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La Teoria General EREERESEREREGEESE! de Keynes, cincuenta afios después. por James Tobin Pocos libros son celebrados media centuria después de su publi- cacién. Pocos lo merecen. Un libro que con seguridad merece ser con- ‘memorado es el de John Maynard Keynes: General Theory of Employ- ‘ment, Interest and Money. Su cumpleafios también resulta ser un ani- versario de oro para mi. Comencé a estudiar Economia en el Harvard College como "undergraduate" hace cincuenta afios, y me rompfa la cabeza con el nuevo libro de Keynes. Era una introducci6n excitante ‘al andlisis te6rico y a la controversia en Economfa, especialmente pa- ra una persona joven con hambre de diagnosis y recetas para las de- sastrosas enfermedades de la Gran Depresién. Demasiado joven e ig- *, Conferencia Nobel invitada, de la XXI Reunién Anual dela Asociacin Argenti- nade Economia Pottica, Noviembre S de 1986, Esta Conferencia se basa en varios — deayudaro datiar. Hacer func econor race Y Capacidad producti sa NO Sone ae de 4g, _ Seligo plaza dl pracopotencil Este csuntai sation ee | suf macién y mantenimiento ite ad in ‘capital isico y humana me jog Lahoto es ajo cuando el ingresoesbajo. En las Gppcas on {25 euros se despertician por manteneros ota as ques ic ie esta sobreconsumiend a pm sed do y subahorrando suenan a BE De todos modo y como fue efatizado ora "sntesis nol Desempleo keynesiano ¥ otras clases de desempleos. De acuerdo con Ke: taro es un grave deo ¥ 108 keynesianos, el desempleoinvolun- iperdicio econdmico y un mal social, 30 t No obstante, de ningtin modo todo el desempleo corriente es in- voluntario, ni todo el desempleo involuntario puede ser sometido al tratamiento keynesiano. En primer lugar, como fue reconocido por @ Keynes, el desempleo friccional desempleo friccio- nal prolongado es comtinmente Hamado "estructural". Industrias, ‘ocupaciones y regiones aparecen y desaparecen; lleva tiempo a la fuerza de trabajo adaptarse a la naturaleza y localizacién. de los cempleos. Los aumentos en el desempleo friccional o estructural esta- +n acompafiados por aumentos en puestos de trabajo vacantes a ocu- par, mientras que los aumentos en el desempleo keynesiano estarén acompafiados por reducciones en nuevos puestos de trabajo. En se-(% smbargo, la validez empirica de la bisqueda voluntaria como explicacién de una parte principal del desempleo observado se debi- lita porel simple hecho de que la mayorfa de los cambios voluntarios de empleo se producen absolutamente sin intervalos smpleo. Se anaes eG ‘en alguna estacién del afto o fase de su vida, prefieren vi ayu- da por desempleo, o de la dote, u otra subvencién del estado benefac- larios corrientes. productividad marginal, Variantes de esta cuarta clase ‘on comunes en pafses menos desarrollados. Tanto el capital fisico- herramientas, incorporando tecnologfa moderna— y el capital huma- ‘no-educaci6n, habilidad y experiencia— son escasos. Existen pocos ‘empleos de alta productividad. Ellos pagan salarios tan altos relativamente a los niveles de vida permitidos por la agricultura de subsistencia, que la gente se amonto- nna en ciudades de chozas en la remota chance de poder lograr un em- pleo en el sector modemo, La calidad no keynesiana de esta clase de ‘desempleo se revela en el hecho de que el capital no est simuline- 31 I] wee Xe 2S alos remedios keynesianos pa- ipre atribuyen su desempleo a una o s. Pero estos atributos fuerzan la credibilidad, aumentan desde un cuatro por ciento en 32 en los Estados Unidos; o des- Estados Unidos, o desde un inido, 0 desde un 2% en 1973 al 5% en 1986 en Alemania Occi cualquier creencia | i abajo sibitamente se toma ha gana, incompetent oinmevil y que el stock de capital sic se toma sibiamene cbsoleo eimpodeciv. Macroeconomia cerrada y abierta. La Teorfa General supone una et -conomfa cerrada; en aplicaba mds a los Estados Unidos que al propio pafs de rye Por eer se daba perfecta cuenta de las limitaciones impues- {essobre a administraciGn macroeconémica dea demands poria¢co- toma aie, especialmente as pequeis, debido asus vinculs con to del mundo en materia de transacci i jiedsesepes ones comerciales y finan- le mayores econor summit economics") como un ‘grupo. No es posible para cada pats disfrutar de prosperidad impulsa- 32 appolasexPOFAEIONESTDirante décadas, los Estados Unidos han si- do la locomotora principal de 1a demanda mundial parael beneficio de Japén, Alemania y el resto del mundo. Nuestro gobiemo llam6 perié- dicamente a otros gobiemos para que enciendan. ‘sus locomotoras y las jimpulsen —usualmente estos Iamados caen en ofdos sordos, como aparentemente sucedié nuevamente el mes pasado— 4Ciclos econémicos como equilibrios méviles? El alegato keynesiano de que los ciclos econémicos en las econo- fas avanzadas de mercado jente fluctuaciones de la