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ee | Adal frente oriental pd td Orrupcion para evitar intervenir eT) mee ieee Chicane) foyer Caled) ‘ 1 Te rT) 7) ‘El plan aliado para invadir el sur de. Ve Merl iltel Madrid ) . Nido de espias - y * ne fi , ICAPTURA PERFECTA| X80 Pro G®) ned Redefine la Cinematografia TE eit) Una neutralidad «mentida» ‘mo explican los historiadores Antonio Manuel Moral Roncal y Francisco Javier Gonzalez Martin, coordinadores del libro Espafta y la Segunda (Guerra Mundial. Otras visiones del conflicto, los espanioles no fueron aje- nos a la gran contienda, dado que el régimen franquista estaba més que orientado hacia el Eje, Alemania ¢ Italia, en 1939; dos potencias que contribuyeron a su vie- toria en la Guerra Civil y las deudas contraidas con ambos resultaron ser un lastre penoso y un hecho que condicion6 de forma rotunda la posicién de nuestro pais. La deuda con Mussolini queds reducida de 7000 a 5000 millones y se facilité un calendario de pago «flexible», de 1942 hasta 1967. Sin embargo, Hitler exigié el ago exacto de la deuda (pasé la factura incluso por los servicios de la Legién Con. dor y por los dais que los alemanes pudieron sufrir durante el contflicto), con lo que no hubo otra que comerciar con Berlin acerca de la preponderancia en Espana de diferentes empresas alemanas y de materiales estratégicos en los que era rica (wolframio). Por supuesto, el ntimero de germanéfilos crecié y con ello una cultura admirativa hacia la gran bota nazi (algo que cambié ligeramente con su fracaso y la necesidad de s :pararse de él «catdlicamente»). Como cay esta politica en el bando aliado y qué hizo este al respecto? Sin lugar a dudas, la peninsula ibérica era geo- grificamente un lugar mas que estratégico para unos y otros. En este nimero de MUY HISTORIA buceamos en. cada uno de los escenarios que tuvieron a nuestro pais como protagonista o testigo. Una lectura apasionante, Cammy ester Disfruta. (csabalete EDITORIAL MUYHESTORIAS. SUMARIO ESPANA rebrandlyroyne 4Mur Historia eh. es REPORTAJES Franco ante la Segunda Guerra Mundial Sobornos para que Espafia no actuara La Divisin Azul Espafioles en el Ejército Rojo Wolframio, el mineral estratégico Manadas de lobos. Los submarinos nazis LaX MAS. Los torpedos tripulados Madrid, nido de espias Operacién Backbone G PUACEALEANA\ Relaciones entre Espafia y Portugal Espajiolas en la Resistencia Francesa aX, SECCIONES Historias de la filosofia Entrevista: David de Jong Momentos estelares Episodios Historias del cine Dossier Historia alternativa Historia en el arte Panorama MUYHESTORIAS: El éxito: una fabula hecha de zanahoria FILOSOFO Irucio persigue la zanahoria. Su avidez por alcan- zarla es lo que le pone en movimiento. Lograrlo supondria para él un éxito. El éxito es el sentido que hace que no permanezca tumbado sino que se incorpore y que avance, de entre todas las in- finitas direcciones posibles hacia una en conere- to, Hacia aquella donde le han dicho que puede alcanzar 1 éxito. El éxito para nosotros, igual que para el asno, es tun concepto principal de sustentacidn, si la posibilidad de alcanzarlo fuera demasiado remota (el palo fuera ex- cesivamente largo o la zanahoria desapareciera) nuestro estado inercial seria el del Bartleby de Melville: simple- mente preferirfamos no hacerlo, no hacer nada. Somos en cuanto vemos o creemos ver que hay una zanahoria alli delante. Pero por qué entendemos el éxito como el conseguir alcanzar algo concreto?, apor qué ese algo que ansiamos zamparnos es una zanahoria y no un rébano 0 tun mango? Quien determina lo que significa el concepto del éxito, quien nos convence de que tiene forma de zana- horia es el carretero que hace que lo llevemos donde muy posiblemente solo él quiere ir. El tema es importante. ‘SALIR, gHACIA DONDE? tT egal ea Incite tenet ete Satie tien teenie telea eed tate eee eer ea ere een ater ate aeiee tet teeetempa crea Sei eaeern al eaten encore aige nif «posicionarse hacia el afueras. En otras lenguas, rapier eeeetlins eebeesitant sumeetaaf tes del tering esuccederes, que seri, sin mayores conno- Quien taciones morales, elo