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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO

CAUTELAR
Cuaderno de Trabajo Nº 7

Marianella Ledesma Narváez


Departamento Académico de Derecho
Pontificia Universidad Católica del Perú

Setiembre, 2008
Sétimo Cuaderno de Trabajo del
Departamento Académico de Derecho de la PUCP

“La Póliza Judicial en el Proceso Cautelar”

© Marianella Ledesma Narváez

© Departamento Académico de Derecho de la


Pontificia Universidad Católica del Perú
Av. Universitaria 1801, San Miguel
Lima 32, Perú

Prohibida la reproducción de esta obra por cualquier medio,


total o parcialmente, sin permiso expreso del autor.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú No. 2008-11534


ISBN: 978-9972-65976-8

Impreso en Perú
Setiembre, 2008
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

I. DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN PROBLEMÁTICA

Cuando se busca tutela cautelar –en sede judicial- es frecuente recurrir al “juramento”
a fin evitar los posibles daños que la ejecución cautelar pudiera causar. Este
mecanismo calificado de contracautela, está regulado en el artículo 613 CPC y
establece que: “la contracautela puede ser de naturaleza real o personal. Dentro de la segunda
se incluye la caución juratoria, que será ofrecida en el escrito que contiene la solicitud de medida
cautelar, con legalización de firma ante el Secretario respectivo.”

Bajo la fórmula “jura (o promete) resarcir los daños que pueda ocasionar con la ejecución
cautelar”, el beneficiado con la medida cautelar garantiza al demandado el
resarcimiento. Si bien, el juramento es a todas luces un acto válido y regulado en el
Código Procesal, no necesariamente es idóneo para el objetivo que se busca asegurar.

No es que dudemos del juramento de las personas, ni que seamos escépticos con esos
actos de buena fe que asume el demandante para el demandado, sino que esa
credibilidad se ve trastocada en la capacidad económica de quien la otorga. Hay que
recordar que la razón de ser de la contracautela es la indemnización, y por tanto, esa
exigencia tendrá que ser satisfecha –con éxito- en la medida que el demandante tenga
bienes o derechos crediticios con qué responder por el daño causado con la ejecución
cautelar. Basta que el actor beneficiado con la medida alegue y demuestre que no
tiene bienes o derechos, para que el resarcimiento se torne en una situación
inalcanzable. Tanto los bienes como los derechos forman parte del patrimonio de una
persona física o jurídica, destinado no solo a la satisfacción de sus necesidades sino a
garantizar sus responsabilidades. Los derechos, que pueden ser de naturaleza real y
personal, así como los bienes que lo integran tienen que ser susceptibles al tráfico
jurídico del comercio entre los hombres. Es importante precisar ello porque los
derechos que no reúnen estas condiciones, no forman parte del patrimonio, aunque
pertenezcan a su titular1 .

Frente a esta situación una de las interrogantes que nos planteamos se orienta a
reflexionar si el juramento como expresión de contracautela, es un mecanismo
idóneo para asegurar el resarcimiento; esto es, el riesgo que encierra la ejecución de la
medida cautelar y que la asume el solicitante de la medida, bajo su cuenta, costo y
riesgo, está cubierto adecuadamente por éste, o es solo una apariencia de garantía,
pues, en el fondo, el simple juramento es una intención que no conduce a ningún
aseguramiento real. Más aun, nos preguntamos si sería necesario brindar ese
juramento para que la indemnización sea exigible. Si esto fuera así, ¿dónde quedaría la
regla que “todo aquel que causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo?”2 .

1 Véase el caso de los derechos personales, que son atribuidos a los individuos en razón a sus
cualidades personales y por lo tanto no trasmisibles; por ejemplo: los derechos honoríficos o
nobiliarios. Ellos no pueden formar parte del patrimonio, a pesar de su contenido económico no
cabe tráfico por persona distinta de su titular.
2 Ver artículo 1969 del Código Civil

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Aparentemente podríamos deslizar la idea de que el juramento es una bonita


ilusión pero que no cumple la función para la cual está diseñada, no porque no
creamos en los juramentos como ya hemos señalado, sino porque no encierra en
sí ninguna posibilidad real de resarcimiento.

Un hecho generador de esta situación descrita, es el marco normativo del


Código Procesal, que acoge esta forma peculiar de resarcimiento; sin embargo, a
ello también concurre la posibilidad de la contracautela de naturaleza real. A
pesar que el marco legal permite estas dos formas de contracautela, la inquietud
preliminar que surge es conocer cuál de ellas tienen mayor incidencia en la
actividad cautelar, para determinar la relevancia del tema en análisis.

En una investigación exploratoria realizada en los juzgados civiles de Lima 3 ,


obtuvimos el siguiente diagnóstico:

 De un universo de 100 solicitudes cautelares presentadas al interior del


proceso, para asegurar pretensiones dinerarias, el 97% otorgó
contracautela bajo juramento.
 Las medidas cautelares que se promueven fuera de proceso, son
aseguradas -en mayor frecuencia- con una contracautela real 4 .

Uno de los mitos que se ha construido sobre la teoría cautelar, conlleva a asociar
exclusivamente la cautela, en atención a la pretensión jurídica por definir. Este
mito, permite una mirada unilateral de la cautela, pues, se asocia ésta con el
derecho en debate, sin embargo ello no es así, pues hay que poner énfasis que al
proceso cautelar concurren dos derechos que tutelar, simultáneamente, como es
el derecho en litigio y el derecho al resarcimiento del daño por la ejecución
cautelar.

3 Dicha investigación tomo 100 muestras aleatorias de los siguientes juzgados civiles de Lima:
3º, 38º, 41º, 47º, 56, 59. Fue aplicada en los meses de enero y abril 2008 sobre procesos con
pretensiones dinerarias
4 Véase el caso del expediente No 2375-2007, 66 Juzgado Civil de Lima. El juez señala “se

observa que el solicitante ha ofrecido contracautela, en la modalidad de caución juratoria, con


legalización de firma del solicitante, sin embargo, esta judicatura considera que la contracautela
personal ofrecida no es suficiente por lo que en uso de la discrecionalidad que el art. 613 CPC,
otorga al juez, se dispone que la contracautela sea de naturaleza real o personal, por el monto de
s/60,000 obviándose la caución juratoria, debiendo la parte accionante ofrecerla y presentarla,
previamente a la ejecución de la medida solicitada”.
En atención a la exigencia del juzgado, se constituyó hipoteca unilateral que otorgó el solicitante
con la medida. El actor constituyó a favor del 63 juzgado civil de Lima, primera y preferente
hipoteca hasta por la suma de 46,000 dólares, sobre el inmueble de su propiedad.
Posteriormente la demanda se declara improcedente y la discusión se plantea en los siguientes
términos: ¿procede ejecutar la contracautela, pese a que se ha declarado la improcedencia de la
demanda? ¿para levantar la hipoteca unilateral, requiere la anuencia del demandado del
proceso?

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

En atención a ello, el juez cuando se acerque a dictar una providencia cautelar,


no sólo ponderará los elementos de la cautela sino que también ponderará, en
qué medida la garantía que se dicte a favor del actor, podría generar daño al
afectado con ella; esto es, tiene que hacer una proyección del impacto de ella
sobre los bienes afectados y la probabilidad de daño que se pueda generar con
determinado tipo de medida; sin embargo, de los casos analizados se apreció
que todas las miradas aparecen concentradas en la petición del actor y adolecen
de una relativa ceguera cuando se trata de apreciar el interés del ejecutado. Esto
va a tener un efecto reflejo sobre el que ha sido afectado con la cautela, cuando
después de haber caminado a lo largo del proceso judicial resistiendo al actor, la
jurisdicción llegue al convencimiento de que el demandante no tenía derecho.
Lo que se busca es, un sistema equilibrado en las tutelas cautelares, de tal
manera que asegure realmente a ambas partes con la satisfacción de sus
derechos y no sólo de manera unilateral al demandante.

Una especial reflexión merece el pronunciamiento judicial 5 que asume la idea


que en las pretensiones aseguradas con una medida cautelar, sobre las que ha
recaído una sentencia improcedente, el afectado con la medida cautelar, no
puede buscar la ejecución de la contracautela porque el artículo 621 CPC
condiciona dicha posibilidad al supuesto de la sentencia infundada pero no
para el caso de la improcedencia, entonces, si esto es así, nos preguntamos,
¿quién resarce los daños de la tutela cautelar al demandado?. El sistema judicial
debe diseñar mecanismos que permitan que la contracautela se comporte como
un real medio de resarcimiento frente al daño que sufre una parte demandada o

5 Véase el caso seguido ante el 3º Juzgado Civil de Lima, Expediente No 03978-2005-2-1801-JR-


CI-03. En la Resolución No 10 se dice: “ a que mediante el escrito de fecha 8 de setiembre
último, la demandada SERVIFLOTAS SA solicita ejecución de contracautela y se requiera a la
demandante para que en el plazo de un día cumpla con resarcirnos con el pago de quince mil
dólares americanos que corresponden a la contracautela constituida por el actor y aceptada por
esta judicatura mediante resolución No 1 de fecha 3 de febrero del 2005, bajo apercibimiento de
dar inicio a la ejecución forzada, según refiere; SEGUNDO: a que, el artículo 621 del CPC,
dispone que si se declara infundada una demanda cuya pretensión estuvo asegurada con
medida cautelar, el titular de ésta podrá ser condenado a indemnizar los daños y perjuicios
ocasionados; TERCERO: a que en tal sentido, es menester señalar que lo expuesto descrito en
la disposición procesal acotada, toda vez que en los autos principales no se ha emitido sentencia
al haberse declarado improcedente la demanda, encontrándose los autos ante el Superior
Jerárquico en grado de apelación; CUARTO: A que, a mayor abundamiento, el carácter de
innecesaria o maliciosa de una medida cautelar, no se da por cualquier causa de rechazo de la
demanda, sino cuando esta última ha sido declarada infundada, pues ello significa que el
derecho invocado en la demanda principal no fue acreditado en el proceso, caso diferente al de
autos en el cual, la demanda fue declarada improcedente liminarmente, y no existió
pronunciamiento de fondo respecto de la cuestión controvertida; QUINTO: A que por tales
consideraciones, se declara IMPROCEDENTE la ejecución de la contracautela peticionada.

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

un tercero en la ejecución cautelar, al margen que la sentencia declare la


improcedencia de la demanda 6 .

Precisamente a la luz de los casos expuestos, el problema central de la


investigación, está orientado a reflexionar acerca de la desprotección de la
cautela otorgada al afectado con la medida cautelar. Bajo un análisis de dicha
desprotección vamos a encontrar causas que generan la situación problemática
descrita, que no sólo se va a focalizar en un inapropiado marco normativo, al
acoger al juramento como mecanismo de resarcimiento del daño, sino que al
apreciarse que la contracautela es inocua lleva muchas veces que los afectados
prefieran asumir directamente el costo del daño, a tener que iniciar algún
reclamo judicial a quien no tiene cómo satisfacer materialmente el daño. No
sólo se trata de un resarcimiento ofrecido pero no cumplido, sino que ello
encierra un efecto mayor, el desprestigio del sistema judicial, pues es percibido
bajo un modelo desproporcionado, orientado a cautelar con rápidez y eficacia la
pretensión del demandante pero no, con esa misma intensidad el objeto de
tutela del ejecutado, generando así desprotección y desequilibrio a la cautela del
demandado.

En la casuística analizada encontramos que no es frecuente que los afectados


con la medida cautelar, pero asegurados bajo la contracautela por juramento,
inicien las acciones legales para materializar la indemnización, todo lo
contrario, la tendencia es a no reclamar. Hay factores que justificarían esa
inacción, como el tiempo y el costo del proceso, la incertidumbre y el desgaste
emocional que encierra tener nuevamente que lidiar por la reivindicación del
daño.

En el trabajo exploratorio también obtuvimos la siguiente información: el 90%


de las pretensiones dinerarias aseguradas con medidas cautelares concluyen
por sentencia, transacción u otros mecanismos especiales, a favor del
beneficiado con la medida. Esto implica que existe un reducido número de
demandados afectados con la ejecución cautelar, pues la tendencia es que el
aseguramiento dictado se convierta en la confirmación del derecho asegurado a
futuro.

No debe ser una respuesta alentadora el insignificante el número de procesos


judiciales que se instauren para reclamar la indemnización al daño proveniente
de la cautela; detrás de ello, hay reclamos y sentimientos que atender tan igual
que los que se brindó al ejecutante en su momento; sin embargo, no podemos
mostrar un sistema equilibrado de tutela cautelar, todo lo contrario, nos
avasalla una realidad que sostiene e impulsa privilegiadamente una tutela
cautelar pro actore para quién la posterior impunidad resarcitoria será correlato

6 Otro caso, es el que presentamos en el capítulo 3 del trabajo, referido al expediente en giro,

No 3666-2007, 48 juzgado civil de Lima, demanda interpuesta por Javier Germán Salazar contra
el Banco Interbank sobre indemnización por el daño producto de la ejecución cautelar

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

de ella bajo el simple argumento: no hay bienes con que resarcir el daño. Al
final, mostramos un instrumento de tutela cautelar avasallador para el afectado
y con la mas completa desprotección para éste, en caso se genere un daño con
esa ejecución.

