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Ideas Sobre el Alcance de ta Educacion Estética en la Escuela Primaria Nuestra escuela primaria, con el propésito de cumplir sus vas- tos anhelos de educacién integral, establecié desde sus comienzos en los programas oficiales un obligado curso de misiea y otro de di- bujo, dos formas estéticas que debian Hegar al nifio en su caréeter de tales y contribuir eon las demas asignaturas al desarrollo armo- nioso y total de su espiritu. cj Las facultades del alma, razonamiento, voluntad, memoria, sensibilidad, imaginacién, debian ser igualmente ejereitadas en la escuela infantil ya que de su conjunto depende la unidad hom- bre y de su equilibrio la realizacién de ese todo perfecto, que el ¥erdadero educacionista suefia en construir sobre la base del nifio El desarrollo de nuestros programas trae aparejado un inten- so ejereicio de la facultad razonadora, en virtud de las ciencias matematieas; un estimulo de la voluntad, gracias al trabajo cons- tante de las aulas; un entrenamiento progresivo de la memoria, con el aporte diario de las otras asignaturas La misiea y el dibu- jo, en las condiciones actuales de su ensefianza, realizan la misién que légicamente dében realizar, hablando a los sentimientos y a Ja imaginacién del alumno? Mas adelante veremos que no. “Bl aprendizaje de un arte cualquiera significa : 1° La adquisicion de un instrumento expresivo por el cual el hombre manifiesta las actividades de su. vida interior y las rel ciones de esa actividad intima con el mundo externo; 2° el econo miento de las mejores obras que el’ espiritu humano realizé en dicho arte Esta sabrosa captacién artistiea y cl dominio de aquel instru- mento que sitve para crear, tfaen como fruto el desarrollo intenso de la sensibilidad y de la imaginaeién. 7 Una fina sensibilidad permite di rnir lo bueno de lo malo, Jo bello de lo feo: el hombre sensible :hace asi composicién de jugar frente a las cosas, deseubre las bellezas que le rodean y .g0- zandose en ellas estableee un principio de felicidad; la compren- sién de lo bello y.de lo bueno y la reaccion bienhechora que estas cualidades provoean en su espiritu, hicenle patente la necesidad de vivir para la belleza-y la bondad. Por otra parte, asociando sus impresiones, eoneeptos y goces a los de los demés.séres,, el hom- 416 Leopoldo Merechat bre deseubre la obligacién de ser bello y bueno: nace asi un impe- rativo del deber. Ademas una comunién de los hombres en la belleza implica solidaridad y subordinacién: solidaridad porque se sienten unidos en un comin sentimiento que provoea en ellos idénticas reaccio- nes; subordinacién porque saben que lo bueno y lo bello estén en la naturaleza como reflejos de un gran todo y porque la concep- cién de la bondad y de la belleza en su absoluta totalidad signifi- ca admitir un principio de lo divino, como lo demostré Platén en su didlogo sobre la inmortalidad del alma y Descartes en su prueba de la existencia de Dios: en estas condiciones, el hombre se siente subordinado a lo divino y reflejo de lo divino. La mayoria de las nacionalidades europeas tienen el sello de su personalidad, no en una concreta demarcacién geogréfica ni en un origen racial comin, sino en su manera de ver el mundo y de sentir sus fendmenos. En nuestro pais, donde el problema de la nacionalidad es un fenémeno palpitante y complicado, se impone, como en ninguna parte, la comprensién miitua entre los diversos elementos que la integran: ésto se consigue por la solidaridad de los hombres en lo bueno y en lo bello, virtud que solo puede ejer- cer una sensibilidad hondamente trabajada desde la nifies. Por la imaginacién, el hombre aplica los elementos, leyes y prineipios de la naturaleza, en la ereacién de un instrumento que sirva a sus fines personales. Toda invencién, verdad o descubrimiento ha sido en sus fuen- tes un producto teérico de la imaginacién, comprobado luego en la realidad. La imaginacién