que viene después»,toqueacontece determina lo trae sale ras impiearse en Io abit. Noes ninguna Ua Sica el barbaridad conceptual asociar el éxito al existir. El éxito Syito, quien nos y elexistir implican un moverse hacia donde uno no esté—_convence de en ese momento, un cambio inercial. Pero la pregunta que tiene forma es necesaria: salir, ghacia dénde? Hacia un entregarse ade zanahoria es loabierto, hacia un conformar desde laibetad queda atetro la indeterminacién un proyecto (una eyeccién, una sa- que hace que 7 lo llevemos. a hapgstgaakie Dicer eel Tahir existencia. El éxito, en su condicién més amplia seria la Foaibjemente satisfaccién de reconocer la propiedad de uno mismo Solo él quiere ir. después de ofrecerse a lo abierto, al afuera, que le posibi lita su existencia. El asno, por tener su existencia limitada exclusivamente a la zanahoria, por carecer de la liber tad de establecer su propio proyecto nunca tendré éxito por més que alcance un millén de zanahorias. Cuando la puerta de salida viene marcada de antemano y de forma externa al sujeto nunca podremos hablar de éxito (ni de existencia). Hoy, a todos nosotros, se nos marca la puer- ta: el éxito es una zanahoria o no es nada. ‘SOMOS LA MERCANCIA Para los diccionarios, esos intransigentes acotadores de conceptos, éxito es «el resultado feliz. de un negocio 0 empresa». «Negocio» 0 «empresa» son ya términos me- tonimicos que ocultan una inquietante equivalencia: el proyecto es, debe ser, un negocio, una empresa. La logica empresarial de ganancia y acumulacién como prioridad, la que establece el beneficio y la disponibilidad como exclusiva aspiracién y el céleulo o la razén instrumental como medios, articula el sentido que tenemos del éxito. Una logica que subyace a cualquier proyecto que uno em- prenda: uno puede ser poeta, escultor, fildsofo 0 zapatero pero tras su proyecto de existencia siempre subyace otro: el de alguien que opera, que debe operar si aspira al «éxi- to», como un mercader, como una entidad empresarial. La acepcién anglosajona de «éxito», aquella que sigue contemplando este como un «dar salida» pero en el sen- tido de colocar, de volcar una mercancia en el mercado Hoy, a todos nosotros, se nos marca la puerta: el éxito es una zanahoria, 0 no es nada para ser vendida en el mayor niimero de unidades posi- bles, produce un siniestro giro. La mercancia ya no es tan solo tornillos del ocho, bolleria o smartphones sino que Ja mercancia es en iltima instancia uno mismo. Es uno mismo el que «debe salir, a dénde?, al mercado: es uno 1ismo el que debe devenir una wexistencia» (un producto comerciable, reemplazable, medible en stock) a cambio muchas veces de perder su wexistencias (su posibilitar de ver yhabitar lo abierto que le permite su propio proyecto) El éxito ya no es solo y exclusivamente la zanahoria sino que, ademas, Ia zanahoria somos nosotros mismos. 0 ZANAHORIAS, 0 BURROS ‘A todo ese soporte malsano de la autoayuda 0 el autoco- nocimiento que se nos oferta para conseguir el «éxito», «esa hipermotivacién fundamentada en el pensamien- to magico que nos situard en el éxito, a esa instruccién permanente en procedimientos, reglas, proactividad, creatividad» y demés leches del autobombo y la audien- Cia, lo que les subyace no es el éxito sino un imperativo: adéptate. Acepta sumisamente que no hay més verdura que la zanahoria, que no hay mas salirse hacia fuera que siendo una zanahoria o con el disfraz, que algunos hasta identifican como propio, de zanahoria. Los demas esta ‘mos mas en la piel del burro. Ese que siempre fracasa. MuYHSTORIAT DAVID DE JONG Jomo se le ocurrié eseri- bir este libro? sCual fue su génesis? ‘Tuve la idea cuando tra bajaba como periodista financiero en Bloomberg News. En aquel entonces me asombré que empresas tan im portantes como BMW 0 Allianz es tuvieran comprometidas en el blan: queo de su historia y en la ocultacién de la participacién de sus fundadores y directivos en crimenes de guerra y contra la humanidad. Queria desve- lar esta historia a la gente de la calle porque todo el mundo conoce o con- sume a diario pizzas del Dr. Oetker, © los coches