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CONSERVACION Y RESTAURACION DE MONUMENTOS EN LATINOAMERICA 1. La valoracién de la arquitectura americana en tlempos pasados A lo largo de la historia americana se han ido dando diferentes corrientes que han ido superponiendo a edificios existentes otros nuevos. Ello se ha hecho como sustitucién y atin como agregado de partes. Estas transformaciones se han sucedido a lo largo de toda la historia, tanto en épocas precolombinas, cuanto en las coloniales y republicanas. Muchas veces estos cambios hicieron desaparecer preciosos ex- ponentes anteriores en aras de un “modernismo” que en general sig- nificaba una copia de formas prestigiadas en las ciudades principales. La manera de llevar esto a cabo fue muy variada, pero el respeto por lo preexistente fue practicamente nulo. La teoria por lo general se apoyaba en el reacondicionamiento a una nueva funcién o a la puesta al dia en materia estética. Pero casi siempre subyacia un contenido ideolégico y politico muy fuerte. Y, en épocas mas recientes, el libera- lismo se apoyaria en principios puramente econdmicos. El panorama de las construcciones agregadas, superpuestas, des- truidas, sustituidas, se desarrolla desde la época indiana hasta nues- tros dias. Alli se verén cortes en que una corriente llega para impo- nerse sobre otra. Sin embargo hay, entre ellos, dos cortes bien claros que nos ayudar4n a comprender el problema y a ver los denominado- res comunes dejando de lado las anécdotas regionales. Estos dos momentos particulares son: la llegada del espafiol y la separacién de la politica peninsular. Y si bien pareciera mas tajante la primera, veremos que la segunda también hizo cambiar el destino de la América Latina. Con la conquista europea (espafiola y portuguesa) se ve conmovida la historia de pueblos primitivos, pero también la de otros -como aztecas, mayas e incas principalmente- que hab/an al- canzado un grado importante de organizacién y tecnologia. La forma en que se llevé a cabo la conquista y colonizacién hizo que se borraran las huellas de ciudades y edificios aborigenes im- planténdose sobre ellas las surgidas de las ideas traidas por los euro- Peos. Si bien a veces se dieron impostaciones, otras veces se dieron superposiciones y aun mestizaje de cdnones arquitecténicos, pero nunca pensé en conservarse estrictamente lo existente. El otro corte esencial se dio aproximadamente entre 1810 y 1830 y tuvo una serie de expresiones tal vez no tan fuertes, pero si mas ex- a i ines del XVIII cuando aun Lati- tensas y complicadas. Por un lado, a fines a noaménca era dependiente, hab/an irrumpido -a través de Academias de la peninsula y concretas directivas locales, profesionales venidos ins asic gabomamentales- las corrientes neoclasicistas que habian intentado acabar con el “antiestético” barroco. r i r circunstan- Estas nuevas ideas no habfan tomado auge sino po! unsta cias muy especiales. La refundacién de Guatemala, la consolidacién de Montevideo y la importancia cobrada por la Capitania General de Chile son algunos ejemplos que nos muestran la aplicaci6n de ellas a nivel casi exclusivamente oficial. Por otro lado, la separacién de Espafia trajo a Hispanoamérica una serie interminable de luchas intestinas, de desarrollos de ambi- ciones, de ingerencias franco-britanicas que terminaron con su uni- dad politica dando como resultado una atomizacién que no se de- tendra hasta principios del siglo actual con la autonomia de Panama como Republica separada de Colombia. En tal sentido, Brasil fue ms coherente y se mantuvo como pais Unico a pesar de las fuertes diferencias regionales. Pero sus antece- dentes geogrdficos e histéricos eran asaz diferentes. Con los problemas politicos y econémicos que el momento pre- sentaba, pocas fueron las realizaciones arquitectonicas. Aun las obras que estaban én ejecucién fueron suspendidas. Pero a medida que se iban instalando y afianzando los nuevos gobiernos, ellos iban insistiendo en la necesidad de dar -también en lo edili un corte bien claro. La necesidad de técnicos, que obviamente no podian buscarse en Espafia o Portugal, hizo que se reclutaran ingenieros, arquitectos y agrimensores en paises como Francia e Inglaterra que ya desde ha- cia un tiempo estaban esperando la oportunidad de ingresar en nues- tros paises. A través de este sencillo expediente les fue posible lle- gar, y con todos los honores. De este modo se trajeron a estas tierras las ideas que entonces sustentaba la Ecole des Beaux Arts que eran -en realidad- similares a las que sustentara la Academia de San Fernando de Madrid y que sdlo en parte habian tomado cuerpo en América. Pero tampoco en esta oportunidad las realizaciones fueron mu- chas, ni fueron aprehendidas a nivel popular. El uso que quiso hacer- se de estas formas como contraposicién a la “decadencia” de los canones hispanicos, la digitacién de esta “reaccién antigoda”, no que- el tal cor a Pretendia. Recién en la segunda mitad del -y Por otras realidades mas - i e- micas hicieron su entrada rae ea tae 22 No obstante, esas realizaciones fueron principalmente de dos ti .s; la terminaci6n de edificios inconclusos (especialmente tachad: 5) a concrecién de obras de infraestructura (cementerios, crc ie adificios conmemorativos). z eles, Sicon la llegada del espafiol se traté de borrar jit colombina destruyéndose los edificios y las faze ae cambios producidos a principios del XIX se aniquilaron construccio- nes y obras de arte espafiolas y portuguesas 0 se las vistieron de ropajes neoclasicos que dieron como resultado alteraciones tan im- presionantes como la catedral de Buenos Aires 0 el palacio de gobier- no de Quito. En lo urbano hubo intentos de innovacién, pero las tra- zas de las ciudades existentes no llegaron a ser muy cambiadas en este periodo. La dependencia de los paises europeos que se desarrolla a partir de 1850 hace que el gusto francés en lo cultural y las ideas inglesas en lo comercial vayan penetrando en tierras americanas y vayan dan- do la ténica, primero dentro de los sectores de mayores recursos y mas adelante, lentamente en los sectores populares. Si la vivienda se mantiene en sus planteos originales generales, su fachada va cambiando y luego -poco a poco- va introduciendo al- teraciones, en sus dimensiones especialmente. La llegada de corrientes inmigratorias, la construccién de los ferro- carriles, la extraccién masiva de las materias primas, la instalaci6n de puertos, haran que la faz latinoamericana cambie rapidamente, sobre todo en las capitales y en las zonas costeras. Si a ello sumamos los problemas sismicos, agravados en muchos casos por la falta de ma- nutencién, los evidentes cambios funcionales de las economias y los vaivenes politicos, podemos darnos una idea de la total despreocupa- cién de pueblo y gobernantes con respecto a la conservacién arqui- tecténica, que corria paralela a la falta de conciencia de los valores culturales autéctonos. 2. La destruccion del patrimonio arquitectonico americano Pero si bien en los siglos anteriores los cambios se habian ido sucediendo a un ritmo acompasado y las soluciones drasticas sdlo se habfan dado en ciertos momentos, es a partir de mediados del XIX en que los movimientos se haran en forma brusca, impuesta, muchas veces destruyendo lo existente. Es notable ver cémo en esta época en que las ideas liberales cobran fuerza, se concretan multitud de edificios en Areas que ya hab/an estado construidas. Logicamente con ello se hace desaparecer buena parte del patrimonio arquitect6ni- Co colonial. 