Si el demandado decidiera asumir la reivindicación de su derecho, a los gastos


ya realizados para su defensa en el proceso que dio origen a la medida cautelar,
tendría que aunar los gastos procesales por la indemnización a reclamar, ello
implica ¿un sistema equilibrado de tutela?
Hasta el momento no hay una posición uniforme en los criterios judiciales
acerca de la responsabilidad objetiva o subjetiva de ésta. Si asumiéramos la
primera posición, nos llevaría a sostener que el hecho objetivo de la victoria del
demandado sobre el ejecutante de la medida, le permitiría el resarcimiento,
pues se partiría de la afirmación que toda afectación cautelar encierra un daño;
a diferencia de una posición subjetiva que involucraría las circunstancias que
hubieren motivado al ejecutante de la medida para asumir el riesgo de ella. La
ausencia de una definición normativa en la responsabilidad del ejecutante hace
que dichas imprecisiones genere criterios contrarios en el tratamiento de la
responsabilidad civil en torno al demandado vencedor ejecutado con una
medida cautelar.

Otro aspecto a considerar es que la ejecución cautelar no sólo puede afectar al


demandado sino que puede afectar los bienes o derechos de terceros. En este
escenario, si fruto de la afectación cautelar se genera un daño a un tercero en la
relación procesal, éste liberará sus bienes, bajo los mecanismos de la
desafectación o tercería. El artículo 624 CPC hace referencia a la desafectación. 7
La norma busca autorizar que el tercero perjudicado con la afectación de su
patrimonio pida el levantamiento de la medida, sin promover tercería. Además
permite -por economía procesal- se presente la prueba documental necesaria
para que a través de una sumaria información, bajo un trámite rápido y fácil, se
declarare la procedencia o no del levantamiento sin tercería. El éxito de esta
desafectación está supeditado a la prueba clara y fehaciente del titulo de
dominio, si se trata de un bien inmueble o de una información sumaria de
posesión si la cosa fuese mueble.

7Artículo 624.- Responsabilidad por afectación de bien de tercero.-


Cuando se acredite fehacientemente que el bien afectado con la medida pertenece a persona
distinta del demandado, el Juez ordenará su desafectación inmediata, incluso si la medida no se
hubiera formalizado. El peticionante pagará las costas y costos del proceso cautelar y en
atención a las circunstancias perderá la contracautela en favor del propietario.
Si se acredita la mala fe del peticionante, se le impondrá una multa no mayor de treinta
Unidades de Referencia Procesal, oficiándose al Ministerio Público para los efectos del proceso
penal a que hubiere lugar.

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Como se puede apreciar de la lectura del artículo 624 CPC, la norma brinda un
tratamiento conjunto a tres elementos de naturaleza distinta como son: las
obligaciones de origen procesal (costas y costos), las multas (penalidades por
incumplimiento de los deberes de parte) y los daños y perjuicios
(resarcimientos civiles al sujeto que los sufre). La respuesta jurisdiccional a la
triología señalada no tendrá como escenario el mismo proceso principal en
giro. Los gastos procesales son asumidos por la parte vencida en la incidencia
de la desafectación, sin embargo, se señala que la contracautela, “en atención a
las circunstancias”, se pierde a favor del propietario ¿debe dilucidarse en un
proceso independiente? Nótese que cuando la indemnización proviene por la
afectación de la parte, señala el art: 621 CPC que ella debe ser fijada por el juez
de la demanda, dentro del mismo proceso” situación que no se precisa en caso
de terceros afectados.
Frente a ello señalamos que la afectación cautelar no se satisface con la
revocación de la medida sino con el resarcimiento por los daños sufridos,
siempre y cuando se demuestre que se utilizó la medida cautelar de manera
abusiva o cuando se excedió en el derecho que la ley otorga para obtenerla. Si
bien se autoriza el resarcimiento cuando existen daños acaecidos con motivo de
la medida cautelar que se levanta; nos preguntamos que tipo de
responsabilidad origina la indemnización. La norma en materia de
desafectación no lo precisa. Sólo se remite a señalar: “el peticionante en atención
a las circunstancias perderá la contracautela a favor del propietario”, sin
embargo, se atribuye un criterio subjetivo para generar sanciones pecuniarias a
favor del Estado, como es el caso de la multa, siempre y cuando se acredite la
mala fe del peticionante de la medida. Si bien el criterio subjetivo está presente
para sancionar el incumplimiento de deberes, queda en discusión determinar si
el daño provocado al tercero por la ejecución cautelar, implica una
responsabilidad subjetiva. La tendencia es atribuir dicha responsabilidad por la
redacción de la norma que señala que “en atención a las circunstancias perderá
la contracautela en favor del propietario.” No asume una responsabilidad
objetiva, por el mero hecho de la demanda infundada o improcedente sino por
las circunstancias que pudiere darse conlleva a la pérdida de la contracautela,
situación que no es extensiva para el caso de la afectación del demandado,
conforme se aprecia del art. 621 CPC.

Otra de las dificultades es el camino procesal a seguir para lograr dicha


indemnización. Hay criterios que sostienen que tratándose la indemnización
una pretensión ajena a la de litis, debe promoverse su discusión en un proceso
aparte; en cambio, otras señalan que debe darse en el mismo proceso al ejecutar
la liquidación de los gastos procesales. El art. 621 CPC acoge esta última
posibilidad.

A todo ello, la vulneración del principio de igualdad no puede dejar de estar


presente en todo este escenario, pues, no hay cómo escapar al cuestionamiento
que se hace, en torno al equilibrio e idoneidad que debe existir tanto para la
tutela del ejecutante y del ejecutado con la medida cautelar. Este desequilibrio

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y desamparo en el tratamiento de la cautela pro-demandado justifica este


trabajo a fin de mostrar un mecanismo que contribuya ha una tutela también
eficiente a favor del ejecutado con las medidas cautelares. Si queremos hablar
de un proceso justo, de un tratamiento equilibrado y democrático, debemos
mirar con objetividad la situación del demandado cuando es afectado con una
medida cautelar y velar por la efectividad de su posible resarcimiento, para
que sea realmente tan efectivo, como lo fue para el actor en su momento. Al
final de todo ello, el sentimiento mas firme que podemos percibir en los
litigantes, es reafirmar el desprestigio del sistema judicial, al que han sido
incorporados, vulnerados, y no reivindicados, ¿es ese un sistema judicial
democrático?

Frente al panorama descrito, vamos a encontrar varios efectos que apreciar,


como la ausencia de un sistema de resarcimiento oportuno y efectivo para el
demandado o tercero afectado con la ejecución cautelar, generando el siguiente
problema de investigación: ¿Cómo la contracautela por juramento, constituye
un mecanismo que desprotege la reparación del daño provocado por la
ejecución cautelar, afectando el principio de igualdad?

II. La construcción teórica de la asimetría cautelar

1. La tutela cautelar

Cuando un demandante recurre a la jurisdicción para pedir tutela cautelar y


asegurar el derecho en discusión, debe mostrar una simple apariencia del
derecho que invoca justificando la urgencia de la medida; sin embargo, la
resolución cautelar no sólo contiene una medida cautelar a favor de quien la
invoca sino que necesariamente contiene una medida cautelar a favor del
ejecutado para asegurar no el derecho en debate, sino los daños que le pueda
generar la ejecución de la medida cautelar. En otras palabras, la resolución
cautelar contiene medidas precautorias a favor del actor y a favor del ejecutado
para asegurar objetos diversos; así pues, el actor persigue el aseguramiento de
la satisfacción del derecho en discusión y el ejecutado el aseguramiento del
daño provocado por la ejecución cautelar.

Estas cautelas mutuas, tanto para el actor como para el ejecutado, se justifica
por la incertidumbre de la relación jurídica en debate. El juez emite un
pronunciamiento, sin tener la certeza del derecho que asegura; sólo la mera
apariencia de ese derecho le lleva a aproximarse a una tutela cautelar justificada
por la urgencia de la medida, por ello, ante la ausencia de certeza, el juez tiene
que voltear la mirada hacia el ejecutado para brindarle otro tipo de tutela
cautelar frente al daño que le pudiere generar dicha decisión. Definitivamente,
la medida cautelar encierra riesgos, desde que no opera con la certeza del
derecho, sino con la mera apariencia de éste; y ese riesgo debe ser asumido por
quien se beneficia con la medida. El riesgo no debe ser trasladado al
demandado, sino por quien obtiene una afectación sobre la esfera jurídica del

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ejecutado de manera anticipada, sin haberse definido aún el derecho en


cuestionamiento 8 .

Para contrarrestar el inaudita pars que se da en la medida cautelar surge la


contracautela. Nótese que ella no es concebida como un elemento de la medida
cautelar, sino como un elemento de la resolución cautelar. Podetti 9 señala
“siendo la contracautela, un presupuesto de la medida cautelar, ella debe
constituirse antes de su cumplimiento. En caso que no se hubiera procedido así,
habría que emplazar perentoriamente a quien la obtuvo para que la otorgue, bajo
apercibimiento de levantarla sin más trámite”. En ese sentido, es grato apreciar
pronunciamientos judiciales que asumen dicha posición, como la emitida por la
Sala Comercial de Lima, en el caso Cooperativa de Ahorro y Crédito Aelu con
Andres Higa Yaka y otros (expediente No 219-2005 de fecha 30 de junio del
2005) por el que anula la resolución apelada que admite la medida cautelar en
forma de secuestro conservativo, por los siguientes argumentos:

“la naturaleza y alcances de la contracautela deben ser determinados por el Juez al


momento de dictar la decisión cautelar, tal y como lo disciplina el tercer párrafo del
precitado artículo 611 CPC, o en todo caso, antes de su ejecución, pues de otro
modo surgirá una objetiva desprotección para el demandado o para terceros
respecto de los perjuicios que la ejecución de la medida pueda causar en su persona
y/o patrimonio (…) en tal sentido, la resolución impugnada resulta nula por no
ajustarse al mérito del derecho, más todavía si de lo actuado no aparece que el
expediente principal haya merecido sentencia que permita ubicar al tema analizado
dentro de la inexigibilidad de ofrecimiento de contracautela que refiere el art. 615
CPC”.

La contracautela opera como una garantía por la realización de la medida


cautelar. Se funda en el principio de igualdad, pues no sólo se debe pretender
asegurar al actor un derecho no actuado en atención a la verosimilitud y el
peligro en la demora, sino que también debe preverse la posibilidad de asegurar
al demandado la efectividad del resarcimiento de los daños, generado por la
medida cautelar. Como señala Coniglio 10 , la contracautela tiene una gran
aplicación en las providencias cautelares, “como el solo medio que pueda servir
para asegurar preventivamente el eventualmente crédito de resarcimiento de
aquellos daños que podrían resultar de la ejecución de la medida provisoria, si en
el proceso definitivo se revela como infundada. De allí que se pueda hablar con

8 La estructura dual que se debe trabajar en los pronunciamientos cautelares es acogida en el


Código Procesal Civil, en el artículo 610 CPC. Refiere que el que solicita una medida cautelar,
debe exponer los fundamentos de su pretensión cautelar, señalar la forma de ésta, indicar los
bienes y monto de afectación, si fuere el caso, pero además exige que se ofrezca contracautela a
favor del ejecutado. La cautela y contracautela aparecen reguladas con mayor precisión en los
artículos 611 y 613 CPC respectivamente.

9 PODETTI Ramiro, Derecho Procesal Civil y Comercial-Tratado de las medidas cautelares, t.4,
Ediar, Buenos Aires, 1956, p. 64
10 Antonio Coniglio, Il sequestro giudiziario e conservativo, 3º ed, Ed. Giuffré, Milano, 1949, 11,

citado por PODETTI, op. cit. pp.63-64

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propiedad de una condición impuesta por el juez para conseguir la providencia


cautelar”.

Como la medida cautelar nace para una función asegurativa, la misma puede
cumplir satisfactoriamente con su objetivo o puede ser inútil y provocar
perjuicio. El carácter contingente participa del riesgo. Si no se ampara la
demanda, hay la obligación de indemnizar al perjudicado con la ejecución, de ahí
que el artículo 621 CPC señale: “si se declara infundada una demanda cuya
pretensión estuvo asegurada con medida cautelar, el titular de ésta pagará las
costas y costos del proceso cautelar, una multa no mayor de 10 URP y, a pedido
de parte, podrá ser condenado también a indemnizar los daños y perjuicios
ocasionados”.