de Volkswagen 0 BMW, yssi tienes mucho dinero, incluso los lujosos Porsche o los Bentley. En lu- ‘gar de asumir las responsabilidades de sus empresas con el pasado, sus directivos han creado fundaciones, citedras universitarias y museos que glorifican a los magnates que colabo. raron con los nazis. Y creo que eso debe saberlo la gente de la calle. aFueron los grandes magnates ale- manes de BMW y de otros produc- tos, como los de la casa de seguros Allianz, los que contribuyeron a la victoria electoral del partido nazi? B1 20 de febrero de 1933, dos doce- nas de los industriales alemanes mas influyentes se reunieron con Adolf Hitler en la casa que tenfa Hermann ‘Goring en Berlin cerca del barrio gu- bernamental. De forma muy explici ta, el Fuhrer les prometié que, si le apoyaban financieramente para ga- nar las elecciones que se avecinaban, esas serian las iillimas que se celebra rian en cien afios. Lo que significaba que ese iba a ser el final de la demo: , y aseguré que nunca ‘80 habia asoclado con las potencias del Eje, ob- viando que, en 1940, se habia adherido al Pacto de Acero de Berlin y Roma. £1 general sostuvo, igualmente, que, tras la calda de Francia, no se habia aprovechado de su des- ‘gracia —algo incompatible con la chidalguia» de la nacién espafiola—, sino que, antes al contrario, ‘tuvo hacia el pals vecina numerosos gestos amis- tosos. {Como cuales, nos preguntamos? Pujar por sus posasionas en al norte de Africa? 2Dar la ‘espalda a los refugiados (no al cien por cien, claro ‘estd) que hufan de la barbarie nazi para entregar- los a la Gestapo? Walter Benjamin, gigante de fllosofia de siglo 2%, fue uno de ellos. Tras cruzar los Pirineos y llegar a Portbou, el autor de La obra de arte en la época de su reproductibildad técni= ca fue interceptado por la policia espafiola, que le notifc6 su inmediata davolucion a Francia, Aque- lla misma noche, Benjamin se suicidé con una so- bredosis de morfina. Guerra Civil. El petroleo americano, el carbén inglés y los cereales de Argentina pesaron mas que las simpatias personales o el ansia de re- verdecer viejos laureles. La supervivencia del régimen, malquisto con parte del clero y con no pocos militares, dependia de su neutralidad — hostil, pero neutralidad al fin y al cabo—, ya ella se encomendé Franco. Si a principios de 1941 este hubiera despejado la frontera pirenaica a la Wehrmacht y Gibraltar hubiese caido en manos de sus socios, el papel de Espana en el concierto europeo habria sido muy distinto. Pero no fue ast. A finales de 1943, el Gran Imperio Alemsn era un reflejo del que habia estremecido al mundo, e Italia, tocada y hundida, habia firmado el armisticio con los alia~ dos el 3 de septiembre Deeste modo, el | de octubre de ese afl, durante la conmemoracién del Dia del Caudill, Franco, en un discurso ante el Consejo Nacional de Fa- lange en Madrid, formulé un nuevo principio, la llamada «neutralidad vigilante», sin derogar ex- presamente la politica de no beligerancia, Frente alos horrores de la contienda, esa neutralidad permitiria a su pueblo concentrarse en la labor Durante la entrevista en El Pardo, Franco desliz6. ‘otras perlas, pero quiza ninguna tan asombrosa ‘como que Espatia era ya una verdadera democra- cia, «donde la suma de voluntades individuales ‘50 manifiesta por caminos distintos de los ensa- yyados en los pasados tiempos». Finalmente, dio ‘que Ios exiliacos tenian las puertas abiertas pa- ra volver a la patra, siempre que respetaran sus leyes (unos veinte mil ragresaron entre 1940 y 1944). Y,erigido en todo un estadista, se reafirm6 ‘en su propésito de colaborar con Estados Unidos. JOACHIM VON RIBBENTROP. Elministro de Relaciones Exteriores de ‘Alemania explica conterencia de prensa en Bertin de «reconstruccién nacional, moral y material» que tenia por delante. Poco después, el cuerpo expedicionario de la Divisién Azul fue desman- telado y se suspendieron los envios a Alemania del codiciado wolframio, un mineral que se ex- fa invasion de traia en Galicia y se utilizaba, sobre todo, para inamareay reforzar el blindaje de los tanques. Franco tenia Noruega en la claro quién ganara