23 s del XVIII le habia seguido aque. ica de fine: . A la corriente neoclasica los primeros gobiernos patriog lla segunda oleada que llegara con i A ella -a su vez- le siguieron los movimientos scomencos que proponian en estas tierras las nuevas corrientes que se iban generan. do en las escuelas europeas. ' Al neoclasico fueron sumandose entonces las ideas romanticas neomedievales y neogoticas introducidas fundamentalmente Por in. gleses y alemanes. Por otro lado los maestros italianos -y en algunos lugares como el Cono Sud, la afluencia de mano de obra meridionay. dieron el toque italianizante no solo en ornamentaciones, sino tam. bién en nuevos partidos. Las corrientes higienistas a partir de 1870, introdujeron ademas nuevas ideas referentes a tamafios de vanos y patios, metros cubicos de aire, posibilidades de iluminacién que alteraron las proporciones arquitecténicas. A ello se sumaron los nuevos dictados Para el uso del suelo urbano, los servicios, y el ordenamiento sanitario y estético de las ciudades. Paralelamente a esto iba apareciendo toda una nueva gama de funciones econémicas, politicas educacionales, que debian encontrar albergue propicio. Merced a ello se hizo necesaria la construccién de hospitales, escuelas, mercados, bancos, oficinas, a la vez que se decidis la edificaci6n de nuevas sedes de gobierno, nuevas catedra- les e iglesias, nuevas instalaciones portuarias que en general se ubi- caban en el mismo terreno de sus antecesoras, demoliéndose asi la construccién preexistente. En el caso de las viviendas, el cambio se dio Por el buen prestigio alcanzado por otros barrios, a veces buscando terrenos mas altos, otras veces por mudanzas compulsivas después de un sismo o una epidemia, coexistiendo asi edificios coloniales y académicos. Pero no sdélo se Produjeron estas demoliciones y nuevos edificios. Por entonces también el individualismo creciente propicié el naci- Miento de una corriente que hasta hoy no se ha extinguido: el cambio de fachada. Asi como en el mundo europe i i i: 1e0 si se decid a casa, se trata en | le modernizar un €n el siglo XIX americano se comenzé a ta inte, atin sin introducir mejoras sustanciales en 'S estos arreglos se limitaban ala “recepcién”. tar de modernizar el fre el interior, cuanto ma: 24 Algunas ciudades de entonces sufrir i ae naan a en un naa ret Santiista y el encandilamiento del progreso traera aparejados n ie rosos cambios: se intensificaran los trabajos de ‘embellecimiento ur. panistico, apareceran las veredas, se extenderd la red de emy ie dos, se dotaran los servicios de aguas corrientes, transporte ar - rio, se disefaran parques y lugares de recreacién mas alld de las pla- zas coloniales y las alamedas neoclasicas. : Si bien los parques 0 los cementerios podian ubicarse en la perife- ria, el resto de las realizaciones alteraran los centros histéricos. No es que el progreso real que esto significa haya destrufdo el patrimonio, pero si la manera de llevarlo a cabo contribuyé a un drastico cambio de fisonomfa. Ejemplo de esto son las nuevas nivelaciones de las calles para tendido de vias; con ello no sdlo se alteraron fachadas, sino que generé una larga lista de problemas estaticos. Otro ejemplo son los recortes u ochavados de esquinas para paso de carruajes en calles pensadas para el peatén o el jinete. Pero ademas el entorno unitario de las ciudades coloniales, donde las iglesias y el cabildo constituian los hitos principales perfectamente articulados con el resto, se vio totalmente desbaratado por la creacién de edificios individualistas que se pensaban en si mismos sin tener en cuenta las lineas que sugeria la construccién contigua 0 el carac- ter de la calle. Surgieron entonces obras de gran valor como hecho individual, que fueron del academicismo al eclecticismo y luego siguieron los dictados del modernismo, pero que no tuvieron conciencia de que estaban destruyendo un todo coherente que hasta entonces era ca- racteristica de las ciudades de Latinoamérica. Cuba, que atin dependia de la corona espafola, recibe un fuerte impulso en la segunda mitad del XIX como efecto de demostracion ante los paises que se habian independizado. De alli que -especial- mente en La Habana- podamos hoy ver barrios enteros como el Ce- tro 0 el Vedado con importantes construcciones de esa época. Pero este desarrollo de nuevas areas no permitiré aun la alteracion del centro histérico, cosa que sobrevendra después. Muchos de estos emprendimientos fueron obra de arquitectos eu- Topeos que se trasladaron a estas tierras, luego aparecieron también los americanos que se formaban en Europa y regresaban a su patria, Pero impregnados de los dictados del viejo mundo. Pero si las corrientes respondian a problemas ideolégicos de aquellos paises, al llegar aca nada representaba una corriente art Nouveau opuesta a un eclecticism, ni un neogotico en contra de un Neoclasico. Asi fue que en América se dieron simbiosis de disposicio- 25 ieran como opuestos. Esta ten. ntos que en Europa nacieran ; ceca pringipaimente en las provincias y en las pequefias ciy. dades y se agudizé con el correr del tiempo. itéricas y de menos recursos ge i into en las zonas periférica: i i feraeatiaea costumbres, y también, sin grandes alteraciones, Se continuaba haciendo la conservacién cotidiana Se tarde Posibilitara el salvataje de interesantes ejemplos. ean as rurales, las haciendas y ciertas viviendas -en algunos eee eons ee i le s - uedaron al margen de estos dictados « c los ee aiees de este regiones mantuvieron la tecnologia tradicional, Al mismo tiempo con la llegada de antropdlogos y arquedlogos a América, la conquista de nuevos territorios (en Principio con intereses extractivos) y la creacién y renovacién de entidades culturales como museos, bibliotecas, universidades, se Puso por primera vee la mira en el patrimonio monumental. Pero como siempre, vale lo “antiguo’ y No lo meramente “viejo”, y entonces quienes se ocupaban de estos menesteres se dedicaron exclusivamente a lo Precolombino, no dan- do importancia -en absoluto- al pasado hispanico. Tanto es asi que Ambrosetti, estudioso del pasado Prehispanico en la Argentina, al comentar las bondades del establecimiento de co- lonias agricolas en la Provincia de Misiones dice que alli “la casa Puede hacerse ya sea de Palo a pique o de piedra que abunda por todo, y si se sittia cerca de alguna antigua reduccién echar mano de la numerosa Cantidad de piedras qi jue ahi existen” (1892). 3. La revaloracién del Patrimonio arqulecténico Como respuesta cultural Fue en plena época eclecticista, 19: n Dc 1 1820, en que se comenzé con la Testauraci6n de u Sitio Arqueolégico y fue en territorio hondurefo. idad viajeros Y estudic i Pado por conocer y documentar ios aaa rect al iti i: ime- fo fue del Rio, un militar espanol que a te es See enterado de Ia existencia de lag Gi6 una serie de viajes. Po; francés Waldeck incursion6 €n el mis On A lo largo de todo el siglo -y especialmente después de las gue- rras de independencia- se sucedieron los viajes de personas interesa- das en distinios aspectos que con mayor o menor rigor fueron toman- do apuntes. Estando sobre los finales de la centuria apareceran ar- quedlogos y estudiosos que encararan la tarea en forma cientitica. Entre ello se destacaran Squier, Wiener i . y Ambrosetti en la zona sud, y Stephen, Catherwood, Maudslay, Garcia Elgueta y Owens en el norte. Pero es justamente en este ultimo sector donde esos releva- mientos y excavaciones van a devenir en i i co tiempo proyectos de conservacién. me ae El final del XIX se continua con trabajos de descubrimiento y docu- mentacién a lo largo del territorio americano y recién con la primera guerra mundial se nota un pequefio receso. Tanto arquedlogos loca- les, cuanto europeos y norteamericanos, llevan a cabo estos estu- dios, siempre complementados por los aportes que los aficionados iban haciendo. Pasada la guerra parece notarse un nuevo impulso a estas activi- dades, pero ya con otro cardcter, pues algunos cambios operados entre 1910 y 1920 traerian nuevos ingredientes que abririan nuevas perspectivas. Las contradicciones politicas de aquellos afios, el surgimiento de las clases populares a los centros de decisién, la constatacién del fra- caso europea, fueron algunos de los puntos que instaron a la busque- da de un modelo propio. Obras literarias como las de Ricardo Rojas en la Argentina y José Vasconcelos en México propiciaran desde ambos extremos de América Latina la vuelta a las fuentes locales. En esa vuelta se esperaba encontrarse con las raices de la nacio- nalidad. Este primer vuelco literario pronto apunté también a lo estéti- co y se tradujo en la revaloracién de formas autéctonas. Sin embargo, la desorientacién era muy grande. La tarea de disefio arquitecténico en escuelas y estudios profesio- nales continuaba haciéndose segun los métodos académicos con todas las connotaciones que ello implicaba. Quienes pretendian pro- yectar de acuerdo con las nuevas ideas de “restauracién nacionalista” slo acertaban a cubrir con nuevas formas los partidos eclécticos. Pero para conocer estas formas locales era necesario el conoci- miento de ellas y de allf la continuacién -ahora apoyada por disefiado- res- de las tareas arqueolégicas que se habfan suspendido durante un corto tiempo. Los estudios arqueolégicos por su parte dieron pie a trabajos de reconstruccién que se extendieron esta vez por todo el continente, manteniéndose a México a la cabeza de las tealizaciones. 