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Kemmis, Karr
Kemmis, Karr
© Ediciones Morala. S. L.
18 Una teoria para Ia educación
intereses dei capital y dei Estado, una forma de poder que se ejerce "sobre as
!!'" cabezas" de los profesores y, a través de los profesores, sobre sus alumnos.
I Según esta perspectiva, Ia teoría se convierte en mera manifestación de una
ideologia, una forma de justificar los intereses dei Estado y dei capital; inclu-
so, en e -peor de los casos, Ia teoría no es más que el guante de seda que
enmascara el puno de hierro de Ia política estatal, que controla Ia escolariza-
ción de acuerdo con los intereses dei Estado. Aunque "crítica" en cierto sen-
tido, esta visión de Ia teoría no es 10 bastante crítica, a mi juicio. No tiene en
cuenta los considerables recursos que puede proporcionar Ia teoría, no sólo
para desenmascarar los intereses presentes en Ia educación contemporá-
nea, sino también para fortalecer y sostener Ia educación como origen dei
movimiento social, así como dei orden social 1 .
~ Según Ia pers ectiva "postmoderna", hace mucho tiempo que se enterraron
$J~ los espíritus dei positivismo e incluso Ia idea de una "teoría crítica" se ha da~
'\ tanto por supuesta que puede ya considerarse como cosa dei pasado. Quizá
esta írnpacíencla sea, a Ia vez, expresión de Ia condición postmoderna y res-
puesta crítica a ella; ~s na impaciencia característica de una generación ansio-
sa por marcar su im ro a en Ia historia. Se entrega de tal manera ai entusias-
mo por 10 nuevo que seexpone a otros peligros, sobre todo, ~ riesQQJ:fgpasar
por alto el arduo trabajo dei razonamiento detall~o en Ia búsqueda de nuevas
elaboraciones dei tema de saber es poder, que se desarrolla en infernal alianza
con los poderes que sean, aun si eso significa oponerse-al poder establecido.
Aunque Ia línea dei frente dei debate metodológico de moda se ha preci-
pitado hacia adelante, muchos "teóricos e investigadores de Ia e_ducaciónhalJ..
!!@!ltenido sin problemas posturas antiguas (unas "..IJlodernas"y otras incluso
"premodernas") e insostenibles -como Ia idea de Ia "distancia" entre Ia teoría
Ia ráctica que han estropeado laCiei1cia de Ia educación durante Ia mayor
parte de es e slg.o. a avant-garde (vanguardia) puede considerar anacróni-'
co este antiguo régimen de 105 investigadores de Ia educación -como si fue-
sen dinosaurios-, pero el ancien régime todavía es respetado en revistas
eruditas y por los responsables administrativos de los sistemas educativos, y
Ias clases convencionales de teoría de Ia educación, metodología de investi-
gación y práctica educativa siguen reproduciendo en importante medida los
antiguos puntos de vista.
Pero no sólo Ia vieja guardia de los teóricos e investigadores de Ia educa-
ción sigue naciéndose eco de los antiguos supuestos y premisas. Con dema-
1 Sobre Ia distinción entre orden social y movimiento social, véase: TOURAINE (1981).
~
que actúan según marcan Ias teorías de terceros o dei también aparente re-
conocimiento de que Ia práctica y Ia teoría se desarrollan unidas y de forma
reflexiva, muchos investigadores siguen estudiando Ia práctica "desde el exte
rlor", convencidos de que sus intuiciones, adquiridas en Ia batalla intelectual
J
de los seminarios deposgraduados o en Ias conferencias internacionales,
producirán cambios en Ia práctica educativa de los profesores que no asisten
a tales encuentros. Wilfred CARR me ha ayudado a ver claro hasta qué punto
hemos estado anelados en estas antiguas perspectivas, a pesar de nuestra
sensación de progreso, y él sigue desafiando algunas de Ias cómodas premi-
sas de los teóricos contemporáneos, como Ias que se refieren a Ia función de
Ia investigación educativa (y de los investigadores) a efectos de orientar Ia
práctica (y aios profesionales de ella). No sólo sostiene que tenemos que
interesarnos tanto por Ias teorías de los "prácticos" como 10estamos por sus
prácticas, y que debemos estudiar Ias prácticas de los "teóricos" de forma tan
minuciosa como 10 hacemos con sus teorías, sino que demuestra también ~
I ue el traba'o de Ia áctica educativa y, el de elaboración teórica e en esa-
I rrollarse conjuntamente.