la guerra y cul sera, partie Operacion le entonces, su lugar en el mundo. leseribung de entonces, su lugar en el mundo. So 1940) MUY HISTORIA 25 LA CABALLERIA DE SAN JORGE, LA OPERACION ULTRASECRETA DE CHURCHILL. SOQBORNOS CORRUPCION PARA EVITAR LAINTERVENCION ESPANOLA Una serie de personajes de.diversa indole, banqueros, diplomaticos y militares, urdieron una red para forzar la onsen id neutralidad de Espafia en la Segunda Guerra Mundial. Los aliados tuvieron que tentar y pagar generosamente al Gobierno de Franco para que no se uniera el Eje. DAVID CASADO RABANAL PERIODISTA Y DIVULGADOR n la noche del 4 Ye junio de 1940, el nuevo embajador|briténico en Madrid, sir Samuel Hoare (1880-1959), envid st primer telegrama urgente a Londres. Se trataba de un comunicado reservado, irigido al ministro del Foreign Office, lord Halifax, advirtiendo lo siguiente: «Hay in dicios en Madrid de que esta cobrando impulso la idea de abandonar la neutralidad, y tengo la impresién de que ha llegado el momento de ha- cer algo de forma inmediata para detener tal im pulso... Para tal fin es posible que necesite hasta ero es preciso actuar cuanto an- tes», Inglaterra, estaba entre la espada y la pared, yaquel mismo dia habia concluido la Operacién Dinamo, que puso a salvo lo que quedaba del ‘cuerpo expedicionario britinico en Dunkerque, La posibilidad de que Espaia declarara la guerra al Reino Unido e invadiera el Peién de Gibraltar con la ayuda alemana era una amenaza constante, y el flamante embajador se temia lo peor. Habia tomado posesién de su cargo hacia tres dias yes taba a la espera de presentar al Caudillo Francisco Franco y su ministro de Exteriores, el coro- ENLACE AL CANAL “ee ae MUY HISTORIA 27 DuDAS ‘SOBRE LA, NEUTRALIDAD. La Inglaterra de Jorge VI dudé de la posicién espafiola en la futura guerra, Ena imagen ‘Samuel Hoare, ‘embajador britanico en Madrid, con la familia teal briténica en un acto en 1967. 2BMUY HISTORA nel Juan Luis Beigbeder Atienza, sus cartas credenciales para obtener el plicet del Gobierno, pero decidido a pelear por el prestigio de su pais e influir de forma decisiva en el mantenimiento de la neutralidad espaitola. Hoare se habia enfrascado en un intenso esfuerzo de documentacién previa sobre las posibilidades que ofrecia la dramitica situacién econémica del pais. En los informes del Foreign Office que consulté abundaban las referencias que asegura- ban tanto las presiones del Eje como que Franco queria permanecer neutral. Para el Political In- telligence Department (PID), resultaba dificil predecir por dénde pudiera discurrir la politica espaiiola, haciendo hincapié sobre las pugnas existentes entre la Falange y el Bjército, cuyo re- sultado era impredecible. A tenor de los andlisi, daba la impresion de que el Caudillo navegaba a la deriva de fuerzas sobre las cuales tenia escaso control. Seguia una politica de equilibrio entre tendencias contrapuestas y se apoyaba en su cu- fiado Ramén Serrano Sufter, quien encarnaba las aspiraciones falangistas. El PID conclua que Franco no estaba bien informado sobre el mun- do exterior, y tampoco sobre la situacién interna, «por lo que se comprendia que se dejara influir por una personalidad tan fuerte y falta de escri: pulos como Serrano». En principio, todo estaba en contra de los brit. nicos para que Espaia permaneciera neutral y la entrada del pais en la guerra parecia inminente, salvo que se detuviera con todas las presiones diplomaticas disponibles y el recurso a los so- bornos empleando una gran cantidad de dinero. Hoare estimaba que la compra de voluntades para ganar tiempo entre los jerarcas del régi men podia rondar ese medio millon de libras esterlinas que solicitaba, a cambio de retrasar la participacién espafola en el conflicto europeo alrededor de unos seis meses. Los minimos ne- cesarios para convertir a plaza de Gibraltar en una fortaleza inexpugnable. Si el Pein caia en ‘manos espaiolas 0 alemanas y las fuerzas del Eje instalaban baterias en Ceuta y la costa africana, el Estrecho quedaria blindado y todas las flotas del Imperio briténico tendrian que circunnave- gar Africa para acceder