27 ra decir sobre esto. Interesante seria también See! his studio, profundo sobre el tema en particular, no s6lo documentar los hechos, sino entrentar un andlisis critico del pro- blema. Pero dentro de los limites de nuestro actual cometido, pode- mos adelantar algunos puntos importantes. i ue, si bien los medios de comunicacién iban facili- oe ol intercambD, cada regién enfrenté el asunto desde focos dife- rentes. Por otro lado la incidencia de extranjeros se mantuvo, aunque la mayorfa de quienes acometian estas tareas era gente lugarefa o extranjeros radicados aqui. En algunos sitios se comenzé la labor por una limpieza y luego pas6 a una somera anastilosis, pero poco mas adelante se encararon la reposici6n de partes, el completamiento de frisos, la colocacién de dinteles. Y asi fue como en algunos afios -en las décadas del 30 y el 40- se reconstruia lisa y llanamente por analogia, por interpretacién o -simplemente- por invento. Con ello se gané en ofrecer a los visitantes sitios arqueolégicos teconocibles y no el “contuso panorama” de ruinas mas o menos lim- pias y consolidadas. Pero esto fue a costa de distorsiones y de agre- gados que ya nunca permitirian la exhumacién verdadera de la cons- truccién. Los relevamientos planimétricos y fotograficos que se reali- zaron al comenzar el siglo nos permiten hoy constatar las deformacio- nes realizadas entonces. Aunque no sélo fueron esas nuevas Partes reconstruidas las cul- Pables de las distorsiones; también lo seran los agregados de hitos conmemorativos, placas y hasta maniquies y falsas piramides coloca- das seguin el gusto del “restaurador’, por no comentar la organizacién de los accesos al sitio que muchas veces falsean el espacio original. Mientras tanto se continuaban las tareas de excavacién, de las que surgfan objetos o partes jerarquizadas de la construccién, siendo éstos ocasién para extraer piezas Para ser llevadas a museos Capita- linos, cuando no a Colecciones particulares o extranjeras. Se perdie- A todo este movimiento indigenista que -particularmente en Méxi- co y en Peru- se plasmé en Testauraciones y en la concrecién de Nuevos edificios, se ahadiria otro neocotonial que si bien se planteaba oe las mismas bases, daria lugar a realizaciones de mas largo al- Aunque este renacimiento i incli : ameri ai: hacia el ne, Icano se inclinara al principio mas }0-indigenista, pronto comenzaran | i » Pr los autores a teorizar sobre los valores de la arquitectura virreinal. El Padre Ricardo Cappa, 28 espafiol y luego los mejicanos Revilla, Baxter, Alvarez, Mariscal, el Dr. Atl, y el argentino Martin Noel cubrieron entre 1890 y 1914 este cometido. Mas tarde esto tendria su eco con Ios libros del espafiol Lampérez y Romea que abririan el interés peninsular por estas tie- rras. Los principales apoyos tedricos continuaron haciéndose desde México y Argentina, mientras que las concreciones arquitecténicas a nuevo se dieron en todo el continente. Lima, México, Caracas, Bue- nos Aires, Rio de Janeiro vieron surgir ejemplos neocoloniales en sus calles que luego también se “exportaron” con los pabellones de las exposiciones, especialmente la (beroamericana de Sevilla. Al repertorio de formas indigenas y coloniales, pronto se sumaron otras dos corrientes: la neobarroca y la californiana. La primera en realidad rescataba disposiciones propias del sud ibérico: Andalucia y los Algarves con su barroco popular y con sus ingredientes moriscos eran modelos que aqui se recreaban. La otra vertiente partia de la revalorizaci6n que Estados Unidos habia hecho de sus misiones fran- ciscanas y que entonces nos reexportara para consumo latino. Los tedéricos de ese momento creyeron encontrar a veces mas autenticidad en el “mission style” que en los ejemplos de sus propios paises. Asi fue que tanto en los exdominios espafioles, cuanto en el Brasil quedaron edificios que utilizaron este vasto repertorio. Por aquella misma época los Congresos Panamericanos de Arqui- tectos comenzaban a incluir estos temas -que resultaban los mas po- lémicos- entre sus debates. Y de alli surgia la idea de introducirlos como objeto de estudio en las escuelas de arquitectura. En Montevi- deo (1920) se hablaba de la ensefianza de Ia historia arquitecténica americana. En el Segundo Congreso, realizado en Santiago en 1924, se insistia en el estudio de las tecnologias y materiales. Asi fue que timidamente se fueron introduciendo los temas de his- toria americana dentro de los curricula de arquitectura, y curiosamen- te fueron hijos de inmigrantes o extranjeros residentes en Latinoamé- rica quienes tomaron la iniciativa en la docencia, la investigacién, el trabajo de campo. Se destacaron el hungaro Juan Kronfuss en la Argentina, el ruso Gregori Warchauchick en Brasil y el italiano Adamo Boari en México. Mientras tanto se continuaban los trabajos de relevamiento y de documentacién histérica que iban -poco a poco- interesando también a algunos grupos de estudiosos espafiles. Ya en 1929 comenzaban las labores en Yucatan (México) y los trabajos fragmentarios hechos en la Argentina. En la década siguien- te se continuaron en Brasil, Peru, Guatemala, aunque en ninguno de 29 ellos la tarea fue realmente sistematica, ni abarcé més que algunas ciudades o regiones. ee ji nces la idea de la salvaguarda 0s, Se gests en base a la morfologia de los ah fue pren- diendo en casi todos los pafses del area. Veremos ee mo se plas- maron en cada lugar y qué tipo de teorlas se sustentaban. 4, Teoria y Legislacion américa muy diversas han sido las orientacio- ie la conservacion y de la salvaguarda. De ién en tal sentido haya tenido fuertes diver- gencias a través del tiempo, y en el dia de hoy - a pesar de los mu- chos intentos de unificacién- estén en muy dispares condiciones, lle- gando algunos paises a carecer de un cuerpo legal medianamente eficaz. Algunas naciones comenzaron a tratar estos temas uniéndolos al problema de los bienes muebles. Por eso fue que en su reglamenta- cién mas se hablé de trafico comercial y resguardo aduanero. Otras vieron el sujeto de los sitios arqueoldgicos y todo lo que las excava- ciones clandestinas traian aparejado. Unos paises prefirieron enfrentar el tema del monumento histérico, otros hicieron hincapié en los poblados tipicos y muy pocos entendie- ron el problema del paisaje urbano, el entorno o el ambiente natural. Sin embargo, hubo algunos denominadores comunes que son dig- nos de destacar. Como ya dijéramos en puntos anteriores se dio pri- meramente importancia histérica a los sitios precolombinos y ellos fueron en general los elegidos para protegerse, conservarse y -légica- mente- legislar. Ejemplo de ello fue el decreto de 1893 con el objeto ee de conservar las ruinas de Gumarkaj en Utatlan (Guatema- la). Pero en aquel entonces pocas fueron las concreciones especificas sobre conservacién monumental, mas bien se dictaron leyes genera- les que trataban del acervo histérico, la creacién de museos, bibliote- cas y archivos. Al igual que en los trabajos de campo i : y en la documentacidn, re- cién en las décadas del 20 y del 30 se comienzan a ver los problemas en eae eo Por un lado englobando todas las expresiones de ial y por otro teniendo ; cere en cuenta lo concretamente ar- Alo largo de Latino: nes dadas a la doctrina de alli que también Ia legislaci Brasil nos da el ejemplo de federali a p ismo al promulgar ya en 1927 la creacion de la Inspectoria de Monumentos del Estado le Bahia, a la 30 que seguiré la de Pernambuco. Mientras tanto se habian sucedido desde 1923 diversos proyectos en los que, a pesar de lo temprano de la fecha, se habla de problemas de entorno con el apelativo de “pers- pectiva”. México nos mostrard la faz ambientalista con sus leyes de 1930 y 1934 en las que hace referencia -ya en su titulo- a las bellezas natu- rales” y a las “poblaciones tipicas”. Pero por su lado Guatemala en 1955 llegara a crear el Parque Nacional de Tikal que tiene la impor- tancia de ser, segun se estima, el primer instrumento legal de tal tipo en Centroamérica, y que incluye la conservacién del centro cultural maya, asi como la fauna y la flora. En la década del 30 se concretan leyes basicas como las de Brasil (1937) y la de la Argentina (1940), para lo cual hay que tener en cuenta la VII Conferencia Interamericana de Montevideo, en la que Luis F. Cisneros propondra una cooperacion entre los paises, y el Congreso de Historia de América (Buenos Aires, julio de 1937), en el que hubo participacién masiva del continente y se recomend6 inven- tariar el patrimonio y legislar sobre éI. También conviene recordar