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En el año 2015, las Naciones Unidas y los Estados Miembros adoptaron la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible, que identifica los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169
metas para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar el bienestar de todos los que
habitamos en él.
Estos objetivos son un llamamiento a adoptar medidas que contribuyan a mejorar la vida de
todos, en este sentido, todos tenemos algo que aportar para la consecución de los mismos.
Desde los gobiernos con políticas que favorezcan su consecución, así como las empresas
privadas a través de iniciativas o adaptando sus procesos de producción y logística y, por
supuesto, nosotros como ciudadanos también tenemos mucho que aportar en esta tarea.
Cuando tiramos algo ya sea una pila gastada, una botella de plástico, un sofá, un bolígrafo o un
carro acaba normalmente en el vertedero, con el riesgo de que los materiales tóxicos que lo
componen se filtren al suelo o se quemen en un incinerador, que emite CO2 en el aire. Pero
hay otras maneras de proteger el medioambiente reciclando. Si optamos por recuperar y
reutilizar los productos y materiales en vez de tirarlos, originamos un impacto menor en el
medioambiente y nuestra producción y patrones de consumo son más sostenibles. Esto es un
ejemplo de cómo las prácticas de reciclaje conducen a la sostenibilidad medioambiental.