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El centro del imperio, y residencia de los incas,

se encontraba en Cuzco. Los miembros de la


sociedad incaica consideraban que sus
gobernantes eran descendientes y sucesores
de Manco Cápac, el fundador mitológico y
héroe cultural que (según el punto de vista
incaico) introdujo la vida civilizada en los
Andes, y en quien apoyaba su legitimidad el
régimen político incaico.4 De acuerdo con
los cronistas de Indias y los testimonios de
algunos conquistadores
españoles como Francisco Pizarro, el poder del
Inca era absoluto; por ello era poseedor no solo
de las tierras del Tahuantinsuyo, sino de todo
aquello que se encontraba dentro de sus
límites, incluyendo las vidas de sus súbditos.
Tras aproximadamente un siglo de existencia,
el Tahuantinsuyo inició su desaparición con la
llegada de los europeos.

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