el Tratado Interamericano de Proteccién de Bienes Muebles firmado en 1935, que continuara con validez por mas de 30 afos. Pero a pesar de estas bases americanas que deberian primar, la Republica Argetina explicitamente apoya su articulado en las leyes de Francia, Inglaterra, Bélgica e Italia. De todos modos su legislacion sera muy pobre ya que apuntara mas a la creacién de una Comisién Nacional que se encargaria tanto del inventario, cuanto de las restau- raciones, publicaciones, declaracién monumental, organizacién de museos, etc, que a las bases mismas del problema. Ello dio como resultado inmediato una importante labor que se extendié hasta comenzada la década del 50. Hoy dia no tiene ningu- na eficacia, como se vera mas adelante. Intentos de nueva legislaci6n acorde con los tiempos se hicieron algunas, como el proyecto nacio- nal de 1974, pero no se llegaron a sancionar. Sdlo han cabido regla- mentos municipales y la creacién de algunos organismos provincia- les. Contrariamente, el Brasil que en su ley parece dedicar mas esfuer- zos a las obras de arte, con la creacién del Servicio de Patrimonio comienza una labor que a través del tiempo se ha ido densificando y que con los cambios sociales y culturales ha sabido ir adaptandose y Poniéndose al dia periédicamente. He aqui dos legislaciones que nacen con poco tiempo de diferen- cia, con una similar organizacién en base a un grupo técnico y que la vitalidad en uno y la apatia en otro han llevado a ambos paises a re- sultados tan diferentes. 31 del 40 hay paises que promulgan leyes como Vene. ae laeaeyiotouetsmall (1947), pero también ey eae ver cémo han variado algunos conceptos. De la idea de lo hist He (Sitio donde sucedié algtin hecho relacionado con la historia pol itica Ola vida de un précer) se pasa a la idea de lo artistico, esté “correlaciona. do 0 no con la historia nacional", como anota Venezuela. También para este tiempo ya existia legislacion atinente a conjun. tos. Aparte de las leyes mejicanas mencionadas, Brasil ha declarado en 1933 “Monumento Nacional” a la ciudad de Ouro Preto, denomina- cién que también utiliza Guatemala al legislar sobre Antigua, concre- tando asi por primera vez tal tratamiento para uno de sus conjuntos coloniales. Y llegara la década del 60 donde comenzara a cambiarse de rum- bo, para lo cual -como habia pasado treinta afios antes- tendran gran influencia las reuniones internacionales. Los congresos de la Unesco, de Oea, del Icomos y otras reuniones regionales serviran primero para llamar la atencién sobre diversos puntos y luego culminaran en acuerdos, “cartas", compromisos y concreciones de cooperacién. Del mismo modo ello se traducira en realizaciones nacionales o de dife- rentes areas. La Unesco hablara de proteccién al paisaje urbano y alas zonas préximas al monumento (Paris, 1962), la reunién de Jefes de Estado (Punta del Este, Uruguay, 1967) en la que se hablaré de conserva- cién de monumentos, mas tarde la de Oea (Sao Paulo, Brasil, 1972) en la que se trataré del comercio de bienes, inventario, legislacion... Pero lo que hard dar un real vuelco a la situacién sera la famosa Car- ta de Venecia (1964) y poco tiempo después las Normas de Quito (1967). En este primer documento ue atin hoy sirve de fundamento a los restauradores de todo el mundo, se Puntualiza una serie de definicio- nes y recomendaciones que en tales afios constituia una gran nove- dad: la documentacién hist6rica, el turismo Cultural, el respeto por todas las etapas de la obra, el tratamiento conservacionista y no re- constructor. En la reunion que le diera origen estaban presentes sola- mente este Ultimo redacta un glosado de la Carta especialmente adaptado a los problemas de ‘SU pais. : Tres afios después se Produce la reunién de Quito en la que parti- cipan americanos y espafioles, y de la que surgen las Normas. En 32 de tomar en cuenta él patrimonio de los siglos XIX y XX y la impres- cindibilidad de un accionar eminentemente técnico, De alli que se recomendaran no sdlo soluciones nacionales, sino también regionales. Igualmente se propendra a integrar los planes de conservacién con los de turismo por los beneficios mutuos, asi como por la prevencién de un mal uso del patrimonio. En cuanto a la faz tedrica se hablara de la conservacién de entornos mediatos e inme- diatos, la necesidad de trabajar con documentos histéricos y de res- petar las evidencias de obra. Finalmente se propugnaré la creacién de centros especializados de trabajo y formacién. Muchos paises, a partir de estos documentos, variaran y pondran al dia su legislaci6n. Brasil, Cuba, Chile, México, Guatemala son al- gunos de los ejemplos. Pero no sdlo sera en lo atinente a las leyes, ya veremos cémo se cambiaron las formas de concretar las conser- vaciones y restauraciones, y cémo en ciertos lugares del continente se comenzaron -quizds un poco lentamente- a realizar tareas de in- ventario, formaci6n de técnicos y organizacién de laboratorios y talle- res. Aun quedan muchos paises con legislacién anacrénica, otros que teniéndola actualizada no la aplican y finalmente otros que derogan articulos en momentos en que politicamente les conviene, dejando desprotegido al patrimonio. Todavia falta mucha conciencia al respecto y real compromiso frente a los documentos internacionales que ciertos paises luego de firmar no llevan a la practica. Desgraciadamente a veces en vez de actualizar la legislacién nos encontramos ante abogados que argumentan con situaciones como la diferencia entre “monumento” y “lugar” o entre “cenotafio” y “esta- tua” o que nos hablan de dominio publico, servidumbre, restriccion, mientras cada dia nos quedan menos monumentos, lugares, cenota- fios y estatuas a quienes aplicarles una futura ley y donde conceptos como el de “Bien Comtn” son totalmente desconocidos. 5. La restauracion en América antes de 1964 Si bien hoy podemos asustarnos del sustento tedrico y del resulta- do edilicio de las realizaciones anteriores a la Carta de Venecia, no todo lo que se hizo entonces fue tan malo, ni lo concretado después @s tan correcto, Hubo planes urbanos, restauraciones puntuales, conservaciones Correctas y reconstrucciones infames. En algunos casos se destruyd ¢l patrimonio sin miramientos en aras de la escenografia. En otros, la 33 >, | restauracién realizada con escasos medios tal vez no sea ta mp, : trecta, pero ha posibilitado el que hoy eee “Y Usemog. eco cios que si no estaban condenados a morir. i Aparte de lo que se llevé a cabo, ees los Proyectog a quedaron en el camino. Contemplando sus disefios a veces nog teh? tamos de ser un area empobrecida... iqué equivocaciones hubign mos cometido si hubiéramos tenido algo mas de dinero! 7 ayamos a conocer lo que concretamente se hizo deg de epee guerra, practicamente en forma coincidente con a descubrimiento colonial y los primeros intentos de legislacign, Sobre, conservacién de monumentos. La idea que se tenia de la restauraci6n Presuponia algunos Puntos comunes en toda América. Por un lado se la entendia como un traba. jo a ser acometido puntualmente y si bien en algunos casos se habla. ba de la “perspectiva” que daban las construcciones adyacentes, No. se pensaba que éstas debieran también ser restauradas o Protegidas En algunos casos de edificaciones aisladas el problema no era tan patente, pero en zonas urbanas de tejido denso ello daba Contrastes muy deformantes. El otro pensamiento era el de llegar a lo original, sin tener en cuenta las etapas sucesivas de la obra y sin entender que cada una representaba una parte de Ia historia del Monumento, Por otro lado, una suerte de romanticismo a lo Ruskin llevé mu- chas veces a “dejar las cosas como estan”, o mejor dicho a hacer consolidaciones haciendo ver que “no se habia hecho nada” cuando en realidad se habian hecho muchos trabajos. Esta corriente recibié las influencias de las restauraciones de California que dejan -y hasta consolidan- las roturas, las caidas de revestimientos, la falta de revo- ques en las puntas de dinteles, etc. Por ese mismo afan de no tocar Se opt6 muchas veces por Proteger la obra con un templete para que no se deteriorara mAs, alterando asi el ambiente en forma total. Unido a esto aparecié la moda del desnudamiento de los muros dejando al descubierto la mamposteria, idea que se apoyaba en'la Naturaleza de los materiales” Propiciada por Wright... para edificios nuevos, También surgié el concepto de que el agregado de partes nuevas debja hacerse “en estilo”, es decir: Copiando formas del resto del ed ficio, en donde cuanto menos Se notara la parte nueva, mejor. Como Corolario aparecié entonces la Necesidad de “corregit oe defectos” de la obra, concepto que sirvié Para apoyar demolicion® de partes o derribos totales. Algunas de estas ideas se aunaron en ciertos momentos Y inst Caron asi tratamientos aberrantes, E| fachadismo y la “correccl? 