- ESta postura tiene importantes consecuencias para Ia organización y Ia
micropolítica de Ia educación y de Ia investigación educativa y pone de mani-
fiesto Ia necesidad de que se desarrollen nuevas formas de relación entre
quienes consideramos, convencionalmente, "teóricos" y quienes vemos, con-
vencionalmente también, como "prácticos". Ello supone el establecimiento de
nuevas formas cooperativas de ciencia que desafíen Ia actual especialización
burocrática de funciones y Ia división de trabajo que estructuran Ia escolari-
zación en el estado moderno.
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conductisfa, esta forma de ver los objetos de estudio y Ias metodologías ade-
7
~cuadas para estudiarlas tiene Ia ventaja práctica (ai menos para los cientí-
ficos) de que deja en manos dei científico Ia adición dei texto "real": Ia inter-
retación y explicación dei significado real de Ia vida social. Era casi corno si
el científico fuera un especialista académico cuyo cometido consistiese en
interpretar y explicar el significado de una obra medieval para su cuadro de
actores, aunque, a veces, se insinuaran nada más que los papeles más signi-
ficativos: no sólo seríamos teóricos de Ia literatura, o críticos teatrales; quizá
,
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.~
nos convirtiésemos en autores de los textos de Ia vida social y política.
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2Compárese Ia imagen dei "truco de prestidigitador" dei conductismo de Ludwig Wm·
GENSTEIN (1963, pág. 103): "i,Cómo surge el problema filosófico sobre los procesos y estados
mentales y sobre el conductismo? EI primer paso es el que escapa por completo a nuestra aten-
ción. Hablamos de procesos y estados y dejamos sin dilucidar su naturaleza. Quizá alguna vez
sepamos algo más de ellos. Pero eso es 10 que nos fuerza a una determinada forma de ver Ia
cuestión. Porque tenemos un concepto definido de 10 que significa conocer mejor un proceso.
(Se ha efectuado el movimiento más decisivo dei truco de prestidigitador y era el que creíamos
más inocente.) Y ahora Ia analogía que tenía que hacernos entender nuestros pensamien-
tos cae en pedazas. Por tanto, tenemos que negar el proceso todavía no comprendido en el
media aún no desarrollado. Y ahora parece como si hubiésemos negado los procesos menta-
les. Y naturalmente, no queremos negarlos."
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Prólogo 21
3 FOUCAULT (1970).
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'o, privaría ai científico dei acceso a un aspecto importante dei objeto de
iencia social.
Por tanto, desde el punto de vista de Ia psicología conductista, Ia práctica
podría comprenderse en relación con Ias propias ideas de los actores ai ,L/
pecto, mientras que, para los sociólogos como WEBER, sería imposible
enderla sin referencia a esas mismas ideas de los actores. En consecuen-
'a, para poder entender Ia práctica, hace falta hallar una forma de resolver
es e problema. . ::.,
Un modo de comenzar a hacerlo consiste en pensar en Ia práctica como '
go construido. Aunque quizá estemos acostumbrados a pensar en Ia practi-
ca como en una mera "actividad", puede demostrarse que el sentido y Ia sig- ~
ni icación de Ia práctica educativa se construye en los planos social, histórico
ypolítico, y que sólo puede entenderse de forma interpretativa y crítica. Des-
e este punto de vista, Ia práctica no es un mero "hacer". No se trata de una
especie de acción técnica, instrumental; tiene unos sentidos y unas signifi-
caciones que no pueden comprenderse sólo mediante Ia observación de
nuestras acciones. Pero su sentido y significación no son exclusivamente
subjetivos (cuestión de Ias perspectivas y formas de comprender de los profe-
sionales), sino que pueden ser comprendidos por los otros, interpretándolos,
y se enmarcan en Ia historia y en Ia tradición, así como en Ia ideología.