La obligación de indemnizar no surge porque la medida cautelar dictada sea


injusta sino por el hecho que su expedición y ejecución importa riesgo que debe
ser asumido por quien se beneficia con él. Algunos autores cuando se refieren a
esta característica de la contingencia señalan dos exigencias: la necesidad de
hacer las cosas pronto y la necesidad de hacerlas bien. La medida cautelar junta
los supuestos citados para tener como respuesta celeridad y ponderación, lo cual
no significa que se hagan las cosas pronto pero mal o bien pero tarde. En muchos
casos la medida cautelar tiende hacer las cosas pronto, dejando que el problema
del bien o mal para ser resuelto mas tarde en la sentencia.

Monroy 11 , sostiene que si el propósito es declarar que el solicitante de la medida


debe cubrir los daños, ello resulta innecesario, pues el deber y el derecho al
resarcimiento al verificarse el daño se encuentran sobreentendidos, peor aún,
significa llover sobre mojado al establecer en una caución juratoria una cifra
monetaria, mezclando la inútil caución genérica que es la juratoria, con una
caución concreta inexistente más allá de las palabras.

Puede concurrir a la contracautela, diversos derechos personales o reales en


garantía, como la fianza, la hipoteca, la prenda, etc. El art. 613 CPC, califica a la
contracautela de naturaleza real o personal. Dentro de la segunda se incluye la
caución juratoria, que implica sólo una promesa de responder de los posibles
daños y perjuicios que la medida pudiera ocasionar, si no resultare fundada la
pretensión principal.

Existen diversos factores para fijar el monto de la contracautela, como el derecho


sustantivo a cautelar; la condición socio-económico de quien peticiona la medida;
el mayor o menor grado de verosimilitud del derecho, entre otros. Loutayf
considera que “el juez debe graduar, al proveer la medida precautoria la calidad
y monto de la caución, de acuerdo con la mayor o menor verosimilitud del
derecho y las circunstancias del caso”. Frente a ellos, es común en la actividad

11MONROY PALACIOS Juan, “una interpretación errónea: a mayor verosimilitud, menor


caución y viceversas” en Revista Peruana de Derecho Procesal, Lima, 2005, p. 243

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judicial asumir como referente para la contracautela la probabilidad del derecho,


de tal manera que, cuando el derecho no tenga una alta apariencia, la
contracautela se torne mas fuerte, ello lleva a sostener que la contracautela es
inversamente proporcional al grado de certeza del derecho que se pretende
asegurar, a tal punto, que cuando el derecho es cierto, por existir una sentencia
favorable al demandante, no cabe exigir contracautela, tal como señala la última
parte del art. 615 CPC. Aquí ya no cabe referirse a la teoría cautelar, sino a la
ejecución forzada, a través de los procesos de ejecución.

Monroy 12 no comparte ese referente para fijar el monto de la contracautela, pues,


al existir relación, entre la contracautela y la medida cautelar, “a diferencia de la
medida cautelar, que es una garantía procesal que busca asegurar la eficacia del
proceso, la caución es, si bien una garantía procesal, un mecanismo que tiene
como propósito asegurar que los daños producidos por una medida cautelar
innecesaria puedan ser resarcidos en su plenitud y en modo oportuno por parte
del sujeto que se vio beneficiado, precisamente, por la medida cautelar”. Para el
referido autor, es posible establecer dos puntos sobre los cuales debe versar el
análisis del juez, a efectos de su concreta y adecuada determinación. “El juez
debe efectuar a) una calificación aproximativa sobre la magnitud de los perjuicios
patrimoniales que la medida cautelar, en la eventualidad en que devenga
innecesaria, pueda causar y b) un examen sobre la capacidad económica y la
disponibilidad de los activos por parte del sujeto que solicita la medida”.

2. La contracautela

Toda medida cautelar requiere de ciertos presupuestos básicos para que pueda
existir. Ellos son la verosimilitud del derecho y el peligro en la demora. La
contracautela es un presupuesto de la resolución cautelar mas no de la medida
cautelar; esto implica que se puede conceder cautela, aún sin materializar la
contracautela, pero para la ejecución de la cautela, requiere necesariamente de la
previa incorporación de la contracautela.

En otras palabras, los presupuestos a que se hace referencia, pueden agruparse


en atención, a la procedencia y a la ejecución de la medida. La verosimilitud y el
peligro en la demora son presupuestos de procedencia de la cautela; la
contracautela es un presupuesto para la efectividad de la medida, esto es, para su
ejecución. Rivas 13 explicando este último presupuesto señala: “Una vez dispuesta
la medida cautelar por decisión judicial, aparece la necesidad que se produzca o
concrete un nuevo presupuesto, pero esta vez para la efectivización, concreción o
traba material de la medida: se trata de la contracautela”.

La contracautela es un presupuesto de ejecución de la medida cautelar y que


sirve para contrarrestar los perjuicios que puede acarrear al ejecutado con la

ibidem
12
13RIVAS Adolfo, Las medidas cautelares en el proceso civil peruano, Universidad Antenor
Orrego, Rodhas, Lima, 2000, p.38

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

medida. Este perjuicio se diluye cuando la pretensión discutida en el proceso


principal es garantizada con la medida cautelar amparada.

Esta diferencia en el tratamiento de la verosimilitud, peligro en la demora y


contracautela también lo recoge este articulado. Véase que solo la primera parte
del art. 611 CPC hace referencia a la verosimilitud y peligro en la demora, como
elementos de la medida cautelar, sin embargo, la resolución cautelar contempla
diferentes presupuestos –además de la medida- la contracautela, el órgano de
auxilio judicial, el patrimonio y monto de la afectación, entre otros. Esto significa
que solo la verosimilitud y peligro en la demora pueden ser considerados
elementos fundamentales de la medida cautelar y la contracautela como
presupuesto para la ejecución de ella.

Pueden concurrir como contracautela, cualquiera de los derechos sustantivos de


garantía, como la fianza, la hipoteca, la prenda, etc. Algunos autores sostienen
que el juez para fijar el monto de la contracautela toma en cuenta el derecho
sustantivo a cautelar y el mayor o menor grado de verosimilitud de ese derecho,
de tal manera, que frente a un derecho con una fuerte probabilidad de certeza la
contracautela operará con menor grado y viceversa, a tal punto, que cuando el
derecho sea cierto, la contracautela ya no se requiere (ver art. 615 CPC). Otros
autores, vulnerando el principio de igualdad, consideran que para graduar la
contracautela se debe tomar como referente la capacidad económica del que
otorga esta contracautela y la posibilidad de disposición de sus bienes. También
concurre otro indicador para la graduación, como es la proyección del daño que
podría causar con la ejecución cautelar al ejecutado. Esta última posición resulta
mas atendible, pues en un embargo en forma de depósito, el riesgo del daño será
en menor grado que un embargo en forma de intervención en administración. La
proyección del posible daño debe tomar en cuenta además la intensidad de la
medida, esto decir, el monto o la frecuencia con la que se debe operar.

Uno de los supuestos que no regula nuestra legislación esta relacionada con la
falta o insuficiencia de contracautela al momento de la ejecución de la medida
cautelar. Para Acosta 14 los jueces deben ser especialmente cuidadosos para exigir
la previa caución al solicitante de la medida; pero ha ocurrido, ocurre y ocurrirá
que no obstante ese cuidado la medida se dispone y ejecuta sin que la
contracautela se preste, o que la garantía acordada devenga insuficientemente y
se hace necesario mejorarla.

En tales circunstancias inquieta al autor averiguar qué remedio debe escoger el


afectado para protegerse de las consecuencias perjudiciales que la falta o
insuficiencia de la contracautela pueden ocasionarle. Se propone a ello, el
levantamiento, la caducidad y la nulidad. La pregunta no es ociosa porque una
elección desafortunada del instrumento procesal puede conducir al rechazo de la

14ACOSTA José, El proceso de revocación cautelar, Rubinzal y Culzoni editores, Santa Fe,1986,
p. 46-47

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LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

pretensión revocatoria, en virtud de los distintos efectos que cada uno de los
medios impugnativos señalados produce. Dice Acosta, el incumplimiento de una
contracautela real “no lleva directamente, a la caducidad de la medida” toda vez
que las hipótesis de caducidad están explícitamente legisladas y entre ellas no se
menciona la citada. En cuanto a la nulidad, se considera que la contracautela no
es requisito ni condición del otorgamiento de la medida, sino de su ejecución,
por lo que su incumplimiento no afecta la validez del trámite. Por eliminación va
quedando el remedio del levantamiento. “La circunstancia de haberse omitido
fijar la contracautela, no determina que deba revocarse la medida precautoria,
sino que la misma podrá ser levantada en el supuesto que la contracautela
señalada se vea incumplida por el embargante”.

En igual sentido Podetti 15 señala “siendo la contracautela, un presupuesto de la


medida cautelar, ella debe constituirse antes de su cumplimiento. En caso que no
se hubiera procedido así, habría que emplazar perentoriamente a quien la obtuvo
para que la otorgue, bajo apercibimiento de levantarla sin más trámite” 16
La contracautela según su naturaleza se divide en real y personal. La real se va a
expresar en una suma de dinero, títulos o bienes, que pueden pertenecer al
propio beneficiado o terceros, quienes darán su conformidad. La contracautela
personal se expresa en la fianza, sin embargo, se permite el juramento del propio
afectado o promesa de terceros de reconocida solvencia económica y moral de
responder por el perjuicio que pudiera producir la traba, por ejemplo, un banco u
entidad financiera podría otorgar esa contracautela, siempre y cuando el derecho
en discusión no esté relacionado con la mala fe o con la actividad ilícita del
Banco.

La contracautela en relación al tiempo, puede ser transitoria o permanente. En el


caso de contracautela sometida a plazo, su vencimiento y la falta de renovación,
produce la pérdida del efecto garantizador, que se extenderá a la propia medida
garantizada, en la forma que señala la última parte de éste artículo, esto es, sin
necesidad de requerimiento y dentro de tercer día de vencido el plazo. Este
efecto que recoge el artículo 613 CPC, resulta coherente con la razón de ser de la
contracautela en el procedimiento cautelar. Hay que recordar que la
contracautela se funda en el principio de igualdad, que debe tener en cuenta la
resolución cautelar, pues, no solo se debe pretender asegurar al actor un derecho
no actuado, en atención a la verosimilitud y el peligro en la demora, sino que
también debe preverse la posibilidad de asegurar al demandado la efectividad
del resarcimiento de los daños, si aquel derecho no existiera. Mas allá de la

15Podetti, op. cit. p. 64


16 Un referente sobre el particular encontramos en el caso de Banco Nuevo Mundo con la
Superintendencia de Banca y Seguro seguido ante el 26 Juzgado civil de Lima, expediente No
15289-2001, en la que se otorgó y pretendió ejecutar una medida cautelar sin haber
materializado previamente la contracautela real ofrecida por el solicitante; en tales
circunstancias la ejecución de la medida no podría seguir desarrollándose, motivando que se
dispusiera el levantamiento de ella hasta se cumpla el beneficiado con entregar la caución real
ordenada.

14
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

forma como se otorgue la contracautela, nada impediría que se cumpla el


principio rector en la responsabilidad civil en la actividad judicial, cual, es, todo
aquel que cause un daño debe repararlo. Como señala Coniglio 17 , la
contracautela tiene una gran aplicación en las providencias cautelares, “como el
solo medio que pueda servir para asegurar preventivamente el eventualmente
crédito de resarcimiento de aquellos daños que podrían resultar de la ejecución
de la medida provisoria, si en el proceso definitivo se revela como infundada. De
allí que se pueda hablar con propiedad de una condición impuesta por el juez
para conseguir la providencia cautelar”.

3. El contrato de seguro

El contrato de seguro surge en la antigüedad como una institución con


fundamentos sociales, con base en la mutualidad y destinado a la traslación de
riesgos. El seguro surge como respuesta a una necesidad del hombre, que es la
defensa y manutención de su indemnidad patrimonial. Mediante su
organización como empresa o persona aseguradora, se logra incorporar técnicas
de capitalización de valores o primas, tendientes a concretar la defensa mutual.
Dicha defensa o solidaridad mutual, consiste en que una vez acaecido el
siniestro, se propicie al asegurado la indemnización previamente pactada; de
ahí que el contrato de seguro sea concebido como una institución con
fundamentos sociales, con base en la mutualidad y destinado a la traslación de
riesgos. El seguro no elimina el daño sino que tolera que sus consecuencias
resulten transferidas al asegurador que, a esos fines, ha constituido una
mutualidad especialmente “preparada para absorber el riesgo de
indemnización”. Dicha mutualidad esta constituida con el pago de una prima o
cotización que abona el asegurado, que conforma una reserva legal, estatutaria
o ambas, para afrontar los eventuales siniestros que puedan acaecer.

Para Sánchez Calero 18 “el contrato de seguros es aquel por el que el


asegurador se obliga, mediante el cobro de una prima para el caso de que se
produzca el evento cuyo riesgo es objeto de cobertura, a satisfacer al
asegurado, o a un tercero, las prestaciones convenidas”, Según Garrigues 19
es “un contrato sustantivo y oneroso por el cual una persona –el asegurador
asume el riesgo de que ocurra un acontecimiento incierto al menos en cuanto
al tiempo, obligándose a realizar una prestación pecuniaria cuando el riesgo
se haya convertido en siniestro”.