34 dieron.como resultado planes urbanos desastrosos, sobre todo en las plazas centrales de las ciudades. La idea del monumento aislado - ue debia ser admirado- permitié la apertura de avenidas que corta- ron el tejido urbano. La corriente romantica introdujo en el consenso general la idea equivocada -por ejemplo- que en el Cono Sud los dinteles de madera quedaban totalmente a la vista. Todo por haber dejado “limpias” las cosas como se encontraron. La moderna concepcién de materiales naturales y resalte de textu- ras se aplicéd a los monumentos quitandose los revoques y estofados, llevandose con ellos pinturas murales y molduras. Ademdas no se per- mitié que partes que si habian sido preparadas para quedar sin re- vestimiento se destacaran del resto. Ejemplo clasico es el de las por- tadas de canteria que resaltaran sobre el muro empafietado y blan- queado, y que hoy se confunden con la tosca mamposteria de piedra que ha quedado a la vista en sus adyacencias. Sin embargo, hubo casos en que -a pesar de este estado de ideas general- los encargados de la restauracién apoyandose mas en su sentido comun y en el afan de legar a la posteridad el recuerdo de un pasado histérico, llegaron a concreciones bastante aceptables. Por eso no podemos decir que antes de la Carta de Venecia todo estuviera emprendido en forma errénea, ya que hubo profesionales de muy distintas miras, asi como obras encradas de muy diferente manera por un mismo profesional. Lo que si podemos afirmar es que en aquellas épocas “heroicas” como se las llama en Brasil, las reali- zaciones se hicieron muchas veces a costa de grandes sacrificios, con poco dinero, con tecnologia minima y en lugares en donde no podia pensarse siquiera en un buen transporte o un buen alojamien- to. Las obras arqueolégicas muchas veces fueron tratadas mas como excavaciones y para compulsa de datos, que para ser restauradas y consolidadas. En El Petén (Guatemala) ni siquiera se taparon las trin- cheras después del trabajo de cateo. En Bolivia, en cambio, se toma- ron algunos monumentos y se los reconstruyeron agregandosele par- tes o cambidndolas de lugar. El caso de Tiahuanaco es harto conoci- do y fue la base de polémicas durante las décadas del 60 y el 70. En México también hubo reconstrucciones que se llevaron a cabo sin siquiera tener una base documental. En el otro extremo, en la Argentina, la “restauracién” del Pucara de Tilcara, comenzado en las Primeras décadas del siglo, fue luego una lisa y Ilana reconstruccién. _ Algunos trabajos tuvieron una concepcién general buena, pero Ciertos detalles fueron muy mal solucionados. Ejemplo de ello es el 35 Proyecto de Tikal (Guatemala) comenzado en 1956 con una buena labor de conjunto, pero destruyendo una estructura para investigar una zona. Otros ejemplos hay en México de destrucciones parciales para colocar luces y caminos asfaltados. En cuanto al tratamiento de las obras coloniales ya dijimos que las variables son multiples. En la mayoria de los paises se manejo e| concepto de fachadismo, manteniendo o restaurando lo existente y construyendo en el interior todo a nuevo. Esto fue muy patente por ejemplo en Brasil. En Salvador era la idea clave de aquellos afios, encontrandonos hoy con telones ornamentales detras de los cuales puede suceder cualquier cosa. En Peru se llegé a un escalén mas, ya que desde 1925 con la “sistematizacién” de la plaza San Martin se decide montar escenogra- fias, criterio que se mantendra por varias décadas. Pero lo terrible fue que para tal cometido se derribaran las auténticas casas coloniales para construir remedos que llegaron a su maxima expresion en la Plaza de Armas de Lima con el palacio arzobispal, el de gobierno y todo el entorno hecho a nuevo. Mientras tanto en Cusco se habia destruido totalmente el “cuadro” entre las plazas de la Merced yel Regocijo para construir alli el hotel de turistas (arq. Harth-Terré, 1937). Dentro de la misma corriente se inscriben los postulados del plan urbano de Salta (Argentina) formulado por Angel Guido. En él se pro- picia el “renacimiento colonial” llegandose en los afios de su aplica- cién a los mismos resultados de Lima, si bien de forma mas puntual y no por planes de conjunto. En la Argentina el arquitecto Mario J. Buschiazzo, técnico de la Comisién de Monumentos, se hace cargo de la restauracién de algu- nos ejemplos sobresalientes dentro de a historia Politica argentina como los cabildos de Buenos Aires y de Salta, la Casa de la Indepen- dencia en Tucumén, encontrandose en cada uno con problemas muy distintos. Su accién sobrepasa las fronteras debiendo ocuparse de la Casa de la Moneda de Potosi (Bolivia) y del Centro Histérico de San Juan de Puerto Rico. En realidad sus tealizaciones iban de Ia limpie- Za y consolidacién (Salta), hasta la reconstruccién en base a cimien- tos y documentacién (Tucumén), pasando por casos como el del ca- bildo de Buenos Aires en que hubo liberaciones (de ropajes france- ses) y reconstruccién (de balcones y torre). Si bien como deciamos antes, el subdesarrollo y la falta de medios econdémicos protegid muchas veces Nuestro patrimonio, hubo mo- mentos en que por causas ajenas se cont con apoyo monetario que permitié encrar restauraciones en forma masiva. 36 El centenario de la muerte de San Marti i rar a 1950 como “Afio del Libertador” en iageninetpae cece rar esto la Comisién de Monumentos emprendié en muchos lugares la restauraci6n de edificios, que muchas veces signiticé la destrucolén (por fachadismo) de ellos, cuando no fue por incorporacién de tecno- logfas inadecuadas. Sin embargo, esto permitié el relevamiento y la publicacién de datos que de otra manera hubieran permanecido igno- rados. Los excelentes dibujos de Nadal Mora son un ejemplo de ello. En Peru, en cambio, la causa de la convergencia de dinero -pero aun mas de voluntades- fue el terremoto que destruyé buena parte de la ciudad del Cusco en mayo de 1950. Si bien hubo misiones de la Unesco, como la de George Kubler, y planes urbanisticos variados, en cuanto a restauracién en si es necesario referirse a la obra de Oscar Ladrén de Guevara. Este arquitecto cusquefio fue quien se encargé del rescate de las principales iglesias y casas de la ciudad, mientras que la propia cate- dral era puesta en manos de una misién espafiola. Ladrén de Gueva- ra sin los gatos hidraulicos, sin la fotogrametria, sdlo con su grupo de obreros lugarefios emprende la restauracién de edificios como Belén, San Pedro, San Sebastian. Pero a nuestro modo de ver es en el crucero de la Compafiia de Jesus donde resuelve problemas estructurales mas complicados, re- colocando la cupula en su lugar subiéndola 1,20 m con la ayuda de puntales movidos a mano. Sin embargo, a pesar de su buena volun- tad, en la iglesia de Santa Clara -y por esa busqueda del material a la vista- hace que se pierdan varias de las pinturas murales que la cu- brian. En ciertos lugares como Venezuela con el rapido desarrollo eco- némico de bases petroleras, al que no le siguié un desarrollo cultural, llego también el gusto por tener “antiguedades” que mostrar a los posibles visitantes extranjeros. A las restauraciones de tiempos pasa- dos que “embellecieron” con marmoles la modesta casa de Bolivar, se siguieron mas adelante la apertura de avenidas y autopistas dando como resultado la ruptura del tejido, el destrozo del ambiente y final- mente la destruccién de los mismos monumentos. Esto que se nota mas en la capital, también puede constatarse en ciudades del interior como Colonia Tovar y Coro. En Colombia sucederan cosas similares en Bogota, Tunja, Cali, Cartagena, con restauraciones que abarcan todos los conceptos que enunciaramos: romanticismo, fachadismo, reconstrucci6n... Pero entre todas las equivocaciones se pueden extraer casos po- sitivos no sdlo de los buenos ejemplos, sino principalmente de las 37 buenas actitudes. Primeramente la humildad de viejos arquitectos que trataron de ponerse al corriente de los nuevos Postulados. En segundo lugar, la conciencia -algo difusa atin- que se iba haciendo alrededor de la arquitectura del pasado, en especial de la colonial. Es asi que llegamos a la mitad de la década del 60 con la firma de la Carta de Venecia y el lento proceso de arribo a Nuestras tierras de esos postulados y el mas lento trabajo de asimilacién. 