EI sentido y Ia significación de Ia práctica se construyen, ai menos, en
cuatro plano En rimer lu ar. no podemos comprender adecuadamente el
sentido y Ia significación de una práctica ~ferirnos a Ias intencíones dei
rofesional. Por ejemplo, cuando indico a esta alumna que hable en clase,
puedo tratãr de descubrir 10 que/sabe dei tema; quizá esté pidiéndole que
preste atención a Ia discusión que se desarrolla en el aula; es posible que pre-
tenda que hable en mi nombre para decir aios demás alumnos 10 que creo
que deben conocer; puede que esté tratando de que modifique Ia orientación
de Ia discusión de clase, para cambiar de tema. Salvo que el observador
conozca 10 que pretendo y mi forma de ver Ia situación actual de Ia clase, no
es fácil que resulte obvio el sentido de mi práctica.
En se undo lu ary de modo más general, el sentido y Ia significación de
una ráctica se construye en el plano social. No sólo los interpreta el agente,
sino también los demás, La estudiante a Ia que seiialo puede sentir preocu-
pación, orgullo, sorpresa o entusiasmo, dependiendo de cómo interprete mis
acciones. Y sus compaiieros también interpretan el sentido y Ia significación
de mi acción según sus propios marcos particulares, idiosincrásicos, de refe-
rencia.
gn tercer lugar. y de forma aún más general, el sentido y Ia siqnificaclón
de una ráctica se construye en el plano histórico. n cierto nivel, debe inter-
pretarse en relacíón con el origen histórico de esta situación. l.Cuál.es Ia his-
toria de mi relación con esta alumna: es Ia líder de Ia discusión de clase, un
modelo para los demás, una antagonista con respecto a mis intenciones
acerca de Ia clase? Esta acción concreta se sitúa en una cadena de accio-
nes de Ias que formamos parte nosotros, Ias demás personas de Ia clase y
de Ia escuela.
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privaría ai científico dei acceso a un aspecto importante dei objeto de
. social.
tanto, desde el punto de vista de Ia psicología conductista, Ia práctica
.a comprenderse en relación con Ias propias ideas de los actores ai L:""
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en una mera "actividad", puede demostrarse que el sentido y Ia sig- ~
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e punto de vista, Ia práctica no es un.J!lero "hacer". No se trata de una
esoede de acción técnica, instrumental; tiene unos sentidos y unas signifi-
caoones que no pueden comprenderse sólo mediante Ia observación de
as acciones. Pero su sentido y significación no son exclusivamente
tivos (cuestión de Ias perspectivas y formas de comprender de los profe-
es), sino que pueden ser comprendidos por los otros, interpretándolos,
enmarcan en Ia historia y en Ia tradición, así como en Ia ideología.
EI sentido y Ia significación de Ia práctica se construyen, ai menos, en
o plano En rimer lu ar. no podemos comprender adecuadamente el I
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5 Eco (1984).
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r
Sirven los científicos. Este conjunto de distinciones sentó Ias bases de una
división deI trabajo: los científicos sociales empezaron a diferenciarse, por
una parte, ~"[>úblico en genera" tomado cada vez más como objeto de
estudio) y, por otra, de los representantes dei Estado (considerándoseles
cada vez más como los patrocinadores y usuarios legítimos dei saber cientí-
--fico y dei poder derivado de su aplicación). En este período, los científicos
sociales empezaron a buscar formas de aumentar su poder negociador en
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7Véase, porejemplo: SMITH y cols. (1950); STANLEYycols. (1956), Y CONNELLY cols. (1962).
8V éase, por ejemplo: O'CONNOR (1957) Y HIRST (1966). Para una revisión retrospectiva dei
movimieoto de Ia teoria de Ia educación por algunas de sus figuras principales, véanse los capí-
tulos de HIRSTy R. S. PETERS,en HIRST, P. H. (1983).