demanda agregada, parece confirmar los hechos comGnmente obser- vvados, primma facie. ‘A medida que el producto agregado varfa alrededor de su tenden- medidas de utilizacién de recursos para toda la ‘econom{a tanto del trabajo como del capital se mueven simulténea- mente. Los pre i salarios nominales fluctian pro-cfclicamen- te, como asf también lo hacen los indicadores distintos a los precios, de sobre y subempleo en el mercado, como vacantes de empleo, rde- nes sin cumplir, horas extra. ‘No obstante, la contra-revolucién popular corriente contra la eco- nom{a keynesiana y contra la "Sintesis neoclfsica" rechaza el alega- to keynesiano. ‘Los protagonistas de la "nueva macroeconomia clésica" comien- zan.con la presuncién a priori de que los mercados siempre se equi- libran por medio de ls precios, en equilibrio de demanda y oferta tan- 10 en el corto como en el largo plazo. Para estos te6r la- mados ciclos econdmicos son senderos de equilibrios méviles. Ellos, cenfatizan la elecci6n racional inter-temporal. Silos recursos, ya sea el trabajo oel capital, estén hoy aciosos, es debido a que la eleccién vo- Juntaria los conserva para usarlos mafiana, cuando se espera que las ‘oportunidades sean mas favorables. Estas elecciones son racionales, ‘aunque a menudo las percepciones y expectativas sobre las que se ba- ‘san puden suftir de informacién equivocada 0 incompleta. cia de largo plazo, 33 —* Mucho del mejor talento te6rico y econométrico de la profesi6n, al menos Estados Unidos, est hoy dedcado a mostrar la forma 10 mejor que los modelos keynesianos —hasta aho- jodelos alternativos. Yo los lla- iclo econémico. la percepcién de Robert Lucas oferta” de Lucas niega to- surge de ilusiones transito- cambios generales en los ios relativos sobre los que pue- s politicas de las autoridades, éstas no tendrfan fallas en la informaci6n fueron constitucional- ivas de bancos centrales bien anunci ‘comprendidas entre 1979 y 195 a 34 El dinero y otras variables nominales son considerados como ‘exhibiciones secundarias ¢ irrelevantes ("sideshow") y no se hace es- fuerzo alguno para explicar su conducta cfclica o para relacionarlos ‘con las variables reales. Los ciclos son impulsados por procesos esto- ‘cdsticos en variables reales basicas, procesos bien conocidos pero que quedan sin explicacién, como la tecnologta, la productividad y el tiempo. El problema es que estos modelos pueden solamente explicar los ciclos, en caso que lo hagan, atribuyendo a los trabajadores-consumi- dores increfblemente altas tasas intertemporales de sustitucién en el consumo de ocio y de otros bienes. ‘Me aventuro a predecir que ninguna de estas dos especies de teo- rfa de los ciclos sera considerada seria y crefble dentro de unos pocos alos. Cualquiera sea la teorfa que emerjaen alguna nueva sintesis, ten- rd importantes elementos keynesianos. La rigidez ("stickeness") de salarios y precios nominales {Depende la teorfa keynesiana de rigideces 0 viscosidades stickiness") en los salarios y precios nominales? La creencia afirma- tiva, engendrada por algunos pasajes de la Teorfa General misma, y ‘por muchas exposiciones condensadas de libros de textos, desde hace tiempo ha sido fuente de malestar por parte de los te6rioos de la "sin- tesis neoclisica” y la macroeconomta en general, malestar que hizo cerupcign en la rebeli6n de los nuevos clésicos. Para los "te6ricos neo- ‘lsicos, la rigidez 0 viscosidad de los salarios ha sido una intrusion ad- hoc y peor ain, una atribucién de “ilusién monetaria” irracional a los ‘agentes econdmicos. Ciertamente este tema continéa siendo fuente de ‘confusién y malentendidos. Keynes no necesita absoluta rigidez en su argumento, ni espera- ‘ba que los salarios monetarios fueran totalmente insensibles alas con- iciones de mercado. A lo sumo él necesitaba que los salarios y/o pre- ccios monetarios de los bienes —aunque Keynes mismo suponfa que 35 Distal ee ea SS TS la se ajustaban competitivamente al costo variable marginal (del traba- ‘jo)—no se ajusten lo suficientemente répido como para impedir que el producto real y el empleo absorban algunos de los shocks en la de- manda agregada. Una vez que las cantidades se mueven, tanto como -orfa de 1a demanda efectiva de Keynes, la flexibilidad fe Ia oferta y la demanda, ‘desempleo involuntario ocurre cuando se puede emplear més, . tanto demandado como ofrecido, si la demanda cefectiva es aumentada. Una buena pregunta, natural y ortodoxa era: "Si los trabajadores estn involuntariamente desempleados por qué Jos salarios no caen?". En su libro, Keynes acepté la presuncién "clé- * de que los salarios reales tendrfan que bajar para inducir alosem- pleadores a ofrecer mas empleos; 1 estaba suponiendo productividad ‘marginal declinante y que en competencia los empleadores igualaban 1 valor nominal dei producto marginal al salario monetario. Argu- respuesta