: ese filósofo
es quien se sube en un tren en marcha, del que no sabe adónde va. No hay teleología
posible, sino análisis de la situación, con los elementos dados en ella, como existencias
productivas, como existencias con efectos. Para Negri, la filosofía moderna distanció cada
vez más realidad y existencia, sustancia y potencia, e hizo de la potencia una irracionalidad
que debía ser exorcizada. La traslación de esa distancia a la política dejó al reformismo
como única posibilidad de praxis, porque reformismo y teleología serían co-constitutivos:
“La hegemonía de las relaciones de producción sobre las fuerzas productivas despoja a su
propia figura de la utopía hegeliana de lo absoluto y se enfunda en los hábitos de la
teleología reformista”192. Es decir, estamos con Spinoza frente a un antimoderno, porque
estamos ante un pensamiento antifinalista, un pensamiento de la presencia, de la fuerza del
existir, en la que “el ente es reconocido como fuerza productiva”.
Que lo singular no sea negación, en la lectura negriana de Spinoza, da una completa
otra idea de democracia. La modernidad piensa al individuo como átomo o como un límite,
como un núcleo duro de resistencia. En contraposición, Spinoza piensa lo singular como un
entramado de fuerzas productivas. Su individuo es relaciones de relaciones. La democracia
que se desprende de esta revisión radical de la concepción del individuo no es un concepto
formal, un horizonte posible o un reino de las libertades individuales, sino la acumulación
de fuerzas que está a la base de toda forma de gobierno. Para Negri, “la modernidad no
sabe cómo justificar la democracia. La modernidad da siempre la democracia como límite
y, por lo tanto, la transfigura desde la perspectiva de lo trascendental”193. En Spinoza, en
cambio, se da necesariamente la existencia de una fuerza colectiva, de un proceso
inmanente de socialización o de constitución de muchos, de multitud, muchos que se ligan
a partir del amor conjunto a algo que imaginan que los une (en la Ética V, que Negri lee a
partir del Tratado Político, este amor conjunto, esta imagen unificadora sería Dios). Estos
muchos conforman una relación de relaciones que incluye a un número creciente de
componentes singulares, de fuerzas. Esos procesos de unión son siempre y en todo
192
ibíd.
193
Negri, p. 117.
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Pensar la política desde los clásicos
momento completos, porque Spinoza, como afirma el italiano, “no conoce lo incompleto”:
“no hay ningún ideal, ningún trascendental, ningún proyecto completo que pueda llenar la
apertura”194 que esos muchos corporizan, al actuar juntos.
Para Negri entonces, el spinocismo conquista un lugar en la filosofía contemporánea
como “paradigma operativo”, porque representa “desde siempre una piedra de toque en la
crítica de la modernidad: en efecto, contrapone a la concepción del sujeto-individuo, de la
mediación y de lo trascendental, que informan el concepto de la modernidad […] una
concepción de sujeto colectivo, del amor y del cuerpo como potencias de la presencia; es
una teoría del tiempo arrebatada al finalismo”195. No es una alternativa a la modernidad,
sino antimodernidad, porque funda una concepción de la praxis sin teleologías, porque
piensa la presencia de la causa (o de la estructura) en sus efectos.
Es sugerente la lectura de Negri, y sin embargo, no agota las posibilidades de pensar
las presencias de los tiempos, incluso del tiempo de la modernidad, en Spinoza. Hay otras
cuestiones por las que Spinoza, lejos de ser un “antimoderno” por no haber ingresado en la
modernidad, se vuelve un crítico de la modernidad en la modernidad, o lo que Althusser
llamaba, aquel que produce un vacío, una distancia en la filosofía que la fuerza a
convertirse en historia y quiebra así, al producir esa ruptura, al mostrar esa “distancia
tomada”, su mero continuismo de saberes196. Esa crítica de la modernidad en la modernidad
está en la posibilidad que abre su filosofía de producir una teoría de la ideología.
La modernidad se caracterizaría por la búsqueda de un fundamento inapelable del
saber (el cogito, Dios, etc.), que le permita plantear juicios universales y verdaderos. En
Spinoza en cambio, antes que la búsqueda de ese fundamento, hay un trabajo sobre el error
y sobre la producción necesaria de lo falso, que permite pensar la ideología como un
discurso social real (no verdadero), con efectos de coherencia y producción de sentido y
sinsentido. Esto es una crítica de la modernidad escrita en presente, en la que se trabaja
sobre la producción de presente indefinido que está alojada en una de nuestras formas más
inmediatas y corporalizadas de conocer y de habitar el mundo: en nuestra imaginación. Es
194
Negri, p. 118.
195
Negri, p. 118s.
196
Althusser, L.: Lenin y la filosofía, Buenos Aires, ediciones CEPE, 1972, p. 63s.
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decir, Spinoza también es crítica del presente y no sólo afirmación de la presencia con
proyección al futuro -algo que en la lectura de Negri se diluye-197.
Pero además de ser antimoderno y crítico en presente de la modernidad ideológica,
con su imperio de un presente sin fisuras, Spinoza es también un moderno –y quizá un
vanguardista, si pensamos cuándo escribió- cuando postula a la democracia como el
régimen “más natural” de las formas políticas, cuando afirma a las masas como el agente
ineludible del campo político que estaba en formación en su tiempo, cuando defiende
radicalmente una despersonalización del poder, cuando impone una separación entre
teología y política y luego analiza cómo se mezclan todo el tiempo, en la historia singular
de los pueblos y en los tráficos existentes entre filosofía y profecía. También es moderno y
hasta aloja al renacentismo cuando se hace deudor de Maquiavelo, aquel “agudísimo”
defensor de la libertad, al que el holandés cita con predilección –en una obra como todas las
clásicas, desprovista en general de referencias-, y postula en acuerdo con él que toda
comunidad política es una comunidad siempre ya en proceso de división interna entre los
pocos y los muchos, a lo que agrega a lo/as excluído/as e invisibilizados.
¿Spinoza es, por lo tanto, un moderno? Quizá sea, mejor, la presencia de varios
tiempos en una obra que se postula infinita y que hace del infinito y sus relaciones con los
finitos el prisma necesario del pensar, también del pensar político. Spinoza es, tal vez,
alguien que incluiría al término “modernidad” en la imaginaria producción de universales,
esos términos que producimos corporalmente y que imaginamos englobando a todo aquello
que no podemos conocer con distinción y en singular. La modernidad es un término
necesario, y a la vez, una indeterminación, que involucra en demasía lo que aún precisa ser
convertido en historia, a partir de una distancia tomada por el intérprete dispuesto a quebrar
las cómodas continuidades entre los saberes y las prácticas.
────○O○────
197
No puedo desarrollar este punto aquí, al que me acerqué en la conferencia sobre la teoría de la imaginación
dada en el III Coloquio internacional Spinoza de Fortaleza, Brasil, en noviembre de 2010. La misma fue
publicada en la revista Conatus de la Universidad de Ceará de Brasil, en la edición de diciembre de 2010.
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