El asegurador, es la persona jurídica que, en virtud de un contrato de seguro,


se obliga respecto de otra, a resarcir un daño o cumplir la prestación
convenida, en caso de que ocurra el evento cubierto en dicho contrato,

17 Antonio Coniglio, Il sequestro giudiziario e conservativo, 3º ed, Ed. Giuffré, Milano, 1949, 11,
citado por PODETTI, op. cit. pp.63-64
18 SANCHEZ CALERO Fernado, Ley de contrato de seguro, Aranzadi, Navarra, 2005, p. 9
19 GARRIGUES Joaquín, Contrato de Seguro Terreste, 2º ed, Madrid, 1983, p. 30

15
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

recibiendo como contraprestación una prima o cotización que debe abonar el


asegurado. El carácter destacable de este contrato es su aleatoriedad para
ambas partes (verificación o no del evento). El riesgo es el elemento esencial,
es el acontecimiento futuro e incierto para ambos contratantes. Como dice
Rossi 20 la ausencia del riesgo afecta la existencia del contrato de seguro. “es
necesario que el asegurado se vea amenazado por un riesgo en su vida, su
integridad personal, sobre su patrimonio o sobre un determinado bien, para
que en procura de su seguridad pueda válidamente trasladarlo al asegurador
mediante la celebración de un contrato de seguro”. A la existencia del riesgo
va unido el interés en efectuar el seguro. La prima que debe pagarse al
asegurador, es la contrapartida del riesgo que asume. Ella es esencial al
contrato de seguro, como el precio es esencial a la compraventa. En otras
palabras, la prima es el precio del seguro.

En conclusión frente a lo expuesto podemos señalar –de manera general- que


el contrato de seguro privado es aquel en que una parte, el asegurador,
contra el pago de una prima, se obliga a indemnizar al asegurado, dentro de
los límites convenidos, del daño que experimente a consecuencia de un
siniestro. La necesidad de adoptar técnicas preventivas que contribuyan a
bloquear, total o parcialmente, las consecuencias de un daño eventual hacen
que se de origen al contrato de seguro, que brinda un resguardo patrimonial
al asegurado y bienestar o proteccionismo social frente a los terceros.

Cuervo 21 propone una clasificación del contrato de seguros, en atención a la


naturaleza de los intereses asegurados. Los seguros de personas tienen por
objeto amparar los riesgos que pueden afectar a una persona natural en su
integridad física o síquica y se traducen desde luego en una indemnización
de tipo pecuniario, aunque no son raras las pólizas que contemplan así
mismo la posibilidad de tratamientos de rehabilitación. Los seguros de daños
se encaminan a indemnizar al asegurado de aquellos perjuicios que llegaren
a producirse en su patrimonio en virtud de la realización de ciertos riesgos,
dentro de los límites y cuantías del amparo. En los seguros de daños se
distingue entre seguros de cosas y seguros patrimoniales, según que el
amparo haga relación a bienes específicos o tienda, por vía general, a
proteger el patrimonio. Ejemplo de los primeros serían los ramos de incendio
o de automotores y, del segundo, responsabilidad civil.

En esa misma óptica se dirige la clasificación que propone Pardo 22 , quien


denomina seguros de daños, que son contratos de mera indemnización
(jamás podrán constituir para el asegurado fuente de enriquecimiento) que

20 ROSSI BUENAVENTURA Cesare Giovanni, Seguros de garantía, Tesis para optar el grado
de Doctor en Ciencias Jurídicas, Bogotá, 1980, p. 53
21 CUERVO MOGOLLÓN Alfonso, El contrato de seguros en Colombia, tesis para optar el título

de doctor en Derecho, Pontificia Universidad Javeriana, Bogota, 1990; p.23.


22 PARDO KOPPEL Diego, El seguro de títulos, tesis para optar el grado de Doctor en Ciencias

Jurídicas, Universidad Javeriana, Bogotá, 1973, p.21

16
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

se pueden subdividir en seguros reales y seguros patrimoniales. Los seguros


reales son aquellos que versan sobre cosas muebles e inmuebles,
determinadas o determinables, amenazadas en su integridad física o en la
integridad jurídica de los derechos radicados en ellas”. Como ejemplo de
estos seguros tenemos los de robo, transportes, automóviles, incendio, casco,
rotura de maquinaria, etc; en cambio los seguros patrimoniales, que como su
nombre lo indica, protegen la integridad del patrimonio económico contra
las erogaciones eventuales que puedan afectarlo desfavorablemente.

La suma asegurada es fruto de acuerdo entre las partes ya que una tasación
exacta de la pérdida es difícil. En los seguros reales la apreciación es más
sencilla, pues se limita al valor económico del bien expuesto al riesgo. De
estos seguros podemos citar los de manejo, cumplimiento, responsabilidad
civil, lucro cesante, fianza, crédito, cauciones judiciales, etc. Para Meza 23 , al
referirse a este seguro señala: “el seguro de responsabilidad civil es un
contrato por el cual el asegurador se compromete a garantizar al asegurado
contra las reclamaciones de las personas con respecto a las cuales pudiera ser
exigible la responsabilidad de ese asegurado y contra las resultas de esas
reclamaciones, a cambio del pago, por el asegurado, de una suma fija y por
anticipado, la prima debida generalmente por vencimientos periódicos”.

El seguro de responsabilidad civil, que acoge precisamente nuestro estudio,


se caracteriza por ser una rama de los seguros de daños patrimoniales, que
ofrece la cobertura del riesgo de ser un sujeto pasivo de una deuda hacia una
tercera persona, emergente de una responsabilidad de carácter civil. Señala
Meilij 24 , que en esta clase de seguros el asegurador otorga una cobertura que
permite al asegurado liberarse económicamente de los reclamos y
pretensiones de terceros, que tienen como fuente una relación de
responsabilidad civil, sea de naturaleza contractual o extracontractual. La
finalidad que se persigue es la de evitar toda lesión directa al patrimonio del
asegurado, originada por las consecuencias civiles de su responsabilidad,
por ello, este tipo de seguro se caracteriza por la existencia de una tercera
persona, distinta del asegurado y del asegurador, que no es parte del
contrato de seguro, aunque la ley le otorga importantes derechos sobre la
indemnización convenida en la póliza, por ser la víctima del asegurado
responsable y conocida en el léxico asegurador como el “tercero
damnificado”.

Para el referido autor 25 , se puede diferenciar en esta cobertura dos grandes


formas de aseguramiento, “si se atiene al conocimiento previo que puede o

23 MEZA CARBAJAL Luis Alberto, El siniestro en el seguro de la responsabilidad civil, Grijley,


Lima, 1995, p. 78
24 MEILIJ Gustavo Raúl, Manual de Seguros, Depalma, Buenos Aires, 1990, p.107
25 MEILIJ, op cit. p.108. En esa línea de opinión léase el trabajo de Ize Alberto, Compendio de

Seguros, Carlos Vicino editor, Buenos Aires, 1992, p. 159

17
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

no tenerse del objeto o bien generador de la responsabilidad o elemento


pasivo de ella. Esta distinción determina la posibilidad de establecer a priori
el valor máximo de la cobertura que otorga el asegurador. Cuando el valor
máximo de la indemnización puede establecerse en forma inicial, el
funcionamiento del seguro en su faz indemnizatoria es semejante al seguro
de daños, dado que el interés asegurado está concretamente delimitado, pero
en el caso opuesto, cuando al momento de la celebración del contrato se halla
indeterminado el objeto cuyo daño generará responsabilidad para el
asegurado, el límite de la indemnización será la suma asegurada”.

Los seguros de responsabilidad civil han producido una profunda


discrepancia en la doctrina respecto del momento en que se produce el
siniestro. Refiere Meilij, 26 que para ciertos autores, el siniestro se produciría
cuando el asegurado indemniza el daño al tercero damnificado. Para otros el
siniestro se produce al determinarse el monto concreto del perjuicio del
tercero damnificado. Aunque gran parte de la doctrina opina que el siniestro
tiene lugar al producirse la reclamación del tercero damnificado.
Consideramos que la teoría que más se ajusta a las características y
finalidades de este seguro es la que mayoritariamente opina que el siniestro
tiene lugar cuando nace para el asegurado la obligación de reparar el daño
que ha causado, y este hecho generador se halla contemplado dentro de la
cobertura del seguro de la responsabilidad civil

4. La póliza judicial y la contracautela

El sistema judicial debe diseñar mecanismos que permitan que la contracautela


se comporte como un real medio de resarcimiento frente al daño que sufre una
parte en la ejecución cautelar.

Como ya hemos señalado, no necesariamente todos los afectados con medidas


cautelares recurren a sede judicial para el resarcimiento de ellos. Hay
argumentos disuasivos, como el costo del proceso, la permanencia en él y sobre
todo la incertidumbre de la decisión que se espera, que muchas veces se apartan
de recurrir a esa satisfacción. En el caso planteado en el punto 3 del trabajo,
apreciamos un daño a resarcir, producto de una ejecución cautelar, que luego
de varios años el derecho que aseguraba la cautela se declaro inexistente. Si en
el proceso se hubiera ofrecido y aceptado una contracautela real, el camino a
recorrer por este litigante, hubiera sido menos tortuoso que el que tiene que
asumir frente al juramento de la contracautela personal. Definitivamente, en
este último caso, la respuesta se torna mas complicada de satisfacer, pues, ahora
será el demandado afectado con la cautela, quién tenga que asumir toda la
dirección y riesgo de un nuevo proceso judicial, en aras del resarcimiento del
derecho conculcado. El panorama que nos brinda este caso, no es nada
alentador para quien ha sido afectado por el sistema judicial. Si bien, se ha

26 MEILIJ, op. cit. p. 109

18
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

diseñado caminos a seguir, nos preguntamos si realmente la tutela


jurisdiccional a ese resarcimiento operará de manera efectiva. El solo hecho de
tener que iniciar un proceso judicial para reivindicar el daño causado no lo
muestra como una respuesta eficiente a esa afectación.

Frente a ello nuestra inquietud se orienta a la posibilidad de incorporar los


contratos de seguros para la eficacia en el resarcimiento de la contracautela.
Estas pólizas de seguro para garantías judiciales, han incorporado al mercado
asegurador la práctica de una modalidad de cobertura que se utiliza en forma
habitual en diversos países del mundo. Estos seguros de caución ponen a
disposición de los litigantes un medio idóneo y económicamente accesible para
garantizar sus obligaciones procesales cuando el Código respectivo así lo exige.

La caución se define como la garantía ordenada por las Entidades que


administran justicia, en el curso de un proceso o diligencia judicial, para
asegurar que se cumpla lo ordenado por el Juez con fundamento en una norma
de procedimiento judicial. En algunos países de Latinoamérica, como Colombia
y Argentina, la aseguradora garantiza el cumplimiento de las obligaciones
contraídas por el obligado a prestar caución en un trámite procesal e inclusive a
mantener cierta conducta determinada por el juez. Se puede constituir en
dinero, real, bancario y prestarse por una compañía de seguros o por una
entidad de crédito. Su monto depende de la apreciación del juez que sigue los
parámetros propios del proceso en concreto.

En los seguros de caución judicial siempre intervienen tres partes: el tomador


del seguro (actor o demandado, según el caso); el asegurado o beneficiario (que
puede ser tanto el demandado, en el supuesto de contracautela, o el actor, en el
supuesto de sustitución de medida cautelar) y el asegurador, la Compañía de
Seguros.

El afianzado es normalmente el tomador de la póliza; es decir, quien la solicita y


paga a la Compañía de Seguros. Es quien tiene que cumplir las obligaciones que
estamos garantizando. El Asegurado es el que tiene el interés asegurable, pues
en caso de incumplimiento por parte del afianzado, sufriría un perjuicio.

Quien es demandado judicialmente, frecuentemente ve afectado su patrimonio


por la traba de las medidas precautorias requeridas por el demandante para
asegurar su pretensión. En muchos casos, el afectado toma conocimiento de la
existencia de una demanda en su contra precisamente por la traba de esa
medida, situación que suele prolongarse mientras dura el juicio. Entonces,
cuando hablamos de “medidas cautelares”, nos referimos a las seguridades que
en resguardo de sus derechos, puede solicitar quien es parte de un proceso
judicial.

A su vez, a quien se presenta ante una autoridad judicial requiriendo la traba de


una medida precautoria, las leyes procesales le exigen el otorgamiento de una

19
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

caución por todas las costas y daños y perjuicios que pudiere ocasionar en caso
de haberla pedido sin derecho. Al referirnos a las “contracautelas”, estamos
hablando de la garantía que debe prestar quien ha solicitado la traba de una
medida cautelar. Estas coberturas se aplican tanto en los casos en que el juez
interviniente haya ordenado la traba de una medida cautelar, como en aquellos
en que se haya dispuesto la constitución de la contracautela.