6, El panorama a partir de 1964 con la firma de la Carta de Venecla Por mas que en Venecia haya habido dos latinoamericanos, no podemos decir con eso que los criterios que alli se estudiaron fueran los que animaban a la mayoria de los profesionales que trabajaban en estos menesteres. Primeramente, en aquel momento todavia continuaban restauran- do arquitectos amantes de lo antiguo que muchas veces eran tam- bién historiadores. Con lo cual a su profesién técnica unian un cono- cimiento erudito del lenguaje de épocas pasadas. Por otro lado atin no se habia tomado conciencia del valor patri- monial general, entendiéndose que sdlo era rescatable el pasado an- terior a la independencia. Se seguia pensando en el monumento aislado y sélo teniéndose en cuenta el entomo si era totalmente homogéneo y exento de un te- jido mayor (como una misién religiosa o un sitio precolombino). Dentro de este panorama, algunos institutos a través de sus érga- nos de informacién tratan de hacer conocer la Carta, que a su vez tiene difusién en esferas oficiales. Publicaciones Periddicas como los Anales del Instituto de Arte Americano de Buenos Aires 0 el Boletin del Centro de Investigaciones Histéricas y Estéticas de Caracas la Publicaron a los pocos meses. Las reacciones fueron varias. En el Peru, Por ejemplo, se dio el caso de que uno de los firmantes de la Carta hace un glosario de los articulos para su aplicacién en el pais, mientras que otro colega escri- be “Mi carta de Lima” en total oposicién. Pero si bien algunos profesionales hicieron explicita su posicién al respecto, la gran mayorla ignoré por el momento el documento, no ae No emitiendo opinién, sino sin comenzar a estudiarlo ni a aplicar- lo. la concientizaci6n en aquellos afios fue dificil. Y, a pesar de las reuniones internacionales y regionales que se llevaran a cabo, recién 38 en 1967 con la Reunién sobre Conservacién de Monumentos que se hiciera en Ecuador de la cual surgieran las Normas de Quito, se po- nen en claro los problemas propios de Latinoamérica y se redacta un documento mas amplio y adecuado a nuestras necesidades. De alli se ponen sobre la mesa conceptos. Primeramente merece destacarse el problema de “lo histérico”. Tradicionalmente se estima- ba que un lugar era histérico por lo que en él habia sucedido. EI naci- miento de un précer, la firma de un tratado, el libramiento de una ba- talla, eran los acontecimientos que calificaban al lugar en que ellos se habian desarrollado. Poco tenia que ver que el sitio no tuviera valor estético, que hubiera sido transformado o destruido. Justamente a partir de aquella década del 60 es que comienza a tomar cuerpo la idea de lo estético independientemente de lo histéri- co. Luego -poco a poco- se va entendiendo que la memoria histérica de un pueblo no son los pequefios hechos aislados, sino el recuerdo vital de modos y costumbres que calles, casas, muebles y objetos pueden evocarnos. Y de alli surge también el nuevo concepto de monumento y de entorno, porque dificil sera evocar un pasado en una calle donde se conserve una casa aislada y se hayan perdido todas las que las acompafiaban o donde ya no estén mas el empedrado, las veredas y los faroles contemporaneos a ella. Este entorno, que ya para entonces habia perdido en muchos ca- sos su fisonomia, habia sido reemplazado en general por edificacion nueva que tampoco lo enmarcaba dignamente ni por sus dimensio- nes ni por su tratamiento. Teniendo en cuenta los nuevos postulados, nace la idea de proteger el entorno de los edificios que se considera- ban intangibles y ello va tratando de introducirse en algunos planes urbanos. Como corolario de todo esto se comienzan a ver los problemas de los centros con una perspectiva distinta. Si bien -como vimos antes- habia ciudades que habian recibido con mucha anterioridad la califi- cacién de “monumentales’, no era esto un hecho comun. lificativo para una ciudad, sino s histéricos dentro de ciu- ios que estaban inmersos lorizarse para no perder Pero no sélo se estimé valido el ca que empezo a verse el problema de casco: dades modernas. Areas, calles, plazas, barri en un medio totalmente actual podian val identidad. Mas adelante aparecié el tema de los pequefios poblados histori- cos. Y todo ello se comenzo a estudiar desde otros puntos de vista como el de Ia incidencia del turismo y la necesidad de no dejarse avasallar por é', como el problema de la tugurizacion de los centros antiguos, las condiciones de habitabilidad y tantos otros temas cone- xos. 39 te de estos nuevos enfoques surgieron distintas tomas de ne en definitiva se ganaron algunas batallas. La misma posibilidad de poner estos temas sobre el tapete constituyé de por una conquista. Se abrieron también temas de investigaci6n y la Preo- cupacién llegd a economistas, socidlogos, abogados. Se consiguis asimismo que en los equipos de planificacion urbana se fueran intro. duciendo estos temas y se fueran incluyendo Profesionales de la con- servacién cuando debia estudiarse un codigo urbano 0 territorial. Pero por otro lado, al propio monumento comenz6 a tratarselo de otro modo. Se atendié entonces a las distintas etapas superpuestas en una obra, al estudio de los materiales y tecnologias tradicionales y a otra serie de problemas que antes casi nadie habia abordado. Se aclaran y se diferencian los términos de restauraci6n, conservacién, reconstrucci6n, y se delimitan los campos de cada uno y su aplica- cin. Se habla de anastilosis y de los principios que sustentan esta teoria. En el campo de lo tecnolégico se dejé de echar mano indiscrimina- damente a los nuevos materiales y se volvid la mirada a las disposi- ciones tradicionales. Se gané asi en respeto, en homogeneidad técr Ca y se recuperaron soluciones a punto de perderse. Ello beneficié a las obras de restauracién y también a la construccién en general. Adobe, piedra, madera, cafia, fueron estudiados cientificamente pro- Poniéndose para ellos sistemas de conservacion asi como mejora- mientos en las maneras de uso y aplicacién. La incidencia de humedades en estos materiales también fue un tema que poco a poco dejé de resolverse en forma unicamente empi- rica, analizandose ahora también desde un punto de vista técnico. Se lograron asi resultados que complementaban ambas visiones. En lo que respecta a las estructuras no sdlo se adelanté en su medicién y calculo, sino que se estudiaron sistemas nuevos de apun- talamiento, problemas de hundimientos, comportamiento frente a los sismos, reacondicionamiento sin Perjuicio de lo existente, etc. Los sistemas aplicados hoy dia en México de gatos hidrdulicos y cojine- tes, asi como todo su sustento teorico, son un importantisimo ejem- plo. Y aparejado a esto viene el asunto de las in: i ruesita €poca: acondicionamiento de aire, elected cereale Sobre el particular mucho se ha discutido y aunque en teoria mas © menos se opina en forma parecida- en la prdctica se ha llegado a concreciones muy dispares. Por fin otro tema se ha tenido presente: el del uso posterior del sitio 0 MonuMento y su Manutencidn. A pesar de ser un tema muy de actualidad, aun hay quienes restauran hoy sin saber a qué van a es- tar destinados los edificios. Otras veces se llega a restaurarlos y nun- ca se les da un destino, por lo cual se arruinan por falta de cuidado. Se ha llegado el caso que comisiones de monumentos han restaura- do por tercera vez en veinticinco afios un edificio que siempre queda luego abandonado. Por eso se sigue insistiendo en la necesidad de una definicién en este sentido. Este es entonces el panorama general de los conceptos maneja- dos en estos tres ultimos lustros, mas adelante veremos cémo se han llevado a la practica. 7. Restauracion de obras de arte y su relacién con el monumento No es campo de este trabajo referirse a lo ocurrido con los crite- rios y concreciones de la restauracién de bienes artisticos. Lo unico que nos interesa aqui es echarle un vistazo a este problema en tanto esta relacionado con la misma obra de arquitectura. El mobiliario, el equipamiento general, la pintura, la escultura son objetos que complementaran a un edificio, pero estas dos ultimas son las disciplinas que mas incidiran en la concepcién espacial latinoame- ricana. Si tomamos por un lado la pintura de caballete y la talla de image- nes y retablos nos encontramos con muy interesantes ejemplos que estaran presentes especialmente desde la época colonial. Normal- mente podemos pensar que por ser méviles estos objetos pueden cambiarse de lugar sin alterar la arquitectura. Sin embargo, pronto caeremos en la cuenta que un retablo cambiado de sitio, el quitado de un cuadro, puede hacer variar la calidad espacial y destruir el Caracter simbélico de un Ambito. Teniendo en cuenta estas premisas es que en estos ultimos anos las tareas de conservacién y restauracién se acometen -en general- en forma conjunta y manteniendo un criterio acorde en ambos trata- mientos. Los altares, los puilpitos, los cuadros podran ser retirados y tratados con sus técnicas particulares, pero luego seran recolocados Para mantener en los espacios e! sentido pristino. 