9 SCHWAB(1969).
10 ScHWAB (1974).
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Prólogo 29
11 McKEON (1952).
12 ARJSTÓTELES(1955).
13 Acerca dei razonamiento práctico, véase: GAUTHJER(1963); en REJO(1978), puede verse
una buena descripción dei razonamiento práctico en el curriculum. MACINTYRE(1988) presenta
un análisis reciente de Ias distintas variedades de razonamiento práctico en Ia filosofia de Ia jus-
ticia.
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18SCHON(1983).
19Para una critica de Ia "teoria racionalista de Ia acclón", que subyace a gran parte de Ia
teoria social reciente, véase: HiNDESS (1977).
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Prólogo 33
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Ese anáíísis, comenzando por los roles, puede ayudarnos a aclarar qué
prácticas se someten a Ia teorización, cuándo y a cargo de quién. A partir de
ahí, podemos lIevar a cabo un anállsis más fundamentado sobre los procesos
de teorización y de práctica. Cuando ten amos claro qué prácticas (o ué
teorías) constituyen el centro e atención de nuestro análisis escubrlremcs.
ue a te na Ia ráctica no ueden separarse. Como Wilfred CARR y yo sos-
tenemos en Becoming Criticet?', Ias práctlcas cobran un significado como
prácticas de cierto tipo) cuando se eonza sobre ellas, y Ias teorías adquieren
una significacion histórica, social y material cuando se practican. La teoría no
---
es sólo ãfabras
-
ni Ia práctica es mera conducta muda; Ia teoría y Ia práctica
son aspectos mutuamente constitutivos. Desde este punto de vista, no puéde
haber ninguna "distancia" entre Ia teoría y Ia práctica, sino sólo mayores o
menores grados de desajuste, elisión e ilusión en Ia relación entre ellas. Sólo
podemos descubrir estos desajustes, elisiones e ilusiones si examinamos
cómo se relacionan entre sí nuestras teorías yprácticas. En general, Ias prác-
ticas de teorización sobre Ia práctica educativa están relacionadá's a través de
Ias prácticas. Se vinculan mediante Ias actividades humanas y sociales que
se entienden próximas a Ia teoría; por ejemplo, Ia aplicación de Ia teoría o Ia
decisión de actuar de cierta manera fundándose en determinada perspectiva
o, en el mejor de los casos, a través de procesos públicos -prácticas- de
reflexión yautorreflexión críticas22•
En un sentido amplio, hay que comprender Ia relación entre Ia ~a _ Ia
prácfíêã teniendo en cuenta Ia esfera pública más que Ia privada (Ia mediación
dei pensamiento a.acciónen Ia vida y en el trabajo de un individuo). Erí'este
marco, Lawrenc STENHOUSE àefinió Ia investigación como. una actividad pública:
I "Ia investigación es una indagación sistemática hecha pública. Se hace pu tca
para su crítica y utilización en una concreta tradición de investigación" 23.
I
21 CARAY KEMMIS (1986).
22 La reflexión critica no sólo supone considerar Ia adecuación de nuestras prácticas a Ia luz
de nuestras teorias, sino también considerar Ia adecuación de Ias teorias a Ia luz de nuestras
prácticas. Por otra parte, el examen critico puede requerir Ia adecuación de nuestras prácticas a
Ia luz de nuestras teorias, por ejemplo, en relación con cuestiones como: a) Ia medida en que
nuestras prácticas lIevan a efecto Ias intenciones de nuestras teorias; b) Ia medida en que nues-
tras prácticas incorporan los valores y tradiciones que les dan sentido y significación (dadas Ias
exigencias de Ias circunstancias personales, institucionales e históricas presentes); y/o c) Ia medi-
da en que nuestras prácticas crean nuevas posibilidades de teorización (descripción, compren-
sión, explicación, justificación) de Ias procesos sociales, políticos y educativos de los que forma-
mos parte. Por otro lado, también podría lIevar consigo Ia consideración de estas otras cuestiones:
a) Ia medida en que los términos de nuestras teorías describen nuestras prácticas de manera pre-
cisa, coherente y comprensiva; b) Ia medida en que nuestras interpretaciones dei sentido y Ia sig-
nificación de nuestras prácticas concuerdan con Ias pruebas derivadas de observaciones (nues-
tras y de otros) de su naturaleza, fines, circunstancias y consecuencias; y/o c) Ia medida en que
nuestras explicaciones dan cuenta de Ias pruebas acumuladas de observación e interpretación,
aportándonos nuevos marcos para Ia acción y dándonos un nuevo sentido de cómo actuar en el
contexto de Ia tensión entre 10real y 10posible. Una perspectiva crítica completa sobre Ia relación
entre teoria y práctica requerirá, por supuesto, alternar entre estas dos perspectivas: considerar
problemáticas tanto Ia teoría como Ia práctica, cada una en relación con Ia otra.