En el caso de la contra-cautela Judicial, esta póliza es ofrecida por el Tomador


para trabar medidas preventivas sobre su oponente, cubre los daños que
puedan ocasionar estas medidas en el caso de que no prospere el reclamo.
También opera para la sustitución de las medidas cautelares. En este caso la
póliza es utilizada para liberar una medida cautelar, reemplazando al derecho o
al bien embargado.

En Colombia, el artículo 513 del Código de Procedimiento Civil regula el


embargo preventivo. La caución judicial se otorga al demandante de un proceso
ejecutivo cuando se pretende embargar bienes del demandado sin que a este se
le notifique el mandamiento de pagar. Garantiza el perjuicio que se cause con la
práctica de las medidas.

Artículo 683 del Código de Procedimiento Civil requiere para asegurar el


correcto desempeño de los deberes del secuestre. Cuando se le entregue al
Secuestre para que tenga la custodia y administración de los bienes objeto de la
medida cautelar del demandado, deberá aquel prestar caución para garantizar
el correcto manejo, cuidado y administración de tales bienes.

Artículo 690 A del Código de Procedimiento Civil: inscripción de demanda en


procesos ordinarios. La inscripción de la demanda es una medida cautelar,
consistente en anotar en el folio de la matrícula inmobiliaria, o en el registro del
vehículo, según el caso, la existencia de un proceso que verse sobre el bien.
Dicho bien no sale del comercio pero el adquirente asume y se responsabiliza
del resultado del proceso 27 .

27A pesar que no es objeto de este trabajo las implicancias del contrato de seguros frente a las
diversas actuaciones procesales, es interesante mostrar –a manera de ilustración- como en otras
legislaciones se han incorporado está posibilidad para asegurar los daños, no sólo de la tutela
cautelar sino de otros actos ajenos a ella, como el desalojo, el otorgamiento de escritura, entre
otros. A continuación mostramos diversos casos que acoge la legislación argentina para exigir
caución judicial.
Medidas cautelares en juicios ejecutivos. Garantiza el pago de la indemnización de perjuicios
que se puedan causar al demandado, con el embargo y secuestro de bienes solicitados por el
demandante;
Impedir o levantar el embargo y secuestro en proceso ejecutivo. Garantiza el pago del crédito
y las costas una vez que quede firme la sentencia que desestime las excepciones o auto que
acepte el desistimiento de ellas o de la sentencia que ordene llevar a cabo la ejecución según
fuere el caso.
Medidas cautelares en general en cualquier tipo de juicios. Supuestos del art. 212 del CPCCN,
en casos de rebeldía, incomparecencia del absolvente a la audiencia de posiciones, si quien la
solicita hubiese obtenido sentencia favorable, aunque la misma estuviese recurrida. Garantiza el

20
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

pago de la indemnización de perjuicios que se puedan causar al demandado, con el embargo y


secuestro de bienes solicitados por el demandante.
Medidas cautelares en procesos de escrituración. Supuesto del art. 211 del CPCCN. Garantiza
el pago de la indemnización de perjuicios que se puedan causar al demandado, con el embargo
y secuestro de bienes solicitados por el demandante.
Desalojo, entrega inmediata del inmueble. Supuestos del art. 680 bis del CPCCN. Garantiza el
pago de la indemnización de perjuicios que se puedan causar al demandado, por el desalojo
solicitado por el demandante.
Desalojo por falta de pago o vencimiento del contrato. Supuestos del art. 684 bis del CPCCN.
Garantiza el pago de la indemnización de perjuicios que se puedan causar al demandado, por el
desalojo solicitado por el demandante.
Incidente de tercería de dominio.Garantiza el pago de la indemnización de perjuicios que se
puedan causar con la medida solicitada.
Prohibición de innovar. Garantiza el pago de la indemnización de perjuicios que se puedan
causar al demandado con la medida solicitada.
Prohibición de contratar.Garantiza el pago de la indemnización de perjuicios que se puedan
causar al demandado con la medida solicitada.
Medidas cautelares en juicios marcarios. Garantiza el pago de la indemnización de perjuicios
que se puedan causar al demandado, con el embargo y secuestro de bienes solicitados por el
demandante.
Embargo y secuestro de bienes por pago de perjuicios provenientes del proceso ordinario de
responsabilidad civil contractual o extracontractual en apelación o consulta. Garantiza el pago
de los perjuicios que se causen con la práctica de las medidas cautelares.
Levantamiento de embargo y secuestro en proceso ordinario. Garantiza el pago de lo que se
pretende, sus frutos y el pago de costas.
Embargo y secuestro en proceso ordinario ocasionado por accidente de tránsito. Garantiza el
pago de los perjuicios que con la medida de embargo y secuestro puedan causarse.
Levantamiento de secuestro en proceso ordinario. Garantiza el pago del bien secuestrado
incluido los frutos, costas e incremento por devaluación monetaria.
Levantamiento de embargo y secuestro de vehículo que ocasionó daños en accidente de
tránsito. Garantiza el pago de los perjuicios a que salga condenado el demandado por los
daños ocasionados en accidente de tránsito.
Incidente de desembargo de tercero poseedor. Garantiza el pago de costas y multas que se
lleguen a imponer con el incidente de desembargo si resulta desfavorable al tercero.
Garantía de los directores de Sociedades Anónimas. Supuesto del art. 256 párrafo 2° de la ley
19.550.
Medidas cautelares en procesos de competencia desleal. Garantiza el pago de la
indemnización de los perjuicios que se puedan causar al demandado o a terceras personas con
las medidas cautelares pedidas en la demanda.
Suspensión de ejecución de sentencia por apelación. Garantizar el pago de los perjuicios que
se puedan causar a quienes fueron parte en el proceso donde se dictó sentencia objeto del
recurso, costas, multas, frutos civiles y naturales que se estén debiendo.
Inscripción de demanda o anotación de litis. Garantiza el pago de las costas y perjuicios que
con la inscripción de la demanda lleguen a causarse.
Impugnación de Actas de Asambleas de Juntas Directivas o Juntas de Socios. Garantiza el
pago de los perjuicios que se lleguen a causar con ocasión de la suspensión del acto impugnado.
Curador de la herencia yacente. Garantiza el buen manejo y la correcta administración de los
bienes que conforman la herencia yacente.
Liquidador y Asesor Contable proceso de disolución, nulidad y liquidación de sociedades.
Garantiza el correcto manejo de los bienes por parte del liquidador de la sociedad.
Guardador testamentario. Garantiza el cumplimiento del guardador en la buena
administración de los bienes del pupilo.
Curador en el proceso de Declaración de Ausencia. Garantiza el cumplimiento del curador en
la buena administración de los bienes del ausente.

21
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

III. El rostro oculto de la contracautela

1. La ficción de la contracautela

Como lo expresa el art. 613 CPC, la contracautela tiene por objeto asegurar al
afectado con una medida cautelar, el resarcimiento de los daños y perjuicios
que pueda causar su ejecución. Ella puede ser de naturaleza real o personal.
Dentro de la segunda se incluye a la caución juratoria, o juramento, que será
ofrecida en el escrito que contiene la solicitud de medida cautelar, con
legalización de firma ante el Secretario respectivo.
Podemos decir que el juramento es la afirmación solemne que hacen los
convocados a la audiencia, sean partes o auxilios judiciales, para obligar su
conducta a la verdad. Es una promesa solemne que compromete la conducta
futura del que lo presta. Históricamente el juramento ha tenido una motivación
religiosa que se materializaba en el hecho de tomar a Dios por testigo de la
verdad de una afirmación, de un testimonio, de una promesa; de ahí la fórmula
diseñada para los juramentos decía: “juro por Dios desempeñar fielmente los
deberes del cargo que se me ha conferido”

Con el devenir de los años y con la consagración de la libertad de cultos, el


juramento ha perdido el sentido religioso, permitiendo que se preste por el
honor de la propia persona. En ese sentido se orienta la actual Ley Orgánica del
Poder Judicial, (véase art. 227) la misma que guarda coherencia con lo que

Correcto desempeño de los deberes del Secuestre. Garantiza el correcto, cuidado y


administración de los bienes secuestrados.
Embargo y secuestro en proceso de nulidad y divorcio del matrimonio civil, de separación de
bienes y de liquidación de sociedad conyugal. Garantiza el pago de los perjuicios que con la
medida de embargo y secuestro puedan ocasionarse.
Formalidades que deben preceder al ejercicio de la tutoría o curadoría. Garantizar el
cumplimiento de los deberes de curador o tutor según sea el caso.
Caución otorgada por el presunto titular en demanda de propiedad industrial. Garantiza la
indemnización de perjuicios que se puedan causar al presupuesto usurpador o a terceros con la
práctica de las medidas cautelares.
Caución del Síndico o Administrador de los bienes de la quiebra, proceso de liquidación.
Garantiza el pago de los perjuicios que el obligado pueda ocasionar con su gestión en el cargo
para el cual fue nombrado dentro del proceso citado.
Caución del veedor en proceso de quiebra. Supuesto del art. 85 L.C.Q. Garantiza el pago de
los perjuicios que el obligado pueda ocasionar con su gestión en el cargo para el cual fue
nombrado dentro del proceso citado.
Desembargo y levantamiento de secuestro de aeronave. Garantiza el pago del crédito en caso
de fallo desfavorable al demandado.
Desembargo y levantamiento de secuestro de naves acuáticas. Garantiza el pago del crédito en
caso de fallo desfavorable al demandado.
Desembargo en procesos de alimentos. Garantiza el pago de las mesadas hasta que el menor o
menores cumplan la mayoría de edad.
Autorización para salir del país al demandado por alimentos. Garantiza el cumplimiento del
pago de las mesadas debidas al menor o menores

22
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

regula el art. 202 del Código Procesal Civil, cuando establece como formula de
juramento lo siguiente: "¿Jura (o promete) decir la verdad?"
En el caso concreto de la cautela por juramento a favor del demandado (futuro
afectado con la medida cautelar solicitada por el demandante), no requiere que
el actor lo brinde ante un tercero, sino que se realiza en el propio escrito en el
que se dirige al juez solicitando la medida cautelar.

El juramento aplicado al derecho se divide en asertorio y promisorio y tanto uno


como otro pueden ser simples o solemnes, judiciales o extrajudiciales. Por
juramento asertorio o afirmativo se entiende aquel en que se afirma o niega la
verdad de algún hecho pasado o presente; a diferencia del juramento
promisorio que hace referencia a hechos futuros. 28 El juramento simple es aquel
que se hace por la sola invocación del nombre de Dios, a diferencia del
juramento solemne en que esta misma invocación se hace ante una persona
constituida en dignidad y con ciertas fórmulas de palabras o de ceremonias
para su mayor validación. En el caso de la contracautela por juramento,
diremos que se trata de una manifestación promisoria, solemne y judicial, por
realizarlo para asegurar un hecho futuro, ante el juez que ordenará la medida
cautelar para asegurar la eficacia de un derecho en discusión en sede judicial.

Bajo este contexto normativo, una de las interrogantes que nos planteamos se
orienta en apreciar el tratamiento de la contracautela –por juramento- en el
resarcimiento de los daños y perjuicios provenientes de la ejecución cautelar.
Sería interesante contar en nuestro país con estudios aplicados al análisis del
tema propuesto, pero, a falta de ellos, intentaremos plantear la discusión a
partir de la siguiente evidencia empírica 29 .

La historia señala que un demandante obtuvo una línea de crédito de consumo


de una entidad bancaria. Al 19 de junio de 1995 el estado de cuenta de dicha línea
de crédito arrojaba el saldo deudor de s/379.53 nuevos soles, suma que fue
cancelada a la semana siguiente, mediante el depósito efectivo de s/400.00
nuevos soles. Al mes siguiente al verificar el saldo de su estado de cuenta, con
sorpresa encuentra que ascendía a s/561.82 nuevos soles. El reporte no indicaba
ningún consumo, por lo que advirtió que el abono realizado no había sido
ingresado a su cuenta. Ante su reclamo en las oficinas del Banco, mostrándoles el
original de su boleta de entrega, reconocieron la validez del dinero depositado y
lo consideraron como “un error operativo” expresándole que esta circunstancia
sería resuelto en el mes siguiente. Fastidiado por este suceso, decidió devolver la
tarjeta de consumo, la que fue inutilizada, triturada, por un funcionario del
Banco.

28 Este juramento tiene lugar en los contratos siempre que el jurante no se encuentre en
imposibilidad de cumplir lo jurado y no se varie el estado de las cosas sobre las que se jura y
que la otra parte esté también a lo prometido
29 Expediente en giro, No 3666-2007, 48 juzgado civil de Lima, demanda interpuesta por Javier

Germán Salazar con Banco Interbank sobre indemnización.