41 Gracias a ello se ha dejado el antiguo sistema de cambios de Sitio, quitados definitivos 0 -como ocurrié durante el siglo XIX- la mutilacion de objetos barrocos para transformarlos en neoclasicos. Las virgenes de talla que se recortaron en Buenos Aires para poder vestirse 0 las columnas barrocas del retablo de Paucartambo (Peru) que se alisa- ron y pintaron son ejemplos que se esperaba no se irian a repetir en estos momentos. No obstante ello, en la arquitectura religiosa siguen sucediendo estos hechos por dos razones de reciente aparicién: una mala inter- Pretacién de los principios del Concilio Vaticano II y el ingreso de ér- denes de clérigos norteamericanos que desconocen la historia y la teligiosidad de nuestros pueblos. En distintas épocas y lugares los objetos muebles han sido com- plementos de la arquitectura. La consideracién de esto ha llevado a este tratamiento en cuanto a su puesta en valor. Pero lo que también es importante es que -aun antes de la Carta de Venecia- ya se esta- ban dando movimientos americanos que trataban de recuperar esta sintesis artistica y que tales movimientos se extendieron a obras modernas. Las ciudades universitarias de México y Venezuela son claros ejemplos. La pintura mural, de continuo uso en México, también era usada €N Casi todos los paises antes de la llegada de los conquistadores Sobre construcciones de adobe, de Piedra o de tapia aparecen pintu- fas, bien con dibujos planos, bien subrayando formas arquitectonicas. Conla conquista espafiola se introduce toda la tematica religiosa y Profana de ralz renacentista y manierista Principalmente. La decora- cin de este tipo tendra cabida en viviendas, en iglesias, en conven- ‘sos Suplira elementos que los cortos re: rs permitian tener. CUSOS NO Por ser ésta un arte que esta unida a la misma arquitectura, su tratamiento frente a la restauracién debe ser mucho mas cuidadoso que la pintura de caballete 0 la imagineria, que pueden ser traslada- das a laboratorios especiales. Si bien existen formas satistactorias de retirar un mural y reponerlo, debemos tener en cuenta que ésa no es la manera deseable, que sdlo se aplica en casos indispensables y que es demasiado costosa para los cortos presupuestos de América Latina. Es asf que en general se han usado otras técnicas para salvaguar- dar este tipo de realizaciones. Evidentemente el reacondicionamiento del soporte es fundamental antes de acometer la tarea de restaura- cién de la propia pintura. Recién después de tener al soporte en bue- nas condiciones sera posible trabajar sobre los pigmentos. Pero mu- chas veces a lo largo de los afios se han sucedido capas de pintura diferentes o repintes que haran mas dificil una toma de decisiones en lo artistico y en lo técnico. A ello se sumaran los problemas derivados de los fragmentos per- didos o destruidos y las partes en que manos de encalado han escon- dido los dibujos anteriores. Las técnicas para lograr su restauracién son variadas, pero siempre muy lentas y pacientes. Los conceptos tedricos que las guian son asimilables a los arqui- tecténicos: conservacién de todas las etapas, quitado de agregados que no respetan el esquema general, uso de técnicas modernas cuando las tradicionales son inadecuadas, estudio histdrico previo. Pero hay algo que hace que este tema de las pinturas murales se revele como novedoso. Es recién con la Carta de Venecia que empie- za a tomar cuerpo la necesidad de conservar y estudiar sistematica- mente esto. No se quiere decir en absoluto que antes no se hayan tomado en cuenta algunos ejemplos de murales, se los haya estudiado y conser- vado. Lo que si se quiere expresar es que la conciencia general, di- fundida, sobre su importancia recién se manifiesta en estas ultimas décadas. Justamente el desconocimiento del valor y -las mas de las veces- de la posible existencia de ellas bajo encalados y empapelados de la Ultima centuria, hizo que muchos ejemplos se perdieran cuando se hicieron quitados de revoques. Por la documentacién historica hoy Constatamos estas fallas. En estos afios el descubrimiento de pinturas se ha m Manera insospechada y si bien en muchos paises se las do en valor, el numero creciente de encuentros y la pequ de expertos en este campo hace que sea improba toda la tarea que hay por delante. wultiplicado de esta ponien- efia cantidad 43 Prdcticamente en todos los paises se encuentran no sélo Pinturas de 6pocas coloniales, sino que se pone en evidencia que tal técnica siguié vigente hasta entrado el siglo XX y atin hoy se manifiesta en las zonas semirrurales con pigmentos naturales 0 con materiales in- dustrializados, siendo también muy variados los temas y los simbolis- Mos que sustentan tales manifestaciones. Al tema de los murales debe agregarse el de esculturas unidas a la arquitectura como las tallas en piedra o en madera, la estatuaria en mamposteria y los mil detalles de labor escultérica realizada en par- tes del edificio. Muchas veces ello se complementé con trabajos de estofado. A pesar de ser ellas partes integrantes de la obra arquitec- ténica, en numerosas oportunidades fueron extraidas, mutilando asi el Conjunto. Otras veces estos trabajos fueron desdefiados no tratan- doselos correctamente cuando se restauraba el edificio al cual Perte- necian. Mencién aparte merecen los revestimientos que se usaron en épo- cas pasadas, principalmente en madera o en azulejo, los cuales son inseparables de la obra. Quitarlos seria transformar sin remedio el espacio. Como en el caso de las pinturas, en estos otros temas también hay técnicas especializadas Para su conservacién y hoy dia la con- Ciencia del trabajo in situ es la que va generalizandose. 8. Centros de restauracién y de estudio Estos centros pueden dividirse en tres grandes grupos, si bien al- gunos de ellos abarcan a veces mas de un cometido. Estas divisiones serian: los talleres y laboratorios, los cursos di i i . le formaci - tros de inventario. ee Si bien los talleres de consery: tran muchas veces dependiendo a 'y Centros regi Paz, Bogota, Quito, Lima, Asuncién i caus materiales 0 disposicione: servirén muchas veces de apoyo a planes generales del area, En Cusco (Pert) y en Antigua (Guatemala) hay centros de restau- racién en donde se conjugan los temas arquitecténicos y artisticos Gentro de un plan urbano y regional mayor. EI Consejo Nacional para la Proteccién de la Antigua Guatemala creado en 1969 realiza desde entonces una vasta tarea en el campo de la restauraci6n. Aparte de los trabajos concretos de puesta en va- Jor de los monumentos de la ciudad realiza asesoramientos gratuitos cuando usuarios de alli o de las aldeas vecinas se Proponen construir o reparar sus casas. Ha redactado el Plan Regulador de la ciudad y la reglamentacion de parcelamientos urbanos, letreros, estaciones de expendio de petrdleo, etc. Con ello ha ido logrando la recuperacién general de Antigua y su zona de influencia. Es también harto importante la labor desarrollada con estudiantes primarios y secundarios, a través de los cuales se consigue la con- cientizaci6n de los familiares. Conferencias, visitas, se complementan con labores practicas de limpieza de zonas publicas, mejoramiento de jardines y han culminado con una Asociacién Juvenil. Se han hecho también estudios ecolégicos: botdnicos, sismicos. Estos Ultimos permitieron prever en buena medida la fecha aproxima- da del movimiento telurico de febrero de 1976 y los dafios que causa- ria, dando lugar asi a una tarea de salvataje mejor organizada. Paralelamente han recibido capacitacién técnica y humanistica los obreros que trabajan en las obras de la ciudad estén o no empleados en el Consejo, consiguiendo de este modo un nivel medio de capaci- tacién muy bueno en todo el gremio. El Centro de Restauracién de Bienes Muebles realiza labores téc- nicas y ofrece cursos de capacitacién para la conservacién de tales objetos. Se llevan adelante ademas un catdlogo general de monumentos, gufas de visita y diversas publicaciones de base e informativas. El Consejo, en colaboracién con Icomos Guatemala, ha organizado seminarios y reuniones referidas sobre todo a la restauracion en 4reas sismicas. En Cusco se organizé el Plan Copesco en el que colaboraban la Unesco y el gobierno del Pert a fin de revitalizar el eje turistico Cus- Co-Puno. Dentro del Plan una parte estaba dedicada a la puesta en valor monumental y ésta fue encargada al Proyecto Per 71/539. El Proyecto que laboré durante siete afos armé un sistema de talleres y laboratorios que luego continud a cargo del Instituto Nacional de Cul- tura. Entre 1973 y 1980 el apoyo de la Unesco se realizo con aseso- Tes técnicos, material y equipos que permitieron la formacion de per- Sonal y talleres locales. 