Apenas una brizna de dulce encanto Cuando tus ojos, agua y cristalería, Se asomaban a las tardes silenciosas Y el sol esplendía en los últimos árboles.
Desde entonces prometí un poema
Que, necio de mí, sigo adeudando. Ajena en la algarabía de tus juegos Enredabas gestos y palabras Celeste minucia infantil de tu crianza.
Hoy se me hace cuento cantarle a tu gracia
Ahora que tus ojos, como pájaros Van detrás de diáfanos celajes Y hay trinos en tus gestos Y son como flores tus manos en el talle.
Ahora, que acaricias sonriente
Y abrevas la luz por las mañanas Cada tramo en tu cintura es una ronda Y todo en ti es una música Azul y campesina por tu frente.
No dejes que se vaya la niña,
Guárdala escondida en la mirada. No crezcas más, quédate así, Prometo éste y mil poemas Mientras sonrías, enajenada.