23
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Meses posteriores se compra un vehículo para dedicarlo al servicio de traslado de


eventos sociales, siendo capturado el 16 de noviembre de 1998 dicho vehículo,
por pesar sobre él una orden de embargo. Por esta medida se entera que la
demandada había iniciado el cobro del saldo deudor de S/8,090.13 nuevos soles
de la línea de crédito por el consumo que le había otorgado, la misma que fue
cerrada, girando una letra de cambio a la vista por dicho saldo. La medida
cautelar se había obtenido bajo caución juratoria, del representante del Banco.
Para solucionar este problema se apersonó a las oficinas administrativas del
Banco demandado y luego de varios meses de gestión personal y de demostrar,
en cada instancia del Banco, que no les debía absolutamente nada, y la
equivocación que había cometido, la emplazada a través de sus funcionarios,
decidió devolver de mutuo propio, el vehículo sin acuerdo judicial o
extrajudicial, verbal o por escrito, que obligue al hoy demandante al pago o
reconocimiento de deuda alguna a su favor, solicitando ella misma, al juzgado
que levante la medida cautelar y devuelva inmediatamente el vehículo.

El proceso judicial terminó y la decisión final ordenó la devolución de la letra


aparejada a la demanda. En resumen, ha pasado mas de diez años de un doloroso
trajín que por el “error operativo” de la emplazada, el demandante y su familia
ha tenido que asumir los daños que hoy solicita se les repare.

Historias como la que presentamos, se reproducen en la escena judicial, y otras,


ni siquiera llegan a ella quedándose en el ingrato recuerdo de quien lo ha
vivido, el sinsabor de haber recibido todo el peso del sistema judicial, sin mayor
resarcimiento al daño generado, pues, lograr ese resarcimiento implica mayores
gastos procesales y entrega de tiempo, que muchas veces operan como
disuasivos a un reclamo formal.

Todas las miradas aparecen concentradas en la petición del actor y todas


adolecen de una relativa ceguera cuando se trata del ejecutado y sobre todo,
cuando después de haber caminado a lo largo del proceso judicial resistiendo al
actor, la jurisdicción llega al convencimiento que éste no tenía derecho. Lo
que se trata es de buscar un sistema equilibrado en las tutelas cautelares, de tal
manera, que asegure realmente, a ambas partes, la satisfacción de sus derechos
y no sólo de manera unilateral al demandante.

2. La ausencia de la contracautela en la ejecución

Uno de los supuestos que no regula nuestra legislación esta relacionada con la
falta o insuficiencia de contracautela al momento de la ejecución de la medida
cautelar. Para Acosta 30 los jueces deben ser especialmente cuidadosos para
exigir la previa caución al solicitante de la medida; pero ha ocurrido, ocurre y
ocurrirá que no obstante ese cuidado, la medida se dispone y ejecuta sin que la
contracautela se preste, o que la garantía acordada devenga insuficientemente y
se hace necesario mejorarla.

30ACOSTA José, El proceso de revocación cautelar, Rubinzal y Culzoni editores, Santa Fe,1986,
p. 46-47

24
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

En tales circunstancias inquieta al autor averiguar qué remedio debe escoger el


afectado para protegerse de las consecuencias perjudiciales que la falta o
insuficiencia de la contracautela puede ocasionarle. Se propone a ello, el
levantamiento, la caducidad y la nulidad. La pregunta no es ociosa porque una
elección desafortunada del instrumento procesal puede conducir al rechazo de
la pretensión revocatoria, en virtud de los distintos efectos que cada uno de los
medios impugnativos señalados produce. Dice Acosta, el incumplimiento de
una contracautela real “no lleva directamente, a la caducidad de la medida”
toda vez que las hipótesis de caducidad están explícitamente legisladas y entre
ellas no se menciona la citada. En cuanto a la nulidad, se considera que la
contracautela no es requisito ni condición del otorgamiento de la medida, sino
de su ejecución, por lo que su incumplimiento no afecta la validez del trámite.
Por eliminación va quedando el remedio del levantamiento. “La circunstancia
de haberse omitido fijar la contracautela, no determina que deba revocarse la
medida precautoria, sino que la misma podrá ser levantada en el supuesto que
la contracautela señalada se vea incumplida por el embargante”

En igual sentido Podetti 31 señala “siendo la contracautela, un presupuesto de la


medida cautelar, ella debe constituirse antes de su cumplimiento. En caso que
no se hubiera procedido así, habría que emplazar perentoriamente a quien la
obtuvo para que la otorgue, bajo apercibimiento de levantarla sin más trámite”.
Un referente sobre el particular encontramos en el caso de Banco Nuevo Mundo
con la Superintendencia de Banca y Seguro seguido ante el 26 Juzgado civil de
Lima, expediente No 15289-2001, en la que se otorgó y pretendió ejecutar una
medida cautelar sin haber materializado previamente la contracautela real
ofrecida por el solicitante; en tales circunstancias la ejecución de la medida no
podría seguir desarrollándose, motivando que se dispusiera el levantamiento
de ella hasta se cumpla el beneficiado con entregar la caución real ordenada. 32

31PODETTI, op. cit. p. 64


32 Véase el considerando quinto de la resolución No 92 del expediente citado que dice: “al
respecto el art. 613 CPC indica que la contracautela tiene por objeto asegurar al afectado con
una medida cautelar, el resarcimiento de los daños y perjuicios que pueda causar su ejecución;
resulta evidente que tal articulado, que la contracautela debe constituirse previamente siempre
y cuando la naturaleza de la contracautela lo exija; en el presente caso es necesario su
materialización; siendo la contracautela condición de la ejecución de las medidas cautelares
otorgadas, su falta de cumplimiento imposibilita a su vez la materialización de las medidas; que
al haberse ordenado ejecutar las medidas sin haberse materializado la contracautela, se ha
violado el principio de igualdad, toda vez que se entiende que la resolución No 02 suerte todos
sus efectos tanto para la parte demandante como la demandada, premisa que no ha
contemplado la citada resolución No 87; por esta razón se declara fundada la oposición, en
consecuencia previamente a ejecutarse las medidas cautelares otorgadas, materialicese la
contracautela aceptada por este Despacho(…) y cumplida la efectivización de la contracautela
procedase a la ejecución de las medidas otorgadas; dejándose sin efecto por ahora la inscripción
de las medidas cautelares otorgadas.

25
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Felizmente, en estos últimos tiempos, resulta grato apreciar pronunciamientos


judiciales que asumen la posición de considerar a la contracautela como un
elemento de operatividad, indispensable para la ejecución de la cautela 33 ; sin
embargo, no negamos la existencia de criterios judiciales adversos a lo
expuesto, como aparece del pronunciamiento de la Sala Civil Suprema
Transitoria, Exp: 216-2004-Lima, del 4 de junio del 2004, en la apelación
promovida por Constructora Upaca sociedad anónima, contra la resolución que
declara procedente la solicitud cautelar y dispone que antes de la ejecución de
la medida, la recurrente presente una fianza bancaria de ejecución automática e
irrevocable, bajo apercibimiento de dejarse sin efecto dicha resolución cautelar.
La Sala declara la nulidad de la resolución apelada, señalando que:

“Si bien la contracautela ofrecida por la accionante no produce convicción


respecto al derecho que se pretende proteger con ésta, también es cierto que
técnicamente el pronunciamiento para solicitar la corrección de ésta no es el
adecuado, pues, antes de conceder la medida la Sala Superior debió requerir se
cumpla con regularizar la fianza solicitada y sólo luego de cumplido con ello
conceder la medida cautelar”. Como se aprecia con este pronunciamiento, la
contracautela es un presupuesto de la resolución cautelar, que debe estar
materializada al momento de dictarse la resolución y no al momento de la
ejecución de ésta.

3. El diagnóstico de la situación

El problema central que acoge la discusión de este trabajo se orienta al estudio


de la desprotección de la cautela del demandado. Si bien, esa desprotección
normativamente no se da, pues se consagra expresamente la necesidad de
brindar tutela al demandado, frente al riesgo que implica la ejecución de la
medida cautelar, a través de la contracautela, recogida en el art. 613 CPC, el
punto en discusión se orienta a verificar si la cautela por juramento es un
mecanismo que realmente sirva para asegurar el resarcimiento del daño al
afectado con la medida. Resulta iluso sostener en estos tiempos, que el
juramento del que asume el riesgo de la cautela, es un mecanismo idóneo para
el resarcimiento del afectado con la ejecución cautelar. Basta que el beneficiado
no tenga bienes con qué garantizar el resarcimiento para que esto sea una mera
ilusión, dejando así en la desprotección al afectado con ella.

33 Véase en ese sentido, la ejecutoria emitida por la Sala Comercial de Lima, en el caso
Cooperativa de Ahorro y Crédito Aelu con Andres Higa Yaka y otros (expediente No 219-2005
de fecha 30 de junio del 2005) por el que anula la resolución apelada que admite la medida
cautelar en forma de secuestro conservativo, por los siguientes argumentos: “la naturaleza y
alcances de la contracautela deben ser determinados por el Juez al momento de dictar la decisión cautelar,
tal y como lo disciplina el tercer párrafo del precitado artículo 611 CPC, o en todo caso, antes de su
ejecución, pues de otro modo surgirá una objetiva desprotección para el demandado o para terceros
respecto de los perjuicios que la ejecución de la medida pueda causar en su persona y/o patrimonio (…) en
tal sentido, la resolución impugnada resulta nula por no ajustarse al mérito del derecho, más todavía si de
lo actuado no aparece que el expediente principal haya merecido sentencia que permita ubicar al tema
analizado dentro de la inexigibilidad de ofrecimiento de contracautela que refiere el art. 615 CPC”.

26
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

La primera inquietud que surge al respecto se expresa en la vulneración al


principio de igualdad. El sistema judicial brinda tutela diligente a favor del
demandante, no teniendo ese mismo comportamiento cuando se trata de
asegurar los intereses del demandado; pues, dejar a la suerte del juramento, el
resarcimiento del daño de este último, es un tema que urge replantearse.

En la medida que se siga privilegiando en las resoluciones cautelares el


juramento en la contracautela, estaremos contribuyendo no sólo al desequilibrio
en la tutela de las partes procesales y con la consecuente desprotección al
afectado, sino que se estaría tolerando, la impunidad del que asumió el riesgo
de la medida, sin mostrar mayores evidencias para brindar un real
resarcimiento al ejecutado con la cautela.

Un sistema judicial no puede sustentarse en una visión unilateral de la tutela


que brinda, a través del proceso judicial; sino que debe preciarse por brindar
mecanismos de tutela equilibrada y ponderada para los sujetos involucrados en
la contienda. Ello se justifica en atención al principio de igualdad que inspira al
Derecho y por ende al proceso; y que no se agota en la mera afirmación
normativa de éste, sino en la construcción de un sistema judicial donde los
sujetos tengan iguales posibilidades de participación y de tutela en el proceso.
El derecho se afirma, no en la declaración normativa de una situación que se
quiere sostener, sino en el reparto equilibrado que debe acompañar a la tutela
judicial.

El daño generado con la cautela no es resarcido por quién juró realizarlo; esto
es, el riesgo que encierra la ejecución de una tutela cautelar a favor del
demandante, no es asumido realmente por dicha parte sino que en la realidad
se traslada a la parte afectada con ella, generalmente el demandado. ¿Debemos
seguir regulando un sistema que contenga estos desequilibrios en la tutela
cautelar? Se puede validar un sistema judicial que tolere la impunidad del
demandante frente al daño generado por la ejecución cautelar, por el solo hecho
que no tiene bienes con que acudir al resarcimiento.

El estudio de la casuística citada nos permite sostener las siguientes ideas ejes
en torno a la problemática descrita. Asumimos que el desequilibrio no opera en
el campo normativo, pues, hay una regulación a la contracautela como
presupuesto de la resolución cautelar. Este desequilibrio se expresa en la
posibilidad de viabilizar o materializar determinada contracautela ofrecida,
como es, la contracautela por juramento. No puede ser un argumento alentador
para no intentar el cambio de este modo de contracautela, la poca frecuencia de
casos que se judicializan para exigir la indemnización; todo lo contrario, el
hecho que sea poco frecuente las demandas indemnizatorias provocada por la
ejecución cautelar no puede ser justificante para mantener desprotegiendo el
derecho del afectado con ello, con mecanismos nada idóneos para dichos fines,
todo lo contrario, se hace necesario incorporar otras herramientas que
coadyuven a dicha finalidad, como sería la alternativa de la póliza judicial. Con

27
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

ello, el argumento de ser inexigible la indemnización contra el actor que juró


asumir la indemnización, por carecer de bienes, no sería de amparo, pues, ese
resarcimiento sería trasladado a una tercera persona, como sería la empresa
aseguradora que asume el riesgo. La impunidad frente al daño, tendría como
correlato la necesidad de buscar nuevas alternativas que brinden un real
aseguramiento al interés del afectado con la cautela.