al Canal de la Mancha © Viajar hasta la India, un territorio clave que podia Ilenarse de insurgentes y opositores a la Corona britinica En el disefio de toda esta operacién de chanta. je encubierta, que necesité del visto bueno del premier Winston Churchill y el canciller del Ex. chequer y ministro del Tesoro, sir Kingsley Wood, Hoare se sirvié de la contrainteligencia y el espio: naje, recurriendo a los buenos oficios y contactos del capitan de marina Alan Hug Hillgarth (1899- 1978), su agregado naval y maximo responsable de la Inteligencia britanica en Espana. Marino de formacién, Hillgarth habia conocido a Churchill en 1935, cuando era vicecénsul honorario en Pal- ma de Mallorca. Ascendido a cénsul durante la Guerra Civil, se convirti6 en un eficaz agente de la Inteligencia Naval y resulté una figura clave en la rendicién de Menorca. En agosto de 1939 le nombraron agregado naval en Madrid con el ran- go de capitin de navio. Sus informes, casi siempre muy criticos con respecto a la politica oficial del Foreign Office, a menudo llegaban a Churchill, lo que le permitia actuar con independencia de criterio, Hillgarth también habia frecuentado mucho al financiero Juan March Ordinas duran- te su estancia en Mallorca y lo consideraba como «un canalla integral», pero veia en éla la persona més adecuada para secundar los planes del em: bajador. Hoare habia recibido del agregado naval un informe muy detallado sobre la situacién re al del pais y las infulas germandfilas de muchos militares y jerarcas del régimen, con el ministro Serrano Suitera la cabeza LA CABALLERIA DE SAN JORGE La relacién de Hillgarth con March, su amistad con Churchill y su buena sintonia con Hoare, hicieron posible montar el plan de sobornos para reforzar la oposicién de los generales, en su mayoria monarquicos y contrarios tanto a Serrano como a la entrada de Espaia en la gue- ra. Trabajando mano a mano con el embajador, fue Hillgarth el autor de la frase con la que se dio nombre a esta operacidn ultrasecreta, en el sentido de que era el momento adecuado para emplear la «Caballeria de San Jorge», haciendo alusién a los soberanos de oro que se utiliza- ron para la compra de voluntades. Se trataba de las monedas acuiadas con la cara del monarca Jorge V y la imagen del patron briténico, que fueron depositadas en la filial de la Swiss Bank Corporation de Nueva York. La operacién exigié el poder disponer del equivalente a diez millo- nes de délares que se transfirieron en tres tramos de dos, tres y cinco millones, depositindose en las cuentas abiertas a nombre de Juan March y los beneficiarios respectivos, empezando por los cinco nombres que ya figuraban en la némina corrupta del banquero: Nicolds Franco, herma- no del Caudillo, y los generales Aranda, Varela y Kindelan, mas el coronel Galarza, todos ellos partidarios de defenestrar a Serrano tan pronto como fixera posible. ‘ocultar su temor y preocupacién por el abandono de la neutralidad espafola y la Los briténicos dispusieron una red de sobornos a politicos y militares para asegurar la neutralidad JERARCAS Y MILITARES BAJO ‘SOSPECHA. LLos briténicos advertian de las inclinaciones ¢germanctilas, cde muchos. militares y de Serrano Suner, de gran influencia sobre Franco, CONVENCER AL PRIMER MINISTRO. Hilgarth y Hoare Insistieron Churchill en que activar alos antialemanes espafioles para evitar que Espana entrara cen a guerra, 20MUY HISTOR CARTA DE HILLGARTH A CHURCHILL ‘on fecha del 27 de julio de 1940, Alan Hiligarth envié al primer ministr la carta en la que pondera- 'ba la gestion del embajacior Hoare con las siguientes palabras: «Las cosas van bien aqui en rea dad. El elomento antialoman es mucho mas fuerte que antes y si Espafia se ve empujada alla gue- rra existe la posiblidad de que pueda defendarse de Alemania... Nuestro nuevo embajador ha hecho maravilas. No soy diplomatico profesional, asf que a lo mejor se me permite decir que en estos mo- mentos sir Samuel Hoare esta haciéndolo mucho mejor que cualquier otro diplomstico que se me ocu- rra, Nuestra gran dificultad radica en la actitud de la prensa inglesa que, naturalmente sin