a una mayor demanda, los empleadores cexpandfan la produccién y el empleo y concomitantemente, aumenta- ban los precios de los bienes, 1o suficiente como para cubrir sus ma- yores costos marginales, mientras que los trabajadores ofrecfan mas trabajo sin un aumento proy iado en los salarios monetarios, en- tonces deberfa haber existido desempleo involuntario al empezar. Pensaba que a menudo esta condicién se cumplfa, atin cuando en idén- ticas circunstancias iniciales, los salarios monetarios no estuvieran ca- yendo. {Por qué?. Keynes comenz6 con la premisa de que los merca- os de trabajo y las negociaciones fijan los salarios monetarios y no Jos salarios reales. Sabfa que un sistema de indexacién completa de las 1asas de salarios a los precios de consumidores 0 productores, se com- portaffa en forma diferente. También él suponfa que los mercados de trabajo estén descentralizados, en realidad que son atomiticos; no es- taba hablando de las negociaciones para toda la economfa como ocu- rid en la posguerraen Suecia, Austria y Alemania. Observaba que los trabajadores estén principalmente preocupados por sus salarios en re- 36 Lacién alos salarios de los dems, una realidad que los economistas la- firmado muchas veces. Ciertamente no existe irracio- in monetaria involucrada por preocuparse pot la posi- ‘Cada pequetio grupo de trabajadores reducciones en salarios relativos. Por otro lado, una reduccién de salarios reales levado a cabo por ‘medio de un aumento general de precios es pareja; no altera los sala- rigs relativos y a menudo no ser resistida. de los que estin adentro, los empleados, no puede ser explicado bajo Ja resuelta determinacién de Keynes a suponer mercados de trabajo ccompetitivos tanto como para los bienes. Como es usual, Keynes era ‘més realista que su teorfa pura. Sabfa, como fuera confirmado amplia- mente por estudios posteriores, que en la industria modema, el templeador ipico, esté 0 no sindicalizado, no es libre de ignorar alos trabajadores que estén adentro, y de usar la amenaza de reemplazar- {os con los que estén afuera, los desempleados, como medio de redu- cir salarios. Eso slo puede hacerse cuando el empleador puede rea- fizar una amenaza crefble de cerrar completamente la empresa. ‘Keynes exageraba su nevesidad de una teorfa para la inflexibili- dad relativa de los salarios monetarios. Investigaciones, tanto inmediatamente posteriores a la publica- ign de su libro como desde entonces, han indicado que los emplea- dores usualmente no estan sobre sus curvas de demanda de trabajo, del mismo modo que usualmente los trabajadores no estén sobre sus cur ‘vas de oferta neocldsicas, En consecuencia, es generalmente posible durante perfodos de recesin macrooconémica, que el empleo y la pro- ‘duccién aumenten sin reduccién alguna de los salarios reales. ‘Sies asf, Keynes no necesitaba una explicacién elaborada de por- ‘qué los trabajadores aceptardn una cafda en los salarios reales gene- rada de un modo pero no de otro, De todos modos, lo que él si nece- a” sitaba era abandonar su supuesto de competencia pura, tanto en los ‘mercados de bienes como en los mercados laborales, y reconocer que los negocios son principalmente hacedores de precios més que toma- dores de precios. igarantia suficiente de equilibrio de pleno empleo? Muchos macroeconomistas ensefian y muchos estudiantes apren- den, que la flexibilidad de precios y salarios nominales garantizarfa el ta de Keynes. La Teoria General argumenta que podrfa haber defi- ciencias de demanda efectiva en un mundo de precios flexibles. Keynes utiliz6 un argumento clisico, esto es, que la demanda real es independiente de los precios nominales absolutos. Ast, si surgiera ‘una oferta excedente de trabajo, la cafda consiguiente en los salarios tarios no generarfa la demanda real extra necesaria para emple- Los precios de los bienes caerfan en la misma proporcién que los salarios monetar salarios reales y margenes de beneficios inal- terados, los empleadores individuales no tendrfan incentivos para em- plear més trabajadores. ero jes la demanda agregada real invariante al nivel de precios nominales en un corto plazo en el cual algunas cantidades ex6genas estén fijadas? El ‘Keynes en su capftulo 19 proporcioné un con- {ra-argumento para su alegato acerca de la neutralidad de la demanda avanzado en los capftulos segundo y tercero: un aumento en la canti- dad real de dinero ex6geno (“outside money") generalmente estimu- lard la demanda al reducir las tasas de interés Un segundo contra-argumento ¢s ¢1 efecto saldos monetarios rea- les, como fuera adelantado por Haberler, Pigou, Patinkin y otros. Su iterés extrema del consumo y la inversién. 38 Estos argumentos pueden haber salvado la teorfa neoclésica, co- mo un tema de I6gica abstracta, de la pretensién de Keynes de haber

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