23 STENHOUSE (1979).
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24 Véase: MAclNTYRE (1981), sobre Ias distinciones entre actividades y prácticas (pág. 175)
Y entre prácticas e instituciones (pág. 181).
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Las ideas diferentes que, sobre Ia política dei debate, sostienen MAcINT.Y:
~ y RÃBERMAS tienen en común Ia característica de que Ia racionalidad u 0-
ne una,política ~ g!Je no sólo es un proceso público de reivindicación de
~ensión de significados (para los individuos), sino también de.acuerdos
e~re personas atcanzados sobre Ia base dei argumento (público). Mientras
25 Véase 10 que dice MACINTIRE(1988, págs. 12-13): "Una tradición es una argumentación
que se extiende en el tiempo, en Ia que se definen y redefinen ciertos acuerdos fundamentales
en relación con dos tipos de conflictos: los que se suscitan con los críticos y enemigos ajenos a
Ia tradición, que rechazan todos esos acuerdos fundamentales o, ai menos, aspectos clave de
los mismos, y los debates internos, inlerpretativos, en los que el significado y el fundamento que
se dan aios acuerdos básicos negan a destruir Ias bases dei acuerdo fundamental común, de
manera que o bien Ia tradición se escinde en dos o más componentes enfrentados, cuyos par-
lidarios se transforman en críticos ajenos respecto a Ias otras posturas, o bien Ia tradición pier-
de Ia coherencia y no sobrevive. También puede ocurrir que dos tradiciones, hasta un momen-
10 determinado independientes e, incluso, antagonistas, acepten ciertas posibilidades de un
acuerdo fundamental y se reconstituyan en un debate único y más complejo ... Apelar a Ia tradi-
ción es insistir en que no podemos identificar adecuadamente nuestros compromisos ni los de
otros en los conflictos de argumentos dei presente salvo si los situamos en el contexto de Ias
historias que les hicieron lIegar a ser 10 que ahora son,"
26 Y es difícil que 10 acepte MACINTIAE,dado su mordaz comenta rio sobre "los teóricos
neoweberianos de Ia organización y los herederos de Ia Escuela de Frankfurt" (de Ia ciencia
social, entre quienes, sin duda, se cuenta HABERMAS),que ~ice MAcINTYRE- "inconsciente-
mente, colaboran en el teatro dei presente" definiendo el yo en términos de su relación con Ia
burocracia, a pesar de sus críticas de Ias formas de organización y consciencia burocráticas.
Véase MAclNTYRE(1981, pág. 29).
27 HABEAMAS (1970b, pág. 372).
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Prólogo 37
de que 10 que se dice es (a) com ren ible, b) cierto, (c) correcto o adecuado
en una situación concreta y d) afirmado sinceramente. En el discurso (nivel
de debate sobre 10 que se está comunicando), los hablantes exploran Ias pro-
testas de vali dez presupuestas en su cornunicación con el otro. Thomas
MCCARTHYsefiala los tipos de prácticas de comunicación característicos de Ia
situación de habla ideal de HABERMASy lIama Ia atención sobre Ia cuestión
clave de que Ias condiciones de Ia manifestación de Ia verdad son también Ias
condiciones de Ia discusión democrática:
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