saberlo, nos pone trabas cada vez que damos un paso adelante... Casi todos los periédicos publican articulos y car- tas atacando al Gobierno espafol. A veces sugieren incluso un ataque armado contra Espaia ola difu- sion de octavillas para alentar alos republicanos. No se dan cuenta de lo peligroso que esto es» reciente declaracién del Gobierno fran- quista a favor de la «no beligerancia», un nuevo concepto que Mussolini habia esgrimido para caracterizar su actitud al comienzo del contlicto europeo, y que Franco habia copiado para con- tentar al Duce y los falangistas, Samuel Hoare escribié a lord Halifax solicitando su confian- za para poner en marcha, sin mencionarlos, los sobornos en estos términos: «Debe aceptar mi palabra de que las personas son de la ma- yor importancia... La entrada de Espafia en la guerra depende de nuestra rapida accion... La situacion es criticay. No le faltaba razén. Fran- co y sus generales estaban entusiasmados por las victorias alemanas y ansiaban entrar en la guerra al lado de los vencedores, pese a lo cual se produjo una primera grieta en el Gobierno espaol: la salida de Yagi el 27 de junio. Parti- dario de los nazis y de la entrada de la guerra, el cese del ministro del Aire supuso un alivio para los briténicos. Ese mismo dia Hoare explicé a Churchill la nue va situacién y la oportunidad de actuar que ello implicaba, «porque valia la pena mantener a Es pafia al margen de la guerra siquiera fuese por un relativamente corto periodo de tiempo. En el pais habia poderosos elementos antialemane pero era necesario activarlos». Churchill quedé convencido y el embajador obtuvo del premier la conformidad para proceder de inmediato con los sobornos. A lo largo del verano de 1940, los intercambios te- legréficos entre la embajada britinica en Madrid y Londres se fueron incrementando a medida que se iban precipitando los acontecimientos. Prime- ro cuando Italia declaré la guerra a Francia y el Reino Unido (10 de junio), y a continuacién con la caida de Paris (14 de junio), que dispararon la inquietud, la decepcién y el temor por la derrota entre la poblacién briténica. Solo la férrea volun- tad de en la Cémara de los Comunes, pronunciado el 13 de mayo, después de aceptar el cargo de primer ministro, alimentaron la llama de la esperanza: «Solo puedo ofrecer denuedo, sangre, sudor y li- grimas... Y me preguntaréis: cul es su politica? ‘A lo que yo os puedo responder: es dar la bata- la en el mar, en la tierra y en el aire con todas nuestras fuerzas y con toda la fortaleza que Dios quiera concedernos; darle la batalla a una tirania ‘monstruosa, a la que jamés se habia llegado en el luctuoso y lamentable catalogo de los crime nes de la humanidad. Esta es nuestra politica. Y ‘me preguntaréis: ;cual es nuestro objetivo? A lo Churchill de resistir y su famoso discurso que os responderé con una palabra: la victoria; la victoria a toda costa; la victoria pese a todos los horrores; la victoria, por mas largo y duro que pueda ser el camino». LA DEPAUPERADA ESPANA Puesta en accién la Caballeria de San Jorge, la pre- sidn britinica se reforzé a lo largo de 1940 con el recurso de los «navicerts» (salvoconductos certificados de inocuidad en naves de Estados neutrales) y el control sobre el envio de alimentos y suministros de petrdleo para que la depauperada Espaiia se mantuviera neutral, logrando que al fi- nal se enfriaran los énimos bélicos del Caudillo. Sin embargo, tras la reunién de Hendaya entre ran- co y Hitler (23 de octubre de 1940), los alemanes volvieron a presionar al Gobierno espafiol con la exigencia de que se pagaran las deudas de la Gue- rra Civil, fijadas en 372 millones de Reichsmark. Pero en marcado contraste y con la intencién de aislar a Serrano Sufter, la ayuda briténica se plas- mé de manera oficial el 7 de abril de 1941, con la concesién por parte de su Gobierno de un crédito por valor de 2 500 000 libras esterlinas al Banco de Espaia Esta efectiva presién aliada sobre el Caudillo au. menté cuando a finales de ese mes estallé una segunda crisis en el Ejecutivo espafiol, de redu. cidas dimensiones pero de vital importancia, después