es facultad ereadora por excelencia y su libre ejercicio hace que el hombre sea feeundo en recursos: un hombre sin imaginacién se ve obligado a transitar por vias ajenas y est como desarmado, frente a la vida, puesto que no le es dado se- guir ninguna iniciativa personal. Como puede verse en el transcurso de estas consideraciones, con la educacién estética la escuela primaria no pretendera hacer un artista de cada alumno, sino dotarle de una sensibildad y de una imaginacién que le coloquen en ventajosas condiciones de lucha. Ir Observaciones realizadas durante algunos afios de trabajo, me permiten asegurar que la educacién estética, tal como se practica hoy sobre una base de musica y de dibujo, no conduce a los altos fines expuestos. Criticaré ahora el ejercicio del dibujo, reservan- do el de misica para otra disertacién. A ningin maestro se le eseapa actualmente esa falta de inte- rés que el alumno manifiesta por la clase de dibujo; conocido es. el desagrado con que realiza los ejercicios irremediablemente vul- gares que se le impone. Sin embargo, la inclinacién natural del nifio por el dibujo, es bien conocida: un examen de sus cuadernos diarios permite veri- fiearla, en el hallazgo de esas fantasias y eaprichos que cl alumno gusta fijar allf, contra la prohibicién terminante del maestro. Esos dibujos originales, esa personalfsima coloracién de mapas y esque- ‘Ideas sobre el alcance de la educacién estética on la Escuela Primaria 417 mas, esos caprichos realizados al margen de toda ensefianza, no son mas que una necesidad de expresién satisfecha y el reflejo de un estado de dnimo. 4Por qué nuestra ensefianza del dibujo no satisface estas no- bles tendencias de su espiritu, esta imperiosa necesidad del alma infantil? Porque en todos los casos obligase al nifio a copiar una realidad inanimada, un modelo que no le interesa puesto que no habla a su sensibilidad. Este modelo es la invariable naturaleza muerta, la guarda decorativa, el caleo de yeso: la virtud consis- te, segtin los profesores del ramo, en trasladar al papel una visién exacta de ese modelo; y el resultado a que se llega no es mds que una simple ejereitacién manual, desligada en absoluto de toda par- ticipacién del espfritu. iE No olvidemos que el nifio es esencialmente animista: contempla la realidad y asocia los accidentes, eoneeptos y predileeciones de sn vida interior a las cosas que le rodean. El nifio mira la realidad desde un punto de vista interesado, la reviste de atributos insospechables de acuerdo con su sensibili- dad. Entonees, para él un Arbol, verbi gracia, no seré un drbol simple y escuetamente, sino una equivalencia sentimental del dr- bol, puesto que le atribuye virtudes y gestos humanos y le dota de condiciones que estén en su yo y no en el Arbol en si. De este modo el paisaje, el ser, la cosa, se convierten para él en un estado de alma. Dejemos que cl nifio elija cl asunto siguiendo sus predileccio- nes sentimentales; y luego, que haga su jnterpretacién personal del mundo, que junte y ordene los elementos de la realidad de acuerdo con su instinto creador y obedeciendo al imperativo de sus emociones. El profesor que impone una manera de ver sintetizada en euatro preceptos, coarta los fines de la edueacién estética preseindiendo de toda participacién espiritual del nitfio. No olvi- demos que la realidad se convierte en un lugar comin euando la observamos a través de una lente personal o siguiendo las leyes de un sistema interesado. El mundo se reerea en los ojos libres de cada hombre que busea su punto de vista propio: todos los rena- cimientos espirituales se deben a esta clase de hombres. Hagamos del nifio un deseubridor y no un imitador, cultivando y no deprimiendo su naciente personalidad. Tit La exposicién de trabajos infantiles realizados por el Diree- tor de Bellas Artes de Méjico, primero en cl Museo de Arte Con- temporéneo de Madrid y Inego en una sala parisiense, renové en mi, antiguas preocupaciones