45 oS Basicamente el trabajo se realizé a tres niveles: arqueolégico, ar. quitecténico y de bienes muebles. Si bien se planteaba la puesta en valor de tres decenas de monumentos o sitios de la region, sélo se concretaron por el momento algunos de ellos. La tarea se dirigié a yn relevamiento de planos y fotografia no teniéndose mayormente en cuenta -por desgracia- una correcta documentaci6n histdrica de base, A paitir de los levantamientos se proyectaron las obras a la par que se iban acometiendo prospecciones arqueolégicas. Se encararon asi restauraciones y consolidaciones en la ciudag del Cusco y en algunos otros puntos del area. Mientras tanto el taller de objetos muebles trabajaba sobre imagenes y pinturas Principal. mente, y otros especialistas tomaban a su cargo la conservacién de las pinturas murales y la investigacién sobre materiales y técnicas constructivas tradicionales. En la faz arqueolégica se hicieron importantes descubrimientos como en los andenes del Coricancha o en el sitio de Pucara. Paralelamente a esto se hicieron propuestas urbanas y se organi- zaron Cursos de Formacién con apoyo de Unesco y Oea, que recibie- ron becarios de varios paises americanos y contaron con profesores de América y Europa. La existencia de un programa de restauracién permitié a los estudiantes importantes experiencias practicas. A pesar de los esfuerzos realizados aun continuan en vigencia en la ciudad y su entorno los problemas derivados del turismo masivo no controlado, la tugurizacién del centro y la proliferacién de hoteles que distorsionan el paisaje y destruyen sitios arqueolégicos. Entre los cursos de formacién podemos sefialar que a nivel univer- sitario pocas son atin las facultades de arquitectura que tienen en sus curricula materias de esta especialidad. Sin embargo dia a dia se va ampliando la conciencia en tal sentido. Cursos de posgrado los hay en universidades como la de Bahia (Brasil), la de México y la Catélica de Cérdoba (Argentina) que hace unos afios han comenzado a dictar- se. Reciben todos ellos alumnos nacionales y de otros paises que luego pasan a estar a cargo de obras y planes de ocnservacién en sus ciudades de origen, lo que ha hecho cambiar en esta Ultima déca- da el panorama de los criterios y de los cuadros técnicos aun en zo- Nas algo apartadas. Ademas de las universidades, hay centros de trabajo que han or- ganizado cursos en los que los alumnos pueden beneficiarse con la practica continua en obra, algunos de los cuales ya hemos nombrado. Pero también existen centros especificamente dedicados a la forma- cién profesional. Entre ellos el mas importante es el Paul Coremans (México) que funciona en el antiguo convento de Churubusco. Este Centro que se dedicaba a la restauracién de bienes muebles, es ele- 46 go en 1971 como sede de! nuevo Centro Interameri aitfan uniéndose asi los estuerzos del Estado Moricano, la Unscony la oea en la consecucién de trabajos y ensefianza, es) ‘Actualmente se dictan Cursos Integrados de Rest i i nes Culturales en los que se estudian problemas de ebjatos muebles é inmuebles, pudiendo luego en el periodo de especializacién of tar nla disciplina en la que habran de trabajar en el futuro: arquitect F, imagineria, pintura, ceramica. : . A estos talleres, laboratorios y aulas, se une una bibli 7 iote o cializada en estos quehaceres. leca espe: De este Centro que ya tiene una década larga de funcionamiento han salido numerosos especialistas de toda América. En union con algunos de estos centros se ha trabajado en la con- crecién de inventarios, existiendo también centros especializados en algunos paises. Por otro lado, mucho es lo adelantado en diversas zonas gracias al esfuerzo de personas o pequefios equipos que han recorrido y documentado sistematicamente los bienes de una provin- cia o una regién. Los trabajos de inventario comienzas con el siglo y ya para la década del 20 hay publicaciones al respecto. Sin embargo, recién en estos Ultimos dos decenios se han logrado inventariar y ca- talogar edificios y zonas urbanas en forma més sintética y organica. En cuanto a la forma de llevar a cabo estas labores, se han utiliza- do como base las fichas del Consejo de Europa y se han adaptado a las necesidades del 4rea. Mas adelante a través de los cursos inter- nacionales de restauraci6n y luego con las reuniones concretas sobre problemas de inventario -como las de Colombia, México, Chile, Costa Rica- se fueron aunando criterios en base a las experiencias de cada pais. Por otro lado se ha visto la necesidad de preparar personal para llevar adelante estas tareas. En tal sentido se esta trabajando en Bogota. Justamente es en Colombia donde se monté un Centro de Inven- tario muy importante cuya organizacién ha servido de ejemplo a otros pafses. A los bienes monumentales se unieron objetos de arte, parti- turas musicales, documentos y libros antiguos y toda una serie de Manifestaciones culturales de propiedad publica y privada que queda- Ton fichados en este centro. Aparte de las fichas de inventario luego se trabaj6 sobre las de fotos y otras fichas conservacién y a ello se agregron planos, croquis, fotos y ¢ ‘ complementarias. Las tareas se completaron con publicaciones técni- Cas y de difusion. En Brasil se han encarado t ee areas de este tipo en diversos 47 de lo que se ha hecho edicién. Muy interesantes y completas son lag publicaciones de Bahia y de Minas Gerais. México es de los paises que primero encaré este tipo de labores que hoy se sistematizan a través del Instituto Nacional de Bellas Ar. tes Como deciamos, en otros paises se estan realizando inventarios y catdlogos a través de organismos nacionales, provinciales y universi- tarios, estando los respectivos Icomos a cargo de algunos de ellos. Sin embargo es de lamentar que algunos Comités Nacionales de lcomos no hayan aprovechado esta oportunidad. El ejemplo mas pa- tente es el de Argentina cuyo Comité recibiera hace casi una década un grupo de maquinas procesadoras que estén aun practicamente sin Uso, ya que desde Buenos Aires no se ha salido a recorrer ni la pro- pia ciudad ni las provincias para levantar las fichas basicas, ni se han tenido en cuenta los inventarios parciales que se han elaborado en otros centros del pais. Ello indica -una vez mas- que no es solamente la técnica la que Posibilitara un buen resultado, sino que ello sera ms factible con el trabajo de base -posiblemente més lento y menos espectacular- que ha permitido a paises como Colombia, Brasil, Guatemala, México por ejemplo, conocer su patrimonio en forma adecuada y basarse en es- tos datos concretos para su salvaguarda. Pero aparte de los inventarios monumentales se estan encarando cada vez mas inventarios de materiales y sistemas tradicionales como las estructuras de piedra, madera, cafa, tierra (bahareque, adobe, tapia, quincha), pinturas murales, etc. de Cuyo correcto cono- cimiento podra seguirse una buena técnica de conservaci6n. El inventario de esos sistemas de construccién es en este momen- to una necesidad importantisima para conseguir buenos resultados a partir de las urgencias y de Ia situacién econémica que en general impera en América Latina. Ademas su revitalizacién permitira su apli- cacién en edificios nuevos, lo que tenderd a una mayor conservacién ambiental. 9. Las Instituclones publicas y privadas en el acclonar de la restauracion Para llevar a cabo los trabajos de obra, asi como los inventarios, la legislacion y el estudio de las técnicas se ha requerido la ayuda de instituciones que tanto financiando cuanto asesorando han permitido la concrecién de las labores. Ya hemos nombrado a la Organizacién de los Estados America- 48

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