de que el general Juan Vigén le comu. nicara al Generalisimo que, si no ponia freno al poder de Serrano Sufier, los ministros militares dimitirian en bloque. El resultado de este ulti matum fue uno de los primeros frutos politicos del audaz plan britanico, concebido diez meses antes para sobornar a los generales y al corrupto hermano del dictador, que entonces ejercia de embajador en Lisboa. Los britinicos dieron ga- rantias a Nicolas de que si los aliados ganaban la guerra no forzarian al Caudillo a dejar el poder, ni apoyarian el regreso a Espafia de la Repiblica, pese a prometer justo lo contrario al Gobierno republicano en el exilio, cubrigndose asi las es- paldas por si acaso. Tal y como han puesto de manifiesto muchos his- toriadores, Churchill, Anthony Eden y el Foreign Office se negaron a proceder contra Franco, por el temor al desbarajuste que ello pudiera causar en Espana. De ahi que se plegaran a sacrificar sin contricién alguna los planes del SOE para atentar contra el dictador, utilizando a antiguos combatientes republicanos dispuestos y entrena- dos para hacerlo, o bien hicieran ofdos sordos a las amables sugerencias procedentes de algunos generales espaiioles respecto a que, si Londres es. taba interesado, Serrano Suter podria tener «un accidente». Solo consintieron la desagradable e injustificada persecucién del expresidente Juan Negrin, apoyada por el embajador Hoare desde Madrid, con el fin de complacer al dictador ya su embajador en Londres, Jacobo Fitz-James Stuart En sus informes a Madrid, el duque de Alba no perdia ocasion de llamar «capitostes rojos» a los exiliados espaiioles y verter sus comentarios despectivos sobre el doctor Negrin, al que so- ‘metié a una estrecha vigilancia durante sus afios de exilio en Londres. Aun asi, nunca consiguid que el Foreign Office le revocara a Negrin su condicion de refugiado y lo entregara a las au- toridades franquistas, tal y como Alba deseaba para colgarse una medalla, En su lugar, el Gobierno britinico confié y de j6 hacer a la efectiva Caballeria de San Jorge y, por mediacién del general Antonio Aranda Mata (1888-1979), capitin general de Valencia y el EI principal objetivo de la ayuda britanica era aislar a Serrano Sufier y forzar la neutralidad de Franco CRITICO CON LAACTITUD, DELA PRENSA. Hilgarth advirio ‘a Churchill de ‘que el ataque de la prensa briténica al Gobierno de Franco, en favor de la Repabiica, no ayudaba a su misién diplomatica. MUYHISTORASE LE MAITRE ae way tT oer rer pea rat CN nae eed ee eee EL BANQUERO DE FRANCO. Juan March era ‘un maestro del ssoborno y ‘enemigo acérrimo de ‘Serrano Suner. En|a imagen, portada de la revista Detective de 1936, 2 Muy HISTOR enters fl inefable Juan March, el canciller del Exche quer acabé repartiendo hasta catorce millones de délares, equivalentes hoy a unos 900 millones de libras 6 mil millones de euros, a una treintena de militares y jerarcas franquistas entre 1940 y 1943. Ademas de Aranda, un general muy eritico con el Caudillo y dispuesto a encabezar un golpe de Estado caso de ser necesario, los més favorecidos fueron José Enrique Varela, ministro del Ejércitos, Alfredo Kindelén, capitan general de Baleares; Agustin Muftoz Grandes, capital general de An- dalucia; Luis Orgaz.Yoldi, Rafael Garcia Valiio, Carlos Asensio Cabanillas, alto comisario en Ma- rruecos, y el coronel Valentin Galarza, jefe de la Milicia de Falange, la organizacién més proclive a entrar en la guerra, y nuevo ministro de la Gober- nacién en sustitucidn de Serrano Sufer, sin que March actuara nunca por altruismo. El financiero mallorquin ya era conocido como el sbanquero de Franco», embolsindose cerca de cinco millones de délares a cambio de sus servi ios, consistentes en repartir la Iuvia de dadivas britinicas que distribuy6 con generosidad y ocul: tar a los receptores el origen de las mismas. El dinero lo recibian a nombre de March y proce dente de las cuentas de la Swiss Bank Corporation de Nueva York, en cuya matriz, la Société de Banque Suisse, el mallorquin tenfa depositado su capital, hasta el punto de haber concedido varios créditos financieros a Franco