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cerebro
El pensador italiano Franco Berardi analiza los efectos del mundo digital en el ser humano
Por Josep Massot
Barcelona 20 FEB 2019
Franco Bifo Berardi combina la docencia como profesor de historia social de los medios de
comunicación en la Academia de Bellas Artes de Brera (Milán) con la agitación cultural: creó el
fanzine A/Traverso, Radio Alice —la primera emisora pirata de Italia— y la TV Orfeu, cuna de la
televisión comunitaria en Italia. En sus libros indaga cómo las tecnologías digitales están generando
una mutación del ser humano y aceleran de forma tan vertiginosa el tiempo que no deja tiempo
para la pausa, la escucha o la capacidad crítica ponderada. Cartografía un tejido social en el que,
como en las shitstorm [una tormenta de mierda] de las redes sociales, los individuos se mueven
por los estímulos de todo tipo que reciben sin tiempo para reflexionar, y donde reina el
resentimiento identitario, la desertificación del pensamiento complejo y el autismo coral. Ayer
habló en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona con Ingrid Guardiola sobre cómo “los
dispositivos tecnológicos se han convertido en una prótesis de nuestros cuerpos y en una
herramienta de relación permanente con el mundo, devaluando así nuestra experiencia directa e
inmediata de la realidad, afectando a las emociones, el psiquismo, la percepción y la relación con
el otro”.
P. ¿Cuál es la diferencia?
R. Que la presencia de la corporeidad ya no es decisiva. En la comunicación conjuntiva la creación
de significado, de sentido, pertenece a la esfera de la presencia. Yo puedo decir algo que puede
tener un significado diferente según la manera en que lo digo, de su contexto, de la relación
afectiva que existe con mi interlocutor, pero en la comunicación conectiva es la sintaxis, la
estructura técnica del medio, el formato, el sentido mismo. Además, la comunicación conectiva
nos permite una aceleración, una intensificación infinita de la información, que no es solo
información, este el problema, sino al mismo tiempo estímulo nervioso, es shitstorm. La
consecuencia es que las capacidades críticas que la humanidad tenía en la época de la imprenta se
están perdiendo. Y esta transformación está vinculada a la aceleración de la infoesfera que
produce efectos en la psicoesfera, es decir, en el cerebro, en la mente, en la emocionalidad
humana. Vivimos una época de patologías masivas, como las crisis de pánico, la depresión, la
ansiedad, que no son patologías simplemente psíquicas, sino de la relación comunicacional.
P. Una corriente de emotividad recorre como un escalofrío el cuerpo social y surgen sentimientos
peligrosos: humillación, dignidad…
R. Los movimientos de renovación social, de propuestas de posibilidades nuevas, han sido
cancelados por la voluntad europea y las finanzas internacionales. El sentimiento de humillación es
más peligroso que el de empobrecimiento. El empobrecimiento produce ira, violencia, pero
también deseo racional de ganar algo. La humillación produce deseos de venganza, incluso el de
matarse a sí mismos, fíjese el carácter absurdo de lo que estamos hablando. El pueblo inglés que
votó por el Brexit, ¿esperaba ganar algo? Creo que no. Lo único, reaccionar contra los que les
habían humillado. Humillar a los humilladores. Igual en el conflicto de Cataluña y España. O en
Estados Unidos. Trump es el máximo humillador. Humillador de humilladores. Este es el núcleo de
la discusión política contemporánea. No es política, es psicopatía. Vivimos una condición que es
psicopática. Las herramientas de la política no sirven, porque la venganza no atiende a razones. Es
la paradoja en la que nos encontramos hoy.
P. Cuando todo es incierto y nos mueve el miedo, ¿surge el deseo punitivo, el populismo punitivo?
R. En Italia hay quien tiene obsesión es castigar la casta hasta el punto de que estamos dispuestos
a perder nuestra condición democrática para castigar a los ladrones de la casta, de la elite. La
identificación de la elite tiene un carácter esencialmente punitivo: Lo que ha pasado con los
chalecos amarillos y Finkielkraut es antisemita, pero quién ha preparado todo esto. La razón liberal,
democrática, ha producido una humillación, al identificar la razón con el algoritmo financiero.
Fuente: El Pais
https://elpais.com/cultura/2019/02/18/actualidad/1550504419_263711.html