Otro aspecto que se aprecia se ubica en el camino procesal a seguir para lograr
esa reivindicación. En algunos criterios judiciales, el resarcimiento al implicar
una nueva pretensión a la originaria, requiere de un nuevo proceso en el que se
dilucide el daño; a diferencia de otros criterios, que asumen que sea en el
mismo proceso del que derivó la medida cautelar, donde se fije la
indemnización. Al respecto tenemos que señalar, que la redacción del art. 621
CPC acoge la indemnización en el mismo proceso que diera origen al mandato
cautelar; en tal sentido, léase la siguiente redacción: “la indemnización será
fijada por el juez de la demanda, dentro del mismo proceso, previo traslado por
tres días”

Otra inquietud que surge, es si la responsabilidad civil es netamente objetiva,


esto es, surge a raíz de obtener una sentencia desfavorable al actor. El sólo
hecho de la derrota, justifica el resarcimiento del daño; esto implica, ¿se
requiere de una sentencia que declare infundado el derecho para que opere
automáticamente el resarcimiento al afectado con la ejecución cautelar o
también dicho efecto se extiende a las sentencias que declaren la improcedencia
de la demanda? La redacción del artículo 621 CPC pareciera que se orienta por
esta corriente, pues señala que si se declara infundada una demanda cuya
pretensión estuvo asegurada con medida cautelar, el titular de ésta pagará los
gastos del proceso cautelar, una multa, y a pedido de parte, podrá ser
condenado también a indemnizar los daños y perjuicios ocasionados 34 .

34En el expediente No 51063-2007 que gira ante el 41 juzgado civil de Lima se solicitó la medida
cautelar fuera de proceso (medida cautelar genérica) a fin que se evite la transferencia del bien o
se imponga cualquier carga sobre éste.
La medida cautelar fue admitida y en aplicación del art. 636 CPC, el beneficiado con la medida,
promovió la demanda de nulidad de acto jurídico, la misma que fue declarada improcedente
liminarmente.
En atención a ello, se admitió la medida cautelar genérica, bajo una contracautela por caución
juratoria por el monto de $2, 000 dólares para asegurar el resarcimiento de los daños y
perjuicios que se pudieran irrogar a los emplazados, en caso sea falsa la pretensión. Si una
medida cautelar fuera de proceso, no se cumple las exigencias del art. 636 CPC, cual es,
interponer la demanda dentro de los días de ejecutada y que sea admitida ésta, procede la
caducidad de la medida y por tanto, el levantamiento de ésta; sin embargo, teniendo en cuenta
que la contracautela tiene un carácter indemnizatorio por los daños causados en la ejecución de
una medida cautelar, deben concurrir los elementos de la responsabilidad como son
antijuricidad del hecho imputado, daño causado, relación de causalidad, factores de atribución,
por lo que resulta necesario que la parte cumpla con acompañar todos los medios probatorios
destinados a sustentar el petitorio. Resolución No 3, de fecha 10 de abril del 2008.

28
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Como se puede advertir, hay una idea constante que acompaña a esta
investigación: la desprotección del afectado con la tutela cautelar, al recurrir al
juramento como un mecanismo de aseguramiento.

IV. Los mitos de la ejecución cautelar

Una de las viejas ideas recurrentes que acompaña al imaginario judicial es


asumir que el proceso cautelar, se orienta única y exclusivamente a dar tutela
urgente al demandante de la pretensión, obviando en la reflexión la visión del
demandado, quién también tiene la posibilidad de ser afectado con la tutela
cautelar. En este último caso, la tutela del afectado se orienta al resarcimiento
del daño producto de la ejecución cautelar, a diferencia del actor que se orienta
a la tutela del derecho en conflicto.

Esto que es un mito que pervive en el tiempo, se contrasta cuando la voz del
demandado reclama ser indemnizado. La alternativa que ha trabajado el
sistema judicial es brindarle el juramento del beneficiado con la medida, quién
asumirá los gastos de la indemnización, siempre y cuando tenga bienes con qué
acudir en la realización. La situación se complica cuando el ejecutante no tiene
bienes con que satisfacer el daño; entonces la gran pregunta que surge ¿se tutela
adecuadamente los intereses del afectado con la tutela cautelar?.
Evidentemente que no, pues, toda la materialización de la tutela cautelar se
orienta hacia un solo norte, la pretensión del actor, pues, se parte del supuesto
que el proceso cautelar, que se promueve e impulsa por el demandante, se
realiza a costa y riesgo de esta parte; pero, realmente ello es así, o es una mera
ilusión que se viene repitiendo por décadas sin mayor cuestionamiento.
Evidentemente que a la luz de las evidencias empíricas mostradas en el trabajo,
podemos afirmar que en el proceso cautelar, el único interés por asegurar con
efectividad es la del actor -demandante- que promueve el proceso cautelar.
Esto que se viene sosteniendo, sin mayor reflexión, merece hoy ser trastocado a
fin de incorporar en la visión del juez al demandado, con la misma intensidad
con que acoge la pretensión del actor; en atención a ello, las cautelas por
juramento deben desaparecer a fin de dar paso a las contracautelas a través de
pólizas judiciales. Allí el juez fijará el monto de ellas, al momento de dictar la
resolución cautelar, debiendo la parte beneficiada con ella, entregar la póliza
por el monto fijado por el juez.

Muchas personas estarán pensando que con este sistema se encarece el costo del
proceso, pues, la compra de una póliza judicial implica mayor gasto procesal;
sin embargo, debemos señalar que ese gasto es provocado por la inacción del
demandado, quien se resiste a cumplir la prestación, por tanto, en la liquidación
de los gastos procesales (costas) se tendrá que incorporar el reembolso de los
gastos por la compra de la póliza, siempre y cuando sea el actor, demandante,
beneficiado con la medida, el que haya obtenido la sentencia favorable a él.
Posiblemente el costo del proceso se incremente, pero, mas allá del costo, lo que

29
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

se debe afianzar con la incorporación de la póliza judicial, es el principio de


igualdad al que tienen derecho todas las partes en el proceso.

Definitivamente, el juramento no es un mecanismo suficiente para resarcir los


daños. Es una mera ilusión que aparentemente recoge la tutela de intereses del
afectado y materializa el principio de igualdad, en la medida que quién lo
asuma tenga bienes sobre los que pueda realizarse la indemnización; pero si
no se cuenta con ello, ¿Quién asume el daño?. En otras palabras, el éxito de la
indemnización está condicionada a que el responsable del daño tenga bienes
con que acudir a ella.

Como no hay un referente objetivo al que se tenga que acudir para la


satisfacción del daño, se tendrá que discutir previamente los supuestos de la
responsabilidad civil, para luego de lograda la condena, ingresar a la ejecución
de ésta, en tanto sucede ello, la demora en el resarcimiento será la constante que
acompañara al afectado con ella.

La ausencia de criterios rectores judiciales que atribuyan a la indemnización


una responsabilidad objetiva, por definir en el mismo proceso, se hace necesario
afianzarse para ir construyendo la tutela del demandado.
A la luz de este trabajo, podemos afirmar, que uno de los objetivos por alcanzar
se orienta en lograr una modificación al art. 613 CPC, a fin de regular otros
mecanismos apropiados para real cautela del demandado. Uno de ellos sería, la
póliza judicial, en reemplazo de la llamada caución por juramento.

V. ¿HACIA DONDE IR?

La resolución cautelar contiene medidas precautorias a favor del actor y a favor


del ejecutado, para asegurar objetos diversos; así pues, el actor persigue el
aseguramiento de la satisfacción del derecho en discusión y el ejecutado el
aseguramiento del daño provocado por la ejecución cautelar. Si bien,
aparentemente podría afirmarse que hay un equilibrio en las prestaciones de la
cautela, pues, se asegura los intereses de ambas partes y que la cautela es un
mecanismo que debe buscar asegurar simultáneamente tanto el demandante
como el demandado; ello no es cierto, pues, una cautela asegurada bajo
juramento, no es un mecanismo idóneo que garantice realmente el
resarcimiento. En atención a ello, uno de los objetivos de este trabajo se orienta
en lograr la modificación al art. 613 CPC, a fin de regular otros mecanismos
apropiados para la cautela del demandado. Uno de ellos sería, la incorporación
de la póliza judicial, en reemplazo de la llamada caución por juramento

La incorporación de la póliza judicial a la contracautela, permitiría que el


perjudicado tenga una acción directa frente a la compañía aseguradora del
responsable para reclamarle la indemnización pertinente, hasta el límite fijado
en el contrato de seguro. Ello como consecuencia del contrato de seguro de
responsabilidad civil, que asume una deuda futura e incierta, con estipulación a

30
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

favor de tercero, el perjudicado afectado con la ejecución cautelar. Esta acción


directa, que correspondería al perjudicado frente al asegurador del responsable,
es ventajosa, tanto para el propio responsable, como para el perjudicado e
incluso para la misma compañía aseguradora, como demostraremos a
continuación.

La incorporación del contrato de seguro, también debe permitir que el


responsable directo del daño y la compañía aseguradora respondan
solidariamente frente al perjudicado, hasta el límite de la suma asegurada, por
los daños y perjuicios causados a éste por el asegurado. Esto implicaría que en
caso de producirse el siniestro cubierto por el contrato de seguro, el perjudicado
podría exigir directamente a la compañía aseguradora del responsable la
indemnización que pudiere corresponderle, sin renunciar, en ningún caso a la
acción que igualmente tiene para exigir al responsable asegurado dicha
indemnización. Ambos deudores (responsable asegurado y compañía
aseguradora) responden frente al perjudicado de una misma prestación, y el
pago efectuado al mismo por cualquiera de ellos extingue el crédito del
perjudicado, sin perjuicio de las consecuencias jurídicas que, en el ámbito
interno, puedan afectar al responsable y a la compañía aseguradora.
3. La idea central que acoge esta investigación es mostrar las bondades del
contrato de seguro para la actividad cautelar, de ahí que en atención a ese
objetivo, el trabajo desarrolla un estudio empírico aplicado a los juzgados
civiles de Lima. 35 Para el desarrollo de la propuesta se parte de los siguientes
enunciados:

- El análisis se realizara en un periodo de tiempo de 5 años, con una


rotación financiera de hasta 3 oportunidades.

- El universo de la población bajo este contexto legal, en lima metropolitana


asciende aproximadamente a 36,000 casos, constituyendo este un 70% del
total del país, por lo que tendríamos 51,420 casos a nivel nacional. Para el
cálculo de la prima se utiliza este dato, suponiendo que fuesen el total de
asegurados.

- Supongamos que aproximadamente el 30% de este universo es a favor del


demandado (quien gana el juicio), por lo que; en primer termino;
obtenemos la frecuencia, dividiendo la cantidad de casos ganados por
año, entre el total de casos a nivel nacional (supuesto).

(CASOS GANADOS) 15,426.00 = 0.30 (Frecuencia)


(TOTAL A NIV.
NACION.) 51,420.00

El trabajo que a continuación presentamos ha contado con la colaboración del economista


35

Mario Espinoza Loli.

31
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

- A continuación obtenemos el promedio de los 10 montos mas comunes de


demanda en los procesos, así tenemos:

1.- 10,000.00 6.- 60,000.00 (Promedio)

2.- 20,000.00 7.- 70,000.00

3.- 30,000.00 8.- 80,000.00 55,000.00

4.- 40,000.00 9.- 90,000.00

5.- 50,000.00 10.- 100,000.00

Seguidamente multiplicamos la frecuencia con el promedio obtenido:

0.30 X 55,000.00 = 16,500.00

- Finalmente obtenemos la prima; cantidad que se paga por una sola vez;
ascendente al 10% del resultado anterior:

16,500.00 X 10% = 1,650.00

Este monto se aplicaría durante el período de estudio.

- Para el cálculo de la indemnización total se utilizan los siguientes factores:


Al comunicarse a la ciudadanía en general, la aplicación de la presente
medida legal, los demandantes tendrán mayor cuidado en promover medidas
cautelares, por lo que los porcentajes de los demandados que ganen, tendrían el
siguiente comportamiento:

PRIMER AÑO 30% Se aplica a partir del 3er. Año


SEGUNDO AÑO 25% Se aplica a partir del 4to. Año
TERCER AÑO 20% Se aplica a partir del 5to. Año

- La indemnización por persona, ascendería al 50% del promedio de los


montos mas comunes de demanda, así tenemos:

55,000.00 X 23% = 12,650.00


- El cuadro base para la proyección de resultados en los cinco años
(población proyectada mensualmente bajo dicho contexto legal) es el
siguiente:

32
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Proyección mensual

AÑO 1 AÑO 2 AÑO 3 AÑO 4 AÑO 5


ENERO 50 650 1,250 1,850 2,450
FEBRERO 100 700 1,300 1,900 2,500
MARZO 150 750 1,350 1,950 2,550
ABRIL 200 800 1,400 2,000 2,600
MAYO 250 850 1,450 2,050 2,650
JUNIO 300 900 1,500 2,100 2,700
JULIO 350 950 1,550 2,150 2,750
AGOSTO 400 1,000 1,600 2,200 2,800
SETIEMBRE 450 1,050 1,650 2,250 2,850
OCTUBRE 500 1,100 1,700 2,300 2,900
NOVIEMBRE 550 1,150 1,750 2,350 2,950
DICIEMBRE 600 1,200 1,800 2,400 3,000

A continuación, mostramos las proyecciones en dichos periodos y así


conoceremos los márgenes de utilidad que alcanzarían las compañías de
seguro, lo cual nos demuestra que es necesario aplicar este seguro por
prevención cautelar y salvaguardando en cierta forma a los demandados y por
lo tanto haciéndole justicia y no queden desamparados.