durante la Guerra Civil. También es probable que la idea de co- rromper con dinero al entorno del Caudillo mis ‘opuesto al poder de Serrano Sufer se le ocurriese al banquero, enemigo acérrimo del ministro y un maestro del soborno, mas que al embajador bri- tanico. Las garantias financieras de March a los militares conjurados contra la Repiblica en 1936, Te habjan demostrado que estos siempre estaban dispuestos a aceptar su dinero, UN SEXTETO DECISIVO Tal y como subraya el profesor Angel Vifas, has- ta ahora «no se ha realzado la importancia de la contribucién histérica que realiz6 el sexteto for ‘mado por Churchill, Halifax, Eden, Hoare, March y Hillgarth, para lograr el milagro de haber con: seguido que Espaiia se mantuviera al margen de Ja guerra... Juan March organiz6 el acercamiento alos beneficiarios y l y sus agentes, los conocidos Alfred Kern, Rosendo Silva Torrens y Raimun: do Burguera, crearon los contactos para obtener las informaciones que habia que hacer llegar a los briténicos. Que tales agentes hubieron de rodearse de las mayores precauciones posibles es indudable. Que contaran con asesoramien. to técnico britanico es probable. Toda actividad de inteligencia revela la esencia de su ser en los detalles que iluminan su modo o forma de desa- rrollarse, Su modus operandi. En su conjunto, este sexteto, més los agentes de March, adoptaron con entusiasmo el plan de sobornos, con tal de evitar que Espana comba- tiera al lado de las potencias del Eje, pero como la cifra de los millones de libras fue ineremen- tandose exponencialmente, sir Anthony Eden, nuevo ministro del Foreign Office y estrecho colaborador del primer ministro, se refirié a sus beneficiarios como «esa banda de generales corruptos, que son un hatajo de desgraciados», Los primeros pagos se organizaron a finales del angustioso mes de junio de 1940, y los agracia- dos fueron: Nicolés Franco, Aranda y Varela, que egaron a percibir dos millones de délares cada uno; Galarza, un millén; Asensio, Kindelan, Gar cia Valifio y Muitoz Grandes, medio millén por persona. Mas adelante, los sobornos alcanzaron Con la mediaci6n de Juan March, que no era nada altruista, se repartieron 14 millones de délares a otros militares, incluido el criminal Gonzalo Queipo de Llano. No obstante, al ao siguiente, entre septiembre de 1941 y febrero de 1942, surgié tun problema debido a que el dinero se enviaba desde la mencionada entidad neoyorquina, y la entrada de Estados Unidos en la guerra conllevé el embargo de todas las cuentas en délares que los residentes no estadounidenses tenian en el pais. Algo que, irénicamente, también supuso el embargo de la cuenta ilegal que Franco po- seia en esta ciudad, contraviniendo asi su propia Ley de Delitos Monetarios. El desbloqueo de todos estos fondos acabé resol- viéndose con la implicacién directa en el asunto del propio Winston Churchill, dando garantias a la Reserva Federal. El premier logré liberar estos fondos sin dar demasiadas explicaciones a Wash- ington, y por este motivo, cuando Vigén lanz6 su amenaza de dimisién, los generales comprados ya disfrutaban del dinero y se mostraban hostiles a la participacién de Espafia en el contflicto. Segain el testimonio del ministro de Guerra Econémica briténico, el laborista Hugh Dalton: «En Espaiia la Caballerfa de San Jorge se ha lanzado ala carga y la misma esta obrando milagros. De ahi algunos de los cambios recientes; de ahi también la preo- cupacién del Agregado H por la hojalata de J. M» Por supuesto que «H» era Hillgarth y «J. M.» Juan March, siendo la «hojalata» los soberanos de oro. «. ‘Juan Lario ‘Sanchez, alias Ivan, lego & ‘comandar una ‘escuadrilla en la batalla de Berlin, ‘en una imagen artiba ala derecha, MUYHISTORASE EL MINERAL ESTRATEGICO Cr QUERIAN sae. ee + EL ORO. e Se NEGRO. § FE wolramio : tungsteno ha gp satado on ista do productos mas odeados desde fa Segunda Guera Mundt, En i © inagen, vista de Hoo baloas dela entigua mney antera de Monte 4 ne Name, an A 2, borne. Su agua olor turquesa, acimuia tects. ce wolfe, ademas Wer esteho, hier y slice

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