a este sujeto. Criticos franeeses de la talla de Florent Fels, Christian Zer- vos y André Salmén, manifestaron su asombro ante la gracia ori- ginal de estos trabajos yealizados por nifios de 8 a 14 afios. Ar- tistas famosos como Raoul Dufy, Braque y Lipehitz, admiraron esas frescas realizaciones infantiles ereadas por espiritus no suje- =< Leopoldo Marechal tos a convencionales teorfas, esa personalidad a la que ellos, ar- tistas maduros, habian legado tras esfuerzos innumerables. Hablando en Paris con Alfredo Ramos Martinez, director de Bellas Artes de Méjico, nos dijo que, para esa clase de ensefianza tienen un programa definido y exacto, distinto al que se aplica generalmente. Con ese programa se proponen sorprender en el nifio todas sus riquezas naturales: visién, sensacién ; tratan de ex- plotar todo lo que ‘hay en él de espiritualidad y de sentimiento frente a la vida. Se preocupan en despertar toda la sensibilidad del alumno, toda su fuerza ereadora, sin que el maestro interponga su manera particular de sentir y de ver. Aconsejan al nifio, pero con la mayor diserecién, temerosos de hacer perder ese don natural tan precio- so: la emocién. El alumno conoce ya su propésito, siente la necesidad de crear: entonees le dan una tela, un papel, colores; empieza su obra Heno de ilusién y entusiasmo, pone en, juego toda su iniciativa, esforzandose en deseubrir los eneantos que la vida le ofrece: de este modo trabaja con apasionamiento } alegria. Christian Zervos, en su articulo ‘‘Peintures d’enfants’’, apa- recido en ‘Cahiers d’art”’, dice a este particular que, la necesidad de movimiento, eonvertida en ley de la nifiez, por Pestalozzi, se sa- tisface por su pasién del juego y por sus tendencias estéticas, a menudo muy mareadas. El filésofo inglés Herbert Spencer, dice que, en el nifio la actividad del juego y la necesidad estética estan relacionadas entre si, porque ni una ni otra obedecen a un fin atil, sino que tratan de satisfacer esa desearga de fuerzas latentes en él. Agrega el critico franeés, que, Ja edueacién estética, dada a los nifios mejicanos, se basa en su propia experiencia: suscita en ellos el amor, provoca cn sus corazones esa dulzura serafica hacia la naturaleza y ese refinamiento de ternura por los se y cosas que le son revelados. Este género de educacién evita toda regla capaz de desplazar ia personalidad del alummo por la del maestro. El nifio no se se- para jamas de la naturaleza: su imaginacién excitada por todos la- dos y sin trabas de ninguna especie, puede satisfacer los instintos de creacion tan naturales en é. Frente a la naturaleza, el nifio encuentra los jtibilos de la sensae én, la definicién y realizacién de pereepeiones tan complejas como las de forma, luz, colores y armonia. El nifio adivina de este modo el alma que existe en todo ser y eréase en él un sentimiento mistico de la vida que le une al gran todo eon un lazo de comprensivo amor. Resumiendo, diré que los fines de la edueacién estética de perfan sev: 1° Un cultivo intenso de la sensibilidad. 2° Un ejerei- cio constante de la imaginacién. To primero s¢ consigue situando al nifio frente a la natura- leza_y provocando en él fuertes reaeciones espirituales: este tra- Ideas sobre el alcance de la educacién estética en la Escuela Primaria 419 ee ee bajo de compenetracién sentimental debe realizarse déndole un ea- réeter de jubiloso recreo y no de impuesta obligacién; de tal mo- do, el alumno expresaré su sentido de la realidad tal eual lo ha- lla en el fondo de su coraz6n y sin ninguna traba retdrica. El ejercicio de la imaginacién se lograré-dejando que el alum- no trabaje disponiendo los elementos captados segiin su instinto creador y dndole, solamente, las nociones més clementales de pre- ceptiva. La edueacién estética realizata ast su revelacién de lo bello, que, segin Platén, es el reflejo de lo bueno y de lo verdadero. Leopoldo Marechal,

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