CUADRO No 2
A N A L I T I C O
FREC. BASE % PRIMA
MONTOS PARA DE INDEMNIZAC.
DEMANDA CALCULO SEGURO 23%
10,000.00 0.30 3,000.00 10.0 300.00 2,300.00
20,000.00 0.30 6,000.00 10.0 600.00 4,600.00
30,000.00 0.30 9,000.00 10.0 900.00 6,900.00
40,000.00 0.30 12,000.00 10.0 1,200.00 9,200.00
50,000.00 0.30 15,000.00 10.0 1,500.00 11,500.00
60,000.00 0.30 18,000.00 10.0 1,800.00 13,800.00
70,000.00 0.30 21,000.00 10.0 2,100.00 16,100.00
80,000.00 0.30 24,000.00 10.0 2,400.00 18,400.00
90,000.00 0.30 27,000.00 10.0 2,700.00 20,700.00
100,000.00 0.30 30,000.00 10.0 3,000.00 23,000.00

33
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

VI. CONCLUSIONES

La medida cautelar encierra riesgos, desde que no opera con la certeza del
derecho, sino con la mera apariencia de éste. Ese riesgo debe ser asumido
realmente con medidas efectivas, por quien se beneficia con la tutela cautelar y
no debe ser trasladado al demandado afectado con la ejecución cautelar.

Bajo ese contexto, afirmamos que la contracautela otorgada bajo juramento, no


es un mecanismo de resarcimiento viable. Basta que no tenga bienes el que
presta el juramento (beneficiado con la medida cautelar) para que el
resarcimiento se torne inviable.

La casuística que se presenta en torno al resarcimiento del afectado con la


medida no es alentador, pues, lograr ello implica gastos procesales y tiempo,
que muchas veces opera como mecanismos disuasivos para iniciar un reclamo
formal. Esto nos debe llevar a buscar un sistema equilibrado en las prestaciones
cautelares, de tal manera, que asegure realmente, a ambas partes, la satisfacción
de sus derechos y no sólo de manera unilateral al demandante.

El sistema judicial debe orientarse hacia la posibilidad de incorporar los


contratos de seguros para la eficacia en el resarcimiento de la contracautela del
demandado. Las pólizas de seguro para garantizar la responsabilidad civil del
demandante en el proceso, se deben incorporar al mercado asegurador, de tal
manera, que se ponga a disposición de los litigantes “seguros de caución” como
un medio idóneo y económicamente accesible para garantizar sus obligaciones
procesales cuando el Código respectivo así lo exige.
Esto permitiría que el perjudicado tenga una acción directa frente a la compañía
aseguradora del responsable para reclamarle la indemnización pertinente, hasta
el límite fijado en el contrato de seguro. Esta acción directa, que correspondería
al perjudicado frente al asegurador del responsable, es ventajosa, tanto para el
propio responsable, como para el perjudicado.

Brindar un mecanismo de tutela efectiva a favor de los intereses del demandado


(afectado con la medida cautelar), no sólo es una expresión de un proceso justo
sino de reafirmación de la razón de ser del Derecho, la igualdad, que se va a
traducir en las mismas posibilidades de acción que deben tener los participes
en la disputa judicial.

Este trabajo precisamente muestra el notorio desequilibrio que existe en el


tratamiento cautelar a favor del demandante y del demandado. El marco legal
no resulta idóneo, al sostener que “el juramento” es un mecanismo de garantía,
generando con ello, una evidente desprotección a la parte afectada con la
medida cautelar ejecutada.

Podemos afirmar que el sistema judicial se inclina preponderantemente a


brindar tutela efectiva, unilateralmente, sin prever las consecuencias de ese

34
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

desequilibrio, al dejar a cuenta, costo y riesgo del ejecutante las resultas de la


indemnización del afectado.

Todo ello nos permite constatar la ceguera del sistema judicial de hoy, cuando
traslada al demandado todo el peso del riesgo y del daño, esto es, cuando mira
con mayor “intensidad” los intereses del beneficiado con la medida cautelar.

35
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Anexos:
Estudios de costos de la póliza judicial aplicado al distrito judicial de Lima.

AÑO 1
(EN SOLES ORO)
PRIMER SEMESTRE

DETALLE ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO

INGRESOS

PRIMAS 82.500 165.000 247.500 330.000 412.500 495.000

EGRESOS

INDEMNIZA. - - - - - -

SALD. NETO 82.500 165.000 247.500 330.000 412.500 495.000

ACUM.
NETO 82.500 247.500 495.000 825.000 1.237.500 1.732.500

AÑO 1
(EN SOLES ORO)
SEGUNDO SEMESTRE

DETALLE JULIO AGOSTO SETIEMB. OCTUBRE NOVIEMB. DICIEMB.

INGRESOS

PRIMAS 577.500 660.000 742.500 825.000 907.500 990.000

EGRESOS

INDEMNIZA. - - - - - -

SALD. NETO 577.500 660.000 742.500 825.000 907.500 990.000

ACUM.
NETO 2.310.000 2.970.000 3.712.500 4.537.500 5.445.000 6.435.000

36
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

AÑO 2
(EN SOLES ORO)
PRIMER SEMESTRE

DETALLE ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO

INGRESOS

PRIMAS 1.072.500 1.155.000 1.237.500 1.320.000 1.402.500 1.485.000

EGRESOS

INDEMNIZA. - - - - - -

SALD. NETO 1.072.500 1.155.000 1.237.500 1.320.000 1.402.500 1.485.000

ACUM.
NETO 7.507.500 8.662.500 9.900.000 11.220.000 12.622.500 14.107.500

AÑO 2
(EN SOLES ORO)
SEGUNDO SEMESTRE

DETALLE JULIO AGOSTO SETIEMB. OCTUBRE NOVIEMB. DICIEMB.

INGRESOS

PRIMAS 1.567.500 1.650.000 1.732.500 1.815.000 1.897.500 1.980.000

EGRESOS

INDEMNIZA. - - - - - -

SALD. NETO 1.567.500 1.650.000 1.732.500 1.815.000 1.897.500 1.980.000

ACUM.
NETO 15.675.000 17.325.000 19.057.500 20.872.500 22.770.000 24.750.000

37
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

AÑO 3
(EN SOLES ORO)
PRIMER SEMESTRE

DETALLE ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO

INGRESOS

PRIMAS 2.062.500 2.145.000 2.227.500 2.310.000 2.392.500 2.475.000

EGRESOS

INDEMNIZA. 189.750 379.500 569.250 759.000 948.750 1.138.500

SALD. NETO 1.872.750 1.765.500 1.658.250 1.551.000 1.443.750 1.336.500

ACUM.
NETO 26.622.750 28.388.250 30.046.500 31.597.500 33.041.250 34.377.750

AÑO 3
(EN SOLES ORO)
SEGUNDO SEMESTRE

DETALLE JULIO AGOSTO SETIEMB. OCTUBRE NOVIEMB. DICIEMB.

INGRESOS

PRIMAS 2.557.500 2.640.000 2.722.500 2.805.000 2.887.500 2.970.000

EGRESOS

INDEMNIZA. 1.328.250 1.518.000 1.707.750 1.897.500 2.087.250 2.277.000

SALD. NETO 1.229.250 1.122.000 1.014.750 907.500 800.250 693.000

ACUM.
NETO 35.607.000 36.729.000 37.743.750 38.651.250 39.451.500 40.144.500

38
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Proyección en el año 3

AÑO 3
3.500,00

3.000,00

2.500,00
M ile s d e s o le s

2.000,00

1.500,00

1.000,00

500,00

-
YO
L
O

LI O
O

TO
O

RI
O

B
B
MB
RZ

NI
ER

MA

BR

EM
ER

EM
AB

OS
JU
JU
MA

IE
EN

CI
TU

VI
BR

AG

PT

DI
NO
OC
FE

SE

Meses PRIMAS

INDEMNIZ.

39
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

AÑO 4
(EN SOLES ORO)
PRIMER SEMESTRE

DETALLE ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO

INGRESOS

PRIMAS 3.052.500 3.135.000 3.217.500 3.300.000 3.382.500 3.465.000

EGRESOS

INDEMNIZA. 2.055.625 2.213.750 2.371.875 2.530.000 2.688.125 2.846.250

SALD. NETO 996.875 921.250 845.625 770.000 694.375 618.750

ACUM.
NETO 41.141.375 42.062.625 42.908.250 43.678.250 44.372.625 44.991.375

AÑO 4
(EN SOLES ORO)
SEGUNDO SEMESTRE

DETALLE JULIO AGOSTO SETIEMB. OCTUBRE NOVIEMB. DICIEMB.

INGRESOS

PRIMAS 3.547.500 3.630.000 3.712.500 3.795.000 3.877.500 3.960.000

EGRESOS

INDEMNIZA. 3.004.375 3.162.000 3.320.625 3.478.750 3.636.875 3.795.000

SALD. NETO 543.125 468.000 391.875 316.250 240.625 165.000

ACUM.
NETO 45.534.500 46.002.500 46.394.375 46.710.625 46.951.250 47.116.250

40
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Proyección para el año 4

AÑO 4
4.500,00

4.000,00

3.500,00

3.000,00
M ile s d e s o le s

2.500,00

2.000,00

1.500,00

1.000,00

500,00

-
YO
L
O

LI O
O

TO
O

RI

B
B
MB
RZ

NI
ER

MA

BR

EM
ER

EM
AB

OS
JU
JU
MA

IE
EN

TU

CI
VI
BR

AG

PT

NO

DI
OC
FE

SE

Meses PRIMAS

INDEMNIZ.

41
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

AÑO 5
(EN SOLES ORO)
PRIMER SEMESTRE

DETALLE ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO

INGRESOS

PRIMAS 4.042.500 4.125.000 4.207.500 4.290.000 4.372.500 4.455.000

EGRESOS

INDEMNIZA. 3.162.500 3.289.000 3.415.500 3.542.000 3.668.500 3.795.000

SALD. NETO 880.000 836.000 792.000 748.000 704.000 660.000

ACUM.
NETO 47.996.250 48.832.250 49.624.250 50.372.250 51.076.250 51.736.250

AÑO 5
(EN SOLES ORO)
SEGUNDO SEMESTRE

DETALLE JULIO AGOSTO SETIEMB. OCTUBRE NOVIEMB. DICIEMB.

INGRESOS

PRIMAS 4.537.500 4.620.000 4.702.500 4.785.000 4.867.500 4.950.000

EGRESOS

INDEMNIZA. 3.921.500 4.048.000 4.174.500 4.301.000 4.427.500 4.554.000

SALD. NETO 616.000 572.000 528.000 484.000 440.000 396.000

ACUM.
NETO 52.352.250 52.924.250 53.452.250 53.936.250 54.376.250 54.772.250

42
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Proyección para el año 5

AÑO 5
6.000,00

5.000,00

4.000,00
M ile s d e s o le s

3.000,00

2.000,00

1.000,00

-
YO
L
O

LI O
O

TO
O

RI

B
B
MB
RZ

NI
ER

BR
ER

EM

EM
MA

OS
AB

JU
JU
MA

IE
EN

TU

VI

CI
BR

AG

PT

NO

DI
OC
FE

SE

Meses PRIMAS

INDEMNIZ.

43
LA PÓLIZA JUDICIAL EN EL PROCESO CAUTELAR

Cuadro analítico

A N A L I T I C O

MONTOS BASE PARA PRIMA DE INDEMNIZAC.


DEMANDA FREC. CALCULO % SEGURO 23%
10.000,00 0,30 3.000,00 10,0 300,00 2.300,00
20.000,00 0,30 6.000,00 10,0 600,00 4.600,00
30.000,00 0,30 9.000,00 10,0 900,00 6.900,00
40.000,00 0,30 12.000,00 10,0 1.200,00 9.200,00
50.000,00 0,30 15.000,00 10,0 1.500,00 11.500,00
60.000,00 0,30 18.000,00 10,0 1.800,00 13.800,00
70.000,00 0,30 21.000,00 10,0 2.100,00 16.100,00
80.000,00 0,30 24.000,00 10,0 2.400,00 18.400,00
90.000,00 0,30 27.000,00 10,0 2.700,00 20.700,00
100.000,00 0,30 30.000,00 10,0 3.000,00 23.000,00

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